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Luis Heriberto Rivas Dialogos Entre Biblia y Literatura PDF
Luis Heriberto Rivas Dialogos Entre Biblia y Literatura PDF
Diálogos
mente desde el Documento de la Pontifi-
cia Comisión Bíblica La interpretación de la
Mons. Luis Heriberto Rivas nació el 25 de mayo de 1933. Fue ordenado sacerdote de la Arquidió-
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Biblia y
mo del CELAM y presidente de la Sociedad Argentina de Teología durante varios períodos. Posee del relato de Jesús y Zaqueo (cf. Lc 19,
numerosas publicaciones en el área de Sagrada Escritura y actualmente es Director de la Revista 1-10). La relación de las Sagradas Escritu-
Bíblica argentina.
entre
ras con la literatura se amplía mediante
una exploración de lo ocurrido en el cine
en los años que siguieron al Concilio
Vaticano II y la propuesta de perspectivas
literatura
críticas para la evangelización.
Diálogos entre
Biblia y literatura
ISBN 978-950-500-698-4
1. Teologia. I. Título
CDD 230
ISBN: 978-950-500-698-4
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Diálogos entre
Biblia y literatura
La lectura de la Biblia en la Iglesia,
el cine y la literatura postconciliar
D irectores De c olección
Fr. Gabriel M. Nápole, OP (†)
Virginia R. Azcuy
Presentación
Desde la publicación de la Encíclica Divino Afflante Spiritu (30-9-1943), del Papa Pío
XII, en la Iglesia Católica se viene prestando una atención cada vez mayor al au-
tor humano de las Sagradas Escrituras, sin descuidar por eso la afirmación de que
Dios es el Autor principal del texto sagrado. El Documento de la Pontificia Comi-
sión Bíblica La interpretación de la Biblia en la Iglesia (15-4-1993) evalúa los aportes
que pueden prestar los distintos métodos y formas de acercamiento para poder
captar con mayor nitidez lo que Dios ha querido transmitir por medio de los auto-
res humanos de la Biblia. El documento destaca de una manera especial los nuevos
métodos de análisis literario.
En la primera parte de este cuadernillo, Luis Rivas ofrece un estado de la cuestión
del diálogo entre la Biblia y la literatura, con particular atención al Documento de
la Comisión Bíblica de 1993. Posteriormente, a modo ilustrativo, examina el rela-
to del encuentro de Jesús con Zaqueo (cf. Lc 19, 1-10) con algunos de los recursos
del análisis narrativo, para mostrar aquellos aspectos que arrojan mayor claridad
sobre el texto y contribuyen a que éste cumpla su función de “interpelación” con
respecto al lector actual.
La segunda parte está dedicada a las Sagradas Escrituras en el cine y la literatura
después del Concilio Vaticano II. La renovación bíblica que tuvo lugar en la pri-
mera mitad del siglo XX fue fortalecida por aquella orientación conciliar que re-
comendaba leer y nutrirse asiduamente de la Biblia. Era de esperar que, en esta
nueva etapa después del Concilio Vaticano II, cuando tanto los protestantes como
los católicos muestran la misma avidez por conocer el texto de la Sagrada Escritu-
ra, la literatura y el arte respondieran de alguna manera a este común interés. El
fenómeno que se produjo es que las obras que se ocuparon del tema bíblico en el
post-Concilio, en su mayor parte, no mostraron signos del enriquecimiento que se
produjo en la investigación y en la vida de los fieles. En la contribución que se com-
pila en esta segunda parte, Luis Rivas presenta un panorama de las obras literarias
y artísticas que, en el post-Concilio, se han producido tanto dentro como fuera del
ámbito católico. El estudio se introduce con una breve reseña de los antecedentes
más destacados de las épocas anteriores.
En su conjunto, ambos textos del reconocido biblista argentino constituyen un
aporte en la tarea de conocer los métodos de lectura e interpretación de la Biblia en
la Iglesia y de orientar un diálogo crítico con la literatura y el cine de nuestro tiem-
po como medios indispensables al servicio de la nueva evangelización.
La Biblia y la Literatura.
Génesis y desarrollo de un encuentro
1. Estado de la cuestión en
el diálogo entre Biblia y Literatura
La Interpretación de la Biblia en la
Iglesia (15-4-1993),1 fue elaborado en un momento en que el método histórico-crí-
tico, practicado en la exégesis bíblica era objeto de discusión tanto en el mundo
-
nas del lenguaje reconocían que este método debía ser complementado, e incluso
abandonado, si se quería llegar a una comprensión de los textos, numerosos cris-
tianos se mostraban insatisfechos por su uso2 y expresaban opiniones contrarias a
su aplicación en la exégesis bíblica3
de vista de la fe.
el uso del método histórico-crítico, con las oportunas salvedades, fuera reconocido
como legítimo dentro de la Iglesia –cf. Encíclica , 30-9-1943–.
A pesar de la encíclica de Pío XII, el descontento contra el uso del método históri-
6
Muchos de los que han cuestionado el uso del método histórico-crítico en la inter-
pretación de las Sagradas Escrituras lo han hecho y lo hacen en nombre de una lec-
J. RATZINGER, “Schriftauslegung im Widerstreit. Zur Frage nach Grundlagen und Weg der Exegese heu-
te”, en: ID., Schriftauslegung im Widerstreit, Quaestiones Disputatae 117, Freiburg/Br. – Basel – Wien
1989, 15-44 (versión italiana: “Problemi del fondamento ed orientamento dell’esegesi contempora-
nea”, en: I. DE LA POTTERIE Y OTROS, L’esegesi cristiana oggi, Casale Monferrato 1991, 93-125. I. DE LA POT-
TERIE, “L’esegesi biblica, scienza della fede”, en: ID., L’esegesi cristiana oggi, 127-165.
esta comisión.
5 M.-J. LAGRANGE publicó, en 1903, el libro La méthode historique, sur-tout à propos de l’Ancien Testa-
ment
para publicar su comentario al libro del Génesis, más tarde se le prohibió escribir sobre el Antiguo
-
mación sacerdotal. Cf. LUIS H. RIVAS, “La «cuestión bíblica» desde León XIII hasta Pío XI”, Teología 75
(2000) 75-114.
6 Generi letterari e ipotesi di lavoro nei recenti
studi biblici, que fue publicado en L’Osservatore Romano del día 24 de agosto de 1961, y enviado por la
Sagrada Congregación de Universidades y Seminarios a todos los Seminarios de Italia. En este artí-
Diálogos entre Biblia y literatura 11
El texto en Para poder comprender lo que Dios dice es necesario entender lo que
dicen los autores humanos de la Sagrada Escritura. La Constitución
su estadio final
Dei Verbum dice: “Dios habla por medio de hombres y con lenguaje
es expresión de humano; por lo tanto el intérprete de las Escrituras, para conocer lo
la Palabra de que Dios quiso comunicarnos, debe estudiar con atención lo que los
Dios autores querían decir y Dios quería dar a conocer con dichas pala-
bras” (Nº 12). De aquí se deriva la necesidad del recurso a los méto-
dos científicos para poder saber con exactitud lo que los autores hu-
manos, en su tiempo y con sus medios, expresaron en las Sagradas
Escrituras. Este es un recurso del cual de ninguna manera se puede
prescindir y en el cual no se puede descuidar ningún aspecto del len-
guaje humano.
Como se ha dicho más arriba, en la última parte del siglo XX el méto-
do histórico-crítico había vuelto a ser cuestionado tanto dentro como
fuera de la Iglesia. Los cuestionamientos que se han producido en las
últimas décadas ya no se realizaron en nombre de una lectura “espi-
ritual” o “mística”, sino por la convicción de que la exégesis realiza-
da con este método sólo se ocupa del sentido del texto bíblico en el
pasado. Investiga cuál era su origen, cómo y a partir de qué fuentes
se ha compuesto, etc. Pero esto no es más que un método genético que no dice na-
da sobre el sentido del texto para el lector actual. En consecuencia, se ha propug-
nado abandonar definitivamente este método diacrónico para abocarse exclusiva-
mente al estudio del texto bíblico tal como se presenta hoy al lector, recurriendo
para esto a los métodos sincrónicos –retórico, semiótico, narrativo–.
pueblo creyente. Hace entonces una advertencia capital: “es el texto en su estadio
final, y no una redacción anterior, el que es expresión de la Palabra de Dios”.16
Por lo que se ve, sin abandonar el método histórico-crítico, es necesario aplicar
otros métodos y acercamientos para que los modernos lectores puedan tener ac-
ceso a la Biblia tal como se la tiene en la actualidad. Juan Pablo II, en el discurso
pronunciado en el momento en que hacía público el Documento de la Pontificia
Comisión Bíblica, dijo que
“El progreso reciente de las investigaciones lingüísticas, literarias y hermenéuticas ha lle-
vado a la exégesis bíblica a añadir al estudio de los géneros literarios otros puntos de vista
(retórico, narrativo y estructuralista). Otras ciencias humanas como la psicología y la socio-
logía también han dado su contribución”.17
En su última página, el Documento dice:
“la naturaleza misma de los textos bíblicos exige que, para interpretarlos, se continúe emplean-
do el método histórico-crítico, al menos en sus operaciones principales (...) Pero, una vez cum-
plida esta condición, los acercamientos sincrónicos (retórico, narrativo, semiótico y otros) son
susceptibles de renovar en parte la exégesis y de aportar una contribución muy útil”.18
Actualmente se ve con más claridad que en otros momentos que para acceder a lo
que Dios ha querido decir “por medio de hombres y con lenguaje humano”, no se
pueden dejar de lado los aportes que ofrece el Análisis Literario. La Biblia es una
obra literaria y para entenderla se deben poner en práctica todos los métodos aptos
para analizar las obras literarias.
El Documento distingue entre métodos y acercamientos, entendiendo que un
método es: “un conjunto de procedimientos científicos puestos en acción para ex-
plicar los textos”, mientras que un acercamiento es “una búsqueda orientada se-
gún un punto de vista particular”19 –por ejemplo: canónico, liberacionista, femi-
nista, etc.–. Entre los métodos posibles, después de ocuparse del histórico-crítico,
escoge otros tres que explica en detalle, reunidos bajo el título “Nuevos Métodos
de análisis literario”. Estos son, los análisis retórico, narrativo y semiótico. Que-
da claro, por esta especificación, que el Análisis Literario no se debe confundir
con la Crítica Literaria que se practica dentro del método histórico-crítico y “que
en realidad es «crítica de las fuentes» [source criticism]”20 y consiste en determi-
nar el principio y el final de una unidad literaria, junto a sus coherencias inter-
nas. Los elementos irreconciliables o las divergencias internas, etc., son signos de
que el texto ha sido compuesto a partir de distintas fuentes que deben estudiarse
individualmente. Los métodos de Análisis Literario, en cambio, asumen el texto
tal como se encuentra en la Biblia y lo estudian como obra literaria, ocupándose
menos de sus fuentes y de la intención del autor.
