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Jack el Destripador

Jack el Destripador (Jack the Ripper en inglés) es el nombre dado a un asesino en serie
sin identificar al que se le atribuyen al menos cinco homicidios en Whitechapel, East End
de Londres, en 1888, y cuyo modus operandi estuvo caracterizado por cortes en la
garganta, mutilaciones en el área genital y abdominal, extirpación de órganos y
desfiguración del rostro1 de mujeres que se dedicaban a la prostitución.
A mediados del siglo xix el East End de Londres tenía sobrepoblación y su nivel de
calidad de vida era mísero.2 La situación empeoró con la proliferación de barrios de clase
baja con notables índices de pobreza, violencia, alcoholismo y prostitución.3 Antes de los
asesinatos, Whitechapel era asociado con casos de antisemitismo, racismo, delincuencia,
disturbios y privación.4 Si bien la Policía Metropolitana de Londres, en coordinación con
Scotland Yard, imputó solo cinco asesinatos al mismo individuo, sus registros incluyeron
seis crímenes más que conformaron el expediente de Whitechapel.5 1 Entre 1887 y 1891
la prensa atribuyó otra serie de homicidios al Destripador, aunque existen discrepancias
sobre este vínculo.
Pese a que se investigó aproximadamente a trescientos sospechosos,6 la investigación
policíaca resultó ineficaz en el esclarecimiento de la identidad del asesino serial, y fue
objeto de burla y polémica por parte de la prensa.7 Esto derivó en el establecimiento de un
comité ciudadano encargado de patrullar las calles de Whitechapel, identificar a posibles
sospechosos e investigar por su cuenta los asesinatos.8 Aunque el autor de los crímenes
nunca fue identificado, surgieron varias teorías y sospechas por parte de la policía, prensa
y autores para explicar los posibles conocimientos quirúrgicos,9 profesión u ocupación y
salud mental del homicida.10 Algunos de los sospechosos a los que se investigó fueron
Montague Druitt,11 Severin Klosowski,12 Aaron Kosminski13 y Francis Tumblety.14 La policía
recibió al menos tres cartas supuestamente firmadas por el asesino, en las que este se
mofaba de las investigaciones y amenazaba con seguir asesinando a prostitutas. Una de
las misivas estaba firmada por «Jack el Destripador» y a partir de ese entonces el asesino
comenzó a ser referido por este apodo.15
El mito de Jack el Destripador ha sido el concepto central de varias obras literarias,
artísticas y cinematográficas que, por lo general, combinan hechos reales con elementos
ficticios y de terror, ayudando a consolidar una alegoría en torno al homicida que
prevalece en la época contemporánea.
Contexto histórico
A mediados del siglo xix las principales demarcaciones británicas, entre ellas el East End
de Londres —donde se encuentra Whitechapel—, tenían sobrepoblación16 debido al flujo
de inmigrantes irlandeses, y al arribo de refugiados judíos del este de Europa y de la
Rusia imperial a partir del año 1882.2 Este problema repercutió en el decaimiento de los
niveles de empleo y calidad de vida, y llevó a la proliferación de una amplia clase baja17 16
caracterizada por la pobreza, el crimen y la violencia, el alcoholismo y la prostitución. De
acuerdo a estimaciones de la Policía Metropolitana de Londres, en octubre de 1888 había
62 burdeles y 1200 prostitutas en Whitechapel.3 También eran comunes las
manifestaciones y protestas por la situación económica entre 1886 y 1890, entre las
cuales sobresalió el Domingo Sangriento de 1887.18 19
Whitechapel tenía particularmente mala reputación debido a casos de antisemitismo,
racismo, delincuencia, disturbios sociales y severa pobreza.20 Tal percepción como
reducto de inmoralidad llegó a su punto álgido en 1888, cuando la prensa comenzó a
prestar una cobertura sin precedentes a una serie de grotescos y atroces homicidios
atribuidos a «Jack el Destripador».21 16
Asesinatos
Si bien la elevada cantidad de ataques contra mujeres del East End en esa época
complicó la averiguación de cuántos de esos asesinatos habían sido cometidos por un
mismo individuo,22 la Policía Metropolitana de Londres identificó once homicidios
ocurridos en Whitechapel entre abril de 1888 y febrero de 1891.5 23 24 Aunque no había
certeza para asegurar que todos habían sido obra de una misma persona, cinco de ellos
sí tenían varios elementos en común y se atribuyeron a Jack el Destripador, cuyo modus
operandi se caracterizaba por cortes en la garganta, mutilaciones en el área genital y
abdominal, extirpación de órganos y desfiguración del rostro.1 Estos asesinatos suelen
denominarse «los cinco canónicos» para distinguirlos del resto del expediente de
Whitechapel;25 no figuran entre ellos los dos primeros casos: las muertes de Emma
Elizabeth Smith y Martha Tabram.26
Smith fue asaltada y abusada sexualmente en la calle Osborn del citado barrio el 3 de
abril de 1888. Murió al día siguiente en el London Hospital por peritonitis ocasionada por
la inserción de un objeto desafilado en su vagina.27 28 29 En su declaración, ella dijo que
había sido atacada por dos o tres hombres, uno de los cuales era un adolescente,29 razón
por la que se descartó este caso del expediente del Destripador.30 31 Tabram murió el 7 de
agosto del mismo año, víctima de 39 puñaladas. Si bien la policía lo asoció con los cinco
canónicos debido a la crueldad, la ausencia de un motivo aparente y la cercanía de la
zona donde ocurrió —George Yard, Whitechapel— con las de las otras muertes,30 en
realidad el ataque difería del modus operandi anteriormente señalado: Tabram no tenía
cortes en la garganta ni el abdomen, y sus heridas no seguían el patrón identificado en el
expediente de los cinco canónicos.32

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Mapa de Londres en la época victoriana; los siete puntos rojos marcan las ubicaciones de
los primeros siete asesinatos en Whitechapel: la calle Osborn y el edificio de George Yard
(en el centro), la calle Hanbury (arriba), Buck's Row (parte superior derecha), calle Berner
(parte inferior derecha), Mitre Square (parte inferior izquierda) y calle Dorset (al centro e
izquierda).
