Documentos de Académico
Documentos de Profesional
Documentos de Cultura
Sé de Ejemplo
1. Ejemplo en Palabras
Profundizando en la Palabra
De igual forma, tal y como un timón controla a un barco por grande que
sea, lo que decimos nos controla a nosotras. Se dice que “somos esclavos
de nuestras palabras y dueños de nuestros silencios”, o, como dice
Eclesiastés, hay un tiempo para hablar y un tiempo para callar (3:7).
Muchas veces, lo único que hace falta para controlar nuestras palabras es
¡callarnos!
Recuerda que Jesús advirtió que no es lo que entra por la boca lo que
contamina al hombre, sino lo que sale de ella (Mateo 15:1-20), ¿y qué es lo
que va a salir por nuestra boca? ¡Lo que hay en nuestro corazón!
Para poder ser de ejemplo con lo que sale de nuestra boca debemos
evitar:
Sigue lo bueno…
Onesíforo (2 Timoteo 1:16, 4:19): un hombre que utilizó sus palabras para
confortar y animar a Pablo mientras estaba en prisión. La mujer de
Proverbios 31 (v 26): sabiduría y clemencia (compasión) describen la forma
de hablar de esta mujer ideal, ejemplo obligado para todas nosotras
Aborrece lo malo…
Ananías y Safira (Hechos 5:1-11): su pecado no fue guardar parte del
dinero de la venta de su propiedad, su pecado fue mentir sobre ello… y les
costó la vida. La mentira se paga cara siempre.
María la hermana de Moisés (Números 12:1-15): en Éxodo 15:20-21 es
mencionada guiando al pueblo en alabanza, pero lo último que se dice
de ella antes de su muerte es que murmuró contra Moisés y fue castigada
por ello. Pasó de lo más alto, a lo más bajo por causa del chisme y la
murmuración.
Profundizando en mi interior
¿Eres, como dice Santiago, “pronta para oír, tarda para hablar, tarda para
airarte” (Santiago 1:19)? ¿O estás utilizando mal tu lengua?
Puede ser que hables demasiado y caigas en la necedad, que te guste el
chisme, que digas mentiras (aunque sean “mentiritas blancas”), que hables
con ira, que grites, que digas malas palabras o te expreses mal de la
gente. Cada una de nosotras sabemos perfectamente en qué área(s)
estamos fallando. ¿Qué ejemplo estás dando con tu forma de hablar?
Ahora bien, no basta con saber qué parte de nuestra forma de hablar es
pecado (sí, pecado), sino tomar los pasos necesarios para cambiar esa
actitud.