Está en la página 1de 27

Derecho del espacio ultraterrestre

Las nuevas fronteras de la ciencia y la tecnología requieren una mayor cooperación


internacional. Reafirmamos nuestra intención de aprovechar plenamente, por
conducto de las Naciones Unidas, entre otros, las oportunidades sin precedentes
creadas por los avances de la ciencia y la tecnología en beneficio de los pueblos de
todo el mundo en esferas tales como el espacio ultraterrestre, la utilización con fines
pacíficos de los fondos marinos fuera de la jurisdicción nacional y el mejoramiento
de la calidad del medio, a fin de que los países desarrollados y en desarrollo puedan
compartir equitativamente los adelantos científicos y técnicos, contribuyendo así a
acelerar el desarrollo económico en todo el mundo.
El 4 de octubre de 1957, la Unión Soviética puso en órbita terrestre el primer satélite
artificial, iniciando la carrera espacial y también el derecho del espacio ultraterrestre
o derecho espacial. El Derecho aéreo (regulado por la Convención de la Aviación
Civil de Chicago de 1944, el artículo 1 de esta Convención establece que los
Estados contratantes reconocen que todo Estado tiene soberanía plena y exclusiva
en el espacio aéreo situado sobre su territorio) no contempla el derecho de paso
inocente de aeronaves extranjeras sobre el territorio de otro Estado (incluido el
espacio aéreo sobre el mar territorial), los satélites artificiales se mueven en un
espacio extra-atmosférico (extraterrestre), sin respetar fronteras nacionales.
El derecho ultraterrestre es considerado como una especialdiad del derecho
internacional público, al igual que el derecho aeronáutico o el derecho martítimo,
con los que comparte principios fundamentales. En inglés el término usado para
espacio ultraterrestre es outer space (espacio exterior), por ello esta rama del
derecho es denominada Law of Outer Space (derecho del espacio exterior) y Space
Law (derecho espacial). Poco después del lanzamiento del Sputnik I la Asamblea
General de las Naciones Unidas recomendaba el estudio de un sistema de
inspección para asegurar que el envío de objetos al espacio ultraterreste se
realizaría con fines científicos y pacíficos.
En 1958 se estableció la Comisión sobre la Utilización del Espacio Ultraterrestre con Fines
Pacíficos (COPUOS, Commitee on the Peaceful Uses of Outer Space), con una
Subcomisión de Asuntos Jurídicos y otra Subcomisión de Asuntos Científicos y Técnicos.

La Subcomisión Jurídica ha preparado diversos instrumentos jurídicos


internacionales; también otros organismos han participado en el desarrollo del
derecho del espacio ultraterrestre, principalmente la Unión Internacional de
Telecomunicaciones (UIT). El derecho del espacio ultraterrestre constituye un
conjunto de normas y reglas de conducta internacionales para facilitar las relaciones
de los Estados en el espacio ultraterrestre.
El desarrollo de esta rama autónoma del derecho se ha realizado a partir de la formulación
de principios jurídicos generales que más tarde se incorporarían a los tratados
internacionales. El primer paso en esta línea fue la aprobación de la Declaración de los
principios jurídicos que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y
utilización del espacio ultraterrestre.

Además de este derecho multilateral, algunos Estados han desarrollado normas


internas en previsión de la posibilidad de la exploración del espacio por parte de
empresas privadas.
Puesto que una de las funciones de las Naciones Unidas es fomentar la
cooperación internacional en el campo político e impulsar el desarrollo progresivo
del derecho internacional y su codificación (artículo 13 de la Carta de las Naciones
Unidas), un primer paso en este sentido fue la aprobación por la Asamblea General
de la Declaración de principios jurídicos que deben regir las actividades de los
Estados en la exploración del espacio ultraterrestre aprobada por unanimidad el 13
de diciembre 1963 en la resolución A/RES/1962 (XVII). Esta Declaración sienta los
principios básicos del Derecho del espacio ultraterrestre:
Libertad de exploración
Igualdad en la utilización
Cooperación y asistencia mutua
Mantenimiento de la paz
No apropiación: ningún Estado puede reclamar soberanía sobre los objetos
celestes, independientemente del uso continuado, primera ocupación,...
Responsabilidad

Aunque las resoluciones de la Asamblea General de las Naciones Unidas no tienen


carácter jurídico vinculante, esta fue aprobada por unanimidad

Los cinco Tratados de Naciones Unidas relativos al espacio ultraterrestre

La Subcomisión de Asuntos Jurídicos ha elaborado y presentado cinco tratado


generales multilaterales que incorporan y desarrollan conceptos contenidos en la
Declaración de principios jurídicos que deben regir las actividades de los Estados
en la exploración del espacio ultraterrestre:

El Tratado sobre los principios que deben regir las actividades de los Estados en la
exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos
celestes (A/RES/2222 (XXI)), aprobado el 19 de diciembre de 1966 y abierto a la
firma el 27 de enero de 1967, entró en vigor el 10 de octubre de 1967. Este tratado
recoge y desarrolla los principios de la Declaración de principios jurídicos que deben
regir las actividades de los Estados en la exploración del espacio ultraterrestre de
1963, en gran medida, este tratado constituye la codificación de las reglas del
derecho ultraterrestre consuetudinario. El tratado reconoce los principios de
igualdad y libertad en la exploración y uso del espacio ultraterrestre por parte de
todos los Estados (artículo I), prohíbe la apropiación o reivindicación soberana del
mismo (artículo II), exigen la cooperación y comprensión internacional (artículo III),
prohíbe el uso de armas nucleares (artículo IV). El Tratado establece que los
Estados serán responsables de sus actividades en el espacio ultraterreste, incluso
la Luna y otros cuerpos celestes (artículo VI); el tratado, en este mismo artículo VI
prevé la actividad de entidades no gubernamentales: Las actividades de las
entidades no gubernamentales en el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros
cuerpos celestes, deberán ser autorizadas y fiscalizadas constantemente por el
pertinente Estado Parte en el Tratado. El tratado estipula los astronautas serán
considerados por los Estados partes como enviados de la humanidad en el espacio
ultraterrestre (artículo V).

