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TUMORES CEREBRALES

Acad. Dr. Gerardo Guinto Balanzar

GENERALIDADES

Como en cualquier parte del organismo, los tumores del sistema nervioso se

pueden clasificar en primarios y secundarios o metastásicos. En general, los tumores

metastásicos son más frecuentes, sin embargo, en los servicios de Neurocirugía se

atienden mucho más tumores primarios, dado que es en ellos en donde se pueden

ofrecer mayores opciones terapéuticas.

Los tumores del sistema nervioso también se pueden clasificar como benignos y

malignos, lo cual no siempre tiene una connotación pronóstica, sino es exclusivamente

basado en la imagen histológica. Los tumores benignos son aquellos en los que se

puede identificar plenamente la línea celular que los originó, mientras que en los

malignos no es posible establecer ello. Sin embargo un tumor benigno no siempre

tendrá una evolución favorable, como tampoco un tumor maligno una evolución

desfavorable en todos los casos. Consideremos por ejemplo un tumor en el tallo

cerebral. Los más comunes aquí son los astrocitomas, que son histológicamente

benignos, pero por su localización, el resultado clínico es desfavorable en la mayoría

de los casos. Por otro lado un meduloblastoma, que histológicamente se considera

maligno, con frecuencia puede ser extirpado en su totalidad, por lo que el pronóstico,

en muchos casos no es tan desfavorable. Es por ello que se prefiere emplear los

términos de tumores bien diferenciados e indiferenciados o anaplásicos, para

especificar que es estrictamente con base en los hallazgos histológicos.

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El diagnóstico en la mayoría de los casos se sospecha desde las

manifestaciones clínicas, pero es indispensable realizar algún estudio de imagen. La

tomografía computada (TAC) representa el principal método de escrutinio, que se

realiza en aquellos pacientes en quienes se sospecha que tienen una neoplasia del

sistema nervioso. Su utilidad radica en que tiene un costo accesible y que puede

realizarse prácticamente a cualquier paciente. Sin embargo, para obtener más detalles

respecto a la lesión, así como una mayor información del tejido circundante, sin lugar a

dudas es la imagen por resonancia magnética (IRM) la que proporciona más datos. Las

limitantes de este estudio son, su elevado costo y el que no puede realizarse en

aquellos pacientes que presentan dispositivos metálicos magnéticos (como

marcapasos o prótesis). La angiografía, considerando que se trata de un estudio de

mayor invasión, se indica solamente en aquellos casos donde la vascularidad obliga a

realizar un análisis más profundo del árbol vascular o bien si se considera un

procedimiento de embolización para reducir el posible sangrado de la lesión durante la

cirugía.

El manejo de la mayoría de los tumores del sistema nervioso es múltiple, donde

la cirugía ocupa un lugar preponderante. Es innegable que en la mayoría de ellos, si se

tiene un buen resultado quirúrgico, el pronóstico mejora notablemente. Por otro lado,

los esteroides juegan un papel muy importante en el manejo inicial dado que, tomando

en cuenta que en la mayoría de los tumores se desencadena un edema vasogénico,

los esteroides tienen un efecto muy favorable4. Los esteroides controlan el edema que

se presenta en torno a las neoplasias, por lo que mejoran los síntomas pero, en la

mayoría de los casos no atacan el tumor. La mejoría de los síntomas en ocasiones

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llega a ser tan marcada, que algunas veces los pacientes ya desisten de continuar con

el tratamiento.

La mayoría de los tumores anaplásicos tienen que ser sometidos a otras

modalidades terapéuticas como la quimioterapia y la radioterapia, mismas que en la

actualidad han presentado grandes avances, con el desarrollo de nuevos fármacos que

son más tolerados por los pacientes y que se administran por vía oral. Asimismo,

mediante la planeación de campos más selectivos de energía radiante, atacando

solamente la lesión tumoral y respetando el tejido circundante. Cabe mencionar

también aquí a la radiocirugía, que es un método que consiste en la aplicación de altas

dosis de radiación enfocadas en un punto por métodos estereotácticos3. Con ello se

logra incrementar la dosis de energía radiante, pero sin dañar el parénquima sano de la

vecindad. Esta modalidad de radiación se aplica en particular a tumores benignos, que

miden menos de 3 cm de diámetro, particularmente si se localizan en regiones de difícil

acceso o si los pacientes presentan alguna condición concomitante que eleve el riesgo

de una cirugía.

