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2
Staff
Moderadora
Mona
Staff de Traducción
Kyda Agus901
Sabinep Abby Galines
fmaryd Malu_12
Crys
3
Corrección
Kuami, Malu_12, Mokona y Mona
Revisión Final
Kuami y Mona
Diseño
Francatemartu
Índice
Sinopsis Capítulo Once
Prólogo Capítulo Doce
Capítulo Uno Capítulo Trece
Capítulo Dos Capítulo Catorce
Capítulo Tres Capítulo Quince
Capítulo Cuatro Capítulo Dieciséis
Capítulo Cinco Capítulo Diecisiete
Capítulo Seis Capítulo Dieciocho
Capítulo Siete Capítulo Diecinueve
Capítulo Ocho Capítulo Veinte
Capítulo Nueve Epílogo
4
Capítulo Diez Acerca del Autor
Sinopsis
L
a vida de Chloe es segura y cómoda. Conocer a un hombre alto,
extraño oscuro cubierto de tatuajes no está en sus planes. Los
chicos malos no son su tipo, incluso si son magníficos y construidos
como una pared de ladrillos. Las alarmas en su cabeza le advierten que Aiden
Hunter está definitivamente en la lista de los hombres que su madre le dijo
que evitara, pero ella no escucha.
A pesar de eso, ella se encuentra atraída a Aiden y la emoción que se está
perdiendo en su propia vida. Llena sus días con emoción y peligro, y sus
noches con pasión que nunca ha experimentado antes. Aunque sabe que él
está escondiendo algo de ella, Chloe aleja sus preocupaciones y se sumerge en
esta nueva forma de vida.
Cerca de la playa en Miami, Aiden le enseña a vivir la vida al máximo
mientras Chloe lucha internamente contra las campanas de advertencia que
5 le dicen que desconfíe. Cuando que se da cuenta de que sus miedos pueden
ser justificados, es demasiado tarde.
¿El pasado de Aiden lo está alcanzando, pero él es el cazador o la presa?
Prólogo
N
o soy estúpida.
A pesar de que no era una estudiante que obtenía solo A,
sacaba buenas notas en la universidad y no solo me iba bien en los
exámenes, sino que de hecho entendía las materias. Terminaba a tiempo, no
desperdiciaba el dinero de mis padres, hice algunos buenos amigos, y terminé
con un trabajo decente que pagaba las cuentas.
Nunca me consideré una persona temeraria. Era exactamente lo
contrario a espontánea. Siempre pensaba mis cosas antes de hacerlas.
Raramente abría mi boca sin pensarlo antes. Consideraba el impacto de mis
acciones en otras personas antes de hacer nada.
Entonces lo conocí a él.
6 La alarma en mi cabeza se activó inmediatamente.
La ignoré.
L
a alarma se activó. Busco a tientas el botón de repetición, lo golpeo
unas cuantas veces hasta que el ruido se detiene, y luego continúo
dormitando hasta que se activa nuevamente.
Gruño, bostezo, y me estiro antes de empujarme a mí misma fuera de la
cama e iniciar mi día. Comenzando la rutina diaria; hacer pis, ducharme, lavar
el cabello dos veces porque eso es lo que indica la botella que tenía que hacer,
hacer café, comer avena con arándonos, y beber un batido de proteínas de
manera que no tendría que mentirle a mi madre si llamaba y preguntaba si lo
había hecho. No había absolutamente nada inusual acerca de mi mañana.
Nunca lo había.
Reúno todo lo que necesito para ir a trabajar y rápidamente echo un
8 vistazo a mi apartamento. No hay nada fuera de lugar. Los cojines están en el
ángulo adecuado contra cada uno de los brazos de mi sofá de color neutro, el
control remoto justamente sobre el borde de la mesita de café, y cada
posavasos está adecuadamente apilado en su bandeja. Desde la repisa de
libros, un conjunto de heroínas vigilaban la habitación como si con sus treinta
centímetros pudieran proteger el lugar de invasores. La princesa Leia y la
reina Amidala de Star Wars estaban acompañadas por la Mujer Maravilla,
Tormenta de los X-men, Mujer Araña y Buffy la cazadora de vampiros.
—Así que, ¿cuál es tu plan para el día? —le pregunto a Buffy—. ¿Tienes
algunos vampiros que eliminar? ¿Quizás algunos demonios?
Ella no responde, no es que esperara que lo hiciera. Pero a veces me
gustaba escuchar una voz en la habitación vacía, aunque fuera la mía.
—Yo me dirijo directamente hacia el –oh-tan-excitante mundo de la
gestión de proyectos empresariales —informo a todo el grupo—. Apuesto a
que desearían que su día fuera a ser tan interesante como el mío.
Siempre he sentido algo especial por las súper mujeres en las películas y
libros de cómics. Ellas eran el arquetipo de fortaleza, valor, y vivir la vida al
límite. Ellas protegían a los inocentes con su astuta inteligencia y dedicación.
Ellas llevaban vidas emocionantes.
No como yo.
Miro a sus ojos vacíos y sacudo la cabeza, preguntándome si estoy
perdiendo la razón. Se podría predecir. Solo yo podría volverme loca
solamente porque no tengo nada mejor que hacer.
Suspirando, dejo las figuras y sus fascinantes vidas en la repisa y
cuidadosamente cierro con llave la puerta de mi apartamento. No era que
espere que se me concedan súper poderes para liberar el mundo de infames
criminales, por el contrario la idea está completamente muy lejos de mi
gestión de proyecto, que es suficiente como para preguntarme si en realidad
me está apareciendo una depresión clínica. Rehusé toda la habitual
medicación de ansiolíticos cuando papá murió, decidida a hacer frente a todo
ello por mí misma a pesar de que el compañero de clínica de papá y amigo me
siguió diciendo que no necesitaba hacer esto yo sola.
Han pasado dos años desde que un infarto se llevó su vida, y aunque lo
extraño cariñosamente, no soy capaz de regocijarme en los recuerdos de mi
padre y su impacto en mi vida. Usando anécdotas de sus pacientes con vida,
él me había enseñado a siempre cuidar mis acciones y palabras. Yo era
cuidadosa tanto conmigo misma como con los que estaban a mí alrededor.
9 Siempre.
Consideré en hacerle una llamada a mamá este fin de semana para ver
cómo estaba tratándola San Francisco. Mudarse de mi hogar de la infancia en
Ohio para empezar una nueva vida había sido su mecanismo para
sobrellevarlo después de que papá se había ido. Como resultado, nuestra
relación ha disminuido hasta el punto en el cual solo nos vemos en grandes
festividades en lugar de múltiples veces a la semana. Tenerla tan lejos, al otro
lado del país, me hacía extrañarla, y a mi padre, más.
Nunca se lo he dicho. No quería molestarla o hacerla pensar que debería
mudarse de vuelta. No sería justo poner esa clase de presión sobre ella.
Necesitaba reanudar su vida por su propio bien, y no iba a hacer o decir nada
para entrometerme en el sus metas.
En el garaje, mi levemente oxidado Mazda muy alejado de un plano
invisible, pero era la mejor forma de transporte, ya estaba pagado y aún corría
bastante bien siempre y cuando recordara cambiar el aceite a tiempo. En
lugar de villanos, yo luchaba contra el tráfico en la autopista y con un
compañero de trabajo por el último hueco en el estacionamiento del garaje.
Perdida esa batalla.
Sonrío y gratamente saludo al guardia de seguridad a la vez que deslizo
mi acreditación de acceso y me dirijo al edificio, subiendo por las escaleras, y
hacia el espacio de mi cubículo mirando por encima el área de
estacionamiento. Compruebo mi calendario, agarro mi portátil y esperando
que no hubieran donuts en la primera reunión del día.
No ganaría un conflicto conmigo mismo más de lo que podía
apresurarme a quitarle un puesto de estacionamiento de alguien a quien
tendría que mirarle a los ojos más tarde en el día. No era que tenga problemas
para defenderme a mí misma —no lo tenía— pero cuando se trata de cosas
pequeñas, parece más fácil rendirse.
Vaya súper heroína sería.
Las reuniones fueron interminables, los planes de proyectos
actualizados, y trabaje mientras almorzaba para asegurarme de que todo el
que necesitara información continua con respecto al impacto financiero de
esto estuviera informado. El día, aunque típico, pasó justamente bien hasta la
última hora.
La pequeña manecilla en el reloj por encima de mi cabeza se movió hacia
10 el cinco. Parpadeo y Respiro profundamente. Bajo la mesa de la sala de
reuniones, cierro mis puños y trato de no temblar visiblemente.
Frente a mí estaba sentado Kevin Stump, la rata bastarda que ha sido
contratado como mi nuevo jefe hace solo unas semanas atrás. Como si su
sonrisa fútil y ridícula, sobre-estilizado cabello no fuera suficiente como para
hacerme querer golpearlo, la mierda que salía de su boca era mucho, mucho
peor.
—Me doy cuenta que solo llevas con nosotros unas pocas semanas —
digo a través de dientes apretados—, pero esta mejora es crucial. Sé que las
empresas representadas no van a ver resultados inmediatos, pero si miras a
largo plazo la capacidad de los servidores…
—Señorita Ellison. —Kevin se estira hacia atrás su cabello y pone los
ojos en blanco—. Estoy muy al tanto de cómo funcionan estas cosas. Todo el
mundo aquí parece creer que esta compañía es de alguna forma comparable
a las otras allá afuera, pero no lo es. Sé cuando se necesita una mejora y
cuando no. Esta puede esperar.
—Si mira a la data —comienzo a decir mientras que saco algunos de mis
gráficos, pero él me interrumpe antes de que pudiera explicar.
—Es irrelevante —afirma. Pasa sus dedos sobre el borde superior de su
cabello pero no en realidad en los mechones. Uno de ellos podría salirse de
lugar si él hiciera eso—. Lo he visto y no muestra nada concluyente.
Parpadeo unas cuantas veces a medida que imagino a Buffy saliendo de
la gigantesca pizarra detrás de la cabeza de Kevin y clavándole una estaca en
su corazón.
—Pero estos picos aquí… —señalo hacia uno de los gráficos, pero él me
desestima con un gesto.
—Hemos terminado aquí —dice—. Infórmele al equipo que pueden
centrarse en proyectos que de verdad le harán ganar a esta compañía algo de
dinero.
Quería decirle idiota. Quería arrojar mi portátil —o al menos mi
bolígrafo— justo en su cara de chía1. Quería invocar a mi lado más sarcástico
y disparar comentarios dignos de Scott Adams2 en persona.
No lo hago. No podía.
Además de necesitar el trabajo, no quería herir sus sentimientos en
11 realidad.
Kevin se levanta y se aleja antes de que pueda decir otra palabra. Me
quedo sentada allí un rato hasta que noto que mi boca estaba abierta y estoy
sentada sola en una sala de conferencias. Cierro de golpe mi portátil y salgo.
Estoy que echo humo cuando regreso a mi escritorio. Iba a tomarme otra
hora para informar a todo el equipo que todo el trabajo que han estado
haciendo durante el mes pasado ahora no tenía ningún valor, y ya era casi la
hora de acabar el día.
Mi teléfono suena, y echo un vistazo abajo para ver el rostro de mi mejor
amiga en la pantalla.
—Iré a Thirsty’s después del trabajo —Mare dice con su habitual tono
chirriante—. ¿Quieres unirte?
Respiro profundamente y tamborileo mis dedos en mi escritorio. Ha sido
un día de mierda en el mundo empresarial, y Kevin un grandísimo y gordo
gilipollas. Está bien, él no es gordo, pero sí un idiota, y ha estado haciéndome
ir a reuniones sin sentido desde el día que llegó al edificio. Todo lo que
necesitaba era el cabello en punta para convertirse en un personaje andante
1 Chía: semilla de planta de salvia hispánica
2Scott Adams: dibujante conocido por su crítica ácida y mordaz contra la burocracia en su caricatura
"Dilbert".
de la caricatura Dilbert, pero ya no era gracioso. La última cosa que quería
hacer era trabajar hasta tarde para explicar porque el proyecto fue cancelado,
y ni siquiera estaba segura de qué decir al respecto. Solo sabía que tan pronto
como presionara enviar, un montón de gente aparecería delante de mi
escritorio y me mantendrían aquí aún más tiempo.
Una bebida sonaba bastante bien.
—Sí, está bien —digo en el teléfono—. ¿Alguien más irá?
—El grupo de siempre —responde Mare—. Es viernes después de todo.
—Cuenta conmigo —digo.
—¡Genial! Te veré allí alrededor de las seis, Clo.
Cuelgo y sacudo la cabeza ante la constante necesidad de Mare de
recortar el nombre de todo el mundo. Parece que no puede llamarme Chloe
en realidad más de lo permitiría a los demás llamarla Mary. Era siempre solo
Mare, como una yegua. Ella hasta se presentaría a sí misma de esa forma; "Mi
nombre es Mare, ya sabes, ¡como el caballo!"
Exploro a través de mi correo electrónico, decidiendo que no hay nada
12 que no pueda esperar hasta el lunes, reúno mis cosas y me voy a casa. Por
supuesto, me detuvieron mientras salía tres personas en el pasillo. Las
noticias viajan rápido, aparentemente, y todos querían saber porque el
proyecto lo iban a eliminar cuando era una mejora importante y porque no le
aclaré eso a Kevin.
Es tentador arrojar todo por la borda, pero no está en mi naturaleza.
Además de eso, y a diferencia de muchos de mis compañeros laborales, estoy
soltera y dependo de mí misma para todo. No podía arriesgarme a enojar al
nuevo ejecutivo sin otro trabajo en ciernes, así que intento explicarles su
defectuoso razonamiento lo mejor que puedo antes de escapar por el hueco
de la escalera, salir del estacionamiento, y meterme una hora y pico en el
tráfico.
Conduzco con cuidado y cortésmente. Sin cortar a nadie. Me detuve para
dejar a otros pasar delante de mí, aunque eso provocara que se me pusiera el
semáforo en rojo.
Mi apartamento vacío me recibe con sus tonos tierra, líneas sencillas y
las súper heroínas. A pesar de que le decía a la gente que la limpieza era
importante para mí, en realidad se veía tan impecable porque no tenía mucho
más que hacer por las tardes o los fines de semana. Si tenía algo parecido a
una vida social y a menudo iba al cine o a cenar con amigos, pero finalmente
volvía aquí a mi solitaria y estéril morada.
Introduje un DVD solo para escuchar la voz de la princesa Leia mientras
se enfrenta a Darth Vader. Recitar las frases era mejor que hablar conmigo
misma.
Mi vestidor está lleno de atuendos para reuniones nocturnas, pero me
decido por unos vaqueros y una camiseta que compré en San Francisco
cuando visité a mi madre el año pasado. Thirsty’s Oasis no era un lugar
elegante, solo un agradable bar deportivo con muchas pantallas grandes,
bastantes cervezas en barriles y camareros amigables. Habría unos pocos que
vendrían directamente del trabajo y vestidos algo elegantes, pero la mayoría
de la multitud vestía informal.
La televisión me saluda como salgo de la habitación a la sala de estar. La
película estaba casi en mi parte favorita, y estoy tentada a escribir un mensaje
de texto a Mare y decirle que no iba a poder ir después de todo. Una tarde con
la Trilogía Original en casa sonaba bastante bien.
—Por supuesto que lo es —murmuro para mí misma.
13
Repentinamente me siento abrumada, me siento en el sofá y pongo la
cabeza en mis manos. Tengo claro que de hecho solo estoy sintiendo pena por
mí misma, y eso me enfurece. Mi mente vaga hacia Zach, mi ex, pero me niego
a defraudarme a mí misma y dejarme arrastrar. No es por la falta de un
hombre en mi vida —podía manejar eso— pero entre pensar en mi padre, lo
lejos que está mi madre y echando humo con Kevin siendo un idiota total,
parece como si algo en el universo estuviera conspirando mí contra.
—Necesito un poco de acción en mi vida —le informo a la Mujer
Maravilla—. ¿Necesitas algo de ayuda con los criminales? Apuesto a que tus
brazaletes me quedarían bien.
Ella mira desde su posición y no acepta mi oferta.
Me impulso fuera del sofá con gran esfuerzo mental y me contemplo en
el espejo. Girando mi cabeza hacia la izquierda, luego a la derecha y decido
que mi cabello castaño rizado no iba a mejorar, debido a la humedad, aplico
un poco más de delineador alrededor de mis ojos azules, y decido que estoy
lista para irme. Aunque la Mujer Maravilla hubiera necesitado un poco de
ayuda, habría inventado alguna excusa de por qué no podía ser su asistente.
Tal vez lo consideraría más tarde cuando hubiera pensado en todas las
ramificaciones de dejar mi trabajo y amigos para tener una gran aventura,
pero no ahora, no cuando no estoy preparada para ello.
Thirsty’s está lleno, y en principio, no puedo encontrar a mi grupo.
Serpenteo a través da la multitud saludando a unas cuantas personas que
reconocí hasta que veo a Mare ondeando frenéticamente sus brazos desde
una mesa alta cerca de la parte posterior del bar.
—Tuve un día de mierda —digo mientras que me acerco.
Mare y Nate estaban sentados apoyados muy cercanamente de manera
en la que lo hace la gente que no han admitido aún que están interesados el
uno en el otro. Pensé que ellos serían la pareja perfecta si simplemente
siguieran con ello. Él apartó sus vivaces ojos oscuros de Mare hacia mí.
—¡Únete al club! —responde Nate. Levantando un vaso de chupito con
su carnosa mano en saludo. Es de baja estatura con el cabello liso, rubio y
gafas negras de friki que parece volver absolutamente loca a Mare.
—¿Bebiendo ya? —digo con una ceja levantada.
—Estoy bastante segura de que tendré que llevarlo a casa —dice Mare
14 con un guiño. Apartando su gruesa cabellera castaña de su hombro y
depositando un brazo en la parte posterior del taburete de Nate.
—Ha sido esa clase de semana —Gabe dice del otro lado de la mesa
donde está sentado. Él era el omnipresente soltero de nuestro grupo y parece
perfectamente contento de serlo. Me entrega su chupito. Él no bebía más nada
que cerveza light.
—Qué demonios —murmuro. Tomo el agradecidamente dulce trago y
dejo caer mi vaso en la mesa antes de ordenar un vodka y jugo de naranja, mi
bebida de suplente—. Mi jefe es un gilipollas. —digo.
—¿El tipo nuevo? —pregunta Nate. A pesar de que él no está en mi
equipo, ambos trabajamos en la misma oficina. Asiento, y ríe, lo cual hace que
su cabello se agite alrededor de sus orejas—. ¿Intentando ganarse una
reputación ya?
—Si quiere que su reputación esté manchada, entonces sí —murmuro—
. Él canceló la mejora del servidor.
—Imbécil —Nate balbucea. Es un chico de hardware y está
acostumbrado a recibir el apestoso final del presupuesto institucional. Todos
nosotros trabajábamos en el campo de la información tecnológica excepto
Gabe, a quien Mare y yo conocíamos de la escuela secundaria—. Pensé que
todos le están llamando Cabeza de chía.
—¿Cabeza de chía? —repitió Mare.
—Simplemente parece una —le informo—. Su cabello es ridículo. Creo
que tiene casi el mismo cerebro dentro, también.
—Por eso que vale la pena ser tu propio jefe —dice Gabe.
—Si no te importa alimentar con penes a la gente —Nate dice con una
risa disimulada.
Gabe sonríe y se balancea en las dos patas del taburete, causando que
este crujiera. Es un hombre grande con una sonrisa que siempre hace que sus
ojos brillen como si él estuviera a punto de hacer algo malicioso. A menudo lo
hacía, también. Es un chef de repostería en su propia pastelería, y está
especializado en pasteles exclusivos para diferentes ceremonias. Hacía las
normales de cumpleaños y bodas, pero la mayoría de su negocio son los
pasteles con forma de tetas para fiestas de solteros y pasteles de pene para
solteras y divorciadas.
15 Aparentemente, era un negocio bastante lucrativo.
—Nunca he dado de comer polla a una mujer que no lo apreciara —
responde. Sus ojos parpadean mientras que me guiña un ojo.
Sacudo la cabeza y pongo los ojos en blanco hacia él, nunca tendría una
cosa con Gabe a pesar de que coqueteábamos mucho el uno con el otro. Mucha
gente pensaba que íbamos a enrollarnos finalmente, pero nunca sucedió.
Siempre hemos mantenido las cosas en el reino de "solo amigos".
—Oye, Chloe —dice Gabe a la vez que se inclinaba a través de la mesa—
. El taller dice que mi auto está definitivamente kaput. ¿Aún estás dispuesta a
ayudarme a encontrar uno nuevo la próxima semana?
—Seguro —contesto—. Hice algunas comprobaciones ayer, y hay todo
tipo de ventas que empezaran a partir del lunes. Devoluciones de
arrendamientos, en su mayoría.
—¡Perfecto! —Gabe me da una gran sonrisa y sus ojos se iluminan—.
¡Eres mi héroe!
—¡Heroína! —corrijo.
—Heroína —Gabe responde—. ¡Soy totalmente adicto a tu compañía!
—¡Ja!
Y así la noche va progresando con charlas de sobre carga de trabajo, falta
de tiempo de compensación, y jefes demasiado apasionados que no saben de
qué demonios estaban hablando. Trajeron chupitos de nuevo, y yo parecía
incapaz de detenerme de unirme al resto de ellos. Hasta que pago una ronda
para mantener las cuentas iguales. Es lo más educado que hacer.
—Bueno, me tengo que ir —dice Gabe mientras se pasa la mano por su
estilizado cabello rubio. Se levanta de su asiento y arroja unos billetes sobre
la mesa—. Si alguno de ustedes chicos necesita que lo lleve que no le importe
perder un brazo y un órgano vital, ¡ahora es el momento!
Reviso mi teléfono para ver la hora. Aún es muy temprano, y la idea de
regresar a mi apartamento vacío no sonaba atractivo en este momento. Si me
iba, mi fin de semana habría empezaría exactamente como había iniciado la
semana pasada y la semana antes de esa. Probablemente la semana anterior
a esa, también. Beber, charlar, de vuelta a casa a mi sofá y una película, y
comprar comestibles por la mañana.
Con razón no me molesto en usar un reloj; podía decir la hora solo al ver
lo que iba a hacer después.
16 Mare y Nate no eran menos predecibles, pero por lo menos ellos podrían
terminar yendo a casa juntos aún si resultaba ser un rollo casual. Yo no había
tenido un ligue en… bueno… nunca. Yo no hacía esa clase de cosa. Tenía que
haber aunque sea tres citas primero, luego besuqueo, quizás un poco más, y
después de estar segura que la relación parece estar yendo a algún lado, solo
entonces el sexo estaba sobre la mesa.
Mientras pensaba, Gabe lanzó sus ojos de mi cara a mi medio vacío vodka
y la fila de vasos de chupitos.
—¿Chloe, necesitas que te lleve? —preguntó.
Debería haberme ido. Si tan solo hubiera dejado que Gabe me llevara a
casa justo en ese momento, todo habría permanecido igual. Habría estado en
el trabajo el lunes en la mañana. No me habría encontrado en una situación
mucho más allá de mi control.
—Nah, estoy bien —digo—. Me quedaré un rato más.
—Como quieras. —Gabe contesta. Después de una rápida despedida y
promesas de quedarse hasta más tarde la próxima semana, deambuló a través
de la multitud hacia la puerta.
Me giro hacia Mare y Nate que estaban mirándose el uno al otro a los
ojos, prácticamente inconscientes de mi presencia.
Fabuloso.
Intento atraerlos conversar un poco, pero el tema derivó hacia una
película que no había visto aún. Mi mente serpentea hacia otros patrones del
bar por un momento, y luego me doy cuenta que no he escuchado ni una
palabra de lo que Mare había estado diciendo.
Qué mala amiga soy.
Trato de enfocarme de nuevo en sus palabras, asintiendo y acordando
que una segunda película de Magic Mike sería lo máximo. Otro destornillador3
aparece frente a mí, pero no recuerdo haberlo ordenado. Mi cabeza está
definitivamente borrosa, y estoy empezando a preguntarme cómo demonios
voy a llegar a casa. Todos los tragos me estaban pasando factura, y estaba
comenzando a sentirme un poco mareada. Abrir y cerrar los ojos hace que la
mesa gire y rápidamente me excuso para ir al baño.
Caminar resulta más difícil de lo que pensé que iba a ser. Tan pronto
como me levanto, me doy cuenta de lo afectada que estoy. Me sostengo en un
par de taburetes en el camino hacia el baño de señoras, agradecida de que no
haya cola. Una vez que entro en un cubículo, encuentro que ni siquiera puedo
17 permanecer suspendida sobre el asiento como normalmente lo haría y me
dejo caer en el sanitario agrietado con una mueca.
A medida que el mareo me vence, me armo de valor en contra de la
sensación, sin importarme ya por la limpieza del asiento del sanitario. Trago
con fuerzas e inclinándome sobre mis muslos y me digo a mí misma que no
iba a vomitar. Solo necesito concentrarme un poco. Respirar lentamente. No
he bebido así en mucho tiempo, y con mi metro sesenta y cuatro y sesenta y
cinco kilos, no tengo tanto aguante como podía en la universidad. Aun así,
había sido considerada una profesional en ese tiempo, y no era cuestión de
perderlo ahora.
Espero.
Con determinación y unas cuantas respiraciones meditativas más,
termino y manipulo la cerradura del cubículo. Se burla de mí por un momento.
El pequeño pestillo no se desliza sino que no se mueve hacia el lugar indicado
para liberar el bloqueo en un principio, aunque finalmente me las arreglo para
poder liberarme. Tropiezo hacia adelante mientras que me acerco al
lavamanos e intento lavar mis manos, pero la falta de jabón en el dispensador
3
Destornillador: coctel preparado con vodka y jugo de naranja.
solo permite enjuagarme. El dispensador de toallas estaba obviamente
confabulado con el pestillo de la puerta de la casilla y me dificulta obtener el
par de hojas de papel que necesito para secar mis manos. En cambio, caen en
un gran motón sobre mis pies, lo cual encuentro remarcablemente gracioso
por alguna razón.
Riéndome, uso una de las toallitas que han caído suelo para abrir la
puerta, haciendo una bola, y trato de mantener la puerta abierta con mi
espalda a la vez que simultáneamente arrojo el papel dentro de la papelera
cerca del lavabo. La fuerza del tiro fue aparentemente demasiado, y me
tropiezo hacia fuera de la puerta y a la pared de ladrillos.
Es bastante tibio para ser ladrillos y ni cercanamente doloroso en mi
espalda como habría pensado que sería. Me apoyo contra ella un poco más y
suspiro. Con el regreso del vértigo y casi caigo hacia adelante. Y es ahí cuando
a la pared de ladrillos le crece manos y brazos, los cuales se envuelven a mí
alrededor y evitan que caiga sobre mi trasero.
Aún mareada, me doy la vuelta para encontrar que la pared de ladrillos
lleva puesta una camiseta gris y de tirantes, que dejaba al descubierto los
18 tatuajes que parecían grafitis alrededor de los brazos que me sostenían
firmemente mientras intentaba recoger mis cosas.
¿Dónde estoy?
Ah sí… Thirsty’s, en la entrada del baño.
Miro hacia adelante y centro mis ojos en el pecho frente a mí. Tengo que
inclinar mi cabeza hacia arriba para descubrir que estoy, de hecho, no unida
a una pared de ladrillos, sino a un rostro que estaba muy, muy arriba en altura.
El tipo era imponente. Simplemente enorme. Él estaba bien por encima
del metro ochenta de alto con hombros que ocupaba casi todo el ancho del
pasillo.
—¡Hola! —La pared de ladrillos dice con una profunda y jocosa voz—.
¿Estás bien?
¡Alarma!
No es que Thirsty’s fuera conocido por mucha gentuza o actividades
delictivas de ningún tipo. No lo era. Nunca habría entrado al lugar si fuera así.
Es un típico bar deportivo en los suburbios del suroeste de Ohio, en su
mayoría atienden a la multitud de fútbol profesional cuando los del trabajo o
expresando sus sentimientos con respecto Bengals jugaban contra los
Steelers. La clientela habitual era gente local desahogándose a sus
matrimonios fallidos. Ocasionalmente, había unos pocos solteros buscando
ligar. La mayoría de la gente que veía allí ya la había visto antes, aunque no
los conociera.
Este tipo no pertenecía aquí.
Donde sea que mantenían las entradas para los hombres de los cuales tu
mamá te advirtió al respecto, la foto de este tipo estaría en la cima de la lista.
Sus brazos y pecho con músculos que sobresalían. Él en realidad sí
parecía una pared de ladrillos. Podía ver el contorno de sus abdominales a
través de su camiseta, apilados como los ladrillos alrededor de una chimenea.
Cada centímetro visible de su piel bronceada está completamente cubierto
por innumerables tatuajes. No podía concentrarme en una imagen sin que
todas ellas se mezclaran juntas como el mosaico de un rápido y en
movimiento vagón de tren cubierto por grafitis. Su cabello corto negro era del
mismo largo de la pulcramente recortada barba que cubre su rostro, y cejas
oscuras enmarcaban sus ojos marrón-verdoso.
Quizás estoy sintiendo un poco de esa arrogancia sureña por la cual era
conocida mi abuela cada vez que caminábamos a través de un Walmart
19 cuando era una niña.
Tal vez estoy yendo tan lejos de medir el perfil de este tipo por su altura,
el insano número de tatuajes, vaqueros desgastados, camiseta de tirantes, y
asumir que tenía una Harley estacionada en algún lado afuera. Quizá solo
estoy en shock por el propio encuentro abrupto.
Aparte de todo eso, es absolutamente hermoso.
Tal vez tan solo estoy ebria.
—Sí —digo finalmente, esperando que sonar más convincente de lo que
me siento—. Lo siento, solamente perdí un poco el equilibrio.
—Veo eso. —La pared de ladrillos responde. Sonríe y sus ojos se
encienden con diversión. Cambiando su peso de un pie al otro y sus dedos se
aprietan alrededor de mis caderas, causando una onda hacia sus brazos.
Dios bendito, tiene muchos músculos enormes, abultados músculos que
no se pueden ocultar por su vestimenta.
—¿Necesitas ayuda? —pregunta.
—No, estoy bien. —respondo. Tratando de ondear mi mano
despectivamente pero me doy cuenta que tenía un agarre mortal con los
antebrazos de la pared de ladrillos. Sus duros y musculados antebrazos que
suben hacia sus absurdamente amplios hombros.
Lo miro fijamente a los ojos, que brillan con diversión. Mi piel se calienta,
y soy consciente de su cercanía a pesar de mi estado ebrio.
Me aclaro la garganta.
—Mis amigos me están esperando.
Trato de apartar mis dedos de sus musculosos brazos, pero mis manos
parecen felices de sostenerse de él y se me hace difícil liberar mi agarre.
Finalmente llego a un acuerdo con mis manos para liberarlo lo suficiente para
poder dar un paso hacia atrás, y sus brazos caen sobre mi cintura, dejando el
espacio vacío un poco más fresco de lo que había estado cuando él me estaba
tocando.
Doy otro paso atrás, y desde mi nueva perspectiva, aún tengo que
levantar mi cuello para mirarlo a los ojos. Que están profundamente
ensombrecidos en la tenue luz, haciéndolos parecer lo suficientemente
siniestros con que me estremezco un poco. Su barba es corta y parece más
20 como una sombra desaliñada, pero no se extiende hacia su cuello en absoluto.
En su lugar, todo de desplaza en una línea acicalada desde sus patillas hasta
su cabello.
—Lo siento —digo de nuevo.
—No te preocupes —responde.
Camino cuidadosamente a su alrededor para mantener el equilibrio,
echando un vistazo hacia atrás solo una vez para verlo observarme
alejándome con ojos oscuros y su sonrisa divertida. Me molestó un poco. La
última cosa que necesitaba era a un canalla riéndose de mí, ebria o no. Aparto
la cabeza de él, echando mi cabello hacia atrás de mis hombros.
Y con eso, me dirijo de vuelta con mis amigos.
Dos
A
unque estoy bastante segura de que mi bebida estaba casi vacía,
había una llena delante de mi asiento. Mi cabeza se había aclarado
después del choque contra el completo extraño —una enorme,
pared de ladrillos extraña— suspiro y envuelvo mis dedos alrededor del vaso.
El barman había hecho otra fuerte, y apenas podía detectar el tinte de naranja
del jugo en el vaso.
—Entonces, ¿cuál es el plan para el fin de semana? —pregunto.
Pensando que si me involucro más en la conversación, me pasará un poco la
borrachera.
—Ayudaré a mamá con sus planes de boda —dice Mare.
La madre de Mare estaba a punto de intentarlo con el esposo número
21 cuatro. Mare le daba a este un año, a pesar de que el último solo sobrevivió
ocho meses.
—Tenemos que elegir un fotógrafo y un florista. Deberías venir conmigo
realmente para seleccionar al florista. Odio las flores.
—Quizás podrías hacer algo aparte de las flores —sugerí.
—Las flores es lo establecido —responde Mare—. Si mi mamá no sigue
las normas, tendrá una rabieta.
Aprieto mis labios, preguntándome porque simplemente no iban a un
juez de paz y lo hacían. Parecería que ya estaría agotada de todos los planes
de boda y cosas en este punto. Sé que yo lo estaría.
—Conozco esa mirada —dice Mare—. ¿Qué estás intentando no decir,
Clo?
Echo un vistazo hacia ella, ligeramente molesta conmigo misma por ser
tan transparente, me encojo de hombros.
—Tú nunca dices lo que estás pensando —me dice—. A veces me vuelves
loca. Sé que tienes una opinión escondida ahí dentro.
—No es importante —digo tranquilamente, tensándome bajo el
escrutinio—. Solo olvídalo.
—Simplemente estás demasiado tensa —dice Nate. Levanta su vaso y
señala hacia mí con un dedo que no está envuelto alrededor de la bebida—.
Lo que sea que tengas que decir no herirá mis sentimientos.
—Ese es su padre hablándole a ella —die Mare a la vez que me da un
juguetón empujón en el hombro—. Piensa siempre antes de hablar.
—Tres veces —contesto con una sonrisa—. Él tenía razón normalmente,
también. Las personas siempre están haciendo y diciendo cosas de las cuales
se arrepienten. Pienso que la mayoría de sus clientes estaban sufriendo del
síndrome de arrepentimiento.
—Sí, pero él era un psicólogo —señala Nate—, y sus clientes estaban allí
porque se arrepentían de lo que dijeron o hicieron. Digo lo que necesita ser
dicho, pero no me arrepiento.
Afortunadamente, ese fue el final del tema. Bueno, al menos afuera de mi
cabeza. Mis propias palabras parecían estar flotando alrededor de mi cerebro
aun cuando la conversación se tornó de vuelta al odio a las flores.
—No digo o hago nada fuera de lo normal.
22 Era la verdad y una regla por la cual regía mi vida. Me mantuvo fuera de
problemas, permitiéndome avanzar bastante rápido en mi carrera, y
generalmente me mantuvo segura.
Y predecible.
Mientras me saqué fuera de mis propios pensamientos, Mare y Nate
habían vuelto a hablar de la película que yo no había visto. Intenté enfocarme
—en serio lo hice— pero no tenía ningún marco de referencia. Miro abajo
hacia mi vaso y dejo que mi dedo se deslice a través de la condensación. Los
patrones son demasiado interesantes para mi mente ebria, así que aparto la
mirada y me miro sobre mi hombro para encontrar algo que me distraiga de
mis propios pensamientos.
Veo de nuevo a Pared de Ladrillos.
Está sentado con otros dos tipos en una cabina junto a la pared. El que
estaba al lado de Pared de Ladrillos tiene el cabello castaño claro saliendo de
un gorro de lana y vestía una camiseta negra con el logo de una banda en ella.
El hombre sentado frente a ellos parece vestir una chaqueta de algún tipo. Él
está definitivamente mejor vestido que los otros dos, pero no puedo verlo
muy bien con la parte trasera de la cabina bloqueando mi vista. Hay
demasiado ruido para que pueda escuchar su conversación, pero Pared de
Ladrillos definitivamente no parecía feliz por lo que sea que el tipo delante de
él está diciendo.
Abruptamente, Pared de Ladrillos se levanta y arremete contra el tipo en
chaqueta. El hombre del gorro se pone de pie y agarra el brazo de Pared de
Ladrillos fuertemente, como si pudiera contenerlo. Pared de Ladrillos tiene
que tener unos quince centímetros más de altura que el tipo y probablemente
unos veinte kilos más también. Sin embargo, él detiene sus movimientos,
curva su labio superior ligeramente, y se sienta de nuevo después. Su pecho
se agita respirando profundamente mientras aparta la mirada de sus
acompañantes…
…y directo a mis ojos.
Sacudo mi cabeza de nuevo hacia mi bebida velozmente a la vez que
siento mi cara ruborizarse, avergonzada por haber sido atrapada espiando.
Bueno, no espiando exactamente, pero bastante cerca. Los cabellos en la nuca
se erizaron, y me pregunté si él aún me estaba mirando. No iba a girarme para
averiguarlo. Aún estaba aterrorizada de haber sido atrapada mirando
fijamente al mismo chico con el cual choqué hace unos minutos.
23 —¿Clo?
—¿Hmm? —Echo una mirada al rostro de Mare mientras ella levanta sus
cejas.
—¿Un poco perdida en tus pensamientos?
—Sí, lo siento.
—Te estaba preguntando si estarás ocupada el martes después del
trabajo. —Ella inclina un codo en la mesa—. Podrías ir con un par de floristas
entonces.
—Claro —respondo.
El camarero regresa, y pido un vaso de agua.
—Necesito irme para poder reunirme con mamá por la mañana —dice
Mare mientras entrega su tarjeta de crédito al camarero. Se gira hacia Nate—
. ¿Asumo que necesitas que te lleve?
—Seguro como el infierno que no voy a conducir —contesta Nate—. Solo
espero que no estés planeando aprovecharte de mí estando ebrio.
Mare se ríe.
—¿Estás bien, Clo?
—Voy a beber mi agua —le digo—. Estaré bien en un momento.
—¿Estás segura? Puedo llevarte ahora.
—No, estoy bien. —Ondeo mi mano alrededor despectivamente—.
Necesito ir a la tienda de comestibles mañana, y no quiero que tengas que
traerme para recoger mi auto. Solo me quedaré un rato.
—Has tenido bastante —Mare declara—. Sé cuidadosa y llama un taxi si
tienes que hacerlo.
—Lo haré.
Mare y Nate salen, agarrados del brazo. Termino el agua pero aún no
estoy bien, así que pido otra cuando el camarero me trae la cuenta. Ni siquiera
miro cuántas bebidas hay en ella, solo le doy mi tarjeta.
Mientras estoy sentada en la ahora mesa vacía, siento como si todo se
estuviera estrellando a mi alrededor. Probablemente solo es el alcohol, pero
parece como si todo el mundo a mi alrededor tuviera cosas que hacer y gente
con la cual estar, mientras que yo estoy sentada sola. Extraño a papá y
nuestras largas conversaciones. Cuando mamá se mudó pronto después de su
24 muerte, parecía como que la había perdido, también.
Sentí las lágrimas en la esquina de mis ojos.
Oh, infiernos no. No iba a ser la chica borracha llorona en el bar.
Necesitaba salir a tomar un poco de aire fresco.
Me levanto abruptamente y empujo hacia atrás mi taburete, chocando
con la persona que camina detrás de mí.
—¡Demonios, chica!
Giro para ver a quién he golpeado, tropiezo con el pie en la pata del
taburete, y caigo hacia adelante, dentro de los brazos de Pared de Ladrillos.
De nuevo.
Me levanta en el aire sin esfuerzo siquiera y me deja derecha. Mi
camiseta se había subido en el proceso, y cuando él pone sus manos en mis
costados para sostenerme firme, terminan en mi piel justo encima de mis
vaqueros. Se ríe.
—Tenemos que dejar de encontrarnos así.
—Lo siento —sollocé.
—Pero de nuevo, está empezando a gustarme. —Sus ojos brillan
mientras que mira abajo, hacia mí.
Estoy más que nerviosa. Aparte de la vergüenza de caer encima del
hombre otra vez, estoy horriblemente distraída por la sensación de sus manos
en mis costados. Puedo sentir el agarre de sus largos y tibios dedos en mi piel.
Apretando su agarre, envía un torrente de sensaciones a través de mi cuerpo,
el cual se concentra entre mis piernas.
¿Qué demonios?
Esa pequeña alarma en mi cabeza se activa nuevamente, y me aparto de
él, apenas evitando no caer hacia atrás. Rápidamente acomodo mi camiseta y
equilibrando mis pies. Mi corazón está palpitando, y mis manos tiemblan un
poco mientras que intento recuperar algo de compostura, fallando
miserablemente.
—Fue solo un accidente. —Mi voz suena tímida y apenas es audible con
la música del bar sonando.
—Algunos accidentes son buenos —dice él.
Entrecierro mis ojos a la vez que él mira rápidamente de arriba abajo mi
cuerpo. Mi ebria vergüenza se estaba convirtiendo velozmente en algo más a
25 medida que mi corazón continúa latiendo frenéticamente, y mis palmas se
humedecen.
—Bueno, esto es lo habitual en ti, de cada día, causar accidentes. —Trago
con fuerzas y trato de averiguar si lo que he dicho tiene algo de sentido en
absoluto.
—Bueno, me he especializado en choques de tren antes —Pared de
ladrillos me informa—, así que esto está bien desde mi perspectiva.
Da un medio paso más cerca de mí, yo retrocedo y me siento en el
taburete.
—¡No soy un choque de trenes! —Me escucho a mí misma decir—. Solo
soy un poco…
Mis palabras se van acallando mientras pienso qué debe contener el
resto de mi frase. Fallando, de nuevo.
—Eres un poco linda —dice Pared de Ladrillos.
Lo miro mientras mi rostro se ruboriza. No estoy en forma para este tipo
de tonterías, ciertamente no con un tipo como este.
¿Un tipo como qué?
¡Alarma!
Necesito salir de aquí como el demonio.
—Estoy casi saliendo de aquí —digo altivamente. Doy la vuelta
lentamente para no perder el equilibrio nuevamente y me dirijo hacia la
puerta.
Pared de Ladrillo me sigue.
—¡Oye! —grita—. ¡No estaba tratando de insultarte ni nada! ¿A dónde
vas?
No me giro ni respondo aunque sé que estoy siendo grosera al ignorarlo.
Aún necesito aire fresco, ahora más que nunca. Empujo la perilla de la puerta
y la inercia casi me golpea. Dándome cuenta de que estoy empujando el lado
equivocado, muevo mis manos sobre ella e intento de nuevo con mucho más
éxito.
—Oye, nena —Pared de ladrillos dice a la vez que la puerta golpea para
cerrarse detrás de él—. En serio, ¿a dónde vas?
Me concentro en dirigir mis pasos hacia el estacionamiento y continúo
ignorándolo. Detrás de mí, puedo escucharlo reír, y no me gusta el sonido de
26 ello en lo absoluto. Enojada y confundida, busco en mi bolso hasta que
encuentro las llaves de mi auto.
—¡Oye! —Pared de ladrillos exclama—. ¿Qué crees que haces?
—¡Me voy a casa! —espeto de vuelta.
—Chica, apenas puedes caminar —dice—. No hay forma que puedas
conducir.
Mi cabeza flota nuevamente, y solo para probar su argumento, tropiezo
con el costado de mi auto. Un momento después, él está a mi lado, gentil pero
quitando insistentemente las llaves de mis manos.
Me doy la vuelta, con intención de recuperar mis llaves, pero me
encuentro con mis manos presionadas contra su enorme pecho en cambio. No
me había dado cuenta de lo cerca que estaba. Con una mano justo al lado de
mi cabeza, se recuesta contra la puerta del vehículo. Con el otro brazo
extendido detrás de él, sostiene mis llaves lejos de mi alcance.
