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Burgin: Capitulo IX: aranceles: emisiones y política

La política arancelaria formulada durante los años que siguieron al de 1820 no satisfizo a nadie, y tanto los que propiciaban
el libre comercio como los defensores del proteccionismo exigían la solución del problema.
Los aranceles no eran solamente un instrumento de política económica, sino también la mas importante fuente de ingresos.
Y por estar concentrado el comercio exterior en el puerto de Bs. As., las demás provincias querían participar en la formación
de la política arancelaria. Ya, en 1829, ni la contribución ni la enfiteusis suministrarían ingresos suficientes. El gobierno no
estaba en condiciones de prescindir de las rentas provenientes del comercio exterior. El gobierno se oponía tanto al
comercio libre como a la protección. Se esforzaba por mantener una línea media, que conciliara los intereses de la tesorería
con los de la economía provincial.
El comercio libre puso en movimiento las dormidas posibilidades de la pampa. Pero al mismo tiempo infligió graves daños a
aquellos sectores de la economía, que con el amparo de las leyes coloniales habían alcanzado un alto grado de estabilidad.
Cuando los efectos de esta política se hicieron más dilatados y sus implicaciones mas claras, la tendencia hacia el
proteccionismo se volvió más extendida e insistente.
La oposición al comercio libre de Rivadavia se concentraba en el partido federal, el único que abogaba por la industria y la
agricultura del país. Pero el grado de disposición de los dirigentes federales para defender el proteccionismo variaba de una
provincia a otra. En Bs. As. No había unanimidad dentro de las filas federales acerca de la cuestión del proteccionismo
contra el comercio libre. A los jefes, que eran sensibles a las necesidades inmediatas de los estancieros y saladeristas, no
les entusiasmaba la protección. No deseaban restringir la corriente de mercaderías a Bs. As. Los impuestos bajos
favorecían el bajo costo de la vida, el que a su vez contribuía a mantener los costos de producción en un nivel consecuente
con los precios que se pagaban en los mercados extranjeros por los cueros y las carnes. La disputa de los hacendados con
los unitarios sobre la política comercial no se refería al principio del libre comercio, sino a la forma de aplicarlo. Pedían
derechos de exportación más bajos para los cueros y la carne, y abogaban por una política más liberal con respecto a la
importación de la sal y artículos de consumo. Pero al mismo tiempo se negaban a prestar apoyo a la política arancelaria de
los unitarios. Los jefes federalistas percibían el fuerte sentimiento proteccionista que animaba a los artesanos, los
agricultores y pequeños comerciantes. De este modo se creo la impresión de que el partido federal favorecía la política
comercial proteccionista.
La reclamación de proteccionismo no se limitaba a las clases industrial y agrícola de Bs. As. En el interior, lo mismo que en
el Litoral, la demanda de una política comercial mas estricta era mas franca y mas general que en Bs. As. Estas provincias
insistían en que el problema de la política arancelaria solo podía ser resuelto sobre una base nacional. La formación e
imposición de las tarifas, aducían las provincias, deberían tener la fuerza de un gobierno nacional, pero mientras no se
estableciera ese gobierno Bs. As. Debería ocuparse de considerar los anhelos de las provincias.
Como productora de una gran parte de los artículos que se consumían en el país, las provincias luchaban por un aumento
general de los impuestos. Rechazaban el proteccionismo, pedían una política que no solo protegiera las industrias
existentes sino que garantizara la formación y desarrollo de otras nuevas.

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