La mejor manera de analizar los tumores del sistema nervioso es siguiendo los

parámetros para su clasificación que propone la Organización Mundial de la Salud. De

acuerdo a esta, se analizan cada una de las lesiones por el tejido que los originó, y es

como serán analizados en este informe.

GLIA

Un tumor originado en las células gliales se le conoce genéricamente como

glioma. Existen entonces tres variedades de este, así como existen tres variedades de
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células gliales a saber: astrocitomas (originados en los astrocitos), oligodendrogliomas

(cuyo origen son los oligodendrocitos) y ependimomas (que se originan en las células

ependimarias. La contraparte anaplásica de estos tumores se denomina glioblastoma

multiforme (GM).

ASTROCITOMA

Tienen una frecuencia del 10 al 15% de los tumores primarios cerebrales, se

localizan sobre todo en la región fronto-temporal y el cuadro clínico está dominado por

cefalea, crisis convulsivas y signos de hipertensión endocraneal. El tratamiento es

eminentemente quirúrgico (figura 1).

Figura 1.- TAC contrastada que muestra la presencia


de una tumoración homogénea en la región frontal
derecha que resultó ser un astrocitoma.

OLIGODENDROGLIOMAS

Representan del 4 al 5% de los tumores primarios cerebrales, se localizan

predominantemente en la región frontal y son de lento crecimiento, lo que hace que con

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frecuencia presenten calcificaciones. Clínicamente se caracterizan por el alto índice de

de crisis convulsivas que ocasionan, debido al crecimiento lento.

EPENDIMOMA

Presentan una frecuencia del 5%, encontrándose especialmente en la población

pediátrica. Tienen dos sitios predominantes de localización: el cuarto ventrículo (es

decir la fosa posterior) y la médula espinal (en especial en la región lumbo-sacra). El

cuadro clínico depende de su localización así, cuando se ubican en la fosa posterior,

con frecuencia ocasionan hidrocefalia y/o un síndrome cerebeloso, mientras que en la

médula espinal se caracterizan por generar dolor y/o paraparesia.

GLIOBLASTOMA MULTIFORME

Como ya se mencionó, representan la contraparte maligna de los gliomas, sin

embargo, no es una condición obligada que un GM se origine en un glioma. De hecho,

se puede afirmar que la mayoría de los GM nacen “de novo” y no es posible saber la

célula glial específica que los originó. Su frecuencia de aparición es del 20%, por lo que

representan los tumores más comunes de la serie glial. Su localización predominante

es en la región fronto-temporal (figura 2) y el cuadro clínico está dominado por datos de

hipertensión endocraneana, dado que presentan un elevado índice de crecimiento. El

tratamiento se inicia con la extracción quirúrgica de la tumoración, lo más amplio

posible, ya que de eso dependerá principalmente el pronóstico. En los últimos años, ha

habido un gran desarrollo en la quimioterapia, particularmente para esta variedad

tumoral, dado que el uso de la temozolamida, ha logrado casi duplicar la esperanza de

vida en estos pacientes, además de que es un medicamento ampliamente tolerado y de

fácil dosificación. Sin embargo, aún con todos los avances, la sobrevida promedio en el

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GM es de 12 a 24 meses, siendo inversamente proporcional a la edad de diagnóstico y

directamente proporcional al grado de resección quirúrgica inicial de la lesión.

Figura 2.- TAC contrastada que muestra una imagen


sugestiva de un GM en la región fronto-temporal derecha.