—Dámelas —digo. Queriendo sonar fuerte y sin miedos, como la
princesa Leia mientras confronta al Gobernador Tarkin, pero las palabras
apenas salen como un suspiro. Quiero agarrar mis llaves, pero sus musculosos
y decorados brazos son demasiado intimidantes.
—No puedo hacerlo. —Sacude su cabeza lentamente—. No puedo
dejarte ir así. En serio, nena, no puedes conducir. Déjame llamar un taxi o algo.
Sabía que él tenía razón. Simplemente no quería tener esta discusión con
este tipo. No era de aquí. Era del bar de motociclista próximo a la tienda
Harley o tal vez en uno de esos clubs de gang-banger4 en el centro de la ciudad.
¿En el centro de nuestra ciudad hay algún club gang-bangers siquiera?
¿Qué demonios es un gang-banger, de todas formas?
Lo que sea que fuera, estaba cada vez más segura de que él era uno de
ellos. Echo una mirada alrededor del estacionamiento, preguntándome si
debería gritar por ayuda, pero sé que eso solo provocaría una escena. Él no ha
hecho nada malo en realidad, ¿y no me he avergonzado yo sola lo suficiente
por una noche? De todas formas no hay nadie más en el estacionamiento. La
mayoría de los autos se han ido ya, y me pregunto justamente cuanto ha
pasado desde que Mare y Nate se han ido.
¿Por qué no me fui con ellos?
Su cuerpo se presiona más cerca de mí y miro arriba hacia su rostro
27 nuevamente. Sus ásperas mejillas ensombrecían el resto de sus rasgos, y me
pregunto cómo se sentirían entre mis muslos.
¡Por dios, Chloe! ¿En qué estás pensando?
Una parte de mí está definitivamente pensando que es muy, muy
atractivo, a pesar de que no está ni cerca de ser de mi tipo. Mi tipo es la misma
clase de chico al que Mare se siente atraída, chicos con gafas y títulos en
ingeniería, como Zach lo había sido. No me gustan los chicos malos porque
ellos son… bueno, son malos.
—No quiero un taxi —digo. Necesito aclarar mi cabeza de vuelta y me
cuestioné si necesitaría un destornillador. Luego recordé que los
destornilladores eran lo que me habían traído a aquí en primer lugar—. Solo
quiero irme a casa.
—¿Me dejas llevarte, entonces?
Las imágenes de mí subiendo a la parte trasera de una Harley trucada
pasaron por mi cabeza. Nunca me había montado en una moto antes, y la idea
de sostenerme de alguien y confiar en mi propio agarre para evitar caerme de
la parte trasera era suficiente para hacerme estremecer.
4Gang-banger: Persona que practica el gangbang que es una especie de orgía en la que una mujer o
un hombre mantiene relaciones sexuales con tres o más hombres por turnos o al mismo tiempo.
—¡No me montaré en la parte trasera de una Harley!
Su ceño se frunció.
—¿Harley? —Inclina su cabeza hacia un lado—. Tengo un Honda.
¿Un honda? No, eso no encajaba para nada.
—No es verdad —digo.
—¿No? —Su sonrisa regresa, y sus ojos brillan en la luz de la farola.
—De ninguna manera.
—Eso es lo que dice en el maletero —contesta—. Tiene esa pequeña "H"
estilizada y la palabra "Civic".
—¿Tú? ¿En un Civic? —Es mi turno de reírme. Simplemente no hay
forma de que un hombre de esa talla posiblemente pueda entrar por la puerta
de un auto tan pequeño.
—Sí, yo en un Civic. ¿Qué hay de malo en eso?
—No cabrías en un Civic.
M
i cabeza cae como si hubiera una tropa de elefantes estuviera
bailando practicando su siguiente rutina de circo justo detrás de
mis ojos. Quiero quejarme, pero estoy segura de que el sonido
perforará mis tímpanos, así que me contengo. Me duele en todos lados y estoy
en una posición horriblemente incómoda. Mi almohada se siente como una
roca contra mi cuello. Y aunque aprieto mi brazo alrededor de ella, no cede.
Mi almohada también parece tener un distintivo olor almizclado, el cual
nunca he notado antes. En mi estado aturdido, no le estaba buscando mucho
sentido a ello. Las palpitaciones en mi cabeza me urgen para que me vuelva a
dormir, y no quiero discutir. Me recuesto y froto mi mejilla contra la almohada
tibia, pero hay algo todavía no parece correcto.
El aroma, la sensación de la almohada en mi rostro —simplemente no
31 está bien. Mi cuerpo duele junto con mi cabeza, lo que hace que mis
pensamientos lúcidos sean efímeros. Aprieto mis brazos alrededor de la
almohada, pero no está tan blanda como normalmente está.
Abro un poco mis ojos y descubro que mi almohada está cubierta de
tatuajes.
¿Qué demonios?
Trago fuertemente contra el nudo en mi garganta a la vez que trato
recobrar suficiente conciencia para estudiar lo que me rodea.
Estoy en una cama cubierta con unas sábanas sobre mi cuerpo. La cama
no es la mía. Ni siquiera es una cama propiamente dicha, es solo un colchón
que se extrae de un sofá descolorido. Solo llevo puesto mi sujetador y bragas.
Mis brazos y una pierna están envueltos alrededor de una Pared de
Ladrillos sin camisa.
Oh Dios mío, no…
¿Qué he hecho?
Con un pequeño chillido, me aparto de Pared de Ladrillos e intento salir
del colchón. Estoy enredada en la sábana, la cual está escondida bajo el lado
más lejano del torso de Pared de Ladrillos, y por un momento, mis piernas
están envueltas bajo él, enviando una ola de pánico a través de mí.
—¡Mierda!
Agito mis brazos y piernas hasta que puedo desengancharme de la tela,
cayendo sobre mi trasero al lado de la improvisada cama.
—¡Uf! —Sacudiendo mi cabeza palpitante para aclararla, me arrastro de
espalda unos pocos centímetros en el suelo a la vez que Pared de Ladrillos
abre sus ojos, apoyándose en un codo mientras mira abajo hacia mí. La sábana
cubre su parte inferior, así que no podría decir lo que lleva puesto, si es que
lleva algo.
Sosteniéndose hacia arriba con una mano lo que hace que sus músculos
en su brazo sobresalgan. Sus bíceps son enormes y decorados con… bueno, ni
siquiera estoy segura de qué. Podía distinguir algunas palabras, un rostro,
algunas estrellas y tal vez unas flores. Difícilmente hay piel mostrándose en la
parte superior de su cuerpo. Está cubierto completamente desde su cuello
hasta donde las sábanas están estiradas alrededor de sus caderas. Hasta el
dorso de sus manos está cubierto. Tiene suficientes palabras e imágenes en
32 su cuerpo para abrir tanto una galería de arte como una librería.
Los tatuajes no me gustan. No me gustaban los tipos así. Me gustan los
chicos buenos, prolijos que trabajaban en oficina y conducían Toyotas. Sin
embargo, aún seguía pensando que él era medio hermoso. A pesar de que no
puedo distinguir los detalles de los diseños en su piel, dan la impresión de
estar contando una historia, una intrincada y bella historia.
Sacudo mi cabeza para aclararla nuevamente. Tenía mi pierna envuelta
a su alrededor, estaba dormida en su cama, y no recordaba una maldita cosa
después de dejar el bar.
Siento mi cara ruborizarse. Esto está definitivamente en la cima de la
lista de situaciones que mi madre me dijo que evitara siempre. No sabía dónde
estaba, como llegué aquí o siquiera el nombre del hombre con el cual estaba
durmiendo.
¡Oh, Dios, dormí con él!
Pared de Ladrillos sonríe con suficiencia a medida que retrocedo de
manos y pies hasta que golpeo con algo en el suelo, mi propia chaqueta. La
agarro y la envuelvo alrededor de mi pecho mientras trato de tomar aliento.
—¿Estás bien? —preguntó Pared de Ladrillos.
—¡No! —Sacudo la cabeza vehementemente—. ¡No, no estoy bien! ¡Esto
no está bien! ¡Mierda, yo no hago esto! ¡Nunca hago esto!
—¿Hacer qué? —pregunta con sus ojos entrecerrados.
—¡Esto! —grito mientras sacudo una mano en el aire entre nosotros. Con
la otra mano mantengo un firme agarre en la chaqueta contra mi piel.
Mueve sus cejas hacia mí a la vez que siento el pánico aumentar en mi
pecho. Cubro la boca con mi mano para tratar de no gritar en realidad.
—Relájate —dice suavemente—. No hicimos nada. Te desmayaste
treinta segundos después de que llegáramos aquí.
Proceso sus palabras, sintiendo alivio por un momento y luego dudo.
—¿Por qué estaba en tu cama entonces? —pregunto.
Pared de Ladrillos se sienta y mira intencionadamente alrededor del
espacio, lo cual no lo he hecho aún en realidad. Mientras lo hago, me doy
cuenta que todo el lugar consiste en una sola estancia, una combinación de
sala de estar y habitación junto a una cocina-comedor. Hay una pequeña
puerta cerrada en un lado, lo que presuntamente debe ser el baño.
33
—¿Dónde más cabrías? —pregunta.
Además del sofá-cama, solo hay un único sillón, y no es ni cercanamente
lo suficientemente grande para dormir en él. Hay una mesa de juegos con
otras dos sillas cerca de la cocina y un pequeño mueble con una televisión
sobre él pero ningún otro mueble, solo una maleta con una pila de ropa en
ella.
—¿Por qué estoy aquí? —De alguna manera, aún me sentía agraviada y
necesitaba comprobar si me había hecho algo inapropiado. Cualquier cosa
que impidiera que esto fuera enteramente culpa mía habría sido una
bendición, pero no estaba logrando mucho. Aprieto mis manos en pequeños
puños contra mi pecho mientras me pregunto exactamente qué pienso que
puedo hacer con ellos. No es como si él lo sintiera si trataba golpearlo.
—Porque estabas intentando ir conduciendo a tu casa —dice Pared de
Ladrillos—. Iba a llamar un taxi o llevarte a casa yo mismo, pero no parecías
poder recordar dónde vivías. Así que, aquí estamos.
Echo un vistazo, intentando decidir si le creerle o no. Si lo recordaba
quitándome las llaves, así que esa parte encajaba. Todo después de eso era un
borrón. Sin embargo, su explicación suena razonable, y no hay ningún motivo
para que él me mienta.
¡No conoces a este tipo! ¡No tienes ni idea de si te está diciendo la verdad!
—¿Habrías preferido si te hubiera dejado en el estacionamiento para
que te defendieras sola?
Mucho por culparlo.
—Te gusta acurrucarte —dice Pared de Ladrillos con una sonrisa
torcida. Se extiende para colocar su mano detrás de su cabeza y se recuesta—
. Seguí insistiendo pero finalmente desistí.
A pesar que mi rostro se ruboriza con sus palabras, no puedo negar lo
que está diciendo. No he estado con nadie desde hace aproximadamente un
año, pero Zach, mi ex, a menudo me acusaba de intentar asfixiarlo mientras
dormía. Estos días, mi gigante y mullida almohada obtenía el mismo
tratamiento.
—Mierda —murmuro.
—Solo estoy contento de que no vomitaras en el apartamento —remarca
Pared de Ladrillos—. Me iré en unos pocos días y no quiero perder el depósito,
¿sabes?
34 —¿Vomité?
—En el estacionamiento.
—Mierda —digo nuevamente. Los acontecimientos de anoche estaban
comenzando a volver a mí.
—No es la mejor reacción que he obtenido de un primer beso —dice con
otra media sonrisa—, pero al menos no me golpeaste.
—¿Nos besamos? —Un estremecimiento corre a través de mí a medida
que vagos recuerdos de su cuerpo presionando el mío contra la puerta del
lado del conductor de mi auto y el sabor de su lengua en mi boca pasa por mi
cabeza.
—¿No lo recuerdas? —Levantó una ceja.
—Más o menos —admito.
—Definitivamente no la mejor reacción, entonces —dice.
Mierda. Después de todo esto, he herido su orgullo también.
—Lo siento —susurro.
—¿Por qué? —Sus ojos se entrecierran de nuevo—. No tienes nada por
lo cual disculparte.
—¿Por no recordarlo? —la declaración suena como una pregunta y mis
órganos se sienten como si estuvieran cayendo a la mitad inferior de mi
cuerpo—. Quiero decir, recuerdo un poco… algo de ello.
Hubo una pausa larga mientras él mira fijamente hacia mis ojos.
—Bueno, con suerte es un buen recuerdo. —Se sienta y saca sus piernas
sobre el lado del colchón, y yo suspiro con alivio al ver que en realidad está
vestido con pantalón corto. Me enfoco un momento en los tatuajes adicionales
que cubren sus piernas y hasta la parte superior de sus pies. No puedo leer
bien las letras alrededor de sus pantorrillas, pero sus pies parecen estar
decorados con rostros rodeados por flores o nubes, no estoy segura de cuál.
Las imágenes parecen religiosas. Luego me doy cuenta que me está
observando fijamente y rápidamente aparto la mirada.
Los hechos en cuestión comienzan a abrumarme nuevamente. Sí,
deseaba un poco más de acción en mi vida, pero no así, no con un extraño
tatuado quien está muy lejos de mi tipo, como podría posiblemente estarlo.
Esta era una situación peligrosa y ser evitada.
—Necesito ir a casa —declaro.
35
—¿Aunque sea me dejarías hacerte algo de desayuno antes de llevarte
de vuelta a tu auto? —Pared de ladrillos pregunta—. Debes tener un dolor de
cabeza endemoniado.
—Necesito ir a casa —repito tranquilamente.
—Aún debes comer —dice—. Soy un gran cocinero, lo juro.
Excelente, estaba hiriendo su orgullo de nuevo. Trago duramente antes
de responderle.
—Lo aprecio. De verdad, pero necesito ir a casa. Yo no hago cosas como
esta.
—¿Cómo qué? —pregunta.
—Como estar medio desnuda en el apartamento de un extraño un
sábado por la mañana —contesto—. Debería estar en la tienda de comestibles
ahora mismo.
—¿La tienda? —Se ríe, y siento mi sangre subir a mi mejillas—. Suena
emocionante.
—Siempre compro los sábados por la mañana.
—¿Luego qué?
—Después hago el lavado y tal vez una película.
—Sí, esa es la vida de fin de semana qué llevas.
Levanto la mirada hacia él y trato de mirarlo con ferocidad. No necesito
que un tipo que no conozco de nada comente mi estilo de vida o hábitos, pero
yo lo he ofendido al no aceptarle el desayuno y lamentarme por lo del beso.
Lamo mis labios, y unos recuerdos más nítidos de su boca en la mía salen
a la superficie.
—Solo… no soy una persona espontánea —admito finalmente.
—¿Te refieres como a dejarme besarte anoche?
—Eso fue… eso fue… —¿Qué demonios fue eso? Mi corazón empieza a
latir fuertemente. No tengo palabras para eso. No puedo siquiera imaginarme
a mí misma en esa situación aunque claramente la había permitido—. Ni
siquiera sé tu nombre.
Él sonríe, iluminando sus ojos.
—Hunter —dice—. Aiden Hunter.
36 —Soy Chloe —digo.
—Me dijiste eso anoche. —Aiden sonríe de nuevo a la vez que se levanta
y me ofrece su mano. Que también está cubierta de tatuajes. Habían estrellas
alrededor de su muñeca, una flor cubre el dorso de su mano, y de marcas
tribales en todo el camino hacia sus dedos. Dudo, pero los buenos modales
consiguen lo mejor de mí, y lo dejo levantarme con mi otra mano ajustando
mi chaqueta en mi pecho todavía. Miro alrededor en el suelo.
—Uhm. ¿Dónde están mis ropas?
—En el baño —dijo Aiden—. Probablemente aún está húmeda. Lavé el
vómito de ellas en el lavamanos, pero no tengo secadora.
Velozmente me disculpo y voy hacia el baño para localizar mi ropa.
Aiden tenía razón, mis vaqueros y camiseta estaban colgando sobre la puerta
de la ducha, y aunque la camiseta solo estaba ligeramente húmeda, mis
vaqueros continuaban empapados. Tiro de la camiseta para ponérmela justo
cuando la cabeza de Aiden aparece en la puerta.
—¿Quieres probarte estos? —Aiden sostiene un pantalón de chándal
gris para mí—. Serán grandes, pero tienen cordón. Deberían tener suficientes
para ir hasta casa.
La idea de los vaqueros húmedos no es lo suficientemente muy atractiva
que yo recuerde.
—Siéntete libre de tomar una ducha o lo que sea —dice Aiden—.
También hay un cepillo de dientes extra en el armario.
Se marcha, y tiro del amplio pantalón de chándal sobre mis piernas, ato
el cordón y los enrollo para poder caminar. Mis sandalias están en el suelo del
baño cerca de la ducha, así que me las pongo también. Odio ducharme en
lugares extraños pero si abro el armario de medicinas para buscar un cepillo
de dientes verdes sin abrir y hago un buen uso de él.
Atrapo mi reflejo en el espejo del baño, y miro fijamente hacia la
manchada y oscurecida por el rímel área alrededor de mis ojos. Veo los
anodinos ojos azules, cabello desordenado y oliendo un poco como un bar. Me
veo como el infierno y me pregunto justamente cuánto peor que debí parecer
anoche cuando Aiden me trajo aquí. No había duda de porque no me tocó.
Ruedo mis ojos ante mi reflejo. ¿En serio estoy decepcionada de que él
no se haya aprovechado de la situación? Eso habría sido una cita-violación,
¿no? Si tú no puedes dar tu consentimiento, es lo mismo a no darlo, había
37 escuchado eso de todas en el entrenamiento de acoso sexual que había tenido
que hacer en el trabajo cada año.
No habíamos tenido una cita, claro.
Colocando mis manos sobre mi rostro, gruño con la parte trasera de mi
garganta. Tengo que salir de este lugar, ir a casa, y tomar la mitad de un frasco
de analgésicos. Obviamente no puedo pensar racionalmente aquí. Ni siquiera
estoy segura de que hacer con el cepillo dental que he usado, así que lo coloco
al lado del azul que ya estaba ahí en una pequeña taza en el lavabo.
Después de retirar un poco el maquillaje de mi rostro con mis dedos y
agua helada del fregadero del baño, regreso a la estancia principal del
pequeño apartamento. Aiden está vestido con una camiseta blanca sin
mangas, pantalón corto de color canela y una gorra de béisbol roja
encaramada hacia atrás en su cabeza. La camiseta muestra muchos de sus
tatuajes, pero hay tantos, que mi cabeza da vueltas cuando intento buscarles
sentido. Está sentado en el único sillón, haciendo zapping a través de los
canales en la televisión. La apaga cuando entro.
—¿Estás segura que no quieres comer primero? —me pregunta.
—Estoy segura. —Traté de no mirar los músculos de su brazo, pero son
simplemente muy grandes. Y decorados. Muy, muy decorados.
—Dame un minuto, y te llevaré de vuelta entonces. —Desapareciendo
dentro del baño mientras estoy de pie en el medio de la habitación, sin saber
qué hacer.
Echando un vistazo alrededor de la estancia, veo mi bolso sobre la mesa
de juegos y la recupero. Reviso mi cartera nerviosamente y luego suspiré
cuando veo que todo el dinero en efectivo y las tarjetas de crédito están aún
allí. Silenciosamente me regaño a mí misma por desconfiar tanto de un
hombre que realmente no ha hecho más nada que ayudarme, pero toda está
demasiado lejos de mi zona de confort, no sabía cómo reaccionar.
Definitivamente tengo el deseo de examinar mi entorno de cerca, pero
no quería parecer grosera. Aiden había salido solo un minuto de todas formas,
y me habría muerto de vergüenza si me hubiera atrapado fisgoneando. Tan
pronto como él sale del baño, recupero mis vaqueros mojados, y nos vamos.
Afuera, Aiden abre la puerta del pasajero de un pequeño, Civic plateado
y luego camina alrededor para meter su inmensa forma dentro del asiento del
conductor. Me pongo el cinturón de seguridad y miro alrededor. Conozco el
complejo de apartamentos de cuando había estado buscando uno para mí
38 misma, pero lo dejé pasar. El vecindario estaba un poco deteriorado para mi
gusto, y el centro comercial más cercano solo tenía una tienda de
conveniencia y otra de comida rápida china. Es un lugar económico para vivir,
pero yo podía pagar algo mucho mejor.
—¿En qué trabajas? —pregunto a Aiden.
—Ventas —responde.
—¿Qué vendes?
—He vendido bastantes cosas diferentes —dice. Echándome un vistazo
por la esquina de su ojo.
¡Alarma!
Él no parece estar interesado en explicarse, y mientras más pienso en
ello, menos quiero saber. Seguro, ha sido un caballero hasta ahora, pero eso
no significa que no fuera peligroso. Lo observé mirar fijamente el camino a
través del parabrisas y noté sus dedos agarrando el volante con fuerza.
No. Yo no quiero saber.
—¿Qué haces tú? —Aiden pregunta.
—Soy una gerente de proyectos —digo—. Trabajo en la industria
bancaria, gestionando equipos para varias iniciativas. Trabajo con grupos de
informáticos mayormente, en mejoras de hardware y software.
—Divertido.
Suelto una carcajada.
—Sí, es estresante.
—¿Así que por qué hacerlo? —Aiden relaja su agarre en el volante y
cruza en la esquina.
—Paga las cuentas —digo—. Me encantan los libros, y solía trabajar en
una librería, pero cambiar a gerente de proyectos me hizo ganar mucho más
dinero.
—Supongo que eso es algo.
—Quizá no sea muy emocionante —digo—, pero me gusta la gente con
la que trabajo. Bueno, la mayoría de ellos.
—¿La mayoría?
39 —Mi jefe es un idiota.
Aiden ríe mientras mira hacia mí con esos centelleantes ojos marrón
verdosos.
—Él no hace mucho que está allí —continuo—, y parece estar haciendo
lo mejor que puede para volverme loca.
—Entonces renuncia. —Aiden sugiere con un encogimiento de hombros.
—No es así de fácil. —Miro abajo hacia mis manos mientras jugueteo con
el cordón de mi bolso.
—¿Por qué no?
—Porque es buen dinero y el equipo no es malo. No hay garantía de que
lo que encontré sea mejor que lo que tengo, y buscar un nuevo trabajo toma
mucho tiempo.
—Podrías meterte en la tienda de comestibles, ¿eh?
Lo fulmino con la mirada, pero él solamente me sonríe de vuelta y ajusta
la gorra en su cabeza. Noto que tiene un pequeño tatuaje en la parte superior
de su oreja.
No estoy segura de porque siento la necesidad de defenderme con este
hombre. Probablemente ni siquiera tiene un trabajo de verdad. Los
vendedores en mi compañía hacen mucho dinero, conducen autos elegantes
y viven en vecindarios de clase alta, no en el basurero en el cual estaba él.
—Por lo menos puedo darme el lujo de comer lo que quiera y vivir donde
quiero. —Miré de vuelta a mis manos, dándome cuenta de cómo han sonado
mis palabras probablemente.
—¿Me Juzgas por el apartamento, verdad?
No respondo.
—No es mío —dice—. Sólo lo estoy tomando prestado esta semana.
Estaré de regreso a casa mañana.
—¿Dónde es casa?
—Miami, Florida.
—Ah. —No me sorprende. La mitad de la gente en Ohio parecía vivir en
Florida una parte del año, lo cual significa que casi todos los que conozco
tenían familia allá abajo—. ¿Estás visitando familiares o algo así?
—No exactamente. —Aiden entra en el estacionamiento de Thirsty’s y
40 estaciona al lado de mi auto. El lugar está completamente vacío excepto por
la el puñado de vehículos cubiertos de rocío de la noche anterior.
Es muy tentador pedirle que se explique mejor, pero mis alarmas
internas me dicen que lo deje estar. Mi auto y libertad de esta loca situación
están justo al lado mío, y estoy ansiosa de volver a la normalidad, la
confortable rutina. Ambos salimos del vehículo y caminamos hacia el mío.
—Tus llaves —dice Aiden mientras extiende su mano hacia mí.
—Gracias —digo a la vez que las tomé de su agarre—, por todo, me
refiero. Lo siento sí medio enloquecí esta mañana. Fue solo un poco…
impactante, supongo. Por favor no lo tomes personalmente.
—Sin preocupaciones —dice—. Estabas solo un poco desorientada.
—Sí, lo estaba. No hago cosas como esa.
—Eso concluí. —Me mira de reojo—. Entendí la idea de que no te alejas
mucho de la norma.
Parpadeo un par de veces mientras miro arriba hacia él. Está sonriendo
con suficiencia de nuevo.
—¿Te estás riendo de mí? —pregunto.
—Tal vez un poco —contesta, luego sacude su cabeza—. No en serio de
ti, es solo, estás haciéndome pensar acerca de mis amigos de vuelta en Miami.
—¿Eso por qué?
—Todos somos grandes con respecto a vivir la vida al máximo, ¿sabes?
Vivir el ahora, y lidiar con las consecuencias después.
—Suena como que te metes en muchos problemas —remarco.
—A veces. —Aiden se extiende y toma mis manos entre las suyas—. La
mayoría de las veces solo nos divertimos muchísimo.
—¿Haciendo qué?
—Bebiendo mayormente —Aiden dice con una carcajada. Tira de mi
mano hasta que estamos de pie juntos, forzándome a mirar arriba hacia su
rostro—. Son un par de hombres grandes, y ellos pueden beber mucho.
—¿Hombres grandes comparados contigo?
—Depende de lo que quieras decir. —Aiden levanta sus cejas y libera mi
mano solo para colocar las suyas en mi cintura. Agarro su antebrazo, sin estar
41 segura si quiero apartarlo o atraerlo más cerca.
Esta era una mala idea. Jugar con un hombre como este no es seguro.
Esto es lo que siempre había evitado. Sin embargo, ya había herido su orgullo
una vez, y prácticamente insultado, asumiendo que él no hacía el dinero
suficiente para un buen apartamento. Apartarlo sería grosero.
Su cercanía también está haciendo bastante efecto sobre mi cuerpo.
Los ojos de Aiden brillan mientras que levanta sus manos y roza mi
mejilla con sus dedos. Su sonrisa lo hacía lucir juvenil y mucho menos
amenazador que la forma en la que sus músculos y tatuajes lo representaban.
Me muerdo el labio mientras él mueve su cabeza más cerca a la mía, solo
mirando fijamente en sus ojos y completamente incapaz de moverme. Estoy
segura de que él puede oír mi corazón latiendo a medida que me pregunto si
es así como un ratón se sentía cuando ve la sombra de un búho sobre su
cabeza. Mi mente me dice que esto es peligroso, pero soy incapaz de volar o
luchar.
Su boca cubre la mía mientras él envuelve su brazo alrededor de mi
espalda y tira de mí contra él. Agarro el borde de su camiseta ligeramente
mientras me besa, robando el aire que tengo en mis pulmones. Sus labios
gruesos son tibios y gentiles sobre los míos, y justo mientras la punta de su
lengua toca la mía, se detiene.
Aiden retrocede, y lentamente lo miro. Sus ojos están entornados y
oscuros, y su boca está un poco abierta, siento su aliento contra mis labios
mientras dice:
—Fue lindo conocerte, Chloe.
Lamo mi labio inferior, aun saboreándolo allí.
—A ti también —susurro.
Él libera mi cintura y deja que sus manos descansen en mi cadera.
—¿Puedo verte de nuevo? —pregunta repentinamente, y mi corazón
empieza a palpitar intensamente.
—Pensé que te ibas mañana. —Mi mano se desliza hacia abajo por su
brazo a la vez que él da medio paso hacia atrás.
—Sí, supongo que sí. —Su pecho se levanta y cae mientras respira
profundamente—. ¿Quizás la próxima vez que esté en la ciudad?
—¿Cuándo será eso? —¿Estoy considerando esto seriamente? No, no lo
estaba. Solo estaba siendo educada.
42 —No estoy seguro —dice—. Unas pocas semanas tal vez.
Suena como el tiempo suficiente para que ambos olvidáramos toda la
noche, lo cual me estaba bien por mí. Estaba bastante segura de que él
encontraría a alguien más como él mientras tanto, y no es como si yo fuera a
ofrecerle mi número telefónico. Probablemente nunca lo vería de nuevo.
Luego recordé algo.
—Necesito devolverte el pantalón —le recordé.
—Bueno, tengo una cita por la tarde que de verdad no puedo perder —
dice Aiden—, ¿pero qué tal si pasó por ahí y los recojo más tarde?
—¿Qué? ¿Ir a mi condominio?
—Sí —dice encogiendo sus hombros—. ¿Por qué no?
—No sabes donde vivo. —No agregué que quería mantenerlo así pero él
debió haberlo presentido.
—¿Recuerdas dónde vivo?
—Sí.
—Tráelos después de las cuatro esta tarde —sugiere—. Tengo que
empacar unas cosas, y tengo el vuelo temprano mañana.
—Tengo… —Dudo y respiro profundamente—. Tengo cosas que hacer.
—¿Qué? —Aiden ríe—. ¿Comestibles?
Frunzo el ceño hacia él si saber qué responder rápidamente. El hecho es
que él me tenía analizada. No tenía ningún plan que no fuera una película en
casa, sola y predecible.
¿Pero regresar a su casa? ¿De nuevo? ¿Intencionalmente? No tenía idea
de lo que él esperaba, mucho menos lo que podría esperar yo de otro
encuentro. Sí, él aparentemente ha sido más que caballeroso conmigo por
ahora, ¿pero eso continuaría? ¿Esto era algún tipo de trampa?
¿Por qué sentirá la necesidad de atraparme? Si iba a herirme, ya había
tenido suficientes oportunidades. ¿Aún estaba juzgándolo por sus tatuajes?
¿Qué había de malo en eso?
Además, no puedo negar mi atracción por él. Era muy diferente con los
que he salido en el pasado, y la emoción de verlo nuevamente hormiguea a
través de mis dedos donde aún tocaban su brazo.
—Está bien —digo finalmente—. Los dejaré más tarde.
43 —¿Sí? ¡Genial! —Aiden dice sonriente—. Te veré más tarde, entonces.
Se metió dentro de su minúsculo vehículo y condujo fuera mientras me
quedo de pie allí con mis llaves en mis manos y observando mientras
desaparecía.
Y con eso, me pregunto si debería simplemente olvidar todo el
encuentro.
Cuatro
M
e quedé en la puerta del apartamento de Aiden, sosteniendo su
pantalón de chándal, recién lavados, en una bolsa de plástico en
mi brazo. He estado ahí durante al menos cuatro minutos pero
no he llamado la puerta aún.
He pasado toda la mañana diciéndome a mí misma que dejara el
pantalón en su puerta, tocara el timbre y me alejara corriendo. He pasado toda
la tarde discutiendo conmigo misma.
Todo acerca de mi encuentro con Aiden Hunter estaba mal. No lo
conocía. Ninguno de mis amigos lo conocía. Y me he besado con él tanto en un
estupor de ebriedad en el estacionamiento y también mientras estaba
completamente sobria al día siguiente.
54
Cinco
—E
stoy realmente contento de que decidieras venir —
dice Aiden mientras me entrega un billete—. ¿Quieres
embarcar tu maleta?
—No, está bien —contesté—. Debe caber en la cabina. No tuve mucho
tiempo para empacar.
—Te decidiste en el último minuto, ¿verdad?
—Sí, más o menos. —Estoy segura de que mi cara se enrojece mientras
lo miro. Está vestido con una camiseta gris y pantalón cortos de camuflaje que
llegaban hasta sus rodillas, mostrando los tatuajes en sus pantorrillas. Estaba
empezando a preguntarme si había alguna parte de él sin marcas. La misma
gorra roja está sobre su cabeza, al revés, por supuesto.
55 —Si te olvidaste de algo, podemos conseguirlo allá —dice. Toma mi
mano, sonríe abajo hacia a mí con esa increíble sonrisa y tira de mí hacia las
escaleras.
La gente seguía mirándonos y luego rápidamente apartaba su mirada
cuando me encontraba con sus ojos. La primera vez que sucedió, solo podía
preguntarme si sabían que estoy haciendo algo completamente imprudente e
incuestionable. Repentinamente soy consciente de mí misma, miro hacia
abajo para ver cómo voy vestida. No había nada inusual con respecto a mi
atuendo y hasta mis zapatos combinan, así que no creo que me estuvieran
mirando a mí.
A medida que continua ocurriendo, me doy cuenta que en realidad están
mirando fijamente a Aiden y sus tatuajes. Comienzo a prestar más atención a
los transeúntes. La mayoría de la gente le da un sutil vistazo de lado, pero
varias francamente observaban fijamente.
Había estado medio cercana a tener un ataque de pánico desde que envié
el mensaje de texto, y estar en el aeropuerto con él mientras la gente lo mira
fijamente no lo está mejorando. Estoy emocionada de ir, pero mi
concentración está en la sensación de sus dedos entrelazados con los míos y
las miradas que otros pasajeros no dan. No puedo concentrarme en el futuro
viaje.
—Te va a encantar —dice Aiden—. Vivo justo en la playa. No es
demasiado elegante para nada, pero la vista es increíble.
—¿Tienes compañeros casa? —pregunto.
—No. Vivo solo.
Mi corazón empezó a latir fuertemente de nuevo. Tengo que haber
perdido la razón para estar haciendo esto. Sí, es emocionante, pero también
aterrador. Iba a pasar una semana sola con este hombre. ¿Qué pasa si su casa
en la playa tiene solo una cama, como el apartamento en el que se quedó aquí?
Ni siquiera he considerado como nos las arreglaremos para dormir, y ahora
estaba demasiado avergonzada para preguntar.
Ni siquiera estoy segura de cómo Aiden se está tomando esta pequeña
aventura. Él dice que le gustaría que fuera una cita, pero no hemos hablado
para asegurarnos qué camino tomar en eso. Este es un territorio
completamente inexplorado para mí, y no tenía ni idea de qué esperar de él.
Lo dejaba pagar el billete de avión e iba a quedarme en su casa. ¿Qué querría
él a cambio?
56 —Entonces qué, ¿esto es una cita? —pregunto—. Digo, ¿una cita larga?
—¿Quieres que lo sea? —Sus dedos se aprietan alrededor de los míos.
—Yo… yo no estoy segura.
—¿Qué tal si solo nos dejamos llevar, entonces?
—Está bien. —Tengo que moverme con rapidez para mantenerme a su
lado con sus largas zancadas a la vez que nos dirigimos hacia la puerta de
embarque.
—¿Estás nerviosa? —pregunta mientras agarraba mis dedos.
—No —miento.
—Estás temblando.
—Umm… bueno, quizás un poco —admito—. Nunca he hecho nada como
esto antes.
—La espontaneidad te sienta bien —dice. Extendiendo su mano para
colocarla sobre mis hombros y acariciar mi mejilla con su dedo—. Pone color
en tus mejillas.
Me acerca a él y presiona sus labios en la cima de mi cabeza.
—Estoy un poco nervioso, también —dice tranquilamente—. Solo
quiero pasarlo bien. Quiero que ambos la pasemos bien.
Aún no estoy muy segura de a qué se refiere con eso, pero no pregunto.
En cambio, me inclino hacia su cuerpo. Mi mente se enfoca en la sensación de
su brazo alrededor de mis hombros. Es tibio y cómodo, pero hay algo más
también. Me siento… protegida.
Quizás esa era la razón por la cual las mujeres se sentían atraídas por
hombres musculosos. Nunca lo he pensado antes, pero a pesar de su
apariencia, me sentía a salvo con él a mí lado.
Conseguir pasar a través de la seguridad nos lleva una eternidad. A pesar
de que no tenemos ninguno de los ítems prohibidos, Aiden es apartado y
revisado minuciosamente antes de que podamos pasar el punto de control
para buscar nuestra puerta. Para el momento que llegamos, solo tenemos
alrededor de veinte minutos antes que nuestro vuelo empiece el abordaje. Eso
nos da justamente suficiente tiempo para detenernos en un quiosco y agarrar
unos bocadillos para el vuelo. Elijo unos frutos secos y una botella de agua, y
Aiden agarra una bolsa de Swedish Fish5.
—¿En serio? —pregunto mientras asentí hacia el caramelo.
—Me encantan estas cosas —admite Aiden apartando la mirada. Mi
57 primer pensamiento es que lo he avergonzado, pero había algo acerca de su
expresión. Parece casi triste, y me pregunto si lo he ofendido.
—No quise decir nada con ello —digo a la vez que toco su brazo.
—No pasa nada. —Tomó la bolsa de frutos secos de mi mano y camina
rápidamente hacia el mostrador. La curva de sus bíceps aumenta en
definición, y noto que sus manos estaban cerradas alrededor de las bolsas de
comida. A pesar de lo que ha dicho, es obvio que no todo está bien. No estoy
segura de cómo, pero definitivamente lo he hecho enojar, y ni siquiera hemos
llegado al avión aún.
Mi ex novio, Zach, era un hombre apacible. No había mucho que lo
molestara, pero a lo largo de los dieciocho meses que salimos, aprendí el tipo
de cosas que lo hacían. No podías hablar respecto a la iglesia católica, a pesar
de que él ya no asistía a misa, o definitivamente lo sentías renegar. También
aprendí a evitar conversaciones sobre los productos de Microsoft ya que eso
provocaba una diatriba acerca de buen software versus software popular.
Esto es el por qué este viaje es tan mala idea. No conocía lo suficiente a
Aiden Hunter para saber cuáles eran sus factores desencadenantes. No tenía
ni idea de qué había dicho con respecto al Swedish Fish que lo enojó y no lo
7Torchwood: Es una serie de televisión de ciencia ficción británica emitida originalmente en el Reino
Unido en el canal BBC Three.
—Me gusta como es él en la serie principal —acuerdo—. Amo cuán
bisexual lo hicieron. Está hecho tan casualmente y sin mucho escándalo.
Aiden sonríe pero no comenta. Me pregunto si he cruzado alguna línea,
porque cambia la conversación rápidamente de nuevo a la música. Ambos
odiábamos la música country y no podíamos entender lo popular que era.
Hablamos y hablamos. Bromeamos y nos reímos. A lo largo de la tarde,
Aiden no hace en ningún momento un acercamiento sobre mí en absoluto. Ni
siquiera intenta sostener mi mano de nuevo.
A medida que el sol se pone, bostezo.
—¿Es tu hora de ir a la cama? —Aiden pregunta tranquilamente. La
mirada en sus ojos hace que mi piel hormiguee.
—Supongo que sí.
Ayudo a llevar los platos hacia la cocina, y silenciosamente los
enjuagamos y colocamos en el lavavajillas antes de dirigirnos hacia la
habitación. Saco mi bolsa de artículos de aseo y un pijama antes de excusarme
para ir hacia el baño para cambiarme.
72 Me observo fijamente en el espejo y dejo escapar un largo y lento aliento.
Puedo ver mi propio nerviosismo en mis ojos.
—Él dice sin presión —susurro para mí misma.
En la tranquilidad del baño, dudo. Dudo lo que él quería decir, y dudo de
lo que yo deseo. Miro abajo, hacia mí misma y el corto, no exactamente
transparente pero aún bastante revelador pijama que me las había arreglado
para empacar y me pregunto en qué habría estado pensando mi
subconsciente cuando las metí en mi maleta. En poco tiempo, iba a estar en la
cama con él, usando esto.
Podía sentir mi pulso todo el camino hasta mis pies mientras miraba a
mis propios ojos.
Él es un traficante de drogas.
Miro a mi reflejo. No sabía eso, no por seguro. Él solo ha dicho que está
en ventas farmacéuticas. Puede que se refiera a la aspirina.
Mentira. Los chicos que venden aspirina no viven en una casa como esta.
Definitivamente hay más de Aiden Hunter de lo que él dejaba ver. Estoy
segura de eso. Echo un vistazo alrededor del baño, y veo que el cepillo dental
verde que había usado en Ohio está ahora en una taza similar al lado del azul
en el tocador.
Él había empacado mi cepillo de dientes. Sabía que iba a rendirme y
unirme a él.
¿O simplemente es extremadamente considerado?
Soy muy idiota.
—No estás siendo justa —me digo suavemente—. Él ha sido muy
amable. Cocinó y hasta te trajo el cepillo de dientes de repuesto desde Ohio.
Sacudo mi cabeza, tratando de expulsar la desconfianza que siento, como
un perro se sacude el agua de su pelaje después del baño. Él no me ha dado
ninguna razón para pensar que repentinamente va a cambiar con la luz de la
luna. No iba a convertirse en un hombre lobo o un vampiro tan pronto como
estuviéramos en la cama juntos.
¿Buffy habría empacado unas estacas?
—Eres un desastre —me digo a mí misma. Me miro de nuevo—. Un
desastre ridículo. Ahora detente.
73
Con un par de profundas y depuradoras respiraciones, abro la puerta del
baño y vuelvo a la habitación. Aiden no está allí, así que tomo la oportunidad
para deslizarme rápidamente bajo las sábanas, preocupándome durante un
minuto con respecto a qué lado de la cama debería dormir yo. Recuerdo que
estuve en el izquierdo y él en el derecho cuando me desperté en el
apartamento en Ohio y decidí que eso era tan bueno como cualquier otra cosa.
Reviso mi teléfono por mensajes y veo que tengo la mitad de la batería.
Con un suspiro, salgo de nuevo de la cama y hurgo en el interior de mi bolso
por el cargador. Ropas, artículos de tocador, bálsamo labial… demonios.
No lo he traído.
Esto es lo que pasaba cuando no planeas las cosas. Con suerte, Aiden
tendría uno extra.
Metiéndome de vuelta a la cama, me siento contra las almohadas con la
ropa de cama estirada hasta mi pecho, descanso mis manos en la parte
superior de la colcha, y espero. Unos minutos después Aiden regresa a la
habitación, vestido con pantalón corto y una camiseta blanca. Miro hacia
abajo a mí, y creo que él parece nervioso, también.
—¿Estás segura de que no quieres que me vaya al sofá? —pregunta—.
Realmente no es un problema.
—No pasa nada. —Trago duro.
—De acuerdo —dice. Deslizándose dentro de la cama a mi lado y se
acuesta en su lado, mirándome a los ojos pero sin tocarme.
Me siento atraída por el contraste de sus brazos tatuados contra las
sábanas blancas de la cama. Hasta con tenue la luz, los rasgos oscuros de
Aiden parecen brillar.
—¿Estás contenta de haber venido conmigo? —pregunta—. Eres
realmente indescifrable.
—Lo estoy —le digo—. Es muy hermoso esto.
Me mira fijamente durante un largo momento, y yo echo un vistazo abajo
hacia nuestros cuerpos para medir visualmente el escaso espacio entre
ambos. No nos tocamos en ningún lado, aunque puedo sentir el calor de su
cuerpo.
—Tengo que admitir que estoy un poco nervioso —dice—. Nunca he
traído a una mujer aquí antes.
—¿No lo has hecho?
74
—Nunca. No llevo viviendo mucho tiempo aquí y no he salido con nadie
desde que me trasladé aquí.
—¿Cuánto tiempo llevas viviendo en este lugar? —pregunto.
—Ocho meses —me dice.
—¿Dónde estabas antes?
—Tenía una casa en el pueblo —dice—, no en la playa.
—¿Por qué te mudaste aquí?
—Me llegó algo de dinero —dice casualmente—. Quería salir de la zona
donde estaba, y este lugar estaba a la venta. Es difícil encontrar un lugar justo
en la playa, pero este estaba en juicio hipotecario, y yo tenía el dinero para
hacer una oferta decente. Ha resultado bien a pesar de que no estoy aquí muy
a menudo.
—¿Debido al trabajo?
—Sí, viajo mucho alrededor.
Me pregunto justo qué hizo para tener tanto dinero pero no pregunto.