El Acuerdo sobre el salvamento y la devolución de astronautas y la restitución de


objetos lanzados al espacio ultraterrestre (A/RES/2345 (XXII)), aprobado el 19 de
diciembre de 1967 y abierto a la firma el 22 de abril de 1968, entró en vigor el 3 de
diciembre de 1968. El texto establece la prestación de toda la ayuda posible a los
astronautas en caso de accidente, peligro o aterrizaje forzoso; la devolución de los
astronautas con seguridad y sin demora y la restitución de los objetos espaciales o
sus restos al Estado de lanzamiento, en caso de aterrizaje de emergencia o
accidente en un Estado distinto al de lanzamiento.

El Convenio sobre la responsabilidad internacional por daños causados por objetos


espaciales (A/RES/2777 (XXVI)), aprobado el 29 de noviembre de 1971 y abierto a
la firma el 29 de marzo de 1972, entró en vigor el 11 de septiembre de 1972.
Constituye un conjunto de normas y procedimientos internacionales sobre la
responsabilidad por daños causados por objetos espaciales, para asegurar el pago
de indemnizaciones equitativas a las víctimas. El convenio define los daños de
modo que incluyen tanto los personales como los materiales y establece que el
Estado de lanzamiento tendrá responsabilidad absoluta y responderá de los daños
causados por un objeto espacial suyo en la superficie de la Tierra o a las aeronaves
en vuelo (artículo II).

El Convenio sobre el registro de objetos lanzados al espacio ultraterrestre


(A/RES/3235 (XXIX)), aprobado el 12 de noviembre de 1974 y abierto a la firma el
14 de enero de 1975, entró en vigor el 15 de septiembre de 1976. Los Estados
firmantes que lanzan objetos al espacio establecen un registro, en obligación del
Convenio, donde se indica (artículo IV): el nombre del Estado o los Estados de
lanzamiento; la designación apropiada del objeto espacial o su número de registro;
fecha y territorio o lugar de lanzamiento; parámetros orbitales básicos (período
noda, inclinación, apogeo, perigeo); y la función general del objeto espacial. Los
datos del registro de un objeto espacial, así como la información adicional, se
proporcionará al Secretario General de las Naciones Unidas.

El Acuerdo que debe regir las actividades de los Estados en la Luna y otros cuerpos
celestes (A/RES/34/68), aprobado el 5 de diciembre de 1979 y abierto a la firma el
18 de diciembre de 1979, entró en vigor el 11 de julio de 1984. Una vez el hombre
accedió a la Luna, fue necesario regular la actividad de los Estados sobre nuestro
satélite ( y por extensión el resto de cuerpos celestes del sistema solar distintos de
la Tierra, artículo 1). El Tratado establece, entre otros, que la Luna y sus recursos
naturales son patrimonio común de la humanidad (artículo 11), que ni la superficie,
la subsuperficie, ni ninguna de sus partes podrán ser propiedad de ningún Estado,
organización internacional intergubernamental, organización internacional no
gubernamental, organización nacional o entidad no gubernamental ni de ninguna
persona física; la luna será utlilizada con fines pacíficos (se acuerda una
desmilitarización similar a la que el Tratado Antártico establece para este
continente). También que todos los Estados tienen derecho a explorar y utilizar la
Luna sin discriminación de ninguna clase; en la explotación de los recursos
naturales de la Luna, todos los Estados Partes tendrán una participación equitativa
en los beneficios obtenidos, teniendo en cuenta los interes y necesidades de los
países en vías de desarrollo, así como los esfuerzos de los países que hayan
contribuido directa o indirectamente a la explotación de la Luna. Los Estados Partes
en el Acuerdo son responsables internacionalmente de las actividades nacionales
que realicen en la Luna los organismos gubernamentales o las entidades no
gubernamentales, de modo que las entidades no gubernamentales que se hallen
bajo la jurisdicción de un Estado solo emprenderán actividades en la Luna con la
autorización y bajo la fiscalización del pertinente Estado Parte. Todo Estado Parte
podrá comprobar que las actividades de otros Estados Parte en la exploración y
utilización de la Luna son respetuosas con el Acuerdo, para ello todos los vehículos
espaciales, equipos, materiales, estaciones e instalaciones que se encuentren en la
Luna será accesibles a otros Estados Parte, cuyas visitas habrán de ser notificadas
con razonable antelación.

Resoluciones de la Asamblea General relativas al espacio ultraterrestre


La Organización de las Naciones Unidas ha supervisado la redacción, formulación
y aprobación de cinco resoluciones de la Asamblea General:

La Declaración de los principios jurídicos que deben regir las actividades de los Estados en la
exploración y utilización del espacio ultraterrestre, aprobada el 13 de diciembre de 1963
(resolución 1962 (XVII) de la Asamblea General.

Los Principios que han de regir la utilización por los Estados de satélites artificiales de la Tierra
para las transmisiones internacionales directas por televisión, aprobados el 10 de diciembre de
1982 (resolución 37/92 de la Asamblea General).