TUMORES DE ORIGEN MESODÉRMICO

Si bien, la gran mayoría del sistema nervioso se origina del ectodermo, existen

tejidos que se originan en el mesodermo y que también pueden ser origen de

tumoraciones. Los dos tejidos mesodérmicos más susceptibles de presentar neoplasias

en el sistema nervioso son las meninges y los vasos.

MENINGIOMA

Representan en 25% de las neoplasias primarias del sistema nervioso, lo que los

convierte en los tumores primarios diagnosticados con mayor frecuencia. Se originan

en las células aracnoideas, pero muchos de ellos se adhieren firmemente a la

duramadre; de hecho, se ha demostrado que en esta membrana meníngea existen

también células tumorales. Además, muchos de estos tumores se encuentran

adyacentes al hueso, al que le provocan un crecimiento tumoral o hiperostosis, que


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también se ha demostrado que, en la mayoría de los casos, se trata de invasión

tumoral. Existe una mayor predisposición en el sexo femenino para la aparición de

estos tumores, dado que se les ha demostrado una base hormonal en algunos de ellos.

Por muchos años, se creía que eran los estrógenos los que condicionaban una mayor

predisposición para estas neoplasias, sin embargo, en la actualidad se sabe que con

mayor frecuencia es la progesterona la hormona que se ha relacionado más con la

génesis de estas lesiones. Por otro lado, también se les ha relacionado con una base

genética, ya que se ha demostrado que en muchas de las pacientes que presentan

meningiomas, se les han encontrado alteraciones en el código genético del brazo corto

del cromosoma 22.

Los meningiomas presentan tres sitios de localización más frecuentes:

parasagitales (es decir en contacto con la línea media o la hoz del cerebro), de la

convexidad y de la base del cráneo. En cuadro clínico dependerá sobretodo de su

localización así, los meningiomas parasagitales y de la convexidad, se caracterizarán

por crisis convulsivas y signos focales, así como datos de hipertensión endocraneal en

fase tardía. Los tumores de la base del cráneo dan pocos síntomas en un inicio 2, lo que

provoca que en ocasiones alcancen grandes dimensiones cuando se diagnostican

(figura 3). La base del tratamiento de los meningiomas es la cirugía, misma que, para

disminuir el riesgo de recidiva, deberá incluir la extirpación no solamente de la

tumoración, sino de la duramadre y el tejido óseo adyacente, en lo que se conoce como

extirpación radical de la lesión. En los casos donde no puedan ser extirpados en su

totalidad, o bien las condiciones clínicas del paciente no permiten realizar una cirugía

radical, se podrá aplicar la radiocirugía, siempre y cuando el tumor no sobrepase los 3

centímetros de diámetro.

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Figura 3.- IRM en fase T1 contrastada que muestra un gran
meningioma de la base del cráneo. Obsérvese cómo la
lesión se encuentra infiltrando la silla turca y el seno
cavernoso del lado derecho y muestra además un
crecimiento hacia el ventrículo lateral derecho.

HEMANGIOBLASTOMA O HEMANGIOPERICITOMA

Se denomina así al tumor originado en los vasos sanguíneos del encéfalo. Es

realmente un tumor raro, dado que se presenta con una frecuencia del 1.5 al 2.5% de

los tumores primarios. Aproximadamente el 10 al 15% de los tumores se encuentran en

asociación con la enfermedad de von Hippel-Lindau. Esta entidad tiene un patrón

hereditario autosómico-dominante y forma parte de las denominadas facomatosis y se

caracteriza por la aparición de hemangioblastomas simultáneamente, tanto en el

cerebelo como en la retina. Una peculiaridad de esta neoplasia es que con frecuencia

se asocia a policitemia, en especial en los casos asociados a von Hippel-Lindau, dado

que, se ha demostrado que las células que conforman este tumor producen una

sustancia parecida a la eritropoyetina. El tratamiento es particularmente quirúrgico y si

se logra extirpar totalmente la parte sólida de la tumoración, no es necesario aplicar

otra forma de manejo adyuvante y el riesgo de recidiva es extremadamente bajo. En

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caso de que el tumor vuelva a aparecer, es necesario re-operar y ahora sí, someter al

paciente a radioterapia complementaria.

