Está en la página 1de 2

EL PUESTO DEL HOMBRE EN EL COSMOS

MAX SCHELER

En El puesto del hombre en el cosmos Max Scheler hace un análisis antropológico detallado de
las características propias del hombre para descubrir su lugar en el cosmos. Una de esas
características propias del hombre es el espíritu, pero no sólo el espíritu como tal, sino como un
espíritu de acción que acompaña al hombre en las diversas actividades relacionadas con la
libertad y la voluntad, pero sobre todo, toma al espíritu como dirigente del proceso de
conocimiento. La ideación es “la acción de comprender las formas esenciales de la estructura
del universo, sobre cada ejemplo de la correspondiente región de esencias, prescindiendo del
número de observaciones que hagamos y de las inferencias inductivas. El saber que logramos
de este modo es válido, con generalidad infinita para todas las cosas posibles”,1 dicha ideación
es una actividad del espíritu en la que se adquieren conocimientos válidos que rebasan todos
los límites de la experiencia sensible. Dicho conocimiento es el fin último de la metafísica
filosófica.
El hombre también tiene como actividad propia la anualación ficticia del carácter de realidad,
actividad en la que toma conciencia de su propia existencia y logra un distanciamiento del
mundo2 por medio de un ejercicio de reflexión, dicho ejercicio es puramente abstracto, a
diferencia del animal, que únicamente posee un sentido concreto de la realidad y no se percata
ni reflexiona sobre su propia existencia, y mucho menos sobre su lugar en el cosmos. Y dicha
vivencia de la realidad no es posterior de la experiencia del hombre, sino que es anterior a la
experiencia.
El hombre se puede ver como asceta de la vida, ya que “puede reprimir y someter los propios
impulsos; puede rehusarles el pábulo de las imágenes perceptivas y de las representaciones.
Comparado con el animal, que dice siempre `si´ a la realidad, incluso cuando la teme y rehuye”,3
sin embargo el hombre es el animal que sabe decir “no” y se le denomina como “el eterno
protestante contra toda mera realidad”. Hay muchos frutos de la vida ascética del hombre, pero
un de los más importantes, es obtener fuerzas para sublimar la energía de sus impulsos en
actividades espirituales. Por esto se puede decir que el espíritu es en último extremo el atributo
del ser mismo, sin embargo el espíritu carece de todo poderío, y más bien se entienden como
por actividades del espíritu a las acciones que fueron inspiradas por éste o que llevan como fin
su crecimiento por medio de la ascesis.
Existen dos teorías relacionadas con el fin de ascetismo, la primera es la teoría positiva, que
propone a la ascesis como actividad que dota del máximo poder y fuerza al alma. La teoría
negativa “tiene por resultado dotar de energía al espíritu, que es impotente por naturaleza y
consiste sólo en un grupo de puras intenciones”.4 En la teoría negativa se pone el ejemplo de
Buda, que propone el culmen de la vida humana con la extinción de sí mismo como un ser sujeto
a apetitos, ya que el mundo de las esencias sólo es alcanzable por medio de la contemplación.
También se encuentra Schopenhauer que afirma que la diferencia entre el hombre y el animal
es que el animal no puede tener una negación “salvadora” de la voluntad de vivir. Sin embargo
Seydel argumenta que “el hombre tiene un exceso de impulsos como carácter específico
originario y que por eso ha tenido necesidad de reprimirlos. Pero este exceso de impulsos parece
ser más bien consecuencia de la represión de los impulsos, que no su causa”.5
En la teoría clásica se argumenta que la idea está originariamente dotada de fuerza y actividad,
por lo que también es fuerza creadora que saca del “no ser” la existencia. El error de esta teoría
según Scheler es creer que el espíritu y la idea tienen una fuerza primaria, esto quiere decir, que
las formas superiores del ser, como la idea y el espíritu son causa de las inferiores. Ya que Scheler
propone un orden creador distinto, en el que las formas inferiores del ser son la causa de las
formas superiores. Por lo que llega a la conclusión de dichas teorías afirmando que “la teoría