El Documento de la Pontificia Comisión Bíblica no se detiene en los métodos exe-
géticos y en los acercamientos. La Palabra de Dios fue dirigida a los hombres de
un determinado tiempo en un preciso lugar, pero sigue siendo vigente para todos
los hombres de todos los tiempos. La Comisión reitera la constante enseñanza de
la Iglesia sobre la necesidad de una teoría hermenéutica que asuma las adquisicio-
nes de los análisis exegéticos y los actualice para que esa Palabra siga siendo elo-
cuente para los creyentes y no solamente recuerdos del pasado. Por esta razón, en
su segunda parte,21 el Documento dedica una amplia sección a las hermenéuticas
filosóficas modernas, prestando especial atención a las contribuciones del exégeta
R. Bultmann y de los filósofos H. G. Gadamer y P. Ricoeur.
20 J. a. fitzmyer, The Biblical Commission’s Document “The Interpretation of the Bible in the Church”. Text
and Commentary, Roma 1995, 41.
21 Cf. Pontificia comisión bíbLica, La Interpretación de la Biblia, II, A, 1-2.
mientras que otros optan por alguno de los modelos de análisis narrati-
vo más modernos, entre los cuales, con frecuencia, hay puntos de con-
tacto con la semiótica.
Aplicando estos métodos, se alcanzan conclusiones que se distin-
guen de las que se obtienen mediante el método histórico-crítico. La
Pontificia Comisión Bíblica compara ambos métodos, mostrando que
“el método histórico-crítico considera más bien el texto como
una «ventana», que permite entregarse a observaciones sobre
tal o cual época –no solamente sobre los hechos narrados, sino
también sobre la situación de la comunidad para la cual han
sido narrados–, el análisis narrativo subraya que el texto fun-
ciona igualmente como un «espejo», en el sentido de presen-
tar una cierta imagen de mundo –el «mundo del relato»–, que
ejerce su influjo sobre los modos de ver del lector y lo lleva a
adoptar ciertos valores más bien que otros”.22
Involucrándose en la narración, el lector descubre que su horizonte no
es el único.
El relato El Documento utiliza la distinción entre “lector real” y “lector implíci-
bíblico contiene to”. Se entiende que el primero es cualquier persona que tiene acceso
una llamada al texto, mientras que el segundo, el “lector implícito” es “aquél que
el texto presupone y produce, que es capaz de efectuar las operacio-
existencial
nes mentales y afectivas requeridas para entrar en el mundo del relato
dirigida al lector y responder del modo pretendido por el autor real a través del autor
implícito”.23 El “lector implícito” lee el texto y se siente ante él como
quien está contemplándose en un espejo, se ve involucrado en el re-
lato, se identifica con alguno o algunos de los personajes, adopta sus
posiciones y finalmente adopta unos valores mientras rechaza otros.
24 Ibid.
25 Ibid.
26 Jean-noëL aLetti, El arte de contar a Jesucristo. Lectura narrativa del Evangelio de Lucas, Salamanca
1992, 207.
2. Análisis narrativo
de un texto evangélico
Puede resultar ilustrativo presentar un texto leído con ayuda del análisis narrativo.
Para esta circunstancia, se ha elegido uno de los fragmentos evangélicos utilizados
en la liturgia, que en el lenguaje eclesiástico se llaman “perícopas”.27 Se trata del
relato del encuentro de Jesús con el publicano Zaqueo (Lc 19, 1-10).
El análisis no se limitará al uso de la técnica narrativa, sino que incluirá oportu-
namente los aportes provenientes del método histórico crítico que se consideren
necesarios.
El autor del Evangelio ha incluido este relato en el transcurso del viaje de Jesús
hacia Jerusalén, con la perspectiva de la Pasión. Los incidentes en Jericó están ubi-
cados en el final de ese viaje: curación del ciego (18, 35-43), encuentro con Zaqueo
27 En la liturgia de la Iglesia Católica latina, este texto se proclama el XXXI Domingo del Ciclo “C”,
el martes de la semana XXXIII “durante el año”, en la consagración de Iglesias y en su aniversario, y
en la bendición de las casas.
(19, 1-10) y narración de la parábola de las monedas de plata (19, 11-28). Inmedia-
tamente después de estos se relata la entrada del Señor en la ciudad (19, 29-40).
19 1[Jesús] entró en Jericó y atravesaba la ciudad. 2Había un hombre muy ri-
co llamado Zaqueo, que era jefe de los publicanos. 3Él buscaba ver quién era
Jesús, pero no podía a causa de la multitud, porque era de baja estatura. 4En-
tonces se adelantó corriendo y subió a un sicómoro para poder verlo, porque
iba a pasar por allí. 5Al llegar a ese lugar, Jesús miró hacia arriba y le dijo: «Za-
queo, baja rápidamente, porque hoy tengo que alojarme en tu casa». 6Zaqueo
bajó rápidamente y lo recibió con alegría.
7
Al ver esto, todos murmuraban, diciendo: «Ha entrado a alojarse en casa de
un hombre pecador». 8Pero Zaqueo, estando de pie, dijo al Señor: «Señor, yo
doy la mitad de mis bienes a los pobres, y si he perjudicado a alguien, le res-
tituyo cuatro veces más». 9Y Jesús le dijo: «Hoy ha llegado la salvación a esta
casa, ya que también este hombre es un hijo de Abraham, 10porque el Hijo del
hombre vino a buscar y a salvar lo que estaba perdido».28
28 Traducción, con pequeños cambios, de El libro del Pueblo de Dios. La Biblia, Buenos Aires 1980.
es un dato que no se debe perder de vista, porque además de lo que significa cada
texto en particular, es necesario atender a la orientación que va dando el narrador
a cada uno de ellos por medio de estas intervenciones. Los textos se articulan en
razón del viaje a Jerusalén “donde se cumplirá todo lo que anunciaron los profetas
sobre el Hijo del hombre” (18, 33).
Es problemático determinar el punto donde se debe poner el final del texto de Za-
queo. Las ediciones de la Biblia y los comentaristas lo colocan en 19, 10, con las
palabras de Jesús a Zaqueo como respuesta a las críticas de los circunstantes. Pero
la fórmula de transición del versículo 11, por medio de un genitivo absoluto y sin
indicar el sujeto –se sobreentiende que es Jesús, que estaba hablando en los últimos
versículos 9-10–, indica que Jesús continúa hablando al mismo auditorio, que per-
manece presente, no se indican retiradas de personajes ni desplazamientos de lu-
gar. A lo que ha dicho en los dos versículos precedentes, Jesús añade una parábola:
“Como ellos29 seguían escuchando, añadió una parábola...” (19, 11).
Aparentemente la perícopa continuaría hasta 19, 28. Desde el punto de vista semán-
tico, el relato comienza con la indicación de la entrada de Jesús en Jericó (19, 1) y fi-
naliza con la salida de Jesús camino a Jerusalén (19, 28). Si se toman en cuenta estas
indicaciones, en 19, 2-28 se incluirían dos elementos: el incidente entre Jesús y Za-
queo (1-10) y la parábola sobre las monedas de plata (12-28). El primer elemento per-
tenece al género narrativo, mientras que el segundo pertenece al discursivo. Los dos
elementos están unidos por una transición que es obra del redactor (v. 11).
Pero la parábola no tiene relación con la escena del encuentro con Zaqueo. Es evidente
que en los versículos 1-10 Zaqueo ocupa el primer lugar junto a Jesús, pero luego no
se vuelve a hablar de él. El evangelista dice que Jesús sigue hablando al mismo audi-
torio, pero para introducir la parábola da una razón que no se refiere al incidente con
Zaqueo: “porque estaban cerca de Jerusalén y ellos pensaban que el Reino de Dios iba
a aparecer de un momento a otro” (19, 11). La parábola (vv. 12-27) ha sido añadida en
este contexto por una razón que mira más al contenido de toda la secuencia 9, 51 – 19,
45 [47]: el viaje a Jerusalén. Con esta intervención, el relator mantiene la atención de los
lectores sobre el sentido de la articulación de todos estos textos.
29 En realidad, la indicación “Como ellos seguían escuchando” (19, 11) no deja en claro quiénes son
“ellos”. Se debe entender que son los mismos que murmuraban en el v. 7.
Por lo que “la perícopa de Zaqueo” queda limitada a los versículos 2-10,
encuadrada por las dos “fórmulas de transición” de los vv. 1 y 11.
Zaqueo es rico Una vez que por estos criterios se ha delimitado exteriormente la pe-
y tiene por rícopa de Zaqueo entre los versículos 2-10, se observa un nuevo indi-
cio interno por la inclusión que forma el verbo “buscar” (zētein), que
oficio ser jefe de
está presente en los versículos 3 y 10: “(Zaqueo) buscaba (ezētei) ver
los cobradores quién era Jesús...” (v. 3), y “el Hijo del hombre vino a buscar (zētēsai)...
de impuestos de lo que estaba perdido” (v. 10). Esta inclusión sirve de indicio para de-
Jericó terminar las secuencias correlativas: en la inicial se encuentra una
persona que “busca” ver, pero tropieza con un obstáculo. En la se-
cuencia correlativa final se halla el desenlace, cuando el que buscaba
es “buscado” por Jesús. Esto sirve también como indicador de la óp-
tica bajo la cual se debe leer la perícopa.
2.5. El personaje
de uno de los rabinos más importantes de la segunda mitad del siglo I: Iohannán
ben-Zakkai. El término hebreo zakkai significa ‘puro, limpio’.31 A pesar de ostentar un
nombre tan ilustre y con tal significado, Zaqueo acumula notas negativas. Pertenecía
al gremio de los cobradores de impuestos, que en la sociedad judía de aquel tiempo
eran muy mal vistos y estaban en una condición que se podría equiparar a los ex-
comulgados. En Judea –dentro de cuyo territorio se encontraba Jericó– cobraban los
impuestos que iban a parar a manos de los romanos, y por eso eran colaboradores
de un gobierno invasor. Por exigencias de su oficio estaban en constante contacto con
paganos, lo que significaba que habían contraído y mantenían la impureza ritual,
que les impedía participar en la vida comunitaria y en los actos de culto (cf. Jn 18,
28). Era proverbial la injusticia que desplegaban en el ejercicio de su tarea, cobrando
de más y extorsionando a la gente –Zaqueo hará referencia a estafas: v. 8–. Ante la
inminente venida del Mesías, los cobradores de impuestos interrogaron a Juan Bau-
tista sobre la conducta que debían adoptar. Éste les respondió: “No exijan más de
lo estipulado” (3, 12-13). En los escritos judíos de la antigüedad, los cobradores de
impuestos aparecen equiparados a los pecadores y señalados como los peores entre
ellos.32 Los evangelios se expresan de la misma forma, porque frecuentemente se di-
ce “los publicanos y los pecadores” –Mt 9, 10-11; 11, 19; Mc 2, 15-16; Lc 5, 30; 7, 34; 15,
1– o “los publicanos y las prostitutas” (Mt 21, 31-32).
Zaqueo no solamente era cobrador de impuestos, sino además ¡el jefe de los co-
bradores de impuestos! Este cargo se obtenía porque los romanos no pagaban un
sueldo a los que desempeñaban la tarea de recaudar los impuestos para el impe-
rio, sino que ofrecían el cargo. La persona que deseaba ocupar el cargo compraba
el puesto por una suma preestablecida, y luego podía quedarse con todo lo que
cobraba. Esto era ocasión para que los cobradores trataran de obtener la mayor
31 Knabenbauer dice que este nombre equivale a “Inocencio”. Cf. J. Knabenbauer, Commentarius in
Quatuor S. Evangelia DNIC, III Evangelium Secundum Lucam, Paris 1905, 520.
