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LAS DROGAS

Edad Media

El uso de drogas no es algo nuevo, desde la antigüedad el hombre ha utilizado


sustancias que alteran el sistema nervioso, estas han sido utilizadas con fines
religiosos, para huir de la realidad, por placer o fines médicos. Pues se dice que
en China el cáñamo ha sido cultivado desde 4000 años atrás y que en América el
imperio Andino sacaba grandes cosechas de coca que eran utilizadas como
analgésico y de energizarte.

Han sido muchas las sustancias nocivas utilizadas pero las que son más
difundidas son: la cafeína, el tabaco, el cannabis y la cocaína. Se dice que la
fermentación de algún fruto o miel puede ser el origen del primer psicoactivo.
Pues según las investigaciones de los arqueólogos ya existían las vasijas desde el
año de 8000 a.C. las cuales eran utilizadas para almacenar la miel. Ya que la miel
fermentada y diluida en agua probablemente haya sido el primer vino para el
consumo humano.

Por último, en la Edad Media las brujas realizaban unas mezclas con belladona,
beleño y mandrágora que se frotaban en la piel o se insertaban en la vagina para
ser absorbida, para esto en ocasiones usaban un palo de escoba para aplicarse el
ungüento en axilas, pubis y vagina. Los efectos de esta mezcla eran la sensación
de volar, salir del cuerpo, o transformarse en diversos animales; probablemente
sea de aquí de donde proviene la imagen estereotipada de la bruja volando en su
palo de escoba.

Por otra parte decir que a lo largo de la historia, durante siglos y siglos se han
utilizado diversas drogas como la cocaína, el opio, etc., como analgésicos y
anestésicos, cumpliendo por tanto fines medicinales, y es que en algunas épocas
de la historia no ha habido más remedio que utilizar ciertas drogas con fines
terapéuticos.

La producción de bebidas alcohólicas existe desde que el hombre conoce el


fenómeno de la fermentación. Una de las primeras menciones, se han hallado en
papiros egipcios que datan de 3.500 A.C, sin embargo, la preparación de vinos y
cervezas se sugiere desde la prehistoria. En el código de leyes más antiguo, el
código de Hamurabi (1.770 A.C.), se encuentra la primera regulación a la
fabricación y venta de la cerveza.

El origen del cultivo de la adormidera o amapola (papaver somniferum) se ha


encontrado en Mesopotamia por los Sumerios en el año 3.400 A.C. El consumo de
la hoja de coca se remonta a los antiguos Incas de Perú.
En el año 2737 A.C. en China, se registra la primera descripción de la planta de
cannabis, pero no se ha determinado de dónde es originaria ni cuándo fue
descubierta por primera vez. En esa fecha el cannabis se encontraba en la lista de
productos farmacológicos del Emperador chino Shen-Nung, utilizándola en general
como analgésico.

El tabaco, planta originaria de América, fue utilizado por los indios amazónicos
dentro de un contexto cultural, con fines mágico-religiosos y curativos. Con el
descubrimiento de América sale de ese contexto, extendiéndose su uso por
España primero y posteriormente por el resto de Europa.

Edad Moderna

Muchos se preguntarán cuál es la relación entre el consumo de sustancias


estimulantes, los problemas económicos y sociales que producen estos productos,
y la "modernidad". En el siglo XIX muchos expertos incluyeron el aumento de los
problemas relacionados con estas sustancias en una discusión más amplia sobre
una crisis cultural. En ese contexto, las adicciones a los narcóticos eran percibidas
como símbolo de la desaparición del individuo kantiano, independiente y capaz de
auto-gobernarse, ideal y objetivo último de la burguesía.

Visto desde este ángulo, para la reluciente nueva burocracia y sus corporaciones -
los dos actores sociales más importantes de finales del siglo XIX-, los
consumidores de sustancias psicoactivas, cualesquiera que estas fueran, eran
considerados "carentes de independencia". Su pérdida de autonomía como
actores sociales era vista como el resultado de la tensión y la competencia
económica de la vida moderna, que los había dejado a expensas de las sustancias
psicoactivas. Algunos de los casos más dramáticos declaraban haber sacrificado
lo que les quedaba de agencia como individuos en el altar de los narcóticos.

