Está en la página 1de 8

Universidad Nacional Autónoma de México

Facultad de Estudios superiores Acatlán


Filosofía Medieval
Tercer Semestre
¿El vaciamiento es un abandono de la condición humana?
Héctor Noé Gutiérrez Fuentes

En este ensayo plantearé una cuestión importante en torno a la mística de Eckhart y el


concepto de vaciamiento. Tal cuestión es: ¿es el vaciamiento un abandono de la condición
humana? Pretendiendo ver los alcances y limitaciones del hombre para el vaciamiento y
extender la reflexión a un campo antropológico o ético.

La cuestión a tratar exige por sí misma la aclaración de cómo funciona la mística de


Eckhart y de sus conceptos fundamentales. De este modo podremos comprender lo que nos
dice Eckhart, y plantear el cuestionamiento que pretendemos hacer. Pues, ¿cómo podríamos
preguntar sobre el vaciamiento y sus implicaciones sin tener una idea clara de lo que es el
vaciamiento? Por lo tanto, el ensayo tendrá la siguiente estructura: se explicará qué tipo de
mística predica el discurso de Eckhart; en seguida se hablará de las características que
Eckhart menciona sobre Dios; en tercer lugar, se planteará la concepción de Eckhart sobre
el alma, y cómo esta da paso al vaciamiento; en cuarto lugar, se explicará el vaciamiento. La
cuestión que se pretende plantear necesita caracterizar al hombre, por lo que antes de
plantearla objetivamente, se caracterizará al hombre como Eckhart lo describe. Finalmente
se planteará la pregunta y se tratará de dar una respuesta en medida que me sea posible, para
dejar el campo abierto a nuevos cuestionamientos o reflexiones pertinentes al vaciamiento y
a la condición humana. Para todo lo anterior, se parte de ciertas lecturas de Eckhart,
específicamente: Los pobres de espíritu, El templo vacío, Dios es un verbo que se habla a sí
mismo y su tratado Del hombre noble.

Escribo sobre el vaciamiento porque tengo la intención de aclararme en qué consiste,


y ver qué implicaciones tiene el hombre. Y considero que es importante tratar esta cuestión,
en tanto que reflexionar sus alcances en el hombre pueda llevarnos a una reflexión
antropológica o ética, y en ese sentido, abrir nuevos cuestionamientos en torno al
conocimiento del hombre y de Dios.

Partimos de la idea de que la mística es un proceso, y su finalidad es lograr la


experiencia de contacto con lo divino. La mística que tomamos aquí es el discurso que explica
cómo llegar a la experiencia, y en tanto tal, describiremos la que Eckhart toma. La mística
del discurso de Eckhart es de fusión, lo que significa que el individuo llega a perder su
individualidad para ser uno con la deidad. Podemos notarlo en el final de los sermones de
Eckhart: “(…) con el fin de que nos hagamos y permanezcamos eternamente uno con él.
Amen.”1 y “Que Dios nos ayude a vivir de tal modo que lo experimentemos eternamente.
Amen.”2 Selecciono estos dos fragmentos de la obra de Eckhart para hacer notar el carácter
experiencial y de unión de su discurso.

Entonces, la finalidad del discurso es lograr la experiencia de unión con la deidad,


pero ahora debemos aclarar: cómo caracteriza Eckhart a Dios, y cómo llegamos a
experimentar la unión con Él. En primer lugar, es necesario señalar que Eckhart da dos
características principales sobre Dios: conocimiento puro y Verbo que se dice a sí mismo.

En tanto que Dios es verbo que se dice a sí mismo, es una cuestión más compleja
pero igualmente importante para el vaciamiento. Eckhart menciona que Dios es un verbo, y
que ese verbo es dicho y no dicho. Es dicho en los lugares en que está Dios, y es no dicho en
los lugares en que no está. Además, es inefable en tanto que nosotros, al no conocer a Dios,
no podemos decir Verbo. Y con esto se resalta el carácter de autopredicante, pues sólo él se
conoce a sí, y por lo tanto sólo él puede decirse como lo que él es. Incluso Eckhart menciona:
“(…)¿quién puede decir verbo? Nadie puede hacerlo excepto quien es ese verbo. Dios es un
verbo que se habla a sí mismo.”3 De éste modo en que Dios es verbo y se autopredica,
podemos resaltar que Dios acontece, se predica él mismo en sus obras; ahora, en tanto que
Dios es conocimiento, se parte del hecho de que Dios conoce a todas las cosas en tanto que
son creadas por él. Con esto se le da el carácter de Padre, Creador y Sabio4;

Dios crea todas las cosas, y entre ellas parece haber cierta degradación de unas a otras.
En las escrituras está dicho que Dios creó al hombre a su imagen y semejanza, y a partir de
esto, Eckhart explica que Dios creó al alma lo más semejante a sí mismo, incluso le da un
lugar superior a la creación angelical, pues menciona que el alma en su espacio temporal
puede llegar más lejos que un ángel, es decir, más próximo a Dios.