Tengo el presentimiento de que no me iba a gustar la respuesta, asumiendo
que estuviera de acuerdo en decirme algo, siquiera. Probablemente lo mejor
es que no conozca los detalles.
—Duerme un poco. —Aiden se gira de espaldas, dejando sus anchos
hombros más cerca de tocarme de lo que habían estado cuando estaba de
costado—. Quizás te despierte temprano para ver el amanecer.
Y con eso, sonríe y cierra sus ojos.
75
Seis
N
o me duermo.
Aunque estoy muy cansada, no puedo. Dormir en la misma
cama que Aiden Hunter no es como dormir con mi novio anterior.
Zach era un tipo suficientemente atractivo, tenía una constitución delgada
pero fuerte, no como el cuerpo de Aiden Hunter. Se apodera de una buena
mitad de la gran cama solo con su enorme cuerpo. Es imposible ignorar su
presencia. Estoy extremadamente, insanamente consciente del glorioso
cuerpo a mi lado.
Lo realmente extraño es que me encuentro que estoy un poco
decepcionada de que él no haya intentado nada conmigo. No estoy segura de
estar preparada para tener sexo con él, pero estoy sorprendida de que no haya
intentado por lo menos besarnos un poco más. ¿Habrá cambiado de opinión?
76 Tal vez ya está arrepentido de pedirme que viniera a Florida con él.
Me quedo allí, escuchándolo respirar, y echando miradas furtivas sobre
su pecho y brazos musculosos con la tenue luz de la luna. Resistiendo la
urgencia de pasar mi mano sobre la obra de arte en su piel porque tengo
miedo de que se despierte, y me atrape. En cambio, me mantengo a mí misma
quieta y en silencio mientras lo observo dormir. Paso mucho tiempo así antes
de que finalmente me duerma.
En la luz de la luna, los ojos de Aiden se abren y me atrapa mirándolo.
Toma mi mano y la coloca sobre su pecho antes de lentamente arrastre mis
dedos sobre su piel tatuada hasta su ombligo. Sin una palabra, se da la vuelta
y me clava en la cama. Usa su pierna para abrir mis muslos, y él es pesado
encima de mí mientras que me presiona contra el colchón. Él es rudo. Está
gruñendo mientras se mueve encima de mí, y envuelvo mis piernas alrededor
de él y me sostengo tan fuerte como puedo.
Estoy sin aliento cuando despierto de mi sueño. Es media noche, y me
encuentro a mí misma acurrucada contra el costado de Aiden con un brazo
arrojado sobre su estómago. Habría vuelto loco a Zach y a menudo se había
salido de la cama cuando estábamos saliendo. Decía que el abrazarlo lo
acaloraba y lo hacía a sudar cuando yo hacía eso.
Definitivamente estaba sudada y ligeramente sin aliento. Recuerdo mi
sueño y tengo que tomar unas pocas respiraciones lentas para calmar a mi
corazón que late fuertemente antes de permitir moverme. Tan
silenciosamente como puedo, levanto mi brazo de la cintura de Aiden y
comienzo a alejarme de él. Mientras lo hago, escucho a Aiden moverse y siento
sus dedos alrededor de mi antebrazo.
—No te vayas —susurra en la oscuridad.
Me congelo momentáneamente y luego miro hacia sus ojos. Aún están
cerrados.
—¿Por qué no? —susurro de vuelta. No sé si me responderá o no. Ni
siquiera estoy segura de sí tan siquiera está despierto.
—Me gustas aquí —respondió simplemente mientras que sus ojos
revolotean abiertos. Mete su brazo bajo mis hombros y tira de mí contra su
pecho—. Es lindo tener a alguien cerca nuevamente.
—¿Nuevamente? —No contesta. Sus ojos están cerrados ahora, y su
respiración es lenta y estable. Descanso mi cabeza contra su hombro y lo
77 escucho suspirar mientras se da la vuelta contra la almohada.
Acurrucada junto a él, inhalo su tibio, almizclado olor y caigo de nuevo
dormida. Cuando despierto, los rayos de sol entran a través de la ventana. Aún
estoy en la misma postura que al principio, y el brazo de Aiden permanece
debajo de mí, sosteniéndome contra él.
Él aún está dormido, así que decido ignorar mi vejiga y simplemente me
quedo allí un rato más. Respiro profundamente y cierro mis ojos de nuevo.
Estar acostada junto a él es increíblemente cómodo. No solo es por la cercanía
física o la manera en la que nuestros cuerpos parecen encajar juntos tan
perfectamente sino es más la sensación de comodidad y seguridad que he
sentido con él desde que puso su brazo encima de mí en el aeropuerto.
Me siento cómoda, segura y satisfecha.
Se muevo ligeramente e inclino la cabeza para ver como abre sus ojos.
Parpadea unas pocas veces, estira el brazo que no está a mí alrededor sobre
su cabeza, y los músculos de su estómago se ondulan.
—Hola —dice mientras enfocaba sus ojos en los míos.
—Hola —respondo, repentinamente sintiéndome un poco tímida. Es
ridículo, pero la sensación está allí de todas formas.
—Esto es mucho mejor que la primera mañana que desperté así —
señaló Aiden.
—¿Por qué? —pregunto, sonriendo.
—Porque hoy puedo hacerte el desayuno —dice sonriente a la vez que
mueve su brazo para sacarlo de debajo de mí.
—De verdad te gusta cocinar, ¿no?
—Sí —dice—. Es mucho mejor cocinar para alguien más que para uno
solo.
Recuerdo lo que ha dicho en las primeras horas de la mañana y me
pregunto a quién más solía tener en su vida.
—Así que, ¿para quién solías cocinar? —pregunto.
—¿Cómo te gustan los huevos? —pregunta Aiden—. Podría hacer
tortillas de huevos, también. ¿Te gustan las tortillas?
—Me encantan las tortillas de huevos. —No me perdí su evasión pero
tampoco pregunté de nuevo.
78 —¿Qué te parece queso suizo, pimientos verdes y setas?
—¡Eso suena fantástico!
Agarra mi mano y besa el dorso de mis nudillos justo como lo hizo la
noche anterior.
—Será un placer.
El desayuno está fabuloso. Las tortillas están perfectamente cocinadas y
acompañadas por patatas fritas y gajos de naranja.
—Podría acostumbrarme a esto —señalo. Chupando otra naranja.
—Yo podría, también —Aiden sonríe ligeramente antes de ponerse de
pie y apartar los platos—. ¿Quieres más?
—¡Seguro!
Llena de nuevo nuestros platos, y continúo comiendo a pesar de la
sensación de plenitud en mi estómago. Simplemente está exquisita. Mientras
comemos, charlamos sobre nuestras comidas favoritas. Me levanto para
llenar nuevamente nuestros vasos de café helado, y Aiden se inclina bastante
hacia atrás en su silla y frota su estómago a través de su camiseta.
—Demonios, estoy lleno. —Mira su no-completamente-terminada mitad
de tortilla de huevos y gime—. No puedo dejar que se pierda, tampoco.
—También estoy llena —digo, riendo.
Sonríe con su embriagadora sonrisa hacia mí. Aparto la mirada, y veo mi
teléfono en la mesa.
—Oh sí —digo—. Iba a preguntarte si quizás tenías un cargador de
teléfono que pudieras prestarme. Olvidé el mío.
—¿Qué clase necesitas? —pregunta.
—Tengo un iPhone.
—Mmm —murmura—. Solo tengo uno para un Galaxy. Podemos ir a
recoger uno para ti.
—No, está bien —digo, sin querer ser una molestia—. Solo lo tendré
encendido cuando no lo necesite.
—Depende de ti.
A pesar de estar llena, nos comemos todo lo que Aiden ha cocinado y
después tomamos nuestro café en el patio. En la playa, varias personas con
largas cañas de pescar se alinean cerca del agua.
79 Los corredores esquivaban las líneas de pescadores a medida que
pasaban y un esperanzado adolescente caminaba alrededor con un detector
de metales barriendo la arena en un arco amplio.
—Ese mismo chico está ahí afuera cada mañana —comenta Aiden—. Lo
veo recoger cosas en la arena cada cierto tiempo, pero a veces me pregunto si
de verdad vale la pena todo el tiempo que invierte haciendo eso. Tiene que
encontrar más clips de marihuana que algo más.
—¿Clips de marihuana?
Aiden me mira escépticamente.
—¿No sabes lo que es un clip de marihuana?
—No —digo sacudiendo la cabeza—. ¿Qué es eso?
Aiden sonríe y se recuesta hacia atrás en su silla, observándome de cerca.
—Eres realmente una de esas bastante inocente, ¿no?
Lo fulminé con la mirada.
—¿Qué significa eso?
—Eres dulce —dice él. Su sonrisa se suavizó—. Eso es todo lo que
significa.
Vuelve a beber a sorbos de su café.
—¿Me lo vas a decir —pregunté—, o tengo que buscarlo por Google?
Se extiende para rascar su nuca mientras mira hacia el agua.
—Es un término coloquial para las pequeñas pinzas de cocodrilo que la
gente usa para sostener el final de un porro.
—Oh. —No tenía otra respuesta. Miré hacia el hielo que flotaba en mi
vaso y me muerdo el labio.
—No es lo tuyo, ¿no?
—¿Qué no lo es?
—La marihuana. —Aiden ladeó su cabeza mientras me observó.
—Soy como Clinton en eso —digo ondeando mi mano.
—¿Eres qué?
—Como el presidente Clinton —explico—. La probé una vez en la
universidad, pero tan pronto como inhalé, simplemente empecé a toser. No
me molesté en intentarlo de nuevo.
80
Aiden se ríe brevemente y luego se gira silenciosamente mientras mira
fijamente al adolescente en la playa. Termino mi café y coloco el vaso en la
mesa del patio con un pequeño golpe. Aiden vuelve su cabeza hacia el sonido
y luego me mira.
—Así, ¿que qué te gustaría hacer hoy? —pregunta.
—No estoy segura —digo—. Nunca he estado en Miami, ¿Qué se puede
hacer por aquí?
—Todo —Aiden responde. Se levanta, acomoda su gorra roja en su
cabeza y se extiende por mi mano—. Una caminata por mañana en la playa no
está mal para empezar.
Dejamos nuestros zapatos en el patio y empezamos a caminar descalzos
a través de la arena hasta que alcanzamos la orilla del agua. La marea
nocturna ha dejado piezas de coral y conchas por toda la arena, y me agacho
para recoger una pequeña concha rosada.
—¿Eres una de esas coleccionista de conchas? —pregunta Aiden.
—Sí —digo sonrojándome—. Cuando era pequeña, íbamos a la playa
Myrtle cada par de años. Siempre volvía con una gran bolsa de ellas.
—Las opciones son un poco ínfimas por aquí —dice él—. Hay unos
bancos de arena aproximadamente treinta metros, así que la mayoría de las
conchas terminan allí. Hay algunos corales bonitos que logran llegar hasta
aquí.
Él tenía razón con respecto a la falta de variedad a pesar de que hay
muchas conchas de moluscos pequeñas. Encuentro unas pocas piezas de lo
que podrían haber sido ostras, pero estaba demasiado rotas para estar segura.
Me quedo unas pocas de las más coloridas en una mano a medida que
continuamos nuestro paseo a lo largo del borde del agua.
—Creo que veo una buena. —Me libero la mano de Aiden y camino unos
pocos pasos dentro del agua fría para agarrarla. Era un poco más grande que
las otras que he visto en la orilla y tiene colores turquesas por todos lados en
la parte interna. Las olas acarician mis pies, quitando la arena y revelando
otras conchas. Me agacho y las recojo, también.
Había algo sobre coleccionar conchas que siempre me ha calmado. Las
olas que rozan mis pies tienen un efecto cercanamente hipnótico, y camino un
poco más lejos para ver qué más puedo encontrar. La cálida brisa contrarresta
81 la frialdad del agua, haciendo una combinación perfecta.
Una gaviota se abalanza y grazna, sacándome de mi trance de buscadora-
de-conchas. Levanto la mirada, pero Aiden ya no está en la orilla del agua.
Miro alrededor de la playa y finalmente lo veo agachado cerca de un
montículo de arena. Froto la arena de la concha y camino hacia él para
encontrarlo sosteniendo una pequeña, pala verde de plástico. La está mirando
fija y atentamente, y sus ojos parecen estar lejos.
—¿Qué tienes allí? —pregunto.
Aiden salta ligeramente antes de lanzar la pala de vuelta a la arena y
ponerse de pie.
—Nada —contesta. Mira hacia mí y sonríe—. Algún niño dejó su pala en
la playa. ¿Aún estas recolectando conchas?
—Encontré unas realmente bonitas —digo.
Él revisa mi tesoro.
—¿Qué vas a hacer con ellas?
—No tengo idea. —Me río—. Creo que siempre me gustó más
coleccionarlas que usarlas de alguna manera. Probablemente he llevado miles
a casa pero ni siquiera las he pegado en un marco de fotografías. Creo que
mamá terminó tirándolas cuando se mudó.
—¿Por qué iba a hacer eso?
—Ella tiró muchas cosas, mayormente las de mi padre. Era demasiado
para ella tratar de llevárselas todas al otro lado del país.
Entrecierro los ojos por la luz del sol, recordando el rostro de mamá
mientras colocaba en cajas las ropas de papá para llevarlas al ejército de
salvación. Ella había permanecido estoica a lo largo del día pero solo tomó una
copa de vino en la cena antes de que se derrumbara esa noche.
—¿Se deshizo de todas sus cosas? —Aiden pregunta.
—Sí —digo—. Bueno, excepto por unos pocos recuerdos. Me quedé con
algunas de las cosas que me recordaban a él, en su mayoría libros y una
pequeña bandeja plateada que él siempre tenía en su cómoda. Él mantenía allí
su reloj y su cambio.
Aiden asintió, pero su expresión era tensa.
—No sé cómo pudo hacerlo ella —dice Aiden tranquilamente—. Revisar
82 las cosas de alguien de esa forma y luego deshacerse de todo, todo lo que ellos
poseían, es como una parte de sí mismo.
—Tienes que hacerlo —digo—. Seguir adelante es parte del proceso del
duelo. Si no sigues adelante, ¿cómo lo logras superar la pérdida?
Aiden me observa un largo momento antes de hablar.
—Tal vez no lo haces. Quizás no debes.
—La vida sigue adelante —digo—. No puedes vivir en el pasado como si
las personas a las que has perdido fueran a aparecer nuevamente algún día.
Las mantienes en tus recuerdos, pero no puedes morar en ello.
—Tal vez a veces tienes que hacerlo. —Los ojos de Aiden se oscurecen.
—¿A qué te refieres?
—¿Qué pasa si morar en ello es la única cosa que te permite seguir
adelante? ¿Y si es la única manera en la que puedes vivir con ello?
—¿Así es como fue con tu padre?
—¿Mi padre? Oh… —Aiden se endereza y aparta la mirada un
momento—. Bueno, sí. Mi madre dejó su estudio exactamente como estaba.
Probablemente aún esté así.
—¿Aún ahora? ¿Eso no sucedió cuando ibas a la escuela?
—Sí, fue en mi primer año de estudiante. No sé qué hizo ella con todo,
pero es probable que aún esté allí. Me fui de casa justo después de graduarme,
así que no lo sé seguro.
—¿Nunca regresaste?
—No.
—¿Pero ella mantuvo todo justo como estaba?
—Es todo lo que sé. Como te dije, ella más o menos enloqueció en ese
momento.
—Eso no es saludable —digo.
—Ella no es una persona saludable —Aiden estuvo de acuerdo—. No
creo que yo hubiera podido deshacerme de sus cosas tampoco. Eso solo
parece… bueno, como si estuviera tratando de deshacerme de él, intentando
olvidar.
—No lo olvidas. —Extiendo y pongo mi mano en su brazo—. Pero al
83 mismo tiempo, tienes que dejarlo ir.
Siento su brazo tensarse bajo mis dedos. Durante un minuto, parece que
iba a decir algo pero en cambio inhala profundamente.
—¿Lista para encontrar algo divertido que hacer? —pregunta.
—Claro —respondo.
Sin dudarlo, Aiden es bueno en cambiar de tema.
Aiden mete su gorra en una de las bolsas de la moto y busca alrededor
de su garaje hasta que encuentra otro casco extra. Unos pocos minutos
después, estoy agarrada a él en la parte trasera de la moto de nuevo. No quiero
admitirlo, pero aún me asusta como el infierno. Conmigo en su espalda, estoy
bastante segura de que él no está yendo tan rápido como lo hace
normalmente, y estoy agradecida por eso. Aun así, fuimos bastante rápido.
Conducimos hasta el parque estatal Oleta River, y Aiden me convence
para alquilar un kayak. Él quería que cada uno consiguiera el suyo propio,
pero me niego de plano. Nunca he remado ningún tipo de bote antes, y no
estoy a punto para empezar en una zona conocida por sus caimanes.
Conseguimos uno de esos en los que caben dos personas y Aiden hace
realmente todo el trabajo para movernos alrededor del canal.
Poco después de salir del muelle, la vista a mí alrededor me cautiva,
olvidándome por completo de las potenciales apariciones de grandes reptiles.
Los manglares son hermosos, y Aiden me cuenta todo lo que siempre quise
saber sobre ellos.
—En realidad viven en agua salada —dice—. Ya que sus raíces están por
todo el borde del canal, frenan las olas que vienen del océano y ayudan con la
erosión. También lo hacen mucho más fácil para navegar sobre el agua y hay
mucha vida marina. ¿Ves?
Aiden nos ralentiza cerca de un bache de raíces de manglares y se inclina
cerca sobre el agua. Debajo de la superficie, tres medusas se balancean hacia
afuera.
—Observa esto —dice Aiden con una gran sonrisa. Se extiende hacia
abajo y palmea la parte superior de una medusa.
—¿No te picará? —pregunto.
—No hay ningún tentáculo en la cima —dice—. Esos son los que pueden
picarte. Observa lo que hace.
84 Me asomo por el lado, preparándome mientras que la pequeña
embarcación se inclina con nuestro peso.
—No vas a caerte —me asegura Aiden —. Observa de nuevo.
Toca la parte superior de la medusa con su dedo índice, y la pequeña
criatura se arremolina alrededor hasta que está al revés, extendiéndose hacia
la superficie del agua con sus ondulantes tentáculos.
—¿Está tratando de picarte?
—Sí. —La medusa rueda de vuelta hasta que está derecha de nuevo, y
Aiden la palmea de nuevo. Una vez más, trata de alcanzar su dedo girándose
al revés.
—No son muy brillantes —Aiden señala—, pero sí muy divertidas para
jugar. Inténtalo tú.
—¿Yo? ¿Tocar una medusa?
—Mientras solo toques la parte superior, no duele. Se siente muy
agradable.
—¡De ninguna manera!
—¿Qué es lo peor que podría pasar?
—Si alguien acaba con una picada, esa sería yo.
—¿Entonces reconoces que una picadura sería lo peor que podría
suceder?
—Supongo que sí. —No estoy segura de hacia dónde quería llegar con
esto.
—¿Alguna vez te ha picado una abeja?
—Cuando era una niña, sí.
—¿Y sobreviviste?
—Obviamente.
—Comparadas con estas medusas, las picadas de abeja son peores —
dice Aiden—. Así que, dale una oportunidad. Sabes que vas a vivir.
Lo fulmino con la mirada, pero él solo me sonríe mientras que toca otra
de las criaturas. Respiro profundamente, bastante segura de que no me va a
dejar salir de ello, y me extiendo para tocar la parte de arriba del cuerpo de la
medusa.
Es babosa.
85 —¡Eww! —chillo a la vez que retiro rápidamente la mano fuera del agua.
La medusa rueda del revés para tratar de atraparme—. ¡Es asqueroso!
Aiden se rió, provocando que tiemble el kayak.
—Te mostraré algo asqueroso —dice. Recoge el remo y maniobra más
cerca de las raíces de los manglares. El agua es poco profunda aquí, y puedo
ver hasta el fondo. Aiden mira sobre el lado, continuamos un poco más hacia
adelante, y luego agarra una de las raíces del árbol.
—Allí hay una —murmura—. Inclínate hacia tu derecha un poco.
Lo hago, y Aiden se inclina hacia la izquierda, metiendo toda su mano y
brazo dentro del agua. Me muerdo el labio para evitar chillar mientras que el
kayak se balancea hacia la izquierda. No soy suficiente contrapeso y tengo que
inclinarme aún más.
—¡La tengo! —dice Aiden a medida que se sienta de vuelta, y el kayak se
mece a la derecha, asustándome.
—¡Avísame! —gimo mientras me enderezo.
—No vas a caerte —dice Aiden de nuevo. Se inclina hacia adelante y
sostiene fuera su mano. Descansando en su palma hay una masa pardusca que
parece un enorme y abultado pepinillo en vinagre que ha estado en la parte
trasera del refrigerador durante demasiado tiempo.
—¿Qué es eso? —pregunto.
—Un pepinillo de mar —dice Aiden—. Es más o menos la cosa más
asquerosa del mundo.
—Sí es asquerosa. —Estoy de acuerdo.
—Con suerte no hará esto ahora —dice Aiden—, pero cuando se sienten
amenazados, los pepinillos de mar tienen un mecanismo de defensa
maravilloso.
—¿Cuál?
—Vomitan sus intestinos.
—¿Qué?
—Básicamente, se ve como se dan la vuelta ellos mismo. Parecen que
pasan de medio asquerosos a completamente detestables, haciendo que los
predadores piensen que están muertos, y por lo tanto, no son apetecibles.
—Tienes que estar bromeando.
—En absoluto. —Aiden levanta su vista, y sus ojos brillan con travesura
86 infantil—. ¿Quieres que mire si puedo hacerlo enojar?
—¡No!
—Tócalo, entonces. —Lo sostiene un poco más cerca y me encojo.
—De ninguna manera.
—Si no lo haces —advirtió—. ¡Voy a empezar a meterme con él hasta
que vomite!
—¡No!
—¡Entonces tócalo!
—¡Ugh! —Arrugo la cara, aterrorizada de que la cosa fuera a saltar hacia
mí, y la alcanzo con un dedo dubitativamente. Golpeo la parte superior,
sorprendida de que no fuera tan viscosa como se veía. Sin embargo era
asquerosa, y lo digo yo.
Aiden sonríe mientras que mete su mano de vuelta bajo la superficie del
agua y deja que la cosa se fuera.
—Esta es la segunda experiencia que has vivido hoy —dice—.
¿Deberíamos ir por la número tres?
—Creo que mi cuota para tocar la asquerosa vida marina ya llegado al
cupo. —Doblo mis brazos sobre el mango del remo.
—Tenía algo más en mente —dice Aiden. Sumergiendo su remo en el
agua, nos alejamos de los árboles.
Remamos un poco más lejos por el canal y cerca de la bahía. Hay muchos
otros fuera y sobre ella, mayormente están moviéndose alrededor en kayaks
o sobre tablas de surf. Incluso hay un par de grupos dirigidos por un guía
naturalista. El clima es perfecto y el agua está perfecta, y todo es muy
hermoso. Me relajo mientras me giro para ponerme más cómoda en el kayak,
pero me alegro que Aiden esté detrás de mí y haciendo la mayor parte del
trayecto. Cuando miro hacia atrás de nuevo, está mirando por encima del
borde.
—Agárrate —dice él a la vez que rema hacia atrás por un momento. El
kayak se detiene, y Aiden se quita su gorra y la coloca hacia atrás en mi cabeza.
—¿Qué estás haciendo? —pregunto mientras agarro la gorra y la giro
hacia la dirección correcta.
—Solo sostente del borde del kayak y prepárate —ordena. Luego se
pone de pie.
93
Siete
S
iempre he escuchado que los hombres que son altos a menudo
tienen pollas a proporción. Si lo que recordaba vagamente sentir
contra mi pierna durante nuestro primer beso ebrio es un recuerdo
correcto, Aiden encajaba en la descripción. Estoy segura de que la salchicha
del hombre podría alimentar a todo un país desarrollado de mujeres
excitadas.
—¿Quieres una salchicha?
—¿Qué? —gimo, preguntándome cómo demonios puede leer mi mente.
—Con tus huevos —dice Aiden—. ¿Quieres una salchicha con los
huevos?
Oh sí. Desayuno.
94 Me revuelvo un poco en mi asiento e intento esconder mi sonrojo con
una taza de café. Los pensamientos que corren a través de mi cabeza esta
mañana son un problema, por decir algo.
A pesar de que la última vez que nos besamos fue junto a mi auto en el
estacionamiento del Thirty’s, dormir al lado de Aiden Hunter aparentemente
pone en marcha mis hormonas.
Observarlo cocinar el desayuno es la cosa más sexy que he presenciado
jamás. Tengo que agarrar mi teléfono y fingir que estoy ocupada
encendiéndolo para asegurarme de que no me atrape comiéndomelo con los
ojos.
Cada vez que él cambia de una sartén a la otra en la estufa, su trasero se
mueve en una manera que no puedo dejar de mirarlo. El pantalón corto que
lleva puesto no es muy ajustado, pero eso no cambia nada, los músculos de su
trasero sobresalen bastante de todas formas. Cada vez que cambia su peso,
puedo ver la línea de los magníficos músculos de su glúteo a través de la tela.
Era una gran distracción.
Sus hombros son igual de cautivadores. Son anchos y tan cincelados
como el resto de él. El ángulo de los trapecios subiendo hasta su cuello solo
me hace querer dibujar una línea allí. De hecho, mientras más miro fijamente
su piel tatuada, más quiero trazar cada línea, cada calavera, cada estrella, cada
flor… con mi lengua.
No puedo creer que esté pensando de esta manera.
Los hombres musculosos nunca habían sido mi tipo antes. Siempre me
he sentido atraída por los delgados pero musculosos hombres en blancas,
camisas abotonadas y pantalón de vestir. La corbata era opcional. Ellos nunca
tenían tatuajes, motos o acuerdos de negocios secretos en el medio de la
noche.
¡Alarma!
Le digo al ruido subconsciente en mi cabeza que se calle.
—¿Qué tal si hacemos algo espontáneo hoy? —sugiere Aiden.
—¿Cómo qué?
—Si te lo digo, no será espontáneo.
—No contármelo lo hace ser un secreto —digo—. Eso no tiene nada que
ver con la espontaneidad.
95 —Buen argumento —Aiden se mete otro bocado de huevos y queso
dentro de su boca, mastica y traga—. Aun así no te lo diré.
—¿Por qué no?
—Porque no quiero que te retractes.
—No puedo retractarme de algo que nunca he aceptado —argumento—
, y no puedo estar de acuerdo contigo sin saber lo que es.
—Hacer un pequeño viaje por carretera conmigo es acordarlo.
—No lo es. Ni siquiera creo que esa sea una palabra real.
—Seguro que lo es —Los ojos de Aiden brillan—. Además, tú entendiste
lo que quise decir, ¿verdad? ¿No es esa la esencia de la comunicación?
Cruzo mis brazos y lo miro de lado, ganándome otra sonrisa de
suficiencia.
—¿Así que otro paseo en la moto?
—Tomaremos mi jeep —dice—. Será más cómodo para un viaje largo de
todas formas.
Limpiamos el desayuno, nos turnamos en el baño y empacamos botellas
de agua para el camino, Aiden me lleva al garaje y me ayuda a subir a un Jeep
Rubicon de color amarillo brillante. La capota, ventanas y puertas han sido
retiradas, dejando completamente abierta.
—¿No me caeré? —pregunto.
—No a menos que lo hagas a propósito —dice Aiden mientras se ajusta
la gorra en su cabeza. Estaba empezando a preguntarme si él iba a algún lado
sin ella—. Abróchate el cinturón.
Lo hago, y él retrocede por la entrada y hacia el camino, dirigiéndose al
sur.
—¿A dónde vamos? —pregunto. Tengo que recoger mi cabello en la
parte posterior de mi cabeza con una mano para evitar que el viento lo
arrastre sobre mi rostro.
—Homestead —responde Aiden—. Está a solo a corto trayecto al sur de
Miami.
—¿Y qué hay en Homestead?
—Granjas mayormente. Consigo muchos vegetales frescos allí abajo. Es
un gran paseo en la moto. A veces me dirijo directo hacia los Cayos. Es
96 precioso.
—¿No es allí a dónde vamos? —pregunto—. ¿A los Cayos?
—Bueno, no exactamente —Aiden me echa un vistazo mientras que su
labio se curvó hacia arriba—. Creo que serás capaz de ver los Cayos desde
donde estaremos sin embargo.
Aiden continúa evadiendo mis preguntas acerca de nuestro destino
mientras continuamos bajando hacia la costa de Miami, a través de Miami
Beach, al este a través de Biscayne Bay y luego por la autopista South Dixie.
Pasamos por muchas granjas de vegetales llenas de trabajadores con
sombreros de ala ancha en los campos, y pasamos a través de una colección
de pequeñas ciudades. Nos llevó un tiempo, pero finalmente Aiden anuncia
que casi estamos allí.
Aiden gira el jeep en un largo camino de grava y se dirige hacia el gran
edificio que parece un granero de metal. Al lado del granero hay un pequeño
aeroplano y una van pintada con colores vivos y las palabras "Skydive Miami".
Miro seriamente a Aiden a medida que la comprensión me golpea.
—No hablas en serio.
—¿Quién yo? —Finge inocencia—. Totalmente en serio.
—¿Paracaidismo? —gimo— ¿Saltar de un avión? ¿A propósito? ¡Nunca
me he tirado en paracaídas en mi vida!
—Yo tampoco —dice Aiden—. Más razón para hacerlo.
—¡De ninguna manera!
Aiden estaciona al lado de un par de autos y se gira hacia mí.
—Es hora de vivir un poco, Chloe. Vamos, solo entremos y veamos lo que
hay para ver.
—Estás loco —digo firmemente—. No voy a hacer esto.
—¿Por qué no?
—¡Es peligroso!
—También lo es conducir por la autopista —Aiden responde—. No te
importa hacer eso.
—Estoy acostumbrada a eso —digo con menos convicción.
—Así que nos tiraremos en paracaídas varias veces hasta que te
acostumbres —Lo fulmino con la mirada la sonrisa de Aiden.
97
Da la vuelta hacia el asiento del pasajero del jeep y alcanza mi mano.
—Dale una oportunidad —dice mientras retrocedo, decidida a
permanecer en el vehículo. La luz del sol captura el verde en sus ojos, y de
nuevo, sus ojos me cautivan. Me rindo y lo sigo dentro del edificio.
Dentro, una recepcionista nos entrega a ambos una larga pila de papeles
para firmar y nos hace sentar para ver un video. Para resumir, tanto el papeleo
como el video dice que íbamos a morir.
—No puedo hacer esto —digo mientras sacudo mi cabeza—. ¿No leíste
nada de esto?
—Sí —dice Aiden—. Es mucha charla de abogados.
—Claro, porque vamos a morir.
—Nah —dice él—. Solo quieren asegurarse que si lo hacemos, ellos no
son demandados.
Miro abajo hacia los papeles de nuevo, siete páginas de las varias
maneras en las cuales podíamos ser mutilados o morir para el momento en
que el paseo hubiera terminado, y la demanda que firmamos cedía cualquier
derecho a enjuiciar a la compañía de paracaidismo por daños debido a que
reconocíamos que estábamos a punto de hacer algo completamente estúpido.
—Aiden…
Levanta su mano hasta mi rostro y acaricia mi mejilla mientras me mira
a los ojos.
—No sé qué pasará —dice él—. Esa es la emoción de ello. Eso es lo que
hace que la vida valga la pena vivirla. No sabes lo que sucederá después.
Probablemente estaremos bien, pero no hay garantía.
Coloca su otra mano en el otro lado de mi cara y me observa
atentamente.
—Nunca hay garantías, Chloe. Nunca sabes qué te depara la vida.
Podríamos decir olvídalo, volver a mi casa, y sentarnos en la playa. Sería
agradable, tranquilo y divertido. Podría tener un infarto o un aneurisma
cerebral mientras nos sentamos allí. Conduciendo de vuelta, podríamos ser
asesinados por un camión lleno de calabacines. La vida no es sobre cómo
termina; es acerca de lo que haces mientras estás vivo.
—¿Cuánto puedes hacer si el tipo con el que estás tiene deseos de morir?
—pregunto.
98 —No quiero morir —Aiden me corrige—. Quiero vivir. De eso se trata.
—¿No podríamos cazar conchas marinas o algo así?
Aiden sacude su cabeza lentamente.
—Yo voy a hacerlo —dice definitivamente—. Únete a mí si quieres.
Aiden firma el último trozo de papel y caminó de vuelta al mostrador.
Miro hacia abajo, releo algunas de las partes más temibles, respiro
profundamente y estampo mi firma. En el mostrador, Aiden arroja una tarjeta
de crédito e insiste en pagar por mi salto también. No voy a discutir. Yo no iba
a pagar por esta locura.
Una vez que la recepcionista tiene toda nuestra información y la
promesa de no demandarlo si moríamos, nos guiaron a una habitación trasera
donde nos atan a ambos con un arnés y nos dan unos pequeños cascos. Los
equipos de la cabeza se veían ridículos y no entendía para qué servían. No es
que fueran a evitar que nuestras cabezas fueran como calabazas aplastadas el
día después de Halloween si caíamos fuera del maldito avión y golpeábamos
el piso.
Nos dieron unas instrucciones muy breves acerca de cómo doblar
nuestros brazos frente a nuestros pechos e inclinarnos hacia atrás cuando
estuviéramos listos. Los instructores tenían los paracaídas, y nosotros
debíamos estar atados a los instructores. Justo cuando la lección termina,
nuestros instructores vienen y se presentaron a sí mismos como Greg y Mike.
—Para tu primer salto, siempre vas en pareja —dice Mike—. Perdí la
tirada de la moneda así que estaré atado al tipo grande, y Greg aquí obtiene a
la adorable dama.
Greg me guiña un ojo y luego camina hacia mí para revisar las correas
alrededor de mis hombros.
—Voy a tener que acercarme a ti —Greg me advierte—. Solo tengo que
asegurarme de que todo esté bien.
Un poco personal fue correcto. Pasó sus manos sobre las correas
alrededor de mis pechos y mi trasero, revisándolas exhaustivamente. Atrapo
a Aiden vigilando por la esquina de su ojo, pero Mike le estaba haciendo
exactamente lo mismo a él.
—¡Están listos! —dice Greg—. ¡Vamos!
Seguimos a los dos hombres hacia afuera y nos dirigimos al avión.
—¿Cuántas veces has hecho esto? —le pregunto a Greg mientras
99 caminábamos.
—Sobre veinte mil saltos —dice él.
—¿En serio?
—En serio —repitió. Me guiña el ojo nuevamente—. No he muerto ni una
vez.
Mi teléfono suena.
—¡Mierda! —me muerdo el labio a medida que veo la imagen de mi
madre en la pantalla.
Si muero en la próxima hora, esta sería mi última oportunidad de hablar
con ella.
—¿Tengo tiempo para contestar esta llamada? —pregunto a Greg.
—Claro —dice—. Tienes unos pocos minutos antes de que estemos
listos para irnos.
Doy unos pocos pasos lejos del avión para apagar el ruido.
—¡Hola, mamá! —digo al teléfono.
—¡Hola! Justamente estaba pensando en ti. Espero no estar
interrumpiendo una reunión ni nada.
—No, en absoluto. —Miro hacia el avión y veo a Mike ajustando el arnés
de Aiden—. ¿Exactamente en qué estabas pensando?
—Estoy repasando algunas fotos viejas —dice mamá—. Hay algunas
aquí de tu graduación de preescolar, lo cual me hizo pensar acerca de la
secundaria y la universidad, así que saqué esas, también.
—¿Un pequeño viaje por la calle de los recuerdos?
—Supongo que sí. —Puedo escucharla suspirar—. Sé que necesitaba
mudarme aquí, pero aún extraño que estés junto a mí siempre.
—Yo también te extraño, mamá.
—Pensé que podría visitarte para Acción de gracias —dice mamá—. No
espero que cocines ni nada, podríamos simplemente salir si quieres.
—¿Salir en Acción de gracias? ¡De ninguna manera! —Río—. Podemos
cocinar juntas. Me encantaría verte.
—¡Haré los arreglos! —dice mamá.
Aiden me hace señas, y respiro profundamente.
100 —¿Oye, mamá? Tengo que irme, pero te llamaré de vuelta este fin de
semana, ¿de acuerdo?
—Por supuesto. ¡Solo no hagas locuras!
Mi corazón empieza a latir más rápido.
—Uhm… ¿locura? —pregunto. En serio ¿hay alguna intuición profunda
de madre funcionando? ¿Sabía ella que yo estaba a punto de hacer algo
peligroso?
Dios mío, ¿en qué estaba pensando?
—Bueno, sé que no te llevas bien con tu nuevo jefe —explica mamá—.
Solo no hagas nada para hacer que te despidan o que te hartes tanto que
renuncies sin tener un plan de respaldo.
—¡Oh! —Limpio un poco de sudor de mi ceja—. No haré eso. Lo juro.
—Buena chica. Hablamos pronto.
—Suena bien, mamá. ¡Te amo!
—Yo también te amo, querida.
Finalizo la llamada y tomo otra respiración profunda. Apago el teléfono
y lo coloco en mi bolso antes de caminar de regreso al avión. Uno de los
trabajadores toma todos nuestros objetos valiosos, incluyendo la gorra de
béisbol de Aiden, y promete guardarlos hasta que bajáramos.
Si bajábamos en una pieza, claro.
—¿Todo listo? —pregunta Greg.
—¡No! —grito en mi cabeza. Externamente sonrío y asiento.
Greg se subió al avión primero y luego me hace señas para que me una a
él.
—Ven y siéntate aquí mismo —dice mientras palmea sus muslos.
—¿En tu regazo? —pregunto.
—Entre mis piernas —corrige—. Vamos estar bastante cómodos en el
camino hacia arriba.
Me siento entre sus piernas, y entonces Mike se sube y se sentó entre las
mías. Aiden se sentó frente a Mike, y todos nos encajonamos dentro de la
pequeña aeronave. Había otros tres saltadores con nosotros, uno de ellos en
pareja como Aiden y yo íbamos. Los otros dos eran saltadores
101 experimentados e iban solos.
—Me acerco a ti otra vez —me advierte Greg mientras empieza a
abrochar su arnés a la parte trasera del mío.
Sus manos se acercan a mí frente a la vez que revisan los pestillos
alrededor de mi pecho. Trato de no recostarme mucho hacia atrás sobre él,
pero es casi imposible en el pequeños espacio. Para el momento en que
alcanzamos cuatro mil doscientos metros mi espalda duele de tratar de
sentarme derecha, así que me rindo y descanso contra su pecho.
—¡Estáis bien! —El piloto dice desde su cabina—. Cuatro mil quinientos
metros.
La puerta en el costado del avión se abre, y me asomo alrededor del
hombro de Mike hacia nada más que el cielo azul y unas pocas nubes tenues.
¡Mierda! ¿En qué estaba pensando?
Los dos paracaidistas experimentados se dirigen hacia el borde de la
puerta y apenas parpadearon antes de lanzarse hacia afuera dentro del aire,
dando volteretas en el cielo con un grito de exuberancia.
No puedo compartir su entusiasmo. Estoy aterrada.
Aiden y su instructor se mueven hacia la puerta, y Aiden mira de vuelta
hacia mí.
—¡Aquí voy! —grita él. Se inclina hacia atrás contra Mike, y un momento
después, ambos caen fuera de la puerta y han desaparecido.
—¡Tu turno! —dice Greg. Me ayuda a maniobrarnos a ambos hacia la
puerta, y miro hacia afuera al cielo abierto y al suelo debajo. Estamos tan
arriba, que ni siquiera puedo darle sentido al panorama frente a mí.
—Cruza tus brazos sobre tu pecho e inclínate contra mí —me instruye
Greg.
Hago lo que me dice. Mi corazón está latiendo tan rápido, que me
pregunto si voy a tener un paro cardíaco antes de que el paracaídas se abra
siquiera.
—¿Lista? —pregunta.
Tragué con fuerza y asiento. No estoy lista. No estoy preparada en
absoluto. Esto era una locura.
—¡Sí! —digo de vuelta.
—¡Allá vamos! —Greg se inclina hacia adelante, luego hacia atrás, y
luego adelante otra vez.
102
Caemos al vacío.
El viento frío muerde mi piel mientras caemos. Trato de mantener mi
boca cerrada, pero estoy bastante segura de que un torrente de maldiciones
está fluyendo automáticamente de ella. El suelo está imposiblemente lejos
pero acercándose cada segundo. Debajo de nosotros, puedo ver las siluetas de
los otros saltadores, incluyendo a Aiden y Mike.
¿Y si chocamos contra ellos?
Siento el toque de Greg en mi hombro, la señal para que extienda mis
brazos. Lo hago, pero no parece ralentizarnos en lo absoluto. Greg empuja
contra mí, inclinándonos hacia adelante. Puedo ver la imagen fugaz de Aiden
y su instructor a medida que los pasamos deprisa y pasamos a través de una
nube.
Aún estamos cayendo. Las lágrimas salen de mis ojos mientras que el
viento pasa por mi rostro. Trato de mirar el medidor en mi muñeca para ver
cuán lejos hemos caído, pero no puedo ver lo suficientemente claro para
leerlo. El aire está helado en mi piel desnuda, y mi estómago hace volteretas
dentro de mí.
Con un repentino tirón, mi cuerpo se empujó hacia arriba y contra Greg.
Las correas a mí alrededor se aprietan de una forma dolorosa, y nuestro
descenso se ralentiza mientras que el paracaídas se abre.
Flotamos.
—¿Qué piensas? —pregunta Greg.
—¡Mierda! —Es todo lo que me puedo arreglar de decir.
Greg se ríe.
—Esos son los Everglades a tu izquierda —me dice—. Cayo largo está a
la derecha. ¿Lo ves?
—¡Es hermoso! —exclamo.
—Déjame aflojarte un poco. —Siento las manos de Greg en mi espalda.
El arnés se libera, causándome que jadee mientras que me deslice hacia
adelante ligeramente. Las correas están más cómodas, pero mi corazón
permanece atascado en mi garganta.
Flotamos hacia una nube, y por un momento no hay más nada que blanco
103 y una ligera sensación de humedad en mi piel. Caemos debajo de ella
rápidamente y escucho la voz de Greg de nuevo.
—¿Qué te parece una pequeña vuelta?
Él tiró de las correas del lado izquierdo y giramos en dirección contraria
a las agujas de reloj. Luego me empuja hacia la derecha y vamos en la dirección
del reloj. Mi estómago se remueve un poco.
—Inténtalo tú —dice él mientras que su mano cubre la mía. Tiro de la
correa y giramos alrededor otra vez—. Ve y gira hacia cualquier dirección que
quieras.
Lo hago. Me muevo un poco a la izquierda y luego un poco a la derecha
pero mantengo un movimiento lento y firme para no perder el desayuno.
Lejos debajo, el verde de los Everglades domina el paisaje. Puedo ver los
campos que hemos pasado con el jeep y las minúsculas formas de los
trabajadores del campo recolectando vegetales. El agua azul alrededor de las
islas de los Cayos brilla con la luz del sol.
Miro alrededor un poco más, asombrándome en la belleza de la escena
panorámica debajo de mí. Tiro nuevamente la correa y miro hacia afuera
sobre el océano, con mi mente dando vueltas.
¿En serio estoy haciendo esto?
Miro hacia arriba para ver otros dos paracaídas sobre nosotros, pero no
puedo distinguir cuál de esas figuras era Aiden. Echo una mirada sobre mi
hombro para ver a Greg sonriendo.
—¿Qué te parece? —pregunta.
—¡Es increíble! —chillo—. ¡Real y verdaderamente increíble!
—¡No hay nada más como esto! —Está de acuerdo.
Flotamos a través de otra nube, y Greg toma el control de nuestra
dirección mientras empezamos a hacer hacia el suelo. Puedo ver un campo
amplio bajo nosotros con dos círculos de hierba marrón en el centro y a varias
personas de pie a su alrededor. La furgoneta colorida estaba estacionada en
el borde de la zona de césped.
