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Repartirse el desamor :Repartirse el desamor 18/3/14 18:32 Página 1

José Cáceres Carrasco

Repartirse el desamor
E l amor no deja nunca, a nadie, indiferente. Nos ilumina cuando nos embarga y

Repartirse

Guía psicológica en la separación


cuando se desvanece, nos fulmina.
Algunos bromean que en España no existe el divorcio sino el «¡ahí te quedas!»,
pero romper un vínculo emocional se demuestra tremendamente difícil para algunos y
administrar lo que queda del amor se convierte, para muchos, en un verdadero reto.
En este libro se repasan algunos hechos y tópicos acerca de la separación, razo-
nes para separarse, trampas que supone, y se sugieren temas de reflexión que ayuden
a centrar el fiel de la decisión para aquellos que crean estar en la cuerda floja.
el desamor
Guía psicológica

José Cáceres Carrasco


Se aclara lo que nos dicen los hijos en este trance, los lenguajes que utilizan para
expresárnoslo, así como lo que persiguen con sus mensajes y posibles actuaciones en
momentos tan difíciles.
en la separación
Por lo que a los adultos respecta, se presentan recomendaciones de posibles pasos
para seguir, tras el primer impacto. Se barajan ideas para llegar a una verdadera solu-
ción mediada, dejando a un lado toda tentación adversarial. Algunos/as, durante el
proceso, requieren el apoyo adicional que se ofrece en grupos de autoayuda, y, por
ello, repasamos el funcionamiento básico de los mismos.
Se esboza, asimismo, el galimatías que se empieza a producir, cuando, al com-
pletarse el proceso, se pasa del sucedáneo de un padrastro/madrastra a la realidad
de una «familiastra».
JOSÉ CÁCERES CARRASCO se especializó en Psicología Clínica en la Universidad de
Glasgow (Escocia). Es profesor de Psicofisiología de la Universidad de Deusto y psi-
cólogo clínico del Servicio Navarro de Salud. Lleva más de 30 años trabajando e
investigando con familias-parejas con problemas. Es autor, entre otros libros, de
Reaprender a vivir en pareja y del Manual de terapia de pareja e intervención en
familias.

MINERVA PSICOLOGÍA

MINERVA EDICIONES
REPARTIRSE EL DESAMOR
Guía psicológica en la separación
Colección Historia
Biblioteca Nueva-Universitat de València
José Cáceres Carrasco

REPARTIRSE EL DESAMOR
Guía psicológica en la separación

MINERVA EDICIONES
Colección: «Minerva Psicología»
Director: Miguel Ángel Vallejo Pareja

Edición digital, marzo de 2014

© José Cáceres Carrasco, 2014


© Minerva Ediciones, S. L., Madrid, 2014
Almagro, 38
28010 Madrid (España)

ISBN: 978-84-16169-28-3

Queda prohibida, salvo excepción prevista en la ley, cualquier forma de reproducción, distri-
bución, comunicación pública y transformación de esta obra sin contar con la autorización de
los titulares de propiedad intelectual. La infracción de los derechos mencionados puede ser
constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (arts. 270 y sigs., Código Penal). El
Centro Español de Derechos Reprográficos (www.cedro.org) vela por el respeto de los cita-
dos derechos.
Índice
P ...................................................................................................... 15

1. P : H   ........................................... 17


1. La sombra de la duda ................................................................ 19
2. Diferentes razones para separarse ............................................. 24
2.1. «¡Es por culpa de su carácter!» ....................................... 24
2.2 Ha aparecido o ya existe otra persona ............................. 25
2.3 Es la institución la que falla ............................................. 26
2.4 La relación está muerta .................................................... 27
2.4.1. Problemas perpetuos ........................................... 27
2.4.2 Distanciamiento ................................................... 28
2.5. Violencia ........................................................................... 29
2.5.1. La decisión de terminar una relación de maltrato .. 31
2.6 Es la otra persona la que quiere separarse ...................... 32
2.7 En resumen: razones aducidas con más frecuencia para
separarse ........................................................................... 33
3. Otras cuestiones que hay que considerar ................................. 33
3.1. Características del matrimonio disfuncional ................... 33
3.1.1. La convivencia en la pareja malavenida ............. 34
3.1.2. Las percepciones ................................................. 35
3.1.3. La fisiología .......................................................... 36
3.2. La persona y sus circunstancias ....................................... 37
3.2.1. Su forma de ser .................................................... 37
3.2.2. Sus antecedentes familiares ................................. 37
3.2.3. Apoyos con los que cuentan ............................... 38
4. Apéndice: Cuestionario autoevaluación (Inventario del estatus
marital; Weiss y Cerreto, 1975. Adaptación y traducción: J. Cá-
ceres, 1982) ................................................................................. 39
4.1. Clave de corrección .......................................................... 41
8 Índice

2. ¿Q     ? P 


 T  P ........................................................................ 43

1. Los problemas de vivir en pareja .............................................. 45


2 Mitos de la Pareja ...................................................................... 47
2.1 Mito núm. 1: La gente se casa porque ama a su pareja .. 47
2.2 Mito núm. 2: La mayoría de las personas casadas se quie-
ren ..................................................................................... 50
2.3 Mito núm. 3: El Amor es necesario y suficiente para man-
tener un matrimonio satisfactorio .................................... 50
2.4 Mito núm. 4: Las diferencias entre el hombre y la mujer
son las causantes de la mayoría de los problemas de
pareja ................................................................................. 52
2.5 Mito núm. 5: Es imposible que me quiera si me grita
constantemente «¡vete a la mierda!» ............................... 53
2.6 Mito núm. 6: La llegada de los hijos debiera mejorar un
matrimonio ....................................................................... 53
2.7 Mito núm. 7: El matrimonio resolverá mi soledad ......... 54
2.8 Mito núm. 8: Lo «progre», lo avanzado es separarse ..... 54
3 Estado de la relación .................................................................. 55
3.1 Los componentes del amor .............................................. 55
3.2 ¿Cómo podrá saber una pareja su situación en estas di-
mensiones? ........................................................................ 56
4 Terapia de Pareja ....................................................................... 57
4.1 Evaluación/Diagnóstico ................................................... 58
4.1.1. Lo que nos une hoy ............................................. 59
4.1.2. Nivel de comunicación ........................................ 59
4.1.3. Dimensión afectivo/sexual .................................. 61
4.1.4. Personalidad ........................................................ 61
4.1.5. Modelos de relación ............................................ 62
4.1.6. Violencia .............................................................. 62
4.2 Tratamiento ....................................................................... 63
4.2.1. Nivel uno ............................................................. 64
4.2.2. Nivel dos .............................................................. 64
4.2.3. Resultados ............................................................ 66
4.3 Apéndice: Cuestionario de armonía relacional ............... 67

3. E    ........................................................................ 73


1. Introducción ............................................................................... 75
2. Necesidades básicas de los niños .............................................. 76
3. Formas de manifestar su reacción ............................................. 76
3.1. Lo que nos dicen .............................................................. 77
3.2. Comportamiento .............................................................. 78
3.3. Emocional ......................................................................... 78
3.3.1. Hostilidad ............................................................ 79
3.3.2. Ansiedad .............................................................. 80
3.3.3. Depresión ............................................................. 82
Índice 9

3.4. Reacciones somáticas ........................................................ 83


4. Ejemplos de formas de reaccionar ............................................ 83
4.1. Niños agresivos ................................................................. 84
4.2. Hijos que desean la reconciliación .................................. 84
4.3. Hijos «Celestina» .............................................................. 85
4.4. Niños deprimidos ............................................................. 85
4.5. Hijos manipuladores ........................................................ 86
5. Factores que hacen más vulnerables a los niños ...................... 87
5.1. Sexo ................................................................................... 87
5.2. Edad .................................................................................. 88
5.3. Tipo de custodia ............................................................... 91
5.3.1. Tipos de custodia y ajuste emocional de los hijos 92
5.4. Relación familiar posterior ............................................... 93
6 Efectos del comportamiento de los hijos en el comportamiento
de los padres .............................................................................. 93
7. En resumen ................................................................................ 93

4. E         .................................. 95


1. Reacciones a corto plazo ........................................................... 97
1.1. Shock e incredulidad ........................................................ 98
1.2. Malestar ............................................................................ 98
1.3. Miedos .............................................................................. 99
1.4. Temor al fracaso ............................................................... 100
1.5. Rabia ................................................................................. 102
1.6. Culpa ................................................................................. 104
1.7. Pena .................................................................................. 104
1.8. Aceptación ........................................................................ 106
1.9. Separación no resuelta ..................................................... 107
2. Consecuencias a largo plazo ...................................................... 108

5. P  .................................................................................. 111


1. Tomar la decisión: terminar con la ambivalencia ..................... 115
1.1. Fases de la separación ...................................................... 115
1.1.1. Deliberación ........................................................ 115
1.1.2. Litigio ................................................................... 115
1.1.3. Transición ............................................................ 115
1.1.4. Reajuste ................................................................ 115
2. Malas soluciones ........................................................................ 116
2.1. Empezar por recurrir a un abogado ................................ 116
2.2. Soluciones provisionales .................................................. 117
2.2.1. Separarse temporalmente como prueba ............. 118
2.2.2. Vivir separados bajo el mismo techo .................. 118
3. Un repaso general ...................................................................... 119
4. Buenas soluciones ...................................................................... 121
4.1. No pleitear: crear un clima de acuerdos ......................... 121
4.1.1. En lo económico .................................................. 122
4.1.2. Por lo que a los hijos respecta ............................ 124
10 Índice

4.1.3. Decírselo a los niños ........................................... 129


4.2. Promover la cultura de la mediación .............................. 130
5. Prepararse uno/a mismo/a ........................................................ 130
5.1. Prevenir cavilaciones ........................................................ 130
5.1.1. Marcarse un lugar ................................................ 131
5.1.2. Saber elegir el momento ..................................... 131
5.1.3. Buscar actividades ............................................... 132
5.2. Buscarse apoyos ................................................................ 132
5.3. Decírselo a los amigos y a la familia ................................ 133
5.4. Otros aspectos básicos ..................................................... 134
5.4.1. Elección provisional de la casa ........................... 134
5.4.2. Medios de subsistencia inicial ............................. 134
6. Si ha habido maltrato ................................................................ 135
6.1. ¿Está en juego tu seguridad personal si intentas cortar
esta relación? .................................................................... 135
6.2. Planes de seguridad .......................................................... 136
6.2.1. Separarse de un «cobra» ..................................... 137
6.2.2. Separarse de un «Pitbull» ................................... 138
7. Apéndice: Cuestionario de funcionamiento familiar y ajuste de
los hijos ante la separación ........................................................ 139

6. M    ............................................................ 143


1. Diferencias entre sistema mediacional y adversarial ................ 145
2. Puntos guía en un caso concreto ............................................... 148
2.1. Hijos .................................................................................. 149
2.1.1. Grado de comunicación y forma de compartir in-
formación acerca de los hijos .............................. 149
2.1.2. Comunicación con los hijos ................................ 150
2.1.3. Días especiales ..................................................... 152
2.1.4. Vacaciones largas ................................................. 152
2.1.5. Relación con familiares y terceros ...................... 152
2.1.6. ¿Y si muriese uno de los padres? ....................... 152
2.1.7. Transporte ............................................................ 153
2.1.8. Actividades extraescolares .................................. 153
2.1.9. Regalos ................................................................. 153
2.1.10. Vestidos ................................................................ 154
2.1.11. Paga ...................................................................... 154
2.1.12. Cambios ............................................................... 154
2.1.13. Renegociación y revisiones .................................. 155
2.1.14. Límites y reglas. Disciplina ................................. 155
2.1.15. Decisiones ............................................................ 156
2.1.16. «Hombre bueno», juez ....................................... 157
2.1.17. Custodia ............................................................... 157
2.1.18. Implicación de los hijos en la decisión ............... 158
3. En qué consiste la mediación .................................................... 158
3.1. Patria potestad .................................................................. 159
3.2. Custodia ............................................................................ 159
Índice 11

3.3. Apoyo económico de los hijos ......................................... 159


3.4. Aporte económico al esposo/esposa ............................... 160
3.5. División de bienes gananciales ........................................ 161
4. Rol del mediador ....................................................................... 162
5. Reglas básicas de la mediación .................................................. 163
5.1. Neutralidad ....................................................................... 163
5.2. Autoridad del mediador ................................................... 163
5.3. Responsabilidad del acuerdo ........................................... 163
5.4. Respeto ............................................................................. 164
5.5. Privacidad ......................................................................... 164
5.6. Confidencialidad .............................................................. 164
6. Fase final del proceso de mediación ......................................... 164
7. Candidatos a la mediación ........................................................ 165
7.1. Buenos candidatos ............................................................ 165
7.2. Malos candidatos .............................................................. 165
7.3. Reacciones diferentes hombre/mujer .............................. 166
8. Terapia de separación y mediación en la separación ................ 167
9. ¿Quiénes son los mejores mediadores? .................................... 167
9.1. Equipo ideal de mediación .............................................. 168
9.2. Direcciones de interés ...................................................... 168

7. G      ................................................. 173


1. Sentimientos tras la separación ................................................. 175
2. Formas típicas de reacción: Síndrome Posdivorcio ................. 177
2.1. Síndrome de estrés postraumático ................................... 178
3. Grupos de separación ................................................................ 179
3.1. ¿Qué puede esperarse de estos grupos? ......................... 179
3.1.1. Desahogarse ......................................................... 180
3.1.2. Encontrar solaz .................................................... 180
3.1.3. Ampliar perspectivas ........................................... 180
3.1.4. Barajar soluciones alternativas ............................ 181
3.1.5. Comprender, aunque sólo sea vicariamente, las
reacciones del/la «ex» ......................................... 181
3.1.6. Apoyo que no encuentran en su entorno ........... 182
3.1.7. Volver a reencontrarse y sentirse hombre/mujer . 182
3.1.8. Hablar de sexo ..................................................... 182
3.1.9. Potenciación y desarrollo de actividades lúdicas .. 183
3.1.10. Buscar y encontrar soluciones para dificultades
propias especiales ................................................ 183
4. Dinámica y algunos ejemplos concretos de soluciones ............ 183

8. R   ................................................................. 193


1. Introducción ............................................................................... 196
1.1. Salir con alguien ............................................................... 196
1.2. Vivir juntos ....................................................................... 197
1.3. Casarse de nuevo .............................................................. 199
2. Algunos consejos ........................................................................ 199
12 Índice

3. Toma de decisiones .................................................................... 201


4. Repasando diversas posibilidades ............................................. 203
4.1. Soltero/a ........................................................................... 203
4.2. Personas con hijos ............................................................ 204
4.3. Padrastros/madrastras de fin de semana ......................... 205
4.4. El punto de vista de los niños .......................................... 205
4.4.1. La pérdida de rol ................................................. 206
5. Un repaso general ...................................................................... 207
6. Apéndice: Cuestionario áreas problema de familias reconsti-
tuidas ................. ......................................................................... 208
A:

Amparo, Begoña, Tere, Elena, Patxi, Concha, Ángel, Cristina, Diego,


Julio, Francisco, Guillermo, María Jesús, Mariano, Mary Jose, Milagros,
Montserrat, Javier, Josetxo, Carmen, Mary Luz, Lidia, Ana, Nieves, Ester, Maite,
Julia, Pepe, Pilar, Visi, Camino, Mary, Noé, Isabel, José Antonio, José, Baltasar, Olga,
Martín, Mary Cruz, Marina, Milagros, Mary Carmen, Carlos ....

Y todos aquellos que, al confiarme su historia, se convirtieron en ver-


daderos coautores de este libro.
Prólogo
«¡Nos separamos y ya está...!», oímos decir con frecuencia a nuestro alre-
dedor.
La frase va acompañada muchas veces de momentos de enfados monu-
mentales o esconde grandes dosis de frustración y desencanto. Otras, denota
una actitud amenazante o un deseo escapista.
Sea cual sea la situación, quienes la dicen parecen estar bajo el convenci-
miento de que la separación representa el fin de todos sus males. «Muerto el
perro», piensan, «se acabó la rabia». Y nada más lejos de la realidad. La expe-
riencia adquirida a través de las personas que nos consultan demuestra que
en muchas ocasiones la separación no es el final de los problemas sino que
representa el inicio.
Algunos/as inician un proceso de reclamaciones judiciales desesperanza-
doras y estériles.
Nuestra cultura, en general, no nos anima a hacer que predomine la razón
sobre las reacciones viscerales; muy por el contrario, generalmente prima la
espontaneidad, dar rienda suelta a nuestros impulsos, «caiga quien caiga».
El sistema judicial y los procedimientos que implica, en el fondo, tampo-
co animan al encuentro, sino al desencuentro. Generalmente representan sis-
temas adversariales, y con eso queda dicho casi todo.
No estamos acostumbrados a resolver nuestros conflictos, sean de la natu-
raleza que sean mediante el dialogo, si no es por la fuerza, a las bravas. Los
procedimientos mediacionales nos suenan a música celestial, quizás algo ade-
cuado para otras culturas.
El objetivo de este libro es múltiple: hacer reflexionar aún más a algunos,
señalar escollos desapercibidos a otros, y dar ideas de posibles soluciones a
terceros. En el fondo es una pequeña guía de psicología básica aplicada a esos
momentos tan comprometidos y vulnerables que representa la ruptura de un
vínculo emocional. El libro va dirigido, no tanto a los que se plantean sepa-
rarse, demasiado obsesionados con la idea y con poco tiempo para pensar y
menos para leer, como a aquellas terceras personas (compañeros de trabajo,
amigos o simples ciudadanos de a pie...) importantes para aquellos, que ter-
16 Repartirse el desamor: Guía Psicológica en la Separación

minan siempre enterándose y sufriendo con ellos por el torbellino de la sepa-


ración, y que, sin quererlo y muchas veces sin sentirse preparados para ello,
se ven con la obligación de tener que hacer de asesores.
En absoluto ha de verse en estas páginas un intento disuasorio de iniciar
el camino de la separación mediante el maquiavélico procedimiento de resal-
tar las dificultades que entraña. Estamos firmemente convencidos de que no
existe peor bomba de relojería, con efectos más deletéreos para ambos
miembros, hijos si los hubiera, y la salud y la paciencia de los que les rodean,
que una relación malavenida.
En el fondo creemos que hacer que personas implicadas en este torbelli-
no emocional puedan aprender en cabeza ajena representa un objetivo impo-
sible. Pero... «¡viva la utopía!».
Si alguien leyó Reaprender a vivir en pareja1, pensará, al ver el título pre-
sente que, o soy un «chaquetero», o que muchas cosas deben de haber cam-
biado en la vida de la pareja.
Creo que, desde entonces, se ha confirmado el hecho de que, si decidimos
vivir en pareja lo hacemos no tanto por obligación alguna sino porque ésta
nos compensa o nos paga dividendos, y que seguimos estando poco prepara-
dos/as para hacer que, a la larga, vivir en pareja nos siga pagando estos divi-
dendos, y que, en este campo, se ha invertido el refrán castellano a un «más
vale bueno por conocer que malo conocido».
El problema es que, al poco tiempo, lo bueno por conocer vuelve a con-
vertirse en malo conocido. Las parejas que se casan de nuevo demuestran un
porcentaje de hasta 15 por 100 mayor de separaciones. Y si la primera rela-
ción duró siete años, la segunda dura tres y la tercera (¡los hay empecina-
dos/as!), dura solamente uno.
Muchos de los datos aquí reflejados han salido de lo que nos cuentan las
personas que acuden a nuestras consultas y de la experiencia de conducir
grupos de apoyo para separados a lo largo de muchos años, pero otras ideas
han salido de los libros que se citan, cuya lectura se recomienda a quien quie-
ra profundizar en algún aspecto concreto.
Todo libro, por modesto que sea, genera en su autor múltiples deudas de
gratitud. Yo las tengo contraídas con:
a) aquellas personas que leyeron los primeros borradores, me dieron su
opinión y me animaron a seguir. Mención especial merece Miguel
Ángel Vallejo Pareja, cuyos puntos de vista me ayudaron a definir el
formato final del libro.
b) Fernando Blanco Bregón, autor de las viñetas. Resultó toda una expe-
riencia ver surgir estas ilustraciones con su tono mordaz e irónico, de
situaciones tan serias…
¡Gracias a todos ellos!

1
J. Cáceres, Reaprender a vivir en pareja, Barcelona, Plaza & Janés, 1986 (2.ª edición,
1994, Promolibro).
1
Panorama general: Hechos y tópicos
1. LA SOMBRA DE LA DUDA

Son muchos los ciudadanos y ciudadanas (¡en España cerca de 400.000!)


que cada año emprenden ilusionados la etapa que piensan va a ser la más
importante de su vida: vivir en pareja.
No es que éste sea el objetivo último de la vida, sino que se embarcan en
tal empresa con otra persona convencidos de que van a:

— Desarrollar proyectos conjuntos que los llenen más que si los intenta-
sen en solitario y que la realización de tales proyectos potenciará sus
autosatisfacciones.
— Sentirse apoyados, comprendidos/as y, finalmente, queridos/as.
— Potenciar una complicidad mutua, que propicie su ilusión y su bien-
estar; quieren estar con la otra persona.
— Crear espacios comunes para el disfrute: que el montante de la rela-
ción sea gratificador.

En definitiva, hacer que la vida en compañía tenga sentido, les valga la


pena y les compense.
Algunos están tan convencidos del futuro éxito de esta empresa que la fir-
man «para toda la vida... hasta que la muerte nos separe... en la salud y en la
enfermedad...».
Sin embargo, son muchos también los que, al poco tiempo (en algunos
casos ni siquiera ha pasado un año), se encuentran frustrados/as, piensan que
no han conseguido nada de lo que ambicionaban, se sienten estafados/as y
engañados/as, porque esa felicidad que se prometían en absoluto se ha visto
satisfecha, ni mínimamente cumplida.
Para otros, la situación es todavía más grave. No solamente esa felicidad
prometida se ha visto incumplida, sino que lo que se anticipaba como un
éxtasis continuado se ha convertido en una batalla campal cotidiana y, como
consecuencia, en una importante fuente de estrés, miserias y de tristezas: ha
llegado el momento del .
La Figura 1.1. refleja el número y la evolución de matrimonios, separa-
20 Repartirse el desamor

ciones y divorcios a lo largo de los últimos años1. Si la miramos con atención,


nos damos cuenta que, hoy por hoy, en este país la probabilidad de que una
relación de pareja termine en ruptura se acerca al 0,5.

Figura 1.1. Evolución de Matrimonios y Disoluciones en los últimos años

450000
400000
350000
300000
MATRIMONIOS
250000
DISOLUCIÓN
200000 SEPARACIONES
150000 DIVORCIOS
100000
50000
0
87
89

91

93

95

97

99
19
19

19

19

19

19

19

La situación es tal que, como bien refleja la siguiente viñeta, lo que hace años
seguramente se planteó como chiste, hoy podemos considerar casi profecía.

1
Somos conscientes de que no es totalmente lícito, a la hora de hacer estos cálculos,
sumar separaciones y divorcios: gran parte de los que se divorcian en un año concreto fueron
los que se separaron el año anterior...
Panorama general: Hechos y tópicos 21

En la Figura 1.2. puede verse que un porcentaje elevado de esas rupturas


no se hace de mutuo acuerdo sino recurriendo y sufriendo un proceso judi-
cial contencioso y largo, con todo lo que ello significa. Y lo que es más grave,
nos consta que más de una disolución que en el juzgado figura como mutuo
acuerdo («por necesidades del guión...», dirán algunos) ha representado un
verdadero calvario para los implicados. Algo que, ciertamente, no parece
deducirse del mutuo acuerdo firmado.

Figura 1.2. Porcentaje de Disoluciones por mutuo acuerdo y por Contencioso

22%
29%
SEP
SEP. ACUERDO
ACUERDO
SEP
SEP. CONTENCIOSO
CONTENCIOSO
DIV ACUERDO
DIV. ACUERDO

17% DIV CONTENCIOSO


DIV. CONTENCIOSO

32%

Pero estos números no lo dicen todo. Quizá esto abarque tan sólo a los
más valientes (¡otros pensaran que son los más irresponsables!), los que se
han atrevido a dar el paso. En cambio, un porcentaje indeterminado, pero
que se nos antoja muy elevado, deshoja continuamente, algunos casi día tras
día, la margarita de la separación sin terminar de decidirse.
La separación, contrariamente a lo que piensan muchos, no consiste en un
hecho puntual, sino que constituye un largo proceso, con etapas bien defini-
das por las que todos los implicados parecen tener que pasar indefectible-
mente.
La primera etapa de la separación la constituye la fase de .
Este período de  se refiere al tiempo que pasa desde que la
idea del divorcio empieza a rondarnos por la cabeza, aunque sea como una
posibilidad lejana, hasta que llegamos al convencimiento de que la separación
constituye nuestra única salida, se toma la decisión definitiva y damos los pri-
meros pasos para materializarla. Es éste un período que se encuentra plaga-
do de dudas y zozobras, que se asocia y recuerda después con un intenso
malestar.
Son muchas las personas que asocian el momento de la decisión con un
episodio concreto, llegando a considerar tal episodio como el momento de no
retorno, y lo catalogan como uno de los hitos más importantes de su vida.
22 Repartirse el desamor

Muchas veces, el sentido de esta fase se les escapa a los mismos interesa-
dos, aunque cuando lo piensan, en retrospectiva, recuerdan que lo pasaron
mal y que dieron vueltas al tema casi continuadamente, sin saber qué decisión
tomar.
Los indicadores externos de que tal proceso está ocurriendo pueden ser
muy variados y no tienen nada que ver con lo verbal, sino que se suelen apo-
yar en los hechos. Así, se niega que pase algo cuando la otra persona pre-
gunta, se empiezan a pasar períodos de tiempo cada vez más largos fuera de
casa, se implican en múltiples empresas que les mantengan alejados/as de
casa, se inicia un affaire, se dejan de hacer cosas para el otro/a y, en casos
extremos, surgen momentos de violencia verbal o incluso física.
Siguen algunas viñetas de ejemplos concretos que ilustran estos primeros
momentos: menos los nombres, que son ficticios, los demás datos correspon-
den a personas concretas que han pasado por nuestro consultorio.
María:
María tiene treinta y cinco años, lleva ocho casada con Gabi, tienen una hija
de cuatro años y de tarde en tarde, especialmente después de un período de bron-
cas y discusiones encendidas, se sorprende a sí misma soñando con la separación,
distanciarse de Gabi, y volver a empezar libre de ataduras.

Margarita:
Margarita está más o menos en la misma situación que María pero en ella
estas fantasías aparecen casi cada semana y, en más de una ocasión ha amenaza-
do a Julián con «echar los papeles de la separación», y separarse de una vez por
todas. Cree que Julián no la toma en serio, le hace poco caso, lo cual termina enfu-
reciéndola, pues le hace pensar que, en el fondo, se cree que la tiene segura.

Antonio:
A Antonio le pasa otro tanto. Piensa con mucha frecuencia en el divorcio y a
veces desearía estar ya separado porque gradualmente se ha ido produciendo un
distanciamiento entre ellos que se le vuelve cada vez más penoso. En más de una
ocasión ha intentado sentarse y discutir estos temas con Eugenia, su mujer toda-
vía, con toda tranquilidad, para intentar llegar a un acuerdo, y poner fin a esta
situación que cada vez se les vuelve más odiosa a ambos.

Ione:
Ione, que trabaja como jefa de equipo en una empresa de ventas, empieza a
obsesionarse con el tema. Ha decidido abrir una cuenta individual en el banco en
la que no figure su pareja. Le ha planteado a Carlos en varias ocasiones su deseo de
hacer separación de bienes, poner la casa a nombre de los dos... comenta con fre-
cuencia esta situación con sus amigas, quienes le animan a dar el paso definitivo.

Josefina:
Josefina ha llegado mucho más lejos. Se ha animado y ha ido a consultar con
una abogada matrimonialista acerca de la separación. Se ha interesado por cuáles
son los requisitos, qué pasos habría que dar, cuál sería la secuencia, cuáles son los
plazos... ¡Y los costos! Fantasea cómo se lo dirá a su marido. Y es que la separa-
Panorama general: Hechos y tópicos 23

ción casi se ha convertido en una obsesión para ella. Está determinada. La idea
se le presenta varias veces al día, incluso en momentos bien diferentes de broncas
y discusiones. Estos pensamientos son a veces imprecisos y vagos, pero otras son
detallados, incluyendo cuál va a ser el sistema de división de bienes, quién se
queda con qué muebles, cómo se repartirían los libros y los discos, a dónde se va
a ir a vivir, cómo se dividirán las responsabilidades en relación con los hijos, cómo
se lo plantearán a éstos y cuáles serán sus reacciones. Cómo se lo van a plantear
a familiares y amigos...

Las parejas cuya situación se parece mínimamente a la de alguna de las


personas antes mencionadas, podrían repasar con detenimiento las diversas
frases del cuestionario del apéndice de este capítulo, y contestar si es verda-
dero o falso en lo que a ellos respecta. No debieran darle muchas vueltas.
Basta con la primera impresión. Una vez que hubieran contestado las 14 pre-
guntas, podrían comprobar su puntuación. En el mismo apéndice encontra-
rán explicado con detalle la forma de puntuar y comprobar, después, en qué
categoría se encuentran, y cuál puede ser la intensidad de su duda.

Categoría A: Si están en la categoría A, disfruten de su relación mien-


tras dure.
Categoría B: Si están en la categoría B, no debieran preocuparse dema-
siado: pasa hasta en las mejores familias.
Es algo parecido a preguntarse qué hubiera pasado si se hubiera casado
con la primera pareja que tuvieron, si hubiesen iniciado una profesión
diferente...
Categoría C: Pero si están en la categoría C, no debieran tener la sensa-
ción de estar perdiendo el tiempo cuando reflexionan acerca de la marcha de
su pareja o de haberse comprado este libro y completar su lectura. Segura-
mente haya varias cosas que no terminan de funcionar en su relación como a
ellos/as les gustaría, y ya es hora de que se pongan a hablar y a pensar en posi-
bles decisiones alternativas que corrijan esos malos funcionamientos.
Categoría D: Si su puntuación cayese en la categoría D, definitivamente
algo tienen que hacer con esa relación. No parece que estén en posición de
poder permitirse el lujo de continuar mucho tiempo así. Tenemos sólo una
vida, y no parece tener mucho sentido pasarla en un continuo desencanto o
rumiando lo que van a hacer para terminar de liquidar la relación. Es hora de
tomar decisiones. Definitivamente, no dejen de recomendarles terminar de
leer este libro, por si ayudase a aclarar las ideas. De cualquier forma, debie-
ran repasar las otras cuestiones que se plantean en este capítulo, antes de
tomar una decisión definitiva.
24 Repartirse el desamor

2. DIFERENTES RAZONES PARA SEPARARSE

El número de situaciones diferentes que contribuyen a crear este estado


de zozobra y ambivalencia puede llegar a ser tan variado como el de las per-
sonas implicadas. Y es que si cada persona es un mundo, cada pareja es un
universo.
Aún a riesgo de ser tildado de simplista, éstas serían algunas de las situa-
ciones que, con sus variantes, eso sí, se dan con más frecuencia:

2.1. «¡E     !»


Margarita lleva quince años casada con Raúl y no le aguanta. Su mera pre-
sencia «le pone enferma». Al principio todo iba bien, pero pronto empezaron las
discusiones. Las primeras eran por cuestiones relativamente importantes (¿quién
hace qué?, ¿cómo se toman las decisiones?, etc.), pero poco a poco fueron deri-
vando a temas nimios (cómo ordenar la cocina, grado de apertura conveniente de
las ventanas, si es mejor tener las persianas bajadas o subidas...). Raúl tiene un
tono de voz tremendo. Antes era alegre, pero ahora parece que está continua-
mente enfadado. Cuando se dirige a las niñas más que amonestarlas parece que
se las vaya a comer...
Últimamente está siempre chillando y culpando a todo el mundo de cosas de
las que, en el fondo, sólo él mismo es culpable. Encima, se cree en posesión de la
verdad absoluta... Jamás pedirá disculpas...

Un porcentaje muy alto de las personas que van a consultar sus proble-
mas de pareja, algunos terapeutas se atreven a decir que casi el 99 por 100,
argumentan que tienen serios problemas pero que tales problemas no tienen
que ver con ellos mismos, sino que se deben al carácter o la personalidad de
su pareja. Muchos, cuando acuden en pareja, hacen explícito el pensamiento
en presencia del otro. Lo malo es que el otro, a su vez, piensa exactamente lo
mismo en relación con el uno. La única diferencia es que no lo dice, pero
desde luego lo piensa y, a veces, ¡con qué intensidad!
La gran mayoría, además, se extiende en detalles para convencer al tera-
peuta de lo sufrido por su parte y lo mucho que han tenido que aguantar por
culpa del comportamiento desviado y anormal del otro: «¡La otra persona es
culpable! ¡La otra persona está de atar! ¡La otra persona es inaguantable!»
Tantas veces lo han repetido tantos pacientes que no ha quedado más
remedio que estudiar con detalle hasta qué punto existen rasgos de la perso-
nalidad en el individuo que sirvan para predecir la armonía, o su ausencia, en
una relación de pareja. Los resultados son bastante concluyentes: No existe
rasgo alguno de personalidad que nos sirva para predecir que esa pareja va a ter-
minar en ruptura. Es más, nuestros resultados nos indican que, en las parejas
en conflicto, son más bien las atribuciones negativas que el uno hace en rela-
ción con la personalidad del otro lo que predice el fracaso y no tanto los ras-
gos reales del otro.
Panorama general: Hechos y tópicos 25

Quizá la única excepción al párrafo anterior la constituyan las personali-


dades antisociales y violentas. Hombres con estos rasgos agreden a la mujer.
Pero no sólo agreden a su mujer, sino que también son violentos con los com-
pañeros de trabajo, amigos, otros familiares e incluso desconocidos. Sin
embargo, esto se tratará un poco más adelante. El tema de la personalidad del
otro/a tiene muchas variaciones. Así, cada vez es más frecuente que nos con-
sulten personas que se encuentran en el proceso de ruptura de su segunda o
tercera relación de pareja. Los datos son consistentemente uniformes. Si la
primera relación dura siete años aproximadamente, la segunda dura tres y la
tercera, si llegase a haberla, apenas uno.
En estos casos no cabe más remedio que preguntarse: Si esta persona ter-
minó su primera relación porque el otro no era su media naranja ideal y, con
la separación, reflejaba su rechazo a determinadas características de persona-
lidad del susodicho o la susodicha, cabría esperar que hubiese sido especial-
mente cuidadoso/a y selectivo/a en el proceso de elección de la segunda pare-
ja y no digamos en el caso de la tercera pareja... Pero la ruptura llega igual.
¿Quiere esto decir que el hombre y la mujer son los únicos seres que tropie-
zan dos, tres y hasta cinco veces con la misma piedra? ¿Es que una persona
no termina escarmentando y termina cargando con otra persona, de caracte-
rísticas semejantes a las de la que abandonó? ¿No será que lo que termina de
producir la ruptura es otra cosa que las características de la personalidad del
otro/a?

2.2. H      


Josefina ha conocido a Alberto, un joven quince años menor que ella. Ha sal-
tado la chispa de nuevo. Cada vez se inventa nuevas historias para pasar más
tiempo con Alberto, quien la mima, se preocupa por ella, está pendiente y la ha
hecho despertar nuevamente.
Ricardo, todavía su marido, fue siempre incapaz de darle un orgasmo. Con
Alberto todo es diferente. Verle solamente, le hace, como ella dice «mojar las bra-
gas... ¡con él todo parece tan sencillo!»
Sin embargo, a pesar de esta ebullición afectiva se siente confusa. No tendría
ninguna duda si no hubiera esos quince años de diferencia de edad. Pero esta dife-
rencia la atormenta. ¿Qué va a pasar mañana? ¿Va a seguir Alberto interesado
en ella si se decide a dejar a Ricardo?
Luis está en una situación parecida a la de Josefina y no le da tantas vueltas. En
casa lleva años aburriéndose. Ha conocido a Noemí, que es pura dinamita, con la
que ha vuelto a sentirse vivo y no duda ni por un momento dejar atrás su relación
con Julieta. No le cuesta dejar atrás algo que hace años considera muerto.

Las «relaciones extramaritales» son un tema delicado. Una de las creen-


cias más firmemente arraigadas en lo que a la relación de pareja se refiere, es
que tales eventos son destructivos y que abocan, indefectiblemente, a la sepa-
ración o el divorcio. «No hay nada peor que la traición», oímos comentar con
frecuencia, con un tono especialmente dramático.
26 Repartirse el desamor

Sabemos que alrededor de un 25 por 100 de las parejas aducen las relacio-
nes extramaritales como causa de su separación, pero también sabemos de otras
muchas parejas que han sabido superar tales situaciones y sacar provecho mutuo
de las mismas, consiguiendo que, lo que inicialmente se presentaba como un epi-
sodio traumático y doloroso, sirva para fortificar el vínculo de unión.
Es muy difícil obtener datos fiables acerca de la incidencia de las relacio-
nes extramaritales en los tiempos que corren. Parece, eso sí, que es algo que
va en aumento. Se ha aducido, también, con demasiada frecuencia, que las
relaciones extramaritales son sólo cosa de hombres. Nuestra experiencia clí-
nica nos sugiere que no es sólo cosa de hombres y que el género quizá tenga
poco que ver con la incidencia. Seguramente tenga mucho más que ver el
número de oportunidades que tiene cada uno para explicar la diferente inci-
dencia entre ambos sexos. De cualquier forma, si un hombre tiene relaciones
extramaritales, generalmente es con otra mujer. Y una de dos: o todos los
hombres tienen relaciones extramaritales con las mismas mujeres, o sólo lo
hacen con mujeres solteras; o bien, por definición, las mujeres casadas tam-
bién tienen relaciones extramaritales.
Quizá sean diferentes, eso sí, las motivaciones y el significado que cada
uno asigne a tales relaciones, y lo que éstas impliquen. Generalmente las rela-
ciones extramaritales tienen que ver con relaciones sexuales, pero la mayoría
de las veces no es sólo sexo. Para algunas personas, tales relaciones represen-
tan el apoyo, la comprensión, la admiración, y el compañerismo y amistad
que no encuentran en su relación de pareja nuclear.
La solución no es fácil en ningún caso: parece claro que ésta es una
dimensión que cada pareja ha de tratar abiertamente; clarificar y perfilar el
modelo que mejor les convenga a ambos de una manera valiente.

2.3. E     


Mila lleva casada tres años con Manuel y está decepcionada. No solamente
cree que Manuel le ha fallado, sino que no se volverá a casar nunca con nadie. Al
principio de la relación creyó que iban a iniciar una nueva forma de entender la
vida en pareja, pero no ha sido así. Poco a poco ha ido constatando una realidad
incontestable. Quien tiene el dinero se cree con derecho a decidir e imponer algu-
nas de sus decisiones. En definitiva, el que tiene el dinero detenta el poder. Ella,
a pesar de ser una profesional liberal, decidió hacer un pequeño abandono de su
trabajo para iniciar una familia y pasar los primeros tiempos con su nuevo hijo.
Es como si al perder su independencia económica hubiese renunciado también a
su capacidad de elegir y decidir. Aunque aparente ser una pareja democrática,
Manuel termina imponiendo algunas decisiones y ella está harta y asfixiada. Está
convencida que ese marco de convivencia no le permitirá seguir creciendo y rea-
lizándose, y sospecha que, si lo volviese a intentar con otra persona por mucho
que hubiese protestas iniciales, esta triste realidad volvería a imponerse. Y no está
dispuesta a volver a intentarlo de esta manera.
Panorama general: Hechos y tópicos 27

No es la otra persona la que falla. Ni uno/a mismo/a. Lo que falla es la


institución. Se ha llegado a la conclusión por la experiencia propia y por
observaciones sosegadas de otras parejas de que es imposible que dos perso-
nas diferentes, con formas de pensar diferentes, con sensibilidades diferentes,
puedan aprender a convivir y llevarse más o menos bien. Están, por mucho
que lo intenten, abocadas a las crisis dolorosas y a enfrentamientos pertina-
ces de «egos», enfrentamientos que terminan desgastándoles y llevándoles a
la conclusión, cuando hacen el balance final, de que no vale la pena seguir y
que la pareja está condenada al fracaso.
Es por ello que planifican su vida en solitario, lo cual no impide que,
esporádicamente, pasen por diversas relaciones secuenciales.

2.4. L   

Hay quienes piensan que en los últimos años de su relación se ha produ-


cido una evolución discordante entre ambos. Han crecido en direcciones
separadas, lo que ha traído como resultado un gran distanciamiento o, inclu-
so, la muerte de la relación. A continuación se presentan las causas que pue-
den haber contribuido a la «muerte» de la relación.

2.4.1. Problemas perpetuos

La gran mayoría de las parejas, más del 69 por 100 nos atreveríamos a
decir, experimentan lo que llamamos «problemas perpetuos». Se trata de dis-
cusiones sobre temas que no tienen solución y que la pareja ha estado inten-
tando arreglar durante años. Sólo el 31 por 100 de las discusiones implican
situaciones concretas que se refieren a problemas específicos y con solución.
28 Repartirse el desamor

Independientemente del contexto en que se den, tales problemas perpe-


tuos tienen que ver, generalmente, con:

— diferencias consideradas básicas en cuanto a la personalidad o


— diferencias en cuanto a lo que se consideran aspectos básicos para la
propia vivencia y definición del propio ser.

En la mayoría de estos problemas perpetuos, lo que importa para que la


relación sobreviva, no es tanto la solución, porque nunca se llegará a conse-
guir, sino el sistema que se sigue en los intentos fallidos de solución y a lo que
se revierte, casi de manera automática, en las diversas etapas y transiciones
vitales, y las consecuencias que siguen a tales intentos fallidos.

2.4.2. Distanciamiento

En otros casos se da por muerta la relación porque el distanciamiento gra-


dual ha llegado al máximo.
En estos matrimonios no existe cordialidad ni afecto positivo alguno.
Las características de estos matrimonios suelen ser:

1. Ausencia de afecto. El matrimonio está emocionalmente muerto.


2. No hay rasgos de humor en ninguna de sus interacciones: no se ríen
con los chistes y no se permite el disfrute ni las demostraciones afecti-
vas y por no haber, no hay ni, excepto en raras ocasiones, acoplamien-
to fisiológico en los enfados. Ya ni se «entra al trapo», ni se discute.
3. Ambos miembros de la pareja son entidades separadas que se han
acostumbrado a vivir llevando vidas paralelas.
4. Jamás se valora el uno al otro como amigos.
5. Existe una gran cantidad de tensión que, aunque no siempre sea reco-
nocida ni admitida, se hace llamativamente patente tanto en la cara,
como en el tono o la propia posición del cuerpo.
6. Se repiten una y otra vez, tanto al otro como a sí mismos, que todo está
bien. Parece como si creyeran que quejarse de que algo va mal es tanto
como tener que asumir que son ellos los culpables de la propia infeli-
cidad.
7. Existe un alto nivel de aceleración fisiológica en uno o en ambos miem-
bros de la pareja, especialmente durante las discusiones, pero también
fuera de ellas. La mera presencia del otro/a «¡me pone enfermo/a!»
8. No existen ni la capacidad ni el deseo de emprender intentos eficaces
para conseguir calmar y apaciguar a la otra persona cuando lo necesi-
ta, algo básico para que la relación prospere.

La secuencia de pasos que se sigue para llegar a este estado, que en últi-
mo extremo, supone la erosión del valor gratificador que cada una de las per-
sonas tiene para la otra, puede ser la siguiente:
Panorama general: Hechos y tópicos 29

a) Primero se da un cúmulo de conflictos y acontecimientos negativos


que producen una inundación de sentimientos negativos.
b) Estos sentimientos negativos transforman con tal tinte emocional a
todas las vivencias afectivas experimentadas en relación con la otra persona.
c) Esto hace que los problemas se vivan de manera especialmente grave y
que se haga más patente su asumida incapacidad para resolverlos, lo que les
conduce a la conclusión final de que son absolutamente incompatibles, que
es uno mismo el que tiene que resolverse los problemas y sacarse las propias
castañas del fuego.
d) Esto lleva casi indefectiblemente al establecimiento de vidas paralelas
que, a su vez,
e) Acarrea una sensación profunda de soledad, la soledad más grave, la
que se experimenta en compañía de otra persona.

2.5. V
Alicia lleva ocho años casada con Juan Luis y está desesperada. Cada día discuten
más, las discusiones son más violentas... Últimamente empieza a tener miedo y, en
ocasiones, llega a estar aterrorizada. En más de una ocasión han estado a un tris de
llegar a las manos... Él se vuelve tan furioso que parece fuera a matarla. La última vez
hubo un forcejeo entre ambos que resultó especialmente grave: le han quedado mar-
cas de los apretones en los brazos y, lo que es peor, los hijos de dos y tres años lo pre-
senciaron todo, empezaron a llorar... Y ¡fue terrible! Por si fuera poco, cada día apa-
rece en los medios de comunicación noticias de otra mujer maltratada, lo cual la asusta
tremendamente... Constantemente se pregunta: «¿será su caso el próximo?»

La violencia doméstica, y en especial la violencia contra la esposa, parece


haberse convertido en un fenómeno de grandes proporciones y está teniendo
últimamente gran repercusión mediática. Esta repercusión, creemos, ha ser-
vido para promover una mayor concienciación acerca del problema, pero no
para encontrar soluciones ni para entenderlo mejor. Las denuncias aumentan
cada año, como lo hacen el número de muertes por esta causa. Y ello a pesar
de los planes oficiales desarrollados específicamente, uno tras otro, con el fin
de controlar y poner término a este fenómeno.
Además, todo el mundo está de acuerdo en que las cifras que conocemos
representan una minusvaloración de este fenómeno.
El tema es tan comprometido que, muchas veces nos lleva a adoptar pos-
turas encendidas y partidistas. Estas posturas no siempre gozan del suficien-
te sosiego como para contribuir a la clarificación de los mecanismos subya-
centes implicados en este delicado fenómeno.
En un estudio realizado hace poco por nosotros mismos2, tras preguntar
detenidamente a un gran número de hombres y mujeres solteros, casados o

2
J. Cáceres, «Análisis cuantitativo y cualitativo de la violencia doméstica en la pareja», en
Cuadernos de medicina psicosomática y psiquiatría de enlace, 60/61, 2002, págs. 57-67.
30 Repartirse el desamor

en trance de separación, descubrimos la existencia de violencia física en


un 50,9 por 100 (un 9,5 por 100 manifestaron haber sufrido lesiones que
necesitaron de asistencia médica y un 15,1 por 100 desvelaron haber sido
amenazadas con un arma). Un 48,5 por 100 habían sido objeto de violencia
psicológica (insultos, gritos, minusvaloración, presiones injustificadas...). La
violencia física experimentada por ellas era mucho mayor que la experimen-
tada por ellos, sin embargo, por lo que a la violencia psicológica se refiere,
que suele preceder a la física, ellos y ellas denuncian haber sido víctimas en
igual medida.
Al parecer, existen tres tipos de personas maltratadoras:

— Personalidades antisociales, que se muestran violentas en casa y fuera


de casa: en el trabajo, con amigos, conocidos e incluso desconocidos.
— Personalidades disfóricas, en los que la violencia no es sino un signo
más de otro tipo de problemática psiquiátrica-psicológica, quizá mucho
más grave.
— Las personas que circunscriben sus arranques violentos al ámbito
familiar y que para el resto de los conocidos, vecinos, amigos... pare-
cen personas absolutamente «normales», hasta que se produce el
escándalo.

