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Hilda Sábato: Historia de la Argentina 1852-1890.

Cap. 1: Constituir una república federal.

El 2 de febrero de 1852 cayó en Buenos Aires el régimen de Juan Manuel de Rosas y a


su vez la política que había articulado la confederación Argentina hasta ese momento.
Este fue vencido por el Gobernador de entre ríos Justo José de Urquiza en la batalla de
Caseros. Si bien, La ofensiva había empezado el año anterior con el “pronunciamiento”
de Urquiza, su rápido éxito fue sorprendente para los contemporáneos de la época. Muy
pronto los dirigentes políticos buscaron tomar las riendas de los acontecimientos para
incidir sobre el proceso que se abría, y de este modo se dará una transformación de las
formas de participación y de acción política.

Urquiza, el vencedor.

En su levantamiento, Urquiza sumo a la provincia de Corrientes y a los exiliados


políticos del régimen, aunque las demás provincias le siguieron siendo fieles a Rosas. El
éxito del ejército en Caseros, descabezó el orden vigente y puso a Urquiza en el lugar de
vencedor, y era quien debía hacerse cargo de la situación. Este se instalo en Palermo y
desde allí busco lograr un control ya que sin autoridades reconocidas, la ciudad fue
territorio fértil para todo tipo de desmanes. Aunque luego de un par de días de
desconcierto, se mandaron patrullas del ejército para ayudar a la policía a restablecer el
orden y se decreto el fusilamiento de quienes fueran encontrados delinquiendo.

Sin embargo la ciudad no fue ocupada, Urquiza expidió una proclama en la que hablaba
de “olvido general de todos los agravios” y de la “confraternidad y fusión de todos los
partidos” para favorecer la tarea de organización nacional. En cambio se designo a
Vicente López y Planes como gobernador provisorio. Cuando Urquiza por fin entra en
la ciudad, se lo recibe con un despliegue de banderas y público en las calles, en
demostraciones que revelaron dosis variables de entusiasmo, desconfianza o
incertidumbre por parte de los habitantes.

El primer brote de desorden había sido superado. Urquiza encaro enseguida una
cuestión urgente: recomponer el orden a escala nacional, para lo cual debía conseguir la
subordinación de los gobernadores de todas las provincias a su persona y a su proyecto
de organización institucional, ya que salvo Corrientes y Entre Ríos las demás provincias
se habían mantenido fiel a Rosas y no habían brindado su apoyo al “pronunciamiento”.
De todos modos, el cambio fue rápido. Frente a los hechos consumados, casi todas las
provincias se apuraron a rendir tributo al vencedor de Caseros y no hubo mayores
cambios en los gobernantes de cada una de ellas.

En el marco de la organización institucional Urquiza va a invocar el Pacto Federal


firmado en 1831 para fundar la legitimidad de sus movimientos políticos no solo en el
hecho de la fuerza sino en la tradición del federalismo y sus hitos legales. En base a este
se le va a conferir a Urquiza el manejo de los asuntos exteriores de la confederación y la
autorización para retirar fondos de la aduana como financiamiento hasta que se reuniera
un congreso constituyente, idea fundamental de Urquiza será la sanción de una
constitución y se moverá de inmediato en esa dirección.

Tensiones en Buenos Aires.

Según Halperin el derrumbe del régimen rosista, dejo en Buenos Aires un vacío de
poder que alimento disputas entre quienes aspiraban a llenarlo, y dio paso a una agitada
vida política. La confrontación era por un lado interna, entre grupos que buscaron
diseñar y encabezar el orden provincial, como hacia afuera, con Urquiza y su proyecto
de organización nacional sin hegemonía porteña.

Las tensiones, no desembocaron en la cristalización de bandos opuestos ni en


represalias sistemáticas, y sorprende la relativa rapidez con que se compusieron tramas
de relación social y política. Urquiza hacia público su apoyo a la “fusión de partidos”.
En cuanto al gobierno de la provincia impulso la designación de figuras de diversa
filiación política para el recambio de funcionarios del régimen anterior.

En poco tiempo se gesto una división, pero no en relación a las antiguas rivalidades,
sino a la nueva situación, pues la separación fue entre los que adherían a las políticas de
Urquiza y quienes se oponían a ellas. Esta separación se basaba principalmente en el
proyecto de organización nacional que se había puesto en marcha. Estaban por un lado
los que se mantenían a favor de que se dicte una constitución y por otro lado los que
querían otro orden con un lugar central ocupado por Buenos Aires.

