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La pregunta tan simple de quiénes somos, nunca ha sido algo sencillo de contestar en el
Perú. Nuestro proceso histórico ha traslapado culturas, pueblos y tradiciones en un largo
transcurso que no ha sido armónico. La colonia, con sus herencias institucionales y
culturales, marcó la situación de grandes mayorías como las poblaciones indígenas y
afroperuanos en relaciones de subordinación. A estas se agregaron con el correr de los
años otros grupos migrantes como alemanes, italianos, chinos, japoneses, entre otros.
La República con su promesa de ciudadanía e igualdad se fundó sobre ideologías que
entendieron que el progreso sólo podía concebirse siguiendo un modelo occidental.
Resultado de ello, las políticas y las relaciones sociales significativas tendieron como
horizonte hacia la homogeneización. Nuestra historia republicana ha estado por ello
fuertemente atravesada por
relaciones verticales, desiguales o del tipo centro-periferia: el centralismo, el racismo, la
exclusión, el clientelismo.
Los grandes cambios de las últimas décadas del siglo XX y principios de la xixi, que
incluyen grandes oleadas migratorias, cambios en patrones de producción y consumo,
incremento de la educación pública, progresiva descampesinización y rápido crecimiento de
las ciudades, un relativo proceso de industrialización y movilidad social sin precedentes nos
entregaron un país consciente de su complejidad, en permanente cambio y bajo la
sensación de estar “en proceso” hacia algo aún no definido del todo.
José María Arguedas vio y sintió estos cambios. Propuso en su novela Todas las sangres
una forma de encarar esta modernidad que parecía amenazar, menoscabar las culturas.
Soñó con un país donde —sin utopías ni idilios— las diferencias conviven de modo creativo,
aunque complejo. Arguedas evidenció, también, su drama personal, pero que trasladaba al
resto de sus paisanos. No sabía bien dónde ubicarse en este nuevo escenario: ¿era un
mestizo, era un indio, era un criollo, un blanco, un aculturado, un cholo, o todas estas cosas
juntas? Y las respuestas nunca fueron ni son fáciles, porque tienen que ver con la
subjetividad, la identidad, con los afectos, con la relación con la tierra y los ancestros, con
los procesos históricos sociales, pero al mismo tiempo con los planes de vida y el contexto
social que te otorga cierto estatus.
Hoy, el país parece asumir mejor esta herencia, a diferencia de los años en que vivió
Arguedas. Hemos pasado por fenómenos que han ampliado el espectro de lo valorado
como positivo. La música, los vestidos, la comida, las fiestas que antes eran
minusvaloradas, aparecen como parte de lo cotidiano y aceptado. Todos estos elementos
nos entregan un Perú atravesado por cambios y continuidades que generan desafíos para
todos.
APLICANDO LO APRENDIDO
1. ¿Somos cholos, indígenas, mestizos, criollos?
La identidad del Perú se caracteriza por su diversidad y complejidad. Las etiquetas de "cholos,
indígenas, mestizos, criollos" se utilizan para describir diferentes grupos étnicos y culturales que
forman parte del país. No obstante, estas categorías no son excluyentes y nuestra identidad se
construye a partir de múltiples influencias; es decir, cada término u ética representan una forma
de describir el origen de una persona, con respecto a su ascendencia, por ejemplo: El término
"cholo" hace referencia a personas de ascendencia indígena y europea. Actualmente este
término varía en cada región del Perú. El término "indígena" se refiere a las poblaciones
originarias del Perú, que conservan tradiciones, lenguas y cosmovisiones propias; incluye el
término a los quechuas, aimaras, ashánincas, shipibos, entre otros. El término "mestizo" se
utiliza para describir a personas de ascendencia mixta, principalmente indígenas y europeas. El
término "criollo" se refiere a las personas de ascendencia europea nacidas en América, pero
también ahora también puede hacer referencia a la élite colonial ya su legado cultural y político.
Es importante destacar que estas categorías son simplificaciones y que la identidad peruana es
mucho más diversa y compleja. El país ha experimentado una larga historia de mezcla cultural y
racial, lo que ha generado una amplia gama de identidades y experiencias. Cada individuo
puede tener una combinación única de ancestros y una conexión personal con diferentes
aspectos de la cultura peruana. En última instancia, la identidad de cada persona peruana se
forma a través de una interacción compleja entre su historia familiar, su contexto social y sus
propias experiencias y autopercepciones, por consiguiente, cada uno de nosotros como
peruanos somos cholos, indígenas, mestizos, criollos, entre otros.
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