Quizá sean estas últimas las que más debieran preocuparnos, pues, al fin
y al cabo, a las dos primeras categorías, termina viéndoseles el plumero en
otras circunstancias, y ello puede permitirnos ponernos en guardia y estar
preparados...
Por lo que vamos sabiendo, dentro de esta última categoría existen dos
subcategorías bien diferentes: los tácticos y los reactivos. Otra forma de deno-
minar a estas dos subcategorías, quizá más fácil de entender por todos sería
la de «cobras» y «Pitbulls», en ambos casos animales letales.
Los tácticos («cobras») son los que recurren a la violencia como forma
predeterminada para conseguir sus fines, mientras que los reactivos («Pit-
bulls») son aquellas personas en los que la violencia aparece en el contexto de
una lucha, discusión, en la que los ánimos se van calentando, se pierde el con-
trol y, si se sabe cómo se empieza, no se sabe cómo se termina nunca... Las
«cobras» levantan la cabeza, miran fija y fríamente a su presa disponiéndose
a acertar su zarpazo, en este caso debiéramos decir su mordisco, en el
momento que creen más oportuno. Los «Pitbulls», por el contrario, entran al
trapo con facilidad y se van calentando y enfureciéndose con cada incitación,
ensañándose con su víctima y embistiendo cada vez con más ferocidad.
Otras características diferenciales entre ambos subgrupos pueden verse
en el cuadro siguiente:
Panorama general: Hechos y tópicos 31

• V : «Pitbulls» • V : «Cobras»


• Expresión de emoción • Instrumento para conseguir un fin
• No expuesto anteriormente a violencia grave • Antecedentes de violencia grave
• Mutua y recíproca: roles de agresor/víctima no fijos • Roles fijo: víctima y agresor
• En contexto de conflicto • Repentina y de progresión rápida
• Secuencia, gradual y progresión predecible • Ausencia de provocación
• El conflicto, estrés y frustración preceden a la violencia • Remordimiento aparente, que consiste de actitudes...
• Remordimiento y pena genuinos, inconsistente con valores • Represalia contra uno mismo: homicidios o suicidios fre-
• Impredecible, alto potencial de escalada y lesiones acci- cuentes
dentales • Consecuencias psicológicas graves y duraderas
• Consecuencias psicológicas leves • Etiquetada técnicamente como 
• Etiquetada técnicamente como   • Escasa probabilidad de recuperación
• Posibilidad de recuperación alta

2.5.1. La decisión de terminar una relación de maltrato

Parece lógico pensar que, si una persona es objeto de maltrato, debiera


estar siempre preparada y dispuesta para terminar tal relación, pero, aunque
parezca mentira, esta es una decisión que a la mayoría de las personas impli-
cadas les resulta tremendamente difícil.
Si la única cuestión a considerar antes de tomar tal decisión fuera la de si
la violencia va a terminar algún día, la respuesta sería fácil: no. La violencia
no se acaba nunca, a no ser que haya un cambio de rumbo y una intervención
específica. Pero existen otras muchas preguntas a contestar. Entre otras:
¿Qué será de mi seguridad durante el proceso?, ¿cómo me las voy a bandear
económicamente?, ¿qué impacto va a tener en los niños?, ¿por qué mi pare-
ja no puede ser una excepción a lo que indican las estadísticas y va a termi-
nar recuperándose?
No todas las personas están preparadas para tomar esta difícil decisión.
Muchas se sienten indebidamente presionadas externa o internamente.
Desafortunadamente, nadie puede tomar la decisión por otro/a. Es algo
que corresponde a uno/a misma/a.
Quizá, para prepararse internamente, una persona en esta situación debe-
ría, también, preguntarse:

1. ¿Actúa su pareja como si no existiese la violencia o minimiza su inten-


sidad o sus consecuencias?
2. ¿Cree que no es algo serio, sino casi parte de un juego? «Le pego lo
normal».
3. ¿Culpa a otro/a por los episodios de su violencia?
4. ¿No acepta implicarse en tratamiento? ¿Insiste sólo en terapia de pare-
32 Repartirse el desamor

ja, sin estar preparado para iniciar terapia individual más intensa que
le ayude a responsabilizarse de sus actos?
5. ¿Continúa dándose violencia psicológica entre la pareja, incluso entre
períodos de no violencia física?
6. ¿Ha llegado a pensar que no tiene voz ni voto en la relación?
7. ¿Cree que no tiene posibilidad alguna de desarrollar su propia identi-
dad en esa relación, de expresar sus opiniones y autorealizarse?
Cuantas más de las anteriores preguntas conteste afirmativamente una
pareja, más en serio debería tomarse la decisión de terminar la relación, espe-
cialmente si su pareja tiene la personalidad de un «cobra».
Todos los datos que tenemos nos indican que los «cobras»:
a) No sienten verdaderos remordimientos ni, por ende, se encuentran
verdaderamente motivados a cambiar.
b) No parecen especialmente interesados en potenciar relaciones profun-
das y comprometidas.
c) No responden a ninguno de los planes de tratamiento que se han des-
arrollado.
Si, a pesar de lo anteriormente advertido, un miembro de la pareja tuvie-
se dudas sobre qué hacer, si no fuera capaz de distinguir las diferencias exis-
tentes entre ambos tipos de personalidades violentas o a qué categoría podría
pertenecer debería acudir a un profesional (psicólogo o psiquiatra) o comen-
tarlo con su médico de cabecera que seguramente sabrá orientarla y derivar-
la al profesional adecuado.

2.6. E       


Ambos miembros de la pareja raramente siguen un proceso paralelo en su
camino hacia la disolución. Esto implica que en el divorcio suele existir una
persona que lo inicia y otra persona que se acomoda, de mejor o peor grado,
a la iniciativa del otro. Es el grado extremo del «siempre hay uno/a que besa
y otro/a que pone la cara».
Hay ocasiones que las personas que lo inician lo hacen de forma clara,
directa y contundente expresando su deseo de divorcio, mientras que en
otras ocasiones se establecen juegos peligrosos, y el paso de inicio de la sepa-
ración se da de manera sutil y retorcida.
Son numerosos los juegos que se pueden producir en esta etapa, y no
siempre las cosas son lo que parecen. Veamos un par de estrategias que siguen
algunas personas:
a) Provocación: consiste en que la persona que ha decidido iniciar el
divorcio, pero no asumir la responsabilidad de tal inicio, hace una serie de
intentos de forzar al otro para que sea este quien lo inicie. Y puede hacerlo
de muchas formas: volviéndose adverso en grado extremo, confiando que, en
Panorama general: Hechos y tópicos 33

algún momento, la otra parte llegue a la exasperación y sea quien proponga


la separación. Este hecho justifica que muchas personas vengan y nos cuen-
ten que han conseguido las condiciones de divorcio que ellos/as mismos/as
han marcado, pero a pesar de ello, se sienten muy infelices.
b) Sabotaje: el segundo método utilizado para hacer que sea el otro el
responsable de la separación, y evitar así la responsabilidad de la iniciativa,
es el sabotaje. Quien ha tomado la decisión provoca al otro hasta el paroxis-
mo. El otro se acomoda hasta cierto punto, para terminar, cuando la provo-
cación es insostenible, estallando. Quien inició el sabotaje plantea, «¡no hay
quien viva contigo! ¡Eres inaguantable quiero verme libre de ti! ¡Quiero el
divorcio!»

2.7. E :       

Las tres grandes razones aducidas para separarse son:

1. Distanciamiento: un 80 por 100 de los hombres y de las mujeres mani-


fiestan que la relación se ha ido enfriando, se han ido distanciando gra-
dualmente, van «perdiendo su sentido de unidad» y «han dejado de
sentirse queridos amados, admirados...»
2. Relaciones extramaritales: las relaciones extramaritales, que no
siempre denotan una mala relación con la pareja primaria, son plan-
teadas como principal problema y causa de la separación-divorcio
por un 20-27 por 100 de las parejas.
3. Grandes discusiones: Las peleas intensas y continuadas, a veces por
cosas nimias, son la razón esgrimida por alrededor de un 40 por 100
de las parejas (44% en las mujeres y un 35% en los hombres).

3. OTRAS CUESTIONES QUE HAY QUE CONSIDERAR

3.1. C   

Parece obvio que lo primero que habría que revisar, antes de tomar la
decisión de separarse o no, son las características del matrimonio disfuncio-
nal y compararlas con el propio.
En toda relación disfuncional solemos detectar tres grandes tipos de pro-
cesos que se encuentran especialmente alterados.
Estos procesos se refieren a:

a) la convivencia diaria que, desde luego, implica a las dos personas,


b) las percepciones propias y las de la otra persona,
c) la aceleración fisiológica, que a veces se manifiesta con gritos, dolores
de cabeza frecuentes, saltar por la mínima..., que puede afectar a uno sólo o
a los dos (a veces en una curiosa folie à deux).
34 Repartirse el desamor

3.1.1. La convivencia en la pareja malavenida

Lo que, en primer lugar, caracteriza la convivencia de la pareja mal ave-


nida es que, para uno de ellos o para los dos, pesa más la balanza del deber
que la del haber: Cuando llega la hora de hacer balance general en cuanto a
la relación, sea esto cada final de año, al final de un día, o cada semana, ter-
minamos con la sensación de que sacamos menos de lo que invertimos, pesa
más la balanza del deber que la del haber y que la relación nos cuesta más de
lo que nos ofrece. No estamos hablando, claro está, en términos económicos,
sino en términos de compañía, recreo, apoyo recibido, grado de comprensión
percibido... «Me toca siempre tirar solo del carro...», manifiestan.
Una segunda característica, quizá consecuencia de la primera, es la pre-
sencia constante de lo que algunos autores han llamado «los cuatro jinetes del
Apocalipsis de la relación»: Criticismo, estar siempre a la defensiva, la pre-
potencia y el atrincheramiento emocional.

Criticismo: No se trata de simples críticas puntuales de lo que hace la otra


persona, sino manifestaciones con una alta carga emocional, destinadas a
hacer creer que:

— El otro tiene un problema de carácter.


— La relación está fatal, globalmente, en todas las áreas. No hay una que
se salve.
— No hay nada que el otro pueda hacer para cambiarlo. Es algo perma-
nente e inmanente a su personalidad.
Panorama general: Hechos y tópicos 35

Estar a la defensiva: intentos continuos de defenderse o justificarse ante


ataques, reales o supuestos, por parte del otro.

Prepotencia: Actitud que nos coloca en un plano superior al otro. Estamos


en posesión de la verdad absoluta, y solo valen nuestras verdades.

Atrincheramiento emocional: retirarnos de toda interacción y escudarnos


en un mutismo obstinado cada vez que nos sentimos criticados. Son los
famosos «morros» que duran eternamente.

Otra característica suele ser que se evita el diálogo genuino acerca de los
problemas, que se terminan convirtiendo en perpetuos: en las conversaciones
y discusiones se manifiesta una tendencia a aferrarse a las posiciones propias,
en lugar de producirse un verdadero diálogo que implique un toma y daca
continuado, un escuchar y tener en cuenta las posturas del otro, un buscar
soluciones de manera conjunta, en lugar de querer imponer las propias.
Nos acostumbramos a comenzar de manera brusca todas las discusiones,
se trate del problema que se trate. Se ha establecido la costumbre de iniciar
la discusión de cualquier tema con una brusquedad y aspereza emocional inu-
sitada y desproporcionada, lo que termina por contagiar a la otra persona, y
lo que es peor, marcar el discurso del resto de la conversación/discusión.
Muchas veces se detecta una incapacidad, especialmente por parte del
marido, para aceptar la posición y formas de pensar de la mujer: El marido
se muestra cerrado e incapaz de abrirse y aceptar ninguna sugerencia que
venga de parte de la mujer. Aceptar tal influencia, reconocen a veces, podría
significar, perder poder, porque... «ya se sabe, empiezan tomándote un dedo
y terminan llevándose el codo, todo el brazo y, si te descuidas, el resto del
cuerpo...».
Por otra parte, no existen, ni se han desarrollado ni cultivado, estrategias
para reparar el estado emocional de la otra persona cuando está dolida. No
se es capaz de ofrecer a la otra persona solaz, apoyo y sosiego en sus momen-
tos bajos.

3.1.2. Las percepciones

Por lo que al proceso perceptivo respecta, se da un predominio de las per-


cepciones negativas: sólo somos capaces de ver lo malo de la relación y no
captamos lo que el/la otro/a realmente hace por nosotros; o bien, lo que es
peor, lo damos por hecho. «¡Al fin y al cabo es su obligación!», decimos.
El/la otro/a empieza a convertirse, poco a poco, no ya en nuestro amigo/a,
sino en nuestro peor enemigo/a. Muchas personas nos cuentan que se sor-
prenden a sí mismas pensando: «¡Por qué no tendrá un accidente...!», y luego
se sienten fatal...
Cuando la situación se agrava, se terminan por hacer atribuciones negati-
vas en relación con la personalidad de la pareja: en el noviazgo se veía a la otra
36 Repartirse el desamor

persona como intrínsecamente buena y atractiva. Si un día se comportaba mal


con nosotros, éramos capaces de disculparla creyendo que tenía un mal día,
que era algo accidental y debido a algo ajeno a su persona («¡Le habrá pasa-
do algo...!»). Posteriormente, esto cambia. Se le considera como intrínseca-
mente malo/a. Si hiciese algo bueno, llegamos a creer que es por puro acci-
dente, o porque las circunstancias le fuerzan a hacerlo.
Se reconstruye la historia de la vida de la pareja en términos negativos.
Aparecen en nuestro recuerdo sólo los malos momentos, que echamos en
cara al otro una y otra vez.
Se ha iniciado, así, la secuencia de distanciamiento y aislamiento progre-
sivo.

3.1.3. La fisiología

Por lo que al cuerpo se refiere, se suele producir una cronificación de la


activación fisiológica difusa y generalizada: ambos viven en un continuo esta-
do de tensión, (no es infrecuente que se produzcan crisis de ansiedad o ele-
vaciones transitorias de la presión arterial) que sólo parece disminuir tempo-
ralmente, si la otra persona no está presente. «Sólo me encuentro a gusto en
casa cuando el otro/la otra está fuera...» nos dicen. Eso hace que salten por
nimiedades, en casa y fuera de casa, y que en muchas ocasiones, paguemos los
platos rotos con el o los que menos culpa tienen.
Lo que es peor: nos sentimos incapaces de controlarnos por nosotros
mismos y de frenar esa activación fisiológica acelerada, ni en el medio de una
discusión, ni siquiera en otros momentos más calmados del transcurrir coti-
diano. Tenemos la sensación de vivir en ascuas y haber perdido el control.
Además, como ya se ha dicho, somos mucho menos capaces de apaciguar
la activación fisiológica de la pareja, de saber calmarla, consolarla y servirle
de solaz. La relación sexual, que alguna vez, sin saberlo, nos sirvió de hip-
nótico o como método de relajación, hace tiempo que ha dejado de estar dis-
ponible.
Los inmunólogos cuentan que han descubierto que este estado provoca
una depresión de nuestro sistema inmunológico. Esta sobreexcitación fisio-
lógica produce un estado general, que da lugar a una inmunosupresión cró-
nica, que, a su vez, nos hace infinitamente más vulnerables a cualquier tipo
de infección y enfermedad. Algunos, sin saberlo, comentan aquello de «a
perro flaco todo son pulgas...», pero esto no es enteramente cierto. Lo que
ocurre en realidad es que la acumulación de preocupaciones supone un
estrés; asimismo, el estrés continuado deprime nuestro sistema inmune, y si
no tenemos esta barrera inmunológica protectora nos volvemos vulnerables a
la más mínima invasión parasitaria.
Panorama general: Hechos y tópicos 37

3.2. L    

3.2.1. Su forma de ser

Pero no basta con analizar solamente a su matrimonio. También sería


bueno que las personas que se encuentran en esta tesitura reflexionasen un
poco sobre sí mismo/a. Quizá convenga que repasen qué tipo de persona son,
aunque ello suponga tener que hacer frente a algunas limitaciones propias,
especialmente temidas, que hayan estado intentando ocultarse hasta a ellos
mismos/as: ¿Se consideran especialmente sociables?, ¿hacen amigos con faci-
lidad?, ¿les cuesta acercarse a una persona desconocida e iniciar una conver-
sación, aunque sea insustancial?, ¿pueden expresar sus sentimientos con faci-
lidad o se amilanan y prefieren embotellarlos hasta que explotan?
Más importantes que estas cuestiones podrían ser las siguientes:
¿Saben estar consigo mismo/a?, ¿se dejan abrumar con facilidad por la
soledad?, ¿disfrutan embarcándose en reflexiones y divagaciones, o es algo
que les asusta?
Por otra parte, deberían tener muy en cuenta sus propias creencias. Debe-
rían considerar, por ejemplo, si corre el riesgo de valorar una posible separa-
ción como el fracaso de toda una vida, o que ello vaya a significar que van a ser
incapaces de recomenzar o que teman considerar que toda su función en esta
vida se ha visto anulada. ¿Van a considerarse como una «cucaracha» andante si
se separan?, ¿creen que los demás corren el riesgo de pensar esto de ellos?
Quizás a guisa de conclusión de esta sección como plantea algún autor
contemporáneo: «Hay que tener un mundo interior muy rico y muy intenso,
muy fuerte, para sobrellevar con gozo la soledad que se anticipa».

3.2.2. Sus antecedentes familiares

Hay quienes piensan que el modelo de relación que intentamos establecer


tiene mucho que ver con los modelos que nos han rodeado en nuestro des-
arrollo, bien para copiarlos, bien para alejarnos de ellos. Así convendría, tam-
bién, que se preguntasen, por ejemplo: ¿Cómo les iba a sus padres cuando
ellos eran pequeños/as y vivían en su casa?, ¿cómo les iba como pareja?,
¿Qué modelo de relación mamaron?
¿Hay alguna persona en su familia cercana que se haya separado? ¿Se
separaron sus padres? ¿Se ha separado alguno de sus hermanos/as? ¿Lo ha
hecho alguna persona de su círculo cercano? ¿Se ha separado alguno/a de sus
amigos próximos o algún compañero de trabajo? ¿Cómo les ha resultado la
experiencia? ¿Qué valoración hacen de cómo les va? Muy posiblemente, su
idea de lo que debería ser una pareja, y de los efectos de la separación, venga
predeterminada por estos pequeños asientos que vamos haciendo en nuestro
diario particular de una forma casi inconsciente.
38 Repartirse el desamor

3.2.3. Apoyos con los que cuentan

Si todos los aspectos anteriores resultan negativos, quizá sería hora de que
empezasen a repasar con quién cuentan y a quién pueden recurrir y de quién
pueden obtener ayuda si se separasen.

3.2.3.1. «En lo económico»

Como podrán comprobar cuando se pongan a echar cuentas, separarse


cuesta una gran cantidad de dinero. Y no sólo esto, si no que implica rees-
tructurarlo todo.
Por ello no es baladí que, antes de tomar cualquier decisión o embarcar-
se en cualquier proceso, se hagan una serie de preguntas como: ¿Con quién
cuentan? ¿Quién, de todas las personas que les rodean, podría prestarle
algún dinero en caso de apuros? ¿Qué pasará si tienen que alquilar un nuevo
apartamento o comprar una nueva casa?, ¿Con quién podrían contar?
Además de todas éstas, otras cuestiones: ¿De qué crédito cuentan en el
banco? ¿Quién les podría ayudar a hacer frente a las deudas que hubieran de
contraer previamente (por ejemplo, pagar la hipoteca, terminar de pagar el
coche, u otras deudas...)? ¿Cómo van a vivir de ahora en adelante? ¿Quién
puede ayudar en la subsistencia cotidiana hasta que encuentren un empleo o
una forma regular de ganarse la vida? ¿A quien podrían recurrir si se les pre-
sentase algún gasto imprevisto? ¿Qué pasará si alguno de sus hijos necesita
algún apoyo económico extraordinario?

3.2.3.2. «En lo emocional»

No estaría mal que las personas que se encuentran en esta situación se


pregunten, también, con quién pueden hablar con confianza de todos estos
temas y en quién podrán confiar para desahogarse y buscar consejo. Deben
considerar asepctos como:
¿Estarán dispuestos a escucharles y darles su opinión? ¿Qué posibles
intereses les pueden mover a hacerlo? ¿Tendrán la suficiente confianza como
para plantearles todas las dudas que se les ocurran? ¿Podrán recurrir a esas
personas a cualquier hora del día o de la noche? ¿Les servirá para algo su opi-
nión? ¿Les ha servido en otras ocasiones? ¿Qué ocurre si sus dudas son de
naturaleza íntima? ¿A quién podrán recurrir, aunque sea solamente para que
les escuche, o para «llorarles en el hombro»? ¿Creen que van a sentirse enten-
didos/as? ¿Con cuantas personas de su familia, trabajo, o círculo de amista-
des se sienten emocionalmente cercanos/as? ¿Estarán dispuestos a atenderle?
¿Se decantarán, también, en apoyo de su «ex»?
Panorama general: Hechos y tópicos 39

3.2.3.3. «Apoyo instrumental»

Sería bueno, además, que revisaran a quién pueden acudir en busca de


ayuda para resolver aquellos pequeños detalles y problemas domésticos que
anteriormente resolvía el/la «ex». No es que ello tenga gran importancia,
pero sí pueden hacer mella a la hora de comer la moral cuando nos vemos
enfrentados/as con pequeñas demandas (por ejemplo, cuando hay que arre-
glar un grifo o hacer una pequeña reparación en el tendido eléctrico, en la
lavadora o en la cisterna del inodoro...).
«¡Ni para esto sirvo!», suelen decirse algunos/as, cuando el ánimo ya está
muy cargado y consideran que fallan en estos pequeños detalles sin impor-
tancia.

4. APÉNDICE: CUESTIONARIO AUTOEVALUACIÓN


(INVENTARIO DEL ESTATUS MARITAL;
Weiss y Cerreto, 1975. Adaptación y traducción: J. Cáceres, 1982)

Para que se hagan una idea de la fase en que se encuentra su relación en


el momento presente, conteste las siguientes preguntas marcando con una (x)
donde corresponda. Si su pareja quiere completarlo también, habrían de
hacerlo de forma totalmente independiente y por separado.

1. He hecho planes específicos y concretos para discutir la separación


o el divorcio con mi pareja. He pensado qué diría.

Verdadero  Falso 

2. He tomado medidas para proteger mis propios intereses económi-


cos separados de los de mi pareja.

Verdadero  Falso 

3. Contemplo la posibilidad del divorcio con bastante frecuencia al


menos una vez por semana o más.

Verdadero  Falso 

4. He sugerido a mi pareja que desearía separarme, divorciarme o


verme libre de él/ella.

Verdadero  Falso 
40 Repartirse el desamor

5. He pensado de manera concreta en el divorcio o la separación. He


pensado con quién se quedarían los niños. Cómo se dividirían los
bienes, los pros y contras de tales acciones.

Verdadero  Falso 

6. Mi pareja y yo nos hemos separado bien en plan de prueba, bien


como una separación permanente.

Verdadero  Falso 

7. He comentado cuestiones relacionadas con mi separación/divorcio


con otra persona distinta a mi pareja (amigo, psicólogo, párroco...).

Verdadero  Falso 

8. Pienso en el divorcio ocasionalmente, y a veces deseo que estuviéra-


mos separados/divorciados, especialmente tras una discusión o
bronca.

Verdadero  Falso 

9. He comentado estas cuestiones en detalle o seriamente con mi pareja.

Verdadero  Falso 

10. Hemos pedido el divorcio (o ya estamos divorciados).

Verdadero  Falso 

11. He consultado con personas no profesionales cuestiones tales como


cuánto se tarda en conseguir un divorcio, costes...

Verdadero  Falso 

12. He contactado con un abogado para desarrollar planes preliminares


de separación/divorcio.

Verdadero  Falso 

13. He consultado con un abogado o con otros asesores legales en rela-


ción con el divorcio o separación.

Verdadero  Falso 
Panorama general: Hechos y tópicos 41

14. He pensado en la separación o el divorcio con frecuencia y en


momentos diferentes de broncas o discusiones, aunque estos pensa-
mientos hayan sido poco concretos.

Verdadero  Falso 

4.1. C  

Sumen un punto cada vez que hayan marcado Verdadero.


Obtendrán, así, una puntuación de 0 a 14 puntos.

Clave de interpretación:
Categoría A: 0-1 punto
Categoría B: 1-3 puntos
Categoría C: 4-7 puntos
Categoría D: 7-14 puntos
2
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo?
Posibilidades de la Terapia de Pareja
1. LOS PROBLEMAS DE VIVIR EN PAREJA

Muchas mujeres, cuando se les pide que revisen el estado de su relación


de pareja, afirman algo parecido a «no sé si estoy enamorada de mi marido».
Esta queja suele tomar algunas variaciones: «No sé si le quiero o le
odio...» o frases parecidas que demuestran su estado de tremenda ambiva-
lencia afectiva.
Los hombres, que son menos dados a verbalizar expresiones de senti-
mientos de forma espontánea, suelen manifestar ideas parecidas, si se habla
con ellos con más detenimiento.
Sin embargo, todos parecen implicar que el motor que empuja, o creen
debiera empujar, su vida en pareja es «el amor», sea esta fuerza lo que fuere,
y que de ese fuel andan un poco escasos, porque se les ha ido consumiendo,
si es que alguna vez lo hubo.
Es como si esperasen que todavía debiera embargarles aquella emoción
apasionada que les transportaba cada vez que se acercaban al otro, al comien-
zo de su relación, que debieran seguir deseando la cercanía del otro, a seguir
viendo el mundo a través de sus ojos... con la misma fuerza que el principio.
No parecen darse cuenta que vivir en pareja significa, por necesidad,
aceptar la existencia de una serie de problemas. Pero, a la vez, éstas forman
parte de todas las relaciones.
Una persona, en concreto, tendrá un lote determinado de «problemas»,
independientemente de quien sea su pareja.

Pablo y Alicia:
Pablo se casó con Alicia; a Alicia le encanta disfrutar en las fiestas y, como
ella misma suele decir, le gusta «soltarse la melena», desinhibirse, y convertirse
en el centro de atención, llegando, a veces, a montar el número. Pablo, que es
muy tímido, odia estas situaciones, lo pasa fatal, y termina pagándolo con Alicia
cuando vuelven a casa. Si Pablo se hubiera casado con Susana, otra novia que
tuvo, seguramente habrían discutido ya antes de llegar a la fiesta. Es que Pablo
es muy poco puntual, siempre llega tarde y esto a Susana la molesta terriblemen-
te. Odia que la hagan esperar. La revienta la situación y la hace sentir mal porque
piensa que dan por hecho su disponibilidad absoluta y esto lo considera una falta
de respeto imperdonable. Pablo, por otra parte, interpretaría las quejas de Susa-
46 Repartirse el desamor

na como manipulaciones para hacerle cambiar y, en definitiva, para dominarle,


algo que le preocuparía tremendamente, y a lo que no está dispuesto, porque cree
que sería como convertirse en un «pelele» en sus manos.
Pero si Pablo se hubiera casado con Genoveva, ni siquiera hubieran llegado
a estar en condiciones de ir a la fiesta, porque estarían todavía «de morros» des-
pués de la fuerte discusión que hubieran tenido el día anterior porque Genoveva
cree que Pablo no hace su parte de las tareas domésticas. Genoveva se siente
explotada y abusada cuando Pablo no colabora. Pablo, por su parte, creería que
Genoveva quiere gobernarle haciendo que haga las cosas de la casa como ella
quiere y cuando ella quiere, lo que le resultaría insufrible pues, para él, significa-
ría, de nuevo, un indudable intento de control y dominio.
Curiosamente, algo semejante ocurre con Alicia. Si se hubiera casado con
Esteban, hubiera tenido el problema contrario. Esteban bebe en las fiestas, lo cual
saca de quicio a Alicia, la hace ponerse «de morros» y termina montando una
gran bronca delante de todos por este asunto.
Si se hubiera casado con Luis, ambos habrían disfrutado de la fiesta. El proble-
ma habría surgido al llegar a casa. Luis se empeñaría en tener una relación sexual,
y, ademas, siempre quiere terminar llegando al coito, porque es la forma que tiene
de sentirse más cerca de Alicia, pero Alicia sólo estaría dispuesta a implicarse en una
relación sexual y terminar en un coito si, de partida, se siente cercana a Luis...1

Vale la pena, al elegir pareja, convencerse de que, de forma inevitable, se


estará eligiendo un grupo de problemas «irresolubles» con los que tendremos
que cargar y aprender a bregar durante los siguiente quince, veinte o cin-
cuenta años que dure nuestra vida en pareja.

1
D. Wile, After the Fight, Nueva York, Guilford, 1993.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 47

Quizá la clave esté en la sabiduría de determinar dónde estamos dispues-


tos a poner el fiel de la balanza que delimite lo que aspiramos a sacar de la rela-
ción y lo que estamos dispuestos a pagar por ella. Pero a la hora de realizar
esta valoración deberíamos estar en guardia para no dejarnos influir (ni mucho
menos llevar) por los mitos que se han desarrollado acerca de la pareja.

2. MITOS DE LA PAREJA

A nuestro entender, muchos de los conceptos actuales del matrimonio


están anclados, social, legal y psicológicamente en anacronismos, que, todo
hay que decirlo, son cuasi universalmente aceptados, aunque no siempre reco-
nocidos públicamente ni mucho menos expresados, lo que hace que sean difí-
ciles de manejar y de modificar. Sin embargo, no por ello dejan de convertir-
se en actitudes generales que siguen gobernando nuestro comportamiento.
Y es que existe toda una serie de mitos que influyen en nuestras actitudes
y lo hacen, a nuestro entender, de manera clara y directa a varios niveles:

1. Modulando y moldeando nuestras expectativas de lo que debería ser


la relación que luego, indefectiblemente, contrasta con la realidad con
que nos encontramos, haciéndonos sentir frustrados.
2. Actuando sobre nuestro sistema decisorio, por el cual tomamos deci-
siones que en otras circunstancias no habríamos tomado, adelantando
o postergando tales decisiones...

Nuestra tesis defiende que si los hombres y mujeres estuvieren familiari-


zados con la realidad del matrimonio antes de comprometerse, y asumiesen
tales realidades, clarificasen y desenmascarasen estos «mitos», también en los
procesos de ruptura, otro gallo les cantaría...
Repasemos, más detenidamente, algunos de estos mitos y lo que pensa-
mos son falsas asunciones, en lo que al matrimonio se refiere:

2.1. M . 1: L        

El primer mito del matrimonio es la creencia de que la gente se casa por-


que están «enamorados».
Es tremendamente difícil definir el amor de manera satisfactoria. Los dic-
cionarios no se ponen de acuerdo. Los psiquiatras y psicólogos, que se espe-
cializan en el estudio de la pareja y sus problemas tienen también dificultades
a la hora de definir el amor. Si alguno de sus pacientes les llegase a preguntar
eludirían la cuestión preguntando, a su vez, «¿qué es el amor para ti?»
Puede ser cierto que muchas personas que se casan lo hagan por amor,
porque les gusta estar con el/la otro/a, porque sienten su apoyo afectivo y,
además, sienten la química sexual. Sin embargo, asumir que toda la gente que
se casa lo hace por amor es una falsa pretensión.
48 Repartirse el desamor

Quizá nos guste pensar de nosotros mismos que estamos enamorados:


pero esa emoción profunda que, a veces, interpretamos como amor, puede,
en realidad, ocultar un conjunto de otras emociones tales como deseo sexual
profundo, miedo a la soledad, deseo de aprobación y admiración, deseo de
reconocimiento.
Pero si no están enamorados, ¿qué es lo que les impele a casarse?
Existen múltiples explicaciones alternativas. Así, durante el noviazgo,
muchos de los individuos «pierden parte de su juicio». Cuando nos enamo-
ramos estamos en éxtasis (situación de encontrarse al lado de uno mismo y
más allá de la razón y del autocontrol). Cuando empieza el flirteo y el noviaz-
go, las personas parecen perder cualquier sentido de equilibrio y realidad que
habitualmente tienen. El noviazgo —tiempo de éxtasis y de parálisis— pare-
ce haber sido diseñado de manera sabia por la naturaleza para inducir a la
especie a reproducirse. Así, los componentes del amor son una poderosa
manifestación de excitación que nos pone una venda: los problemas de pare-
ja no se tienen en cuenta, no se da crédito a las cifras de separaciones o divor-
cios. Es algo que se elude, les pasa a otros, como la muerte.
Hay ocasiones en las que ambos individuos sospechan, o saben con cer-
teza, que se van a unir a la persona equivocada, pero se encuentran en tal
«estado de pasión», (algunos se empecinan en llamarlo «romance»), que no
lo pueden evitar.
Hay, también, gente que se casa tan sólo porque la sociedad lo espera de
ellos: los solteros y solteras son considerados poco atractivos, sospechosos,
influidos por... ¡a saber qué complejos! En definitiva, son poco valiosos...
La sociedad anima a casarse de muchas maneras y por muchas razones,
entre las cuales, las económicas también tienen su peso específico.
La literatura romántica, la tradición, la música, las series televisadas, el
cine... han ido atribuyendo al matrimonio una serie de falsos valores que
muchas veces las personas aceptan, sin criterio como si fueran verdaderos: lle-
gan al matrimonio esperando un alto nivel de gozo constante y continuado.
Aunque proclaman el juramento de amor y su compromiso de cuidados
hacia el otro, tanto «en el bienestar como en la adversidad», lo cierto es que
nunca se esperan la adversidad. Se les ha ido persuadiendo de que el amor,
algo que no pueden definir, automáticamente les abrirá las puertas para resol-
ver todos los problemas: o mejor todavía, que no habrá problema alguno.
Por otra parte, la soledad, y el miedo a ella, lleva a muchas personas al
matrimonio. Muchos individuos, simplemente se dan cuenta de que no saben
vivir solos. Se aburren y se inquietan, llegan a pensar que si tuviesen a alguien
del sexo opuesto en casa, les serviría para no sentirse mal. Es decir, se casan
por desesperación, no por amor.
Otros muchos tienen miedo de su porvenir económico: «Si tengo la res-
ponsabilidad de mantener a una mujer y a unos hijos, ello me forzará a ser
más responsable...», piensan algunos hombres, contra toda evidencia. Algu-
nas mujeres aspiran a encontrar la seguridad económica en su pareja, a veces,
incluso ante pruebas fehacientes de la incapacidad demostrada de su novio
para ganar dinero alguno.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 49

Otros individuos, en cambio, se casan movidos por un deseo inconsciente


de mejora. Todos tenemos un «yo ideal», lo que nos gustaría ser, que en rea-
lidad nunca llegamos a ser, pero nos mantiene el espíritu luchador en alto
para poder conseguirlo. Así, si encontramos a alguna persona que demuestra
alguna de las características de nuestro «yo ideal», erróneamente pensamos
que uniéndonos a ella, algo se nos pegará.
Tras el matrimonio los esposos aprenden que la intimidad no acarrea esta
mejoría y entonces empiezan las quejas y las acusaciones.

Algunos matrimonios vienen motivados por actitudes neuróticas. Hay


individuos que eligen a su pareja porque les permite seguir realizando sus
«neurosis particulares». Estas personas no saben ser felices, disfrutan sufrien-
do y, de manera inconsciente, eligen a la pareja con quien poder luchar, o que
les degradará o abusará de ellos. Muchos de estos matrimonios perduran,
contra toda lógica, durante mucho tiempo. Parece como si la persona obtu-
viese placer de tal sufrimiento.
Para terminar, algunos hombres y mujeres echan en falta a su padre o su
madre y parecen no poder vivir sin un símbolo parental al lado. Es por ello
50 Repartirse el desamor

por lo que buscan, y con frecuencia encuentran, a una persona del sexo
opuesto, que juegue el papel parental.
En resumen, muchas de las personas que se «enamoran», inician el matri-
monio pensando que están enamorados y que la relación les dará la felicidad
instantánea y continuada, y les resolverá sus problemas. Sin embargo, en la
realidad, lo que les lleva es la pasión o alguna otra oscura motivación que no
debemos llamar AMOR.
La mayoría de la gente piensa que se casa por amor, y ésta es una asun-
ción falsa y un mito de peligrosas consecuencias.

2.2. M . 2: L       

Nuestra propia experiencia y las publicaciones científicas al respecto nos


hacen concluir que, después de aproximadamente tres años de matrimonio,
son pocas las personas que de una manera espontánea manifiestan seguir
ardientemente enamorados del otro. Es mucho más probable que nos seña-
len cualidades del otro, tales como que es buena persona, buena madre, buen
padre, buen ama de casa, buen proveedor... Sin embargo, en muchas parejas,
especialmente en las conflictivas, cada uno de sus miembros insiste en lo que
uno mismo ha hecho para salvar la relación y lo poco que el otro hace por la
misma.
En muchas ocasiones, los individuos piensan que su comportamiento es
generoso y amable, sin darse cuenta de que se engañan a sí mismos.
Muchos de los que piensan que son buenos amantes y que sus acciones
son desinteresadas, de hecho, pueden ser profundamente egoístas, destructi-
vos, y presentar la expresión de una especie de hipocresía inconsciente.
El esquema de comportamiento, en estas personas, podría ser como el
siguiente: el esposo cree, de manera consciente, que se comporta amorosa,
amable y benévolamente hacia la esposa. En realidad, de manera inconscien-
te, se está comportando de manera perjudicial. Si ella llegase a insinuar que
el comportamiento de él es dañino, éste se sentiría herido y contestaría «¡Sólo
pretendo ayudarte...!». En ese momento empezaría la cadena de acusaciones,
malentendidos, luchas...

2.3. M . 3: E A    


    

... «con el cariño no basta».


Aunque la mayoría de las personas sean reacias a admitirlo, muchos mari-
dos y mujeres se terminan sintiendo decepcionados con su matrimonio. Exis-
te una gran cantidad de pruebas que así nos lo indican. En Estados Unidos,
uno de cada dos matrimonios termina por divorciarse en cinco años. En Gran
Bretaña es uno de cada tres. En España ya hemos reflejado los números.
Muchas de estas personas se implicarán, tras separarse una vez, en una espe-
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 51

cie de poligamia legal secuencial, es decir, se casarán y divorciarán varias


veces.
El matrimonio es una institución tan turbulenta que los artículos, noticias,
libros y demás sobre cómo salvar un matrimonio que se desintegra puede
encontrarse en todas las revistas del corazón, e incluso en la mayoría de las
colecciones de las principales editoriales2.
Las encuestas nos dicen que este tipo de artículos, libros... venden más
que cualquier otro tipo de temas. Así, cualquier medio de comunicación tiene
siempre algo que decir acerca de cómo mejorar la relación entre el hombre y
la mujer: cine, televisión, radio, canciones, novelas...
Una de las razones para este desencanto, cuasi general, estriba en pensar
que el amor es necesario y suficiente para mantener un matrimonio satisfac-
torio. Generalmente, cuando se utiliza la palabra amor, se refiere a esa espe-
cie de romance, estado hipnótico y de éxtasis que se disfrutó durante el
noviazgo. Sin embargo amor y romance son cosas diferentes. El romance está
basado en un conocimiento mínimo del otro, restringido, con frecuencia, al
hecho de que tenerlo alrededor, es genial y representa una experiencia increí-
ble. Se suele basar en una falsa lógica que consiste en atribuir a la otra per-
sona, de manera ciega, y sin prueba alguna que lo avale, las cualidades que
nosotros mismos desearíamos que tuviera, aún cuando ni siquiera llegasen a
ser deseables en la realidad.
El romance, que la mayoría de los esposos confunde con el amor, no es nece-
sario para un buen matrimonio. Las chispas de satisfacción que, algunas parejas se
ingenian y afanan en preservar en su relación, se basan en el placer de la compa-
ñía del otro, el afecto y la atracción sexual. Pero …¿podemos llamar a esto amor?
El romance es bien diferente del amor. Ya hemos presentado cómo la
mayoría de la gente se casa en estado de romance, sin que ello tenga nada que
ver con el amor.
Mantener un matrimonio productivo y satisfactorio sin que haya amor es
posible —¡aunque el amor fuera deseable!— lo mismo que es posible man-
tener un matrimonio sin romance.
Uno puede hacer que su matrimonio funcione con dudas y críticas acer-
ca del esposo y, en ocasiones, con inclinaciones hacia el distanciamiento y la
separación.
Muchos matrimonios siguen funcionando, porque las fantasías de cada
uno de ellos les mantienen vivos...
A veces un «te quiero» representa una excusa inconsciente para disculpar
algún tipo de destructividad emocional. También es utilizado, en otras oca-
siones, como una excusa para el dominio y el control. ¿Por qué diremos amor
cuando queremos decir tantas otras cosas?

2
Algunos títulos bien conocidos son: Cómo hacer bien el amor a un hombre. Cómo hacer
bien el amor a una mujer, El mundo de la Pareja, Reaprender a vivir en pareja.
52 Repartirse el desamor

2.4. M . 4: L       


          

Desde el comienzo de los tiempos la relación entre el hombre y la mujer


se ha basado en la asunción de que hombres y mujeres son muy diferentes
emocional, intelectual, física y espiritualmente, como si ambos fuesen miem-
bros de especies diferentes.
Este mito se desdobla en muchas otras asunciones equivocadas, algunas
mantenidas activamente por los hombres, otras por las mujeres y otras por
ambos de manera conjunta. Siguen algunos ejemplos:

— La mujer es más emocional que el hombre.


— Los hombres son mejores en pensamiento abstracto.
— La infidelidad es cosa de hombres.
— La homosexualidad es más propia del hombre que de la mujer.
— La mujer es más «astuta» que el hombre.
— La mujer es más cariñosa que el hombre...

Cada uno de nosotros para defender lo cierto de nuestras creencias recu-


rrimos a veces a las más sutiles especulaciones y argucias argumentales.
Existen claras diferencias, obvias, físicas entre el hombre y la mujer. Por
supuesto que también existen diferencias psicológicas, pero son mas difíciles
de evaluar de forma adecuada. Muchas veces, las diferencias en cuanto a ras-
gos psicológicos, se han instaurado y mantenido por los mismos padres y llega
a cobrar más importancia que la influencia en los factores biológicos y ana-
tómicos.
Por ponerlo de manera resumida y clara, la creencia de que existen gran-
des diferencias entre el varón y la hembra, y que estas diferencias causan la
mayoría de los problemas en el matrimonio, no pasa de ser una quimera.
No existen diferencias innatas. Los patrones de comportamiento, actitud,
temperamento, tanto del varón como de la mujer, no son rígidos. El hombre
y la mujer pueden determinar, y labrarse para ellos mismos, el rol que quie-
ran jugar en el matrimonio y en la vida.
Los problemas que surgen entre un hombre y una mujer no están causa-
dos por las amplias diferencias que existen entre ellos, sino por la incapaci-
dad de elegir de una manera activa y de poner en práctica los roles que cada
uno estima deseables para sí mismo/a y para el/la otro/a.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 53

2.5. M . 5: E       


 «¡   !»

Con demasiada frecuencia escuchamos, de las parejas que vienen a con-


sultarnos, cómo uno de ellos relata un episodio que para él/ella tiene un sig-
nificado especial, y que es interpretado como la prueba fehaciente de la male-
volencia del otro o de su desinterés por el relator/a. «Es imposible», dicen,
«que si ha sido capaz de comportarse así conmigo, haya un resquicio de amor
en su corazón ahora y, lo que es peor, nunca lo habrá en el futuro...»
Estas personas valoran las motivaciones, comportamientos, actitudes del
otro, según su propio esquema, y no pueden imaginarse que la otra persona
tenga un esquema propio o que haya actuado por razones completamente
diferentes de las inferidas por la persona que narra la historia.
Así no se trata, tanto del comportamiento del otro, como de las inferen-
cias que hace uno mismo, las reglas que siguen tales inferencias y la incapaci-
dad de generar explicaciones posibles alternativas.

2.6. M . 6:     


   

Sería injusto generalizar afirmando que los hijos arreglan o empeoran las
crisis de los matrimonios. Cualquiera de estas dos afirmaciones sería falsa.
Muchas de las parejas jóvenes que se precipitan al matrimonio porque
esperan un hijo, están abocadas a un matrimonio conflictivo.
La imagen de que la familia numerosa es más feliz representa muchas
veces, un mito.
Un componente del mito de que los hijos mejoran, de manera automáti-
ca, el matrimonio, se genera en la creencia inconsciente de los padres —¡y a
veces demasiado consciente!— de que ellos mismos se van a realizar a través
de sus hijos y van a conseguir, mediante ellos, lo que en su infancia siempre
quisieron y se les negó.
Pero, muchas veces, la llegada de los hijos puede agravar una relación
insatisfactoria.
Si las reglas no están bien establecidas y la capacidad para resolver situa-
ciones conflictivas no está bien desarrollada, la pareja puede estar segura de
que, con la llegada de los hijos, habrán de afrontar muchas más situaciones
comprometidas, quién se levanta a dar el biberón, quién les cambia, quién
cuida de ellos en momentos de tensión, cómo se turnan en vigilar al pequeño
hiperactivo que acaba con la energía de un regimiento... cómo reaccionar
ante los llantos y berrinches... Todas estas situaciones seguramente generen
un mayor número de discusiones, y la insatisfacción derivada de no llegar a
ponerse de acuerdo en tales discusiones generará un malestar añadido.
Así, cuando algunos padres esperan que el niño arregle un matrimonio ya
tambaleante, el chasco que se llevan es mayúsculo.
54 Repartirse el desamor

En otras ocasiones, de una manera sutil, él o ella esperan que tener un hijo
haga que la otra persona se quede más en casa, se tome más en serio su tra-
bajo o su papel de proveedor/a o cuidador/a... En definitiva, que se haga más
responsable, al tener que cuidar de una boca más en la familia, y que sepa
conformar el rol que nosotros queremos atribuirle.
También se puede dar el caso de una situacion que nos encontramos con
bastante frecuencia: uno de los dos, o unas veces uno y otras veces el otro,
utilizan a los hijos para socavar la posición de autoridad.

2.7. M . 7: E    

La persona es una criatura de una innegable, y a menudo, inevitable, sole-


dad.
Existen muchos tipos de soledad:

a) El de la persona que tiene un repertorio conductual escaso. Parece ale-


lado y no sabe desenvolverse en situaciones sociales.
b) Un segundo tipo, más común en los varones, es el de los que perdie-
ron a su madre, siendo niños, y buscan un amor sustitutivo.
c) El tercer tipo de soledad es el de aquellos que han tenido una madre
inteligente, dominante y un padre pasivo o ausente.
d) Algunas personas se obsesionan con el deseo de ser populares y tener
una buena prensa. Viven de puertas afuera.

Una de esas paradojas del matrimonio es que, incluso la mejor relación,


no nos protege totalmente de ninguno de estos tipos de soledad. Es más, la
calidad de la relación, a menudo, depende precisamente de eso, de lo bien
que sepamos llevarnos con nuestra soledad, y de nuestro mundo interior.
La soledad no se cura con el matrimonio. De hecho es más llevadera
viviendo solos. Al menos no se crean las expectativas de no estar solos.

2.8. M . 8: L «»,    ...

Otro de los mitos, cada vez más presentes hoy en día en muchas de las
parejas, es el que hace referencia a lo que se puede, debe «aguantar» dentro
de la relación.
«Yo ya no estoy para aguantar ninguna de tus impertinencias... Si se ha com-
portado así conmigo es que nunca va a cambiar, y si han de seguir las cosas así, lo
mejor es que nos separemos ahora. Al fin y al cabo todo el mundo se separa hoy
en día...» Incluso inician, a veces con alguna frivolidad, un proceso de separación.
Creen que separándose se arreglan todos los problemas y no se dan cuen-
ta, como veremos.... que es precisamente entonces, cuando empiezan la
mayoría de ellos.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 55

Tendrán que decidir cómo se organiza el futuro de los hijos, quién se


queda con qué de los pocos bienes —algunos con tanto significado emoci-
nal— que con tanto esfuerzo se consiguieron, el tipo de relación que se va a
seguir manteniendo, qué información se va a dar a las personas que nos son
cercanas, cuánto de nuestra pasada intimidad se va a divulgar...
Y esta decisión implicará llegar a acuerdos. El juez respetará la decisión
de la pareja e intervendrá sólo si ésta no es capaz de llegar, por sí misma, a un
acuerdo mutuamente asumible... Precisamente la falta de llegar a un acuerdo
es uno de los principales elementos que ha contribuido a que se llegue a esa
situación crítica... Y este tipo de «intríngulis» no aparece en los folletines de
los famosos que se separan.

3. ESTADO DE LA RELACIÓN

Antes de tomar una decisión definitiva acerca de si deben separarse o no,


además de las vivencias personales, es preciso detenerse un tiempo para valo-
rar, si es posible desapasionadamente, el estado de su relación.
Vivir en pareja, que puede ser una gozada para unos cuantos, no deja de
ser tremendamente difícil para la gran mayoría. Son muchos los requisitos,
tanto personales como del entorno, necesarios para conseguir hacer un éxito
de la relación.