ENVOLTURAS NEURALES

El sistema nervioso periférico presenta una serie de elementos que se encargan

de envolver a los nervios con el fin de aislarlos y protegerlos. Una primera capa está

formada por una sustancia denominada mielina, que es producida por las células de

Schwann. Además, el tejido conectivo forma otra(s) capa(s) que subdividen a un nervio

en fascículos y que constituyen el endoneuro, perineuro y epineuro. De esta manera, a

los tumores formados exclusivamente por las células de Schwann se les denomina

schwannomas, mientras que, si el tumor está formado, además de estas células, por

los fibroblastos que conforman el tejido conectivo circundante, la tumoración se

denominará entonces neurofibroma.

SCHWANNOMA

Se conoce también como neurinoma o neuroma y se puede localizar en

cualquier nervio, pero especialmente se ubica en los nervios craneales sensitivos, de

los cuales, la porción vestibular del octavo nervio craneal representa el origen más

común. El schwannoma vestibular se encuentra con una frecuencia aproximada del 6%

de las neoplasias primarias del sistema nervioso y su localización es a nivel del ángulo

pontocerebeloso; de hecho, es la tumoración más comúnmente diagnosticada en esta

región anatómica (figura 4). La mayor parte de ellos se presentan en forma espontánea

y solo una minoría se relaciona con la neurofibromatosis de tipo II, donde tienden a ser

bilaterales. El cuadro clínico está dominado por síntomas auditivos en fases iniciales,
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es por ello que por muchos años, erróneamente se les conocía como “neurinomas del

acústico”. Los síntomas inician con acúfenos o tinitus y posteriormente se presenta

hipoacusia progresiva hasta la anacusia. Son de lento crecimiento, lo cual explica el por

qué, a pesar de encontrarse en la proximidad de otros nervios craneales (como el

facial, el abducens, y el trigémino), los pacientes no presentan signos o síntomas de

afección de estos nervios. Cuando el tumor crece, empieza a dar manifestaciones tanto

vestibulares como cerebelosas y es entonces que los pacientes refieren vértigo,

inestabilidad para la marcha, lateropulsión e incoordinación motora.

Figura 4.- IRM en fase T1 contrastada que muestra una


imagen típica de un schwannoma vestibular ubicado en el
ángulo ponto-cerebeloso del lado izquierdo.

El tratamiento de los schwannomas vestibulares idealmente es quirúrgico. El

riesgo más alto al realizar una cirugía de extirpación de un schwannoma vestibular es

el afectar la función del nervio facial10. Tomando en cuenta que esta tumoración es

altamente susceptible a la radiocirugía, en la actualidad se acepta que en casos de

tumoraciones menores de 3 centímetros, se proponga inicialmente esta opción

terapéutica en un intento de preservar la función facial. Si bien la radiocirugía no hace

desaparecer el tumor, logra detener su crecimiento o, al menos enlentecerlo.


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NEUROFIBROMA

Se localiza predominantemente en los nervios periféricos y, con frecuencia se

relaciona con la neurofibromatosis de tipo I. Como la mayoría de ellos tiene una base

genética, se recomienda extirpar solamente aquellos que den signos o síntomas que

alteren la calidad de vida de los pacientes.

ORIGEN NEURONAL

Las neuronas también, en raras ocasiones, pueden degenerar en tumores. A las

neoplasias formadas por neuronas bien diferenciadas se les denomina neurocitomas o

gangliocitomas. A las que se originan en neuronas indiferenciadas se les conoce como

neuroblastomas y finalmente, la combinación de ambas opciones, es decir a un tumor

formado tanto por neuronas bien diferenciadas como anaplásicas se le denomina

ganglioneuroblastoma.