Tanto en uno y otro bando se alinearon ex emigrados, rosistas conocidos, y federales


moderados, lo cual dio lugar a dos grupos que competirán públicamente por conquistar
el poder gubernamental, la hegemonía en el espacio público y las simpatías de la
población. El rol de la prensa tuvo un lugar muy importante en la representación de las
distintas voces, al caer el gobierno de rosas, cayó también la censura y los diferentes
grupos políticos crearon muy rápidamente sus propios medios de difusión.

Cuando Urquiza autorizo el llamado a elecciones para la legislatura de Buenos Aires,


los diarios actuaron como instrumento fundamental para la conformación de los
comicios. Comenzaron a circular nombres de los candidatos ya que el régimen de lista
única del rosismo había desaparecido. De todos modos Urquiza se interesaba por armar
una lista de “fusión” pero finalmente se definieron dos. La lista blanca, conocida como
ministerial, por responder al ministro Alsina, la cual triunfo sobre la amarilla, que era
respaldada por el gobernador y el propio Urquiza.

El Acuerdo de San Nicolás.

Se elaboro un proyecto en el que sus puntos esenciales fueron la convocatoria a un


Congreso Constituyente y la designación de un gobierno provisional hasta la sanción de
una Constitución, al mismo tiempo que se establecía la vigencia del Pacto Federal de
1831.
Se dispuso que el congreso fuera instalado en Santa Fe y que cada Provincia fuera
representada por dos diputados. En cuanto al gobierno se nombro director provisorio de
la Confederación Argentina a Urquiza, encargado de las relaciones exteriores y de
mantener la paz interior y se le entrego el mando de las fuerzas armadas y la potestad de
reglamentar la navegación de los ríos. El pacto encontró apoyo en la mayor parte del
territorio. Los gobiernos provinciales se fueron adhiriendo al Acuerdo de San Nicolás a
excepción de Buenos Aires.

De las palabras a las armas

Las potestades otorgadas a Urquiza fueron el motivo que esgrimió el porteñismo para
desatar el conflicto. La clausula que todas las provincias tendrían el mismo número de
representantes también molesto a los porteños pero no tanto como el factor citado
anteriormente. Para ellos las facultades otorgadas a Urquiza eran inaceptables y
convertían a su figura en despótica.

En la Legislatura se darán discusiones que irán subiendo de tono hasta que la se sesión
se levanto y los ministros se retiraron. A esto siguió las renuncias del gobernador y sus
ministros. La reacción de Urquiza ante el peligro de que su proyecto de organización
nacional peligrara por la deserción de Buenos Aires, provocada por una dirigencia
opositora a su liderazgo decidió intervenir y hacer uso de su principal recurso: la fuerza
militar. Envió tropas a la ciudad, dio órdenes de disolver la legislatura y repuso a López
en la gobernación.

La solución buscada por Urquiza fue frágil. No logro disipar el malestar generado por
medidas como el control de aduanas, el uso del dinero de la tesorería porteña para
mantener y premiar al ejército y, por sobre todo, el ejercicio de su autoridad sobre la
orgullosa provincia.

Los dirigentes de la oposición rearmaron un frente de oposición contra Urquiza. Las


fuerzas militares ocuparon la plaza central el 11 de septiembre y controlaron la ciudad,
lo que provoco la huida del gobernador. Más tarde al sonar las campanas del cabildo se
convoco a la población a reunirse para festejar la caída del gobierno. Miembros de la
legislatura se reunieron y designaron las nuevas autoridades, de esta manera concluía la
revolución del 11 de septiembre.

Buenos Aires sitiada

Un conjunto heterogéneo de fuerzas había concurrido a formar el frente que se impuso


en Buenos Aires, hombres con trayectoria militar, tanto del antiguo aparato como del
ejército de Urquiza. La consigna aglutinante era la fusión de partidos. De todas formas
el clima general fue suficientemente favorable como para inducir a Urquiza que había
decidido volver a Buenos Aires para doblegar a los rebeldes, a retirarse con las tropas y
dejar la provincia.

De esta manera, mientras el rechazo de la legislatura del acuerdo de San Nicolás, la


provincia quedo separada del resto de la Confederación. Comenzó entonces una etapa
de reafirmación de la autonomía porteña. Así mismo, el nombramiento de Alsina al
frente de la gobernación y de Mitre como ministro de gobierno afianzo al sector más
radicalizado.

Buenos Aires comenzó a armarse, con la leva y la convocatoria a la guardia, mas la


adquisición de armamento, avanzo en los preparativos de guerra. La actitud
crecientemente confrontativa del gobierno porteño junto con la perspectiva de nuevos
enfrentamiento despertaron la oposición de los jefes militares de la campaña heredados
del rosismo y en particular, del Coronel Hilario Lagos.