Los dos primeros saltadores aterrizaron debajo de nosotros, y sus
paracaídas se ondularon brevemente antes de que los ávidos-de-emociones
los reunieran y los apartaran del círculo. Greg nos giró de nuevo,
inclinándonos hacia abajo y adelante al suelo.
—Recuerda, mantén tus piernas arriba. Déjame el aterrizaje a mí.
104 Nos acercábamos al grupo rápidamente. Acerco mis rodillas a mi pecho
mientras nos acercamos a uno de los pequeños círculos en el medio del
campo. Con una sacudida, los pies de Greg tocan abajo y él empieza a correr.
—¡Pies abajo! —grita Greg a medida que vamos más lento. Dejo caer mis
pies y vuelvo a la tierra. Greg mantiene la parte superior de mis brazos,
evitando que me caiga hacia atrás mientras que vamos más lento y luego nos
detenemos.
Greg arrastra lejos el paracaídas del círculo y empieza a envolverlo. Mira
hacia arriba al cielo y veo una pequeña mota del azul y el amarillo aún allí
arriba. Apenas puedo distinguir la forma de Aiden, atada a Mike, a medida que
ellos hacen su camino de vuelta al suelo. Observo mientras Aiden empuja sus
pies hacia arriba, y él y Mike aterrizan justo fuera del círculo de hierba. Tan
pronto como ellos se ralentizaron hasta detenerse, ambos caen hacia atrás
sobre sus traseros.
Me río.
—¡Eso es jodidamente increíble! —Aiden grita mientras que Mike libera
el arnés para que él se pudiera ponerse en pie de nuevo—. ¡Mierda, eso fue
asombroso!
Él corre hacia mí y me levanta en el aire, girándome en círculo. Agarro
sus hombros y contengo el aliento, mi estómago aún está un poco mareado.
—¿No fue eso malditamente asombroso?
—Lo fue —acuerdo con una risa.
—¡Y viviste! —exclama.
—¡Lo hice! —Más risitas mientras que él me deja caer de vuelta sobre
mis pies.
—Viviste —repitió—, en más de un sentido.
—Sí —estoy de acuerdo—. Lo hice. Gracias.
Me pongo de puntilla y presiono mis labios brevemente contra los suyos.
Cuando lo miro, Aiden está sonriendo hacia mí, sus amplios ojos y brillan de
emoción. Sus manos tiemblan a mis costados, y me doy cuenta que las mías
también lo hacen, pero no tengo miedo. Estoy exuberante.
Y con eso, me doy cuenta de lo que me ha estado faltando en mi vida.
105
Ocho
E
l viaje de regreso a casa lo pasamos comparando nuestras
experiencias mientras volamos a través del cielo. Aún estaba toda
excitada por la adrenalina que corría a través de mi sistema y
parecía que no podía dejar de sonreír. Aiden estaba de la misma manera y de
vez en cuando sacaba su cabeza por un costado del jeep para gritar de regocijo
mientras conducíamos por la carretera.
Cuando finalmente llegamos a la casa de Aiden, un Towncar Lincoln
estaba estacionado en la entrada.
—¿Qué demonios? —murmuró Aiden en voz baja mientras estacionaba
alrededor del auto y detuvo el jeep al lado del mismo.
—¿Qué pasa? —pregunto—. ¿Quién está aquí?
106 —Solo unos amigos —dijo mientras salía del jeep.
Salgo también y lo sigo través de la casa y al patio trasero.
Sentados en las sillas del patio hay dos hombres. Ambos son altos de piel
oscura y cuerpos tan inmensos que apenas cabrían por una puerta, incluso de
uno en uno. El de piel más oscura es calvo y tiene una barba negra tupida. El
otro hombre, ligeramente de piel más clara tiene perilla y corto cabello
esculpido.
—¿Qué tal, Hunter? —El hombre con perilla prácticamente grita
mientras ambos se levantan.
—¿Dónde demonios has estado, hijo de puta? —pregunta el hombre
calvo, con su voz igual de escandalosa—. Te perdiste una fiesta genial en el
Redeye’s el fin de semana pasado.
—Ohio —responde Aiden—. Tenía unos negocios.
—Oh, sí. ¿Cómo fue esa mierda? —pregunta Barba de chivo.
—Más tarde. —Aiden me mira rápidamente y luego de vuelta a Barba de
chivo.
—Entendido.
—¿Y quién es la hermosa dama? —El otro hombre dice mientras da un
golpecito a Aiden en las costillas.
—Chloe —Aiden dice tomando mi mano y señalando al de complexión
más oscura—, este es Lorenzo, o solo Lo, como lo llamamos.
—¡Encantado de conocerte! —digo Lo mientras estrecha mi mano.
—Un placer conocerte, también —digo mientras estrecho la suya.
—Y este es Mo —dice Aiden—. Según lo que sé, no es el diminutivo de
nada.
—¡Es la forma corta de decir idiota8! ¡Ja! ¡Ja! ¡Ja! —dice Lo mientras que
se ríe de su propia broma.
La agudeza y volumen de la risa de verdad me provoca un sobresalto.
—¡Mira quién está hablando! —responde Mo mientras que golpea a Lo
en el hombro. Girándose hacia Aiden—. Así qué, ¿dónde encontraste a esta?
—En el norte —dice Aiden—. Ella necesitaba unas pequeñas vacaciones
al sol.
107 —Es demasiado linda para ti —dice Mo—. Déjame quitártela de las
manos.
Aiden da un paso hacia adelante, interponiéndose entre Mo y yo.
—Mantén tus manos y todo lo demás para ti —dice Aiden. A pesar de
que sonríe cuando habla, haya una advertencia subyacente—. Ella es mi
invitada aquí.
Mo se echa a reír tan fuerte como Lo, sobresaltándome de nuevo.
—Entonces, ¿qué ha estado haciendo Aiden contigo? —me pregunta
Lo—. Debes estar muy necesitada si estás pasando el rato con este perdedor.
—Fuimos a hacer paracaidismo. —contesto.
—¡Cielo santo! ¿Hablas en serio? —pregunta Mo. Con sus ojos
desorbitados mientras mira hacia Aiden—. Cómo, ¿paracaidismo de verdad?
—Sí, bajamos hasta Homestead —dice Aiden—. Siempre quise ir y Chloe
necesitaba relajarse un poco.
—Están locos —dice Lo mientras señala con un dedo a Aiden—. No hay
manera de que yo salte de un avión en perfecta condición.
8Moron: Que inglés significa idiota, por ello el juego de palabras con respecto a que el nombre "Mo"
es un diminutivo de Moron
—¡No hay manera de que tú capas dentro de un avión, perfectamente de
otro modo! —dice Mo y ambos ríen.
—Estos tipos son unos personajes —dice Aiden a la vez que se inclina
hacia mí—. Vigílalos.
—No tiene sentido —dice Lo mientras pasa su mano sugestivamente por
su cuerpo. Mo empieza a bailar alrededor en un círculo con sus manos arriba
detrás de su cabeza—. ¡Nadie puede soportar todo esto!
Mo y Lo empiezan a reírse de nuevo. Ahora que lo estoy esperando, el
sonido no es tan discordante. Hasta sonrío un poco, mientras que Lo sacude
alegremente sus caderas de ida y vuelta. Los miro a ambos cuidadosamente,
intentando deducir cuál es su relación. Si no fuera por la variación en sus
tonos de piel, habría pensado que eran hermanos simplemente basada en sus
gestos similares.
—Vas a asustar a los vecinos —dijo Aiden—. ¿Chicos quieren una
bebida?
—¡Claro que sí! —responden ambos a la vez.
108 Aiden entra y agarra unas cervezas del refrigerador. Todos nos sentamos
alrededor de la mesa del patio y Aiden abre las botellas. Lo y Mo comentan los
detalles de la fiesta que Aiden se había perdido, centrándose obviamente en
la insana cantidad de alcohol que habían consumido ellos.
—Ruleta de vodka, lo denominó Redeye —dice Mo—. Él está fuera de
sus cabales.
—Él tuvo una docena de sabores de vodka —dice Lo—, algunos buenos,
unos no tan buenos. Después algún trago que era solo agua.
—Ese es el peor para obtener —comentó Mo.
—No lo es —corrige Lo—. Nada es peor que el bakon vodka.
—¿Bacon? —repito.
—Bakon con una k —dice Lo—. Esa mierda es asquerosa.
—Rompe un huevo en él —dijo Mo—, ¡es el mejor desayuno para la
resaca!
—Amigo, estás jodido —responde Lo seriamente—. Asquerosa,
asquerosa mierda.
—Así que todo el mundo consigue un sabor diferente —continúa Mo—,
y no sabes cuál es hasta que lo bebes.
—Yo obtuve panqueques de arándanos —Lo nos informa—. No es malo,
en serio.
—Eso suena horrible. —señalo.
—No puedes negarte a un trago de Redeye —dice Aiden a medida que se
inclina hacia mí—. Él te fastidiará hasta que lo tomes. Es más fácil rendirse.
Mo repentinamente se pone de pie y finge sostener un chupito para mí.
—¡Necesitas un trago! —grita él—. ¡Toma este trago! ¡Toma este trago
ahora mismo! ¿Estás despreciando mi hospitalidad?
Los tres se ríen.
—Eso es cierto —dice Aiden con un asentimiento.
—¿Su nombre es Redeye9? —pregunto.
—No realmente —dice Aiden—, pero es como todo el mundo lo llama.
—¿Por qué?
—No tengo idea —Aiden sonríe e inclina su cerveza hacia atrás—. Él es
muy divertido, sin embargo.
109
—¿Es él un barman o algo así?
—Nah, se dedica a los negocios, como yo.
No insisto en el tema.
Lo y Mo continúan contando más payasadas de la fiesta, que en su
mayoría se trataban de quién terminó vomitando al final de la noche y quién
enrolló con quién después. Ninguno de los nombres significa nada para mí, así
que simplemente escucho y observo las olas chocar en la playa.
—¿Quieres dar un pequeño paseo por la arena? —pregunta Aiden.
—Eso estaría bien —respondo con una sonrisa. La idea de estar a solas
con él un rato sonaba bien. Me había presentado como su invitada, lo cual era
tan cierto como cualquier otra, ya que aún no me ha tocado siquiera en toda
la noche.
—Bien —dice Aiden con una sonrisa—. Lo puede llevarla. Necesito
hablar de negocios con Mo un momento.
—Eh… está bien. —Eso no era lo que estaba esperando, en lo absoluto.
Sin embargo voy de todos modos.
C
uatro días con Aiden, y de nuevo, mi sueño es inquieto. Cada vez
que me despierto, Aiden no está allí. Considero salir a buscarlo
pero no quiero escuchar ninguna otra de sus conversaciones de
por la noche. Se dice que la ignorancia es una bendición y estoy empezando a
creer en ello.
Cuando despierto por la mañana, Aiden estaba envuelto a mí alrededor
por primera vez en lugar de al contrario. Mi espalda estaba en su pecho con
sus brazos enroscados a mí alrededor. No puedo recordar haberme
despertado alguna vez en tal posición, y por un momento, solo me quedo allí
sintiendo.
Él estaba cálido pero no demasiado ardiente. Su mejilla estaba contra la
cima de mi cabeza y su brazo doblado para permitir que mi cabeza descansara
118 sobre su bíceps. Nuestras rodillas estaban ligeramente dobladas, con sus
piernas curvadas contra la parte trasera de las mías. Su brazo alrededor de mi
cintura y su mano descansando en el colchón al lado de mi estómago.
Supongo que esto era a lo que la gente se refería como a una clásica
posición de “cucharita”.
Miro abajo hacía el brazo envuelto alrededor de mi cintura, trato de
obtener una mejor vista de los tatuajes allí. Hay estrellas y una señal de un
dólar también como la imagen de un jugador de básquet. La frase era Bebé de
los 80s en rojo, justo en el centro de su brazo cerca de su codo y una rosa de
tallo recorre a lo largo de su antebrazo.
Recuerdo lo que le escuché al teléfono. Francamente, me asusté un poco.
Si realmente lo pensaba racionalmente, probablemente empacaría y saldría
como el infierno de aquí. Esa era la cosa, a pesar de, no pensaba
racionalmente.
A pesar de las palabras en el teléfono, aún me sentía segura en sus
brazos.
¿Por qué era eso? ¿Es simplemente un reflejo de su fuerza? ¿Las mujeres
humanas estamos realmente programadas biológicamente para buscar a
alguien que fuera capaz de protegernos físicamente? Si él no fuera tan
musculoso, ¿me sentiría atraída a él?
Este era el quid de la cuestión, me siento atraída por él y no solo un poco.
Difícilmente he sido capaz de mantener mis ojos fuera de él todo el tiempo
que había estado aquí y hasta había soñado con él.
Aiden se mueve en su sueño, presionando su cuerpo más cerca de mí. Su
codo se dobla a medida que su mano se mueve hacia a mi hombro y su agarré
se aprieta. No hay duda de que puedo sentirlo presionarse contra mi trasero.
Es largo y duro.
Paso de tibia a caliente en cuestión de segundos. Mis muslos y trasero se
cierran involuntariamente a la vez que inhalo y la contengo. Él no está
moviéndose contra mí ni nada, pero aun así es suficiente, bastante notable.
Erección mañanera.
Como cucharear, era algo de lo que había escuchado mucho pero nunca
había experimentado. Cuando Zach se había quedado a dormir, él siempre se
había levantado antes que yo. Él tampoco era de acurrucarse en la cama, así
119 que simplemente nunca había sido un problema.
¿Es eso lo que era? ¿Un problema?
Mientras que cierro mis ojos, mi mente se vuelve un poco salvaje. No
puedo evitar tener pensamientos de él despertándose, sacar la parte inferior
de mi pijama por mis piernas y penetrarme. Casi puedo sentirlo besando mi
cuello mientras se mece dentro de mí lentamente.
La idea me hace preguntarme si él es de esa manera, lento y gentil, de la
misma forma que todos mis amantes pasados habían sido. No parece encajar
y mi fantasía rápidamente cambia a él rodándome a mi estómago y golpear
dentro de mí desde atrás.
Puedo sentir el sudor empezar a acumularse detrás de mí cuello y bajo
mis senos. Realmente tengo que salir de esta posición antes de que él se
despierte. Bueno, antes que el resto de él se despierte.
Lo que no es fácil.
El hombre tiene un agarre férreo sobre mí. Trato de apartar su brazo de
mí, es malditamente imposible. Él no se movía. Acabo deslizándome por
debajo de él, con la cabeza casi atrapada en el pliegue del codo en el proceso.
Finalmente, caigo de rodillas en el borde de la cama. El rostro de Aiden se
aplasta por un momento mientras busca con su mano en el colchón vacío. Él
se gira sobre su estómago y frota su cabeza contra la almohada antes de dejar
salir un largo suspiro. Permanezco sin moverme un momento hasta que estoy
segura que está completamente dormido y luego camino de puntillas hacia mi
maleta, agarro ropa limpia voy hacia el baño. Estoy un rato extra arreglando
mi cabello. La humedad no le sienta nada bien a mis rizos y he estado
peleando con él desde que llegué. Es una buena distracción.
Él aún está durmiendo cuando termino, así que me dirijo hacia la cocina
para hacer café. Lluvia está cayendo a raudales, oscureciendo la arena y
bloqueando el sonido de las olas. Después de que la primera taza está vacía,
decido que él no iba a despertarse pronto y que debería simplemente hacer
mi propio desayuno.
Revisar el refrigerador de otra persona es algo más que estresante. No
estoy segura si es como dar un paso en falso para un invitado lo sería revisar
el armario de las medicinas, pero tenía que continuar y sin cuestionarme. Al
parecer es mejor que revisar los armarios, así que solo me di prisa en
encontrar el cartón de huevos y algo de leche.
Huevos revueltos y tostadas es realmente un desayuno más elaborado
120 de lo que habitualmente me hacía en casa, aunque parece poco después de un
par de días de cocina de Aiden. No sabía tan bueno como el suyo, tampoco.
Como y observé la lluvia caer, tomo otra taza de café, enjuago los platos
antes de colocarlos en la lavavajillas y luego me siento en la mesa de la cocina
y observo la playa lluviosa un poco más.
Aiden continúa durmiendo la mayor parte de la mañana. Me asomé un
par de veces y solo puedo asumir que se había quedado despierto hasta muy
tarde. Con la lluvia cayendo a cántaros aún más fuerte, no puedo ir a caminar
por la playa, así que me siento en la mesa de la cocina y miro hacia el cielo
gris. Hasta con el mal clima, es hermoso.
Termino encendiendo mi teléfono y jugando algún juego. He llegado casi
hasta un cuarto de la energía de mi batería pero aun así considero revisar mi
correo electrónico. Si estoy siendo honesta conmigo misma, admitiría que
sentía miedo de revisarlo. Realmente no pensé que dar un aviso de vacaciones
con tan poco tiempo haría que me despidieran, pero también estaba bastante
segura de que cabeza de chía tendría algo que decir al respecto. Sin embargo,
los comentarios de mi madre acerca de no hacer nada apresurado
continuaban repitiéndose en mi cabeza.
Juego algo más. Le echo un vistazo a Aiden y luego hago otra taza de café.
El teléfono suena para avisarme que he bajado hasta el veinte por ciento,
así que lo apago de nuevo y escucho al viento aullar. Recojo la gorra de béisbol
rojo de Aiden y paso mis dedos por el borde interior gastado, preguntándome
desde hace cuánto él la tiene y si alguna vez la había usado de la manera
correcta mientras la coloco de vuelta en la mesa de la cocina. Finalmente
tengo que reconocer que estoy quedándome sin opciones para mantenerme
ocupada.
El aburrimiento puede conmigo. Aunque me siento un poco perversa al
respecto, empiezo a deambular de habitación en habitación, solo para ver qué
hay dentro. No me ha enseñado la casa, pero pensaba que me llevara mucho
solo asomarme dentro de las habitaciones en las cuales no he estado aún.
Al otro lado de la sala de estar hay un pequeño pasillo con tres puertas.
Las primeras dos están abiertas, y encuentro un baño detrás de una y el salón
de pesas de Aiden detrás de la otra. Reconozco la cinta andadora y un banco
de pesas con muchas pesas alrededor alineadas en un estante, pero hay un
par de máquinas que no puedo identificar. Una tiene una barra atravesada en
medio y grandes pesas a un lado de ella, y la otra era alta con una barra abajo
121 y asideros arriba en la parte superior. También hay una alfombra en el suelo
y una bolsa de boxeo independiente.
Por si no lo había notado de su físico, esta habitación definitivamente lo
colocaba dentro de la clase seria de culturismo.
La puerta a la última habitación estaba cerrada y dudaba bastante de si
abrirla. Estaba entrometiéndome, no hay otro nombre para lo que estoy
haciendo, y eso es completamente una grosería. Sin embargo, no sabía qué
más hacer mientras esperaba que Aiden se despertara.
Tal vez ya lo había hecho.
Silenciosamente me escabullo de vuelta a la sala principal y miro hacia
adentro. Aiden está sobre su espalda y roncando ligeramente. Él no parece
que vaya a despertar de momento. Vuelvo a la puerta cerrada y coloco mi
mano en la perilla.
No debería estar haciendo esto. Todas las otras puertas están abiertas,
¿así que por qué él mantendría cerrada esta? a menos que fuera para esconder
algo detrás de ellas ¿Qué puede haber allí adentro? ¿Esconde sus drogas en
esta habitación? ¿Armas? ¿Un cuerpo muerto?
¡Alarma!
Solo hay una forma de saberlo. Con una profunda respiración, giro la
perilla y empujo la puerta abriéndola.
Cajas.
Cajas etiquetadas.
Pilas y pilas de ellas.
Casi me río de mí misma. No estoy segura de qué esperaba realmente,
pero probablemente debería haberme dado cuenta de que era esto lo que
encontraría. Él había dicho muchas veces que no había tenido la oportunidad
de desempacar. No había ninguna duda por qué tenía una habitación así. El
único sitio que parecía completamente en su lugar era la cocina.
Justo cuando estaba cerrando la puerta, una de las etiquetas de las cajas
llamó mi atención.
“Ropa de Cayden”.
Me detengo y empujo la puerta abierta un poco más. Hay varias cajas
etiquetadas de la misma forma. Justo detrás de esas hay cartones que
simplemente dicen “Cayden”. Algunos de los otros contenedores tenían
122 etiquetas distintas.
“Bicicleta de Cayden”.
“Libros de Cayden”.
“Juguetes de Cayden”.
¿Juguetes?
Un ligero ruido de la dirección de la cocina me sobresalta. Cierro la
puerta velozmente y tropiezo por el pasillo y dentro de la sala de estar,
seguramente me han atrapado. No lo estoy, sin embargo. La sala y la cocina
están vacías. Miro alrededor para encontrar la fuente del sonido cuando lo
escucho de nuevo, desde afuera. El viento ha tumbado una de las sillas del
patio y ahora está soplando sobre las baldosas de piedra.
Suspiro y siento mi trasero de vuelta junto a la mesa de la cocina. Mi café
se ha enfriado, pero lo bebo de todas formas.
¿Quién es Cayden?
No estoy muy segura de que el nombre de Cayden sea de niño o niña.
Suena como algo que podrías ponerle a un niño, pero también podría ser
unisex. No conocía a ningún Cayden y no tenía ningún marco de referencia.
No creo que fuera de la chica con la cual él solía salir. Dijo que su última
novia fue Megan, y ni siquiera quiero pensar en qué tipo de cosas podrían
haber en la caja de juguetes de una mujer. Realmente solo hay una respuesta
lógica.
Aiden tenía un hijo.
Tal vez un niño o quizás una niña pero definitivamente un hijo. ¿Quién
más tendría una bicicleta y juguetes en cajas?
Aiden no ha mencionado a ningún hijo. De hecho, había dicho que no
tenía familia excepto su madre, y que no hablaba de ella en absoluto. ¿Qué
clase de persona descuida mencionar que tiene un hijo?
Y estaba de vuelta al inicio. ¿Qué tipo de persona, de verdad?
Ciertamente he llegado a saber bastantes cosas acerca de Aiden Hunter en los
pocos días pasados, pero no podía decir que en realidad lo conocía. Esto era
demente. Yo estaba demente. No tenía nada que hacer aquí en absoluto.
—Hola. —La voz de Aiden casi me hace saltar fuera de mi asiento—. Lo
siento por dormir hasta tan tarde. La lluvia me hace eso a veces.
123 —No pasa nada —respondo automáticamente.
—Espero que no hayas estado demasiado aburrida. ¿Al menos
encontraste tú misma algo para comer?
—Sí, estoy bien. —Me enderezo en la silla un poco y sostengo arriba mi
taza de café—. Hay algo de café en la jarra si quieres un poco.
—Fantástico —dice Aiden con un bostezo. Se sirve una taza y se siente
delante de mí—. ¿Ha estado lloviendo todo el día?
—Sí —digo—. Ventoso, también. Las sillas del patio han estado volando
alrededor.
Aiden echó una mirada por la ventana e investiga el daño con un
asentimiento.
—¿Qué has estado haciendo? —preguntó él.
—No mucho —digo, esperando que no estar delatando mis actividades
de incursión a la privacidad con mi sonrojo—. He estado observando la lluvia
y jugando con mi teléfono.
—¿Qué haríamos sin teléfonos inteligentes? —Aiden reflexionó.
¿Fisgonear alrededor de las casas de otras personas?
No respondo. Me estoy sintiendo realmente culpable por lo que he
hecho. No va con mi personalidad hacer algo así y no sé qué se había
apoderado de mí. Curiosidad, supongo, pero eso no es una excusa.
—¿Estás bien?
Miro a los ojos de Aiden.
—Estoy bien —contesto. Me pregunto si él podría saber que estuve
haciendo algo que no debía haber estado haciendo.
—Espero que no estés demasiado molesta porque durmiera hasta tan
tarde —Aiden dice—. Quiero decir, podrías haberme despertado si hubieras
querido. Debí haber colocado una alarma.
—No, en absoluto —digo—. Supuse que habías… bueno, pensé que
debías haber trabajado hasta tarde.
—Sí, lo hice. —Aiden toma otro trago de su café y mira fijamente hacia
afuera por la ventana—. Día de mierda para hacer algo afuera.
—Lo es. —Estoy de acuerdo—. Pero de nuevo, creo que he tenido más
emoción en el exterior esta semana de la que tenido en toda mi vida.
124
Aiden sonríe y sus ojos brillan hacia mí.
—¿Valió la pena? —pregunta.
—No estoy segura aún —digo—. Aún estoy intentando de convencerme
a mí misma que salté de un avión.
—Jodidamente fantástico, ¿no? —Los ojos de Aiden se amplían con su
sonrisa.
—Realmente fue asombroso. Solo no puedo creer que lo hiciera.
—¿Estas feliz de haberlo hecho?
—Sí —digo después de pensarlo un momento—, lo estoy.
—¿Lo harías nuevamente?
Niego.
—Creo que una vez fue suficiente. No quiero tentar mi suerte.
Aiden se ríe entre dientes mientras se levanta para rellenar su café.
Después de preguntar si quiero algo, se hace un par de gofres en el horno
tostador y los unta con mantequilla de maní y mermelada.
—Eso es un poco menos elaborado de lo que has estado haciendo —
señalo.
—Bueno, estoy bastante hambriento y no quiero esperar —responde—
. Además, cocinar no es tan divertido si es solo para mí. Tendré que pensar en
algo más interesante para la cena. Podría hacer un estofado en la olla de barro.
¿Te gusta el estofado?
—Suena bien —digo.
—Estaba planeando hacer una parrilla afuera, pero no creo que el clima
vaya a cooperar.
Otra silla de patio se mueve y se vuelca, justo en ese momento.
—Mejor las introduzco —dice Aiden. Arroja el gofre a medio comer
sobre la mesa y corre hacia afuera al patio para llevar las sillas junto a la casa,
empapándose en el proceso.
Corro al baño y agarro una de las largas toallas que cuelgan sobre la
ducha. Aiden está goteando en la entrada cuando regreso a la cocina. Su
camiseta se aferra a su cuerpo y muestra sus tatuajes a través de la delgada
tela.
¡Concurso de camisetas mojadas, tenemos un ganador!
125 —Gracias —dice mientras toma la toalla de mis manos—. No estoy
seguro de que sea suficiente, sin embargo.
—¿Quieres otra?
—Nah, necesito ir a la ducha de todas formas.
Aiden gotea de camino hasta el baño, dejando su gofre en la mesa.
Después de oír la ducha iniciar, limpio el agua del suelo. Aún me siento
culpable por haber estado hurgando en su casa y calculo que lo menos que
puedo hacer es limpiar un poco.
Tampoco sé que pensar de las etiquetas en las cajas. Estoy segura que
eso significa que Aiden tenía un hijo, ¿pero por qué él no mencionaría algo así
de importante? ¿Pensaría que quizás no me gustan los niños? ¿Es un padre
que no proveía adecuadamente a su hijo?
Eso no parecía correcto. Tal vez no conocía a Aiden muy bien, pero
parecía alguien que le gustaba cuidar de la gente. Le gustaba cocinar para
otros y me había llevado a hacer todas estas cosas maravillosas. No parecía
encajar que él no cuidara de un niño que fuera suyo.
¿Así que por qué lo escondería?
Quizás estaba completamente equivocada y Cayden no era un niño. Tal
vez era su perro que permanecía en un hotel de mascotas mientras yo estaba
aquí.
Los perros no leen libros ni montan bicicletas.
Ah, claro.
Aiden reaparece con la ropa seca y cabello ligeramente húmedo. Hay
gotas de agua brillando alrededor de su cuello, alentándome a pensar en
lamerlas. Ideas similares corren por mi cabeza mientras él saca la olla de
barro y comienza a picar vegetales para un estofado.
—Bueno —dice Aiden cuando tiene todos los ingredientes en la olla de
barro—, ¿qué vamos a hacer hoy? Un viaje en moto está definitivamente
descartado.
—Creo que tienes razón en eso. —Estoy de acuerdo, contenta de tener
algo más en lo que pensar además de la forma en la que el agua baila alrededor
de la piel de Aiden—. ¿Qué más tienes en mente?
Aiden piensa un momento y entonces repentinamente chasquea sus
126 dedos.
—¡Tengo justamente algo que hacer! —Salta y se dirige por el pasillo en
el que yo había estado husmeando antes. Regresa un minuto después con una
gran caja negra en sus manos—. ¡Xbox! No he jugado esto desde que me mudé
aquí.
—¿Video juegos?
—¡No hay nada como explotar un montón de mierda en un día lluvioso!
—anuncia—. ¡Team Fortress 2, aquí vamos!
Durante el siguiente par de horas, nos sentamos en el suelo frente al sofá
y Aiden me muestra cómo usar los controles para jugar. Recorremos como
personajes virtuales en la pantalla haciendo explotar miembros del otro
equipo y quemando cosas. Era insanamente violento y muy divertido.
—¿Estás segura que nunca has jugado esto antes? —Aiden preguntó
mientras hago explotar a otro de nuestros oponentes.
—Nunca —digo—. Siempre me he quedado con juegos de construcción
de ciudades.
—Bueno, perdiste tu vocación. —Ríe—. Estás avergonzando a muchos
niños de catorce años con tus locas habilidades.
Me río entre dientes y hago estallar a otro oponente.
Es de noche para el momento en el que renunciamos para ir a cenar.
Junto con emparedados, comemos el estofado que Aiden había hecho en la
olla de barro. Él saca un montón de frutas para el postre.
—En serio eres un cocinero excelente —le digo.
—Gracias —me dice.
—¿Quién te enseñó?
Aparta la mirada y lame sus labios antes de responder.
—Umm, una ex novia mía —dice tranquilamente.
—¿Ella cocinaba mucho?
—Sí, al principio —dice—. Creo que me enseñó para no tener que
hacerlo ella nunca más.
Ríe sin humor y sobreviene un incómodo silencio.
Cuando no dice nada más, le quiero preguntar más con respecto a ella,
pero las ex novias siempre son un tema un poco tabú. Realmente no quería
127 sumergirme en una conversación acerca de Zach. Me pregunto si la mujer de
la que hablaba tal vez fuera la misma chica que Lo mencionó, pero ya me había
entrometido lo suficiente en la vida de Aiden por un día.
¿Tal vez fuera la madre de Cayden?
En realidad no había atado cabos en eso. Si Aiden tenía un hijo, también
tendría que haber una madre en cuadro algún lado. ¿Dónde estaba? Solo podía
asumir que el niño estaba con ella, pero no podía preguntarle sobre ello. Si lo
hacía, él sabría lo que había estado haciendo.
—Voy a limpiar —Aiden anuncia de repente. Recoge nuestros platos y
los lleva al fregadero.
—¿Quieres ayuda? —pregunto.
—No, está bien, es poca cosa. ¿Quieres ver una película o algo?
—Eso estaría bien.
—Hay un montón en una de las cajas junto al sofá —dice—. Elige una.
Abro la primera caja y encuentro una colección de blu-ray. Las películas
de acción y terror parecen ser las preferencias de Aiden, y me parece bien.
Tenía: El Quinto Elemento, una de mis favoritas. No la he visto en mucho
tiempo, así que la saco de la caja y la pongo sobre el reproductor de blu-ray.
Pienso en ir cargándola para que esté lista, pero algo acerca de meterme con
la tecnología de un hombre me hace sentir algo de atrevimiento.
Aiden inicia la película, fue a buscar un par de almohadas de la
habitación y nos sentamos frente al sofá con las almohadas apoyadas detrás
de nosotros. Aiden arroja su brazo en los cojines del asiento del sofá, justo
detrás de mis hombros. Ambos hemos visto El Quinto Elemento suficientes
veces como para ser capaces de recitar nuestras partes favoritas, y a la mitad
de ella, nos estamos riendo como locos.
—¡Bada boom! —Aiden dice mientras tira una de las almohadas hacia
mí.
Me río y se la arrojo de vuelta.
—¡Boom! —grito—. ¡Gran explosión!
—¡Multipaso! —grita mientras la tiraba de vuelta, golpeándome justo en
el rostro.
Pierdo el equilibrio, riéndome y me extiendo para agarrar la almohada.
La siguiente cosa que sé, es que Aiden está trepando sobre mis piernas,
128 tratando de alcanzar la almohada primero. La agarro y la abrazo con fuerzas,
sin querer renunciar a mi única arma.
Luchamos, pero no soy oponente para él. Repentinamente, él está sobre
mí y yo estoy clavada en el suelo por su cuerpo. Él agarra la almohada y la deja
caer sobre mi cabeza un par de veces antes de quitarla y mirar hacia mí
mientras ambos recuperábamos el aliento.
Por un momento, no había nada más en la habitación, ni la lluvia
golpeando en el techo, ni ruido de la película de fondo, ni siquiera el aire
alrededor de nosotros. Solo el cuerpo de Aiden presionado sobre el mío y el
latido de nuestros corazones.
La manzana de Adán se mueve arriba y abajo, y él humedece sus labios
con su lengua. Me cuesta respirar, un poco porque él está acostado sobre mi
diafragma pero mayormente ante la expectativa. Llevo aquí unos días y no ha
ocurrido nada aparte de la involuntaria erección mañanera.
Levanto la mirada, solo esperando. Aiden mantiene sus ojos en los míos
pero no se mueve. Siento mis muslos tensarse y me pregunto si él puede
sentirlo, también. Mi corazón late con tanta rapidez, que seguro que es capaz
de oírlo, pero se mantiene inmóvil, con su mirada desplazándose de mis ojos
a mis labios.
Sonríe con esa gran, pueril sonrisa que ilumina sus ojos marrón
verdosos.
—Bada gran boom —dice antes de apartarse de mí.
Me siento, sonrojada y nerviosa. No muy segura de lo que acaba de
suceder.
Aiden arregla las almohadas en la base del sofá y se recuesta contra ellas.
Rápidamente me siento a su lado y vemos el resto de la película en cercano
silencio. Lo miré un par de veces, pero él mantiene sus ojos en la televisión.
Ni siquiera puso su brazo de vuelta a mí alrededor.
¿Qué falló? Estoy segura de que estaba a punto de besarme, pero algo lo
detuvo. ¿Habré hecho algo para indicarle lo contrario? ¿Tenía aliento-de-
estofado? ¿De alguna manera se habrá dado cuenta que he estado husmeando
donde no debía?
La película finaliza. Aiden sugiere ver otra y estoy de acuerdo con los que
sea que él seleccione y sin escuchar realmente el título justo me excuso para
ir al baño. Casi salgo corriendo por el pasillo, cierro y bloqueo la puerta detrás
129 de mí, y observo mi reflejo en el espejo.
Y con eso, empiezo a desmoronarme.
Diez
—E
sto no está yendo bien —me susurro a mí misma.
No puedo evitar dudar si Aiden acababa de
decidir que no está interesado en mí y ahora solo está
siendo educado mientras espera que la semana termine para poder enviarme
a casa. Lo estoy alejando del trabajo, lo que sea que eso demonios fuera, y
probablemente estoy cortando su estilo con mis maneras de santurrona. Ha
disfrutado nuestras actividades en común pero aun así estoy lejos de ser la
persona aventurera que Aiden era.
Ni siquiera he fumado marihuana nunca, solo traté de inhalarla una vez,
mucho menos probado otras drogas ilícitas. Por otro lado, probablemente les
estaba vendiendo a todos los estudiantes de la universidad de la zona en los
tres estados.
130
Esto era por lo cual yo no hacía cosas sin pensarlas antes. Si hubiera
pensado un poco en considerar todos los posibles resultados de este viaje,
podía haber ahorrado a ambos muchos problemas. Si lo hubiera pensado, no
hubiera accedido a unirme a él.
Estaría en casa ahora, mirando el televisor sola y hablándole a mis
muñecas de acción.
Trago pasando el nudo que se ha formado en mi garganta. Ha sido
ridículo pensar que esto sería una buena idea. Debería estar en casa. Sí, estaría
sola, pero estaría seguramente a salvo. No estaría preocupándome acerca de
lo que había hecho mal. No estaría preguntándome si el tipo con el que estaba
es un criminal.
¿Qué hacen los criminales cuando sus citas no salen bien? ¿Pensaría que
sabía demasiado? ¿Me consideraría una amenaza para él?
Oh, mierda.
Cierro mis ojos un momento, para convencerme a mí misma de que no
estoy tratando de contener las lágrimas. Estoy muy afuera de mi zona de
confort, sin mencionar muy lejos de mi casa, mis amigos y posiblemente en
peligro. Ni siquiera le había dicho a Mare a dónde iba ni con quién.
Si desaparecía, ella no tendría idea de a dónde fui.
Una repentina ola de pánico me sobreviene. Mis ojos arden a la vez que
intento contener mis lágrimas pero fallo. Rápidamente saco mi teléfono y lo
enciendo. Suena inmediatamente dejándome saber que tengo mensajes
perdidos de Gabe y Mare. Gabe quería saber si podía esperar hasta la próxima
semana para ir a comprar un auto, lo cual es perfecto. Mare me pregunta con
respecto a salir después del trabajo y ver los floristas.
Le envié un mensaje de texto a Mare.
¡Hola! Solo quería que supieras que no puedo ir a ver los floristas esta
semana. Estoy en Florida con un amigo. Debería estar de vuelta la semana que
viene.
Su respuesta fue inmediata.
¡Demonios, chica! ¿Qué amigo? ¡No dijiste nada de acerca de tomarte un
viaje!
Me siento en el inodoro.
Su nombre es Aiden Hunter.
131
Presiono enviar.
¿Estás bien, Clo? Nunca escuché de este hombre. ¿Dónde estás
exactamente?
No estoy segura de sí estoy bien o no.
Lo conocí después de que ustedes dejaran el bar. En Miami. Playa Golden.
Limpié una lágrima extraviada de mi mejilla y esperé su respuesta.
¿Lo conociste el viernes? ¿Estás en Miami con él ahora? ¿Sola? KFC10.
No podía discutir con ese sentimiento.
Lo sé. No estoy segura de qué estoy haciendo aquí.
Otra respuesta instantánea de Mare.
¿Quieres hablar?
Sacudo la cabeza como si ella pudiera verme.
No puedo ahora. Me escucharía.
¿Estás a salvo?
10JFC: Abreviación de Jesus Fucking Christ Es lo mismo que decir ¡Por Dios Bendito! o algo por el
estilo.
Ahora allí estaba la maldita pregunta.
Creo que sí. Quiero decir, él ha sido realmente amable.
Un par de segundos más tarde.
¿Lo follaste?
Solo Mare puede ser tan contundente.
No.
¿Vas a hacerlo?
Respiré profundamente.
No lo sé. Ni siquiera estoy segura de si él quiere.
¿¿¿Qué hombre no quiere???
Bueno, esa es una buena pregunta. Sin embargo, he estado
prácticamente sola con Aiden durante cuatro días y ni siquiera me ha besado
de nuevo. Ha estado a centímetros de mí y no ha cerrado la brecha.
132 ¿Y si él ha cambiado de opinión? ¿Y si no estaba siendo solo educado
cuando me dijo que se quedaría en el sofá la primera noche sino que solo no
quería estar así de cerca de mí? Podría haber decidido que era demasiado
aburrida para molestarse en absoluto.
—Oye, ¿estás bien allí adentro? —dice Aiden a través de la puerta.
No me he dado cuenta que llevo mucho tiempo aquí.
—¡Estoy bien! —respondo—. Saldré en un segundo.
Mi teléfono suena.
¡Llámame!
Sacudo nuevamente mi cabeza.
Me tengo que ir. Trataré de llamarte mañana.
¡Más te vale! ¡Me hiciste preocupar!
Lo haré.
Meto el teléfono de vuelta en el bolsillo de mis pantalones cortos junto
con la tarjeta de negocios que Lo me había dado la noche previa. Después de
echarme agua en la cara, me miro en el espejo para asegurarme de que me veo
más serena de lo que me sentía.
No me veía bien.
Algo con respecto a enviarme mensajes de texto con Mare me llevó más
al borde. De hecho, ¿qué hombre no quería sexo? Si los estereotipos están
para ser creerlos, los hombres no son muy exigentes siempre y cuando vayan
a tener sexo. Si Aiden no está interesado, ¿qué significaba eso? ¿Para qué me
trajo aquí?
¡Alarma!
Mi mente da vueltas. ¿Podría haberme traído aquí por alguna otra razón?
Si él es un traficante de drogas, ¿qué quería de mí?
¿O era eso demasiado simple, demasiado obvio? Quizás él no es un
traficante de drogas pero sí alguna otra clase de criminal. Tal vez en realidad
está en algún tipo de círculo del crimen organizado y ha planeado usarme
para… para… ¿para qué? Ha pasado días a solas conmigo. Podría haber hecho
lo que quisiera conmigo, violado, matado o haberme vendido a unos
traficantes de armas o algún distribuidor en el comercio de armas de
destrucción masiva
133 Aiden tenía razón con respecto a mí, he llevado una vida protegida. No
tenía ni idea de las actividades criminales. Aparte de un tour a Alcatraz
cuando visité a mi madre, no conocía qué tipo de tratos ilícitos en los cuales
la gente en el inframundo podría estar involucrada. Él podría estar planeando
lo que sea. Podría estar esperando su momento, apaciguándome para que
confiara en él para llevarme a una vida insana de crimen.
¿Eso no cuenta como una emoción? ¿Me está poniendo a prueba con el
paracaidismo para ver si puedo ser tentada a ese tipo de vida? ¿Podría estar
planeando usarme como una especie de chivo expiatorio para el crimen que
tiene intención de cometer?
Demasiadas preguntas.
Ninguna respuesta.
Palabras dichas tanto por mi madre como mi padre empiezan a llenar mi
cabeza.
No confíes en los extraños.
Nunca te metas en una situación que no puedes controlar.
Piensa antes de actuar.
Si algo suena demasiado bueno para ser verdad, probablemente lo es.
Un viaje gratis a Miami con un hombre hermoso, ¿qué es eso si no
demasiado bueno para ser cierto? He confiado lo suficiente en Aiden para
venir a Miami con él, dejándome sola en una situación que no podía controlar.
No había pensado en las consecuencias, y ahora estaba atrapada.
—¿Chloe?
¡Mierda!
—¡Voy!
Cuando abro la puerta, Aiden está de pie en el pasillo, sin camisa. Me
sobresalto y trato de recomponerme mientras simultáneamente dejo que mis
ojos caigan en la línea de su cintura y a la profunda forma de V junto al tatuaje
que desaparece dentro de sus pantalones cortos.
Mi cuerpo se calienta y tomo un tembloroso aliento.
—¿Todo bien? —pregunta Aiden—. Espero que una película de terror no
te importe. Si no te gusta el terror, podemos ver otra cosa.
—Estoy bien. La película está bien. —Ni siquiera sé que ha seleccionado,
pero no puedo ver ese hermoso, tatuado cuerpo y distraerme más tiempo. He
134 cometido un gran error, posiblemente el peor de mi vida.
—No te ves bien.
Lo miré de vuelta, intentando no observar fijamente su torso desnudo
pero incapaz de arrancar mis ojos de los intrincados diseños y los torneados
músculos. Unas alas de ángel y un halo están el centro de su pecho. Las olas
de océano chocan alrededor de sus hombros, y junto a ellos, un collar tatuado
envuelto alrededor de su cuello y bajando hacia su ombligo.
—¿Dónde está tu camisa? —pregunto. Ni siquiera estoy segura de dónde
salen las palabras, pero es mi voz.
—Derramé mi bebida encima —dice rápidamente—. Deja de evadirme.
¿Qué Pasa?
—Nada.
—Has estado llorando —declara—. ¿Te hice enojar?
—No. Creo que solo estoy un poco cansada. —Necesito alejarme de él.
Necesito averiguar cómo a recuperar el control de la situación y salir de aquí
como del infierno—. Quizás solo me iré a la cama.