3.1. L   

La mayoría de los técnicos en relaciones de pareja han terminado por con-


cluir que existen cuatro dimensiones diferentes que son necesarias, aunque a
lo mejor no suficientes, para que una relación tenga éxito, y para ayudar a
darnos la sensación de que tenemos las proporciones adecuadas de cada uno
de estos componentes: compañía, recreo y pasión.
Técnicamente estos componentes, como las cuatro patas necesarias para
asentar la mesa, se basan en las siguientes dimensiones:

«Consenso»: Capacidad para ponerse de acuerdo, para establecer una


pauta de actuación conjunta a la hora de llevar a cabo proyectos comunes,
que sea mutuamente asumible y no decidida por uno y aceptada o «asumida»
a regañadientes por el otro. Ponerse de acuerdo cuando en algún tema, sea
este el que fuere, desde cómo emplear las vacaciones hasta qué hacer un fin
de semana, pasando por cómo se reparten las tareas domésticas, a qué cole-
gio y qué tipo de enseñanza se adopta para los hijos, qué es lo adecuado y lo
no adecuado en esta vida, fines que valen la pena y aquellos otros que son
secundarios, tipo de actividades a realizar para pasarlo bien, o de relaciones
a mantener con los familiares políticos...
«Satisfacción»: En definitiva, que el montante de lo que se saca de la rela-
ción, sea más de lo que se invierte. Por supuesto, no estamos hablando ahora
56 Repartirse el desamor

de dinero, ni siquiera de cosas tangibles solamente. Se incluye, a la hora de


hacer el balance, tanto actividades de compañía, recreo, afecto y pasión, sexo,
comprension, valoracion...
Es decir, que en el balance que hagamos, cada tanto tiempo, y no sólo en
el de fin o comienzo de año, nos termine quedando la sensación de que nos
vale la pena continuar en esa relación, frente a cualquier otra alternativa que
tengamos disponibles (desde irnos al Katmandú como monjes budistas, hasta
quedarnos solteros e iniciar una relación con alguna otra persona diferente a
la actual...).
«Cohesión»: La cohesión hace referencia al tipo de tareas o actividades
que se comparten, a parte de las necesarias u obligatorias.
Podría tratarse de actividades recreativas o socioculturales, pero incluir,
también, aficiones comunes, empresas no económicas...
Y es que la filosofía que subyace es muy sencilla: con aquellas personas
con las que compartimos actividades que nos resultan gratificadoras, tende-
mos a vincularnos con sentimientos que son positivos. Aquellas personas con
las que siempre estamos enfrentados, y en conflicto permanente, los senti-
mientos tienden a ser negativos, tendemos, si podemos a evitarlas, y si no nos
queda más remedio, a soportarlas, pero pagando un alto precio, sufriendo un
profundo proceso de erosión del valor gratificador que tales personas tenían
inicialmente para nosotros. Valor gratificador que podría haberse obtenido
de múltiples maneras. Quizá tan sólo a través de un proceso de enamora-
miento.
«Expresión de sentimientos»: Esta dimensión tiene, desde luego, mucha
importancia.
Para expresar hay que sentir. Pero no basta con sentir solamente, si no
que hay que compartirlo con la otra persona y hacérselo saber también.
Expresar los sentimientos que llamamos negativos, y también los positivos.
Los sentimientos no son, intrínsecamente, ni lo uno ni lo otro, o más bien
todos son un poco de todo. Colectivamente les llamamos así por el efecto que
suelen causar al receptor.
Pues bien, la capacidad de expresar estos sentimientos (de alegría, triste-
za, aprecio por la otra persona, valoración de lo que la otra persona hace o
piensa, enfado, irritación, necesidad de cercanía o alejamiento temporal,
necesidad de apoyo o comprensión, deseo de que el otro haga algo por com-
placernos...) es otra de las herramientas necesarias para el mantenimiento de
una buena relación.

3.2. ¿C         ?

Llegado este punto, cualquier persona interesada podrá ir al apéndice del


presente capítulo y, como ocurrió con el del capítulo 1, sin pararse a refle-
xionar horas en cada una de las preguntas, poned una cruz en la casilla que
mejor crea refleja el grado de acuerdo que percibe mantener con su pareja,
en los temas que se van enunciando. No se trata, por ejemplo en la pregunta
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 57

número tres, de saber si son religiosos o no, se trata de saber el grado de


acuerdo que sienten en relación con la religion y el respeto por la posicion
del/de la otro/a, en este tema.
Podría ser que él se considerase agnóstico y que ella fuera especialmente
religiosa y practicante y que ambos hubieran llegado a un acuerdo aceptado
por los dos, en cuanto a la pauta a seguir en este tema. Podrían haber acor-
dado, por ejemplo, que el domingo ella se reservara un tiempo para cumplir
sus creencias y que no intentara que él le acompañase. Él, por su parte, no cri-
ticaría su «beatería», ni intentaría razonarle o convencerle de lo ridículo de
sus creencias...
En este caso, aunque la forma de pensar sea diametralmente opuesta, el
acuerdo es perfecto, y tendrían que señalar la casilla «siempre de acuerdo» o
«casi siempre de acuerdo».
Una vez completadas todas las preguntas, podrían seguir las instrucciones
presentadas para su corrección y determinar su puntuación en cada una de
las dimensiones antes reseñadas.

4. TERAPIA DE PAREJA

Si el grado de satisfaccion con la relacion, bien por parte de ambos, bien


por uno solo, estuviese en entredicho y todos los intentos realizados ante-
riormente por la misma pareja no hubieran sido suficientes para producir
cambios, a lo mejor es bueno consultar con un profesional experto en estos
temas.
Hoy en día se habla mucho de la terapia de pareja. El término se las trae
y, a veces, impone. Nosotros preferimos no hablar de «terapia», sino de
reaprendizaje y corrección de malos hábitos adquiridos con anterioridad.
El proceso será más o menos el siguiente: El terapeuta, tras una primera
toma de contacto a la que invitará a acudir a ambos miembros de la pareja,
hará una primera valoración, secuenciará su intervención en varias etapas.
Una primera etapa se centrará en la evaluación detallada de las dificultades y
principales problemas experimentados por la pareja, teniendo en cuenta el
punto de vista de los dos, e intentando analizar los mecanismos subyacentes
a tales dificultades. En la segunda etapa, se centrará en ver la mejor manera
de conseguir los objetivos que cada uno se plantee.
Completo el análisis detallado de estas dificultades, invitará a la pareja a
iniciar un período de reeducación (algunos llaman tratamiento), que consis-
tirá, fundamentalmente, en un proceso de reaprendizaje y replanteamiento de
posiciones anteriores, destinado a producir los cambios necesarios y corregir
los malos hábitos adquiridos para que, vivir en pareja, se convierta en algo
globalmente gratificador para ambos, tras subsanar los mecanismos causan-
tes de los problemas detectados.
El objetivo de esta sección no es tanto invitar al proceso de terapia de
pareja, sino a que las personas interesadas tengan más información acerca de
qué consiste y qué cabe esperar de este tipo de terapia, quiénes son los can-
58 Repartirse el desamor

didatos ideales y cuáles son los porcentajes de éxito que se obtienen, para que
puedan valorar, con mayor conocimiento de causa, y tomar la decisión más
adecuada.

4.1. E / D

Los objetivos del proceso de evaluación son:

a) Analizar cuáles son los problemas que considera cada uno de los
miembros de la pareja, qué déficit ha encontrado en relación con en el pasa-
do de la relación.
b) Desenmascarar los mecanismos que han dado lugar a tales problemas.
c) Analizar los puntos fuertes de cada uno de los miembros de la pareja y
qué aspectos les unen, en el momento presente.
d) Analizar las posibles estrategias y modos de actuación, qué podrían
corregir estos mecanismos
e) Hacer una valoración inicial de las posibilidades de éxito, si se deci-
dieran por tal tipo de tratamiento.

Muchas veces, el proceso de evaluación no tiene por qué desembocar en la


conclusión de la necesidad de trabajar para mejorar la relación. Hay veces que los
datos y los procesos, analizados durante esta fase, ayudan a cada uno, si estuvie-
se todavía indeciso, a tomar la decisión de manera más sopesada de la separación.
No cabría esperar, sin embargo, que el terapeuta tome decisión alguna
que corresponda tomar a uno/a mismo/a. Sí ayudará, no obstante, a que se
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 59

tome la decisión después de un análisis más reposado, sereno y ordenado de


todas las cuestiones pertinentes. Y, desde luego, ayudará a tomar su decisión
con más detenimiento, y no en el calor de una discusión.
Realizar este tipo de análisis, incluso cuando la pareja no lleva muchos
años juntos, implica revisar muchos aspectos tanto personales como interac-
tivos.
Esta revisión requeriría numerosas consultas con el terapeuta, pero en los
tiempos que corren, nadie parece disponer del tiempo estimado necesario,
para realizarlo de manera tan meticulosa como a muchos les hubiera gustado.
Es por ello que muchos de los terapeutas han desarrollado toda una serie de
cuestionarios que cada uno de los miembros de la pareja se puede llevar a
casa para, a ratos perdidos, y en un estado de mayor tranquilidad, ir reflejan-
do sus propios puntos de vista.
No se trata tanto de test que se hacen bien o mal, si no de inventarios que
nos fuerzan a analizar detenidamente aspectos personales y de la relación,
rebuscando cada recoveco y que nos permite reflejar nuestros propios pun-
tos de vista. Un ejemplo de tales cuestionarios lo constituye el que ya hemos
tenido ocasión de revisar en el capítulo anterior, y el que encontrarán al final
del presente capítulo.
A algunas personas estos cuestionarios les hacen reflexionar y les sirven
de ayuda a la hora de guiar de manera ordenada su reflexión.
Otros, por el contrario, encuentran odiosos tales cuestionarios, bien por-
que les hace recordar tiempos y aspectos que quisieran más bien olvidar, o
porque piensan que su situación no se encuentra adecuadamente reflejada en
ninguna de las opciones que les propone.
Como no toda la información se puede volcar en el frío papel de un cues-
tionario, la mayoría de los terapeutas complementarán la información recogi-
da mediante estos instrumentos, con entrevistas personalizadas e individua-
les, mantenidas con cada uno de los miembros de la pareja.
Entre los temas que, seguramente, serán objeto de análisis se encuentran:

4.1.1. Lo que nos une hoy

a) Aspectos positivos de la otra persona que me hacen querer seguir con


ella en el momento actual. No se trata tanto de obligaciones, como de cuali-
dades que podamos valorar en la otra persona.
b) Aficiones y actividades realizadas como válvulas de escape, sistemas de
evasión tanto en el plano individual, como pareja o como familia.
c) Aspectos puntuales de su comportamiento que quisiéramos que cambiasen.

4.1.2. Nivel de comunicación

Se valorará muy detalladamente el estilo comunicacional empleado por


cada uno de sus miembros en situaciones diferentes, bien sea teniendo que
60 Repartirse el desamor

dar una información neutra, bien a la hora de expresar sentimientos positivos


(aprecio, admiración, agrado) como negativos (enfado, molestias, malestar), a
la hora de tomar decisiones importantes y resolver temas conflictivos.
También se tendrá en cuenta el sistema de toma de decisiones empleado hasta
el presente en temas importantes (dinero, casa, planes, proyectos, hijos, amigos,
suegros...). Se intenta analizar cómo se toman las decisiones si es que el uno deci-
de o es que al otro no le queda más remedio que asentir o por el contrario se pro-
duce un verdadero toma y daca entre ambos. Frente a este sistema de toma de
decisiones real, se les pedirá que planteen el sistema ideal a conseguir.
Este análisis, podrá hacerlo de varias formas: observando de manera cui-
dadosa la comunicación empleada, durante las entrevistas, mediante algunos
cuestionarios o, quizá, elaborando algún análisis más detallado para darle oca-
sión de hacerse una mejor idea de los pasos seguidos por cada uno de los
implicados en el proceso de una discusión. En nuestro Departamento, a veces,
proponemos a la pareja que intenten resolver un viejo conflicto, en el tiempo
de consulta, mientras se les deja solos, aun cuando tienen delante un cámara
de viedograbación. Algunos de ellos protestan que esa situación no es realista.
La realidad es que, cuando lo hacemos, todos admiten haber dejado un buen
botón de muestra de lo que suele pasar en casa. «Si cabe —manifiestan—, en
casa la situación es mucho más agria, dado que los tonos son más tensos y las
amenazas, agresiones, los insultos, críticas y acusaciones, más desabridos.»
De cualquier manera, un terapeuta bien entrenado será capaz de captar
pequeñas sutilezas características del proceso de comunicación, aun cuando
cualquiera de los miembros de la pareja piense que está siendo especialmen-
te «correcto» y aséptico.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 61

Por otra parte, hace tiempo que hemos descubierto que, si bien somos
capaces de mantener los modales cuando hablamos con desconocidos, o de
temas sin importancia con nuestra pareja, casi todos reproducimos «tics» y
viejos hábitos, adquiridos a lo largo de nuestra vida, y ello sin llegar a ser
conscientes de ellos. Y son precisamente estos hábitos los que el terapeuta
querrá analizar y, seguramente, corregir.

4.1.3. Dimensión afectivo/sexual

Este proceso de evaluación implicará una valoración detallada de cómo


valora cada uno de los miembros de la pareja cómo les ha ido en su relación
afectivo/sexual. Si cree que ha sido fuente de unión o más bien fuente de con-
flicto, posibles discrepancias entre embos en cuanto al impulso, ganas y fre-
cuencia de relaciones sexuales y no sólo de coitos. Por ejemplo, momento y
forma de tomar iniciativas, variedades sexuales, seducción desarrollada, efec-
tividad del juego y caricias, grado de placer obtenidos por ambos...
Seguramente el terapeuta quiera valorar también el complejo mundo de
las fantasías de cada uno. Si hubiera algún tipo de disfunción sexual (anor-
gasmia, dolor, vaginismo, dificultades de erección, eyaculación precoz...) o de
desviación sexual (fetichismo, paidofilia, sadomasoquismo...), será analizada
con detalle, así como sus posibilidades de corrección y superación.

4.1.4. Personalidad

Se analizarán, también, las características de personalidad de cada uno de


los miembros de la pareja, posibles lagunas individuales o trastornos psico-
patológicos y áreas que hay que cambiar.
62 Repartirse el desamor

4.1.5. Modelos de relación

Se revisarán los modelos de relación que cada uno ha mamado durante su


infancia y adolescencia: relación mantenida por la familia de origen. General-
mente, esto estará asociado a una reflexión acerca del estilo de interacción
que cada uno ha presenciado en su familia de origen.

4.1.6. Violencia

Se analizará la existencia tanto de violencia física como psicológica, o


cualquier tipo de abuso sexual.
Con toda esta información, el terapeuta se comprometerá a tener una
serie de reuniones con ambos miembros de la pareja en las cuales les presen-
tará un informe detallado de sus conclusiones:

a) Problemas detectados.
b) Posibilidad de cambio existente,
c) Mecanismos subyacentes afectados,
d) Posibilidad de cambios de tales mecanismos y el efecto que tal cambio
acarreará:

— A los problemas detectados y analizados.


— A la obtención de los objetivos concretos a conseguir por cada uno de
los miembros, tanto en el plano individual, como interactivo.

e) Posible secuencia de pasos a dar y implicaciones de dichos pasos para


cada uno de los miembros de la pareja.

Las normas generales en todo este proceso vienen a ser las siguientes:

1) Generalmente se necesita un par de entrevistas con cada uno de los


miembros de la pareja por separado.
2) Conviene que ambos miembros de la pareja no hablen fuera del lugar
de consulta de los problemas abordados en la misma, hasta que no se les indi-
que, o hasta que haya terminado el proceso. Si hablar sirviera para que se
entendiesen por sí mismos, y no para encenderse, esta regla no tendría senti-
do. Pero hace tiempo que hemos descubierto que, al menos con las parejas
que vienen a vernos, hablando no se entiende la gente: ¡hablando se encien-
de la gente!
3) La confidencialidad del proceso debe quedar asegurada. Por confi-
dencialidad se entiende que su intimidad no se desvele de puertas afuera sino
que lo que uno dice no trascienda al otro a través del terapeuta. Esta confi-
dencialidad quiere decir también que la información así obtenida no sea
usada en un eventual proceso de separación judicial si llegara el caso. Esta
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 63

confidencialidad judicial, hemos de advertir, no siempre es posible pues el


juez está capacitado para exigirla. Sin embargo, la mayoría de los jueces de
familia son lo suficientemente sensatos y prudentes para no demandar una
información vertida en un momento confidencial especialmente si tal infor-
mación puede ir en detrimento de cualquiera de los miembros implicados.

4.2. T

Ya hemos indicado que la palabra tratamiento no sea la más acertada para


este proceso. Se trata más bien de un reajuste y reaprendizaje de patrones de
comportamiento nuevos que ayuden a desenvolvernos mejor en las situacio-
nes que antes nos resultaban problemáticas, sin que ello erosione el valor gra-
tificante que uno tiene para el otro, sino más bien todo lo contrario: que tal
valor se vea potenciado.

Este proceso tiene, pues, como objetivo fundamental, potenciar aquellos


aspectos positivos que todavía quedasen en cada uno de los miembros de la
pareja y su interacción, así como modificar y pulir aquellos aspectos negativos.
Consiste en un verdadero reaprendizaje. No se trata tanto de cambiar la
personalidad del otro, pero sí de cambiar hechos concretos cotidianos.
Y es que, cuando los hechos positivos se repiten, pueden crear un hábito.
Estos hábitos positivos pueden llegar a crear impresiones en el otro que, si se
repiten, se convierten en opiniones que, de mantenerse, dan lugar a una acti-
tud más o menos permanente en el otro que, en el fondo, implica una reestruc-
turación personal.
Este reaprendizaje implica varios niveles o módulos:
64 Repartirse el desamor

4.2.1. Nivel uno

El objetivo de este módulo es volver a descubrir el placer de hacer cosas


conjuntamente, que den satisfacción a los dos. Quizá no se trata tanto, espe-
cialmente en los primeros momentos, de que la mera presencia del otro nos
satisfaga, como que las características de la actividad a realizar sean tales que
nos gratifiquen a ambos.
Muy en el fondo, ya lo sabemos, a aquellas personas que tenemos cercanas,
cuando realizamos cosas agradables, terminamos invistiéndolas con un valor
positivo. A lo mejor no se trata de grandes cambios. Muchas veces se trata, sim-
plemente, de retomar cosas que, en el pasado, eran agradables para los dos, lo
siguen siendo y, por una razón o por otra, se han abandonado, o han dejado de
hacerse con la frecuencia deseada. Otras veces se trata de colaborar, haciendo
una exploración activa, para encontrar cosas que nunca se han hecho, ni se
hubieran pensado hacer, y que todavía producen una cierta titilación en los dos.
Existe toda una serie de juegos que el terapeuta podrá enseñarles para conse-
guir un último objetivo: crear un espacio para disfrutar estando juntos.
Algunas parejas protestan que esto es casi imposible puesto que hoy basta
con que algo sea agradable para el uno, para que, automáticamente, se con-
vierta en algo indeseable para el otro. Si esto fuera así, definitivamente, cabe
esperar muy poco de la terapia de pareja. Pero esto no es siempre así, pues
muchas parejas terminan dándose cuenta que, si todavía queda madera por
arder y existe algo de química entre los dos, es posible con un poco de esfuer-
zo encontrar algún gusto común.

4.2.2. Nivel dos

Un segundo nivel tiene que ver con la consecución de un cambio de hábi-


to en cuanto a la forma de hablarse y comunicarse. Y ello en todas sus moda-
lidades y acepción de la palabra comunicación, fundamentalmente en su
modalidad expresiva, receptiva y resolutiva de problemas.
Aunque inicialmente parezca imposible, tal cambio termina haciéndose
plausible mediante una serie de ejercicios y prácticas, primero guiadas por el
terapeuta y después en casa destinados a corregir los principales hábitos
defectuosos de ambos.
Esta práctica supondrá:

a) Asegurarnos que la intención que tiene nuestra pareja coincide con lo


que nosotros entendemos cuando nos habla.
b) Que somos capaces de detectar la realidad que nos está expresando.
c) Que somos capaces de detectar los sentimientos que tal realidad le
produce.
d) De qué forma espera el otro que le apoyemos, si es que lo espera.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 65

Otro nivel, dentro de la comunicación, tiene que ver con el aprendizaje y


desarrollo de hábitos democráticos en la toma de decisiones y en la resolu-
ción de conflictos. Esto implica:

a) darnos cuenta del impacto que tienen en el otro nuestras propias


«movidas», a veces inconscientes,
b) cambiar el criticismo por críticas específicas,
c) dejar de adivinar lo que le pasa al otro y leerle el pensamiento y dar
por hecho que sabemos lo que se cuece en su mente,
d) dejar de mezclar problemas, por muy relacionados que estén, para
asegurarnos que encontramos soluciones constructivas,
e) moderar los tonos y asegurarnos de que sabemos detectar cuándo el
proceso comunicacional se está volviendo especialmente destructivo o está
acelerando al uno o al otro, de manera que, conjuntamente, podamos contri-
buir al apaciguamiento de tal activación fisiológica.

Un tercer nivel en la comunicación tiene que ver con reaprender a expre-


sar nuestro aprecio y nuestra valoración del otro, así como de sus virtudes, de
una manera genuina y apreciativa, y no dar por hecho que el otro ya debiera
saber que apreciamos y valoramos su dedicación y su compromiso.
Un apartado especial, en este entrenamiento, se dedicará a expresar enfa-
dos de manera que no suponga la destrucción del otro, a pesar de que tal
expresión nos sigue permitiendo sacar y echar fuera todo lo que llevamos por
dentro. En definitiva, se trata de cortar ciclos destructivos de quejas y con-
traquejas mutuas.
Una tercera habilidad a desarrollar es la de editar, que es aprender a decir
las cosas que hemos de decir, en el momento adecuado, y no cuando no venga
a cuento, o sólo nos sirva para echar más leña al fuego, algo que ocurre casi
siempre que nos empeñamos en sacar, otra vez, los trapos sucios, o las cosas que
pasaron hace mil años. Aprender a discriminar:

a) cuándo hemos de hablar y cuándo no,


b) qué podemos decir y qué no.

Algunas personas piensan que en la relación de pareja hay que ir con la


espada de la verdad por delante siempre. Y nada más lejos de la realidad.
¡Cuántas parejas han terminado diciéndonos que hubieran preferido que el
otro no les hubiera dicho determinadas cosas nunca!
No se trata tanto de medir la sinceridad, de aprender a «ser zorros»,
sino de no confundir la obtención de nuestros objetivos con la aniquilación
y asfixia del otro.
Otro de los módulos del tratamiento consiste en aprender a detectar los
antecedentes de los episodios de violencia, tanto física como psicológica, y
poder crear y desarrollar estrategias y pasos a seguir, por parte de ambos, que
les aseguren que tales antecedentes no se convierten en realidades, o bien
que, si se inicia un episodio violento, éste sea eficazmente abortado a tiempo.
66 Repartirse el desamor

Aquí existen diversas técnicas que el terapeuta podrá explicar, si bien será
la propia pareja la que tenga que crear y desarrollar sus propias estrategias
para momentos diferentes.
Este reaprendizaje se puede realizar, bien con la pareja, de manera con-
junta e individual, bien en el contexto de un grupo. Ambas modalidades son
positivas. El número de sesiones suele oscilar alrededor de 15 de 90 minutos
de duración, en la que, además de hablar, se han de practicar los nuevos
recursos y habilidades, teniendo en cuenta el principio básico del aprendiza-
je; es decir, estado dependiente, que significa que, de nada serviría haber
desarrollado las mejores habilidad aprendidas, con toda calma, en el despa-
cho del terapeuta, si en casa se vuelve a los viejos hábitos, en cuanto se pro-
duce la más mínima señal de ebullición.
Es posible que el terapeuta quiera, a veces, crear cierto estado de acalo-
ramiento, en la consulta, para asegurarse de que también en tal estado se
aprenden las habilidades oportunas, dado que es, en dicho estado, cuando
han de aplicarse en casa.
En nuestro Centro solemos realizar estas sesiones en grupos de 5 ó 6 pare-
jas, en las que los componentes fundamentales son el juego de roles y las prac-
ticas guiadas, puesto que está bien constatado que, cualquier habilidad com-
pleja, ya sea conducir, aprender a escribir a máquina o a comunicarnos
efectivamente, se aprende mejor con buenos maestros que nos sirvan de
modelo, y practicando una y otra vez hasta dominar la habilidad, para que
salga sola cuando realmente sea necesaria.

4.2.3. Resultados

Este tipo de intervenciones acarrea, según nuestra experiencia y la de


otros muchos profesionales, tanto en España como en el extranjero, muy bue-
nos resultados.
Por buenos resultados queremos decir que entre un 50 y un 60 por 100
de los casos consiguen mejorar su situación, resolver sus conflictos y obtener
un mayor grado de gratificación viviendo en pareja.
Pero, desde luego, no es la panacea, ni tampoco parece adecuado para
cualquier tipo de pareja.
Si hubiéramos de señalar algunos requisitos, indicadores de que pueda
funcionar, éstos serían:

a) Que siga existiendo química entre ambos.


b) Que siga existiendo un atractivo sexual.
c) Que se quieran implicar los dos.
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 67

4.3. A: C   3

FORMULARIO A

Casi Casi
Aspecto Siempre siempre Acuerdo Descuerdo siempre Siempre
acuerdo acuerdo ocasional ocasional desacuerdo desacuerdo

1. Manejo de finanzas familiares.


2. Diversiones.
3. Cuestiones religiosas.
4. Demostración de afecto.
5. Amistades.
6. Relaciones sexuales.
7. Convencionalismos (¿Qué es lo co-
rrecto o lo incorrecto?).
8. Filosofía de la vida.
9. Relaciones con suegros.
10. Objetivos, fines, valores.
11. Cantidad de tiempo para pasar juntos.
12. Toma de decisiones importantes.
13. Tareas domésticas.
14. Intereses y actividades para realizar du-
rante el ocio.
15. Decisiones en relación con el
trabajo.

Casi A Ocasional-
Aspecto Siempre Raramente Nunca
siempre menudo mente

16. ¿Con qué frecuencia habéis pensado en


el divorcio o en la separación?
17. ¿Con qué frecuencia te vas de casa tras
una pelea?
18. ¿Con qué frecuencia piensas que las co-
sas os van bien como pareja?
19. ¿Confías en tu pareja?
20. ¿Lamentas haberte casado?
21. ¿Con qué frecuencia reñís?
22. ¿Con qué frecuencia hacéis que el otro
pierda los estribos?

3
E   ; Spanier, 1976; Adaptación - traducción: J. Cáceres, 1982.
68 Repartirse el desamor

23. ¿Besas a tu pareja?

Todos casi todos ocasio- Rara-


los días los días nalmente mente Nunca

24. ¿Participáis juntos en actividades externas a la pareja?

En todas casi todas Algunas Pocas Ninguna

¿Con qué frecuencia ocurre lo siguiente entre vosotros?

< 1 vez 1 ó 2 veces 1 ó 2 veces 1 vez Más a


Ítem Nunca al mes al mes por semana al día menudo
25. Intercambiáis ideas estimulantes
26. Os reís juntos
27. Discutís algo con calma
28. Trabajáis juntos en un proyecto

En lo que sigue las parejas a veces están de acuerdo y otras en desacuer-


do. Indica si en las últimas semanas el desacuerdo en alguno de los puntos
siguientes os ha causado problemas: (Contesta Sí o No).

29. Estar demasiado cansado/a para hacer el amor  sí  no

30. Ausencia de demostraciones afectivas  sí  no

31. Los puntos de la línea de abajo representan grados diferentes de satisfacción con su
relación. Suponiendo que el punto marcado con la palabra «satisfecho» refleja el
grado de satisfacción obtenido por la mayoría de las parejas, rodea con un círculo el
punto que mejor refleje tu propio grado de satisfacción

Muy Bastante Un poco Muy Extremadamente


insatisfecho insatisfecho insatisfecho Satisfecho satisfecho satisfecho Perfecto
32. De las formas que siguen ¿cuál refleja mejor tu forma de ver el futuro de tu relación?

 Deseo de todo corazón que nuestra relación tenga éxito y haría lo posible porque
fuese así.

 Deseo muchísimo que nuestra relación tenga éxito y haré lo que pueda para que
así sea.
69 Repartirse el desamor

 Deseo mucho que nuestra relación tenga éxito y haré mi parte para que así sea.

 Sería bueno que nuestra relación tuviera éxito, pero no puedo hacer mucho más
de lo que ya hago para que así sea.

 Sería bueno que nuestra relación tuviera éxito, pero me niego a hacer más de lo
que hago para preservarla.

 Nuestra relación nunca podrá ser un éxito. No hay nada más que yo pueda hacer
para preservarla.

FORMULARIO B

Aspecto Siempre Casi Acuerdo Desacuerdo Casi Siempre


siempre siempre
acuerdo acuerdo ocasional ocasional desacuerdo desacuerdo
1. Manejo de finanzas familiares. 5 4 3 2 1 0
2. Diversiones. 5 4 3 2 1 0
3. Cuestiones religiosas. 5 4 3 2 1 0
4. Demostración de afecto. 5 4 3 2 1 0
5. Amistades. 5 4 3 2 1 0
6. Relaciones sexuales. 5 4 3 2 1 0
7. Convencionalismos (¿Qué es lo
correcto o lo incorrecto?). 5 4 3 2 1 0
8. Filosofía de la vida. 5 4 3 2 1 0
9. Relaciones con suegros. 5 4 3 2 1 0
10. Objetivos, fines, valores. 5 4 3 2 1 0
11. Cantidad de tiempo a pasar juntos. 5 4 3 2 1 0
12. Toma de decisiones importantes. 5 4 3 2 1 0
13. Tareas domésticas. 5 4 3 2 1 0
14. Intereses y actividades a realizar
durante el ocio. 5 4 3 2 1 0
15. Decisiones en relación con el trabajo. 5 4 3 2 1 0
16. ¿Con qué frecuencia habéis pensa-
do en eldivorcio o en la separación? 0 1 2 3 4 5
17. ¿Con qué frecuencia te vas de casa
tras una pelea?... 0 1 2 3 4 5
18. ¿Con qué frecuencia piensas que las
cosas os van bien como pareja? 5 4 3 2 1 0
19. ¿Confías en tu pareja? 5 4 3 2 1 0
20. ¿Lamentas haberte casado? 0 1 2 3 4 5
21. ¿Con qué frecuencia reñís? 0 1 2 3 4 5
22. ¿Con qué frecuencia hacéis que el
otro pierda los estribos?... 0 1 2 3 4 5
70 Repartirse el desamor

23. ¿Besas a tu pareja?

Todos casi todos Ocasio- Rara-


los días (4) los días (3) nalmente (2) mente (1) Nunca (0)

24. ¿Participáis juntos en actividades externas a la pareja?

En todas (4) Casi todas (3) Algunas (2) Pocas (1) Ninguna (0)

¿Con qué frecuencia ocurre lo siguiente entre vosotros?

< 1vez 1 ó 2 veces 1 ó 2 veces Una vez Más a


Ítem Nunca al mes al mes por semana al día menudo
25 Intercambiáis ideas estimulantes 0 1 2 3 4 5
26 Os reís juntos 0 1 2 3 4 5
27 Discutís algo con calma 0 1 2 3 4 5
28 Trabajáis juntos en un proyecto 0 1 2 3 4 5

En lo que sigue las parejas a veces están de acuerdo y otras en desacuer-


do. Indica si en las últimas semanas el desacuerdo en alguno de los puntos
siguientes os ha causado problemas: (Contesta Sí o No).

29. Estar demasiado cansado/a para hacer el amor  sí (0)  no (1)


30. Ausencia de demostraciones afectivas  sí (0)  no (1)

31. Los puntos de la línea de abajo representan grados diferentes de satisfacción con su
relación. Suponiendo que el punto marcado con la palabra «satisfecho» refleja el
grado de satisfacción obtenido por la mayoría de las parejas, rodea con un círculo el
punto que mejor refleje tu propio grado de satisfacción:

Muy Bastante Un poco Muy Extremadamente


insatisfecho insatisfecho insatisfecho Satisfecho satisfecho satisfecho Perfecto

(0) (1) (2) (3) (4) (5) (6)

32. De las formas que siguen ¿cuál refleja mejor tu forma de ver el futuro de tu relación?

 Deseo de todo corazón que nuestra relación tenga éxito y haría lo posible porque
fuese así (5)

 Deseo muchísimo que nuestra relación tenga éxito y haré lo que pueda para que
así sea. (4)
¿Queda todavía alguna esperanza de arreglo? Posibilidades de la Terapia de Pareja 71

 Deseo mucho que nuestra relación tenga éxito y haré mi parte para que así sea. (3)

 Sería bueno que nuestra relación tuviera éxito, pero no puedo hacer mucho más
de lo que ya hago para que así sea. (2)

 Sería bueno que nuestra relación tuviera éxito, pero me niego a hacer más de lo
que hago para preservarla. (1)

 Nuestra relación nunca podrá ser un éxito. No hay nada más que yo pueda hacer
para preservarla. (0)

I,   :

1. Marque, en el formulario A, con una X el espacio que crea que refle-


ja mejor su posición, en el momento actual, en cuanto al grado de acuerdo
existente entre vosotros, en cada uno de los aspectos enunciados, en tu rela-
ción de pareja.
2. Compruebe, en el formulario B, la puntuación que obtiene el lugar
que haya marcado en el formulario A. No cambie su elección, tras ver la pun-
tuación obtenida. Deje que prevalezca su primera opción.
3. Calcule su puntuación en las diversas dimensiones, según las instruc-
ciones siguientes:
Consenso: Sumar puntuación de preguntas 1, 2, 3, 5, 7, 8, 9, 10, 11, 12,
13, 14, 15.
Satisfacción: Sumar puntuación de preguntas 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22,
23, 31, 32.
Cohesión: Sumar puntuación de preguntas 24, 25, 26, 27, 28.
Expresión afecto: Sumar puntuación de preguntas 4, 6, 29, 30.
Total: Suma de las 4 dimensiones anteriores.

4. Utilice la tabla siguiente para interpretar el significado de sus pun-


tuaciones:

DIMENSIÓN ARMONÍA CRISIS CRISIS GRAVE


Consenso 58-65 41-57 < 40
Satisfacción 40-50 22-39 < 21
Cohesión 13-24 8-12 <7
Expresión afecto 9-12 5-8 <4
Total 115 85 70
3
Efectos en los hijos
1. INTRODUCCIÓN

La separación, nos guste o no nos guste, va a suponer grandes cambios en


la vida de los implicados. Parte de estos cambios tendrán que ver con la
vivencia de un torbellino emocional del que no hemos tenido conocimiento
hasta ahora.
Con este capítulo pretendemos invitar a una reflexión serena acerca de los
efectos de la separación en los hijos, así como analizar sus diversas formas de
reaccionar centrándonos en aspectos concretos que hemos de observar y que
nos van a dar pistas acerca de su reacción.
Queremos, también, revisar algunas de las variables que modulan dicha
reacción, pues sabemos que ésta no es siempre automática, sino que depen-
de de un gran número de circunstancias.
No es nuestra intención, en absoluto, que los párrafos que siguen tengan
una función disuasoria. No queremos que nadie que crea que debe separarse
ceje en tal empeño a consecuencia de lo que tema podría pasarles a sus hijos:
no creemos que nadie haya de continuar en una relación que no le resulte
enriquecedora y gratificadora sólo por mor de los hijos.
Por otra parte, lo repetiremos una y mil veces porque la experiencia así
nos lo dicta, este torbellino emocional y estas consecuencias negativas que
podrían producirse en los hijos, son siempre peores y más marcadas cuando
se les fuerza a crecer en el seno de una familia en continuo enfrentamiento y
con conflictos no resueltos.
Lo que queremos es que la valoración que se hace de esta reacción sea rea-
lista, en su justa medida, que no se sobrestime, y que se tengan en cuenta y
adopten las posibles medidas que puedan paliar no sólo la intensidad de la
reacción, sino, también, la duración de la misma.
Estamos convencidos que, por lo menos en lo que a estas cuestiones se
refiere, la naturaleza sigue siendo sabia, posibilita que las influencias que lle-
gan a nuestros hijos sean muy variadas y de fuentes muy diversas, y no deja
en nuestras manos, de manera exclusiva, armas que produzcan daños irrepa-
rables para nuestros hijos.
76 Repartirse el desamor

2. NECESIDADES BÁSICAS DE LOS NIÑOS

Todos los menores, niños y niñas, tienen una serie de necesidades básicas
que han de ser cubiertas por los adultos responsables.
Estas necesidades a veces distan bastante más de lo que creen muchos. Se
trata de creencias que, a su vez, se ven potenciadas por algunos tipos de pre-
sión social, y apoyadas especialmente por la coreografía de la propaganda de
los medios de comunicación de masas. Pero, detrás de estos medios casi siem-
pre hay algún interés comercial no confesado, cuyo principal objetivo es
incrementar sus ganancias crematísticas, y no tanto el desarrollo integral de
la persona. Es por ello que debemos evitar tales influencias mediáticas.
Seguidamente presentamos un breve enunciado recordatorio, sin ánimo
de ser exhaustivo, de estas necesidades básicas:

a) Refugio, protección y alimentos.


b) Modelos de comportamiento, en situaciones comprometidas, de quie-
nes podamos aprender y copiar, que sirvan para desarrollar comportamientos
autoeficaces y que aumenten nuestra confianza en nosotros mismos, y, por
ende, nuestra autoestima.
c) Consistencia y predictibilidad en la aparición de estas figuras modelo,
que promuevan el apego.
d) Cuidados afectivos y demostraciones de amor.
e) Agentes motivadores que sirvan una función animadora en el laborio-
so proceso de socialización.
f) Figuras de aceptación que sirvan para promover y potenciar la autoestima.
g) Agentes socializadores, con conexiones afectivas, que sepan poner
límites a sus exigencias caprichosas, e instaurar pautas de comportamiento
prosocial.
h) Facilidades para poder expresarse con juegos, aunque éstos tengan, a
veces, un alto contenido fantasioso.

En ningún lugar está escrito que los adultos que hayan de cubrir tales
necesidades hayan de ser los padres biológicos.

3. FORMAS DE MANIFESTAR SU REACCIÓN

Aunque la decisión de separase vaya a tener amplias repercusiones en sus


vidas y en las de sus hijos, a todos los niveles, es muy posible que lo primero
que se sienta en el seno de una familia, tras la separación sea un alivio gene-
ralizado y reparador de la tensión experimentada en la casa en los días, meses,
años previos a la separación, potenciando la sensación de predictibilidad y
seguridad en tus hijos, especialmente si ambos padres se las ingenian para
continuar en estrecho contacto con ellos. Esto puede llegar a minimizar, si no
a contrarrestar totalmente, su sensación de pérdida.
Efectos en los hijos 77

Es posible que ellos manifiesten su oposición inicialmente, cuando les


comuniquen los planes de separación. Normalmente su primera reacción es
no querer que ésta se produzca, viviéndola con distrés y ansiedad. Esto es
especialmente así si, por la razón que fuere, se sienten culpables de tal sepa-
ración.
Es muy posible que ellos nunca lleguen a entender las razones adultas,
por mucho que sus padres se esfuercen en dárselas. Razones tales como
«somos infelices» o «tenemos discusiones» no suelen tener el mismo sentido
para ellos que para los adultos.
La pareja que se separa no debe esperar que entiendan por qué se sepa-
raran, ni que lleguen a hablar de sus sentimientos de la misma forma que lo
haría un adulto. Lo cual, dicho sea de paso, a los padres les serviría de tran-
quilidad, puesto que les revelará lo que llevan por dentro, sus preocupacio-
nes, y, por ende, posibles soluciones.
Generalmente demuestran sus sentimientos mediante su comportamien-
to, el cual puede llegar a cambiar de manera notable, tanto en casa, como en
la escuela y en la calle durante los meses que siguen a la separación. Pero tam-
bién nos hacen saber, a su manera, su grado de malestar por lo que cuentan
o dejan de contar, el estado emocional interno que, a veces, nos dejan apenas
entrever y, otras veces, nos hacen, a su manera, descaradamente patente.
Sus reacciones somáticas y fisiológicas son, también, buenos indicadores.
A continuación se describen algunas de las señales que tendríamos que
observar en cada uno de estos cuatro niveles: lo que nos dicen, su comporta-
miento, sus emociones y sus reacciones somáticas y fisiológicas:

3.1. L   

Cuando les preguntamos a los niños lo que sienten ante los conflictos de
los adultos, a menudo nos cuentan que están enfadados y tristes. Los más
jóvenes describen, también, reacciones de miedo.
Los niños distinguen con claridad y discriminan el enfado entre los adul-
tos de otras emociones. Algunos niños también nos hablan de sentimientos
de culpa, vergüenza o pena, especialmente cuando los conflictos entre los
padres han coincidido con etapas de mal comportamiento por su parte.
Creen que pueda existir una relación causa-efecto y que su mal comporta-
miento haya tenido que ver con la ruptura.
Los/as niños/as son capaces de expresar emociones negativas incluso
desde los cuatro años de edad. Si los más pequeños no lo hacen es porque
expresar sentimientos con la palabra es tremendamente complejo y muchos
de ellos todavía no han desarrollado plenamente esta capacidad. Pero que no
sean capaces de expresarlos, no quiere decir que no sean capaces de experi-
mentarlos.
78 Repartirse el desamor

3.2. Co

Luis, Marga y Pedro


Mary Cruz y Pedro se han separado hace un año y tienen tres hijos: Luis,
Marga y Pedro. Luis, el mayor, de diecisiete años, desde siempre muy unido a su
padre, se ha ido a vivir con éste. Marga y Pedro se han quedado con la madre.
Mary Cruz, intentando rehacer su vida y conseguir una cierta independencia eco-
nómica, pasa grandes períodos fuera de casa. Pedro, el hijo pequeño, animado por
el hermano mayor, decide irse a vivir también con su padre.
Las tensiones entre ambos miembros de la ex pareja son muy fuertes. Los
temas económicos y los relacionados con las pautas a seguir en la educación de los
hijos constituyen la piedra de toque.
Marga al irse su hermano a vivir con el padre, se queda sola con la madre y
la situación se le vuelve asfixiante. Aunque sólo sea por el escapar de lo que ella
cree el control de la madre y sus continuas quejas y sus síntomas depresivos, deci-
de también irse a vivir con el padre. Éste, que previamente la ha sermoneado por
su distanciamiento de él, y por no ir a visitarle con la frecuencia que él hubiera
querido, aprovecha la circunstancia para pedir el acceso y disfrute de la casa fami-
liar, exigiendo que sea Mary Cruz la que busque un piso para irse a vivir sola. El
enfrentamiento entre los padres se eterniza, y las quejas de mal comportamiento
por parte de los centros escolares donde estudian Luis, Marga y Pedro se hacen
cada vez más frecuentes.

Los/as niños/as reaccionan típicamente con signos de malestar y altera-


ciones más o menos profundas en su comportamiento. Pueden darse perío-
dos de llanto silencioso, aislamiento voluntario, negativas a hablar, caras com-
pungidas, períodos de tensión y distrés general.
También son buenos ejemplos la aparición de movimientos estereotipa-
dos, «tics» faciales, movimientos corporales exagerados, taparse los oídos...
Parecen estar pidiéndonos con estas reacciones que les dejemos en paz.
Las reacciones de distrés pueden producirse desde etapas bien tempranas
en la infancia y, desde luego, pueden ser más marcadas en la adolescencia. En
los bebés y en la etapa preescolar, en ocasiones, también se dan este tipo de
respuestas.

3.3. E

El estado emocional que experimentan suele ser también negativo.


A veces, parecen querer hacerse los fuertes y actúan como si no les pasase
nada, pero, casi siempre la procesión va por dentro. Esta reacción negadora
es el equivalente del «No me ha dolido», si en una ocasión pasada les hemos
dado un cachete como castigo.
Efectos en los hijos 79

3.3.1. Hostilidad

Jon y Ander
M.ª Antonia y Francisco llevan casados veinte años y tienen dos hijos Jon y
Ander. Los últimos cuatro años de su matrimonio han sido una verdadera bata-
lla. Jon el mayor, un mocetón fornido está enfrentado con su padre. No se tole-
ran. La excusa más pequeña es suficiente para provocar una discusión que puede
aproximarse a un encontronazo. Francisco es un hombre rígido y no termina por
acercarse a Jon. Éste intenta aliarse con su madre, quien se encuentra entre dos
fuegos, la presión del marido y las demandas del hijo.
En los últimos dos años cuando la situación ha estado especialmente crispa-
da, Jon se ha ido a vivir con la madre de Mª. Antonia, su abuela, con quien se
lleva bien. Cada vez manda mensajes con más insistencia a su madre. El conte-
nido de estos mensajes es siempre el mismo: «tienes que separarte de este ener-
gúmeno. O te separas de él o me pierdes a mí definitivamente».
Finalmente Mª. Antonia se decide a separarse de José Luis, seguramente que
por otra serie de motivos. Consumada la separación Jon cambia de parecer sin
razón aparente y decide ir a vivir con su padre. Durante mucho tiempo se mues-
tra enfadado y agresivo hacia todo y hacia todos. Da patadas a las puertas, puñe-
tazos a las paredes, y sus contestaciones son un muestrario de malos modales.
Ander, mientras tanto, ha sido un espectador pasivo de todos los «tejemane-
jes». Francisco, al quedarse ambos hijos a vivir con él, se queda también con la casa
familiar negándose a su venta incluso cuando se extiende un mandato judicial.
Jon y Ander no vuelven a tener contacto alguno con su madre.

Si un niño/a tiene que afrontar un nivel alto de enfado, ira y hostilidad


entre ambos padres, esta percepción terminará por comprometer su sentido
de protección y seguridad no sólo en el hogar, sino también en el mundo exte-
rior, a pesar de que cada uno de los padres de manera individual, intente
equilibrar y compensar su relación con el hijo/a.
Está bien comprobado que la hostilidad interparental es captada por los
niños perfectamente, casi sin importar su edad, aunque aquéllos intenten disi-
mularla en las numerosas discusiones de que son testigos. Esto ocurre, espe-
cialmente si, en algún momento ellos mismos se consideran objeto de esta hos-
tilidad en su relación con ambos padres; y esto afecta a su comportamiento,
haciendo que ellos mismos se muestren hostiles y agresivos hacia otros.
La dirección de esta hostilidad puede variar, pero, generalmente la orien-
tan, fundamentalmente, aunque no de manera exclusiva, hacia los padres-
madres. Otras personas objeto de su hostilidad pueden ser profesores, ami-
gos o cualquier adulto que caiga en su camino, incluyendo también animales
y seres inanimados.
La forma que suele adoptar tal comportamiento agresivo podría ser muy
variada: patadas, malas contestaciones, períodos de mutismo hostil, negativas
a obedecer, desafíos más o menos patentes y constantes...
80 Repartirse el desamor

3.3.2. Ansiedad

Ana
María Antonia y Joan se han separado hace unos meses y su hija Ana se ha
ido a vivir con la madre. Joan, que ahora vive en otra casa, se lleva pronto a vivir
con él a la mujer de quien se ha enamorado, quien a su vez es separada y tiene
una hija de la edad de Ana.
Ana, siempre según la versión de la madre, despotrica contra el abandono del
padre, pero aprovecha para irse los fines de semana con éste, donde las normas
son más laxas, los horarios más generosos, y donde sigue entablando una amistad
con la hija de la nueva novia de papá, la media hermana que ella hubiera siem-
pre deseado. María Antonia insiste en su versión en que Ana recibe un trato dis-
criminatorio y diferente (peor habitación, peor ropa, peor bocado...).
Ana empieza a tener altibajos anímicos. Su rendimiento académico se ha visto
afectado. Pasa períodos en los que demanda gran atención por parte de su madre (lle-
gando a dormir en su propia cama, algo que la madre parece alentar) y en los otros
intenta establecer distancia dándole malas contestaciones a la misma. Ha empezado
a desorganizar su vida, saliendo hasta altas horas y resintiendo cualquier intento de
control y restablecimiento de horarios por parte de la madre, amenazando con irse a
vivir con el padre si le siguen presionando. La madre ha descubierto restos de can-
nabis en su bolso sospechando también que a veces bebe más de la cuenta. La ten-
sión entre los padres es larvada y soterrada, ya que tienen constantes enfrentamien-
tos que no se escapan a ningún observador. A esta tensión se le añaden incluso
llamadas telefónicas anónimas que no hacen sino empeorar la situación.
Ana, en el medio de esta barahúnda, termina padeciendo una crisis nerviosa.

