Está en la página 1de 2

ROSALDO, Renato. 1991.

“Introducción”, “Erosión de las normas clásicas” y “Después


del objetivismo” In._______. Cultura y verdad. México D. F.: Grijalbo. pp.11-31; 35-51 y
53-70

Renato Rosaldo sostiene que la antropología ha experimentado un cambio radical


desde finales de los setenta y que dicha antropología crítica y los estudios culturales
interdisciplinarios intentan valorizar las formas subordinadas de conocimiento y cómo estas
deben ser incluidas en el análisis social. Además plantea un cambio de visión con respecto a
los modos clásicos de análisis donde ni los etnógrafos ni los sujetos de estudio tienen el
monopolio sobre la verdad.
[…] La antropología cultural, en los últimos años ha estado remodelándose a sí
misma, en parte por lo que ha aprendido de los conflictos en torno a la realidad social
multicultural. Al mismo tiempo la disciplina ha descubierto que puede realizar
contribuciones significativas en temas que interesan a las naciones culturalmente diversas.
(Rosaldo, R. 1991. “Introducción”. En “Cultura y verdad”. P 20).
Rosaldo cree que el trabajo del antropólogo es hacer comprensibles otras culturas y
se esfuerza por demostrar como las normas clásicas antropológicas explican la cultura a
través de densificación de los conceptos.
Desde su propia experiencia antropológica con los ILONGOT una tribu de
Filipinas, el autor habla y cuestiona el papel del antropólogo dentro de su labor etnográfica.
Los Ilongot describían la ira generada por el luto como la fuente de su deseo de
cortar cabezas humanas. Rosaldo propone que en lugar de hablar de la muerte en general,
se considere la posición del sujeto dentro de un determinado campo de relaciones sociales,
con el fin de captar la experiencia emocional del individuo. Hecho que podría significar que
las normas clásicas antropológicas prefieren explicar la cultura mediante la densificación
gradual de las redes simbólicas de significado (Profundidad cultural = elaboración cultural).
La clave del concepto es el sujeto posicionado y re posicionado en los
procedimientos interpretativos de rutina, por lo que se puede decir que los etnógrafos se re-
posicionan conforme van entendiendo a otras culturas. Esto llevaría a comprender mejor el
enfoque interpretativo y se lo podría representar de la siguiente manera:
Etnógrafo  Conjunto de preguntas Inicio de la investigación  Revisión de
cuestionamientos ¡Nuevas preguntas!
Todas las interpretaciones son provisionales y están hechas por sujetos posicionados
que se han preparado para conocer ciertas cosas y no otras, además de poder considerar el
hecho de que los buenos etnógrafos tienen sus límites y sus análisis siempre incompletos.
Por otra parte, Rosaldo habla de la antropología y la concepción de la muerte. La
antropología favorece aquellas interpretaciones según las cuales la “profundidad analítica”
es igual a la “elaboración cultural”. Guiadas por el énfasis en las entidades autocontenidas,
las etnografías clásicas consideran la muerte desde la perspectiva del ritual y no desde el
duelo o luto. Rosaldo también deja claro que los etnógrafos pueden estudiar sentimientos
intensos, sin embargo la mayoría de los estudios anteriores suponen el hecho de eliminar la
ira y el llanto. La mayoría estos estudios sobre la muerte no solo modifican sus
descripciones, si no que eliminan las emociones, asumen la posición de un observador
absolutamente indiferente, y eliminan, también, las explicaciones de variables importantes.
El etnógrafo como sujeto posicionado, comprende ciertos fenómenos humanos
mejor que otros, y ocupa una posición o localización estructural, y observa con una
perspectiva específica. La noción de posición también se refiere a cómo las experiencias de
vida permiten e impiden ciertos tipos de explicación. A su vez, los así llamados “nativos”
son también sujetos posicionados que tienen una particular de comprensión.
La profundidad cultural no siempre equivale a la elaboración cultural; la
profundidad debe separarse dela elaboración. […] de modo que, la noción de fuerza
involucra tanto la intensidad afectiva como importantes consecuencias que se presentan por
un largo periodo de tiempo. (Rosaldo, R. 1991. “Introducción”. En “Cultura y verdad”. P
40).
Los rituales no siempre encierran una profunda sabiduría cultural más bien, los
rituales suelen ser puntos de un proceso más extenso; de ahí nace la imagen del autor del
ritual como una intersección en donde se llevan a cabo distintos procesos vitales. Entonces,
el análisis social ahora debe enfrentarse con el hecho de que sus objetos de análisis son
también sujetos que analizan e interrogan críticamente a los etnógrafos, sus escritos, su
ética y su política.
La antropología nos invita a ampliar nuestro sentido de las posibilidades humanas,
mediante el estudio de otras formas de vida, pone énfasis sobre la experiencia humana, la
vida cotidiana y la comprensión de otra cultura a partir de sus propios términos. Las normas
clásicas de la antropología han prestado más atención a la unidad de los conjuntos
culturales que a sus miles de intersecciones y fronteras. Por lo que el etnógrafo que viaje
en busca de su nativo para realizar un trabajo de campo, debe someterse a una serie de
pruebas de recolección de “datos” para desarrollar un informe verdadero de la cultura.
Durante mucho tiempo se consideró al etnógrafo como el cómplice del dominio
imperialista de su época, su función ideológica era la perpetuación del control colonial de
pueblos y lugares distantes, pero ahora se puede conocer que el etnógrafo realiza o puede
realizar grandes aportes significativos para la comprensión de otras culturas.
Después de las descripciones y análisis de los hechos las normas clásicas
monopolizaron la objetividad. Por ese entonces solo se planteaba una sola forma de escribir
y describir las relaciones sociales y/o culturales. Rosaldo sostiene que no hay forma
“neutral” o “legítima” de escribir. Además el conocimiento de mundo que posee el
antropólogo le permitiría, entre tantas cosas, distinguir una historia verdadera de una
broma. Esto se debe a que el “nativo” al igual que el etnógrafo puede defender sus intereses
o estar equivocado, motivo por el cual Rosaldo propone escuchar las críticas e
intervenciones, las cuales pueden servir para una reformulación del trabajo etnográfico.
Por otro lado, el autor reconoce un distanciamiento entre el lenguaje técnico
utilizado en los trabajos etnográficos y la vida cotidiana. Eso se debe a las descripciones
detalladas de procesos cotidianos como si fueran programados, y provoca un gran
distanciamiento entre el observador y los observados. Esto quiere decir que las normas
clásicas hacen difícil el muestreo de la vida cotidiana y las normas sociales, debido a su
tendencia de tomar las acciones de la vida cotidiana como un mero “proceso sistemático”.
El autor propone una reformulación y reubicación de las etnografías planteadas con
las normas clásicas y no su eliminación completa como una forma de promover el
objetivismo y “lo real”. Esto a su vez permitiría una visión “más real” de lo observado y
también, un aprendizaje sobre la complejidad humana.
Por último, menciona la importancia del etnógrafo de “ponerse en los zapatos” del
lector, e intentar ver como se leerían más adelante sus trabajos sobre los demás y aprender
de las descripciones que otras personas brindan sobre ellos mismos, lo que permitiría dejar
de observar las culturas como un todo autocontenido e impermeable.

También podría gustarte