Dentro de este grupo de tumores de origen neural, una mención especial debe

hacerse con el meduloblastoma. En un inicio se pensaba que esta neoplasia se

originaba en uno de los velos medulares del cerebelo (de ahí su nombre), sin embargo,

en la actualidad se sabe que se origina en la capa de células granulosas de la corteza

cerebelosa. El meduloblastoma se presenta con una frecuencia entre el 4 y el 10% de

los tumores primarios del encéfalo, pero su frecuencia se duplica en la edad pediátrica.

El cuadro clínico clásico se caracteriza por datos de hipertensión endocraneana

asociados a un síndrome cerebeloso. En los adultos tiende a localizarse hacia alguno

de los hemisferios del cerebelo, mientras que en los niños se localiza con mayor

frecuencia en el vermis. El tratamiento es quirúrgico, debiendo resecar la totalidad de la


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tumoración, así como un margen de tejido cerebeloso circundante. Considerando que

el cerebelo es un tejido muy “noble”, dado que permite realizar grandes extirpaciones

con un mínimo de daño funcional, los meduloblastomas, a pesar de ser tumoraciones

anaplásicas, en ocasiones llegan a tener un pronóstico favorable. Pero aún y cuando

se logre una extirpación macroscópica radical de la tumoración, siempre será necesario

someter a los pacientes a tratamiento adyuvante con base en radioterapia y

quimioterapia. Además, son los tumores que con mayor frecuencia presentan implantes

o siembras tumorales por el líquido cefalorraquídeo, es por ello que la radioterapia

debe incluir a todo el eje cerebro-espinal. Es además importante agregar que, como

son tumoraciones que con frecuencia ocasionan hidrocefalia, la mayoría de los

pacientes son sometidos a una derivación ventrículo-peritoneal antes de la extirpación

del tumor. El médico deberá estar entonces alerta ante la elevada frecuencia con que

se llegan a encontrar implantes tumorales en el peritoneo.

TUMORES ORIGINADOS EN RESTOS EMBRIONARIOS

Como ya se ha mencionado, la mayor parte del sistema nervioso procede del

ectodermo, pero pueden existir tumores originados en otras capas embrionarias o bien,

en los inductores del crecimiento ectodérmico.

CÉLULAS GERMINALES

Al tumor del sistema nervioso que se origina en las células germinales se le

denomina germinoma. Este se diagnostica con mayor frecuencia en niños y presenta

dos sitios predominantes de localización a saber: la región pineal y la región

hipotalámica. Los germinomas representan la variedad histológica más frecuentemente


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encontrada en la región pineal y, el cuadro clínico cuando aquí se localizan, está

caracterizado por hidrocefalia y alteraciones en la realización de los movimientos

oculares conjugados, en especial una parálisis de la supraversión, lo que se conoce

como signo de Parinaud. Cuando los tumores se localizan en la región hipotalámica,

las manifestaciones clínicas estarán dominadas por alteraciones endócrinas, tales

como: retraso en la aparición de los caracteres sexuales secundarios, diabetes insípida

o pan-hipopituitarismo. Los germinomas son tumoraciones altamente radiosensibles, de

hecho se consideran como los tumores primarios que mejor respuesta a la radioterapia

presentan. Es por ello que, el tratamiento se basará en la realización de una biopsia

diagnóstica y la aplicación de radiaciones ionizantes. No es necesario someter a los

pacientes a un alto riesgo intentando realizar una extirpación radical de la tumoración.

BOLSA DE RATHKE

A los tumores que se originan en este inductor embrionario se denominan

craneofaringiomas. Son tumores histológicamente benignos, localizados también en la

región hipotalámica. Tienen dos picos de mayor presentación; el primero de ellos

ocurre entre los 5 y 15 años, mientras que el segundo entre los 40 y 50 años de edad.