Los cinco canónicos
La policía encontró el cuerpo de la primera víctima canónica, Mary Ann Nichols, a las
3:40 a. m. del viernes 31 de agosto de 1888, en Buck's Row —actual calle Durward—,
Whitechapel. Tenía un par de cortes en la garganta, el abdomen parcialmente rasgado
con una profunda hendidura y varias incisiones hechas con el mismo cuchillo.33 34
El cadáver de Annie Chapman apareció días después, el sábado 8 de septiembre,
aproximadamente a las 6 a. m., cerca de la entrada del patio interior de la calle Hanbury,
Spitalfields. Tenía dos incisiones en la garganta al igual que ocurriera con Nichols.35 Sin
embargo, en el caso de Chapman su vientre había sido completamente apuñalado, y le
habían extirpado el útero.36 Un testigo afirmó haber visto a Chapman media hora antes del
hallazgo junto con un hombre de cabello oscuro y con apariencia de un «gentil venido a
menos».37 38
Los asesinatos de Elizabeth Stride y de Catherine Eddowes ocurrieron en la madrugada
del domingo 30 de septiembre; el cuerpo de la primera fue descubierto a la 1 a. m. en
Dutfield's Yard —actual calle Henriques— y tenía un corte en el lado izquierdo del cuello
que le dañó la arteria carótida. Sin embargo no presentaba incisiones en el abdomen, lo
cual planteó dudas sobre la autoría del Destripador, o si en todo caso este había sido
interrumpido durante el ataque.39 Aunque testigos declararon haber visto antes a Stride
con un hombre, sus testimonios tuvieron irregularidades: unos dijeron que el
acompañante era rubio y otros que era de tez más oscura; e inclusive unos afirmaron que
vestía de forma andrajosa, pero otros argumentaron lo contrario.40 Cuarenta y cinco
minutos después la policía halló el cadáver de Eddowes en Mitre Square, en la City de
Londres. Tenía la garganta cortada, una incisión profunda y extensa en el abdomen, y le
habían extirpado el riñón izquierdo y la mayor parte del útero. Joseph Lawende, vecino
que dijo haber pasado por esa calle con dos amigos poco antes del asesinato, declaró
que había visto a una mujer con un hombre rubio y de aspecto descuidado.41 No obstante,
sus amigos no pudieron avalar esa descripción.41 42 Se encontró el delantal
ensangrentado de Eddowes cerca de la entrada de un edificio de apartamentos, en la
calle Goulston, y un grafiti en la pared —justo encima de donde estaba la prenda— que
parecía implicar a un judío aunque no se pudo comprobar si el grafiti había sido escrito
por el homicida o si se trató de una simple coincidencia43 44 45 ya que este tipo de textos
ilícitos eran comunes en Whitechapel en esa época. Charles Warren, comisionado de la
policía, pidió que retiraran el grafiti antes del amanecer bajo la sospecha de que habría
incitado protestas antisemitas.46
Finalmente, la policía encontró el cuerpo mutilado y destripado de Mary Jane Kelly sobre
la cama de su recámara en Miller's Court, Spitalfields,5 a las 10:45 a. m. del viernes 9 de
noviembre. Tenía un corte que iba desde la garganta hasta la espina dorsal, y le habían
extraído todos los órganos abdominales y el corazón.5
Los cinco asesinatos canónicos ocurrieron por la noche, generalmente durante un fin de
semana y al término de un mes.47 También puede deducirse que cada asesinato resultó
más severo que el anterior, excepto el de Stride, cuyo ataque presumiblemente fue
interrumpido.48 49 El cuerpo de Nichols tenía todos sus órganos, pero a Chapman y
Eddowes le extrajeron el útero, mientras que esta última y Kelly presentaban mutilaciones
en el rostro.
