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Edad Media
Han sido muchas las sustancias nocivas utilizadas pero las que son más
difundidas son: la cafeína, el tabaco, el cannabis y la cocaína. Se dice que la
fermentación de algún fruto o miel puede ser el origen del primer psicoactivo.
Pues según las investigaciones de los arqueólogos ya existían las vasijas desde el
año de 8000 a.C. las cuales eran utilizadas para almacenar la miel. Ya que la miel
fermentada y diluida en agua probablemente haya sido el primer vino para el
consumo humano.
Por último, en la Edad Media las brujas realizaban unas mezclas con belladona,
beleño y mandrágora que se frotaban en la piel o se insertaban en la vagina para
ser absorbida, para esto en ocasiones usaban un palo de escoba para aplicarse el
ungüento en axilas, pubis y vagina. Los efectos de esta mezcla eran la sensación
de volar, salir del cuerpo, o transformarse en diversos animales; probablemente
sea de aquí de donde proviene la imagen estereotipada de la bruja volando en su
palo de escoba.
Por otra parte decir que a lo largo de la historia, durante siglos y siglos se han
utilizado diversas drogas como la cocaína, el opio, etc., como analgésicos y
anestésicos, cumpliendo por tanto fines medicinales, y es que en algunas épocas
de la historia no ha habido más remedio que utilizar ciertas drogas con fines
terapéuticos.
El tabaco, planta originaria de América, fue utilizado por los indios amazónicos
dentro de un contexto cultural, con fines mágico-religiosos y curativos. Con el
descubrimiento de América sale de ese contexto, extendiéndose su uso por
España primero y posteriormente por el resto de Europa.
Edad Moderna
Visto desde este ángulo, para la reluciente nueva burocracia y sus corporaciones -
los dos actores sociales más importantes de finales del siglo XIX-, los
consumidores de sustancias psicoactivas, cualesquiera que estas fueran, eran
considerados "carentes de independencia". Su pérdida de autonomía como
actores sociales era vista como el resultado de la tensión y la competencia
económica de la vida moderna, que los había dejado a expensas de las sustancias
psicoactivas. Algunos de los casos más dramáticos declaraban haber sacrificado
lo que les quedaba de agencia como individuos en el altar de los narcóticos.
Este nuevo acercamiento a la modernidad sostiene que no hay una sola narrativa
de la misma, sino cuatro: la versión liberal, la historia del Estado moderno, el
surgimiento de la política democrática y la revolucionaria. Lo que es más
importante es la argumentación de que ninguna de ellas lleva a una forma
institucional específica por sí misma, sino que son complementarias. Es
precisamente la interrelación de estas narrativas, más los tres problemas centrales
de la modernidad relacionados con la política, la economía y la epistemología, lo
que puede llevarnos a una modernidad más plural. Como ejemplo, Wagner pone
sobre la mesa al capitalismo, entendido como una interpretación de la modernidad
económica (aquí entraría el caso de la relación entre las sustancias estimulantes y
la modernidad). Por otra parte, este nuevo enfoque subraya la existencia de
diversas formas de capitalismo y de democracia. En línea con la primera
estandarización iniciada en Estados Unidos, la tendencia vigente durante todo el
siglo XX ha sido denominada como "la convergencia internacional en materia de
drogas". Su punto de partida fue la conferencia seminal sobre el opio en Shanghái,
en 1909, y ha sido canalizada en tratados como la Convención sobre Substancias
Psicotrópicas o la Convención sobre el Control del Tabaco del 2003.
Por otra parte, a través de la reconstrucción de algunos debates clave que llevaron
a la regulación y criminalización de sustancias, ha sido posible identificar que su
consumo fue tolerado en gran medida por los distintos Estados hasta que
alcanzaron a grupos más amplios de la sociedad, a los que paradójicamente
siempre hemos llamado "minoritarios". Sin embargo, si se dejaran atrás las
interpretaciones de la modernidad que enfatizan el papel central de la democracia
y el capitalismo, el debate podría avanzar de la mano de un enfoque más
sofisticado sobre la modernidad, que ampliara la concepción actual mediante la
inclusión de experiencias comunes a los individuos del siglo XXI, así como de
políticas basadas en estudios recientes de salud pública.
La droga en el México prehispánico
Los alucinógenos han sido tachados mucho tiempo como sustancias negativas
para la salud, pero la gente de esa época no lo veía así, todo empezó a la llegada
de los españoles, sin embargo, al analizar los usos que le daban los prehispánicos
te das cuenta que ellos no pensaban que eran perjudiciales. Actualmente algunas
personas piensan que estas plantas no son perjudiciales porque son de origen
natural y no elaboradas sintéticamente; no obstante siguen siendo de una u otra
manera drogas que afectan el cerebro y la conducta de quien las utiliza.
Hay otros intoxicantes en la cultura maya. El balché es una bebida ceremonial que
se preparaba con miel y agua de cenote, para formar aguamiel; después, tras
secarse en el sol , se agregaba corteza del árbol de balaché al aguamiel para
fermentarse en vasijas de barro. Se utilizó para hacer libaciones en las
ceremonias comunitarias; aún lo usan los mayas lacandones.
