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Meliujin S El Problema de Lo Finito e Infinito PDF
Meliujin S El Problema de Lo Finito e Infinito PDF
LO FINITO Y LO INFINITO
S. MELIUJIN
El problema de
LO FINITO Y LO INFINITO
EDITORIAL GRIJALBO, S. A.
Mixtco, D. F.
Esta traducción ha sido hecha directamente de la edición rusa, en virtud de contrato
finnado el 16 de diciembre de 19'9 con Mezhdunarodnaia Kniga,
Plaza Smolenskaya-Sennaya, 32/34, Moscú.
lMPilESO EN MEXICO
PIJNTED IN MEXJCO
INDICE
INTRODUCCIÓN . . • • . 9
Serdón primera
EL PROBLEMA DE LO FINITO Y LO INFINITO
EN LA ESTRUCTURA Y EN LAS PROPIEDADES
DE LA MATERIA
Seuión segtmda
INFINITUD DE LA MATERIA EN EL ESPAOO
Y EN EL TIEMPO
C\PfTuLO 1: BASE FILOSÓFICA DBL PROBLEMA DE !.A INFINITUD DEL ES-
PACIO Y EL TIEMPO • • . • . • . . • • . . • • . . 159
l. Solución del problema en la filosofía premarxista . . . . . 159
2. Posición del materialismo dialéctico en el problema de la infini-
tud del espacio y el tiempo . . . . . . . . . . . . . 171
CAPITuLO 11: LA COSMOLOGÍA MODERNA Y LA INFINITUD DEL UNIVERSO 181
1. Estructura de la galaxia y la m"etagalaxia .. 181
2. Paradojas del infinito . . . . . . . . 185
~- Propiedades métricas del espacio y del tiempo 195
4. Dilatación de la metagalaxia . . . . . . 202
CAPITULO 111: LEYES DEL DBSAllROLLO DE LA MATERIA EN EL UNIVERSO 213
l. Desarrollo de la materia inorgánica .
2. Desarrollo de los objetos cósmicos . . . . · .
~- Formación de los elementos químicos . . . .
4. Relaciones recíprocas entre la irreversibilidad y la rotación de
la materia en el desarrollo . . . . . . . . . . . 240
,_ Ley de incremento de la entropía . . . . . . . . 250
6. Carácter determinista del desarrollo en la naturaleza . 264
S. Mr~iujin, joven profesor de Filosofía c!e Leoingrado, trata
en su libro de lo finito y de lo infinito, problema filosófico y
científico poco est~,;.diado todavía. Basándose e;n el progreso de
la Física y la Astr~nomia modernas, el autor expone en forma
accesible la teoría del materialismo dialéctico sobre la infinitud
de la materia y :sus propiedades, sobre la nimit.u:ión del espacio
y del tiempo. Hab:a en su obra del carácter ir.agotable de la ma-
teria y de !us forrr.as, del vinculo dialéc!ico de io continuo y
discontinuo t:n conceptos de Física moderna como los de partícula
y campo, y muestra la transmutación redp..:oca de las diversas
formas de la materia en el microcosmos. En un apartado espe-
cial, Meliujin analiza !a infinitud de la materia en el espacio y
en el tiempo, pt'Die:tdo de manifiesto la inron!>istencia de las
concepciones idealistas sobre el carácter fir.ito ciel Universo. El
autor estudia atentamente las leyes genera!es que rigen el des-
arrollo del mundo material, así como el determinismo y la evo-
lución de las formas cósnucas de la materia.
1 1
11
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11
J
INTRODUCOON
9
10 INTRODUCCION
11
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1 1
1
CAPíTULO 1
2 Lucre..io Cato, Sobtt l11 ntllllrlllt:u lit l111 tostU, Academia de Ciencias de la
U.R.S.S., 194:i, págs. 41·43.
LA ATOMISTICA 21
sino como estado.> del éter. Se tenía asimismo una idea errónea de
la interacción entre el campo y las cargas. Suponíase que el campo
electromagnt:tico era absolutamente continuo; las cargas se introdu-
cían en la teoría de un modo formal y eran consideradas como puntos
especiales del carr.po. Desconocíase entonces el vinculo orgánico entre
el campo y la materia. El desarrollo ulterior de la teoría había de ir
indefectiblemente por el camino del estudio de la estructura del pro-
pio campo electromagnético, así como de sus enlaces con las partículas.
No tardó en plantearse el problema del éter, cuya existencia hasta
aquel entonces no se ponía en duda. Si el campo es un estado especial
del éter y se manifiesta como realidad objetiva en numerosos expe-
rimentos, deben existir, por consiguiente, fenómenos donde las pro-
piedades del éter se producen en su forma pura, gracias a lo cual
se le podrá observar directamente. Por esa razón, a fines del siglo XIX
se efectuaron varios experimentos para descubrir la realidad del éter
y el carácter del movimiento de la Tierra y de la luz a través de él.
Esos experimentos dieron resultados negativos y no confirmaron en
modo alguno la existencia del éter. La hipótesis del éter fue puesta
en duda y más tarde quedQ abandonada. La teoría de la relatividad
de Einstein ( 1879-195 5) le asestó un golpe mortal; según esa teoría,
no existe ningún medio universal que lo abarque todo, ningún sis-
tema absoluto de referencia en la naturaleza. El espacio no es el
receptáculo exterior de los cuerpos, sino una forma esencial de exis-
tencia de la materia, cuyas propiedades dependen de la estructura y
distribución de la misma.
De esa forma fue tomando cuerpo la idea de que el campo elec·
tromagnético es de pot sí un objeto material. Sin embargo, la con·
clusión de la materialidad del campo tardó en llegar; durante mucho
tiempo prevaleció aún el concepto erróneo y formalista. En muchos
trabajos se le definía (y a veces se le sigue definiendo) como espacio
en el que actúan fuerzas. El error de esa afirmación radica en que
reduce la materia al ·~spacio. La materialidad del campo electromag-
nético está demostrada por el conjunto de los datos de la Física.
Posee energía, masa y otras !'luchas propiedades, es capaz de trans-
formarse en corpúsculos de materia y formarse a expensas de ellos.
Además, si consideramos que el campo es espacio, volvemos a la
teoría de las acciones a distancia, a la admisión del vacío.
40 NOCIONES MATERIALISTAS DIALECTICAS SOBRE LA MATERIA
m=
42 NOCIONES MATERIALISTAS DIALECTICAS SOBRE LA MATERIA
,,
CAPíTULO 11
55
:56 LAS PARTICULAS ELEMENTALES DE LA MATERIA
71'±-+ IL ± + v.
El mesón-71' neutro posee una vida bastante más corta, alrededor
de 1o-n de segundo, y se desintegra en dos fotones de gran energía.
Duqnte ese tiempo el mesón neutro alcanza a recorrer sólo una pe-
queña parte de milímetro.
Al parecer, los mesones-TI' son aquellos cuantos del campo nuclear
que transmiten la interacción entre protones y neutrones. Esa ínter·
acción puede ser representada esquemáticamente del siguiente modo:
el protón emite un mesón-Jt positivo y se transforma en neutrón; el
mesón-Jt irradiado es absorbido por otro neutrón, que debido a ello se
transforma en protón. Es posible, asimismo, el intercambio de meso-
nes-Jt negativos y neutros. Como resultado de todos estos procesos y
transmutaciones aparece entre los nucleones la magnitud precisa de
fuerzas nucleares. Las fuerzas nucleares tienen escaso radio de acción,
del orden de I0-13 cm. Pasando esa magnitud, las fuerzas nucleares
decaen rápidamente y empiezan a predominar las fuerzas eléctricas,
que con la distancia disminuyen con mucha mayor lentitud, a saber,
en razón directa al cuadrado de la distancia, según la ley de Coulomb.