32 Algunos ejemplos: “No se permite tomar cambio de dinero de la caja del recaudador de la aduana ni
de la bolsa del cobrador de impuestos. No se permite recibirles limosnas...” Mishna Baba Qamá 10, 2; “Para
los pastores, los cobradores de impuestos y los arrendatarios la penitencia es difícil” TB. Baba Qamá 94b;
“A los asesinos, a los asaltantes, a los cobradores de impuestos se les puede afirmar con juramento que
[los cereales que se llevan] son una oblación o pertenecen al rey, aunque no sean oblación ni pertenezcan
al rey” TB. Baba Qamá 113a; “Cuando se vio que cobraban de más, los cobradores de impuestos y los pu-
blicanos fueron declarados inhabilitados [para ser jueces o testigos]” TB. Sanhedrin 25b.
inconscientemente con los que en el v. 7 dirán que Zaqueo es “un hombre peca-
dor”. Esta forma de iniciar el relato presentando notas negativas parece responder
a lo que algunos llaman “una ley” de que los relatos deben comenzar “por una si-
tuación de carencia, incluso de pérdida, en todo caso negativa, para acabar luego,
positivamente, con el restablecimiento de los valores”.33
2.6. La acción
pureza (cf. Hch 10, 28). Jesús no solamente entra, sino que lo hace con la intención
de permanecer allí. Al alojarse en esta casa, se entiende que también compartirá la
mesa con Zaqueo.
En Israel, ya desde los tiempos remotos y muy especialmente en los tiempos de la
predicación de Jesucristo, las comidas se celebran dentro de un marco religioso.
Para poder participar de ellas se deben observar ciertas exigencias (cf. Mc 7,1-4)
y se inician y se concluyen con las oraciones de bendición, que debe pronunciar
quien preside.36 Una persona virtuosa sólo podía compartir la mesa con los virtuo-
sos37 y no con pecadores o manchados por impurezas,38 ni con personas del vulgo
ni paganos (cf. Hch 11, 3). Esto explica la reacción de los fariseos ante la actitud de
Jesús, quien “recibe a los pecadores y come con ellos” (Lc 15, 3),39 así como los cris-
tianos venidos del judaísmo criticaron más tarde a Pedro porque había entrado “en
casa de gente no judía y había comido con ellos” (Hch 11, 3).
La reacción de Zaqueo queda en paralelo con las palabras de Jesús. A la urgencia,
responde con rapidez; a la necesidad de alojarse, responde con alegría:
v. 5: baja rápidamente tengo que alojarme en tu casa
v. 6: bajó rápidamente lo recibió con alegría.
En la obra de Lucas, la alegría es la forma de reacción de la gente ante las obras
de Dios o la presencia de Jesús: Juan Bautista, antes de nacer, salta de alegría
cuando llega Jesús en el vientre de María (cf. 1, 41. 44); los nacimientos del Bau-
tista (1, 14. 58) y de Jesús (2, 10) son motivo de alegría; la multitud se alegra por
las obras de Jesús (13, 17; 19, 37); la alegría es el clima en el que vive la primitiva
36 TB. Berakoth 35a: “Se le prohibe al hombre comer algo sin pronunciar previamente una bendición”.
37 “Los virtuosos de Jerusalén (...) sólo se sentaban a la mesa cuando sabían quienes comerían con
ellos” (TB. Sanhedrin 23a).
38 Es ilustrativo el dicho atribuido a Rabi Simeon: “Cuando hay tres personas que comen en la misma
mesa y no hablan de la Ley, es como si estuvieran participando en la comida de los sacrificios de los (ído-
los) muertos, porque se ha dicho: Sus mesas están llenas de vómitos y de excrementos sin que haya lugar (Is
28, 8); pero si hay tres que han comido en la misma mesa y han hablado de la Ley, es como si hubieran
comido en la mesa de Dios, bendito sea, porque se ha dicho: Esta es la mesa que está en la presencia de Dios
(Ezq 41, 22)” (Pirqé Aboth, III, 4).
39 L. H. rivas, “La Eucaristía y las comidas de Jesús”, en: AA. VV., La Eucaristía, fuente y
culmen de la vida cristiana, Buenos Aires 1995, 115-138.
comunidad cristiana –24, 52; Hch 2, 46; 8, 8. 39–, aun en medio del sufrimiento
(Hch 5, 41); etc. Pero sobre todo se destacan las tres parábolas en las que se habla
de la alegría por el encuentro de lo que estaba perdido –cf. 15, 6-7. 9-10. 32–. Este
tema de “lo que estaba perdido”, junto con la alegría, se encuentra en esta perí-
copa de Zaqueo (v. 10).
2.8. El desenlace
dicado a alguien, le restituyo cuatro veces más». Los verbos con los que Zaqueo
describe su proceder –“doy... restituyo... dídōmi... apodídōmi”– están en tiempo pre-
sente, que expresa una acción actual continuada, como en la parábola del fariseo y
el publicano (cf. 18, 12). En la opinión de muchos comentaristas, Zaqueo describe
su proceder habitual y de esta manera responde a las críticas.40 Es verdad que él
es una persona impura porque en cuestiones de pureza legal su comportamiento
no se rige por el modo de pensar de los fariseos y de los escribas. Pero en lo que
respecta a la justicia, él comparte sus bienes con los pobres y si en algún caso obra
indebidamente, ofrece la debida reparación.41 Desde el momento que comparte
sus bienes con los pobres, aparta de sí la nota infamante que caía sobre los ricos.
No es justo que se extienda sobre él la mala fama del común de los cobradores de
impuestos. Su caso sería análogo al de los “justos entre los paganos” que aparecen
en la obra de Lucas: el centurión “que ama a nuestra nación y nos ha construido
la sinagoga” (7, 5) y Cornelio, que “era un hombre piadoso y temeroso de Dios...
hacía abundantes limosnas al pueblo judío y oraba a Dios sin cesar” (Hch 10, 2).
La respuesta de Zaqueo constituye una crítica al orden de valores que tenían los
grupos religiosos judíos. Para ellos, la pertenencia a la descendencia de Abraham
era el valor principal. Lucas, a través de las palabras de Zaqueo, pone en primer
lugar las obras de misericordia y justicia. También Juan Bautista puso estos valores
en primer plano cuando reprendió a los que creían que bastaba con tener por padre
a Abraham y les exigió “producir frutos de una sincera conversión” (3, 8), mientras
que al pueblo en general, como a los cobradores de impuestos y a los soldados no
les exigió más que obras de justicia (cf. 3, 10-14). Jesús reconoció a Zaqueo como
auténtico “hijo de Abraham” (19, 9), sin tomar en cuenta su situación con respecto
a la “pureza”.
40 Así interpretan, por ejemplo: J. a. fitzmyer, The Gospel according to Luke X-XXIV, AB 28A, Garden
City, NY 1983, 1225; J. b. green, The Gospel of Luke, NICNT, Grand Rapids, Mi. 1997, 671-672.
41 Para ser discípulo de Jesús se exige dar todos los bienes a los pobres –cf. 14, 33; 18, 22; Hch 2, 44-
45–. Lucas dice que Zaqueo daba sólo la mitad, porque debía prever los recursos para restituir en ca-
so de fraude. Restituir “cuatro veces más” es lo que exige la Ley del Antiguo Testamento por el robo
de una oveja (Ex 21,37), pero cuando se trata de fraudes o estafas se exige la devolución de la canti-
dad más un quinto –Lev 5, 21-24; Num 5, 6-7–. El Derecho Romano, en cambio, impone la obligación
de restituir cuatro veces más.
42 Así, por ejemplo, El libro del Pueblo de Dios, Biblia de Jerusalén, Dios habla hoy. Entre los comentaris-
tas: r. J. Karris, “The Gospel according to Luke”, en: r. e. brown; J. a. fitzmyer; r. e. murPHy (eds.),
The Jerome Biblical Commentary, Englewood Cliffs, NJ 1990, 711; s. o. abogunrin, “Lucas”, en: w. r.
farmer y otros (dir.), Comentario Bíblico Internacional, Estella (Navarra) 1999, 1291; L. sabourin, El
Evangelio de Lucas, Valencia 2000, 326.
43 Lucas va preparando el camino hacia la decisión de la Iglesia en el libro de los Hechos de los
Apóstoles: a los cristianos venidos del paganismo no se les exigirá el cumplimiento de las leyes ritua-
les del judaísmo.
44 El texto griego dice que Jesús dijo “pros auton”. Se traduce generalmente como “le dijo a él”, pero
algunos comentaristas traducen “dijo acerca de él”, como en 20, 19.
45 J. a. f itzmyer, The Gospel according to Luke I-IX, AB 28, Garden City, NY 1983, 223.
tor una imagen que queda invertida después del momento en que
aparece Jesús: el que quería ver, es visto;46 y el que creía buscar, era
buscado.47
Dios se ocupa En las palabras de Jesús, por medio de una hendíadis se explica la sal-
especialmente vación como tarea de buscar (zētēsai) a todos los que estaban perdidos
(apolōlós) (v. 10). Esta terminología se encuentra también en el Antiguo
de todos
Testamento: en un texto del profeta Jeremías, el pueblo de Israel es com-
aquellos que parado con un rebaño de ovejas perdidas como consecuencia de la desi-
por diferentes dia y el descuido de los gobernantes (cf. Jer 50, 6).48 Pero por boca del
razones son profeta Ezequiel, Yahveh reprendió a los malos pastores que “no busca-
marginados de ron (zētēsai) a la oveja que estaba perdida (apolōlós)” (Ezq 34, 4), y anun-
la sociedad ció que Él mismo asumiría el papel de pastor para buscarla: “Yo mismo
apacentaré a mis ovejas y las llevaré a descansar... buscaré (zētēsō) a la
oveja perdida (apolōlós), haré volver a la descarriada, vendaré a la he-
rida y curaré a la enferma...” (Ezq 34, 15-16). El Salmo 119 termina con
46 “También el Señor vio a Zaqueo. Zaqueo fue visto y vio, pero si no hubiese sido
visto, no hubiera visto” (san agustín, Sermón 174, 4).
47 Cf. J.-n. aLetti, “Ver y ser visto. La importancia de un encuentro: Lc 19, 1-10”,
17-35.
48 Ver también: Num 27, 17; 1Re 22, 17; 2Cr 18, 16; Jdt 11, 19; Is 53, 6; Zac 13, 7.
una súplica inspirada en este texto del profeta. El salmista dice: “Ando errante como
una oveja perdida (apolōlós), ven a buscar (zētēson) a tu siervo” (Sal 119, 176).
Sobre el trasfondo que ofrece el texto del profeta Ezequiel, se aprecia que en la persona
de Jesús, es el mismo Yahveh quien se hace presente buscando a los que están perdi-
dos, retornando a los descarriados, vendando a los heridos y curando a los enfermos.