El cuadro clínico está dominado también por alteraciones hipotalámicas asociadas a

algún déficit visual, en especial siguiendo un patrón de afección campimétrica

quiasmática (hemianopsia bitemporal). En condiciones ideales, el tratamiento deberá

ser la extirpación quirúrgica total de la tumoración 11, sin embargo, debido a su

localización en contigüidad con el hipotálamo, esto se consigue solo en muy raras

ocasiones. Es por ello que los pacientes con mucha frecuencia tienen que ser

sometidos a radioterapia complementaria. En las lesiones quísticas se ha llegado a

emplear la braquiterapia, que consiste en la aplicación de semillas radiactivas en el

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interior de la cavidad tumoral, a fin de que se efectúe una radiación del tumor de

adentro hacia afuera, con lo cual teóricamente, se minimiza el daño a las estructuras

neurales circundantes.

NOTOCORDA

A los tumores que se originan en este inductor embrionario se denominan

cordomas. Se trata de tumores realmente raros, dado que se presentan con una

frecuencia del 0.1%. Se localizan predominantemente en la columna vertebral, en

especial en el sacro, pero también se pueden localizar en el cráneo, a nivel del clivus,

es decir, en la articulación del cuerpo del esfenoides con la apófisis basilar del occipital.

El cuadro clínico dependerá de su localización así, en el sacro el síntoma dominante es

el dolor, mientras que en el clivus es la afección de nervios craneales, particularmente

el sexto, dado que es el que presenta un trayecto más largo por esta estructura ósea.

Se consideran tumores malignos de lento crecimiento y su tratamiento consiste en

realizar una extirpación quirúrgica lo más amplio posible que idealmente debe incluir el

tejido óseo circundante, lo cual se logra solamente en una minoría de los casos5. Los

pacientes tienen que ser sometidos a altas dosis de radioterapia adyuvante pero, en

condiciones ideales, esta radioterapia debería ser con partículas pesadas, pero hasta el

momento, no contamos en nuestro país con esta variedad radioterapéutica.

TUMORES ORIGINADOS EN LAS CAPAS EMBRIONARIAS

El ectodermo, es la capa embrionaria que simultáneamente formará la piel y el

sistema nervioso. En algunos pacientes suele suceder que, células del ectodermo

destinadas a formar la piel migren en conjunto con el ectodermo que va a formar el

sistema nervioso. Estas células del ectodermo de la piel, que se quedan atrapadas en

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el ectodermo del sistema nervioso pueden degenerar en tumores. Al tumor que se

origina en este tejido ectodérmico se le denomina tumor epidermoide. Muchos autores

no consideran a esta lesión propiamente como un tumor sino como un quiste, dado que

no se forma por la multiplicación de las células, sino que se trata de un conjunto de

células epiteliales que se van ordenando para formar un quiste, mismo que se llena de

queratina formada por estas células ectodérmicas.

El quiste epidermoide se presenta con una frecuencia del 0.5 al 1.5% de las

neoplasias del sistema nervioso. Su localización más frecuente es en el ángulo

pontocerebeloso, donde ocasionan un cuadro clínico caracterizado predominantemente

por neuralgia del trigémino y, en fases tardías, un síndrome cerebeloso y datos de

hipertensión endocraneana por la hidrocefalia secundaria a la compresión del cuarto

ventrículo. Un dato clínico que se llega a observar con cierta frecuencia en estos

pacientes es lo que se conoce como meningitis química. Esta se caracteriza por la

aparición de signos y síntomas meníngeos pero en ausencia de un proceso infeccioso.

Es secundario al efecto irritativo que presenta la presencia de la queratina en el

espacio subaracnoideo. El tratamiento de este tumor es solamente quirúrgico, y la

extirpación debe centrarse en retirar no solamente la queratina que conforma el quiste,

sino predominantemente, las células epiteliales que forman la pared del tumor. Si no se

realiza esta extirpación, la recidiva tumoral es un hecho irremediable.

Cuando la tumoración está formada por elementos tanto del ectodermo como del

mesodermo, es decir que, además de queratina también contiene elementos de la

dermis (folículos pilosos, glándulas sebáceas), se denomina quiste dermoide.