1
Eckhart, El templo vacío, en El fruto de la nada, Madrid: Ediciones Siruela, 2014, p.44.
2
Ibid. en Los pobres de espíritu.p.81.
3
Ibid. en Dios es un verbo que se habla a sí mismo, p.83.
4
Es importante señalar esto sobre Dios, porque el hecho de que conozca en su sabiduría es importante para
señalar lo que Dios hace en el alma, pero de esto se hablará más adelante
2
El alma es un templo, y es lo más semejante a Dios. Es creada y libre. Eckhart señala
que la libertad es lo más semejante que tiene con Dios. Que el alma sea un templo nos indica
que algo puede entrar en ella. Al templo se entra a predicar. Lo que se predica en el templo
son las representaciones que el hombre tiene, los deseos por los que el hombre está
interesado. Por lo que si queremos que Dios habite en nosotros debemos vaciarnos. Planteada
de este modo la concepción del alma de Eckhart, podemos ahora comenzar a clarificar en
qué consiste el vaciamiento.

Considero que en el texto Los pobres de espíritu, Eckhart hace una caracterización
más completa de lo que significa vaciarse, sus implicaciones y lo que debe hacer el hombre
para lograrlo. En primer lugar, considero de suma importancia resaltar tres características
fundamentales de la pobreza del espíritu5: es una pobreza interior; al ser pobre se llega a ser
lo que antes era en su no-ser; y el pobre es aquel que nada sabe, nada quiere, y nada tiene.
Ahora explicaremos en qué consisten estas características.

En primer lugar es una pobreza interior. Con esto, Eckhart nos señala que la pobreza
es en el espíritu, o en el alma, y debe ser así pues ahí es donde se conoce la verdad divina
por medio del verbo divino, es decir, es en el templo donde Dios se dice a sí mismo; la
pobreza es un no-tener, no-querer y no-saber, éstas consisten en lo siguiente: el no-querer
se refiere al apetito del hombre, y se caracteriza como una supresión de los deseos, es un
abandono de ellos. Dicho de otro modo, significa no hacer patente nuestra propia voluntad,
debemos querer tan poco que incluso se debe abandonar el deseo de conocer a Dios; Eckhart
caracteriza el no-saber como una ignorancia total. Pero no se refiere a un abandono de los
conocimientos, sino al no saber que ni se vive para uno mismo, ni se vive para Dios, ni para
la verdad. Es de este modo, pues si se conociera a Dios habitando en uno mismo, entonces
no se le podría conocer ya que se presentaría como algo externo. El no saber hace referencia
a que el hombre debe ser de tal modo que Dios habite en él sin que haya ninguna diferencia
entre él y Dios, por lo que al conocer que se vive para Dios, se conoce una diferencia entre
ellos; Eckhart caracteriza el no tener como la pobreza más extrema. Consiste en que se debe
tener tan poco de modo que no se tenga ni un lugar en el que Dios pueda habitar. Con esto se

5
Hablo de pobreza del espíritu en tanto que es equiparable con el vaciamiento.

3
refiere a que Dios actúa en sí mismo, por lo tanto, si tenemos un lugar para que habite en
nosotros, se marca una diferencia y hace imposible el vaciamiento.

Además, el vaciamiento es un llegar a ser lo que antes era. Con esto se refiere a que
el sujeto debe ser de tal modo, es decir tan vacío de sí mismo, que sea uno con Dios. La
finalidad del vaciamiento es ser uno con la divinidad, por eso uno debe hacerse como él, es
decir vacío de todo, pues Dios sólo necesita de sí mismo. Y sólo siendo de tal modo es que
Dios puede habitar en el alma y predicarse. Eckhart usa la figura del templo para explicar
lo anterior, siguiendo la metáfora, podríamos decir que el hombre al estar vacío en el templo
es como si no estuviera, entonces el templo estaría vacío. Finalmente, el vaciamiento es un
abandono de sí, en donde se dejan de lado los apetitos y posesiones en tanto individuo, pues
todo lo demás comparado con Dios, es nada. Ninguna cosa puede compararse con la grandeza
de Dios, por lo que todo lo demás pierde importancia, incluso uno mismo, que no busca más
que retornar a ser lo que antes era.

