Está en la página 1de 1

“Ciudades del mañana” – Peter Hall.

Capítulo 10
En el capítulo décimo, La Ciudad de la Teoría, Hall se detiene ante la institucionalización del
urbanismo como disciplina científica. Explica, que, aunque el urbanismo se empezó a
institucionalizar tempranamente durante los primeros años 20, no se produjo el divorcio entre
profesión y método hasta la década de los 50, momento en que también se olvidó el
"urbanismo utópico" y el objetivo social que originariamente había guiado al urbanista.

El Urbanismo que se había venido desarrollando como un saber artesanal con teorías
prestadas de la geografía y la sociología tuvo que adaptarse a una "ciudad rápidamente
cambiante" sacudida por el bienestar económico de postguerra y por el "baby boom".

En la década de los 50, la Revolución Cuantitativista ofreció a los urbanistas modelos teóricos y
objetivos para dominar los sistemas urbanos. Aunque, en la práctica, al planificador le fue más
difícil acercarse al bien, que se empeñó en ser imposible de determinar científicamente.

En los años 60 los radicales y humanistas atacaron al cuantitativismo despiadadamente (1º)


por planificar de arriba a abajo, (2º) por su imposición de un pseudocientificismo arbitral y (3º)
por su ineficiencia a la hora de dar soluciones a las necesidades urbanas. El nuevo urbanista
radical de los años 60 volvió al saber artesanal basado en la intuición; buscó su sitio en la
escena aliándose con los habitantes para mejorar el entorno urbano. Pero, finalmente, tras el
compromiso de los años 60, el divorcio entre teoría y praxis se consolidó. En la práctica los
urbanistas se olvidaron de los grandes problemas, se volvieron pragmáticos, aceptaron los
encargos; mientras, los teóricos, desde las universidades, se preocuparon de solucionar las
grandes contradicciones del sistema más allá del ámbito del urbanismo.

En resumen, la utopía de intervención práctica ideada por los primeros urbanistas anarquistas
había sido olvidada.

También podría gustarte