El 1 de diciembre este se alzo en armas contra el gobierno local en nombre de la unidad


de los pueblos y de la paz reparadora, para pedir la renuncia de Alsina y la concurrencia
al Congreso de Santa Fe, si bien manifestó a su que no aceptaría agresión alguna por
parte de las demás provincias. Tuvo éxito en levantar parte de la campaña y llevo a sus
tropas a la ciudad donde un encuentro con la Guardia Nacional comandados por Mitre
freno su avance aunque algunos barrios quedaron bajo su control. Buenos Aires se
preparaba para defenderse de lo que pronto fue el sitio declarado por Lagos y más tarde
el bloqueo de su puerto.

La ciudad tuvo serios problemas de abastecimiento que se agravaron cuando Urquiza


bloqueo el puerto con sus fuerzas navales. La población además, se sintió convocada
por la dirigencia, en un clima colectivo de euforia, estuvo dispuesta a soportar las
privaciones y a contribuir a la defensa.

Urquiza había brindado su protección, sin embargo no todo era acción militar en la
provincia, ya que Lagos procedió también a organizar política y judicialmente todos los
departamentos. La provincia se institucionalizaba pero a diferencia de la ciudad, su
situación financiera era complicada.

La balanza en adelante se inclinaría para el lado de Buenos Aires, mientras que en la


ciudad se celebraba el fin del asedio por agua, en la provincia el ejército federal de
Lagos sufría la deserción, ya que se debían varios meses de sueldos y cansados y
desmoralizados optaron por las recompensas que ofrecían los porteños.

La sanción de la Constitución

El periodo central del sitio coincidió con el de la reunión del Congreso Constituyente.
En la ciudad de Santa Fe se discutió y aprobó la Constitución Nacional en un clima
tranquilo. El Congreso fue inaugurado el 20 de noviembre de 1852 pero solo un mes
más tarde quedo constituida la comisión de negocios constitucionales, encargada de
redactar el proyecto. Aunque la tarea estaba prácticamente lista para marzo, la búsqueda
de un acuerdo con Buenos Aires para que se sumara al congreso demoro la presentación
del proyecto hasta mediados de abril de 1853. Finalmente la mayoría voto el proyecto
tal como estaba y el texto constitucional fue aprobado. Presentado a Urquiza, este
promulgo formalmente la constitución el 25 de mayo de 1853 y dispuso la jura en otra
fecha patria, el 9 de julio.
La sanción de una constitución nacional represento una novedad radical para la
confederación, la instrumentación efectiva de la República allí definida fue causa de
numerosos conflictos que experimento la Argentina en la décadas siguientes.

La constitución estableció, en primer lugar, una república federal que creaba un poder
nacional a la vez que fijaba que las provincias conservarían todo el poder no delegado al
gobierno federal. De esta manera cerro el capítulo de la tradición federal vigente desde
la década del 20. En segundo lugar definió la república como representativa. En tercer
lugar, derechos y libertades civiles, personales y de propiedad. Entre las libertades
sancionadas figuraba la libertad de cultos, y a su vez los derechos políticos entre los que
figura el voto universal masculino.

Finalmente el grueso del documento estuvo dedicado a la estructura institucional de


gobierno, presidida por la estricta división de poderes y el carácter representativo de
todo el sistema. Se establecieron un legislativo bicameral (diputados y senadores), un
ejecutivo fuerte que no admitía facultades extraordinarias ni reelección y un poder
judicial encabezado por la Corte Suprema la cual será designada por el ejecutivo en
acuerdo con el senado. El documento resultante desafío la realidad y propuso cambios
que implicaban a futuro una Argentina diferente.
Cap. 2: Dos repúblicas; La Confederación Argentina.

La confederación argentina había sido creada en los papeles, pero en el inicio no


representaba más que un conjunto de 13 provincias con tradición de cierta autonomía,
tanto en materia económica como política e institucional. Urquiza encabezo la
organización nacional y la constitución diseño las bases de un modelo que el director
provisorio se propuso materializar a partir del momento mismo de su aprobación y
sanción.

Los poderes del Estado

El congreso constituyente en Santa Fe y el director provisorio en Paraná asumieron de


inmediato el gobierno efectivo de la Confederación y tomaron medidas para ordenar la
administración, encarrilar las relaciones exteriores y controlar los conflictos internos.
Urquiza resolvió la creación de un Consejo de Ministros; buscaba dar señales de
amplitud de su liderazgo y contenido concreto a su política de “fusión”.

El 1 de noviembre de 1853 tuvieron lugar las elecciones en la mayoría de las provincias


de la Confederación, que se celebraron siguiendo los procedimientos estipulados en la
legislación vigente en cada una de ellas; el resultado favoreció a Urquiza. La caída del
régimen rosista había abierto distintos procesos de apertura, competencia y cambio
político, que escapaban al control del director.