La esfera de acción de las fuerzas nucleares se considera equivalente
a las dimensiones del núcleo atómico y se fija en unos 2,8 · lQ-13 cm.
Como las fuerzas nucleares no se interrumpen bruscamente, el núcleo
presenta contornos algo difusos. Hablando metafóricamente, el nú·
deo tiene bordes erosionados y una médula sólida, de forma que la
solidez de la materia aumenta hacia el centro del núcleo.
La base de fa estructura del núcleo, lo mismo que de otros muchos
procesos, está constituida por la unidad de fuerzas de atracción y re-
pulsión. Esas fuerzas son los opuestos cuyas interacciones determinan
la estabilidad y la ininterrumpida variación interna de todos los sis·
temas materiales, desde el núcleo atómico hasta la metagalaxia. La
atracción y la repulsión forman siemp~e una indisoluble unidad y son
imposibles la una sin la otra. Si en la naturaleza prevaleciesen sólo
las fuerzas de atracción, todos los cuerpos y partículas se reunirían en
una masa continua, por lo que sería imposible el movimiento. Y, por
el contrario, si predominasen las fuerzas de repulsión, se produciría
DESCUBRIMIENTO DE LOS DIFERENTES ELEMENTOS 61
la dispersión universal de la materia en el espacio y no podrían for·
marse sistemas estables. Tan sólo la unidad de esas fuerzas opuestas
hace posible una estabilidad relativa de los sistemas materiales en la
naturaleza y su constante variación interna.
En ciertas condiciones, la atracción es sustituida por la repulsión,
y viceversa. Eso sucede cuando unas fuerzas "predominan" sobre
otras. Si, por ejemplo, bombardeamos el núcleo atómico con protones
de gran energía, éstos, a medida que se acerquen al núcleo, experimen-
tarán una repulsión cada vez mayor por parte del núcleo. Sin embar-
go, si superan una cierta "barrera de potencial", a distancias del orden
de 10- 13 cm, las fuerzas de repulsión son vencidas por fuerzas mucho
más potentes de atracción nuclear, debido a lo cual el protón puede
ser captado por el núcleo.
El proceso contrario se efectúa cuando el núcleo emite una partícu-
la de carga positiva. En ese caso, la particula supera al principio a las
fuerzas nucleares de atracción, después de lo cual adquiere una con-
siderable aceleración por el efecto de la repulsión eléctrica.
También en el núcleo atómico tiene lugar la unidad de las fuerzu
contrarias. A una distancia suficientemente pequeña, las fuerzas de la
atracción nuclear entre nucleones se transforman en fuerzas de repul-
sión que impiden la incidencia de unos nucleones sobre otros. Gracias
a esa unidad de fuerzas contrarias, el núcleo existe como un sistema
estable y experimenta, al mismo tiempo, continuas transformaciones
internas debido al movimiento de las partículas que lo constituyen.
La acción de las fuerzas de atracción y repulsión está regida por
una ley muy esencial, de gran importancia para comprender el pro-
blema de lo finito y de lo infinito en la estructura de la materia. Po-
demos formular esa ley del siguiente modo: a medida que disminu-
yen las dimensiones espaciales de los sistemas materiales estables,
aumentan las fuerzas de atracción y repulsión por unidad de masa
del sistema, siendo el aumento mucho más rápido en cuanto se refiere
a las fuerzas de atracción. Dicho de otro modo, la estabilidad rela-
tiva de los sistemas aumenta a medida que disminuyen sus dimensio-
nes. Si comparamos la magniUtd de las fuerzas de atracción entre dos
cuerpos iguales, veremos que en la galaxia será considerablemente
ntayor que si tomamos la metagalaxia, y en el sistema solar mucho ma·
yor que dentro de toda la galaxia. Eso es completamente lógico, ya
62 LAS PARTICULAS ELEMENTALES DE LA MATERIA
log F
10 1 ~ l(j' 10'1.1 CM
óptica una sustancia .:le semejante antimundo del mundo corriente re-
sulta imposible, ya que las propiedades espectrales, que dependen del
cuadrado de la carga eléctrica, deben ser iguales para las dos clases de
átomos. Por eso, no se conoce todavía la manera de comprobar la
hipótesis de la existencia de semejante sustancia en el Universo. Mas
tar.1poco hay fundamentos para rechazarla, por ccanto se deduce de
las bases teóricas de ia Física moderna.
Sería erróneo suponer que la posibilidad de existencia de los anti-
átomos es incompatible con la teoría del materialismo dialéctico sobre
la unidad material del mundo. La tesis de la unidad material del
m\indo no debe reducirse a la afirmación de que toda la materia
del Universo está constituida obligatoriamente por los 102 elementos
químicos que conocemos hoy día, o por los tipos de partículas ele-
mentales ya descubiertos. La unidad del Universo no significa la ho-
mogeneidad de la materia. El Universo es infinito y sus diferentes
sectores se hallan en distint~.s etapas de desarrollo. Por eso, las leyes
de la organización estmctural de la materia vigentes en un sector
pueden no servir en otro. La unidad material del Universo significa
tan sólo que todos los objetos existentes en la naturaleza no son más
que formas diversas de la materia en movimiento y que no existe
nada fuera de la materia y de sus manifestaciones en la naturaleza.
En el marco de estas ideas gt:oerales sobre la materia, su comprensión
concreta puede tener el contenido más diverso. Por eso, el signo de la
carga eléctrica o del momento magnético de una u otra partícula nJ
puede ser motivo, en modo alguno, para dudar de su materialidad.
La Física actual nos dice que casi todas las partículas elementales
conocidas hoy dia tienen SI.'<; corr~spondientes antipartículas.
De todas ías partículas rlescubiertas hasta ahora se conocen muy
pocas a las que no se pueda oponer sus correspondientes antipartícu·
las y que son por ello partículas realmenttt ne11lntJ. Entre ellas se
encuentran los fotones, los mesones-1r neutros y, posiblemente, el neu·
trino, aunque para este último se admite la existencia del antincu-
trino. Dichas partículas se llaman realmente neutras por:-que si se les
oponen sus correspondientes antipartículas, estas últimas tendrán
propiedades idénticas a las primeras, por le que sn clasificación en
partículas y antipartículas no tiene sentido físico.
Con el fin de sistematizar las partículas elementales C'>nocidas has-
PROPIEDADES FUNDAMENTALES DE LAS PARTICULAS 67
'
§ 2. Propiedades íundamentales de las partículas elementales
\ EnNJ!Ia 1 !
' de Jos
Mua Tiempo de vida ProdueiOs de \,uoductns
Nombre 1 Slmbolo (en masu de 1 Espln (en sel(.j duinter{ración de desinte.. 1 Obsl"rvacionca
electr·ón) ll'tación
(en Mt'v)
2 3 4 5 6 7---l--8---~--;--- 10
-------1----- ---1-------- ------------1--1-------
1 Fotón . y O 1 oo Estable O
2 Neutrino. r <0,0005 lfl oo Estable O
3 Antineutrino ; <0,0005 Y.! oo :. O * Iguales con
4 ElE-ctrón . e 1* lh oo e· e'-+ ny
+ O exactitud de
!) Positrón. e' 1* -Y.! oo '!::.: 1, 2, 3... O 0,007%
eh
P.o = 4xMc
donde e es la carga y M la masa del protón. Sin embargo, los expe-
rimentos dan un valor totalmente distinto al momento magnético, que
resulta igual a 2, 79 p.o. El momento magnético del neutrón resulta
igual a 1,91 p.o, aunque, al parecer, no debería tener momento mag-
nético.