Otros textos de la tradición sinóptica reflejan el trasfondo de la profecía de Eze-
quiel. Dos dichos de Jesús que se conservan en el evangelio de Mateo definen la
misión de Jesús con la imagen del pastor que busca las ovejas perdidas: “Yo he sido
enviado solamente a las ovejas perdidas del pueblo de Israel” (Mt 15, 24); “vayan...
a las ovejas perdidas del pueblo de Israel” (Mt 10, 6).49 Mateo y Marcos tienen la re-
ferencia a la compasión de Jesús por el pueblo que “está como ovejas que no tienen
pastor” (Mt 9, 36/Mc 6, 34). Esto indica que la intertextualidad del relato de Lucas
se ubica dentro de una tradición fundada en el Antiguo Testamento y que también
está representada en otros textos de los evangelios sinópticos.
Jesús viene a restaurar la descendencia de Abraham, a la que se le había prometido
que sería una bendición para todas las naciones de la tierra –Gen 12, 17-18; Sal 105,
6-11–. En el “Magníficat”, María canta a Dios porque ha socorrido a Israel y de esta
manera ha cumplido misericordiosamente las promesas hechas “a favor de Abra-
ham y de su descendencia” (1, 54-55). Así como en otro momento Jesús curó a una
“hija de Abraham”, liberándola del poder de Satanás (cf. 13, 16), ahora restituye la
dignidad de “hijo de Abraham” a Zaqueo, que era discriminado como “pecador”.
En el desarrollo del relato, se ha ido descubriendo lentamente la verdadera perso-
nalidad de Zaqueo. El lector ha sido informado en el principio que Zaqueo era co-
brador de impuestos. A esto se ha añadido que era rico. El “coro” ha dicho que era
un pecador. Se han acumulado notas negativas sobre el personaje. Pero se reserva
para el final la nota de sorpresa: Zaqueo pertenecía al grupo de los “perdidos”, pe-
ro ha sido encontrado por Jesús que lo proclama “hijo de Abraham”.
49 Se discute en estos dos casos si el genitivo “las ovejas perdidas de Israel” es partitivo –aquellas
ovejas perdidas que están dentro de Israel–, o explicativo –las ovejas perdidas que son todo el pueblo
de Israel–.
La escena ha sido dividida en dos espacios. En uno está Jesús junto con Zaqueo
que lo recibe con alegría; en el otro están los críticos que no participan de esa ale-
gría, sino que se ofenden porque Jesús “ha entrado en casa de un pecador”. El lec-
tor, que se habría incluido de alguna forma entre los que calificaban a Zaqueo co-
mo uno del grupo de “los pecadores”, un “perdido”, es el destinatario de las pala-
bras del Señor. Jesús no establece ni secunda gestos de exclusión, porque su misión
consiste en “buscar lo que estaba perdido”. En este “hoy” de la salvación, Dios se
ha hecho presente para buscar las ovejas perdidas del pueblo de Israel.
50 “Como el sentido de un enunciado depende también del orden de sucesión de las cosas, los Evan-
gelistas, transmitiendo las palabras y las acciones del Salvador, las explicaron ya en uno ya en otro con-
texto de acuerdo a la utilidad de los lectores. Por esta razón el exégeta debe indagar qué intención haya
tenido el Evangelista narrando de este modo un dicho o un hecho, o poniéndolo en cierto contexto. El
evangelista no ofende en lo más mínimo la verdad de la narración al referir dichos o hechos del Señor
en diverso orden –cf. s. Juan crisóstomo, In Mat. Hom. 1, 3: PG 57, 16-17– y al explicar las sentencias de
Jesús diversamente, no literalmente, reteniéndose sin embargo el sentido –cf. s. agustín, De consensu
Evang. 2, 12, 28: PL 34, 1090-1091). Pues, como dice San Agustín: “Es muy probable que cada uno de los
Evangelistas haya creído que debía narrar en ese orden en el que Dios les sugirió a la memoria las mis-
mas cosas que narraban, siempre que en tales cosas el orden, sea este, sea aquel, no fuera a disminuir
en nada la autoridad y la verdad evangélicas. Pero ¿por qué el Espíritu Santo, que distribuye sus dones
a cada uno en particular como quiere (1Cor 12, 11), y que, a causa de estos libros que debían ser coloca-
dos en el punto más alto de la autoridad, sin duda gobierna y dirige también las mentes de los santos
cuando reúne el material, por qué a uno le permitió ordenar así y a otro de otra manera su narración?
Esto cada uno lo podrá averiguar con la ayuda divina buscándolo de su parte con piadosa diligencia”
(De consensu Evang. 2, 21, 51s: PL 34, 1102)”. (Pontificia comisión bíbLica, Instrucción Sancta Mater Ecclesia
sobre la verdad histórica de los Evangelios, 2 (21-4-1964), AAS 56 (1964) 715-716.
El relato del encuentro con Zaqueo ha sido colocado por Lucas a continuación del
relato de la curación del ciego de Jericó (cf. 18, 35-43). Lucas encontró este relato
en el evangelio de Marcos, que le sirve de fuente. Pero Marcos ubicó la curación
del ciego a la salida de Jericó (Mc 10, 46-52) y así la conserva también Mateo (Mt
20, 29-34). Lucas ha realizado una trasposición y la ha puesto antes de entrar en la
ciudad (18, 35) porque le interesa esta sucesión en la que el final está dado por la
escena de Zaqueo.
La fórmula de transición que liga la perícopa de la curación del ciego con la de Za-
queo (19, 1) carece de un sujeto explícito: “Entrando en la ciudad, la atravesaba...”.
El sujeto supuesto es Jesús, nombrado por última vez en 18, 42. Por medio de este
recurso el evangelista deja unidas las dos perícopas que tienen en común el tema
del “ver”. El ciego no ve a Jesús (18, 36-37) y pide y obtiene volver a ver –con el
verbo anablépō repetido tres veces en los versículos 41-43–. En la perícopa de Za-
queo, también aparece una persona que se ve impedida de ver a Jesús –con el ver-
bo eidon, que aparece dos veces en los versículos 19, 3-4–. Pero en este caso es Jesús
quien ve a Zaqueo –con el verbo anablépō en el versículo 5–.
Como se ha visto, Jesús dice que Él ha venido a buscar “lo que estaba perdido
(apolōlós)”. Es necesario volver todavía una vez más a esta expresión “lo que esta-
ba perdido (apolōlós)”, porque a través de ella se establece una relación con el ca-
pítulo 15, donde aparece repetidas veces en un texto que tiene muchos puntos de
contacto con la perícopa de Zaqueo. En este capítulo, el verbo “perder” (apóllymi),
en distintas formas, aparece siete veces –4; 6; 8; 9; 17; 24; 32–.
En el contexto de una comida de Jesús, en la que se comienza mencionando a los co-
bradores de impuestos junto con los pecadores, se hace presente un coro de fariseos
y escribas que critica a Jesús porque “recibe a los pecadores y come con ellos” (15, 2).
Jesús responde a estas críticas relatando tres parábolas: la oveja perdida y encontra-
da (v. 3-7), la moneda perdida y encontrada (8-10), y el hijo perdido y encontrado –el
hijo pródigo: vv. 11-32–. Jesús explica a sus críticos que la comida con los pecadores
es una manifestación de la alegría de haber encontrado algo que estaba “perdido”.
En las tres parábolas se introduce el tema de la alegría: la primera parábola conclu-
ye cuando el pastor que encuentra la oveja invita a sus amigos y vecinos a compar-
tir su alegría (5-6), y se hace referencia a la alegría escatológica por la conversión de
un pecador (7). Igualmente, la mujer que encuentra la moneda invita a sus amigas
51 J. a. fitzmyer, The Gospel of Luke X-XXIV, AB 28b, 1072. Este autor indica que el nombre de “the
Gospel of the Outcast” se debe a t.w. manson, The Sayings of Jesus as Recorded in the Gospels according to
St. Matthew and St. Luke. Arranged with Introduction and Commentary, London 1971, 282.
3. Conclusión
a los que son llamados “pecadores”. La narración funciona aquí como una crítica a
los criterios del lector, que se ve colocado ante otra “imagen del mundo”: la “Bue-
na Noticia” consiste en que Jesús hace presente la misericordia del Padre e invita
a los pecadores para que sean sus comensales. El lector, involucrándose dentro del
relato, es impulsado a aceptar estos otros valores.
Con este ejemplo se ha intentado mostrar que la exégesis se enriquece con el aporte
de los nuevos métodos de investigación. El análisis narrativo es solamente uno en-
tre los métodos y acercamientos propuestos por el Documento de la Pontificia Co-
misión Bíblica. Al mirarlos en su conjunto, se comprende que la interpretación de la
Sagrada Escritura no puede ser un campo cerrado en el que se puedan desempeñar
solamente los teólogos que son exégetas por profesión. Éstos necesitan del aporte de
quienes son competentes en otros campos, como la filosofía, la lingüística, la psico-
logía, la sociología... Cada día se percibe más claramente la necesidad de un diálogo
interdisciplinario en la delicada tarea de interpretar la Palabra de Dios.
Algunos suponen que recurriendo a estas disciplinas, el texto bíblico es tratado co-
mo obra humana, sin dimensiones divinas, que la Palabra de Dios queda reducida
a una simple palabra humana. Una correcta comprensión de lo que significa el mis-
terio de la encarnación exorciza estos temores. Se han recordado más arriba los con-
ceptos de Pío XII, que enuncia el misterio de la Palabra de Dios hecha carne y conclu-
ye diciendo: “las palabras de Dios expresadas en lenguas humanas se han hecho en
todo semejantes al lenguaje humano, excepto en el error”.54 Así como no se entiende
a Jesucristo si se toma en cuenta solamente su divinidad y se rechaza su humanidad,
con todo lo que ésta comporta, de la misma forma es imposible entender la Palabra
de Dios en la Escritura si no se tiene en cuenta que Dios, para hablar a los hombres,
ha asumido el lenguaje humano, excluyendo el error. En la medida que se compren-
da más profundamente el lenguaje humano asumido por Dios para revelarse, se po-
drá percibir con mayor claridad lo que Él ha querido decir a los hombres.
Lejos de oscurecer el mensaje de la fe, el análisis literario enriquece la comprensión
del texto y la profundización de su sentido. El lector que se aproxima a estos textos
es invitado a dar la respuesta de la fe al mensaje que se le propone en el mismo.
55 León Xiii, Encíclica Providentissimus Deus (18-11-1893), ASS XXVI (1893-1894) 269-292.
56 beneDicto Xv, Encíclica Spiritus Paraclitus (15-9-1920), AAS 12 (1920) 385-422.
57 Pío Xii, Encíclica Divino Afflante Spiritu (30-IX-1943), AAS 35 (1943) 309-319 (DH 3825-3831).
58 Cf. conciLio vaticano ii, Constitución Dogmática Dei Verbum, VI, 25.
59 conciLio vaticano ii, Constitución Sacrosanctum Concilium, II, 51.