El vínculo entre estos cinco crímenes se remonta a documentos posteriores en los que
son excluidos de otros asesinatos.50 51 Por ejemplo, en una carta escrita por el médico
forense Thomas Bond al encargado del CID de Londres, y que data del 10 de noviembre
de 1888, ya aparecen relacionadas las cinco víctimas canónicas.10 Para algunos
analistas, ciertos asesinatos de Whitechapel indudablemente fueron obra del mismo
individuo, sin embargo en otros actuó un número desconocido de homicidas.52 Tal fue el
caso de los autores Stewart P. Evans y Donald Rumbelow, que catalogaron al expediente
de los canónicos como «el mito del Destripador» al considerar que, si bien los casos de
Nichols, Chapman y Eddowes guardan similitudes entre sí, no hay evidencia de que los
asesinatos de Stride y Kelly hubiesen sido cometidos por la misma persona.53 Inclusive
hay quienes argumentan que el homicidio de Tabram sí encaja con el expediente de los
canónicos.1 El doctor Percy Clark, auxiliar del médico forense George Bagster Phillips,
concluyó que tres de las muertes sí habían sido cometidas por el mismo individuo,
mientras que el resto había sido obra de «individuos de mente débil ... con la convicción
de imitar [la serie original de crímenes]».54 55 Aunque el encargado del Departamento de
Investigación Criminal —CID, por sus siglas en inglés— Melville Macnaghten señaló
categóricamente en un reporte que «el asesino de Whitechapel tuvo cinco víctimas, nada
más»,50 48 hay que hacer notar que Macnaghten se incorporó a la policía un año después
de las muertes canónicas, y su memorándum incluía errores en la descripción de los
posibles sospechosos.56
Resto del expediente
Kelly es considerada como la última víctima del Destripador, cuya ola de crímenes debió
cesar ya sea por su muerte, arresto o migración.57 No obstante, el expediente de
Whitechapel incluye otros cuatro homicidios ocurridos después de los cinco canónicos.
La policía encontró el cuerpo de Rose Mylett en Clarke's Yard, calle High, Poplar, el 20 de
diciembre de 1888. Aunque había sido estrangulada no mostraba indicios de forcejeo,
motivo por el que pensaron que se había ahorcado accidentalmente en estado de
ebriedad, o que se había suicidado.58 Pese a lo anterior, el perito concluyó que Mylett
había sido asesinada.58 59
Casi seis meses después, el 17 de julio de 1889, el cadáver de Alice McKenzie apareció
en Castle Alley, Whitechapel. Tenía una herida en la arteria carótida izquierda y varias
contusiones y cortaduras leves. Uno de los forenses que examinó el cuerpo, Thomas
Bond, creyó que se trataba de una víctima más del Destripador, aunque su compañero
George Bagster Phillips opinó lo contrario al haber revisado los cadáveres canónicos.60 61

Algunos autores opinaron que el homicida de McKenzie había imitado el modus operandi
de Jack para despistar a la policía,62 pero otros aseguraron que era obra del Destripador.
63

El asesino de la siguiente mujer de Whitechapel la decapitó y le amputó las piernas, y


arrojó el torso mutilado debajo de un arco ferroviario en la calle Pinchin. En el lugar del
hallazgo, el 10 de septiembre del mismo año, la policía encontró varias partes dispersas
del cuerpo, por lo que no pudo validarse que ahí la hubieran asesinado.64 65 El cadáver de
la última víctima del expediente de Whitechapel también apareció debajo de un arco
ferroviario el 13 de febrero de 1891, en la calle Swallow Gardens. Su cuerpo estaba
intacto excepto por un corte en la garganta. Algunos testigos dijeron haber visto poco
antes a la mujer con un tipo, llamado James Thomas Sadler, a quien la policía luego ubicó
y arrestó por el delito de asesinato. Incluso se llegó a pensar que él era Jack el
Destripador.66 Sin embargo, fue absuelto de los cargos y puesto en libertad el 3 de marzo
por falta de evidencia incriminatoria.66
Otras supuestas víctimas
Además de los once asesinatos de Whitechapel, la opinión pública atribuyó otros
homicidios a Jack el Destripador, aunque en algunos casos no hubo evidencia para
corroborar que dichas muertes hubiesen ocurrido. Tal fue el caso del asunto «Fairy Fay»,
67 nombre con el que se le conoció a una supuesta víctima hallada el 26 de diciembre de
