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La ilusión y su ladó pósitivó de la

menesterósidad humana
¿En qué radien la ilusión?

La ilusión radica en esa dimensión de la vida humana que es su condición futuriza,


es decir, el hecho de que, siendo real y por tanto presente, actual, está proyectada
hacia el futuro, intrínsecamente referida a él en forma de anticipación y proyección.

Esto, claro es, introduce una "irrealidad" en la realidad humana, como parte
integrante de ella, y hace que la imaginación sea el ámbito dentro del cual la vida
humana es posible. Si el hombre fuese solamente un ser perceptivo, atenido a
realidades presentes, entonces no podría tener más que una vida reactiva, en modo
alguno proyectiva, electiva y, en suma, libre.

Por eso la ilusión no puede reducirse a la alegría o al entusiasmo; lo cual por cierto
no significa que la alegría o el entusiasmo no puedan ser o no deban ser
ingredientes suyos. La ilusión significa anticipación. Afecta primariamente a los
proyectos y, naturalmente, a sus términos. El título de Pedro Salinas, Víspera del
Gozo, conviene admirablemente a la ilusión.

La ilusión como lado positivo de la menesterosidad humana

El hombre necesita muchas cosas, y en forma distinta necesita a las personas. En


última instancia, necesita personalmente todo lo que necesita, aunque lo
necesitado no sea personal, porque él es una persona.

Y no es esto solo: el hombre no necesita únicamente lo que no tiene, sino que sigue
necesitando lo que tiene, y muy especialmente a las personas. La indigencia
humana no cesa nunca, su menesterosidad no se extingue con la presencia, el logro,
el goce, la posesión, con todas las formas de consecución o realización que puedan
imaginarse.
En la medida en que las necesidades sean auténticamente personales, son
inextinguibles, perdurables, están penetradas de duración ilimitada.

La ilusión es el lado positivo, afirmativo, de esa condición indigente o menesterosa.

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