A fin de salvar esa contradicción, se ha expuesto la hipótesis de
que los protones y neutrones no existen constantemente como partí-
culas dadas;sino que sufren continuos cambios y transformaciones. El
protón, por ejemplo, existe cierto tiempo en forma de una combi-
nación de neutrón y mesón-n positivo. A su vez el neutrón se "diso-
cia" temporalmente en protón y rnesón-n negativo, con la particula-
ridad que la nube mesónica cargada está distribuida entre los nucleo-
nes en un sector de radio de 1 o-u cm. Los nucleones permanecen
disociados alrededor de un 20% de toda su vida; a los mesones-:t
corresponde un determinado momento magnético, que transfieren a
los nucleones que los forman. La disociación de los nucleones pro-
duce una insignificante atracció11 entre el electrón y el neutrón y una
insignificante repulsión entre el protón y ei electrón. Esto vuelve a
confirmarnos que la interacción de las partículas constituye la uni-
dad de atracción y repulsión. Al mismo tiempo, tales procesos nos
76 LAS PARTICULAS ELEMENTALES DE LA MATERIA
" Re\"ista L.1 Cin1cia y l.t Vida. núm. l. 1Q57, p:i,~t. 26.
. 7 Re\'ista Pmgr<'ros de las Ciertdas Físim•. t. UX. fase. :'>. julio de 1956. p.Í.·
81na 379.
88 LAS PARTICULAS ELEMENTALES DE LA MATERIA
Todas estas leyes son efectos cinemáticos que expresan las propie-
dades esenciales del espacio y el tiempo.
Su dependencia de las interacciones de los cuerpos con los campos
no se manifiesta directamente de ningún modo, ya que en todas las
expresiones se incluye una magnitud puramente cinemática, la velo-
cidad t•, que modifica las propiedades del espacio-tiempo.
Empero, eso no significa que la variación de las velocidades recí-
procas del movimiento de los cuerpos no se refleje de alguna manera
en el carácter de las interacciones físicas entre dichos cuerpos, así
como en sus enlaces con el campo exterior. En el caso de sistemas de
104 LAS PAR.TJCULAS ELEMENTALES DE LA MATERIA
109
110 CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LA MATERIA
grupo al segundo, cuma suele hacerse con frecuencia, ya que eso nos
lleva a la interpretación simplista y vulgar de una de las leyes fun-
damentales de la dialéctica materialista. El primer grupo de contra-
dicciones caracteriza directamente el origen y el contenido interno
del proceso de desarrollo; las contradicciones del segundo grupo de-
terminan la. forma exterior de ese proceso, por ejemplo, lo continuo
y lo discontinuo, pero en su mayor parte expresan el estado general
de la materia, las leyes de su organización estructural.
A lo largo de los últimos trescientos años se han hecho numerosos
intentos para resolver el problema de lo continuo y lo discontinuo. En
los siglos xvn, XVIII y XIX, la materia se consideraba como un con-
junto de átomos discretos o partículas cargadas y éter continuo. Sin
embargo. no se llegó a resultados satisfactorios, pues siempre se su-
ponía la existencia bien sólo de formaciones continuas, carentes de
toda propiedad discreta, bien sólo de formas discretas de la materia,
sin ningún rasgo de continuidad, cuando, de hecho, todo objeto ma-
terial constituye la unidad de lo continuo y lo discontinuo. Esa uni-
dad tiene diversas manifestaciones y aspectos concretos. Se exterio-
riza, primeramente, en el pr¿pio movimiento y desarrollo y, luego,
en el carácter de la distribución espacial de la materia. Con relación
a los microobjetos, se manifiesta en la unidad de partículas y cam-
pos, de las propiedades corpus::ulares y ondulatorias.
Examinemos ahora las manifestaciones de unidad de lo continuo
y lo discontinuo en el proceso del movimiento y el desarrollo. El
simple desplazamiento mecánico en el espacio constituye ya la uni-
dad de dichas contradicciones. El movimiento no puede representarse
como una suma de momentos consecutivos de reposo, ya que de mo-
mentos de repeso jamás surge el movimiento. Cuando el cuerpo se
mueve, en cada momento dado de tiempo se encuentra y no se en-
cuentra en un punto dado. La constante aparición y solución de esa
contradicción hace posible el movimiento. Así, pues, el movimiento
representa la unidad de la discontinuidad y la continuidad del espa-
cio y del tiempo.
Si consideramos el movimiento como can:tbio en general, la uni-
dad de dichas antinomias se manifestará en cambios cuantitativos y
cualitativos. Los cambios cuantitativos expresan la continuidad en el
desarrollo; los cualitativos caracterizan el desarrollo en su aspecto
112 CONTINUIDAD Y DISCONTINUIDAD DE LA MATERIA
ducida por éste para la energía del fotón, E = hv, relacionaba las
ideas corpuscular y ondulatoria de la luz. Si v expresa la frecuencia
de oscilaciones del fotón, h representa el cuanto de acción y es sím-
bolo de la discreción de los microfenómenos. Y eso significa que la
luz representa una unidad de contrarios.
Entre la longitud de la onda del fotón y su impulso cabe estable-
cer una relación determinada: .\ = ~ ( .\ es la longitud de la onda
y p su impulso). En 192 5, Luis de Broglie demostró que esta
fórmula era aplicable no sólo a los fotones, sino también a partícu-
las con una masa finita en reposo. A toda partícula se puede relacio-
nar una cierta longitud de onda, de magnitud inversamente pro-
porcional al impulso o a la cantidad de movimiento de la partícula:
.\ = ~r = _!_
mv
. De esa fórmula se deduce que al aumentar la veloci·
dad del movimiento y la masa de la partícula, predominan las pro-
piedades corpusculares, y, al disminuir, las ondulatorias. En los cuer-
pos macroscópicos, con masa relativamente grande, la longitud de
onda es tan ínfima que la podemos despreciar tranquilamente. Mas
en las micropartículas alcanza valores comparables a las dimensiones
de los átomos, por lo cual resulta posible la difracción de electrones
al ser dispersados por otras partículas.
Cuando se hace pasar un flujo de electrones por un cristal en la
pantalla o en la placa fotográfica se produce un cuadro de interfe-
rencia típico: la alternación de círculos oscuros y claros. Ese mismo
cuadro se origina si se hace pasar por un cristal gran cantidad de
partículas, unas tras otras, con un intervalo de tiempo relativamente
grande. En el último caso, los círculos o franjas de interferencia no
se producen de una vez, sino gradualmente, estadísticamente. Esto
demuestra que las propiedades ondulatcrias no son el resultado de
interacciones colectivas tan sólo, sino que son propias de cada par-
tícula. Cada partícula por separado, se comprende, no produce la
interferencia. El electrón o el fotón, al incidir la placa, se fija en for-
ma de punto; pero la dispersión de la partícula se efectuará preci-
samente en las direcciones donde se tncuentran las franjas claras,
es decir, los máximos del cuadro dt: interferencia. Las partículas no
incidirán en absoluto los lug:ues oscuros Eso significa que en estos
UNIDAD DE PROPIEDADES CORPUSCULARES Y ONDULATORIAS 12~
Esas conclusiones no tienen nada que ver con las ideas de la Física
clásica sobre la causalidad. ,La mecánica clásica considera que toda
micropartícula posee simultáneamente los valores de las coordenadas y
del impulso todo lo exactos que se quiera, que pueden, en principio,
precisarse en cada momento cinético de la partícula por una trayectoria
mecánica. Esa idea se basaba en el concepto de que las micropartí·
colas eran esferillas microscópicas sólidas o puntos materiales. La
mecánica cuántica mostró la falsedad de esa afirmación. Las partí·
colas elementales no son esferillas microscópicas, ni tampoco puntos
materiales, por lo cual no se les pueden aplicar los conceptos de la
Física clásica sobre el valor simultáneo y exacto de las coordenadas
y el impulso. El efecto, el impulso del electrón se expresa por la
longitud de su onda: p = !!... . Supongamos que se procede a deter·
A.
minar las coordenadas del electrón, es decir, de fijarlo en un pun-
to. La longitud de la onda en el punto equivale a cero, debido a lo
cual el impulso será infinito o indefinido, ya que lo infinito, en este
caso, no tiene sentido físico. De algunas otras tesis se deduce que
si el impulso se determina con absoluta exactitud, las coordenadas
o posición del electrón resultan indefinidas. El producto de las in·
exactitudes de las coordenadas y el impulso equivale aproximada-
mente a la constante de Planck: tJ.x • t!.p .> h. Esta fórmula representa
la conocida relación de incertidumbre de Heisenberg. De ella se de-
duce que si tJ.x tiende a cero, t!.p tiende a un valor infinito, y vice-
versa.
