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Halperin Donghi. Una nación para el desierto argentino.

La excepcionalidad de la argentina: colegios, universidades, letras, leyes, ferrocarriles, telégrafos, libre


pensar, prensa, etc; solo en 30 años. Esta experiencia conservaba para la Argentina un lugar excepcional
entre los países hispanoamericanos.

La excepcionalidad argentina radica en que sólo allí iba a parecer realizada una aspiración muy
compartida y muy constantemente frustrada en el resto de Hispanoamérica: en la 2da mitad del S. XIX
hay una etapa de progreso muy rápido, pero no libre de violentos altibajos.

Tesis de Halperín: Pero esta etapa no tiene nada de serena y tenaz (Halperín dice oponerse a la visión de
consenso de la corriente revisionista). Si se abre con la conquista de Buenos Aires como desenlace de
una guerra civil, se cierra casi treinta años después con otra conquista de Buenos Aires; en ese breve
espacio de tiempo caben otros dos choques armados entre el país y su primera provincia, dos
alzamientos de importancia en el interior, algunos esbozos adicionales de guerra civil y la más larga y
costosa guerra internacional nunca afrontada por el país.

Si la acción de Rosas en la consolidación de la personalidad internacional del nuevo país deja un legado
permanente, la afirmación de la unidad interna basada en la hegemonía porteña no sobrevive a su
derrota en 1852.

Ya en 1880 la etapa de creación de una realidad nueva puede considerarse cerrada porque ha
culminado la instauración de ese Estado nacional que se suponía preexistente. Pero ojo, la construcción
del Estado tiene marchas, contramarchas y resistencias.

La herencia de la generacion del ´37

La concepción de progreso nace en las elites letradas hispanoamericanas. La generación del ´37,
colocada bajo el signo del Romanticismo y dotada de una relativa independencia frente a los sectores
populares y a las clases propietarias, está mejor preparada para asumir la función directiva que no
pudieron ejercer los unitarios. La agudización de los conflictos políticos a partir de 1838, con el
entrelazamiento de la crisis uruguaya y la argentina y los comienzos de la intervención francesa, hacen
que este grupo tengan una acción más militante en la esfera política. Este cambio también está
estimulado por los avances cada vez más rápidos del orden capitalista que ofrecen promesas de cambios
más radicales que en el pasado.

Las transformaciones de la realidad argentina.

A juicio de Alberdi (1847) la estabilidad política alcanzada gracias a la victoria de Rosas no sólo ha hecho
posible una prosperidad que desmiente los pronósticos sombríos adelantados por sus enemigos, sino ha
puesto finalmente las bases indispensables para cualquier institucionalización del orden político.

Domingo F. Sarmiento en la tercera parte de su Facundo (1845) proyecta un cuadro de futuro: como
Alberdi (1847), comienza a percibir a advertir que la Argentina surgida del triunfo rosista de 1838-1842
es ya irrevocablemente distinta. El legado más importante del rosismo no es la creación de esos hábitos
de obediencia que Alberdi había juzgado lo más valioso, sino la de una red de intereses consolidados por
la moderada prosperidad alcanzada gracias a la dura paz que Rosas impuso en el país.

Rosas representa el último obstáculo para el definitivo advenimiento de esa etapa de paz y progreso,
nacido de la revolución. Todos ven a Rosas como alguien que pudo construir poder.

En Sarmiento, también en Alberdi, Ascasubi y Varela, se va dibujado una imagen más precisa de la
Argentina que la alcanzada por la generación del 37. Ello no se debe tan sólo a su superior sagacidad; es
sobre todo trasunto de los cambios que el país ha vivido en la etapa de madurez del rosismo, y en cuya
línea deben darse los que en el futuro harían de la Argentina un país distinto y MEJOR.

Florencio Varela descubre una fisura entre Buenos Aires, que domina el acceso a la cuenca fluvial del
Plata y utiliza el principio de soberanía exclusiva sobre los ríos interiores y las provincias litorales, a las
que la situación cierra el acceso directo al mercado mundial. Estos últimos encuentran aliados en
Paraguay y Brasil, porque el control de los accesos fluviales significaba una limitación para la
independencia paraguaya y para el intento del Brasil de que su provincia de Mato Grosso alcance el
acceso al océano por vía fluvial.

