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Repartirse el desamor
E l amor no deja nunca, a nadie, indiferente. Nos ilumina cuando nos embarga y
Repartirse
MINERVA PSICOLOGÍA
MINERVA EDICIONES
REPARTIRSE EL DESAMOR
Guía psicológica en la separación
Colección Historia
Biblioteca Nueva-Universitat de València
José Cáceres Carrasco
REPARTIRSE EL DESAMOR
Guía psicológica en la separación
MINERVA EDICIONES
Colección: «Minerva Psicología»
Director: Miguel Ángel Vallejo Pareja
ISBN: 978-84-16169-28-3
Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distri-
bución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de
los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser
constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El
Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los cita-
dos derechos.
Índice
P ...................................................................................................... 15
1
J. Cáceres, Reaprender a vivir en pareja, Barcelona, Plaza & Janés, 1986 (2.ª edición,
1994, Promolibro).
1
Panorama general: Hechos y tópicos
1. LA SOMBRA DE LA DUDA
— Desarrollar proyectos conjuntos que los llenen más que si los intenta-
sen en solitario y que la realización de tales proyectos potenciará sus
autosatisfacciones.
— Sentirse apoyados, comprendidos/as y, finalmente, queridos/as.
— Potenciar una complicidad mutua, que propicie su ilusión y su bien-
estar; quieren estar con la otra persona.
— Crear espacios comunes para el disfrute: que el montante de la rela-
ción sea gratificador.
450000
400000
350000
300000
MATRIMONIOS
250000
DISOLUCIÓN
200000 SEPARACIONES
150000 DIVORCIOS
100000
50000
0
87
89
91
93
95
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19
19
19
19
19
19
19
La situación es tal que, como bien refleja la siguiente viñeta, lo que hace años
seguramente se planteó como chiste, hoy podemos considerar casi profecía.
1
Somos conscientes de que no es totalmente lícito, a la hora de hacer estos cálculos,
sumar separaciones y divorcios: gran parte de los que se divorcian en un año concreto fueron
los que se separaron el año anterior...
Panorama general: Hechos y tópicos 21
22%
29%
SEP
SEP. ACUERDO
ACUERDO
SEP
SEP. CONTENCIOSO
CONTENCIOSO
DIV ACUERDO
DIV. ACUERDO
32%
Pero estos números no lo dicen todo. Quizá esto abarque tan sólo a los
más valientes (¡otros pensaran que son los más irresponsables!), los que se
han atrevido a dar el paso. En cambio, un porcentaje indeterminado, pero
que se nos antoja muy elevado, deshoja continuamente, algunos casi día tras
día, la margarita de la separación sin terminar de decidirse.
La separación, contrariamente a lo que piensan muchos, no consiste en un
hecho puntual, sino que constituye un largo proceso, con etapas bien defini-
das por las que todos los implicados parecen tener que pasar indefectible-
mente.
La primera etapa de la separación la constituye la fase de .
Este período de se refiere al tiempo que pasa desde que la
idea del divorcio empieza a rondarnos por la cabeza, aunque sea como una
posibilidad lejana, hasta que llegamos al convencimiento de que la separación
constituye nuestra única salida, se toma la decisión definitiva y damos los pri-
meros pasos para materializarla. Es éste un período que se encuentra plaga-
do de dudas y zozobras, que se asocia y recuerda después con un intenso
malestar.
Son muchas las personas que asocian el momento de la decisión con un
episodio concreto, llegando a considerar tal episodio como el momento de no
retorno, y lo catalogan como uno de los hitos más importantes de su vida.
22 Repartirse el desamor
Muchas veces, el sentido de esta fase se les escapa a los mismos interesa-
dos, aunque cuando lo piensan, en retrospectiva, recuerdan que lo pasaron
mal y que dieron vueltas al tema casi continuadamente, sin saber qué decisión
tomar.
Los indicadores externos de que tal proceso está ocurriendo pueden ser
muy variados y no tienen nada que ver con lo verbal, sino que se suelen apo-
yar en los hechos. Así, se niega que pase algo cuando la otra persona pre-
gunta, se empiezan a pasar períodos de tiempo cada vez más largos fuera de
casa, se implican en múltiples empresas que les mantengan alejados/as de
casa, se inicia un affaire, se dejan de hacer cosas para el otro/a y, en casos
extremos, surgen momentos de violencia verbal o incluso física.
Siguen algunas viñetas de ejemplos concretos que ilustran estos primeros
momentos: menos los nombres, que son ficticios, los demás datos correspon-
den a personas concretas que han pasado por nuestro consultorio.
María:
María tiene treinta y cinco años, lleva ocho casada con Gabi, tienen una hija
de cuatro años y de tarde en tarde, especialmente después de un período de bron-
cas y discusiones encendidas, se sorprende a sí misma soñando con la separación,
distanciarse de Gabi, y volver a empezar libre de ataduras.
Margarita:
Margarita está más o menos en la misma situación que María pero en ella
estas fantasías aparecen casi cada semana y, en más de una ocasión ha amenaza-
do a Julián con «echar los papeles de la separación», y separarse de una vez por
todas. Cree que Julián no la toma en serio, le hace poco caso, lo cual termina enfu-
reciéndola, pues le hace pensar que, en el fondo, se cree que la tiene segura.
Antonio:
A Antonio le pasa otro tanto. Piensa con mucha frecuencia en el divorcio y a
veces desearía estar ya separado porque gradualmente se ha ido produciendo un
distanciamiento entre ellos que se le vuelve cada vez más penoso. En más de una
ocasión ha intentado sentarse y discutir estos temas con Eugenia, su mujer toda-
vía, con toda tranquilidad, para intentar llegar a un acuerdo, y poner fin a esta
situación que cada vez se les vuelve más odiosa a ambos.
Ione:
Ione, que trabaja como jefa de equipo en una empresa de ventas, empieza a
obsesionarse con el tema. Ha decidido abrir una cuenta individual en el banco en
la que no figure su pareja. Le ha planteado a Carlos en varias ocasiones su deseo de
hacer separación de bienes, poner la casa a nombre de los dos... comenta con fre-
cuencia esta situación con sus amigas, quienes le animan a dar el paso definitivo.
Josefina:
Josefina ha llegado mucho más lejos. Se ha animado y ha ido a consultar con
una abogada matrimonialista acerca de la separación. Se ha interesado por cuáles
son los requisitos, qué pasos habría que dar, cuál sería la secuencia, cuáles son los
plazos... ¡Y los costos! Fantasea cómo se lo dirá a su marido. Y es que la separa-
Panorama general: Hechos y tópicos 23
ción casi se ha convertido en una obsesión para ella. Está determinada. La idea
se le presenta varias veces al día, incluso en momentos bien diferentes de broncas
y discusiones. Estos pensamientos son a veces imprecisos y vagos, pero otras son
detallados, incluyendo cuál va a ser el sistema de división de bienes, quién se
queda con qué muebles, cómo se repartirían los libros y los discos, a dónde se va
a ir a vivir, cómo se dividirán las responsabilidades en relación con los hijos, cómo
se lo plantearán a éstos y cuáles serán sus reacciones. Cómo se lo van a plantear
a familiares y amigos...
Un porcentaje muy alto de las personas que van a consultar sus proble-
mas de pareja, algunos terapeutas se atreven a decir que casi el 99 por 100,
argumentan que tienen serios problemas pero que tales problemas no tienen
que ver con ellos mismos, sino que se deben al carácter o la personalidad de
su pareja. Muchos, cuando acuden en pareja, hacen explícito el pensamiento
en presencia del otro. Lo malo es que el otro, a su vez, piensa exactamente lo
mismo en relación con el uno. La única diferencia es que no lo dice, pero
desde luego lo piensa y, a veces, ¡con qué intensidad!
La gran mayoría, además, se extiende en detalles para convencer al tera-
peuta de lo sufrido por su parte y lo mucho que han tenido que aguantar por
culpa del comportamiento desviado y anormal del otro: «¡La otra persona es
culpable! ¡La otra persona está de atar! ¡La otra persona es inaguantable!»
Tantas veces lo han repetido tantos pacientes que no ha quedado más
remedio que estudiar con detalle hasta qué punto existen rasgos de la perso-
nalidad en el individuo que sirvan para predecir la armonía, o su ausencia, en
una relación de pareja. Los resultados son bastante concluyentes: No existe
rasgo alguno de personalidad que nos sirva para predecir que esa pareja va a ter-
minar en ruptura. Es más, nuestros resultados nos indican que, en las parejas
en conflicto, son más bien las atribuciones negativas que el uno hace en rela-
ción con la personalidad del otro lo que predice el fracaso y no tanto los ras-
gos reales del otro.
Panorama general: Hechos y tópicos 25
Sabemos que alrededor de un 25 por 100 de las parejas aducen las relacio-
nes extramaritales como causa de su separación, pero también sabemos de otras
muchas parejas que han sabido superar tales situaciones y sacar provecho mutuo
de las mismas, consiguiendo que, lo que inicialmente se presentaba como un epi-
sodio traumático y doloroso, sirva para fortificar el vínculo de unión.
Es muy difícil obtener datos fiables acerca de la incidencia de las relacio-
nes extramaritales en los tiempos que corren. Parece, eso sí, que es algo que
va en aumento. Se ha aducido, también, con demasiada frecuencia, que las
relaciones extramaritales son sólo cosa de hombres. Nuestra experiencia clí-
nica nos sugiere que no es sólo cosa de hombres y que el género quizá tenga
poco que ver con la incidencia. Seguramente tenga mucho más que ver el
número de oportunidades que tiene cada uno para explicar la diferente inci-
dencia entre ambos sexos. De cualquier forma, si un hombre tiene relaciones
extramaritales, generalmente es con otra mujer. Y una de dos: o todos los
hombres tienen relaciones extramaritales con las mismas mujeres, o sólo lo
hacen con mujeres solteras; o bien, por definición, las mujeres casadas tam-
bién tienen relaciones extramaritales.
Quizá sean diferentes, eso sí, las motivaciones y el significado que cada
uno asigne a tales relaciones, y lo que éstas impliquen. Generalmente las rela-
ciones extramaritales tienen que ver con relaciones sexuales, pero la mayoría
de las veces no es sólo sexo. Para algunas personas, tales relaciones represen-
tan el apoyo, la comprensión, la admiración, y el compañerismo y amistad
que no encuentran en su relación de pareja nuclear.
La solución no es fácil en ningún caso: parece claro que ésta es una
dimensión que cada pareja ha de tratar abiertamente; clarificar y perfilar el
modelo que mejor les convenga a ambos de una manera valiente.
La gran mayoría de las parejas, más del 69 por 100 nos atreveríamos a
decir, experimentan lo que llamamos «problemas perpetuos». Se trata de dis-
cusiones sobre temas que no tienen solución y que la pareja ha estado inten-
tando arreglar durante años. Sólo el 31 por 100 de las discusiones implican
situaciones concretas que se refieren a problemas específicos y con solución.
28 Repartirse el desamor
2.4.2. Distanciamiento
La secuencia de pasos que se sigue para llegar a este estado, que en últi-
mo extremo, supone la erosión del valor gratificador que cada una de las per-
sonas tiene para la otra, puede ser la siguiente:
Panorama general: Hechos y tópicos 29
2.5. V
Alicia lleva ocho años casada con Juan Luis y está desesperada. Cada día discuten
más, las discusiones son más violentas... Últimamente empieza a tener miedo y, en
ocasiones, llega a estar aterrorizada. En más de una ocasión han estado a un tris de
llegar a las manos... Él se vuelve tan furioso que parece fuera a matarla. La última vez
hubo un forcejeo entre ambos que resultó especialmente grave: le han quedado mar-
cas de los apretones en los brazos y, lo que es peor, los hijos de dos y tres años lo pre-
senciaron todo, empezaron a llorar... Y ¡fue terrible! Por si fuera poco, cada día apa-
rece en los medios de comunicación noticias de otra mujer maltratada, lo cual la asusta
tremendamente... Constantemente se pregunta: «¿será su caso el próximo?»
2
J. Cáceres, «Análisis cuantitativo y cualitativo de la violencia doméstica en la pareja», en
Cuadernos de medicina psicosomática y psiquiatría de enlace, 60/61, 2002, págs. 57-67.
30 Repartirse el desamor
Quizá sean estas últimas las que más debieran preocuparnos, pues, al fin
y al cabo, a las dos primeras categorías, termina viéndoseles el plumero en
otras circunstancias, y ello puede permitirnos ponernos en guardia y estar
preparados...
Por lo que vamos sabiendo, dentro de esta última categoría existen dos
subcategorías bien diferentes: los tácticos y los reactivos. Otra forma de deno-
minar a estas dos subcategorías, quizá más fácil de entender por todos sería
la de «cobras» y «Pitbulls», en ambos casos animales letales.
Los tácticos («cobras») son los que recurren a la violencia como forma
predeterminada para conseguir sus fines, mientras que los reactivos («Pit-
bulls») son aquellas personas en los que la violencia aparece en el contexto de
una lucha, discusión, en la que los ánimos se van calentando, se pierde el con-
trol y, si se sabe cómo se empieza, no se sabe cómo se termina nunca... Las
«cobras» levantan la cabeza, miran fija y fríamente a su presa disponiéndose
a acertar su zarpazo, en este caso debiéramos decir su mordisco, en el
momento que creen más oportuno. Los «Pitbulls», por el contrario, entran al
trapo con facilidad y se van calentando y enfureciéndose con cada incitación,
ensañándose con su víctima y embistiendo cada vez con más ferocidad.
Otras características diferenciales entre ambos subgrupos pueden verse
en el cuadro siguiente:
Panorama general: Hechos y tópicos 31
ja, sin estar preparado para iniciar terapia individual más intensa que
le ayude a responsabilizarse de sus actos?