Los Principios relativos a la teleobservación de la Tierra desde el espacio, aprobados el 3 de


diciembre de 1986 (resolución 41/65 de la Asamblea General).

Los Principios pertinentes a la utilización de fuentes de energía nuclear en el espacio


ultraterrestre, aprobados el 14 de diciembre de 1992 (resolución 47/68 de la Asamblea General).

La Declaración sobre la cooperación internacional en la exploración y utilización del espacio


ultraterrestre en beneficio e interés de todos los Estados, teniendo especialmente en cuenta las
necesidades de los países en desarrollo, aprobada el 13 de diciembre de 1996 (resolución
51/122 de la Asamblea General).
Otras resoluciones de la Asamblea General:

Resolución 1721 A y B (XVI) de 20 de diciembre de 1961, Cooperación internacional para la


utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos

Resolución 59/115, de 10 de diciembre de 2004, Aplicación del concepto de "Estado de


lanzamiento"

Resolución 62/101, de 17 de diciembre de 2007,

Recomendaciones para mejorar la práctica de los Estados y las organizaciones


intergubernamentales internacionales en cuanto al registro de objetos espaciales

LOS LÍMITES DEL ESPACIO ULTRATERRESTRE

Si el derecho aéreo se desarrolla en el ámbito de la atmósfera terreste, los dispositivos y naves


espaciales objeto del derecho del espacio ultraterreste se mueven en un espacio extra-
atmosférico. Hay que recordar que el espacio atmosférico es territorial, esto es, pertenece a
cada Estado. ¿Pero cual es el límite que define el espacio atmosférico del extra-atmosférico o
ultraterrestre? La respuesta no es sencilla, no existe aún consenso sobre ello, puesto que la
atmósfera no termina de forma brusca, se va volviendo más ténue progresivamente; la exosfera,
la capa más externa de la atmósfera que estudian los escolares comienza a unos 500 Km de la
superficie de la tierra y su límite superior se confunde gradualmente con el espacio. Es por ello
que los tratados internacionales no establecen límites territoriales al espacio ultraterrestre.

Otro criterio para establecer un límite al espacio ultraterrestre es el de que comienza más allá
de donde es posible la navegación aérea sustentada (límite del espacio territorial). Aunque el
progreso técnico de la aviación puede alterar este límite. Otro criterio puede ser el límite inferior
de la altura mínima a la que es posible el vuelo orbital, la distiancia a la que es posible que un
objeto realice órbitas alrededor de la Tierra. Ante la falta de un acuerdo sobre el límite del
espacio ultraterrestre, se emplea un criterio funcional; la naturaleza de las actividades determina
el derecho aplicable. A las actividades aéreas se les aplica el derecho aeronáutico, a las
actividades espaciales el derecho del espacio. No obstante, los transbordadores espaciales del
programa lanzadera espacial de la NASA, que realizan el lanzamiento como un cohete
convencional, pero en su regreso a la Tierra lo hacen planeando, en vuelo sustentado
atmosférico, en este caso, si se viera en la necesidad de penetrar el espacio aéreo de un Estado
distinto al de lanzamiento, en este caso le sería aplicable el derecho aeronáutico. En previsión
de esto, los Estados Unidos han suscrito diversos acuerdos con varios Estados.

LA ÓRBITA GEOESTACIONARIA

La llamada órbita geoestacionaria es una órbita circular cuyo plano orbital coincide con el plano
ecuatorial terrestre, con periodo orbital de 24 horas, con lo que un satélite colocado en una
órbita de este tipo permanece en posición fija respecto de la Tierra a unos 35800 km de altitud.
Los satélites en esta órbita son especialmente útiles para las telecomunicaciones, puesto que
permiten un contacto ininterrumpido entre las estaciones de tierra visibles. La órbita
geoestacionaria es un recurso natural escaso, puesto que se estima que 1800 es el número
máximo de satélites que podrían operar simultáneamente desde esta órbita (es necesario que
guarden una distancia de seguridad). Es por ello que algunos países en vías de desarrollo sin
posibilidades, en la actualidad, de poner en órbita geoestacionaria un satélite muestren su
preocupación de que estas órbitas estén completamente ocupadas cuando sus capacidades
técnicas y financieras se lo permitan. Algunos países ecuatoriales han manifestado su intención
de reivindicar la soberanía del segmento de órbita geoestacionaria sobre su territorio. En 1975
la delegación Colombiana anunció esta intención en la Asamblea General de las Naciones
Unidas. En diciembre de 1976, varios países ecuatoriales adoptaron la Declaración de Bogotá,
que reivindicaba la soberanía sobre sus respectivos segmentos de órbita geoestacionaria, y,
por tanto, exigían su autorización para la utilización por otros Estados. No obstante, esta
propuesta no ha progresado internacionalmente al no ser admitida por los países lanzadores
amparándose en la libertad de tránsito pacífico espacial. En la actualidad es la Unión
Internacional de Telecomunicaciones (UIT) el organismo encargado de asignar las frecuencias
radiolectricas (imprescindibles para el funcionamiento de los satélites) por un periodo limitado,
por lo que la UIT desempeña el papel de una autoridad mundial en la asignación de frecuencias
y posiciones en la órbita geoestacionaria, constituyendo estos acuerdos (Convenio Internacional
de Telecomunicaciones) también parte del derecho ultraterrestre.