La Argentina es un mundo que se transforma.

Los cambios cada vez más acelerados de la economía mundial no ofrecen sólo oportunidades nuevas
para la Argentina; suponen también riesgos más agudos que en el pasado.

Sarmiento observa que las zonas templadas de Hispanoamérica tienen razones adicionales para temer
las consecuencias del rápido desarrollo de Europa y EEUU, que son necesariamente competidoras en el
mercado mundial. Hay dos alternativas igualmente temibles: si se permite que continué el
estancamiento que se que hallan, deberán afrontar una decadencia económica constantemente
agravada; si se introduce en ellas un ritmo de progreso más acelerado mediante la mera apertura de su
territorio al juego de fuerzas económicas exteriores, el estilo de desarrollo así hecho posible concentrará
sus beneficios entre los inmigrantes –cuya presencia es de todos modos indispensable- en perjuicio de la
población nativa, en un país de rápido progreso, seguirá sufriendo las consecuencias de esa degradación
económica que se trataba precisamente de evitar. Sólo un Estado más activo puede esquivar ambos
peligros. En los años finales de la década del 40, el área de actividad por excelencia que Sarmiento le
asigna es la EDUCACACIÓN POPULAR: sólo mediante ella podrá la masa de hijos del país salvarse de una
paulatina marginación económica y social en su propia tierra.

Si en 1850 la elite letrada se ve como una de las interlocutoras (y no la única) que guían la política de la
nación y la otra es la elite económico-social eso se debe a que las convulsiones de la sociedad europea
han revelado potencialidades terribles en las clases populares. Frente a ellas la coincidencia de intereses
de la elite letrada y de la económica es más estrecha.

Un proyecto nacional en el período posrosista

A partir de Caseros, hay un abanico de proyectos:


- LA ALTERNATIVA REACCIONARIA. FÉLIX FRÍAS. Frente a los problemas de la Francia revolucionaria, más
que a la restauración de la monarquía, Frías aspira a la restauración del orden garantizado por un
régimen que asegure el ejercicio incontrastado y pacífico de la autoridad política por parte de los
mejores. Ello solo será posible si se devuelve a las masas populares a su rol de obedientes, mediante el
acatamiento a un código moral apoyado en las creencias religiosas. El atraso solo se superará si el
progreso económico y cultural consolida esa base religiosa sin la cual no puede afirmarse ningún orden
estable. Es un modelo desigual desde lo político pero también desde lo económico.

- LA ALTERNATIVA REVOLUCIONARIA. Esta propuesta fue abandonada muy pronto. NO TERMINO DE


ENTENDERLA, preguntar

- UNA NUEVA SOCIEDAD ORDENADA CONFORME A LA RAZÓN. MARIANO FRAGUEIRO. El derecho a la


propiedad privada debe continuar ejerciéndose con plenitud, pero moneda y crédito no integran la
esfera privada. El Estado debe monopolizar el crédito público para realizar empresas y trabajos públicos,
casas de seguros y todo aquello de cuso uso se saca una renta, como puertos, muelles, ferrocarriles,
caminos, canales, etc. que serán también de propiedad pública. Quizá este proyecto no era tan factible
para el momento de la Argentina.

- EN BUSCA DE UNA ALTERNATIVA NUEVA: AUTORITARISMO PROGRESISTA. JUAN BAUTISTA ALBERDI


había visto como principal mérito de Rosas, su reconstrucción de la autoridad política, y a futuro, la
institucionalización de ese poder. Para Alberdi la creación de una sociedad más compleja que la
moldeada por siglos de atraso colonial, deberá ser el punto de llegada del proceso de creación de una
nueva economía. Está será forjada bajo la férrea dirección de una edite política y económica consolidada
por la paz de Rosas y heredera de los medios de coerción por él perfeccionados; esa elite contará con la
guía de una edite letrada, dispuesta a aceptar su nuevo y mas modesto papel de definidora y
formuladora de programas capaces de asegurar la permanente hegemonía y creciente prosperidad de
quienes tienen ya el poder. La plebe debe estar disciplinada.

Crecimiento económico significa para Alberdi crecimiento acelerado de la producción, sin ningún
elemento redistributivo. El mercado para la acrecida producción debe encontrarse en el extranjero.