5. ¿Continúa dándose violencia psicológica entre la pareja, incluso entre
períodos de no violencia física?
6. ¿Ha llegado a pensar que no tiene voz ni voto en la relación?
7. ¿Cree que no tiene posibilidad alguna de desarrollar su propia identi-
dad en esa relación, de expresar sus opiniones y autorealizarse?
Cuantas más de las anteriores preguntas conteste afirmativamente una
pareja, más en serio debería tomarse la decisión de terminar la relación, espe-
cialmente si su pareja tiene la personalidad de un «cobra».
Todos los datos que tenemos nos indican que los «cobras»:
a) No sienten verdaderos remordimientos ni, por ende, se encuentran
verdaderamente motivados a cambiar.
b) No parecen especialmente interesados en potenciar relaciones profun-
das y comprometidas.
c) No responden a ninguno de los planes de tratamiento que se han des-
arrollado.
Si, a pesar de lo anteriormente advertido, un miembro de la pareja tuvie-
se dudas sobre qué hacer, si no fuera capaz de distinguir las diferencias exis-
tentes entre ambos tipos de personalidades violentas o a qué categoría podría
pertenecer debería acudir a un profesional (psicólogo o psiquiatra) o comen-
tarlo con su médico de cabecera que seguramente sabrá orientarla y derivar-
la al profesional adecuado.
Parece obvio que lo primero que habría que revisar, antes de tomar la
decisión de separarse o no, son las características del matrimonio disfuncio-
nal y compararlas con el propio.
En toda relación disfuncional solemos detectar tres grandes tipos de pro-
cesos que se encuentran especialmente alterados.
Estos procesos se refieren a:
Otra característica suele ser que se evita el diálogo genuino acerca de los
problemas, que se terminan convirtiendo en perpetuos: en las conversaciones
y discusiones se manifiesta una tendencia a aferrarse a las posiciones propias,
en lugar de producirse un verdadero diálogo que implique un toma y daca
continuado, un escuchar y tener en cuenta las posturas del otro, un buscar
soluciones de manera conjunta, en lugar de querer imponer las propias.
Nos acostumbramos a comenzar de manera brusca todas las discusiones,
se trate del problema que se trate. Se ha establecido la costumbre de iniciar
la discusión de cualquier tema con una brusquedad y aspereza emocional inu-
sitada y desproporcionada, lo que termina por contagiar a la otra persona, y
lo que es peor, marcar el discurso del resto de la conversación/discusión.
Muchas veces se detecta una incapacidad, especialmente por parte del
marido, para aceptar la posición y formas de pensar de la mujer: El marido
se muestra cerrado e incapaz de abrirse y aceptar ninguna sugerencia que
venga de parte de la mujer. Aceptar tal influencia, reconocen a veces, podría
significar, perder poder, porque... «ya se sabe, empiezan tomándote un dedo
y terminan llevándose el codo, todo el brazo y, si te descuidas, el resto del
cuerpo...».
Por otra parte, no existen, ni se han desarrollado ni cultivado, estrategias
para reparar el estado emocional de la otra persona cuando está dolida. No
se es capaz de ofrecer a la otra persona solaz, apoyo y sosiego en sus momen-
tos bajos.
3.1.3. La fisiología
Si todos los aspectos anteriores resultan negativos, quizá sería hora de que
empezasen a repasar con quién cuentan y a quién pueden recurrir y de quién
pueden obtener ayuda si se separasen.
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
40 Repartirse el desamor
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Verdadero Falso
Panorama general: Hechos y tópicos 41
Verdadero Falso
Clave de interpretación:
Categoría A: 0-1 punto
Categoría B: 1-3 puntos
Categoría C: 4-7 puntos
Categoría D: 7-14 puntos
2
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo?
Posibilidades de la Terapia de Pareja
1. LOS PROBLEMAS DE VIVIR EN PAREJA
Pablo y Alicia:
Pablo se casó con Alicia; a Alicia le encanta disfrutar en las fiestas y, como
ella misma suele decir, le gusta «soltarse la melena», desinhibirse, y convertirse
en el centro de atención, llegando, a veces, a montar el número. Pablo, que es
muy tímido, odia estas situaciones, lo pasa fatal, y termina pagándolo con Alicia
cuando vuelven a casa. Si Pablo se hubiera casado con Susana, otra novia que
tuvo, seguramente habrían discutido ya antes de llegar a la fiesta. Es que Pablo
es muy poco puntual, siempre llega tarde y esto a Susana la molesta terriblemen-
te. Odia que la hagan esperar. La revienta la situación y la hace sentir mal porque
piensa que dan por hecho su disponibilidad absoluta y esto lo considera una falta
de respeto imperdonable. Pablo, por otra parte, interpretaría las quejas de Susa-
46 Repartirse el desamor
1
D. Wile, After the Fight, Nueva York, Guilford, 1993.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 47
2. MITOS DE LA PAREJA
por lo que buscan, y con frecuencia encuentran, a una persona del sexo
opuesto, que juegue el papel parental.
En resumen, muchas de las personas que se «enamoran», inician el matri-
monio pensando que están enamorados y que la relación les dará la felicidad
instantánea y continuada, y les resolverá sus problemas. Sin embargo, en la
realidad, lo que les lleva es la pasión o alguna otra oscura motivación que no
debemos llamar AMOR.
La mayoría de la gente piensa que se casa por amor, y ésta es una asun-
ción falsa y un mito de peligrosas consecuencias.
2
Algunos títulos bien conocidos son: Cómo hacer bien el amor a un hombre. Cómo hacer
bien el amor a una mujer, El mundo de la Pareja, Reaprender a vivir en pareja.
52 Repartirse el desamor
Sería injusto generalizar afirmando que los hijos arreglan o empeoran las
crisis de los matrimonios. Cualquiera de estas dos afirmaciones sería falsa.
Muchas de las parejas jóvenes que se precipitan al matrimonio porque
esperan un hijo, están abocadas a un matrimonio conflictivo.
La imagen de que la familia numerosa es más feliz representa muchas
veces, un mito.
Un componente del mito de que los hijos mejoran, de manera automáti-
ca, el matrimonio, se genera en la creencia inconsciente de los padres —¡y a
veces demasiado consciente!— de que ellos mismos se van a realizar a través
de sus hijos y van a conseguir, mediante ellos, lo que en su infancia siempre
quisieron y se les negó.
Pero, muchas veces, la llegada de los hijos puede agravar una relación
insatisfactoria.
Si las reglas no están bien establecidas y la capacidad para resolver situa-
ciones conflictivas no está bien desarrollada, la pareja puede estar segura de
que, con la llegada de los hijos, habrán de afrontar muchas más situaciones
comprometidas, quién se levanta a dar el biberón, quién les cambia, quién
cuida de ellos en momentos de tensión, cómo se turnan en vigilar al pequeño
hiperactivo que acaba con la energía de un regimiento... cómo reaccionar
ante los llantos y berrinches... Todas estas situaciones seguramente generen
un mayor número de discusiones, y la insatisfacción derivada de no llegar a
ponerse de acuerdo en tales discusiones generará un malestar añadido.
Así, cuando algunos padres esperan que el niño arregle un matrimonio ya
tambaleante, el chasco que se llevan es mayúsculo.
54 Repartirse el desamor
En otras ocasiones, de una manera sutil, él o ella esperan que tener un hijo
haga que la otra persona se quede más en casa, se tome más en serio su tra-
bajo o su papel de proveedor/a o cuidador/a... En definitiva, que se haga más
responsable, al tener que cuidar de una boca más en la familia, y que sepa
conformar el rol que nosotros queremos atribuirle.
También se puede dar el caso de una situacion que nos encontramos con
bastante frecuencia: uno de los dos, o unas veces uno y otras veces el otro,
utilizan a los hijos para socavar la posición de autoridad.
Otro de los mitos, cada vez más presentes hoy en día en muchas de las
parejas, es el que hace referencia a lo que se puede, debe «aguantar» dentro
de la relación.
«Yo ya no estoy para aguantar ninguna de tus impertinencias... Si se ha com-
portado así conmigo es que nunca va a cambiar, y si han de seguir las cosas así, lo
mejor es que nos separemos ahora. Al fin y al cabo todo el mundo se separa hoy
en día...» Incluso inician, a veces con alguna frivolidad, un proceso de separación.
Creen que separándose se arreglan todos los problemas y no se dan cuen-
ta, como veremos.... que es precisamente entonces, cuando empiezan la
mayoría de ellos.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 55
3. ESTADO DE LA RELACIÓN
4. TERAPIA DE PAREJA
didatos ideales y cuáles son los porcentajes de éxito que se obtienen, para que
puedan valorar, con mayor conocimiento de causa, y tomar la decisión más
adecuada.
a) Analizar cuáles son los problemas que considera cada uno de los
miembros de la pareja, qué déficit ha encontrado en relación con en el pasa-
do de la relación.
b) Desenmascarar los mecanismos que han dado lugar a tales problemas.
c) Analizar los puntos fuertes de cada uno de los miembros de la pareja y
qué aspectos les unen, en el momento presente.
d) Analizar las posibles estrategias y modos de actuación, qué podrían
corregir estos mecanismos
e) Hacer una valoración inicial de las posibilidades de éxito, si se deci-
dieran por tal tipo de tratamiento.
Por otra parte, hace tiempo que hemos descubierto que, si bien somos
capaces de mantener los modales cuando hablamos con desconocidos, o de
temas sin importancia con nuestra pareja, casi todos reproducimos «tics» y
viejos hábitos, adquiridos a lo largo de nuestra vida, y ello sin llegar a ser
conscientes de ellos. Y son precisamente estos hábitos los que el terapeuta
querrá analizar y, seguramente, corregir.
4.1.4. Personalidad
4.1.6. Violencia
a) Problemas detectados.
b) Posibilidad de cambio existente,
c) Mecanismos subyacentes afectados,
d) Posibilidad de cambios de tales mecanismos y el efecto que tal cambio
acarreará:
Las normas generales en todo este proceso vienen a ser las siguientes:
4.2. T
Aquí existen diversas técnicas que el terapeuta podrá explicar, si bien será
la propia pareja la que tenga que crear y desarrollar sus propias estrategias
para momentos diferentes.
Este reaprendizaje se puede realizar, bien con la pareja, de manera con-
junta e individual, bien en el contexto de un grupo. Ambas modalidades son
positivas. El número de sesiones suele oscilar alrededor de 15 de 90 minutos
de duración, en la que, además de hablar, se han de practicar los nuevos
recursos y habilidades, teniendo en cuenta el principio básico del aprendiza-
je; es decir, estado dependiente, que significa que, de nada serviría haber
desarrollado las mejores habilidad aprendidas, con toda calma, en el despa-
cho del terapeuta, si en casa se vuelve a los viejos hábitos, en cuanto se pro-
duce la más mínima señal de ebullición.
Es posible que el terapeuta quiera, a veces, crear cierto estado de acalo-
ramiento, en la consulta, para asegurarse de que también en tal estado se
aprenden las habilidades oportunas, dado que es, en dicho estado, cuando
han de aplicarse en casa.
En nuestro Centro solemos realizar estas sesiones en grupos de 5 ó 6 pare-
jas, en las que los componentes fundamentales son el juego de roles y las prac-
ticas guiadas, puesto que está bien constatado que, cualquier habilidad com-
pleja, ya sea conducir, aprender a escribir a máquina o a comunicarnos
efectivamente, se aprende mejor con buenos maestros que nos sirvan de
modelo, y practicando una y otra vez hasta dominar la habilidad, para que
salga sola cuando realmente sea necesaria.
4.2.3. Resultados
FORMULARIO A
Casi Casi
Aspecto Siempre siempre Acuerdo Descuerdo siempre Siempre
acuerdo acuerdo ocasional ocasional desacuerdo desacuerdo
Casi A Ocasional-
Aspecto Siempre Raramente Nunca
siempre menudo mente
3
E ; Spanier, 1976; Adaptación - traducción: J. Cáceres, 1982.
68 Repartirse el desamor
31. Los puntos de la línea de abajo representan grados diferentes de satisfacción con su
relación. Suponiendo que el punto marcado con la palabra «satisfecho» refleja el
grado de satisfacción obtenido por la mayoría de las parejas, rodea con un círculo el
punto que mejor refleje tu propio grado de satisfacción
Deseo de todo corazón que nuestra relación tenga éxito y haría lo posible porque
fuese así.
Deseo muchísimo que nuestra relación tenga éxito y haré lo que pueda para que
así sea.
69 Repartirse el desamor
Deseo mucho que nuestra relación tenga éxito y haré mi parte para que así sea.
Sería bueno que nuestra relación tuviera éxito, pero no puedo hacer mucho más
de lo que ya hago para que así sea.
Sería bueno que nuestra relación tuviera éxito, pero me niego a hacer más de lo
que hago para preservarla.
Nuestra relación nunca podrá ser un éxito. No hay nada más que yo pueda hacer
para preservarla.
