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Estando regulados hoy día tanto los derechos humanos como el DIH por el derecho
internacional, ambos sub-sistemas tienden en esencia a limitar o restringir las facultades
propias del estado que hacen a su soberanía. Esos límites a la soberanía estadual se
concentran en la necesaria protección del individuo frente a actos arbitrarios del estado
que menoscaben derechos de los individuos o que les infrinjan sufrimientos
innecesarios.
El DIH y las normas relativas a los derechos humanos se aplican durante situaciones
fácticas distintas. Los derechos humanos son exigibles en tiempo de paz, es decir que
sus normas son plenamente operativas en circunstancias normales dentro de un esquema
institucionalizado de poderes en el que el estado de derecho es la regla. El DIH se aplica
durante conflictos armados tanto de carácter interno como de carácter internacional. El
DIH es en esencia un derecho de excepción.
Los derechos humanos y el DIH tienen orígenes distintos. Los derechos humanos se
gestaron en el orden interno de los estados. Aparecen hoy día reconocidos en los
sistemas jurídicos nacionales, incluso con rango constitucional. Los derechos humanos
continúan siendo materia regida e implementada primordialmente por cada estado. A
partir de la segunda guerra mundial la comunidad internacional experimentó la
necesidad de controlar en el ámbito internacional a aquellos que en principio debían
garantizar la efectiva aplicación de los derechos humanos dentro de sus propias
jurisdicciones. En reiteradas ocasiones fue el propio estado quien, debiendo garantizar y
proteger los derechos y garantías de los individuos reconocidos en su jurisdicción
doméstica, terminaba siendo el violador sistemático de esos derechos.
Por su parte el DIH irrumpe en las relaciones entre estados durante la segunda parte del
siglo XIX como una respuesta de la comunidad internacional a los horrores de la guerra.
En este sentido el DIH nace y se desarrolla como un movimiento no politizado,
tomando distancia de las corrientes del pensamiento político en general. La necesidad
de limitar los sufrimientos innecesarios de los combatientes heridos y enfermos en el
campo de batalla fue el eslabón inicial de una cadena de protecciones acotadas a
categorías especificas de individuos afectados por los conflictos armados. La
incorporación de nuevas categorías de víctimas de los conflictos implicó una evolución
constante en cuanto a la ampliación del ámbito de aplicación personal del DIH. A los
heridos y enfermos en el campo de batalla le siguió en el tiempo la regulación de la
protección debida a los náufragos, luego la de los prisioneros de guerra y como
consecuencia de las traumáticas experiencias vividas durante la segunda guerra
mundial, finalmente se reguló la protección debida de la población civil afectada por
conflictos armados. Existen hoy día nuevas categorías especificas de personas
protegidas, como así también se protege dentro del DIH a determinados grupos de
personas vulnerables (mujeres, niños) dentro de situaciones de conflictos armados.
A partir de fines del siglo pasado, comienzan a codificarse las reglas consuetudinarias
relativas a los medios y métodos de guerra. Este conjunto de normas relativas a los
límites específicos impuestos a los estados beligerantes en cuanto a como hacer la
guerra, se conoció como el Derecho de La Haya.
Respecto a los alcances de unas y otras normas, existen situaciones que quedarían fuera
del ámbito de aplicación tanto de los derechos humanos como del DIH. Las lagunas
normativas que se producen en la práctica ante la falta de reglas que contemplen
novedosas situaciones que afectan a la persona humana en situaciones de conflictos
armados u otras situaciones de violencia interna consideradas como de riesgo potencial,
ponen de manifiesto un vacío normativo que requiere de un adecuado tratamiento por
parte de los estados tanto en el ámbito interno como internacional. En la actualidad, los
esfuerzos tendientes hacia una efectiva complementariedad de ambos sistemas no deja
de ser una preocupación eminentemente académica.
Los derechos humanos han sido definidos en principio como derechos universales e
indivisibles. Existe un grupo de derechos humanos que hacen a la esencia de la persona
humana.
Los derechos humanos esenciales han sido agrupados dentro de una categoría conocida
como derechos básicos de la persona humana. Son éstos los dere chos que conforman el
llamado núcleo irreductible de derechos de la persona humana ( hard core group ).
Estos derechos son los que en principio no están sujetos a suspención alguna, por lo
tanto el estado debe garantizarlos y respetarlos aun durante estados de emergencia,
incluyendo situaciones de guerra interna o internacional.
Pero estos derechos básicos que conforman el núcleo irreductible de los derechos
humanos, han sido asimismo reconocidos como parte esencial del DIH aplicable a los
conflictos armados.
El derecho internacional de los derechos humanos genera una relación directa entre el
estado y sus propios nacionales, o más genéricamente, con los individuos que se
encuentran dentro de sus jurisdicciones nacionales. El DIH, por su parte, obliga al
estado respecto a comportamientos debidos frente a los nacionales de otros estados, ya
sean esos otros estados beligerantes o neutrales.
En cuanto a la responsabilidad por violación por parte del estado de normas del derecho
internacional de los derechos humanos, en general, el individuo afectado podrá después
de agotar los recursos internos, reclamar ante una instancia internacional o regional la
terminación de la violación y la satisfacción debida frente a sus derechos conculcados.
Los órganos de control internacional para la observancia por parte de los estados de los
derechos humanos intentarán volver al status quo ante y eventualmente exigirán una
reparación.
El DIH prevé la obligación de los estados de “respetar” y “hacer respetar” sus normas
(art. 1 común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949). La relación jurídica que se
genera convencionalmente, vincula a los estados entre sí. Cada estado parte en los
Convenios de Ginebra de 1949 se obliga a respetar y a hacer respetar a los demás
estados parte la plena vigencia de sus enunciados normativos. En la práctica, los estados
han sido renuentes a manifestar su intención de cuestionar a los estados violadores del
DIH. En este sentido la posición asumida por terceros estados respecto de los conflictos
armados ha sido generalmente la de impulsar la prevención de nuevas o reiteradas
violaciones.
La responsabilidad del estado por violaciones tanto al DIH como a los derechos
humanos no excluye la responsabilidad de los individuos. Dentro del DIH, las sanciones
a las infracciones graves obligan al estado a juzgar o a extraditar a los individuos
responsables.
El derecho internacional de los derechos hum anos exige a los estados tanto el
“garantizar” como el “respetar” los derechos reconocidos a través de tratados o de
costumbres. El “garantizar” implica la obligación de asegurar que se respeten dentro de
la jurisdicción interna del estado los derechos reconocidos internacionalmente. El
“respetar” implica que el estado deberá abstenerse de violentar por acto u omisión
imputable a éste, conculcar esos derechos. Ambas obligaciones implican
comportamientos de un estado respecto a sus propios nacionales. La relación jurídica
continua siendo entre estado e individuo. La actuación de los órganos internacionales de
contralor de las acciones u omisiones del estado no alteran el carácter prioritario de la
actividad del estado en la implementación de los derechos humanos. El estado violador
deberá reparar el derecho conculcado, volver en la medida de lo posible la situación al
status quo ante y eventualmente reparar a través de una satisfacción adecuada. Los
órganos internacionales de protección exigirán, y finalmente supervisarán, el
cumplimiento debido de las obligaciones internacionales del estado, pero no tienen
capacidad para reemplazar a éste en esas funciones.
Los derechos humanos reconocidos en el ámbito internacional, muchas veces reiteran
derechos ya consolidados en el ámbito nacional. Sin embargo uno de los temas más
graves para el derecho internacional de los derechos humanos es la falta de
implementación doméstica adecuada de los derechos consagrados en el ámbito regional
o internacional. Por esta razón, esos derechos han sido formulados con carácter
programático permitiendo a los estados su futura adecuación interna conforme a sus
necesidades y posibilidades. Si bien los tratados internacionales sobre derechos
humanos enuncian normas directamente operativas, la mayoría de esas normas necesita
ser internalizada. En alguna medida es este un contrasentido si partimos de la base de
que los derechos humanos se desarrollaron como derecho interno y luego se
internacionalizaron, a diferencia del DIH que a partir de mediados del siglo XIX surge
como parte del derecho internacional que necesita inexorablemente de interalizarse, es
decir ser incorporado como derecho interno de los estados a efectos de su
implementación y observancia (especialmente en materia de sanciones a las violaciones
graves al DIH).
En cuanto a los sujetos protegidos por uno y otro derecho, es de hacer notar que los
derechos humanos se aplican sin discriminación, mientras que el DIH protege a
determinadas categorías de individuos calificadas como víctimas o como potenciales
víctimas de los conflictos armados. El DIH recepta sin embargo el principio de no-
discriminación en cuanto a la protección de quienes califican como víctimas. Todas
aquellas personas que no encuadran dentro de categorías especiales de protección están
de todas formas amparadas por normas residuales que se aplican también sobre la base
de la no-discriminación.
Con relación a la aplicación práctica del DIH, corresponde ésta en principio a los
órganos de los estados en conflicto, es decir a los estados beligerantes, a las potencias
protectoras en la eventualidad de que hayan sido designadas y al Comité Internacional
de la Cruz Roja.
Existe asimismo una especie de interacción en cuanto a influencias recíprocas entre uno
y otro derecho. Los desarrollos tendientes a maximizar la protección del individuo en
situaciones de conflictos armados califican potencialmente como evoluciones de ambos
sistemas jurídicos.