Marta y María
Noelia es profesora y ha conocido a su marido, José Antonio, a una edad
madura. José Antonio trabaja de ejecutivo en una empresa y al casarse con Noe-
lia, apoyado por el sueldo de ésta, decide completar su formación iniciando una
carrera superior. Una vez completa, mejora su situación laboral notablemente, lo
que le da acceso a una situación social diferente de la que tenía cuando conoció a
Noelia. Tienen dos hijas, Marta y María. Marta, la mayor, se las da de desen-
vuelta y madura. María, como contraposición a Marta, observa en silencio, se
acerca a la madre y se refugia bajo su amparo.
José Antonio, en su nuevo ambiente social, ha conocido a muchas personas,
entre otras a una nueva mujer y esto ha contribuido, entre otras razones, a la rup-
tura de su matrimonio, ruptura iniciada por él mismo.
Marta y María se quedan a vivir con su madre en la casa familiar. Al princi-
pio todo se hace muy educadamente. José Antonio decide salir del domicilio fami-
liar y se busca un pequeño apartamento.
Marta empieza a evidenciar crisis, primero en los estudios. Su rendimiento
académico ha bajado notablemente hasta el punto que decide no continuar con
sus estudios durante algún tiempo. No sabe en qué ocupar sus días y pasa gran-
des altibajos anímicos. Cuando se siente hundida siempre busca el amparo y pro-
tección de la madre.
El padre intenta hacer de padre, amigo y consejero de Marta. Marta, en cuan-
to se encuentra un poco mejor, empieza a pasar algunas temporadas en el aparta-
Efectos en los hijos 81

mento del padre, donde, a días, vive con su nueva mujer, con quien ella intenta
intimar.
Noelia sufre porque cree que la imagen que tienen Marta y María de la sepa-
ración refleja los puntos de vista y los sesgos que José Antonio les ha querido con-
tar, muchos de ellos en contra de ella. Ella misma no se atreve a contar su versión
por temor a que, en el proceso, aparezcan descalificaciones hacia José Antonio
ante sus hijas, de quien termina formándose una imagen de aprovechado.
María sigue viviendo con su madre pero Marta pasa cada vez más períodos
con su padre. Ello no impide que, cada vez que se cansa, se vuelva a vivir con la
madre. No solamente ha roto su ritmo académico si no que su vida emocional
parece ser un caos. Se ha distanciado de sus amigas de siempre y ha roto con el
chico con el que empezaba a salir. Llega a hacer varios gestos autolíticos, que no
son verdaderos intentos de quitarse la vida sino llamadas de atención y termina
con la necesidad de ser ingresada en un centro psiquiátrico durante un breve
período de tiempo.
Los padres, aunque hostiles en lo profundo, siguen aparentando una inmen-
sa educación en su relación externa y se encuentran siempre presentes en todos
los avatares de la vida de Marta, quien, con sus continuas crisis, impide que se ter-
mine de consumar la separación entre los padres, dándoles una tarea común: sal-
varla a ella.
Durante todo este tiempo María, que ha ido creciendo y que se deja influir
por Marta, empieza a expresar su deseo de vida con su hermana cuando ésta vive
con su padre.
El padre, al tener ambas hijas viviendo con él se prepara a reclamar judicial-
mente el cambio de asignación del disfrute de la casa. El enfrentamiento conti-
nuo y larvado entre los padres no parece tener fin, lo que se refleja en la ausencia
de equilibrio de las hijas.
La ansiedad es una reacción global, que implica toda una serie de pensa-
mientos y sentimientos poco constructivos, una sobreactivación psicofisioló-
gica, y un comportamiento acelerado y desorganizado.
Así el/la niño/a puede percibir toda una serie de peligros tales como
abandono, rechazo, fracaso, desamparo y sentirse asustado. Tales peligros
pueden provocar, a la vez, que su corazón se acelere, sus músculos se tensen,
se muestre especialmente irritable, le cueste respirar, tenga una sensación de
nudo en el estómago y de opresión en el pecho; o que se desencadene un
comportamiento hiperactivo, que no pare quieto, no se concentre...
Esta reacción es muy común, tanto en niños como en adultos, y no se
suele presentar en el vacío, por nada, sino que suele estar provocada por
situaciones que supongan una amenaza real, o que el individuo subjetiva-
mente así lo perciba, para su vida, su integridad, su bienestar general...
La aparición de miedos nuevos o la intensificación de otros preexistentes
(a la oscuridad, a pequeños animales, a la muerte, a fantasías y monstruos que
recrean en su cabeza, a quedarse o dormir solos, a posibles desgracias veni-
deras...) es algo muy frecuente.
82 Repartirse el desamor

3.3.3. Depresión

Silvia y Lucía
Zoe y Jacinto llevan casados veinte años.
Zoe es la perfecta ama de casa aunque tiene algunos problemas de salud.
Jacinto tiene una doble vida sentimental, ya que ha establecido relación con
varias parejas, a escondidas de Zoe. Muchos supuestos viajes de trabajo no son
otra cosa que excursiones con la amante de turno.
Zoe y Jacinto tienen dos, hijas Silvia y Lucía, de dieciocho y quince años.
Ambas, según Zoe quieren a su padre con locura. Para ellas es un buen padre. Zoe
descubre, por fin, la última relación de Jacinto con la amante de turno al encon-
trar su coche delante de la casa de ésa cuando, supuestamente, tenía que estar de
viaje de negocios en una ciudad distante.
Tras la crisis, exige la separación, siendo Jacinto el que se va a un nuevo apar-
tamento y sus hijas se quedan a vivir con la madre.
Zoe hace que Jacinto les cuente a sus hijas los motivos básicos de su separa-
ción. Las hijas muestran su desencanto y lo encajan mal, inicialmente. La rela-
ción con su amante termina pronto y posteriormente Jacinto hace varios intentos
por reiniciar su relación con Zoe.
Sus dos hijas lloran con frecuencia inicialmente, no se cuentan sus penas
entre sí, se aíslan, pero, aparte de esto, su vida no parece haberse visto especial-
mente afectada. Su rendimiento académico se mantiene. Siguen, tras un primer
alejamiento de sus amigas en contacto con sus pandillas de siempre, donde se
encuentran bien integradas. Al poco tiempo de la separación, tras aumentar las
visitas al padre, empiezan a reconstruir su relación con él, relación que se ve ayu-
dada por la necesidad de protección que ambas parecen detectar en su padre.
Este afán de protección les hace aliarse con la postura del padre en sus inten-
tos de reconciliación con la madre provocando encuentros ocasionales y comidas
familiares. Este período de «felicidad efímera» se ve ensombrecido por la conti-
nua incongruencia del padre quien, descubren, sigue simultaneando sus intentos
de reconciliación con la madre y la búsqueda de nuevas parejas ocasionales a las
que lleva a su apartamento, parejas a las que ellas sorprenden y detestan.
El ídolo paterno se les cae una y otra vez. Ambas hijas continúan viviendo su
vida con entera normalidad, si bien se muestran muy reticentes a iniciar una rela-
ción de pareja más estable con los chicos que las pretenden.

Muchos niños/as se encuentran tremendamente tristes, cansados, dejan


de interesarse por las cosas que hasta ayer les habían apasionado (juegos,
juguetes, programas de televisión, actividades extraescolares...).
Se empeñan en verlo todo negro, tienen dificultades para conciliar el
sueño o se despiertan con mucha frecuencia a lo largo de la noche.
Algunos/as pueden llegar a quejarse de la vida y hasta expresar deseos de
no querer seguir viviendo.
Efectos en los hijos 83

3.4. R 

Juan
Los padres de Juan, de nueve años, se han separado hace tres meses. Su padre
se ha ido a vivir a una ciudad diferente, por lo que mantiene con él poco contac-
to. Ha empezado a convivir con otra mujer al poco tiempo, algo que Juan y Mano-
lo (su hermano tres años mayor que él) no aprueban y resienten. Encima el padre
se ha llevado consigo a Gaiska, el perro al que Juan se encontraba muy ligado.
Juan habla como un adulto. Expresa emociones con una claridad y elabora-
ción que no parecen ser propias de su edad, pero ha vuelto a hacerse pis en la cama
con una frecuencia casi diaria, algo que ya hacía tiempo que no ocurría.

Un tercer canal de datos a observar con detenimiento para entender


mejor la reacción de los niños, son sus respuestas somáticas. Éstos también
son importantes indicadores a la hora de captar sus reacciones de ansiedad
ante el conflicto parental. Diversos estudios demuestran cambios fisiológicos
(por ejemplo, tensión muscular, opresión en el pecho, dificultad para respi-
rar, mareos, aceleración cardíaca...) muy marcados en los niños cuando les
toca presenciar el conflicto y las discusiones parentales. Esta mayor activa-
ción fisiológica puede evidenciarse, ya lo hemos dicho, mediante «tics» facia-
les o corporales, aceleración general, dolores de cabeza o de tripa... Algunos
niños experimentan involuciones a etapas de desarrollo anteriores: así, no es
extraño que algunos vuelvan a hacerse pis en la cama con alguna frecuencia,
aunque ya hubieran adquirido control sobre los esfínteres o estuvieran a
punto de conseguirlo.
Todos estos canales de expresión no suelen ser estancos, y algunos niños,
especialmente cuando están muy afectados y la intensidad de su reacción es
elevada, rebosan manifestaciones por los cuatro costados.
El relato de alguno de los casos apuntados más arriba, así lo atestigua.

4. EJEMPLOS DE FORMAS DE REACCIONAR

Los ejemplos presentados más arriba, casos reales todos ellos, represen-
tan un buen ejemplo de las variadas formas de reaccionar de muchos hijos de
separados.
Quizás algún lector piense que hemos cargado las tintas o que sólo hemos
presentado las situaciones más graves, o que nos mueve una aviesa intención
de amedrentar a quienes piensen en embarcarse en la separación. Nada más
lejos de la realidad. Se trata de situaciones concretas, quizás algo sesgadas,
eso sí, pues son buenas representantes de las que terminan acudiendo a una
consulta ambulatoria y, seguramente, los que completen la separación con un
éxito total no tengan necesidad de acudir a consulta alguna.
Debemos insistir, sin embargo, en que muchas de las reacciones adversas
señaladas en los casos anteriores, están provocadas más por el enfrentamiento y
la tensión continua de los padres que por cualquier otro tipo de circunstancias.
84 Repartirse el desamor

De manera resumida, pues, algunas de las formas típicas de reaccionar de


los hijos/as son las siguientes:

4.1. N 


Estos niños tienden a culpar a los padres de la separación de manera que
su reacción puede contribuir a aumentar la sensación de éstos de ambivalen-
cia y duda de si han hecho lo correcto. En la mayoría de los casos terminará
por hacer que se sientan culpables, completando así el círculo.
No es infrecuente que expresen sus enfados de forma vehemente y des-
tructiva, pero la expresión de sus sentimientos agresivos es su forma especial
de acomodarse a la situación de separación.
El proceso así iniciado será, sin duda, estresante también para los padres.
Si los hijos empiezan a comportarse de manera agresiva, quizá debería
permitírseles una cierta expresión de ira, pero habría que continuar siendo
firmes acerca de los límites en relación con el comportamiento que se va tole-
rar y el que no es tolerable en modo alguno.

4.2. H    


Los deseos de que los padres se reconcilien suelen ser muy frecuentes en
los hijos y representan una forma muy común de manejar sus propios senti-
mientos en relación con la separación.
Si, encima, uno de los padres se siente ambivalente o inseguro en su pro-
ceder, no es raro que recurra al comentario de «papa/mamá quiere que vuel-
vas...». Este comentario, en boca de un hijo, aumentará el sentimiento de
inseguridad del padre/madre, o incluso podría provocar o acelerar sus planes
de vuelta, aún cuando, realmente, no están preparados/as.
Los niños que alimentan estas fantasías suelen hacer más difícil que los
padres lleguen a aceptar su nuevo estado de separados.
Si una pareja sintiese que sus hijos presionan para que vuelvan a vivir jun-
tos, deberían hablar con ellos y plantearles que se dan cuenta de que a él le
gustaría verles juntos otra vez, pero que no lo van a hacer y que esa es una
decisión que sólo les concierne tomar a ellos.
Es aconsejable que comprendan los deseos de sus hijos, pero mucho más
que sean firmes en relación con el cumplimiento de sus propios planes, al
margen de los deseos manipuladores de los hijos.
Efectos en los hijos 85

4.3. H «C»

Algunos hijos no sólo desean que se restablezca la relación entre los


padres, sino que, a veces, se empeñan en actuar como verdaderas celestinas,
llevando mensajes de un padre al otro. Esto es más probable que ocurra cuan-
do los adultos son incapaces de hablar entre sí.
Este tipo de situaciones suele terminar por convertirse en algo estresante
para los niños, porque, al final, les toca realizar un papel que no les corres-
ponde, ni en la ruptura de comunicación entre los padres, ni en sus intentos
de restablecimiento de la misma, llegando, incluso, a hacer más improbable,
en el futuro, que la comunicación entre ellos llegue a producirse cara a cara.
Si se tienen dificultades para seguir hablando con su expareja, quizá debe-
rían recurrir a un consejero marital o a un mediador, pero definitivamente,
deberían dejar a los hijos en paz y no alentarles o permitirles hacer este papel.

4.4. N 

Los niños deprimidos suelen mostrarse, ya lo hemos dicho, apáticos,


retraídos, desinteresados, tristes y desesperados, lo que puede hacer que
aumente aún más el sentimiento de culpa en los padres que ya se sienten sufi-
cientemente culpables y responsables de la separación. Ello puede hacer que
los padres se sientan impotentes e incapaces de ayudar a sus hijos y que no
cesen de preguntarse si están haciendo lo correcto al separase.
86 Repartirse el desamor

Si alguno de los hijos se mostrase deprimido durante un tiempo demasia-


do largo (más de unos meses), quizá fuera bueno que los padres intenten
crear unas condiciones de vida lo más normalizadas posible, y si ello no fuera
suficiente, que busquen la ayuda de un psicólogo profesional durante algún
tiempo. Esta ayuda será más recomendable si se añadiesen algunas de las
siguientes condiciones: dificultades socioeconómicas, problemas psicopato-
lógicos en uno o ambos padres, problemas de adaptación familiar previos a
la separación, cambios radicales en la familia, conflictos continuados entre los
padres tras la separación, ausencia física o emocional del/de la «ex», ausen-
cia de apoyo emocional fuera de la familia (amigos, colegio...).

4.5. H 

No es infrecuente que los hijos intenten desafiar a sus padres en varias


fases de su evolución, a lo largo de su vida, llevando sus comportamientos
hasta extremos insospechados con los que, a veces, sólo parecen querer pro-
bar la disponibilidad, constancia y consistencia de sus padres.
La mejor forma de afrontar y manejar tales excesos de comportamiento
por parte de los padres es cooperar entre sí a la hora de aplicar métodos de
disciplina, ser firmes en el cumplimiento de las normas y, a la vez, seguir ofre-
ciendo un cuidado afectivo, solícito y constante, a pesar de los continuos
desafíos.
Efectos en los hijos 87

En aquellas situaciones en las que el conflicto entre los padres es alto y, al


final, haya de intervenir el juez en la toma de decisiones respecto a los hijos,
es probable que algunos niños intenten manipular a sus padres a la hora de
seguir o no seguir con ellos e irse con el/la «ex». Podrían provocar peleas
entre los padres creando, entre ellos, una competitividad insana, inventando
historias, o presentando versiones acerca del/de la otro/a, que fomentan el
enfrentamiento. Muchas veces, tales intentos de manipulación no represen-
tan sino uno más de los métodos utilizados por los hijos que, profundamen-
te estresados, buscan una salida desesperada a sus conflictos personales.
En estos casos, la única forma posible de intentar controlar sus manipu-
laciones, consiste en poner limites a los conflictos entre la pareja y hacer que
cooperen todo lo que sea posible en lo que concierne a las pautas de educa-
ción de los hijos.

5. FACTORES QUE HACEN MÁS VULNERABLES A LOS NIÑOS

Algunos padres se preguntan, al separarse qué pueden hacer ellos para


aminorar el impacto de la separación en los hijos y, por extensión, cuáles
serán las variables que determinen tal reacción.
Estas preguntas suelen ir acompañadas de otras tales como: ¿Son los
niños más reactivos que las niñas ante las peleas de los padres? ¿A qué edad
empiezan a experimentar los niños tensión ante sus discusiones? ¿Y ante la
separación? ¿Existe alguna edad en que sean más vulnerables ante éstas?
Lo que sigue son algunas ideas aclaradoras, aún cuando no podamos dejar
de insistir que tales reacciones puedan ser muy diferentes, en cada caso.

5.1. S

Durante algún tiempo se pensó que los niños eran más vulnerables que las
niñas ante las disputas y ante los efectos de la separación. Sin embargo, ahora
no lo tenemos tan claro.
Sí es claro, no obstante, que son diferentes sus formas de expresar tales
reacciones. Consistente con los roles sexuales propios, los niños tienden a
demostrar su inquietud expresando más agresividad, mientras que las niñas
lo hacen volviéndose retraídas, desconfiadas y recelosas.
Estas diferencias en cuanto a la vulnerabilidad cambian con la edad. Se
suelen dar más trastornos psicológicos entre los niños más jóvenes en familias
divorciadas que en las niñas. Estas diferencias se nivelan en edades más tar-
días y, en especial, en la adolescencia: más tarde, son las niñas las que experi-
mentan y presentan más problemas.
88 Repartirse el desamor

5.2. E

Muchas personas piensan, equivocadamente, que los niños y las niñas


pequeños no son sensibles a la comunicación interparental y las emociones
que éstos les provocan.
Creen que los padres pueden discutir delante de los niños, sin dar impor-
tancia a su presencia, asumiendo que éstos no llegan a darse cuenta.
Los resultados de numerosos estudios contradicen este punto de vista.
Los niños seguramente no entiendan el contenido de lo que los padres digan,
pero sí entienden muy bien las emociones que subyacen a sus discusiones.
Incluso antes de los seis meses los niños reaccionan de manera diferente
ante los enfados de los adultos que les cuidan que ante otras emociones.
Esta capacidad cambia y evoluciona con la edad. La sensibilidad de los
niños para captar las reacciones emocionales de los padres, durante sus dis-
cusiones, aumenta notablemente alrededor de los seis años y permanece muy
alta durante el resto de la infancia y adolescencia.
Los bebés raramente se entremeten en las disputas de los padres pero sí
lo hacen en la edad preescolar y en la adolescencia. Las reacciones de miedo
también cambian con la edad, siendo mucho más marcadas y patentes en
estas edades.
Siguen ejemplos de algunas reacciones típicas y predecibles que cabe
esperar de los niños en función de su edad y de su grado de madurez1:

Hasta los dos años:


Los bebés responden a cualquier cambio que se produzca en sus rutinas
habituales con enfado, llanto, distrés y malestar. El comportamiento y los sen-
timientos de las personas que les cuidan tienden a influir, también, en el
malestar que puedan experimentar. Por otra parte, si cambian sus hábitos de
sueño y alimentación, seguramente le produzcan un malestar añadido.
Es por ello que la atención debiera centrarse en las necesidades del niño
y, si se llegase a tener que hablar de un régimen de visitas, éstas deberían ser
de corta duración y producirse siempre en un ambiente familiar para el niño.

Dos-cinco años:
Los niños en edad preescolar tienden a fantasear e inventarse cosas que
sólo ocurren en su imaginación. Los niños en este grupo de edad tiende a
pensar que pueden haber sido ellos la causa de la separación y a echarse la
culpa del trastoque familiar. Esto podría ocurrir con más probabilidad si no
se les ha avisado, con anticipación, de la separación.
En esta edad, el comportamiento es un buen indicador de cómo se sienten
por dentro. Quizá notemos que sus hábitos de sueño y comida, o incluso el

1
L. McNamara y J. Morrison, Separation, Divorce and After, Nueva York, University of
Queensland Press, 1982.
Efectos en los hijos 89

descontrol de esfínteres, vuelven a niveles anteriores a la separación y que su


lenguaje empeora, volviéndose todavía más infantil. Algunos se vuelven
demandantes y absorbentes, y tienden a seguir a la madre o al padre de habi-
tación en habitación. A veces, cuando tienen que salir de casa, irse a la cama
o a la guardería, pueden volverse a producir situaciones de ansiedad y buscar-
se excusas para no salir (por ejemplo, decir que tienen dolor de tripas...) Los
niños de este grupo de edad no son capaces de entender la separación, ni de
reorganizar sus sentimientos por causa de ésta y pueden sentirse desorienta-
dos o retraerse incluso de aquellas cosas y actividades que antes disfrutaban.
Lo que ayudará a los hijos de estos grupos de edad será, sin duda:

a) mantener las rutinas y horarios habituales,


b) aprovechar cada ocasión que se presente para asegurarles que se les
quiere,
c) y, sobre todo, advertirles de que ellos no son en absoluto responsables
de la ruptura.

El padre con derecho a visita, si éste hubiera sido el arreglo acordado,


habría de mantenerse en contacto y plantearse cuidadosamente y de manera
responsable, si es conveniente tenerle a su cuidado más de un día, o si es con-
veniente que se quede a pernoctar en un ambiente que no le es muy conoci-
do o familiar, y ello por mucho que le apetezca estar en contacto con su
hijo/a. A menos que el niño haya tenido experiencia en dormir fuera de casa
más de una noche, y esté muy acostumbrado a ello, dormir fuera de casa
puede considerarse una fuente de estrés añadido.

Cinco-ocho años:
Los niños de este grupo de edad ya han empezado a hacer amigos fuera del
círculo familiar (entre los vecinos, compañeros y profesores) y estos amigos se
han convertido en personas y referentes importantes para ellos. A pesar de todo,
la familia sigue siendo la principal fuente de seguridad y, ante la separación, su
principal reacción suele ser de tristeza y enfado. Expresan el enfado, a menudo,
contra ambos padres y pueden, posteriormente, sentirse culpables por ello.
Podrían producirse cambios notables en su comportamiento y rendi-
miento escolar. Quizá tengan que dedicar gran parte de sus esfuerzos y ener-
gías a organizar sus propios sentimientos y tengan, por ello, dificultades a la
hora de concentrarse en sus actividades escolares como solían hacerlo antes
de la separación.
Algunos niños se vuelven agresivos e intentan rechazar a cualquier adul-
to, bien sea el padre o la madre, bien el profesor, y prefieren mantenerse ale-
jados de ellos.
Algunos niños, en este grupo de edad, desarrollan fantasías de reconcilia-
ción y tratan de ejercer una importante presión en los padres para que se
vuelvan a juntar.
Si hablan de reconciliación o se comportan como si intentasen provocar-
la, quizá los padres deberían, como ya se ha señalado, admitir el sentido y la
90 Repartirse el desamor

importancia de su deseo, pero recordarles que ésa es una decisión que sólo
les corresponde a los adultos.
Los hijos podrían tomar partido por uno u otro, a rachas, y parecer más
unidos al uno que al otro.
Si el nivel de conflicto entre la pareja continuase siendo alto podría ser
que el niño se viera implicado y se viera arrollado por este conflicto.

Ocho-doce años:
Los/as niños/as en este grupo de edad, tienen más capacidad para entender
los cambios que se producen en la familia que sus hermanos/as más jóvenes.
Se ven menos sorprendidos por sus sentimientos, siendo, a veces, más
capaces de ordenarlos.
Ya han empezado a captar y a reconocer que la gente puede reaccionar y
pensar de manera diferente.
En este grupo de edad suele ser frecuente experimentar sentimientos de
vergüenza, al verse o sentirse diferentes de sus compañeros y podrían preo-
cuparse por lo que piensan estos de ellos, y, como resultado, podría ser que
les costase hablar con sus amigos acerca de la separación de sus padres.
Algunos niños en este grupo de edad podrían pensar, también, que hablar
de lo que está pasando en casa es una forma de traicionar a sus padres y que,
si se lo cuentan a sus amigos, es como no saber guardarles el secreto. Pueden
experimentar fuertes sentimientos de ira y enfado, llegando, a veces, a aliar-
se, de manera consciente, con un padre en contra del otro.
Sus sentimientos de pérdida y tristeza podrían verse enmascarados, y
dedicarse con más ahínco al juego y a sus amigos, o poniendo cara de valen-
tía y de que no está pasando nada, intentando demostrar que nada les impor-
ta ni preocupa. Aprenden a aparentar una actitud «pasota».

Más de doce años:


La adolescencia es un tiempo de cambio, durante el cual es corriente que
se ponga en entredicho los valores parentales, intentando nuevas formas de
comportamiento y, en definitiva, que se intente crear la propia personalidad
y forma de ser diferenciada de la anterior y de los padres.
Por lo general, los adolescentes experimentan sus propios sentimientos de
una manera intensa, y son capaces de reconocer y hablar acerca de sus senti-
mientos y de los demás. Al contrario que los niños más jóvenes, los adoles-
centes ya tienen un dominio de la palabra, y ello les permite, también, expre-
sar lo que sienten.
Si tienen capacidad, suelen expresar ira hacia ambos padres y ofrecer
resistencia ante los intentos de cualquiera de ellos por convertirlos en sus alia-
dos en los conflictos maritales.
Algunos adolescentes, que han vivido durante años el conflicto marital, la
separación sólo les produce una sensación de alivio, haciéndoles constatar
que sus padres no pueden vivir juntos.
Algunos adolescente reaccionan a la separación de varias formas:
Efectos en los hijos 91

a) Podrían sentir vergüenza, especialmente si existe una tercera persona,


como nueva relación.
b) Podrían demostrar una actitud oposicionista, o convertirse en seres
especialmente críticos acerca de los padres, o sus nuevas parejas.
c) Al ser un momento en el que intentan establecer su propia identidad
sexual, el comportamiento de los padres, en este sentido, puede añadir con-
fusión en ellos mismos.
d) Podría ser que los hijos adolescentes intentasen asumir más responsa-
bilidades en casa y no es infrecuente que intenten adoptar el papel del hom-
bre o la mujer de la casa; papel que, a la larga puede llegar a pasarles factura
y hacérseles insoportable.
e) La tristeza, la ira y la vergüenza tienden a ser las reacciones más típi-
cas en esta edad.

Es posible que algunos padres noten que los hijos se vuelven más retraí-
dos, cada vez que intentan poner en orden sus sentimientos. Necesitan pri-
vacidad y tiempo, y podrían necesitar, también, el apoyo de sus amigos, y no
sólo el de su familia.
Si los que se separan tuviesen hijos adolescentes, es posible que noten que
necesitan una cierta distancia también de ellos mismos, para poder formarse
su propia perspectiva de la familia.

5.3. T  


Diferentes estudios realizados en los últimos tiempos, y publicados en
revistas especializadas2, analizan con detalle la influencia del estilo de convi-
vencia establecida después de la separación, a la hora de determinar su efec-
to en los hijos.
El estudio de Luepnitz3, quizá sea uno de los pioneros, y sus resultados
son clarificadores al respecto. Esta autora estudió en una muestra amplia, y
con bastante detenimiento, el efecto en los hijos —y también en los padres—
de tres clases diferentes de custodia:
a) Paterna.
b) Materna.
c) Conjunta.
Hasta el año 1900, la controversia con relación a quién debería detentar la
custodia de los hijos era escasa, al menos en referencia a los aspectos legales:
los hijos se consideraban propiedad del padre. Las madres carecían de entidad
legal y, en consecuencia, la custodia era asignada siempre a los padres. Salvo

2
Una de las más prestigiosas es Journal of Divorce & Remarriage.
3
D. A. Luepnitz, Child Custody: a Study of Families after Divorce, Nueva York, Lexington
Books, 1982.
92 Repartirse el desamor

que la madre pudiese probar la incapacidad del padre y, además, estar lo sufi-
cientemente dotada económicamente como para mantener a los hijos; algo
harto difícil, ya que, por entonces, la mujer respetable no trabajaba.
A partir de 1925 empezó a emplearse el concepto de «mejor interés de los
hijos» y hasta los años 60, aproximadamente (y en nuestro país hasta el pre-
sente), ese «mejor interés de los hijos» significaba la asignación casi automá-
tica de la custodia de los hijos a la madre. Estaba implícita la aceptación de
la existencia de un supuesto instinto materno, con fuertes raíces biológicas,
que aconseja este tipo de custodia.
En los últimos tiempos vuelve a cambiar la moda, volviéndose a cuestio-
nar la supuesta incapacidad del padre para el maternaje y la existencia del ins-
tinto maternal, y se empieza a hablar, y en algunos países a poner en prácti-
ca, de la conveniencia de una custodia conjunta, aunque ésta sigue siendo
bastante desconocida, y poco potenciada y aconsejada en España, a pesar de
que las asociaciones de padres separados la demandan con insistencia.
Este último tipo de custodia puede adoptar formas muy variadas, entre las
que se encuentran:

a) Media semana alternativa con cada uno de los padres.


b) Medio día con cada uno de ellos.
c) Medio año con el padre y el otro medio con la madre.
d) Años alternativos.

Ninguno de los tres tipos de custodia es, por principio, mejor que otro.
Las ventajas y desventajas de cada una de ellas, desde el punto de vista de los
padres, son analizadas con más detalle en el capítulo 5. La custodia compar-
tida comporta más necesidad de contacto y acuerdo entre ambos padres, por
lo que a la educación y cuidado de los hijos respecta. Ello conlleva ventajas e
inconvenientes, que conviene analizar en cada caso concreto, antes de tomar
una decisión firme.

5.3.1. Tipos de custodia y ajuste emocional de los hijos

No existe prueba alguna que indique el mayor ajuste emocional de aque-


llos hijos que se hallan bajo la custodia materna, sobre los que están bajo otro
tipo de custodia. Sin embargo, sí parece existir una mayor madurez y equili-
brio cuando los hijos son asignados al progenitor del mismo sexo.
La única variable que anuncia un menor grado de ajuste posterior de los
hijos, es la que se refiere al grado e intensidad de conflicto entre los padres.
La custodia conjunta, contrariamente a lo que se temía inicialmente, no
sirvió para promover más conflictos o hacer que éstos durasen más entre los
padres. Seguramente ello se deba a que los padres que la asumieron reunían
unas características especiales. No todas las parejas pueden permitirse el lujo
de elegir este tipo de custodia.
Efectos en los hijos 93

5.4. R  

Quizá, en último extremo, el factor que más importe a la hora de deter-


minar el posible efecto de la separación en los hijos, no estribe tanto sus
características psicológicas como las características psicosociales y el contex-
to en el que se dé el divorcio, la relación que establezcan los padres después
de la separación, tanto entre sí como con los hijos.
Los estudios suelen ser coincidentes en sus resultados. El perfil de los
hijos que desarrollarán problemas psicopatológicos que necesiten atención
de un profesional es aproximadamente el siguiente: varón, hijo de padres que
siguieron un proceso especialmente litigioso, la madre tiene adjudicada la
custodia, el padre se muestra distante y emocionalmente desentendido del
matrimonio, mientras que la madre todavía se encuentra «enganchada». Los
padres, seguramente no han llegado a un acuerdo sobre los aspectos econó-
micos de su separación, el padre no pasa pensión compensatoria a la madre
y raramente visita a los hijos o tiene contacto alguno con ellos.

6. EFECTOS DEL COMPORTAMIENTO DE LOS HIJOS


EN EL COMPORTAMIENTO DE LOS PADRES

Hasta el momento hemos centrado la discusión en los efectos de la sepa-


ración en los niños que suelen demostrar sus sentimientos con cambios en su
comportamiento. Algunos de estos cambios son muy marcados y pueden lle-
gar a afectar a los padres que, a su vez, están experimentando, también, cam-
bios importantes en una etapa crucial de sus vidas.
No deberíamos olvidar que el comportamiento en las parejas y en las
familias tiende a ser recíproco. Lo que hace una parte, tiende a determinar
la contestación de la otra. Ni que decir tiene que, en estos momentos tan
delicados, se pueden establecer círculos viciosos de acción-reacción (mal
comportamiento de los hijos  contestación de los padres agriando su
carácter  empeoramiento del comportamiento de los hijos  desarrollo de
un patrón de relación familiar disfuncional).

7. EN RESUMEN

Los hijos de las parejas que se separan necesitarán tiempo, dedicación y


una atmósfera permisiva para poder procesar los sentimientos que les vayan
surgiendo a raíz de la separación. Los niños tienden a demostrar sus senti-
mientos no sólo a través del comportamiento, que puede cambiar de manera
radical en los meses que siguen a la separación, sino también a través de sus
somatizaciones.
La reacción de los niños varía y depende de varios factores: la edad y el
sexo suelen importar.
94 Repartirse el desamor

El extremo hasta el cual hayan sido informados antes de la separación, así


como el nivel de conflicto previo y posterior que exista entre los padres, son
determinantes. Los niños se muestran más estresados si el conflicto es inten-
so y continuado durante mucho tiempo.
Algunos niños empiezan a demostrar sus sentimientos acerca de la separa-
ción inmediatamente después de que ésta haya ocurrido, otros tardan algo más.
Si su comportamiento desajustado fuera de preocupar y su reacción per-
sistiese, quizá los padres tendrían que pensar en buscar ayuda profesional.
Los amigos y el médico de familia podrán sugerir personas con experiencia
en el asesoramiento en los problemas de familia, a quienes recurrir.
4
Efectos a corto y largo plazo en la pareja
1. REACCIONES A CORTO PLAZO

La aceptación del proceso de separación marital implica el reconocimiento


de que una relación que un día nos resultó importante y en la que investimos
un montón de esperanzas para el futuro, se ha terminado definitivamente.
Significa, también, que las rutinas diarias más corrientes, y a las que nos
hemos acostumbrado durante años, se trastocan y que muchas de las fuentes
de satisfacción, afecto y apoyo ya no están disponibles, justamente cuando
más las necesitamos.
Para ambos miembros de la pareja, la separación requiere un gran núme-
ro de reajustes y, para algunas personas, representa una de las experiencias
más traumáticas de sus vidas.
Cuando las personas se separaran, suelen experimentar una gran variedad
de reacciones emocionales que varían en intensidad, en duración y en el tiem-
po que se tarda en pasar esta reacción emocional.
La intensidad de estos sentimientos puede verse modulada por gran varie-
dad de factores entre los que cabría destacar:

a) Duración del matrimonio.


b) El grado de armonía que creíamos tener.
c) La cantidad de fe y compromiso que la persona inviste en la relación
antes de la separación.
d) La red de apoyo social: el número de personas con las que tengamos
confianza y que puedan estar a nuestro lado en tales circunstancias.
e) La pertenencia a un grupo religioso, círculo social, o a una comunidad
étnica en el que el divorcio no es aceptado. (Posiblemente, en estos casos, el
proceso de separación resulta más dificultoso).
f) Las experiencias pasadas: si alguien ha experimentado siendo niño, o
ya de adulto, algún tipo de pérdida y todavía se ve afectado por la pena y el
dolor por tal pérdida, la separación volverá a acarrear muchos de los senti-
mientos experimentados anteriormente.

Algunas personas pueden verse sorprendidas por lo variado e intenso del


torbellino emocional que se experimenta después de la separación.
98 Repartirse el desamor

Aunque cada matrimonio es único, existe un gran número de emociones


que la mayoría de la gente experimenta de manera repetida y consistente
cuando se separa.
Experimentar estos sentimientos puede ser especialmente estresante si no
se encuentran preparadas para tal eventualidad, o no están acostumbradas a
expresar sentimientos, como una reacción catártica y una posible forma de
encontrar alivio.
A continuación se repasan las primeras reacciones experimentadas por
algunas de las personas separadas que nos han consultado:

1.1. SHOCK  

Hay ocasiones en que uno de los dos miembros de la pareja ha rumiado


su resentimiento hasta la saciedad, hasta que, al fin, explota. El otro puede
haberse empeñado en ponerse una venda y no querer ver los que todos lo que
le rodean pueden ver con claridad.
Cuando la pareja se da cuenta, por fin, de que la relación está pasando por
dificultades serias, la primera reacción suele ser de sorpresa y de shock.
Es frecuente que uno de los dos piense que se trata solamente de una fase
más de la evolución normal de la relación y espere que las dificultades se ter-
minen por resolver. Es también corriente albergar sentimientos de increduli-
dad y desconfiar de que eso nos esté pasando a nosotros.
Para la persona que descubre que el/la otro/a se ha marchado, el shock
puede ser repentino, agudo y precipitar una fuerte crisis.
En tales ocasiones es frecuente que sea necesario buscar y obtener apoyo
y ayuda. Es imposible que en esos momentos podamos pensar y razonar de
manera clara, y por ende que seamos capaces de tomar ninguna decisión
racional y acertada en tal estado.

1.2. M
Mario
Mario lleva cuatro años separado.
Tras un período de baja laboral, basada en su reacción emocional de ansiedad
y depresión, ha empezado a trabajar de nuevo. Empezar a trabajar le ha hecho
bien, si bien al principio le fue imposible continuar trabajando. Apenas dormía,
se levantaba especialmente cansado, era incapaz de concentrarse, cometía impor-
tantes fallos en su trabajo que repercutían en el trabajo de terceros... y termina-
ron recomendándole que se «cogiese la baja...».
Mario sigue viviendo en el domicilio familiar, ya que se quedaron a vivir con él
su hijo y su hija. Los amigos antiguos de la pareja siguen frecuentándole.
Hay momentos que sigue sintiendo una gran rabia y agresividad hacia su ex:
no le faltan razones. Ésta ha entrado un día en el antiguo domicilio familiar, ha
cogido trajes de Mario, los ha hecho añicos con unas tijeras reduciéndolos todos a
tiras y se los ha dejado todos metidos en una bolsa que sólo sirve para la basura...
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 99

Tienen una segunda vivienda en un lugar de vacaciones que, cuando ha inten-


tado ocuparla, se la encontrado con la cerradura estropeada y bloqueada con masi-
lla. En otra ocasión, después de haber acordado que alquilarían esa vivienda, la
ex ha ido a molestar a los inquilinos.
A veces se siente profundamente irritado porque, en estas circunstancias, es
ella la que le ha puesto una denuncia por malos tratos.

Una vez que se ha pasado la primera reacción de incredulidad y de shock,


la mayoría de las personas que se separan experimenta reacciones de ira y
estrés.
Ello puede achacarse a múltiples razones como:

a) Constatación de que la relación no funcionó.


b) Constatación de que se ha perdido a la pareja para siempre.
c) Constatación de que se van a necesitar grandes cambios y reajustes en
nuestra vida cotidiana.

A veces se producen, también, serios cambios de humor, episodios de


llanto, nudo en el estómago, incapacidad para comer, pérdida de peso, epi-
sodios de insomnio de iniciación y de mantenimiento (no conseguir conciliar
el sueño o despertarse muchas veces a lo largo de una noche, tras quedarnos
dormidos). Estas reacciones pueden alternarse con períodos de gran espe-
ranza.
Si la relación marital, antes de la separación, estaba plagada de violencia
y discusiones, la primera reacción tras la separación quizá sea de alivio, pero
no es infrecuente sentirse también triste y estresado.
Es muy difícil, para cualquier adulto que experimente este tipo de estrés,
continuar trabajando, o para un/a padre/madre cuidar de hijos por sí solos,
sin algo de ayuda.
Aunque se empeñen en convencerse de que deberían ser capaces de
manejarse en tales situaciones, la mayoría de los adultos terminan sucum-
biendo ante tales dificultades. No es infrecuente, pues, en esta tesitura, tener
que cogerse la baja laboral o tener que recurrir a alguno de los miembros de
la familia, que eche una mano y ayude en el manejo de la casa y de los hijos.

1.3. M
Lucy
Lucy vive atemorizada desde su separación, hace un año.
Él se ha quedado en la casa familiar con los hijos, a los que apenas cuida,
interfiere en sus visitas y les anima a que eviten el contacto con ella.
No le pasa dinero alguno, se niega a dejarle que saque nada de casa, aun per-
tenencias que ella considera suyas.
Ha empezado a salir con otro hombre en quien encuentra un cierto apoyo en
su desánimo, pero el marido les sigue y acosa, metiendo a ambos el miedo en el
cuerpo. Se niega a firmar los papeles de separación.
100 Repartirse el desamor

Sus miedos se han ido incrementando y generalizando. Empezaron a la hora


de salir a la calle, pero ahora aparecen, también, si se queda sola en casa u oye el
más leve ruido.
Se siente sin confianza alguna y teme que nunca podrá reencauzar su vida, en
parte por el acecho de su marido, pero también por su sensación subjetiva de des-
valor.

Antonio
Antonio no ha sido capaz de rehacer su vida. Su ex le dejó y, desde entonces,
se ha convertido en un ser solitario. Cocinero de oficio no ha tenido problemas en
cuidar otros aspectos más cotidianos de su vida.
Ha desarrollado pánico a las mujeres. Y aunque es agraciado, resulta agrada-
ble y no es difícil acercarse a él —de hecho varias lo han intentado— en cuanto
se teme el más mínimo intento de acercamiento e intimidad, sale rebufando como
si fueran a apresarle.

Las personas que han pasado por un proceso de separación nos cuentan
que, a menudo, han sentido miedo, en primer lugar, de la intensidad de sus
reacciones emocionales y temen que sus sentimientos se les vayan de las
manos y que terminen por derrumbarse o volverse locos/as.
A esta sensación pueden contribuir varias circunstancias:

a) Que el cambio que les produce sus vidas les haga incapaces para
manejarse. Cualquier persona que se separe se dará cuenta que, de ahora en
adelante, habrá de realizar no solamente las tareas y funciones habituales,
sino que además habrá de realizar toda una serie de tareas y responsabilida-
des de las que, habitualmente, se encargaba la otra persona.
b) Muchas mujeres se derrumban, ante la perspectiva de tener que
ganarse la vida, encargarse de traer el dinero a casa, así como, a la vez, tener
que hacer pequeñas reparaciones y conseguir que la casa funcione.
c) A algunos hombres les abruma tener que adoptar el papel de madre,
cuidar del sustento propio y de cuidarse a sí mismos y a los hijos.
d) Ambos, padre y madre, podrían temer la pérdida de su familia y espe-
cialmente la pérdida del afecto de sus hijos, debido al régimen de visita y al
sistema de custodia que se establezca para el futuro.
e) Para muchos adultos, la separación implica tener que vivir solos, quizá
por primera vez en su vida. La soledad, en sí misma, especialmente si impli-
ca encontrarse solos en estos momentos de cambios emocionales tan impor-
tantes, puede llegar a ser agobiante.

1.4. T  

A menudo, cuando se termina una relación, se llega a sentir una gran sen-
sación de fracaso.
Ello puede deberse al hecho de sentirse culpable y responsable por haber
terminado con la relación o por haber fracasado como pareja, como
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 101

padre/madre, dado que se puede llegar a pensar que no se ha conseguido


hacer que la relación funcione y que esa es la mejor prueba de que no se sirve
para vivir en pareja, algo que se sigue considerando deseable: o, lo que es
peor, «que no se sirve para nada...». En nuestros grupos de autoayuda, los
asistentes han bautizado estos temores como el «síndrome de la cucaracha».
Han llegado a sentirse menos válidos/as que una cucaracha, creen que llevan
el cartel de «separado/a» en la frente, que les marca para todo y ante todos.
Los sentimientos de fracaso son especialmente fuertes si tu pareja no deja
de acusarte de ser responsable de la ruptura o si tú mismo/a te sientes culpa-
ble acerca de tu comportamiento durante la relación.

Por otra parte, si te identificas con un grupo religioso que no aprueba la


separación o el divorcio, o si temes que tus actos vayan a ir en contra de tu
familia, amigos o comunidad, la sensación de fracaso puede ser todavía
mayor.
102 Repartirse el desamor

1.5. R

Petri
Petri lleva un año separada, después de catorce años de matrimonio.
La iniciativa de la separación partió de ella, pero ahora esta rabiosa. Su rabia
se extiende fundamentalmente hacia su ex, pero también contra su abogado, algu-
nos amigos y... contra ella misma.
En el juzgado, su separación aparece como un mutuo acuerdo, pero ella se
siente estafada.
Firmó algo que piensa que no debería haber firmado, pues no estaba en sus
cabales para hacerlo: se lo presentaron como algo provisional y que habría una
actitud flexible frente a temas económicos y cuidado de los hijos, pero tal flexibi-
lidad brilla por su ausencia.
Tenían un pequeño negocio familiar, en cuya oficina trabajaba ella. La pare-
ja pensó que sería mejor que no tuvieran que verse todos los días y ella se buscó
un nuevo trabajo. Ahora está desbordada. No tiene tiempo para hacerlo todo, ape-
nas ve a sus hijos, y cuando los ve está tan cansada que no puede disfrutar de ellos.
Ellos le comentan que siempre se la ve preocupada...
Por lo que se refiere a la guarda y custodia de los hijos no hubo ninguna pega,
pero ahora él se limita a pasar el dinero que acordaron, que se ha demostrado
totalmente insuficiente, y apenas va a verles, ni se hace cargo de ellos los fines de
semana que acordaron. Además, se ha encargado de hacerles creer que su madre
le echó de casa porque ya no le quería...

Itxaso
Itxaso se ha separado hace unos meses. Sigue dolida y resentida.
Compartía muchas inquietudes y aficiones con su ex, pertenecía a las mismas
asociaciones que éste y para no encontrárselo ha limitado su asistencia lo que ha
profundizado su depresión.
En momentos de enfado, fantasea con la idea de ponerse su mejor minifal-
da, asistir a las reuniones donde sabe que su marido juega un papel destacado,
sentarse enfrente de él y meterle su cuerpo por los ojos, para que se dé cuenta de
lo mucho que ha perdido.
Esta fantasía es la más inocua. Muchos días se sorprende a sí misma fantasean-
do que su marido muere en un accidente de tráfico.

Carla
Carla está viviendo su proceso de separación durante cuatro años. Él decidió
marcharse.
Ella se considera abusada. En los últimos años le mantuvo con su sueldo y le
animó para que mejorase su situación profesional completando una carrera supe-
rior. Ahora que ha terminado y está en posición de promoción laboral la conside-
ra un lastre y no quiere saber nada de ella. Tienen dos hijas y cada cual vive la
separación de manera diferente.
La mayor, inteligente y despierta, ha dejado de rendir en el plano académico.
Tiene frecuentes confrontaciones con la madre, culpándola de la separación.
Tiene idealizado al padre con quien se va a vivir algunos períodos pero dura muy
poco con él.
Carla se siente timada por su marido. Presiente que éste manipula a las hijas,
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 103

sesgando la información que les da acerca de quién ha tenido la culpa de la sepa-


ración, haciéndola aparecer a ella como la mala.
Si algún día le necesita para que colabore en la educación de las hijas nunca
la encuentra disponible.
Además sospecha que quiere convencer a las hijas para que se vayan a vivir
con él, y cuando lo hagan pedir una revisión de sentencia para que se le asigne a
él el domicilio familiar, ya que las hijas viven con él...

No es infrecuente, tampoco, que una persona que se encuentra inmersa


en un proceso de separación sienta arranques de ira y de rabia.
Este sentimiento de ira puede tener varias causas:
a) Se puede sentir ira y enfado contra la pareja por abandonar la relación
y no intentarlo con el ahínco suficiente.
b) Podría ser, también, que se llegase a sentir ira contra la pareja por no
haber sido suficientemente sensible a nuestras necesidades, por no escuchar-
nos o no ser capaz de suplir nuestras expectativas y, en definitiva, cumplir la
gran cantidad de esperanzas que hubiéramos investido en él/ella.
c) Podría ser que nos sintiésemos defraudados y maltratados por los que
nos rodean y, en general, por la vida. Todo lo que tanto tiempo y esfuerzo nos
costó construir, se desmorona a nuestro alrededor, a pesar de nuestros esfuer-
zos, y sin que lo hayamos querido.
d) Podría ser que esa sensación de rabia fuese general por lo injusto de
toda la situación: «¿por qué tuvo que pasarme a mí, si otra gente sigue su rela-
ción sin problemas o se separa sin conflictos?, ¿por qué he de pasar todas
estas experiencias tan desagradables?», se preguntan muchos/as.
e) Esto es más probable que ocurra si ya se han tenido experiencias trau-
máticas semejantes con anterioridad. Mucha gente se sorprende por lo inten-
so de su enfado y podrían descubrirse a sí mismos/as actuando como los eter-
nos/as acusadores, reivindicadores y punitivos. A veces, esto les sirve para
impedir que se tengan que embarcar en el análisis profundo de sus propias
limitaciones, su propia contribución al origen y desarrollo de los problemas
de relación y sólo se fijen en la contribución de su pareja.
Lo más probable es que ambos miembros de la pareja hayan contribuido
al desarrollo de los problemas de relación, así como seguramente hayan sido
ambos los responsables de los buenos ratos pasados. Es importante que se lle-
gue a ser capaz de reconocer la propia contribución tanto en un sentido como
en el otro.
Si la reacción de ira se les llegase a escapar de las manos y empezasen a alber-
gar sentimientos de venganza y a generar ideas destructivas preplanificadas, con-
tra el/la otro/a o contra terceras personas, o incluso contra uno/a mismo/a, sería
una clara indicación de que deberían consultar con un psicólogo o ponerse en
manos de algún profesional, para que les ayude a entender y clarificar tales sen-
timientos y planificar la forma de controlar ese comportamiento.
104 Repartirse el desamor

1.6. C

Carlos
Carlos se autodefine como padre y madre de sus hijos, ya adultos, a los que
ha criado y de los que se sigue ocupando.
Hace dos años que se ha separado. Convive con una segunda mujer, de quien
se siente enamorado, con la que se lleva bien, a la que sus hijos aceptan, pero que
ocasionalmente abandona para volver con su ex de quien se siente responsable.
Cada vez que ésta tiene un bajón de ánimo, le pide a su nueva mujer un perío-
do de tregua para volver con su ex y cuidarla. Margarita, la nueva mujer, se mos-
tró comprensiva la primera vez, interpretando su comportamiento como una
muestra más de su «hiperresponsabilidad». Últimamente, tras repetirse la misma
historia una y otra vez, lo resiente, le echa en cara que se deje manipular por su
ex, y le pide que se aclare.

Cuando ha predominado una reacción de ira, no es extraño que, más


tarde, se empiecen a experimentar sentimientos de culpa acerca del propio
comportamiento y de sus efectos, tanto en la pareja como en los niños, si los
hubiera. Algunas personas se sienten culpables por haber hecho daño a la
pareja y a los niños, especialmente cuando han sido ellos/as quienes han ini-
ciado los trámites de separación.
Una vez más, estos sentimientos de culpa acerca de la separación y los
trastornos que pudieran seguir, suelen verse acrecentados si se vive con fuer-
tes convicciones religiosas y morales acerca del matrimonio.
Si el sentimiento de culpa aparece sin que se haya visto precedido de rabia
e ira, es posible que se esté cargando sobre los propios hombros toda la culpa
y responsabilidad del fracaso del matrimonio. Es posible, también, que ello sólo
contribuya a que se prolongue, aún más, la tristeza que se siente por la pérdida
sufrida y que sólo sirva para disminuir, todavía más, la propia autoestima.
Empezamos a sospechar que, para llegar a resolver de manera definitiva
los sentimientos de conflicto derivados de la separación, seguramente necesi-
te aclararse acerca de hasta qué punto la pareja contribuyó al desarrollo de
los problemas de relación y ser capaz de enfadarse por ello.