FORMULARIO B
En todas (4) Casi todas (3) Algunas (2) Pocas (1) Ninguna (0)
31. Los puntos de la línea de abajo representan grados diferentes de satisfacción con su
relación. Suponiendo que el punto marcado con la palabra «satisfecho» refleja el
grado de satisfacción obtenido por la mayoría de las parejas, rodea con un círculo el
punto que mejor refleje tu propio grado de satisfacción:
32. De las formas que siguen ¿cuál refleja mejor tu forma de ver el futuro de tu relación?
Deseo de todo corazón que nuestra relación tenga éxito y haría lo posible porque
fuese así (5)
Deseo muchísimo que nuestra relación tenga éxito y haré lo que pueda para que
así sea. (4)
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 71
Deseo mucho que nuestra relación tenga éxito y haré mi parte para que así sea. (3)
Sería bueno que nuestra relación tuviera éxito, pero no puedo hacer mucho más
de lo que ya hago para que así sea. (2)
Sería bueno que nuestra relación tuviera éxito, pero me niego a hacer más de lo
que hago para preservarla. (1)
Nuestra relación nunca podrá ser un éxito. No hay nada más que yo pueda hacer
para preservarla. (0)
Todos los menores, niños y niñas, tienen una serie de necesidades básicas
que han de ser cubiertas por los adultos responsables.
Estas necesidades a veces distan bastante más de lo que creen muchos. Se
trata de creencias que, a su vez, se ven potenciadas por algunos tipos de pre-
sión social, y apoyadas especialmente por la coreografía de la propaganda de
los medios de comunicación de masas. Pero, detrás de estos medios casi siem-
pre hay algún interés comercial no confesado, cuyo principal objetivo es
incrementar sus ganancias crematísticas, y no tanto el desarrollo integral de
la persona. Es por ello que debemos evitar tales influencias mediáticas.
Seguidamente presentamos un breve enunciado recordatorio, sin ánimo
de ser exhaustivo, de estas necesidades básicas:
En ningún lugar está escrito que los adultos que hayan de cubrir tales
necesidades hayan de ser los padres biológicos.
Cuando les preguntamos a los niños lo que sienten ante los conflictos de
los adultos, a menudo nos cuentan que están enfadados y tristes. Los más
jóvenes describen, también, reacciones de miedo.
Los niños distinguen con claridad y discriminan el enfado entre los adul-
tos de otras emociones. Algunos niños también nos hablan de sentimientos
de culpa, vergüenza o pena, especialmente cuando los conflictos entre los
padres han coincidido con etapas de mal comportamiento por su parte.
Creen que pueda existir una relación causa-efecto y que su mal comporta-
miento haya tenido que ver con la ruptura.
Los/as niños/as son capaces de expresar emociones negativas incluso
desde los cuatro años de edad. Si los más pequeños no lo hacen es porque
expresar sentimientos con la palabra es tremendamente complejo y muchos
de ellos todavía no han desarrollado plenamente esta capacidad. Pero que no
sean capaces de expresarlos, no quiere decir que no sean capaces de experi-
mentarlos.
78 Repartirse el desamor
3.2. Co
3.3. E
3.3.1. Hostilidad
Jon y Ander
M.ª Antonia y Francisco llevan casados veinte años y tienen dos hijos Jon y
Ander. Los últimos cuatro años de su matrimonio han sido una verdadera bata-
lla. Jon el mayor, un mocetón fornido está enfrentado con su padre. No se tole-
ran. La excusa más pequeña es suficiente para provocar una discusión que puede
aproximarse a un encontronazo. Francisco es un hombre rígido y no termina por
acercarse a Jon. Éste intenta aliarse con su madre, quien se encuentra entre dos
fuegos, la presión del marido y las demandas del hijo.
En los últimos dos años cuando la situación ha estado especialmente crispa-
da, Jon se ha ido a vivir con la madre de Mª. Antonia, su abuela, con quien se
lleva bien. Cada vez manda mensajes con más insistencia a su madre. El conte-
nido de estos mensajes es siempre el mismo: «tienes que separarte de este ener-
gúmeno. O te separas de él o me pierdes a mí definitivamente».
Finalmente Mª. Antonia se decide a separarse de José Luis, seguramente que
por otra serie de motivos. Consumada la separación Jon cambia de parecer sin
razón aparente y decide ir a vivir con su padre. Durante mucho tiempo se mues-
tra enfadado y agresivo hacia todo y hacia todos. Da patadas a las puertas, puñe-
tazos a las paredes, y sus contestaciones son un muestrario de malos modales.
Ander, mientras tanto, ha sido un espectador pasivo de todos los «tejemane-
jes». Francisco, al quedarse ambos hijos a vivir con él, se queda también con la casa
familiar negándose a su venta incluso cuando se extiende un mandato judicial.
Jon y Ander no vuelven a tener contacto alguno con su madre.
3.3.2. Ansiedad
Ana
María Antonia y Joan se han separado hace unos meses y su hija Ana se ha
ido a vivir con la madre. Joan, que ahora vive en otra casa, se lleva pronto a vivir
con él a la mujer de quien se ha enamorado, quien a su vez es separada y tiene
una hija de la edad de Ana.
Ana, siempre según la versión de la madre, despotrica contra el abandono del
padre, pero aprovecha para irse los fines de semana con éste, donde las normas
son más laxas, los horarios más generosos, y donde sigue entablando una amistad
con la hija de la nueva novia de papá, la media hermana que ella hubiera siem-
pre deseado. María Antonia insiste en su versión en que Ana recibe un trato dis-
criminatorio y diferente (peor habitación, peor ropa, peor bocado...).
Ana empieza a tener altibajos anímicos. Su rendimiento académico se ha visto
afectado. Pasa períodos en los que demanda gran atención por parte de su madre (lle-
gando a dormir en su propia cama, algo que la madre parece alentar) y en los otros
intenta establecer distancia dándole malas contestaciones a la misma. Ha empezado
a desorganizar su vida, saliendo hasta altas horas y resintiendo cualquier intento de
control y restablecimiento de horarios por parte de la madre, amenazando con irse a
vivir con el padre si le siguen presionando. La madre ha descubierto restos de can-
nabis en su bolso sospechando también que a veces bebe más de la cuenta. La ten-
sión entre los padres es larvada y soterrada, ya que tienen constantes enfrentamien-
tos que no se escapan a ningún observador. A esta tensión se le añaden incluso
llamadas telefónicas anónimas que no hacen sino empeorar la situación.
Ana, en el medio de esta barahúnda, termina padeciendo una crisis nerviosa.
Marta y María
Noelia es profesora y ha conocido a su marido, José Antonio, a una edad
madura. José Antonio trabaja de ejecutivo en una empresa y al casarse con Noe-
lia, apoyado por el sueldo de ésta, decide completar su formación iniciando una
carrera superior. Una vez completa, mejora su situación laboral notablemente, lo
que le da acceso a una situación social diferente de la que tenía cuando conoció a
Noelia. Tienen dos hijas, Marta y María. Marta, la mayor, se las da de desen-
vuelta y madura. María, como contraposición a Marta, observa en silencio, se
acerca a la madre y se refugia bajo su amparo.
José Antonio, en su nuevo ambiente social, ha conocido a muchas personas,
entre otras a una nueva mujer y esto ha contribuido, entre otras razones, a la rup-
tura de su matrimonio, ruptura iniciada por él mismo.
Marta y María se quedan a vivir con su madre en la casa familiar. Al princi-
pio todo se hace muy educadamente. José Antonio decide salir del domicilio fami-
liar y se busca un pequeño apartamento.
Marta empieza a evidenciar crisis, primero en los estudios. Su rendimiento
académico ha bajado notablemente hasta el punto que decide no continuar con
sus estudios durante algún tiempo. No sabe en qué ocupar sus días y pasa gran-
des altibajos anímicos. Cuando se siente hundida siempre busca el amparo y pro-
tección de la madre.
El padre intenta hacer de padre, amigo y consejero de Marta. Marta, en cuan-
to se encuentra un poco mejor, empieza a pasar algunas temporadas en el aparta-
Efectos en los hijos 81
mento del padre, donde, a días, vive con su nueva mujer, con quien ella intenta
intimar.
Noelia sufre porque cree que la imagen que tienen Marta y María de la sepa-
ración refleja los puntos de vista y los sesgos que José Antonio les ha querido con-
tar, muchos de ellos en contra de ella. Ella misma no se atreve a contar su versión
por temor a que, en el proceso, aparezcan descalificaciones hacia José Antonio
ante sus hijas, de quien termina formándose una imagen de aprovechado.
María sigue viviendo con su madre pero Marta pasa cada vez más períodos
con su padre. Ello no impide que, cada vez que se cansa, se vuelva a vivir con la
madre. No solamente ha roto su ritmo académico si no que su vida emocional
parece ser un caos. Se ha distanciado de sus amigas de siempre y ha roto con el
chico con el que empezaba a salir. Llega a hacer varios gestos autolíticos, que no
son verdaderos intentos de quitarse la vida sino llamadas de atención y termina
con la necesidad de ser ingresada en un centro psiquiátrico durante un breve
período de tiempo.
Los padres, aunque hostiles en lo profundo, siguen aparentando una inmen-
sa educación en su relación externa y se encuentran siempre presentes en todos
los avatares de la vida de Marta, quien, con sus continuas crisis, impide que se ter-
mine de consumar la separación entre los padres, dándoles una tarea común: sal-
varla a ella.
Durante todo este tiempo María, que ha ido creciendo y que se deja influir
por Marta, empieza a expresar su deseo de vida con su hermana cuando ésta vive
con su padre.
El padre, al tener ambas hijas viviendo con él se prepara a reclamar judicial-
mente el cambio de asignación del disfrute de la casa. El enfrentamiento conti-
nuo y larvado entre los padres no parece tener fin, lo que se refleja en la ausencia
de equilibrio de las hijas.
La ansiedad es una reacción global, que implica toda una serie de pensa-
mientos y sentimientos poco constructivos, una sobreactivación psicofisioló-
gica, y un comportamiento acelerado y desorganizado.
Así el/la niño/a puede percibir toda una serie de peligros tales como
abandono, rechazo, fracaso, desamparo y sentirse asustado. Tales peligros
pueden provocar, a la vez, que su corazón se acelere, sus músculos se tensen,
se muestre especialmente irritable, le cueste respirar, tenga una sensación de
nudo en el estómago y de opresión en el pecho; o que se desencadene un
comportamiento hiperactivo, que no pare quieto, no se concentre...
Esta reacción es muy común, tanto en niños como en adultos, y no se
suele presentar en el vacío, por nada, sino que suele estar provocada por
situaciones que supongan una amenaza real, o que el individuo subjetiva-
mente así lo perciba, para su vida, su integridad, su bienestar general...
La aparición de miedos nuevos o la intensificación de otros preexistentes
(a la oscuridad, a pequeños animales, a la muerte, a fantasías y monstruos que
recrean en su cabeza, a quedarse o dormir solos, a posibles desgracias veni-
deras...) es algo muy frecuente.
82 Repartirse el desamor
3.3.3. Depresión
Silvia y Lucía
Zoe y Jacinto llevan casados veinte años.
Zoe es la perfecta ama de casa aunque tiene algunos problemas de salud.
Jacinto tiene una doble vida sentimental, ya que ha establecido relación con
varias parejas, a escondidas de Zoe. Muchos supuestos viajes de trabajo no son
otra cosa que excursiones con la amante de turno.
Zoe y Jacinto tienen dos, hijas Silvia y Lucía, de dieciocho y quince años.
Ambas, según Zoe quieren a su padre con locura. Para ellas es un buen padre. Zoe
descubre, por fin, la última relación de Jacinto con la amante de turno al encon-
trar su coche delante de la casa de ésa cuando, supuestamente, tenía que estar de
viaje de negocios en una ciudad distante.
Tras la crisis, exige la separación, siendo Jacinto el que se va a un nuevo apar-
tamento y sus hijas se quedan a vivir con la madre.
Zoe hace que Jacinto les cuente a sus hijas los motivos básicos de su separa-
ción. Las hijas muestran su desencanto y lo encajan mal, inicialmente. La rela-
ción con su amante termina pronto y posteriormente Jacinto hace varios intentos
por reiniciar su relación con Zoe.
Sus dos hijas lloran con frecuencia inicialmente, no se cuentan sus penas
entre sí, se aíslan, pero, aparte de esto, su vida no parece haberse visto especial-
mente afectada. Su rendimiento académico se mantiene. Siguen, tras un primer
alejamiento de sus amigas en contacto con sus pandillas de siempre, donde se
encuentran bien integradas. Al poco tiempo de la separación, tras aumentar las
visitas al padre, empiezan a reconstruir su relación con él, relación que se ve ayu-
dada por la necesidad de protección que ambas parecen detectar en su padre.
Este afán de protección les hace aliarse con la postura del padre en sus inten-
tos de reconciliación con la madre provocando encuentros ocasionales y comidas
familiares. Este período de «felicidad efímera» se ve ensombrecido por la conti-
nua incongruencia del padre quien, descubren, sigue simultaneando sus intentos
de reconciliación con la madre y la búsqueda de nuevas parejas ocasionales a las
que lleva a su apartamento, parejas a las que ellas sorprenden y detestan.
El ídolo paterno se les cae una y otra vez. Ambas hijas continúan viviendo su
vida con entera normalidad, si bien se muestran muy reticentes a iniciar una rela-
ción de pareja más estable con los chicos que las pretenden.
Juan
Los padres de Juan, de nueve años, se han separado hace tres meses. Su padre
se ha ido a vivir a una ciudad diferente, por lo que mantiene con él poco contac-
to. Ha empezado a convivir con otra mujer al poco tiempo, algo que Juan y Mano-
lo (su hermano tres años mayor que él) no aprueban y resienten. Encima el padre
se ha llevado consigo a Gaiska, el perro al que Juan se encontraba muy ligado.
Juan habla como un adulto. Expresa emociones con una claridad y elabora-
ción que no parecen ser propias de su edad, pero ha vuelto a hacerse pis en la cama
con una frecuencia casi diaria, algo que ya hacía tiempo que no ocurría.
Los ejemplos presentados más arriba, casos reales todos ellos, represen-
tan un buen ejemplo de las variadas formas de reaccionar de muchos hijos de
separados.