1887 con «una estaca en el abdomen».68 69 No existen registros de la policía de ningún
homicidio ocurrido durante la temporada navideña de ese año,24 y varios autores
coinciden en que este homicidio jamás sucedió.67 70 Una explicación señaló que la prensa
se había equivocado al reportar el asesinato de Smith, una de las víctimas canónicas que
tenía un palo u objeto desafilado en la vagina, y por error había dado origen al caso «Fairy
Fay».67 Hubo casos en que las víctimas salían con vida del presunto ataque del
Destripador, como Annie Millwood, que ingresó el 25 de febrero de 1888 a la enfermería
de la workhouse de Whitechapel con heridas de puñaladas en las piernas y la parte baja
del abdomen.71 Aunque fue dada de alta, murió el 31 de marzo debido a causas naturales;
70 Ada Wilson,72 que sobrevivió a dos puñaladas en el cuello el 28 de marzo del mismo
año;73 o Annie Farmer, que vivía con Tabram en la misma hostería74 y tenía un corte
superficial en el cuello, posiblemente autoinfligido, tras ser atacada el 21 de noviembre.74
75

La prensa se refirió como «el misterio de Whitehall» al hallazgo del torso decapitado de
una mujer en el sótano de las nuevas oficinas de la Policía Metropolitana, en la calle
Whitehall, el 2 de octubre de 1888. Anteriormente el brazo de la víctima había sido
encontrado flotando en el río Támesis, cerca de Pimlico, y una de sus piernas yacía
enterrada cerca de donde estaba el torso.76 Ya que la policía no pudo encontrar el resto
de extremidades ni la cabeza, jamás pudo ser identificada. Tanto el caso de Whitehall
como el de la calle Pinchin —uno de los once del expediente de Whitechapel—
involucraban el hallazgo de torsos mutilados de mujeres, razón por la que se les catalogó
como «los misterios del Támesis», atribuidos a un solo homicida apodado como «el
asesino de los torsos».77 No ha podido comprobarse que este último haya sido el mismo
Destripador de las muertes canónicas,77 pero el modus operandi del asesino de los torsos
difería al de Jack.78 Una tercera mujer, cuyas extremidades fueron recogidas del río
Támesis entre el 2 y el 25 de junio de 1889, podría tratarse del tercer asesinato del
homicida del torso.79
El 29 de diciembre de 1888 se halló el cuerpo de John Gill, un niño de siete años, en
Manningham, Bradford. De forma parecida a Kelly —la última de las víctimas canónicas
—, tenía las piernas heridas y una oreja amputada, el abdomen seccionado y le habían
extraído los intestinos y el corazón. La prensa especuló que había sido obra del
Destripador,80 y aunque el empleador del niño, el lechero William Barrett, fue arrestado en
dos ocasiones al ser acusado por evidencia circunstancial, al final fue puesto en libertad80
y la policía no procesó a ningún otro sospechoso.80
El cadáver de la estadounidense Carrie Brown apareció el 24 de abril de 1891 en Nueva
York y, además de haber sido estrangulada, tenía un tenedor incrustado en la ingle y
cortaduras superficiales en las piernas y la espalda. Aunque el cuerpo tenía todos sus
órganos, la policía encontró un ovario en su cama. Cabe señalarse que, al igual que
ocurriera en el East End de Londres, Nueva York tuvo un flujo considerable de inmigrantes
irlandeses en 1860.81 Si bien la prensa comparó este homicidio con los de Jack el
Destripador, la Policía Metropolitana de Londres descartó cualquier vínculo entre estos.82
Investigación

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Caricatura de John Tenniel, que data del 22 de septiembre de 1888, en la cual se critica la
supuesta incompetencia de la policía en la investigación del expediente de Whitechapel,
reforzada por el hecho de que el asesino nunca fue capturado.7
Los documentos policíacos sobre los asesinatos de Whitechapel permiten conocer cómo
era el procedimiento de investigación en la época victoriana:83 para recabar información,
un extenso equipo de oficiales iban de casa en casa y sondeaban a los vecinos. El
material forense mientras tanto era analizado por personal calificado. Cuando se
identificaba a los sospechosos, la investigación se hacía más a fondo y, dependiendo de
los resultados obtenidos, se decidía ya sea procesarlos o descartarlos del expediente.