DERECHO ESPACIAL, CÓSMICO O


ULTRATERRESTRE
El Derecho del espacio ultraterrestre está conformado
por aquel conjunto de normas jurídicas relativas a la
regulación de las actividades espaciales por parte de
los Estados, de los organismos internacionales y de
las entidades no gubernamentales.

La aparición del Derecho espacial es muy reciente, lo


cual es bastante lógico, por cuanto que hasta el 4 de
octubre de 1957 no tuvo lugar el lanzamiento y puesta
en órbita del Sputnik1, y hasta años después no se
habían constatado, de forma clara, las ingentes
posibilidades de exploración, explotación y
aprovechamiento del espacio ultraterrestre, por parte
de la Humanidad. Sin embargo, previamente a la
aparición de un conjunto normativo, la doctrina
científico-jurídica ya se había planteado la regulación
del uso del espacio (tengamos en cuenta que, salvo
excepciones, la realidad siempre suele preceder al
Derecho, de modo que es comprensible el tardío
planteamiento de este asunto por parte del Derecho
Internacional y de los legisladores).

Hoy día el Derecho del espacio ultraterrestre


constituye una parte del Derecho que ha alcanzado
madurez, independencia y originalidad, todo lo cual es
una base para afirmar que se distingue del Derecho
Internacional general, sobre todo respecto de algunos
de sus componentes, como el Derecho marítimo o el
Derecho del espacio aéreo. Estamos, pues ante la
creación de un Derecho nuevo que se cobija bajo
diversas denominaciones, como "Derecho del espacio
ultraterrestre", "extraterrestre", "interplanetario",
"Derecho espacial", etc. La nomenclatura "Derecho del
espacio ultraterrestre" es quizá la más comúnmente
aceptada, siendo necesario este adjetivo para
distinguirlo del Derecho aéreo.

Los inicios del Derecho espacial, sus principios


inspiradores y los Tratados más significativos se han
gestado en el seno de la Asamblea General de
Naciones Unidas. Desde 1959, con la puesta en
marcha del Comité de los Usos Pacíficos del Espacio
Extra atmosférico (CUPEEA), se comenzó la
preparación de los instrumentos internacionales, y se
contaba, para el desempeño de sus funciones, con dos
Subcomisiones permanentes: la Subcomisión de
Asuntos Jurídicos y la Subcomisión de Asuntos
Científicos y Técnicos. Asimismo, otros organismos
internacionales han participado en este proceso,
principalmente la Unión Internacional de
Telecomunicaciones (UIT). Con el paso del tiempo han
ido entrando en vigor distintos instrumentos
convencionales a raíz de previas Resoluciones.

Aparte del Derecho convencional o multilateral, en los


últimos años se ha observado una tendencia a la
creación de normas internas por ciertos Estados, ello
debido a las posibilidades de explotar el espacio por
parte de Empresas privadas, tal y como les autorizan
las disposiciones del Tratado del Espacio de 1967.
Todo ello constituye el conjunto de preceptos de esta
materia, que algún sector doctrinal ha denominado
CORPUS IURIS SPATIALIS.

Concepto y delimitación del espacio ultraterrestre


Curiosamente, no existe precepto ni disposición que
defina el "espacio ultraterrestre", y no se facilita la
determinación de sus límites con relación al espacio
aéreo. El tema, que suscitó largos debates en el seno
del Comité del Espacio, puede parecer un tanto banal,
pero una clara delimitación de este espacio es
sumamente importante, pues nos hallamos ante dos
regulaciones jurídicas muy distintas. En efecto, el
espacio ultraterrestre o extra atmosférico se halla
regulado por los principios y normas del Derecho
espacial, en tanto que el espacio aéreo se halla
vinculado al ejercicio de los derechos soberanos del
Estado subyacente.
Es la doctrina la que se ha encargado de intentar
conceptualizar y delimitar los dos espacios, si bien se
encuentra dividida entre los partidarios de una
distinción "geográfica" o "científica", y los partidarios de
una distinción "funcional" o que siguen la noción de
"actividades espaciales".
Los primeros hablan de separar las dos zonas de
modo objetivo, siguiendo criterios de altitud, es decir,
una delimitación física. Se considera que el espacio
ultraterrestre comienza allá donde se desvanece la
atmósfera terrestre o, más concretamente, a partir de
los 90 a 100 kilómetros de altitud (por debajo de
cualquiera de estos límites hablaríamos de espacio
aéreo y, consecuentemente, de soberanía estatal).

Sin embargo, parece más aceptado seguir los criterios


"funcionales " o de "actividades espaciales", por cuanto
que la delimitación geográfica supondría un grave
atentado a la libertad de circulación de las naves que
evolucionen por debajo de la altitud límite. Existen
vehículos espaciales (como, por ejemplo, el
transbordador espacial norteamericano) que
necesariamente han de evolucionar siguiendo una
trayectoria por debajo de los 90-100 kilómetros límite,
con lo cual se obligaría a los países lanzadores a
solicitar la autorización de paso y, eventualmente,
deber de abonar cierta suma dineraria. Por ello, los
partidarios del criterio funcional consideran que el
campo de aplicación del Derecho espacial no es
solamente el espacio extraatmosférico.
Como decimos, esta es cuestión no resuelta, aunque
estimamos que, con el incremento del uso del espacio
y de su explotación, se acabará por adoptar una
postura ecléctica, tomándose diversos criterios, tanto
geográficos como funcionales, para resolver el
problema.