La relación de incertidumbre se deriva de la naturaleza corpus-
cular y ondulatoria de los microobjetos y tiene fundamental impor-
tancia para la solución del problema de lo finito y lo infinito en el
microcosmos. A diferencia de la Física clásica, en la cual prevalecía
la opinión de que los microfenómenos, por pequeños que fuesen,
dependían de las leyes existentes en el macrocosmos, de que la estruc-
tura de lo infinitamente grande e infinitamente pequeño era homo-
génea, la Física actual señala la diferencia cualitativa de esas leyes Y
propiedades.
La novedad y peculiaridad de las consecuencias que se derivan de
las relaciones de incertidumbre son tan considerables que, a veces,
se comprenden con dificultad e inducen con frecuencia a interpre-
UNIDAD DE PROPIEDADES CORPUSCULARES Y ONDU ... ATOhiAS 129
sin lógica alguna que existen micropartículas fuera del espacio, mien-
tras que la indeterminación del impulso, al determinar las coordena-
das, se interpreta como una "prueba" de que la causalidad no existe.
Con semejantes métodos sofísticos se puede demostrar todo cuanto
se quiera, pero lo demostrado carecerá en absoluto de validez.
Todos los datos de la Física nos demuestran sin lugar a duda que
los microobjetos, además de poseer propiedades de espacio-tiempo,
se subordinan al principio de la causalidad. Ese principio no signi-
fica, ni mucho menos, que el desarrollo esté predeterminado y que
a lo presente siga un futuro equivalente, por muy lejano que esté.
Significa sólo que no hay acción sin causa, que las relaciones de cau-
sa y efecto se manifiestan en forma de leyes estrictas que rigen di-
versos fenómenos. En el microcosmos existen esas leyes y la mecánica
cuántica las ha descubierto en parte, al formular algunas ecuaciones
de movimiento para las partículas elementales y los campos. Esas
ecuaciones nos permiten describir con bastante exactitud los fenó-
menos más heterogéneos y aplicarlos a la industria y a la técnica.
Si la ciencia no conociese 1~ leyes que rigen los fenómenos intra-
atómicos, habría sido imposible hallar el medio de liberar y utilizar
la energía atómica.
El hecho de que los microobjetos tengan propiedades ondulato-
rias induce a una nueva concepción de las dimensiones espaciales
de las partículas elementales, circunstancia ésta de suma importancia
para comprobar correctamente las relaciones recíprocas entre lo finito
y lo infinito en la estructura de la materia. Se considera habitual-
mente que las dimensiones lineales y el volumen de cualquier cuer-
po pueden, en principie, expresarse con la exactitud que se quiera;
los límites de esa exactitud dependen de la precisión de los apara-
tos que se utilicen, ya que los cuerpos, objetivamente, poseen dimen-
siones absolutamente exactas, que se pueden determinar hasta lo in-
finito.
Pero en la realidad no ocurre así. La determinación del volumen
y de algunas otras magnitudes se hace imposible al llegar a cierta
etapa y pierde su sentido. Los cambios cuantitativos producen un:~.
modificación sensible de la cualidad, y a esa nueva cualidad no se le
pueden aplicar las viejas operaciones cuantitativas. Por ejemplo, es
imposible determinar con la exactitud que se quiera la presión del
136 CONTINUIDAD Y DISCONTIUUIDAD DE LA MATERIA
so. Por eso, cacia cuerpo refleja en si no el estado efectivo del otro
cuerpo en el momento dado, sino un cierto estado anterior.
Por otro lado, en virtud de la acción cuántica, la interdependen-
cia entre cuerpos separados en el espacio no puede mantenerse con·
tinuamente con pequeñas ~nergías de interacción. A distancias bas-
tante grandes, el enlace entre los cuerpos puede no ser continuo en
el tiempo, sino discreto. Por eso no cabe afirmar que cada átomo del
Universo está constantemente enlazado con otro cualquiera y refleja
en sí todo el Universo. Trataremos de demostrarlo.
De acuerdo con las opiniones modernas, el enlace entre las partí-
culas se realiza por medio del intercambio de cuantos d<: los campos
electromagnético, gravitatorio y mesónico. Supongamos que la prime-
ra partícula emite cuantos y que la segunda los absorbe, y viceversa.
Gracias a ello, entre las partículas se produce una determinada fuer-
za de interacción. La acción continua de esta fuerza es el resultado
de una enorme cantidad de actos discretos de interacciones, a seme-
janza de como la acción ininterrumpida en la pantalla cinematográ-
fica se debe al rápido movimiento consecutivo de los cinegramas de
la película. Ese cuadro de interacciones produce los mismos resulta-
dos cuantitativos que se deducen de las leyes de Newton y Coulomb,
<lue nada nos dicen sobre la naturaleza de las interacciones gravitato-
rias y electromagnéticas.
Examinaremos a título de ejemplo la interacción electromagnética.
Supongamos que el cuerpo A emite fotones de un modo unifonne
y en todas las direcciones, una parte de los cuales es absorbida por
el cuerpo B. Supongamos que el cuerpo B es lo suficientemente gran-
de y denso como para absorber todos los fotones incidentes. La can-
tidad de fotones absorbidos guardará la misma relación con la canti-
dad general de fotones emitidos que guarda la superficie del cuerpo
dado con la superficie de una esfera cuyo radio sea igual a la distan-
cia entre los cuerpos que interactúan.
~upongamos ahora que la distancia entre los cuerpos se hace dos o
tres veces mayor. En ese caso, la superficie de la esfera se hará pro-
porcionalmente cuatro o nueve veces mis grande y disminuirá pro-
porcionalmente la relación de la superficie del cuerpo con la super-
ficie de la esfera. Entonces el cuerpo dado absorberá cuatro o nueve
veces menos fotones, y la fuerza de atracción entre los cuerpos dis-
CARACTER CUANTICO DE PROPIEDADES E INTERACCIONES 141
159
160 INFINITUD DEL ESPAQO Y EL TIEMPO
hacer la misma pregunta. Como el bastón tropezará cada vez con algo
nuevo, resulta evidente que eso sucederá infinitas veces." a Lucrecio
recurre al ejemplo de un hombre que al llegar al extremo del mundo
arroja una lanza al espacio y consigue arrojarla cada vez más lejos.
Los materialistas de la Antigüedad rel~cionaban la infinitud del
espacio con la existencia ererna de la materia en el tiempo. Heráclito
decía: "'El mundo es único, no ha sido creado por ningún Dios ni
por ningún hombre, sino que es, ha sido y será siempre un fuego
vivo que se enciende y se apaga con arreglo a leyes." Para Heráclito
el fuego no es un medio material real, que constituye el agua, la tie-
rra, etc., sino más bien un s!mbolo de la materia en constante cam-
bio, que, a semejanza de la llama de la hoguera, es a cada nuevo
instante la misma y distinta.