Como hemos mencionado, en el período que va de 1945 a 1974 se introdujo el


uso de nuevas sustancias de la mano de médicos europeos y estadounidenses,
seguido por un rápido desarrollo del tráfico ilícito y abuso generalizado de
fármacos. Es por ello que en ese período las sustancias psicoactivas comenzaron
a ser identificadas como el peor escenario de la modernidad. Los usuarios se
convirtieron en ejemplo tangible de la forma en que los seres humanos se hacían
esclavos de sus propias invenciones y, aún más, en ejemplo de la necesidad
apremiante de una respuesta normativa al peligro creciente del capitalismo
moderno.
Por otra parte, además de ser una categoría, la modernidad es un proceso
sociohistórico de carácter global y acumulativo que ha sido equiparado con
procesos de progreso y con una actitud concerniente a la especificidad del
presente. De esta forma, a pesar de las críticas que esta visión ha suscitado, la
distinción entre sociedades modernas y atrasadas, o entre sociedades menos
modernas, ha sido abandonada en el presupuesto de que "todos somos
modernos". Sin embargo, lo que ha definido a la modernidad desde el inicio es sin
duda alguna la condición de autonomía de los individuos. Para el sociólogo
alemán Peter Wagner, la modernidad tiene lugar cuando los individuos se ven a sí
mismos como autónomos y proyectan su autonomía en áreas más amplias de la
vida social. La modernidad no es una condición específica a un período en
particular, exclusivo de las sociedades occidentales. Este modo de comprender la
modernidad es uno de los más novedosos. Nos propone un análisis histórico por
medio de tres tipos de experiencias de autonomía colectiva, las cuales a su vez
dan forma a diferentes clases de modernidad que requieren de una interpretación
o, dicho de otro modo, que deben ser contextualizadas. La primera experiencia se
relaciona con las reglas para la vida en común; la segunda, con la satisfacción de
necesidades; la tercera, con la búsqueda de un conocimiento válido, es decir, con
formas políticas, económicas y epistémicas de la modernidad. El hecho de que los
problemas que estas tres dimensiones presentan no puedan ser respondidos de
una sola forma es lo que convierte a la propuesta de Wagner en novedosa. Lo que
este enfoque resalta es que las experiencias de modernidad son muy diferentes
entre ellas, pero también sus interpretaciones. Así vista, la modernidad es,
entonces, una condición principalmente de incertidumbre y contingencia.

Este nuevo acercamiento a la modernidad sostiene que no hay una sola narrativa
de la misma, sino cuatro: la versión liberal, la historia del Estado moderno, el
surgimiento de la política democrática y la revolucionaria. Lo que es más
importante es la argumentación de que ninguna de ellas lleva a una forma
institucional específica por sí misma, sino que son complementarias. Es
precisamente la interrelación de estas narrativas, más los tres problemas centrales
de la modernidad relacionados con la política, la economía y la epistemología, lo
que puede llevarnos a una modernidad más plural. Como ejemplo, Wagner pone
sobre la mesa al capitalismo, entendido como una interpretación de la modernidad
económica (aquí entraría el caso de la relación entre las sustancias estimulantes y
la modernidad). Por otra parte, este nuevo enfoque subraya la existencia de
diversas formas de capitalismo y de democracia. En línea con la primera
estandarización iniciada en Estados Unidos, la tendencia vigente durante todo el
siglo XX ha sido denominada como "la convergencia internacional en materia de
drogas". Su punto de partida fue la conferencia seminal sobre el opio en Shanghái,
en 1909, y ha sido canalizada en tratados como la Convención sobre Substancias
Psicotrópicas o la Convención sobre el Control del Tabaco del 2003.

En este sentido, en 1993, cuando el Tratado de Maastricht entró en vigor, no


unificó las políticas de drogas, sino que solo lo hizo la fundación del Centro
Europeo para el Monitoreo de Drogas y. Creado en 1993, invocó el artículo 235
del Tratado, que permite a la Unión gran flexibilidad para actuar en una gran
cantidad de materias no específicas relativas a este tema. Este centro fue fundado
con la idea de vigilar los datos epidemiológicos de toda Europa, aunque en
realidad se refiere exclusivamente a los países miembros. Este organismo se
dedica a realizar análisis comparativos de las políticas y tratamientos para ayudar
a generar programas de control de drogas más razonables y eficaces. Asimismo,
difunde información crucial, organiza talleres, distribuye manuales sobre las
mejores prácticas y construye modelos empíricos, cuyos métodos y definiciones
son difundidos ampliamente en todos los Estados miembros. Aunque estas
prácticas tienden a unificar opiniones sobre el tema, en la actualidad no es posible
hablar de una "política europea común" en materia de drogas.

De forma paralela, a la masificación del consumo de sustancias durante las


primeras décadas del siglo XX, comenzaron las primeras etapas de un conjunto de
movilizaciones que constituyen el sistema institucional actual de la lucha contra las
drogas. La primera etapa de movilización concluyó con debates importantes en
ambos lados del Atlántico. Así, finalmente se ha discutido si este problema debía
abordarse como un hecho social o médico. Estas consideraciones se deben a que
a principios del siglo xx los usuarios eran vistos como enfermos y la adicción era
considerada un problema de salud. En ese sentido, ambos podían ser tratados por
psicólogos que rehabilitaran al paciente, y no por jueces que únicamente emitirían
condenas contra los usuarios, como lo harían con otros infractores de la ley. Esta
fue la postura del documento clínico publicado en las notas editoriales del número
de American Medicine de 1915.