Su cama. Oh sí, esa era la solución perfecta.
Me agacho a su alrededor y camino velozmente a la alcoba. Si puedo
alejarme de él un rato, tal vez pueda descifrar qué debería hacer a
continuación.
Aiden me sigue a la habitación y se inclina contra la perilla de la puerta.
—¿Qué pasa, Chloe?
—¡Estoy bien! —Me derrumbo. Me dejo caer de rodillas y empiezo a
remover a través de mi maleta como si estuviera buscando por algo, pero no
tenía nada en mente. Solo quería no enfrentarme con sus ojos.
—Muy convincente. —Él no trata de esconder su sarcasmo.
—¿Así que todo el mundo normalmente te llama Hunter, no Aiden? —
pregunto en un ataque fútil para cambiar el tema.
—¿Qué?
—Tus amigos —aclaro—. Lo y Mo, ellos te llaman Hunter. ¿Es así como
la gente te llama habitualmente?
—Sí —responde rápidamente—. ¿Vas a decirme qué pasa? Lo, ¿te dijo
135 algo cuando estabas en la playa anoche? Sé que esos tipos pueden ser un poco
intensos cuando no estás acostumbrada a ellos.
—Ellos estuvieron bien. Lo no dijo nada.
—¿Qué pasa entonces?
Dejo de escarbar y me levanto nuevamente, no muy segura de qué
demonios estoy haciendo. Todo esto ha sido una mala idea desde el principio,
y me siento atrapada. Mi mente está corriendo tan locamente, que no tengo ni
idea de en qué dirección está tratando de ir.
—Chloe… háblame —dijo Aiden.
Cometí el error de mirarlo. Sus expresivos ojos están llenos de
preocupación, y su miraba me atrapa con la guardia baja. Él ha hecho todas
estas cosas maravillosas por mí —cocinar, el viaje en kayak, las caminatas por
la playa— ¿por qué soy tan desconfiada?
Por su físico. Porque está tatuado. Su ocupación es sospechosa. Tiene
conversaciones extrañas por la noche. Puede tener un hijo del que no quiere
saber.
No es eso.
Trago duro, y mis hombros se desploman. Todos mis pensamientos
previos de actividad criminal desaparecen con la revelación de que en
realidad no creo que sea peligroso. Estoy molesta porque él no parece
interesado en mí, y quería que lo estuviera.
Él no ha hecho nada malo.
—Por favor, Chloe. Estoy muy confundido.
Él es un buen hombre. Es divertido y emocionante. Tenemos muchos
intereses en común. La semana ha sido maravillosa, pero ni siquiera ha
intentado besarme desde que llegamos aquí. No quería confirmar mis
sospechas de que hubiera decidido que yo era una pérdida de tiempo.
Él no está planeando secuestrarme o usarme para un vil plan. Solo no
está interesado, y necesita animarme y sacarlo todo.
—Estoy solo… solo tratando de descifrar de qué se trata todo esto. —
Sacudo una mano de ida y vuelta entre nosotros.
—¿A qué te refieres?
Me muerdo el labio, sin querer decir directamente las palabras, pero no
tengo más opción. El miedo y la tristeza me hacen hervir de rabia, y empiezo
a gritar.
136
—¡Ni siquiera sé por qué estoy aquí! —grito—. ¡Yo no hago este tipo de
cosas!
Me cubro el rostro y trato de contener las lágrimas. Después de una
pausa larga, él habla otra vez.
—¿Quieres que te lleve al aeropuerto? —Aiden pregunta lentamente—.
Puedo hacer que tomes el próximo vuelo si eso es lo que quieres hacer.
Sospecha confirmada. Se quiere deshacer de mí. Al menos ahora lo sé.
—Si eso es lo que tú quieres —digo tranquilamente. Miro hacia mi
equipaje y parpadeo para alejar las lágrimas. No había traído mucho equipaje,
y no me tomaría mucho tiempo empacar. Me pregunto si debería dejar el
vestido rojo de cóctel que él ha elegido para la cena.
—No. —Aiden niega—. No es lo que yo quiero.
—¿No lo es?
—¡No! ¡Jesús, Chloe, yo te pedí que vinieras aquí! ¿Por qué querría que
te fueras? ¿Qué hice para enojarte tanto?
—No me enojaste —susurro.
—Bueno, ¿qué pasa entonces? —Su voz sube y cruza sus brazos sobre su
pecho. Sus ojos se ven duros y doy un pequeño paso hacia tras.
—Es solo que… yo… yo no sé qué… —tartamudeo.
Su mirada se suaviza.
—Mierda, Chloe, simplemente dilo —suplica—. En serio, no sé qué está
pasando aquí.
—¡Bueno, yo tampoco! —chillo—. ¡No tengo idea al respecto de qué es
todo esto!
—¿Qué es al respecto qué?
—Tú… yo… aquí… —Al parecer no puedo formular otra frase en mi
cabeza, mucho menos en mi lengua. Tengo muchos pensamientos tratando de
ocupar mi cabeza a la vez y cada vez que lo miro, solo quiero saber cuán abajo
llegan realmente esos tatuajes, sacando cualquier pensamiento lineal de mi
mente y dejándome desorientada.
Sacudo la cabeza y entierro mi rostro en mis manos.
148
Once
A
iden rodó hacia su lado y me sostuvo contra su pecho mientas yo
lloré. No entendía qué estaba pasando dentro de mí; solo sabía que
estaba abrumada, exhausta y mis emociones estaban
completamente fuera de control.
Amé cada momento de lo que él me había hecho.
Eso era lo que me asustaba.
Profundamente dentro de mí, las alarmas aún estaban activándose. Sentí
como si todavía estuviera cayendo del avión antes que el paracaídas se
abriera, cuando todo aún era incierto. Podía prácticamente ver el piso
acercándose más y más mientras caía, y esta vez no había un paracaídas.
Lo había dejado venirse en mí.
149 Dos veces.
Sexo sin protección.
Mi mamá me había dado varias versiones de “la charla” durante mis años
de infancia y de adolescente. Ella cubrió los básicos, me advirtió de no tener
sexo hasta que fuera mayor y entonces últimamente me aconsejó volverme
sexualmente activa. Había muchas reglas acerca de asegurarme que fuera con
la persona correcta, la situación ideal y no dejar que alguien se aprovechara
de mí. Sobre todas las otras, había una regla más importante –usa control de
natalidad.
Había fallado en múltiples cuentas.
A medida que mi sollozo disminuyó, Aiden besó la cima de mi cabeza, me
abrazó cerca y luego colocó su dedo en mi barbilla para levantar mi rostro
hacia él.
―¿Estás asustada de mí?
―Sí ―sollocé.
―¿Por qué? ―Su voz era un susurro, su expresión adolorida.
―Difícilmente sé algo de ti.
―Yo tampoco sé casi nada de ti ―contestó―. ¿De qué estás asustada?
¿Cómo podía poner esto en palabras? No era solo que él me podría haber
embarazado, lo cual era suficiente por sí solo, pero algo más grande. Era todo
lo que él me había hecho sentir.
Solo voy a estar aquí por tres días más.
―¿Chloe, qué crees que haría? ―Aiden preguntó cuando no le respondí.
―No lo sé ―susurré.
―¿Crees que te heriría? No lo haría. Lo juro. Nunca haría algo como eso.
―No. ―Sacudí mi cabeza, tratando de hacer que los pensamientos en mi
mente tuvieran sentido―. Al menos, no exactamente.
―¿Qué pasa entonces? ―él insistió.
―No… no lo sé. ―Respiré profundamente ―. Todo esto me asusta hasta
la muerte.
―¿Todo qué? ―Sus brazos se tensaron y pude escuchar la frustración en
su voz.
―Estar aquí ―dije―. Todo con respecto a esta semana, solo ha sido…
150 bueno, sido…
Mi voz se apagó, tratando encontrar las palabras.
―Ha sido maravilloso ―digo finalmente y luego empiezo a llorar otra
vez.
Él acunó mi cabeza en sus manos, mirándome fija y atentamente.
―¿Y eso te asusta?
―Sí ―sollocé y limpié mis ojos.
―No entiendo ―Aiden admitió―. Quiero decir, si estás pasándola bien…
¿cuál es el problema?
Otra lágrima se deslizó por mi mejilla y él la limpió con su pulgar. Me
miró a los ojos viéndose tan confundido como yo me sentía.
―Dime ―rogó.
―No sé qué pasará ahora ―dije―. ¿A dónde vamos desde aquí?
Aiden entrecerró sus ojos, obviamente aún inseguro de lo que yo quería
decir.
―No soy un chico de solo-una-noche ―dijo Aiden―. Tengo mi mano y
suficiente porno cuando se trata de eso. No voy a tirarte hacia afuera a la lluvia
ahora que hemos tenido sexo.
―Bien, eso es bueno saberlo. ―Mis palabras estaban cortantes, a pesar
de que en realidad no fue mi intención que sonaran así. Solo no podía
encontrar las palabras correctas.
―Chloe ―Aiden comenzó y luego se detuvo para tomar una respiración
profunda―. Cuando nos conocimos, estabas dudosa acerca de todo. No
querías que te ayudara cuando estabas demasiado hecha polvo para conducir.
Te alteraste por despertar conmigo y ni siquiera consideraste alterar tu rutina
normal. Estoy sorprendido de que decidieras venir conmigo en lo absoluto.
Aún después que llegamos a Miami, estabas más asustada que emocionada.
Te vi mirando taxis en el aeropuerto, ni siquiera querías viajar en la parte
trasera de mi motocicleta. Desde que viniste aquí conmigo, te has abierto
realmente para intentar mierda que no has hecho antes. Hasta hiciste
paracaidismo, por Dios, y había estado bastante seguro de que no ibas a
aceptarlo en lo absoluto. Fue un riesgo de mi parte siquiera sugerirlo.
151 Hizo una pausa, su mirada se suavizó y sonrió.
―Cuando vi dentro de tus ojos cuando estábamos de vuelta en el suelo,
¿sabes cómo te veías?
Negué.
―Viva ―dijo él―. Realmente, verdaderamente viva. Tus ojos estaban tan
brillantes y sin miedo. Te veías como si pudieras conquistar el mundo allí
mismo.
Pasó su pulgar sobre mi mejilla.
―Te observé cambiar. Te vi convertirte en una persona completamente
nueva y mejor justo entonces. Fue una de las cosas más hermosas que he visto
en mi vida.
Aparté la mirada, tratando de procesar lo que él había dicho.
Convertirme en otra persona era un poco apresurado, pero sí
me había sentido diferente después que mis pies tocaron el suelo. Me sentí
más fuerte, más poderosa. Había estado más allá de la emoción de caer a
través del espacio y sobrevivir. Era como si algo dentro de mí, por mucho
tiempo inactivo, se hubiera abierto y demandado ser saciado.
No quería perder esa sensación.
―¿Qué pasará cuando esta semana termine? ―pregunté―. Cuando
vuelva a casa, ¿qué pasará?
―No he pensado tan lejos ―Aiden admitió―. Espero que aún queramos
vernos el uno al otro. Yo estoy en tu camino lo suficientemente a menudo y te
traeré de vuelta aquí cuando tú quieras.
―¿Qué si no funciona? ―pregunté.
―Tal vez no lo hará ―Aiden dijo―. Así es la vida, nena.
Me volví más audaz.
―Estás escondiendo algo ―dije.
―Sí ―Aiden respondió―, lo estoy.
Me puse rígida por su franqueza.
―Bueno, eso me asusta.
―Tengo mi porción de secretos, Chloe. ―Se enderezó un poco y se apoyó
en su codo―. Todo el mundo los tiene. Algún día quizá comparta algunos de
ellos contigo. Tú tienes los tuyos también y espero que algún día confíes en mí
152 lo suficiente para decirme lo que son. Mientras tanto, aprenderemos.
―¿Aprenderemos qué?
―Del uno y el otro. Acerca de lo que nos gusta y lo que no.
―¿Qué si no nos gustamos mutuamente? ―pregunté―. ¿Qué si no puedo
aguantar tus secretos? ¿Qué entonces?
―Supongo que iríamos por caminos separados ―dijo él―. Eso es posible
con cualquier relación, tienes que saber eso.
Lo hacía, por supuesto. Asentí mientras tracé el borde de su bíceps con
la punta de mi dedo.
―No quiero que eso pase ―dije tranquilamente.
―Yo tampoco. ―Estuvo de acuerdo―. De verdad me gustas y espero que
sientas al menos algo de eso por mí.
―Lo hago ―susurré calmadamente sin ver sus ojos. Me concentré en las
palabras garabateadas a través de su clavícula y hacia su hombro―. Sangre.
Sudor. Lágrimas.
―No me gusta esta mierda ―Aiden dijo mientras limpiaba más lágrimas
de mis mejillas―. No me gusta que estés tan molesta, especialmente no
después de lo que considero que es algo del mejor sexo de mi vida.
―¿Lo fue? ―Miré arriba hacia él.
―Para mí lo fue ―dijo él―. ¿No estás de acuerdo?
―Lo fue para mí, también ―dije―. Nunca ha… bueno, nunca ha sido así.
―¿Cómo así? ―Su sonrisa está de vuelta y me hizo sonreír, también.
―Um… rápido… un poco rudo… y toda la charla sucia. ―Me sonrojé.
Se rió.
―No puedo evitarlo ―dijo él―. Especialmente no puedo evitarlo con una
chica que es tan malditamente caliente, toda sonrojada y respirando
pesadamente hasta antes de que empezáramos. Estoy sorprendido de que no
me vine en el tercer empuje.
Risitas brotaron de mi garganta.
―¡No estaba segura de que fueras a parar alguna vez!
Apoyó su mano en mi cintura, la deslizó por mi muslo y luego de vuelta
otra vez.
―¿Fue demasiado? ―preguntó él.
153
Negué.
―Definitivamente no.
―Bien ―respondió―, porque ahora que te he saboreado, voy a querer
mucho más. Necesito que me digas qué te gusta y qué no te gusta.
―Creo que estoy bien con eso ―dije con una sonrisa.
Me besó lentamente. Corrí mi mano hacia arriba por su brazo y agarré
su nuca mientras él tejió sus dedos a través de mi cabello. Se inclinó sobre mí,
empujando la parte trasera de mi cabeza a la almohada y besándome de
nuevo. Cuando se detuvo, solo miró abajo hacia mí y sonrió.
Parpadeé soñolientamente mientras lo miré de vuelta.
―¿Cansada? ―Aiden preguntó tranquilamente.
―Exhausta ―dije con un asentimiento―. Me agotaste.
―Me gusta agotarte ―dijo él―. Probablemente voy a querer agotarte
apenas nos despertemos, también.
Vi fijamente sus ojos mientras el cepilló el cabello de mi frente. Recordé
la sensación de él presionado contra mí cuando aún estaba dormido y pensé
en lo que sería despertar con él deslizándose dentro de mí.
―Creo que me gustaría eso ―dije.
―Anotado debidamente ―Aiden contestó. Ahuecó mi cara con su mano
y me besó suavemente―. Consigue dormir algo. Tal vez lo necesites.
Me envuelve en sus brazos y apoyé mi cabeza en su pecho. Recordé la
primera vez que desperté así, con resaca y desorientada, y pensé en todo lo
que había pasado desde esa mañana de sábado, hace menos de una semana.
Me pregunté lo que la Mujer Maravilla, Leia y Buffy pensarían ahora.
A
diferencia de los dos primeros días llenos de actividades de
aventura al aire libre, Aiden y yo pasamos los siguientes dos días
creando nuestras propias aventuras dentro de la casa mientras la
lluvia continuaba cayendo. No hubo un solo mueble que no utilizábamos.
Incluso tuvimos sexo en la encimera de la cocina, en algunas de las cajas más
resistentes que estaban tiradas por ahí y en el banco de pesas de la sala de
entrenamiento de Aiden. El tampoco mintió acerca de cubrirme con semen.
Eventualmente, le insistí en que corriéramos a la tienda por un paquete de
toallas húmedas.
Para bien o para mal, no quedó mucho tiempo para hablar.
El viernes por la noche, la lluvia finalmente se detuvo, Aiden preparó
filetes de tiburón a la parrilla en el patio. Completó la cena con patatas dulces
y judías verdes sazonadas que estaban para morirse. Incluso preparó té
161 helado para que toda la comida bajara.
Nos sentamos afuera, viendo los raqueros y escuchando las olas
mientras comimos. Cuando terminamos, Aiden insistió en que me relajara
mientras el lavaba los platos. Me senté de nuevo en la silla del patio con una
sonrisa en mi rostro y los ojos cerrados hasta que él se unió a mi cuando
termino.
—Está bien —me dijo Aiden mientras se sentaba cuando regresó—.
Ahora que te he atiborrado de comida, tengo una pregunta para ti, más bien
una petición.
—¿Qué petición?
—¿Qué tal te sentirías si te pidiera ir a una fiesta esta noche?
—¿Una fiesta?
—Sí —Aiden afirmó con asentimiento—. Es en casa de Redeye. Solo un
grupo de amigos, en su mayoría chicos, pero algunas de sus novias estarán ahí
también. Ya conoces a Lo y a Mo, así que no te sentirás tan perdida.
Lo consideré. Estar a solas con Aiden era bastante tentador, pero salir
con sus amigos era una manera de llegar a conocerlo.
—Claro —le dije—. Eso suena divertido.
—¡Genial! —Aiden exclamó con felicidad—. No es tan lejos, solo un viaje
en auto de 20 minutos. Son muy divertidos; Sé que te divertirás muchísimo,
solo prepárate para beber mucho.
Redeye vivía en Hollywood, a pocos kilómetros hacia adentro. Era un
bonito vecindario de clase media con una hilera de casas, todas obviamente
diseñadas por el mismo arquitecto. Su casa se encontraba a la mitad de la calle
y ya había un montón de autos estacionados cuando llegamos. Aiden detuvo
el Jeep unas pocas casas atrás y caminamos hacia la entrada. La puerta se
abrió antes que Aiden tuviera oportunidad de tocar y un hombre alto con
bigote apareció frente a nosotros.
—¡Bueno, miren al maldito gato drogado! —grito.
—¡Hunter! —Varias voces gritaron al mismo tiempo. Reconocí a Lo y a
Mo inmediatamente en cuanto se juntaron en la puerta.
—Lo me dijo que traías a una señorita contigo —dijo el hombre que
abrió la puerta—. Sinceramente, no le creí.
Aiden colocó su brazo alrededor de mis hombros.
162 —Chloe, este es Redeye. Redeye, ella es Chloe.
—Bueno, no dejaré que su mal gusto por los hombres influya en mi
opinión sobre ella. —Redeye se rio. Hizo un gran movimiento de bienvenida
con su brazo—. Pasen, déjenme traerles un trago.
—Te advertí sobre este tipo, ¿cierto? —Aiden me dijo mientras
entraba—. Si no eres cuidadosa, te dará tragos más o menos cada cinco
minutos.
—Cuidaré de mi misma —le dije con una sonrisa.
—Eso no ayudará —Aiden me advirtió. Levantando su mano y colocando
su gorra firmemente en su cabeza—. Él es muy insistente.
—¡Hola cariño! —me dijo Mo mientras me abrazaba.
—¡No abraces todo eso tu sola! —chilló Lo.
Lo siguiente que supe, es que estaba atrapada en medio de las dos en un
abrazo de oso.
—¡Por el amor de Cristo —murmuró Aiden—, dejen a la chica respirar!
Sus risas hicieron eco a través de la habitación mientras me soltaban.
Caminamos por de la casa, a través de una puerta corrediza de cristal
hacia una terraza y una piscina que se encontraban más allá. Había diez
personas en total, de las cuales solamente dos eran mujeres. Dos de los chicos
se nos acercaron inmediatamente. Uno de ellos tenía cara de niño tierno y
cabello corto y puntiagudo, el otro usaba gafas y tenía casi tantos tatuajes
como Aiden.
—¿Qué hay de nuevo, Hunter? —dijo el primero mientras abrazaba a
Aiden—. Mucho tiempo sin verte.
—No mucho, hermano —dijo Aiden mientras se volvía hacia mí—. Chloe,
estos son “Clutch” y “Dutch”
—“Clutch” y “Dutch” —repetí—. ¿Acaso nadie que conozcas tiene un
nombre normal?
Todos se rieron.
—Gusto en conocerte —dijo Dutch agarrando su gorra mientras hacia
una reverencia, lo que atrajo mi atención hacia sus piernas, cubiertas por unos
calcetines a rayas verdes y anaranjadas.
—Gusto en conocerte también —le respondí—. Amo tus calcetines.
—Bien, gracias señorita —me dijo mientras inclinaba su gorra hacia mí
163 de nuevo.
—Dime que este chico te pago para que vinieras con él —Clutch me dijo,
mientras tomaba mi mano para sostenerla—. Dime que no hay manera de que
este imbécil haya terminado con una chica tan sexy como tú.
—Umm… no, yo no lo creo —dije mientras me reía.
—Quítale las jodidas manos de encima —le dijo Aiden mientras lo
empujaba. Sin embargo no había enojo en su voz y todos rieron después
mientras otro chico se nos acercaba, era joven y usaba un sombrero que
parecía pertenecer a Cocodrile Dundee.
—Hunter —dijo mientras se quitaba el sombrero y apretaba la mano de
Aiden—. Es bueno verte.
—Lo mismo digo, Lance —respondió Aiden—. Ella es Chloe.
—“Bienvenida al caos” —me dijo Lance con una sonrisa amistosa. Lance,
Dutch y Clutch se dirigieron al bar que habían improvisado cerca de la piscina.
Aiden me llevó por todo el lugar presentándome a los demás, pero las
presentaciones fueron tan rápidas que no pude seguir el ritmo con los
nombres. Lo siguiente que supe fue que Redeye estaba parado junto a
nosotros poniendo un trago y una rodaja de limón en mis manos.
— ¿Qué es esto? —le pregunte.
—No hagas preguntas —me dijo Redeye mientras le entregaba un trago
y un limón a Aiden—. Solo tómate el trago y muerde el limón inmediatamente
después.
—Sabe a pastel de chocolate —me informó Aiden—. El limón está
cubierto con azúcar, sabe bien, realmente bien.
Redeye repartió otros tragos y luego levanto su propio vaso.
—Por los buenos amigos y por mucha bebida. —Brindó.
Vi a Aiden tomar su trago y rápidamente seguí su ejemplo. Tan pronto
como mordí el limón, me sorprendí porque efectivamente, sabía cómo pastel
de chocolate.
Seguí a Aiden hacia el bar y me preparó un vodka con arándanos. Tomé
un sorbo mientras él se preparaba un vodka con Red Bull.
—Supongo que no planeas dormir nunca más —le comentó.
—Este trago es bueno —me dijo—. Y espero que esta sea una larga
164 noche.
Guiño hacia mí.
Mientras la música sonaba, todos se sentaron alrededor de una fogata
charlando de nada en particular.
Aiden definitivamente tenía razón acerca de Redeye, nos llevó tragos
aproximadamente cada media hora y demandaba que todos participaran. No
pasó mucho tiempo para que me sintiera ligeramente ebria.
Cuando Aiden se excusó para ir al baño dentro de la casa, una de las
chicas vino hacia mí sentándose a mi lado.
—¿Cómo conoces a Hunter? —me preguntó. Intenté recordar su nombre
pero lo único que logré recordar fue que ella estaba aquí con Lance.
—Nos conocimos en Ohio —le explique, dejando de lado los detalles—.
Me invito a pasar la semana con él.
—¡Oh! ¿Te estas quedando en su casa en la playa?
—Sí.
—¡Ese lugar es hermoso! —exclamó—. ¡Solo estuve ahí una vez, pero esa
vista… WOW!
—Es realmente maravilloso —le dije estando de acuerdo.
—Eres realmente afortunada —dijo ella—. Hunter es una dulzura, me
alegra verlo con alguien.
—¿El no trae una cita usualmente? —le pregunte, aprovechando la
oportunidad de obtener algo de información.
—Nunca —me dijo mientras negaba con la cabeza—. Yo no estaba,
cuando él estuvo con esa perra loca, así que nunca la conocí.
—Oh —le dije, mientras pensaba rápidamente—. ¿Te refieres a Megan?
—Sí —confirmó la chica—. O sea, ya sé que no debería hablar mal de la
gente muerta y todo eso pero, por lo que he escuchado ella realmente se
volvió loca.
¿Muerta? ¿La ex–novia de Aiden está muerta?
—No puedo creer toda la mierda que sucedió, ¿y tú? —La chica sacudió
la cabeza lentamente.
—Umm… no —le dije, con mi mente todavía procesando—. No puedo.
Mi corazón latía fuertemente, con todas las ideas que tenía en la cabeza,
165 no le había dado mucha importancia a la idea de lo que pudo haber pasado
con la ex de Aiden, nunca hubiese pensado que ella pudiera estar muerta.
—Bien, pues cuando el ponga sus manos sobre ellos —la chica continuó
diciendo—. No tendrán ninguna oportunidad. Nunca lo he visto enojado
personalmente pero, he escuchado que no es bonito.
Mis ojos se ampliaron y la cabeza me daba vueltas. ¿Qué iba a hacer
cuando pusiera sus manos en quiénes? ¿Qué le había sucedido a su ex?
Quería preguntar más, pero Lance se acercó junto con Mo y Lo
terminando con la conversación, la chica se puso de pie para enlazar su brazo
en el codo de Lance. Miré hacia Lo, preguntándome si podría alejarlo del
grupo lo suficiente para poder hacerle algunas preguntas, pero él estaba en
una especie de debate acalorado con Mo sobre la última película de Star Trek.
—Aquí tienes Chloe. —Redeye apareció a mi derecha con otro trago.
—Oh, umm… gracias. —Miré mientras repartía otros tragos. Mo agarró
su trago antes de voltearse hacia Lance.
—Estás viendo The Walking Dead, ¿cierto? —le dijo—. ¡Santa mierda, el
último episodio!
—¡Tuve que grabarlo en DVD! —gritó Lance—. ¡No quiero spoilers!
—Los spoilers son los orgasmos del diablo —lo anuncio con una gran
risotada—. ¡No dejes que el diablo entre!
Todos bebimos por ese sentimiento, pero mi mente aún estaba en mi
demasiado-breve conversación con la novia de Lance. Aiden regreso afuera y
Redeye lo penalizo por perderse el último trago haciéndole tomar dos más. El
tomo el primero sin problema alguno pero se encogió después de beber el
segundo.
—¿Qué carajos es esta mierda? —gritó.
—Eso es “Bakon” — Redeye anunció con una gran sonrisa.
Lo y Mo empezaron a reírse agudamente.
—Te lo dije —lo gritó—. Te lo dije, joder.
—¡Santa mierda, esto es asqueroso! —Aiden sacudió su cabeza y tomó
un largo trago de su vodka con Red Bull para deshacerse del sabor—.
Maldición, además, el sabor se queda en ti.
—Es solo algo pequeño para que me recuerdes —Redeye comentó
mientras iba en busca de una nueva víctima.
166
Aiden se sentó de nuevo junto a mí y yo no pude evitar mirar fijamente
su perfil mientras él hablaba con sus amigos. ¿Qué le había pasado a Megan?
Él no había mencionado nada sobre ella, aparte de que ella le enseño a cocinar.
Él ni siquiera me había dicho el nombre de ella… ese había sido Lo. Si ella
acababa de sucumbir por una enfermedad, ¿Él lo habría dicho, no?
¿Qué le había pasado a ella? ¿Aiden tenía algo que ver con eso?
No, yo no creía eso. No podía.
Continué mirando a Aiden, apenas escuchando la conversación mientras
el alcohol en mi sistema empezaba a tomar el control. No estaba tan ebria
como lo había estado la noche en que Aiden y yo nos conocimos, pero también
sabía que tenía que evitar beber más shots.
Se me ocurrió que podría intentar googlear el nombre de Megan en el
área de Miami y ver si podía averiguar algo. Si ella estaba involucrada en algún
crimen, tal vez podría conseguir un registro policial de algún tipo. Me agache
y saqué mi teléfono de mi bolsa.
Aparentemente, no lo había apagado después de enviarle el mensaje a
Marie. Estaba totalmente muerto. Recordé que se suponía que tenía que
hablarle a Mare hace días pero no lo había hecho. Si ella había intentado
llamarme, no habría podido comunicarse.
Mierda.
—Hey, ¿puedes sostenerme estos por un segundo? —Redeye se paró a
mi lado, sosteniendo dos vasos de shots en su mano.
—Claro —dije. Estaba agradecida de que él no me estuviera diciendo que
bebiera otro.
Lo miré mientras él servía más shots y después le pasaba un set de dos
vasos a Aiden, Lo, Mo y Lance.
—“Pickebacks” —gritó mientras alzaba los vasos.
—Um, ¿Qué hay sobre estos? —le dije mientras alzaba las manos.
—Esos son tuyos, nena —Redeye dijo con un guiño.
—¡Pensé que los estaba sosteniendo para alguien más! —chillé.
—No, todos tuyos.
—Creo que he tenido suficiente —insistí. Empecé a mirar alrededor
buscando a alguien a quien entregarle los tragos, pero todos los que no tenían
un trago habían entrado a la casa.
167 —No hay tal cosa, cariño.
—Realmente estoy bien.
—Ahora, mira aquí —Redeye dijo mientras se inclinaba para verme a la
cara. —Este es el mejor maldito shot que vas a probar en tu vida y eso es un
hecho. Sería reminiscente en mis obligaciones como anfitrión si tú no tomas
este trago ahora.
—¿Reminiscente? —preguntó Mo.
—Traducción de Redeye al español —nos informó Lo—. Él
sería negligente con sus deberes.
—Él es negligente con su cordura —Aiden dijo mientras me sonreía—.
Te lo advertí, es más fácil ceder.
Me encogí y mire los vasos. Una contenía un líquido café y olía a whiskey.
No tenía idea de qué contenía el otro. No había suficiente luz afuera para
determinar su color, pero el olor era familiar. Simplemente no pude
identificarlo.
Aiden se me acercó.
—Solo dame esos en cuanto Redeye tome su trago. Me encargaré de esos
por ti.
Asentí, agradecida de tener una salida. Aiden observó a Redeye
detenidamente y rápidamente tomó el primero y después el otro vaso antes
de cambiar sus vasos vacíos por mis vasos llenos. Después él tomó esos,
también.
—¿Qué carajos era eso? —lo gritó—. Tenía pedazos de algo.
—¡Me quedé sin jugo de pepinillos! —Redeye gritó en respuesta—.
¡Tuve que improvisar!
—¿Improvisar con qué?
—Simplemente puse todos los pepinillos en la licuadora —Redeye
explicó—. Jodidamente maravilloso, ¿no?
—Eso simplemente está mal —Mo dijo con una risa.
—Es mejor que ese whiskey barato como el culo que está sirviendo —
Clutch dijo.
Redeye lo encaro.
—¿Estás despreciando mi hospitalidad? —espetó—. ¡Porque debo
168 decirte que ese es el lote más fino de encurtidos de este lado del jodido estado!
—¡Creo que has perdido la jodida mente! —Clutch gritó en respuesta—.
¡Tal vez deba enseñarte una pequeña lección!
Clutch chocó su pecho contra el de Redeye y se miraron
amenazantemente a los ojos del otro. Dutch caminó entre ellos y puso una
mano en un hombro de cada uno de ellos.
—¿Qué tenemos aquí? —dijo Dutch—. Es una reunión de salchichas.
—Espero tener también un waffle —Clutch demandó.
—Y una chalupa11 —Aiden gritó.
Mire hacía él y levanté una ceja. Aiden se limitó a sacudir la cabeza.
—El poder de la sugestión —él dijo, señalando el grupo—. En cualquier
momento alguien va a correr hacia Taco Bell y traerá un paquete completo de
chalupas. Solo espera.
—Dije salchichas —gruñó Dutch.
—Esperen —Lo chilló—. ¡Déjenme traer mi cámara! Conozco el sitio
pornográfico perfecto para esta mierda.
175
Trece
S
entí como si hubiera acabado de cerrar los ojos cuando la mano de
Aiden comenzó a sacudir mi hombro.
—Despierta —él dijo. Presiono sus labios en mi cuello y me
abrazo contra él.
—¿Hmm? —murmuré atontada.
—Es nuestra última mañana —dijo Aiden. Él aflojó su agarre y tomó mi
mano para sentarme—. Aún no has visto la salida del sol sobre el océano.
Él me saco de la cama, tomo mi mano y me dirigió a través de la casa,
cruzando las piedras del patio hacia la fría arena. Aún estaba un poco oscuro,
solo con el más pequeño signo de brillo en el horizonte. Aún vestía solamente
mi conjunto de pijama corto y mis brazos se tornaron en piel de gallina. Me
estremecí y frote mi piel para que se calentara.
176 —Amo este momento del día —Aiden susurró mientras se paraba detrás
de mí y me envolvía en sus brazos. Me recosté contra él, luchando contra el
frio en el viento—. Es tan pacífico. Es como si nada existiera en el mundo más
que este momento y este lugar. Amaría poder detener el tiempo justo ahora.
Giré mi cabeza para ver su rostro y él levantó su mano y la puso contra
mi mejilla. Por un rato, solo nos miramos el uno al otro en la penumbra, pero
después él me volteó y me besó suavemente. Envolví mis manos alrededor de
su cabeza, presione mi pecho contra el suyo y me puse de puntillas para
alcanzarlo mejor.
—Una aventura más para ti. —Sus ojos brillaron mientras él se agachaba
para cargarme en sus brazos. Grité un poco y me agarré de su cuello aunque
no pensaba que él podría soltarme. Caminamos unos cuantos metros fuera
hacia el borde de la arena antes de que se dejara caer sobre sus rodillas y
recostara mi espalda en la arena.
—¿Qué estás maquinando ahora? —pregunté con una risa.
—¿Yo? ¿Maquinando? —dijo con fingida inocencia—. Nunca.
—Eres un mentiroso terrible —dije.
Él se sentó a horcajadas sobre mí, puso sus manos en la arena a cada lado
de mi cabeza, se inclinó hacia mí y presionó sus labios contra los míos. Yo abrí
la boca para aceptar su lengua, después el bajo su mano a mi costado antes de
jalar el borde de la parte de arriba de mi pijama, exponiendo mi estómago y
alcanzando mis pechos.
—¿Es en serio? —pregunté mientras me alejaba y quitaba su mano.
—Siempre hablo en serio cuando se trata de desnudarte y ponerte sobre
tu espalda.
—¿Aquí afuera? me refiero… en la parte trasera del jeep fue una cosa,
pero… —Mis palabras salieron mientras miraba alrededor de la playa. No
pude ver a nadie afuera, pero sabía que había personas que salían
regularmente a pescar o a ejercitarse temprano por la mañana.
—Desde aquí, aún puedes ver la salida del sol y puedes no ser vista por
la gente en la playa —Aiden dijo—. Aparte, no hay nadie aquí afuera. Todos
ellos aún tienen resaca.
Él tomó mis caderas mientras se inclinaba para sostener mis manos
arriba de mi cabeza.
—¡Aiden! —protesté.
177 —¿Quieres que me detenga? —me preguntó tranquilamente.
En este momento mi corazón ya latía al doble y mi piel estaba
hormigueando por la anticipación. Me recosté debajo de él, indefensa en la
arena mientras él me sostenía y supe que no me importaba si alguien nos veía;
yo quería esto.
Sexo en la arena con Aiden Hunter mientras nuestro último día juntos
comenzaba con la salida del sol sobre el Atlántico.
Si, por favor.
Sacudí la cabeza, sintiendo la arena raspar ligeramente mi cuero
cabelludo.
—No te detengas —dije.
Aiden sonrió mientras empujaba su mano libre hacía mi estómago y
contra mis pechos. El besó mi garganta y la humedad de su lengua acarició mi
carne, dejándola fría mientras se movía a otro punto. Sus dedos pellizcaron
ligeramente mi pezón y granos de arena rodaron alrededor de mi piel.
—Estás poniendo arena sobre todo mi cuerpo —le dije.
—Y apenas he comenzado —replicó.
Él cubrió mi boca, sofocando mis protestas y yo me rendí ante la
sensación de su boca sobre mí, rápidamente olvidando la incomodidad de la
arena. Él paso su pulgar sobre la cinturilla de mis pantalones de pijama cortos
con su mano libre, después lo metió y bajo mis pantalones a mis piernas para
después quitarlos.
Libero mis caderas y yo alcancé su bóxer, deslizando mis manos dentro
y bajándolos a sus muslos. El arqueó su espalda para levantar sus caderas y
ayudarme a quitar su ropa completamente. Acaricié su piel entintada,
maravillándome con la belleza de las marcas en su piel, la complejidad y el
flujo de las líneas cuando una imagen surgía de otra. Quería memorizarlos
todos, pero no había suficiente tiempo. Me maraville ante la historia que las
imágenes contaban, sobre su piel para que todos las vieran pero nadie podría
entenderlas.
La verdad oculta era hermosa y triste al mismo tiempo.
Aiden se arrodilló sobre mí, besando el centro de mi cuerpo y cepillando
con arena mi piel mientras se movía hacia mi estómago. Su lengua rodeó mi
ombligo y después se movió hacia abajo mientras él tomaba mis piernas en
178 sus manos y las levantaba sobre sus hombros.
Gemí descaradamente cuando su lengua tocó mi carne sensible. Él me
cubrió con su boca, jugó conmigo con su lengua y me pellizco con sus labios.
Apreté el trasero, levantando mis caderas instintivamente de la arena para
aumentar la presión mientras el agarré de Aiden sobre mis muslos se
intensificó, sosteniéndome contra su boca.
Con un suspiro, deje caer mi cabeza hacia atrás y me estiré para agarrar
sus hombros. No pude alcanzarlo totalmente y tuve que sentarme un poco
para sentir su piel en mis palmas mientras mi cuerpo comenzó a
convulsionarse, enviando ondas de placer desde el punto rodeado por su
lengua hacia mis piernas y hacia mi torso.
Sentí un gemido surgir en mi garganta y junté mis labios para evitar
gritar tan alto mientras mi cuerpo se estremecía. Me tiré de vuelta en la arena,
incapaz de sostenerme a mí misma por más tiempo mientras mi aliento salía
en pequeñas bocanadas hacia el aire.
Aiden bajó mis piernas mientras se arrastraba sobre mí, cubriendo mi
boca con la suya. Pude probarme a mí misma en sus labios suaves y en su
lengua mientras separaba mis piernas con una de sus rodillas. Él se balanceó
sobre mí mientras besaba mi garganta. Él se detuvo en mi hombro mientras
volteaba su cabeza hacia el agua.
—Mira eso —Aiden susurró en mi oreja.
Giré la cabeza en la arena y vi como el sol rozaba el horizonte,
encendiendo el agua y la arena en brillantes rayos de rojo, naranja y amarillo.
Un grupo de gaviotas emprendieron el vuelo con sus llamados matutinos
estridentes, anunciando la aparición del sol al mundo. Las cabrillas en la parte
superior de las olas brillaban en la luz; la arena brillaba y comenzó un nuevo
día.
La mano de Aiden acarició mi mejilla.
—¿Ves eso Chloe? ¿Te das cuenta de lo que es? El sol sobre el océano, la
playa, las gaviotas volando sobre las olas… tú y yo, así. Eso es vida, Chloe. Esto
es vivir.
El besó mi boca y después hizo su camino hacia mi cuello y mi pecho.
Cada uno de mis pezones recibió atención de sus labios y su lengua. El
succionó ávidamente, lamió y después volvió a succionar. Moví mis manos a
sus costados para agarrar su tonificado trasero mientras él se introducía en
mi despacio, permitiéndome sentir cada pulgada deslizarse en mi
profundidad.
179
Él se mantuvo dentro de mí, sin moverse. Toqué su mejilla con mi mano
y el abrió los ojos para mirarme fijamente, el brillo de la salida del sol
iluminando un lado de su rostro.
—Eres tan hermosa —susurró, sus ojos muy abiertos mientras me
miraba—. Cada parte de ti bañada en la luz roja de la mañana. Eres como una
pintura en luz y color brillante. Quiero capturarte de esta manera, guardarte
exactamente como estas aquí y ahora.
Tragué saliva mientras sus palabras se vertían sobre mí. Pude ver lo que
él estaba imaginando, reflejado en sus ojos y la imagen se transformó en mi
cabeza hasta que me vi capturada con tinta sobre su piel… por siempre parte
de él, por siempre parte de su historia.
Después se movió, saliéndose un poco antes de inclinar sus caderas para
enterrarse de nuevo. Envolvió un brazo alrededor de mis hombros y yo
levante las piernas para envolverlas atrás de su espalda mientras el comenzó
a moverse dentro de mí.
Toda la rudeza se había ido. Las rápidas y fuertes embestidas que yo
esperaba fueron remplazadas por penetraciones sin prisa, profundas y
metódicas. Él me besó en cada movimiento, su mano acariciándome
suavemente del cuello a mis pechos mientras yo le permitía a mis manos
memorizar el sentimiento de su espalda sobre mis yemas.
—Oh, Chloe… Chloe… ¡Oh Dios! Yo no quiero que esto termine…
Mi cuerpo comenzó a tensarse. Sensaciones desde mis pechos hasta la
boca de mi estómago y después concentrándose entre mis piernas causaron
que me estremeciera mientras me empujaba mis caderas contra él y
enterraba mis tobillos en su espalda. Mordí mi labio, no queriendo que mis
gritos fueran escuchados en la playa y me dejé ir.
Mi cuerpo se relajó en la arena, mientras yo envolvía mis brazos
alrededor de su cabeza.
—Aiden — susurré—. Oh, Aiden…
—Te sientes tan bien —el gimió—. Tan bien, oh, bebé…
Aiden cerró los ojos apretadamente y se mantuvo contra mí mientras
dejaba salir un suspiro silencioso. Apreté mis piernas alrededor de su cintura
mientras lo sentí llenarme, sosteniéndome contra él lo más apretado posible.
No quería dejarlo ir. No quería dejarlo ir nunca.
180
—Todas las cosas buenas —murmuré para mí misma frente al espejo del
baño. Respiré profundamente y limpié mis lágrimas, no queriendo que Aiden
notara lo molesta que estaba por regresar a casa.
La semana pasada con Aiden fue emocionante y atemorizante. Hay
tantas cosas que nunca hubiera considerado hacer en el pasado y aún no
podía creer completamente que las había hecho (ir en la parte trasera de una
motocicleta, paracaidismo, tener sexo en la parte trasera de un auto y en la
playa). Si cualquiera me hubiera dicho hace una semana que esto es lo que
estaría haciendo, me habría reído de ellos. Yo no hacía esas cosas.
Ahora, no habría cambiado esas experiencias por nada en el mundo.
La idea de regresar a casa a mi trabajo estable y a mi vida mediocre era
francamente deprimente. Apenas podía imaginarme regresando a la oficina y
sentándome en mi escritorio todo el día, lidiando con las órdenes ridículas de
cabeza de chía y pasando mis tardes con mi colección de súper heroínas.
La rutina había perdido su encanto.
Si Aiden hubiera terminado nuestro encuentro en la playa diciendo que
me quedara con él, habría accedido inmediatamente. En ese momento, habría
abandonado toda mi existencia en Ohio y me hubiera quedado en Florida para
experimentar la vida, la vida real, aquí con él en la playa.
Pero él no me lo pidió y yo no lo sugerí.
Con mi maleta hecha, camine hacia la puerta frontal y busqué alrededor
a Aiden. Al principio, no lo vi, pero después noté movimiento en el patio y fui
a encontrarlo. Él estaba parado en el borde de la arena, viendo hacía el agua.
—La pasaste bien, ¿cierto? —preguntó. Él jugueteaba con el borde de su
gorra con nerviosismo.
—Lo hice —confirmé—. Fue lo mejor.
—Debí reservar tu vuelvo de regreso el domingo —Aiden me dijo
mirándome con tristeza.