Es por lo anterior, que en El templo vacío se explica que Jesús corre a los mercaderes
del templo. Y Los corre por dos razones: la primera es porque no se puede comerciar con la
verdad, no hay algo que le podamos entregar a Dios que sea completamente nuestro en tanto
que su ser es causa de nuestro ser. Al mismo tiempo, los corre porque al ‘tener la intención’
de hacer comercio, resalta al instante la intención misma. Y al tener una intención, o cualquier
afirmación de la voluntad, se imposibilita el vaciamiento como ya lo hemos mencionado.

Una vez que el individuo pierde su individualidad, el deseo y su voluntad, Dios puede
entrar en el templo. Pero ¿qué es lo que hace Dios en el templo? Eckhart nos responde:

“(…) entonces él entra y empieza a hablar. ¿Qué dice el señor Jesús? Dice lo que él

es. ¿Pero qué es él? Él es un verbo del padre. En ese mismo Verbo el padre se habla

a sí mismo; dice toda la naturaleza divina y todo lo que Dios es. Tal como él lo

conoce; y él lo conoce tal como él es. Y dado que él es perfecto en su conocimiento,

y en su poder, también es perfecto en su decir.”6

6
Ibid. en El templo vacío, p.39.

4
Dios se conoce y da a conocerse en el alma una vez que está lista para conocerlo. El modo
de conocer a Dios es siendo uno con él, y así el vaciamiento adquiere un carácter final de
conocimiento, su finalidad es conocer a Dios en tanto que uno es Dios por unión. Entonces,
siendo de este modo, Dios acontece en el individuo que perdió su individualidad.

El vaciamiento tiene un carácter de pérdida y abandono de sí. Principalmente, se


pueden notar tres características del hombre que hay que abandonar: el deseo, el
conocimiento y la posesión. Ahora podemos plantear nuestra cuestión: ¿no es el vaciamiento
un abandono de la condición humana?

La condición humana es todo aquello esencial y característico del hombre. Las tres
características que Eckhart dice que hay que abandonar son fundamentales en el hombre.
Aristóteles menciona: “Todos los hombres por naturaleza desean saber.”7 También se ha
definido al hombre como libre y con voluntad, y también como individuo con deseos.
Analizaremos al hombre en torno al vaciamiento y las tres características que debemos
abandonar para lograrlo.

Pensemos primero al hombre en relación a la caracterización que hace Eckhart de él.


En su tratado Del hombre noble, Eckhart señala que tiene una doble naturaleza: alma y
cuerpo.8 Del cuerpo menciona que le pertenece todo lo que es inherente al alma, pero
envuelto y mezclado con la carne, y que tiene una acción común con cada miembro corporal.
Señalando así que lo corporal es uno con el alma, pero el cuerpo lleva una dirección distinta.

El alma y el cuerpo están en el hombre como la figura del carruaje de Platón en el


Fedro.9 Cada uno tiene una distinta dirección. El alma va hacia Dios y el cuerpo a lo sensible,
pero al decir que el cuerpo está envuelto con el alma, entonces hay una lucha interna por lo
terrenal y Dios. Viéndolo en un campo fenoménico, siempre tenemos los deseos o apetitos
presentes, es decir, parece que en tanto que somos hombres, todo el tiempo sentimos pasión
por lo exterior, formando así las representaciones que impiden que el alma se vacíe. Pues si

7
Aristóteles, Metafísica I, 1, 980b.
8
Me interesa señalar únicamente la concepción del cuerpo en relación del hombre, pues la noción de alma
ya la hemos caracterizado más arriba. Además, no adquiere un nuevo significado en el tratado.
9
Cfr. Platón, Fedro, 246a- 246d.
5
el cuerpo mantiene un constante ajetreo con el alma, parece que es el cuerpo quien pone las
representaciones que alejan al hombre de la Verdad.

En contra de lo anterior, Eckhart menciona que el alma es libre porque así la creó
Dios, por lo que tiene el poder de vaciarse y dejar las representaciones que el cuerpo le da.
Pero parece que no tenemos más de dos opciones: vaciarnos y vivir de acuerdo al alma, o
llenarnos de las representaciones del cuerpo. El cuerpo no puede dejar de percibir lo que le
es natural, y el alma tiene la decisión de escucharlo o no. Vaciarse, desde esta perspectiva,
resulta sumamente complejo pues todo el tiempo nos vemos rodeados de representaciones y
apetitos del cuerpo incluyendo los más básicos. Finalmente, el hombre es una lucha entre la
libertad y la esclavitud, en donde el cuerpo representa la esclavitud, y el alma a la libertad.
Sin embargo, nuestra libertad parece consistir únicamente en dos opciones.