Por otra parte, a través de la reconstrucción de algunos debates clave que llevaron
a la regulación y criminalización de sustancias, ha sido posible identificar que su
consumo fue tolerado en gran medida por los distintos Estados hasta que
alcanzaron a grupos más amplios de la sociedad, a los que paradójicamente
siempre hemos llamado "minoritarios". Sin embargo, si se dejaran atrás las
interpretaciones de la modernidad que enfatizan el papel central de la democracia
y el capitalismo, el debate podría avanzar de la mano de un enfoque más
sofisticado sobre la modernidad, que ampliara la concepción actual mediante la
inclusión de experiencias comunes a los individuos del siglo XXI, así como de
políticas basadas en estudios recientes de salud pública.
La droga en el México prehispánico

Los alucinógenos en el México prehispánico eran usados principalmente con


razones culturales, como en rituales, sacrificios humanos, y sobre todo se
consideraba que abrían un vínculo entre el humano y la naturaleza, haciendo a un
lado lo material. En los rituales fueron usados con fines de adivinación y para tener
“mayor contacto” con los dioses. En cambio en épocas actuales se usan con fines
destructivos causados por depresiones o problemas emocionales.

Los alucinógenos han sido tachados mucho tiempo como sustancias negativas
para la salud, pero la gente de esa época no lo veía así, todo empezó a la llegada
de los españoles, sin embargo, al analizar los usos que le daban los prehispánicos
te das cuenta que ellos no pensaban que eran perjudiciales. Actualmente algunas
personas piensan que estas plantas no son perjudiciales porque son de origen
natural y no elaboradas sintéticamente; no obstante siguen siendo de una u otra
manera drogas que afectan el cerebro y la conducta de quien las utiliza.

El uso de plantas rituales en las culturas antiguas y contemporáneas de América


se ha caracterizado por ser un medio de comunicación entre el ser humano y lo
sobrenatural. De ahí su nombre de etenógenas, es decir, la búsqueda de Dios
dentro de uno mismo mediante estados de trance. Ésta búsqueda fue la tarea
principal de los chamanes de las sociedades primitivas; a través del trance o del
éxtasis se convertían en intermediarios entre el reino humano y el sobrenatural.
Era capaz de comunicarse con los muertos, los dioses y los demonios o espíritus
de la naturaleza.

En la actualidad las sustancias psicotrópicas se clasifican según los efectos que


provocan en la mente: psicotónicas, las que producen excitación mental;
psicolépticas,las que disminuyen la tensión mental y provocan somnolencia ; y
psicodélicas, las que producen “iluminación”. Éste se caracteriza por alucinaciones
de colores vivos, pérdida de sentido de tiempo y espacio, sensación de éxtasis,
paz interior, amor fraternal y universal, sensación de recuperar la memoria del
pasado, un sentimiento de íntima unión con la naturaleza y de pertenencia al
cosmos. Los chamanes mayas utilizaron una amplia parafernalia vegetal y
sustancias enteogénicas para curar enfermedades de tipo psicosomático. Su
farmacopea incluía, además de hongos alucinógenos, la flor de loto blanca o lirio
de agua y tabaco.

Según la antigua cosmogonía maya, la ingestión de hongos permite al chaman el


accesos al mundo de chac para controlar la lluvia desde allá. Al parecer la religión
maya fue compleja y estratificada y tuvo distintos sacerdotes con diferentes tareas
a cargo. Los encargados de las interacciones chamánticas fueron los ah men o
chilam. El sacerdote usaba éxtasis y las prácticas adivinatorias como forma
predilecta para comunicarse con las fuerzas vitales de la naturaleza, y para
convertirse en la personificación del maíz o la lluvia. El nenúfar o flor de loto
blanco, que se usó como alucinógeno y llegó a ser símbolo de linaje, aparece
frecuentemente en los tocados de los gobernantes mayas. Este nenúfar también
fue considerado como un eslabón en la cadena de la fertilidad: los peces de los
estanques y los ríos se alimentaban de esta planta, esa agua fertilizaba el suelo, lo
que a su vez permitía el crecimiento del maíz. El loto blanco también fue un
símbolo de la muerte y en las representaciones escultóricas se le ve emergiendo
de las partes del cuerpo asociadas a los sentidos.