Finalmente, si la tumoración está constituida por elementos de las tres capas

embrionarias (ectodermo, mesodermo, endodermo), por lo que ya contiene además

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cartílago y hueso, se llama entonces teratoma. Estos últimos dos tumores son casi

exclusivos de la población pediátrica.

SISTEMA LINFORRETICULAR

Los tumores originados en las células que conforman el sistema linforreticular o

fagocítico mononuclear se denominan linfomas. Como se sabe, en el sistema nervioso

central no existen vasos linfáticos, pero sí existe un sistema de defensa, integrado por

macrófagos que, originalmente se encuentran en la circulación general, pero que, ante

la presencia de un agente externo (bacteria, virus, parásito, hongo) en el sistema

nervioso, se activan y son capaces de atravesar la barrera hematoencefálica para

atacar a estos agentes agresores. Estas células inicialmente se consideraban dentro de

las células glialies que, por su pequeño tamaño, solía denominárseles como microglia.

Actualmente se sabe que forman parte del sistema inmune.

Los linfomas primarios del sistema nervioso representan las neoplasias que se

encuentran con mayor frecuencia en los casos de síndrome de inmunodeficiencia

adquirida (SIDA). Se caracterizan por lesiones que pueden ser únicas o múltiples, con

una localización subcortical, adyacentes al sistema ventricular. El cuadro clínico va a

depender de la localización específica de las mismas y el diagnóstico se sospecha por

su asociación con el SIDA. Se trata de tumoraciones que son altamente radio y

quimiosensibles, por lo que el manejo se caracteriza por la realización de una biopsia y,

una vez confirmado el diagnóstico, se procede a aplicar las terapias mencionadas. En

los linfomas primarios del sistema nervioso, se ha demostrado que los esteroides

pueden tener un efecto citotóxico, logrando en ocasiones hasta la desaparición de la

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tumoración. Este hecho ha generado que a estas neoplasias también se les conozca

como “tumores fantasmas”. Pero el efecto tumoricida de los esteroides es solamente

transitorio, por lo que el tumor vuelve a aparecer una vez se suspende el medicamento.

Por ello, no se recomienda el tratamiento de estas neoplasias únicamente con

esteroides8.

TEJIDOS ADYACENTES AL SISTEMA NERVIOSO CENTRAL

Existen una serie de tejidos que se encuentran adyacentes al sistema nervioso

central o bien que no se ubican en él, pero tienen su origen en el tejido cromafin de las

crestas neurales. Dos son los ejemplos tisulares que cumplen con estas características:

el tejido glómico y el hipofisario.

TUMORES GLOMICOS

El tejido glómico se localiza predominantemente en el cuerpo carotídeo y en el

golfo de la yugular. Se trata de células cuya función se resume en servir como

receptores para ciertos estímulos como la presión arterial (baro-receptores) o el

contenido iónico de la sangre (quimio-receptores). Estos tejidos también pueden ser

origen de neoplasias, que se denominan genéricamente como tumores glómicos,

quimiodectomas o paragangliomas. La localización más frecuente de esos entonces es,

a nivel del golfo de la yugular o del bubo carotídeo. El cuadro clínico se caracteriza por

el efecto de masa que los tumores ejercen sobre los tejidos circundantes,

predominantemente la afección de los nervios craneales bajos (IX, X, XI y XII), además

de que, en muchas ocasiones, producen sustancias que son agonistas adrenérgicos,

por lo que los pacientes suelen cursar con hipertensión arterial refractaria. El
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tratamiento es principalmente quirúrgico, lo cual en ocasiones es sumamente complejo,

dado que se trata de neoplasias con una irrigación muy elevada, que muestran además

una gran adherencia a los nervios antes mencionados.

