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Victor Muñoz Cortes - Sin Dios Ni Patrones PDF
Victor Muñoz Cortes - Sin Dios Ni Patrones PDF
Están en todas partes y desde hace mucho. Las hay de todas las formas,
edades y finalidades. Y aunque las vivimos todos los días, de tan cotidianas
se nos pasan inadvertidas. En cada ciudad del mundo y a cada palmo se
disemina la obra inagotable, diversa e inabarcable de generaciones y gene-
raciones de trabajadores de la construcción. Casas, edificios, hospitales y
teatros, cuarteles, bibliotecas, cárceles y escuelas se levantaron y levantan
día a día por el amor y el odio, la solidaridad y la dominación, para el
saber y el adoctrinamiento, para controlar el espacio y la humanidad. No
hay edificaciones inocentes. Ideas hubo entre quienes las proyectaron y
financiaron. Pero ideas también hubo entre quienes entregaron sus días
construyéndolas. Ideas que les inquietaron e hicieron cuestionar la razón
de su obra y de sus vidas. Ideas que como el anarquismo les provocaron a
pensar un mundo completamente distinto en donde ya no se construiría
para otros o para el odio, sino para la libertad522.
El Árbol de la Anarquía
Diversidad de intereses y conflictos del
movimiento libertario
“¡Escucha campesino, mísero peón! Tu vives las penurias más amargas del
siglo. ¿De quién es la culpa? ¡Tuya, tuya, porque te dejas engañar! ¡Deten-
te campesino, recapacita y reincorpórate a la lucha! ¡Todavía es tiempo,
junto al grano fecundo, lanza también la semilla ideológica del comunismo
anárquico y recojamos todos el fruto de la revolución social!”.
Juan Segundo Montoya, Osorno, 1934.
Otro espacio relacionado con la salud del cuerpo y en donde los li-
bertarios se inmiscuyeron es el deporte. Las primeras décadas del siglo
XX fueron testigos del auge del deporte a nivel masivo, siendo el box y el
fútbol los más populares. Los pocos relatos que la prensa libertaria dedicó
en aquel tiempo a estas disciplinas son en su mayoría críticas. En el box se
observaba el embrutecimiento de la humanidad, mientras que el fútbol se
atacaba por la alienación que provocada en las masas, e incluso porque las
desviaba de la organización sindical794.
No obstante y a pesar de algunas objeciones el deporte fue ganando
terreno en las organizaciones sindicalistas y libertarias795. El 3 de enero de
1915, por ejemplo, se realizó en Santiago un picnic familiar entre anar-
quistas en donde se disputó la copa “La Batalla”796. Es un caso puntual en
todo caso, puesto que solo a partir de la década del veinte comenzaron a
proliferar clubes de fútbol ligados a los sindicatos libertarios. Entidades
como la Federación de Obreros de Imprenta y la Unión en Resistencia de
Estucadores no escaparon al fenómeno y periódicamente realizaban ligas
y torneos en donde se encontraban los equipos de cada empresa o faena,
que por lo general tomaban el nombre de las mismas.
El deporte tenía finalidades libertarias. De hecho, desde la propia
FOIC se indicaba que “en la hora actual no se debe hacer el deporte por
el deporte, que muchas veces es aprovechado por elementos reaccionarios
o confucionistas, sino que por el contrario el deporte debe estar al servicio
de nuestra causa de mejoramiento económico y de redención de nosotros
mismos”797. Y haciendo eco del mismo pensamiento advertían:
“Los deportes obreros no solo están llamados a ser un almácigo pu-
rificador de nuestra salud, sino que también ellos deben ser una
luminosa antorcha de nuestra mutua y sincera unión”798.
A Pedro Bravo-Elizondo.
Pocos son los temas específicos sobre el anarquismo criollo que han
concitado mayor interés historiográfico que el teatro. Un par de libros y
varios artículos en revistas académicas dan testimonio de ello814. ¿Cuál es
el sentido entonces de volver sobre este asunto aparentemente tan trabaja-
do? Hay varias razones. La primera y más grave es la constatación de que
a pesar de las muchas páginas dedicadas a la cuestión, poco sabemos de
la actividad concreta de los grupos de teatro anarquista. Poco conocemos
de sus características orgánicas, de su financiamiento, o sus motivaciones,
de sus circuitos de acción, o sobre las obras que representaban, o de la
recepción que tuvieron815. Esto se debe principalmente a que el interés
sobre el teatro anarquista se ha centrado en las obras dramáticas (y solo
una minúscula porción) y su carácter discursivo-político, antes que en los
individuos, espacios y situaciones que lo hicieron posible.
Se ha hecho hincapié en su retórica rupturista e innovadora816. Pero el
“teatro anarquista”, no es solo la obra, que perfectamente puede tener o no
contenido peculiar de esas ideas en su argumento, sino también un espacio
de relaciones sociales únicas. Este capítulo aborda el “teatro anarquista”
entendiéndolo sobre todo como una amalgama dinámica pero no siempre
armónica de situaciones, actores, nexos y espacios. Pues una historia del
“teatro anarquista”, no puede olvidar a sus protagonistas, ni a sus públicos,
ni a sus gestores, ni las tensiones que en su ejecución pudieron germinar.