Hay otros intoxicantes en la cultura maya. El balché es una bebida ceremonial que
se preparaba con miel y agua de cenote, para formar aguamiel; después, tras
secarse en el sol , se agregaba corteza del árbol de balaché al aguamiel para
fermentarse en vasijas de barro. Se utilizó para hacer libaciones en las
ceremonias comunitarias; aún lo usan los mayas lacandones.

Otro intoxicante que pudo haberse utilizado entre los mayas proviene del sapo,
que secreta a través de la piel y glándulas una sustancia conocida como
bufotenina. Ésta produce una acción alucinógena intensa, pero si se ingiera a
grandes cantidades también puede provocar efectos cardiovasculares peligrosos.

En los códices mayas, los hongos pueden aparecer relacionados con sacrificios
humanos. En esta imagen se puede ver que el sujeto yace preparado para el acto
del sacrificio y sostieme en u mano un hongo sujetándolo del tallo, también se
observa la parte inferior del sombrero de un hongo. El ejemplo más común de
estas plantas en la marihuana, aunque esta no es una planta auténticamente
mexicana, fue adaptada con el nombre náhuatl pipiltzintzintli , pero existen otras
mexicanas como la hoja de la pastora de los mazatecos (salvia divinorum) y la
hoja madre de los chontales ( calea zacatechichi)

Llamaban a los hongos alucinógenos teonanácatl “carne u hongo de los dioses”.


Uno de los alucinógenos más usados por ellos y que se usa hasta nuestros días
es el peyote, se dice que sus efectos duran de 2 a 3 días. Los chichimecas los
usaban bastante para no tener miedo y poder seguir luchando, además les quitaba
el hambre y la sed y decían que los protegía de los peligros.

Según textos aztecas, el Tlalocan estuvo cerca de Tlalmanalco, donde encontró la


escultura de Xochipilli, príncipe y señor de las flores psicodélicas. Los aztecas
tuvieron otra deidad, llamada Pilzintli, Pilzintecuhitli o Teopiltzin, Todos sus
nombres significaban niño dios y es el patrón de la “gentecita” o “niños santos”,
ambos nombres cariñosos para los hongos alucinógenos.
El uso de las drogas en la Época Colonial

“al fin entramos al Cuzco... había depósitos de coca y ají y depósitos de indios
desollados” es una de las citas de Diego de Trujillo, un acompañante que entro
con Francisco Pizarro al Perú, en el cual se puede comprobar la presencia de la
hoja de coca en la conquista. En la Real cédula del rey Felipe II, expedida en
Madrid el 18 de octubre de 1569 se aprecia lo siguiente:

"Somos informados que de la costumbre que los indios del Perú tienen del uso de
la Coca. (...) fingen , que trayéndola en la boca les da más fuerza y vigor para el
trabajo, que según los experimentados, es ilusión del Demonio"

En esta cita de la Real cédula del rey Felipe II, se comprueba que los españoles
realizaron indagaciones sobre el uso de la hoja de coca en la época colonial. A
pesar de que el efecto de esta droga era considerada como una superstición,
inducida por el demonio, algunos conquistadores, entre ellos Francisco Pizarro, se
aficionaron en masticar dicha planta debido a los buenos resultados sin tener en
cuenta los prejuicios morales de dicha época. Es por ello que las plantaciones de
coca del imperio incaico fueron repartidas entre varios españoles con la finalidad
de administrar su producción e integrarla a la economía colonial.

En las crónicas de los españoles, se puede apreciar que el uso de la hoja de coca
era indispensable para la economía del virreinato debido a sus beneficios. Esto se
puede apreciar en la crónica de Fr. Antonio de la Calancha, Coronica Moralizada
del Orden de San Agustín del Perú, en el cual afirma lo siguiente “la coca, ojas de
unos arbolillos,general sainete y continuo regalo de los indios, que todo el día
están mascando, i a echo esta yerba más ombres ricos, que las mercancías de
mayor ganancia,(…)”. Además, en unos de los de los fragmentos la crónica de
Bernabé Cobo se puede comprobar una de las causas por la cual aumento el uso
de la hoja de coca en la colonia

“(...) era de tanta estimación su hoja que sólo la comían los reyes y nobles y la
ofrecían en los sacrificios que de ordinario hacían a los falsos dioses. A los
plebeyos les era prohibido el uso della sin licencia de los gobernadores. Más
después que se acabó el señorío de los reyes Incas y con él la prohibición, con el
deseo que la gente común tenía de comer la fruta vedada, se entregó a ella con
tanto exceso , que viendo los españoles el gran consumo que había desta
mercadería, plantaron otras muchas más chácaras de las que antes había,
especialmente en la comarca de la de la ciudad del Cuzco, cuyos vecinos tuvieron
en un tiempo su mayor riqueza en esta heredades; porque solía rentar cada año
una buena chácara de coca más de veinte mil pesos.”
Por otro, en las crónicas de Hipólito Unanue, afirma que el aumento del uso de la
coca se debía a que los indígenas las consumían para realizar trabajos forzados
en las minas especialmente en Potosí.

