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INVERNADEROS ‘HIGH-TECH’ LOGRAN QUE TOMATES CREZCAN EN LA SELVA Y EN

EL DESIERTO

Publicado el 27 febrero, 2017 bajo Agricultura con Agua de Mar


La granja solar de Sundrop Farms, en Australia, hace que tomates maduren en el desierto
gracias a dos recursos naturales gratuitos: el sol y el agua de mar.

Invernaderos cada vez más tecnológicos logran que tomates o fresas maduren a mayor velocidad. Pixabay

Del desierto australiano a Hiroshima y del sur de Francia a México, invernaderos cada vez
más tecnológicos logran que tomates o fresas maduren a mayor velocidad, supervisados
por un ordenador y sin necesidad de pesticidas químicos o agua potable.
Sin necesidad de energías fósiles, la granja solar de Sundrop Farms, fundada a finales de
2016 en Australia, hace crecer tomates en el desierto gracias a dos recursos naturales
gratuitos: el sol y el agua de mar, en un complejo único en el mundo.
Su dueña, la compañía holandesa Van der Hoeven, la presentó a principios de febrero en el
salón Fruit Logistica de Berlín. El proyecto, creado junto al danés Al Borg, consta de 200.000
metros cuadrados de invernaderos de cristal, rodeados de 22.000 espejos.
Estos atraen los rayos del sol, concentrándolos en lo alto de una torre convertida en una
especie de caldera gigante, que calienta el agua marina a 800 grados centígrados,
desalándola, y permitiendo refrescar e irrigar con ella las plantas.
Van der Hoeven, que obtiene el 95% de su facturación (70 millones de euros) con la
exportación, “está negociando un proyecto similar en Arabia Saudí”, informa a AFP Peter
Spaans, su director comercial.

En todas las latitudes se han adquirido otros invernaderos de alta tecnología: desde en las
estepas de Kazajistán a Hiroshima, en Japón, o la selva tropical de México.

“Allí, el desafío es deshumidificar, gracias a la utilización de materiales higroscópicos, una


especie de esponjas”, dice Spaams.
“En México, en una zona tropical donde la humedad y las enfermedades propias de ese
clima obligarían a aplicar un tratamiento químico diario, los invernaderos han hecho caer la
frecuencia de tratamiento a una al mes”, explica por su parte a AFP Antoine Lepilleur,
presidente de Richel Equipement, primer constructor francés de invernaderos.

Revolución
“Con el cambio climático, cada vez se producen más fenómenos extremos”, agrega, como
“lluvias en plena temporada seca en zonas donde no llovía nunca”. Por lo tanto, “todo un
sistema de producción puede hundirse de golpe”, estima.

El único problema de granjas como la de Sundrop es el precio: 100 millones de euros.Para


hacer viable este proyecto, los inversores debieron obtener de uno de los clientes un
compromiso sobre el precio mayorista de los tomates, a tres dólares el kilo durante diez
años, informa una fuente cercana a las negociaciones.
Se trata de un precio impensable en Europa, donde el kilo oscila entre 1 y 1,5 euros.Sin
embargo, hay quienes creen que vale la pena, como Vincent Clément, joven productor de
tomates agroecológicos, que se ha pasado al sistema Van der Hoeven, bautizado como
‘ecoinvernadero’.
Su interior, prácticamente hermético, mantiene a raya a los insectos y plagas, limita el uso
de fungicidas por el control estrecho de la temperatura gracias a un ordenador, y no
requiere tratar las raíces porque las plantas se obtienen de injertos.

“Es una revolución como la que no hemos conocido en 25 años, y que no volveremos a
conocer en otros 25”, asegura a AFP.
Fuente: http://www.elespectador.com/noticias/ciencia/invernaderos-high-tech-logran-
que-tomates-crezcan-en-la-selva-y-en-el-desierto-articulo-681645
TOMATES “DE BUEN SABOR” REGADOS CON AGUA DE MAR

Publicado el 24 abril, 2017 bajo Agricultura con Agua de Mar


Un grupo de ingenieras de Chile logra cultivar verduras con agua salada en el desierto
de Atacama

Acelgas cultivadas con agua de mar en el norte de Chile. UNIVERSIDAD CATÓLICA DEL NORTE

El desierto más árido del mundo ha sido capaz de producir verduras regadas con agua de
mar sin desalar. Un equipo de ingenieras chilenas ha logrado cultivar acelgas y tomates
cherry en la zona costera del desierto de Atacama. Las hortalizas no solo no se han muerto
con el agua salada, sino que tienen más nutrientes que otras cultivadas por métodos
tradicionales y “buen sabor”, ha informado la Universidad Católica del Norte de Chile,
promotora de la investigación.
Esta no la primera vez que se intenta producir plantas con agua de mar, aunque
regularmente se somete antes a un proceso de desalación. España e Israel son dos de los
países que han tenido éxito en su utilización en la agricultura, según las científicas chilenas.
La clave del experimento chileno ha sido que las plantas no reciben el agua por arriba, sino
que el agua les llega desde abajo por una propiedad llamada capilaridad. Las ingenieras
agrónomas colocaron las hortalizas en tres niveles: unas con 40 centímetros de tierra
debajo, otras con 80 y las últimas con 110 centímetros. El agua marina corría por debajo de
ellas. “El ascenso capilar es una propiedad de los líquidos. El agua comienza a ascender y las
sales quedan retenidas en el sustrato (la base sobre la que se ha plantado)”, ha explicado la
directora del proyecto, Natalia Gutiérrez Roa, en un comunicado de la Universidad.

Las mejores acelgas fueron las que estaban más cerca del agua, que llegaron a crecer hasta
medio metro. En cambio, los mejores tomates fueron los del nivel más alto, que dieron
plantas de hasta 70 centímetros. El experimento se hizo con estas hortalizas porque son las
más tolerantes a la salinidad, pero pronto habrá pruebas también con albahaca y quinoa.
Las verduras del experimento resultaron, además, más nutritivas que otras, porque el agua
de mar es rica en minerales que la agricultura moderna agrega con fertilizantes (nitrógeno,
fósforo y potasio), según ha explicado a la web local Mundo Agro un portavoz de la
Fundación para la Innovación Agraria (FIA), patrocinadora de la investigación.
El desierto de Atacama cubre un 14% de la superficie de Chile, un país que tiene costa a lo
largo de toda su extensión. Las investigadoras esperan que este proyecto, que tuvo un coste
de 34 millones de pesos (49.000 euros), se pueda replicar ahora con productores de la zona
norte del país, que es la que más sufre la escasez de agua de riego. El mar representa el 97%
de toda el agua que hay en el planeta, mientras que el agua dulce no llega al 3%, incluyendo
glaciares y mantos subterráneos que no siempre se pueden aprovechar para consumo
humano.

Fuente: http://internacional.elpais.com/internacional/2017/04/21/mundo_global/149277
0714_375307.html?id_externo_rsoc=FB_CM

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