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Se puede orar en voz alta o en la mente. Puedes hablar con Dios como lo
harías con cualquier otra persona. No es necesario que tus palabras sean
elocuentes ni que estén memorizadas. Es más importante que abras tu
corazón y te muestres tal como eres. Cree que Él está ahí y que escucha,
porque así es. Cree que Él te ayudará, porque lo hará.
1. Comienza tu oración
Antes de empezar, busca un lugar tranquilo donde te sientas cómodo. Una
buena manera de comenzar es dirigiéndote a Dios por Su nombre. Trata
con: “Querido Dios”, “Querido Padre Celestial”, “Padre nuestro que estás
en los cielos”, o simplemente “Dios”.
2. Mantén una conversación con Dios
Habla con el corazón y comparte tus esperanzas y tus deseos, así como tus
preocupaciones y tus problemas. Puedes pedirle ayuda, dirección, perdón o
sanación. Lleva ante Él cualquier cosa que tengas en la mente,
reconociendo que Su sabiduría es más grande, y Su tiempo mejor que el
tuyo. Puedes preguntarle lo que Él desea para ti.
Comparte con Dios tus sentimientos acerca de otras personas. Ora por sus
necesidades o pregunta maneras en las que puedes amarlas y ayudarlas.
Expresa gratitud a Dios por todas las bendiciones de tu vida. Incluso los
desafíos pueden ser una bendición. Eso nos ayuda a ser humildes, lo cual
mantiene nuestra mente y nuestro corazón más receptivos a las
respuestas de Dios.
3. Acaba tu oración
Una vez hayas dicho todo lo que deseabas decir, puedes acabar tu oración
diciendo: “En el nombre de nuestro Señor Jesucristo, amén”.
Lo hacemos así porque Jesús es el medio para conectar con nuestro Padre
Celestial, y todas las cosas deben hacerse en Su nombre.
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