Con el Concilio Era de esperar que en esta nueva etapa después del Concilio Vatica-
no II, cuando tanto los protestantes como los católicos muestran la
Vaticano II, la
misma avidez por conocer el texto de la Sagrada Escritura, la litera-
Sagrada Escritura
tura y el arte respondieran de alguna manera a este común interés.
fue ocupando Sin embargo, las obras que se ocuparon del tema bíblico en el post-
un lugar cada Concilio, en su mayor parte, no mostraron signos del enriquecimien-
vez mayor en to que se produjo en la investigación y en la vida de los fieles.
las distintas
En este estudio se presenta un panorama de las obras literarias y ar-
manifestaciones
tísticas del post-Concilio, dentro del ámbito católico y más allá, con
de la vida de la una introducción de los antecedentes más destacados de las épocas
Iglesia anteriores.
60 Cf. conciLio vaticano ii, Constitución Dogmática Dei Verbum, VI, 21.
1. Los antecedentes
Los escritores sagrados, tanto del Antiguo como del Nuevo Testamento, han sido
grandes narradores. Los hechos siempre han sido relatados con gran sencillez, pe-
ro muchas veces con gran belleza literaria, y los personajes fueron presentados de
modo que provocaran la atracción o el rechazo de los lectores. De esta manera, los
artistas se sintieron atraídos por las escenas y los personajes, y trataron de plas-
mar de otra forma lo que leían en el texto bíblico. No fueron sólo los pintores y los
escultores quienes representaron las escenas y los personajes que aparecen en la
Sagrada Escritura, sino también los músicos, que compusieron las grandes obras
corales y orquestales sobre temas bíblicos, e incluso hasta varias óperas.61
La literatura no ha sido indiferente y son innumerables las obras que en todos los
tiempos se han construido en torno a personajes y episodios de la Sagrada Escritu-
ra, a veces con la intención de dar una nueva interpretación del episodio narrado
y otras veces para ocuparse de aspectos que no se encontraban en el texto bíblico.
Este trabajo se limitará a exponer la forma en que los textos de la Sagrada Escritura
61 La ópera Jefté (Michel Pignolet de Montéclair, 1700) fue prohibida por el arzobispo de París,
que no consideraba correcto que un tema bíblico fuera tratado en una ópera. Sansón (J.-Ph. Rameau,
1735), obra que nunca fue estrenada. José (Etienne Méhul, 1807). Mosè in Egitto (G. Rossini, 1818; revi-
sada y reestrenada como Moïse et Pharaon, 1827). La Reina de Saba (Ch. Gounod, 1862). Sansón y Dalila
(C. Saint-Saenz, 1877). Herodías (J. Massenet, 1881). Salomé (R. Strauss, 1904-1905). Moisés y Aaron (A.
Schoenberg, 1957), etc.
La historia del La tendencia a sacar los temas de su contexto sagrado para llevarlos a
pueblo judío que la literatura o al teatro no fue aprobada en los comienzos. Una tradi-
ción recogida en el Talmud dice que el uso profano del Cantar de los
el mismo Flavio
Cantares es causa de que vengan los males sobre el mundo.62 Relata
Josefo ofrece en su Flavio Josefo que cuando el Rey de Egipto leyó la traducción del Anti-
voluminosa obra guo Testamento al griego, se asombró de que una obra tan admirable
Antigüedades no hubiera sido tratada por los poetas, a lo cual se le respondió que na-
judías, tiene die se había atrevido a tocarla porque era divina. Y se le citó el caso de
rasgos novelescos un tal Teopompo, que contrajo una enfermedad mental cuando quiso
a pesar de ser escribir sobre la ley, y el caso de un poeta trágico, llamado Teodectas,
extraída de la que enfermó de la vista (glaucoma) cuando intentó intercalar un texto
Biblia de la Sagrada Escritura dentro de uno de sus dramas.63 No obstante, la
historia del pueblo judío que el mismo Flavio Josefo ofrece en su volu-
minosa obra Antigüedades judías, tiene rasgos novelescos a pesar de ser
extraída de la Biblia.
Eusebio de Cesarea ha conservado fragmentos de obras literarias
pertenecientes al judaísmo helenístico, en las que los temas bí-
blicos aparecen tratados con bastante libertad.64 Los autores más
destacados son los poetas Filón –siglos III-II a.C.–, 65 y Theodoto
62 “Enseñaron los rabíes: los que cantan los versículos del Cantar de los Cantares co-
mo si fueran canciones (mundanas), o los que leen intempestivamente versículos en
los banquetes, acarrean desgracias al mundo. Porque la Torá se ciñe un cilicio, se pre-
senta ante el Santo, bendito sea, y le dice: Señor del mundo, tus hijos me han converti-
do en un arpa para que la toquen los burlones...” (TB Sanh., 101a).
63 Cf. FLAVIO JOSEFO, Ant XII, 2, 14.
64 Los datos siguientes se toman de “Fragments of lost judeo-hellenistic Works”,
en: J. H. CHARLESWORTH (ed.), The Old Testament Pseudepigrapha, volume 2, New York
1985, 773-918.
65 Textos citados y reproducidos por EUSEBIO DE CESAREA, Praeparatio Evangelica, IX, 2,
1; 24, 1; 37, 1-3.
Diálogos entre Biblia y literatura 49
66 Cf. EUSEBIO DE CESAREA, Praeparatio Evangelica, IX, 22, 2. 3. 4-6. 7. 8-9. 10-12, quien
recogió ocho fragmentos del poema Sobre los Judíos de Theodoto, que halló reprodu-
cidos en una obra de Alexander Polyhistor actualmente perdida.
67 De la tragedia Exagogé de Ezequiel se conservan solamente los fragmentos re-
cogidos por EUSEBIO DE CESAREA (Praeparatio Evangelica, IX, 28-29), CLEMENTE DE ALE-
JANDRÍA (Strom., I, 23, 155s) y el PSEUDO-EUSTATHIUS (Commentarius in Hexaemeron, PG
18, 729).
68 Artapano, con evidente inquietud apologética a favor de los judíos, amplió ‘no-
velísticamente’ los hechos de Abraham, José y Moisés en Egipto; fragmentos de su
obra fueron conservados por EUSEBIO DE CESAREA (Praeparatio Evangelica, IX, 18; 23; 27)
y CLEMENTE DE ALEJANDRÍA (Strom., I, 23, 154, 2s).
50 L u i s H e r i b e r t o r i va s
1.1. El post-Concilio
70 DanieL-roPs, Un Héraut de l’Esprit. Saint Paul, Paris 1946; Saint Paul, conquérant du Christ,
Paris 1952; Saint Paul, aventurier de Dieu, Paris 1955; Jésus en son temps, Paris 1945; Breve His-
toire du Christ Jésus, Paris 1964; etc.
71 Barrabás fue llevada al cine en 1962.
Varios autores, Muy poco tiempo después, en 1947, en las cercanías del Mar Muerto
llevados por se descubrieron los famosos manuscritos producidos por un grupo
religioso judío, de características sectarias y contemporáneo de Je-
su fantasía,
sús, que habitaron desde 150 a.C. hasta 68 d.C. en un lugar conocido
descuidaron actualmente con el nombre de Qumrán. Entre los libros encontrados
la rigurosidad hay textos hebreos, arameos y griegos de la Biblia, apócrifos y obras
científica propias de la comunidad.73
Muchos libros han aparecido con apariencia de informes científicos so-
bre el origen y el contenido de esos manuscritos.74 A esto se sumó que
también cierta prensa, sin la suficiente base científica, presentó estos hallazgos de tex-
tos, como el comienzo de la destrucción de la religión tradicional. Los libros encontra-
dos mostrarían que el texto bíblico original era diferente del que se posee actualmente,
y que el que se lee en las Iglesias está adulterado. También se dijo que los datos de las
Escrituras que predican las iglesias no responden a la verdad y que esta se encontraría
en los libros llamados ‘apócrifos’. Estas versiones se reflejan en novelas, películas y se-
ries televisivas que giran siempre en torno a una misma idea: las autoridades eclesiás-
ticas utilizan todos los medios –lícitos e ilícitos– para ocultar los documentos hallados,
porque, si fueran publicados, mostrarían una verdad diferente sobre los orígenes de
la Iglesia y en consecuencia esta perdería su poder. Los hechos han demostrado que la
realidad es muy diferente: los manuscritos bíblicos que se han encontrado contienen
un texto igual al que se lee en la actualidad; los manuscritos del Mar Muerto no están
ocultos, actualmente son del dominio público,75 en ellos no hay referencias a Jesús y no
se ha hallado nada perteneciente al Nuevo Testamento; los de Nag Hammadi son pos-
teriores a los evangelios canónicos y en gran parte dependen de ellos.76
La búsqueda del “Jesús histórico”, que venía ocupando a los científicos desde el
siglo XVIII, sufrió cambios de importancia en el transcurso del siglo XX. De una
end of a Road, London 1970; Id., The Dead Sea Scrolls and the Christian Myth, London 1979;
Id., The Historicity of Jesus and the Dead Sea Scrolls, New York 1986; neiL asHer siLberman,
The hidden scrolls: Christianity, Judaism, and the war for the Dead Sea scrolls, New York 1994;
a. DuPont-sommer, Aperçus préliminaires sur les manuscripts de la Mer Morte, Paris 1950; g.
messaDié, L’Homme qui devint Dieu, tome 1; L’Homme qui devint Dieu, tome 2: Les sources, Paris
1990; L’Homme qui devint Dieu, tome 3: L’incendiaire, vie de Saül apôtre, Paris 1995.
75 Cf. fLorentino garcía martínez, Textos de Qumrán, edición y traducción, Madrid 41993.
76 “los evangelios apócrifos y los códices de Nag Hammadi (en particular el Evangelio de Tomás) no
ofrecen nueva información o auténticos “dichos” independientes del Nuevo Testamento. Lo que se
ve en estos documentos tardíos es más bien la reacción o la reelaboración de escritos del Nuevo Testa-
mento realizada por (...) cristianos imaginativos que reflejan la piedad popular y la leyenda, y gnósti-
cos cristianos que desarrollan un sistema místico especulativo”. J. P. meier, A Marginal Jew. Rethinking
the Historical Jesus. I: The Roots of the Problem and the Person, New York 1991, 140.
etapa en la que se trató de despojar a Jesús de su condición divina porque los pre-
-
ble la idea de un Hombre-Dios, se pasó a una nueva etapa de investigación de ca-
rácter literario, en la cual se intentó delimitar en el texto evangélico lo que provenía
de los mismos labios de Jesús –ipsissima verba Iesu–, dejando de lado lo que había
sido un aporte de los evangelistas. Finalmente, se llegó a una tercera etapa en la
cual la preocupación se centró en determinar cuál fue el contexto histórico, social y
religioso, en el que actuó Jesús, para llegar a precisar el sentido exacto que habían
tenido sus palabras y sus acciones.77
Dentro de la Iglesia Católica, en el transcurso del siglo XX, la renovación de los es-
tudios bíblicos se venía abriendo paso muy lentamente. Una serie de obstáculos
impedía que la actualización pudiera realizarse con la debida celeridad. Pero un
importante cambio llegó con la promulgación de la Encíclica -
tu (30-9-1943) de Pío XII, que entre otras cosas autorizó el recurso a los métodos
78
-
ca Dei Verbum -
sión Bíblica sobre la historicidad de los Evangelios, Sancta Mater Ecclesia (1963) y
sobre La interpretación de la Biblia en la Iglesia (1993). El reconocimiento de que en
la Sagrada Escritura existen diversos géneros literarios y se deben admitir varios
niveles en los Evangelios, permite leer los relatos bíblicos bajo una nueva luz, con
los aportes de otras disciplinas.