En la jura del congreso constituyente. Urquiza, manifestó su preocupación por la


secesión de buenos Aires y su intención de bregar por la unidad de la república.
Cumplidos sus objetivos, el congreso constituyente se disolvió para dar lugar a las
nuevas cámaras de diputados y senadores, según estipulaba la constitución. Mientras
tanto, Urquiza designo su gabinete siguiendo la misma pauta que había observado en su
gestión provisoria; el gaviete experimento varios cambios a lo largo de los 6 años de la
presidencia de Urquiza, sacudida por conflictos políticos de distinta índole que llevaron
a su titular a probar distintas combinaciones.

Mientras que el poder ejecutivo se había organizado rápidamente y el legislativo, con


algunos inconvenientes, lograba ponerse en marcha, la vigencia del judicial, en cambio,
resulto bastante más problemática.

Tres áreas de acción gubernamental:

Finanzas

La creación de un gobierno central obligaba a prever y proveer fondos para sus gastos.
La principal fuente de recursos para gastos públicos eran las aduanas. La nueva
situación implicaba un cambio, el establecimiento de la libre circulación de las
mercancías dentro del territorio de la república llevó a la anulación de las aduanas
internas. Al mismo tiempo, los ingresos provenientes de las aduanas exteriores serian
destinados a sufragar los gastos del erario nacional, dejando a las provincias sin su
principal fuente de recursos.
La secesión de los porteños privaba a la confederación de los fondos que allí se
recaudaban, por lo que una de las primeras medidas de Urquiza fue la apertura de los
ríos a la libre navegación extranjera. De todos modos la escasez de fondos siempre se
hizo presente.

Se creó una administración general encargada de emitir papel moneda, realizar


operaciones de crédito y tomar empréstitos. El gobierno actuó sobre dos frentes
posibles: la creación de fuentes de ingresos reales y a financiación del déficit fiscal a
través de empréstitos y créditos. La apuesta más fuerte fue la creación de la ley de
derechos diferenciales en sus dos versiones, tanto para importaciones como para
exportaciones, de todos modos esta medida no dio el resultado previsto. Para paliar el
déficit, la administración debió recurrir al crédito caro que le proponían capitalistas y
banqueros dispuestos a arriesgarse solo a cambio de altos intereses. De todos modos la
situación del gobierno en este plano fue siempre precaria y limito enormemente su
capacidad de acción.

Las relaciones exteriores.

La precariedad financiera de la confederación afectaba su posición relativa en el


concierto internacional sobre todo por su rivalidad con el estado de buenos aires.

Juan Bautista Alberdi fue enviado a Europa en misión especial y logro inicialmente
resultados parciales favorables en Francia e Inglaterra, firmo un tratado con España que
incluyo el reconocimiento de la independencia de la república Argentina y abrió el
camino para la reanudación de las relaciones con el Vaticano. Urquiza encaro también
importantes negociaciones con los países vecinos, sobre todo con el Paraguay y el
imperio del Brasil. A pesar de las mutuas relaciones de amistad y buena voluntad, la
firma de tratados con estos países resulto más difícil de lo previsto. De todos modos, la
Confederación logro el reconocimiento de su gobierno en el plano internacional y
obtuvo cierta ayuda de los agentes extranjeros en sus negociaciones y confrontaciones
con Buenos Aires.

La Organización Militar

La organización militar era clave para conseguir el ordenamiento interno de la


república. Después de Caseros, el acuerdo de San Nicolás, entrego a Urquiza el mando
de las fuerzas militares provinciales, creando así en el papel una instancia militar supra
local.

Como era costumbre en el s XIX, el aparato militar articulo dos tipos de fuerzas: los
cuerpos de profesionales y las milicias de ciudadanos. Así el nuevo ejército Nacional
incluyo el ejército de línea que tenía carácter profesional, y la guardia nacional
integrada por todos los ciudadanos. La creación de esta última imprimió un carácter
nacional a las milicias. Para dar forma efectiva al ejército de línea, Urquiza contaba con
las fuerzas entrerrianas bajo su mando directo, y en menor medida, con las que en
demás provincias respondían a los respectivos gobernadores. El principal problema que
tuvo que enfrentar fue la tradición de autonomía militar de las provincias, es por eso que
en la práctica, fueron controladas por los gobernadores más que por el ejecutivo federal.

En suma, en los tres campos principales de acción destinados a firmar el poder de un


estado nacional, el gobierno de Urquiza realizo bastantes esfuerzos con resultados
bastantes disparejos: las finanzas públicas hicieron agua, la organización militar no
consiguió unificar el mando y el reconocimiento internacional fue tibio.

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