1.7. P
Laura
Laura lleva cuatro meses separada. Aunque parece haber conseguido todo lo
que pretendía al inicio de la separación (se ha quedado en la casa familiar con sus
dos hijos de cuatro y siete años, el marido le pasa una suma más que aceptable
mensualmente en concepto de pensión y cumple en sus entregas puntualmente,
acude cada fin de semana alterno a por los niños sin hacerse el remolón o ponién-
dose excusas inverosímiles), sin embargo, ella se siente mal.
Le cuesta hablar de su separación y cualquier cosa que le recuerda a la misma,
especialmente si alguien le pregunta por la calle, hace que se convierta en un mar
de lágrimas.
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 105

En casa ve que su hija de siete años está algo más triste que de costumbre y,
aunque el niño no parece haberse dado cuenta, a ella se le cae el alma a los pies.
Duerme mal. Aunque tome un hipnótico para dormir, no llega hasta las 5 de la
madrugada, y se despierta siempre antes con una sensación de sobresalto y de
estar más cansada que cuando se metió en la cama.
El único color que parece existir para ella es el negro. Su trabajo, profesora
infantil, que antes le encantaba, ya no le produce entusiasmo alguno.
Además tiene una sensación de opresión en el pecho y una gran dificultad
para respirar. Tiene unas sensaciones molestas que le acompañan casi todo el día
y de las que apenas consigue verse libre recurriendo a diversos tranquilizantes.
Su ex no termina de desaparecer de su vida, se presenta en casa o en los luga-
res más insospechados; percibe la pena de Laura y se aprovecha de eso. Si ella se
muestra más dura, amenaza, veladamente, con hacer alguna tontería con su vida.

Julia
Julia es el desencanto personificado. No tiene ninguna alegría. Los antide-
presivos se han convertido en su mejor apoyo.
Lleva cuatro años separada. Se ha quedado en los huesos. Es incapaz de comer
o dormir. Se pasa el día llorando.
De sus dos hijos, la hija mayor, ya adulta, ha decidido marcharse a vivir con su
padre. Su hijo continúa viviendo con ella. No hace nada más que darle disgustos.
Julia piensa una y otra vez acerca de su «desgracia». Todos los días le vienen
pensamientos y recuerdos a la cabeza de acontecimientos pasados, cuestionándo-
se una y otra vez lo acertado de su proceder, y elucubrando qué hubiera pasado si
hubiera tomado la alternativa que entonces descartó.

La separación implica, ya lo hemos repetido, la pérdida de una relación


importante y de una vida familiar que, seguramente, haya constituido una de
las cosas más importantes para la persona.
Podría ser que ello significase que tuvieran que abandonar lo que hasta
ahora ha sido un hogar, una pareja o unos hijos hacia los que todavía se
sigue sintiendo un gran apego. Esto supondrá una gran pérdida que va a
afectar a la propia autoestima, al sentido de la identidad, a nuestro rol como
padre/madre o a nuestro papel en la sociedad y a nuestra relación con toda
la familia y amigos.
Realmente la situación no es muy diferente de cuando esta pérdida se pro-
duce por la muerte de la pareja, por lo que a la pena e intensidad de senti-
mientos se refiere. Sin embargo, contrariamente a lo que pasa tras la muerte
de un/a esposo/a, la sociedad no ha desarrollado ritual alguno de duelo que
ayude a las personas en la superación de la pérdida tras la ruptura del matri-
monio. A mucha gente incluso les resulta difícil expresar sus sentimientos de
condolencia y de apoyo hacia alguien que se acaba de separar. A algunos ami-
gos podría, también, resultarles difícil aceptar que la persona que se ha sepa-
rado haya de realizar un duelo por la persona perdida.
La pena y la tristeza que acompañan a la toma de conciencia de que todo
en el matrimonio ha terminado es profunda y duradera. Es normal, pues, que,
en esta fase, algunas personas se sientan deprimidas, infelices e incapaces de
encarar el futuro con confianza.
106 Repartirse el desamor

1.8. A

El reajuste y la aceptación de la separación solamente se produce una vez


que se ha pasado, en mayor o menor grado, por todos los sentimientos que se
han descrito más arriba y se haya sido capaz de empezar una nueva vida, sin
resentimiento y sin sensación continua de pena, pérdida o tristeza. La acep-
tación se habrá consumado cuando se sea capaz de llegar a encontrarse con
la anterior pareja, sin que eso suponga un torbellino emocional (bien por
miedo, ira, culpa o tristeza). Esto sólo ocurre cuando se es capaz de pensar
en nuestro matrimonio como algo que ocurrió en el pasado, y de iniciar una
nueva vida, quizá con otra nueva persona, y encarar al futuro con confianza.
La persona que pasa una experiencia de separación sufre todas las reac-
ciones emocionales descritas en fases y secuencias diferentes. Alguna perso-
na podría empezar sintiendo shock, luego culpa y finalmente estrés. Otras
podrían empezar sintiendo ira, luego shock, y, después, miedo. No es infre-
cuente, tampoco, experimentar dos reacciones emocionales de manera simul-
tánea, por ejemplo, culpa y fracaso o miedo y enfado. Bien podría ser, sin
embargo, que sintiese solamente una mezcla de emociones encontradas.
Pero es bastante corriente que, se diga lo que se diga, una persona sepa-
rada experimente alguno de los sentimientos anteriormente descritos en
algún momento de su vida. Algunas personas podrían empezar a experimen-
tar estas emociones incluso antes de que hubiera empezado a producirse la
separación.
Un factor que complica mucho las cosas es que ambos miembros de la
pareja pasan etapas diferentes en momentos diferentes y en secuencias dife-
rentes. Así, por ejemplo, uno de los miembros de la pareja podría estar en el
período de la ira y de las acusaciones, y el otro en el de la culpa y distrés.
Cuando esto ocurre, es muy difícil que ambos miembros de la pareja se
sientan capaces de iniciar una discusión constructiva. Es por ello que muchos
llegan a creer que, en el futuro, nunca llegarán a ser capaces de relacionarse
con la otra persona de una manera sensata y razonable.
El paso del tiempo y el asesoramiento psicológico pueden ayudar a algu-
nas personas a discutir y superar los diversos aspectos, tanto si se encuentran
inmersos en la fase de la rabia, como cuando están irritados o muy acelerados
emocionalmente. Es posible que tarden algún tiempo, quizá entre doce meses
y cinco años, hasta llegar a resolver y asumir todas las reacciones emociona-
les adversas de la separación.
Hay personas que pasan todos estos estadios de manera rápida y luego se
atascan en los últimos. Otros van más lentos al principio y se aceleran al final.
Si alguien creyese estar atascado/a en alguna de estas fases y que no progre-
sa, o que la mejoría, tras los meses iniciales, es escasa, es posible que necesi-
tes ayuda por parte de un profesional para resolver esta reacción y clarificar
tales sentimientos.
Hay quienes llegan a iniciar una nueva relación inmediatamente después
de la separación lo que es posible les ayude y haga que sólo pasen, inicial-
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 107

mente, algunas de las emociones descritas. Pero eso no quiere decir que se
hayan vacunado contra ellas. Podría ser que sea sólo mucho más tarde, cuan-
do se produzca la primera crisis en la nueva relación, que se experimenten las
otras emociones negativas no superadas de la separación.
Algunas personas se asustan con algunas de sus reacciones ante los pro-
blemas de la nueva relación apenas iniciada, sobre todo al ver que estas reac-
ciones emocionales son desproporcionadas a la nueva situación. Esto podría
ser un indicio de que todavía están influidos por una separación no resuelta
y que siguen experimentando un fuerte torbellino emocional.

1.9. S  


Andrea
Es una mujer valiente y dura. Separada hace cuatro años, a duras penas está
remontando su malestar emocional.
Su ex se ha marchado con otra, con quien convive, y eso ella no lo puede
soportar. El ex sigue presionando para que se venda la casa familiar y se dividan
las ganancias, para poder rehacer su vida comprando un pequeño apartamento.
Para ella la venta de la casa familiar en la que vive con dos hijos es la constata-
ción final de su gran fracaso.
La hija termina su carrera y para la ceremonia de graduación ha invitado a
ambos padres, aceptando que su padre venga acompañado de su nueva compañe-
ra. Andrea se niega a compartir mesa y mantel con la amante de su ex.
Andrea tiene todas las posibilidades para rehacer su vida. Tiene una casa y
familia que la quiere en un lugar alejado de donde vive su ex. Pero parece haber
perdido la capacidad de disfrute. Se siente perturbada por el resentimiento conti-
nuado que experimenta hacia su ex, resentimiento que aparece en cualquier
momento, con motivos o sin.

Hay personas que descubren que tras la separación experimentan sólo


algunas de las reacciones descritas hasta ahora. Otras descubren que siguen
con broncas continuadas con su anterior pareja, pasado incluso lo que aquí
hemos señalado como período de tiempo prudencial.
A veces sorprende seguir siendo incapaz de mejorar la baja autoestima,
los sentimientos de depresión o la inhibición que se siente a la hora de inten-
tar establecer una nueva relación. Podría ser que nuestras reacciones emo-
cionales ante un incidente en concreto, apenas sin importancia, sean despro-
porcionadas (por ejemplo, llorar amargamente ante una escena de ternura en
una película, o sentimientos de enfado mayúsculo ante una fechoría menor de
los niños). Podría ser que, si esto ocurre con frecuencia, se pensase que se está
atascado/a en alguna de estas reacciones emocionales, o que se experimente
de una manera demasiado intensa, y sin razón, y que una y otra vez se sea
incapaz de hacerlas disminuir o desaparecer.
Todas estas formas de reaccionar son indicativas de que la separación no
ha quedado totalmente resuelta y superada.
Algunos/as podrían descubrir, también, que no desean pasar alguno de
los sentimientos asociados con la separación. Por ejemplo, hay personas que
108 Repartirse el desamor

tienen miedo y no se permiten experimentar determinadas reacciones tales


como la culpa o la ira, ante el temor de que tales reacciones les hagan derrum-
barse.
Las disputas con tu anterior pareja podrían ser un intento oculto de con-
tinuar el patrón de disputas maritales anteriores a la separación, disputas que,
al final, lo único que consiguen es impedir centrarte en una nueva relación o
en la superación definitiva de una etapa.
Si de verdad se desea superar la separación e iniciar la planificación de
una nueva vida, deberíamos permitirnos a nosotros mismos/as experimentar
y vivenciar los diversos aspectos emocionales de la separación.

2. CONSECUENCIAS A LARGO PLAZO

Ya hemos visto cómo algunas personas, antes de separarse, contemplan


con angustia y desesperanza cómo unos sentimientos, que habían ido sur-
giendo entre ellos/as y sus parejas con tanta intensidad y plenitud en un prin-
cipio, y en los que tantas esperanzas habían investido, han ido diluyéndose
paulatinamente hasta llegar a transformarse, a veces en el mejor de los casos,
en un cariño casi imperceptible. Este cariño, a su vez, hace que la conviven-
cia se convierta en una costumbre arraigada, en una cotidianidad en la que
predomina la abulia, la apatía y la resignada renuncia a una pasión que ya les
ha abandonado, desprendiéndose de sus vidas día a día hasta apagarse por
completo con el constante fluir del tiempo, y en el peor de los casos en un
costoso enfrentamiento.
Si llegan a separarse, muchas de estas personas se liberan de la angustia y
la amargura que les provoca el tener que advertir, diariamente, el declive de
su relación, a veces ya tan desgastada y cenicienta.
Por esta razón, el final de la relación no provoca en muchos/as ningún
sufrimiento, ni siquiera una leve tristeza. Salen de ella dispuestas/os a reno-
varse y erradicar de su memoria todo el dolor que, por causa del otro/a, han
ido padeciendo, en especial durante los últimos años de su depauperada
relación.
Muchas personas, tras ese amago de dolor que tuvieron en un principio,
no sólo notan que éste no se acrecienta, como hubieran temido, sino que
llega a desaparecer por completo, instaurándose en una ligera euforia, que
se llega a percibir en su sonrisa continuada y hasta en el tono apacible de su
voz.
Ni siquiera su amor propio o su orgullo, que podría haberse visto com-
prometido con la pérdida que acaban de sufrir, se resiente.
Lo que ocurre es que estas personas al quedarse solas advierten, sorpren-
didas, que un espacio nuevo y diferente se expande por toda su casa, alen-
tándolas a pasear, ingrávidas, de un lado a otro, reconociendo cada mueble,
cada adorno, cada objeto, en general, y la atmósfera que todos ellos confor-
man, como testigos mudos de su propia vida, pero sólo de la de ellas, como
si su soledad ya caminara a su lado desde hace largos años.
Efectos a corto y a largo plazo en la pareja 109

Esta situación, que seguramente represente a un cierto porcentaje de las


personas que se separan y que tan bien han descrito y novelado de manera
idealista numerosos autores, y sobre todo autoras1; no es la única.
Sara
Sara lleva diez años separada y no levanta cabeza; se ha abandonado a un
curso de total deterioro y abandono en todas las áreas de su vida: familiar, labo-
ral, económica, afectiva...
Terminó haciendo caso a su hijo mayor, quien enfrentado con el padre, pasa-
ba grandes temporadas con la abuela materna. Exigía que su madre se separase
de «ese monstruo».
Cuando, finalmente, su madre le hizo caso, cambió de opinión, volviéndose
de parte de su padre, negándose a mantener relación alguna con la madre y ame-
nazando con romperse un dedo para acusar a la madre de violencia si le hacían
convivir con ella.
Sara cree que este cambio ha sido promovido por el padre, que ha comprado
y seducido a los hijos con promesas de premios antes negados, separándolos defi-
nitivamente de ella, hasta hacerles cambiar de apellido.
Ha intentado rehacer su vida, pero se siente marcada y resentida.
Ha empezado a salir con otros hombres, con los que termina cortando al poco
de empezar a salir y ha iniciado numerosos trabajos, de los que, por una razón o
por otra, ha salido malparada.
Su botiquín hoy parece un almacén de farmacias dispensadoras de tranquili-
zantes y antidepresivos.

En numerosos casos, quizá no bien investigados, las reacciones descritas


en el apartado anterior que se produjeron como una primera reacción que se
hubiera estimado pasajera parecen cronificarse.
Por lo que a la salud respecta sabemos, por diversos estudios epidemio-
lógicos y estudios de frecuentación de los diversos recursos sanitarios cuan-
do se tiene en cuenta el estado civil de los usuarios, que los/as separados/as
y divorciados/as:

a) Acuden un mayor número de veces al médico de cabecera por año,


con diversas dolencias.
b) Acusan un mayor índice de mortalidad.
c) Experimentan una mayor incidencia de enfermedades agudas.
d) Tienen un mayor índice de suicidios.
e) Mueren en accidentes de coche en una proporción mayor.
f) Sufren un número mayor de accidentes coronarios.
g) Un número mayor de ellos/as terminan muriendo de cáncer del trac-
to digestivo.

Por lo que a trastornos psiquiátricos se refiere, una vez más, los/as sepa-
rados/as y divorciados/as:

1
Por ejemplo, Adelaida García Morales, Mujeres solas.
110 Repartirse el desamor

a) Realizan un mayor número de consultas ambulatorias.


b) Han de ser ingresados en hospitales mentales en una mayor propor-
ción que los solteros/as o casados/as, y ello tanto por trastornos menos gra-
ves (neuróticos y psicosomáticos) como los más graves (psicosis y trastornos
de personalidad).

Nuestros datos parecen demostrar que no siempre estos trastornos ven-


gan directamente causados por la separación o el divorcio, ni mucho menos,
pero sí que estos mismos trastornos, experimentados en un contexto social
más fácil y con una red de apoyo social más firme, evolucionan de una mane-
ra mucho más positiva.
En otras palabras, personas que bien por su predisposición personal, bien
debido a experiencias especialmente traumáticas en etapas anteriores de su
vida, llegan a desarrollar trastornos psicopatológicos, que tienden a cronifi-
carse más en los/as separados/as y divorciados/as. Esto son, pero, los casos
extremos.
Por otro lado, está bien establecido, y los datos epidemiológicos cada vez
lo confirman más, que los/as separados/as que se vuelven a casar tienen por
lo menos un 15 por 100 más de probabilidad de volverse a separar que los
que se casan por primera vez. Esto puede tener varias lecturas: desde que han
aprendido el camino y están menos dispuestos/as a aguantar, que se empeci-
nan a tropezar varias veces en la misma piedra; o bien, que la desconfianza,
el resentimiento o incluso la rabia no superada ni asumida ha pasado a for-
mar parte de su propia personalidad.
5
Primeros pasos
María y Patxi
María y Patxi tienen los dos treinta y cinco años y llevan casados quince años.
Tienen dos hijos, un joven de quince y una niña de siete. Ambos son jóvenes, atrac-
tivos, encantadores de puertas afuera, pero de puertas adentro... En esos quince años
su vida matrimonial ha tenido múltiples oscilaciones, para terminar en un desastre.
Ambos son «Pitbulls».
Se enzarzan en múltiples discusiones, a veces sobre temas banales, otras sobre
temas clásicos: educación de los hijos, relaciones a mantener con la familia de ori-
gen, qué hacer en su tiempo libre... celos..., nunca se ponen de acuerdo, acaban
peleando y sus peleas terminan, la mayoría de las veces, llegando a las manos.
Se han separado cinco veces y se han vuelto a juntar otras tantas. Ella ha pasa-
do un tiempo en una casa de acogida. Han hecho intervenir a múltiples profesio-
nales diferentes. Han acudido más de cinco veces al juzgado para denunciarse
mutuamente, y otras tantas para quitarse las denuncias. En una de estas ocasio-
nes ha habido dictamen judicial prohibiéndole a él acercarse a ella, pero ella ha
sido siempre la que más empeño ha puesto en retirar las denuncias. Su caso ha
saltado a la prensa local en más de una ocasión.
Hoy en día, aunque por fin tienen sentencia de separación legal, siguen
viviendo bajo el mismo techo y durmiendo en la misma cama.
A María le gusta cuidar su cuerpo, hace ejercicio con regularidad, es especial-
mente cuidadosa con la alimentación y, en ocasiones, tiene ideas peculiares acer-
ca de alimentos que le ayudan a mantener la forma. Patxi odia esta rigidez ali-
mentaria, le acusa de estar pendiente sólo de su acicalamiento y de hacerlo sólo
para gustar a los de fuera.
Sin motivo aparente, en el medio de la noche se despierta acusándola de
haber comido ajos, de desprender un olor infernal y de no poder soportarla. Ello
sirve para iniciar una nueva pelea, tras la que ella termina, casi siempre, amena-
zando con irse de casa, opción que él anima.
Ella mantiene, por su parte, que él está loco. Para provocarle, en alguna oca-
sión, se come una cabeza de ajos y cebollas, (cree que tienen efectos saludables)
pero él no llega a detectarlo y no siempre reacciona. Otras veces reacciona de mala
manera, aún cuando ella niega haber comido tales productos en esos días.
María me cuenta de manera elocuente la última trifulca:
«Me acusa, me zarandea, me amenaza y me exige que me vaya de casa. Mi
casa se convierte entonces para mí en un montón de bolsas que voy transportan-
do de un lugar a otro, junto a mi hija pequeña... de la casa de mis padres, que ya
no me reciben, a la casa de cualquiera de mis hermanas...»
114 Repartirse el desamor

La mejor amiga de María es una mujer separada que le anima a separarse. Sin
embargo, ella misma, se queja de lo mal que le va con su hija, lo arisca que se ha
vuelto contra ella, y con frecuencia, manifiesta sus intenciones de volver con su ex.
Los hijos, que están siempre en el medio de estas peleas, reaccionan de mane-
ra diferente. La niña llora; el hijo termina alegrándose cuando dicen que se van
a separar, pero ya se burla de ellos porque sabe que no son capaces de cumplir su
palabra, y se enfada cuando a los dos días vuelven a estar juntos.
En la última separación, tras la sentencia legal, decide quedarse con la casa y
que sea él quien se traslade y le indemnice. Finalmente, cambia de opinión e
insiste para que sea él quien le pague y se quede en el domicilio familiar. Deci-
den que el hijo mayor se quede con el padre y que la hija se vaya con ella.
Vuelve a irse con sus bolsas y con su hija: la procesión habitual.
La secuencia suele ser siempre la misma. Gran período de broncas, explosión
emocional (con violencia física incluida), ella se va de casa y, a las 24 horas él la
contacta arrepentido, jurando que va a cambiar y expresándole que lo que quiere
es formar una familia y una pareja feliz; en esta familia ella tiene asignado un
papel fundamental.
Ella termina creyéndole y se deja convencer. Y vuelve para iniciar un nuevo
idilio, generalmente con un alto componente pasional-sexual. Se trata de un idi-
lio que, todo lo más, dura 24 horas y vuelve a empezar el mismo ciclo porque todo
se desvanece.
«Él viene, me jura y perjura que va a cambiar y yo me dejo convencer. Le
odio, pero poco a poco, con sus zalamerías me gana de nuevo y vuelvo a querer-
le, y así hasta la siguiente...»
En sus huidas de casa, María:

a) Traslada todos sus enseres al nuevo domicilio improvisado (padres, her-


manas, casa de acogida...)
b) Traslada con ella a su hija.
c) Se siente, inicialmente, aliviada.
d) Queda con sus amigas y reinicia y disfruta un breve período de nueva sol-
tería, haciendo cosas de las que luego se arrepiente y la dejan vacía...
e) Termina con una tremenda sensación de soledad y abona el terreno para
cuando él llegue, dejarse convencer.

La vida de María y Patxi refleja bien el refrán castellano «ni contigo ni sin ti».
No pueden vivir juntos pero tampoco separados.
En definitiva, su relación está plagada de círculos y ciclos que se repiten,
idas y venidas, alternancias en lo emocional, pasando del odio a la pasión en
segundos y del llanto a la exaltación pasional.
La dependencia económica de la mujer, tantas veces aducida como razón
para estas idas y venidas no pesa en el ánimo de María: ambos trabajan y ella
gana tanto o más que él. Es más importante en su decisión la sensación de
soledad y desamparo que le termina embargando en cada intento.
Primeros pasos 115

1. TOMAR LA DECISIÓN: TERMINAR CON LA AMBIVALENCIA

1.1. F   

Ya ha quedado dicho que la separación no constituye una acción puntual,


sino que implica un proceso que es más o menos largo, como refleja el caso
de Patxi y María, y que podríamos subdividir en las siguientes fases:

1.1.1. Deliberación

A este período ya hemos aludido en el Capítulo 1. A continuación se


expusieron algunos de los «juegos» que le caracterizan.

1.1.2. Litigio

La siguiente fase es la del litigio y se refiere, fundamentalmente, al tiem-


po que dura todo el procedimiento legal. Viene a durar más de un año, aun-
que a veces este período pueda prolongarse y ser mucho más largo, si se suce-
den las demandas y contrademandas.
Algunas parejas inician la fase de litigio como un gesto, una amenaza al
otro, sin pensar o sin haber asumido totalmente la fase anterior de deliberación.
Es otra forma de presionar al otro para intentar forzar los cambios que
queremos de él/ella.

1.1.3. Transición

La siguiente fase, la de transición, se refiere a una larga etapa de cambio,


en la cual el comportamiento de cada uno de los miembros de la pareja puede
volverse errático e irracional o alocado para un observador imparcial.
A veces, ellos mismos son conscientes de su irracionalidad. Se dan cuenta que
lo que piensan o hacen es ilógico y desajustado, pero afirman que han perdido el
control sobre ellos mismos, y que no lo pueden remediar. Muchas veces, este
período empieza en el momento de la separación física, y no se completa hasta
que la persona se aviene a la idea de estar soltero/a y sólo/a en la vida de nuevo.

1.1.4. Reajuste

Este período implica empezar a tomar de nuevo iniciativas, ser capaz de


optar, sin demasiadas dificultades, entre las diversas líneas de actuación que
cada persona tiene abiertas y, en suma, empezar a vivir de nuevo.
116 Repartirse el desamor

Seguramente suponga asumir nuevos valores y ser capaz de adoptar nue-


vos roles. En suma, la persona se acostumbra a vivir sólo/a otra vez.
Durante las primeras fases del proceso de separación se producen toda
una serie de sentimientos muy encontrados, tanto en el caso del hombre
como en el de la mujer.
En cada uno de ellos suele producirse una rápida sucesión de posiciona-
mientos, a favor y en contra de la separación, lo que les hace estar totalmen-
te decididos a separarse en determinados momentos para, al momento
siguiente, estar totalmente en contra. Esto ocurre, a pesar del malestar, las
heridas, y la mala relación continuada con la otra persona, que el conflicto
sigue provocando día a día.
Las «películas mentales» de los efectos de la separación, aumentados y
muchas veces exagerados, tanto en los hijos como en los familiares más pró-
ximos, los amigos y, muy especialmente, en una/o mismo/a, se suceden con
una velocidad increíble.
En consecuencia, las decisiones precipitadas, las propuestas de pasos a
dar también precipitadas, se suceden con suma rapidez: «mañana mismo voy
a ver al abogado», «cogeré a los niños y me iré a casa de mis cuñados...», voy
a hacer todo lo posible por ponerle buena cara cuando llegue, a ver si termi-
na este tormento...».
No es de extrañar, pues, que en estas circunstancias, alguna parejas tomen
decisiones que, al final, resultan también precipitadas.
Llegar a una decisión sabia, definitiva, y, sobre todo, que se pueda llevar
a buen puerto, no es tarea fácil. Es por ello que en este momento, se requie-
re un detenido proceso de reflexión y un sopesar calmado y detallado, algo
difícil de conseguir cuando las emociones bullen.

2. MALAS SOLUCIONES

No debiera extrañarnos que, en tales circunstancias muchas personas


recurran y terminen adoptando lo que nosotros consideramos que no dejan
de ser más que malas soluciones. Repasemos algunas de ellas:

2.1. E     

Son muchos los que piensan que lo primero que hay que hacer para ter-
minar con la indecisión es buscarse un buen abogado matrimonialista.
Este profesional —piensan muchos—, que tiene tanta experiencia, nos
dirá las diversas opciones, nos aconsejará qué es lo que debemos hacer y cua-
les deberían ser nuestros primeros pasos. Luego ya veremos lo que hacemos.
Siempre tenemos tiempo de arrepentirnos.
La experiencia nos dice que esta suele ser una mala decisión. Los aboga-
dos matrimonialistas son unos excelentes profesionales, tienen muchísima
experiencia y, efectivamente, pueden asesorarnos muy bien. Su especialidad,
Primeros pasos 117

no lo olvidemos, es el derecho matrimonial, pero no siempre son expertos en


procesos psicológicos.
Muchos de ellos se darán cuenta si la pareja no está madura para la sepa-
ración y así se lo harán saber. Pero si la pareja insiste, y se empeña en hacer
ver que va «en serio» y que no se trata de un «bluff», cada una de las partes
terminará en manos de abogados diferentes, especialmente si existen grandes
desavenencias entre ellos, que es, por otra parte, lo que suele ocurrir en estos
momentos, porque de no ser así, seguramente no se separarían.
A veces, una de las partes se ha enterado de las intenciones de separación
«de la otra parte» mediante una carta enviada por su abogado.
Los abogados de cada una de «las partes» buscarán «la mejor solución»
para «su» cliente. Pero la mejor solución para su cliente no siempre constitu-
ye la mejor solución para la familia que se rompe, y ciertamente, no será la
mejor solución para la otra parte. Defender los intereses de uno, suele hacer-
se a costa de los intereses del otro, especialmente si de temas económicos se
trata. Uno ganará y el otro perderá.
Pero, si uno de ellos pierde, sea él o sea ella, terminarán perdiendo los
dos. Y es que el otro se sentirá agraviado, recurrirá la sentencia de separación,
más tarde o más temprano, y ello dará inicio a una larga secuencia de com-
parecencias judiciales, sea cual sea su objetivo: la asignación de la casa, el
horario de visitas de los hijos, el no cumplimiento con las estipulaciones esta-
blecidas en relación con las pensiones, el bloqueo de la venta de bienes comu-
nales. Además, la única consecuencia será que la situación se encone cada vez
más, que los ánimos se enfrenten y acaloren en el proceso y, en definitiva, que
se cree el peor caldo de cultivo para que se cierren las numerosas heridas que
suelen abrirse durante el proceso de separación o lo peor, que este proceso
no se termine nunca.
Estas razones son las que nos hacen pensar que ésta no es una buena solu-
ción inicial.

2.2. S 

En otros mucho casos, intentando terminar cuanto antes con esta situa-
ción de ambigüedad, se recurre a soluciones intermedias; soluciones que, a la
larga, no terminan de ser eficaces, puesto que lo único que hacen es, en la
mayoría de los casos, perpetuar el problema y hacen mucho más difícil su
solución definitiva posterior.
Entre estas soluciones intermedias se encuentran dos que se dan con
mucha frecuencia:
118 Repartirse el desamor

2.2.1. Separarse temporalmente, como prueba

«No vamos a separarnos definitivamente», se dicen, «sino que vamos a


separarnos durante unos meses, para ver cómo nos va y cómo les va a los
hijos...»

2.2.2. Vivir separados bajo el mismo techo

Otros parecen ser más «masoquistas» y se propone la cuadratura del


círculo; es decir, continuar viviendo bajo el mismo techo, aunque actuando
como si estuvieran separados.
No hacen en absoluto vida en común, no salen juntos, no comen juntos,
no se hablan... y, por supuesto, duermen en habitaciones separadas.
Dejan de hacer todas las tareas que estarían acostumbrados a realizar para
la casa o el otro (pequeños arreglos, comidas, lavandería...).
Este tipo de vida provoca tensiones sin límites para todos y cada uno de
los miembros de la familia.
La relación entre los padres se nota distante, tensa y enfrentada. En el
peor de los casos, cuando la situación se desborda continúan las explosiones,
las peleas y a menudo los actos de violencia doméstica.
Los niños, en este tipo de circunstancias, perciben sólo la peor parte de la
relación entre los padres, quienes se convierten en los peores modelos de con-
vivencia, viéndose en ocasiones arrastrados a tener que tomar partido. En
otros casos esta situación fuerza a los niños a adoptar patrones de conducta
que son propios de los adultos, y hasta empiezan a tratar a los padres como
si fueran ellos los verdaderos niños.
Esto les lleva a evitar la relación con amigos, a los que no llevaran nunca
a casa, y no es extraño que, algunos de ellos intenten pasar el mayor tiempo
posible fuera de casa, generalmente expuestos a las peores compañías y
modelos que pudieran tener.
Algunos terminan por echar en cara a ambos padres haber permitido que
tal situación de ambigüedad se perpetuase durante tanto tiempo.
Aunque algunos abogados asesoran a sus clientes para que permanezcan sepa-
rados el mayor tiempo posible bajo el mismo techo, ésta no es nunca una solución
deseable, pues no parecen darse cuenta de la factura emocional que tal situación
va a pasar, posteriormente, a todos y cada uno de los miembros de la familia.
Es por ello por lo que nosotros pensamos que ninguna de estas solucio-
nes, (separación provisional, o vivir separados bajo el mismo techo), sea una
decisión deseable.
Primeros pasos 119

3. UN REPASO GENERAL

Ya hemos señalado anteriormente que, en gran medida, los efectos de la


separación tanto en ambos miembros de la pareja como en los hijos, espe-
cialmente los efectos a largo plazo, no tienen tanto que ver con la separación
misma sino con la forma en que se produce y consolida la ruptura.
Ahora es el momento de echar un vistazo al cuestionario del apéndice, al
final de este capítulo.
Se trata de un cuestionario que ha resultado muy útil, tanto a expertos
como a las familias, para poder predecir el grado de ajuste de los hijos duran-
te y después del proceso de separación, así como la evolución de ambos
miembros de la pareja y el tiempo que tardarán en conseguir su reajuste pos-
terior, así como en estar en condiciones para rehacer su vida afectiva.
Proponemos que se use de dos maneras diferentes:

a) En primer lugar, para tener un conocimiento más preciso y cabal de


las dimensiones y condiciones que aumentarán el riesgo de desajuste que pue-
dan experimentar los propios hijos y ambos miembros de la pareja, por muy
fuertes que se crean en un principio.
b) En segundo lugar para que, si fuera posible, empiecen, antes de sepa-
rarse, a minimizar aquellos aspectos señalados en el cuestionario que se ha
demostrado que sirven para aumentar tal riesgo y potenciar los aspectos que
puedan servir una función de vacuna, especialmente en lo que a la reorgani-
zación de nuestro entorno se refiere, y no sólo a la relación con el/la ex o
nuestros hijas/os.

Para valorar la situación actual cada pareja, por separado, debería poner
una cruz en la casilla que mejor crea reflejaría su situación al mes de separar-
se, teniendo en cuenta el conocimiento que cada uno tenga sus propias cir-
cunstancias.
Podrían calcular, después, la puntuación obtenida en las cinco dimensio-
nes (A-B-C-D-E) enunciadas a continuación, siguiendo las siguientes normas:

 :      

Se refiere a las tensiones, enfrentamientos, discusiones y conflictividad


general experimentada dentro de la familia en el período previo (al menos un
año) a la separación.
Se calcula sumando la puntuación obtenida en los primeros 14 ítem.
Puntuación:
Total acuerdo = 0
Parcial acuerdo = 1
Indeciso = 2
Parcial desacuerdo = 3
Total desacuerdo = 4
120 Repartirse el desamor

 :     


      

Hace referencia al contexto facilitador o entorpecedor que hayan sido


capaces de crear durante la transición hacia la separación por lo que a sus
hijos se refiere y a la capacidad que éstos puedan haber desarrollado para
desenvolverse de manera adecuada en este período.
Se calcula sumando las puntuaciones obtenidas en las contestaciones del
ítem 15 al 23.

 :  


      

Básicamente hace referencia tanto a aspectos positivos durante la vida


familiar anterior a la separación, así como la relación posterior establecida
entre ambos miembros de la pareja.
Se calcula sumando las puntuaciones obtenidas en las contestaciones del
ítem 24 a 31.

 :       

Tiene que ver con el sistema de apoyo externo, especialmente comunita-


rio, que hayamos sido capaces de procurar para beneficio de nuestros hijos,
y que les servirán de colchón amortiguador de malestar emocional.
Se calcula sumando las puntuaciones de los ítem 32, 33 y 34.

 :    


   

Se trata de una valoración global del proceso de transición hacia la sepa-


ración y de los recursos comunitarios de que hayamos dispuesto, tanto noso-
tros mismos como nuestros hijos.
Se calcula sumando las puntuaciones obtenidas en las contestaciones del
ítem 35 a 42.

En ninguna de estas dimensiones existen puntos de corte ni puntuaciones


límite. Una puntuación alta, en general, significa un peor ajuste.
Primeros pasos 121

4. BUENAS SOLUCIONES

Las frases contenidas en cada una de las dimensiones del test de la sección
anterior constituyen un buen indicador de las condiciones que facilitan y las
que torpedean el ajuste personal futuro.
Ahora bien, somos conscientes de que enunciarlas es mucho más fácil que
llevarlas a buen término. Especialmente en el estado emocional que suele ser
característico en tales momentos.
En nuestra sociedad parece haber prevalecido la cultura de que «no hay
mejor defensa que un buen ataque...». Sin embargo esta filosofía, no nos
engañemos, no ayuda en estas circunstancias: para empezar, por mucho que
nos empeñemos, no hay enemigos de quien hayamos de defendernos.
Más de un/a lector/a pensará que lo que proponemos es adoptar una acti-
tud monjil, cuasi angelical, y eso no es lo que nos pide el cuerpo en esos
momentos.
Pero hemos de ser conscientes de que cualquier movimiento por nuestra
parte que pueda ser interpretado como crítica, demérito o ataque por la otra
parte, va a provocar su contrareacción, consiguiendo, bien que se ponga a la
defensiva, bien que inicie un ataque. Y eso es la guerra.
No se trata tanto de «ser ingenuos», adoptar actitudes angelicales o cru-
zar los dedos para desearnos suerte para que no salten chispas en el proceso,
sino mentalizarnos, ser inteligentes y demostrar un buen autocontrol en
momentos difíciles. Tal autocontrol, no lo dudemos, nos procurará un mayor
bienestar venidero.
A continuación se expone aquello que convendría hacer en estas situa-
ciones:

4.1. N :     

Que terminemos separándonos no quiere decir que haya llegado el fin del
mundo, ¡aunque algunas veces nos lo parezca...! Lo que pasa es que se nos
amontonan las emociones, los recuerdos, y, a estas alturas, generalmente pre-
dominan los de carácter negativo. Sin embargo si los buscamos, seguro que
también somos capaces de recordar buenos momentos. Aunque para ello
hayamos de volver a tiempos muy remotos...
De cualquier forma, muchas parejas exclaman, «¡hasta aquí hemos llega-
do! Tenemos claro que no podemos seguir juntos. Cuanto antes terminemos
con todo esto y podamos considerarlo solamente un recuerdo del pasado,
mejor para todos».
Aún siendo egoístas, aunque la relación no puede seguir, cuanto menos
nos llenemos de resentimiento o incluso odio, cuanto más contribuyamos al
bienestar e independencia del de la otro/a, a la larga, aunque ahora el cuerpo
nos pida guerra, antes nos dejará en paz, y mejor terminaremos superándolo.
122 Repartirse el desamor

4.1.1. En lo económico

La separación significa inevitablemente una pérdida en el nivel de vida de


la pareja. Uno de los dos habrá de empezar en una casa diferente y habrá de
negociarse quién contribuye con qué cantidad a las deudas conjuntas (hipo-
tecas y alquileres).
Los sueldos conseguidos hasta ahora, que podrían haber sido suficientes
para mantener una casa, no lo serán a la hora de mantener dos, y encima segu-
ramente habrá gran cantidad de gastos adicionales (coches, casas, cocinas y
mobiliario repetido).
Seguramente hayamos de llegar a un acuerdo acerca de qué cantidad haya
de pasarse como mantenimiento de los hijos y del miembro de la pareja más
dependiente: es la pensión.
El código define la  como la cantidad en dinero a la que tiene
derecho el cónyuge al que la separación o divorcio produzca desequilibrio
económico, en relación con la posición del otro. Este desequilibrio implica un
empeoramiento de su situación anterior durante el matrimonio.
Si vosotros no os ponéis de acuerdo, esta cantidad será fijada por el juez
atendiendo diversas circunstancias, tales como la dedicación pasada a las
necesidades de la familia, duración del matrimonio, caudal personal o medios
económicos escasos.
El padre «que no se queda con los hijos» habrá de considerar que «las
visitas» también suponen un dinero.
El tema económico es, pues, uno de los más importantes y de los más difí-
ciles de resolver.
En parte, esto es así porque puede suponer aclarar los medios de subsis-
tencia de uno o de los dos, pero no solamente por esto. Y es que se entre-
mezclan muchísimos otros aspectos: recelos, suspicacias, resentimientos pasa-
dos, deseos de venganza, añoranzas...
Respecto a este asunto se dan los siguientes consejos:

a) Mentalizarnos de que cuanto antes llegue la otra persona a alcanzar el


equilibrio y la independencia, antes encontraremos la estabilidad propia. Esto
choca de frente con amenazas tales como «te voy a hundir...» voy a demostrar a
todo el mundo que no eres nadie ni nada sin mí...» que con tanta frecuencia oímos.
b) Es vital, para nuestra tranquilidad futura, que decidamos qué sistema
de equidad habría de adoptarse.

Para decidir el sistema de equidad, algo que inicialmente parece sencillo,


las parejas suelen verse influidas por varias dimensiones, tanto sociocultura-
les como psicológicas, que quizá tendrían que aclarar de partida.
No es infrecuente que sea él quién ha tenido acceso a una preparación
específica, el que ha conseguido un puesto de trabajo más o menos especiali-
zado, del cual se deriva el estándar de vida. No es infrecuente, tampoco, que
él se case hacia abajo y ella lo haga hacia arriba.
Primeros pasos 123

Otro de los elementos que hay que controlar es el que tiene que ver con las
«movidas cognitivas» o pensamientos que giran en torno al grado de contri-
bución individual-personal al estado de bienestar conseguido en el presente.
En este sentido, los argumentos de él y de ella suelen ser diferentes.
Ella suele pensar:

— Dejé de estudiar para casarme.


— Dejé de trabajar para casarme.
— Detrás de todo gran hombre existe una mujer en la sombra.
— He dedicado mi vida a cuidar la casa y los hijos.
— Abandoné mi propia carrera por seguirle a él.
— Toda mi vida se ha supeditado a su trabajo.
— Él no podría haber prosperado como lo ha hecho si yo no hubiera
estado a la sombra de apoyo.
— ¿Quién le animó en los momentos bajos?

Él suele argumentar:

— Todo lo que tenemos es gracias a mí. Lo hemos conseguido por mi tra-


bajo.
— El nivel de vida que hemos conseguido ha sido exclusivamente gracias
a mí y a mi esfuerzo.
— Cualquiera puede cuidar de una casa y de unos hijos, pero no todo el
mundo puede llegar a donde yo he llegado.
— He dedicado mi vida a trabajar y eso es lo que nos ha hecho prosperar.
— Mis horas extraordinarias, mis dobles empleos son los que nos han
permitido el ritmo de vida que mantenemos.
— Si no hubiera sido por mí y por mi esfuerzo ella nunca hubiera salido
del barrio obrero donde la conocí.
124 Repartirse el desamor

Pero no hemos de olvidar que deberíamos controlar estos pensamientos,


porque, si estas rumiaciones nos llevan a actitudes de enfrentamiento, termi-
naremos pagando un alto precio por habernos permitido alimentarlas. Más
económico nos resultará, a la larga, saber desmontarlas o aprender a contro-
larlas prestando atención a la argumentación de la otra parte, por difícil que
nos resulte.

4.1.2. Por lo que a los hijos respecta

El otro gran escollo lo supone las decisiones a tomar por lo que al futuro
de los hijos respecta.
Debemos repetirlo una vez más: Que haya terminado nuestra relación de
pareja no significa que deba terminar también nuestra cooperación o nues-
tras obligaciones para procurar el mejor bienestar en el futuro de nuestros
hijos.
Y eso es lo que hemos de decir, y no dejarnos llevar por sentimientos de
venganza, inseguridad, temor...
Conviene, pues, que empecemos a pensar, desde el conocimiento de la
situación, de nosotros mismos y de nuestros hijos; por ejemplo, en cuál será
la mejor alternativa posible para todos los implicados, especialmente para
preservar el bienestar y buen desarrollo de los menores.
Habrá que llegar a un acuerdo, por lo que a la guardia y custodia, así
como a la patria potestad se refiere.
Estos conceptos se definen de la manera siguiente:

G  C: Cuidado y protección de los hijos menores de edad


que se encomienda al padre o bien a la madre en casos de nulidad, separa-
ción o divorcio de los padres.
El juez fijará el progenitor a quien se encomienda la guarda, si se man-
tiene la patria potestad de ambos y el régimen de visitas; todo ello debe que-
dar reflejado en el convenio regulador substanciado en los casos de nulidad,
separación o divorcio de los padres (arts. 90 en concordancia con el art. 81-
86 del Código Civil).

P P: Derecho y obligaciones que corresponden a los padres


respecto los hijos menores de edad no emancipados.
La patria potestad ha de ejercerse conjuntamente por el padre y la madre,
o por uno de ellos con el consentimiento expreso o tácito del otro.
La patria potestad ha de ejercerse siempre en beneficio del hijo (arts. 154
y siguientes del Código Civil).

En los siguientes esquemas puede verse, de una manera resumida, las ven-
tajas e inconvenientes que nos plantean muchos padres por lo que a la orga-
nización de la custodia se refiere. Un buen repaso de éstos nos puede ayudar
a empezar a decidir.
Primeros pasos 125

4.1.2.1. «Custodia materna: principales problemas»

La custodia materna supone, se quejan muchas mujeres independiente-


mente de su nivel cultural, tener que trabajar dentro y fuera de casa, acarrear
problemas económicos, y sobre todo, tener sensación de soledad y no tener
nadie al lado en quien apoyarse a la hora de tomar decisiones importantes por
lo que a los hijos respecta.
Este tipo de custodia también tiene sus ventajas para la madre: ser libre
para decidir, poder cambiar de casa, ciudad... si lo desea.

A   B  

Problemas económicos Problemas económicos

Tener que trabajar fuera de casa y también Sentir toda la responsabilidad de los hijos
cuidar de los hijos en solitario

Soledad Soledad

Sentir toda la responsabilidad de los hijos Tener que trabajar fuera de casa y también
en solitario cuidar de los hijos

Disciplina de los hijos Relaciones con el/la ex

Relaciones con el/la ex Estigma

Limpiar Disciplina de los hijos

Estigma Cocinar

Cocinar Limpiar

4.1.2.2. «Custodia paterna: problemas»

La custodia paterna no se ve libre de problemas, independientemente del


nivel cultural. Algunos de los inconvenientes se refieren a la soledad a la hora
de tomar decisiones, los problemas que plantea en la relación con la ex, sen-
tirse marcados...
Entre las ventajas se encuentra el hecho de sentirse menos discriminado y
tener un mayor reconocimiento como proveedor de cara a los hijos.
126 Repartirse el desamor

A   B  

Soledad Soledad

Sentirse único responsable de los hijos Sentirse único responsable de los hijos

Problemas económicos Tener que trabajar y cuidar a los hijos a la


vez

Tener que trabajar y cuidar a los hijos a la Problemas económicos


vez

Relaciones con la ex Relaciones con la ex

Educar a los hijos y poner límites Educar a los hijos y poner límites

Limpiar Limpiar

Cocinar Cocinar

Estigma Estigma

4.1.2.3. «Custodia conjunta: principales problemas y ventajas


sobre los otros tipos de custodia»

El siguiente cuadro refleja, de manera resumida, algunas de las ventajas y


desventajas que nos han contado, tanto las madres como los padres, en rela-
ción con la custodia conjunta:
Primeros pasos 127

M P

Problemas económicos Soledad

Soledad Problemas económicos

Tener que trabajar y cuidar a los hijos a la vez Tener que trabajar y cuidar a los hijos a la vez

Relaciones con el ex Relaciones con la ex

Educar a los hijos en solitario y mantener Sentirse único responsable de los hijos
disciplina

Sentirse único responsable de los hijos Educar a los hijos en solitario y mantener
la disciplina

Limpiar Cocinar

Estigma Limpiar

Cocinar Estigma

Menos luchas legales por dinero que en Menos luchas legales por dinero que en
custodia paterna o materna custodia paterna o materna

Más probabilidad de recibir apoyo del ex Menor discriminación


que en la custodia materna

Mayor posibilidad de respiros en el cuida- Mayor posibilidad de respiros en el cuida-


do de los hijos do de los hijos

Perspectiva del otro miembro de la pareja Perspectiva del otro miembro de la pareja
a la hora de disciplinar a los hijos a la hora de disciplinar a los hijos

Mayor probabilidad de recibir apoyo del Mayor probabilidad de recibir apoyo del
otro en el cuidados de los hijos otro en el cuidados de los hijos

4.1.2.4. «Desventajas de la custodia materna o paterna,


en relación con los otros tipos de custodia»

En este cuadro se reflejan algunas de las desventajas percibidas por los


padres o las madres cuando alcanzan la custodia materna o paterna:
128 Repartirse el desamor

M P

Abrumados por tener que llevar todo el peso de los hijos

No tener ni un respiro No tener ni un respiro

Menos probabilidad de recibir apoyo del Necesidad de más cuidadores sustitutivos


ex que en custodia conjunta que en custodia conjunta

Necesidad de más cuidadores sustitutivos No disfrutar de la perspectiva del otro


que en custodia conjunta e imposibilidad adulto en cuestiones de disciplina
económica de tenerlos

No disfrutar de la perspectiva del otro No disfrutar de la perspectiva del otro


adulto en cuestiones de disciplina adulto en cuestiones de disciplina

4.1.2.5. «Desventajas de la custodia conjunta tanto para el padre como


para la madre, en relación con los otros tipos de custodia»

La custodia conjunta también tiene algunas desventajas que, tanto para la


madre, como el padre, quedan reflejadas en este cuadro:

M P

Atado al/a la ex

Ir y venir de los hijos de una casa a la otra, con todo lo que ello supone
(amigos, maleta, ropa...)
Primeros pasos 129

4.1.3. Decírselo a los niños

1. Llegará el momento en que ambos padres hayan de hablar con los


hijos, si la separación es inminente. Sería la mejor opción. Habrán de decidir,
conjuntamente, el mejor momento y forma de informar a los hijos de la sepa-
ración. Es mejor, si fueran capaces de mantener el tono adecuado, que lo
hicieran de manera conjunta, aclarando qué es lo que cabe esperar de una
manera realista y sin dramatizaciones.