77 Cf. RAFAEL AGUIRRE, “El estado actual de los estudios sobre el Jesús histórico después de
Bultmann”, EstBib 54 (1996) 455; J. J. BARTOLOMÉ, “La búsqueda del Jesús histórico. Una cró-
nica”, EstBib 59 (2001) 179-242. J. S. KSELMAN and R. D. WITHERUP, “Modern New Testament
Criticism”, en: BROWN; FITZMYER; MURPHY (eds.), The New Jerome Biblical Commentary, 1130-
1145. G. THEISSEN; A. MERZ, “La historia de la investigación en torno a la vida de Jesús”, en:
Id., El Jesús histórico. Manual, Salamanca 1999, 17-32. WITHERINGTON III, B., The Jesus Quest. The
Third Search for the Jew of Nazaret, Illinois 1995. N. T. WRIGHT, “Quest for the Historical Jesus”,
en: D. N. Freedman (ed.), The Anchor Bible Dictionary III, New York 1992, 796-802. L. H. RIVAS,
“La investigación sobre el Jesús Histórico (“Third Quest”)”, en: C. M. GALLI; V. M. FERNÁNDEZ
(dirs.), La Palabra viva y actual. Estudios de actualización bíblica, Buenos Aires 2005, 113-150.
78 PÍO XII, Encíclica (30-IX-1943), AAS 35 (1943) 309-319 (DH 3825-3831).
Diálogos entre Biblia y literatura 55
79 “...el Jesús que podemos «recuperar» y examinar usando los instrumentos cien-
tíficos de la investigación histórica moderna...”. J. P. meier, “The Historical Jesus: Re-
thinking some Concepts”, TS 51 (1990) 18-19.
80 El “Jesus Seminar”, fundado en 1985 por Robert W. Funk. Tienen como centro de
actividades el “Westar Institute” (Sonoma, California).
nada crítica los datos extraídos del Evangelio de Tomás, un apócrifo hallado en Nag
Hammadi. Aunque esta obra pertenecería a los siglos II o III, en el “Jesus Seminar”
se considera que contiene material más antiguo y más digno de fe que los evange-
lios canónicos.81 Este Centro de investigaciones obtiene mucho espacio en los me-
dios y a través de ellos irradia su influencia no sólo en el gran público, sino tam-
bién en los literatos.
81 El “Jesus Seminar” ha hecho una publicación de los cuatro evangelios canónicos junto con el evan-
gelio de Tomás: r.w. funK; r. w. Hoover (eds.), The Five Gospels: The Search for the Authentic Words of
Jesus, New York 1993.
2. La cinematografía
En las últimas décadas, las películas cinematográficas que se han ocupado de te-
mas bíblicos se han concentrado preferentemente en la persona de Jesucristo. En
continuidad con lo que se venía haciendo en la época precedente y como un inten-
to de presentar a Jesucristo tal como aparece en las palabras de los evangelios, se
destaca la película “Jesús de Nazaret” de F. Zefirelli (1977). Esta producción no to-
ma en cuenta los recientes estudios y asume los cuatro evangelios como si fueran
crónicas cuyos relatos se pueden entremezclar y la acumulación de escenas pudie-
ra dar una ‘biografía’ más completa de Jesús. De esta manera se pierde la perspec-
tiva propia de cada evangelista.
La mirada favorable sobre Jesucristo y el catolicismo que aparece en la película de
Zefirelli quedó como un hecho aislado, porque en los últimos decenios se impuso
la corriente contraria. Según esta nueva postura, el hallazgo de antiguos manuscri-
tos desautoriza lo que enseña la Iglesia, ya que el auténtico ‘Jesús de la historia’ y
sus dichos no se encuentran en los evangelios canónicos, sino en los apócrifos. La
mayoría de las obras presentadas al público tienden a mostrar una imagen de Jesús
diferente de la tradicional. Para delinear esta figura recurren a los evangelios lla-
mados “apócrifos”, a los que infundadamente se les atribuye una autoridad mayor
que a los “canónicos”. La Iglesia institucional y la jerarquía eclesiástica constituyen
una estructura de poder que, ocultando al verdadero Jesús, predican un evangelio
tergiversado para legitimar su autoridad. Pueden servir de ejemplo dos películas
del mundo” de Mel Brooks (1977) y “La vida de Brian” (1979), sobre un guión de
Graham Chapman y John Cleese.
Otros films se apartan de la visión crítica y recrean los relatos bíblicos mantenien-
do respetuosa coherencia con el texto sagrado. Ellos son: “Rey David”, sobre un
libro de Andrew Birkin y James Costigan, dirigida por Bruce Beresford (1985);
dos dibujos animados: “Príncipe de Egipto” (1998), una historia novelada de
Moisés, de Simon Wells, Steve Hickner y Brenda Chapman, y “El hombre que ha-
cía milagros” (2000), una novela en torno a la hija de Jairo, de Stanislas Sokolov y
Derek Hayes.
Para finalizar, es necesario mencionar la película de Mel Gibson, “La Pasión de
Cristo” (2004),85 con guión del mismo Mel Gibson y Benedict Fitzgerald. Sin entrar
en comentarios de otros órdenes que se pueden hacer con respecto a este film, en
lo que se refiere al tema bíblico, se observa que el guión está varios años atrasado
con respecto a los estudios actuales. No es la mirada sobre los evangelios de quien
ha sido iluminado por el progreso de la investigación bíblica a la luz de los últimos
documentos del magisterio, principalmente del Concilio Vaticano II. Como si no
hubiera habido avances en las últimas décadas, los autores del libro han trabajado
con el supuesto de que los evangelistas eran cronistas y no verdaderos “predica-
dores”. Seleccionaron una cantidad de escenas de los cuatro evangelios, añadieron
otras tomadas de las visiones de la Beata Ana Catalina Emmerich (1774-1824), pu-
blicadas en 1833 por Klemens M. Brentano,86 y las combinaron como si la suma de
los cuatro evangelios –y en este caso también los aportes de una fuente no-canó-
nica– diera como resultado un relato más fiel de la pasión de Cristo. Los investi-
gadores saben que no se puede obtener una narración única de la pasión, desde el
momento que entre los cuatro evangelios hay diferencias muy notables, porque los
evangelistas no escribieron desde una perspectiva biográfica sino teológica. Es ne-
cesario leerlos por separado –como hace la Iglesia en la Semana Santa– para poder
captar la perspectiva propia de cada uno de los evangelistas. En la película de M.
Gibson, se ha perdido esa perspectiva. Más que el tema bíblico, la película refleja la
espiritualidad de la mencionada vidente, porque contrastando con la sobriedad de
No sería posible pasar revista a todas las obras literarias que han tocado temas bí-
blicos en la época del post-concilio. El autor de estas líneas tampoco tiene conoci-
miento de todas. Pero se tratará de exponer rápidamente las que han tenido más
resonancia en castellano.
La Palabra es una novela del autor norteamericano Irving Wallace (1916-1990).
Publicada originalmente en inglés (1972), fue traducida al castellano en 1975.87
También se conoció la versión en forma de miniserie televisiva (1978). James
R. Fortson, traductor y autor del prólogo de la edición castellana del libro,
traza un retrato muy negativo de la situación de la Iglesia actual y constata
que “la necesidad de un Cristo redivivo se manifiesta más marcadamente ca-
da día, y en el mundo occidental abundan ya los movimientos –primordial-
mente juveniles– que aspiran a redescubrir –¿o acaso a descubrir en su justa
dimensión– al verdadero Jesús” –cf. P 5–. De esta manera coloca en posición
antitética al Jesús predicado por la Iglesia y el hipotético Jesús –verdadero
hombre, o sólo hombre– que se deberá buscar en otras fuentes. Dos persona-
jes de la novela dialogan en un momento y muestran la insatisfacción por el
87 irving waLLace, The Word, New York 1972. Versión española: La Palabra, Barcelona 1975 –en ad-
elante, se cita en texto como P seguida de páginas–.
Jesús. Pero él agrega que los cuatro evangelios canónicos “son fuentes alta-
mente prejuiciadas y parciales” –P 125–. Trabajando con el supuesto de que
el fundamento de la fe cristiana es el conocimiento de la biografía de Jesús,
“el Jesús hombre”, propone que es necesario disponer de una fuente que dé
mayor información sobre los hechos callados por los evangelios canónicos.
Según la novela, un arqueólogo italiano que realizaba investigaciones en las
ruinas de Ostia Antigua, descubrió cinco fragmentos de un pergamino del
siglo I en el que se conserva el informe del centurión romano que fue testigo
de la muerte de Jesús. Junto a estos, había también veinticuatro fragmen-
tos de un papiro que contenía un evangelio redactado en el año 62 por San-
tiago, llamado “hermano de Jesús” en el Nuevo Testamento. En la novela,
los especialistas consultados certificaron la antigüedad de estas piezas
Diálogos entre Biblia y literatura 63
el evangelio de Santiago junto con los otros cuatro evangelios en una nueva
edición del Nuevo Testamento, sin tener en cuenta que ninguna Iglesia consi-
fe. Sin embargo, en la novela esta decisión es aprobada por eruditos pertene-
88 Jacques neiryncK, Le manuscrit du Saint Sepulcre, Paris 1994. Versión española: El manuscrito del
Santo Sepulcro, Madrid 1996 –en adelante se cita como MSS seguido de páginas–.
de un estudio profundo del texto sagrado. Así, por ejemplo, María Magdalena, que
tiene un papel importante en el relato, es confundida con la prostituta arrepentida
–cf. EJ 299 y passim– y con María de Betania, la hermana de Lázaro –cf. 355, 439ss–.
Jesús es presentado como una persona conflictuada psicológicamente. Él ha
heredado de José la turbación que le produce el remordimiento por sentir-
se culpable de la matanza de los niños de Belén: José se enteró anticipada-
mente del plan de Herodes de matar a los niños, pero sólo salvó a Jesús y
no avisó a los demás –cf. 151, 197-200, 308–. Por esa razón, Jesús abandona a
su familia y se va a trabajar como pastor. Tiene su iniciación sexual con la
prostituta María Magdalena –cf. 301-303– y se va a vivir en concubinato con
ella –cf. 333–.
La novela de J. Saramago, más que ocuparse de la obra de Jesús, es un vio-
lento alegato contra Dios, a quien presenta como sediento de sangre, como
el último responsable de toda la violencia y el derramamiento de sangre
que hay en el mundo. En una extraña complicidad con el Diablo –cf. 394s–,
Dios tiene un plan para llegar a poseer todo el mundo, “una asamblea ma-
yor que la que tiene, quiere el mundo todo para sí” –469–. Este plan consiste
en fundar una Iglesia sobre la idea de que un Hijo de Dios ha muerto en la
cruz. Para llevarlo a cabo, Dios dice a Jesús que él es este Hijo de Dios –cf.
391, 398, 425–, que debe comprometerse con este plan y entregar su vida –cf.