Pero el referirse a los derechos humanos de los conflictos armados puede dar lugar a
cierta confusión respecto a la independencia de principios y estructuras entre el derecho
internacional humanitario y los derechos humanos.
Así es que durante un conflicto armado, ciertos derechos humanos pueden ser
suspendidos y otros no. Estos últimos constituyen el núcleo irreductible de derechos
humanos no susceptibles de ser suspendidos bajo ninguna circunstancia. Ese núcleo
irreductible de derechos humanos se corresponde con derechos asegurados
convencionalmente como derechos exigibles durante conflictos armados tanto internos
como internacionales, e n razón de normas expresas del DIH (Ver, art. 3 común a los
cuatro Convenios de Ginebra de 1949, art. 75 del Protocolo I y arts. 4 a 6 del Protocolo
II).
Esta convergencia en cuanto a la igualdad de contenidos normativos aplicables a una
misma situación plantea el problema de la duplicación o reiteración de normas. Lejos de
provocar dicha reiteración inconvenientes relativos a su correcta aplicación, impone un
reaseguro en cuanto a la observancia de conductas queridas a partir de sistemas
jurídicos con esquemas diferenciados de implementación. De esta manera, las conductas
regladas tienen una mayor posibilidad de ser efectivizadas como partes integrantes de
uno u otro esquema normativo.
En este contexto puede afirmarse que en la práctica el DIH y del derecho internacional
de los derechos humanos son complementarios en razón de que, el DIH es directamente
operativo a partir del comienzo de un conflicto armado y su observancia tiende a
prevenir sufrimientos innecesarios, mientras que la debida observancia de los derechos
humanos frente a violaciones de esos mismos derechos en situaciones de conflictos
armados, tiende prioritariamente a cumplir una función reparadora. Si bien ambos
sistemas se basan en funciones preventivas y reparadoras, la preeminencia de una u otra
función se complementa en aquellas áreas en donde de hecho se produce una clara
superposición normativa.
El problema subsiste en aquellas otras situaciones en las que es posible detectar lagunas
normativas producidas por la inexistencia de reglas aplicables de uno u otro sistema o
frente a la falta de un efectivo control del margen de discrecionalidad con que puede
actuar un estado en situaciones de emergencia (violencia interna, conmoción interior,
etc.)
De esta semblanza general relativa a las similitudes y diferencias entre el DIH y los
derechos humanos es posible concluir que cada sistema se ha desarrollado a través de
estructuras jurídicas separadas, dentro de ámbitos de validez y aplicación claramente
distinguibles y con esquemas propios relativos tanto a sus controles internacionales
como a sus implementaciones internas.
Existe una convergencia en los intereses y objetivos perseguidos por ambos sistemas en
cuanto a asegurar la protección debida de todos los individuos en toda circunstancia.
El derecho internacional de los derechos humanos está hoy día orientado a consolidar el
valor universal e indivisible de sus derechos y garantías básicas. A su vez la evolución
natural de los derechos humanos tiende a perseguir el bienestar del ser humano a través
de la observancia de nuevas generaciones de derechos.
Una creciente interdependencia en las temáticas comunes del DIH y de los derechos
humanos ha logrado instalar en la comunidad internacional una cierta expectativa sobre
la necesidad y conveniencia de eventuales aplicaciones complementarias, por de pronto
dentro de sus respectivos ámbitos de convergencia normativa y fáctica.
Las distintas normas del Derecho internacional humanitario pretenden evitar y limitar el
sufrimiento humano en tiempos de conflictos armados. Estas normas son de obligatorio
cumplimiento tanto por los gobiernos y los ejércitos participantes en el conflicto como
por los distintos grupos armados de oposición o cualquier parte participante en el
mismo.
Origen
A partir de entonces, en el siglo XIX, los Estados han aceptado un conjunto de normas
basado en la amarga experiencia de la guerra moderna, que mantiene un cuidadoso
equilibrio entre las preocupaciones de carácter humanitario y las exigencias militares de
los Estados. En la misma medida en que ha crecido la comunidad internacional, ha
aumentado el número de Estados que ha contribuido al desarrollo del DIH.
Actualmente, éste puede considerarse como un Derecho verdaderamente universal.
El DIH y las normas relativas a los derechos humanos se aplican durante situaciones
tácticas distintas. Los derechos humanos son exigibles en tiempo de paz, es decir que
sus normas son plenamente operativas en circunstancias normales dentro de un esquema
institucionalizado de poderes en el que el estado de derecho es la regla. El DIH se aplica
durante conflictos armados tanto de carácter interno como de carácter internacional. El
DIH es en esencia un derecho de excepción.
Los derechos humanos y el DIH tienen orígenes distintos. Los derechos humanos se
gestaron en el orden interno de los estados. Aparecen hoy día reconocidos en los
sistemas jurídicos nacionales, incluso con rango constitucional. Los derechos humanos
continúan siendo materia regida e implementada primordial mente por cada estado. A
partir de la segunda guerra mundial la comunidad internacional experimentó la
necesidad de controlar en el ámbito internacional a aquellos que en principio debían
garantizar la efectiva aplicación de los derechos humanos dentro de sus propias
jurisdicciones. En reiteradas ocasiones fue el propio estado quien, debiendo garantizar y
proteger los derechos y garantías de los individuos reconocidos en su jurisdicción
doméstica, terminaba siendo el violador sistemático de esos derechos.
Por su parte el DIH irrumpe en las relaciones entre estados durante la segunda parte del
siglo XIX como una respuesta de la comunidad internacional a los horrores de la guerra.
En este sentido el DIH nace y se desarrolla como un movimiento no politizado,
tomando distancia de las corrientes del pensamiento político en general. La necesidad
de limitar los sufrimientos innecesarios de los combatientes heridos y enfermos en el
campo de batalla fue el eslabón inicial de una cadena de protecciones acotadas a
categorías específicas de individuos afectados por los conflictos armados. La
incorporación de nuevas categorías de víctimas de los conflictos implicó una evolución
constante en cuanto a la ampliación del ámbito de aplicación personal del DIH. A los
heridos y enfermos en el campo de batalla le siguió en el tiempo la regulación de la
protección debida a los náufragos, luego la de los prisioneros de guerra y como
consecuencia de las traumáticas experiencias vividas durante la segunda guerra
mundial, finalmente se reguló la protección debida de la población civil afectada por
conflictos armados. Existen hoy día nuevas categorías específicas de personas
protegidas, como así también se protege dentro del DIH a determinados grupos de
personas vulnerables (mujeres, niños) dentro de situaciones de conflictos armados.
Contenido
El DIH se encuentra esencialmente contenido en los cuatro Convenios de Ginebra de
1949, en los que son parte casi todos los Estados. Estos Convenios se completaron con
otros dos tratados: los Protocolos adicionales de 1977 relativos a la protección de las
víctimas de los conflictos armados. Hay asimismo otros textos que prohiben el uso de
ciertas armas y tácticas militares o que protegen a ciertas categorías de personas o de
bienes. Son principalmente:
Aplicación
El DIH distingue entre conflicto armado internacional y conflicto armado sin carácter
internacional. En los conflictos armados internacionales se enfrentan, como mínimo,
dos Estados. En ellos se deben observar muchas normas, incluidas las que figuran en los
Convenios de Ginebra y en el Protocolo adicional I. En los conflictos armados sin
carácter internacional se enfrentan, en el territorio de un mismo Estado, las fuerzas
armadas regulares y grupos armados disidentes, o grupos armados entre si. En ellos se
aplica una serie más limitada de normas, en particular las disposiciones del artículo 3
común a los cuatro Convenios de Ginebra y el Protocolo adicional II.
El DIH prevé la obligación de los estados de “respetar” y “hacer respetar” sus normas
(art. 1 común a los cuatro Convenios de Ginebra de 1949). La relación jurídica que se
genera convencionalmente, vincula a los estados entre sí. Cada estado parte en los
Convenios de Ginebra de 1949 se obliga a respetar y a hacer respetar a los demás
estados parte la plena vigencia de sus enunciados normativos. En la práctica, los estados
han sido renuentes a manifestar su intención de cuestionar a los estados violadores del
DIH. En este sentido la posición asumida por terceros estados respecto de los conflictos
armados ha sido generalmente la de impulsar la prevención de nuevas o reiteradas
violaciones.
Protección
En particular, está prohibido matar o herir a un adversario que haya depuesto las armas
o que esté fuera de combate. Mutilar o mancillar los cuerpos de los soldados caídos está
también prohibido por estas convenciones. Los heridos y los enfermos serán recogidos y
asistidos por la parte beligerante en cuyo poder estén. Se respetarán el personal y el
material médico, los hospitales y las ambulancias. Normas específicas regulan asimismo
las condiciones de detención de los prisioneros de guerra y el trato debido a los civiles
que se hallan bajo la autoridad de la parte adversa, lo que incluye, en particular, su
mantenimiento, atención médica y el derecho de correspondencia o contacto con sus
familiares, en la medida en que sea posible. El DIH prevé, asimismo, algunos signos
distintivos que se pueden emplear para identificar a las personas, los bienes y los
lugares protegidos. Se trata principalmente de los emblemas de la cruz roja y de la
media luna roja, así como los signos distintivos específicos de los bienes culturales y de
la protección civil.
