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Tamarindo: sabor dulce y ácido a la vez

Es una de las frutas más ácidas por su alto contenido de ácido tartárico

Los historiadores no se ponen de acuerdo sobre cuál es el origen de este árbol: unos lo
ubican en Asia y otros en África tropical. En lo que sí están de acuerdo es que es
cultivado en todas las regiones tropicales y subtropicales del mundo no sólo por el valor
de sus frutos comestibles, sino también por la belleza de su porte, que convierte al
tamarindo (Tamarindus indica) en una planta ornamental y de sombra.

Su nombre científico viene del árabe vulgar que significa dátil indio y el nombre
específico hace alusión a la India.

De la familia leguminosae, el tamarindo es la única especie de su género, aunque en las


Antillas occidentales existe una variedad que da frutos más pequeños.

Fue introducido en América en 1760 a través de Brasil, y en Venezuela su cultivo está


muy difundido, especialmente en las tierras bajas y cálidas del norte del país. México e
India son los principales productores de tamarindo.

El tamarindo es un árbol de entre 10 y 15 metros de alto, con tronco corto y fuerte, a


menudo torcido y copa redondeada con follaje denso.

Las hojas son alternas y se cierran de noche, y las flores son de color rosado amarillento
con estrías marrones o rojas.

Se puede propagar por semillas, pero los descendientes no siempre reproducen la


calidad de la planta madre, por eso se cultiva por injerto.

Puede desarrollarse en cualquier terreno pero prefiere los suelos calcáreos, aunque
siempre presenta crecimiento lento, pero resiste bien las prolongadas sequías y las altas
temperaturas.

El fruto del tamarindo es una vaina aplanada y curva, cuya capa externa se vuelve
resistente y rugosa conforme va madurando, de color marrón con muchas semillas, con
una pulpa fibrosa de color marrón oscuro, comestible, astringente, azucarada, de sabor
dulce y ácido a la vez.

Es una de las frutas más ácidas que existe debido a su alto contenido de ácido tartárico
(entre 8 y12%).

También tiene ácido acético, potasio, hierro, fósforo y vitaminas C, B1 y B3.

Otros usos
El tamarindo se puede comer en forma natural; se utiliza en la preparación de bebidas
refrescantes, jugos, dulces, helados y también en la elaboración de recetas saladas.
Es una fruta recomendada para los deportistas por su aporte de azúcares de rápida
asimilación, mientras que por su contenido de fibra puede ayudar en dietas de
adelgazamiento al producir un efecto saciante además de su acción laxante.

Por su contenido de tanino y colorantes se puede usar en la elaboración de tintes


mediante la adición de los principios químicos adecuados.

En la India se utiliza el árbol de tamarindo como cortafuego debido a que debajo de su


sombra casi no crece la hierba, conservándose el terreno casi limpio; y con la pulpa
elaboran una especie de cerveza.

En la medicina popular, la pulpa mezclada con agua y azúcar se usa para contrarrestar el
estreñimiento. Las hojas y la corteza hervidas se usan como remedio casero contra el
asma.

En la medicina ayurvédica, la pulpa es apreciada por los beneficios en personas con


problemas del aparato digestivo. Por sus propiedades astringentes, con las hojas se
elaboran enjuagues bucales para la gingivitis, y también las usan para tratar en forma
tópica algunas afecciones cutáneas. En Filipinas, tradicionalmente preparan un té para
reducir la fiebre causada por la malaria.

Como sus flores son fragantes atraen a las abejas y son fuente importante de miel. Por
su característico veteado, la madera del tamarindo es muy usada por los ebanistas.

En algunas regiones hacen un ungüento mezclando tamarindo y mantequilla que le


echan a los animales para librarlos de piojos. Como árbol ornamental y de sombra es
sembrado en jardines, plazas, avenidas y parques.

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