282, 323, 397–. La historia que vendrá después de la muerte de Jesús “será
una historia interminable de hierro y sangre, de fuego y de cenizas, un mar
infinito de sufrimientos y de lágrimas” –409–. Será la del derramamiento de
la sangre de los que morirán mártires por estar a favor de Jesús –409-414–,
la de los herejes perseguidos por apartarse de su enseñanza –419-420–, la
de las torturas que se auto-infligirán los santos ascetas –414-416– y la de las
guerras de religión o de las cruzadas –417–. De esta manera la Iglesia católi-
ca es la ejecutora del plan de violencia y de sangre ideado por Dios.
La novela presenta el contraste entre Jesús y Dios: mientras Dios se satisfa-
ce con la matanza de animales en el templo –cf. 259, 267-268–, Jesús, que es
contrario a la violencia y al derramamiento de sangre, lamenta la muerte un
90 n. maiLer, The Gospel According to Sohn, Emecé, 1997. Versión en castellano: El Evangelio según el
Hijo, Buenos Aires 1997 (en adelante se cita en texto como EH seguido de página).
da, glosando textos de los cuatro evangelios e introduciendo a veces algunas pala-
bras tomadas de fuentes no canónicas. N. Mailer muestra un Jesús que, como Ma-
ría y José, pertenece a la secta de los esenios –cf. EH 14–, e intenta describirlo más
como hombre que como Dios: ha sido elegido Hijo de Dios, pero no es el Hijo igual
al Padre del evangelio de Juan y de la fe cristiana.91 Atribuye a exageraciones de los
evangelistas todo lo que excede la imagen que él propone –cf. 11, 67, 117, 228-230–
y por eso presenta a Jesús como lleno de dudas e indecisiones ante la tarea que
debe realizar –107, 127, 131, 136–, limitado tanto en su conocimiento como en su
poder,92 y aunque es Hijo de Dios y ha resucitado –233–, se encuentra distante del
Padre. Jesús, como los demás seres humanos, también tiene que confesar pecados
–38, 100, 195, 196–. El Dios de esta novela de N. Mailer parece no tener el pleno do-
minio de las cosas de este mundo, y da la impresión de estar en una lucha de igual
a igual con el Diablo, con algunos aparentes triunfos de este último –232-233–.
El autor de la novela se muestra muy sensible hacia los pobres. Por eso no faltan
las irónicas referencias a las Iglesias que pactan con Mammon –cf. EH 157– y a la
basílica de san Pedro en el Vaticano: “es un lugar de gran esplendor en Roma. En
ningún lugar puede encontrarse más oro” –232–.
Esta novela de N. Mailer no se inscribe en la línea de las otras obras reseñadas. Se
mantiene distante de todas las investigaciones bíblicas actuales y no recurre a los
apócrifos para componer su imagen de Jesús. El autor no se presenta con preten-
siones de historiador o de escriturista, sino más bien como un literato que intenta
diseñar el retrato positivo de un personaje discutido de la historia del pueblo ju-
dío. Se lo puede colocar junto a otros autores judíos que en los últimos tiempos se
han ocupado de Jesús, presentándolo como coherente con el ambiente de la épo-
ca, subrayando las coincidencias con los maestros del judaísmo y minimizando
91 “... entendí que ser el Hijo de Dios no era igual que ser el Príncipe del cielo, sino un aprendiz en
el aprendizaje de hablar con sencillez y con sabiduría, y no dejando perplejos a los demás con el es-
plendor de las palabras. Era saber –lo más difícil de todo- cuándo el Señor hablaba por mí y cuándo
no” (EH 136).
92 Jesús tiene el poder de curar enfermedades, pero ese poder se pierde con el uso: EH 77, 88, 100.
Los relatos de milagros son atribuidos a veces a exageraciones de los evangelistas (cf. 117).
93 s. ben cHorin, Bruder Jesus. Der Nazarener in jüdischer Sicht, München 1967. D. fLusser, Jesus in
Selbstzeugnissen und Bildokumenten, Reinbek, Rowohlth, 1968 (Versión española: Jesús en sus palabras y
en su tiempo, Madrid 1975). Id., Jesus. Überarbeitete Neuausgabe, Reinbek, Rowohlt, 1999; i. m. zeitLin,
Jesus and the Judaism of His Time, Cambridge 1988.
94 Dan brown, The Da Vinci Code, New York 2003. Versión española: El Código Da Vinci, Barcelona
2003 (en adelante se cita como CDV seguido de página). [La versión cinematográfica estaba anuncia-
da luego de la aparición original de este texto.] N. d. E.
95 Dan Brown ha sido acusado de plagio por Lewis Perdue (1949- ), autor de The Da Vinci
Legacy, New York 1983, y de la novela Daughter of God, New York 2000 (Edic. española: La hija
de Dios, Barcelona 2005). En las dos obras, este autor presenta una versión de los orígenes del
cristianismo que difiere de la que se conoce por los Evangelios y por los historiadores.
evangelios apócrifos de Felipe y María Magdalena, pero los textos aludidos, toma-
dos en su sentido normal, no prueban lo que pretenden –cf. 306–.96
Como en la novela de Irving Wallace, también en El Código Da Vinci se dice que de
acuerdo con toda la documentación disponible, el Jesús de la historia es un Jesús
solamente hombre, mientras que el “Cristo de la fe” es una creación de la Iglesia,
carente de todo fundamento. Sin embargo, la documentación aludida es parte de
la ficción y nunca se indica dónde se encuentra.
María Magdalena como esposa de Jesús y la existencia de una “divinidad” feme-
nina en los orígenes del cristianismo son argumentos que reflejan en la fantasía
las aspiraciones de algunos grupos feministas radicales empeñados en el acceso
de la mujer a la estructura jerárquica de la Iglesia Católica. Antes que en El Código
Da Vinci, estas ideas ya habían aparecido en los libros de Margaret Starbird que se
reseñarán más adelante. En la misma línea, una novela de Lewis Perdue (1949- )97
relata la historia de una joven llamada Sofía, una mujer Mesías de los primeros
96 Dos de los textos citados pertenecen al apócrifo Evangelio de Felipe: “Había tres que caminaban
siempre con el Señor: María, su madre, la hermana de ella, y Magdalena, que es llamada su compañe-
ra” (n. 32). “La compañera del [Hijo es María] Magdalena. El [Señor amaba a María] más que a [todos]
los discípulos. [Él] la besaba [frecuentemente en la boca]. Los otros [discípulos] lo [vieron con María]
y le dijeron: [¿por qué la amas] más que a todos nosotros? El Salvador le respondió y le dijo: ¿Cómo es
que yo no los amo tanto como a ella? Un ciego y uno que ve, si están a oscuras, no se distinguen el uno
del otro. Pero si viene la luz, entonces el que ve verá la luz, y el que es ciego permanecerá en la tiniebla”
(nn. 55-56). La palabra “compañera (koinonós, en griego)” puede tener el sentido de “esposa”, pero nor-
malmente designa a cualquier persona que acompaña a otra con cualquier fin. En la simbología usada
en los escritos gnósticos, el gesto de besar en la boca tiene el sentido de transmitir enseñanzas. Además,
como el manuscrito está deteriorado en varios lugares, se ha hecho una reconstrucción hipotética de lo
que podría estar escrito en esos espacios. Estos textos hipotéticos están escritos entre corchetes ([ ]). Se
debe forzar el texto para entender que aquí se trata de amor matrimonial.
Otro texto pertenece al apócrifo Evangelio de María [Magdalena]. Pedro y los otros discípulos le dijeron
a María Magdalena: “Sabemos que el Salvador te amaba más que a las demás mujeres. Cuéntanos las
palabras del Salvador que tú recuerdes y que no conocemos”. Entonces Magdalena describió una vi-
sión que le había mostrado Jesús. Pedro, al oírlo, dijo: “¿Cómo es que habló con una mujer sin decirnos
a nosotros, y ahora todos debemos recurrir a ella y escucharla? ¿Acaso la prefiere a ella?”. Leví le res-
pondió a Pedro: “Si el Salvador la hizo digna ¿quién eres tú para rechazarla? El Salvador la conoce muy
bien, por eso la ama más que a nosotros” (17, 7-22; 18, 1-21). El texto habla de un amor preferencial en
orden a transmitir revelaciones. De ninguna manera deja entrever que se trata de un amor matrimonial.
97 Lewis PerDue, Daughter of God, New York 2000 (Edic. española: La hija de Dios, Barcelona 2005).
tiempos cristianos, que fue ejecutada para ser reemplazada por Jesucristo en el
Concilio de Nicea.
Se puede apreciar que María Magdalena como esposa de Jesús o como figura pre-
ponderante en la Iglesia primitiva es un personaje recurrente en toda esta literatu-
ra. Algunas obras se ocupan exclusivamente de ella: Margaret Starbird le ha dedi-
cado varios libros en su cruzada a favor del sacerdocio femenino.98 De ella también
se trata, con los mismos argumentos de Dan Brown, en una novela de José Luis Gi-
ménez Rodríguez,99 y es también el personaje de la novela L’Affaire Marie-Madalena
de Gérald Messadié (1931- ).100 En esta obra, María Magdalena impulsa un complot
y roba el cuerpo maltratado de Jesús después de la flagelación, antes de que sea
clavado en la cruz. La cambiante figura de María Magdalena a través de los siglos
ha sido objeto de un estudio de Régis Burnet (1973- ), profesor de Historia de las
Religiones en la Universidad de París VII.101
Finalmente, además de sus libros dedicados a Jesucristo y María Magdalena, Gé-
rald Messadié ha publicado las biografías noveladas de dos personajes pertene-
cientes al Antiguo Testamento: Moisés102 y David.103 Como en los otros casos, tam-
bién aquí las imágenes presentadas difieren de las que aparecen en los relatos bí-
blicos. La última de sus novelas (¿Y si fuera Él?) no se ocupa del tema bíblico, sino
tangencialmente.104
98 margaret starbirD, The Woman with the Alabaster Jar: Mary Magdalen and the Holy Grial, Roches-
ter 1993 –versión española: María Magdalena y el Santo Grial, Barcelona 2004–; Id., The Goddess in the
Gospels: Reclaiming the Sacred Feminine, Rochester 1998 –versión española: La Diosa en los Evangelios,
Barcelona 2000–; Id., Magdalene’s Lost Legacy: Symbolic Numbers and the Sacred Union in Christianity,
Rochester 2003 –versión española: El legado perdido de María Magdalena, Barcelona 2005–; Id., Mary
Magdalene, Bride in Exile, Rochester 2005.
99 José Luis giménez roDríguez, El legado de María Magdalena, Zaragoza 2005.
100 géraLD messaDie, L’Affaire Marie-Madeleine, Paris 2002.
101 régis burnet, Marie-Madeleine (Ier-XXIe siècle): De la pécheresse repentie à l’épouse de Jésus, Paris 2004.
102 géraLD messaDié, Moïse, tome 1, Un prince sans couronne, Paris 1998; Moïse, tome 2: Le Prophète fun-
dateur, Paris 1998.
103 géraLD messaDié, David roi, Paris 1999.
104 géraLD messaDié, Et si c’était Lui?, Paris 2004.