El tiempo, afirmaban los mat~rialistas de la Antigüedad, ha exis-
tido siempre, no es algo que ha surgido. Esta afirmación la basaban
en el principio de que la materi::., como sustancia, es increada e in-
destructible. principio que era el punto de partida de todo materia-
lismo consecuente. La profund~ ar;;amentación y exposición de este
principio en un plano filosófico se debe a los materialistas de la Anti-
güedad, en particdar a Lu<.recto. Convencido de que en la naturaleza
nada se crea de la nada y ql!~ ta.mpoco hada desaparece sin dejar
rastro, lucrecio afirmaba la infinitud del Universo en el tiempo:
sin cesar, sin ver el fin de su camino, y termina por una caída o un
11értigo." 10
Kant consideraba que lo infinito es inaccesible a nuestra mente y
se halla fuera del límite de las ideas concretas. Para Kant, la infinitud
es una repetición constante e ilimitada de "estrellas y estrellas, de sis-
temas y sistemas", es decir, una "infinitud irracional" de mal género
que no "resiste el pensamiento". En relación con eso, Hegel obser-
vaba: "lo que agota el pensamiento y provoca su caída y su vértigo no
es sino el aburrimiento debido a la repetición, pues el límite desapa-
rece y vuelve a aparecer y de nuevo desaparece, y así siempre, uno por
otro y uno en otros." 11
Hegel sometió a una crítica acerba y acertada la idea metafísica de la
infinitud del espacio como repetición ilimitada de unos y los mismos
fenómenos. Lo principal consiste en saber distinguir el verdadero
concepto de lo infinito. Burlándose de la concepción metafísica de lo
infinito, muy en boga entre algunos astrónomos, Hegel escribía:
"Entre los astrónomos hay algunos que alardean de la sublimidad
de su ciencia por el hecho de que la astronomía se enfrenta con canti-
dades inconmensurables de estrellas, con inconmensurables espacios y
tiempos donde las distancias y los períodos, ya de por sí tan enormes,
sirven de unidad y por muchas veces que se repitan resultan siempre
de una pequeñez insignificante. Presentan su vano asombro y sus risi-
bles esperanzas de ir en su vida de ultratumba de una estrella a otra
y de adquirir, viajando de esa suerte por el espacio infinito, nuevos y
nuevos conocimientos del mismo género, como rasgos fundamentales
de la supremacía de su ciencia. Pero esta ciencia es digna de admira-
ción no por esa infinitud cuantitativa, sino más bien por las relacio-
nes de medida y las leyes que la razón conoce en esos objetos }' que
son lo infinito racional, en oposición a la indicada infinitud irra-
cional." 12
Por relaciones de medida y leyes, Hegel comprendía una cierta
línea "nodal" en la que los cambios cuantitativos se transforman
en cualitativos. Admitía, pues, en líneas generales, que la infinitud
racional presupone no sólo la multiformidad cuantitativa del mundo,
sino también la cualitativa.
10 He,~tel, Obra1, t. V, págs. 255·256.
11 Ibldem, pág. 256.
12 Ibídem, pág. 257.
POSICION DEL MATERIALISMO DIALECTICO 171
1.
•'
CAPiTULO 11
181
1 R2 LA INFINITUD DEL UNIVERSO
luz, o 2·10 27 cm. El rayo de luz que llega a nosotros empezó su mo-
vimiento en esos mundos cuando en la Tierra se producían los pri-
meros procesos tectónicos, pero no existía aún la vida. Cuando para
llegar a la Tierra le faltaba recorrer dos milésimas de su camino,
iniciábase en la Tierra el proceso de transformación del mono er;t
hombre. Durante ese tiempo se sucedieron 40.000 generaciones, has-
ta que, por fin, se llegó a la creación de telescopios y placas foto-
gráficas capaces de captar los mensajes de esos mundos tan remotos.
Pero las distancias que la luz recorre en miles de millones de años
son para la teoría científica lapsos de tiempo infinitamente menores.
No todas las galaxias tienen estructura espiral. La mayoría de ellas
posee una forma más o menos esferoidal y se llaman elípticas. Hay
también galaxias amorfas, irregulares.
No es posible formular de momento una ley claramente definida
en cuanto a la distribución espacial de las galaxias observadas. Estas
constituyen grupos pequeños, grandes nubes, nubes de nubes y tam-
bién aparecen solitarias en vastas regiones del espacio. Pero lo carac-
terístico en la mayor parte de ellas es la tendencia a la aglomeración
y a la formación de grupos de las dimensiones más variadas. Nues-
tra galaxia, por ejemplo, es miembro de un sistema de 17 galaxias,
situadas en un radio de un millón de años de luz. Fuera de esta re-
gión, la galaxia más próxima se encuentra a una distancia de sólo ocho
millones de años de luz. Hay aglomeraciones de galaxias que cuentan
con miles de miembros. Sin embargo, la distribución de las propias
galaxias en un radio aproximado de 500 millones de años de luz no
revela ninguna ley evidente y es más bien uniforme. Si dividimos el
número general de galaxias de magnitud estelar visible n + 1 por el
número de galaxias de magnitud n, el cociente será igual a 3,98. Esta
ley K~(~ )l) = 3,98 sería válida para estrellas visibles si ocupa-
rar. uniformemente el espaciu vacío. En cuanto a las estrellas de nues-
tra galaxia, el cociente no llega a 3,98 por la existencia de ,srandes
nubes de materia oscura que absorben la luz estelar. Eso nos demues·
tra que en el espacio intergaláctico la absorción dé la luz es muy
redecida a causa de la pequeña densidad de la materia, y que las ga-
laxias en su conjunto, en la región del Universo a que alcanzan los
instrumentos modernos, están distribuidas con relativa uniformidad.
PARADOJAS DEL INFINITO 185
No debemos deducir, sin embargo, que las galaxias se hallan dis·
tribuidas uniformemente en todo el Universo infinito. Esa distribu·
ción habrá de existir en escalas limitadas, tras de las cuales empiezan
otros sistemas cósmicos con nueva organización estructural.
Hoy día está demostrado que las galaxias visibles constituyen un
sistema de escalas mucho más vastas: la metagalaxia. Según ciertos
datos, nuestra galaxia se encuentra a una distancia de varias decenas
de millones de años de luz del centro de la metagalaxia y se mueve
alrededor del centro a una velocidad aproximada de 1.000 kmjseg.
El radio de la metagalaxia se fija, más o menos, en 2,5 a 3 mil mi·
llones de años de luz, aunque esta cifra puede ser mayor todavía.
Acaso la metagalaxia tenga forma de disco y gire alrededor de su
eje en un período de 1011 a 1012 años. Pero todas esas cifras son poco
seguras, ya que las observaciones son hasta ahora escasas. Lo único
indudable es que la metagalaxia se compone de un gran número de
subsistemas; éstos, a su vez, son aglomeraciones localt;s de galaxias,
a semejanza de nuestra Vía Láctea, que se compone de numerosos sub-
sistemas de estrellas que se p~netran recíprocamente. Es evidente, asi-
mismo, que la metagalaxia no es todo el Universo, y que más allá
existen otros muchos sistemas que poseen una diversa organización
estructural.
gran masa, por ejemplo, por las proximidades del Sol. Según la teo-
ría de la relatividad, el rayo de luz, por la acción del campo gravita-
torio, se desviará hacia el Sol en un ángulo de 1,75 segundos del arco.
