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La Llave Del Cielo
La Llave Del Cielo
BENEFICIOS DE LA ORACIÓN
sabemos orar como es debido, pero el Espíritu mismo ruega a Dios por
nosotros, con gemidos que no pueden expresarse con palabras. 27 Y Dios,
que examina los corazones, sabe qué es lo que el Espíritu quiere decir,
porque el Espíritu ruega, conforme a la voluntad de Dios, por los del pueblo
santo.
Juan 16,23-24
En aquel día ya no me preguntarán nada. Les aseguro que el Padre les dará
todo lo que le pidan en mi nombre. 24 Hasta ahora, ustedes no han pedido
nada en mi nombre; pidan y recibirán, para que su alegría sea completa.
1. Ser humilde
Mucha gente piensa falsamente que la humildad es una
virtud que demuestra baja autoestima. Santo Tomás nos
enseña que la humildad es una virtud por medio de la
cual reconocemos la verdad acerca de la realidad. Dado
que la oración, en sus raíces, es una petición a Dios, la
humildad es de crucial importancia.
A través de la humildad reconocemos nuestra
necesidad ante Dios. Somos total y completamente
dependientes de Dios para todo y en todo momento:
nuestra existencia, vida, respiración, cada pensamiento y
acción. A medida que seamos más humildes,
reconoceremos más profundamente nuestra necesidad
de orar más.
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2. Tener fe
No es suficiente reconocer que estamos necesitados.
Para orar, también tenemos que pedirle a alguien, y no a
cualquiera, sino a alguien que pueda y quiera atender
nuestra petición. Los niños intuyen esto cuando le piden a
la mamá en lugar de al papá (¡o viceversa!) permiso o un
regalo. Es con los ojos de la fe que vemos que Dios es
poderoso y que desea ayudarnos en la oración.
Santo Tomás dice que “la fe es necesaria… es decir,
necesitamos creer que podemos obtener de Él lo que
buscamos”.
Es la fe que la nos enseña acerca de “la omnipotencia y
la misericordia de Dios”, la base de nuestra esperanza.
En este aspecto, Santo Tomás refleja las Escrituras. La
Carta a los Hebreos destaca la necesidad de la fe
diciendo, “nadie se acerca a Dios si antes no cree que
existe y que recompensa a los que lo buscan” (Hebreos
11,6). Les recomiendo que oren un Acto de Fe.
3. Orar antes de orar
En los breviarios antiguos se pueden encontrar oraciones
que comienzan con “Abre, oh Señor, mi boca para
bendecir tu Santo Nombre. Limpia, también, mi corazón
de todo pensamiento vano, perverso y extraño…”
Recuerdo encontrar esto interesante – ahí se nos
prescriben incluso ¡oraciones para antes de orar!
Cuando vuelvo a reconsiderar esto, me doy cuenta de
que aunque parezca paradójico, nos deja una lección. La
oración es completamente supernatural, de manera
que está muy lejos de nuestro alcance.
Santo Tomás menciona que Dios “desea otorgarnos
ciertas cosas que nosotros le pidamos”. En una de sus
oraciones, él le dice a Dios: “Ilumina mi mente, enciende
mi corazón, que yo merezca de manera atenta y devota,
recitar este Oficio y que se escuche el mérito en vista de
tu divina Majestuosidad”. La atención y la pureza de
corazón necesaria para dirigirse a Dios en la oración es
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