A inicios del siglo XVII, existían cierto grupo de población que vivía de la venta del
cultivo y comercialización de la coca. La producción se calcula en más de 100.000
cestos (cada uno aproximadamente de 20 libras) por año. Sin embargo, existieron
un grupo de personas que se oponían al uso de la hoja de coca por ejemplo
Huamán Poma de Ayala atacaba ferozmente su consumo, ya que afirmaba que
"quitaba las ganas de comer", ante lo cual los consumidores morían por inanición.
Otra persona que se encontraba en contra del uso del consumo fue F.P. Sanz,
Intendente de Potosí, quien opinaba que para él la coca provocaba abulia y
estupidez. Por otro lado, la iglesia condenó su uso por las claras vinculaciones con
las religiones (satánicas) paganas. A pesar de ello, gracias a los grandes
beneficios que traían su consumo y comercialización dichas quejas fueron
pasadas por alto. Esto provoco que su uso se extendiera a las clases medias de la
población y sea usado como medicina para curar ciertos males tales como la
diarrea, vómitos entre otros. En el siguiente fragmento de Bernabé Cobo se puede
apreciar otros de los usos de la coca en la medicina de esa época.

“(…) Su temperamento es caliente y seco con muy buena estipticidad(...)vale


contra las cámaras, deseca las llagas y las mundifica.(…)Finalmente, entra la coca
, por su estipticidad, en los vinos y cocimientos estípticos , y hace su confortación
como los demás constipantes y confortantes”.

Más tarde,muchos indígenas se convirtieron en comerciantes de coca, debido a


que en este siglo dicha planta servía como valor de cambio para obtener ganado u
otros productos altamente valorados. Es por ello que a inicios de siglo XVIII las
haciendas cocaleras se encontraban en buen momento de prosperidad.

Nicolas Monardes, médico español llamado también Bautista, escribe en 1580


"una primera descripción científica sobre la coca", también escribe "Importantes
tratados médicos y botánicos".
En la Independencia de México

Nuestra sociedad tiene una relación muy difícil con las drogas. Por una parte
sabemos que son dañinas y las atacamos hasta el punto que en muchas
ocasiones hemos soñado con su desaparición; pero por otro las buscamos
ávidamente, como si nuestra vida no tuviera sentido sin ellas.

La sociedad contemporánea no podría existir sin las drogas. Es tanta la presión de


la vida moderna que necesitamos de ellas para sobrevivir. Ya sea la cafeína que
millones consumimos todos los días, el tabaco, las pastillas tranquilizantes, los
antidepresivos, las bebidas energéticas y, por supuesto, las drogas prohibidas. Si
todas ellas no existieran, el mundo sería diferente, pero no necesariamente sería
mejor.

¿Cómo surgieron las drogas? ¿y cómo llegamos los mexicanos a vivir frente a
esta montaña de más de 40 mil cadáveres que cada día crece más? Como
siempre, necesitamos revisar el pasado para comprender nuestro presente.

Las culturas prehispánicas conocían y usaban muchas drogas, ya fuera como


medicina o para fines ceremoniales. De todas ellas la más importante es la
mariguana, una planta que normalmente se fuma y que ha estado presente en
toda la historia de México.

La sociedad mexicana ha variado su opinión con respecto a las drogas. En


términos generales han sido vistas como un producto negativo pero necesario;
algo de lo que no se puede prescindir pero que se reconoce como dañino.

Durante el Siglo 19, la mariguana fue una "droga de pobres", muy consumida por
los soldados y en las cárceles, mal vista por la parte más rica de la sociedad
mexicana, la cual tenía dinero para consumir otro tipo de estupefacientes que le
llegaban de otras partes del mundo, como la belladona, el láudano, el opio, y por
supuesto la cocaína.

El Estado mexicano intentó controlar el consumo de drogas desde el Siglo 19. En


1846 surgió el primer reglamento para establecer boticas en la Ciudad de México,
únicos lugares autorizados para elaborar y vender aquellos narcóticos tolerados
por el gobierno. En 1870 se estipuló que sólo podían venderse bajo receta médica,
y en 1884 el Consejo Superior de Salubridad realizó un primer catálogo de "tóxicos
y sustancias peligrosas".

Sin embargo, era difícil controlar su venta, entre otras razones por la debilidad del
Estado y porque la sociedad las necesitaba. Como dije antes, la mariguana era
vista como una droga de clases bajas, relacionada con el pulque y que llevaba a
los pobres a cometer delitos, mientras que aquellos que tenían más dinero y
educación consumían otro tipo de productos, entre ellos la heroína.