Dicha desviación puede registrarse del siguiente modo: Antes de un
eclipse solar se fotografía el sector del firmamento que ocupará el Sql
durante el eclipse. Ese mismo sector se fotografía luego durante el
eclipse total, cuando en la oscuridad destacan las estrellas más bri-
llantes. Al comparar ambas fotografías, se ve que la situación de las
estrellas no coincide. Este fenómeno se debe a que en el primer caso
la luz se propaga fuera del potente campo gravitatorio del Sol, mien-
tras que en el segundo dicho campo actúa y provoca la desviación de
los rayos luminosos. Y como antes habíamos definido la línea recta.
como la línea de propagación del rayo de luz, habremos de admitir
que el espacio se deforma cuando hay campos gravitatorios, es de-
cir, que sus propiedades métricas se diferencian de las propiedades
del espacio euclidiano. Podría argüirse, es cierto, que no existe nin·
guna curvatura del espacio, que lo único que ocurre es que los rayos
luminosos se deforman en los campos de gravitación, mientras que
dichos campos actúan en el espacio euclidiano donde hay líneas rectas
ideales. Mas la objeción carece de base, pues admite la posibilidad
de definir líneas rectas independientemente de los procesos materiales
y con referencia al espacio vacío. Ello es imposible, ya que en el vacío
nada se distingue de nada. Además, no debemos olvidar que el espa-
cio no es un cajón en el que se halla la materia, sino que es una forma
esencialísima de existencia de la materia, que representa su extensión.
Por ello es un craso error hablar de las propiedades del espacio sin
relacionarlas con los diferentes campos materiales. Einstein tenía toda
la razón al decir: "El aspecto espacial de las cosas reales ... se expresa
plenamente por el campo... es la propiedad del campo. Si nos ima-
ginamos que el campo está alejado, tampoco quedará «espacio», pues.
el espacio no tiene existencia independiente." 2
Sería erróneo pensar que el espacio deformado se encuentra en otro
espacio no deformado, con referencia al cual aparece deformado. La
curvatura espacial se debe entender simplemente como la diferencia
de sus propiedades respecto de las propiedades del espacio euclidiano.
2 A. Einstein, Esencia de la teorla de la relatividad, Editorial de Literatura Ex·
tranj~ra, 195~. pág. 147.
PROPIEDADES METRICAS DEL ESPACIO Y DEL TIEMPO 199
La geometría de Euclides describe las relaciones espaciales que carac·
terizan el movimiento mecánico más simple de velocidades relativa·
mente pequeñas. A diferencia de esto, la geometría de Riemann,
utilizada en la teoría de la relatividad, refleja las relaciones espaciales
que se producen al moverse los cuerpos a grandes velocidades, pró-
ximas a las de la luz, y en presencia de campos gravitatorios. Por ello,
la geometría de Riemann guarda íntima relación con la teoría de los
fenómenos gravitatorios y electromagnéticos.
Veamos ahora cómo varían las propiedades del tiempo en depen·
dencia de la distribución de la materia. Decíamos que la teoría de la
relatividad ha refutado las viejas nociones sobre el carácter absoluto
del tiempo, demostrando que no existe ningún tiempo homogéneo
que fluya por igual en todo_ el Universo. El ritmo de los procesos
temporales depende también de los campos gravitatorios. Diríase que
el tiempo fluye más despacio en las proximidades de las grandes ma-
sas. Una manifestación física concreta de este fenómeno la tenemos,
por ejemplo, en el desplazamiento hacia el borde rojo de las líneas
espectrales de la luz emitida por las estrellas de gran masa. 3
Dicho desplazamiento corresponde al menor número de oscilaciones
de los átomos por unidad de tiempo en la estrella, en comparación
con el número de oscilaciones en la Tierra.
Todos estos hechos nos prueban que el espacio y el tiempo están
indisolublemente relacionados no sólo con la materia, sino también
entre sí. Debido a ello, desde el punto de vista científico sería más
correcto hablar de una forma única de existencia espacio-tiempo, que
de diversas formas de existencia de la materia., separadas respecto del
espacio y del tiempo. Objetivamente, en la naturaleza no ex·isten in-
dependientemente el uno del otro y toda delimitación entre ambos
es puramente convencional. En la teoría de la relatividad esa unifica-
ción del espacio-tiempo ha llegado a plasmar en el concepto de con·
tinuo cuatridimensional.
Veamos ahora qué importancia tienen los principios y hechos ex-
puestos para comprender la estructura de la región del Universo que
nos es accesible. Ante todo es preciso que nos detengamos en la cur-
vatura del espacio. ¿Puede aplicarse el concepto de curvatura al espa·
3 No se debe confundir este fenómeno con el "desplazamiento hacia el rojo'' en
los espectros de las galaxias, originado por la fuga de éstas.
200 LA INFINITUD DEL UNIVERSO
cio l'eal? En caso afirmativo, ¿qué importancia puede tener? ¿Es posi-
tiva o negativa? ¿No será en su conjunto igual a cero y no será
euclidiano nuestro espa:io?
La suposición de que la curvatura es nula y el espacio es euclidiano
se opone a numerosos e importantes postulados de !a teoría de 1,
relatividad. El U ni verso infinito en este caso sería po:.ible sólo si
la densidad media de la materia en él fuese igual a cero, cosa que es
inadmisible. Si admitimos la densidad finita de la materia en el Uni-
verso, tendremos que admitir la realidad de la curvatura del espacio,
condicionada por la existencia de la materia. De lo que se trata es
de saber si esa curvatura es positiva o negativa . .Al formular las ecua-
ciones de la gravitación, Einstein supuso que la materia está distri~
huida uniformemente en el Universo, con una densidad media de
4 · 10~ 8 g/cm 3 aproximadamente. Entonces, de sus ecuaciones se des-
prendía que el espacio posee curvatura positiva y es cerrado, aunque
ilimitado por su extensión. Si un cuanto de luz es emitido en cual-
quier dirección, al avanzar todo el tiempo en un espacio cerrado no
tropezará en ningún sitio con su límite. Al mismo tiempo, después de
recorrer una distancia grande, aunque finita, puede volver a la misma
región, tras de haber efectuado un "viaje alrededor del mundo". En
este sentido la estructura del espacio riemanniano se asemeja a la
forma de la superficie terrestre, que es ilimitada, ya que en ningún
lugar se acaba, pero que, sin embargo, e5 finita.
Einstein no argumentó la conclusión de la curvatura positiva y del
espacio cerrado con indiscutibles datos científicos. La obtuvo mane-
jando una premisa arbitraria, la distribución uniforme de la materia
en el Universo, que introdujo para simplificar los resultados de la
teoría como una de las variantes posibles de solución de las ecua-
ciones. Sin embargo, más tarde, esa conclusión se presentó como ya
demostrada, deducida inevit:tblemente de los principios teóricos. Esto
sirvió para que en numerosas obras se proragasen diversos infundios
idealistas sobre el fin del mundo y la rosibilidad de que fu~ra de sus
límites existiesen fuerzas y seres sobrenaturales. Hubo quien se em-
peñó en calcular el n~mero total de átomos en el Universo, que "re-
:.ultaron" ser del orden de 1 o;• a 1 ogo, así como el "radio del Univer-
so", que: en opiniún de Eddington equivale a 6 · 102 u cm, es decir,
una di-;tilncia ba'itante próxima a lo que está ya al alcance de los
PROPIEDADES METRICAS DEL ESPAOO Y DEL TIEMPO 201
§ 4. Dilatación de la metagalaxia
213
214 LEYES DEL DESARROLLO DE LA MATERIA
picos son más complejas que las formas de movimiento de las micro-
partículas. El desplazamiento espacial de los cuerpos macroscópicos
no es más complejo que el de las micropartículas. Más bien ocurre
lo contrario, que el movimiento de las micropartículas en el espacio
resulta mucho más complicado que el de los cuerpos macroscópicos.