Otro intoxicante que pudo haberse utilizado entre los mayas proviene del sapo,
que secreta a través de la piel y glándulas una sustancia conocida como
bufotenina. Ésta produce una acción alucinógena intensa, pero si se ingiera a
grandes cantidades también puede provocar efectos cardiovasculares peligrosos.
En los códices mayas, los hongos pueden aparecer relacionados con sacrificios
humanos. En esta imagen se puede ver que el sujeto yace preparado para el acto
del sacrificio y sostieme en u mano un hongo sujetándolo del tallo, también se
observa la parte inferior del sombrero de un hongo. El ejemplo más común de
estas plantas en la marihuana, aunque esta no es una planta auténticamente
mexicana, fue adaptada con el nombre náhuatl pipiltzintzintli , pero existen otras
mexicanas como la hoja de la pastora de los mazatecos (salvia divinorum) y la
hoja madre de los chontales ( calea zacatechichi)
“al fin entramos al Cuzco... había depósitos de coca y ají y depósitos de indios
desollados” es una de las citas de Diego de Trujillo, un acompañante que entro
con Francisco Pizarro al Perú, en el cual se puede comprobar la presencia de la
hoja de coca en la conquista. En la Real cédula del rey Felipe II, expedida en
Madrid el 18 de octubre de 1569 se aprecia lo siguiente:
"Somos informados que de la costumbre que los indios del Perú tienen del uso de
la Coca. (...) fingen , que trayéndola en la boca les da más fuerza y vigor para el
trabajo, que según los experimentados, es ilusión del Demonio"
En esta cita de la Real cédula del rey Felipe II, se comprueba que los españoles
realizaron indagaciones sobre el uso de la hoja de coca en la época colonial. A
pesar de que el efecto de esta droga era considerada como una superstición,
inducida por el demonio, algunos conquistadores, entre ellos Francisco Pizarro, se
aficionaron en masticar dicha planta debido a los buenos resultados sin tener en
cuenta los prejuicios morales de dicha época. Es por ello que las plantaciones de
coca del imperio incaico fueron repartidas entre varios españoles con la finalidad
de administrar su producción e integrarla a la economía colonial.
En las crónicas de los españoles, se puede apreciar que el uso de la hoja de coca
era indispensable para la economía del virreinato debido a sus beneficios. Esto se
puede apreciar en la crónica de Fr. Antonio de la Calancha, Coronica Moralizada
del Orden de San Agustín del Perú, en el cual afirma lo siguiente “la coca, ojas de
unos arbolillos,general sainete y continuo regalo de los indios, que todo el día
están mascando, i a echo esta yerba más ombres ricos, que las mercancías de
mayor ganancia,(…)”. Además, en unos de los de los fragmentos la crónica de
Bernabé Cobo se puede comprobar una de las causas por la cual aumento el uso
de la hoja de coca en la colonia
“(...) era de tanta estimación su hoja que sólo la comían los reyes y nobles y la
ofrecían en los sacrificios que de ordinario hacían a los falsos dioses. A los
plebeyos les era prohibido el uso della sin licencia de los gobernadores. Más
después que se acabó el señorío de los reyes Incas y con él la prohibición, con el
deseo que la gente común tenía de comer la fruta vedada, se entregó a ella con
tanto exceso , que viendo los españoles el gran consumo que había desta
mercadería, plantaron otras muchas más chácaras de las que antes había,
especialmente en la comarca de la de la ciudad del Cuzco, cuyos vecinos tuvieron
en un tiempo su mayor riqueza en esta heredades; porque solía rentar cada año
una buena chácara de coca más de veinte mil pesos.”
Por otro, en las crónicas de Hipólito Unanue, afirma que el aumento del uso de la
coca se debía a que los indígenas las consumían para realizar trabajos forzados
en las minas especialmente en Potosí.
A inicios del siglo XVII, existían cierto grupo de población que vivía de la venta del
cultivo y comercialización de la coca. La producción se calcula en más de 100.000
cestos (cada uno aproximadamente de 20 libras) por año. Sin embargo, existieron
un grupo de personas que se oponían al uso de la hoja de coca por ejemplo
Huamán Poma de Ayala atacaba ferozmente su consumo, ya que afirmaba que
"quitaba las ganas de comer", ante lo cual los consumidores morían por inanición.
Otra persona que se encontraba en contra del uso del consumo fue F.P. Sanz,
Intendente de Potosí, quien opinaba que para él la coca provocaba abulia y
estupidez. Por otro lado, la iglesia condenó su uso por las claras vinculaciones con
las religiones (satánicas) paganas. A pesar de ello, gracias a los grandes
beneficios que traían su consumo y comercialización dichas quejas fueron
pasadas por alto. Esto provoco que su uso se extendiera a las clases medias de la
población y sea usado como medicina para curar ciertos males tales como la
diarrea, vómitos entre otros. En el siguiente fragmento de Bernabé Cobo se puede
apreciar otros de los usos de la coca en la medicina de esa época.