Principios del Derecho del espacio ultraterrestre


El Derecho espacial se rige por una serie de principios
generales, que se hallan plasmados, básicamente, en
el Tratado de 27 de enero de 1967 ("Tratado sobre los
principios que deben regir las actividades de los
Estados en la exploración y utilización del espacio
ultraterrestre, incluidas la Luna y otros cuerpos
celestes"). Si bien la normativa existente sobre
Derecho del espacio debe atenerse a estos principios
generales, estos mismos principios deben estar
subordinados al Derecho Internacional general, así
como también las propias actividades que los Estados
realizan en el espacio.
Los principios más importantes en esta materia son:
Principio de no-apropiación del espacio (art. 2 del
Tratado).
La plena libertad e igualdad en la exploración y
utilización del espacio ultraterrestre por todos los
Estados (art. 1 párrafo 1º).
Principio de utilización del espacio con fines pacíficos,
si bien esta afirmación requiere ser matizada, como
veremos.
Principio de cooperación y asistencia mutua en las
actividades espaciales (art. 9).
Se puede afirmar que el principio más importante es el
de no-apropiación del espacio, en tanto en cuanto se
dispone que el espacio ultraterrestre pertenece a todos
los seres humanos.
En efecto, ningún Estado o Nación puede reclamar la
soberanía sobre ninguna zona del espacio ni sobre los
objetos celestes, sea cual sea el medio utilizado, y que
sería válido para adquirir el dominio o propiedad de
cosas en la Tierra (v.g. una finca), como el uso
continuado (usucapión), la conquista o la primera
ocupación.
Considero que, a pesar de ser lógica y práctica esta
regulación, el legislador ha tomado una postura
excesivamente geocentrista, pues no se tiene en
cuenta la posibilidad de la existencia de vida
extraterrestre tecnológicamente avanzada, la cual
podría tener tanto derecho a usar cualquier zona del
espacio como la especie humana (a no ser que se
procediera a delimitar el espacio por regiones, lo cual
sería fuente de conflictos). Pero esto pertenece, por el
momento, al ámbito de la ciencia-ficción.
Los principios de libertad e igualdad en la exploración
son una consecuencia lógica del principio anterior,
pues todos los Estados de la Tierra gozan de ese
derecho, sin excepción, siempre que se realice en
beneficio e interés de todos los habitantes de la Tierra.
Finalmente, el principio de utilización del espacio con
fines pacíficos dista mucho de ser un principio absoluto
(a pesar de que un gran número de Tratados lo
recoja), por cuanto que se prohíbe expresamente el
uso y puesta en órbita de "armas nucleares" u "otras
armas de destrucción masiva", comprendiendo éstas
todo tipo de armas químicas o biológicas (Tratado de
1967), pero no se prohíbe la puesta en órbita de
satélites de uso militar, ya sea para espionaje o para
ataques a objetivos concretos y determinados.

La Luna y los cuerpos celestes


Los principios que hemos analizado en el apartado
anterior son un importante referente en el momento de
legislar sobre esta materia. Pero desde que el envío de
astronautas a la Luna se convirtió en una realidad, se
observó que era necesaria una regulación más
concreta y detallada respecto a nuestro satélite
natural, y, por extensión, respecto a los demás
cuerpos celestes. Por ello se procedió a la tardía
aprobación del "Acuerdo que debe regir las actividades
de los Estados en la Luna y otros cuerpos celestes",
de 1979, y que entró en vigor el 1 de julio de 1984.
En este sentido, imaginemos que una nave tripulada
perteneciente a un determinado Estado, se posara
sobre una región de la Luna o sobre un asteroide, y
que, a raíz de ello, reclamara la soberanía o un
derecho de propiedad. O que dicha reclamación la
llevara a cabo una Empresa privada dedicada a los
viajes espaciales y la explotación del espacio. Pues
bien, siguiendo los pasos del Tratado de 1967, este
"nuevo" Tratado sobre la Luna de 1979 impide este
tipo de potenciales actuaciones, ya que constata y
recalca que nadie puede apropiarse de la Luna ni de
los demás objetos del Sistema Solar, puesto que son
Patrimonio Común de la Humanidad.
Con base en este Tratado, quedan protegidos los
cuerpos celestes, en general, y concretamente los
recursos naturales de la Luna, tanto los de su
superficie como los de su subsuperficie.
A este respecto, existe libertad para llevar a cabo
investigación científica en la Luna, y está permitida la
recogida y extracción de muestras para su ulterior
análisis. Los descubrimientos que se realicen deben
servir para el provecho de todos los países.
Por último, el Acuerdo sobre la Luna también se refiere
al uso de este satélite con fines pacíficos, pues se
prohíbe el lanzamiento de amenazas contra la Tierra u
otro cuerpo celeste, o contra una nave espacial o su
tripulación, todo ello llevado a cabo desde la Luna.

Conclusión
En este artículo nos hemos adentrado brevemente en
lo que podemos considerar dos ramas de dos materias
totalmente diferentes, como son el Derecho y la
Astronáutica. Hemos realizado un esbozo que intenta
reflejar la incidencia práctica de los avances de la era
espacial en el ámbito jurídico, y hemos comprobado la
necesidad de que toda actuación humana, ya sea en
un pueblo, en un continente, en la Tierra o en el mismo
espacio, debe ir acompañada (aunque sea tarde) de
una adecuada regulación normativa, la cual intente
evitar o, al menos, solucionar, los conflictos que entre
hombres o Estados puedan surgir.
De todos modos, hemos dejado de hablar (por razones
lógicas de espacio) de otros muchos asuntos en esta
materia, como son la responsabilidad internacional por
actividades en espacio, la normativa existente para la
cooperación internacional y asistencia mutua, el
control y registro de las personas y los objetos
colocados en el espacio, o la inacabable normativa
internacional en materia de telecomunicaciones o usos
militares del espacio.