El DIH ha prohibido el uso de muchas armas, incluidas las balas explosivas, las armas
químicas y biológicas, las armas láser que causan ceguera y las minas antipersona.
Derechos humanos
Para la declaración de la ONU de 1948, véase Declaración Universal de los Derechos Humanos.
La Libertad guiando al pueblo, por Eugène Delacroix (1830). Los derechos humanos fueron
recogidos en las leyes -positivación- a raíz de las revoluciones burguesas de los siglos XVII y
XVIII: la Revolución inglesa, la Revolución Americana y la Revolución francesa; ésta última
promovió la aprobación, en la Asamblea Nacional de 26 de agosto de 1789, de la Declaración
de los Derechos del Hombre y del Ciudadano. La ONU aprobó, el 10 de diciembre de 1948, la
Declaración Universal de los Derechos Humanos que recoge en sus 30 artículos los derechos
humanos considerados básicos.
Desde un punto de vista más relacional, los derechos humanos se han definido como las
condiciones que permiten crear una relación integrada entre la persona y la sociedad,
que permita a los individuos ser personas jurídicas, identificándose consigo mismos y
con los otros.6
Marco teórico
Habitualmente, se definen como inherentes a la persona, irrevocables, inalienables,
intransmisibles e irrenunciables. Por definición, el concepto de derechos humanos es
universal (para todos los seres humanos) e igualitario, así como incompatible con los
sistemas basados en la superioridad de una casta, raza, pueblo, grupo o clase social
determinados.7 Según la concepción iusnaturalista tradicional, son además atemporales
e independientes de los contextos sociales e históricos.8
Marco histórico
Los derechos humanos, herederos de la noción de derechos naturales,11 son una idea de
gran fuerza moral12 y con un respaldo creciente.13 Legalmente, se reconocen en el
Derecho interno de numerosos Estados y en tratados internacionales. Para muchos,
además, la doctrina de los derechos humanos se extiende más allá del Derecho y
conforma una base ética y moral que debe fundamentar la regulación del orden
geopolítico contemporáneo. La Declaración Universal de los Derechos Humanos se ha
convertido en una referencia clave en el debate ético-político actual, y el lenguaje de los
derechos se ha incorporado a la conciencia colectiva de muchas sociedades.13 Sin
embargo, existe un permanente debate en el ámbito de la filosofía y las ciencias
políticas sobre la naturaleza, fundamentación, contenido e incluso la existencia de los
derechos humanos;14 y también claros problemas en cuanto a su eficacia, dado que
existe una gran desproporción entre lo violado y lo garantizado estatalmente.15
Origen cultural
Existe un importante debate sobre el origen cultural de los derechos humanos.
Generalmente se considera que tienen su raíz en la cultura occidental moderna, pero
existen al menos dos posturas principales más.16 Algunos afirman que todas las culturas
poseen visiones de dignidad que se plasman en forma de derechos humanos, y hacen
referencia a proclamaciones como la Carta de Mandén, de 1222, declaración
fundacional del Imperio de Malí. No obstante, ni en japonés17 ni en sánscrito clásico,18
por ejemplo, existió el término derecho hasta que se produjeron contactos con la cultura
occidental, ya que estas culturas han puesto tradicionalmente el acento en los deberes.
Existen también quienes consideran que Occidente no ha creado la idea ni el concepto
de derechos humanos, aunque sí una manera concreta de sistematizarlos, una discusión
progresiva y el proyecto de una filosofía de los derechos humanos.19
Evolución histórica
Muchos filósofos e historiadores del Derecho consideran que no puede hablarse de
derechos humanos hasta la modernidad en Occidente. Hasta entonces, las normas de la
comunidad, concebidas en relación con el orden cósmico, no dejaban espacio para el ser
humano como sujeto singular,22 concibiéndose el derecho primariamente como el orden
objetivo de la sociedad. La sociedad estamental tenía su centro en grupos como la
familia, el linaje o las corporaciones profesionales o laborales,23 lo que implica que no
se concebían facultades propias del ser humano en cuanto que tal, facultades de exigir o
reclamar algo. Por el contrario, todo poder atribuido al individuo derivaba de un doble
Estatus: el del sujeto en el seno de la familia y el de ésta en la sociedad. Fuera del
Estatus no había derechos.24
La existencia de los derechos subjetivos, tal y como se piensan en la actualidad, fue
objeto de debate durante los siglos XVI, XVII y XVIII.25 Habitualmente se dice que los
derechos humanos son producto de la afirmación progresiva de la individualidad26 y, de
acuerdo con ello, que la idea de derechos del hombre apareció por primera vez durante
la lucha burguesa contra el sistema del Antiguo Régimen.27 Siendo ésta la consideración
más extendida, otros autores consideran que los derechos humanos son una constante en
la Historia y hunden sus raíces en el mundo clásico.
Antecedentes remotos
Uno de los documentos más antiguos que se han vinculado con los derechos humanos
es el Cilindro de Ciro, que contiene una declaración del rey persa Ciro el Grande tras su
conquista de Babilonia en 539 a. C. Fue descubierto en 1879 y la ONU lo tradujo en
1971 a todos sus idiomas oficiales. Puede enmarcarse en una tradición mesopotámica
centrada en la figura del rey justo, cuyo primer ejemplo conocido es el rey Urukagina,
de Lagash, que reinó durante el siglo XXIV a. C., y donde cabe destacar también
Hammurabi de Babilonia y su famoso Código, que data del siglo XVIII a. C. No
obstante, el Cilindro de Ciro presenta características novedosas, especialmente en lo
relativo a la religión. Ha sido valorado positivamente por su sentido humanista e incluso
se lo ha descrito como la primera declaración de derechos humanos.28 Numerosos
historiadores, sin embargo, consideran que el término es ajeno a ese contexto histórico.
Sociedad grecorromana
La sociedad griega se dividía en tres grupos principales: los ciudadanos, los metecos o
extranjeros y los esclavos. La esclavitud se consideraba natural, lo que se refleja en la
afirmación de Aristóteles, para quien "es evidente que los unos son naturalmente libres
y los otros naturalmente esclavos; y que para estos últimos es la esclavitud tan útil como
justa".32 La organización política se estructuraba en polis o ciudades-estado: para los
griegos, la sociedad era una consecuencia necesaria de la naturaleza humana. En este
contexto, las teorías políticas de Platón y Aristóteles hicieron un gran hincapié en el
concepto de bien común. Para Platón, agrupados los hombres en sociedad, ésta se
configura en la polis, cuyo bien común se sobrepone al bien particular de los individuos
que lo componen. La justicia, a su vez, es la salvaguarda del bien común, y se expresa a
través de las leyes, que son los instrumentos que permiten la consecución del bien
colectivo e individual.33 No obstante, en su afán por alcanzar una sociedad perfecta,
Platón llegó a recomendar dar muerte a los recién nacidos deformes o enclenques, y
matar o desterrar a los insociables.34
Aristóteles también consideraba que el hombre era un ser social y que no podía
realizarse fuera de la familia y la sociedad, por lo que también subordinaba el bien
individual al bien común. Además, al definir la ciudad como una comunidad de
ciudadanos libres,35 redujo el bien común al bien de un grupo social determinado36 que
excluye a las mujeres, los extranjeros, los obreros y los esclavos. Sobre esta visión se
sustenta la idea aristotélica de la justicia que afirma que «es tan justa la igualdad entre
iguales como la desigualdad entre desiguales».37
El cristianismo, derivado de la religión judía, heredó de ella, entre otras, la tradición del
mišpat, un concepto jurídico de rica amplitud semántica. Indica las decisiones judiciales
y el juicio legal justo; en relación con el Derecho, aquél que se manifiesta en la defensa
de los pobres y oprimidos y que se vincula a su vez con los bienes mesiánicos que se
esperan.41 Dado que, hasta la modernidad, el término derecho se atribuía principalmente
a "lo justo" como orden objetivo, en el pensamiento cristiano antiguo o medieval no
existió una referencia explícita a los derechos humanos; pero sí un reconocimiento de
exigencias de justicia que descendían de esta tradición judía. Por ejemplo, el Nuevo
Testamento contiene enseñanzas contra la injusticia, el homicidio, el robo, la calumnia o
el egoísmo en el uso de los bienes. En la Epístola de Santiago, el apóstol denunció a los
empleadores que no pagan a sus empleados sus justos salarios.42 El cristianismo fue
gradualmente derramando su doctrina en el derecho romano, mejorando la situación de
los esclavos, de los hijos y de las mujeres, cuyo estatus en la filosofía cristiana era
mucho más alto que en la grecorromana.43 En el plano económico, condenó la usura y la
explotación, estableciendo las bases de la doctrina del justo precio.
Tales ideas fueron desarrolladas por los Padres de la Iglesia, proclamando un sentido
social y limitado de la propiedad y de la ley. Pero fue Tomás de Aquino quien asentó las
bases del orden jurídico medieval, retomando ideas de Aristóteles y Agustín de Hipona
y afirmando que existe, además del derecho positivo determinado y establecido por los
hombres, un derecho natural, propio de la criatura racional, que ningún hombre ni
ningún gobierno puede desconocer.