La Sombra del Galileo es una novela histórica de Gerd Theissen (1943- ),105 ambien-
tada en la época de la predicación de Jesús. El autor, profesor de Nuevo Testamen-
to en Copenhagen y Heidelberg, es reconocido como uno de los más autorizados
investigadores sobre el Jesús histórico.106 Sus aportes para la exégesis del Nuevo
Testamento están ubicados casi exclusivamente en el campo del “acercamiento so-
ciológico” a la Sagrada Escritura.107 Esta forma de encarar el texto sagrado tiene en
cuenta que “los textos religiosos están ligados con relaciones recíprocas con la so-
ciedad en que nacen”, y consecuentemente se ocupa de determinar “los comporta-
mientos sociales que caracterizan los diferentes medios en los cuales se han forma-
do las tradiciones bíblicas”.108 Indudablemente, el conocimiento de estos compor-
tamientos arrojará nueva luz sobre los textos bíblicos.
Para elaborar esta novela G. Theissen tiene en cuenta los resultados de sus estu-
dios. Ante todo, ubica al Jesús de la historia dentro de los movimientos religiosos
y sociales de su época. La novela tiene la particularidad de estar enriquecida con
gran cantidad de notas al pie de página con la indicación de los documentos, ju-
díos y paganos, que permiten verificar las afirmaciones. Estas se complementan
con un apéndice sobre “Las fuentes más importantes sobre Jesús y su época” –SG
263-271–. Con esta característica, la obra se aleja del género literario de novela para
acercarse más al de un manual de historia de los orígenes del cristianismo.
105 gerD tHeissen, Der Schatten des Galiläers, München 1986. Versión española: La Sombra del Galileo.
Las investigaciones históricas sobre Jesús traducidas a un relato, Salamanca 1988.
106 gerD tHeissen; annette merz, Der historische Jesus. Ein Lehrbuch, Göttingen 1996. Versión españo-
la: El Jesús Histórico. Un manual, Salamanca 1999.
107 Entre sus obras más conocidas: gerD tHeissen, Studien zur Soziologie des Urchristentum, Tübingen
1979 –versión española: Estudios de Sociología del cristianismo primitivo, Salamanca 1985–; Id., Lokalkolo-
rit und Zeitgeschichte in den Evangelien, Fribourg (Suisse) 1989 –versión española: Colorido Local y Con-
texto Histórico en los Evangelios. Una contribución a la historia de la tradición sinóptica, Salamanca 1997–;
Id., Die Religion der ersten Christen. Eine Theorie des Urchristentum, Gütersloh 2000 –versión española:
La religión de los primeros cristianos, Salamanca 2002–; Id., Die Jesusbewegung, Gütersloh 2004.
108 Pontificia comisión bíbLica, La Interpretación de la Biblia en la Iglesia, I, D, 1.
109 bruce w. LongenecKer, The Lost Letters of Pergamum: A Story from the New Testament World, Grand
Rapids, Mi. 2003. Versión española: Las Cartas de Pérgamo, Salamanca 2004 (en adelante CP).
110 Entre sus últimas publicaciones: b.w. LongenecKer, The triumph of Abraham’s God: the transforma-
tion of identity in Galatians, Nashville, Tn., Abingdon 1998; Id., “Evil at Odds with Itself (Matthew
12, 22-29): Demonising Rhetoric and Deconstructive Potential in the Matthean Narrative”, BibInt 11
(2003) 503-514; Id., “Lukan Aversion to Humps and Hollows: The case of Acts 11, 27-12, 25”, NTS 50
(2004) 185-204; Id., Rhetoric at the Boundaries. The Art and Theology of New Testament Chain-Link Transi-
tions, Waco, Tx. 2005; etc.
4. Conclusión
Entre las obras literarias y cinematográficas que se han ocupado de temas bíblicos
en esta época post-conciliar, son muy pocas las que los han abordado con total res-
peto a la fe de los cristianos. Y estas mismas, con muy pocas excepciones, han per-
manecido insensibles a los aportes que la investigación sobre esos mismos temas
ha aportado en los últimos tiempos.
Son muchas más las obras que no responden al espíritu con que los fieles de todas
las iglesias consideran y veneran las Sagradas Escrituras. Parecería que ante el in-
terés que se evidencia en todas las confesiones cristianas por buscar en los textos
sagrados el alimento para la vida, y ante el fenómeno del retorno a las Escrituras
que se manifiesta particularmente en la Iglesia Católica, en gran número de obras
hubiera una reacción opuesta, una acción tendiente a despojar al texto bíblico de
su sacralidad o a negar que su contenido se corresponda con la fe de los creyentes.
En muchas de estas obras se utilizan los temas tomados de las Sagradas Escrituras,
insuflándoles una dosis de misterio y presentando los resultados de la investiga-
ción bíblica como si estos llevaran a una confrontación con la predicación de las
Iglesias. Se puede observar que en varias de ellas se habla como si el cristianismo
fuera sólo la Iglesia Católica Romana y no se mencionan las otras iglesias.
Dentro de estos planteos, la persona de Jesús es la que ha merecido más atención en la
mayoría de las obras cinematográficas y literarias de los últimos tiempos. El aspecto
que más impacto ha causado entre los escritores es la diferencia de enfoques sobre la
persona del Señor, que ha dado lugar a las expresiones: “Cristo de la Fe – Jesús históri-
co”. Los autores que han entendido estos términos como ‘distintas formas de enfocar
a la misma persona’, han producido obras en las que Jesús no aparece, pero sin embar-
go está siempre presente en el testimonio de los creyentes –Theissen/Longenecker–, y
dejan claro que el Cristo de la fe no es otro que el Jesús de la historia.
Pero este no es el caso que se muestra en la mayoría de las obras contemporáneas.
El Cristo de la fe y el Jesús histórico son tomados como figuras opuestas e irre-
conciliables. En algunas novelas que responden a los planteos de las formas más
radicalizadas del feminismo, Jesucristo es sólo un personaje inventado por el ma-
chismo para suplantar una antigua divinidad femenina –M. Starbird/D. Brown–.
Muchas novelas y películas manifiestan el deseo de encontrar un Jesús que sea so-
lamente hombre, sin los rasgos de la divinidad y diseñado al gusto de la época –I.
Wallace/J. Neirynck–. Se dice que el Jesús Hijo de Dios es una creación de la Iglesia
(D. Brown), o una exageración de los evangelistas (N. Mailer), o en el último de los
casos (Saramago) un engaño que sufre el mismo Jesús por parte de un Dios cruel,
deseoso de hacerlo sufrir. En otros casos, la ficción de la novela o del argumento de
la película muestra que esta “nueva” imagen del Jesús sólo hombre no surge de los
textos canónicos, sino que se descubre gracias al hallazgo de antiguos manuscritos
o a la lectura alterada de textos ya conocidos (Messadié). Lectores y espectadores
reciben el mensaje de que la verdad sobre Jesús se encuentra en las fuentes presen-
tadas por la ficción. La Iglesia Católica Romana, con la intención de establecer y
perpetuar su estructura de poder, adulteró esas fuentes y el mensaje falsificado se
encuentra en las fuentes llamadas “canónicas”.
Sin embargo, el diálogo entre los expertos en la Sagrada Escritura y los que se ocu-
pan de la literatura no está cortado. Entre los modernos métodos exegéticos han
encontrado lugar los análisis retórico, narrativo y semiótico. Esto ha sido ocasión
para que se establecieran prometedores contactos entre exégetas y literatos que ya
han comenzado a producir frutos en publicaciones de nivel científico. En la Facul-
tad de Teología de la Pontificia Universidad Católica Argentina se han dado im-
portantes pasos en este sentido.111 Hay sobrados fundamentos para esperar que en
111 L. H. rivas, “La Biblia y la Literatura. Génesis de un encuentro”, Teología 81 (2003) 7-35. Orga-
nizadas por la Facultad de Teología y la Facultad de Letras de la UCA: “Jornadas de Diálogos entre
Literatura, Estética y Teología” (30-31 de mayo de 2002); “II Jornadas de Diálogo entre Literatura, Es-
tética y Teología (El Teatro)” (19-21 de octubre de 2004). El libro c. avenatti y H. safa (eds.), Letra y
Espíritu. Diálogo entre Literatura y Teología, Buenos Aires 2003.
Parte Final:
·
misión Bíblica de 1993?
¿Cómo se distingue, en este Documento, entre el método histórico-crítico
y el análisis narrativo? ¿Cuáles son los dos momentos del análisis narra-
·
tivo?
A partir de la lectura de Lc 19, 1-10, que Luis Rivas realiza con ayuda del
análisis narrativo, ¿cómo se comprenden el “lector real” y el “lector im-
·
plícito” del texto?
¿Qué antecedentes de la Sagrada Escritura en el cine y la literatura, según
·
el autor, merecen mencionarse en la Antigüedad y en los últimos siglos?
¿Cuáles fueron los dos acontecimientos que impulsaron el interés por la
Biblia en la literatura del Vaticano II y del tiempo posconciliar?
82 L u i s H e r i b e r t o r i va s
·
nas obras significativas?
¿Qué obras literarias han tenido mayor resonancia en el ámbito de ha-
bla castellana y cómo han considerado los aspectos bíblicos cada una de
·
ellas?
¿Cuáles son las dos obras que pueden considerarse como una recepción
·
positiva de los avances de las últimas décadas en los estudios bíblicos?
A la luz del aporte de Luis Rivas en este cuadernillo, reflexionar sobre
los desafíos que nos presenta la lectura y la interpretación de la Biblia en
la cultura actual y el diálogo creyente con el cine y la literatura de estos
tiempos.
Índice
Presentación .............................................................................................................................................................. 5
PRIMERA PARTE
La Biblia y la Literatura.
Génesis y desarrollo de un encuentro ....................................................................................................... 7
SEGUNDA PARTE
Las Sagradas Escrituras en el Cine y
la Literatura después del Concilio Vaticano II .............................................................................. 43
1. Los antecedentes............................................................................................................................................... 47
1.1. El post-Concilio ............................................................................................................................................ 51
1.2. Los hallazgos de antiguos manuscritos.......................................................................................... 52
1.3. La búsqueda del “Jesús de la historia” ........................................................................................... 53
2. La cinematografía ........................................................................................................................................... 57
3. Las obras literarias .......................................................................................................................................... 61
3.1. Dos obras positivas .................................................................................................................................... 74
4. Conclusión ............................................................................................................................................................ 77
PARTE FINAL
Preguntas para el estudio y la reflexión .............................................................................................. 81
Diálogos
mente desde el Documento de la Pontifi-
cia Comisión Bíblica La interpretación de la
Mons. Luis Heriberto Rivas nació el 25 de mayo de 1933. Fue ordenado sacerdote de la Arquidió-
NEGRO >>> imprime NEGRO / CIAN >>> PANTONE orange 021
Biblia y
mo del CELAM y presidente de la Sociedad Argentina de Teología durante varios períodos. Posee del relato de Jesús y Zaqueo (cf. Lc 19,
numerosas publicaciones en el área de Sagrada Escritura y actualmente es Director de la Revista 1-10). La relación de las Sagradas Escritu-
Bíblica argentina.
entre
ras con la literatura se amplía mediante
una exploración de lo ocurrido en el cine
en los años que siguieron al Concilio
Vaticano II y la propuesta de perspectivas
literatura
críticas para la evangelización.