—Está bien —dije. No lo estaba. No estaba bien en absoluto, pero yo
estaba dispuesta a poner excusas—. Como que necesito un día para
recuperarme.
181 Él se rió y después miro su reloj. Suspiró.
—Supongo que es hora de dirigirnos al aeropuerto —él dijo.
—Supongo que lo es.
Nos metimos en el jeep y Aiden condujo despacio por la autopista.
Conservé mi bolsa con mi licencia de conducir y mi pase de abordaje,
envueltos en mi cintura derecha. Siempre he sido un poco paranoica acerca
de perder documentos importantes cuando viajo y siempre me mantengo
checando para asegurarme de que sigan ahí junto con mis tarjetas de crédito
y algo de efectivo.
Aiden no dijo mucho, solo miró hacia el tráfico mientras seguía los
señalamientos hacia el aeropuerto. Yo alterné mi vista entre la ventana y
mirando su perfil pero no tenía más palabras que las que él tenía.
Hablamos sobre hacer planes para vernos en 3 semanas, cuando Aiden
regresara a Ohio. Él no tenía una fecha exacta pero prometió avisarme en
cuando su vuelo estuviera reservado. Parecía que estaba a una vida de
distancia.
Me acerqué para poner mi mano en su muslo. Aiden miró hacia abajo,
sonrió débilmente y cubrió mi mano con la suya. Lo observé mover sus dedos
sobre mis nudillos, tratando de guardar en mi mente la imagen de la compleja
flor en el dorso de su mano y las marcas tribales cubriendo sus dedos.
Recuerdos de sus manos en mis pechos, mis piernas y sosteniendo mi rostro
mientras me besaba invadieron mi mente y amenazaron con romperme en un
mar de lágrimas.
Estaba intentando ser fuerte.
No estaba lista para irme. Quería más tiempo. Aún había tantas cosas
sobre él que yo no sabía y quería desesperadamente aprender. No tenía idea
de que pasaría cuando separáramos nuestros caminos y algo en la boca de mi
estómago me advirtió que las relaciones a larga distancia raramente
funcionaban.
Por supuesto, nos mantendríamos por el teléfono durante un tiempo,
pero eso no duraría. Ambos teníamos vidas fuera de la semana que pasamos
con el otro y esas parecían tener precedencia. Las llamadas cambiarían a
mensajes de texto e incluso esos eventualmente disminuirían para luego
terminar.
Esta podría ser la última ocasión que lo viera.
182 ¿Qué podía hacer? Mis amigos estaban en Ohio y los de Aiden en Florida.
A pesar de mis pensamientos post-coitales, no era como si yo estuviese en la
posición de simplemente empacar y mudarme a Miami y ni siquiera podía
soñar pedirle a él que se mudara más cerca. Tenía una carrera en la que
pensar y él tenía su… bueno lo que fuera.
A pesar de todo lo que sentía, yo sabía que él estaba escondiendo algo
grande.
Tenía que atreverme a preguntarle. Tenía que aceptar la difícil situación,
como era y exigirle que me dijera exactamente lo que hacía para vivir. Sin
saberlo con seguridad, ni siquiera podría empezar a pensar en lo que mi
futuro podría deparar. Si mis sospechas iniciales eran ciertas y él era un
criminal, haría más fácil la decisión.
Justo cuando había reunido el valor suficiente para preguntarle, él
teléfono de Aiden sonó. Él soltó mi mano y tomó el celular de la consola
central.
—Yo, Mo —Aiden dijo en un tono monótono.
Quité mi mano de su pierna y la coloqué en mi regazo. Afuera de la
ventana, altos, pájaros blancos asomaban sus largos cuellos en los charcos de
las cunetas, buscando su desayuno. Tragué duro, pensando en los tomates
asados que Aiden había preparado para acompañar nuestros omelets esa
mañana.
—Carajo —Aiden chilló.
Brinqué de mi asiento, mirando alrededor para ver si estábamos a punto
de chocar con otro carro o si posiblemente había evitado una colisión, pero
no había autos cerca de nosotros. Miré de regreso a su rostro para ver su cara
contraída por la furia.
—¿Los encontraste? ¿Dónde? —Aiden estaba prácticamente gritándole
al teléfono—. Quédate con ellos. No los apartes de tu vista. Me estoy
dirigiendo hacía ahí justo ahora.
Aiden aventó el teléfono a un pequeño cubo en el salpicadero después
rápidamente cambio de carril, buscando la salida más cercana mientras los
neumáticos chirriaban.
—¡Aiden! —chillé—. ¿Qué estás haciendo?
—Lo lamento, nena —dijo sin mirarme—. Yo realmente, realmente
siento mucho hacerte esto, pero esta es la mejor oportunidad que he tenido
183 en meses, no puedo desaprovecharla.
—¿Desaprovechar qué?
Él me ignoró. Sostuvo el volante y dirigió su dedo al GPS con la otra,
introduciendo una dirección.
—Ruta confirmada. En 400 pies, gire a la derecha.
Al apenas desacelero para girar.
—¡Mierda! —Me agarré de la manija de la puerta, sosteniéndome
firmemente.
—Lo lamento, Chloe. Realmente lo hago.
—¿Lamentas qué?
Él no respondió. Sus dedos se estaban tornando blancos mientras
sostenía el volante con una mano y la palanca de cambios con la otra. Sus
brazos estaban temblando.
No tenía idea de lo que estaba pasando, y su conducción me estaba
aterrorizando. Apenas pude sostenerme mientras manejaba por carreteras
más transitadas, evitando el tráfico e ignorando los señalamientos de tránsito.
—¡Aiden, por favor! ¡Me estas asustando!
—Lo lamento —dijo de nuevo—. ¡Mierda, realmente lo lamento! No
sabía que esto iba a suceder… no ahora.
—No sé qué significa “esto” —chillé de nuevo.
Aiden se desvió, apenas evitando a un ciclista en la intersección. Puso el
jeep en la segunda velocidad, desacelerando apenas para hacer una vuelta en
“U” y después viro hacia un estacionamiento. Se estacionó en frente de un
centro comercial y frenó de repente, lanzándonos a ambos hacia enfrente,
provocando que mi cinturón de seguridad se bloqueara.
— No vas a llegar a ese vuelo —Aiden dijo—. Te reservaré otro.
—Aiden, ¿qué demonios está sucediendo? —Lo mire fijamente a la cara,
que era apenas reconocible comparado con las sonrisas de niño a las que
estaba acostumbrada.
—¿Recuerdas esos secretos de los que hablamos? —Él volteó y me miró
fijamente con una mirada intensa y aterradora.
Mi corazón se detuvo y mi garganta se cerró hasta que no pude respirar.
Mi cabeza comenzó a punzar mientras lo miraba a la cara. Sus ojos estaban
184 muy abiertos y eran salvajes. Cada músculo de su cuerpo estaba tenso y podía
ver su mandíbula tensarse mientras apretaba los dientes.
—¿Qué secretos?
Aiden apagó el coche, quitó la llave del contacto y se volvió para
desbloquear la unidad de almacenamiento central. Metió la mano y sacó un
revólver liso negro. Metió la mano de nuevo y saco un cargador, deslizándolo
con un fuerte sonido en el mango de la pistola.
¡Alarma! Alarma, alarma, ¡ALARMA!
—Dijiste que estaba escondiendo algo —dijo Aiden—. Y tenías razón…
lo hago. Y estas a punto de descubrir lo que es.
Y con esto pasé de desconfiada a aterrorizada.
Catorce
—Q
uédate aquí —ordena Aiden. Sus dedos tensos
alrededor de la empuñadura de su arma. —. No salgas
de este maldito auto por ninguna razón, ¿me oyes?
No pude responder. Todavía no podía respirar, mucho menos hablar.
Nunca había visto un arma en la vida real, a no ser que estuviese enfundada
en el cinturón de un oficial de policía, y mucho menos había estado tan cerca
de una. No podía quitarle mis ojos al brillante metal negro.
Aiden abrió la puerta del lado del conductor y comenzó a salir, la pistola
agarrada fuertemente en su mano.
—¿Aiden? —me las arreglé para decir mientras alejaba mis ojos de su
mano y lo veía de nuevo a la cara.
185 Hizo una pausa, a medio camino de salir.
—Lo lamento tan jodidamente. —dijo de nuevo.
—¿Qué estás haciendo con una pistola? —susurré. Sentí que mi cuerpo
estaba tratando de bloquearse, y me pregunté que se sentiría entrar en shock.
Por un segundo, la llamada telefónica de mi madre informándome del ataque
al corazón de papá lleno mi mente. En este momento, el sentimiento de toda
mi sangre dejando mis venas era similar a la forma en que me había sentido
cuando me había dicho que él se había ido.
Me concentré en Aiden de nuevo y no podía entender lo que estaba
viendo.
Todo lo que mi subconsciente me había estado advirtiendo sobre Aiden
Hunter empezó a llenar mi cabeza. Durante todo este tiempo me había estado
convenciendo de no juzgarlo, de que todo estaba bien, de que él estaba bien.
Desde el momento en que lo conocí, había estado tratando de convencerme
de que el único peligro estaba en mi cabeza.
Pero no era así.
El Aiden delante de mí no era el hombre que conocí la semana pasada.
Su rostro era apenas reconocible. Sus ojos estaban oscuros y llenos de odio.
Su mandíbula estaba trabada, con los dientes apretados. Sus manos
empuñadas, una de las cuales sostenía un arma mortal. Este hombre no fue el
que me preparó el desayuno. Este era un hombre consumido por su furia.
Las palabras de la novia de Lance hicieron eco en mi mente “Nunca lo he
visto enojado, en persona, pero he oído que no es algo bonito”
No, no era bonito. No era agradable en absoluto.
—Aiden. —Parecía ser la única palabra que podía pronunciar.
—Quédate aquí —ordenó Aiden una vez más, y cerró la puerta de golpe.
Miré a través del parabrisas, y traté de darle sentido a la escena delante
de mí. Mo estaba fuera, de pie en la acera cerca del centro comercial. Aiden se
acercó a él, le habló rápidamente, y Mo miró en mi dirección antes de tocar su
oído y hablar en un dispositivo Bluetooth.
Me senté ahí, congelada, mientras Aiden se alejaba de Mo y se acercaba
a una de las puertas del centro comercial, la pistola todavía claramente visible,
y desapareció en el interior. En la puerta había un letrero de un restaurante
cubano, prometiendo los mejores sándwiches de cerdo en el condado de
Dade.
186 Mo gritó algo, pero no podía escuchar sus palabras por las ventanas del
jeep. Tenía la mano en su cadera, apoyada en otra pistola. Se fue tras Aiden
justo cuando escuché un ruido a mi derecha y la puerta del lado del pasajero
se abrió.
Grité y traté de alejar las manos que estaban sobre mí. El cinturón de
seguridad todavía estaba abrochado por la parada repentina, y apenas me
podía mover. Grité de nuevo, pero entonces reconocí la voz de Lo mientras
me decía que me relajara, que todo estaba bien.
—¡No está bien! —grité. —¡Aiden tiene un arma, Lo! ¡Tiene un arma!
—Lo sé, bebé —dijo Lo tranquilamente mientras se inclinaba para
desabrochar el cinturón y sacarme del vehículo a pesar de mi pelea.
—Sólo ven conmigo. Tengo que sacarte de aquí.
—¡Aléjate de mí! —grité. Levanté mi brazo y golpeé su hombro con el
bolso todavía unido a mi muñeca. Ni siquiera estaba segura de por qué estaba
luchando, pero se sentía como si tuviera que estar en el jeep, y quería
quedarme ahí. Era conocido. Era seguro.
Tuvo la pistola todo el tiempo.
—¡No discutas conmigo Chloe! —Aumentó la fuerza de su agarre en mí.
—¡No sobre esto!
Me estremecí. Los ojos me ardían, pero las lágrimas no salían. No podía
entender bien para saber que sentir. Sólo sabía que no quería salir de donde
estaba. Aiden me dijo que me quedara en el coche. Dijo que no me fuera; por
ninguna razón.
¿En serio había escuchado sus instrucciones?
Oí disparos seguidos de gritos. Dos jóvenes salieron del restaurante a
toda velocidad, sujetándose el uno al otro y gritando en español mientras
corrían por el estacionamiento hacia la calle.
—¿Qué está pasando? —grité hacia Lo.
—¡Te estoy sacando que aquí! —gritó. Me agarró y sujetó mis brazos
contra mis costados antes de levantarme y ponerme de pie. Le di una patada
inútilmente mientras me arrastraba lejos del jeep hacia la parte posterior de
un Chrysler oscuro.
Más disparos.
187 —¡Al suelo! —gritó Lo mientras me metía dentro y cerraba la puerta de
golpe.
Me levante sobre mis manos y miré por el vidrio de la puerta trasera. Lo
estaba agachado junto a la puerta del auto con el hombro presionado contra
él y otra arma en su mano. Con manos temblorosas tiré de la manija de la
puerta, pero los seguros para niños estaban puestos, y no podía salir. Una
división de cristal separaba los asientos delanteros de los traseros,
bloqueando cualquier posibilidad de salir.
—¡Lo! —grité.
—¡Al suelo, Chloe! —gritó de regreso.
No le hice caso. Tiré de la manija de la puerta otra vez, todavía
temblando. Un movimiento llamó mi atención y vi a un hombre y una mujer
salir de la puerta de al lado del restaurante. El hombre también llevaba un
arma y corrió hacia atrás, disparando hacia el edificio mientras la mujer jalaba
su brazo. Se metieron a un sedán rojo al final del estacionamiento, y los
neumáticos chirriaron cuando la pareja se alejó de la zona.
Aiden y Mo salieron por la puerta mientras ellos se iban a toda velocidad.
—¡Maldita sea! —Aiden se dio la vuelta y pateó la puerta cerrándola con
un golpe lo suficientemente fuerte como para hacerme saltar. Levantó la
cabeza y miró el jeep.
—¿Dónde está? —gritó Aiden. Dio vueltas en círculos, mirando a todas
partes.
—¡La tengo! —gritó Lo—. ¡Está bien, Hunter! ¡La tengo!
Aiden me miro y nuestros ojos se encontraron por un instante. No tenía
idea de lo que podría haber estado pensando, sólo sé que sus hombros se
hundieron un poco mientras le devolvía la mirada. Negó con la cabeza una vez
y luego se giró hacia Mo.
—Tenemos que seguirlos —dijo Aiden—. ¡No podemos perderlos!
—¡Ahora no! —respondió Mo mientras agarraba uno de los brazos de
Aiden. —Santa mierda, Hunter, ¿Has perdido la cabeza? ¡La policía está en
camino!
—¿Y qué van a hacer? ¿Eh? —espetó Aiden—. ¡No pueden hacer una
maldita cosa y lo sabes!
188 Lo se puso de pie y corrió hacia Aiden. A lo lejos, escuché sirenas.
—Tienes que relajarte, hombre —decía Lo—. Tienes que calmar a tu
chica antes de que se vuelva completamente loca y diga algo estúpido.
Rodearon a Aiden con sus enormes figuras y lo convencieron de regresar
al Chrysler de Lo. Mo abrió la puerta y Aiden se sentó en la parte de atrás junto
a mí, pero no miró en mi dirección. Tenía su mano cerrada en forma de garra
descansando en su muslo y la otra aún sostenía su arma. Su pecho subía y
bajaba mientras tomaba largas respiraciones, las cuales silbaban entre sus
dientes. Su pierna comenzó a temblar.
De repente, Aiden gritó.
Gritó muy fuerte y golpeó repetidamente el asiento de enfrente hasta
que sus nudillos empezaron a sangrar. Me arrastré hasta el otro lado del coche
y empuje mi hombro contra la puerta, tirando inútilmente de la manija. Aiden
seguía gritando mientras subí mis pies y envolví mis brazos alrededor de mi
cabeza.
Lágrimas salieron, seguidas de sollozos ahogados.
—Oh, mierda, bebé. —gimió Aiden—. ¡No, no, por favor! Lo siento, Chloe.
¡Mierda! ¡Lo siento!
Sentí su mano en mi brazo y me aleje.
—¡No me toques! —grité mientras empujaba mi cuerpo contra la puerta
del auto.
—Por favor, no lo hagas —rogó Aiden—. Por favor, no hagas eso, bebé.
Lo siento, ¡jodidamente lo siento! No era mi intención que terminaras
involucrada en esto, lo juro. Por favor, Chloe...
Agarró mi brazo otra vez, alejándome de la puerta y jalándome al centro
del auto. Luché gritando y llorando. Podía haberme obligado, pero no lo hizo.
Me soltó, y me arrastré de nuevo al otro lado del auto y continúe sollozando.
—Shh, Chloe, por favor —susurró—. Lo siento, lo siento, lo siento...
Una y otra vez, me susurró esas palabras. Extendió la mano y tocó la mía,
pero me aleje. Mo está diciendo su nombre desde afuera del auto y cuando
Aiden lo miró levanté la vista, Mo lentamente negó con la cabeza.
—¿Qué está pasando? —dije por fin—. Aiden, ¿qué está pasando?
—Es una larga historia —dijo—. No quería que estuvieras involucrada
en nada de esta mierda. Ni siquiera quería que lo supieras.
189
—¿Saber qué?
—Tenemos irnos —dijo Mo en la puerta.
Lo estaba de repente a mi derecha, abriendo la puerta y ayudándome a
salir.
—¡Mierda! —Aiden dio un puñetazo en el asiento antes de pasarse la
mano por la cabeza.
—La compañía ha llegado —dijo Mo con un suspiro.
—Sí, eso veo —respondió Lo.
El sonido de las sirenas inundó mis oídos mientras varias patrullas se
estacionaban en el lugar. Aiden salió del auto y se dirigió a la parte delantera,
donde Mo estaba de pie. Se inclinaron juntos, hablando rápidamente y
mirando en dirección de las sirenas mientras mi corazón se aceleraba.
No había manera de comprenderlo. Estaba mucho más allá de mi
experiencia. ¿Armas? ¿Entrando en restaurantes y persiguiendo a la gente? ¿Y
ahora la policía? No podía soportarlo.
Negué lentamente con la cabeza mientras estaba en el espacio de
estacionamiento al lado del auto de Lo. No podía hablar. Lágrimas corrían por
mis mejillas, sólo podía mirar.
—No va a estar bien —le oí decir a Mo—. La gente de ahí te conoce.
—A la mierda mi vida —murmuró Aiden.
—Todavía es un progreso —dijo Mo mientras colocaba su mano sobre el
hombro de Aiden.
No podía hacer esto. Todo dentro de mí se rebeló en contra de lo que
estaba sucediendo. Lo que sea que fuera, no podía soportarlo.
Di unos cuantos pasos atrás, justo detrás de Lo y fuera de su vista. No se
movió, siguió mirando a Mo y Aiden mientras hablaban entre ellos. La policía
estaba saliendo de sus patrullas y algunos tenían sus armas desenfundadas.
Di un paso atrás otra vez, pero nadie pareció darse cuenta.
Uno de los agentes de la policía se dirigió a Aiden y a sus amigos,
diciéndoles a todos que bajaran sus armas. Aiden levantó sus manos encima
de la cabeza, el revólver colgando de su pulgar cerca del gatillo. Lo bajó
lentamente al suelo y se alejó, dejando sus manos encima de la cabeza.
Igual que un profesional.
Me di cuenta de que todavía estaba caminando para atrás cuando golpeé
190 el borde un auto cerca de la escena. Salté y detuve un grito saliendo de mi
garganta mientras me tapaba la boca con la mano y me golpeaba el hombro
con mi muñeca-bolso.
Tengo que salir de aquí.
Di la vuelta y miré rápidamente a mí alrededor. Nadie parecía haberse
percatado de mí, todo el mundo estaba concentrado en Aiden. Tenía todo en
mi bolso y tenía que salir de aquí. Caminé rápidamente hacia el lado opuesto
del vehículo y me agache un poco hasta que estuve segura de que nadie me
había visto. Sudor escurría entre mis omóplatos y por un lado de mi rostro,
mezclándose con mis lágrimas. Mi respiración eran jadeos agitados. Miré al
otro lado de la calle y vi una gasolinera y un restaurante.
Mis manos aún temblaban, y apenas podía evitar que mis rodillas
flaquearan. Todos mis instintos estaban en alerta y no los había escuchado.
Aiden era un criminal. Llevaba una pistola, le disparó a gente en el restaurante
y Dios sabe a quién más.
¿Iba a ser arrestada? ¿La policía me creería si les decía que no sabía
nada?
Era una idiota y casi había sido atrapada por Aiden y sus cómplices.
Había oído decir a Aiden que la policía no les podía hacer nada. ¿Qué
significaba eso? ¿Era tan grande en el mundo del crimen que la policía no
podía tocarlo? ¿Era tan corrupto? ¿Qué iba a hacer conmigo ahora que sabía
más de lo que debía? Tenía que salir de ahí. Tenía que salir de ahí lo más
rápido posible.
Corrí.
Casi tropezando en la esquina, corrí por la calle mientras el semáforo
estaba cambiando. Mis piernas eran arañadas por los arbustos mientras me
empujaba a través de ellos y dentro del estacionamiento de la gasolinera. Fue
ahí cuando escuché a Aiden gritando.
—¡Chloe! ¡CHLOE!
Giré la cabeza y mire por encima de mi hombro. Los grandes ojos de
Aiden eran claramente visibles gracias al resplandeciente sol de Florida. El
mismo sol se reflejaba en las brillantes esposas alrededor de sus muñecas
mientras dos policías empujaban su cabeza hacia abajo y lo metían en la parte
trasera de una de las patrullas.
Aterrorizada, seguí corriendo.
191 Con eso, había tenido suficientes emociones.
Quince
H
abían pasado más de dos semanas y aún tenía pesadillas.
Algunas veces eran sobre estar en un estacionamiento lleno
de disparos y sirenas. Algunas veces eran sobre estar atrapada en
la parte trasera de un auto con Aiden gritando, su rostro contraído. Incluso
tuve una donde salía al patio para observar la salida del sol sobre el agua y
encontraba los cuerpos de la pareja que salió huyendo del restaurante,
cubiertos en sangre, tirados cerca de la alarma de incendio.
Algunas veces lo soñaba a él haciéndome el amor en la playa.
Eso era lo peor.
No, no lo era. Lo peor era despertar y darme cuenta que solo estaba
sosteniendo mi almohada.
192 No le había contado a nadie lo que sucedió. El cajero de la gasolinera me
había mencionado un hotel cercano que tenía transporte al aeropuerto y le di
al aparca autos veinte dólares para que me dejara entrar. Tuve que pagar para
que cambiaran mi boleto de vuelo al siguiente en salir, pero regresé a Ohio.
Eventualmente encontré a un taxista dispuesto a que le pagara una
cantidad exorbitante para que me llevara hacia el norte de la ciudad, a mi
hogar.
Una vez que conecté mi teléfono celular al cargador, encontré una
docena de mensajes y llamadas perdidas de Mare. No queriendo que
escuchara mi voz en una llamada telefónica, le mande un texto en respuesta
dejándole saber que estaba en casa, sana y salva. Me había enviado muchos
mensajes y la siguiente llamada fue preguntándome sobre las vacaciones,
pero la esquivé diciéndole que le contaría en persona. Desde ahí, he evitado
estar a solas con ella.
Habíamos sido amigas durante el tiempo suficiente como para que
pudiera deducir que algo iba mal y no quería responder sus preguntas. Si lo
hacía, me quebraría y lo contaría todo. No podía arriesgarme a eso. No quería
admitir lo estúpida que había sido y también lo aterrorizada que había estado
en mis últimos minutos con Aiden. Ni siquiera quería volver a pensar en lo
que había sucedido afuera del pequeño restaurante cubano en mi último día
en Miami.
Fui completamente tonta por no escuchar mis alarmas internas y estaba
positivamente avergonzada. Lo último que quería era admitirle mi estupidez
a cualquier persona.
Aiden trató de llamarme tres veces la semana que regresé. No respondí
y no dejó un mensaje de voz. No intento llamar después de eso. Por lo que
sabía, estaba en su camino hacia la cárcel.
Solo quería olvidarlo todo.
Así que estaba de regreso en mi normal y aburrida rutina. Cabeza de chía
estuvo furioso el primer lunes por la mañana y me dio un gran sermón sobre
mi aviso de vacaciones, pero no me despidió. Aunque me aclaró que mis
acciones serian detalladas en mi próxima evaluación.
Imbécil.
Estaba cansada de tener que seguir las estúpidas órdenes de Kevin con
su Cabeza de chía. Por mucho que odiara la idea, decidí que era momento de
193 encontrar un nuevo trabajo. Le dije a Nate que estaba disponible y me dijo
que haría que su antiguo reclutador me llamara.
Mientras tanto, me levantaba con la alarma cada mañana. Luchaba con
el tráfico todo el camino hacia mi trabajo y de alguna manera aun así lograba
llegar a tiempo todos los días. Iba a las juntas, respondía correos y mantenía
los proyectos en forma. Gabe me llamó para decirme que ya había encontrado
un auto y que no necesitaba mi ayuda. Mare seguramente le contó de mi viaje
espontaneo y por eso me preguntó si me había gustado Florida, pero le entró
otra llamada y no tuvimos tiempo de hablar de ello, gracias al cielo.
Evité cualquier hora feliz en el Thirsty’s Oasis con excusas que iban
desde carga extra de trabajo, a problemas con el auto, a dolores de cabeza.
Sabía que habría preguntas y no quería responderlas. Además ese era el lugar
donde lo había conocido y no necesitaba ese recordatorio.
Estaba haciendo todo lo que se supone no deberías hacer si quieres
superar una perdida. Estaba evitando hablar de ello, pensar en ello y por
último, no estaba lidiando con ello en absoluto. Mis pensamientos estaban
revueltos, pero no sabía qué hacer con eso. De hecho incluso había
considerado llamar a Mo para enterarme que había pasado después de que
me fui, pero cada vez que levantaba el teléfono, no podía hacer la llamada.
Por las noches trataba de quitar los recuerdos de mi cabeza. Rara vez
funcionaba y mi sueño era muy irregular. Me despertaba cada noche
sintiéndome fría y sola, negándome a admitir que extrañaba su presencia
junto a mí. Consideré traer a Buffy a la cama pero no podía permitirme ser tan
patética.
Tal vez necesitaba un gato.
Así que me tragué la pena, negando todo.
—Voy a necesitar actualizaciones de todos tus proyectos antes de que te
vayas hoy. —dijo Kevin mientras aparecía en mi escritorio antes de las 5 pm—
. Necesito las cifras de presupuesto y todos los indicadores clave de
rendimiento.
—Las cifras de presupuesto no serán exactas hasta que los de
contabilidad nos den la última actualización —dije—. Acabamos de hablar de
eso en la última junta.
—Bueno, necesito algo para mi presentación de mañana.
—Los indicadores clave de rendimiento están en tu e-mail.
194 —¡Necesito los presupuestos!
Lo miré y sentí mi estómago encogerse.
—No tengo todas las cifras de presupuesto —le repetí—, Jeff de
contabilidad dijo que no podían confirmar nada antes de la junta del jueves.
Van a firmarlos hasta que los números del tercer trimestre estén ahí.
—No sé porque intentas sabotearme —espetó Kevin—. Te pido las cosas
más sencillas y simplemente no puedes entregarlas.
Me senté más recta en mi silla, tratando de descubrir de donde surgió
toda esta diatriba.
—No estoy segura de que esperas que haga —dije, empezando a sentir
mi cara calentarse—. No puedo darte algo que no tengo y no puedo
simplemente inventar las cifras de presupuesto.
—Se las prometí a los ejecutivos para la junta de mañana. —Levantó las
cejas y me miró fijamente como si pensara que los números iba a empezar a
salir de mi frente—. Ya tienes un strike por tu mal manejo con lo de las
vacaciones. No creo que puedas permitirte otro.
Lo miré en respuesta. ¿Realmente me estaba amenazando por algo que
él había hecho mal? Tomé una profunda respiración. Sentí como si mis pies
estuvieran en el borde de un abismo y la necesidad de saltar fuese algo
urgente.
Kevin se me acercó.
—Así que porque no levantas tu pequeño y lindo trasero —siseó—, y me
consigues los malditos números.
Me congelé. Mi cara se sintió contraída y apreté los dientes por la
sensación. En el fondo de mi mente, escuché la puerta de un avión abrirse
mientras el viento empezaba a soplar. Me levanté y mentalmente me moví al
borde. Miré a Kevin y en mi cabeza vi la gran extensión de tierra lejos, muy
abajo.
Salté.
—Si prometiste algo a los ejecutivos que no puedes entregar —dije, mi
voz subiendo de tono—, entonces tal vez necesitas informarles que cometiste
un error. O tal vez puedas ir a contabilidad a preguntarles por los números
que no tengo. Aún mejor, entrar a la junta y pedirles el presupuesto.
Dio medio paso hacia atrás, pero simplemente camine hacia él y lo miré
195 fijamente a su Cabeza de chía. Otros desde la extensión de cubículos estaban
dándose cuenta. Había algunas personas que se detuvieron en el pasillo.
—Y la próxima vez que quieras referirte a “mi pequeño y lindo trasero”
—prácticamente grité—, te invitaré a la siguiente junta con recursos
humanos.
Mantuve mis ojos en él, sin moverme. Su rostro se tornó pálido y miró
sobre su hombro a las personas que estaban paradas alrededor, escuchando.
Incluido su jefe.
Sonreí. Mi paracaídas abierto y empecé a flotar.
—Ahora me dirijo a casa —declaré—. Porque ya trabajé durante el
almuerzo para conseguirte todas esas cosas que estaban a mi alcance. Si
tienes un problema con eso, podemos discutirlo con el señor Thompson en la
mañana.
Asentí en dirección al jefe de Kevin mientras recogía mi bolso.
Kevin simplemente estaba ahí de pie, con la boca abierta. Mientras me
volteaba para dirigirme a la escalera, escuché la voz del señor Thompson.
—Kevin, me gustaría hablar contigo.
Aterricé en un círculo, en medio de un verde campo de césped y mi
sonrisa se hizo más amplia.
El viento de otoño era frío mientras caminaba por el estacionamiento.
Tuve que saltar hacia mi auto y prender la calefacción para deshacerme del
frío. El aire olía terroso y quemó mi nariz todo el camino a casa. No podía
parar de pensar en lo que había dicho y lo maravilloso que se sentía
defenderme a mí misma.
Justo como saltar de un avión.
Me estacioné en el garaje, apagué la calefacción y trate de recordar si
había pensado en limpiar mi chaqueta de invierno la primavera pasada.
Porque iba a necesitarla pronto.
Apuesto que el clima es cálido en Miami.
—Cállate —me dije a mi misma. No quería arruinar mi humor, pero
aparentemente ya era demasiado tarde. Recuerdos empezaron a flotar en mi
mente y a pesar de los buenos, todos terminaban con el día en el
estacionamiento de la pequeña plaza.
196 Le cambié a la película de martes por la noche en Sci-fi y descubrí que mi
canal favorito estaba pasando “El quinto elemento”. Gruñí y le cambie al canal
de hogar y jardín, luego decidí pulir mi currículo.
Actualice mi experiencia de trabajo y envié un par de correo a personas
que creí podrían darme buenas referencias. Odiaba todo lo de buscar un
trabajo, pero era una gran distracción y tal vez evitaría que me volviera loca.
—Probablemente ya sucedió —murmuré para mí misma. Miré hacia la
mujer maravilla, quien parecía estar de acuerdo.
Me levanté para prepararme algo de cenar. Lo único que sonaba bien era
lo que cocinaba para el desayuno, lo cual me había negado a preparar desde
que regresé. Saqué la media docena de huevos que tenía en el refrigerador y
los tiré a la basura antes de echar un poco de queso cottage y piña en un plato
y llamarlo una comida.
—Ni siquiera puedo prender la maldita estufa —murmuré.
Sacudí la cabeza. Tenía de dejar de pensar de esta manera. Tenía que
dejar de permitir que cada cosa que me recordara a Aiden me afectara. Así fue
cuando recién murió mi papá y no podía ni siquiera mirar su fotografía por
un largo tiempo. Cada vez que lo hacía, lagrimas salían de mis ojos.
Caminando a través de la habitación, tomé la fotografía de mi padre del
librero y la sostuve en mis manos. Recorrí con mi dedo el borde del marco y
sonreí tristemente.
—Te extraño, papá —dije—. Tengo la sensación de que estarías
realmente decepcionado de mí en este momento, pero aun así me gustaría
poder hablarte de ello.
No tenía ninguna fotografía de Aiden.
Una lágrima se deslizo por mi mejilla y la limpié rápidamente. Coloqué
la foto de papá de nuevo en su lugar en el estante y me dirigí al baño para
tomar una ducha. Me había quedado sin jabón en gel y termine lavándome
con shampoo. Una vez que estaba limpia e iba a salir, me paré en la alfombra
de baño y tiré la botella vacía de gel en la basura. Esta golpeó la blanca y
cilíndrica prueba de embarazo que me había hecho una semana antes.
Negativa.
Gracias a Dios.
Mi periodo había empezado al día siguiente y me senté en el retrete y
197 lloré por una hora. Debí sentirme aliviada por la confirmación adicional, pero
todo lo que sentía era vacío. Incluso había considerado hacerme una de esas
pruebas para ETS pero nunca busqué realmente donde hacérmela. Tenía una
cita para un examen anual el próximo mes y me di cuenta que si había alguna
mala noticia, podía esperar hasta entonces.
Me recosté en el sillón y miré el show de remodelación de cocina que
estaba en la TV. No estaba escuchándolo, pero mirar la pantalla moverse me
distraía un poco. Cerré los ojos tratando de tomar lentas y calmadas
respiraciones.
El teléfono sonó y vi un número extraño. Normalmente no respondía
cuando no conocía el número, prefiriendo que se fueran al buzón de voz y
llamar en respuesta a quien fuese, después de determinar si la llamada si era
para mí. Sin embargo, esperaba que fuera una llamada del reclutador de Nate
y no quería desaprovechar la oportunidad de hablar con él, así que contesté.
—¿Hola?
—Hola, ¿eres Chloe? —La voz al otro lado era vagamente familiar, pero
no pude reconocerá.
—Sí —respondí tentativamente.
—Chloe, soy Redeye. Esperaba que tal vez tuvieras algo de tiempo para
hablar conmigo.
Oh, mierda.
Esto era completamente inesperado y consideré simplemente colgar. Si
me hubiera llamado Lo, habría estado menos sorprendida, pero también
hubiese reconocido el número. Lo había agregado a mi teléfono, solo en caso
de que alguna vez necesitara algo, antes de tirar la tarjeta que me había dado.
—¿Aún estas ahí?
—Sí —susurré.
—¿Estaría bien si hablamos? —preguntó de nuevo.
—Umm… bueno, supongo —dije—. ¿Sobre qué?
Como si no lo supiera.
—Es sobre Hunter —Redeye confirmó—. Sé que no partiste en las
mejores circunstancias, pero eso es todo lo que sé y estoy a punto de perder
la esperanza.
198 A medida que sus palabras se hundían en mí, mis dedos se sintieron
adormecidos. Casi se me cae el teléfono ¿Le había pasado algo horrible a
Aiden?
—¿Qué pasó? —pregunté.
—No es algo bueno —dijo Redeye.
Mil pensamientos cruzaron mi cabeza. ¿Había ido a la cárcel como
sospeché? ¿Iba a ser citada como testigo? ¿Qué iba a decirle al juez? ¿Qué tal
si había huido de la policía, yendo tras esas personas de nuevo y le habían
disparado? ¿Y si está muerto?
Mi mano comenzó a temblar y cambié mi teléfono a la otra.
No, eso no podía ser. Había intentado llamarme…simplemente no
respondí. Además, Redeye no estaba hablando en pasado. Respiré
profundamente mientras Redeye continuaba.
—Bueno, no estoy totalmente seguro de que pasa —dijo—. No habla
conmigo. No habla con nadie, es por eso que creí que podrías ayudar.
Las palabras estaban lejos de ser lo que esperaba. ¿No hablaba con
nadie? ¿Qué significaba eso? ¿Por qué Redeye había acudido a mí de cualquier
forma? ¿Él estaba intentando jalarme a lo que sea que estuviera sucediendo?
No sería una tonta otra vez.
—Realmente no pienso que quiera hablarle otra vez —dije de manera
contundente. Me senté recta en el sillón. La distancia entre Redeye y yo y la
vibra impersonal de la llamada telefónica me hacían sentir mucha más
valiente que en persona—. De hecho, estoy segura que no quiero.
—Eso me temía —Redeye señaló—. Solo estaba pensando que tal vez
eres la única persona que podría acercársele en este momento.
—¿Por qué haría eso? —pregunté—. La última vez que lo vi, estaba
apuntando un arma alrededor de las personas y realmente no creo que esa
sea el tipo de cosa que necesito en mi vida en este momento.
—Sí, puedo entender porque lo ves de esa manera.
—Así es como lo veo —le confirmé—. Así que te deseo lo mejor, pero…
El me interrumpió.
—Por favor escúchame —dijo—, solo por un minuto, Chloe.
Me detuve y tragué pasándome el nudo en mi garganta.
199 —Está bien —dije, cediendo—. Pero no estoy accediendo a hacer algo
además de escucharte.
—Puedo vivir con ello —accedió—. Solo prométeme que escucharas con
la mente abierta.
—Escucharé —repetí—. No puedo prometer otra cosa.
—Bueno, tomaré lo que me das.
Pude escucharlo respirar un par de veces y me di cuenta que estaba
respirando con él. Limpié mi palma sudorosa en mi muslo y cambié el teléfono
de mano, otra vez.
—Hunter es uno de mis mejores amigos, Chloe —dijo—. No puedo
imaginar que piensas qué está sucediendo, pero te aseguro que no conoces
toda la historia.
—¿Cuál historia?
—Bueno, francamente eso no es mía para contar —dijo—. Y aun si lo
fuera, estaríamos en esta llamada durante toda la noche. Pero como son las
cosas, puedo decirte esto… este chico cambió cuando estuviste con él, fue
diferente de lo que había sido por años. Yo estaba malditamente emocionado
cuando apareciste tomada de su brazo y puedo decir que él también lo estaba.
Necesitaba a alguien como tú en su vida.
—Lo siento —dije calmadamente—. No creo que pueda hacer eso, no
después de todo.
—Bueno, sí, entiendo eso. —Redeye se detuvo y pude escucharlo
respirar profundamente otra vez—. La cosa es, que realmente necesita a
alguien justo ahora. Nadie ha sido capaz de llegar hasta él. Lance y yo incluso
fuimos e irrumpimos en la maldita casa, pero no habló con nosotros. Solo se
sienta ahí.
—¿Se sienta dónde?
—En la habitación de atrás llena de las cosas de su hijo —dijo Redeye.
Con todo lo demás que había pasado, me olvidé de mi descubrimiento en
la habitación de atrás de Aiden. Las palabras de Redeye fueron la primera
confirmación de que Aiden tuvo un niño.
—No ha salido, no ha ido a trabajar… nada. Solo se sienta en esa
habitación, sosteniendo algunas de las cosas sin hablar. No creo que esté
comiendo nada. Simplemente se apagó Chloe y no sé qué otra cosa hacer. Lo
llevaría a un maldito hospital si no pensará que podría matarme por tratar de
200 hacerlo.
Dejo salir una breve risa sin humor mientras una imagen llenaba mi
cabeza…una imagen de Aiden en esa pequeña habitación, rodeado de las cosas
y negándose a comer o hablar. ¿Por qué haría eso? ¿Por mí? No, eso no podía
ser. Solo estuvimos juntos por una semana. Tenía que ser otra cosa.
—No…no sé cómo podría ayudar —admití.
—Conozco a Hunter desde hace un largo tiempo —dijo—. Y estoy casi
seguro de que se abrirá contigo. Todos hablamos de ello y pensamos que eres
la única que puede acercársele. Incluso hicimos una colecta para pagar tu
boleto de avión y esa mierda.
—¿Hicimos?
—Yo, Lo y Mo, Lance… —dijo—. Todos vimos la misma cosa en él la
noche que estuvieron aquí. Todos vimos lo diferente que estaba contigo.
Lance dijo que incluso habían intimado en el jeep y eso es muy extraño.
Realmente significas algo para él, chica.
No dije nada. No podía abrir la boca.
—Se abrirá contigo —Redeye continúo—. Sé que lo hará.
—No…no lo sé —dije calmadamente.
—Te necesita¸ Chloe. Jodidamente te necesita.
—No puedo —susurré, sacudiendo la cabeza. La imagen de Aiden, roto y
solo, continuo invadiendo mi mente. Sentí presión atrás de mis ojos y
parpadeé unas cuantas veces.
—Por favor, Chloe… te lo ruego. Nos quedamos sin opciones. No tenemos
a nadie más a quien dirigirnos.
Redeye bien pudo estar sosteniendo un vaso de shot porque no iba a
rendirse. Desafortunadamente, no tenía nadie que lo bebiera por mí. Había
tenido a Aiden para eso antes. Lo había hecho por mí, sabiendo que no podía
aguantarlos yo sola. Había estado ahí para mí.
Había tomado shots por mí.
Había estado conmigo cuando caímos desde el cielo.
Me había sostenido en la arena y me había enseñado que era lo
realmente importante en la vida.
No tenía que haber hecho nada de eso. Me había sacado de mi refugio y
me enseñó que no había nada que temer y que los riesgos eran solamente
201 parte del vivir. Había hecho todo eso por mí y yo estaba…estaba…
Estaba agradecida.
Me había cambiado. A pesar del desastre en el que estaba involucrado,
me había mejorado.
¿Realmente iba a darle la espalda?
Había más historia de la que conocía.
Quería conocer el resto. Le debía eso.
—Está bien —susurré—. Iré.
Y con eso, me declaré enferma en el trabajo y me dirigí de regreso a
Miami.
Dieciséis
—N
o puedo decirte lo agradecido que estoy porque
accediste a hacer esto, Chloe. —Redeye metió mi
equipaje en la parte trasera de su auto—. Lance nos
verá allá. Hunter está mal, Chloe. Espero que puedas acercarte a él.
—Haré lo que pueda —dije. Subiendo al auto y abrochando mi cinturón
de seguridad.
Se apartó de la terminal y se dirigió a la autopista. No pude evitar pensar
en mi viaje con Aiden en la motocicleta. La ruta no fue exactamente la misma…
Redeye tomó más autopistas que atajos… pero fue lo suficientemente similar
como para evocar la memoria de mi misma sostenida firmemente al cuerpo
de Aiden mientras acelerábamos por las carreteras.
202 Redeye se enfocó en conducir y no habló mucho, estaba bien con eso.
Apenas podía creer que estaba aquí otra vez, planeando ver al hombre del que
hui… ¿Hace cuánto? Dieciocho días. Dieciocho días desde que hui de Aiden en
el estacionamiento. Dieciocho días desde que había decidido cerrar el libro en
ese capítulo de mi vida.
Los pensamientos de regresar habían sido la cosa más lejana de mi
mente. Quería olvidarlo todo. Quería pretender que nunca sucedió. No solo lo
recordaba, también sabía lo mucho que todo eso me había cambiado. Aiden
me había mostrado algo dentro de mí que no tenía idea que existía y estaba
agradecida por ello.
Distribuidor de droga o no, no podía simplemente ignorar que
necesitaba a alguien. No sabía que iba a encontrar, pero la imagen de Aiden,
roto y solo en la habitación de atrás de su casa, continuaba acechando mis
pensamientos.
Empecé a reconocer las casas al lado del camino y bajé la ventanilla para
oler la briza del océano. Una cuadra más abajo, vi las flores que delimitaban
la propiedad y supe que estábamos cerca. Cuando nos estacionamos en el
camino, reconocí a Lance, sentado en la banqueta cerca a la puerta frontal. Se
levantó mientras nos acercamos.
—¿Sin respuesta? —Redeye preguntó tan pronto como abrió la puerta
del auto.
—Ninguna —dijo Lance sacudiendo la cabeza—. Está ahí, estoy seguro.
El jeep y su motocicleta están en el garaje, pero no responde.
Lance se volteó hacia mí y me dio un abrazo.
—Gracias por venir, Chloe —dijo mientras palmeaba mi espalda—.
Significa mucho para nosotros.
—De nada —repetí automáticamente. Lance me soltó y di una rápida
mirada a él y a Lance. Estaba conmovida por lo cercanos que parecían ser los
amigos de Aiden. No había duda de que la preocupación de Lance y Redeye
era genuina, no es que lo haya dudado. Después de todo, pagaron mi boleto
de avión para traerme de regreso. La lealtad y la amistad que compartían con
Aiden eran tan evidentes, que no estaba segura de poder hacer lo que ellos no
pudieron.
—¿Vamos a ir por atrás de nuevo? —Redeye preguntó.
—Sí. Mo desactivó el sistema de alarma.
203 —Bien. Odio esa maldita alarma.
Los seguí a la parte trasera de la casa, tratando de alejar los recuerdos
mientras simplemente me permití mirar los muebles del patio y la vista del
océano. A pesar de que no había pasado tanto, parecían años desde que había
estado aquí, creyendo que lo único que estaba mal eran mis propias
inhibiciones.
Lance y Redeye subieron hasta la puerta corrediza que daba al interior
de la casa. Presionaron el vidrio, lo levantaron para desenganchar la puerta
de la pista inferior y la deslizaron a un lado. Lo hicieron parecer tan sencillo
que consideré hacer un comentario sobre sus habilidades de “irrumpir y
entrar” pero decidí no hacerlo.
—Mo y Lo trabajan en el juego de fútbol hoy —Redeye dijo—, o estarían
aquí, también. Vendrán cuando el juego termine. Están realmente ansiosos
por verte.
—¿Juego de fútbol? —pregunté.
—Sí, tenían un asunto de seguridad. Pensé que ya sabías eso.
—Supongo que sí. —Sin embargo, no había pensado que sus trabajos
involucraran juegos de fútbol. Me los imaginé en la parte trasera de un bar de
mala muerte, parados atrás de Aiden, protegiéndolo de cualquier asunto de
drogas que saliera mal. Revisar maletas para descubrir cerveza no permitida
no encajaba en la impresión que tenía en absoluto.
Lance entró primero, dirigiéndose directamente al pequeño pasillo de la
sala de estar. Regresó un momento después y señaló detrás de su hombro con
su pulgar.
—Aún está ahí.
—¿Está bien? —Redeye preguntó.
—Tan bien como estaba la última vez.
Redeye dejó escapar un largo suspiro.
—Supongo que aquí es cuando entras tú —me dijo—. Estaremos afuera
en el patio. Llama si nos necesitas.
Puso su mano en mi hombro y me dio un apretón.
—Suerte —añadió.
Asentí y entré a la casa, maniobrando a través de las cajas en la sala de
estar y yendo hacia el pasillo. Miré hacia la habitación de gimnasio y el baño
204 mientras pasé, pero todo estaba calmado y pude ver la resolana del sol en la
puerta. Asomé mi cabeza despacio, espiando.
La escena frente a mí no era nada comparada con la imagen que ya tenía
en la cabeza.
Aiden estaba contra la pared en la esquina más lejana de la habitación,
rodeado de cajas y unas cuantas botellas vacías de cerveza. Su barba,
usualmente recortada de manera meticulosa, estaba desordenada y a la
misma altura que su cabello. Estaba sentado justo debajo de la ventana con
sus rodillas atraídas hacia su pecho y su cabeza recargada en la pared,
mirando fijamente hacia enfrente. Había un caballito de peluche en su mano.
No miró hacia arriba. Por lo que sabía, ni siquiera tenía idea de que yo
estaba aquí.
Di algunos pasos hacia el interior de la habitación y después me detuve.
—¿Aiden?
No se movió.
—¿Aiden? —repetí.
Giró su cabeza lentamente y movió su mirada del espacio que estaba
enfrente a sus manos. Lo miré por un momento antes de hablar otra vez.
—¿Hablaras conmigo? —pregunté—. Todos están realmente
preocupados por ti.
Cerró los ojos y después los abrió de nuevo y me miró sin comprender.
Lo miré mojar sus labios con su lengua antes de mirar otra vez al caballo de
peluche.
—Trato de descubrir si realmente estas aquí —dijo Aiden con voz
rasposa—. O si he perdido totalmente la cabeza.
Continuó mirando al caballito en su mano.
—Estoy aquí —dije.
—¿Por qué? —preguntó.
—Redeye me llamó. Dijo…bueno, dijo que no estabas muy bien.
—¿Lo hizo? —Su tono era mecánico, monótono… sin alma.
—Sí. —Di unos cuantos pasos más dentro de la habitación—. Aiden,
¿Qué sucede?
—Seguí escuchando tu voz —dijo—. Seguí escuchándote llorar y
205 después te vi huir. Supe que lo había jodido todo. No quería hacerlo, pero lo
hice.
Me miró de nuevo.
—Te perdí —dijo planamente—. Jodí las cosas y te perdí.
No tenía la menor idea de que decir. Si todo esto se reducía a Redeye
convenciéndome de venir aquí solo porque Aiden aún suspiraba por mi…
bueno, no sabía exactamente qué iba a hacer. No estaba preparada para
decirle que regresaría con él. Lo extraño era que en el pasado probablemente
lo habría hecho. Me habría reconciliado con él y seguido su juego con tal de
que no estuviera triste, pero Aiden me había cambiado… yo ya no era esa
persona. No iba a decirle que todo estaba bien entre nosotros, porque no lo
estaba.
No estaba totalmente segura de que intentaba lograr.
—Redeye dijo que estabas mal —dije—. Pensó que probablemente
hablarías conmigo.
Aiden estaba mirando sus manos de nuevo, haciendo girar el caballo de
peluche alrededor de sus dedos. No estaba segura si me estaba escuchando.
—Este era su favorito —dijo calmadamente—. Ni siquiera era de él. Fue
a una guardería por un tiempo mientras Megan trabajaba. Tenía dos años en
ese entonces. Caminaba alrededor con su caballo y hacía un berrinche todos
los días porque tenía que dejarlo. Comenzaron a dejarle traerlo a casa por las
noches y eventualmente compré un caballo nuevo y lo cambié en la guardería
para que pudiera conservar este.
Se rio secamente.
—Megan estaba tan furiosa porque había gastado dinero en el
reemplazo. Fueron solo 10 dólares, pero teníamos problemas para pagar las
cuentas. Sin embargo él amaba tanto esta cosa. No quería pedirle a la
guardería que simplemente se lo dieran. No parecía correcto.
Di los últimos pasos en la habitación y me arrodille junto a Aiden. Los
músculos de su brazo se flexionaron mientras me acercaba para poner mi
mano en su hombro. Dejó de girar el juguete.
—No me dijiste que tenías un hijo —dije calmadamente.
—Lo sé —Los hombros de Aiden se levantaron y cayeron mientras
respiraba—. No quería decírtelo.
—¿Por qué no? —Moví mi mano recorriendo su brazo antes de enlazar
206 nuestros dedos. Miró nuestros dedos entrelazados por un momento antes de
hablar.
—Porque si te lo decía, también tendría que decirte por qué no está aquí.
Consideré diferentes posibilidades y no estuve sorprendida al escuchar
el razonamiento de Aiden. La conclusión más lógica que había ideado era que
Cayden había sido alejado de Aiden después de que Megan murió. Pensé que
la actividad ilegal en la que Aiden estaba involucrado había causado que
perdiera la custodia.
—¿No crees que tal vez merecía saberlo? —pregunté.
—Sí, probablemente. —Estuvo de acuerdo.
—¿Probablemente?
—No es tan simple. —Sé echó hacía atrás y golpeó su cabeza contra la
pared un par de veces antes de mirarme otra vez. No me miró a los ojos—. Me
gustabas… realmente me gustabas. Estaba… estaba asustado de que si te
enterabas de todo lo que estaba pasando, correrías.
Sacudió la cabeza.
—Lo jodí. Debí haberte dicho.
No estaba segura de si hubiera importado. Si me hubiera dicho que
estaba involucrado en actividades ilegales… si me hubiera dicho que había
una pistola en el jeep, no estoy tan segura de que no habría simplemente
huido. Que Aiden tuviera un hijo de una relación previa no parecía algo tan
grande como lo pudo ser otra cosa.
A pesar de eso, sabía que había más… Redeye me dijo que era mucho. Me
estaba perdiendo algo importante.
—Redeye dijo que no sabía la historia completa.
—¿No te la dijo?
—No.
Las cejas de Aiden se juntaron mientras me miraba con curiosidad.
—¿Entonces por qué viniste?
—Dijo que estaba preocupado por ti. Yo también lo estaba.
—¿Aún estas preocupada por mí? Aún no lo sabes ¿y estas preocupada
por mí?
207 —Bueno, sí —dije, insegura de porque era un concepto tan extraño para
él—. Claro que lo estaba.
—Pero… huiste.
—Estaba asustada, Aiden —dije—. No tenía idea de lo que estaba
sucediendo… aún no sé qué sucedió. Me asustaste mucho y no pude pensar
claramente. Aún no estoy completamente segura de qué estoy haciendo aquí.
No creo que pueda conciliar todo esto. Manejar un kayak y hacer
paracaidismo está fuera de lo normal y admito que no estaba cómoda contigo
al principio, pero esto es totalmente diferente. Ni siquiera estoy segura de
querer que me cuentes. ¿Pistolas y policías? Esa no va conmigo, Aiden.
—No. —Estuvo de acuerdo—. No van.
—Así qué ¿qué me estoy perdiendo? —pregunté otra vez—. Además de
tener un hijo, ¿qué me estas ocultando?
—No te dije que pasó con mi última novia —dijo—. No quería que
supieras cómo murió. No quería que supieras…
Su voz se apagó y las palabras parecían estar atoradas en su garganta.
—¿Saber qué? —solicité.
—No quería que supieras que le pasó a él —Aiden susurró.
—¿Me lo contarás ahora?
Observé la manzana de Adán de Aiden subir y bajar mientras tragaba y
asentía.
—Te lo contaré —dijo. Apretó su agarre en mi mano—. No sé qué
pensaras después, pero te lo diré.
Mis piernas empezaron a acalambrarse, así que me senté junto a Aiden
y me recliné en la misma pared. Lo dejé mantener su agarre en mi mano…
parecía necesitarlo… mientras empezó a contar la historia.
—Han pasado alrededor de seis años desde que todo comenzó —dijo
Aiden. Tomó una larga respiración y la soltó despacio—. Megan y yo nos
conocíamos desde hace tiempo y se había vuelto algo serio, pero éramos
jóvenes. Estábamos hablando sobre vivir juntos cuando descubrió que…
estaba embarazada. Dio a luz a Cayden la siguiente primavera.
Trazó el borde de mi mano con su palma.
—Todo iba bien, ¿sabes? Me refiero, al menos pensé que lo hacía. Sí,
usualmente estábamos cortos de dinero, pero lo estábamos haciendo bien. La
208 guardería era tan costosa que decidió dejar su trabajo y quedarse en casa a
cuidar de él. Tomé un segundo trabajo para que pudiéramos costear lo que
necesitábamos para Cayden, pero nunca parecía ser suficiente.
—No sé exactamente como todo empezó a derrumbarse —Aiden
continuó—. No sé si tuve que haberlo visto venir. Como trabajaba en dos
empleos, no pasaba mucho tiempo alrededor y debí haberlo hecho, pero solo
estaba haciendo lo que necesitaba hacer para que las cosas siguieran
funcionando. Eventualmente ella conoció a este otro tipo.
Lo sentí tensarse.
—Jackson Harper —Aiden dijo el nombre con una sonrisa burlona—. Si
hubiera encontrado a alguien mejor que yo, podría haber vivido con eso. Aún
la amaba, pero no habría intentado detenerla en ese caso, pero no lo fue. Era
malo. Lo sabía. Todos nuestros amigos lo sabían, pero no escuchó a nadie. Le
prometió el mundo y ella le creyó. Cuando me dejó, se mudó directamente con
él.
—Él estaba en todo tipo de mierda —dijo Aiden. Sus ojos se habían
tornado oscuros y fríos—. Mierda mala. Tráfico de drogas, robando tiendas
de conveniencia, asaltando a los trabajadores de los restaurantes mientras se
iban con el depósito nocturno… toda clase de mierda. Tenía historial, había
estado en la cárcel un tiempo en el pasado y había conocido a algunas
personas realmente malas mientras estuvo ahí.
»La cosa es, qué también era estúpido. No tenía idea de que tan profundo
había caído y pensó que podía jugar a ser un capo de la droga quitándole a
otro. Estaba equivocado. Hizo enfurecer al tipo equivocado y terminaron
poniéndole precio a su cabeza.
»Megan, no… no estaba en esas cosas, pero le creyó cada mentira que le
contó. No sabía si era el dinero que traía a casa o no, pero ella se tragó todo
como si fueran dulces. Apenas la reconocí cuando la vi. Había cambiado su
manera de vestir, su cabello, su actitud, todo, solo para complacerlo. Yo estaba
tan furioso con ella por tener a Cayden alrededor de ese imbécil, que ni
siquiera podía pensar claramente. Si lo hubiera sabido… si realmente hubiera
pensado sobre ello… ¡carajo!
—¿Qué sucedió? —susurré mientras frío se cerraba en mi corazón—.
¿Qué sucedió con Megan y Cayden?
—Nos lo turnábamos por una semana —Aiden explicó—. No iba a
conformarme con esa mierda de cada fin de semana, así que alternamos
209 semanas completas… domingo a domingo. No podía tolerar estar cerca de
Jackson y para evitar hacer una escena, lo intercambiábamos en el Sugarman,
una dulcería en la calle 20. Estaba justo en medio de donde vivíamos y Cayden
amaba ese lugar, así que era fácil mantenerlo ocupado por un rato si uno de
nosotros llegaba tarde o algo.
—Llegaban tarde. Usualmente llegaban tarde, pero ese día era realmente
tarde. Una hora pasó y Megan no respondía el teléfono. Finalmente me cansé
de quedarme ahí sentado y manejé al apartamento de Jackson.
Me miró.
—Sabía que algo iba mal —dijo—. Podía sentirlo en mi instinto. Cuando
nadie abrió, irrumpí dentro.
Sus ojos se volvieron acristalados y su voz se convirtió casi en un
susurro.
—Fueron por él. Fueron a matar a Jackson y Megan pero Cayden también
estaban ahí. Los encontré a todos en la habitación. Todos baleados. Todos
muertos.
El agarre de Aiden en mis dedos se intensificó. Se inclinó más cerca
mientras apretaba sus ojos cerrados, cada musculo de su cuerpo contraído.
Lágrimas se formaron en mis ojos mientras las palabras se asentaban. Cayden
había sido apartado de él, solamente que no en la manera que yo había
asumido.
—Estaba… todavía estaba sosteniendo el caballo. Sus dedos estaban
cerrados alrededor del caballo. Incluso cuando yo…
Se detuvo, incapaz de continuar mientras su voz se tornó desigual y
tensa. Apretó su agarre al animal de peluche y a mi mano pero no parecía
poder respirar. Cuando finalmente lo hizo, sonó como un jadeo.
—Oh por Dios, Aiden. —Jalé mi mano de la suya y envolví ambos brazos
alrededor de su cabeza. Lo sostuve contra mí, sintiendo su cuerpo temblar por
los sollozos mientras intentaba continuar.
—Lo… lo levanté. Sabía que se había ido, pero no quería que estuviera
ahí en el piso. Estaba tan frio. Cuando lo levanté, aún estaba sosteniendo el
caballo. No cayó de su mano hasta después de que la policía y los paramédicos
aparecieron y lo apartaron de mí.
Volteó hacia mí y envolvió sus manos alrededor de mi cintura. Lo sostuve
contra mi tan fuerte como pude, meciéndome de atrás para adelante mientras
210 sus lágrimas empapaban mi camiseta.
—Vinieron por Jackson pero mataron a Megan y a Cayden, también. ¡No
tenían que hacer eso! Acababa de cumplir 4 años… no era una amenaza para
nadie… era solo un niño pequeño.
Todos los pensamientos en mi cabeza giraban como un tornado. Todas
las historias que había imaginado estaban cayendo… ninguna encajaba con
esta información. Era como si el rompecabezas que casi había terminado de
completar hubieran sido arrojadas al piso y todas las piezas se hubieran
separado y esparcido.
Aún faltaba un montón, lo sabía. Su historia explicaba lo que le había
sucedido a su familia pero no explicaba porque estaba en el estacionamiento
con un arma, cazando personas de un restaurante. No explicaba que hacía
para vivir y no explicaba porque estaba derrumbándose ahora.
Una cosa que mi padre siempre me había dicho era que cuando se
trataba del duelo de una persona por sus parientes, había que tomar las cosas
con calma. Tenía la impresión de que esta historia no era algo que Aiden
contaba a menudo y obligarlo a contarme más no iba a llevarme muy lejos.
Necesitaba pasar esto antes de que pudiera continuar.
Así que lo sostuve. Lo sostuve y lloró y lloré por él y por la pérdida de su
niño pequeño. La luz del sol a través de la ventana se movió lentamente sobre
las cajas de la habitación, resaltando la caja de juguetes de Cayden antes de
subir por la ventana y finalmente desaparecer. En un punto, vi un ligero
movimiento en la puerta mientras Redeye nos revisaba y después desaparecía
rápidamente. Continué sosteniendo a Aiden.
El temblor de Aiden gradualmente disminuyo y después se detuvo. Seguí
sosteniéndolo hasta que se hizo hacia atrás y se sentó, mirando a la ventana y
lejos de mí. Mi espalda y mis piernas estaban entumecidas y me pregunté si
las suyas se sentían peor.
—¿Cuánto llevas aquí sentado? —le pregunté.
Aiden solo se encogió de hombros.
—¿Has comido?
Aiden asintió hacia la pila de botellas vacías de cerveza.
—Eso no cuenta.
Se encogió de hombros de nuevo.
—¿Has dormido?
211 —No realmente.
—Ven conmigo —dije—. Voy a conseguirte algo de comer y después vas
a irte a la cama.
Sostuve su mano, jalándola apretadamente mientras me levantaba.
Primero no se movió, pero lo miré fijamente hasta que se rindió. Se levantó
lentamente, haciendo una mueca y frotando su espalda. Envolví un brazo
alrededor de su cintura y lo llevé a la cocina.
Vi a Redeye y a Lance mirarnos desde el patio. El rostro de Redeye se
convirtió en una sonrisa mientras me veía sentar a Aiden en la cocina y
empezar a hacerle un sándwich.
—No sabía que estaban ahí —dijo Aiden.
—Redeye me recogió en el aeropuerto —le informé—. Te dije que
estaban preocupados.
—Estoy bien —Aiden dijo. Parpadeó un par de veces y después hizo una
mueca al sándwich que puse en el plato delante de él.
—No discutas —dije severamente—. Vas a comerte eso y después vas a
descansar un poco.
Abrí los armarios, en busca del gran contenedor de polvo de proteína
que recordé que tomaba en las mañanas. Lo encontré justo al lado de una caja
con paquetes individuales de Swedish Fish. Recordando que a Aiden le
gustaban, agarré una de las bolsas.
Mezclé la proteína en la licuadora y después coloqué el vaso y la bolsa de
dulces en la mesa. Aiden miró la bolsa y su rostro perdió el color.
—¿Aiden?
Se empujó a si mismo lejos de la mesa, se estrelló contra la pared detrás
de él y me miró con los ojos en llamas.
—¡No estoy jodidamente hambriento! —gritó—. ¡Ni siquiera sé porque
mierdas estas aquí! Ya te fuiste una vez. ¿No fue suficiente?
Di un paso hacia atrás, sorprendida por el estallido. Vi a Lance levantarse
de donde estaba sentado, pero Redeye agarró su brazo y lo hizo retroceder.
Recuerdos de mi madre poco tiempo después del funeral de mi padre se
reprodujeron en mi cabeza. Habíamos ido a cenar con unos pocos amigos y mi
madre le había gritado al mesero porque confundió un poco nuestras órdenes.
212 Nunca la había visto arremeter así contra alguien, pero entendí que el enojo
no estaba dirigido a nadie en ese restaurante. Estaba enojada con la vida y con
la desesperanza y el miedo que acompañaron la muerte de mi padre. Estaba
enojada con él por irse y había descargado su furia en vez de sentir el dolor
de perderlo.
Recordé a Aiden comprando Swedish Fish cuando estábamos en el
aeropuerto antes de que voláramos juntos a Miami. Le había preguntado por
los dulces y se había vuelto callado y distante por un rato. Estaba empezando
a comprender por qué.
El enojo de Aiden no estaba dirigido hacia mí ahora más de lo que lo
estuvo esa vez. Esto era dolor, no enojo.
—Aiden —dije mientras daba un paso para acercarme a él. Cerró sus
manos en puños y los presiono contra la pared que estaba en su espalda—.
¿Qué pasa? ¿Esto es por los Swedish Fish?
Inhaló bruscamente, jadeando mientras miraba lejos de mí. Apretó los
dientes y las manos.
—Aiden, cuéntame sobre los dulces.
—No —dijo. Su mandíbula aún estaba tensa.
—¿Por qué los dulces son importantes para ti? —insistí, temiendo ir
demasiado lejos pero sintiendo la necesidad de hacerlo ahora o la
oportunidad se perdería. Esto era importante. Esto era la clave. Estaba segura.
—No… no lo son —dijo, pero el veneno se había ido de su voz.
—Cuéntame —dije suavemente mientras me acercaba otra vez—.
Cuéntame sobre ello.
Los hombros de Aiden se desplomaron y miró hacia la mesa. Se dejó caer
de nuevo en el asiento y una sola lágrima bajó por su mejilla mientras se
estiraba y pasaba su dedo por la bolsa de Swedish Fish.
—Eran los favoritos de Cayden —dijo Aiden calmadamente—. Siempre
compartíamos una bolsa de estos cuando veíamos la televisión. No le
gustaban los amarillo.
—¿Por qué fue tan difícil? —le pregunté.
—Porque duele pensar en ello.
Como un destello de luz en el océano, vi perfectamente claro el problema.
Aiden nunca había tenido un duelo por su hijo así como yo por mi padre. A
213 pesar de que mi padre había muerto mucho más recientemente, pasé tiempo
de luto por su muerte. Aiden nunca se había permitido sentir la pérdida,
nunca se permitió tener el duelo.
—Tienes que sentirlo Aiden —dije calmadamente—. Si no te permites a
ti mismo sentir el dolor, se queda contigo por siempre.
—No puedo —susurró—, no puedo pensar en ello.
Pasé la mano por su mejilla mientras el giraba la cabeza para verme.
—Si puedes —dije—. Voy a ayudarte.
Me miró fijamente.
—¿Por qué? —preguntó.
—Porque necesitas ayuda —dije simplemente—. Además, te debo una.
—¿Me debes una qué?
Respiré profundamente mientras lo miraba a los ojos.
—Por mucho que hables de vivir en el aquí y el ahora, estas
completamente atascado en el pasado —dije—. Me ayudaste a aprender cómo
enfrentarme a la vida y ahora voy a ayudarte a enfrentarte a la muerte.
Aiden no estaba en forma para continuar nuestra conversación.
Necesitaba comer y dormir. Mientras comía el sándwich y tomaba el licuado
de proteína, regresé afuera para hablar con Redeye y Lance. Se levantaron tan
pronto como salí.
—Parece que lograste más progreso de lo que nadie más ha podido —
Redeye dijo con una sonrisa—. Sabía que lo harías. ¡Jodidamente lo sabía!
—Veremos —dije. No estaba segura de cómo me sentía al verlo tan
complacido consigo mismo—. Ahora necesita dormir. Me quedaré. Pueden
irse si quieren.
—¿Estas segura? —preguntó Lance—. Podría quedarme en el sillón o
algo. He estado aquí el último par de noches, pero no creo que se haya dado
cuenta.
—No —dije—. Estoy bien, realmente. Toma un descanso. No sé cómo va
a resultar todo esto.
214 Lance asintió.
—Si estas segura —dijo él.
—Lo estoy.
Ambos me abrazaron.
—Eres una buena persona —dijo Redeye—, lo supe tan pronto como te
conocí. Vas a ser genial para él.
—No sé sobre eso —dije—. No sé a dónde terminara todo esto, pero
estoy tratando de mantener la mente abierta.
—Dejare tu equipaje en la puerta de enfrente —dijo Redeye con una
sonrisa.
Estreché los ojos hacia él, molesta por su petulancia. A pesar de que
había tenido razón. No podía negar eso.
Lance sonrió y se quitó la gorra para mí, antes de que ambos caminaran
alrededor de la casa yendo hacía el frente. Cuando regresé Aiden había
terminado su comida. Un par de minutos después, escuché los autos arrancar.
—Necesitas dormir —le dije a Aiden mientras miraba su plato vacío y lo
ponía en el lavaplatos.
—¿Vas a quedarte?
—Sí.
—¿Por cuánto tiempo?
—Aun no lo sé —dije—. Eso como que depende de ti.
—Aún no te he dicho todo —dijo Aiden.
—Me doy cuenta de eso. —Pasé mi mano por su brazo—. Puedes
contarme por la mañana.
Caminamos fuera de la cocina y hacia la habitación. Ayude a Aiden a
encontrar unos pantalones cortos limpios y le ordené que tomara una ducha.
Mientras se duchaba, intenté ordenar toda la nueva información en mi cabeza.
Sí, Aiden tuvo un niño, pero había estado totalmente equivocada sobre
lo que le había sucedido. Aiden no había intentado superar su pérdida, casi
como la pintura que había hecho su madre después de que murió su padre.
No había tenido un modelo a seguir cuando se trataba de duelo y no sabía
cómo lidiar con ello.
A
iden se durmió casi inmediatamente. Me pregunté cuanto tiempo
había pasado desde la última vez que realmente durmió. Tenía la
impresión de que había estado justo donde lo encontré por algún
tiempo y podría haberse dormido, apoyado contra la pared por todo lo que
sabía.
Aun no era de noche, a pesar del viaje en avión y la discusión
emocionalmente exhaustiva, no estaba lo suficientemente cansada como para
dormir. En su lugar, me acosté sobre las almohadas y miré a Aiden. Incluso
durmiendo, lucía dolido.
Como siempre hacia, cuestioné mis pensamientos y sentimientos
mientras lo sostenía. Me debatía entre la empatía que sentí después de saber
la forma horrible y violenta en la que Aiden había perdido a su familia y las
reservas que tenía sobre las preguntas que permanecían sin respuesta.
217 Se movió inquieto, y me moví un poco más cerca para envolver mis
brazos alrededor de su cintura. Se acomodó con un suspiro, y su mano se
deslizó alrededor de mi espalda y cayó sobre mi hombro. Puse mi cabeza en
su pecho y lo escuché respirar.
La necesidad de tomar una decisión, de saber que iba a hacer cuando
todo esto terminara, me presionaba. Aiden había sufrido una perdida terrible
y necesitaría apoyo, pero no sabía si iba a ser capaz de dárselo.
Tanto como disfrutaba el tiempo con Aiden, tanto como había aprendido
de él, sabía que mi corazón no podía apoyar a alguien que vivía su vida fuera
de la ley. Buscar emociones extremas en ciertos parámetros era una cosa,
pero no tenía en mí estar en una relación con un criminal.
Aún no sabes todo.
Temía que cuando supiera la verdad, tendría que dejarlo.
Aun así aquí estaba, de vuelta en su cama, de vuelta en sus brazos. No
podía quitar mis ojos de la forma en la que su piel lucia sobre las sábanas
blancas, y no podía dejar de pensar sobre la sensación de su cuerpo duro y
músculos contra mi carne. Con su brazo a mi alrededor, la sensación de
seguridad era innegable, y me di cuenta de cuánto lo había extrañado.
Así que pasé mi noche sosteniendo a Aiden, mirándolo dormir, trazando
la línea de su bíceps con mi dedo. Examiné los tatuajes corriendo arriba y
abajo por su brazo derecho, tratando de entender el significado de cada uno.
Recordé la sensación de sus manos en mi cuerpo y las palabras que dice, tanto
las sucias como las dulces, cuando estamos teniendo sexo.
El ventilador de techo giraba lentamente sobre mi cabeza, proyectado
sombras en las paredes. Las pequeñas hendiduras en las persianas de la
ventana dejando entrar franjas de luz, iluminando la madera oscura de los
muebles del dormitorio de Aiden. Todo era tan familiar, tan normal.
Aiden se movió, sus ojos se abrieron por un momento. Parpadeó hacia
mí lentamente antes de mover su mano para tocar mi rostro.
—¿Eres un sueño?
—No —dije con una sonrisa—. Estoy aquí.
—Tomó a Cayden y se fue en medio de la noche —dijo—. Desperté, y se
habían ido.
Podía verlo en mi cabeza: Aiden despertando en una cama vacía,
218 revisando el cuarto de su hijo y buscando alrededor de la casa solo para no
encontrar a nadie.
—No voy a ir a ningún lado —prometí—. Estaré justo aquí cuando
despiertes.
Asintió mientras apretaba sus brazos a mí alrededor y cerraba sus ojos
otra vez.
Eventualmente, se durmió.
Cuando desperté, Aiden aún estaba dormido. Una lluvia suave
repiqueteaba en la ventana, y esperaba que el sonido de esta lo ayudara a
conseguir todo el descanso que obviamente necesitaba. Me desenrede de sus
brazos e hice un rápido viaje al baño. Solo eran las siete y media, así que llamé
a mi jefe y le dejé un correo de voz diciendo que aún estaba enferma. Volví del
baño y subí junto a Aiden justo cuando abría los ojos.
—Aún estas aquí —dijo, sonando sorprendido.
—Te dije que me quedaría.
Levantó su mano hacia mi mejilla y pasó sus dedos sobre mi piel. Sus ojos
aún estaban rojos y su voz sonó áspera cuando habló.
—Lamento que me vieras así.
—No tienes que disculparte —le dije—. A veces, tienes que dejar salir
todo.
—Nunca me había roto así.
—¿Qué pasó cuando… cuando los encontraste?
Aiden negó lentamente.
—Nunca lloré por eso.
Consideré las implicaciones de lo que estaba diciendo. ¿Cómo podía un
padre no llorar por la muerte de su hijo?
—¿No lo hiciste?
—No. —Miró mis ojos—. Ni siquiera cuando lo enterré. Solo… solo seguí
pensando que todo era una pesadilla, y que despertaría y él estaría ahí,
pidiéndome que construyera su triciclo. Iba a hacerlo esa semana, pero nunca
tuve la oportunidad.
Sabía que todos trataban con el dolor de diferente manera, pero llorar
parecía ser la salida definitiva de las emociones. Siempre me habían enseñado
219 que era importante llorar cuando sentías una perdida. No entendía cómo
podía haber pasado todo este tiempo sin que Aiden se permitiera llorar.
—Está bien llorar, Aiden —dije.
—Lo sé —respondió con un encogimiento de hombros—. Solo que
nunca lo hice.
—Ahora lo hiciste —señalé—. Quizás lo necesitabas.
—Supongo. —Bostezó—. Justo ahora, solo necesito café.
Hicimos el desayuno juntos. La lluvia se detuvo mientras comíamos,
pero estaba muy mojado para sentarnos fuera. Aiden movió las cajas del
sillón, y nos sentamos en la sala de estar.
—¿Quieres saber el resto? —preguntó silenciosamente.
—Creo que lo necesito —contesté.
—Sí, lo necesitas. —Aiden descansó su mano en su regazo mientras se
preparaba—. Desde ese día, el día en que los encontré, he pasado mi vida
tratando de arreglarlo. Cuando no estaba trabajando, estaba en la estación de
policía, hablando con las personas alrededor de la ciudad, y haciendo todo lo
que podía para averiguar quién lo había hecho. Dejé de hablar con la chica con
la que había empezado a salir recientemente, dejé de salir con mis amigos, ni
siquiera fui a una película por los siguientes dos años.
Se giró hacia mí.
—Eres la primera chica con la que he estado desde ese día —dijo
mientras volvía la mirada a sus manos—. Me sentí atraído por ti, como si
quizás fueras lo que necesitaba para seguir. Estaba empezando a perder la
esperanza, y creí que tú podrías… no lo sé… sacarme de ello.
»No quería contarte —continuó—. No quería que supieras porque
cuando alguien se entera, quieren que hable de ello. Quieren que explique, y
eso es solo… es duro.
—No me dijiste porque duele —dije.
Asintió.
—Era agradable —dijo—, no tener que hablar de ello. Incluso con los
chicos, salía porque la mayoría de están tratando de hacer algo.
Me miró, y sus ojos eran oscuros.
—Necesito hacer que la gente responsable de ello pague, Chloe. Ni
siquiera puedo considerar nada más hasta que eso suceda.
231
Dieciocho
—¿R
egresarás por el fin de semana? —preguntó Aiden
mientras llevaba mi equipaje hacia seguridad del
aeropuerto—. Iría allí sólo para verte, pero la
policía quiere que me quede en la ciudad en caso
de que encuentren a Marc y Hayden.
—Tendré que ver —le dije—. Voy a estar enterrada en trabajo, me
atraparon estando aquí antes y como que tuve que aclararlo con mi jefe el día
antes de irme. No tengo idea de qué me espera mañana. Seguramente tenga
que trabajar este fin de semana para recompensar algo de ello. ¿Tal vez el
próximo?
—Al menos tendré algo por lo que esperar con ganas —dijo Aiden con
una sonrisa—. Eso podría ayudarme a pasar la semana.
232
Llegados al punto de seguridad, teníamos que separarnos. Aiden se
inclinó hacia abajo para besarme suavemente, y yo apreté sus manos.
—Aguanta —le dije mientras deslizaba mis dedos a lo largo de sus
brazos entintados—. Te llamaré cuando llegue a casa.
—Espero que lo hagas. —Me dio un último abrazo.
El vuelo de regreso fue tranquilo, dejándome continuar con mis
reflexiones. Ahora que entendía todo lo que había sucedido, era capaz de
concentrarme en la idea de una relación a larga distancia en lugar de hacerlo
en los secretos que Aiden podría estar escondiéndome. Debería haber sido
más fácil, pero parecía que estaba casi tan angustiada por la idea de tratar de
hacer que las cosas funcionaran desde tan lejos como lo había estado cuando
me pregunté sobre la ocupación de Aiden.
Por lo menos ahora sería capaz de hablar con Mare sobre ello. Ella iba a
reírse de mí por ser tan desconfiada ahora que sabía la verdad, pero podría
vivir con eso. También temía por mi regreso al trabajo en la mañana, lo cual
en realidad era una considerable distracción.
Como prometí, llamé a Aiden cuando llegué a casa. Hablamos de cosas
mundanas en su mayor parte, pero le hice prometer buscar a sus amigos
durante la semana en lugar de quedarse en casa solo. Dijo que lo haría, y
amenacé con investigarlo con Redeye para asegurarme de que hubiera
cumplido su promesa.
Abriendo mi portátil por primera vez en días, revisé mi correo. Encontré
un mensaje del reclutador de Nate, Brian, quien decía que tenía un par de
oportunidades que parecían encajar con mis habilidades. Le respondí
hablándole sobre mi disponibilidad para un almuerzo la semana siguiente.
Era bueno tener algo prometedor. Sólo esperaba que funcionara.
En el trabajo al siguiente día, entré en una tormenta de fuego.
—¡Hey, Chloe!
Miré por el pasillo para ver a Matt, el chico a cargo de los principales
problemas del sistema IT. Nunca era bueno tenerlo buscándome antes de que
llegara a mi escritorio. Se apresuró por el pasillo, sosteniendo unos papeles
bajo su brazo. Tenía un lápiz entre sus dientes mientras revisaba su teléfono.
—¿Qué pasa, Matt?
—¿Podrías ponerte a trabajar con la conferencia? —preguntó—. Esos
servidores para el software de adquisición se han vuelto locos.
233
Fabuloso.
Estuve al teléfono durante las siguientes tres horas. Los técnicos del
servidor lograron restaurar los sistemas a tiempo, pero no estaban en buenas
condiciones y podrían fallar de nuevo. Mientras tanto, habíamos incurrido en
bastantes multas de nuestros clientes que no habían podido usar el sistema.
Tan pronto como la llamada acabó, Kevin y su Cabeza de Chía
aparecieron en mi escritorio.
—Esos servidores han estado sobrecargados durante meses —dijo.
—Soy consciente de eso —contesté.
—Bueno, ¿por qué no habías hecho nada al respecto?
Levanté la mirada, atónita. Esos eran los servidores sobre los que le
había advertido, pero él había rechazado mis recomendaciones y enviado el
proyecto de todos modos.
—Tú cancelaste el proyecto —le recordé—. Todo esto era parte de la
actualización que teníamos para los oleoductos12 desde Junio, pero dijiste que
la financiación iría a otra parte.
—No trates de voltear esto hacía mí —dijo, apuntándome a la cara con
su dedo—. Tú estabas a cargo de este proyecto. Si no pudiste ni siquiera
molestarte en conocer los riesgos, es tu culpa, ¡no la mía!
No podía creer lo que estaba escuchando.
—Te di todos los datos de esos servidores —respondí—. Te dije que
había riesgos.
—Pues ciertamente no lo hiciste —dijo—. ¡Y ahora tu falta de previsión
le ha costado a esta empresa más que la actualización!
Se echó hacia atrás con los brazos cruzados sobre su pecho, sonriendo.
Apreté mi mano alrededor de mi lápiz lo suficiente como para casi
romperlo. Mis dientes se apretaron mientras mi cabeza comenzaba a latir con
fuerza. Lenta y deliberadamente, me levanté y puse mis manos en mi cadera.
Oficialmente, ya había tenido suficiente.
234
—¿Mi falta de previsión? —Mis manos comenzaron a temblar mientras
mi corazón latía con fuerza en mi pecho.
—Tú eras la directora del proyecto. —Kevin continuaba mirándome de
arriba abajo—. Deberías haber hecho obvios los riesgos.
—Lo hice —dije—. Tú fuiste el que no quiso escuchar. Ni siquiera
miraste los datos.
—No me hiciste llegar ningún dato —se burló.
Lo perdí. Me dejé caer en mi silla, escribiendo en el teclado para
encontrar mis correos enviados, y abrí las siete solicitudes documentadas que
le había enviado directamente a Kevin, explicando los riesgos exactos de no
actualizar.
—Ahí estás tú —dije mientras empujaba mi respaldo lejos de la
computadora—. Y a este punto, hasta aquí estoy yo.
Saqué mi distintivo de seguridad de mi bolso y se lo entregué.
—¿Para qué es esto? —preguntó.
12 Oleoductos: Son tuberías virtuales que se crean para segmentar los datos y, de este modo,
incrementar el rendimiento de un sistema digital.
—Renuncio —dije—. Te enviaré mi renuncia formal por correo antes de
que termine el día.
Mi corazón seguía latiendo con fuerza mientras agarraba mis cosas y me
alejaba de Kevin y sus acusaciones. Apenas podía creer lo que acababa de
hacer. Iba en contra todo lo inculcado en mí. No tenía otro trabajo. No tenía
otro medio de soporte y estaba con la mierda hasta el cuello.
Pero no me detuve.
Tan pronto como llegué a mi carro, cerré las puertas y llamé al
reclutador de Nate para hacerle saber que estaba disponible de inmediato.
Luego llamé a Mare, le dije lo que había hecho y comencé a llorar.
—¡Qué mierda, Chloe! —bramó Mare al otro lado del teléfono—. ¿Qué es
lo que vas hacer?
—¡No lo sé! —balbuceé—. ¡Yo sólo… no podía soportarlo más!
—¡Bueno, demonios, chica! —Mare dejó escapar un silbido—. Sabía que
no me estabas diciendo algo, pero no me esperaba esto. ¿Tiene algo que ver
ese chico en Florida?
235 —No… sí… ¡no lo sé!
—Aguanta —dijo—. Estaré allí con una botella de vino antes de que lo
sepas. Resolveremos esto.
Fiel a su palabra, unos cincos minutos después de llegar a casa, Mare
estaba en mi puerta con una botella de merlot agarrada en su puño.
—Pensé que nunca me dirías lo que está pasando —dijo Mare mientras
se sentaba en el sillón y sacaba un sacacorchos de su enorme bolso.
—¿Tienes copas ahí también?
—Claro que no —dijo Mare—. Se romperían.
Me reí y tomé un par de copas de vino de la alacena.
—Entonces, dímelo todo —dijo Mare—. Nunca me evitas a propósito, lo
cual es obviamente lo que has estado haciendo. No sabía si era el trabajo o
qué. Comienza desde el principio, aunque estoy bastante segura de que eso es
la noche en que conociste a ese chico Aiden.
—Creo que tienes razón —confirmé—. Comienza con él.
—Entonces, ¡cuéntalo! —Mare sirvió el vino y yo comencé a decirle
sobre el encuentro con Aiden en el bar, despertar en su cama y luego aceptar
ir a Florida con él.
Como una buena amiga, Mare se sentó ahí y escuchó mi historia, llenando
mi copa de vino cuando lo necesitaba y sin interrumpir a menos de que
quisiera una aclaración. Sólo me detuvo una vez.
—¿Paracaidismo?
—Sí.
—¿Hiciste paracaidismo?
—Lo hice. —No pude detener la sonrisa que aparecía en mi rostro.
—Mierda santa.
—Lo sé, ¿cierto? —Sonreí.
Mare entrecerró sus ojos hacia mí.
—Sé que me estoy adelantando aquí —dijo—. Y normalmente no me
gustan los adelantos, pero al final del día, este chico Aiden es realmente bueno
para ti, ¿cierto?
—Sí —agregué rápidamente—, lo es.
Seguí adelante, contándole sobre mi tiempo con Aiden y luego sobre
236 todo el fiasco del estacionamiento. Sus ojos se ampliaron en esa parte, pero
no me interrumpió de nuevo. Una vez que le dije sobre el regreso a Miami,
encontrar a Aiden en el cuarto trasero de su casa y la historia sobre su hijo,
habían lágrimas en sus ojos.
—Todo el tiempo —dijo cuando finalmente terminé—, tú realmente no
sabías en qué te estabas metiendo. No sabías si tus sospechas eran correctas,
pero seguiste ahí. Luego, cuando te enteraste, estuviste ahí para él de todos
modos a pesar de que no lo entendiste hasta el final.
— Si —dije—. Supongo que eso es cierto.
—Maldición, Clo. —Mare inclinó la cabeza para mirarme desde otro
ángulo—. Estás enamorada de él.
Abrí mi boca para negarlo, pero las palabras no salieron. Una imagen de
la risa de Aiden, con sus muecas y sus brillantes ojos, llenó mi cabeza,
causando que mi piel se calentara. Lo extrañaba, ¿pero algo más que eso? No
lo sabía.
Lágrimas salieron en cascadas de mis ojos, rodando por mis mejillas.
—Está bien —dijo Mare mientras se acercaba y me abrazaba—. Él está
enamorado de ti también.
Tomé un pañuelo y limpié mi cara.
—Tú no puedes saber eso. —Estreché mis ojos hacia ella mientras
sonaba mi nariz.
—Oh, claro que puedo.
—Ni siquiera lo conoces.
—No necesito hacerlo —dijo—. No, espera, sí lo necesito, pero no para
confirmar eso. Es muy obvio.
—No seas ridícula. —Me levanté y caminé por la habitación,
desestimando sus comentarios con un gesto de mi mano. No podía estar
enamorada de Aiden Hunter, era demasiado pronto. Y desde luego, él no
estaba enamorado de mí.
—No lo ves, ¿cierto?
—¿Ver qué?