Quizás algún lector piense que hemos cargado las tintas o que sólo hemos
presentado las situaciones más graves, o que nos mueve una aviesa intención
de amedrentar a quienes piensen en embarcarse en la separación. Nada más
lejos de la realidad. Se trata de situaciones concretas, quizás algo sesgadas,
eso sí, pues son buenas representantes de las que terminan acudiendo a una
consulta ambulatoria y, seguramente, los que completen la separación con un
éxito total no tengan necesidad de acudir a consulta alguna.
Debemos insistir, sin embargo, en que muchas de las reacciones adversas
señaladas en los casos anteriores, están provocadas más por el enfrentamiento y
la tensión continua de los padres que por cualquier otro tipo de circunstancias.
84 Repartirse el desamor
5.1. S
Durante algún tiempo se pensó que los niños eran más vulnerables que las
niñas ante las disputas y ante los efectos de la separación. Sin embargo, ahora
no lo tenemos tan claro.
Sí es claro, no obstante, que son diferentes sus formas de expresar tales
reacciones. Consistente con los roles sexuales propios, los niños tienden a
demostrar su inquietud expresando más agresividad, mientras que las niñas
lo hacen volviéndose retraídas, desconfiadas y recelosas.
Estas diferencias en cuanto a la vulnerabilidad cambian con la edad. Se
suelen dar más trastornos psicológicos entre los niños más jóvenes en familias
divorciadas que en las niñas. Estas diferencias se nivelan en edades más tar-
días y, en especial, en la adolescencia: más tarde, son las niñas las que experi-
mentan y presentan más problemas.
88 Repartirse el desamor
5.2. E
Dos-cinco años:
Los niños en edad preescolar tienden a fantasear e inventarse cosas que
sólo ocurren en su imaginación. Los niños en este grupo de edad tiende a
pensar que pueden haber sido ellos la causa de la separación y a echarse la
culpa del trastoque familiar. Esto podría ocurrir con más probabilidad si no
se les ha avisado, con anticipación, de la separación.
En esta edad, el comportamiento es un buen indicador de cómo se sienten
por dentro. Quizá notemos que sus hábitos de sueño y comida, o incluso el
1
L. McNamara y J. Morrison, Separation, Divorce and After, Nueva York, University of
Queensland Press, 1982.
Efectos en los hijos 89
Cinco-ocho años:
Los niños de este grupo de edad ya han empezado a hacer amigos fuera del
círculo familiar (entre los vecinos, compañeros y profesores) y estos amigos se
han convertido en personas y referentes importantes para ellos. A pesar de todo,
la familia sigue siendo la principal fuente de seguridad y, ante la separación, su
principal reacción suele ser de tristeza y enfado. Expresan el enfado, a menudo,
contra ambos padres y pueden, posteriormente, sentirse culpables por ello.
Podrían producirse cambios notables en su comportamiento y rendi-
miento escolar. Quizá tengan que dedicar gran parte de sus esfuerzos y ener-
gías a organizar sus propios sentimientos y tengan, por ello, dificultades a la
hora de concentrarse en sus actividades escolares como solían hacerlo antes
de la separación.
Algunos niños se vuelven agresivos e intentan rechazar a cualquier adul-
to, bien sea el padre o la madre, bien el profesor, y prefieren mantenerse ale-
jados de ellos.
Algunos niños, en este grupo de edad, desarrollan fantasías de reconcilia-
ción y tratan de ejercer una importante presión en los padres para que se
vuelvan a juntar.
Si hablan de reconciliación o se comportan como si intentasen provocar-
la, quizá los padres deberían, como ya se ha señalado, admitir el sentido y la
90 Repartirse el desamor
importancia de su deseo, pero recordarles que ésa es una decisión que sólo
les corresponde a los adultos.
Los hijos podrían tomar partido por uno u otro, a rachas, y parecer más
unidos al uno que al otro.
Si el nivel de conflicto entre la pareja continuase siendo alto podría ser
que el niño se viera implicado y se viera arrollado por este conflicto.
Ocho-doce años:
Los/as niños/as en este grupo de edad, tienen más capacidad para entender
los cambios que se producen en la familia que sus hermanos/as más jóvenes.
Se ven menos sorprendidos por sus sentimientos, siendo, a veces, más
capaces de ordenarlos.
Ya han empezado a captar y a reconocer que la gente puede reaccionar y
pensar de manera diferente.
En este grupo de edad suele ser frecuente experimentar sentimientos de
vergüenza, al verse o sentirse diferentes de sus compañeros y podrían preo-
cuparse por lo que piensan estos de ellos, y, como resultado, podría ser que
les costase hablar con sus amigos acerca de la separación de sus padres.
Algunos niños en este grupo de edad podrían pensar, también, que hablar
de lo que está pasando en casa es una forma de traicionar a sus padres y que,
si se lo cuentan a sus amigos, es como no saber guardarles el secreto. Pueden
experimentar fuertes sentimientos de ira y enfado, llegando, a veces, a aliar-
se, de manera consciente, con un padre en contra del otro.
Sus sentimientos de pérdida y tristeza podrían verse enmascarados, y
dedicarse con más ahínco al juego y a sus amigos, o poniendo cara de valen-
tía y de que no está pasando nada, intentando demostrar que nada les impor-
ta ni preocupa. Aprenden a aparentar una actitud «pasota».
Es posible que algunos padres noten que los hijos se vuelven más retraí-
dos, cada vez que intentan poner en orden sus sentimientos. Necesitan pri-
vacidad y tiempo, y podrían necesitar, también, el apoyo de sus amigos, y no
sólo el de su familia.
Si los que se separan tuviesen hijos adolescentes, es posible que noten que
necesitan una cierta distancia también de ellos mismos, para poder formarse
su propia perspectiva de la familia.
2
Una de las más prestigiosas es Journal of Divorce & Remarriage.
3
D. A. Luepnitz, Child Custody: a Study of Families after Divorce, Nueva York, Lexington
Books, 1982.
92 Repartirse el desamor
que la madre pudiese probar la incapacidad del padre y, además, estar lo sufi-
cientemente dotada económicamente como para mantener a los hijos; algo
harto difícil, ya que, por entonces, la mujer respetable no trabajaba.
A partir de 1925 empezó a emplearse el concepto de «mejor interés de los
hijos» y hasta los años 60, aproximadamente (y en nuestro país hasta el pre-
sente), ese «mejor interés de los hijos» significaba la asignación casi automá-
tica de la custodia de los hijos a la madre. Estaba implícita la aceptación de
la existencia de un supuesto instinto materno, con fuertes raíces biológicas,
que aconseja este tipo de custodia.
En los últimos tiempos vuelve a cambiar la moda, volviéndose a cuestio-
nar la supuesta incapacidad del padre para el maternaje y la existencia del ins-
tinto maternal, y se empieza a hablar, y en algunos países a poner en prácti-
ca, de la conveniencia de una custodia conjunta, aunque ésta sigue siendo
bastante desconocida, y poco potenciada y aconsejada en España, a pesar de
que las asociaciones de padres separados la demandan con insistencia.
Este último tipo de custodia puede adoptar formas muy variadas, entre las
que se encuentran:
Ninguno de los tres tipos de custodia es, por principio, mejor que otro.
Las ventajas y desventajas de cada una de ellas, desde el punto de vista de los
padres, son analizadas con más detalle en el capítulo 5. La custodia compar-
tida comporta más necesidad de contacto y acuerdo entre ambos padres, por
lo que a la educación y cuidado de los hijos respecta. Ello conlleva ventajas e
inconvenientes, que conviene analizar en cada caso concreto, antes de tomar
una decisión firme.
7. EN RESUMEN
1.2. M
Mario
Mario lleva cuatro años separado.
Tras un período de baja laboral, basada en su reacción emocional de ansiedad
y depresión, ha empezado a trabajar de nuevo. Empezar a trabajar le ha hecho
bien, si bien al principio le fue imposible continuar trabajando. Apenas dormía,
se levantaba especialmente cansado, era incapaz de concentrarse, cometía impor-
tantes fallos en su trabajo que repercutían en el trabajo de terceros... y termina-
ron recomendándole que se «cogiese la baja...».
Mario sigue viviendo en el domicilio familiar, ya que se quedaron a vivir con él
su hijo y su hija. Los amigos antiguos de la pareja siguen frecuentándole.
Hay momentos que sigue sintiendo una gran rabia y agresividad hacia su ex:
no le faltan razones. Ésta ha entrado un día en el antiguo domicilio familiar, ha
cogido trajes de Mario, los ha hecho añicos con unas tijeras reduciéndolos todos a
tiras y se los ha dejado todos metidos en una bolsa que sólo sirve para la basura...
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 99
1.3. M
Lucy
Lucy vive atemorizada desde su separación, hace un año.
Él se ha quedado en la casa familiar con los hijos, a los que apenas cuida,
interfiere en sus visitas y les anima a que eviten el contacto con ella.
No le pasa dinero alguno, se niega a dejarle que saque nada de casa, aun per-
tenencias que ella considera suyas.
Ha empezado a salir con otro hombre en quien encuentra un cierto apoyo en
su desánimo, pero el marido les sigue y acosa, metiendo a ambos el miedo en el
cuerpo. Se niega a firmar los papeles de separación.
100 Repartirse el desamor
Antonio
Antonio no ha sido capaz de rehacer su vida. Su ex le dejó y, desde entonces,
se ha convertido en un ser solitario. Cocinero de oficio no ha tenido problemas en
cuidar otros aspectos más cotidianos de su vida.
Ha desarrollado pánico a las mujeres. Y aunque es agraciado, resulta agrada-
ble y no es difícil acercarse a él —de hecho varias lo han intentado— en cuanto
se teme el más mínimo intento de acercamiento e intimidad, sale rebufando como
si fueran a apresarle.
Las personas que han pasado por un proceso de separación nos cuentan
que, a menudo, han sentido miedo, en primer lugar, de la intensidad de sus
reacciones emocionales y temen que sus sentimientos se les vayan de las
manos y que terminen por derrumbarse o volverse locos/as.
A esta sensación pueden contribuir varias circunstancias:
a) Que el cambio que les produce sus vidas les haga incapaces para
manejarse. Cualquier persona que se separe se dará cuenta que, de ahora en
adelante, habrá de realizar no solamente las tareas y funciones habituales,
sino que además habrá de realizar toda una serie de tareas y responsabilida-
des de las que, habitualmente, se encargaba la otra persona.
b) Muchas mujeres se derrumban, ante la perspectiva de tener que
ganarse la vida, encargarse de traer el dinero a casa, así como, a la vez, tener
que hacer pequeñas reparaciones y conseguir que la casa funcione.
c) A algunos hombres les abruma tener que adoptar el papel de madre,
cuidar del sustento propio y de cuidarse a sí mismos y a los hijos.
d) Ambos, padre y madre, podrían temer la pérdida de su familia y espe-
cialmente la pérdida del afecto de sus hijos, debido al régimen de visita y al
sistema de custodia que se establezca para el futuro.
e) Para muchos adultos, la separación implica tener que vivir solos, quizá
por primera vez en su vida. La soledad, en sí misma, especialmente si impli-
ca encontrarse solos en estos momentos de cambios emocionales tan impor-
tantes, puede llegar a ser agobiante.
A menudo, cuando se termina una relación, se llega a sentir una gran sen-
sación de fracaso.
Ello puede deberse al hecho de sentirse culpable y responsable por haber
terminado con la relación o por haber fracasado como pareja, como
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 101
1.5. R
Petri
Petri lleva un año separada, después de catorce años de matrimonio.
La iniciativa de la separación partió de ella, pero ahora esta rabiosa. Su rabia
se extiende fundamentalmente hacia su ex, pero también contra su abogado, algu-
nos amigos y... contra ella misma.
En el juzgado, su separación aparece como un mutuo acuerdo, pero ella se
siente estafada.
Firmó algo que piensa que no debería haber firmado, pues no estaba en sus
cabales para hacerlo: se lo presentaron como algo provisional y que habría una
actitud flexible frente a temas económicos y cuidado de los hijos, pero tal flexibi-
lidad brilla por su ausencia.
Tenían un pequeño negocio familiar, en cuya oficina trabajaba ella. La pare-
ja pensó que sería mejor que no tuvieran que verse todos los días y ella se buscó
un nuevo trabajo. Ahora está desbordada. No tiene tiempo para hacerlo todo, ape-
nas ve a sus hijos, y cuando los ve está tan cansada que no puede disfrutar de ellos.
Ellos le comentan que siempre se la ve preocupada...
Por lo que se refiere a la guarda y custodia de los hijos no hubo ninguna pega,
pero ahora él se limita a pasar el dinero que acordaron, que se ha demostrado
totalmente insuficiente, y apenas va a verles, ni se hace cargo de ellos los fines de
semana que acordaron. Además, se ha encargado de hacerles creer que su madre
le echó de casa porque ya no le quería...
Itxaso
Itxaso se ha separado hace unos meses. Sigue dolida y resentida.
Compartía muchas inquietudes y aficiones con su ex, pertenecía a las mismas
asociaciones que éste y para no encontrárselo ha limitado su asistencia lo que ha
profundizado su depresión.
En momentos de enfado, fantasea con la idea de ponerse su mejor minifal-
da, asistir a las reuniones donde sabe que su marido juega un papel destacado,
sentarse enfrente de él y meterle su cuerpo por los ojos, para que se dé cuenta de
lo mucho que ha perdido.
Esta fantasía es la más inocua. Muchos días se sorprende a sí misma fantasean-
do que su marido muere en un accidente de tráfico.
Carla
Carla está viviendo su proceso de separación durante cuatro años. Él decidió
marcharse.