Esa mayor complejidad se refleja en la teoría: el movimiento de las
micropartículas se describe por las ecuaciones de la mecánica cuántica,
que comprenden, como caso particular, las ecuaciones de la mecánica
clásica; estas últimas caracterizan el desplazamiento espacial de los
cuerpos macroscópicos. En cambio, los cuerpos macroscópicos pueden
resultar más complejos que las micropartículas respecto de otras for-
mas del movimiento.
Así, pues, en su conjunto, el desarrollo de la materia inorgánica
ofrece una complejidad cada vez mayor de enlaces y formas de movi-
miento de los correspondientes objetos materiales; es en el propio
proceso de complejidad creciente de enlaces y formas de movimiento
donde vemos el criterio objetivo más general para juzgar acerca del
desarrollo de la materia inorgánica.
La propiedad más importante de los objetos materiales es la ten-
dencia a la complejidad, cuyas raíces se pierden en la inagotable es-
tructura de la materia. Las partículas elementales, los átomos, las
moléculas, los cristales, etc., son "nódulos" cualitativos que surgen en
el proceso de su permanente autodesarrollo. No sabemos si esa ley
se refiere también a las propias partículas elementales, pues se desco-
nocen las formas de materia que las constituyen. Pero es muy posible
que en las diferentes regiones del Universo se produzcan procesos de
formación de electrones, protones, neutrones y otras partículas, simi-
lares a los conocidos procesos de transformación de las radiaciones
en sustancia. Como es natural, esto no se puede aelicar a todo el Uni-
verso; tampoco se puede suponer un tiempo en el que no existieran
partículas elementales, y atribuyendo a éstas un origen posterior, en
el proceso del desarrollo de la materia. Ei Universo es infinito, y por
ello la ausencia de esas formas de materia en una región no significa
su ausencia en otras regiones.
Por lo que se refiere a los átomos y a las moléculas, su aparición
histórica es indudable. En las profundidades estelares se producen
reacciones de síntesis en las que el hidrógeno y el helio, en condi-
220 LEYES DEL DESARROLLO DE LA MATERIA
gran masa, como Júpiter, han podido conservar los elementos ligeros
y su composición química se asemeja a la del Sol y de las estrellas.
Por lo que se refiere a las moléculas complejas y cuerpos albumi-
noideos, su masa en la escala del Cosmos constituye una magnitud in-
significante. La masa de la sustancia viva en la Tierra (planetas en
lo fundamental) es 1o-s aproximadamente de la masa de todo el pla-
neta. En la escala de la galaxia, la relación entre la masa de la sus-
tancia viva y la masa de todos los cuerpos será todavía fnenor.
A. Oparin y V. Fésienkov : consideran que de cada millón de es-
trellas de la galaxia sólo a una se le puede descubrir un planeta don-
de sea posible la vida; entre los 150.000 millones de estrellas de la
galaxia, habrá unos 150.000 planetas. Suponiendo que sus masas, por
término medio, no se distingan grandemente de la masa de la Tierra
y que la cantidad de sustancia viva en ellas sea la misma, habrá en
la galaxia una masa de sustancia viva de 161 a ton. Con relación a la
masa de la galaxia, igual a 2,5 · 1031 ton, esta magnitud constituye,
aproximadamente, un 4.10- 21 • Así, pues, el estado más difundido de
la materia en el Universo es el de sus formas más simples, mientras
que las estructuras altamente organizadas son un fenómeno bastante
raro, aunque todo nos induce a pensar que existe un número incon-
table de mundos habitados.
Este carácter de propagación y de las combinaciones químicas in-
dica la existencia de una ley, que se puede formular del siguiente
modo: la cantidad relativa de formas complejas de materia y de mo-
vimiento en un sistema es tanto menor cuanto más alto sea el grado
de su complejidad. A medida que aumenta el grado de complejidad
y el orden de los sistemas, la curva de propagación de la materia
compleja tenderá asintóticamente al cero. Esto significa que en la exis-
tencia general de la materia dentro de un sistema dado, la probabi-
lidad de formación de estructuras perfectas es tanto menor cuanto
más alto sea el grado de su complejidad y perfección. Así lo adverti-
mos hasta en el desarrollo espiritual o físico del individuo: la proba-
bilidad de alcanzar cierta perfección en el conocimiento de la natura-
leza y en la creación artística o de implantar un récord deportivo será
tanto menor cuanto más elevado sea el grado de esa perfección. Pero
~ A. Oparin y V. Fésienko\', La r•id,J en el Unir•erso, Academia de Ciencias de
la U.R.S.S., 19:'i6, pág. 222.
224 LEYES DEL DESARROLLO DE LA MATERIA
• V. Fésienkov, Orig~n 1 tl~sarrollo tle lor rampos rel~stes a la luz tle los daJos
11rtuales, Academia de Ciencias de la U.R.S.S., 1953, pág. 14.
DESARROLLO DE LOS OBJETOS COSMICOS 227
indudable que no se pierde sin dejar huellas, sino que con el tiempo
se aglomera en grandes masas que dan origen a nuevas galaxias. Este
proceso tiene lugar hoy día en el espacio que nos rodea. Lo demuestra
el hecho de que muchas de las galaxias que observamos tienen las
más diversas edades. Por ejemplo, las galaxias irregulares vecinas, la
Gran Nube de Magallanes y la Pequeña Nube de Magallanes, se con-
sideran formaciones mucho más remotas que nuestro sistema.
La concentración de la materia metagaláctica y la formación de ga-
laxias se efectúan en un período de tiempo todavía mayor que los
procesos internos de las estrellas. Esto es completamente natural, ya
que el ritmo del desarrollo se aminora al aumentar el orden de los
sistemas. Ahora bien, ¿continúa el proceso del desarrollo al pasar a
escalas cada vez mayores? Es indudable que sí. No obstante, nada
concreto puede decirse por ahora respecto al desarrollo de la propia
metagalaxia, ya que desconocemos su estructura, y todos los períodos
de tiempo accesibles a la medición son mucho menores que el período
en que se producen modificaciones visibles en este grandioso sistema.
Por ello pasaremos del análisis del desarrollo de la materia en su
amplitud el análisis de su desurollo en profundidad, es decir, al se-
gundo aspecto de la evolución estelar más arriba mencionado, que
guarda relación con el origen y el desarrollo de los elementos quí-
micos.
término medio, una o dos veces cada 100 a 200 años, y teniendo en
cuenta que la galaxia existe desde hace unos 7.000 millones de años
es de suponer que en ese tiempo habrán estallado, por lo menos,
20 millones de estrellas supernovas, siempre y cuando el fenómeno
se haya producido desde el principio. Tal cantidad de estrellas es sufi-
ciente para asegurar la concentración de elementos medios y pesados
que se observa. La síntesis de elementos en este caso puede efectuarse
en un lapso muy breve de tiempo, antes y después de la aparición de
la estrella, cuando en su centro se origina una temperatura enorme y
una gran densidad de la materia, que alcanza, probablemente, a
10 12 g/rm 3 • .Al mismo tiempo, se libera gran cantidad de neutrones,
que pasan a constituir los elementos. Los elementos originados son
expelidos al espacio tanto en el proceso de la aparición d~ la estrella
supernova como en el período de su evolución sucesiva. Por eso las
estrellas de "segunda generación", que se forman de una materia di-
fusa, surgen ya a base de la reserva de elementos. Esto nos explica
por qué en las atmósferas de algunas estrellas de clase espectral le-
jana se observan líneas de elementos pesados que no han podido
originarse en condiciones de 'equilibrio en el interior de la estrella.