Desde entonces ha sido el método utilizado en las investigaciones policíacas
contemporáneas.83 En relación a los asesinatos de Whitechapel, la policía entrevistó a
más de dos mil personas, investigó aproximadamente a trescientas, y detuvo a ochenta.6
La división criminal del Departamento de Investigación (CID) de la Policía Metropolitana
de Whitechapel (H), encabezada por el inspector Edmund Reid, llevó a cabo las
investigaciones de los primeros dos casos del expediente de Whitechapel. Tras la muerte
de Nichols, la oficina central de Scotland Yard envió a los inspectores Frederick George
Abberline, Henry Moore y Walter Andrews para esclarecer el caso. La policía de la City de
Londres se involucró a partir del homicidio de Eddowes, por medio del detective James
McWilliam.5 Pese a lo anterior, las investigaciones se vieron obstruidas debido a que el
encargado recién electo del CID, Robert Anderson, había solicitado una licencia de trabajo
en Suiza entre el 7 de septiembre y 6 de octubre de 1888, período en que ocurrieron los
homicidios de Chapman, Stride y Eddowes.84 Por tal motivo Charles Warren, comisionado
de la Policía Metropolitana, nombró a Donald Swanson como coordinador de las
investigaciones de Scotland Yard.85 86 Insatisfechos con el esfuerzo policial, un grupo de
ciudadanos del East End de Londres comenzó a patrullar las calles bajo el mote de
«Comité de Vigilancia de Whitechapel», cuyo objetivo era encontrar a posibles
sospechosos de los asesinatos. Además de contratar a detectives privados para
entrevistar a presuntos testigos, le sugirieron al gobierno que ofreciera una recompensa a
cambio de información sobre el homicida, a manera de alternativa para recabar más
información.8
Debido al tipo de heridas de las víctimas, la policía consideró inicialmente como
sospechosos a los carniceros, cirujanos y médicos.87 De acuerdo a un reporte elaborado
por el inspector Swanson y dirigido a la oficina central, se visitaron 76 carnicerías y
mataderos e investigaron a sus empleados durante seis meses.88 Esta hipótesis venía
reforzada por la propia reina Victoria, para quien el culpable debía ser un carnicero o
ganadero proveniente de alguna de las embarcaciones de ganado que operaban entre
Londres y la Europa Continental,89 90 tomando en cuenta la cercanía de Whitechapel
respecto a los muelles de Londres91 y el atraco de estos barcos cada jueves o viernes, y
su partida el sábado o domingo, lo cual coincidía con los días en que habían ocurrido las
muertes.92 Pese a lo anterior, lo cierto es que ninguno de los asesinatos ocurrió durante
alguna de las fechas de arribo de los barcos, lo cual llevó a la policía a desestimar esta
conjetura.93
Perfil criminal
A finales de octubre, Anderson le pidió al médico forense Thomas Bond que evaluara las
heridas de las víctimas y ofreciera su punto de vista respecto a los posibles conocimientos
quirúrgicos del homicida.9 94 Bond elaboró su dictamen basándose en el examen del
cadáver con mayores mutilaciones y los registros de autopsia del resto de las víctimas
canónicas.10 Su descripción, considerada como uno de los perfiles criminales más
antiguos de los que se tenga registro,95 decía textualmente:
No cabe duda que los cinco asesinatos fueron cometidos por la misma mano. En las
primeras cuatro [víctimas], las gargantas parecen haber sido cortadas de izquierda a
derecha y en la última, debido a la extensa mutilación, es imposible decir en qué dirección
se hizo el corte fatal, aunque se encontró sangre arterial en la pared, salpicada cerca de
donde la cabeza de la mujer debió haber estado.
Las circunstancias en torno a los asesinatos me llevan a deducir que las mujeres estaban
recostadas al momento de ser asesinadas, y en todos los casos [el homicida] cortó
primero la garganta.10
Bond rechazó la idea de que el asesino contara con conocimientos científicos o
anatómicos, o «el entendimiento técnico de un carnicero o matarife»,10 y en cambio
argumentó que debía tratarse de un hombre solitario, sujeto a «ataques periódicos de
manía homicida o erótica» e hipersexual dado el tipo de mutilaciones.10 También señaló
que «el impulso homicida podría haber surgido de alguna condición mental de venganza o
melancolía, o una manía religiosa, aunque no creo que ninguna de estas hipótesis sea
[procedente]».10
Si bien no hubo evidencia alguna de actividades sexuales entre el asesino y sus víctimas,
1 96 algunos psicólogos supusieron que la penetración de las víctimas con un cuchillo y «la
exhibición de los cadáveres en posiciones sexualmente degradantes con las heridas
expuestas» son indicativos de que el responsable obtenía placer sexual con los ataques,1
97 aunque para otros especialistas dicha suposición no puede ser comprobada.98 99
Sospechas
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Carátula de la revista Puck del 21 de septiembre de 1889, que muestra una caricatura de
Tom Merry donde especula con la identidad de Jack el Destripador.