Ella se considera abusada. En los últimos años le mantuvo con su sueldo y le
animó para que mejorase su situación profesional completando una carrera supe-
rior. Ahora que ha terminado y está en posición de promoción laboral la conside-
ra un lastre y no quiere saber nada de ella. Tienen dos hijas y cada cual vive la
separación de manera diferente.
La mayor, inteligente y despierta, ha dejado de rendir en el plano académico.
Tiene frecuentes confrontaciones con la madre, culpándola de la separación.
Tiene idealizado al padre con quien se va a vivir algunos períodos pero dura muy
poco con él.
Carla se siente timada por su marido. Presiente que éste manipula a las hijas,
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 103
1.6. C
Carlos
Carlos se autodefine como padre y madre de sus hijos, ya adultos, a los que
ha criado y de los que se sigue ocupando.
Hace dos años que se ha separado. Convive con una segunda mujer, de quien
se siente enamorado, con la que se lleva bien, a la que sus hijos aceptan, pero que
ocasionalmente abandona para volver con su ex de quien se siente responsable.
Cada vez que ésta tiene un bajón de ánimo, le pide a su nueva mujer un perío-
do de tregua para volver con su ex y cuidarla. Margarita, la nueva mujer, se mos-
tró comprensiva la primera vez, interpretando su comportamiento como una
muestra más de su «hiperresponsabilidad». Últimamente, tras repetirse la misma
historia una y otra vez, lo resiente, le echa en cara que se deje manipular por su
ex, y le pide que se aclare.
1.7. P
Laura
Laura lleva cuatro meses separada. Aunque parece haber conseguido todo lo
que pretendía al inicio de la separación (se ha quedado en la casa familiar con sus
dos hijos de cuatro y siete años, el marido le pasa una suma más que aceptable
mensualmente en concepto de pensión y cumple en sus entregas puntualmente,
acude cada fin de semana alterno a por los niños sin hacerse el remolón o ponién-
dose excusas inverosímiles), sin embargo, ella se siente mal.
Le cuesta hablar de su separación y cualquier cosa que le recuerda a la misma,
especialmente si alguien le pregunta por la calle, hace que se convierta en un mar
de lágrimas.
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 105
En casa ve que su hija de siete años está algo más triste que de costumbre y,
aunque el niño no parece haberse dado cuenta, a ella se le cae el alma a los pies.
Duerme mal. Aunque tome un hipnótico para dormir, no llega hasta las 5 de la
madrugada, y se despierta siempre antes con una sensación de sobresalto y de
estar más cansada que cuando se metió en la cama.
El único color que parece existir para ella es el negro. Su trabajo, profesora
infantil, que antes le encantaba, ya no le produce entusiasmo alguno.
Además tiene una sensación de opresión en el pecho y una gran dificultad
para respirar. Tiene unas sensaciones molestas que le acompañan casi todo el día
y de las que apenas consigue verse libre recurriendo a diversos tranquilizantes.
Su ex no termina de desaparecer de su vida, se presenta en casa o en los luga-
res más insospechados; percibe la pena de Laura y se aprovecha de eso. Si ella se
muestra más dura, amenaza, veladamente, con hacer alguna tontería con su vida.
Julia
Julia es el desencanto personificado. No tiene ninguna alegría. Los antide-
presivos se han convertido en su mejor apoyo.
Lleva cuatro años separada. Se ha quedado en los huesos. Es incapaz de comer
o dormir. Se pasa el día llorando.
De sus dos hijos, la hija mayor, ya adulta, ha decidido marcharse a vivir con su
padre. Su hijo continúa viviendo con ella. No hace nada más que darle disgustos.
Julia piensa una y otra vez acerca de su «desgracia». Todos los días le vienen
pensamientos y recuerdos a la cabeza de acontecimientos pasados, cuestionándo-
se una y otra vez lo acertado de su proceder, y elucubrando qué hubiera pasado si
hubiera tomado la alternativa que entonces descartó.
1.8. A
mente, algunas de las emociones descritas. Pero eso no quiere decir que se
hayan vacunado contra ellas. Podría ser que sea sólo mucho más tarde, cuan-
do se produzca la primera crisis en la nueva relación, que se experimenten las
otras emociones negativas no superadas de la separación.
Algunas personas se asustan con algunas de sus reacciones ante los pro-
blemas de la nueva relación apenas iniciada, sobre todo al ver que estas reac-
ciones emocionales son desproporcionadas a la nueva situación. Esto podría
ser un indicio de que todavía están influidos por una separación no resuelta
y que siguen experimentando un fuerte torbellino emocional.
Por lo que a trastornos psiquiátricos se refiere, una vez más, los/as sepa-
rados/as y divorciados/as:
1
Por ejemplo, Adelaida García Morales, Mujeres solas.
110 Repartirse el desamor
La mejor amiga de María es una mujer separada que le anima a separarse. Sin
embargo, ella misma, se queja de lo mal que le va con su hija, lo arisca que se ha
vuelto contra ella, y con frecuencia, manifiesta sus intenciones de volver con su ex.
Los hijos, que están siempre en el medio de estas peleas, reaccionan de mane-
ra diferente. La niña llora; el hijo termina alegrándose cuando dicen que se van
a separar, pero ya se burla de ellos porque sabe que no son capaces de cumplir su
palabra, y se enfada cuando a los dos días vuelven a estar juntos.
En la última separación, tras la sentencia legal, decide quedarse con la casa y
que sea él quien se traslade y le indemnice. Finalmente, cambia de opinión e
insiste para que sea él quien le pague y se quede en el domicilio familiar. Deci-
den que el hijo mayor se quede con el padre y que la hija se vaya con ella.
Vuelve a irse con sus bolsas y con su hija: la procesión habitual.
La secuencia suele ser siempre la misma. Gran período de broncas, explosión
emocional (con violencia física incluida), ella se va de casa y, a las 24 horas él la
contacta arrepentido, jurando que va a cambiar y expresándole que lo que quiere
es formar una familia y una pareja feliz; en esta familia ella tiene asignado un
papel fundamental.
Ella termina creyéndole y se deja convencer. Y vuelve para iniciar un nuevo
idilio, generalmente con un alto componente pasional-sexual. Se trata de un idi-
lio que, todo lo más, dura 24 horas y vuelve a empezar el mismo ciclo porque todo
se desvanece.
«Él viene, me jura y perjura que va a cambiar y yo me dejo convencer. Le
odio, pero poco a poco, con sus zalamerías me gana de nuevo y vuelvo a querer-
le, y así hasta la siguiente...»
En sus huidas de casa, María:
La vida de María y Patxi refleja bien el refrán castellano «ni contigo ni sin ti».
No pueden vivir juntos pero tampoco separados.
En definitiva, su relación está plagada de círculos y ciclos que se repiten,
idas y venidas, alternancias en lo emocional, pasando del odio a la pasión en
segundos y del llanto a la exaltación pasional.
La dependencia económica de la mujer, tantas veces aducida como razón
para estas idas y venidas no pesa en el ánimo de María: ambos trabajan y ella
gana tanto o más que él. Es más importante en su decisión la sensación de
soledad y desamparo que le termina embargando en cada intento.
Primeros pasos 115
1.1.1. Deliberación
1.1.2. Litigio
1.1.3. Transición
1.1.4. Reajuste
2. MALAS SOLUCIONES
Son muchos los que piensan que lo primero que hay que hacer para ter-
minar con la indecisión es buscarse un buen abogado matrimonialista.
Este profesional —piensan muchos—, que tiene tanta experiencia, nos
dirá las diversas opciones, nos aconsejará qué es lo que debemos hacer y cua-
les deberían ser nuestros primeros pasos. Luego ya veremos lo que hacemos.
Siempre tenemos tiempo de arrepentirnos.
La experiencia nos dice que esta suele ser una mala decisión. Los aboga-
dos matrimonialistas son unos excelentes profesionales, tienen muchísima
experiencia y, efectivamente, pueden asesorarnos muy bien. Su especialidad,
Primeros pasos 117
En otros mucho casos, intentando terminar cuanto antes con esta situa-
ción de ambigüedad, se recurre a soluciones intermedias; soluciones que, a la
larga, no terminan de ser eficaces, puesto que lo único que hacen es, en la
mayoría de los casos, perpetuar el problema y hacen mucho más difícil su
solución definitiva posterior.
Entre estas soluciones intermedias se encuentran dos que se dan con
mucha frecuencia:
118 Repartirse el desamor
3. UN REPASO GENERAL
Para valorar la situación actual cada pareja, por separado, debería poner
una cruz en la casilla que mejor crea reflejaría su situación al mes de separar-
se, teniendo en cuenta el conocimiento que cada uno tenga sus propias cir-
cunstancias.
Podrían calcular, después, la puntuación obtenida en las cinco dimensio-
nes (A-B-C-D-E) enunciadas a continuación, siguiendo las siguientes normas:
4. BUENAS SOLUCIONES
Las frases contenidas en cada una de las dimensiones del test de la sección
anterior constituyen un buen indicador de las condiciones que facilitan y las
que torpedean el ajuste personal futuro.
Ahora bien, somos conscientes de que enunciarlas es mucho más fácil que
llevarlas a buen término. Especialmente en el estado emocional que suele ser
característico en tales momentos.
En nuestra sociedad parece haber prevalecido la cultura de que «no hay
mejor defensa que un buen ataque...». Sin embargo esta filosofía, no nos
engañemos, no ayuda en estas circunstancias: para empezar, por mucho que
nos empeñemos, no hay enemigos de quien hayamos de defendernos.
Más de un/a lector/a pensará que lo que proponemos es adoptar una acti-
tud monjil, cuasi angelical, y eso no es lo que nos pide el cuerpo en esos
momentos.
Pero hemos de ser conscientes de que cualquier movimiento por nuestra
parte que pueda ser interpretado como crítica, demérito o ataque por la otra
parte, va a provocar su contrareacción, consiguiendo, bien que se ponga a la
defensiva, bien que inicie un ataque. Y eso es la guerra.
No se trata tanto de «ser ingenuos», adoptar actitudes angelicales o cru-
zar los dedos para desearnos suerte para que no salten chispas en el proceso,
sino mentalizarnos, ser inteligentes y demostrar un buen autocontrol en
momentos difíciles. Tal autocontrol, no lo dudemos, nos procurará un mayor
bienestar venidero.
A continuación se expone aquello que convendría hacer en estas situa-
ciones:
Que terminemos separándonos no quiere decir que haya llegado el fin del
mundo, ¡aunque algunas veces nos lo parezca...! Lo que pasa es que se nos
amontonan las emociones, los recuerdos, y, a estas alturas, generalmente pre-
dominan los de carácter negativo. Sin embargo si los buscamos, seguro que
también somos capaces de recordar buenos momentos. Aunque para ello
hayamos de volver a tiempos muy remotos...
De cualquier forma, muchas parejas exclaman, «¡hasta aquí hemos llega-
do! Tenemos claro que no podemos seguir juntos. Cuanto antes terminemos
con todo esto y podamos considerarlo solamente un recuerdo del pasado,
mejor para todos».
Aún siendo egoístas, aunque la relación no puede seguir, cuanto menos
nos llenemos de resentimiento o incluso odio, cuanto más contribuyamos al
bienestar e independencia del de la otro/a, a la larga, aunque ahora el cuerpo
nos pida guerra, antes nos dejará en paz, y mejor terminaremos superándolo.
122 Repartirse el desamor
4.1.1. En lo económico
Otro de los elementos que hay que controlar es el que tiene que ver con las
«movidas cognitivas» o pensamientos que giran en torno al grado de contri-
bución individual-personal al estado de bienestar conseguido en el presente.
En este sentido, los argumentos de él y de ella suelen ser diferentes.
Ella suele pensar:
Él suele argumentar:
El otro gran escollo lo supone las decisiones a tomar por lo que al futuro
de los hijos respecta.
Debemos repetirlo una vez más: Que haya terminado nuestra relación de
pareja no significa que deba terminar también nuestra cooperación o nues-
tras obligaciones para procurar el mejor bienestar en el futuro de nuestros
hijos.
Y eso es lo que hemos de decir, y no dejarnos llevar por sentimientos de
venganza, inseguridad, temor...
Conviene, pues, que empecemos a pensar, desde el conocimiento de la
situación, de nosotros mismos y de nuestros hijos; por ejemplo, en cuál será
la mejor alternativa posible para todos los implicados, especialmente para
preservar el bienestar y buen desarrollo de los menores.
Habrá que llegar a un acuerdo, por lo que a la guardia y custodia, así
como a la patria potestad se refiere.
Estos conceptos se definen de la manera siguiente:
En los siguientes esquemas puede verse, de una manera resumida, las ven-
tajas e inconvenientes que nos plantean muchos padres por lo que a la orga-
nización de la custodia se refiere. Un buen repaso de éstos nos puede ayudar
a empezar a decidir.
Primeros pasos 125
Tener que trabajar fuera de casa y también Sentir toda la responsabilidad de los hijos
cuidar de los hijos en solitario
Soledad Soledad
Sentir toda la responsabilidad de los hijos Tener que trabajar fuera de casa y también
en solitario cuidar de los hijos
Estigma Cocinar
Cocinar Limpiar
Soledad Soledad
Sentirse único responsable de los hijos Sentirse único responsable de los hijos
Educar a los hijos y poner límites Educar a los hijos y poner límites
Limpiar Limpiar
Cocinar Cocinar
Estigma Estigma
M P
Tener que trabajar y cuidar a los hijos a la vez Tener que trabajar y cuidar a los hijos a la vez
Educar a los hijos en solitario y mantener Sentirse único responsable de los hijos
disciplina
Sentirse único responsable de los hijos Educar a los hijos en solitario y mantener
la disciplina
Limpiar Cocinar
Estigma Limpiar
Cocinar Estigma
Menos luchas legales por dinero que en Menos luchas legales por dinero que en
custodia paterna o materna custodia paterna o materna
Perspectiva del otro miembro de la pareja Perspectiva del otro miembro de la pareja
a la hora de disciplinar a los hijos a la hora de disciplinar a los hijos
Mayor probabilidad de recibir apoyo del Mayor probabilidad de recibir apoyo del
otro en el cuidados de los hijos otro en el cuidados de los hijos
M P
M P
Atado al/a la ex
Ir y venir de los hijos de una casa a la otra, con todo lo que ello supone
(amigos, maleta, ropa...)