Una introducción como la siguiente puede ser suficiente: «Mamá y papá


han decidido que ya no van a vivir juntos de aquí en adelante porque tienen
problemas. Ambos os seguiremos queriendo y seguiremos en contacto con
vosotros».
Este tipo de frase es normalmente más fácil de entender por los niños que
una explicación detallada acerca de la separación y de lo que provoca.
Deberían contestar, por descontado, cualquier pregunta que los hijos
puedan formular, de manera clara y directa.
En esta etapa no conviene que se les dé más información de la que piden.
Es importante que los niños tengan claro que ellos no tienen culpa de la
separación y que van a seguir viendo a sus padres, y que no es necesario que
tomen partido por ninguno de los dos y, desde luego, que van a seguir ocu-
pándose de ellos y viéndoles con regularidad. Si fuera posible, deberían acla-
rar, de manera sencilla, cómo van a seguir viéndose y dónde va a vivir el padre
que se va y el régimen de visitas que se ha establecido.
Si hiciesen preguntas embarazosas o inapropiadas, habría que hacérselo
ver y negarse a dar esa información.
Es muy frecuente que la tensión existente entre los padres antes de la
separación, especialmente si ha habido muchas discusiones o violencia en
casa, haya sido captada por los hijos y se vean aliviados de que, por fin, se
reconozcan estos problemas y se saquen a la luz y se tomen decisiones ade-
cuadas para arreglar la situación.
Los niños experimentarán sus propias reacciones emocionales ante la
separación (ansiedad tristeza, enfado), y éstas empeoran, especialmente si se
ven en la situación de tener que tomar decisiones en relación con los proble-
mas de sus padres. Esto es probable que ocurra también en procesos legales
y cuando se trate de decidir quién ha de abandonar la casa.
Si uno de los miembros de la pareja acusa o culpa al otro es muy posible
que además intente llevarse a su terreno a los niños para reforzar sus puntos
de vista. Esto puede provocar en ellos más confusión, tensiones, distrés e
intranquilidad.
A veces ocurre que el padre o la madre se van de casa temporalmente, a
la espera, de impedir a la larga que se produzca la separación que se ha pre-
cipitado.
Sería bueno que ambos intentasen separarse lo antes posible para que los
niños no se vean expuestos a tal situación. Debieran intentar explicar des-
130 Repartirse el desamor

pués a los hijos la situación, que no os lleváis bien con el padre o madre pero
que eso no va a afectar nuestra relación ni nuestro amor por ellos.

Si es la pareja la que continuamente acusa al otro/a enfrente de los niños,


quizá sea necesario buscar asesoramiento externo, conjunto, para que alguien
que esté fuera de las circunstancias, experto y neutral, pueda clarificar a cada
uno de los miembros de la pareja los efectos que este tipo de comportamien-
to tiene para los hijos.

4.2. P     

En España, la mayoría de las parejas que quieren separarse recurren al sis-


tema judicial. Quizás empiecen consultando con un abogado, quien se encar-
ga de preparar los preacuerdos de la separación, para que, posteriormente,
según estos preacuerdos, el juez dicte sentencia.
En la mayoría de los casos se adopta el modelo adversarial, incluso cuan-
do el resultado final sea por «mutuo acuerdo»: es el caso de Margarita Pérez
Suescun contra Julián Martínez Caro, por ejemplo.
Pero este sistema adversarial es potencialmente peligroso por muchas
razones, ya que resulta tremendamente difícil no terminar pleiteando, aún
cuando nos hayamos propuesto firmemente ser capaces de no caer en la ten-
tación del enfrentamiento. Y es que los problemas a resolver son de gran
envergadura y de alta carga emocional.
Por otra parte, los abogados matrimonialistas y los juzgados de familia,
aunque tendrán un amplio bagaje de experiencia y siempre tienen en cuenta
vuestras opiniones y opciones, terminan proponiendo soluciones a veces este-
reotipadas, especialmente si las negociaciones se «atascan», como ocurre al
poco tiempo y con frecuencia.
Con el sistema mediacional serán los propios padres quienes, puesto que
son los que mejor conocen su caso, su situación y las circunstancias persona-
les de todos los implicados, los que retengan la capacidad de proponer solu-
ciones, tras explorar diversas alternativas, de manera creativa.
En el próximo capítulo presentamos más datos acerca de la mediación:
pasos concretos, implicaciones, candidatos idóneos...

5. PREPARARSE UNO/A MISMO/A

5.1. P 

Muchas parejas nos cuentan que durante el tiempo que dura la toma de
decisiones de la separación y en muchos casos incluso muchos años después,
desayunan, almuerzan, comen, meriendan y cenan con pensamientos acerca
de la separación. Como hemos señalado más arriba, las «películas mentales»
suelen ser de lo más variadas, vívidas y continuas. Nos acompañan en cual-
Primeros pasos 131

quier lugar y a cualquier hora del día. Por mucho que intentemos ser razona-
bles, no es infrecuente que predominen las películas catastrofistas que ter-
minan por dejarnos un mal sabor de boca y un ánimo depresivo. La sensación
general de alivio, se ve acompañada y ensombrecida por numerosos temores.
Luchar contra este tipo de pensamientos, incluso si estamos especialmen-
te preparados para controlar nuestras emociones y nuestros sentimientos,
suele ser muy difícil. Aparecen y reaparecen por cada resquicio y cualquier
circunstancia, lugar, canción, película, recuerdo... puede servir para dispara-
dero de las mismas.
Siguen algunas sugerencias para controlar y prevenir mejor tales rumia-
ciones:

5.1.1. Marcarse un lugar

Como ya hemos indicado, tales pensamientos aparecen en cualquier


momento y lugar. Por ello sería bueno que dedicásemos todos nuestros
esfuerzos en luchar para permitirnos a nosotros mismos embargarnos en tales
pensamientos en un lugar determinado.
Por supuesto este lugar debiera ser un lugar neutro y no cercano, por
ejemplo, un parque cercano, una cafetería tranquila y nunca la propia casa y
mucho menos el dormitorio o la cama. Si no queda más remedio y ha de ser
en nuestra casa, que sea en la estancia más neutral. Ocurre que, en muchas
ocasiones parecemos actuar como los perros cuando marcan los territorios
con la orina como forma de delimitar sus dominios. El asociacionismo fun-
ciona en cada uno de los aspectos de nuestra vida. Así, si vamos con nuestras
cavilaciones y marcamos todos los lugares que frecuentamos, posteriormen-
te, estos mismos lugares pueden adquirir la capacidad de recordarnos a tales
cavilaciones y dispararlas en los momentos menos oportunos, cada vez que
frecuentamos de nuevo el lugar, por muy tranquilos que nos encontremos.

5.1.2. Saber elegir el momento

Es importante que marquemos una hora del día como espacio para per-
mitirnos tales pensamientos.
Tendremos que tener cuidado de que tal hora sea a primera hora del día
evitando que sea a última hora del día y mucho menos la hora de irnos a la
cama. No hacerlo así es, con toda probabilidad prepararnos para el desarro-
llo de problemas de insomnio. Si, a medida que va pasando el día, vamos atas-
cándonos con tales cavilaciones, éstas se van agrandando, nos van aceleran-
do, y hacen que sea cada vez más difícil que podamos posteriormente
controlarlas, y nos libramos de ellas para poder conciliar el sueño.
132 Repartirse el desamor

5.1.3. Buscar actividades

Controlar la mente es difícil. Todos tenemos la experiencia de que cuan-


to más luchamos contra un pensamiento, más parece afianzarse, especial-
mente si tal pensamiento tiene un alta carga emocional, como suele ocurrir
con los relacionados con el proceso de separación.
Un buen sistema para controlar tales pensamientos, en lugar de luchar
activamente contra ellos, consiste en focalizar la atención en pensamientos
incompatibles porque en un mismo lugar no caben dos cosas a la vez. En una
mente ocupada en algo es más difícil que se cuelen los resquicios de pensa-
mientos dolorosos. Una buena estrategia suele consistir en cargarnos de acti-
vidades, preferentemente actividades que impliquen acción y no pensamien-
tos, que impliquen contactos con otras personas y no actividades solitarias, y
que sean preferentemente de naturaleza lúdica.

5.2. B 

Otra buen estrategia consiste en recabar el apoyo de aquellas personas


que nos son cercanas, que nos aprecian y apreciamos y con las que tengamos
ya establecida algún tipo de relación.
Suele ser desafortunado que en muchas ocasiones la mayoría de los ami-
gos con los que contamos fueran amigos comunes a la pareja. A veces, noso-
tros mismos por esta razón no nos atrevemos a acercarnos a ellas, y si lo
hacemos podemos percibir una cierta ambigüedad y distanciamiento, por-
que ponemos en un conflicto de lealtades. Es lógico que recurramos sola-
mente en primer lugar a aquellos que son amigos personales con los que no
tuvimos relación alguna como parejas. Si ha de ser a personas que nos hayan
conocido como parejas, debemos saber captar a aquellos que son capaces de
ofrecernos su apoyo sin que a ellos mismos les plantee problemas tal actua-
ción. Para ello es bueno que primero nos preparemos para hacer pública
nuestra decisión de separarnos y ser nosotros los que les participamos tal
decisión sin escurrir el bulto, dejar que pase el tiempo y se enteren median-
te terceros.
Hemos de saber valorar las motivaciones de las personas que se acercan a
nosotros, especialmente si son del sexo opuesto. Algunas de las personas que
se separan, por mucho que se juren y perjuren que no han de volver a empa-
rejarse, durante todo el proceso de separación se encuentran especialmente
vulnerables y pueden caer en la tentación de dejarse engañar e iniciar una
relación con personas del sexo opuesto que se hayan mostrado comprensivos
y de apoyo durante este período.
Primeros pasos 133

5.3. D       

Asumir la separación de un familiar, amigo o conocido es a menudo difí-


cil si no han sido conscientes de la existencia de dificultades maritales y si
realmente apreciamos a ambos miembros de la pareja.
Los familiares, parientes y amigos pueden ofrecernos una gran cantidad
de apoyo y ayuda en los momentos de separación, siempre que no se vean
implicados en las discusiones y se vean forzados a tomar parte.
Cuando los amigos y los parientes se ven muy implicados en las culpas y
toman parte, con mucha frecuencia es mucho más difícil para la pareja con-
seguir una relación eficaz y de cooperación tras la separación. Además de
manejar sus propios sentimientos han de afrontar las críticas de los parientes
en relación con su pareja. Esto sirve sólo para prolongar vuestro período de
reajuste emocional y de separación.
Quienes se implican demasiado en la separación de otra persona, a veces
lo hacen para evitar tener que examinar y afrontar sus propios problemas
maritales. Si tu familia y amigos no hacen más que criticar al otro, habéis de
tener precaución y pedir directamente que se abstengan de hacerlo en la pre-
sencia de los niños.
Para poder contar con su apoyo tenemos que empezar haciendo las cosas
bien y esto implica comunicarles nuestra decisión de separarnos en cuanto
hayamos tomado tal decisión.
Es mejor que nos responsabilicemos nosotros mismos de hacerlo y no que
esperemos a que las circunstancias nos ofrezcan el momento adecuado.
Si no tenemos claro de si vamos a ser capaces de mantener la entereza a la
hora de hablar con nuestros allegados, no estaría tan mal recurrir al teléfono.
Quizá la secuencia que podríamos seguir es la siguiente:

a) Prepararnos para desvelar esta información: aclarar nuestro discurso,


información que estamos dispuestos a desvelar, tono en que vamos a hacerlo...
b) Elegir el momento y no esperar a hacernos los encontradizos. Así
podemos tener más garantía de que no nos vamos a dejar llevar por emocio-
nes no deseadas.
c) Comunicárselo de manera clara, sincera y directa e intentando que
ninguno de los dos aparezca como el villano.
d) Saber discriminar, si alguien nos pregunta por la calle, si lo hace por
un interés y preocupación genuina por nosotros o por el morbo de la noticia.
A aquellos que se preocupan genuinamente por nosotros saber darles la noti-
cia hasta donde nosotros queramos llegar. Aquellos que intentan tirarnos de
la lengua, especialmente si detectamos que es por una curiosidad malsana,
saber cortarles los pies y espetar, con la mayor naturalidad «ése es un tema
que no te concierne» o «prefiero no hablar de ese tema en este momento».
134 Repartirse el desamor

5.4. O  

Quizá los aspectos prácticos deberían ser el primer aspecto a tener en


cuenta durante la preparación de uno mismo en la separación.

5.4.1. Elección provisional de la casa

Lógicamente vamos a necesitar un lugar provisional donde vivir.


Es muy posible que quienes se separan sean capaces de acordar, poste-
riormente, qué sistema de acomodación van a emplear. Pero si no se ponen
de acuerdo, o mientras lo hacen, seguramente necesiten también un sitio
donde estar.
Hay gente que piensa que irse de casa es como admitir que son ellos/as
los que tienen la culpa y son los que hicieron mal. Otros se niegan a mar-
charse porque consideran que si se quedan en casa, siempre existirá una posi-
bilidad de que el matrimonio no se rompa. Ninguna de las dos posiciones es
buena pues esto forzará a tener que tomar decisiones de urgencia. Hay oca-
siones en los que uno de los dos miembros deja la casa porque es la mejor
decisión para la familia.
Aunque es una decisión difícil de tomar, con frecuencia refleja la valentía,
madurez y valor de la persona que lo hace.
A pesar de que estemos dispuestos a conformarnos con cualquier cosa, su
elección no siempre es fácil:
Muchas veces tenemos que contentarnos con lo que se nos ofrece, pero
deberíamos tener en cuenta una serie de consideraciones:

a) Que tenga espacio para los hijos.


b) Independientemente de que seamos quienes adquirimos la guardia y
custodia o seamos el padre/madre visitante, los hijos/as han de terminar
pasando tiempo con nosotros. Por ello, debemos tenerlo en cuenta e intentar
que tengan su espacio, privacidad, lugar para jugar y estudiar...
c) Proximidad: aunque para nosotros la elección del lugar donde nos
vamos a vivir sea mejor cuanto más alejado del antiguo domicilio familiar,
esto no suele ser bueno para los hijos, especialmente si están en edad esco-
lar y han de continuar asistiendo al mismo colegio o queremos que sigan fre-
cuentando a sus amigos de siempre y lugares de diversión y de apoyo para
ellos.

5.4.2. Medios de subsistencia inicial

Lo peor que podría pasarnos, especialmente si somos quien promueve la


separación, es que, al cabo de un tiempo tengamos que resignarnos y volver
a una convivencia poco gratificadora porque hemos sido incapaces de vivir
independientemente.
Primeros pasos 135

Desdichadamente, hoy por hoy, tampoco podemos fiarnos de las pensio-


nes ordenadas incluso judicialmente.

6. SI HA HABIDO MALTRATO

Cuando durante la relación ha habido maltrato, a la hora de separarse y


de organizar los primeros pasos hay una serie de consideraciones especiales a
tener en cuenta:

6.1. ¿E     


    ?

Las estadísticas americanas nos enseñan que un 50 por 100 de los asesi-
natos a mujeres son llevados acabo por alguien conocido y cercano a ellas. Tal
relación no existe en el caso de los hombres.
Ello debería hacernos estar en guardia y seguir haciendo consideraciones
especiales.

1. ¿Somos el centro de atención de nuestra pareja, de manera que toda


su vida gire en torno a ti?
2. ¿Se muestra obsesionado con controlar a dónde vamos y de dónde
venimos?
3. ¿Si no tiene a nadie más con quien relacionarse, cómo de probable
que cometa una barbaridad creemos que es si nos separamos?
4. ¿Ha habido maltrato, te ha herido con un arma, o amenazado recien-
temente? No olvidemos que, desafortunadamente, el mejor predic-
tor de cuánta violencia va a haber en el futuro sigue siendo cuánta
violencia ha habido en el pasado.
5. ¿Ha amenazado con matarnos? Estas amenazas, aunque sean presen-
tadas en momentos de tensión solamente, han de ser tomadas siem-
pre en serio.
6. ¿La violencia que se ha producido incluye violencia sexual u otras
formas de abuso sexual?
7. ¿Se ha venido comportando la pareja de manera irresponsable y
tomando riesgos que no solía?
8. ¿Ha ido últimamente aumentando gradualmente la intensidad de la
violencia?
9. ¿Suelen ocurrir los peores episodios de violencia bajo los efectos de
alcohol u otras drogas?
10. ¿Nos ha estado siguiendo y acechando? ¿Ha hecho esto con otras
parejas anteriores, si las ha habido? ¿Nos persigue y acosa? El acoso
y el acecho suelen ser siempre el primer paso, que anticipan otros más
graves.
11. ¿Ha experimentado la pareja antecedentes de depresión o de inten-
136 Repartirse el desamor

tos de suicidio? ¿Va pregonando a todo el que le quiera oír el poco


valor de la vida humana?
12. ¿Se trata de un «cobra»?

Una vez más, cuantas más preguntas de las anteriores se contesten afir-
mativamente, mayor es el riesgo que corremos de ser objeto de actos de vio-
lencia, más en serio deberíamos tomarnos la decisión de terminar la relación
y más cuidadosa debería ser la elaboración de nuestros planes para ponerla
en práctica. Especialmente si nuestra pareja es un «cobra», no lo olvidemos.

6.2. P  

Sin ánimo de ponernos dramáticos ni alarmistas, lo primero que debería-


mos cuidar es nuestra seguridad personal y la de los nuestros. Los datos, refe-
rentes al número de mujeres muertas por episodios de violencia al año, no
dejan de ser escalofriantes.

Figura 5.1. Mujeres muertas por violencia doméstica (datos oficiales y asociaciones)

160
140
120
100
80
60
40
20
0
1997 1998 1999 2000 2001

Nuestras investigaciones1 nos sugieren que el mayor riesgo de violencia se


produce en los primeros meses del proceso de separación.
Para elaborar estos planes de seguridad deberías contar con asesoramien-
to especializado. Sin embargo, no todos los terapeutas saben lo que procede
hacerse en estas situaciones, a no ser que hayan recibido un entrenamiento
especial.
Los planes de seguridad implican:

1
J. Cáceres, «Análisis cuantitativo y cualitativo de la violencia doméstica en la pareja»,
Cuadernos de Medicina psicosomática, 60-61, 2001, págs. 57-67.
Primeros pasos 137

Figura 5.2. Grado de violencia física y psicológica, según el estado civil

80
70
60
50
Cohabita
40
Casado
30 Separado
20
10
0
FÍSICA PSICOLÓGICA ** TOTAL *

a) Conocer los recursos que existen en tu comunidad y con los que pue-
das contar (familia, amigos, recursos legales, refugios...)
b) Contacto legal: desarrollar orden de arresto, de limitación de movi-
mientos, de no acercarse en 50 metros...
c) Analizar las circunstancias particulares de nuestro caso (uso de dro-
gas, celos, antecedentes, características personales de ambos y de la rela-
ción...)
d) Estudiar y desarrollar cuidadosamente un plan que contemple todas
las formas de salir de tu casa de manera segura, en una emergencia.
e) Tener preparado un maletín de emergencia que contenga ropa, dine-
ro, monedas por si fuera necesario llamar por teléfono, documentos básicos,
carnés, juguetes o «frazaditas» para los hijos.

Estos planes deberían incluir la ayuda de una persona del exterior con la
que se tenga suma confianza (amigos, familia, psicólogos, párrocos...)
Para la elaboración de estos planes el terapeuta debería recabar la parti-
cipación de los implicados, trabajar ellos y tener en cuenta sus ideas. Nunca
debería tratarse de un discurso por parte del terapeuta.
Una vez que está diseñado, es muy conveniente ensayarlo hasta la sacie-
dad para automatizar su desarrollo y estar preparados para cualquier emer-
gencia.

6.2.1. Separarse de un «cobra»

Los cobras son muy difíciles de dejar, y cuando se inicia la separación, ésta
es difícil y suele durar más. Ello parece ser así porque previamente han ate-
rrorizado a la víctima y están acostumbrados a dar miedo. Y es que si suelen
provocar maltrato de manera sistemática, eso llega a crear espanto. Y lo que
es peor, si eso ha ocurrido en el pasado se puede seguir asumiendo que es lo
que seguirá pasando en el futuro.
138 Repartirse el desamor

Su impulsividad y consumo de drogas, si lo hubiera, les hace especial-


mente peligrosos.
El período de peligro suele ser más corto que en el caso de los «Pitbull»,
pero más intenso. No se obsesionan tanto con las mujeres con las que se
implican como los «Pitbull» pero sí con conseguir lo que quieran de ellas. No
parece interesarles el compromiso emocional. Viven el día a día, sin hacer
planes a largo plazo.
Todas estas razones son las que aconsejan tener especial cuidado al ter-
minar una relación con «un cobra». No siempre conviene comportarse de
manera asertiva y defensora de los propios derechos en estas situaciones.
Algo que es absolutamente recomendable en otros casos, en estas circuns-
tancias a veces puede suponer precipitar la agresión.

6.2.2. Separarse de un «Pitbull»

En principio puede parecer más fácil de abandonar, a corto plazo, que a


«un cobra», pero en realidad puede resultar más difícil a largo plazo. Y es
que suelen tener consciencia y son susceptibles de experimentar remordi-
miento. No son tan impulsivos, pero desarrollan una gran capacidad para la
negación, para minimizar las consecuencias, distorsionar episodios de vio-
lencia, racionalizar el pasado según les convengan y tienen más probabilidad
de «obsesionarse» con su «presa» y continuar, así, demostrando su alta
dependencia emocional.
El escape inicial, pues, puede ser más fácil, pero hay que temer la reacción
y los planes de acoso más a largo plazo.
El período de mayor riesgo puede darse después del escape inicial.
Como se ha dicho, tienden a justificarse a sí mismos y sus acciones basán-
dose en su sentimiento de «posesión» de la mujer.
Primeros pasos 139

7. APÉNDICE: CUESTIONARIO DE FUNCIONAMIENTO


FAMILIAR Y AJUSTE DE LOS HIJOS ANTE LA SEPARACIÓN

Ponga una X en la casilla que crea más adecuada y calcule, después, la


puntuación obtenida en las cinco dimensiones (A-B-C-D-E) enunciadas,
siguiendo las normas esbozadas en el texto.

Total Parcial Desacuerdo Desacuerdo


acuerdo acuerdo Indeciso Parcial Total
1. Mi ex intenta volver a los hijos en mi contra
2. Mi ex se ha vuelto violento físicamente
3. Me he vuelto mucho más estricto/a con los niños
4. Tras la separación, he abusado de las drogas/alco-
hol
5. Mi ex y yo hemos reñido o nos hemos criticado
delante de los niños
6. Los niños han tenido problemas en el colegio
7. Los niños a veces se sienten culpables de nuestra
separación
8. Mi ex y yo nos hemos gritado el uno al otro
9. Mi ex y yo hemos discutido acerca de las pautas a
seguir en la educación de los niños.
10. Antes de la separación solía haber peleas frecuen-
tes entre diversos miembros de mi familia
11. Creo que los niños me tratan de manera diferente
tras la separación
12. Tras la separación los niños se han vuelto más
agresivos
13. Antes de la separación había momentos en los
que en la familia nos evitábamos los unos a los
otros
14. Tras la separación me siento deprimido/a a menudo
15. Antes de la separación nos gritábamos los unos a
los otros
16. Mi capacidad de atender económicamente a los
niños ha disminuido mucho tras la separación
17. El dinero que recibo tras la separación es insufi-
ciente
18. Mi ex y yo solíamos reñir en presencia de los
niños
140 Repartirse el desamor

19. No puedo dejar de culpar a mi ex por nuestra


ruptura
20. Tener que pasarme dinero supone una cruz para
mi ex
21. El tema económico solía ser fuente de discusiones
entre nosotros antes de separarnos
22. Nuestra situación económica nos ha forzado a
cambiarnos de casa tras la separación
23. Creo que sería mejor para nosotros si no volviéra-
mos a vernos
24. Mi ex ha atendido y se ha ocupado adecuada-
mente de los niños tras la separación
25. Estoy de acuerdo con el trato y cuidado que mis
hijos reciben en casa de mi ex
26. Los niños se muestran satisfechos con la custodia
y el régimen de visitas establecido
27. Tras la separación mi ex y yo hemos sido capaces
de ponernos de acuerdo en la mayoría de los
temas relacionados con la casa
28. Aunque tuvimos problemas, cuando miro hacia
atrás creo que nuestra vida en común fue buena
29. Teniendo todas las cosas en cuenta, creo que
nuestros acuerdos económicos son justos
30. Antes de la separación en mi familia se compartían
los sentimientos y problemas
31. Antes de la separación en mi familia solíamos
hacer bastantes cosas juntos
32. Tras la separación mis hijos pueden desahogarse
con otros niños
33. Tras la separación mis hijos pueden desahogarse
con otros adultos
34. Tras la separación mis hijos han tomado parte en
actividades de clubs, parroquia, extraescolares...
35. Tras la separación me ha sido imposible tomar
parte en actividades recreativas y socioculturales
36. Tras la separación mis hijos han participado en
asesoramiento terapéutico grupal o individual
37. Creo que mis hijos entienden nuestra separación
38. Tras la separación he podido participar en aseso-
ramiento terapéutico grupal o individual
39. Teniendo todas las cosas en cuenta creo que mis
hijos se han desenvuelto bien en la separación
Primeros pasos 141

40. Creo que los niños están convencidos de que tras


la separación ninguno de los dos les queremos
menos
41. En general, me gustaría que mis hijos tuvieran
más contacto con mi ex
42. En general creo que la separación ha sido fuente
de muchos problemas emocionales para mis hijos
6
Mediación en la separación
1. DIFERENCIAS ENTRE SISTEMA MEDIACIONAL
Y ADVERSARIAL

La mayoría de las parejas que se separan terminan haciéndolo «porque no


se entienden...». Pero resulta que, como ya se ha señalado en el capítulo ante-
rior, a la hora de plasmar el acuerdo de separación están condenados a enten-
derse en temas muy importantes y que distan de ser banales y comprometen
el bienestar futuro de ellos mismos y de todas las demás personas implicadas
en el proceso; familiares, conocidos e hijos. Algunos de estos temas son:

Sistema de comunicación a seguir para que ambos puedan continuar ejer-


ciendo el papel de padres de una manera responsable.
Formas de contribuir de manera eficaz y conjunta para que ambos miem-
bros de la pareja se conviertan , lo antes posible, en autónomos, autosufi-
cientes e independientes en todos los sentidos.
Aspectos económicos: ¿cómo se reparten los bienes y las deudas de mane-
ra más equitativa?
Aspectos emocionales: ¿cómo se reparten los discos, libros, y otros objetos
que tienen un valor sentimental especial para uno de los dos o para ambos?
¿Cómo se reparten los amigos, que muchas veces parecen indecisos y perple-
jos ante las reacciones de los que se separan, y sin saber qué partido tomar?

Pero si se separan porque no se entienden, es difícil que vayan a ser capa-


ces de ponerse de acuerdo en estos momentos tan delicados en temas tan cru-
ciales.
Porque muchas parejas, en sus últimos días de convivencia se llegan a dis-
tanciar tanto el uno del otro que más bien parecen extraños. Algunos, aun-
que son capaces de mantener una cierta apariencia de educación y conside-
ración mutua, si se ponen a hablar, aunque sea de temas nimios y que para un
observador externo no parezcan revestir la más mínima importancia, parecen
transformarse, encenderse, perder los estribos o hacer que sea el otro el que
los pierda, lo que les asegura terminar en un enfrentamiento a toda regla y
una incapacidad para llegar a un acuerdo justo y mínimamente asumible por
ambas partes.
146 Repartirse el desamor

Otros tienen esta misma reacción en temas puntuales que, seguramente,


incluyen alguno de los que han de abordar en estos momentos. Parece como
si, tras haberse acostumbrado en el pasado a postponerlos o evitarlos como
mejor técnica de supervivencia emocional, ahora no les quedase más reme-
dio que afrontarlos, sacando toda la rabia almacenada.
En otros casos, el enfrentamiento ha sido tan marcado, tan áspero, tan
continuado y con tanta acritud, que el otro/a se ha convertido en nuestro/a
peor enemigo/a. Su mera presencia les enciende o les hace ponerse enfer-
mos/as. Es como si se hubieran acostumbrado o sensibilizado a estar acelera-
dos en la presencia del otro/a.

Dado que no se entienden, si deciden litigar e iniciar un contencioso, lo


harán a través de sus abogados, que tramitan sus demandas de separación y,
como es lógico, cada uno de estos excelentes profesionales quiere lo mejor
para su cliente. Pero no siempre lo mejor para su cliente beneficia al otro
miembro de la pareja, o al sistema relacional-familiar, sino que suele ocurrir
más bien lo contrario: si uno gana en un tema determinado, suele ser «a
expensas» del otro, y si esto se produce terminan por perder los dos.
En nuestros años de experiencia, hemos visto con demasiada frecuencia
encarnizados enfrentamientos, incluso en aquellos que, inicialmente firmaron
la demanda de separación «por mutuo acuerdo», aunque luego protesten que
lo hicieron así porque se les forzó o «por necesidades del guión», o por ter-
minar cuanto antes.
Paula James1, una experta mediadora, describe el proceso de separación

1
P. James, The Divorce Mediation Handbook. Everything you Need to Know. San Francis-
co, Jossey Bass, 2001.
Mediación en la separación 147

de forma mucho más gráfica, con tintes casi tragicómicos. Lo presenta como
si se tratase de un torneo entre caballeros de la Edad Media, a lanza y espa-
da. En este torneo el abogado de uno carga contra el abogado del otro. Cada
uno de estos caballeros, dotados con muy altas cualificaciones en el «toma y
daca» legal, pero generalmente poco duchos en otras formas de resolver con-
flictos, intentará conseguir lo mejor para su cliente, y cuanto más alto sea el
botín que consiga, bien por lo que respecta a los niños o a las propiedades
comunes, mejor.

«Vosotros, los que os separáis, aun siendo los implicados directos, os con-
vertiréis casi en espectadores, tras haber dado los datos e información inicial.
Pareceréis estar viendo la guerra desde la barrera. Pero en esta batalla se dan
algunas peculiaridades:

— Las heridas que cada uno de estos caballeros inflige al adversario, no


aparecen en el cuerpo del otro caballero, sino en el vuestro, en el de vuestra
pareja o el de vuestros hijos.
— La factura del torneo, a veces especialmente alta, la pagáis vosotros...»

Este dibujo, que puede parecer un tanto exagerado, pero que, en el fondo
no hace sino parodiar lo que ocurre en un alto porcentaje de casos, no nos
parece una forma razonable ni adecuada de disolver un matrimonio en el
siglo .
La mediación, por el contrario, intenta:

— Retirar las disputas del sistema adversarial, del juzgado.


— Evitar el desgaste y el «derramamiento de sangre» en pugnas inútiles.
— Que la pareja se siente alrededor de una mesa con el mediador y, entre
los tres, traten de encontrar los mejores términos, la manera más justa y sen-
sata posible para ultimar la separación.

En la mediación, los caballeros de la Edad Media de la parodia anterior-


mente descrita, han sido sustituidos por consejeros que entienden el valor de
una separación amistosa y por la presencia de un mediador experto que les
ayuda a conseguir el acuerdo más justo, con el menor dolor posible.
Nuestra experiencia nos sugiere que el sistema adversarial y la mediación
se diferencian, pues, en múltiples aspectos, y es que en el sistema mediacional:

— La animosidad y acritud exhibida son menores.


— Cada una de las partes toma sus propias decisiones. Los abogados y
los jueces se mantienen en un segundo plano y se ven abocados a respetarlas.
— Cada una de las partes intenta llegar a un acuerdo en lo que a la divi-
sión de bienes y pago de deudas se refiere, de una manera colaboradora y rea-
lista en lugar de embarcarse en exigencias y acusaciones, impropias y más
ligadas a necesidades individuales de revancha que al bienestar del conjunto
del grupo.
148 Repartirse el desamor

— Es un proceso más creativo y flexible: en lugar de dejar la decisión en


manos de abogados y jueces, la pareja compromete el cuidado futuro de sus
hijos y su relación con ellos, y la división de sus bienes según las necesidades
de la familia y su sentido de equidad y justicia.
— Es un proceso privado: no necesitarán contar su historia ni ventilar sus
problemas o miserias ni los antecedentes de la separación ante abogados peri-
tos, testigos... que terminarán viéndose implicados en el proceso.
— Es más barato.
— Quizá la principal diferencia estribe en cómo se encara todo el proceso:

a) En el proceso mediacional se intenta promover un espíritu cooperador


y constructivo, implica una reformulación positiva de todos los temas que
caracterizan el proceso de separación, e incluye la utilización de estrategias
orientadas a conseguir un acuerdo mutuo y a la promoción de un clima dia-
logante para el futuro.
b) En el sistema adversarial, el derivado del contencioso judicial, por el
contrario, predomina una actitud de ganador, perdedor, con preguntas foca-
lizadas en el pasado, que corren el riesgo de terminar contribuyendo a cris-
par más la situación...

2. PUNTOS GUÍA EN UN CASO CONCRETO2

A continuación veremos la secuencia a seguir, por lo que a los hijos res-


pecta, en un caso concreto de .
Los pasos a seguir deberían ser abordar cada uno de los puntos reseñados
en una sesión de negociación, asegurándose que, para cada una de estas sesio-
nes llevan los deberes bien hechos, sobre todo lo que al desarrollo de auto-
control se refiere.
Durante toda la sesión deberían asegurarse de que ambos mantienen un
ánimo dialogante y que siguen las reglas de la discusión comentadas en el
capítulo 2 y ello a pesar de que los temas sean especialmente delicados.
Estos mismos pasos podrían seguirse en el caso de la división de bienes y
de las posibles pensiones.

2
Sigo aquí, aparte del dictamen de mi experiencia, las recomendaciones derivadas de la
obra de M. A. Kranitz, Getting apart Together, California, Impact, 2000.
Mediación en la separación 149

2.1. H

2.1.1. Grado de comunicación y forma de compartir información


acerca de los hijos

Independientemente del modelo de coparentalidad que terminen adop-


tando, es seguro que los dos quieren estar al tanto de la evolución de los hijos.
Es de especial importancia que acuerden el sistema de transmisión de toda la
información relativamente a los hijos, así como los temas «obligatorios» a
incluir. Ello seguramente servirá también para tranquilizar, en parte, al padre
que tenga menos contacto directo con los hijos.
Algunas de las cuestiones a compartir son:

a) Cómo les va en el colegio.


b) Acontecimientos de relevancia que les hayan sucedido en los últimos
días.
c) Salud física y mental.
d) Posibles problemas de comportamiento.
e) Situaciones vitales especiales que estén pasando.
f) Pautas de comportamiento a seguir en caso de que se den problemas.
Aunque los padres no estuviesen de acuerdo con las pautas que su expareja
siga, deberían estar seguros que redundará en el beneficio de los hijos y que
haya un mínimo de acuerdo entre ambos en tales pautas.

Es importante, pues, que se acuerde la frecuencia con la que se intercam-


biará esta información, especialmente aspectos educativos y aquellos relativos
a la salud, así como que decidan, también, qué se debe hacer en caso de que
se produjese algún tipo de urgencia médica. ¿Quién estará autorizado/a para
firmar posibles intervenciones quirúrgicas, si fueran necesarias? Quizá en
este aspecto quieran otorgarse el uno al otro un permiso escrito en el que
manifiesten que autorizan al otro a que firme los documentos necesarios para
que los hijos reciban la atención médica oportuna en caso de urgencia. Si lo
hacen así, deberían asegurarse, que tienen siempre a mano tal papel.

Yo....... doy mi consentimiento para que........ firme, en mi


nombre y en el suyo propio, cualquier documento de consenti-
miento informado que fuera necesario para la ejecución de pro-
cedimientos médicos y otros métodos, orientados a preservar la
salud de nuestro/a hijo/a ........

Firmado:

El siguiente tema que había que abordar tendría que ver con la decisión
acerca de la frecuencia con que van a hablar de los hijos.
150 Repartirse el desamor

Seguramente que ninguno de los dos se encuentre en estos momentos


especialmente seducido por la idea de tener que volver a hablar con el otro,
pero los dos estarán de acuerdo en que harán todo lo posible por el bienes-
tar de los hijos. Y deberán tener claro que desarrollarán su papel de padres
de manera infinitamente peor si, por la razón que fuese, dejasen de hablarse
el uno al otro en estos momentos.
Una vez que hayan decidido esta frecuencia, el siguiente aspecto a acor-
dar son los días en los que tal comunicación se va a producir.
Al fijar los horarios es mejor que dejen un margen prudencial, por ejem-
plo jueves de 12 a 13, en lugar de jueves a las 12, para evitar posibles guerras
de nervios posteriores entre ellos y los hijos («No me llama... , No cumple el
horario...»).
Entre los temas a tratar, además de los básicos señalados en la página
anterior, estaría bien que se incluyesen los de esta ficha:

Nombres: Fecha Nacimiento:

Escuela Curso Teléfono


Profesor Director: Tutor:
Actividades extraescolares:
Horario:
Pediatra: Teléfono:
Alergias: Enfermedades:
Medicación:
Tarjeta Médica:
Horario de cama: Horario de ducha:
Comidas favoritas:
Tamaño de ropa: Colores preferidos:
Zapatos: Camisa: Pantalones:
Faldas: Ropa interior: Abrigo:

Amigos: Teléfono:
Nombre de los padres:

2.1.2. Comunicación con los hijos

Un tema relacionado con el anterior es determinar qué período de tiem-


po de contacto y comunicación van a mantener con sus hijos, especialmente
cuando éstos están con el/la otro/a.
Éste es un tema que no se debe dejar al azar, pues podría llevar a muchas
frustraciones que sólo sirvan para enervarles posteriormente a todos los
implicados.
Deberían establecer algún tipo de horario, no rígido, que sirva de guía
para todas las partes.
Mediación en la separación 151

Para facilitar esta labor podrían, cada uno, por separado, rellenar sus pre-
ferencias, según sus propios horarios, en una hoja como la de la figura adjun-
ta.
Una vez que lo hubieran hecho los dos, podrían superponer las hojas, y
dar por buenos aquellos casos en los que no hubiera coincidencias. En aque-
llos casos en los que se produzcan coincidencias, deberían debatir entre los
dos y llegar a algún tipo de acuerdo que sea asumible por parte de los dos.
Deberán tener en cuenta que sólo se han de considerar sus propias prefe-
rencias sino también, por encima de todo, las necesidades de los niños y no
olvida que sería bueno que éstos pudieran mantener contacto con los dos, de
manera regular y constante.

Hoja de MAMÁ

HORAS LUNES MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES SÁBADO DOMINGO


9-11 MAMÁ MAMÁ
11-15 MAMÁ
15-18 MAMÁ MAMÁ MAMÁ
18-21 MAMÁ MAMÁ MAMÁ
21-24 MAMÁ

Hoja de PAPÁ

HORAS LUNES MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES SÁBADO DOMINGO


9-11 PAPÁ
11-15 PAPÁ
15-18 PAPÁ PAPÁ PAPÁ PAPÁ
18-21 PAPÁ PAPÁ PAPÁ PAPÁ
21-24 PAPÁ

Superposición de Hoja de PAPÁ Y MAMÁ

HORAS LUNES MARTES MIÉRCOLES JUEVES VIERNES SÁBADO DOMINGO


9-11 MAMÁ MAMÁ/PAPÁ
11-15 MAMÁ/PAPÁ
15-18 MAMÁ PAPÁ PAPÁ MAMÁ/PAPÁ MAMÁ/PAPÁ
18-21 MAMÁ PAPÁ PAPÁ MAMÁ/PAPÁ MAMÁ/PAPÁ
21-24 MAMÁ/PAPÁ
152 Repartirse el desamor

2.1.3. Días especiales

El siguiente tema a debatir es el que se refiere a «los días especiales».


Antes de reunirse, deberán hacer una lista por separado de aquellos días que
consideran especiales. Éstos podrían ser: festivos, cumpleaños, Navidad, ani-
versarios, fiestas familiares.
Además de definir los días especiales, deberían ponerse de acuerdo en
relación con cómo van a desenvolverse en tales días. Posibles estrategias a
adoptar son:

g) Los niños pasan con el mismo padre el mismo día de vacaciones año
tras año.
h) Los padres se alternan el mismo día de vacaciones cada año.
i) Los padres se dividen estar con los hijos medio día de vacaciones cada
año (un año, la mañana con papá; el siguiente, la tarde con papá).
j) Los padres pueden celebrar las vacaciones juntos con los niños.
k) Los padres «negociarán» cada año como se pasará el día de vacaciones.

2.1.4. Vacaciones largas

Por vacaciones largas entendemos las de verano, Navidad, Semana Santa


o semana blanca, y deberán llegar a algún acuerdo en relación con el sistema
que van a seguir para decidir quién pasa qué período de tiempo con los hijos.
Habrán de considerar, además, las situaciones especiales que pudieran darse:
asistencia a campamentos, cursos de inglés, visita de familiares o amigos.

2.1.5. Relación con familiares y terceros

Además de los padres, existen otras personas (familiares, abuelos, tíos,


primos, amigos) cuyo contacto y compañía puede ser deseable, adecuada y
positiva para los hijos.
Sería bueno que acordasen, si desean que el contacto con estas persones
continúe, por mucho que sientan una gran animosidad contra los suegros,
cuñados, etc. Si han mantenido un contacto continuado hasta el día de la
separación, dejar de verlos de golpe no les hará ningún bien. Por el contra-
rio, seguir viéndoles puede servirles como factor estabilizador.

2.1.6. ¿Y si muriese uno de los padres?

Aunque parezca exagerado, a lo mejor no está de más que, llegado este


momento, se hable de esta posibilidad y que se intenten poner de acuerdo en
cuanto a posibles pautas a seguir, si se diera tal circunstancia.
Mediación en la separación 153

Se podría acordar dónde vivirán los hijos. ¿Se irán con el otro? Aunque lo
más frecuente es que así sea, existen situaciones en las que otro tipo de arre-
glos podría ser más indicado. Por descontado, si se implicase a terceras per-
sonas en este acuerdo, se habría de contar con su aprobación previamente.
Otro tema a tratar es el del contacto que mantendrán, posteriormente,
con la familia del desaparecido.

2.1.7. Transporte

Este tema incluye no sólo cómo irán los niños de la casa del uno a la del
otro, quién les lleva y cómo, sino también quién les llevaría al colegio, a las
actividades extraescolares, al pediatra, etc. Deberían considerar todas las
posibilidades. Pero habría de quedar claro quien va a llevar a cada niño/a
hacer qué y cuando. No debieran tomarlo sólo como una obligación. En estos
momentos, en los viajes especiales, pueden darse conversaciones interesantes
que podrían convertirse en un momento especial para a conocer más a sus
hijos y estar más cerca de ellos.

2.1.8. Actividades extraescolares

Uno de los temas que con frecuencia se convierte en preocupación y moti-


vo de enfrentamiento entre los padres es el que tiene que ver con las activi-
dades extraescolares y obtención del consentimiento del otro para que los
hijos participen en tales actividades.
Este tema tiene muchas connotaciones, además de la infraestructura nece-
saria y soporte económico. Así, deberán considerarse las ventajas psicológicas
y motivacionales de tales actividades. ¿Quién les lleva? ¿Quién lo paga?¿Cuán-
to tiempo nos quedará para estar con los niños, especialmente si no viven en
casa y si llenos de actividades extraescolares? ¿Qué funciones tener tales acti-
vidades? (por ejemplo, socializar, mejorar su curriculum vitae, distraerse y ayu-
dar a pasar el trance de la separación, arruinarnos con gastos innecesarios,
desentenderse de los hijos...). Además hay que decidir si se les obligará a con-
tinuar si, una vez iniciadas, ellos no parecen muy dispuestos a continuar.

2.1.9. Regalos

A muchos padres les ayuda llegar a algún tipo de acuerdo en relación con
los regalos que se podrán hacer a los hijos.
Ello es especialmente cierto si uno de los padres se ha venido jactando de
hacer mejores regalos, más espectaculares o más caros a los hijos.
Esto puede convertirse, a veces, en una competición «desleal» por la mag-
nitud del regalo y por implicar un juego innecesario de confrontación por el
afecto de los hijos.
154 Repartirse el desamor

Para muchos padres puede servir de ayuda haber acordado una actuación
previamente, en relación con los regalos a hacer, para no duplicarlos, y evitar
entrar en una competición.
Algunos ponen como límite una cantidad de dinero, hasta dónde se pue-
den hacer regalos libremente, acordando que, si se supera esta cantidad,
habrá de obtenerse el consentimiento del otro para hacer tal regalo.
Otros padres aceptan que todos los regalos deben ser entregados por los
dos, de manera conjunta para que se evite riesgo de competitividad alguna.

2.1.10. Vestidos

Aunque las cuestiones económicas y quien haya de comprar qué se dis-


cutirá más tarde, sí conviene acordar ahora si los niños han de tener un míni-
mo de ropa en ambas casas. ¿Han de llevársela de una a otra? ¿Quién se
encarga de lavarla? ¿Cómo se devuelven los vestidos lavados?
Si se pretende que los hijos se sientan «como en casa» en la casa de ambos
padres, será necesario que tengan un mínimo de pertenencias en ambos
lados. Cuanto más tengan que llevarse en los viajes, más sensación tendrán de
estar de visita y no de ser un miembro de la familia.
A lo mejor conviene hacerse una lista de prendas y elementos que se lle-
van de un sitio a otro, para asegurarse que no se olvidan prendas deportivas,
instrumentos, que luego se echen en falta y les hagan sentirse peor y protes-
tar, aún más, por la separación.

2.1.11. Paga

El dinero que deben recibir como paga, a veces se convierte también en


motivo de discusión y competitividad.
Quizá deban hacerse las mismas consideraciones que con los regalos.

2.1.12. Cambios

A lo mejor no está de más que se anticipe qué conviene hacer si uno de


los dos cambia:

a) De ciudad o provincia.
b) De residencia: cambio de casa a otra zona de la ciudad.
c) Trabajo: con el consiguiente cambio de horarios, salario...
d) Estatus marital.

Si uno de los dos realiza algún cambio importante en alguno de estos


apartados, afectará, sin duda, a todos los demás y ello debería ser objeto de
renegociación.
Mediación en la separación 155

A lo mejor sería ventajoso que, aunque ahora los dos juren que no volve-
rán a tropezar con la misma piedra, de volver a emparejarse, anticipen la filo-
sofía básica a seguir en tales circunstancias, por si esto llegase a suceder.

2.1.13. Renegociación y revisiones

Nada permanece siempre igual: Todos cambiamos, nosotros cambiamos,


nuestras necesidades cambian, nuestros deseos cambian, nuestras actividades
cambian y lo mismo les ocurre a nuestros hijos y a las personas que nos rodean.
Por ello, es importante que estemos preparados para aceptar una cierta
flexibilidad en los acuerdos que tomemos, dado que ningún esquema funcio-
nará eternamente de manera perfecta.
En este momento, pues, se debería aceptar que es posible que en el futu-
ro sea necesario renegociar algunos de los acuerdos que se tomen ahora.
Algunas parejas prefieren juntarse, para su revisión, cada seis meses, cada
año cada dos . Otras, según las edades de los hijos, a los cinco diez, quince o,
mejor todavía, según las etapas del ciclo educativo: preescolar, básica, bachi-
ller...
Lo cierto es que es necesario que se establezca un sistema y una periodi-
cidad de revisión de los acuerdos tomados.

2.1.14. Límites y reglas. Disciplina

Los padres no siempre tenemos los mismos valores ni adoptamos la


misma filosofía a la hora de educar a los hijos tanto si se vive de manera con-
junta o si están separados. Cuando vivimos juntos, tendemos a acomodarnos
el uno al otro, mediante la negociación.
Pero cuando nos separamos esto no ocurre, y uno de los dos puede sen-
tirse liberado y verse tentado a pensar: «¡Ésta es la mía! ¡Voy a poder educar
a mis hijos como creo que debo hacer, sin interferencia alguna de nadie...!»
Seguramente que, si nos dejamos llevar por tal aspiración, por muy bue-
nas que sean nuestras intenciones, terminaremos creando más confusión y
malestar en los hijos, y que no les aportemos ventaja o bienestar alguno. Por
ello, conviene que se acuerde una normativa básica y métodos de educación
a seguir.
Entre las reglas pueden incluirse: tareas domésticas a realizar, duchas,
horarios del baño, lenguaje aceptable, quedarse a dormir en casa de los ami-
gos/as, edad adecuada para sacarse el carné de conducir, salir con chi-
cos/as...
Las pautas de educación han de incluir las estrategias a seguir cuando los
hijos no cumplen las reglas establecidas.
No existen reglas universales que sean buenas para todos en todas las oca-
siones. Quizá la única excepción a esta regla sea ésta: la conveniencia de que
exista consistencia en cuanto a las pautas que regulen el comportamiento de
156 Repartirse el desamor

los hijos en todas las situaciones, incluyendo la casa del padre y de la madre,
y en todos los estados emocionales que pasemos, no solo si estamos tristes,
enfadados o alegres.
Si no lo hacemos nosotros ahora, si no forzamos esta consistencia, no
debería extrañarnos que el día de mañana sean otras agencias (¡incluida la
policial o judicial...!), quienes se vean en la situación de tener que «forzar» la
obligación de cumplir tales reglas.