Otra variedad de la teoría de procesos no equilibrados es la llamada
"teoría de "a- {l- y", enunciad~:. en 1948 por .Alpher, Bethe y Ga-
mow. Estos autores hacen depender la formación de los elementos de
la expansión de la metagalaxia, que ellos refieren a todo el Universo.
El material inicial es para ellos cierta materia primaria, el "ylem",
constituida fundamentalmente por radiación con restos de materia
en forma de neutrones. No explican cómo ha surgido esa materia,
pero se supone que existió contados minutos, ya que los neutrones
no son estables y se desintegran en un período de 13 minutos. Inme-
diatamente después de su formación, dicha materia empezó a dilatarse
intensamente en el espacio, dando así origen a lás estrellas y las gala-
xias, que siguen alejándose con una velocidad que aumenta propor-
cionalmente con la distancia. Los elementos químicos se formaron en
la fase inicial de la expansión, cuando los neutrones se desintegraron
libremente y apareció un número considerable de protones. En el cur-
so de la expansión, los protones fueron captando a los neutrones y se
produjo la síntesis de los elementos, incluidos los pesados.
La idea de que el mundo fue creado y la negación de su eternidad
236 LEYES DEL DESARROLLO DE LA MATERIA
individual del hombre. Todo cuerpo finito, bien sea una estructura
inorgánica, bien un organismo vivo, es transitorio en el tiempo. Apa-
rece en determinadas condiciones y con el tiempo se convierte en una
forma material cualitativamente distinta, o bien se desintegra en sus
elementos componentes. Todos los cuerpos cósmicos- planetas, es-
trellas y galaxias- experimentan también semejantes transformacio-
nes, con la diferencia de que en estos casos los períodos aumentan
en muchas veces. Incluso en la región de los elementos químicos se
puede observar el proceso de desintegración, que se manifiesta clara-
mente en todos los elementos radiactivos. Tan sólo un número peque-
ño de elementos permanece estable, es decir, no se desintegra espon-
táneamente. Eso no significa, sin embargo, que dichos elemeQtos sean
inmutables y existan eternamente. Los núcleos de tales elementos ex-
perimentan la constante acción de los rayos cósmicos que producen
diversos cambios y modifican sin cesar la concentración general de
elementos en dicha región. Desde el punto de vista teórico resulta
muy interesante ver cómo se efectúa la desintegración del helio y la
renovación de las reservas de hidrógeno en el Universo. El proceso
no está investigado todavía y se tienen muy pocos datos sobre él; por
lo tanto, todo cuanto se expone a continuación no es más que una
hipótesis.
Según sabemos, en todos los procesos que se producen en el inte-
rior de las estrellas, el hidrógeno se transforma en helio y aparecen
también otros elementos. Pero no se observa el proceso inverso, es
decir, la desintegración del helio y la reposición de las reservas de
hidrógeno. ¿Cabe afirmar que no existe ese proceso? No, no puede
hacerse tal afirmación, ya que en tal caso habría desaparecido todo el
hidrógeno del Universo y existirían solamente los elementos medios y
pesados. Hoyle y otros idealistas "resuelven" dicho problema admi-
tiendo la creación mistica de átomos de hidrógeno de la "nada" y
"sin causa alguna". Pero su hipótesis nada tiene qué ver con la cien-
cia; con semejantes métodos puede demostrarse todo cuanto se quiera.
La ciencia admite solamente la explicación natural de los fenómenos,
sin recurrir a procesos místicos e inmateriales.
En la solución científica del problema caben dos posibilidades. La
primera parte del supuesto de que la transformación del hidrógeno
en otros elementos es un proceso unidirigido, sin la desintegración
242 LEYES DEL DESARROLLO DE LA MATERIA
creta del curso irreversible del tiempo, pero es aplicable tan sólo a
ciertos grupos de fenómenos y existe en el marco de un criterio más
general de enlace causal. Por ello, la ley del incremento de la entro-
pía no se debe tomar como ley absoluta y universal, vigente para to-
das las formas de existencia de la materia. Si la consideramos como
ley absoluta, se llega a la reaccionaria teoría de la extinción térmica
del Universo. En las últimas décadas esta teoría ha sido muy aireada
y los idealistas la esgrimen como uno de los más importantes argu-
mentos que "refutan" el materialismo. Como el problema del futuro
del Universo tiene gran importancia para el tema de nuestro libro,
nos detendremos en este punto con mayor detalle.
La teoría de la muerte térmica del Universo data de la segunda
mitad del siglo XIX y se debe a Thomson. Más tarde fue desarrollada
por Clatis1üs, quien indicó que aplicando la segunda ley de la ter-
modinámica al mundo en su conjunto se llega a la conclusión de que
todos los procesos de la naturaleza se efectúan sólo en sentido de la
dispersión de energía, de forma que el Universo tiende ineludible-
mente al estado de equilibrio termodinámico. A. partir de entonces,
esa concepción se ha manejado constantemente en los trabajos de los
filósofos y físicos partidarios del idealismo. A. ello han contribuido
sobre todo Jeans y Eddington. Jeans considera la segunda ley de la
termodinámica como ley de la "degradación" de la energía en el Uni·
verso. "El nivel de la energía - escribe - no puede descender eter-
namente, y, lo mismo que las pesas de un reloj, tendrá que llegar a
su posición más baja. Lo mismo le ocurre al Universo: no siempre
estará en condiciones de moverse, pues tarde o temprano llegará un
momento en que el último ergio de energía alcance el peldaño infe-
rior en la escalera de la degradación de la actividad, y en ese mo-
mento la vida activa del Universo cesará. La energía se conservará
aún, pero perderá toda capacidad de variación; será tan incapaz de
poner en movimiento el Universo como el agua de un apacible es·
tanque de hacer girar la rueda hidráulica. Nos encontraremos en un
Universo muerto, aunque, posiblemente, templado, en plena muer-
te térmica." "Para el U niverso, lo mismo que para los mortales, la
única vida posible es el movimiento !Jacíá-1a tumba.'' 15
Eddington hace suyas las conclusiónes de Jeans y considera que con
13 James Jeans, The Unir•erse arouná tiJ, Camb. N. Y., 1945, págs. 279-280.
LEY DE INCREMENTO DE LA ENTROPIA 257
sos cuyo papel aumenta cada vez más al ensancharse las dimensiones
de los sistemas materiales.
Sin embargo, de aquí no hemos de deducir que la evolución del
mundo constituye un proceso cíclico infinito con el constante retorno a
los puntos de partida. Más arriba señalábamos que la teoría del proce-
so cíclico absoluto es inaplicable tanto al mundo en su conjunto como
a sistemas limitados. En el desarrollo del Cosmos rige por doquier
la ley arriba señalada, según la cual unos cambios relativamente rever-
sibles en un sistema cualquiera expresan un momento de cambios
irreversibles en el maceo de un sistema más general. La acción de
esta ley depende, en particular, del hecho de que todo sistema, en el
proceso de su evolución, irradia al espacio exterior materia y energía
y de que esa radiación produce cambios irreversibles en el estado de
las regiones limítrofes. Debido a éllo, el mundo material en su con-
junto se desarrolla de un modo irreversible. Cada una de sus partes
integrantes constituye el resumen de la infinita evolución anterior de
la materia y sirve, al mismo tiempo, de punto de partida para su suce- ·
siva e ilimitada evolución.
El desarrollo del Universo es irreversible no sólo porque cada vez
se crean nuevas condiciones de existencia de los sistemas materiale$,
sino también porque en el curso del tiempo habrán de cambiar las
propias leyes del movimiento de la materia. En relación con esto ofre-
ce sumo interés el problema de cómo se desarrollan en el tiempo las
leyes del movimiento, así como las diversas formas de enlaces causales.