Primeros pasos 129
pués a los hijos la situación, que no os lleváis bien con el padre o madre pero
que eso no va a afectar nuestra relación ni nuestro amor por ellos.
Muchas parejas nos cuentan que durante el tiempo que dura la toma de
decisiones de la separación y en muchos casos incluso muchos años después,
desayunan, almuerzan, comen, meriendan y cenan con pensamientos acerca
de la separación. Como hemos señalado más arriba, las «películas mentales»
suelen ser de lo más variadas, vívidas y continuas. Nos acompañan en cual-
Primeros pasos 131
quier lugar y a cualquier hora del día. Por mucho que intentemos ser razona-
bles, no es infrecuente que predominen las películas catastrofistas que ter-
minan por dejarnos un mal sabor de boca y un ánimo depresivo. La sensación
general de alivio, se ve acompañada y ensombrecida por numerosos temores.
Luchar contra este tipo de pensamientos, incluso si estamos especialmen-
te preparados para controlar nuestras emociones y nuestros sentimientos,
suele ser muy difícil. Aparecen y reaparecen por cada resquicio y cualquier
circunstancia, lugar, canción, película, recuerdo... puede servir para dispara-
dero de las mismas.
Siguen algunas sugerencias para controlar y prevenir mejor tales rumia-
ciones:
Es importante que marquemos una hora del día como espacio para per-
mitirnos tales pensamientos.
Tendremos que tener cuidado de que tal hora sea a primera hora del día
evitando que sea a última hora del día y mucho menos la hora de irnos a la
cama. No hacerlo así es, con toda probabilidad prepararnos para el desarro-
llo de problemas de insomnio. Si, a medida que va pasando el día, vamos atas-
cándonos con tales cavilaciones, éstas se van agrandando, nos van aceleran-
do, y hacen que sea cada vez más difícil que podamos posteriormente
controlarlas, y nos libramos de ellas para poder conciliar el sueño.
132 Repartirse el desamor
6. SI HA HABIDO MALTRATO
Las estadísticas americanas nos enseñan que un 50 por 100 de los asesi-
natos a mujeres son llevados acabo por alguien conocido y cercano a ellas. Tal
relación no existe en el caso de los hombres.
Ello debería hacernos estar en guardia y seguir haciendo consideraciones
especiales.
Una vez más, cuantas más preguntas de las anteriores se contesten afir-
mativamente, mayor es el riesgo que corremos de ser objeto de actos de vio-
lencia, más en serio deberíamos tomarnos la decisión de terminar la relación
y más cuidadosa debería ser la elaboración de nuestros planes para ponerla
en práctica. Especialmente si nuestra pareja es un «cobra», no lo olvidemos.
Figura 5.1. Mujeres muertas por violencia doméstica (datos oficiales y asociaciones)
160
140
120
100
80
60
40
20
0
1997 1998 1999 2000 2001
1
J. Cáceres, «Análisis cuantitativo y cualitativo de la violencia doméstica en la pareja»,
Cuadernos de Medicina psicosomática, 60-61, 2001, págs. 57-67.
Primeros pasos 137
80
70
60
50
Cohabita
40
Casado
30 Separado
20
10
0
FÍSICA PSICOLÓGICA ** TOTAL *
a) Conocer los recursos que existen en tu comunidad y con los que pue-
das contar (familia, amigos, recursos legales, refugios...)
b) Contacto legal: desarrollar orden de arresto, de limitación de movi-
mientos, de no acercarse en 50 metros...
c) Analizar las circunstancias particulares de nuestro caso (uso de dro-
gas, celos, antecedentes, características personales de ambos y de la rela-
ción...)
d) Estudiar y desarrollar cuidadosamente un plan que contemple todas
las formas de salir de tu casa de manera segura, en una emergencia.
e) Tener preparado un maletín de emergencia que contenga ropa, dine-
ro, monedas por si fuera necesario llamar por teléfono, documentos básicos,
carnés, juguetes o «frazaditas» para los hijos.
Estos planes deberían incluir la ayuda de una persona del exterior con la
que se tenga suma confianza (amigos, familia, psicólogos, párrocos...)
Para la elaboración de estos planes el terapeuta debería recabar la parti-
cipación de los implicados, trabajar ellos y tener en cuenta sus ideas. Nunca
debería tratarse de un discurso por parte del terapeuta.
Una vez que está diseñado, es muy conveniente ensayarlo hasta la sacie-
dad para automatizar su desarrollo y estar preparados para cualquier emer-
gencia.
Los cobras son muy difíciles de dejar, y cuando se inicia la separación, ésta
es difícil y suele durar más. Ello parece ser así porque previamente han ate-
rrorizado a la víctima y están acostumbrados a dar miedo. Y es que si suelen
provocar maltrato de manera sistemática, eso llega a crear espanto. Y lo que
es peor, si eso ha ocurrido en el pasado se puede seguir asumiendo que es lo
que seguirá pasando en el futuro.
138 Repartirse el desamor
1
P. James, The Divorce Mediation Handbook. Everything you Need to Know. San Francis-
co, Jossey Bass, 2001.
Mediación en la separación 147
de forma mucho más gráfica, con tintes casi tragicómicos. Lo presenta como
si se tratase de un torneo entre caballeros de la Edad Media, a lanza y espa-
da. En este torneo el abogado de uno carga contra el abogado del otro. Cada
uno de estos caballeros, dotados con muy altas cualificaciones en el «toma y
daca» legal, pero generalmente poco duchos en otras formas de resolver con-
flictos, intentará conseguir lo mejor para su cliente, y cuanto más alto sea el
botín que consiga, bien por lo que respecta a los niños o a las propiedades
comunes, mejor.
«Vosotros, los que os separáis, aun siendo los implicados directos, os con-
vertiréis casi en espectadores, tras haber dado los datos e información inicial.
Pareceréis estar viendo la guerra desde la barrera. Pero en esta batalla se dan
algunas peculiaridades:
Este dibujo, que puede parecer un tanto exagerado, pero que, en el fondo
no hace sino parodiar lo que ocurre en un alto porcentaje de casos, no nos
parece una forma razonable ni adecuada de disolver un matrimonio en el
siglo .
La mediación, por el contrario, intenta:
2
Sigo aquí, aparte del dictamen de mi experiencia, las recomendaciones derivadas de la
obra de M. A. Kranitz, Getting apart Together, California, Impact, 2000.
Mediación en la separación 149
2.1. H
Firmado:
El siguiente tema que había que abordar tendría que ver con la decisión
acerca de la frecuencia con que van a hablar de los hijos.
150 Repartirse el desamor
Amigos: Teléfono:
Nombre de los padres:
Para facilitar esta labor podrían, cada uno, por separado, rellenar sus pre-
ferencias, según sus propios horarios, en una hoja como la de la figura adjun-
ta.
Una vez que lo hubieran hecho los dos, podrían superponer las hojas, y
dar por buenos aquellos casos en los que no hubiera coincidencias. En aque-
llos casos en los que se produzcan coincidencias, deberían debatir entre los
dos y llegar a algún tipo de acuerdo que sea asumible por parte de los dos.
Deberán tener en cuenta que sólo se han de considerar sus propias prefe-
rencias sino también, por encima de todo, las necesidades de los niños y no
olvida que sería bueno que éstos pudieran mantener contacto con los dos, de
manera regular y constante.
Hoja de MAMÁ
Hoja de PAPÁ
g) Los niños pasan con el mismo padre el mismo día de vacaciones año
tras año.
h) Los padres se alternan el mismo día de vacaciones cada año.
i) Los padres se dividen estar con los hijos medio día de vacaciones cada
año (un año, la mañana con papá; el siguiente, la tarde con papá).
j) Los padres pueden celebrar las vacaciones juntos con los niños.
k) Los padres «negociarán» cada año como se pasará el día de vacaciones.
Se podría acordar dónde vivirán los hijos. ¿Se irán con el otro? Aunque lo
más frecuente es que así sea, existen situaciones en las que otro tipo de arre-
glos podría ser más indicado. Por descontado, si se implicase a terceras per-
sonas en este acuerdo, se habría de contar con su aprobación previamente.
Otro tema a tratar es el del contacto que mantendrán, posteriormente,
con la familia del desaparecido.
2.1.7. Transporte
Este tema incluye no sólo cómo irán los niños de la casa del uno a la del
otro, quién les lleva y cómo, sino también quién les llevaría al colegio, a las
actividades extraescolares, al pediatra, etc. Deberían considerar todas las
posibilidades. Pero habría de quedar claro quien va a llevar a cada niño/a
hacer qué y cuando. No debieran tomarlo sólo como una obligación. En estos
momentos, en los viajes especiales, pueden darse conversaciones interesantes
que podrían convertirse en un momento especial para a conocer más a sus
hijos y estar más cerca de ellos.
2.1.9. Regalos
A muchos padres les ayuda llegar a algún tipo de acuerdo en relación con
los regalos que se podrán hacer a los hijos.
Ello es especialmente cierto si uno de los padres se ha venido jactando de
hacer mejores regalos, más espectaculares o más caros a los hijos.
Esto puede convertirse, a veces, en una competición «desleal» por la mag-
nitud del regalo y por implicar un juego innecesario de confrontación por el
afecto de los hijos.
154 Repartirse el desamor
Para muchos padres puede servir de ayuda haber acordado una actuación
previamente, en relación con los regalos a hacer, para no duplicarlos, y evitar
entrar en una competición.
Algunos ponen como límite una cantidad de dinero, hasta dónde se pue-
den hacer regalos libremente, acordando que, si se supera esta cantidad,
habrá de obtenerse el consentimiento del otro para hacer tal regalo.
Otros padres aceptan que todos los regalos deben ser entregados por los
dos, de manera conjunta para que se evite riesgo de competitividad alguna.
2.1.10. Vestidos
2.1.11. Paga
2.1.12. Cambios
a) De ciudad o provincia.
b) De residencia: cambio de casa a otra zona de la ciudad.
c) Trabajo: con el consiguiente cambio de horarios, salario...
d) Estatus marital.
A lo mejor sería ventajoso que, aunque ahora los dos juren que no volve-
rán a tropezar con la misma piedra, de volver a emparejarse, anticipen la filo-
sofía básica a seguir en tales circunstancias, por si esto llegase a suceder.
los hijos en todas las situaciones, incluyendo la casa del padre y de la madre,
y en todos los estados emocionales que pasemos, no solo si estamos tristes,
enfadados o alegres.
Si no lo hacemos nosotros ahora, si no forzamos esta consistencia, no
debería extrañarnos que el día de mañana sean otras agencias (¡incluida la
policial o judicial...!), quienes se vean en la situación de tener que «forzar» la
obligación de cumplir tales reglas.
2.1.15. Decisiones
2.1.17. Custodia
Mucha gente tiende a confundir la custodia con el sitio donde tenga que
vivir el niño. Sin embargo, el término custodia, en su acepción legal, hace
referencia a qué padre conserva la responsabilidad de la toma de decisiones
en aspectos tales como educación y salud... aunque, en los casos que llegan a
los tribunales, la batalla por la custodia se extienda a otros muchos temas,
tales como vacaciones, horarios...
Recordemos que existen varias posibilidades por lo que a la custodia res-
pecta:
Todos los temas tratados hasta ahora son importantes en cualquier tipo de
custodia, pero especialmente en el caso de la custodia conjunta. Si no se tie-
nen en cuenta, no debería extrañarnos que tales tipos de custodia terminen
convirtiéndose en un fracaso.
158 Repartirse el desamor
3.2. C
3. ¿Qué planes tendríamos, una vez que cada uno de nosotros fuera in-
dependiente del otro económicamente?
4. ¿Cuánto va a tardar el miembro dependiente en alcanzar la indepen-
dencia?
a) Generar opciones,
b) analizar propuestas,
c) compartir el conocimiento legal,
d) ofrecer evaluaciones adecuadas,
e) preparar documentos,
f) mantener la neutralidad.
5.1. N
5.4. R
5.5. P
5.6. C
7. CANDIDATOS A LA MEDIACIÓN
— Contratar un detective.
— Hacer que se firme bajo juramento.
Si cualquiera de los dos mintiese, esto podría ser presentado como prue-
ba en el juzgado en un futuro proceso, si fuera necesario.
De cualquier forma, en el sistema mediacional se intenta evitar tener que
llegar a estos extremos y que cada uno, de forma voluntaria, ofrezca TODA
la información necesaria al otro.
Si cualquiera de las partes no tuviese claro qué tipo de documentos nece-
sita, su abogado podría ayudarle a hacer una lista completa. Solamente si una
de las dos partes se niega a presentar la documentación necesaria se recurre
a una medida de formal.
3
Dado que la Iglesia desaprueba el divorcio y la separación, algunos de sus miembros
también empiezan a interesarse por esta práctica como parte de su ministerio.