negativa conduce a una falsa explicación mecanicista de todas las cosas; la clásica, al
inconsistente absurdo de una concepción teológica del universo”.6
Sin embargo se puede interpretar que existen rasgos de la fenomenología, debido a la
proximidad al pensamiento de Husserl, por una parte del método que usa Scheler para llegar la
sublimación de las cosas divinas, ya que anteriormente ha afirmado que el ser crea las leyes
naturales y las reafirma luego, y que lo superior depende de lo inferior, pero sólo hasta este
punto llega la fenomenología, pues después afirma que “el ser existente por sí sólo es un ser
digno de llamarse existencia divina, en la medida en que el curso impulsivo de la historia del
universo realiza la eterna deidad en el hombre mediante el hombre”.7
Scheler expone su pensamiento a la par que critica diversos autores. Critica a Descartes cuando
hace la negación de la naturaleza psíquica a todas las plantas y animales; en su explicación de la
aparente alma animal y vegetal, pero la gran crítica con la que parte para su propuesta es a la
explicación puramente mecánica de todo lo que no es conciencia o pensamiento humano, ya
que para Descartes el universo se compone sólo de puntos pensantes y de un mecanismo que
debe de ser investigado geométricamente, sin embargo, Scheler afirma que en dicha doctrina
hay una sola cosa de valor, que es la proclamación de una autonomía y soberanía del espíritu y
el conocimiento de su superioridad sobre todo lo orgánico y meramente vivo. A pesar de esta
afirmación de Descartes y de la división de sustancias, Scheler argumenta que “el campo
fisiológico paralelo a los procesos psíquicos vuelve a ser hoy el cuerpo entero y no sólo el
cerebro. Por ende, no cabe seguir hablando seriamente de un nexo entre la sustancia psíquica y
la sustancia corporal”.8
Por lo tanto la idea de hombre que Scheler hace, tiene que ver en su totalidad con una unidad
entre lo fisiológico y lo psíquico, a pesar de ser dos aspectos pueden ir en un mismo proceso
vital. Con dicha propuesta cierra el abismo que Descartes abrió entre el alma y el cuerpo. Otro
error de Descartes es el de pasar por alto el sistema impulsivo de los hombres y los animales, ya
que dicho sistema puede ser entendido como el intermediario entre todo movimiento vital y los
contenidos de la conciencia y por lo tanto, dicho sistema impulsivo engendra su unidad.
Entonces se puede decir que los actos espirituales tienen un paralelo a lo fisiológico y psíquico,
por ende la vida psicofísica es una. De aquí parte Scheler para establecer de nuevo una diferencia
entre el humano y el animal, para encontrar el lugar del hombre en el cosmos, y dice que “el
organismo humano no es esencialmente superior al animal en sus funciones senso-motrices; la
distribución de la energía entre su cerebro y todos los demás sistemas de órganos es, en cambio,
completamente distinta”.9
Se puede concluir que Scheler encuentra entre los frutos de su investigación, la demostración
de la necesidad del ser humano de concebir la idea formalísima de un ser suprasensible, infinito
y absoluto. Y ante dicho estudio y demostración, el ser humano ha tenido que hacer conciencia
del mundo y de sí mismo, como también una objetivación de su propia naturaleza psicofísica, lo
que le ha ocasionado colocarse fuera de la naturaleza y por ende plantearse las siguientes
preguntas “¿Dónde estoy yo mismo? ¿Cuál es mi puesto?”. Termina su obra afirmando “el ser
absoluto no existe para amparo del hombre y como mero remedio de sus debilidades y
necesidades, las cuales tratan de hacer de él una y otra vez un objeto”.10

Bibliografía
Max Scheler, El puesto del hombre en el cosmos, Losada, 19º ed., Buenos Aires, 1938, pp. 66-
115.
1Max Scheler, El puesto del hombre en el cosmos, Losada, 19º ed., Buenos Aires, 1938, p. 68
2El mundo también lo ve Max Scheler como “resistencia” que se ha de entender como
“existencia”.
3Ibidem, p. 72
4Ibidem, p. 74
5Ibidem, p. 78
6Ibidem, p. 81
7Ibidem, p. 87
8Ibidem, p. 91
9Ibidem, p. 97
10Ibidem, p. 115

También podría gustarte