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El uso de cuadernos de actividades para

aprender matemáticas

https://www.youtube.com/watch?v=xccfzb6bq
sw

En muchas ocasiones, los cuadernos se convierten en


depositarios de la función docente, constituyéndose como
determinantes en las decisiones sobre lo que se enseña y cómo se
enseña

Este ensayo hace una reflexión acerca del panorama actual sobre
uso de los cuadernos de matemáticas en la educación y algunas
cuestiones que miran a los profesionales implicados en el
desarrollo del pensamiento matemático de los niños y niñas.
Muchos docentes de esta etapa que buscan la profesionalización
y la innovación educativa como recurso para afrontar las
dificultades o las carencias del sistema educativo se plantean esta
cuestión. Sin embargo, no es fácil de responder, puesto que el
papel de las maestras y los maestros incluye múltiples
dimensiones y está considerado un elemento clave para la
introducción de cambios. Así pues, las opiniones del profesorado
respecto a diversas cuestiones como, por ejemplo, de qué manera
deben enseñarse las matemáticas en educación infantil, cómo las
aprenden Reflexión los alumnos de las primeras edades, cómo
interpretan las maestras y los maestros el currículo educativo,
cómo enfocan la inclusión educativa, cómo entienden su propio
rol, o cómo valoran los materiales o recursos que tienen a su
alcance, entre otros aspectos, conllevan la incorporación o no de
determinadas mejoras o propuestas, y conducen a una práctica
educativa concreta y diferente de cualquier otra. Aquí vamos a
centrarnos en una de estas dimensiones –el uso de cuadernos de
actividades y/o libros de texto–, puesto que diversos autores,
como Martínez Bonafé (2007) y Parcerisa (2007), ponen de
manifiesto que, a pesar de existir un amplio consenso

sobre la necesidad del cambio y la mejora en la escuela, los


cuadernos de actividades (llamadas «fichas» en el argot de las
maestras y los

maestros de educación infantil) continúan siendo el principal


recurso utilizado por los docentes en todos los niveles educativos.
La reflexión de estos autores va mucho más allá cuando exponen
que este recurso es un freno para la innovación y la introducción
de cambios de mejora en las aulas. Desde esta perspectiva, que
compartimos en su totalidad,

Panorama actual de los cuadernos de


actividades en educación

Diversos autores confirman que actualmente en muchas aulas de


educación infantil los procesos de enseñanza y aprendizaje de las
matemáticas se fundamentan todavía en los cuadernos de
actividades, argumento que compartimos muy a nuestro pesar. En
este sentido, Martínez Bonafé (2007) expone que, haciendo un
recorrido histórico, observamos que no se han modificado las
condiciones que regulan la necesidad institucional de los
cuadernos de actividades, prevaleciendo de esta manera como el
gran recurso que está bendecido por la mayoría, en cuanto que hay
la necesidad de usar un manual para abordar las prácticas
educativas. Parcerisa (2007) expone que, a pesar de que el
concepto de este recurso didáctico ha ido variando a lo largo del
tiempo, continúa siendo un material que, con un número
determinado de páginas, desarrolla los contenidos de un área para
un curso escolar, distribuyéndolos en unidades, secciones,
bloques temáticos, etc. Subraya que este recurso está pensado
para la transmisión de conocimientos, no para la construcción
significativa por parte del alumnado, ya que predomina la
explicación del docente sobre qué se tiene que hacer: leer, pegar,
pintar, rodear, hacer algún ejercicio, etc. Por otro lado, añade el
autor, se caracterizan por la presentación de un contenido que se
convierte en prescriptivo, con toda una serie de actividades
cerradas, homologadas y, en muchos casos, autosuficientes. De
esta manera, en muchas ocasiones, los cuadernos se convierten
en depositarios de la función docente, constituyéndose como
determinantes en las decisiones sobre lo que se enseña y cómo se
enseña en la escuela. Además, desde nuestro punto de vista, a
menudo los cuadernos de actividades están desvinculados de la
realidad del alumno, no responden a la diversidad y no permiten
trabajar a partir de la zona de desarrollo próximo de cada alumno,
frenando así la comunicación de experiencias personales, las
propias emociones y, en definitiva, la construcción significativa del
aprendizaje. De lo dicho hasta ahora se desprenden dos aspectos:
En primer lugar, parece obvio que el cuaderno de actividades
continúa ejerciendo un control considerable en el diseño y
desarrollo de la enseñanza o, dicho de otra manera, en el trabajo
diario de muchos docentes de educación infantil. En segundo
lugar, pensamos que es necesario un análisis profundo del uso
que se hace de los cuadernos de actividades durante el proceso de
enseñanza-aprendizaje en general, y en las primeras edades en
particular: el qué, el cómo, el cuándo, el porqué y el para qué, ya
que una planificación pensada y estructurada en función de las
necesidades del grupo-clase, compartida con los alumnos que lo
configuran y considerando el contexto donde se encuentran,
contribuirá mucho más significativamente a su desarrollo global y
personal y, consecuentemente, a la adquisición de nuevos
aprendizajes y al fomento de nuevos interrogantes que despierten
la curiosidad de todos.
¿Para qué, por qué y cómo deberían
usarse los cuadernos de actividades en
educación matemática.