168 Repartirse el desamor
Electrónicas
http://www.psicoespacio.com/mediacionfamiliar
http://www.jccm.es/social/solidaridad/n7/frames/familia.htm
http://www.prefvalencia.org/
www.aragob.es/pre/iam
www.cfnavarra.es/INBS/
http://www.urbaniza.com/nuevjsp/Etablon/
www.xunta.es/conselle/fm/dxf/subfamilia/ mediacionfamiliar/
Mediación en la separación 169
http://www.lineasocial.com:8090/paginas/nacional/infancia/infancia1.htm
www.comadrid.es/gema/goc
www.cicac.org/cgi-bin/newgest2_public/
www.obsegorbecastellon.es/cof/
www.iprocc.cl
www.r2h2.us.es/novedades/documentos/Novedades
www.cyberpadres.com/serpadre/familia/ ruptura/
www.minjusticia.cl/
www.junta-andalucia.es/cjap/
www.completecase.com
www.smartdivorce.com
www.lambdalegal.org
www.fathers4kids.org
www.divorcemagazine.com
www.marriagesavers.org
www.marryright.org
«Andalucía»
«Aragón»
Huesca
Ricardo del Arco, 6.
Previa petición de hora
en el teléfono 974 293 031
170 Repartirse el desamor
Teruel
San Vicente de Paúl, 1.
Previa petición de hora
en el teléfono 978 641 050
Zaragoza
Paseo María Agustín, 38.
Previa petición de hora
en el teléfono 976 445 211
«Castilla-La Mancha»
«Galicia»
«Comunidad de Madrid»
Apside
Calle Ibiza, 72, 5-B, 28009, Madrid.
Teléfono: 914 09 78 28 / Fax: 914 09 04 65
Mediación en la separación 171
«País Valenciano»
«País Vasco»
Guipúzcoa
Edificio Txara I-LANKIDE
Paseo Zarategui, 100-Intxaurrondo
20015-Donostia(Gipuzkoa)
Teléfono: 943 48 26 14 Fax: 943 48 25 89
AGIPASE
Donostia. 943 48 26 14
Álava
C/Panamá, S/N, Vitoria, Gasteiz.
Teléfono: 945 25 98 31; fax: 945 27 15 68
Vizcaya
C/ Puente de Deusto 7,1ºDto 1
48014-Bilbao.
Teléfono: 944 74 54 29
más confiábamos ¿cómo no lo van a hacer los otros?», nos repetimos una y
otra vez.
2. R: Se trata de una reacción secundaria, que suele seguir y acom-
pañar a todo sentimiento de pérdida y miedo al futuro, a la indefensión o a la
sensación de haber sido la víctima de un abuso y un engaño.
3. S: Es la sensación de no tener nadie en quien confiar, nadie que
nos comprenda o acepte y que, en definitiva, no le importamos a nadie.
4. C: Se trata de un amalgama de pensamientos que nos
embargan, en los cuales predominan preguntas del estilo siguiente ¿qué
habré hecho mal? ¿Dónde me he equivocado? ¿Por qué me ha tenido que
tocar esto a mí?, ¿Qué hubiera pasado si no hubiera hecho tal o cual cosa en
aquella ocasión especial?
5. D : Podría ser que todo fuesen dudas acerca de
nuestra propia valía y nuestro ser.
La toma de decisiones se hace eterna. No nos sentimos capaces de deci-
dirnos por ninguna de las opciones que se nos presentan. No solamente nos
sentimos incapaces de tomar decisiones en cualquier aspecto de nuestra vida
sino que también exageramos las sobregeneralizaciones y terminamos cre-
yendo que no valemos para nada en ningún aspecto de la vida y en ningún
contexto.
6. D: Se trata, ya lo hemos visto, de una reacción normal y a
veces saludable a la separación. Suele predominar la idea de que hemos mal-
gastado nuestro tiempo y perdido nuestra juventud y nuestros años más valio-
sos en un matrimonio nefasto e improductivo.
7. M: ésta suele ser una reacción generalizada y muy extendida. El
miedo es algo irracional. La razón, tantas veces tan útil, no nos sirve para
nada en estas circunstancias, porque cuando queremos pensar, parece que la
mente se nos atasca y nos obsesionamos con ideas improductivas. Las poten-
ciales situaciones temidas son múltiples:
7.1. La soledad.
7.2. Cometer errores en el futuro.
7.3. Convertirnos en unos perfectos incompetentes e inadecuados
totales y en todas las áreas de la vida.
7.4. Volvernos locos/as.
7.5. Todo lo desconocido.
7.6. A nuestra propia valía futura: ¿vamos a poder volver a ser inde-
pendientes económicamente?, ¿Llegaremos a ser atractivos para otros/as? Se
duda hasta de la capacidad más básica: «¿sirvo para algo?»
8. A: Producimos pena en los demás. No dejamos de
hablar de nosotros y de nuestro desvalor. Terminamos sintiendo pena de
nosotros mismos.
9. E: los períodos de tristeza se suelen ver salteados de períodos
intermitentes de un optimismo sin limites, de una sensación de gozo desme-
surado, o quizá de un «pasotismo» y de estar de vuelta de todo.
Grupos de apoyo en la separación 177
Pero todas estas personas deberían saber que si hay algo constante en
cuanto a los posibles efectos de la separación es su temporalidad. Estos sen-
timientos son pasajeros en la mayoría de los casos, llegando a quedarse, la
mayoría de las veces, en un simple recuerdo (algunos dicen que un mal sueño,
o su peor pesadilla) o en una experiencia vital más de aprendizaje normal en
nuestra evolución.
178 Repartirse el desamor
3. GRUPOS DE SEPARACIÓN
Otros países, que nos llevaban ventaja en relación con el número de crisis
matrimoniales, número de separaciones y divorcios, nos han tomado ventaja
también, a la hora de adoptar medidas que intenten contrarrestar los efectos
negativos de la separación.
Así, Robert Weiss1 hace años que viene realizando grupos de autoayuda a
lo largo y ancho de Norteamérica, con una gran aceptación y de relativa efi-
cacia.
En nuestro Centro hemos empezado a poner en práctica estos grupos de
terapia que cada vez son mejor aceptados, cuyo grado de demanda es mayor
y a los que acuden hombres y mujeres que no son pareja entre sí pero que han
iniciado, están a punto de iniciar un proceso de separación o que ya han com-
pletado el proceso y siguen experimentando efectos negativos.
1
R. Weiss, Marital Separation, Nueva York, Basic Books, 1975.
180 Repartirse el desamor
3.1.1. Desahogarse
La mayoría de las personas que acuden a estos grupos piensa que su situa-
ción es insoportable, la más grave del mundo, que la relación del/de la ex es
la más anodina y que su caso es, en definitiva, lo por de lo peor...
Cuando empiezan a participar en estas reuniones siguen manteniendo
esta opinión pero más tarde se dan cuenta que existen más semejanzas entre
las situaciones ajenas y la propia que diferencias. Los procesos vienen a ser
muy parecidos, quizá la intensidad sea diferente. Los sentimientos son los
mismos, aun cuando las formas de expresarlos sean diferentes. Los objetivos
que se plantea cada uno, que se deducen del comportamiento del/de la ex
son los mismos: humillar al otro, vengarse, aun cuando los modos puedan ser
diferentes.
Grupos de apoyo en la separación 181
Sin embargo, las soluciones que cada uno aporta inicialmente son limita-
das, a veces poco creativas y muy marcadas por la situación personal de cada
uno. Pero... varias cabezas piensan más que una sola y escuchar soluciones
alternativas es de gran ayuda.
En la mayoría de los casos, las reacciones del otro/a se nos vuelven incom-
prensibles, y sólo parecen cobrar sentido si se piensa que se ha vuelto loco/a,
o que siempre lo estuvo, o es malvado/a por naturaleza y su único objetivo
sea anularnos.
En nuestros grupos de autoayuda, poco a poco se va creando un clima de
confianza y de aceptación de los sentimientos de los demás. No es infrecuen-
te que, en temas concretos, se formen dos grupos, alineándose hombres con-
tra mujeres. Pero, en la mayoría de las ocasiones, los hombres terminan
aprendiendo que no todas las mujeres son «brujas», y perciben, comprenden
y aceptan el sufrimiento de las mujeres allí presentes, que tienen cualidades
positivas, aunque, también tengan defectos.
Lo mismo les ocurre a las mujeres respecto los hombres. Siempre hay
alguno al que se sienten más cercano, les produce lástima y comprensión.
Esta percepción puede ser de gran ayuda para algunos, sobre todo a la
hora de relativizar y darse cuenta que no todos los hombres y mujeres son
malvadas y horrorosas. A veces se dan situaciones interesantes:
Juan que se separó hace un año está preocupado por la evolución de sus hijas,
especialmente de la mayor, cuyo rendimiento académico ha bajado y se ha visto
muy afectado. A la vez está preocupado por el comportamiento de su ex. No le
cabe en la cabeza que empezase a salir con otros hombres. En relación con su hija,
piensa que quizá debería, para recuperar el ritmo académico, acudir a actividades
extraescolares que le sirvieran de apoyo en aquellos temas como las matemáticas,
que le van peor...
Ester está también separada, hace un año. Ella y las hijas que conviven con
ella lo han pasado fatal. Ella cree empezar a ver el fin del túnel pero sigue pen-
sando que el rendimiento académico de las hijas se ve especialmente afectado y
182 Repartirse el desamor
que la ausencia del padre tiene bastante que ver con ello. Sabe que en lo que peor
va es en matemáticas pero ella querría apuntarla a actividades extraescolares más
lúdicas que potenciasen su faceta artística, clases de ballet para que le sirviese de
potenciación de su autoestima y para olvidarse de los problemas de casa. Su mari-
do no quiere saber nada de esto, piensa que lo del ballet son chorradas y cree que
se trata de una treta más para sacarle más dinero que luego empleará en caprichos
propios, o, lo que es peor, con el nuevo novio.
Cuando Juan escucha la situación de Ester (sus preocupaciones, sus intencio-
nes y objetivos), le ayuda a plantearse que a lo mejor su situación es algo seme-
jante a la de Ester. Y en efecto, algo parecido le ocurre a Ester, con respecto a su
marido, al escuchar las preocupaciones de Juan.
Los amigos con los que siempre salieron siguen siendo pareja. La mayo-
ría de los separados tienen sus dudas en continuar con los amigos de siempre,
pues no encajan, ya no son pareja. Esto, unido a la ambivalencia frente a su
propio proceso de separación y sentimientos de culpa, hace que, en la mayo-
ría de los casos, se dé un alejamiento de los amigos y de la familia.
Contar con un foro acrítico que nos escuche, acepte y comprenda, es una
de las principales ventajas de estos grupos.
La gran mayoría de las personas que se separan no sólo pierden a una per-
sona sino que también pierden una fuente importante de gratificaciones y cam-
bian, a su vez, la forma de organizarse, ya que pierden contacto con las activi-
dades lúdicas que les agradaban y les resultaban importantes. Dejan de hacer
deporte, de frecuentar lugares agradables, ir al baile, cine... se retrotraen y encie-
rran en sí mismos/as y desayunan, comen y cenan con rumiaciones relativas a su
separación. Si un día se echan la manta a la cabeza y se deciden a salir, terminan
aburriéndose, sintiéndose enfadados o utilizados y frustrados/as porque los
demás les consideran, especialmente en el caso de las mujeres, «presas fáciles».
Encontrar un grupo de hombres y mujeres de edades parecidas y con
experiencias parecidas, poder tomar un café o cenar ocasionalmente, ir a un
baile, o hacer una excursión, querer arreglarse más y volver a engancharse en
fuentes de gratificación que se habían abandonado sirve de gran ayuda.
Muchos afirman que prefieren esto a lo que ofrecen las diversas asociaciones
de separados/as en las que han participado, dado que, dicen, «allí el objetivo
es más directamente sexual y de ligue...»
Se plantean los temas más variados que suponen problemas concretos que
aunque sean semejantes en general, tienen sus idiosincracias.
Por ejemplo, formas de reaccionar ante las demandas de paga, por parte
de los hijos; sentimientos continuados hacia el/la ex; tercera persona que apa-
rece en nuestro panorama o en el del/de la ex; incumplimientos de sentencias
o acuerdos preestablecidos; dificultades clínicas tales como control de pensa-
mientos y cavilaciones semiobsesivas; dificultades para conciliar el sueño;
dificultades a la hora de plantear y resolver problemas...
1. G
1. No «divagar». Abordar sólo un problema cada vez.
2. Resumir el contenido del mensaje del otro antes de hablar.
3. Hablar sólo de lo que se puede observar. No «leer el pensa-
miento» del otro.
4. Actitud neutral, antes que negativa. (No a las exigencias, ame-
nazas, humillaciones...).
3. R
10. Focalización en soluciones: «Torbellinos de ideas».
a) Generar soluciones.
b) Evaluarlas.
11. Cambio mutuo.
12. Acuerdos:
a) Específicos y claros.
b) Incluyendo recordadores para su cumplimiento.
c) Por escrito (con sistema y fecha de revisión).
Grupos de apoyo en la separación 187
1. I:
¡No entrar al trapo! Si seguimos la discusión se produce, casi siem-
pre, el efecto «bola de nieve»: la escalada en la hostilidad.
4. H:
Aunque sea un chiste malo. Sin sombra de sorna, que la otra perso-
na no piense que nos reímos de él/ella, si no que estamos interesados/as
en terminar con la situación violenta.
6. E :
«¡Ya me doy cuenta que estás enfadado/a, pero yo no estoy dispues-
to/a a pagar las consecuencias...!». (¡Cuidado con el tono de voz!)
7. T :
Significa quitarnos de en medio para evitar la escalada. Tenemos que
decir:
A) A dónde nos vamos.
B) Durante cuánto tiempo.