2.1.15. Decisiones

La educación de los hijos supone tener que estar continuamente toman-


do decisiones: elegir colegio, tipo de educación religiosa, posibles tratamien-
tos médicos... Es importante, pues, decidir por adelantado cómo y quién va a
tomar tales decisiones.
Algunos padres pretenden que, si eran ellos los que tomaban decisiones
cuando la pareja vivía junta, ¿por qué no han de seguir haciéndolo así, una
vez que se separan? Otros padres piensan que el mejor método para evitar
conflictos con el/la ex, será que uno de los dos tenga la prerrogativa de tomar
decisiones.
Sin embargo, la experiencia nos muestra que las parejas pueden y deben
aprender a comunicarse acerca de los hijos, aun cuando no puedan vivir jun-
tos como marido y mujer; ya que, la responsabilidad de criar un hijo es mucha
y no está mal tener a alguien con quien compartirla.
Si nos obstinamos en ser nosotros los únicos que retenemos la posibilidad
de custodia, deberíamos cuestionarnos si lo hacemos por el mejor interés de
los hijos o como resultado de nuestro estado emocional. Podría ser que nues-
tra obstinación signifique que:

a) La ruptura marital nos ha sido dura y dolorosa y tememos poder per-


der también a los hijos.
b) Nos sentimos obligados a luchar por los hijos para protegerles y pro-
bar, así, nuestro amor por ellos.
c) Aunque realmente no quisiéramos para nosotros solos/as la custodia
continuada de los hijos, lo hacemos porque «todos los buenos padres lo
hacen...»
d) Queremos castigar, de alguna manera, a nuestra pareja reteniendo y
controlando a los hijos e, indirectamente, al otro.

Estos sentimientos son muy corrientes pero ciertamente no contribuyen a


la buena educación de los hijos.
Por otra parte, nuestros datos nos indican que en aquellas familias en las
que uno de las padres ha de pasar dinero al otro para el mantenimiento de los
hijos o del/de la ex, los pagos se hacen más puntuales, con menos problemas
y de mejor gana, cuando el que paga tiene un contacto frecuente con los niños
y retiene alguna influencia sobre su educación.
Mediación en la separación 157

2.1.16. «Hombre bueno», juez

Si una pareja se decidiese por la custodia conjunta, sería acertado que


anticipasen qué van a hacer en aquellas situaciones en las que no pueden lle-
gar a un acuerdo por ellos mismos, porque deberían estar seguros que tales
situaciones se producirán.
En tales circunstancias podrían intentar lo siguiente:

a) Elegir un pariente o amigo común, aceptable para los dos, a quien


nombrarían «hombre bueno», quien, tras oírlos, tuviese la última palabra.
b) Recurrir a la mediación formal.
c) Utilizar los servicios de un profesional neutral que tenga experiencia
en estas cuestiones.
d) Acordar que cada uno de ellos mantendrá la última palabra a la hora
de tomar decisiones en áreas concretas: uno salud y educación, otro religión
y pautas de comportamiento...

2.1.17. Custodia

Mucha gente tiende a confundir la custodia con el sitio donde tenga que
vivir el niño. Sin embargo, el término custodia, en su acepción legal, hace
referencia a qué padre conserva la responsabilidad de la toma de decisiones
en aspectos tales como educación y salud... aunque, en los casos que llegan a
los tribunales, la batalla por la custodia se extienda a otros muchos temas,
tales como vacaciones, horarios...
Recordemos que existen varias posibilidades por lo que a la custodia res-
pecta:

a) Custodia conjunta: según la cual ambos padres mantienen la capaci-


dad de codecidir en relación con los temas importantes: actividades sociales,
pautas de comportamiento, religión, salud y educación.
b) Custodia única: sólo el/la padre/madre es el responsable de decidir
acerca de la crianza de los hijos.
c) Custodia dividida: situación que se da sólo si existe más de un hijo.
Cada uno de los padres mantiene la capacidad de decidir en relación con un
hijo concreto.

Todos los temas tratados hasta ahora son importantes en cualquier tipo de
custodia, pero especialmente en el caso de la custodia conjunta. Si no se tie-
nen en cuenta, no debería extrañarnos que tales tipos de custodia terminen
convirtiéndose en un fracaso.
158 Repartirse el desamor

2.1.18. Implicación de los hijos en la decisión

Aunque todo el mundo parece estar de acuerdo en que es conveniente


tener en cuenta también la opinión de los niños, no parece ser una buena idea
preguntarles a bocajarro con quién quieren seguir viviendo.
Sería casi como preguntarles, y pretender que te contestasen sin sufrir «si
el bote en el que van tus padres se hundiera, ¿a quién salvarías a tu padre o a
tu madre?». Y no es justo que pongamos a nuestros hijos en tal dilema. Por
otra parte, especialmente si los hijos son algo mayores (adolescentes), sus
propios intereses (amigos, novios/as) influirán su contestación.
Lo prudente sería que los padres diseñasen el plan, en primer lugar, y que,
después, consultasen a los hijos si creen que el plan ya diseñado se puede
mejorar de alguna forma.

3. EN QUÉ CONSISTE LA MEDIACIÓN:

Si llegados a este punto no hubiéramos sido capaces de llegar al acuerdo


deseado por nosotros mismos, sería bueno que contactásemos con un equipo
formal de mediación.

Podríamos definir la mediación para la separación como un proceso mul-


tifásico, limitado en el tiempo, cuyos objetivos son:

1. Aumentar la comunicación entre dos personas que tienen dificultades


en entenderse por sí solas.
2. Maximizar la exploración de posibles soluciones alternativas, abiertas
para ambos, en los diversos temas a tratar.
Mediación en la separación 159

3. Afrontar, de manera realista, las necesidades de todas las partes impli-


cadas en la negociación.
4. Potenciar un acuerdo que sea percibido por cada una de las partes
como justo y razonable.
5. Promover un modelo de solución de conflictos para el futuro, en caso
de que éstos llegaran a producirse, durante el largo proceso que supo-
ne la separación matrimonial. El proceso es específico y se encuentra
especialmente adaptado a la situación de ruptura matrimonial.

Veamos también algunas dificultades que surgen en cuanto a algunos


temas ya tratados:

3.1. P P

El sistema legal adversarial plantea a quién se va a asignar la custodia y la


patria potestad de los niños.
El padre a quien no se asigna la custodia, es el padre «visitante». Y, si bien
es frecuente visitar a los parientes lejanos, o a las personas recluidas en la cár-
cel o ingresados en un hospital, nadie quiere esta relación con sus hijos.
Ello presupone casi dos niveles de «posesión» del amor del menor, y ello
no deja de ser absurdo, porque esta cuestión no debiera ni siquiera formu-
larse en tales términos.
Sin embargo, deberíamos centrar toda nuestra atención en encontrar las
soluciones necesarias, repartir o establecer las responsabilidades y obligacio-
nes parentales que cada uno ha de asumir, en el futuro, para suplir mejor
todas las necesidades de los hijos, que no son sólo materiales.

3.2. C

Otro concepto a evitar es el de «custodia».


Una forma más adecuada de plantear este tema debería ser, como se ha
sugerido ya, «¿Qué acuerdos parentales podemos alcanzar de manera que cada
uno de nosotros continúe siendo un padre comprometido y responsable?»
De un modelo competitivo, que suele provocar toda una serie de pasos que
provocan enfrentamiento entre los ex esposos contendientes, para demostrar
quién es el mejor padre y, de pasada, los «defectos del contrario», hemos pasa-
do a un modelo colaborador y orientado hacia la mejora del futuro.

3.3. A    

En este apartado, el sistema adversarial suele plantear la siguiente pre-


gunta «¿qué cantidad ha de pasar el marido a la mujer como manutención de
los hijos?»
160 Repartirse el desamor

Ello promueve un enfrentamiento, y un tira y afloja en cuanto a las posibles


cantidades, que muchas veces, saca a relucir la parte más ruin de cada individuo.
Datos recientes sugieren que, menos de la mitad de las mujeres a las que
se adjudica la custodia de los hijos reciben este apoyo financiero por parte de
los maridos.
En el sistema mediacional, como ya hemos visto, se anima a cada uno de
los miembros de la pareja a realizar una estimación por separado del presu-
puesto de manutención de los hijos.
Posteriormente, ambos miembros de la pareja, previamente a determinar
cómo contribuirá cada uno de ellos al presupuesto acordado, han de pactar
si ambos presupuestos son razonables y justos.
El sistema adversarial lo que suele provocar es una inflación de los presu-
puestos, mientras que el mediacional, que implica una voluntad de compar-
tir posteriormente los gastos, así como una «división de las pérdidas», inten-
ta promover un espíritu mucho más colaborador.

3.4. A   /

En muchas de las parejas que se plantean la separación-divorcio, uno de


los miembros, generalmente la esposa, ha sido y es totalmente dependiente
económicamente, y a veces emocionalmente, de la otra. En muchas ocasiones
seguramente descuidó o llegó a abandonar su propia carrera profesional para
dedicarse al desarrollo y bienestar común de la familia.
En el sistema adversarial se pregunta «¿qué cantidad de dinero ha de
pasar el marido a la esposa y durante cuánto tiempo?». Esta pregunta, así
planteada, suele provocar discordias ya que la mujer intenta demostrar «lo
negro de sus circunstancias», mientras que el marido se intenta justificar con
la limitación de sus ingresos, y lo injusto de tener que pasar una «pensión
vitalicia» a la otra parte.
Ambas posturas son, ciertamente, poco adecuadas, especialmente, si exis-
ten niños y los padres han de seguir cooperando, en el futuro, en su desarrollo.
Está claro que esto solo enturbia aún más la relación y dificulta el entendi-
miento necesario.
En el sistema mediacional, la pregunta clave es: recordémoslo, «¿Cómo
vamos a compartir responsabilidades, para facilitar que el más dependiente
de la pareja se convierta en independiente?».

Este planteamiento general implica una secuencia de preguntas concretas


tales como:

1. ¿Estamos de acuerdo en que uno de los dos depende de la relación


para su sustento económico?
2. ¿Estamos de acuerdo en que el objetivo de la negociación es descubrir
un plan que permita que cada uno de vosotros sea económicamente
independiente del otro?
Mediación en la separación 161

3. ¿Qué planes tendríamos, una vez que cada uno de nosotros fuera in-
dependiente del otro económicamente?
4. ¿Cuánto va a tardar el miembro dependiente en alcanzar la indepen-
dencia?

Previamente a estas preguntas, conviene aclarar, cómo han contribuido


ambos, de manera activa, a lo largo de su relación, para crear esta dependen-
cia tanto económica como emocional, cuya función inicial era potenciar el
bien común de la familia y todos los afectados.
Esto supondrá, seguramente, tener que tomar en consideración aspectos
como:

a) Duración del matrimonio.


b) Capacidad relativa de ambos miembros de la pareja para ganar dinero.
c) Presencia o ausencia de hijos y cuánto ha contribuido cada uno de los
miembros de la pareja en su crianza y desarrollo.
d) Edad de los esposos.
e) Salud mental y física de todos los implicados.
f) Iniciativa a la hora de producirse la separación.
g) Existencia de violencia, actitudes fraudulentas o derroche de los bie-
nes gananciales.
h) Sistema adoptado para hacer la división de bienes gananciales y otros
recursos financieros de cada una de las partes.
i) Contribución realizada por cada uno de los miembros de la pareja a la
formación posterior del otro, para posibilitar y potenciar, así, su capacidad de
ganar dinero.
j) Dinero aportado al matrimonio, en primer lugar.
k) Contribución realizada por parte de la pareja que necesita el apoyo
económico para la constitución y construcción del hogar.
l) Intentos realizados y disponibilidad de la persona que necesita el
apoyo económico para conseguir un trabajo.

3.5. D   

Cada uno de los miembros de la pareja que plantea la separación o el


divorcio siguiendo un sistema adversarial se pregunta «¿cuáles son mis dere-
chos?, ¿Qué puedo obtener?, ¿Cómo me las puedo ingeniar para conseguir
la posición más ventajosa?»
Este tipo de preguntas promueve la creencia de que el uno sólo puede
conseguir cosas a expensas del otro. En cambio, en el sistema mediacional, el
planeamiento es diferente:
«¿Cómo podemos dividir vuestra propiedad de manera que las necesi-
dades de ambos queden cubiertas para el futuro?
Planteado así, este sistema se centra más en el proceso que en el resulta-
do final.
162 Repartirse el desamor

El mediador familiar nos forzará a hacernos, seguramente, sin enfrenta-


miento posible alguno, cinco preguntas concretas, que ya se han esbozado en
secciones anteriores:

1. ¿Qué propiedades hay para dividir?


2. ¿Qué cuestiones han de clarificarse para que podamos llegar a una
división inteligente de los bienes?
3. ¿Cuál es el valor de estos bienes?
4. ¿Qué «estándar de equidad» vamos a adoptar para dividir nuestros
bienes?
5. Contestadas las preguntas anteriores, ¿quién debería quedarse con
qué?

4. ROL DEL MEDIADOR


Separarse, dice también Paula James, es como conducir un coche en
una autopista en un día de niebla espesa. Apenas se pueden ver dos metros
adelante. En esas circunstancias cualquier decisión que tomes puede ser
crucial. Un error mínimo puede ocasionar múltiples daños. Pero, dado que
no se ven otros coches delante, es difícil mantener el rumbo. Es fácil termi-
nar chillando al pasajero de al lado que, seguramente, está tan asustado
como el mismo conductor y tampoco puede ver más allá...

Muchas de las parejas que se separan, se encuentran atrapadas en la nie-


bla del torbellino emocional de la separación: no pueden pensar con claridad,
no pueden anticipar posibilidades que sean cruciales para su bienestar. Se
encuentran, con demasiada frecuencia, tan enfadadas y dolidas, que no hay
lugar a que surja un discurso racional.
El mediador es como el profesor de autoescuela que nos ayuda a apren-
der a conducir. Está fuera de la niebla, observa nuestro progreso, nos señala
cuando estemos a punto de salirnos de la carretera o chocar con otro coche.
Indica los puntos peligrosos en el camino. Ayuda en la toma de decisiones en
una atmósfera cooperadora y sin exigencias y acusaciones.
Sin embargo el papel principal del mediador es ayudarnos a tomar nues-
tras propias decisiones. Nunca tomará una decisión por nosotros. Siguiendo
con el ejemplo de la conducción en la niebla, el mediador nunca decide el
camino a seguir, sino que ayuda a que uno mismo lo delimite y pueda llegar
seguro a donde quiera ir. Asimismo, puede asesorarnos en el camino, recabar
la información que necesitamos, evaluar opciones, considerar posibilidades
alternativas, hablar con el uno y el otro, juntos y separados, pero nunca nos
dirá qué tenemos que hacer.
No se debe confundir el papel del mediador con el del árbitro quien, tras
escuchar a las partes, toma una decisión. Las partes, previamente, han deci-
dido si su decisión será o no vinculante.
El mediador solamente decide el procedimiento a seguir y las reglas del
proceso de mediación, pero nada más. Así, su papel implica:
Mediación en la separación 163

a) Generar opciones,
b) analizar propuestas,
c) compartir el conocimiento legal,
d) ofrecer evaluaciones adecuadas,
e) preparar documentos,
f) mantener la neutralidad.

La mejor definición del mediador sería, pues, la de una persona que,


estando fuera de la situación de separación, ayuda a las partes que se separan
a conseguir un acuerdo equilibrado y justo.

5. REGLAS BÁSICAS DE LA MEDIACIÓN

En la mediación una persona imparcial, el mediador, facilita la comunica-


ción entre las partes para promover el acuerdo de una disputa. El mediador
puede hacer sugerencias y sugerir diversas formas de resolver la disputa, pero
no puede imponer su criterio en ningún tema y a ninguna de las partes.

5.1. N

El mediador no participará en ningún proceso de mediación en ninguna


ocasión que tenga interés personal o económico en el resultado de la media-
ción. Antes de aceptar un caso habrá de clarificar cualquier circunstancia que
pueda resultar en un sesgo a una u otra parte.

5.2. A  

El mediador no tiene autoridad alguna para tomar decisiones en ningún


tema. Intentará facilitar la resolución voluntaria del acuerdo por ambas par-
tes. Está autorizado para dirigir sesiones conjuntas y separadas con cada uno
de los miembros para ofrecer sugerencias y ayuda para alcanzar el acuerdo.
Si fuera necesario podrá recurrir a asesores expertos en relación con aspectos
técnicos del desacuerdo, siempre que ambas partes estén de acuerdo en asu-
mir los costes de tal consejero asesor. Los pasos para conseguir tal consejero
serán delimitados por el mediador o por las partes.

5.3. R  

Ambas partes reconocen que el mediador no impondrá un acuerdo en


ningún caso. El mediador realizará todos los esfuerzos que faciliten a ambas
partes llegar a un acuerdo pero no representa a ninguno de los dos. Tampo-
co se responsabiliza de que el proceso mediacional termine en un acuerdo.
164 Repartirse el desamor

5.4. R

Ambas partes tratarán al otro y al mediador con consideración y educa-


ción. No se interrumpirán. No están permitidos los insultos. Se intentará
completar el proceso de mediación con respeto y aceptación de los senti-
mientos de todas las partes y su derecho a expresarlo de manera abierta.

5.5. P

Las sesiones de mediación son confidenciales. Cada parte y sus represen-


tantes pueden asistir a las sesiones de mediación. Terceras partes podrán asis-
tir sólo con la autorización de los implicados.

5.6. C

La información que se desvele por cualquiera de las partes en el proceso


de mediación o por un testigo, no se divulgará y será mantenida confidencial-
mente. Todos los registros, informes u otros datos que obtenga el mediador en
su función como tal, serán confidenciales. El mediador no podrá ser obligado
a difundir tales registros o a testificar con respecto a la mediación en ningún
proceso adversarial o judicial. Si cualquiera de las partes violase esta norma,
habría de pagar las tarifas y gastos que ello le suponga al mediador.

6. FASE FINAL DEL PROCESO DE MEDIACIÓN

Alcanzado un acuerdo, se escriben los detalles en un lenguaje comprensible.


Posteriormente, se animará a ambos miembros de la pareja a que lo revisen, y
cambien aquellos puntos que no terminen de quedar claros o de convencerles.
Solamente entonces se llevará el acuerdo para que el abogado lo replan-
tee en términos legales.
Terminar el proceso de mediación puede ser tarea difícil, especialmente
cuando siguen existiendo vínculos emocionales no resueltos en cualquiera de
los miembros de la pareja. Hay ocasiones en los que las reuniones conjuntas
con el mediador constituyen la única forma de contacto entre ambos miem-
bros de la pareja y algunos pretenden continuarlas, aunque sólo sea para
seguir viendo al otro.
Es por ello que algunos boicotean la terminación del proceso y continúan
discutiendo por cuestiones insignificantes o asuntos previamente acordados.
La única opción que tendrá el mediador, en estos casos, será la de abor-
dar el tema abiertamente con la persona implicada.
Mediación en la separación 165

7. CANDIDATOS A LA MEDIACIÓN

7.1. B 

Los candidatos que más se pueden beneficiar de un proceso de mediación


son aquellas parejas que:

— Están de acuerdo en que su relación ha llegado a un punto en que ya


no es viable.
— Son capaces de demostrar respeto, si no aprecio, hacia el otro/a, y,
desde luego, de seguir siendo educados en su presencia.
— Tienen un fuerte sentido de la responsabilidad y de la justicia equitativa.
— Siguen queriendo, aunque sea muy en el fondo, lo mejor para aquellas
personas con las que han compartido una parte de su existencia, y que, un
día, significaron mucho para él/ella.

7.2. M 

Algunas parejas no parecen ser buenos candidatos, al menos en principio,


para el proceso de mediación. Entre éstas se encuentran:

— Los que siempre se sienten engañados, independientemente de lo que


consigan, en una negociación.
— Los que se vuelven irritables, encendidos y pierden los papeles y el
control de sí mismos, en la medida en que sus demandas no se ven, según
ellos, debidamente cumplidas.
— Los que discuten por nada, amenazan continuamente con marcharse,
o incluso se marchan de la mesa de negociación a la más mínima.
— Cambian continuamente de parecer, cada vez que el acuerdo parece
cercano.

Otras personas se oponen a comprometerse en la negociación que supone el


proceso de mediación, porque temen no tener suficientes conocimientos acerca
de muchos temas importantes, tales como las propiedades de la pareja y que una
de las partes, generalmente el marido, más acostumbrado a desenvolverse en
tales negociaciones, y también en posibles manipulaciones, les vaya a engañar.
Si esto ocurriese durante el proceso de separación adversarial, el abogado
de la mujer presentaría al marido, o al abogado que le representa, una deman-
da formal para que aportase documentos acerca de sus negocios y propieda-
des, bajo juramento.
Este procedimiento se llama . Mediante el mismo, el abogado
de la mujer podría pedir copias y pruebas de los negocios del marido (extrac-
tos bancarios, declaración de la renta...), o pruebas de cualquier otra empre-
sa financiera.
166 Repartirse el desamor

Si la otra parte respondiese con evasivas, presentando medias pruebas o


negándose a hacerlo, el juez podría tomar parte y ordenar este proceso acla-
ratorio.
Algunas mujeres se preocupan de que su ex pueda ocultarles bienes y
empresas que posea. En estas ocasiones para evitar tal ocultación deshones-
ta, podría recurrir a dos salidas:

— Contratar un detective.
— Hacer que se firme bajo juramento.

Si cualquiera de los dos mintiese, esto podría ser presentado como prue-
ba en el juzgado en un futuro proceso, si fuera necesario.
De cualquier forma, en el sistema mediacional se intenta evitar tener que
llegar a estos extremos y que cada uno, de forma voluntaria, ofrezca TODA
la información necesaria al otro.
Si cualquiera de las partes no tuviese claro qué tipo de documentos nece-
sita, su abogado podría ayudarle a hacer una lista completa. Solamente si una
de las dos partes se niega a presentar la documentación necesaria se recurre
a una medida de  formal.

7.3. R  /

Algunas parejas no se deciden a embarcarse en un proceso de mediación


por temores que podrían considerarse derivados de sus roles diferentes y dife-
rencias imputables al género.
La mujer puede temer que, al estar menos pendiente de los avatares del
negocio y la negociación, pueda salir peor parada, y la puedan engañar.
Se olvidan, sin embargo, que el mediador intentará provocar discusiones
calmadas por ambas partes, que clarifiquen sus posiciones, aireen sus preo-
cupaciones y manifiesten de manera honrada sus necesidades futuras, sin
tener que aceptar un acuerdo, si éste les pareciese desequilibrado o injusto.
Una segunda preocupación de algunas mujeres, por lo que a la mediación
se refiere, es su tendencia en convertirse en cuidadoras de sus ex maridos e
hijos incluidos. El marido, por el contrario, se preocupa menos de las necesi-
dades de ella. La experiencia les ha demostrado que ya sabrá arreglárselas
ella, pues sabe cuidar de sí misma.
En resumen, en algunas negociaciones los hombres y las mujeres tienden
a adoptar roles y actitudes diferentes. Ellas, más preocupadas por la felicidad
de los hijos e incluso del futuro ex o temerosas de su irritabilidad e incluso su
ira, tienden a ceder antes en el proceso de la negociación. El hombre, más
acostumbrado a dominar, pretende controlar a su esposa, aunque sea a veces
bajo la apariencia de protección.
Ante esta situación, la mujer tiene varias opciones:

a) Mejorar sus habilidades de negociación.


Mediación en la separación 167

b) Obligar a su marido a abandonar cualquier lucha de poder y que se


implique en un análisis esmerado de los intereses y bienestar total de todos
los implicados.
c) Conseguirse un abogado que defienda sus propios intereses.

El mediador, sin embargo, será capaz de animar al marido a que reconsi-


dere su posición y entre en la dinámica de una negociación productiva.
Esto no quiere decir, sin embargo, que el mediador vaya a defender sola-
mente a la mujer o adoptar una posición feminista. El mediador que contac-
téis seguramente tenga que mantenerse neutral.

8. TERAPIA DE SEPARACIÓN Y MEDIACIÓN


EN LA SEPARACIÓN

Hay algunos que confunden el proceso de mediación para la separación


con la terapia de separación.
Existen, sin embargo, claras diferencias entre ambos procedimientos.
Nosotros las concretaríamos de la manera siguiente:
La terapia de separación se centra más en alivio del estrés y cambio com-
portamental individual posterior a la separación, así como obtener un mejor
conocimiento sobre uno mismo y la fuente de sus sentimientos, mientras que
la mediación para la separación se centra en cómo manejar problemas concre-
tos, cómo resolver disputas y cómo renegociar las diferencias inherentes al
proceso de disolución de una relación afectiva.
La terapia de separación, seguramente contribuya a facilitar la mediación
mientras que un proceso de mediación positivo puede, asimismo, ser tera-
péutico.
Sin embargo, es importante diferenciar ambas cuestiones, así como es útil
distinguirlas también de la Terapia de pareja, explicada en los capítulos ante-
riores.

9. ¿QUIÉNES SON LOS MEJORES MEDIADORES?

Aunque la mediación en el ámbito laboral está bien establecida y está bien


reconocida, la función de la mediación en el ámbito familiar y de pareja tiene
menos tradición en España, y por ende, no está bien definido el perfil ni la
formación necesaria, ni los requisitos de acreditación del profesional que
puede realizarla.
Hasta el presente, los profesionales que más interés han demostrado en
este campo han sido los abogados y psicólogos3.

3
Dado que la Iglesia desaprueba el divorcio y la separación, algunos de sus miembros
también empiezan a interesarse por esta práctica como parte de su ministerio.
168 Repartirse el desamor

Los estilos de estos dos profesionales suelen ser bastante diferentes. El


abogado suele concentrarse en aspectos y términos legales. El psicólogo, por
el contrario, tiende a centrarse en la dinámica de la relación, intentando mejo-
rar el estilo comunicacional como instrumento mediador del éxito futuro.
Ambas formas de proceder tienen ventajas e inconvenientes.
Los abogados son muy capaces de redactar, en términos legales perfecta-
mente asumibles en el juzgado, el documento final, objeto último de toda
mediación, pero no siempre están avezados a guiar a la pareja que se separa
en el campo de minas que supone la separación para la estabilidad emocional
de los implicados. En estos casos quizá sería preferible trabajar con un psi-
cólogo, que siempre podrá enviar el acuerdo alcanzado y redactado en len-
guaje normal, a un abogado que lo traduzca a la terminología legal sin cam-
biar el espíritu del mismo.

9.1. E   

La mayoría de los estudiosos de este tema coinciden en señalar que el


equipo ideal de mediación debería estar formado por un abogado y por un
psicólogo, y así cada uno de estos profesionales podría aportar su experien-
cia a cada caso concreto.
Suele ser ventajoso, también, que el equipo mediacional esté formado por
un hombre y una mujer. Y es importante, de cualquier forma, clarificar el
papel que juega cada uno de estos profesionales, entre otras razones para que
los clientes no se formen expectativas equivocadas en función del estereotipo
que suele acompañar a cada una de estas profesiones.

9.2. D  

Electrónicas

http://www.psicoespacio.com/mediacionfamiliar

http://www.jccm.es/social/solidaridad/n7/frames/familia.htm

http://www.prefvalencia.org/

www.aragob.es/pre/iam

www.cfnavarra.es/INBS/

http://www.urbaniza.com/nuevjsp/Etablon/

www.xunta.es/conselle/fm/dxf/subfamilia/ mediacionfamiliar/
Mediación en la separación 169

http://www.lineasocial.com:8090/paginas/nacional/infancia/infancia1.htm

www.comadrid.es/gema/goc

www.cicac.org/cgi-bin/newgest2_public/

www.obsegorbecastellon.es/cof/

www.iprocc.cl

www.r2h2.us.es/novedades/documentos/Novedades

www.cyberpadres.com/serpadre/familia/ ruptura/

www.minjusticia.cl/

www.junta-andalucia.es/cjap/

www.completecase.com

www.smartdivorce.com

www.lambdalegal.org

www.fathers4kids.org

www.divorcemagazine.com

www.marriagesavers.org

www.marryright.org

Direcciones por Comunidades

«Andalucía»

Asociación Andaluza de Mediación Familiar (AMEFA)


www.junta-andalucia.es/cjap/

«Aragón»

Huesca
Ricardo del Arco, 6.
Previa petición de hora
en el teléfono 974 293 031
170 Repartirse el desamor

Teruel
San Vicente de Paúl, 1.
Previa petición de hora
en el teléfono 978 641 050

Zaragoza
Paseo María Agustín, 38.
Previa petición de hora
en el teléfono 976 445 211

«Castilla-La Mancha»

Centro de Mediación Familiar


Albacete. Teléfono 967 22 73 28

«Galicia»

Asociación Gallega de Padres y madres Separados


Dirección postal: C/ Antonio Pedreira, 3, local 12, 15007, A Coruña.
Tfno: 981 15 22 22

«Comunidad de Madrid»

Ayuntamiento de Madrid. Información


Teléfonos (cita previa): 918 54 84 41; 918 54 35 82; 918 54 12 17

Atención y Mediación a la Familia


Madrid. Teléfono: 914 09 78 28

Centro de los Servicios a la Familia


C/ Cervantes, 1, 28440. Guadarrama

Apside
Calle Ibiza, 72, 5-B, 28009, Madrid.
Teléfono: 914 09 78 28 / Fax: 914 09 04 65
Mediación en la separación 171

«País Valenciano»

Centro Diocesano de Atención y Orientación Familiar (C. O. F.)


Domus Familiae
C/ Estatuto, 2, Entlo., Izq.
12004-Castellón de la Plana.
Teléfono: 964 72 34 72 Fax 964 72 34 70 E-mail: cofsegorbecastellon@pla-
nalfa.es

«País Vasco»

La sede de la Federación y sus direcciones son:

Guipúzcoa
Edificio Txara I-LANKIDE
Paseo Zarategui, 100-Intxaurrondo
20015-Donostia(Gipuzkoa)
Teléfono: 943 48 26 14 Fax: 943 48 25 89

AGIPASE
Donostia. 943 48 26 14

Álava
C/Panamá, S/N, Vitoria, Gasteiz.
Teléfono: 945 25 98 31; fax: 945 27 15 68

Vizcaya
C/ Puente de Deusto 7,1ºDto 1
48014-Bilbao.
Teléfono: 944 74 54 29

S.MediaciónFamiliar: ADOS JARRI


C/Uhagon, 1, 1dcha, 48010 Bilbao.
Teléfono: 944 44 30 88
7
Grupos de apoyo en la separación
1. SENTIMIENTOS TRAS LA SEPARACIÓN

Existe un gran número de personas, hombres y mujeres por igual, que


incluso siendo conscientes de que se encuentran inmersos en una relación
improductiva, a veces incluso destructiva, optan por la resignación y el
aguante.
La mayoría de las veces no se trata de que tengan vocación de mártires o
sean personalidades masoquistas, sino que les da miedo el futuro. Temen lo
que les pueda ocurrir si optasen por la separación.
Han oído hablar de los efectos emocionales negativos (algún conocido/a
separado/a se lo ha ratificado con el relato de su experiencia), y esto es sufi-
ciente para paralizar toda posible determinación, posponiendo siempre cual-
quier decisión en este sentido.
La mayoría de las personas que se separan, por muy civilizadas que sean,
comentan que, a la larga, terminan experimentando un amalgama de senti-
mientos encontrados, y muchas veces irracionales.
La variedad, intensidad de los mismos suele comprometer la autoimagen,
la imagen del/de la ex y la duración del período de ruptura del vínculo afec-
tivo y la vuelta a la estabilidad.
Este conjunto de sentimientos, especialmente si somos la parte «abando-
nada», pueden ser:

1. R: la mayoría de los separados/as creen, en algún momento,


que son rechazados.
El mecanismo implicado suele tener que ver con el proceso siguiente: la
mayoría de nosotros ponemos una máscara ante los demás y sólo con el tiem-
po y la confianza, nos la vamos quitando y desvelamos algunas de nuestras
debilidades a aquellas personas con las que establecemos intimidad y creemos
tener confianza.
Si hemos hecho esto con nuestra pareja, cuando se produce la ruptura,
especialmente si el/la otro/a nos recuerda, o incluso echa en cara, parte de
tales debilidades (lo que suele ser corriente, por otra parte), nos vuelve sus-
ceptibles y nos convierte en individuos especialmente vulnerables a la sensa-
ción de que los demás nos rechazan. «Si nos lo ha hecho la persona en que
176 Repartirse el desamor

más confiábamos ¿cómo no lo van a hacer los otros?», nos repetimos una y
otra vez.
2. R: Se trata de una reacción secundaria, que suele seguir y acom-
pañar a todo sentimiento de pérdida y miedo al futuro, a la indefensión o a la
sensación de haber sido la víctima de un abuso y un engaño.
3. S: Es la sensación de no tener nadie en quien confiar, nadie que
nos comprenda o acepte y que, en definitiva, no le importamos a nadie.
4. C: Se trata de un amalgama de pensamientos que nos
embargan, en los cuales predominan preguntas del estilo siguiente ¿qué
habré hecho mal? ¿Dónde me he equivocado? ¿Por qué me ha tenido que
tocar esto a mí?, ¿Qué hubiera pasado si no hubiera hecho tal o cual cosa en
aquella ocasión especial?
5. D   : Podría ser que todo fuesen dudas acerca de
nuestra propia valía y nuestro ser.
La toma de decisiones se hace eterna. No nos sentimos capaces de deci-
dirnos por ninguna de las opciones que se nos presentan. No solamente nos
sentimos incapaces de tomar decisiones en cualquier aspecto de nuestra vida
sino que también exageramos las sobregeneralizaciones y terminamos cre-
yendo que no valemos para nada en ningún aspecto de la vida y en ningún
contexto.
6. D: Se trata, ya lo hemos visto, de una reacción normal y a
veces saludable a la separación. Suele predominar la idea de que hemos mal-
gastado nuestro tiempo y perdido nuestra juventud y nuestros años más valio-
sos en un matrimonio nefasto e improductivo.
7. M: ésta suele ser una reacción generalizada y muy extendida. El
miedo es algo irracional. La razón, tantas veces tan útil, no nos sirve para
nada en estas circunstancias, porque cuando queremos pensar, parece que la
mente se nos atasca y nos obsesionamos con ideas improductivas. Las poten-
ciales situaciones temidas son múltiples:
7.1. La soledad.
7.2. Cometer errores en el futuro.
7.3. Convertirnos en unos perfectos incompetentes e inadecuados
totales y en todas las áreas de la vida.
7.4. Volvernos locos/as.
7.5. Todo lo desconocido.
7.6. A nuestra propia valía futura: ¿vamos a poder volver a ser inde-
pendientes económicamente?, ¿Llegaremos a ser atractivos para otros/as? Se
duda hasta de la capacidad más básica: «¿sirvo para algo?»
8. A: Producimos pena en los demás. No dejamos de
hablar de nosotros y de nuestro desvalor. Terminamos sintiendo pena de
nosotros mismos.
9. E: los períodos de tristeza se suelen ver salteados de períodos
intermitentes de un optimismo sin limites, de una sensación de gozo desme-
surado, o quizá de un «pasotismo» y de estar de vuelta de todo.
Grupos de apoyo en la separación 177

2. FORMAS TÍPICAS DE REACCIÓN: SÍNDROME POSDIVORCIO

Estos sentimientos suelen ser difíciles de manejar.


Ante esta amalgama de sentimientos, existe toda una serie de comporta-
mientos y reacciones que se repiten de manera casi automática, en todas las
personas que experimentan o están sometidas a un proceso de separación o
divorcio.
Estas reacciones suelen ser independientes del tipo de relación que se
hubiera mantenido con la pareja.
Algunos elementos distintivos de este síndrome parecen ser:

1. E: Parece existir una necesidad urgente de poner distancia físi-


ca entre el pasado matrimonio o todo lo que nos lo recuerde, aunque sea
mínima.
Este deseo puede tomar varias caras (por ejemplo querer tomarse unas
largas vacaciones, lejos de nuestra residencia habitual o simplemente pasar
una noche en casas de amigos o amigas).
2. (D)   : Hay a quienes se les da
por buscar compañía y calor. Quizá quieran una relación especialmente com-
prometida con casi cada una de las personas con las que se encuentran...
Otros, por el contrario, se van al extremo opuesto, poniendo múltiples dis-
tancias o estableciendo sólo una relación superficial con las personas de su
entorno.
3. H/ : En el área sexual también se produce una
serie de reacciones que pueden ser extremas:

— Los que, movidos por un miedo a la soledad o a sentirse inadecuados


y convertirse en nada, pretenden meterse en la cama con todo el mundo que
conocen o que cae en su camino. Parecen querer utilizar la sexualidad como
un antídoto contra cualquier posible sentimiento de ser rechazados o tener
un régimen de vida que les recuerde a su relación anterior. Buscan a alguien
que les despierte por las mañanas o a alguien a quien tocar por la noche.
— Las personas que se atrincheran en una muralla, se defienden, se dan
pena a sí mismos/as y desarrollan un miedo atroz a cometer viejos errores y
se niegan cualquier tipo de implicación sexual, incluso con aquellas personas
a las que pudieran sentirse atraídos.

Pero todas estas personas deberían saber que si hay algo constante en
cuanto a los posibles efectos de la separación es su temporalidad. Estos sen-
timientos son pasajeros en la mayoría de los casos, llegando a quedarse, la
mayoría de las veces, en un simple recuerdo (algunos dicen que un mal sueño,
o su peor pesadilla) o en una experiencia vital más de aprendizaje normal en
nuestra evolución.
178 Repartirse el desamor

2.1. S   

Hay algunas personas, especialmente mujeres, sobre todo si hubieran


estado expuestas a una relación tormentosa o si hubiese habido grandes dosis
de violencia, que pueden desarrollar lo que clínicamente se conoce como
«Síndrome de estrés postraumático».
Conchi tiene veinte años, ha estado casada apenas un año, y finalmente
ha conseguido escaparse de su matrimonio y refugiarse en casa de sus
padres.
Su relación fue siempre tumultuosa. A una semana de pasión siguió
toda una procesión de vejaciones, humillaciones, amenazas, golpes y expe-
riencias traumáticas de cuchillos en la garganta. Continuamente creía que
estaba viviendo el último momento de su vida.
Ahora es incapaz de dormir, no puede salir de casa, se encuentra ner-
viosa y excitada todo el día. El más mínimo ruido la enerva. No puede dejar
de fijarse en que las puertas estén bien cerradas, pues teme que, en cual-
quier momento entre él y se abalance sobre ella.

Este síndrome se caracteriza por tres tipos de síntomas diferentes, que se


repiten casi siempre: nerviosismo generalizado, hipervigilancia, pesadillas,
ideas fijas, que no pueden quitarse de la cabeza, generalmente asociadas a
acontecimientos traumáticos pasados, y evitaciones:

a) Hipervigilancia: se trata de un estado de activación fisiológica elevada.


Así, manifiestan un pulso acelerado, músculos cargados, tensos o agarrota-
dos, dificultad para respirar opresión en el pecho.
b) Ideas fijas: Flashes back. Pueden tomar la forma de pesadillas que apa-
recen en el sueño o imágenes repetitivas, con gran carga emocional, que
representan episodios traumáticos pasados, y que no se pueden quitar de la
cabeza.
c) Evitaciones: se niegan a salir a la calle, afrontar cualquier situación que
mínimamente les recuerde los malos momentos, hacer algo solos/as...

Aquellos/as que no terminen de creérselo o que no tengan la confianza


suficiente en ellos mismos/as de llegar a ser capaces de superar por sí solos el
trance, deben saber de la existencia de grupos de autoayuda a lo largo de
todo el país o de que pueden iniciar uno si no estuviese funcionando en su
comunidad con un mínimo de asesoramiento.
El objetivo del siguiente apartado es presentar un resumen de lo que cabe
esperar de estos grupos, cómo funcionan y en qué medida pueden ayudar.
Grupos de apoyo en la separación 179

3. GRUPOS DE SEPARACIÓN

Otros países, que nos llevaban ventaja en relación con el número de crisis
matrimoniales, número de separaciones y divorcios, nos han tomado ventaja
también, a la hora de adoptar medidas que intenten contrarrestar los efectos
negativos de la separación.
Así, Robert Weiss1 hace años que viene realizando grupos de autoayuda a
lo largo y ancho de Norteamérica, con una gran aceptación y de relativa efi-
cacia.
En nuestro Centro hemos empezado a poner en práctica estos grupos de
terapia que cada vez son mejor aceptados, cuyo grado de demanda es mayor
y a los que acuden hombres y mujeres que no son pareja entre sí pero que han
iniciado, están a punto de iniciar un proceso de separación o que ya han com-
pletado el proceso y siguen experimentando efectos negativos.

3.1. ¿Q     ?

Este tipo de grupos autoayuda pueden resultar especialmente útiles para


muchas personas.
Ofrecen un buen foro, en el que las personas asistentes pueden:

1
R. Weiss, Marital Separation, Nueva York, Basic Books, 1975.
180 Repartirse el desamor

3.1.1. Desahogarse

La gran mayoría de las personas que se separan manifiestan que no tienen


suficiente confianza para hablar del torbellino emocional que suele acompa-
ñar a la separación con gente de su red social habitual.
Algunos, si encuentran un oído amigo y más receptivo, tienden a desaho-
garse hasta tal punto que matan la gallina de los huevos de oro. Y es que
hablar monográficamente de un tema puede cansar al más pintado, e incluso
ese oído receptivo puede alejarse de la persona afectada.
Por eso resulta de gran ayuda poder desahogarse sabiendo que alguien le
escucha y comprende. Se trata de personas que han pasado por lo mismo y
que no se van a sorprender por nada que se plantee. Además, está bien com-
probado el efecto catártico/liberador de la palabra: hablar de lo que nos pre-
ocupa, en voz alta, sin tragárnoslo continuamente, sin encontrar actitudes
negativas enfrente, tiene un gran valor tranquilizador.
El proceso que sigue cada uno de los participantes nuevos a la hora de
unirse al grupo suele ser el mismo: a un período de observación inicial y de
inhibición, le sigue un segundo período de desahogo emocional.

3.1.2. Encontrar solaz

Muchas personas que necesitan consuelo y apoyo parecen recibirlo en


mayor medida cuando saben que quien les escucha ha padecido sus mismos
sufrimientos, y ha pasado por trances parecidos a los propios, y, lo que es
más, los ha superado.

3.1.3. Ampliar perspectivas

La mayoría de las personas que acuden a estos grupos piensa que su situa-
ción es insoportable, la más grave del mundo, que la relación del/de la ex es
la más anodina y que su caso es, en definitiva, lo por de lo peor...
Cuando empiezan a participar en estas reuniones siguen manteniendo
esta opinión pero más tarde se dan cuenta que existen más semejanzas entre
las situaciones ajenas y la propia que diferencias. Los procesos vienen a ser
muy parecidos, quizá la intensidad sea diferente. Los sentimientos son los
mismos, aun cuando las formas de expresarlos sean diferentes. Los objetivos
que se plantea cada uno, que se deducen del comportamiento del/de la ex
son los mismos: humillar al otro, vengarse, aun cuando los modos puedan ser
diferentes.
Grupos de apoyo en la separación 181

3.1.4. Barajar soluciones alternativas

Los problemas que se plantean terminan siendo los mismos:

a) Educar a los hijos en un hogar monoparental.


b) Dificultades emocionales propias y de los hijos.
c) Formas de reacción en el entorno.
d) Temores de encontrarnos al otro en un sitio inesperado.
e) Temores asociados a tener que volver a empezar.

Sin embargo, las soluciones que cada uno aporta inicialmente son limita-
das, a veces poco creativas y muy marcadas por la situación personal de cada
uno. Pero... varias cabezas piensan más que una sola y escuchar soluciones
alternativas es de gran ayuda.

3.1.5. Comprender, aunque sólo sea vicariamente, las reacciones del/de la ex

En la mayoría de los casos, las reacciones del otro/a se nos vuelven incom-
prensibles, y sólo parecen cobrar sentido si se piensa que se ha vuelto loco/a,
o que siempre lo estuvo, o es malvado/a por naturaleza y su único objetivo
sea anularnos.
En nuestros grupos de autoayuda, poco a poco se va creando un clima de
confianza y de aceptación de los sentimientos de los demás. No es infrecuen-
te que, en temas concretos, se formen dos grupos, alineándose hombres con-
tra mujeres. Pero, en la mayoría de las ocasiones, los hombres terminan
aprendiendo que no todas las mujeres son «brujas», y perciben, comprenden
y aceptan el sufrimiento de las mujeres allí presentes, que tienen cualidades
positivas, aunque, también tengan defectos.
Lo mismo les ocurre a las mujeres respecto los hombres. Siempre hay
alguno al que se sienten más cercano, les produce lástima y comprensión.
Esta percepción puede ser de gran ayuda para algunos, sobre todo a la
hora de relativizar y darse cuenta que no todos los hombres y mujeres son
malvadas y horrorosas. A veces se dan situaciones interesantes:
Juan que se separó hace un año está preocupado por la evolución de sus hijas,
especialmente de la mayor, cuyo rendimiento académico ha bajado y se ha visto
muy afectado. A la vez está preocupado por el comportamiento de su ex. No le
cabe en la cabeza que empezase a salir con otros hombres. En relación con su hija,
piensa que quizá debería, para recuperar el ritmo académico, acudir a actividades
extraescolares que le sirvieran de apoyo en aquellos temas como las matemáticas,
que le van peor...

Ester está también separada, hace un año. Ella y las hijas que conviven con
ella lo han pasado fatal. Ella cree empezar a ver el fin del túnel pero sigue pen-
sando que el rendimiento académico de las hijas se ve especialmente afectado y
182 Repartirse el desamor

que la ausencia del padre tiene bastante que ver con ello. Sabe que en lo que peor
va es en matemáticas pero ella querría apuntarla a actividades extraescolares más
lúdicas que potenciasen su faceta artística, clases de ballet para que le sirviese de
potenciación de su autoestima y para olvidarse de los problemas de casa. Su mari-
do no quiere saber nada de esto, piensa que lo del ballet son chorradas y cree que
se trata de una treta más para sacarle más dinero que luego empleará en caprichos
propios, o, lo que es peor, con el nuevo novio.
Cuando Juan escucha la situación de Ester (sus preocupaciones, sus intencio-
nes y objetivos), le ayuda a plantearse que a lo mejor su situación es algo seme-
jante a la de Ester. Y en efecto, algo parecido le ocurre a Ester, con respecto a su
marido, al escuchar las preocupaciones de Juan.

3.1.6. Apoyo que no encuentran en su entorno

Los amigos con los que siempre salieron siguen siendo pareja. La mayo-
ría de los separados tienen sus dudas en continuar con los amigos de siempre,
pues no encajan, ya no son pareja. Esto, unido a la ambivalencia frente a su
propio proceso de separación y sentimientos de culpa, hace que, en la mayo-
ría de los casos, se dé un alejamiento de los amigos y de la familia.
Contar con un foro acrítico que nos escuche, acepte y comprenda, es una
de las principales ventajas de estos grupos.

3.1.7. Volver a reencontrarse y sentirse hombre/mujer

Aunque todo el mundo se jura que nunca más ha de volver a empezar


una relación o acercarse a un hombre o a una mujer, en la medida que las
reuniones continúan y la confianza progresa, no es infrecuente que se den
situaciones de flirteo, dentro del mismo grupo. Ser aceptado o producir
admiración en los demás nos puede servir para reafirmarnos en nuestra
propia valía: aumenta la autoestima y autoaceptación frente a los demás.
Esto es especialmente así cuando los demás apoyan y no critican tales
actuaciones.
Echar piropos...

3.1.8. Hablar de sexo

La dimensión sexual, suele ser problemática para un alto porcentaje de


personas separadas y no separadas. Esto es especialmente cierto si la relación
sexual fue mal en la pareja anterior, pero también si fue positiva.
Si fue mal, pueden predominar las inseguridades, los sentimientos de
culpa y la poca confianza. Si fue bien (y se acostumbraron a una frecuente
relación sexual y no se tiene una pareja disponible), en la medida en que el
clima emocional se va tranquilizando, vuelven a surgir los atisbos de deseo,
cuando desaparece lo que nos frena...
Grupos de apoyo en la separación 183

Poder hablar con desenfado, aceptar la propia sexualidad y el derecho a des-


arrolarla como adultos, en un contexto acrítico y aceptador, tiene un gran valor.

3.1.9. Potenciación y desarrollo de actividades lúdicas

La gran mayoría de las personas que se separan no sólo pierden a una per-
sona sino que también pierden una fuente importante de gratificaciones y cam-
bian, a su vez, la forma de organizarse, ya que pierden contacto con las activi-
dades lúdicas que les agradaban y les resultaban importantes. Dejan de hacer
deporte, de frecuentar lugares agradables, ir al baile, cine... se retrotraen y encie-
rran en sí mismos/as y desayunan, comen y cenan con rumiaciones relativas a su
separación. Si un día se echan la manta a la cabeza y se deciden a salir, terminan
aburriéndose, sintiéndose enfadados o utilizados y frustrados/as porque los
demás les consideran, especialmente en el caso de las mujeres, «presas fáciles».
Encontrar un grupo de hombres y mujeres de edades parecidas y con
experiencias parecidas, poder tomar un café o cenar ocasionalmente, ir a un
baile, o hacer una excursión, querer arreglarse más y volver a engancharse en
fuentes de gratificación que se habían abandonado sirve de gran ayuda.
Muchos afirman que prefieren esto a lo que ofrecen las diversas asociaciones
de separados/as en las que han participado, dado que, dicen, «allí el objetivo
es más directamente sexual y de ligue...»