A. Tratado sobre los principios que deben regir

las actividades de los Estados en la exploración

y utilización del espacio ultraterrestre, incluso

la Luna y otros cuerpos celestes

Los Estados Partes en este Tratado, Inspirándose en las grandes perspectivas


que se ofrecen a la humanidad como consecuencia de la entrada del hombre en
el espacio ultraterrestre,
Reconociendo el interés general de toda la humanidad en el proceso de la

exploración y utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos,

Estimando que la exploración y la utilización del espacio ultraterrestre se debe

efectuar en bien de todos los pueblos, sea cual fuere su grado de desarrollo
económico y científico,

Deseando contribuir a una amplia cooperación internacional en lo que se refiere


a los aspectos científicos y jurídicos de la exploración y utilización del espacio

ultraterrestre con fines pacíficos,

Estimando que tal cooperación contribuirá al desarrollo de la comprensión


mutua y al afianzamiento de las relaciones amistosas entre los Estados y
pueblos,

Recordando la resolución 1962 (XVIII), titulada “Declaración de los principios

jurídicos que deben regir las actividades de los Estados en la exploración y


utilización del espacio ultraterrestre”, que fue aprobada unánimemente por la
Asamblea General de las Naciones Unidas el 13 de diciembre de 1963,

Recordando la resolución 1884 (XVIII), en que se insta a los Estados a no poner


en órbita alrededor de la Tierra ningún objeto portador de armas nucleares u
otras clases de armas de destrucción en masa, ni a emplazar tales armas en los
cuerpos celestes, que fue aprobada unánimemente por la Asamblea General de
las Naciones Unidas el 17 de octubre de 1963,

Tomando nota de la resolución 110 (II), aprobada por la Asamblea General el


3 de noviembre de 1947, que condena la propaganda destinada a provocar o
alentar, o susceptible de provocar o alentar cualquier amenaza de la paz,
quebrantamiento de la pazo acto de agresión, y considerando que dicha
resolución es aplicable al espacio ultraterrestre,

Convencidos de que un Tratado sobre los principios que deben regir las
actividades de los Estados en la exploración y utilización del espacio
ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, promoverá los propósitos
y principios de la Carta de las Naciones Unidas,

Han convenido en lo siguiente:


Artículo I

La exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y


otros cuerpos celestes, deberán hacerse en provecho y en interés de todos
los países, sea cual fuere su grado de desarrollo económico y científico, e
incumben a toda la humanidad.

El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, estará


abierto para su exploración y utilización a todos los Estados sin
discriminación alguna en condiciones

de igualdad y en conformidad con el derecho internacional, y habrá


libertad de acceso a todas las regiones de los cuerpos celestes.

El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, estarán


abiertos a la investigación científica, y los Estados facilitarán y fomentarán
la cooperación internacional en dichas investigaciones.

Artículo II

El espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, no podrá


ser objeto de apropiación nacional por reivindicación de soberanía, uso u
ocupación, ni de ninguna otra manera.

Artículo III

Los Estados Partes en el Tratado deberán realizar sus actividades de


exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros
cuerpos celestes, de conformidad con el derecho internacional, incluida la
Carta de las Naciones Unidas, en interés del mantenimiento de la paz y la
seguridad internacionales y del fomento de la cooperación y la
comprensión internacionales.
Artículo IV

Los Estados Partes en el Tratado se comprometen a no colocar en órbita


alrededor de la Tierra ningún objeto portador de armas nucleares ni de
ningún otro tipo de armas de destrucción en masa, a no emplazar tales
armas en los cuerpos celestes y a no colocar tales armas en el espacio
ultraterrestre en ninguna otra forma.

La Luna y los demás cuerpos celestes se utilizarán exclusivamente con fines

pacíficos por todos los Estados Partes en el Tratado. Queda prohibido


establecer en los cuerpos celestes bases, instalaciones y fortificaciones
militares, efectuar ensayos con cualquier tipo de armas y realizar
maniobras militares. No se prohíbe la utilización de personal militar para
investigaciones científicas ni para cualquier otro objetivo pacífico.

Tampoco se prohíbe la utilización de cualquier equipo o medios necesarios


para la exploración de la Luna y de otros cuerpos celestes con fines
pacíficos.

Artículo V

Los Estados Partes en el Tratado considerarán a todos los astronautas


como enviados de la humanidad en el espacio ultraterrestre, y les prestarán
toda la ayuda posible en caso de accidente, peligro o aterrizaje forzoso en
el territorio de otro Estado Parte o en alta mar. Cuando los astronautas
hagan tal aterrizaje serán devueltos con seguridad y sin demora al Estado
de registro de su vehículo espacial.

Al realizar actividades en el espacio ultraterrestre, así como en los cuerpos


celestes, los astronautas de un Estado Parte en el Tratado deberán prestar
toda la ayuda posible a los astronautas de los demás Estados Partes en el
Tratado.

Los Estados Partes en el Tratado tendrán que informar inmediatamente a


los demás Estados Partes en el Tratado o al Secretario General de las
Naciones Unidas sobre los fenómenos por ellos observados en el espacio
ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, que podrían
constituir un peligro para la vida o la salud de los astronautas.
Artículo VI

Los Estados Partes en el Tratado serán responsables internacionalmente


de las actividades nacionales que realicen en el espacio ultraterrestre,
incluso la Luna y otros cuerpos celestes, los organismos gubernamentales
o las entidades no gubernamentales, y deberán asegurar que dichas
actividades se efectúen en conformidad con las disposiciones del presente
Tratado. Las actividades de las entidades no gubernamentales en el espacio
ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, deberán ser
autorizadas y fiscalizadas constantemente por el pertinente Estado Parte
en el Tratado.