Entonces, sentado todo lo anterior con respecto a la naturaleza del hombre, volvamos
a preguntar, ¿es el vaciamiento un abandono de la condición humana? La respuesta a la
pregunta podemos plantearla del siguiente modo: podemos decir que sí en tanto que el
vaciamiento representa que el alma ya tomó una decisión, es decir, la de tomar el camino
de la verdad y el conocer. Por lo que si la condición humana reside en la libertad, el abandono
de ésta libertad está dada por el vaciamiento en tanto que se pierde la individualidad, y
finalmente no habría un alma que pudiese tomar una decisión. Pero aquí hay que exaltar que
la finalidad de la vida se tornaría en el conocimiento que se funda en el no-saber, pues si el
vaciamiento nos da el conocimiento de lo que es Dios por medio de nuestra unión con él, la
finalidad de nuestra existencia es el conocimiento de Dios en nuestro vaciamiento.

Finalmente, el vaciamiento siempre es un abandono de la condición humana, pues la


finalidad misma del vaciarse es perder la individualidad, y al ser uno con Dios, no podríamos
decir que somos humanos, ni podríamos afirmar que somos algo, pues simplemente
aconteceríamos como Dios acontece. Sin embargo, nuestro acontecer no sería eterno, pues
seguimos determinados a un cuerpo finito, al mismo tiempo que el alma consigue una
trascendencia al ser uno con Dios. Y de este modo, parece que el cuerpo y el alma retornan
a donde pertenecen. Uno al mundo y otro al creador.

No importa de qué modo pensemos al hombre, el vaciamiento siempre resulta un


abandono de esa condición que le impongamos. Sin embargo, en tanto que en el alma está

6
la posibilidad, podemos decir también que no se abandona la condición, pues nuestro ser le
pertenece a Dios en tanto que es causa de nuestra existencia, y en ese sentido es posible
afirmar que el vaciarse es lo propio del hombre. Esto último sólo es posible si definimos al
hombre con una finalidad que sería vaciarse.

Hacerle esa cuestión al vaciamiento parece no tener otra salida más que admitir que
es abandonar la condición humana. Sin embargo, pensar el vaciamiento y al hombre en su
proceso, nos lleva a reflexiones concernientes a la Antropología que resultan importantes en
tanto que somos hombres.

Si pensamos que la finalidad del hombre es el conocer, y nos apegamos al


vaciamiento, tendríamos que admitir que en última instancia el conocimiento que buscamos
es el de Dios. Y el conocimiento de Dios está en el hombre, en tanto que Dios acontece en él
para vaciarse. Conocer lo que es el hombre puede llevarnos a vaciarnos, pues si sabemos
que el hombre es alma y cuerpo, y el cuerpo es un impedimento para vaciar el alma, entonces
conocer al hombre sería benéfico en nuestra búsqueda de conocimiento en tanto que nos
hacemos consientes de los impedimentos que tenemos para conocer a Dios. Y así, en tanto
que Dios acontece en el alma, la máxima del oráculo conocida en la tradición filosófica se
nos presenta con nuevo sentido, pues el conocimiento de mí mismo, es en última instancia el
conocimiento de Dios en tanto que al vaciarme me uniría con Dios.

No planteo esto último más que a modo de hipótesis a partir de los planteamientos de
Eckhart. En cuanto a mí respecta, el vaciamiento me parece muy radical, pero comparado
con otras propuestas, no parece tan extremo, pues finalmente el conocimiento parece que
sólo es posible dejando a un lado los apetitos que sufrimos en el cuerpo. Y eso está señalado,
por ejemplo: en la Ética que Spinoza plantea; en Platón al hacer la alegoría del carruaje en el
alma. Finalmente, realizar este escrito me lleva a esta nueva pregunta, ¿qué tanto es el
filosofar un vaciamiento? partiendo de lo que ya he mencionado, al analizar la perspectiva
de Eckhart, me he dado cuenta que el conocer, y por lo tanto la filosofía, tienden a salir de
la cotidianeidad para poder conocer. Tienden a salir de la prisión del cuerpo para hacer
posible una experiencia de Amor con el conocimiento.

7
Referencias
Aristóteles. (s.f.). Metafísica.

Eckhart, M. (2014). Del hombre noble. En El fruto de la nada (págs. 115-124). Madrid: Ediciones
Siruela.

Eckhart, M. (2014). Dios es un verbo que se habla a sí mismo. En El fruto de la nada (págs. 83-85).
Madrid: Ediciones Siruela.

Eckhart, M. (2014). El templo vacío. En El fruto de la nada (págs. 35-40). Madrid: Ediciones Siruela.

Eckhart, M. (2014). Los pobres de espíritu. En El fruto de la nada (págs. 81-75). Madrid: Ediciones
Siruela.

Platón. (s.f.). Fedro.

También podría gustarte