Nuestra sociedad tiene una relación muy difícil con las drogas. Por una parte
sabemos que son dañinas y las atacamos hasta el punto que en muchas
ocasiones hemos soñado con su desaparición; pero por otro las buscamos
ávidamente, como si nuestra vida no tuviera sentido sin ellas.
¿Cómo surgieron las drogas? ¿y cómo llegamos los mexicanos a vivir frente a
esta montaña de más de 40 mil cadáveres que cada día crece más? Como
siempre, necesitamos revisar el pasado para comprender nuestro presente.
Durante el Siglo 19, la mariguana fue una "droga de pobres", muy consumida por
los soldados y en las cárceles, mal vista por la parte más rica de la sociedad
mexicana, la cual tenía dinero para consumir otro tipo de estupefacientes que le
llegaban de otras partes del mundo, como la belladona, el láudano, el opio, y por
supuesto la cocaína.
Sin embargo, era difícil controlar su venta, entre otras razones por la debilidad del
Estado y porque la sociedad las necesitaba. Como dije antes, la mariguana era
vista como una droga de clases bajas, relacionada con el pulque y que llevaba a
los pobres a cometer delitos, mientras que aquellos que tenían más dinero y
educación consumían otro tipo de productos, entre ellos la heroína.
A fines del Siglo 19 apareció la cocaína, que al principio fue vista como una
panacea: lo mismo daba energía a los burócratas que a los estudiantes y curaba
las enfermedades de las mujeres y los niños. Tuvo que pasar el tiempo para que
esta visión idílica se transformara hasta la imagen que tenemos hoy.
Hace un siglo todas las drogas eran legales. En el tránsito del xix al xx lo que se
investigaba eran las propiedades de cada una de las sustancias para mejorar la
calidad de la vida; eran utilizadas no sólo como “distractores” o “evasores” sino, y
principalmente, como auxiliares en el tratamiento de diversas enfermedades,
síndromes y cuadros patológicos.
Antes de la primera guerra mundial en todo el mundo se podían adquirir las más
diversas sustancias con una alta calidad. Hasta principios del siglo xx, en el
mundo y en México, el consumo de drogas tampoco era castigado, y se veía como
un acontecimiento cotidiano, que en el peor de los casos podría considerarse una
enfermedad, curable con cierta facilidad, como lo prometían los anuncios que
aparecían en la prensa de la época.
Pero hubo algunos acuerdos que irían sentando las bases de la ilegalización: se
limitaba el comercio de opio, la morfina y la cocaína, se determinaban algunos
puertos para la exportación-importación; se exigían registros y controles para el
uso con fines médicos. México firmó el tratado, pero la suerte del régimen
maderista impidió la puesta en práctica de sus disposiciones. La convención de La
Haya fue firmada por el Senado hasta 1924, ratificada por el presidente al año
siguiente y publicada en el Diario Oficial en 1927, quince años después de su
firma.
Por lo que respecta al consumo de alcohol, alrededor de los años 70, el consumo
promedio individual de alcohol en la población mayor de quince años en la
República Mexicana era aproximadamente de 3 litros per cápita, en los años 90 el
consumo es de 5 litros (Rosovsky, 1996), 1.5 más bajo que el consumo que se
observa en Estados Unidos o bien 2.2 veces más bajo que en España.
De acuerdo con la ENA de 1993 el consumo de alcohol y su relación con
consecuencias se relacionan con los bebedores no dependientes, solamente el
18% de las personas que reportaron haber estado involucrados en accidentes de
tránsito o tener problemas en el trabajo debido al abuso en el consumo de alcohol
eran dependientes (Medina-Mora, 1991). Los datos reportados de las salas de
urgencias relacionan las lesiones con la intoxicación aguda más que con un
consumo crónico (Rosovsky, 1988).
Cabe mencionar que hay una gran diferencia entre la cantidad de individuos que
han probado drogas y los que continúan haciéndolo. También se observa que se
ha incrementado mas el uso entre los varones que entre las mujeres. En ciertas
regiones y en algunas ciudades analizadas específicamente se observan
aumentos notables, como en la Ciudad de México, Ciudad Juárez y Tijuana.
Por último, resulta muy importante mencionar que, en las encuestas nacionales,
los resultados señalan que el alcohol y el tabaco son las principales sustancias
adictivas consumidas, hecho que resulta de vital importancia, ya que en México
existe la prohibición de venderlas a los menores de edad; además, diversas
investigaciones han reportado que el consumo temprano de bebidas alcohólicas
aumenta el riesgo de uso de drogas ilegales, es por ello que se deduce la
necesidad de promover acciones preventivas de tipo primario, para que los
adolescentes no se vean involucrados en el consumo de sustancias, pero también
resulta de vital importancia llevar a cabo programas de prevención secundaria
orientados a promover el consumo responsable de alcohol, y proporcionar otras
opciones de tratamiento tales como la moderación, para aquellas personas con un
nivel de dependencia media.