Un grupo de maestros de Rosa Sensat presenta una carta en el


monográfico «Uso y abuso de los libros de texto» (Scientia
Ómnibus, 2006), en la que se expone que los cuadernos de
actividades no son el único ni el gran recurso, sino uno más, que,
bien utilizado, puede ser una herramienta pedagógica de provecho,
tanto para la construcción de conocimiento por parte de los
alumnos como para la oferta de ayudas al profesorado. En la
misma línea, Ribas (2006) defiende que los recursos escritos
editados deberían ayudar a llevar a cabo los procesos de
enseñanza y aprendizaje, con el fin de vehicular la propuesta
didáctica que se considere más adecuada y oportuna de acuerdo
con los objetivos planificados. De las aportaciones anteriores se
desprenden, como mínimo, dos reflexiones: en primer lugar, los
cuadernos de actividades no pueden ser un software que,
engañosamente, libere a las maestras y a los maestros de trabajo;
y en segundo lugar, pensamos que los cuadernos de actividades
no tienen que desa parecer, pero es muy diferente si se utilizan
como material prescriptivo y regulador de la práctica educativa o
como un material más de referencia en combinación con otros
materiales y recursos. Así pues, la cuestión no es la supresión de
los cuadernos de actividades en educación infantil. Estos recursos
pueden ejercer una función, por lo que no somos partidarios de
posturas extremas y drásticas que defienden la quema de todos
los materiales editados en educación infantil. Hay matices: si bien
es cierto que durante el primer ciclo no tienen razón de ser,
pensamos que en el segundo ciclo, y sobre todo a finales de éste,
pueden servir para representar en el papel el aprendizaje realizado;
para ayudar a los alumnos a pasar progresivamente de contextos
de aprendizaje concretos como, por ejemplo, la observación del
entorno, la manipulación, la experimentación o el juego, a
situaciones más abstractas como la representación gráfica y
simbólica en el papel; o bien para evaluar un aprendizaje realizado,
aunque debemos tener en cuenta que la evaluación es una parte
más del proceso de enseñanza-aprendizaje, por lo que parece
obvio que debe estar en sintonía con este proceso. Si estamos de
acuerdo con que los cuadernos de actividades no deben
desaparecer, sino que es preciso replantearse su función, otro
interrogante que debemos formularnos es cómo hemos de usarlos.
Nuestra respuesta es muy clara y concreta: pensamos que las
fichas deberían ser una herramienta o material complementario, no
la base ni la guía curricular que seguir a lo largo de los procesos
de enseñanza-aprendizaje. Es obvio que para desarrollar el
pensamiento matemático en educación infantil hace falta
estructurar los procesos de enseñanza y aprendizaje a partir de
unas estrategias que requieran, por parte del profesorado, una
flexibilidad en la programación y una diversidad en los recursos de
información, en los materiales y las actividades y en la
organización del grupo clase. Alsina (2006) expone cuáles son
algunas de las necesidades de los niños para desarrollar el
pensamiento matemático. En la secuencia didáctica que propone,
las fichas o el cuaderno de actividades aparecen en última
instancia como una posibilidad más que puede servir de cierre de
una unidad didáctica, pero nunca un punto de partida. Hemos
empezado con una pregunta y terminamos con otra, que puede
servir para que los profesionales que se han cuestionado alguna
vez el uso abusivo de los cuadernos de actividades para
desarrollar el pensamiento matemático en educación infantil
inicien procesos de reflexión de forma individual y en grupo: ¿el
uso exclusivo de las fichas es uno de los tópicos difíciles de
superar porque es cómodo y da seguridad seguir las directrices
que marca?

Tito Julio Camelo Clavijo


Lic. Matemáticas y física

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