A fines del Siglo 19 apareció la cocaína, que al principio fue vista como una
panacea: lo mismo daba energía a los burócratas que a los estudiantes y curaba
las enfermedades de las mujeres y los niños. Tuvo que pasar el tiempo para que
esta visión idílica se transformara hasta la imagen que tenemos hoy.

Los ejércitos que se enfrentaron durante la Revolución Mexicana fumaban mucha


mariguana: era la única manera de soportar el hambre, las enfermedades y el
horror de la muerte que los rodeaba. Al terminar la guerra civil, el nuevo Estado
mexicano intentó regular el consumo y distribución de las drogas, pero
rápidamente se corrompió ante los grupos que empezaron a cultivar mariguana y
amapola en el norte del país.

Sin embargo, y esto es importante mencionarlo, la producción y el consumo de


drogas en México hasta el último cuarto del Siglo 20 fue relativamente pequeño; el
Estado mexicano no tenía que preocuparse por la existencia de esos grupos
criminales ya que no eran poderosos y los mantenía controlados. La droga que
llegaba del exterior normalmente no se quedaba en México, sino que seguía su
curso hasta llegar a Estados Unidos, donde el consumo siempre ha sido mucho
mayor.
Revolución Mexicana

Hace un siglo todas las drogas eran legales. En el tránsito del xix al xx lo que se
investigaba eran las propiedades de cada una de las sustancias para mejorar la
calidad de la vida; eran utilizadas no sólo como “distractores” o “evasores” sino, y
principalmente, como auxiliares en el tratamiento de diversas enfermedades,
síndromes y cuadros patológicos.

Antes de la primera guerra mundial en todo el mundo se podían adquirir las más
diversas sustancias con una alta calidad. Hasta principios del siglo xx, en el
mundo y en México, el consumo de drogas tampoco era castigado, y se veía como
un acontecimiento cotidiano, que en el peor de los casos podría considerarse una
enfermedad, curable con cierta facilidad, como lo prometían los anuncios que
aparecían en la prensa de la época.

“En los ambientes bohemios —dice Pérez Montfort—, en el mundillo artístico y


literario, en las altas esferas aristocráticas, en los mandos medios y superiores del
ejército revolucionario, entre la tropa rasa, entre profesionistas y clases medias, y
no se diga en los cabarets, en las farmacias, en las penitenciarías o en los
llamados ‘bajos fondos’, el consumir zoapatli, toloache, opio, marihuana, codeína,
pastillas Houdé, polvos de Dover, morfina ‘en jeringas de Parvaz’ y hasta heroína
en sus más variadas formas era visto como algo propio de la sociedad de su
momento.”

En la mayoría de las boticas del país, así como en hospitales y dispensarios se


adquirían sin receta ni control “clorhidrato de cocaína, de morfina alemana de la
casa Merck y francesa, Poulenc Frères”. En las ciudades donde se habían
asentado los inmigrantes chinos no era difícil conseguir opio. Pérez Montfort
asegura que durante el régimen de Madero un grupo de comerciantes chinos
ofreció pagar impuestos por un millón de pesos si se le permitía monopolizar la
importación de chandoo (el opio para fumar).

El alcoholismo provocaba estragos en todos los niveles sociales, pero había


distingos. El Diario Ilustrado editorializaba en 1908: “El alcohol horripila pero
únicamente en el espectáculo del borracho callejero, medio desnudo, temulento.
La borrachera discreta, bien vestida y paseada en coche, es cosa diferente,
respetable y decente.”

Sin embargo, ya se dejaban escuchar las voces de alerta y llamadas a la


prohibición. En julio de 1919 se anunciaba la formación de un Consejo de
Salubridad que preparaba la estrategia para atacar el “vicio de la intoxicación más
o menos artística, más o menos vulgar, que está alcanzando entre nosotros un
incremento grandísimo, sobre todo entre la juventud de la clase media que ha
tomado como un esnobismo fumar opio, marihuana, inyectarse heroína, cocaína y
otras sustancias sucedáneas del opio”.

La Revolución fue un paréntesis en el fortalecimiento del discurso prohibicionista,


pero una vez resuelta la fase armada, al momento de discutirse la Constitución,
apareció el tema. Y era abordado con los prejuicios de la época, entre los que
figuraba, en primer lugar, “la degeneración de la raza”: “es indispensable que las
disposiciones dictadas para corregir esta enfermedad de la degeneración de la
raza provenida principalmente del alcoholismo y del envenenamiento por
sustancias medicinales como el opio, la morfina, el éter, la cocaína, la marihuana,
etc., sean dictadas con tal energía, que contrarresten de una manera efectiva,
eficaz, el abuso del comercio de estas sustancias tan nocivas a la salud.”