Ante la escasez de evidencia forense y las varias contradicciones de fuentes
contemporáneas sobre el caso, resulta casi imposible esclarecer la identidad de Jack el
Destripador.100 Aunque existen análisis de ADN realizados a partir de las cartas atribuidas
al homicida, lo cierto es que sus resultados no fueron concluyentes101 y ya están
demasiado adulterados como para proporcionar algún dato útil.102 Pese a lo anterior,
existen varias teorías sobre la identidad de Jack el Destripador.103 104 Una de las más
difundidas en esa época señalaba que el asesino debía vivir en Whitechapel y tener un
empleo estable, ya que los crímenes ocurrieron en fines de semana próximos a fechas
festivas, y en calles cercanas entre sí.105 106 También se pensó que el responsable podía
ser un hombre culto y de clase alta, posiblemente un doctor o aristócrata, que había
llegado al barrio procedente de un sector más opulento,107 aunque dichas suposiciones
podrían haber obedecido a estereotipos culturales como el temor a los médicos, la
desconfianza en la ciencia, o la explotación de los pobres por los ricos.108
En los años siguientes a los asesinatos, los registros señalan que la policía tenía
sospechas de cualquier persona que estuviese remotamente vinculada con el caso, así
como de varias celebridades que ni siquiera habían sido investigadas en la pesquisa
original. Con el paso del tiempo, y la muerte de aquellos que vivían en esa época, autores
contemporáneos han tenido soltura para acusar a cualquiera «sin necesidad de evidencia
histórica».109 Si bien un memorándum de Meville Macnaghten de 1894 contenía los
nombres de tres sospechosos referidos en los registros policíacos de entonces, lo cierto
es que la evidencia contra ellos era meramente circunstancial y por lo tanto no fueron
procesados.110 En total hubo más de cien sospechosos de ser el Destripador,103 104 entre
los cuales estaban Montague Druitt,11 Severin Klosowski,12 Aaron Kosminski13 y Francis
Tumblety.14 Otros, sin embargo, fueron vinculados solamente por la prensa, como William
Bury,111 Thomas Neill Cream,112 Frederick Deeming113 Robert D'Onston Stephenson114 y
Frederick Deeming113
Cartas
La prensa y la policía recibieron numerosas cartas en el transcurso de los asesinatos de
Whitechapel,115 y si bien algunas consistían en propuestas para ayudar a la captura del
asesino, la mayoría no tuvieron utilidad en la pesquisa.116 117 118 No obstante, cientos de
dichas cartas supuestamente eran de la autoría del Destripador,119 y tres de ellas
resultaron notables: la carta «Querido jefe», la postal «Saucy Jacky» y la carta «Desde el
infierno».120
La carta «Querido jefe» data del 25 de septiembre de 1888 y fue recibida inicialmente por
la Central News Agency el 27 de septiembre, fecha que coincidía con el matasellos. El
medio informativo le reenvió el documento a Scotland Yard dos días después.121 122 123 124

Al principio se le consideró como un bulo, sin embargo el documento cobró notoriedad


después del hallazgo del cuerpo de Eddowes, puesto que el cadáver carecía de una oreja
y la carta, enviada tres días antes del asesinato, incluía la amenaza de «cercenar las
orejas de la dama».125 Pese a lo anterior, las investigaciones concluyeron que la oreja de
Eddowes había sido incidentalmente cortada por el asesino durante su ataque. A lo
anterior se suma el hecho de que el documento también afirmaba que el autor habría de
enviar las orejas de su víctima a la policía, lo cual no ocurrió.126 La importancia de esta
carta radica igualmente en que su autor usó por primera vez el mote «Jack el
Destripador» para referirse a sí mismo, y desde entonces la prensa y policía, que solían
llamarlo «Mandil de cuero»,127 comenzaron a denominarlo así.15 Algunas fuentes
señalaron que el apodo en realidad había sido utilizado originalmente en una carta del 17
de septiembre del mismo año,128 sin embargo no hubo consenso en validar esta
suposición y se le consideró como un bulo en los registros del siglo xx de la policía.129
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De igual forma la Central News Agency recibió la postal «Saucy Jacky» el 1 de octubre,
fecha del matasellos. Cabe señalarse que la caligrafía y el tono eran similares a los de la
carta «Querido jefe».130 131 El autor aseguraba que dos víctimas más habían sido
asesinadas en sitios cercanos entre sí, y calificaba el homicidio como «un doble evento»,
supuestamente en alusión a las muertes de Stride y Eddowes.132 Aunque se llegó a
pensar que la carta había sido enviada antes de que la policía hiciera públicos los
asesinatos, de manera que hubiera sido improbable que alguien más tuviera conocimiento
del doble evento en ese momento,133 lo cierto es que la fecha del matasellos indicaba que
su autor había enviado el documento más de 24 horas después de las muertes, cuando
ya los medios daban cobertura de lo sucedido a la población.132 134