La idea del derecho subjetivo, básica para concebir los derechos humanos, fue
anticipada en la baja Edad Media por Guillermo de Ockham, que introdujo el concepto
de ius fori o potestad humana de reivindicar una cosa como propia en juicio. La
escolástica española insistió en esta visión subjetiva del Derecho durante los siglos XVI
y XVII: Luis de Molina, Domingo de Soto o Francisco Suárez, miembros de la Escuela
de Salamanca, definieron el derecho como un poder moral sobre lo propio.46 Aunque
mantuvieron al mismo tiempo la idea de Derecho como un orden objetivo, enunciaron
que existen ciertos derechos naturales, mencionando tanto derechos relativos al cuerpo
(derecho a la vida, a la propiedad) como al espíritu (derecho a la libertad de
pensamiento, a la dignidad). El jurista Vázquez de Menchaca, partiendo de una filosofía
individualista, fue decisivo en la difusión del término iura naturalia. Este pensamiento
iusnaturalista se vio auspiciado por el contacto con las civilizaciones americanas y el
debate producido en Castilla sobre los justos títulos de la conquista y, en particular, la
naturaleza de los indígenas. En la colonización castellana de América, se suele afirmar,
se aplicaron medidas en las que están presentes los gérmenes de la idea de derechos
humanos, debatidos en la conocida Controversia de Valladolid que tuvo lugar en 1550 y
1551. No obstante, algunos critican que, en la práctica, estas medidas fueron formuladas
para lograr objetivos de colonización.25 El pensamiento de la Escuela de Salamanca,
especialmente mediante Francisco Suárez y Gabriel Vázquez, contribuyó también al
impulso del iusnaturalismo europeo a través de Hugo Grocio.47
Durante los siglos XVII y XVIII, diversos filósofos europeos desarrollaron el concepto
de derechos naturales. De entre ellos cabe destacar a John Locke y Voltaire, cuyas ideas
fueron muy importantes para el desarrollo de la noción moderna de derechos. Los
derechos naturales, para Locke, no dependían de la ciudadanía ni las leyes de un Estado,
ni estaban necesariamente limitadas a un grupo étnico, cultural o religioso en particular.
La teoría del contrato social, de acuerdo con sus tres principales formuladores, el ya
citado Locke, Thomas Hobbes y Jean-Jacques Rousseau, se basa en que los derechos
del individuo son naturales y que, en el estado de naturaleza, todos los hombres son
titulares de todos los derechos.50 Estas nociones se plasmaron en las declaraciones de
derechos de finales del siglo XVIII.
La causa directa del nacimiento de los Derechos Humanos, desde una perspectiva
sociológica, ha sido también un importante objeto de debate. Por una parte, Georg
Jellinek ha defendido que los derechos humanos estaban directamente dirigidos a
permitir el ejercicio de la libertad religiosa; por otra, Karl Marx afirmó que se deben a la
pretensión de la burguesía de garantizar el derecho de propiedad. Max Weber, en su
obra La ética protestante y el espíritu del capitalismo, afirma que existiría una conexión
entre la ética individualista en que se basaron los derechos humanos y el surgimiento
del capitalismo moderno.51
Revoluciones burguesas y positivación de los derechos humanos
Declaración de los Derechos del Hombre y del Ciudadano, adoptada por la Asamblea Nacional
francesa el 26 de agosto de 1789.
Además de las luchas obreras, a lo largo de la edad contemporánea los movimientos por
el sufragio femenino consiguieron para muchas mujeres el derecho de voto; los
movimientos de liberación nacional consiguieron librarse del dominio de las potencias
coloniales; y triunfaron diversas reivindicaciones de minorías raciales o religiosas
oprimidas, movimientos por los derechos civiles o movimientos de políticas de
identidad que defienden la autodeterminación cultural de colectivos humanos.
Naturaleza y fundamento
Norberto Bobbio afirma la imposibilidad de encontrar un fundamento absoluto a los
derechos humanos y alega para ello cuatro razones. Primera, la ausencia de un concepto
inequívoco y claro de los mismos; segunda, su variabilidad en el tiempo; tercera, su
heterogeneidad; y, cuarta, las antinomias y conflictos que existen entre distintos
derechos, como entre los civiles y políticos, por un lado, y los sociales y culturales, por
otro. En el Coloquio del Instituto Internacional de Filosofía celebrado en L'Aquila en
1964, Bobbio propuso sustituir la búsqueda de un imposible fundamento absoluto por el
estudio de las diversas fundamentaciones posibles que las ciencias sociales avalaban.60
Y, en cualquier caso, para el jurista italiano, el problema básico relativo a los derechos
humanos no es su fundamentación, sino su puesta en práctica y protección.61 Pero son
muchos los juristas y filósofos que no comparten esta creencia sino que, por el
contrario, la fundamentación de los derechos humanos ha sido y es objeto de gran
interés a lo largo del tiempo, y la mayoría considera que es una labor teórica con gran
incidencia en la práctica.62
Cada una de las numerosas teorías que los pensadores han desarrollado está influida por
la Filosofía dominante en el momento histórico en que se gestó y parte de muy
diferentes cosmovisiones y concepciones del ser humano, al que atribuyen o niegan
determinadas características inmanentes.63 Para algunos, el eje de los derechos humanos
es una serie de derechos concretos (según Herbert Hart, el derecho a la libertad;
atendiendo a John Rawls, determinados derechos fundamentales que corresponden a
unos deberes fundamentales; de acuerdo con Ronald Dworkin, el derecho a la igualdad
ante la ley);64 para otros, los derechos humanos son la traducción normativa de una serie
de valores, aprehendidos de la realidad o construidos socialmente. Un tercer grupo
considera que los derechos humanos son criterios o límites a los que debe adecuarse la
actividad de los poderes públicos o el mercado, tesis defendida tanto desde una
axiología iusnaturalista (Luis Recasens Siches)65 como desde un iuspositivismo crítico
(Luigi Ferrajoli).66 Finalmente, diversas teorías sostienen que los derechos humanos son
la codificación de la conducta moral que, de acuerdo con David Hume, es un producto
social y humano que se desarrolla en un proceso de evolución biológica y social. Las
teorías sociológicas del Derecho y los trabajos de Max Weber consideran que la
conducta se desarrolla como un patrón sociológico de fijación de normas.
Iusnaturalismo
Son tesis iusnaturalistas las que afirman la existencia del Derecho natural. Aunque en
cada época se ha entendido este concepto de manera diferente, todas estas doctrinas
coinciden en afirmar la existencia de una juricidad previa y fundamentadora del
Derecho positivo: la positivación, por lo tanto, se limitaría a declarar derechos ya
existentes. En las declaraciones de derechos del siglo XVIII se refleja esta concepción,
y el artículo 1 de la Declaración Universal de los Derechos Humanos afirma que "todos
los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos", lo que es considerado
por juristas como Hans Kelsen una clara manifestación de la doctrina del
iusnaturalismo.67
Algunas teorías iusnaturalistas afirman que los derechos humanos se basan en aspectos
biológicos, tales como la conveniencia para la supervivencia de la especie, en el
contexto de la selección natural, de una conducta basada en la empatía y el altruismo.
Otras los sustentan en el orden moral natural tal y como se deriva de determinados
preceptos religiosos. Consideran que la conducta moral es un conjunto de
prescripciones objetivamente válidas y apelan a textos como la Biblia o el Corán. Frente
a éstas, desde el siglo XVII, con Hugo Grocio, ha cobrado fuerza el iusnaturalismo
racionalista, de la mano de autores que se desvinculan progresivamente de la idea de
Dios,68 si bien existen en la actualidad diversas fundamentaciones iusnaturalistas de
carácter o inspiración religiosa. Entre ellas se encuentra la Doctrina Social de la Iglesia,
que retoma las ideas de los Padres de la Iglesia y Tomás de Aquino. Llegar a lo
realmente humano es una de las críticas principales de las ponencias de Juan Pablo II en
su encíclica "Humanae vitae". La vida es un sentir desde una divinidad al bien común
expreso en la realidad cristiana, desde la moralidad del bienestar.
Uno de los teóricos de derechos humanos más relevantes e influyentes fue John Locke,
que elevó la defensa de los derechos naturales a la categoría de principio fundamental
de legitimación del gobierno y fin básico de la sociedad civil. Locke basó sus ideas en el
concepto de propiedad, que utilizó en un sentido amplio y en un sentido restringido. En
sentido amplio, se refiere a un amplio conjunto de intereses y aspiraciones humanas;
más restrictivamente, alude a los bienes materiales. Locke afirmó que la propiedad es un
derecho natural y que se deriva del trabajo. Además, dijo que la propiedad precede al
Estado y que éste no puede disponer de la propiedad de los sujetos arbitrariamente. De
acuerdo con Locke, negar el derecho de propiedad es negar los derechos humanos. El
filósofo británico tuvo una gran influencia en el Reino Unido y fue decisivo en la
filosofía en que se basó la fundación de Estados Unidos.
Algunos filósofos han considerado que los derechos humanos se derivan de un derecho
o valor fundamental determinado. Para muchos autores,70 entre los que se encuentra
Samuel Pufendorf,71 el sistema de derechos naturales del hombre se deriva de su
dignidad; otros, como Hegel o Kant, afirmaron que la libertad es fundamento de los
derechos humanos y, al mismo tiempo, el principal de éstos. Kant representó la
culminación de un proceso encaminado a depurar las teorías iusnaturalistas de
elementos históricos o empíricos, al fundamentar su teoría del Derecho natural en
principios a priori, entendidos como exigencias de la razón práctica.