El teatro anarquista, como manifestación peculiar dentro del llamado
“teatro obrero”817, lo entendemos como el espacio en donde el campo li-
bertario y la población en general se encuentran con las representaciones
“¿Me contradigo?
Pues muy bien… me contradigo;
Soy inmenso… contengo multitudes”.
Walt Whitman, Hojas de Hierba, 1855.
Con todo hay que señalar que la unidad de los anarquistas no siempre
fue un tema trascendental para el heterogéneo movimiento libertario. Más
bien apareció al tiempo en que su actividad iba en retroceso frente a los
partidos políticos que con sus estructuras centralizadas tenían más éxito
que los anarquistas para mantener posturas uniformes. Las divergencias
de opinión y acción son propias al anarquismo. Ello les dio dinamismo
en varios contextos, puesto que al ser cada esfuerzo autónomo había más
espacio para la libre iniciativa, por ejemplo. Pero eso mismo les jugó en
contra para sostener su influencia en los sindicatos, puesto que no poseían
una organización duradera que les sirviera de apoyo frente a las disputas
con los partidos políticos de izquierda.
En definitiva, las historias narradas anteriormente nos confirman que
jamás hubo un movimiento anarquista unificado totalmente. Y que de esa
forma, diverso y hasta contradictorio, el pensamiento y la práctica liberta-
ria hicieron carne en el movimiento social chileno.
1 Max Nettlau, La Anarquía a través de los tiempos, Ediciones Sin Nombre, Con-
cepción, 2011.
2 Varios mitos sobre la presencia anarquista anterior a 1890 son derribados en Ser-
gio Grez, Los anarquistas y el movimiento obrero. La alborada de “la Idea” en Chile.
1893-1915, LOM, Santiago, 2007, p. 25-28.
3 En 1889 enviaron una carta a sus afines en Barcelona. Firmaban la epístola Car-
los Vidal, Gregorio Chamorro, Manuel García, Pedro Junco y Juan Albert. “Car-
ta de Chile”, El Productor, Barcelona, 1° noviembre de 1889. Otras aparecieron
en las ediciones del 22 de abril de 1890.
4 Esos grupos estaban estrechamente comunicados con la prensa anarquista ar-
gentina. Sobre esta experiencia ver nuestro trabajo “El Oprimido, los extranjeros
y la prehistoria del anarquismo chileno (1889 – 1897)”, disponible en http://
archivohistoricolarevuelta.wordpress.com.
5 “Chile”, El Perseguido, Buenos Aires, 29 enero 1893.
6 Otras líneas de investigación sugieren la relación de los obreros de imprenta
con los primeros difusores libertarios en esta región. Sobre este punto revisar el
capítulo sobre los obreros tipógrafos en la segunda parte de este libro.
7 Este grupo se reunía en Avenida Portales n°251 a discutir sobre “la cuestión
social”. “Chile”, El Perseguido, Buenos Aires, 21 de abril de 1895.
8 Sobre el “Liberalismo popular”, el Partido Democrático y el movimiento mu-
tualista del siglo XIX ver Sergio Grez, De la “regeneración del pueblo” a la huelga
general. Génesis y evolución histórica del movimiento popular en Chile (1810-1890),
Ediciones RIL, Santiago, 1998.
9 Sobre la modernidad y sus contradicciones en la sociedad chilena y en el mundo
popular, ver Julio Pinto “De proyectos y desarraigos: la sociedad latinoamericana
frente a la experiencia de la modernidad (1780-1914)”, 19th. International Con-
gress of Historical Sciences, University of Oslo, 6-13 August, 2000.
10 Los orígenes de uno de los grupos anarquistas más activos de Santiago en esos
días, vinculados al Centro Social Obrero y a la Agrupación Fraternal Obrera en
1896, y a la Unión Socialista en 1897, han sido bien estudiados por Sergio Grez
en Los Anarquistas…, op. Cit., p. 29-42.
11 Eduardo Godoy, “Pietro Gori: Biografía de un “Tribuno Libertario” y su paso por
la Región chilena (1901)” (Inédito).
12 Ver por ejemplo “Contra el anarquismo, la propaganda infame”, El Ácrata, San-
tiago, 11 noviembre 1900, 9 de diciembre 1900, 23 de diciembre 1900, 29 enero
1901; “El doctor Gori y sus difamadores”, El Ácrata, Santiago, segunda quincena
de mayo de 1901; “Actualidades”, La Campaña, Santiago, primera quincena sep-
tiembre 1899; “Extracto de la refutación al artículo de A. Dester, que bajo el ru-
blo “La religión de un cobarde”, publicó La Tarde del 11 de febrero”, La Tromba,
Santiago, 6 de marzo 1898; “Anarquistas de nuevo cuño”, El Policial, Santiago, 12
junio 1899.
Arica:
Diversos sindicatos libertarios(1925-1940).