George Lusk, líder del Comité de Vigilancia de Whitechapel, recibió la carta «Desde el
infierno» el 16 de octubre. No obstante, al ser comparada con las cartas anteriores, el
documento tenía otra caligrafía y estilo de redacción.135 La carta venía en una pequeña
caja que también contenía la mitad de un riñón preservado en etanol,135 y el autor
aseguraba que se había comido el resto del órgano frito. Aunque algunas fuentes
dedujeron que el riñón le pertenecía a Eddowes, cuyo cadáver carecía de dicho órgano,
otras referencias concluyeron que se trataba solamente de una broma macabra.136 137 El
cirujano inglés Thomas Openshaw, del London Hospital, examinó el riñón y determinó que
sí era humano y provenía del costado izquierdo de la víctima. No obstante, fue incapaz de
establecer otra característica biológica.138 Más tarde el médico recibió otra carta firmada
por el Destripador.139
Scotland Yard publicó el 3 de octubre facsímiles de la carta «Querido Jefe» y de la postal
con la esperanza de que alguien reconociera la caligrafía.140 En opinión de Warren: «creo
que todo esto se trata de un bulo, pero estamos obligados de cualquier forma a encontrar
al autor [de los documentos]».141 El 7 de octubre, George R. Sims explicó en el rotativo
dominical Referee que la carta había sido escrita por un periodista para acrecentar la
popularidad de un periódico.142 Basándose en esa hipótesis, la policía confirmó poco
después haber identificado a un periodista como el responsable de las misivas,143 llamado
Tom Bullen, según una carta enviada por el inspector John Littlechild a George R. Sims el
23 de septiembre de 1913.144 No fue sino hasta 1931 que el periodista Fred Best confesó
que él y un colega de The Star habían escrito las cartas firmadas por Jack el Destripador
con tal de acrecentar el interés en los homicidios de Whitechapel y «mantener vivo el
negocio».145
Medios de comunicación

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Carátula de un periódico cuyo encabezado dice textualmente: «Horrible asesinato en el
East End. Espantosa mutilación de una mujer. Detengan a Mandil de cuero».
Aunque Jack el Destripador no fue el primer asesino serial, sus crímenes tuvieron una
cobertura mediática sin precedentes57 146 gracias a las reformas fiscales aprobadas en los
años 1850 que favorecieron la distribución masiva de rotativos de bajo precio.147 Durante
la época victoriana este tipo de publicaciones tuvo un mayor auge, e incluyó a periódicos
con precios tan asequibles como medio penique y revistas populares como Illustrated
Police News, que encauzaron sus esfuerzos en dar publicidad al homicida.148
Los periodistas eran conscientes de que la información que podían publicar sobre los
crímenes de Whitechapel era escasa, tal y como reconoció el diario Manchester Guardian
al señalar que «cualquier información que pueda estar en posesión de la policía pareciera
que necesitan conservarla en secreto... Se cree que su atención está particularmente
dirigida a... un notorio personaje conocido como "Mandil de cuero"».149 La sensación de
frustración de ciertos medios en relación a los pocos detalles que se conocían de las
investigaciones policíacas propició que las publicaciones se vieran desprovistas de
veracidad.57 150 Fue así como surgieron descripciones ficticias del asesino,151 pese a que
algunos reporteros ocasionalmente desmentían los falsos rumores al considerarlos como
«consecuencia de la mítica excrecencia fantasiosa del periodista».152 Ante la difusión de
estas notas erráticas, algunos comenzaron a realizar conjeturas basándose en las
afirmaciones de la prensa; por ejemplo, la policía arrestó a John Pizer, un vendedor judío
de calzado de cuero que era conocido por el mote de «Mandil de cuero»,153 el mismo
usado por el Manchester Guardian para referirse al Destripador. Una vez confirmada la
inexistencia de evidencia que lo relacionara con los crímenes, Pizer fue liberado.154 153
No fue sino hasta la publicación de la carta «Querido jefe» que los medios comenzaron a
utilizar el mote «Jack el Destripador» en vez de «Mandil de cuero» para referirse al
homicida.127 El nombre «Jack» ya era usado para describir a otro criminal de Londres:
«Jack el saltarín», que supuestamente saltaba por encima de los muros para atacar a sus
víctimas y luego escapaba de similar manera.155 Con el tiempo se volvió costumbre que la
prensa adoptara apodos para referirse a homicidas, como ocurrió con el hachero de
Nueva Orleans, el estrangulador de Boston, el francotirador de Beltway, el Destripador
francés,156 el Destripador de Düsseldorf,157 158 el Destripador de Camden,159 Jack el
Stripper,160 161 el Destripador de Yorkshire162 163 164 y el Destripador de Rostov.165 166
Impacto en la cultura de masas
!
!
Caricatura publicada en la revista Punch en 1888, en la que Jack es representado como
un fantasma con un cuchillo.