ADENOMA DE HIPÓFISIS

Los adenomas hipofisarios representan del 13 al 15% de los tumores primarios

del encéfalo (figura 5). Desde el punto de vista funcional, pueden clasificarse en dos

grandes grupos1: si producen alguna sustancia que sea clínica o bioquímicamente

evidente se conocen como adenomas funcionantes, mientras que cuando no producen

esta se les conoce como silenciosos o no funcionantes. Los adenomas funcionantes

son los más comunes, dado que representan el 70%. Dentro de este grupo de tumores

activos, el 30% producen prolactina (PL), el 16% hormona de crecimiento (HC), el 8%

producen hormona adenocorticotrófica (ACTH), el 3% producen gonadotrofinas, el

0.5% producen hormonas tiroideas y el resto producen sustancias detectables por

pruebas bioquímicas pero clínicamente no presentan actividad demostrable.

Los prolactinomas son más comunes en mujeres, donde generan un síndrome

endócrino caracterizado principalmente por amenorrea y galactorrea, asociado a

infertilidad, pérdida de la libido y déficit visual. El tratamiento es eminentemente

médico, con base en agonistas dopaminérgicos como la bromocriptina y la cabergolina.

La cirugía se indica solo en aquellos casos que presenten un déficit visual rápidamente

progresivo o bien que no hayan respondido al manejo médico o que presenten

intolerancia al mismo, que son la minoría de los casos.

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Figura 5.- IRM corte sagital en fase T1 contrastada donde se
aprecia una imagen característica de un adenoma de
hipófisis.

Cuando un tumor que produce HC se presenta antes del cierre de las epífisis

ocasionará una enfermedad que se caracteriza por una gran estatura, por lo que se

denomina gigantismo. Cuando esta misma tumoración se presenta en la vida adulta, es

decir después del cierre de las epífisis, la enfermedad resultante se conoce como

acromegalia, dado que se caracteriza por el crecimiento de ciertas partes del cuerpo,

como las manos y los pies, así como la demarcación de ciertos rasgos faciales. En

ambos casos, el tratamiento ideal consiste en la extirpación quirúrgica de la

tumoración. Cuando esto no es posible, se puede recurrir al uso de los agonistas de la

somatostatina, con lo que se puede lograr un control satisfactorio de la enfermedad12.

A la presencia de una elevación de los niveles de ACTH secundaria a una

tumoración en la hipófisis se denomina enfermedad de Cushing, mientras que la

elevación de estos esteroides ya sea por una tumoración ubicada en otro sitio que no

sea el eje hipotálamo-hipófisis o bien por la administración exógena de ellos, se

denomina síndrome de Cushing. Al igual que la acromegalia, el tratamiento ideal de la

enfermedad de Cushing es la extirpación de la tumoración hipofisaria. En los casos en


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que esto no es posible, puede emplearse el antimicótico ketoconazol, que presenta

cierto efecto en el control de la enfermedad.

La gran mayoría de los adenomas no funcionantes tienen que ser operados,

particularmente cuando existen datos de compresión del sistema visual9. En estos

tumores, la vía que se emplea con mayor frecuencia es la trasnesfenoidal 7, dejando la

ruta transcraneal para los tumores gigantes6.

TUMORES SECUNDARIOS

El sistema nervioso central es también asiento frecuente de metástasis. En el

80% de los casos, las metástasis se localizan en la región supratentorial, mientras que

el 20% se ubica en la infratentorial. Esto tiene una relación directa con la circulación

encefálica, dado que la mayoría de ella procede del sistema carotídeo, principal fuente

del riego del encéfalo supratentorial.

En orden de frecuencia (decreciente), las metástasis más comunes del sistema

nervioso central proceden de tumoraciones primarias ubicadas en: pulmón, mama,

tracto urinario, tejido hematopoyético, tubo digestivo y piel. Sin embargo, analizados en

sentido inverso, es decir, la probabilidad relativa que determinado tumor primario

ocasione metástasis encefálicas es la siguiente: melanoma en el 49% de los casos,

pulmón en el 35%, mama 21% y tracto urinario 17%. Lo que sucede es que tanto el

cáncer pulmonar como el mamario son con mucho, más frecuentes que el resto de los

tumores mencionados.

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BIBLIOGRAFÍA

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