En los albores de la legislación prohibicionista las preocupaciones fundamentales


eran el alcoholismo y el morfinismo. La marihuana, aunque se mencionaba al
pasar, se mantenía al margen cuando se enlistaban las “sustancias peligrosas”.

Pero hubo algunos acuerdos que irían sentando las bases de la ilegalización: se
limitaba el comercio de opio, la morfina y la cocaína, se determinaban algunos
puertos para la exportación-importación; se exigían registros y controles para el
uso con fines médicos. México firmó el tratado, pero la suerte del régimen
maderista impidió la puesta en práctica de sus disposiciones. La convención de La
Haya fue firmada por el Senado hasta 1924, ratificada por el presidente al año
siguiente y publicada en el Diario Oficial en 1927, quince años después de su
firma.

Venustiano Carranza decretó, el 9 de julio de 1916, la ilegalidad de la importación


y tráfico de chandoo, y la obligación para quienes lo quisieran producir con fines
lícitos de solicitar el permiso respectivo. La inestabilidad política impidió la
aplicación de ese decreto, pero México entraba a la lógica de la prohibición.

En 1920 los prohibicionistas ponen la mira en la marihuana. Hasta ese momento el


cannabis era considerado una planta medicinal, “como lo demuestra –asienta
Axayáctl Gutiérrez– su inclusión en la lista de sustancias medicinales del
reglamento de farmacias y boticas que estuvo en vigor desde 1892”. Pero en una
sesión del Consejo de Salud, en enero de 1920, fue propuesto que se añadiera a
la marihuana en la lista de sustancias peligrosas: “la marihuana no es una planta
medicinal –decía la propuesta– no es medicina. Pero es una de las manías más
perniciosas en nuestro pueblo.”
Situación Actual de las Drogas en México

Actualmente, México atraviesa por un periodo crítico en su economía, hecho que


se vislumbra, en las deficiencias relativas a la dificultad de tener acceso a
instituciones de salud por parte de un sector importante de nuestra población, la
cual además, es aquella que cuenta con menores recursos económicos para
poder tener acceso a una atención médica privada.

A finales del siglo pasado, se ha presentado un incremento en los problemas


emocionales, conductuales, cognoscitivos en la población mexicana, hecho que se
demuestra a través de estudios epidemiológicos y sociales llevados a cabo en
diferentes instituciones de prestigio; de ahí la importancia de abordar éstas
problemáticas, y buscar nuevas vías que nos lleven a la solución de las mismas.

Uno de los problemas, que a última fecha se ha incrementado, es el uso de


sustancias psicoactivas, cuya prevalencia representa el 4% de la población de
adultos y el 8% de los jóvenes estudiantes de nuestro país (Encuesta Nacional de
Adicciones, 1993). Resulta importante destacar por otra parte, el incremento en el
uso de cocaína en los últimos tiempos, sin olvidar que la sustancia más utilizada,
sigue siendo el alcohol.

Dentro del campo de las adicciones, y especialmente, en el de la salud, obtener


información objetiva y completa sobre el uso y abuso de sustancias adictivas es
uno de los retos más complejos. Uno de los factores que dificulta el acceso a esa
información es el hecho de que el uso y abuso de drogas ilegales aun son
conductas relativamente raras dentro del total de la población de nuestro país, así
como de otras sociedades; esto es especialmente evidente cuando se trata de
estimar a través de encuestas en la población, la proporción de individuos que
utiliza alguna droga todavía poco difundida en nuestro medio, como la heroína.
Asimismo, se ha demostrado en todos los países, que entre los que han probado
alguna droga, un numero reducido continua cosumiéndola. También hay una
proporción de usuarios de drogas que la consume de manera funcional sin
presentar problemas que requieran atención en servicios de salud, o que sean
captados por las instituciones de justicia; entre los que llegan a desarrollar
problemas de salud y sociales y/o adicción, a menudo transcurre mucho tiempo
hasta que buscan ayuda o son identificados y registrados en alguna institución
(ENA, 1993).

A esta variedad de situaciones descritas anteriormente, se agrega otro factor que


dificulta la obtención de información, y es el estigma que rodea al uso de drogas,
por lo que frecuentemente no es reportado, situación distinta al caso de otras
sustancias adictivas, pero legales y más toleradas socialmente, como el alcohol y
el tabaco. Las actitudes prevalentes hacia las drogas y las implicaciones que tiene
su consumo en el ámbito legal, obstaculizan el reconocerlo como un problema de
salud que requiere atención (ENA, 1993).