3.1.10. Buscar y encontrar soluciones para dificultades propias especiales

Se plantean los temas más variados que suponen problemas concretos que
aunque sean semejantes en general, tienen sus idiosincracias.
Por ejemplo, formas de reaccionar ante las demandas de paga, por parte
de los hijos; sentimientos continuados hacia el/la ex; tercera persona que apa-
rece en nuestro panorama o en el del/de la ex; incumplimientos de sentencias
o acuerdos preestablecidos; dificultades clínicas tales como control de pensa-
mientos y cavilaciones semiobsesivas; dificultades para conciliar el sueño;
dificultades a la hora de plantear y resolver problemas...

4. DINÁMICA Y ALGUNOS EJEMPLOS CONCRETOS


DE SOLUCIONES

En estos grupos la dinámica que se suele seguir es bastante activa. No se


trata solamente de ofrecer un foro poco crítico y receptivo para desahogarse,
sino de intentar buscar soluciones a problemas comunes, individualizando
tales soluciones a las características de cada persona.
La principal condición es la ausencia de reglas excepto que todo el
mundo se compromete a mantener la confidencialidad de los temas expues-
tos en las reuniones.
184 Repartirse el desamor

Se van desgranando los problemas surgidos en cada uno de los compo-


nentes desde la última reunión. Cuando surgen problemas comunes, tras
revisar colectivamente los mejores pasos a seguir si estos resultaran difíciles,
se inicia un proceso de reaprendizaje, a través de técnicas de modelado que
implican diversos pasos:

a) Alguien cercano al grupo que sabe desenvolverse en el tema que se


esté tratando hace de modelo a copiar.
b) Se señalan puntualmente los pasos que ha dado el modelo a quien le
convierten en una persona competente.
c) Se practica con una mínima guía por parte del responsable el grupo.
d) Se reparte una hoja-resumen en la que se resaltan los principales pasos
a seguir.
e) Se marcan tareas para casa a realizar hasta la próxima reunión.

No es infrecuente que, de manera espontánea y siempre voluntaria, se


organicen listas de teléfono que se tienen disponibles para todos los asisten-
tes a las reuniones con el fin de contactar entre sí, si lo creen necesario, entre
sesión y sesión.
Estas llamadas tienen una verdadera función de apoyo que, a veces, no se
atreven a buscar en foros que les sean cercanos y con quienes tengan más con-
fianza.
Raramente esto, al igual que la asistencia a las reuniones, ha servido para
encontrar una nueva pareja, pues es algo que activamente se desaconseja. Si
la mancha de la mora está muy verde y muy reciente, raramente se quita con
otra mora nueva.
A continuación pueden encontrarse, a guisa de ejemplo, las hojas reparti-
das en algunos problemas concretos:

ANTE LOS PROBLEMAS DE LOS HIJOS

1. Intenta «negociar» con el/la ex pautas de actuación concreta para


relación con:
1.1. Hábitos de estudio y participación en tareas de la casa.
1.2. Horarios y pagas...
1.3. Amistades.
1.4. Vestimenta y hábitos en general.
1.5. Comportamientos a corregir.
1.6. Comportamientos a potenciar.

2. Si el punto anterior fuera imposible, negocia y compromete estas


pautas con tus hijos. Que participen todos en la toma de decisiones
y no sólo los que demuestran problemas.
Grupos de apoyo en la separación 185

3. Cumple estrictamente lo que hayáis acordado y no te dejes llevar


por sentimientos de culpa...

4. Atento/a ante cualquier «manipulación» por parte de los mismos


para:
4.1. Volver a uniros.
4.2 Enfrentar al uno con el otro con comparaciones tendenciosas.
4.3. «Echar de menos al otro».

5. Si detectas que tu hijo/a «necesita» hablar algún tema de los que


habitualmente hubiera hablado con su padre/madre y tú no te atre-
ves a hacerlo, potencia su contacto con figuras adultas del sexo
opuesto de tu hijo/a en las que tú confíes también y creas que tu
hijo/a también lo hace (hermanos, tíos, cuñados, amigos...)

ANTE LOS PROBLEMAS DEL SUEÑO

1. Cuida los «Relojes biológicos».


1.1. Yéndote a la cama a la misma hora todos los días.
1.2. Cultivando la melatonina (hormona que se compra en Farma-
cia o se produce de manera natural sometiéndose a la luz solar
natural).
1.3. Levantándose temprano.

2. Cuida el apetito del sueño.


2.1. Levantándote temprano.
2.2. Evitando siestas y microsiestas.
2.3. Haciendo ejercicio físico aeróbico y cansando al cuerpo.

3. Cuida la actividad predormital.


3.1. Cena temprano y ligero.
3.2. No hagas nada después de la cena que te active (Revisar fac-
turas, afrontar problemas).
3.3. ¡Cuidado con los pensamientos y las preocupaciones antes de
acostarte!
3.4. No asocies la cama con el sitio donde das vueltas insomne:
(levántate a los 15-20 minutos si ves que no te duermes, no
veas la televisión en la cama, no discutas los problemas en la
cama...)

4 No todo el mundo necesita 8 horas de sueño; grandes inventores


tenían suficiente con 30 minutos por noche.
186 Repartirse el desamor

A LA HORA DE RESOLVER PROBLEMAS

Siguen una serie de recomendaciones a tener en cuenta a la hora de


resolver un problema mediante el diálogo:

1. G
1. No «divagar». Abordar sólo un problema cada vez.
2. Resumir el contenido del mensaje del otro antes de hablar.
3. Hablar sólo de lo que se puede observar. No «leer el pensa-
miento» del otro.
4. Actitud neutral, antes que negativa. (No a las exigencias, ame-
nazas, humillaciones...).

2. P  


5. Comenzar con un comentario positivo; ello marcará el tono
emocional del encuentro.
6. Ser específicos y concretos:
a) «No» a los insultos.
b) «No» a las generalizaciones.
7. Expresar los sentimientos propios.
8. Admitir la responsabilidad propia. No acusar.
9. Brevedad:
a) No revisar todos los ejemplos pasados.
b) Evitar preguntas del tipo «¿por qué?».

3. R  
10. Focalización en soluciones: «Torbellinos de ideas».
a) Generar soluciones.
b) Evaluarlas.
11. Cambio mutuo.
12. Acuerdos:
a) Específicos y claros.
b) Incluyendo recordadores para su cumplimiento.
c) Por escrito (con sistema y fecha de revisión).
Grupos de apoyo en la separación 187

ANTE PENSAMIENTOS INTRUSIVOS...

1. Todos nuestros pensamientos influyen en el funcionamiento del


cuerpo («Si pienso intensamente en un chuletón, mi boca saliva y
empiezo a secretar jugos gastricos...»).

2. Cuanto más alimentamos un pensamiento más se afianza.

3. Pensar no es siempre funcional para encontrar soluciones: a veces,


el exceso de pensamiento es nuestro principal problema.

4. Algunas Técnicas para eliminar pensamientos intrusivos:


a) Búsqueda experimental de explicaciones causales alternativas.
b) Inatención creativa (imaginándose, con todos los sentidos, un
magnífico día de playa, un paseo por un bosque de hayas...)
c) Focalización de la atención en características físicas del entorno.
d) Distracción mental (por ejemplo, repasar en voz alta la tabla de
multiplicar).
e) Transformación creativa de la situación o del contexto (por
ejemplo, la opresión que siento en el pecho no es debida a mi
separación sino a la anticipación del encuentro con una perso-
na amada y que hace tiempo que no veo...)
188 Repartirse el desamor

ANTE LA HOSTILIDAD INESPERADA


Y LOS SENTIMIENTOS NEGATIVOS:

En todo núcleo de convivencia se producen arranques de hostilidad


inesperada y sentimientos negativos. El seno de la familia no se libra de
ellos.
Estos momentos pueden producirse a raíz de tensiones relacionadas
con la convivencia, o, por el contrario, a raíz de dificultades personales
o externas a la relación.
En este caso, nuestro objetivo debería ser, no su ausencia, sino que
esos episodios terminen cuanto antes y que dejen la mínima factura.
Se trata de un problema difícil. No existen soluciones universales: que
sirvan para todos por igual o para todas las ocasiones. La solución debe-
rá de ser diferente si es uno el enfadado y el otro goza de una relativa
tranquilidad o si los dos son los irritados.
Sigue una serie de sugerencias de posibles pautas a seguir. Practique y,
a ser posible acuerde con su familia-pareja, las que crea serán más opor-
tunas para Ud. en cada una de las situaciones:

1. I:
¡No entrar al trapo! Si seguimos la discusión se produce, casi siem-
pre, el efecto «bola de nieve»: la escalada en la hostilidad.

2. D    :


Demostrándole así que no estamos por la labor de continuar con el
episodio agresivo y que tenemos especial interés en que éste termine.
Aunque sea un chiste malo. Sin sombra de sorna. Que la otra persona
no piense que nos reímos de él/ella, si no que estamos interesados/as en
terminar con la situación violenta.

3. C          :


Recurriendo, si es posible, a los «símbolos de unión» — aquellos
acontecimientos que tienen un sentido especial para la pareja y sólo
para ellos.

4. H:
Aunque sea un chiste malo. Sin sombra de sorna, que la otra perso-
na no piense que nos reímos de él/ella, si no que estamos interesados/as
en terminar con la situación violenta.

5. A  ( ):


«¡Yo no tengo la culpa de lo que haya ocurrido...!», «¡yo no tengo la
culpa de lo que haya ocurrido...!», «¡yo no tengo la culpa de lo que haya
ocurrido...!», «¡yo no tengo la culpa...!» (¡Cuidado con el tono de voz!)
Grupos de apoyo en la separación 189

6. E :
«¡Ya me doy cuenta que estás enfadado/a, pero yo no estoy dispues-
to/a a pagar las consecuencias...!». (¡Cuidado con el tono de voz!)

7. T :
Significa quitarnos de en medio para evitar la escalada. Tenemos que
decir:
A) A dónde nos vamos.
B) Durante cuánto tiempo.
C) Que nuestro objetivo es tranquilizarnos.
D) Nuestra disponibilidad para el diálogo a nuestra vuelta.
190 Repartirse el desamor

PARA INICIAR NUEVOS CONTACTOS:

A) R  :
1. Observar a la otra persona y valorar actitud (¿mantiene contac-
to visual?, ¿tiene prisa?, ¿espera a alguien?)
2. No invadir el espacio físico de la otra persona.
3. Saludo educado y positivo.
4. Tono cordial: ni frío, ni excesiva confianza.

B) C 
1. Iniciar conversación, manteniendo contacto visual y actitud
relajada y espontánea:
— temas generales (Aquí y ahora, noticias locales...)
2. Preguntas abiertas, mostrando más interés por la otra persona
que por uno mismo.
3. Valorar respuesta y reacción general, intentando captar temas
de interés y coincidencias.
4. Respetar el ritmo: no pasar de «nivel», sin haber valorado res-
puesta y reacción general.
5. Posible secuencia:

temas generales -> temas específicos -> actitudes propias ->


sentimientos propios

6. Sin sentimientos, expresión clara y directa, sin imposiciones,


amenazas, chantajes...
7. Si hubiera lugar a contacto físico, no olvidar secuencia:

ojos -> la mano -> en la mano -> en el hombro -> en el pecho,


por encima de la ropa -> en el pecho, por debajo de la ropa...

C) R :
1. Captar los deseos del/de la otro/a.
2. Respetarlo y hacérselo saber sin «agredir» («ya me he dado
cuenta de que no tienes ganas de hablar...»)
3. No justificarse.
4. Despedida cordial.
Grupos de apoyo en la separación 191

ANTE LA SOLEDAD

1.1. D  :


Percepción subjetiva de estar solo/a y aislado/a sin desearlo.
La peor soledad es la experimentada rodeado/a por personas, especial-
mente cuando se espera que estas personas nos entiendan, apoyen y
compartan proyectos.

1.2. A:
Puede que se trata de continuos.
No estamos solos cuando compartimos con otros:
a) Aficiones
b) Ideas
c) Sentimientos-emociones
d) Proyectos

1.3. P    


1.3.1. Crear mundo interior:
Potenciando aficiones
Provocando sentimientos
1.3.2. Buscar lugares que frecuenten personas con nuestros gustos:
Es aquí donde es más probable que encontremos personas con
las que podamos tener cosas en común. (si nos gusta la fotografía,
cursos y talleres de fotografía, o si somos montañeros, Clubs de
montaña...)
1.3.3. Provocar encuentros:
Con cuántas más personas conectemos, mayor probabilidad
habrá de que encontremos alguna que nos sea cercana.
1.3.4. Expresar sentimientos:
Especialmente cuando los demás lo hacen.
1.3.5. Compartir sentimientos:
Resaltar coincidencias, antes que discrepancias.
1.3.6. Revisar objetivos:
Tanto los propios, como los de los otros.
No pretender intimar con todo el mundo, y a la primera.
No desanimarnos ante desilusiones ocasionales.
1.3.7. Establecer filtros:
Hablar de hechos con todos; de aficiones, con los que las com-
partimos; de sentimientos, con los que nos sintamos mas cercanos;
y de proyectos implicados, con los que hayan pasado los filtros
anteriores.

Información acerca de donde se organizan grupos de apoyo semejantes a


los descritos más arriba puede encontrarse, también, en las direcciones pro-
puestas al final del capítulo anterior.
8
Reconstruir una familia
Julio
Julio tiene trece años. Su madre, Rosa, que tiene treinta y seis, se separó de su
padre cuando éste nació. Tuvo que trabajar fuerte para sacarlo adelante y estaba
fuera de casa la mayor parte del día y dejaba su cuidado en manos de una niñera.
Se sentía culpable de este «abandono» y adoptaba una actitud permisiva el
resto del tiempo, por ejemplo, se lo llevaba, incluso, a dormir a su cama para que
dejara de llorar y para tenerle cerca de noche, y así le compensa de su «abando-
no» el resto del día.
Cuando Julio tenia seis años empezó a salir con quien hoy es su marido. Pri-
mero se veían ocasionalmente: luego, Fernando, que hoy es su nuevo marido,
empezó a quedarse en casa más regular. Se han casado hace dos años.
Julio no se lleva bien con su padrastro. Le rechazó desde el principio, pues era
quien le robaba a la madre por las noches.
La mayoría de las discusiones de Rosa y Fernando vienen motivadas por
enfrentamientos acerca de las pautas a seguir en la educación de Julio. Ahora, han
decidido llevarle a un internado, porque no pueden con él.
El padre biológico de Julio, con quien todos se llevan bien, aparece una vez
al año y se le conoce como «Papa Noel», porque le da todo lo que le pide.

Andoni
Andoni tiene catorce años y vive con su madre, que tiene treinta y tres. Ésta
se separó de su marido hace seis años y se volvió a casar con Pedro, de quien se
ha separado, también, hace seis meses.
Andoni vivió a temporadas con su madre y Pedro, quien está separado a su
vez, aportó al matrimonio un hijo y una hija mayores que Andoni. Otras tempo-
radas se iba a vivir con su padre biológico, con quien se lleva muy bien y a quien
echa en falta, pues vive al otro lado del país. Éste se ha casado con una mujer
joven, con quien ha tenido un segundo hijo, hermanastro de Andoni, que ahora
tiene cuatro años.
Cuando está un tiempo con uno de los padres se va a vivir con el otro/a, a
veces porque echa de menos a los otros, o porque surgen tensiones...
Andoni no se centra en el colegio. Ha repetido un curso. Su madre le nota
triste y a veces, sospecha que en el fondo querría que ésta se volviese a juntar con
su padre.
La relación de Andoni con su padrastro y madrastra ha sido siempre muy
buena.
196 Repartirse el desamor

1. INTRODUCCIÓN

Un porcentaje alto de todos los que se separan, tanto de hombres como


mujeres, terminan emparejándose o creando algún tipo de vinculación con
otra persona, en un plazo más o menos breve de tiempo, independientemen-
te de que algún día llegasen a jurar y perjurar que no volverían a «tropezar
dos veces en la misma piedra».
Muchos de ellos siguen un camino parecido a la hora de entablar nuevas
relaciones y establecer estos nuevos vínculos afectivos.
Los pasos suelen ser los siguientes: se empieza saliendo con alguien, muy
gradualmente se pasa a estar viviendo juntos y, posteriormente, algunos/as
llegan a casarse de nuevo.
Hay quienes andan todo el camino seguido o quienes se mueven dando un
paso u otro, para terminar volviendo a reinicializar el trayecto, y, a lo mejor,
empezarlo de nuevo más de una vez, con la misma, o con otra persona.
Cada uno de estos pasos tiene sus reglas, supone ventajas e inconvenien-
tes, así como sus asunciones básicas.

1.1. S  

Tarde o temprano, la mayoría de los/las separados/as terminan saliendo


con alguien.
Es la forma más simple de vinculación. El único vínculo que existe en la
pareja, a este nivel, es el acercamiento mutuo. No existe otra obligación. Nin-
guno de los miembros adquiere ningún otro compromiso que el de estar dis-
ponible para el otro el máximo de tiempo posible, siempre que sus múltiples
ocupaciones se lo permitan.
Este nivel de compromiso suele ser suficiente en estos momentos, antes
no lo hubiera sido, para facilitar un cierto bienestar y asegurar que la pareja
va a continuar pasando una gran cantidad de tiempo con el otro/a.
La regla básica existente, aunque no siempre explícita, es que se asume y
permite un máximo de independencia, tanto en lo afectivo como en otras
cuestiones. No existe compromiso alguno por parte de nadie. Cada uno de
ellos seguirá viviendo su vida de forma independiente y autónoma.
Cada uno de ellos sigue siendo responsable del mantenimiento de su esti-
lo de vida, de sus finanzas, y del manejo y buen funcionamiento de su propia
casa.
Las razones por las que este tipo de funcionamiento suele ser suficiente a
estas alturas para muchos hombres y mujeres, suelen ser muy variadas.

a) Puede que les resulte atractivo la ausencia de lazos y compromisos.


Que ella le invite a cenar un día, no quiere decir que deba tener en cuenta sus
gustos y preferencias cuando vayan de compras. Este nivel de decisiones le
sigue perteneciendo en exclusiva. Forma parte de su reconquista.
Reconstruir una familia 197

b) No existen obligaciones ni deberes del uno hacia al otro. No se «dan


por hecho».
c) Lo que cada uno hace por el/la otro/a constituye un regalo que se le
hace, como muestra de aprecio y valoración: Ella puede expresar su afecto
por él, invitándole a cenar o a entrar en su cama. Él hará pequeños arreglos
en la casa, le hará regalos...
d) Sea lo que fuere que cada uno hace por el otro, lo hace como simples
muestras de afecto libres y gratuitas. Es lo que más se acerca a la idea que
tenemos del «amor desinteresado».
e) Este tipo de relación puede servir como mecanismos de defensa a la
hora de tener que investir «fe» y «confianza» en una nueva relación más com-
prometida, profunda, que implique ajustarse al estilo de vida del otro, y pro-
ducir cambios en la propia vida.

El único riesgo que supone para algunos/as es que, mantener este tipo de
relación puede suponer una amenaza a la hora de mantener la propia respe-
tabilidad de cara a vecinos, parientes, conocidos... Ello sigue siendo especial-
mente cierto (¡todavía!), para ellas.
Algunas «ventajas» son, sin embargo, que, al no compartir rutinas ni con-
vivencia continuada, no hay choques ni fricciones. Hay pocos riesgos de dis-
cusiones acerca de cómo compartir responsabilidades con los hijos, manejo
de la casa, mantenimiento de la economía doméstica y distribución del pre-
supuesto, cómo se distribuyen las tareas domésticas...
Pero este tipo de vinculación también tiene sus «inconvenientes», si se
continua mucho tiempo. Muy pronto uno de los dos, generalmente él, si ella
tiene hijos, pasará más tiempo en casa de ella que en la propia.
Será y se sentirá como «un huésped» y no podrá llevar amigos, no tendrá
su propio espacio vital, no podrá exigir silencio o ejercer influencia alguna
sobre el comportamiento del resto de los habitantes de la casa, por mucho
que éste le moleste.

1.2. V 

En las últimas décadas vivir juntos, o cohabitar, sin otro vínculo legal, ha
sido la elección de un gran número no bien determinado de parejas. Hay
quienes hablan de hasta un 25 por 100.
Tomar la decisión de empezar a vivir juntos puede ser algo casual y muy
gradual. De repente, el cepillo de dientes de uno de los dos deja de viajar de
una casa a otra.
Esto suele ser así, especialmente si no hay niños de por medio. Si los
hubiese, la cosa implica un mayor detalle. Hay que tener en cuenta su opinión
y aprobación.
Ello significa que, además de la vinculación inicial, se añade toda una
serie de obligaciones: compartir la responsabilidad del mantenimiento de la
casa, tareas domésticas, compartir gastos formalmente...
198 Repartirse el desamor

Para muchos, vivir juntos puede significar un paso intermedio, antes de


casarse. Sin embargo algunos harían bien en recordar que, aunque hayan
demostrado que son capaces de convivir, ello no es garantía de que un matri-
monio futuro vaya a funcionar bien.
A la hora de dividir las tareas domésticas, las nuevas parejas suelen ser
menos tradicionales en cuanto a los roles que adoptan y las tareas que asume
cada género. Se adoptan papeles más «democráticos» en el proceso de toma
de decisiones y estados más simétricos en cuanto al «poder». La mayoría no
son «casi marido o casi esposa», sino «colegas» o iguales.
Si ella tiene hijos, él tendrá que establecer una relación diferente con ellos,
relación a medio camino entre salir con ella o convertirse en «padrastro» ofi-
cial, mediante una nueva boda.
Ha dejado de ser un huésped, pero no es todavía un padrastro.
Ahora puede pedir que se guarde silencio, interrumpir discusiones y pele-
as, acabar con comportamientos peligrosos, pero todavía no podrá asumir
responsabilidades a la hora de decidir pautas de educación para el futuro. No
tendrá derecho a imponer horarios de irse a la cama o limitar horas o pro-
gramas de televisión.
El estatus entre ellos ha cambiado también. Ya no se hacen las cosas sólo
como regalo, sino que empiezan las «obligaciones». Cada uno podría sentir-
se feliz por la contribución del otro, pero también algo infeliz, si estima que
el otro está haciendo mucho menos de lo que se esperaba de él y ella.
Reconstruir una familia 199

1.3. C  

Muy pronto uno de los dos, o los dos, empezarán a notar toda una serie
de presiones externas para matrimoniar. Y ello no sólo por parte de los más
cercanos (vecinos, familiares o amigos) sino también por los más lejanos.
(pensiones, Seguridad Social, Hoteles, bancos, iglesia...).
Si surgiese un embarazo y naciese un nuevo hijo, uno de los dos podría
empezar a pensar en la conveniencia de casarse de nuevo.
Es curioso como los jóvenes que se casan por primera vez aseguran que
casarse no es diferente de vivir juntos, excepto que han formalizado la rela-
ción, pasando por la iglesia o el juzgado.
Aquellos que se casan de nuevo, tras otras experiencias maritales, piensan
de manera diferente. El matrimonio les cambia la vida en un gran número de
cosas: el hombre se convierte en marido y la mujer en esposa, con toda la
carga social que ello conlleva. Los estereotipos sociales, que no influyeron
con anterioridad, empiezan a hacerlo ahora. Se palpan implicaciones de per-
manencia, perpetuidad y obligatoriedad que antes no existían.
El malestar producido por la separación o ruptura de dos que viven jun-
tos puede ser como el de los casados o incluso peor, porque, muchas veces,
este malestar no es reconocido por las personas que nos rodean.
Tras realizar los votos maritales, el hombre y la mujer se han convertido
en familia en una unidad. Son los parientes más cercanos del otro/a. No es de
extrañar, pues, que antes de subir cada uno de estos peldaños, muchas per-
sonas se lo piensen de manera detenida. Y se lo pensarán mucho más, si enci-
ma, ello les supone perder pensiones o prebendas previamente disfrutadas.

2. ALGUNOS CONSEJOS

Conviene recordar que una familia reconstituida (algunos prefieren el tér-


mino «familiastra», que aunque no suena muy bien refleja bien la situación),
es diferente de una familia monoparental o de una nuclear y que, estas dife-
rencias, provocan situaciones nuevas y problemas especiales, que han de
saber manejarse, y que requerirán soluciones nuevas, más creativas, pues la
situación no es siempre todo lo idílico que algunos medios de comunicación
quisieran hacernos creer.
La relación de pareja es, seguramente, la parte más importante de la fami-
lia, porque es la que imprime el sentido de unidad y de «ser familia». Por ello,
es indispensable saber ingeniárselas para sacar tiempo para poder estar solos,
para disfrutar, y para poder hablar, con tranquilidad y sosiego, de ellos mis-
mos, de los hijos, de las pautas a seguir en su educación y del apoyo que cada
uno requiere del otro/a en estas tareas. La relación necesita ser cultivada, y
esto puede ser una buen idea y un buen riego inicial.
Para intentar crear un buen clima y promover señas de identidad para toda
la familia, sería bueno que dedicasen un tiempo a promover actividades lúdicas
200 Repartirse el desamor

para todos juntos, como ir de camping, escuchar o hacer música, formar parte
de un coro, cantar, hacer deportes... En definitiva, generar experiencias que pue-
dan ser disfrutadas por todos/as y que no supongan un sacrificio para nadie.
Algunas familiastras establecen la celebración de reuniones periódicas, no
sólo para planificar las vacaciones, sino como marco para plantear y resolver
los problemas que vayan surgiendo.
El procedimiento habitual suele ser que estas reuniones puedan ser con-
vocadas por cualquier miembro de la familia que detecte un problema o
quiera consultar algo, algunos las fijan para que participen todos, durante
la hora de la comida, aunque esto que puede ser bueno para promover la
participación e implicación de todo el mundo, no suele ser bueno para las
digestiones.
Las reglas básicas son muy simples:

a) Todo el mundo que tenga algo que decir, tiene derecho a expresarse
con libertad,
b) Siempre habrá alguien que haga de moderador/a,
c) Hablará solamente una persona a la vez, nadie tiene derecho a inte-
rrumpir a los demás,
d) Se deben de potenciar la homogeneización del lenguaje. Es decir, cada
uno deberá asegurarse, antes de contestar, de demostrar a los demás que ha
entendido lo que éstos han dicho previamente. Esto es, que el lenguaje se uti-
liza en el mismo sentido y que se hace coincidir la intención que tiene el que
habla con el impacto que le produce al que escucha.

La duración puede oscilar desde varios minutos hasta más de una hora.
Es importante que se cree un clima relajado. Es posible que uno o varios
miembros de la familia hayan de colaborar para llegar a un acuerdo y para
generar las soluciones más aceptables para todos.
Aquellas familias que se acostumbran a este tipo de reuniones periódicas,
se dan cuenta que éste constituye un buen método para crear un espacio en
el que juntarse, hablar, ser escuchados y crear una atmósfera familiar y un
sentido de unidad y pertenencia de cada uno de los miembros.
Los padres y los hijos, que ya formaban una unidad antes del nuevo matri-
monio, y los niños con padre «visitante» a quien sólo ven esporádicamente,
con frecuencia necesitan tiempo para mantener y preservar estos lazos y
vínculos del pasado.
A veces, padrastros/madrastras, y aquellos que lo son sólo durante los
fines de semana, se suelen marcar expectativas muy altas, en relación con los
niños de la otra parte.
Se olvidan, con frecuencia, que llegar a establecer este tipo de relaciones
puede costar varios años y que éstas, si han de hacerlo, irán surgiendo poco
a poco, con el contacto cotidiano. Es, desde luego, mucho más difícil esta-
blecer vínculos fuertes, si el contacto se da sólo durante el fin de semana. Ello
implica que no hay contacto diario y que no se está presente en momentos
cruciales o en toma de decisiones importantes.
Reconstruir una familia 201

La comunicación entre los miembros de la pareja y el padre visitante ha


de promoverse para que los hijos puedan verse libres de la responsabilidad
de tener que hacer de intermediarios o portadores de mensajes de una casa
a otra. Cuando estas vías de comunicación se promueven y los hijos des-
cubren que los tres o cuatro adultos implicados pueden reunirse (sin con-
frontaciones, amarguras, acusaciones o críticas), este descubrimiento les
facilita disfrutar más cada una de las visitas, especialmente si empiezan a
establecer algún tipo de relación con los padrastros, madrastras y herma-
nastros.
Los hijos/as que han de visitar otra casa durante el fin de semana, se sen-
tirán más cómodos si tienen su pequeño espacio con su cama, armario, su
habitación, algo que puedan llamar «suyo». Actividades especialmente dise-
ñadas para ellos y sus propios padres suelen, también, ser muy positivas. Su
sentido de pertenencia a ese grupo se verá muy promovido si notan algún
signo tangible de su presencia, por ejemplo si ven su nombre escrito en algún
sitio, tal como lista de tareas a realizar, u obligaciones a cumplir y responsa-
bilidades a mantener. Ello puede hacerles pensar que tienen estatus en el
hogar y que sus visitas van a seguir buenos derroteros.
Las dificultades, sabemos, forman parte de la vida de todas las familias,
independientemente de su estatus monoparental, nuclear o familiastra. Los
adultos en las familiastras a menudo se atreven o se sienten retraídos a la hora
de plantear problemas y suelen encontrar dificultades a la hora de comentar-
los con los demás.
Amigos o personas cercanas, pueden ser una buena fuente de ayuda y
desahogo, cuando se empiezan a plantear tales dificultades. Con frecuencia,
tener alguien con quien hablar ayuda, porque nos pueden ofrecer soluciones
nuevas y otras perspectivas.
Si empezasen a surgir dificultades, y no hubiese espacio para resolverlas,
y éstas persistiesen, quizá se debería empezar a pensar en consultar con un
psicólogo especialista en estos temas.

3. TOMA DE DECISIONES

Algunas personas pasan de un estado a otro de manera gradual y casi


natural, sin darse cuenta, sin haberse parado a pensar, dejando que la situa-
ción les domine y controle, y sin ser ellos quienes, activamente, tomen las
decisiones. Y es que muchos de los que previamente han estado casados, se
sienten inseguros/as acerca de qué esperar de la nueva relación.
Seguramente la experiencia pasada les haya marcado, y les haya dejado
claro qué es lo que no desean, pero no tanto qué es lo que quieren, o lo
que les gustaría tener en una nueva relación. Muchos se dan cuenta de lo
que echaban en falta en su relación pasada, pero no siempre de lo que les
sobraba.
Algunos, una vez que se han acostumbrado a vivir en solitario, descubren
que pueden seguir haciéndolo, contactando con diversas personas a las que
202 Repartirse el desamor

pueden recurrir y con quienes pueden suplir sus necesidades y llega al con-
vencimiento de que éstas no necesitan a la otra persona.
Así, se dan cuenta de que pueden hablar y entenderse con una persona,
con otra pueden compartir aficiones, con otra tercera compartir sentimientos
profundos y todavía con otras, compartir cama y pasión. Sería bueno que
todo esto pudiéramos hacerlo con la misma persona, pero no está demás
pararnos a pensar, de vez en cuando, que esto no tiene por qué ser así.
A aquellas personas que se empeñaron en ser ellas las que toman la deci-
sión y las riendas de su vida les ha sido útil el siguiente ejercicio:

a) Apuntar en un papel aquellas cosas que creen que necesitan.


b) Hacer un análisis de sus necesidades básicas para la supervivencia,
como puede ser el refugio, alimento o sexo.
c) Comparar estas necesidades básicas con los deseos que, quizá también
sean vitales, pero no absolutamente necesarios para la supervivencia. Entre
éstos, se pueden encontrar el pasarlo bien, escuchar música, vestidos, belleza
física...

En último lugar, cabría hacer una especie de balance entre las necesida-
des que tenemos y lo que cabe, de manera razonable, que consigamos de una
relación. En una columna se podría anotar lo que se ha ganado tras la sepa-
ración (quizá independencia, oportunidades de ser uno mismo...).
Luego, a lo mejor tendríamos que ver cuál de los tres sistemas de vida
apuntados más arriba (salir con alguien, vivir juntos o casarse de nuevo), es el
que mejor cubre sus expectativas de relación, que no tienen que ser siempre
cubiertas por el matrimonio.
Es importante tener una cierta garantía de que no se van a repetir los
mismos errores que en el pasado. Para evitar esto, sería bueno que los impli-
cados se hicieran varias preguntas, cuya contestación podría ayudarles a pre-
venir tales errores.
Entre éstas se encuentran:

a) ¿Estoy haciendo lo que me gusta?


b) ¿Soy capaz de mantener parte del estilo de vida que realmente valoro?
c) ¿Existe algo de lo que no pueda hablar con mi pareja actual y que a
mi me gustaría hablar?
d) ¿Soy capaz de obtener el apoyo que deseo por parte de mi pareja?
e) ¿Me siento valorado/a, contento/a, relajado/a y feliz?
f) ¿Hay alguna cosa que valoro y que no puedo compartir con mi pareja?

Entre los temas a valorar antes de tomar, finalmente, la decisión se encuentran:

a) Grado de dependencia e independencia afectiva mutua deseada por


cada una de las partes.
b) Acuerdo en cuanto al manejo de la economía doméstica.
c) Distribución de la casa y otras propiedades.
Reconstruir una familia 203

d) Roles a adoptar por cada uno de los miembros de la pareja.


e) Importancia del trabajo y lugar que se le atribuye en el orden de prio-
ridades
f) Relaciones a mantener con el/la ex.
g) Pautas a seguir en la educación de los hijos, tanto propios como de la
otra parte.

4. REPASANDO DIVERSAS POSIBILIDADES:

Cada vez que aumenta el número de separaciones y divorcios, aumenta


también, de manera notable, el número de personas prospectivas con las que
una persona separada puede emparejarse.
Así podría darse que encontrásemos a un/una.

4.1. S/

Si esta persona no ha tenido hijos y el/la separado/a tiene hijos, puede crear-
le problemas de dos tipos:

a) Su rol como padre madre en la nueva relación. (Funciones, apoyo por


parte del/de la otro/a, grado de aceptación...)
b) Su propia capacidad para adoptar y ejercer con dignidad tal rol.

Muchas veces, son las decisiones de los propios hijos los que determinan
el comportamiento de los padres. Seguramente que, si las dos personas deci-
diesen seguir adelante, la pareja necesitaría ayuda para establecer una rela-
ción mediana o buena con los hijos.
Para ello suele ayudar, ya se ha dicho, establecer actividades lúdicas con-
juntas en las que se pueda participar con placer, o embarcarse en proyectos
más largos que quizás hayan sido acariciados por todos.
Seguramente, nuestra nueva pareja necesitará de toda nuestra ayuda a la
hora de poner límites en cuanto a comportamientos que sean aceptables y
pautas a seguir para corregir los que no lo sean.
El otro, seguramente se preguntará, con frecuencia, qué hace en esa rela-
ción, qué derechos tiene, cuanto puede ejercer el papel de padre y madre.
Su forma de contestar tales preguntas va a depender del tipo de acuerdo
que tengamos con nuestro/a ex, y de nuestras relaciones posteriores.
Al establecimiento de una buena relación también va a contribuir cómo
sean los hijos. Si se parecen al/a la ex, (bien físicamente, bien en su compor-
tamiento), nos estará, seguramente, continuamente recordando al otro y
quizá estemos echándoles culpas que no se merecen, aunque sea de manera
inconsciente.
Muchos/as solteros/as, que se ven llamados a ejercer este papel, nos cuen-
tan que se encuentran atrapados porque les toca la peor parte: de manera
204 Repartirse el desamor

inmediata deben disciplinar y resolver problemas... mientras que lo más posi-


tivo (recibir cariño y aprecio tarda muchísimo en llegar), si es que llega algu-
na vez. Y en psicología sabemos que, a la hora de modelar un comporta-
miento, las consecuencias inmediatas influyen más que las diferidas.

4.2. P  

Las expectativas de aquellos que ya han estado casados, se ven coloreadas


por la naturaleza de las experiencias pasadas con su ex y su matrimonio, en
general, así como por los sentimientos que desarrollaron hacia sus hijos.
Muchas personas que se han acostumbrado a llevar una familia adelante,
en solitario, durante mucho tiempo, a la hora de decidir si volver a casarse o
no, pueden temer que ello suponga algún perjuicio para los hijos, o sea inter-
pretado por ellos como una «traición».
Es probable que muy pronto se den cuenta que, compartir su amor y
áreas de compañía con otro adulto, va a suponer pasar menos tiempo con los
hijos y seguramente suponga, también, una pérdida para los niños. Quizás
hayan de reasegurarles que, pase lo que pase, van a tener disponible un tiem-
po con nosotros, y que, luego, estemos preparados/as para cumplirlo.
Algo que los niños hayan de aprender, también, es que los adultos nece-
sitan compartir algunas cosas entre ellos que requiere privacidad, y de las
cuales ellos han de quedar excluidos.
Algunas personas se precipitan e inician nuevas relaciones, como una
forma de darle en las narices a los/las ex y demostrarles que ellos/ellas son los
normales y que son capaces de funcionar con otras personas; y que, si a
alguien hay que culpar de fracasos pasados es el/la otro/a. Si éste fuera el
caso, es posible que pronto se descubra que no se saca de la relación lo que
realmente se buscaba y que nos veamos metidos de nuevo en una relación
trampa.
Reconstruir una familia 205

Hay otra gente que se apresura e inicia otro matrimonio, movidos por los
sentimientos de culpa de haber privado a sus hijos de un padre o de una
madre efectiva. Se empeñan en darles pronto un padre o una madre sustitu-
tiva.
El grado en el que se pueda incluir a la nueva pareja en nuestra relación
puede depender de varios factores, uno de los más importantes será, sin
duda, la cohesión que hayamos podido desarrollar, en el pasado, con nuestros
hijos.
A algunas familias les resulta más fácil incluir a extraños que a otras.
Las necesidades de los hijos han de tenerse en cuenta y por eso hemos de
preguntarnos? «¿qué ganan y qué pierden ellos?», «¿qué resistencias ofrecen?»
Quizá tales resistencias deban ser exploradas con más detalle contando
especialmente con ellos. Quizá, así, podamos descubrir qué miedos o temo-
res infundados puedan afectar a su propia capacidad para aceptar que se
empiece con una nueva pareja.

4.3. P/    

Un padrastro/madrastra de fin de semana es aquella persona casada, o a


punto de casarse, cuya pareja tiene hijos que viven con el/la ex de su pareja,
y que pasan con ellos fines de semanas alternos.
La posición y el rol de este tipo de padrastros/madrastras es bastante
complejo, y no es extraño que estas personas se hagan muchas de las pre-
guntas apuntadas con anterioridad. O que se sientan a menudo desplaza-
dos/as o se cuestionen si llegará algún día a querer a esos niños, casi como si
fueran propios, o cómo van a interferir en su relación, tanto en cuestiones
afectivas, como económicas...

4.4. E      

La boda, y el hecho de que los padres se vuelvan a casar, pueden suponer


un shock para los niños, especialmente si estos albergaban alguna esperanza
de que ambos padres llegasen a arreglarse entre sí.
Una nueva boda es la confirmación de la crisis y la prueba fehaciente de
que la reunificación por ellos deseada no va a ocurrir.
Si nos ven muy entusiasmados/as con la otra persona, pueden sentirse
dolidos y hasta llegar a pensar que les queremos menos.
Puede darles miedo, también, especialmente si todavía mantienen una
buena relación con el/la ex. Pueden, además, si empiezan a acostumbrarse a
la nueva relación, tener miedo de que ésta se vuelva a romper, especialmente
si antes hubiera ocurrido que se ha flirteado y roto con varias personas.
206 Repartirse el desamor

4.4.1. La pérdida de rol

Algunos niños, después de la separación adoptan roles sustitutivos (el


niño puede llegar a considerarse el hombre de la casa, y la niña mayor, la
madre sustitutiva), roles que pueden verse amenazados, en la medida en que
ven que se afianza una nueva relación.
Algunos de estos temores podrían prevenirse, si realizáramos una cierta
labor educadora y de preparación de nuestros hijos. No hemos de asumir que
ellos dan siempre por hecho que hemos de volver a casarte, incluso si saben,
o apoyan, que estemos implicados/as en una nueva relación.
El nuevo matrimonio puede representar una nueva crisis para muchos
hijos. Otros, por el contrario, pueden alegrarse de que estemos lo suficiente-
mente bien como para empezar a pensar en buscar una nueva pareja y casar-
nos de nuevo.
Su forma de reaccionar dependerá, entre otras cosas, de su edad. No
debería sorprendernos que nuestros hijos no den los saltos de alegría que nos
gustaría que dieran, cuando les planteamos nuestros planes de boda.
Quizá se muestren inicialmente desinteresados y nos transmitan que no
quieren oír nada del proyecto. A lo mejor, su reacción nos recuerda mucho a
la que tuvieron, cuando les dijimos por primera vez, que nos íbamos a separar.
Cómo decírselo y cuándo será otro factor que influya y decírselo depen-
derá, también, de cuando creamos estar seguros de que la relación con la otra
persona va realmente en serio y tiene visos de prosperar.
Seguramente hayamos notado, si estamos en estas circunstancias, que es
imposible que iniciemos una nueva relación sin que nuestros hijos se den
cuenta. Los niños son condenadamente listos.
Debemos de tomarnos mucho tiempo antes de presentarles a nuestra
nueva pareja y, durante los primeros tiempos, tras haberles presentado,
habremos de observar cuidadosamente su reacción (si demuestran aburri-
miento, expresan celos, aparentan desinterés, curiosidad o sensación de ali-
vio, o dan muestras de cariño...) De una cosa podemos estar seguros/as: nues-
tros hijos no van a sentir hacia nuestra nueva pareja lo mismo que sentimos
nosotros.
Si somos de los que piensan que necesitamos de su autorización para
seguir adelante, quizá sus signos de rechazo sirvan sólo para desanimarnos.
En cualquier caso, lo más importante es que entendamos que ellos necesita-
rán tiempo para acostumbrarse a la nueva situación, independientemente de
sus reacciones iniciales. Y, es importante, también, que estemos pendientes,
observemos estas reacciones y anticipemos las posibles dificultades antes de
precipitarnos y empezar una nueva unidad familiar.
Reconstruir una familia 207

5. UN REPASO GENERAL

Una vez más, sería bueno que echásemos un vistazo al cuestionario que
presentamos en el apéndice, que podría servirnos como repaso general.
Sabemos que el porcentaje de rupturas de parejas que se han vuelto a
emparejar, en gran medida depende de su capacidad de ajustarse a los nue-
vos roles que les toca desempeñar en la nueva relación.

El objetivo de este cuestionario es evaluar cómo está usted consiguiendo


realizar tal ajuste en estas cuatro dimensiones bien diferentes:

1. D     ROL   : Capaci-


dad para manejar presiones sociales y familiares y adaptación a las nue-
vas situaciones planteadas para formar parte de una «familiastra».

2. D     ROL  /: Capacidad


para comunicarnos con nuestra nueva pareja, expresar los sentimien-
tos asociados a la nueva situación, y de resolver con él/ella las dificul-
tades que nos van surgiendo por el hecho de ser parte de una familia
reconstituida.
208 Repartirse el desamor

3. D     ROL  /: Capacidad


de continuar nuestra relación con los hijos y promover de una manera
adaptativa su proceso educativo en el contexto de una nueva situación
familiar.

4. D     ROL  /:


Capacidad de adaptarnos y resolver las dificultades derivadas de con-
tribuir a la educación de los hijos/as de la nueva pareja, así como cola-
borar con ella en tal empresa.

6. APÉNDICE: CUESTIONARIO ÁREAS PROBLEMA DE FAMILIAS


RECONSTITUIDAS

Instrucciones:

Marque el grado de dificultad que encuentra, en la actualidad, en cada


una de las preguntas planteadas:

Nada Algo Intermedio Bastante Mucho

1. Funcionar como familia reconstituida en


nuestra sociedad.
2. Conseguir que el padrastro/madrastra sea
aceptado como representante en contexto
escolar.
3. Conseguir que el padrastro/madrastra sea
aceptado como representante en contexto
médico.
4. Problemas legales derivados de vivir en
familia reconstituida.
5. Problemas fiscales derivados de vivir en
familia reconstituida.
6. Acceso a recursos y personas que entien-
dan nuestros problemas.
7. Organizar acontecimientos familiares con
ambas familias.
8. Compartir espacios en la casa con dife-
rentes miembros de la familia.
9. Afrontar Prejuicios sociales.
209 Repartirse el desamor

Nada Algo Intermedio Bastante Mucho

10. Participar en acontecimientos familiares


de la nueva familia.
11. Conciliar mis creencias religiosas con mi
vida real en una familia reconstituida.
Tiempo juntos como pareja.
12. Demostraciones afectivas a mi pareja
delante de los hijos.
13. Manejo económico en la nueva familia.
Problemas a la hora de funcionar con una
economía conjunta.
14. Colaborar para resolver nuestros proble-
mas de pareja.
15. Aceptar una vida de pareja diferente a la
que me había marcado.
16. Explicar a mi pareja mis expectativas,
límites y necesidades en relación con
nuestra vida en pareja.
17. Dar tiempo a mi pareja.
18. Duelo por la terminación de mi anterior
relación.
19. Dedicar tiempo a cultivar nuestra relación
de pareja.
20. Cultivar amigos en común.
21. Aceptar la presencia de un ex (mío o
ajeno) en mi vida de pareja actual.
22. Llegar a ser aceptados como pareja por
las familias de origen de ambos.
23. Explicar la nueva situación familiar a mis
hijos.
24. Aceptar las reacciones emocionales de
mis hijos ante la nueva familia.
25. Respetar las reacciones emocionales posi-
tivas de mis hijos hacia su padre/madre.
26. Respetar las reacciones emocionales nega-
tivas de mis hijos hacia su padre/madre.
210 Repartirse el desamor

Nada Algo Intermedio Bastante Mucho

27. Ponerse de acuerdo en las pautas a seguir


en la educación de los hijos.
28. Asumir que mi pareja y mis hijos compi-
ten por mi atención y mi cariño.
29. Apoyar a mi pareja en su relación con mis
hijos.
30. Comprender lo que mi pareja espera de
mí como padre.
31. Adaptarme a la presencia del
padre/madre de mis hijos en mi nueva
vida familiar.
32. Asumir las críticas de mi pareja en rela-
ción con la forma en que trato a mis hijos.
33. Asumir las críticas de mi pareja en rela-
ción con la forma en que educo a mis
hijos.
34. Asumir las discusiones entre mis hijos y
mi pareja.
35. Aceptar que mi nueva familia sea diferen-
te de cómo había imaginado.
36. Comprender y aceptar las expectativas de
mi pareja en relación con mi papel de
padrastro.
37. Adaptarme a la presencia del
padre/madre de los hijos de mi nueva
pareja, o a su familia.
38. Saber mantener una relación de confianza
con los hijos de mi pareja.
39. Mantener la disciplina en los hijos de mi
pareja.
40. Sentir que tengo un lugar en la familia.
41. Saber adaptarme a los horarios de los
hijos de mi pareja, en relación con la cus-
todia y régimen de visitas.
42. Sentir el apoyo de mi pareja en mi rela-
ción con sus hijos.
Reconstruir una familia 211

Nada Algo Intermedio Bastante Mucho

43. Manejar los sentimientos negativos que


los hijos de mi pareja sienten hacia su
padre/madre.
44. Comunicarme con los hijos de mi pareja
sin tener que usarla como intermedia-
rio/a.
45. Aceptar que mi familia no es como la
había deseado.
46. Vivir con hijos cuyos valores y estilos de
vida son opuestos a los míos.
47. Saber aceptar los sentimientos positivos
hacia los hijos de mi pareja.
48. Aceptar mis sentimientos negativos hacia
el padre/madre de los hijos de mi pareja.
49. Aceptar cumplidos y sentimientos positi-
vos de los hijos de mi pareja.
50. Manejar los sentimientos negativos que
los hijos de mi pareja expresen hacia su
padre/madre.
51. Mostrar afecto a los hijos de mi pareja.
52. Aceptar las tareas domésticas extra rela-
cionadas con los hijos de mi pareja.
Reconstruir una familia 212

CORRECCIÓN E INTERPRETACIÓN:

Calcule la puntuación obtenida en las siguientes dimensiones:

S  : suma de los ítem 1 a 11.


E/: suma de los ítem 12 a 22.
P/: suma de los ítem 23 a 35.
P/: suma de los ítem 36 a 52.

La puntuación se obtiene según los siguientes criterios:

 = 1  = 2  = 3  = 4  = 5

INTERPRETACIÓN:

Su ajuste a los diversos roles representados por cada una de las dimensio-
nes no es todo lo bueno que debería ser, y sería deseable que intentase mejo-
rarlo, o solicitar ayuda experta, si la puntuación obtenida en cada una de las
DIMENSIONES supera a los puntos marcados para cada dimensión:

S  : 17
E/: 19
P/: 25
P/: 30.

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