Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
LA IDENTIDAD CULTURAL
La identidad cultural está dada por un conjunto de características que permiten distinguir a un grupo
humano del resto de la sociedad y por la identificación de un conjunto de elementos que permiten a
este grupo autodefinirse como tal.
La identidad cultural de una nación se manifiesta cuando sus habitantes se aceptan, se reconocen a
sí mismos y reconocen a otras personas, como miembros de esa nación. La identidad cultural no es
otra cosa que el reconocimiento de un pueblo como tal.
Los rasgos culturales que identifican al Paraguay son varios, pero los más destacados, además del
mestizaje y la lengua guaraní, son: las tradiciones, la religiosidad, la artesanía, las fiestas populares,
la literatura, las prácticas de magia, la cocina, la música y la danza.
El tereré
El tereré es, quizá, el rasgo que más identifica a los paraguayos. Es un hábito muy común en toda la
nación paraguaya. Al respecto, J. M. Rodríguez Pardo y J. M. Silvero Arévalos, refieren en su
trabajo de la Historia de la Antropología e Identidad cultural, que “ la yerba mate y la guampa son
una parte constitutiva y característica del Paraguay. Analizando el tereré como una función social
unificadora, podríamos decir cuanto sigue: El hecho de reunirse a tomar tereré significa algo más
que un simple encuentro de ocio. Tomar esta bebida, para los paraguayos, es reencontrarse con sus
raíces primitivas, utilizar ese tiempo para expresar ideas, compartir pareceres y, sobre todo, sentirse
parte del todo social” .
La literatura popular
También están las poesías, casi todas en guaraní o en yopará; el compuesto, la versión paraguaya
del antiguo romance español y de la poesía gauchesca argentina; las relaciones, composiciones
breves que se dicen a la pareja durante el baile del pericón; las fábulas, con animales típicos de la
fauna local, como jaguares, monos, zorros y serpientes venenosas; la picaresca, tiene especial
relieve Perú Rimá, el típico burlador, cuya astucia le permite prevalecer sobre reyes, duques y
obispos.