Iquique:
Centro de Estudios Sociales La Redención (1907-1908), Centro Mixto Instructivo Traba-
jo (1913), CES La Brecha (1915-1927), Cuadro Dramático José Domingo Gómez Rojas
(1921-1934), CES Ukrania (1922), Centro musical Los Bohemios (1926-1934), Agrupa-
ción Anarquista (1940), Grupo Anarquista (1944), Ateneo Louise Michel (1947). Diversos
sindicatos libertarios(1915-1940). Diversos periódicos anarquistas y anarcosindicalistas (1898-
1940).
Caleta Buena:
Diversos sindicatos libertarios(1920-1925).
Tocopilla:
CES Spartacus (1921). Diversos sindicatos libertarios(1920-1925).
Oficinas Salitreras: CES Nueva Aurora (Alto San Antonio, 1924), Centro libertario Luz
y Libertad (Estación Dolores, 1904-1905), Grupo Libertario Ajitación (Estación Dolo-
res, 1905), CES Instrucción libertaria (Oficina Negreiros, 1905), Grupo Pardiñas (Ofici-
na Coya, Tocopilla, 1913), Grupo Los Parias (Oficina Pampa Unión, 1924), Agrupación
Pascual Vuotto (Oficina Pedro de Valdivia, 1941-1942), Agrupación Anarquista (Oficina
Alianza, 1941). Diversos periódicos anarquistas y anarcosindicalistas (1904-1906).
Chuquicamata:
Grupo El Pampino (1914-1915), Agrupación Anarquista (1940-1942), Grupo Tierra y
Libertad (1941-1942).
Siglas:
URE, Unión en Resistencia de Estucadores; CGT, Confederación General de Trabajado-
res; FOIC, Federación de Obreros de Imprenta de Chile; FOC, Federación Obrera del
Calzado; FNC, Federación Nacional del Cuero.
Fuente y advertencias:
Prensa anarquista y anarcosindicalista. La mayoría de los periódicos son de Santiago y
otras grandes ciudades y pertenecieron a los principales gremios libertarios, por lo mismo
se desconocen muchos conflictos en sindicatos y localidades pequeñas. De igual forma, la
censura y la persecución policial interrumpen las publicaciones en varios momentos. Por
último, en esta lista solo se consideran huelgas efectivas. En innumerables ocasiones la sola
amenaza de paralización obligaba a los industriales a ceder.
1931
Por organización: URE, 4; Pintores CGT, 1; Gremios de la Construcción CGT, 1; Mue-
blistas CGT, 1.
Por ciudad: Santiago, 6; Talca, 1.
Total: 7.
*Causas principales: aumento de sueldos, reducción de jornada laboral a 6 horas, abolición
de trabajo a pieza, despido de jefes indeseados.
1932
Por organización: URE, 5; Empajadores CGT; 1; Zapateros CGT, 1; Metalúrgicos CGT,
1; Baldosistas CGT, 1.
Por ciudad: Santiago, 6; Osorno, 3;
Paros contra el gobierno, nacionales y locales; 3.
Total: 12
*Causas: aumento de sueldos, reapertura de obras fiscales.
1933
Por organización: URE, 1; FOIC, 2.
Por ciudad: Santiago, 3.
Total: 3
*Causas: aumento de sueldos, tarifado.
** Las paralizaciones de la FOIC involucraron 45 talleres.
1934
Por organización: URE, 9.
Por ciudad: Santiago, 8; Viña del Mar, 1;
Total: 9.
*Causas: aumento de sueldos, reapertura de obras fiscales, jornada laboral de 8 horas.
PARTE I 11
Un hilo negro en el relato nacional (1890-1990)
I.- Llegan los anárquicos (1889-1897). 13
II.- Germinal de la Idea (1898-1907). 16
III.- Resurgir y búsquedas (1908-1916). 21
IV.- Del esplendor a las disputas internas 30
(1917-1924). 30
Ofensiva patronal, sindicalismo libertario y movimiento 37
anarquista específico.
La anarquía entre estudiantes y profesores 39
V.- La ofensiva estatal: legislación social y Dictadura 44
(1924-1931).
La encrucijada civil y militar: 1924-1927. 45
El Estado se transforma. Leyes sociales y resistencia 49
La Dictadura de Ibáñez y los anarquistas. 53
VI.- Auge hacia dentro y crisis hacia afuera. El anarquismo en 57
los días del antifascismo (1931-1943).
El anarcosindicalismo y la República Socialista de 1932 61
Del retorno de Alessandri al Frente Popular. La expansión de 68
los partidos de izquierda (1932-1943).
VII.- Consolidación del Estado de Bienestar y crisis del campo 75
anárquico (1942-1960).
VIII.- Travesía en el desierto (1961-1987). 78
Ácratas en la Unidad Popular 80
Bajo la bota militar 82
IX.- Rearme, reinvención, resurgir (1988-1990). 87
Colofón 235
Notas 237
Anexos 313
Anexo I 315
Presencia anarquista y anarcosindicalista en la Región chilena
(1892-1973)
Anexo II 322
Publicaciones anarquistas, anarcosindicalistas y afines.
1893-1973.
Anexo III 325
Resumen Parcial de Huelgas y paralizaciones orientadas por el
anarcosindicalismo en Chile (1931-1947)