C) Que nuestro objetivo es tranquilizarnos.
D) Nuestra disponibilidad para el diálogo a nuestra vuelta.
190 Repartirse el desamor
A) R :
1. Observar a la otra persona y valorar actitud (¿mantiene contac-
to visual?, ¿tiene prisa?, ¿espera a alguien?)
2. No invadir el espacio físico de la otra persona.
3. Saludo educado y positivo.
4. Tono cordial: ni frío, ni excesiva confianza.
B) C
1. Iniciar conversación, manteniendo contacto visual y actitud
relajada y espontánea:
— temas generales (Aquí y ahora, noticias locales...)
2. Preguntas abiertas, mostrando más interés por la otra persona
que por uno mismo.
3. Valorar respuesta y reacción general, intentando captar temas
de interés y coincidencias.
4. Respetar el ritmo: no pasar de «nivel», sin haber valorado res-
puesta y reacción general.
5. Posible secuencia:
C) R :
1. Captar los deseos del/de la otro/a.
2. Respetarlo y hacérselo saber sin «agredir» («ya me he dado
cuenta de que no tienes ganas de hablar...»)
3. No justificarse.
4. Despedida cordial.
Grupos de apoyo en la separación 191
ANTE LA SOLEDAD
1.2. A:
Puede que se trata de continuos.
No estamos solos cuando compartimos con otros:
a) Aficiones
b) Ideas
c) Sentimientos-emociones
d) Proyectos
Andoni
Andoni tiene catorce años y vive con su madre, que tiene treinta y tres. Ésta
se separó de su marido hace seis años y se volvió a casar con Pedro, de quien se
ha separado, también, hace seis meses.
Andoni vivió a temporadas con su madre y Pedro, quien está separado a su
vez, aportó al matrimonio un hijo y una hija mayores que Andoni. Otras tempo-
radas se iba a vivir con su padre biológico, con quien se lleva muy bien y a quien
echa en falta, pues vive al otro lado del país. Éste se ha casado con una mujer
joven, con quien ha tenido un segundo hijo, hermanastro de Andoni, que ahora
tiene cuatro años.
Cuando está un tiempo con uno de los padres se va a vivir con el otro/a, a
veces porque echa de menos a los otros, o porque surgen tensiones...
Andoni no se centra en el colegio. Ha repetido un curso. Su madre le nota
triste y a veces, sospecha que en el fondo querría que ésta se volviese a juntar con
su padre.
La relación de Andoni con su padrastro y madrastra ha sido siempre muy
buena.
196 Repartirse el desamor
1. INTRODUCCIÓN
El único riesgo que supone para algunos/as es que, mantener este tipo de
relación puede suponer una amenaza a la hora de mantener la propia respe-
tabilidad de cara a vecinos, parientes, conocidos... Ello sigue siendo especial-
mente cierto (¡todavía!), para ellas.
Algunas «ventajas» son, sin embargo, que, al no compartir rutinas ni con-
vivencia continuada, no hay choques ni fricciones. Hay pocos riesgos de dis-
cusiones acerca de cómo compartir responsabilidades con los hijos, manejo
de la casa, mantenimiento de la economía doméstica y distribución del pre-
supuesto, cómo se distribuyen las tareas domésticas...
Pero este tipo de vinculación también tiene sus «inconvenientes», si se
continua mucho tiempo. Muy pronto uno de los dos, generalmente él, si ella
tiene hijos, pasará más tiempo en casa de ella que en la propia.
Será y se sentirá como «un huésped» y no podrá llevar amigos, no tendrá
su propio espacio vital, no podrá exigir silencio o ejercer influencia alguna
sobre el comportamiento del resto de los habitantes de la casa, por mucho
que éste le moleste.
En las últimas décadas vivir juntos, o cohabitar, sin otro vínculo legal, ha
sido la elección de un gran número no bien determinado de parejas. Hay
quienes hablan de hasta un 25 por 100.
Tomar la decisión de empezar a vivir juntos puede ser algo casual y muy
gradual. De repente, el cepillo de dientes de uno de los dos deja de viajar de
una casa a otra.
Esto suele ser así, especialmente si no hay niños de por medio. Si los
hubiese, la cosa implica un mayor detalle. Hay que tener en cuenta su opinión
y aprobación.
Ello significa que, además de la vinculación inicial, se añade toda una
serie de obligaciones: compartir la responsabilidad del mantenimiento de la
casa, tareas domésticas, compartir gastos formalmente...
198 Repartirse el desamor
Muy pronto uno de los dos, o los dos, empezarán a notar toda una serie
de presiones externas para matrimoniar. Y ello no sólo por parte de los más
cercanos (vecinos, familiares o amigos) sino también por los más lejanos.
(pensiones, Seguridad Social, Hoteles, bancos, iglesia...).
Si surgiese un embarazo y naciese un nuevo hijo, uno de los dos podría
empezar a pensar en la conveniencia de casarse de nuevo.
Es curioso como los jóvenes que se casan por primera vez aseguran que
casarse no es diferente de vivir juntos, excepto que han formalizado la rela-
ción, pasando por la iglesia o el juzgado.
Aquellos que se casan de nuevo, tras otras experiencias maritales, piensan
de manera diferente. El matrimonio les cambia la vida en un gran número de
cosas: el hombre se convierte en marido y la mujer en esposa, con toda la
carga social que ello conlleva. Los estereotipos sociales, que no influyeron
con anterioridad, empiezan a hacerlo ahora. Se palpan implicaciones de per-
manencia, perpetuidad y obligatoriedad que antes no existían.
El malestar producido por la separación o ruptura de dos que viven jun-
tos puede ser como el de los casados o incluso peor, porque, muchas veces,
este malestar no es reconocido por las personas que nos rodean.
Tras realizar los votos maritales, el hombre y la mujer se han convertido
en familia en una unidad. Son los parientes más cercanos del otro/a. No es de
extrañar, pues, que antes de subir cada uno de estos peldaños, muchas per-
sonas se lo piensen de manera detenida. Y se lo pensarán mucho más, si enci-
ma, ello les supone perder pensiones o prebendas previamente disfrutadas.
2. ALGUNOS CONSEJOS
para todos juntos, como ir de camping, escuchar o hacer música, formar parte
de un coro, cantar, hacer deportes... En definitiva, generar experiencias que pue-
dan ser disfrutadas por todos/as y que no supongan un sacrificio para nadie.
Algunas familiastras establecen la celebración de reuniones periódicas, no
sólo para planificar las vacaciones, sino como marco para plantear y resolver
los problemas que vayan surgiendo.
El procedimiento habitual suele ser que estas reuniones puedan ser con-
vocadas por cualquier miembro de la familia que detecte un problema o
quiera consultar algo, algunos las fijan para que participen todos, durante
la hora de la comida, aunque esto que puede ser bueno para promover la
participación e implicación de todo el mundo, no suele ser bueno para las
digestiones.
Las reglas básicas son muy simples:
a) Todo el mundo que tenga algo que decir, tiene derecho a expresarse
con libertad,
b) Siempre habrá alguien que haga de moderador/a,
c) Hablará solamente una persona a la vez, nadie tiene derecho a inte-
rrumpir a los demás,
d) Se deben de potenciar la homogeneización del lenguaje. Es decir, cada
uno deberá asegurarse, antes de contestar, de demostrar a los demás que ha
entendido lo que éstos han dicho previamente. Esto es, que el lenguaje se uti-
liza en el mismo sentido y que se hace coincidir la intención que tiene el que
habla con el impacto que le produce al que escucha.
La duración puede oscilar desde varios minutos hasta más de una hora.
Es importante que se cree un clima relajado. Es posible que uno o varios
miembros de la familia hayan de colaborar para llegar a un acuerdo y para
generar las soluciones más aceptables para todos.
Aquellas familias que se acostumbran a este tipo de reuniones periódicas,
se dan cuenta que éste constituye un buen método para crear un espacio en
el que juntarse, hablar, ser escuchados y crear una atmósfera familiar y un
sentido de unidad y pertenencia de cada uno de los miembros.
Los padres y los hijos, que ya formaban una unidad antes del nuevo matri-
monio, y los niños con padre «visitante» a quien sólo ven esporádicamente,
con frecuencia necesitan tiempo para mantener y preservar estos lazos y
vínculos del pasado.
A veces, padrastros/madrastras, y aquellos que lo son sólo durante los
fines de semana, se suelen marcar expectativas muy altas, en relación con los
niños de la otra parte.
Se olvidan, con frecuencia, que llegar a establecer este tipo de relaciones
puede costar varios años y que éstas, si han de hacerlo, irán surgiendo poco
a poco, con el contacto cotidiano. Es, desde luego, mucho más difícil esta-
blecer vínculos fuertes, si el contacto se da sólo durante el fin de semana. Ello
implica que no hay contacto diario y que no se está presente en momentos
cruciales o en toma de decisiones importantes.
Reconstruir una familia 201
3. TOMA DE DECISIONES
pueden recurrir y con quienes pueden suplir sus necesidades y llega al con-
vencimiento de que éstas no necesitan a la otra persona.
Así, se dan cuenta de que pueden hablar y entenderse con una persona,
con otra pueden compartir aficiones, con otra tercera compartir sentimientos
profundos y todavía con otras, compartir cama y pasión. Sería bueno que
todo esto pudiéramos hacerlo con la misma persona, pero no está demás
pararnos a pensar, de vez en cuando, que esto no tiene por qué ser así.
A aquellas personas que se empeñaron en ser ellas las que toman la deci-
sión y las riendas de su vida les ha sido útil el siguiente ejercicio:
En último lugar, cabría hacer una especie de balance entre las necesida-
des que tenemos y lo que cabe, de manera razonable, que consigamos de una
relación. En una columna se podría anotar lo que se ha ganado tras la sepa-
ración (quizá independencia, oportunidades de ser uno mismo...).
Luego, a lo mejor tendríamos que ver cuál de los tres sistemas de vida
apuntados más arriba (salir con alguien, vivir juntos o casarse de nuevo), es el
que mejor cubre sus expectativas de relación, que no tienen que ser siempre
cubiertas por el matrimonio.
Es importante tener una cierta garantía de que no se van a repetir los
mismos errores que en el pasado. Para evitar esto, sería bueno que los impli-
cados se hicieran varias preguntas, cuya contestación podría ayudarles a pre-
venir tales errores.
Entre éstas se encuentran:
4.1. S/
Si esta persona no ha tenido hijos y el/la separado/a tiene hijos, puede crear-
le problemas de dos tipos:
Muchas veces, son las decisiones de los propios hijos los que determinan
el comportamiento de los padres. Seguramente que, si las dos personas deci-
diesen seguir adelante, la pareja necesitaría ayuda para establecer una rela-
ción mediana o buena con los hijos.
Para ello suele ayudar, ya se ha dicho, establecer actividades lúdicas con-
juntas en las que se pueda participar con placer, o embarcarse en proyectos
más largos que quizás hayan sido acariciados por todos.
Seguramente, nuestra nueva pareja necesitará de toda nuestra ayuda a la
hora de poner límites en cuanto a comportamientos que sean aceptables y
pautas a seguir para corregir los que no lo sean.
El otro, seguramente se preguntará, con frecuencia, qué hace en esa rela-
ción, qué derechos tiene, cuanto puede ejercer el papel de padre y madre.
Su forma de contestar tales preguntas va a depender del tipo de acuerdo
que tengamos con nuestro/a ex, y de nuestras relaciones posteriores.
Al establecimiento de una buena relación también va a contribuir cómo
sean los hijos. Si se parecen al/a la ex, (bien físicamente, bien en su compor-
tamiento), nos estará, seguramente, continuamente recordando al otro y
quizá estemos echándoles culpas que no se merecen, aunque sea de manera
inconsciente.
Muchos/as solteros/as, que se ven llamados a ejercer este papel, nos cuen-
tan que se encuentran atrapados porque les toca la peor parte: de manera
204 Repartirse el desamor
Hay otra gente que se apresura e inicia otro matrimonio, movidos por los
sentimientos de culpa de haber privado a sus hijos de un padre o de una
madre efectiva. Se empeñan en darles pronto un padre o una madre sustitu-
tiva.
El grado en el que se pueda incluir a la nueva pareja en nuestra relación
puede depender de varios factores, uno de los más importantes será, sin
duda, la cohesión que hayamos podido desarrollar, en el pasado, con nuestros
hijos.
A algunas familias les resulta más fácil incluir a extraños que a otras.
Las necesidades de los hijos han de tenerse en cuenta y por eso hemos de
preguntarnos? «¿qué ganan y qué pierden ellos?», «¿qué resistencias ofrecen?»
Quizá tales resistencias deban ser exploradas con más detalle contando
especialmente con ellos. Quizá, así, podamos descubrir qué miedos o temo-
res infundados puedan afectar a su propia capacidad para aceptar que se
empiece con una nueva pareja.
5. UN REPASO GENERAL
Una vez más, sería bueno que echásemos un vistazo al cuestionario que
presentamos en el apéndice, que podría servirnos como repaso general.
Sabemos que el porcentaje de rupturas de parejas que se han vuelto a
emparejar, en gran medida depende de su capacidad de ajustarse a los nue-
vos roles que les toca desempeñar en la nueva relación.
Instrucciones:
CORRECCIÓN E INTERPRETACIÓN:
INTERPRETACIÓN:
Su ajuste a los diversos roles representados por cada una de las dimensio-
nes no es todo lo bueno que debería ser, y sería deseable que intentase mejo-
rarlo, o solicitar ayuda experta, si la puntuación obtenida en cada una de las
DIMENSIONES supera a los puntos marcados para cada dimensión:
S : 17
E/: 19
P/: 25
P/: 30.