Cuando se trate de actividades que realiza en el espacio ultraterrestre,


incluso la Luna y otros cuerpos celestes, una organización internacional, la
responsable en cuanto al presente Tratado corresponderá a esa
organización internacional y a los Estados Partes en el Tratado que
pertenecen a ella.

Artículo VII

Todo Estado Parte en el Tratado que lance o promueva el lanzamiento de


un objeto al espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes,
y todo Estado Parte en el Tratado, desde cuyo territorio o cuyas
instalaciones se lance un objeto, será responsable internacionalmente de los
daños causados a otro Estado Parte en el Tratado o a sus personas
naturales o jurídicas por dicho objeto o sus partes componentes en la

Tierra, en el espacio aéreo o en el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y


otros cuerpos celestes.

Artículo VIII

El Estado Parte en el Tratado, en cuyo registro figura el objeto lanzado al


espacio ultraterrestre, retendrá su jurisdicción y control sobre tal objeto,
así como sobre todo el personal que vaya en él, mientras se encuentre en el
espacio ultraterrestre o en un cuerpo celeste. El derecho de propiedad de
los objetos lanzados al espacio ultraterrestre, incluso de los objetos que
hayan descendido o se construyan en un cuerpo celeste, y de sus partes

componentes, no sufrirá ninguna alteración mientras estén en el espacio


ultraterrestre, incluso en un cuerpo celeste, ni en su retorno a la Tierra.
Cuando esos objetos o esas partes componentes sean hallados fuera de los
límites del Estado Parte en el Tratado en cuyo registro figuran, deberán
ser devueltos a ese Estado Parte, el que deberá proporcionar los datos de
identificación que se le soliciten antes de efectuarse la restitución.

Artículo IX

En la exploración y utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y


otros cuerpos celestes, los Estados Partes en el Tratado deberán guiarse
por el principio de la cooperación y la asistencia mutua, y en todas sus
actividades en el espacio ultraterrestre, incluso en la Luna y otros cuerpos
celestes, deberán tener debidamente en cuenta los intereses
correspondientes de los demás Estados Partes en el Tratado. Los Estados
Partes en el Tratado harán los estudios e investigaciones del espacio
ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, y procederán a su
exploración de tal forma que no se produzca una contaminación nociva ni
cambios desfavorables en el medio ambiente de la Tierra como
consecuencia de la introducción en él de materias extraterrestres, y cuando

sea necesario adoptarán las medidas pertinentes a tal efecto. Si un Estado


Parte en el Tratado tiene motivos para creer que una actividad o un
experimento en el espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos
celestes, proyectado por él o por sus nacionales, crearía un obstáculo capaz
de perjudicar las actividades de otros Estados

Partes en el Tratado en la exploración y utilización del espacio


ultraterrestre con fines pacíficos, incluso en la Luna y otros cuerpos
celestes, deberá celebrar las consultas internacionales oportunas antes de
iniciar esa actividad o ese experimento. Si un Estado Parte en el Tratado
tiene motivos para creer que una actividad o un experimento en el

espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos celestes, proyectado


por otro Estado Parte en el Tratado, crearía un obstáculo capaz de
perjudicar las actividades de exploración y utilización del espacio
ultraterrestre con fines pacíficos, incluso en la Luna otros cuerpos celestes,
podrá pedir que se celebren consultas sobre dicha actividad o experimento.

Artículo X

A fin de contribuir a la cooperación internacional en la exploración y la


utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos
celestes, conforme a los objetivos del presente Tratado, los Estados Partes
en él examinarán, en condiciones de igualdad, las solicitudes formuladas
por otros Estados Partes en el Tratado para que se les

6 brinde la oportunidad a fin de observar el vuelo de los objetos espaciales


lanzados por dichos Estados.

La naturaleza de tal oportunidad y las condiciones en que podría ser


concedida se determinarán por acuerdo entre los Estados interesados.

Artículo XI

A fin de fomentar la cooperación internacional en la exploración y


utilización del espacio ultraterrestre con fines pacíficos, los Estados Partes
en el Tratado que desarrollan actividades en el espacio ultraterrestre,
incluso la Luna y otros cuerpos celestes,

Convienen en informar, en la mayor medida posible dentro de lo viable y


factible, al secretario General de las Naciones Unidas, así como al público
y a la comunidad científica internacional, acerca de la naturaleza, marcha,
localización y resultados de dichas actividades. El Secretario General de
las Naciones Unidas debe estar en condiciones de difundir eficazmente tal
información, inmediatamente después de recibirla.

Artículo XII

Todas las estaciones, instalaciones, equipo y vehículos espaciales situados


en la Luna y otros cuerpos celestes serán accesibles a los representantes de
otros Estados Parte en el presente Tratado, sobre la base de reciprocidad.
Dichos representantes notificarán con antelación razonable su intención de
hacer una visita, a fin de permitir celebrar las consultas que procedan y
adoptar un máximo de precauciones para velar por la seguridad

y evitar toda perturbación del funcionamiento normal de la instalación


visitada.