En la segunda mitad del siglo XX, y tras su decadencia en favor de las ideas
iuspositivistas, el Derecho natural resurgió con fuerza con multitud de teorías muy
diversas. De ellas, algunas mantienen una fundamentación objetivista de los derechos
humanos, en tanto que afirman la existencia de un orden de valores o principios con
validez objetiva y universal, independiente de los individuos. Otras, las subjetivistas,
sitúan a la autonomía humana como fuente de todos los valores; basan los derechos
humanos en la autoconsciencia racional de la dignidad, libertad e igualdad humanas.72
Finalmente, las llamadas tesis intersubjetivistas, que surgen de un intento de síntesis
entre las dos tendencias anteriores, consideran los derechos humanos como valores
radicados en necesidades comunes y por lo tanto intrínsecamente comunicables.
Iuspositivismo
Las tesis positivistas se oponen frontalmente a las iusnaturalistas, ya que consideran que
el único conjunto de normas que tiene carácter jurídico es el Derecho positivo.73
Afirman, por tanto, que la positivización tiene carácter constitutivo, al negar la
juridicidad del Derecho natural o incluso su existencia. John Austin consideró que los
derechos humanos forman parte de las normas sociales que influyen en el Derecho, pero
no son Derecho:74 para muchos positivistas, los derechos humanos son ideas morales,
pero sin valor jurídico por sí mismas. Para que tengan dicho valor, deben incorporarse
al ordenamiento jurídico: las leyes son la formulación jurídica de la voluntad soberana
del pueblo y obligan a su cumplimiento. No es necesario ni procedente acudir a otro
sustento que el legal.
Algunas de estas tesis recientes dan cabida a la defensa de los derechos humanos. Una
de ellas es la teoría dualista de los derechos, formulada por Gregorio Peces-Barba y
muy similar a la articulada por Eusebio Fernández, que incorpora algunos elementos
propios del iusnaturalismo, en tanto que sólo los derechos con un fundamento moral son
fundamentales; pero al mismo tiempo considera que la positivación es requisito
necesario para que un derecho humano lo sea. Por lo tanto, concibe los derechos como
la encrucijada entre lo jurídico y lo ético; y como traducción normativa de los valores de
dignidad, libertad e igualdad, al tiempo que legitimadores de los poderes públicos.78 La
teoría del garantismo jurídico, defendida por Luigi Ferrajoli, afirma que el Estado de
Derecho posee una legitimación formal y otra material. La legitimación formal hace
referencia al imperio de la ley; la material, a la vinculación de todos los poderes del
Estado a la satisfacción de los derechos fundamentales,79 de los cuales, según el jurista
italiano, los derechos humanos son una subclase.
Tesis realistas
Las tesis realistas pueden definirse como aquellas para las que la positivación es un
requisito más, junto con otros, que influye en la efectividad de los derechos humanos.
Engloba un conjunto de posiciones doctrinales muy diverso y heterogéneo, que afirman
que es la práctica de las personas los que dotan de significación a los derechos
humanos.81 Critican la concepción ideal que de éstos tiene el iusnaturalismo, así como
la puramente formal del iuspositivismo, afirmando que ambas corrientes son
excesivamente abstractas y no tienen en cuenta las condiciones económicas y sociales
de las que depende el efectivo disfrute de los derechos. Con carácter general, las tesis
realistas insisten en alguno de los siguientes ámbitos: en el plano político, en las
condiciones de democracia política y económica necesarias para el disfrute real de los
derechos humanos; en el jurídico, en los mecanismos de garantía y protección; y en el
sociológico, en la conciencia colectiva sobre derechos humanos.
Helio Gallardo o Joaquín Herrera Flores afirman que los derechos humanos se sustentan
en las tramas sociales, en las relaciones y experiencias intersubjetivas.84 Helio Gallardo
considera que el fundamento de los derechos humanos son las transferencias de poder
que se producen entre los grupos sociales, así como las instituciones en que se articulan
y las lógicas que inspiran las relaciones sociales.85 Estas transferencias de poder pueden
positivarse o no, y ser más o menos precarias. Para Joaquín Herrera, en una línea
similar, los derechos humanos son las prácticas y medios por los que se abren espacios
de emancipación que incorporan a los seres humanos en los procesos de reproducción y
mantenimiento de la vida.86
Utilitarismo
Según John Stuart Mill, los derechos son reglas para la maximización de la felicidad;
pero añade que los derechos no son absolutos dado que, en determinadas condiciones
excepcionales, su cumplimiento nos aleja tanto del fin (maximización de la utilidad
social) que no cabe compensar la pérdida de felicidad con el peso, importante, que
tienen.93
Los derechos humanos tienen una creciente fuerza jurídica, en tanto que se integran en
las constituciones y, en general, en el ordenamiento jurídico de los Estados. También,
en el ámbito de la comunidad internacional, por su reconocimiento en numerosos
tratados internacionales –tanto de carácter general como sectorial; universal y regional–
y por la creación de órganos jurisdiccionales, cuasijurisdiccionales o de otro tipo para su
defensa, promoción y garantía.
Por su parte, para las teorías dualistas –las que otorgan importancia tanto al fundamento
moral de los derechos como a su positivación– los conceptos de derechos humanos y
derechos constitucionales tendrían un contenido equivalente. Luigi Ferrajoli considera,
en su teoría del garantismo jurídico, que, siendo los derechos constitucionales o
fundamentales los reconocidos en la carta magna de los Estados, los derechos humanos
son aquellos que se reconocen a todos, independientemente de su ciudadanía y su
capacidad de obrar: la constitución de un país, por ejemplo, puede otorgar derechos a
sus ciudadanos que no abarquen a los no nacionales (por ejemplo, el derecho al voto).
En ese caso se trataría de derechos constitucionales que se reconocen al ciudadano, pero
no podrían ser derechos humanos si no se reconoce a todas las personas sean de la
condición que sean.
Clasificación generacional
Aunque la mayoría de las doctrinas jurídicas distinguen varias generaciones de derechos
humanos, existen múltiples y diferentes clasificaciones. Todas suelen coincidir al
describir la primera generación, pero posteriormente se ramifican y se vuelven más
complejas. Además, existen al menos dos concepciones de esta visión generacional.
Para una de ellas, son expresión de una racionalidad que se realiza progresivamente en
el tiempo; para otras, cada generación de derechos humanos es expresión de una
racionalidad diferente y puede entrar en conflicto con las demás. Por otra parte, existen
posiciones que evitan pronunciarse acerca categorías de derechos humanos y más bien
tienden a enfocarlos como un sistema unitario.
La división de los derechos humanos en tres generaciones fue concebida por primera
vez por Karel Vašák en 1979. Cada una se asocia a uno de los grandes valores
proclamados en la Revolución francesa: libertad, igualdad, fraternidad.
Los derechos de primera generación son los derechos civiles y políticos, vinculados
con el principio de libertad. Generalmente se consideran derechos de defensa o
negativos, que exigen de los poderes públicos su inhibición y no injerencia en la esfera
privada. Por su parte, los derechos de segunda generación son los derechos
económicos, sociales y culturales, que están vinculados con el principio de igualdad.
Exigen para su realización efectiva de la intervención de los poderes públicos, a través
de prestaciones y servicios públicos.103 Existe cierta contradicción entre los derechos
contra el Estado (primera generación) y los derechos sobre el Estado (segunda
generación). Los defensores de los derechos civiles y políticos califican frecuentemente
a los derechos económicos, sociales y culturales como falsos derechos, ya que el Estado
no puede satisfacerlos más que imponiendo a otros su realización, lo que para éstos
supondría una violación de derechos de primera generación.
Otras propuestas
Autores como David Vallespín Pérez,107 Franz Matcher,108 Antonio Pérez Luño,109
Augusto Mario Morello,110 Robert B. Gelman111 y Javier Bustamante Donas112 afirman
que está surgiendo una cuarta generación de derechos humanos. No obstante, el
contenido de la misma no es claro, y estos autores no presentan una propuesta única.
Normalmente toman algunos derechos de la tercera generación y los incluyen en la
cuarta, como el derecho al medio ambiente o aspectos relacionados con la bioética.
Javier Bustamante afirma que la cuarta generación viene dada por los derechos humanos
en relación con las nuevas tecnologías;113 otros, que el elemento diferenciador sería que,
mientras las tres primeras generaciones se refieren al ser humano como miembro de la
sociedad, los derechos de la cuarta harían referencia al ser humano en tanto que especie.
Tal idea había quedado acordada en la Carta de las Naciones Unidas (ver punto 5)
cuando en su preámbulo se escribió, "nosotros los Pueblos de las Naciones Unidas
resueltos … a reafirmar la fe en los derechos fundamentales del hombre, en la dignidad
y el valor de la persona humana, en la igualdad de derechos de hombres y mujeres y de
las naciones grandes y pequeñas... hemos decidido sumar nuestros esfuerzos para
realizar estos designios" y luego de manera más explícita, cuando expresaron entre sus
propósitos el siguiente: "realizar la cooperación internacional en la solución de
problemas internacionales de carácter económico, social, cultural o humanitario, y en el
desarrollo y estímulo del respeto de los derechos humanos y a las libertades
fundamentales de todos, sin hacer distinción por motivos de raza, sexo, idioma,
religión". Para el cumplimiento de tal propósito inicialmente se continuaba concibiendo
como agente inmediato al Estado, a cuya custodia la tradición occidental había confiado
cierto número de garantías al ciudadano, a partir de las revoluciones inglesas,
norteamericanas y francesas. Mas el precario desarrollo de la democracia en el mundo,
la amarga experiencia de la Segunda Guerra Mundial y la caótica situación política
creada por sus consecuencias en muchas naciones demostraba la consagración de los
derechos humanos en constituciones y leyes internas que no eran suficientes para
asegurar su protección y respeto por parte de los gobiernos. En numerosos Estados, por
factores diversos, la protección del derecho nacional resultaba eliminada, suspendida,
inoperante o abiertamente conculcada por gobiernos de fuerza o de careta jurídica.
Universales
Los Derechos Humanos se aplican a todos los seres humanos sin importar edad, género,
raza, religión, ideas, nacionalidad. Cada persona tiene la misma dignidad y nadie puede
estar excluído o discrimado del disfrute de sus derechos.
Irreversibles y progresivos
Indivisibles
No puede hablarse de división de los Derechos Humanos, todos deben ser respetados y
garantizados por autoridades y gobernantes.
No negociables
Los Derechos Humanos son bienes pertenecientes, de manera absoluta, a cada ser
humano, por ello ninguna autoridad puede negociarlos.
Inviolables
Nadie puede atentar, lesionar o destruir los Derechos Humanos. Esto quiere decir que
las personas y los gobiernos deben regirse por el respeto a los Derechos Humanos; las
leyes dictadas no pueden ser contrarias a éstos y las políticas económicas y sociales que
se implementan tampoco. Por ejemplo, el derecho a la vida no puede ser violentado bajo
ninguna circunstancia, como ocurre frecuentemente en la realidad, ni por la acción de
fuerzas policiales o militares ni por políticas económicas que condenan a la muerte por
desnutrición o hambre a la población.
Obligatorios
Los Derechos Humanos imponen una obligación concreta a las personas y al Estado de
respetarlos aunque no haya una ley que así lo diga. Es obligatorio respetar todos los
Derechos Humanos que existan en las leyes nacionales y también aquellos que no lo
están aún.
Los Derechos Humanos están relacionados entre sí. Es decir, no se debe hacer ninguna
separación ni pensar que unos son más importantes que otros. La negación de algún
derecho en particular significa poner en peligro el conjunto de la dignidad de la persona,
por lo que el disfrute de algún derecho no puede hacerse a costa de los demás. Es así,
como no se puede, por ejemplo, disfrutar plenamente del derecho a la educación si la
persona no está bien alimentada o si carece de una vivienda adecuada, ni se puede
ejercer el derecho a la participación política si se niega el derecho a manifestar o estar
bien informados.
Clasificación
La clasificación de carácter histórico basada en la aparición o reconocimiento
cronológico de los DDHH por parte del orden jurídico normativo internacional,
distingue entre los Derechos de Primera Generación o Derechos Civiles y Políticos, los
Derechos de Segunda Generación o Derechos Económicos, Sociales y Culturales y los
Derechos de Tercera generación o Derechos de Los Pueblos. La mayor parte de los
tratados en el ámbito de los DDHH hacen una distinción entre los denominados
"derechos civiles y políticos" y los derechos "económicos, sociales y culturales".
PREÁMBULO
El pueblo de Venezuela, en ejercicio de sus poderes creadores e invocando la protección
de Dios, el ejemplo histórico de nuestro Libertador Simón Bolívar y el heroísmo y
sacrificio de nuestros antepasados aborígenes y de los precursores y forjadores de una
patria libre y soberana; con el fin supremo de refundar la República para establecer una
sociedad democrática, participativa y protagónica, multiétnica y pluricultural en un Estado
de justicia, federal y descentralizado, que consolide los valores de la libertad, la
independencia, la paz, la solidaridad, el bien común, la integridad territorial, la
convivencia y el imperio de la ley para esta y las futuras generaciones; asegure el derecho
a la vida, al trabajo, a la cultura, a la educación, a la justicia social y a la igualdad sin
discriminación ni subordinación alguna; promueva la cooperación pacífica entre las
naciones e impulse y consolide la integración latinoamericana de acuerdo con el principio
de no intervención y autodeterminación de los pueblos, la garantía universal e indivisible
de los derechos humanos, la democratización de la sociedad internacional, el desarme
nuclear, el equilibrio ecológico y los bienes jurídicos ambientales como patrimonio
común e irrenunciable de la humanidad; en ejercicio de su poder originario representado
por la Asamblea Nacional Constituyente mediante el voto libre y en referendo
democrático,
decreta la siguiente
CONSTITUCIÓN
TÍTULO I
PRINCIPIOS FUNDAMENTALES
Artículo 1. Venezuela se declara República Bolivariana, irrevocablemente libre e
independiente y fundamenta su patrimonio moral, así como los valores de libertad,
igualdad, justicia, y paz internacional, en la doctrina de Simón Bolívar, el Libertador. Son
derechos irrenunciables de la Nación, la independencia, la libertad, la soberanía, la
inmunidad, la integridad territorial y la autodeterminación nacional.
Artículo 2. Venezuela se constituye en un Estado Democrático y Social de Derecho y de
Justicia, que propugna como valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su
actuación, la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la democracia, la
responsabilidad social y en general, la preeminencia de los derechos humanos, la ética y el
pluralismo político.
Artículo 3. El Estado tiene como sus fines esenciales la defensa y el desarrollo de la
persona y el respeto a su dignidad, el ejercicio democrático de la voluntad popular, la
construcción de una sociedad justa y amante de la paz, la promoción de la prosperidad y
bienestar del pueblo y la garantía del cumplimiento de los principios, derechos y deberes
consagrados en esta Constitución. La educación y el trabajo son los procesos
fundamentales para garantizar dichos fines.
Artículo 4. La República Bolivariana de Venezuela es un Estado Federal descentralizado
en los términos consagrados por esta Constitución, que se rige por los principios de
integridad territorial, cooperación, solidaridad, concurrencia y corresponsabilidad.
Artículo 5. La soberanía reside intransferiblemente en el pueblo, quien la ejerce
directamente en la forma prevista en la Constitución y las leyes, e indirectamente
mediante el sufragio por los órganos que ejercen el Poder Público. Los órganos del Estado
emanan de la soberanía popular y a ella están sometidos.
Artículo 6. El gobierno de la República Bolivariana de Venezuela y de las entidades
políticas que la componen, es y será siempre democrático, participativo, electivo,
descentralizado, alternativo, responsable, pluralista y de mandatos revocables.
Artículo 7. La Constitución es la norma suprema y el fundamento del ordenamiento
jurídico. Todas las personas y los órganos que ejercen el Poder Público están sujetos a
esta Constitución.
Artículo 8. La bandera nacional con los colores amarillo, azul y rojo, el himno nacional
gloria al bravo pueblo y el escudo de armas de la República son los símbolos de la patria.
La ley regulará sus características, significados y usos.
Artículo 9. El idioma oficial es el castellano. Los idiomas indígenas también son de uso
oficial para los pueblos indígenas y deben ser respetados en todo el territorio de la
República, por constituir patrimonio cultural de la Nación y de la humanidad.
TÍTULO II
DEL TERRITORIO, DEMÁS ESPACIOS GEOGRÁFICOS Y LA DIVISIÓN
POLÍTICA
Capítulo I Del Territorio y demás Espacios Geográficos
Artículo 10. El territorio y demás espacios geográficos de la República son los que
correspondían a la Capitanía General de Venezuela antes de la transformación política
iniciada en 1810, con las modificaciones resultantes de los tratados y laudos arbítrales no
viciados de nulidad celebrados por la República.
Artículo 11. La soberanía plena de la República se ejerce en el espacio continental e
insular, lacustre y fluvial, mar territorial, áreas marinas interiores, históricas y vitales y las
comprendidas dentro de las líneas de base recta que ha adoptado o adopte la República, el
suelo y subsuelo de éstos, el espacio aéreo continental, insular y marítimo y los recursos
que en dichos espacios se encuentran, incluidos los genéticos, los de las especies
migratorias, sus productos derivados y los componentes intangibles que por causas
naturales se encuentren en los mismos espacios.
El espacio insular de la República comprende el Archipiélago de Los Monjes,
Archipiélago de Las Aves, Archipiélago de Los Roques, Archipiélago de La Orchila, Isla
La Tortuga, Isla La Blanquilla, Archipiélago Los Hermanos, Islas de Margarita, Cubagua
y Coche, Archipiélago de Los Frailes, Isla La Sola, Archipiélago de Los Testigos, Isla de
Patos e Isla de Aves; y además, las islas, islotes, cayos y bancos situados o que emerjan
dentro del mar territorial, en el que cubre la plataforma continental o dentro de los límites
de la zona económica exclusiva. Sobre los espacios acuáticos constituidos por la zona
marítima contigua, la plataforma continental y la zona económica exclusiva, la República
ejerce derechos exclusivos de soberanía y jurisdicción en los términos, extensión y
condiciones que determinen el derecho internacional público y la ley. Corresponden a la
República derechos en el espacio ultraterrestre suprayacente y en las áreas que son o
puedan ser Patrimonio Común de la Humanidad, en los términos, extensión y condiciones
que determine el derecho internacional público y la ley.
Artículo 12. Los yacimientos mineros y de hidrocarburos, cualquiera que sea su
naturaleza, existentes en el territorio nacional, bajo el lecho del mar territorial, de la zona
económica exclusiva y en la plataforma continental, pertenecen a la República, son bienes
del dominio público y, por tanto, inalienables e inusufructuables.
Artículo 13. El territorio no podrá ser jamás cedido, traspasado, arrendado, ni en forma
alguna enajenado, ni aún temporal o parcialmente, a Estados extranjeros u otros sujetos de
derecho internacional. El espacio geográfico venezolano es una zona de paz. No se podrán
establecer en él bases militares extranjeras o instalaciones que tengan de alguna manera
propósitos militares, por parte de ninguna potencia o coalición de potencias. Los Estados
extranjeros u otros sujetos de derecho internacional, sólo podrán adquirir inmuebles para
sedes de sus representaciones diplomáticas o consulares dentro del área que se determine
y mediante garantías de reciprocidad, con las limitaciones que establezca la ley. En dicho
caso quedará siempre a salvo la soberanía nacional. Las tierras baldías existentes en las
dependencias federales y en las islas fluviales o lacustres no podrán enajenarse, y su
aprovechamiento sólo podrá concederse en forma que no envuelva, directa ni
indirectamente, la transferencia de la propiedad de la tierra.
Artículo 14. La ley establecerá un régimen jurídico especial para aquellos territorios que
por libre determinación de sus habitantes y con aceptación de la Asamblea Nacional, se
incorporen al de la República.
Artículo 15. El Estado venezolano tiene la responsabilidad de establecer una política
integral en los espacios fronterizos terrestres, insulares y marítimos, preservando la
integridad territorial, soberanía, seguridad, defensa, identidad nacional, diversidad y
ambiente; promoviendo el desarrollo cultural, económico, social y la integración.
Atendiendo la naturaleza propia de cada región fronteriza a través de asignaciones
económicas especiales, una Ley Orgánica de Fronteras determinará las obligaciones y
objetivos de esta responsabilidad.
TÍTULO III
DE LOS DEBERES, DERECHOS HUMANOS Y GARANTÍAS
Capítulo I Disposiciones Generales
Artículo 19. El Estado garantiza a toda persona, conforme al principio de progresividad y
sin discriminación alguna, el goce y ejercicio irrenunciable, indivisible e interdependiente
de los derechos humanos. Su respeto y garantía es obligatorio para los órganos del Poder
Público de conformidad con la Constitución, los tratados sobre derechos humanos
suscritos y ratificados por la República y las leyes que los desarrollen.
Artículo 20. Todos tienen derecho al libre desenvolvimiento de su personalidad, sin más
limitaciones que las que derivan del derecho de los demás y del orden público y social.
Artículo 21. Todas las personas son iguales ante la ley, y en consecuencia: 1. No se
permitirán discriminaciones fundadas en la raza, el sexo, el credo, la condición social o
que, en general, tengan por objeto o por resultado anular o menoscabar el reconocimiento,
goce o ejercicio en condiciones de igualdad, de los derechos y libertades de toda persona.
2. La ley garantizará las condiciones jurídicas y administrativas para que la igualdad ante
la ley sea real y efectiva; adoptará medidas positivas a favor de grupos que sean
discriminados, marginados o vulnerables; protegerá especialmente a aquellas personas
que por alguna de las condiciones antes especificadas, se encuentren en circunstancia de
debilidad manifiesta y sancionará los abusos o maltratos que contra ellas se cometan. 3.
Sólo se dará el trato oficial de Ciudadano o Ciudadana; salvo las fórmulas diplomáticas. 4.
No se reconocerán títulos nobiliarios ni distinciones hereditarias.
Artículo 22. La enunciación de los derechos y garantías contenidos en esta Constitución y
en los instrumentos internacionales sobre derechos humanos no debe entenderse como
negación de otros que, siendo inherentes a la persona, no figuren expresamente en ellos.
La falta de ley reglamentaria de estos derechos no menoscaba el ejercicio de los mismos.
Artículo 23. Los tratados, pactos y convenciones relativos a derechos humanos, suscritos
y ratificados por Venezuela, tienen jerarquía constitucional y prevalecen en el orden
interno, en la medida en que contengan normas sobre su goce y ejercicio más favorables a
las establecidas por esta Constitución y las leyes de la República, y son de aplicación
inmediata y directa por los tribunales y demás órganos del Poder Público.
Artículo 24. Ninguna disposición legislativa tendrá efecto retroactivo, excepto cuando
imponga menor pena. Las leyes de procedimiento se aplicarán desde el momento mismo
de entrar en vigencia aún en los procesos que se hallaren en curso; pero en los procesos
penales, las pruebas ya evacuadas se estimarán, en cuanto beneficien al reo, conforme a la
ley vigente para la fecha en que se promovieron. Cuando haya dudas sobre la norma a
aplicar, se aplicará aquella que beneficie al reo.
Artículo 25. Todo acto dictado en ejercicio del Poder Público que viole o menoscabe los
derechos garantizados por esta Constitución y las leyes es nulo, y los funcionarios y
empleados públicos que lo ordenen o ejecuten incurren en responsabilidad penal, civil y
administrativa según los casos, sin que les sirvan de excusa órdenes superiores.
Artículo 26. Todos tienen derecho de acceso a los órganos de administración de justicia
para hacer valer sus derechos e intereses, inclusive los colectivos o difusos, a la tutela
efectiva de los mismos y a obtener con prontitud la decisión correspondiente. El Estado
garantiza una justicia gratuita, accesible, imparcial, idónea, transparente, autónoma,
independiente, responsable, equitativa y expedita, sin dilaciones indebidas, sin
formalismos o reposiciones inútiles.
Artículo 27. Todos tienen derecho a ser amparados por los tribunales en el goce y
ejercicio de los derechos y garantías constitucionales, aún de aquellos inherentes a la
persona que no figuren expresamente en esta Constitución o en los instrumentos
internacionales sobre derechos humanos. El procedimiento de la acción de amparo
constitucional será oral, público, breve, gratuito y no sujeto a formalidad, y el juez
competente tendrá potestad para restablecer inmediatamente la situación jurídica
infringida o la situación que más se asemeje a ella. Todo tiempo será hábil y el tribunal lo
tramitará con preferencia a cualquier otro asunto. En el caso de la acción de amparo a la
libertad o seguridad, la persona física del detenido será puesta bajo la custodia del tribunal
de manera inmediata, sin dilación alguna y podrá ser interpuesta por cualquier persona. El
ejercicio de este derecho no puede ser afectado, en modo alguno, por la declaratoria del
estado de excepción o de la restricción de garantías constitucionales.
Artículo 28. Toda persona tiene derecho de acceder a la información y a los datos que
sobre sí misma o sobre sus bienes consten en registros oficiales o privados, con las
excepciones que establezca la ley, así como de conocer el uso que se haga de los mismos
y su finalidad, y a solicitar ante el tribunal competente la actualización, la rectificación o
la destrucción de aquéllos, si fuesen erróneos o afectasen ilegítimamente sus derechos.
Igualmente, podrá acceder a documentos de cualquier naturaleza que contengan
información cuyo conocimiento sea de interés para comunidades o grupos de personas.
Queda a salvo el secreto de las fuentes de información periodística y de otras profesiones
que determine la ley.
Artículo 29. El Estado venezolano está obligado a investigar y sancionar legalmente los
delitos contra los derechos humanos cometidos por sus autoridades. Las acciones para
sancionar los delitos de lesa humanidad, violaciones graves a los derechos humanos y los
crímenes de guerra son imprescriptibles. Las violaciones de derechos humanos y los
delitos de lesa humanidad serán investigados y juzgados por los tribunales ordinarios.
Dichos delitos quedan excluidos de los beneficios que puedan conllevar su impunidad,
incluidos el indulto y la amnistía.
Artículo 30. El Estado tiene la obligación de reparar integralmente a las víctimas de
violaciones a los derechos humanos que le sean imputables, y a sus derecho habientes,
incluido el pago de daños y perjuicios. El Estado deberá adoptar las medidas legislativas y
de otra naturaleza, para hacer efectivas las medidas reparatorias e indemnizatorias
establecidas en este artículo. El Estado protegerá a las víctimas de delitos comunes y
procurará que los culpables reparen los daños causados.
Artículo 31. Todos tienen derecho, en los términos establecidos por los tratados, pactos y
convenciones sobre derechos humanos ratificados por la República, a dirigir peticiones o
quejas ante los órganos internacionales creados para tales fines, con el objeto de solicitar
el amparo a sus derechos humanos. El Estado venezolano se compromete a adoptar
conforme a procedimientos establecidos en esta Constitución y las leyes, las medidas que
sean necesarias para dar cumplimiento a las decisiones emanadas de los órganos
internacionales previstos en este artículo.
DISPOSICIONES TRANSITORIAS
Primera. La ley especial sobre el régimen del Distrito Capital, prevista en el artículo 18 de
esta Constitución, será aprobada por la Asamblea Nacional Constituyente, y preservará la
integridad territorial del Estado Miranda. Mientras se aprueba la ley especial, se mantiene
en vigencia el régimen previsto en la Ley Orgánica del Distrito Federal y en la Ley
Orgánica de Régimen Municipal.
Segunda. Mientras se dicta la ley prevista en el artículo 38 de esta Constitución, sobre
adquisición, opción, renuncia y recuperación de la nacionalidad, se considerarán
domiciliados en Venezuela los extranjeros que habiendo ingresado y permanecido
legalmente en el territorio nacional, hayan declarado su intención de fijar domicilio en el
país, tengan medios lícitos de vida y hayan residido en Venezuela ininterrumpidamente
durante dos años. Por residencia se entenderá la estadía en el país con ánimo de
permanecer en él. Las declaraciones de voluntad previstas en los artículos 32, 33 y 36 de
esta Constitución se harán en forma auténtica por el interesado cuando sea mayor de edad,
o por su representante legal, si no ha cumplido veintiún años
Tercera. La Asamblea Nacional, dentro de los primeros seis meses siguientes a su
instalación, aprobará: 1. Una reforma parcial del Código Penal para incluir el delito de
desaparición forzada de personas, previsto en el artículo 45 de esta Constitución. Mientras
no se apruebe esta reforma se aplicará, en lo que sea posible, la Convención
Interamericana Sobre Desaparición Forzada de Personas. 2. Una ley orgánica sobre
estados de excepción. 3. Una ley especial para establecer las condiciones y características
de un Régimen especial para los Municipios José Antonio Paéz y Rómulo Gallegos del
Estado Apure. Para la realización de esta ley, debe oírse la opinión del Presidente de la
República, la Fuerza Armada Nacional, la representación que designe la Región en
cuestión y demás instituciones involucradas en la problemática fronteriza.
Cuarta. Dentro del primer año, contado a partir de su instalación, la Asamblea Nacional
aprobará: 1. La legislación sobre la sanción a la tortura, ya sea mediante ley especial o
reforma del Código Penal. 2. Una ley orgánica sobre refugiados y asilados, acorde con los
términos de esta Constitución y los tratados internacionales ratificados por Venezuela
sobre la materia. 3. Mediante la reforma de la Ley Orgánica del Trabajo, un nuevo
régimen para el derecho a prestaciones sociales consagrado en el artículo 95 de esta
Constitución. Mientras no entre en vigencia la reforma de la ley seguirá aplicándose de
forma transitoria el régimen de la prestación de antigüedad establecido en la Ley Orgánica
del Trabajo vigente. Asimismo, contemplará un conjunto de normas integrales que
regulen la jornada laboral y propendan a su disminución progresiva, en los términos
previstos en los acuerdos y convenios de la Organización Internacional del Trabajo
suscritos por la República. 4. Una ley orgánica procesal del trabajo que garantice el
funcionamiento de una jurisdicción laboral autónoma y especializada, y la protección del
trabajador en los términos previstos en esta Constitución y las leyes. La Ley Orgánica
Procesal del Trabajo deberá estar orientada por los principios de gratuidad, celeridad,
oralidad, sencillez, inmediatez, prioridad de la realidad de los hechos, la equidad y
rectoría del juez en el proceso. 5. La legislación referida al Sistema Judicial, la
Administración Pública Nacional, el Poder Ciudadano, el Poder Electoral, la legislación
tributaria, Ley de Régimen Presupuestario y Ley de Crédito Público. Una ley orgánica
sobre la defensa pública. Hasta tanto no se sancione dicha ley, la Comisión de
Funcionamiento y Reestructuración del Sistema Judicial, estará a cargo del desarrollo y
operatividad efectiva del Sistema Autónomo de la Defensa Pública, a los fines de
garantizar el derecho a la defensa. 6. Una ley que desarrolle la hacienda pública estadal,
estableciendo, con apego a los principios y normas de esta Constitución, los tributos que
la componen, los mecanismos de su aplicación y las disposiciones que las regulen. 7. La
legislación que desarrolle los principios constitucionales sobre el Régimen Municipal. De
conformidad con ella, los órganos legislativos de los Estados procederán a sancionar los
instrumentos normativos que correspondan a la potestad organizadora que tienen asignada
con respecto a los Municipios y demás entidades locales, y a la división político territorial
en cada jurisdicción. Se mantienen los Municipios y parroquias existentes hasta su
adecuación al nuevo régimen previsto en dicho ordenamiento. 8. La ley a la cual deberá
ceñirse el Banco Central de Venezuela. Dicha ley fijará, entre otros aspectos, el alcance de
las funciones y forma de organización del instituto; el funcionamiento, período, forma de
elección, remoción, régimen de incompatibilidades y requisitos para la designación de su
Presidente y Directores; las reglas contables para la constitución de sus reservas y el
destino de sus utilidades; la auditoria externa anual de las cuentas y balances, a cargo de
firmas especializadas, seleccionadas por el Ejecutivo Nacional; y el control posterior por
parte de la Contraloría General de la República en lo que se refiere a la legalidad,
sinceridad, oportunidad, eficacia y eficiencia de la gestión administrativa del Banco
Central de Venezuela. La ley establecerá que el Presidente y demás miembros del
Directorio del Banco Central de Venezuela representarán exclusivamente el interés de la
Nación, a cuyo efecto fijará un procedimiento público de evaluación de los méritos y
credenciales de los postulados a dichos cargos. La ley establecerá que al Poder Ejecutivo
corresponderá al menos la designación de la mitad de los directores y del Presidente del
Banco Central de Venezuela y establecerá los términos de participación del poder
legislativo en la designación y ratificación de estas autoridades.
Quinta. En el término no mayor de un año a la entrada en vigencia de esta Constitución, la
Asamblea Nacional dictará una reforma del Código Orgánico Tributario que establezca,
entre otros aspectos: 1. La interpretación estricta de las leyes y normas tributarias,
atendiendo al fin de las mismas y a su significación económica, a fin de eliminar
ambigüedades. 2. La eliminación de excepciones al principio de no retroactividad de la
ley. 3. Ampliar el concepto de renta presunta de manera de dotar con mejores
instrumentos a la Administración Tributaria. 4. Eliminar la prescripción legal para delitos
tributarios graves, los cuales deben ser tipificados en el Código Orgánico Tributario. 5. La
ampliación de las penas contra asesores, bufetes de abogados, auditores externos y otros
profesionales que actúen en complicidad para cometer delitos tributarios, incluyendo
periodos de inhabilitación en el ejercicio de la profesión. 6. La ampliación de las penas y
la severidad de las sanciones contra delitos de evasión fiscal, aumentando los periodos de
prescripción. 7. La revisión de atenuantes y agravantes de las sanciones para hacerlas más
estrictas. 8. La ampliación de las facultades de la Administración Tributaria en materia de
fiscalización. 9. El incremento del interés moratorio para disuadir la evasión fiscal. 10. La
extensión del principio de solidaridad, para permitir que los directores o asesores
respondan con sus bienes en caso de convalidar delitos tributarios. 11. La introducción de
procedimientos administrativos más expeditos.
Sexta. La Asamblea Nacional en un lapso de dos años legislará todas las materias
relacionadas con esta Constitución. Se le dará prioridad a la Ley Orgánica de Pueblos
Indígenas, Ley Orgánica de Educación y Ley Orgánica de Fronteras.
Séptima. A los fines previstos en el artículo 125 de esta Constitución, mientras se apruebe
la ley orgánica correspondiente, la elección de los representantes indígenas a la Asamblea
Nacional y a los Consejos Legislativos Estadales y Municipales se regirá por los
siguientes requisitos de postulación y mecanismos: Todas las comunidades u
organizaciones indígenas podrán postular candidatos y candidatas. Los requisitos para ser
candidato o candidata son los siguientes: 1. Haber ejercido un cargo de autoridad
tradicional en su respectiva comunidad, 2. Tener conocida trayectoria en la lucha social en
pro del reconocimiento de su identidad cultural, 3. Haber realizado acciones en beneficio
de los pueblos y comunidades indígenas, 4. Pertenecer a una organización indígena
legalmente constituida con un mínimo de tres años de funcionamiento. Se establecerán
tres regiones: Occidente, compuesta por los Estados Zulia, Mérida y Trujillo; Sur,
compuesta por los Estados Amazonas y Apure; y Oriente, compuesta por los Estados
Bolívar, Delta Amacuro, Monagas, Anzoátegui y Sucre. Cada uno de los Estados que
componen las regiones elegirá un representante. El Consejo Nacional Electoral declarará
electo al candidato o candidata que hubiere obtenido la mayoría de los votos validos en su
respectiva región o circunscripción. Los candidatos y las candidatas indígenas deberán
estar en el tarjetón de su respectivo Estado o circunscripción y todos los electores de ese
Estado los podrán votar. Para los efectos de la representación indígena al Consejo
Legislativo Estadal y a los Consejos Municipales con población indígena, se tomará el
censo oficial de 1992 de la Oficina Central de Estadística e Informática, y las elecciones
se realizarán de acuerdo a las normas y requisitos aquí establecidos. El Consejo Nacional
Electoral garantizará con apoyo de expertos indigenistas y organizaciones indígenas el
cumplimiento de los requisitos aquí señalados.
Octava. Mientras se promulgan las nuevas leyes electorales previstas en esta Constitución
los procesos electorales serán convocados, organizados, dirigidos y supervisados por el
Consejo Nacional Electoral. Para el primer período del Consejo Nacional Electoral,
previsto en esta Constitución, todos sus miembros serán designados simultáneamente. En
la mitad del período, dos de sus miembros serán renovados de acuerdo con lo establecido
en la ley orgánica correspondiente.
Novena. