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Huajcho

Versión bilingüe Quichua-Castellano


Clemente Di Lullo
2014
Traducción al quichua por Héctor René Tévez

Prólogo a la versión en quichua

Los caminos de la escritura


Por Jorge R.Alderetes

La generosidad del autor y de su traductor, de invitarnos a prologar la versión en


quichua de este libro, nos permiten acceder a los manuscritos de la primera novela que
será publicada, en esta lengua amerindia, en la República Argentina. La quichua, como
la llaman los quichuistas, por ser una lengua de transmisión predominantemente oral, no
posee demasiada literatura expresada en forma escrita. Se pueden encontrar antiguas
oraciones, poesía tradicional anónima y de algunos autores conocidos, letras para
música, relatos orales recopilados, obras de teatro, folletos y proclamas y también
traducciones al quichua de textos bíblicos, canciones y poesías.
En el 2004, Mario Cayetano Tebes y Atila Karlovich, reunieron en la antología
Sisa Pallana, una parte significativa de esa literatura. Allí pueden encontrarse los
nombres de Antonio Sosa, Vicente Salto y Aldo Tévez como representantes del género
poético, de Carlos Maldonado en teatro, de Sixto Palavecino en letra para música y los
de numerosos cuentistas. Además, en dicha antología se reúnen algunas traducciones
del castellano al quichua, de diferentes géneros, pero faltaba la novela. Y es que no
había, hasta el presente, ningún antecedente de un texto escrito en quichua de este
género.
Es a Héctor René Tévez, conocido entre sus amigos por el sobrenombre de
“Corocho”, quichuista oriundo de San Felipe, Departamento Figueroa, a quien le cabe la
responsabilidad de realizar la traducción de esta obra de autoría de Clemente Di Lullo.
Para quienes, por razones académicas o laborales, hemos tenido que lidiar con la
lectura de textos en castellano, traducidos de alguna otra lengua, rápidamente
advertimos el origen del problema de algunas traducciones: el traductor es hablante
materno de la lengua destino pero no de la lengua origen, En este caso, Héctor René
Tévez corre con la ventaja de ser hablante materno en ambas lenguas, quichua y castilla.
La traducción es un proceso complejo, difícil, que requiere de mucha creatividad
y con un alto grado de competencia en las lenguas involucradas. Héctor René Tévez no
solo posee esas virtudes, sino que además es un entusiasta de la traducción. Prueba de
ello es su participación en la compilación “José Luis Sampedro en mil y una lenguas”
publicada en el 2012 por la Universidad Complutense de Madrid y realizada en
homenaje a Sampedro, escritor, humanista y economista español que abogó por una
economía «más humana, más solidaria, capaz de contribuir a desarrollar la dignidad de
los pueblos» y que falleciera recientemente en abril de 2013.
En la tarea de pasar un texto de un idioma a otro, las soluciones para la
traducción no son únicas y esto es especialmente cierto cuando el idioma destino es una
lengua de transmisión casi exclusivamente oral. Además, se necesita un buen manejo
del código escrito y Héctor René Tévez con su paso, primero por los cursos de
Domingo A.Bravo y luego por la Diplomatura en Lengua Quichua en la UNSE, posee
los recursos técnicos necesarios para encarar un trabajo que no tiene precedentes: la
traducción de un texto del género novelesco.
No sabemos si la novela tiene algunos elementos autobiográficos, pero la
minuciosidad del relato nos lleva a pensar que el autor volcó gran parte de sus recuerdos
personales en esta obra y Héctor René Tévez ha sabido captar esos matices.
Agradecemos al autor Clemente Di Lullo, la decisión de editar una versión
bilingüe de su obra. Se trata de un gesto de alto valor simbólico que tiene una gran
importancia en la ciclópea tarea de revitalización de la lengua vernácula.
En la República Argentina, la imposición de la castilla como única lengua oficial
es el símbolo de una ideología que ha conducido a la exclusión social y cultural de
aquellos ciudadanos que conservan las tradiciones de los pueblos originarios de
América. Así, en manos de la sociedad dominante, la lengua –vector del patrimonio
inmaterial– se transforma en una herramienta de poder y permite establecer desigualdad
entre los habitantes de un mismo país. Las lenguas vernáculas, consideradas como
lenguas de estatus inferior, se hallan en peligro de extinción y sus hablantes constituyen
grupos marginados social y económicamente, de allí la necesidad de plantear estrategias
para confrontar con la cultura dominante, que desprestigia y excluye las culturas
ancestrales.
Mientras la castilla es una lengua escrita y ocupa un lugar preponderante en el
sistema educativo, la supervivencia de la quichua depende primordialmente de la
transferencia que hacen los padres en el hogar a través de la educación infantil.
Es así como la castilla es la lengua excluyente utilizada para alfabetizar a los
niños santiagueños, no interesa cuál sea su lengua materna y su cultura; el sistema
educativo sólo busca la unificación lingüística y cultural. Deberíamos ponernos en la
piel de los otros y vernos como miembros de una comunidad que corre el peligro de ver
amordazada su lengua: limitada al ámbito familiar, reducido progresivamente su
territorio, cerradas las puertas de los poderosos medios de comunicación.
Al hallarse en una situación diglósica con la castilla –esto es, con estatus
diferentes–, la quichua está restringida a dominios de menor orden, y por lo general es
estigmatizada por la población hispanohablante. Debido a ello, el quichuista tiende a
internalizar esta actitud negativa y se inhibe de usar su idioma en muchas situaciones
sociales, para evitar el estigma asociado al hablarlo. De allí la necesidad de aumentar el
prestigio de la quichua también ante la sociedad dominante y esto sólo ocurrirá cuando
logre aumentar su estatus en dominios de relevancia, como el sistema educativo, los
medios de comunicación e información, y en la producción literaria. De allí también la
importancia del gesto de Di Lullo y de la actitud positiva de Tévez, de sumar una nueva
obra a la literatura bilingüe santiagueña.
Todos sabemos que la producción literaria no parece tener mayor peso en la
comunidad vernáculohablante y que particularmente en el medio rural tiene muy poca
relevancia, pero sí puede, en cambio, elevar el estatus de la lengua frente a la sociedad
dominante. Y una consecuencia de ese cambio de estatus de la lengua, es la valoración e
incremento de la autoestima de sus hablantes, lo cual a su vez también puede incidir
favorablemente en el proceso de transmisión intergeneracional. Además, uno de los
parámetros con que se mide la vitalidad de una lengua, es precisamente la posibilidad de
realizar traducciones de obras universales. Al incorporar a la novela como uno de los
géneros traducibles, Tévez y Di Lullo abren un nuevo y auspicioso camino, saliendo al
cruce de quienes creen que la quichua es un agónico exponente de un folklore en
extinción.

Jorge R.Alderetes

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