Artículo XIII

Las disposiciones del presente Tratado se aplicarán a las actividades de


exploración y utilización de espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros
cuerpos celestes, que realicen los Estados Partes en el Tratado, tanto en el
caso de que esas actividades las lleve a cabo un Estado Parte en el Tratado
por sí solo o junto con otros Estados, incluso cuando se efectúen dentro del
marco de organizaciones intergubernamentales internacionales.

Los Estados Partes en el Tratado resolverán los problemas prácticos que


puedan surgir en relación con las actividades que desarrollen las
organizaciones intergubernamentales internacionales en la exploración y
utilización del espacio ultraterrestre, incluso la Luna y otros cuerpos
celestes, con la organización internacional pertinente o con uno o varios
Estados miembros de dicha organización internacional queean Partes en el
presente Tratado.

Artículo XIV

1. Este Tratado estará abierto a la firma de todos los Estados. El Estado


que no firmare este Tratado antes de su entrada en vigor, de conformidad
con el párrafo 3 de este artículo, podrá adherirse a él en cualquier
momento.

2. Este Tratado estará sujeto a ratificación por los Estados signatarios. Los

instrumentos de ratificación y los instrumentos de adhesión se depositarán


en os archivos de los Gobiernos de los Estados Unidos de América, del
Reino Unido de Gran Bretaña e Irlanda del Norte y de la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas, a los que por el presente se designa como
Gobiernos depositarios.

3. Este Tratado entrará en vigor cuando hayan depositado los instrumentos


de ratificación cinco gobiernos, incluidos los designados como Gobiernos

depositarios en virtud del presente Tratado.

4. Para los Estados cuyos instrumentos de ratificación o de adhesión se

depositaren después de la entrada en vigor de este Tratado, el Tratado


entrará en vigor en la fecha del depósito de sus instrumentos de ratificación
o adhesión.

5. Los Gobiernos depositarios informarán sin tardanza a todos los Estados


signatarios y a todos los Estados que se hayan adherido a este Tratado, de
la fecha de cada firma, de la fecha de depósito de cada instrumento de

ratificación y de adhesión a este Tratado, de la fecha de su entrada en vigor


y de cualquier otra notificación.

6. Este Tratado será registrado por los Gobiernos depositarios, de


conformidad con el Artículo 102 de la Carta de las Naciones Unidas.

Artículo XV

Cualquier Estado Parte en el Tratado podrá proponer enmiendas al


mismo. Las enmiendas entrarán en vigor para cada Estado Parte en el
Tratado que las acepte cuando éstas hayan sido aceptadas por la mayoría
de los Estados Partes en el Tratado, y en lo sucesivo para cada Estado
restante que sea Parte en el Tratado en la fecha en que las acepte.

Artículo XVI

Todo Estado Parte podrá comunicar su retiro de este Tratado al cabo de


un año de su entrada en vigor, mediante notificación por escrito dirigida a
los Gobiernos depositarios.
Tal retiro surtirá efecto un año después de la fecha en que se reciba la
notificación.

Artículo XVII

Este Tratado, cuyos textos en chino, español, francés, inglés y ruso son
igualmente auténticos, se depositará en los archivos de los Gobiernos
depositarios. Los Gobiernos depositarios remitirán copias debidamente
certificadas de este Tratado a los gobiernos de los Estados signatarios y de
los Estados que se adhieran al Tratado.

Tratado tres ejemplares, en las ciudades de Londres, Moscú y Washington


D.C., el día veintisiete de enero de mil novecientos sesenta y siete

TEMAS EN PROCESO DE
REGULACIÓN

El uso de satélites es cada vez mayor y más común en la vida cotidiana,


televisión, telefonía internet etc. Esto genera nuevos problemas, que están en
proceso de regulación por el derecho internacional público, entre otros:

1 LA TELEORSERVACIÓN

II LA TRANSMISIÓN DIRECTA DE TELEVISIÓN

III LAS ORBITAS GEOSTEACIONARIAS


IV LA BASURA ESPACIAL

Teleobervación es el método basado en la emisión y reflexión de radiaciones


electromagnéticas que permiten apreciar la naturaleza y caracteres de los
fenómenos existente, tanto sobre como debajo de la superficie de la tierra, en
diversos países

Dos temas: el obtener la información y el divulgar esa información

Existe un oligopolio de satélites a nivel mundial.

Intelsat

Intersputnik

Eurotelsat

Se busca el respeto al elemento de soberanía de los estados sobre sus recursos


y datos.

Las trasmisiones directas de TV plantean dos problemas la ubicación de las


estaciones de trasmisión y Control de contenidos

La única obligación que hay es de registro de frecuencias y coordenadas. Ante


la conferencia mundial de radiocomunicaciones WARC 1971 de la ONU.

Las orbitas geoestacionarias son aquellas en las que los satélites mantienen una
posición fija, están situadas a 37 000 kilómetros, y la más importantes son las
que están en la línea ecuatorial, En el Ecuador, el número máximo de satélites
que pueden colocarse sobre el ecuador son 180. Debe haber 2 grados de
distancia entre ellos.

La basura espacial o restos de artefactos lanzados por los estados al espacio


exterior, plantea serios problemas de seguridad, ya que utilizan fuentes de
energía nuclear, y ya se han presentado múltiples explosiones y coaliciones y
solo hay recomendaciones de la Asamblea General de la ONU; pero aun no un
tratado al respecto
https://profmariorosalesbetancourt.blogspot.com/2015/10/derecho-aereo-y-espacial_4.html

→ Más en: http://dhpedia.wikispaces.com/Derecho+del+espacio+ultraterrestre


DHpedia, la «wiki» de los derechos humanos

También podría gustarte