La ENA (Encuesta Nacional de Adicciones) proporciona estimaciones de


prevalencia del consumo en la población entre 12 y 65 años que habita en
regiones urbanas; el diseño permite obtener datos para población adolescente y
adulta a nivel nacional y para tres regiones (norte, centro y Baja California,
Chihuahua, Matamoros y Tamaulipas; y de tres grandes áreas metropolitanas:
Ciudad de México, Guadalajara y Monterrey).

Los resultados obtenidos de la ENA en 1998, se presentan y describen


brevemente, a continuación:

 El 5.27% de la población urbana de 12 a 65 años, ha consumido alguna vez


drogas ilegales, lo cual representa mas de medio millón de individuos.
 El uso en el último año fue reportado por 1.23% de la población urbana de
1a 65 anos de edad, lo que representa mas de medio millón de individuos.
 Solo el 0.83% manifestó haber consumido alguna droga en el mes previo a
la entrevista, lo que equivale a 398 081 personas.
 El grupo de edad en el que se observa mayor consumo de drogas entre los
varones es el de 18 a 34 años, lo que representa aproximadamente 1 300
000 individuos.
 *La mariguana es la principal droga consumida en todos los grupos de edad
y en ambos sexos, con una prevalencia de 4.70% lo que representa más de
dos millones de personas que dijeron haberla usado más de una vez.
 El uso de mariguana es tres veces mayor que el de la cocaína, ya que esta
ultima fue usada alguna vez, por solo 1.45% de la población, es decir, casi
70000 personas.
 La cocaína ocupa el segundo lugar de importancia en ambos sexos,
excepto entre los individuos de 12 a 17 anos, que consumieron esa droga
en proporciones similares a los inhalables.
 Los alucinógenos y la heroína son las drogas con menor índice de haber
sido usadas alguna vez; los que las han probado tienden a ser varones y de
mayor edad.

Por lo que respecta al consumo de alcohol, alrededor de los años 70, el consumo
promedio individual de alcohol en la población mayor de quince años en la
República Mexicana era aproximadamente de 3 litros per cápita, en los años 90 el
consumo es de 5 litros (Rosovsky, 1996), 1.5 más bajo que el consumo que se
observa en Estados Unidos o bien 2.2 veces más bajo que en España.
De acuerdo con la ENA de 1993 el consumo de alcohol y su relación con
consecuencias se relacionan con los bebedores no dependientes, solamente el
18% de las personas que reportaron haber estado involucrados en accidentes de
tránsito o tener problemas en el trabajo debido al abuso en el consumo de alcohol
eran dependientes (Medina-Mora, 1991). Los datos reportados de las salas de
urgencias relacionan las lesiones con la intoxicación aguda más que con un
consumo crónico (Rosovsky, 1988).

Cabe mencionar que hay una gran diferencia entre la cantidad de individuos que
han probado drogas y los que continúan haciéndolo. También se observa que se
ha incrementado mas el uso entre los varones que entre las mujeres. En ciertas
regiones y en algunas ciudades analizadas específicamente se observan
aumentos notables, como en la Ciudad de México, Ciudad Juárez y Tijuana.

En los diversos estudios realizados en la Ciudad de México, se hace evidente un


aumento en el consumo de drogas por la población de estudiantes adolescentes.
De la misma manera que en la población general, la mariguana sigue siendo la
principal sustancia de uso, pero también se observan sustancias preocupantes de
la cocaína, que se va situando en segundo lugar de preferencia. Los inhalables,
aunque continúan entre las principalmente usadas, registran una tendencia a ir
perdiendo importancia.

Los programas del gobierno de la República para la prevención del consumo de


drogas incluyen importantes esfuerzos en el sector educativo. Datos derivados del
diagnostico del consumo de drogas en México, sustentan el importante papel
protector de la escuela, como se señala en la encuesta nacional de adicciones, y
las realizadas entre estudiantes que mostraron que aquellos menores que asisten
a la escuela, y los que no han perdido años de estudio, tienen menores niveles de
consumo.

Por último, resulta muy importante mencionar que, en las encuestas nacionales,
los resultados señalan que el alcohol y el tabaco son las principales sustancias
adictivas consumidas, hecho que resulta de vital importancia, ya que en México
existe la prohibición de venderlas a los menores de edad; además, diversas
investigaciones han reportado que el consumo temprano de bebidas alcohólicas
aumenta el riesgo de uso de drogas ilegales, es por ello que se deduce la
necesidad de promover acciones preventivas de tipo primario, para que los
adolescentes no se vean involucrados en el consumo de sustancias, pero también
resulta de vital importancia llevar a cabo programas de prevención secundaria
orientados a promover el consumo responsable de alcohol, y proporcionar otras
opciones de tratamiento tales como la moderación, para aquellas personas con un
nivel de dependencia media.

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