—Incluso ese amigo suyo, Redeye, pudo verlo. Todos sus amigos pueden,
¿así que por qué tú no? ¿Por qué más habrían puesto dinero para un boleto de
237 avión para que fueras hasta allí? Ellos sabían que lo amabas porque de lo
contrario no habrías accedido a regresar después de todos esos malos
entendidos. Sabían por lo que podrías estar pasando porque se dieron cuenta
de que él estaba enamorado de ti también.
Sacudí la cabeza, pero sus palabras eran difíciles de negar. Me alejé de
ella y me encontré mirando los rostros plásticos de mi colección de súper
heroínas. Parecían estar sonriéndome con diversión e incluso con
conocimiento psíquico.
—No estoy lista para eso —dije finalmente—. Él vive a miles de
kilómetros y yo estoy sin trabajo ahora. ¿No es esa la razón por la que viniste
aquí de todos modos?
—Sí, así es —dijo Mare mientras me convencía de regresar al sofá y
volvía a llenar mi copa—. Mientras estés en negación, bien podríamos hablar
sobre eso. Ahora, ¿qué paso en el trabajo?
—Le eché una bronca a mi jefe —dije con un encogimiento de hombros
y rápidamente le di los detalles—. Ya no podía aguantar sus mierdas, así que
renuncié.
—¿No tienes un plan de respaldo?
—No realmente. —Deslicé mis manos sobre mi cabello, consiguiendo
que mis dedos se enredaran en él—. Hablé con él reclutador de Nate y va a
conseguirme algunas entrevistas, pero no tengo un plan real.
Mare se inclinó hacia atrás en el sofá y me miró por un largo rato.
—Realmente estás diferente —dijo.
—¿A qué te refieres?
—La Chloe Allison que conozco nunca habría hecho eso —explicó
Mare—. Ella nunca le habría dado a ese idiota ni un trozo de su mente, y nunca
habría renunciado a un trabajo sin tener otro plan.
Me hundí. Ella tenía razón.
—Estoy jodida —dije.
—La Chloe que conozco tampoco diría nunca “jodida”.
Apreté mis labios y le fruncí el ceño.
—Lo hago… a veces.
Se rió de nuevo y distribuyó uniformemente el vino en nuestras copas.
238
—No estás jodida —dijo—. Te defendiste tú misma, y estoy orgullosa de
ti.
—¿Lo estás?
—Definitivamente. —Mare inclinó la copa hacia sus labios, mirándome
por encima del borde—. Te he hablado antes sobre decir lo que está en tu
cabeza. Tú siempre estás preocupada por las opiniones y reacciones de los
demás y nunca lo haces. Lo mantienes encerrado en tu interior.
—No quiero herir los sentimientos de las personas —expliqué,
plenamente consciente de cuántas veces habíamos tenido discusiones
similares—. Tienes que pensar antes de hablar, y eso incluye abrir la boca.
—¿No te das cuentas, Clo? —dijo Mare mientras se inclinaba hacia
adelante—. Eso es exactamente lo que no hiciste con Aiden. Tomaste muchos
riesgos e incluso así saliste bien de ellos. No sólo bien, sino mejor, más fuerte.
¿No te das cuenta de que dejar tu trabajo es sólo otro de esos riesgos?
—¿Y crees que seré más fuerte al final?
—Así es.
—Y más pobre —señalé.
—Apuesto a que tienes algunas reservas escondidas en algún lugar —
dijo Mare, mirándome.
Estaba en lo cierto. Las tenía. Había leído un artículo años atrás sobre
tener seis meses de gastos de vida guardados en caso de que algo llegara a
suceder. En realidad tenía mucho tiempo para buscar otro trabajo antes de
estuviera en peligro de perder mi residencia o algo como eso.
—De acuerdo —dije—. Tienes razón, estaré bien por un tiempo.
—Así que, ¿qué vas a hacer ahora? —preguntó Mare.
—Tratar de encontrar otro trabajo, supongo.
—Me refiero a Aiden.
—Bueno, me preguntó si iba a ir el fin de semana. Pensé que tendría
mucho trabajo que hacer, pero supongo que eso no es un problema ahora.
—Entonces, vas a ir a verlo de nuevo.
—Sí —dije—. Supongo que lo haré.
239
13Puentismo: deporte que consiste en tirarse al vacío desde un puente al que se está sujeto por una
cuerda elástica.
—Estoy aquí —respondió lacónicamente—. Sólo dame un minuto.
Me mordí el labio y aguanté la respiración. Finalmente, habló otra vez.
—¿Realmente es bueno para ti? —preguntó mamá en voz baja.
—Sí, lo es —confirmé—. Realmente lo es.
—Suena como si tuviera mucho por lo que pasar —comentó.
—Sé que lo hace. Pero creo que va a estar bien con el tiempo.
—Espero que estés en lo cierto.
Escuché que suspiraba de nuevo.
—Entonces, ¿estamos bien? —pregunté tímidamente.
—Es tu vida, Chloe —dijo mamá en voz baja—. No me tienen que gustar
todas tus decisiones, pero las respetaré.
—Espero que le des a mi decisión con Aiden una oportunidad.
La escuché suspirar.
—Lo haré, querida —dijo—. Será mejor que lo invites para Acción de
241 Gracias porque tengo bastantes preguntas que hacerle.
—Supongo que no puedo evitar eso.
—No, no puedes —acordó—. Ahora, tengo que ir a arreglar mi vuelo. Y
parece que tú también deberías hacerlo.
—Gracias, mamá.
—De nada, querida. Te amo.
—También te amo.
Colgué el teléfono. La llamada había durado mucho más de lo que había
pensado, y el vino de Mare estaba esperando por mí. Corrí al cuarto de baño.
Cuando estaba lavando mis manos, miré mi rostro en el espejo.
Estaba sonriendo.
—Realmente estás aprendiendo algunas cosas, ¿verdad? —le pregunté a
mi reflejo. Asentí hacia mí, sólo para solidificar mis sentimientos—. Ya era la
maldita hora también.
Reí y luego regresé a la sala para llamar a Aiden y hacerle saber que iría
el fin de semana después de todo.
Y con eso, mi vida comenzó a caer de vuelta en su lugar.
Diecinueve
M
e acosté de espaldas en el jeep, jadeando.
—¿Esto va a convertirse en un hábito después de todas las
fiestas de Redeye? —pregunté, cuestionándome si iba a tener
que agregar un paquete de toallitas húmedas, escondiéndolas en una de las
esquinas traseras.
—Depende de si hay tragos —respondió Aiden.
—Siempre hay tragos.
—Entonces supongo que ahí tienes tu respuesta. —Se puso sobre su
costado, apoyándose en un codo, y miró hacia mí con una sonrisa de
borracho. Todavía había sudor cubriendo su cuello, dejando pequeñas gotas
que corrían formando senderos a través de los tatuajes en su pecho.
242 El aire frío sopló en la parte trasera del jeep, y yo me estremecí. Cogí la
manta que Aiden había arrojado tan cuidadosamente en la parte trasera antes
de salir de su casa, como si él hubiera sabido que esto sucedería de nuevo. Tiré
de ella hasta ponerla sobre mi pecho y envolver mis brazos alrededor de mí
misma.
—Eres hermosa —dijo Aiden mientras extendía la mano y pasaba los
dedos por mi brazo—. Estoy tan contento de que hayas vuelto.
—Me alegro de estar aquí también.
Pasó la mano arriba y abajo por mi brazo, calentándolo con
fricción. Agarré por detrás su cabeza y tiré su rostro hacia el mío, mordiendo
su labio inferior con los dientes y preguntándome cuánto tiempo iba a durar
esto.
No quería que terminara.
—¿Aún preocupada por el trabajo? —preguntó Aiden.
—No tanto. Sé que funcionará eventualmente.
—¿Está bien si espero que no lo haga?
Miré hacia arriba, esperando ver su sonrisa característica, pero no
estaba allí. Iba completamente en serio.
—¿Por qué dices eso? —Me di la vuelta para mirarlo de frente y me
apoyé sobre mi codo de la misma manera que él.
—Porque eso significaría que podrás permanecer más tiempo aquí —
dijo con una sonrisa que no hizo que sus ojos brillaran.
Le acaricié un lado del rostro.
—Con cómo cocinas, ¿cómo podría resistirme?
Aiden se rió y me abrazó contra su pecho.
—No puedo manejar —afirmó—. Todavía estoy bebido.
—Yo también —le dije.
—Entonces supongo que estaremos aquí por un tiempo. —Aiden agarró
el borde de la manta y se deslizó contra mí, envolviéndola alrededor de
ambos.
—En serio, ¿están haciéndolo otra vez? —nos dijo Lance desde la
acera. Podía escuchar a su novia, Jennifer, riendo también. Por lo menos
recordaba su nombre ahora—. ¡Consíganse una habitación ya!
243 —¡Esto es mejor que una habitación! —gritó Aiden—. ¡Ahora vete a la
mierda!
Todo el mundo se echó a reír.
—¿Cuál es el plan para hoy? —pregunté mientras quitaba los platos del
desayuno.
Aiden tomó un sorbo de su café mientras golpeaba la parte trasera de
uno de sus nudillos contra su portátil.
—Bueno, nada en particular —dijo—. Me vendría bien algo de ayuda
para escoger un loquero.
Miré la pantalla para ver una lista de los psicólogos locales
especializados en servicios de apoyo emocional.
—Sabes que en realidad no les gusta ese término —le informé.
—Mierda cierta —respondió—. Dije que lo haría. Eso no quiere decir que
crea que vaya a ayudar.
—Gracias por intentarlo de todos modos. —Besé la parte superior de su
cabeza.
Miramos en la lista hasta que encontramos uno con un perfil que Aiden
pensaba que sonaba bien. Era domingo, pero él quería seguir adelante y
dejarle un correo de voz.
—Uh, está bien —dijo en el teléfono—. Mi nombre es Hunter y mi novia
dice que tengo que hablar con alguien sobre algunas mierdas, así que, eh... sí...
llámeme en algún momento.
Dejó su número, colgó y tiró el teléfono en la mesa de la cocina.
—¿En serio? —Le puse los ojos en blanco.
—Imagino que es mejor si ella sabe en qué se está metiendo —explicó
Aiden—. Soy un bastardo malhumorado.
—No, no lo eres.
—Puedo serlo —discutió, pero no encontró mis ojos mientras hablaba—
. No quiero hacer esto, Chloe. Lo haré, pero no quiero.
Cuatro horas.
Aiden había estado en cirugía durante cuatro horas.
Nadie me decía nada. Al parecer, ser la novia no significaba nada. El
recepcionista no nos decía qué estaba pasando, y la policía seguía
250 presentándose y haciéndome todo tipo de preguntas. Traté de responderlas,
pero todo siempre volvía a lo mismo.
Él recibió una bala por mí.
Con el tiempo, se fueron. Redeye y Lance llegaron poco después y
hablaron con Lo y Mo, sus cabezas inclinadas juntas y mirando hacia mí, hacia
donde me sentaba y esperaba en una de esas sillas de plástico duro, mirando
la gorra de béisbol roja de Aiden que sostenía con fuerza entre mis
manos. Podía oírlos conversar, pero las palabras no se registraban realmente
en mi cabeza.
—¿Qué dijeron? —preguntó Redeye a Lo.
—Están tratando de localizar a su madre —dijo Lo mientras miraba
hacia mí—. No quieren hablar con ninguno de nosotros.
—Lance, ¿por qué no ayudas a Chloe? —dijo Redeye—. Yo me encargaré
de esto.
—Lo haré. —Lance se acercó a mi silla y tomó mi mano—. Jennifer me
dio un poco de ropa que podría quedarte. Vamos a cambiarte.
—Pero no han encontrado a su mamá todavía —protesté—. ¡Y no me
dicen cómo está!
—Déjamelo a mí —dijo Redeye con un guiño. Se acercó a la recepcionista
y se apoyó en el mostrador mientras Lance me sacaba de la silla y me llevaba
al baño más cercano.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó.
Sólo pude mirarlo. ¿Si necesitaba ayuda? Sí, lo hacía. Necesitaba que
alguien me dijera qué demonios estaba pasando detrás de esas grandes
puertas que decían “CIRUGÍA”.
—Vamos —dijo Lance tranquilamente.
Él me llevó dentro y cerró la puerta del baño. Bajó la tapa del inodoro
antes de sentarme allí y luego llenar el fregadero con agua tibia y jabón del
dispensador. Él tomó la gorra de Aiden y la colocó en la parte posterior de la
taza del baño, luego me quitó la camiseta manchada de sangre y los
pantalones cortos. Los dejó en el suelo mientras utilizaba algunas toallas de
papel para lavar la sangre en mis manos y piernas.
Me quedé sentada allí viendo las toallas manchadas de rojo multiplicarse
en el bote de basura.
251 Lance sacó una camiseta limpia y un par de pantalones de yoga de una
bolsa y me ayudó a meterme en ellos mientras hacía todo lo posible por mirar
hacia el suelo.
—Sólo voy a poner la ropa en la bolsa —dijo—. Me aseguraré de que
vuelvan a ti, ¿de acuerdo?
—Está bien —le contesté mecánicamente.
Una vez limpia, Lance me entregó la gorra, me llevó de vuelta a la sala de
espera y me sentó al lado de Lo. Redeye todavía estaba en el escritorio de la
recepcionista, pero había otro funcionario del hospital con ellos ahora. No
podía oír sus palabras, pero Redeye estaba hablando muy animadamente.
Pasó otra hora.
En algún momento, Redeye volvió al grupo y se sentó al otro lado de
Lo. Hablaban en voz baja mientras yo me sentaba allí y observaba las
manecillas del reloj moverse muy lentamente.
—¿Señorita Allison? —Un hombre vestido de verde con una insignia en
su camisa se acercó a nosotros.
Me puse de pie y di un paso hacia adelante. Lo hizo lo mismo.
—¿Sí? —dije con voz ronca.
—Está aquí por Aiden Hunter, ¿correcto? —dijo en voz baja.
—Sí —le susurré.
—Soy el doctor Miller —dijo mientras estrechaba mi mano
brevemente—. Soy el cirujano que ha estado trabajando con Aiden.
—¿Cómo está? —No podía dejar de llorar, pero Lo estaba allí a mi lado,
tomando mi mano.
—Bueno, él ya salió de cirugía —dijo el Doctor Miller—, y ya que no
hemos sido capaces de localizar a ningún pariente más próximo —hizo una
pausa y miró a Redeye, quien levantó una ceja—, dejaremos que vaya a verlo
por un momento.
—¿Va a estar bien? —le pregunté.
—Todavía no está completamente fuera de peligro —dijo el médico—.
La bala estaba junto a su columna vertebral, pero no encontramos ningún
daño espinal. Tuvimos que reparar su intestino, y había un montón de
hemorragia interna, pero lo sacamos todo. No puedo decir nada con seguridad
hasta que esté despierto, pero luce bien en este momento.
252 Si Lo no hubiera estado conteniéndome, probablemente me habría caído
al suelo. Mo apareció a mi otro lado y entre ambos me ayudaron a volver a la
silla. Redeye se agachó junto a mí.
—Es una buena noticia, Chloe —dijo Redeye suavemente mientras
frotaba mi hombro—. Hunter es un tipo duro. Él no va a dejar que esto lo
detenga. Es una buena noticia en la que centrarse.
Asentí. Aiden era fuerte. Él iba a estar bien. Tenía que creer eso porque
todo lo demás era demasiado doloroso como para pensarlo.
—Puede ir a verlo ahora, pero sólo por un minuto. Él seguirá
inconsciente por un tiempo, y tenemos que dejarlo descansar.
—Adelante, Chloe —dijo Lo mientras me daba un empujón suave—. Dile
que todos estamos aquí esperando por él.
Seguí al doctor Miller a través de varias puertas dobles y por un largo
pasillo. Había médicos y enfermeras en todos lados, algunos detrás de
escritorios y otros llevando pacientes en camillas. El doctor me llevó a una
habitación con paredes de cristal, y yo miré hacia una cama con un montón de
máquinas rodeándola. Abrió la puerta y me hizo señas para que entrara.
—Le daré un par de minutos a solas con él —dijo el doctor Miller—. No
trate de despertarlo ni nada, pero puede hablar con él. Puede sostener su
mano, si quiere. Sólo tenga cuidado con su IV.
Caminé despacio, jugueteando con la gorra en mis manos. El médico
cerró la puerta detrás de mí hasta la mitad, dejando sólo una grieta abierta. Me
mordí el labio y miré la cama.
Aiden yacía allí, conectado a todo tipo de equipos. Tenía una máscara de
plástico grande pegada en la boca y una aguja sobresaliendo de su mano, con
un tubo que iba a una botella de suero. Todo su torso estaba cubierto con un
enorme vendaje y había cables conectados a él que llegaban hasta las
máquinas junto a la cama.
Saqué una silla y me senté a su lado, dejando la gorra descansar en mi
regazo.
—Oh, Aiden —susurré. Tomé su mano en la mía, pero estaba
inerte. Tragué el sollozo en mi garganta y apreté sus dedos suavemente—.
Estoy aquí.
E
l día después de que Aiden fuera transferido de la Unidad de
Cuidados Intensivos, un hombre corpulento vistiendo pantalones y
una concertada camiseta negra entró en la habitación del hospital
y se presentó como Justin Walters, uno de los terapeutas del hospital. Aiden
miró hacia mí, pero yo sólo me encogí de hombros. No sabía nada de eso.
—Cuando la lesión está acompañada por circunstancias trágicas o
violentas, es habitual que venga y tenga una pequeña charla contigo para ver
cómo lo estás haciendo —nos informó Justin—. Sólo estoy aquí para ver cómo
está llevando Aiden todo lo que ha pasado.
—Estoy bien —dijo Aiden bruscamente.
—Aiden —dije en voz baja—, esta podría ser una gran oportunidad.
259 No quería forzarlo demasiado, pero él necesitaba hablar con alguien y no
iba a dejarme intimidar por su mirada.
—No me afecta haber sido disparado —dijo—. Lo haría de nuevo en un
latido del corazón.
—Sabes que eso no es a lo que me refiero.
Justin empezó a decir algo, pero luego se detuvo y nos miró en lugar de
hacerlo. Aiden miró de uno al otro, luego suspiró y se sacó la gorra de su
cabeza. Bajó la mirada hacia ella y pasó los dedos a lo largo del borde antes de
mirar de nuevo hacia mí.
—¿Podríamos hablar sobre otras cosas también? —preguntó.
—Por supuesto —dijo Justin—. Lo que sea que quieras.
—Está bien —dijo Aiden con otro suspiro—. Vamos a hablar.
Mordí mi labio para esconder una sonrisa pero Aiden la vio de todos
modos y respondió poniendo los ojos en blanco. Me incliné sobre él y le di un
rápido beso en la mejilla antes de dejarlos solos para que hablaran. Sabía que
sería difícil para él, pero verlo aprovechar la oportunidad ofrecida desveló un
sentido de orgullo en mí.
Me preguntaba si era comparable al momento en que él me había sacado
de mi cascarón.
Durante las siguientes semanas, Aiden se recuperó lenta pero
continuamente. Habló con Justin cada día mientras estuvo allí y parecía estar
haciendo pequeños adelantos. Después de las sesiones, Aiden generalmente
quería contarme algunas cosas sobre Cayden que no había escuchado antes.
A veces había lágrimas en sus ojos, pero más que nada se centraba en los
buenos recuerdos de los momentos con su hijo.
Permanecí en el hospital tanto como me estuvo permitido y pasé las
noches en la casa de Aiden. Mo y Lo habían encontrado un servicio
especializado en limpieza de escenas de crímenes y la mayor parte del
desastre había estado fuera antes de que volviera. Estaba extremadamente
agradecida por ello. Si hubiera tenido que caminar dentro de la cocina llena
de sangre, probablemente me habría desmayado. La puerta del patio había
tenido que ser entablada, pero Lo dijo que alguien iría en un par de días para
reemplazar el vidrio. Durante la limpieza, Lo había encontrado mi teléfono.
Yo ni siquiera había pensado en llamar a alguien en todo ese tiempo, pero
260 cuando lo chequeé, vi una docena de llamadas perdidas y mensajes de textos
—en su mayoría de Mare y mi madre.
Llamé a Mare y le conté lo que había pasado. Después de finalmente
convencerla de que todo el mundo estaba bien, prometí llamarla de nuevo tan
pronto como estuviera de vuelta en la ciudad. Llamé a mi madre también. En
lugar de perder la compostura como esperaba, estuvo sorprendentemente
tranquila con todo el asunto. Dijo que estaba contenta de que estuviera bien.
Extraño.
Su reacción probablemente debería haber activado las alarmas en mi
cabeza, pero estuvieron sorprendentemente silenciosas. Al día siguiente, ella
estaba caminando hacia el mostrador de la recepcionista del hospital
mientras yo esperaba que terminara la sesión de Aiden con Justin para poder
sentarme con él.
—¿Mamá? —Corrí hacia ella.
Mamá se volvió y me dio un abrazo gigante sin una palabra. Luego se
echó hacia atrás y mantuvo mis hombros en sus manos mientras me miraba.
—¿De verdad estás bien? —preguntó.
—Lo estoy, mamá. Estoy bien. ¿Qué estás haciendo aquí?
—Bueno, no sonaba como si Acción de Gracias fuera a salir bien —dijo
mamá—, y tenía un billete de avión que no era reembolsable, así que sólo lo
cambié por uno a Miami.
La abracé otra vez mientras intentaba aguantarme de llorar. Mis
emociones habían estado fuera de control desde el día en que Aiden había
sido herido y parecía que no tenía control sobre ellas en absoluto.
—Detén eso ahora —dijo mamá. Sacó pañuelos de su bolso y secó mis
mejillas antes de entregármelos a mí—. Quiero conocer a este hombre que al
parecer está dispuesto a morir por mi hija.
Me soné la nariz y tomé su mano para conducirla por el pasillo hacia la
habitación de Aiden. Justin ya se iba y me saludó con la mano cuando pasaba.
De repente, me di cuenta de que no había preparado a mamá para el aspecto
de Aiden, pero ya era demasiado tarde para decir algo porque estuvimos en
la puerta de su habitación antes de que el pensamiento me golpeara.
Aiden estaba sentado en la cama, su gorra favorita puesta al revés en su
cabeza. Llevaba una de las batas del hospital, abierta en parte por delante y
mostrando claramente todos los tatuajes en sus brazos, cruzando su cuello y
261 bajando por su pecho.
Mamá se detuvo en la puerta y se quedó mirando.
Aiden levantó la vista de la revista de motos que Redeye había traído
para él y miró de mí a mi madre, obviamente confundido.
—Bueno —dijo mamá con un poco de resoplido en su voz—, no puedo
decir que seas lo que esperaba, pero por otra parte, nunca esperé que nadie
tuviera que salvar la vida de mi hija.
Dejó caer su bolso en una silla y se dirigió hacia un lado de la cama. Sin
dudarlo, se inclinó y envolvió sus brazos alrededor de sus hombros. Aiden
sólo pudo mirarme confundido mientras se estiraba y le devolvía el abrazo.
—Gracias —dijo mamá en voz baja—. Desde el fondo de mi corazón,
gracias por mantener a mi hija a salvo.
Los ojos de Aiden se cerraron por un momento y le vi respirar
profundamente.
—Siempre —respondió.
Ella se apartó y me di cuenta de que estaba tratando de mirar sutilmente
los tatuajes de Aiden. Frunció los labios y volvió a mirar hacia su rostro,
fulminándolo un poquito.
Puse mi mano sobre mi boca, aterrorizada por lo que le fuera a decir
cuando ella enderezó los hombros y señaló con el dedo a su rostro.
—Ahora, si alguna vez intentas convencerla de hacer paracaidismo otra
vez, iré tras tus huevos. ¿Me entiendes, caballero?
Aiden tosió y se sentó más derecho.
—Uhhm… sí, señora.
—Muy bien. —Ella arrastró una silla y se sentó al lado de su cama—.
Ahora dímelo absolutamente todo acerca de ti.
Después de una hora, fue claro que realmente estaban haciendo buenas
migas. Tenía que felicitar a Aiden, pues no dejó caer la palabra con M ni una
sola vez y estaba definitivamente en su mejor comportamiento. Mamá le
acribilló con preguntas y me di cuenta de que si yo hubiera hecho la misma
cosa, muchos de nuestros malentendidos podrían haber sido evitados desde
el principio.
Vive y aprende.
A pesar de mis protestas, mamá había reservado una habitación de hotel.
262 No estaría cómoda en la casa de Aiden y suponía que no podía culparla. Se
quedaba cerca del hospital y visitaba a Aiden todos los días mientras estuvo
allí. Y aún más extraño, consiguió que se abriera un poco con ella sobre
Cayden. Quizá era una cosa paternal y ella simplemente sabía qué era lo
correcto para decir, pero incluso logró que riera cuando le habló de la primera
vez que Cayden le vomitó encima siendo un bebé.
—Pensaba que los vómitos proyectiles estaban sólo en El Exorcista —
dijo Aiden—. No tenía idea que fuera algo real hasta que de repente estaba
por todas partes encima de mí. Y no sólo una vez, ¡sino otra y otra vez!
Entonces el pediatra dijo que era normal y yo le grité que no podía ser para
nada normal que todo ese tiempo hubiera estado vomitando sobre mi espalda
mientras yo estaba al teléfono.
Los dos rieron tan fuerte que tuvieron que limpiar lágrimas de sus ojos.
—Todas esas son cosas sobre las que nadie jamás te advierte —
reflexionó mamá mientras se secaba los ojos—. Si supiéramos todo eso de
antemano, no tendríamos hijos en absoluto.
—Sí. —Aiden se aclaró la garganta y se incorporó un poco—. Y después,
sólo deseas pasar por todo eso otra vez.
Pasé la mano por su brazo y él miró hacia mí con una sonrisa triste.
—No puedo traerlo de vuelta —dijo Aiden tranquilamente—. Incluso
con esas bolsas de mierda en la cárcel, él sigue estando muerto.
—Lo sé —dije mientras le apretaba la mano.
—Sus recuerdos vivirán con ustedes para siempre —respondió mamá—
. Es difícil al principio, porque te centras en la pérdida. Con el tiempo, te darás
cuenta de cuán importante fue su relación y cuánta alegría le diste. Incluso si
fue por muy poco tiempo, hiciste que cada momento contara.
—No estuve allí cuando más me necesitó —susurró Aiden—. Le fallé.
—Hiciste lo que pudiste —le dijo mamá—. El éxito no está definido por
un solo momento. Tu éxito proviene de todos los momentos que tuvieron,
todos los momentos que pasaste amándolo. Nadie puede quitarte eso. Es tuyo.
Aiden presionó la palma de una de sus manos contra su ojo mientras la
otra se apretaba alrededor de mis dedos.
—Por lo menos estuve allí para ti —dijo en voz baja—. No pude estar allí
para él, pero estuve allí para ti.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y atraje su cabeza a mi
263 hombro. Mamá llegó por el otro lado y se incorporó al abrazo.
Al día siguiente, ella tenía que regresar a San Francisco, y me dio pena
ver que se iba.
—Estoy muy contenta de que vinieras —le dije mientras le daba un gran
abrazo en la sala de espera del hospital.
—Me alegro de haberlo hecho. —Mamá me devolvió el abrazo—. Me
gustaría decirte que tengas cuidado, pero tengo la sensación de que Aiden va
a mantener una estrecha vigilancia sobre ti por como veo las cosas. No más
locuras.
—Ya veremos —le dije con una sonrisa—. No creo que vaya a tener
muchas ganas en un futuro cercano.
—Podemos hacer planes para Navidad después de que llegue a casa.
—Por supuesto.
—Con suerte, encontrarás trabajo para entonces —dijo con un
movimiento de cabeza—. Sigo sin poder creer que hayas hecho eso.
—Es probablemente lo mejor que hice —le dije—. Con todo el tiempo
que estoy pasando aquí, podría haber sido despedida de todos modos.
—O podrías no haber estado aquí para recibir un disparo —señaló
mamá.
—Cierto.
No era la primera vez que el pensamiento había cruzado por mi mente.
Pero entonces Aiden habría estado solo y podría no haber salido tan bien
como lo hizo.
Mamá asintió, me abrazó de nuevo y se fue con su maleta detrás de ella.
La vi entrar en el taxi y luego volví con Aiden.
—¿Todo bien? —me preguntó mientras caminaba dentro.
—Sí —le dije—. Creo que realmente le gustas.
—¿Qué hay que no pudiera gustarle? —Aiden sonrió como un niño y yo
me incliné para besar su mejilla.
—¿Tu arrogancia? —le sugerí. Me senté en el borde de la cama y Aiden
agarró mi mano.
—Estaba tratando de ocultarle eso.
264 —Hmm… ya veremos si funcionó. Más que nada, estaba preocupada
porque encuentre un trabajo. No he estado buscando exactamente. Necesito
ponerme en eso.
—Podrías buscar un trabajo aquí —dijo Aiden. Sus ojos no dejaron
nuestras manos.
—¿Qué quieres decir?
—No consigas otro trabajo en Ohio —dijo Aiden—. Encuentra un trabajo
por aquí. Tiene que haber algo en tu campo. ¿No tienen todas las empresas
proyectos que gestionar?
—Bueno, sí, supongo que sí.
—Entonces encuentra algo aquí.
—Aiden, eso es gran salto, ¿no te parece?
Conocía gente en Ohio. Tenía contactos y referencias allí. Encontrar un
trabajo en Florida ni siquiera había pasado por mi cabeza.
—No para mí —dijo Aiden tranquilamente—. Quiero que te quedes.
—¿Quedarme dónde?
—Aquí —dijo Aiden—. Bueno, no aquí en el hospital, sino aquí en Miami.
Quiero que te mudes aquí conmigo.
Consideré sus palabras por un momento y la realidad de lo que estaba
sugiriendo de repente llegó a mí.
—¿Quieres decir, vivir contigo?
Él asintió.
—¿Me estás pidiendo que me mude contigo?
—Sí —dijo, encogiéndose de hombros—. ¿Por qué no?
—¿No es eso un poco... prematuro?
—¿Lo es? —preguntó mientras me miraba a los ojos—. ¿Según qué
estándares?
—Nos conocemos desde hace poco más de un mes —le dije.
Él sonrió dulcemente.
—Es suficiente para mí —afirmó.
Mientras miraba a los ojos de Aiden, sabía que su sinceridad no podía ser
negada. Recostado en la cama del hospital, envuelto en vendas, él ya había
hecho claro que haría cualquier cosa por mí. Tenerme viviendo en su misma
265 casa era una gota en el océano en comparación.
—¿Y bien? —provocó él.
—Aiden, no lo sé. No era algo que hubiera pensado y simplemente me
toma un poco por sorpresa.
Él asintió y tiró de mi mano para besarla.
—Por favor, dime que lo pensarás.
—Pensaré en ello —le dije.
—¿Lo prometes?
—Lo prometo.
Me jaló para tumbarme a su lado en la cama y envolvió su brazo
alrededor de mi hombro. Descansé mi cabeza contra él y traté de imaginar
cómo sería vivir con Aiden todo el tiempo. Sabía que habría dificultades; vivir
con alguien nunca era fácil. Incluso tener un compañero de cuarto podía ser
complicado y Aiden y yo estábamos acostumbrados a vivir solos.
¿Qué pensaría de mis muñecas súper heroínas?
Por otro lado, Aiden también iba necesitar a alguien que lo ayudara
cuando llegara a casa del hospital. Los médicos ya le habían dicho eso. Podía
estar de alta en pocos días y yo había estado hablando con Redeye, quien
planificaría turnos para todos sus amigos. Si me iba a vivir con él, no tendrían
que hacer eso.
Aun así, era un riesgo. ¿Y si encontrábamos que no nos llevábamos bien
el uno con el otro en una relación más permanente? ¿Cabrían todas mis cosas
en su casa? Probablemente tenía malos hábitos que se las había arreglado
para esconderme cuando lo visitaba, pero que se harían evidentes si
viviéramos juntos. ¿Qué si dejaba sin colocar la tapa de la pasta de dientes,
utilizaba mi acondicionador caro en su barba, o dejaba uñas de los pies en el
suelo? Peor aún, ¿qué si prescindía de su acuerdo de continuar la terapia? Era
un gran riesgo.
Por otra parte, ¿qué era la vida sin riesgos?
Nunca te das cuenta de la cantidad de cosas que tienes hasta que intentas
mudarlas a una casa ya ocupada. A pesar de que había vendido un montón de
mis muebles antes de la mudanza, aún tenía muchos artículos a los que
necesitaba encontrarles un nuevo lugar en el espacio ya ocupado.
268 —¿Dónde quiere esto? —preguntó uno de los hombres de la mudanza
mientras arrastraba mi estantería.
Yo ni siquiera había pensado en ello, pero mirando en todo el salón lleno,
supe que no había un sitio para ella.
—No tengo idea —dije.
Aiden maniobró a través de las cajas, sosteniéndose de ellas mientras
pasaba. Se suponía que usaría un bastón para caminar, pero lo había dejado
en la puerta principal y se negaba a usarlo cuando no había un médico
alrededor para insistir.
—Ponlo en el dormitorio al final del pasillo —dijo. Señaló hacia su sala
de pesas.
—Aiden, no hay sitio para eso ahí.
—Lo hay ahora.
Fui a la habitación para ver que había sido completamente vaciada. Todo
el equipo de pesas y entrenamiento había desaparecido.
—¿Dónde están tus cosas de entrenamiento? —pregunté.
—En la otra habitación —respondió Aiden con un encogimiento de
hombros—. Me imagine que necesitarías algo de espacio y esta habitación es
más grande que la otra, así que hice que Mo y Lo movieran las cosas de
gimnasio. Además, esta habitación está de cara al océano.
Me asomé y vi que era verdad, todo había sido mudado a la habitación
más pequeña. Todas las cajas que habían estado allí antes habían
desaparecido.
Volví al salón mientras el hombre de la mudanza comenzaba a llevar la
estantería y las cajas de libros al espacio despejado. Me puse de pie junto a
Aiden y le miré a los ojos.
—¿A dónde llevaste las otras cosas? —pregunté en voz baja.
—Al garaje —dijo—. Iba a revisarlas, pero... bueno...
Se lamió los labios mientras miraba hacia el pasillo. Extendí la mano y la
puse en un costado de su rostro hasta que me miró.
—Quizás una vez esté acomodada, podamos revisarlas juntos —le
sugerí.
—Tal vez —dijo Aiden con una leve inclinación de cabeza. Se estiró y
puso su mano en mi cadera—. No lo sé. No todavía.
269
—Cuando estés listo —dije—, estaré ahí para ayudar.
Él asintió.
—Gracias, Aiden.
—¿Por qué?
—Por dejarme un lugar para mis cosas. —Levanté mi otra mano y lo
abracé por el cuello—. Todo esto ha sucedido tan rápido que no pensé en eso.
—Quiero que seas feliz aquí —dijo simplemente—. Todo el mundo
necesita un poco de espacio.
Pasé las manos sobre sus hombros y bajé por sus brazos, agarrando sus
manos ligeramente antes de llegar a su cintura y darle un gran abrazo.
Los músculos de Aiden se tensaron y él gruñó.
—¡Oh, mierda! —dije, dando un paso atrás y apartando mis manos—.
¡Estaba intentando mantenerme alejada del vendaje!
—No es eso —dijo Aiden. Me dio una media sonrisa—. Iba a mostrártelo
más tarde.
—¿Mostrarme qué?
Aiden agarró el borde de su camiseta y tiró de ella mientras se daba la
vuelta. La pequeña mancha en su espalda baja que había estado libre de tinta
ahora se encontraba cubierta por un tatuaje elaborado de una concha de
caracol con "Chloe" escrito en el centro de la imagen.
Parpadeé un par de veces mientras me centraba en el diseño. La piel
alrededor del tatuaje todavía estaba roja y parecía sensible.
—Tú... ¿te hiciste un nuevo tatuaje?
—Sí. —Aiden se rió entre dientes.
—Por... ¿por mí?
—Sí, por ti. ¿Cuántas Chloes crees que conozco?
Estaba sorprendida y honestamente no sabía cómo responder.
—El viaje en kayak fue nuestra primera cita real —explicó Aiden—. Te
gustaba tanto aquella concha y ahora cada vez que veo una, pienso en ti. Pensé
que quedaría bien.
Tragué saliva, pero las palabras no se formaban.
270 —¿Te gusta? —preguntó con nerviosismo.
Arranqué mis ojos del diseño y miré arriba hacia su rostro.
—Me encanta —susurré—. Es hermoso.
Aiden se dio la vuelta, dejando caer su camiseta antes de estirar la mano
y ahuecar la parte de atrás de mi cuello. Se inclinó cerca de mí y me susurró
al oído:
—Eres hermosa.
Envolví mis brazos alrededor de su cuello y lo besé.
—Te amo, Aiden Hunter.
—También te amo, Chloe Allison.
Y con eso, todo comenzó a encajar en su lugar.
Epílogo
—¿D
ónde guardas el rallador de queso? —le pregunté
a Aiden.
—En el cajón superior, junto a la estufa.
—¡Lo encontré!
Vivir con Aiden era fantástico. Tratar de trabajar en su cocina no tanto.
No tenía ni idea de cómo había organizado originalmente el lugar, si era
que se le podía llamar organizado en absoluto, pero no era capaz de encontrar
nada sin preguntarle a Aiden dónde estaba escondido. Tenía sartenes donde
yo pondría los platos, toallas donde deberían estar los cubiertos y especias
que se suponía que estaban en el garaje en un estante cerca de la puerta.
El mudarse a la casa de otra persona era como un reto. Como si no
271 hubiera habido suficientes cajas antes, ahora todas los mías se añadían a la
mezcla. Al menos la habitación que Aiden había despejado para mí por fin
estaba tomando la forma de una habitación de invitados. Había un montón de
espacio para mi estantería, y mis súper heroínas tenían una gran vista al
Atlántico. Mamá llegaría de visita en un par de horas. Mo y Lo seguían
viniendo cuando teníamos que mover muebles pesados o cajas. Aiden todavía
no tenía permitido hacer nada extenuante, y la sala de pesas estaba sin usar.
Afirmaba que estaba perdiendo sus ganancias, lo que fuera que eso
significara.
—Bien, ahora ¿dónde está el queso? —Metí la cabeza más
profundamente en el refrigerador, pero no apareció ningún queso
mágicamente. Cuando Aiden no respondió, entré a la sala de estar.
Estaba en el suelo, recostado en el sofá, con una caja grande a su lado
llena de juguetes con los que Cayden había jugado. Justin había fijado una
meta: que Aiden revisara una caja por semana, pero no había estado
haciéndolo muy bien con esa tarea. El proceso no parecía molestarle, pero
tenía un recuerdo para cada artículo que encontraba. Usualmente decidía que
necesitaba guardarlo todo y terminaba poniendo todo en la caja otra vez.
Aun así, era un comienzo.
—¿Aiden? —dije de nuevo—. ¿Dónde está el queso?
Dejó caer una figura de acción de las Tortugas Ninja Mutantes
Adolescente de vuelta a la caja y me miró con una expresión en blanco.
—¿Qué? —preguntó.
Me arrodillé junto a él.
—¿Estás bien? —pregunté.
Aiden metió la mano en la caja y sacó una estatuilla de plástico de
Batman.
—Supongo —dijo poco convincentemente—. Sólo estaba pensando.
—¿En qué?
—De hecho, en mi mamá. —Me miró—. Nunca conoció a Cayden.
—Oh. —No estaba segura de cómo responder, así que me senté a su lado
y puse mis brazos alrededor de sus hombros.
—Estaba... bueno, como que estaba pensando en llamarla.
—¿Ah, sí?
272 —Sí, Justin y yo lo hablamos ayer. Lo que pasa es que no tengo ni idea de
qué decirle.
—Tal vez podrías comenzar con un hola —sugerí.
—Sí, eso es lo que él dijo. —Aiden descansó su cabeza en la parte
superior de la mía—. Sólo que no parece suficiente. No he hablado con ella en
ocho años.
—Eso hace que sea difícil —concedí—. Sin embargo, no es imposible.
Creo que marcar el número podría ser la parte más difícil.
—Sí, lo es. —Levantó su cabeza y puso la estatuilla en la caja—. ¿Qué me
estabas preguntando antes?
—Estaba tratando de encontrar el queso —dije, recordándolo.
—Creo que ya usé lo último que quedaba.
—¡Ugh! —Suspiré, poniéndome de pie—. Supongo que iré a la tienda
entonces.
—Está bien —dijo Aiden—. Hay algunas cosas que necesitamos, así que
hice una lista. Está en baño.
—¿En el baño? —Crucé mis brazos mientras miraba fijamente a Aiden.
—Sí, es un gran lugar para pensar.
—¿En comida?
—Bueno... ¡sí! Quiero decir, es el fin lógico, ¿no?
—No estás bien de la cabeza.
—¡Nunca dije que lo estuviera! —Sonrió cuando levanté mis manos con
exasperación y fui a buscar la lista.
Con mi bolso en mano, subí al jeep y me dirigí al supermercado. Conducir
el monstruoso vehículo había sido un desafío al principio, pero me estaba
acostumbrando. Solamente no tenía el radio al que estaba acostumbrada, y
seguía golpeando las esquinas.
Después de estacionarme exitosamente la primera vez, me dirigí al
interior. Miré la lista mientras el carrito que había elegido se tambaleaba por
el pasillo sobre una rueda mala. Probablemente debería haberlo regresado y
elegido otro, pero quería volver con Aiden lo más rápido posible. Aún no
estaba del todo sano y no me gustaba dejarlo solo por mucho tiempo.
Recogí calabacín, champiñones, espinacas para una ensalada, y más
huevos. Maldita sea, Aiden comía una gran cantidad de huevos. Pasta de
273 dientes estaba en la lista, así que me dirigí a la sección de farmacia del
supermercado. Había un cepillo de dientes verde justo como el que Aiden me
había conseguido el primer día, y eso me hizo sonreír.
Miré a mí alrededor, preguntándome si necesitábamos algo más. Ni
siquiera estaba segura de dónde guardaba Aiden el papel higiénico, pero
pensé que debería comprar un poco. Los hombres no parecían abastecerse de
las mismas cosas que las mujeres.
Entonces me detuve.
¡Alarma!
Me concentré en la pantalla delante de mí y sentí que mi corazón subía a
mi garganta. Silenciosamente, conté. ¿Había sido el quinto día del mes? ¿El
sexto? Ya habían pasado casi dos semanas desde que me había mudado
oficialmente... ¿qué día era hoy? No, espera... eso fue el mes pasado, no este
mes. Este mes fue... fue...
Oh, mierda.
Dejando el carrito en el pasillo, me acerqué al mostrador de la farmacia
y tomé una pequeña caja azul y blanca. La compré y me dirigí directamente al
baño.
Para el momento en que salí del baño, mi carrito había desaparecido y
tuve que hacer todas las compras otra vez.
Fin
Sobre la Autora
Shay Savage
Siempre buscando una trama y
personajes que caigan fuera de lo normal,
las historias de Shay Savage tienen el
hábito de evocar algunas emociones
extremas de los fans. Ella misma se
enorgullece de los argumentos que son
impredecibles y le encanta escuchar
cuando una historia no toma el camino
asumido por sus lectores. Con un fuerte
interés en la psicología, Shay quiere
adentrarse en los oscuros recovecos del
278 cerebro de su personaje, y
definitivamente hay alguna oscuridad
debe ser encontrada. Aunque el viaje a
menudo es difícil, si puedes esperar suficiente tiempo no te arrepentirás del
paseo. Posiblemente no siempre te gusten los personajes o las cosas que
hacen, pero ciertamente los entenderán.
Shay Savage vive en Ohio con su esposo y dos hijos. Ella es una gran
aficionada al fútbol, ama las vacaciones cerca del mar, goza de la ciencia
ficción en todas sus formas y adora todo el estímulo recibido de quienes han
disfrutado de su trabajo.
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