Los crímenes cometidos por Jack el Destripador dirigieron la atención hacia el bajo nivel
de calidad de vida imperante en el East End en aquellos años,167 ocasionado por sus
barrios bajos superpoblados e insalubres.168 Si bien varios de estos barrios fueron
desalojados y demolidos,169 todavía se preservan algunas de sus calles y edificaciones
que suelen ser visitados por turistas interesados en el mito del Destripador.170 Se tiene
noción de que uno de estos inmuebles, el pub The Ten Bells ubicado en la calle
Commercial, era frecuentado por Kelly.171 En 2015 abrió sus puertas el Museo de Jack el
Destripador en el este de Londres.172
La alegoría del Destripador como una figura fantasmagórica o monstruosa pasó a
convertirse en «el coco de los niños» inmediatamente después de los asesinatos.173 En
los años 1920 y 1930 era representado en el cine como un misterioso hombre vestido de
forma ordinaria que atacaba a gente despreocupada,174 mientras que en la década de
1960 era «el símbolo de una aristocracia nociva»174 mediante la personificación de un
noble con sombrero de copa que representaba a las clases bajas explotadas por el
establishment.175 Con el transcurso del tiempo la imagen del Destripador adoptó
conceptos de terror como el manto de Drácula o la afición de Frankenstein a la cosecha
de órganos.176 A grandes rasgos, el mito del asesino de Whitechapel se fue combinando
con diversos géneros literarios que abarcan desde la narrativa de Sherlock Holmes hasta
el terror erótico japonés.177
También ha servido como eje de numerosas obras literarias y audiovisuales que
generalmente combinan hechos reales con la ficción.178 Esto lo ha llevado a ser uno de
los criminales de los que se han escrito más novelas y publicaciones.103 Una de las
primeras novelas publicadas sobre el caso lleva por título The Curse Upon Mitre Square
(1888). Fue escrita por John Francis Brewer, que recurrió al asesinato de Eddowes como
hilo conductor de su trama.179 180 En 1927 el cineasta Alfred Hitchcock estrenó la película
muda The Lodger: A Story of the London Fog, basada en la novela The Lodger (1913) de
Marie Belloc Lowndes, sobre una pareja de Londres que sospecha que su inquilino es un
asesino en serie cuyo modus operandi es muy similar al del Destripador.181 Dicha novela
habría de ser adaptada al cine en otras cuatro ocasiones más: The Lodger (1932) por
Maurice Elvey; The Lodger (1944) por John Brahm; Man in the Attic (1953) por Hugo
Fregonese; y The Lodger (2009) por David Ondaatje. A su vez Robert Bloch redactó el
relato corto «Yours Truly, Jack the Ripper», publicado en 1943, en el que describió a Jack
el Destripador como un humano necesitado de sacrificios humanos para preservar su
inmortalidad.182 Una de las novelas controvertidas, aunque exitosa, fue Jack the Ripper:
The Final Solution (1976) de Stephen Knight, ya que propuso una teoría conspirativa que
implicó a la familia real británica, la francmasonería y al pintor Walter Sickert.183 184 Entre
los escritores que han redactado material sobre el mito del Destripador se encuentran
Fredric Brown, Gardner Fox, Philip José Farmer, Ramsey Campbell, Roger Zelazny185 } y,
más recientemente, Stephen Hunter, este último con su novela I, Ripper (2015).186 En
cuanto a literatura en español, en 1945 la editorial Povi, de Barcelona, distribuyó el tercer
volumen de Sherlock Holmes. Memorias intimas del rey de los detectives en donde el
detective inglés ficticio trata de capturar a Jack el Destripador.187
En la industria cinematográfica, algunas producciones sobre el mito del Destripador son
Die Büchse der Pandora (1929) dirigida por Georg Wilhelm Pabst; Jack the Ripper (1959)
por Monty Berman y Robert S. Baker; A Study in Terror (1965) por James Hill; y Desde el
infierno (2001) por Albert Hughes y Allan Hughes. Otros contenidos incluyen la puesta en
escena The Ruling Class (1968) de Peter Barnes;188 los episodios «The New
Exhibit» (1963) de la serie televisiva The Twilight Zone, en donde el encargado de un
museo de cera se obsesiona con cinco exhibiciones, entre ellas la figura de Jack el
Destripador, por lo que comienza a matar a otras personas con tal de salvaguardar su
integridad;189 y «Comes the Inquisitor» (1995) de Babylon 5, en el que uno de sus
personajes referido como Jack el Destripador es secuestrado por alienígenas;190 la pintura
Jack the Ripper's Bedroom de Walter Sickert;191 la novela gráfica From Hell de Alan Moore
y Eddie Campbell;192 y la canción Jack the Ripper (1964) originalmente interpretada por el
músico inglés Screaming Lord Sutch.193 La «ripperología», término acuñado en los años
1970 por el filósofo y escritor británico Colin Wilson, hace referencia a los estudios sobre
los homicidios de Jack el Destripador,194 195 y existen periódicos que difunden los
resultados de dichas investigaciones, tales como Ripperana, Ripperologist y Ripper Notes.

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