Alberdi dictamina que por el momento Hispanoamérica necesita monarquías que puedan pasar por
repúblicas. Si bien Las Bases buscan disimular la concentración de poder en el presidente, también se
busca impedir que el régimen Autoritario que Alberdi postula sea un régimen arbitrario: hay un marco
jurídico y un sistema de normas definidos rigurosamente.

Apelación al trabajo y el capital extranjero: Alberdi no separa del todo a la inmigración de trabajo de la
de capital, que ve fundamentalmente como la de capitalistas. Para esa inmigración, destinada a traer al
país todos los factores de producción se prepara sobre todo el aparato político que Alberdi urgirá al
nuevo régimen a hacer de su apertura al extranjero tema de compromisos internacionales.

Alberdi admite el carácter provisional de ese orden social marcado por desigualdades, pero es inevitable
para la construcción de la nación.
No es necesaria, asegura Alberdi, una instrucción formal muy completa para poder participar como
fuerza de trabajo en la nueva economía; la mejor instrucción la ofrece el ejemplo de destreza y
diligencia que aportarán los inmigrantes europeos. En Alberdi, más que educación, hay instrucción con
el objetivo de preparar a la mano de obra. Y por otra parte, la difusión excesiva de la instrucción corre el
riesgo de propagar en los pobres nuevas aspiraciones, al darles a conocer la existencia de un horizonte
de bienes y comodidades que su experiencia inmediata no podría haberles revelado; puede ser mas
directamente peligrosa si al enseñarles a leer pone a su alcance toda una literatura que trata de
persuadirlos que tienen, también ellos, derecho a participar más plenamente del goce de esos bienes.
Un exceso de instrucción formal atenta contra la disciplina necesaria de los pobres.

El problema para Halperín, es que el modelo de Alberdi es muy simplificado, se apoya en un proceso en
el que el cambio económico influye en el social y político. Dice que hay que preguntarse si es posible
crear una fuera de trabajo adecuada para una economía moderna manteniendo a sus integrantes en
felíz ignorancia de las modalidades del mundo moderno.

- PROGRESO SOCIO-CULTURAL COMO REQUISITO DEL PROGRESO ECONÓMICO. DOMINGO FAUSTINO


SARMIENTO. Aunque París no le proporciona a Sarmiento una experiencia directa del orden industrial, le
permitía percibir la presencia de tensiones latente y constante demasido patentes. Así proclamará, ante
la crisis político-social del 48, la insuficiencia del modelo francés y la necesidad de un modelo
alternativo. El cambio es posible y deseable y para entonces creyó encontrarlo en EEUU. Ve la
importancia de la palabra escrita en una sociedad que se organiza en torno a un mercado nacional: ese
mercado sólo podría estructurarse mediante la comunicación escrita con un público potencial muy vasto
y disperso, el aviso comercial aparece ahora no solo como indispensable en esa articulación, sino como
confirmación de su énfasis en al educación popular.

El ve que si la sociedad de EEUU requiere una masa letrada, es porque requiere una vasta masa de
consumidores; para crearla no basta la difusión del alfabeto, es necesaria la del bienestar y de las
aspiraciones a la mejora económica a partes de cada vez más amplias de la población nacional.
Sarmiento veía en la educación popular un instrumento de conservación social, no porque ella pudiese
disuadir al pobre de cualquier ambición de mejorar su lote, sino porque debía, por el contrario, ser
capaz de indicarle los modos de satisfacer esa ambición en el marco social existente.

El ejemplo de EEUU persuadió a Sarmiento de que la pobreza del pobre no tenía nada de necesario. Lo
persuadió también de algo más: que la capacidad de distribuir bienestar a sectores cada vez más
amplios no era tan solo una consecuencia socialmente positiva del orden económico que surgía en los
EEUU, sino una condición necesaria para la viabilidad económica. A diferencia de Alberdi, Sarmiento
cree en un progreso económico distribuido en la sociedad.

La educación en Sarmiento es para que los nativos no queden en desventaja ante los inmigrantes. Pero
también se educa para formar una sociedad consumista.

La visión de Sarmiento, para Halperín, es más compleja que la de Alberdi, porque postula un cambio de
la sociedad en su conjunto, no como resultado final de progreso, sino como condición para él.
Sarmiento no cree, con la misma fe seguros, que las consecuencias del avance de la nueva economía
sobre las áreas marginales sean siempre benéficas; postula un poder político con suficiente
independencia de ese grupo dominante para imponer por sí rumbos y límites a ese aluvión de nuevas
energías económicas que habrá contribuido a desencadenar sobre el país.

Sarmiento no descubre ningún sector habilitado para sumir la tarea política, y se resigna a que su
carrera política se transforme en una aventura estrictamente individual; sólo puede contar sobre sí
mismo para realizar cierta idea de la Argentina.

Treinta años de discordia

Luego de Rosas, el problema no fue como utilizar el poder enorme legado por este, sino cómo erigir un
sistema de poder en reemplazo del que en caseros había sido barrido junto con su creador. La base del
poder de Rosas era básicamente política, pero faltaba institucionalizarla, cuando él cae no queda un
estado constituido.

Halperín advierte que hay una diferencia entre los proyectos y la realidad contra la que se chocaron los
personajes.

1- Las facciones insurrectas

Las tradiciones facciosan agonizan porque se están haciendo irrelevantes por los cambios que a pesar de
todo ha traído consigo Caseros.

¿Qué cambió Caseros? Puso en entredicho la hegemonía de Bs. As. Además, (contrariamente a lo que
habían creído Alberdi y Sarmiento) ha derrumbado el sistema de poder creado por Rosas, porque bajo la
apariencia de una rabiosa politización, en realidad Rosas había logrado una despolitización creciente de
la sociedad entera. La caída de Rosas deja un VACIO.

2- Nace el Pecartido de la Libertad

A fines de Junio de 1852, la recién elegida legislatura de la prov. de Bs. As. rechaza los términos del
Acuerdo de San Nicolás, por el que las provincias otorgan a Urquiza la dirección de los asuntos
nacionales durante la etapa constituyente. El héroe de la jornada es Mitre, que desde su oratoria quiere
ser portavoz de la ciudad y la provincia, y representa el renacimiento de una vida política.

Luego del 11 de septiembre, esos hombres a quienes las jornadas de junio habían dotado de un séquito
urbano, transforman su base política en militar. Junto con ellos se levantan los titulares del aparato
militar creado por Rosas en la frontera india. También reciben el apoyo de las clases propietarias de
ciudad y campaña. Pero no todos tienen los mismos intereses. Mitre identifica la causa de Bs. As. con la
de la libertad que se promone imponer con violencia a las demás provincias. Las clases propietarias se
resisten a incorporarse a un sistema que no controlan los porteños. Y los militares, se suman porque no
aceptan la hegemonía enterriana sobre Bs. As.
La nueva fuerza política se consolidada sobre el vacío que deja la caída de rosas y por saber utilizar ese
renacimiento de la vida política. El éxito de la nueva dirigencia no se mide en cambios sociales, en un
nuevo ritmo de progreso económico estimulado por la acción estatal o en avances institucionales. Es un
éxito estrechamente político. Estos políticos se dirigen a un público distinto y más vasto. Buenos Aires
necesita encontrarse un pasado menos objetable que Rosas. Esto Mitre lo sabe utiliar y construye un
pasado con el retorno de los restos de rivadavia como el precursos de la nión nacional. El partido de
Mitre es a la vez conservador y renovador, porque intenta representar armoniosamente todas las
aspiraciones. Por eso esa indefinición de objetivos. Hay una idea que sí esta clara en cuanto a la ruptura
con el pasado: es la del perfeccionamiento de la estructura estatal para adecuarla al nivel ya alcanzado
por la civilización.

3 - El Partido de la Libertad a la conquista del país

Bs. As. tiene dos conflictos armados con la Confederación. Primero es derrotada en 1859 y admite
integrarse a su rival, pero obtiene el reconocimiento del papel director y una fora constitucional que,
además de disminuir el predominio del E. federal sobre las provincias, asegura una integración
financiera solo gradual de Bs. As. en la nación. Luego vence en 1861, derrumba la Conf., aunque Mitre
advierte muy bien los límites de su victoria: el Partido de la Libertad no podrá alcanzar las provincias
mediterráneas. Se remueven los gobiernos provinciales de signo ederal en el interior (es posible por la
presencia de militares de Bs. As.), con la resistencia de La Rioja (Chacho).

Se produce una escisión del liberalismo porteño. Mitre busca la supresión de la autonomía de Bs. As.
que una ley intenta colocar bajo la administración directa del gobierno federal. La legislatura de la
provincia se opone y se forma una facción liberal autonomista, que en unos años se hará del control de
la provincia.

Guerra del Paraguay: Mitre busca que la entrada en la guerra no parezca una decisión libre de su
gobierno. Cuando S. López decide pasar con sus fuerzas por Corrientes, se lo niega y ante el ataque
sobre esta provincia, Mitre logra hacer que la entrada de la Arg. en la guerra se vea como respuesta a
una agresión interna, adquiriendo una dimensión nacional, aunque tiene una motivación facciosa. Pero
el esfuerzo exorbitante de la guerra acelera la agonía del P. de la Libertad. Urquiza no participa del gran
alzamiento federal de 1866-1867, que convulsiona todo el interior andino desde Mendoza a Salta. La
decadencia del mitrismo es por la erosión de su base política porteña, pero tambipen porque su base no
alcanza para asegurar el predominio nacional. El ejército nacional necesita ampliar su cuerpo de
oficiales, por eso hay retorno de figuras poco seguras. Además las vicisitudes de la guerra debilitan el
vínculo entre este cuerpo de oficiales y el jefe de la nación. Pero la guerra ofrece nuevos argumentos
para la eterna disputa facciosa. El partido de la L. ya no existe, el federalismo ha sobrevivido y hay un
nuevo consenso que comienza a agrupar a autonomistas y federales.

Cuando Sarmiento asume la presidencia, gracias a la guerra civil ´66-´67 el ejército nacional ya tiene
gravitación decisiva en el interior. Se trata de una nueva hegemonía militar.

4 - De la reafirmación del federalismo a la definición de una alternativa a las tradiciones facciosas


La caída de Rosas había sido un punto de inflexión en el federalismo. Luego se encontró una nueva base
en la identificación con la Constitución de 1853. Ahora el federalismo es marcadamente
constitucionalista y antiporteño. Esta e la nueva base del federalismo. Urquiza ya no tiene un rol
importante, pero el federalismo no perdió su lugar central en el país está viva en la proclama del Chacho
Peñaloza. Éste no se alza solo en nombre de ciertos principios, sino en defensa de un sistema
institucional y legal. La rivalidad fiscar entre Bs. As. y el interior había llevado a la identificación del
federalismo con la oposición a la hegemonía porteña. Hay un nuevo consenso que comienza a agrupar a
autonomistas y federales.

Lo interesante de Halperín es que advierte que el liberalismo y el federalismo no siempre son iguales, se
van redefiniendo.

Sarmiento presidente, no continúa con el hostigamiento que venía realizando el mitrismo, de hecho
tiene un acercamiento con Urquiza.

Hispanoamérica va a conocer un resurgir liberal. Las lecciones de prudencia que sugerían el espectáculo
europeo y el hispanoamericano, han perdido fuerza. Hay un aislamiento entre la versión liberal
moderada del mitrismo y una versión menos tímida del liberalismo en avance a escala mundial. En el
país hay una masa de opinión favorable a esta última, entre los que se destacan la colectividad italiana y
los masones. Además, esta renovación se expresa como un aspecto de un relevo generacional.

Para Hernández, las facciones ya están en agonía, hay un deseo de dejar atrás una larga etapa de
discordias. Incluso el mitrismo advierte ese nuevo clima de opinión y se muestra dispuesto a adaptarse a
él. La reconciliación en marcha se va a expresar en un nuevo estilo de lucha partidaria, donde el choque
armado se reemplace por la lucha en el terreno institucional, que supone el reconocimiento de la
legitimidad del adversario. Sostiene Hernández que hay una transformación en la clase política
argentina que permite colocar al Estado, más que a los partidos, en el centro del escenario. La nueva
formulación del credo liberal tiene inspiraciones ideológicas más democráticas e innovadoras.

El levantaminto de López Jordán en Entre Ríos, no logra disminuir el ritmo del avance de ese nuevo
consenso político. Solo Mitre, con el alzamiento de 1874, se obstina en distraer a la nación de su más
urgente tarea, que es la consolidación institucional y la conquista del progreso económico. Hernández
ve en Mitre al eterno subversivo, enemigo de cualquier orden estable.

Halperín se pregunta, qué eficacia puede conservar la inspiración democrática y la audaz apertura al
futuro en un contexto en el que se da la consolidación de un Estado que no ha ampliado sus bases
sociales al abandonar su originaria división facciosa.

El consenso después de la discordia

Lo que había separado a Alberdi de Sarmiento no era, en efecto, una diferencia de opinión sobre la
necesidad de acudir a la inmigración o la inversión extranjera, o la de fomentar los avances del
transporte y los de la educación, sino precisamente sobre el modo en que esos factores debían ser
integrados en proyectos de transformación global.
LA EDUCACION. Aún Sarmiento, que se había identificado con él como ninguno, no le presta mucha
atención entre 1862 y 1880, como lo había hecho antes y como consagraría sus años finales. Su
gobierno impone sin duda una reorientación seria del esfuerzo del Estado hacia la educación primaria y
popular.

La INMIGRACIÓN despierta reacciones más matizadas, que sin embargo tampoco alcanzan a poner en
duda la validez de esa meta, ni aun a someter el proceso inmigratorio, tal como se desenvuelve, al juicio
severo que Sarmiento sólo emprenderá a partir de 1882.

Sólo ocasional y tardíamente se discutirá entonces la APERTURA sistemática al CAPITAL y la iniciativa


económica EXTRANJEROS, con mayor frecuencia se oirán protestas ante la supuesta timidez con la que
se implementan. En 1857 Sarmiento ha subrayado que el único modo de acelerar la creación de la red
ferroviaria es dejarla a cargo de la iniciativa extranjera, que debe ser atraída mediante generosas
concesiones de esa riqueza que el país posee en abundancia y no puede por el momento utilizar: la
tierra, condenada a permanecer insuficientemente explotada mientras falten medios de comunicación.

El consenso es mucho más reticente en torno a la LIBERALIZACION DEL COMERCIO EXTERNO. El


librecambismo va a ser reconocido como un principio irrecusable, sin embargo, la necesidad de
proteger, mediante sólo aparenes derogaciones a esa doctrina, ciertos sectores de la economía local va
a ser vigorosamente subrayada. Sólo en la década del 60, algo parecido a un debate sobre principios
económicos comienza a desarrollarse y el proteccionismo se presenta como alternativa recusando ahora
teóricamente al librecambismo. Pero las tomas de posición a favor del proteccionismo tienen un eco
reducido.

La visión que se comparte en la época es la de una Argentina que tiene el camino abierto para alcanzar
un poderío económico y político comparable con las potencias europeas. ¿No se advierte que se trata de
un área marginal y que por lo tanto no puede fijar libremente su rumbo? Halperín cree que sería
excesivo concluir eso, pero que aunque hay conciencia de esa posición marginal se da sobre todo en el
plano político, en la cuestión de la soberanía, porque se advierte la hostilidad en las relaciones entre las
grandes potencias y los frágiles estados en surgimiento. Pero nada debilita la fe que hay en la futura
edad de oro de la Argentina.

La campaña y sus problemas

Bs. As. es la primera provincia donde el contraste entre progreso urbano y primitivismo de la vida
campesina es más evidente. Para Alvaro Barros, la frontera ofrece el ejemplo de la arbitrariedad del
poder administrativo. La defensa contra el indio ha sido organizada con una ineficacia calculada para
aumentar los lucros de quienes controlan la frontera: proveedores, comerciantes, oficiales.

Hernández cree que es necesario defender la frontera con voluntarios a sueldo y reemplazar los jueces
de paz por municipalidades efectivas, porque el juez de paz es libre de administrar a su capricho y refleja
el interés de la facción gobernante, deseoso de gastar lo menos posible en la defensa contra el indígena.
Hernández ya había señalado los males en el Martín Fierro, que eran escencialmente políticos. Tiene una
vision del problema rura que presenta a la entera sociedad ganadera como víctima del poder que la
gobierna. Hernández analiza todo desde la perspectiva de los más favorecidos. La preocupación por
definir más claramente la propiedad de la tierra y del ganado (ante los tenedores de ganado ajeno) es
predominante. Y lo peor del reclutamiento arbitrario es que su peso cae siempre sobre el "vecino
honrado" y no sobre el "vagabundo". Hernández expresa la opinión pública urbana, sobre un estilo de
gobierno que frena la expansión de la economía rural y limita las perspectivas de ganancia de la clase
terrateniente.

¿Por qué esta clase de terratenientes no es capáz de defender eficazmente sus intereses? Para
Sarmiento el problema se encuentra en que son ausentistas que prestan poca atención a sus agentes
económicos (capataces, comerciantes, propietarios menores económicamente subordinados). Como
resultado, esos agentes económicos han establecido vínculos con el personal que controla la
administración provincial. Como resultado, los estancieros-mercaderes no tiene gran presencia en la
esfera política. Para Sarmiento el ejemplo de Chivilcoy es una prueba viviente de la justeza de su punto
de vista; algunos gauchos antes vagos, junto con una masa heterogénea de inmigrantes, han creado una
réplica austral de la democracia rural norteamericana. Detras de esto, se encuentra la idea de que el
problema de la campaña no era exclusivamente económico y que se debía asegurar el bienestar
mediante el avance de la cultura material y cívica. Tiene que ver con una identificación entre la
economía pastoril y barbarie política, que se superaría con el tránsito hacia una economía agrícola. Por
eso Sarmiento quiere una colonización agrícola de a campaña.

Pero la idea que predomina es la de Alberdi: el problema de la campaña no es político o sociocultural,


sino económico. La solución va a venir de la apertura a la acción de las fuerzas económicas
desencadenadas por el desarrollo de Europa y los EEUU.

Balances de una Época

En 1879 fue conquistado el territorio indio. Al año siguiente el conquistador del desierto era presidente
de la nación, tras doblegar la suprema resistencia armada de Buenos Aires, que veía así perdido el
último resto de su pasada primacía entre las provincias argentinas. La victoria de las armas nacionales
hizo posible separar de la provincia a su capital, cuyo territorio era federalizado. Nada quedaba en la
Nación que fuese superior a la Nación misma.

La Argentina es al fin una, porque ese Estado nacional, lanzado desde Buenos Aires a la conquista del
país, en diecinueve años ha coronado esa conquista con la de Buenos Aires.

No obstante Sarmiento observa que ciertos progresos alcanzan también a África e India. O sea
Sarmiento de alguna manera reconoce que Alberdi tenía razón: los cambios vividos en la Argentina son,
más que el resultado de las sabias decisiones de sus gobernantes posrosistas, el del avance ciego y
avasallador de un orden capitalista que se apresta a dominar todo el planeta. Y ese progreso material
necesariamente marcado por desigualdades y contradicciones, en que nada se siente estable y seguro,
es menos problemático que la situación política. Es ésta la que verdaderamente “da que pensar”.

Con el triunfo de Roca se han resulto para siempre “los problemas que venían retardando hasta el
presente la definitiva organización nacional, el imperium de la Nación establecido sobre el imperium de
la provincia, después de sesenta años de lucha.” Dominará el lema de paz y administración. El
presidente tendrá tres grandes objetivos: creación de un ejército moderno, desarrollo de las
comunicaciones (ferrocarriles, telégrafo) y poblar los territorios ganados a los indios.

Mientras la Argentina parece haber encontrado finalmente el camino que le había señalado Alberdi, y
haberse constituido en república posible, hay un aspecto de la previsión alberdiana que se cumple mal:
el Estado no ha resultado ser el instrumento pasivo de una elite económica cuyos objetivos de largo
plazo sin duda comparte, pero con la cual no ha alcanzado ninguna coincidencia puntual de intereses e
inspiraciones.

El sistema representativo tal como funciona en la Argentina (o seudo-representativo), ha permitido la


emergencia de una clase política integrada por “aspirantes que principian la vida, bajo los escozores de
la pobreza, buscado abrirse camino por donde se pueda, en cambio de los suspirados representantes de
la riqueza y saber de las provincias. El resultado es la mala administración y el derroche.

Sarmiento esta preocupado porque la Argentina de 1880, la república ya verdadera, no se parece a


ninguna de las naciones que debían construirse, nuevas desde sus cimientos, en el desierto pampeano;
al preocuparse por ello, Sarmiento se muestra de nuevo escasamente representativo del ánimo que
domina ese momento argentino.

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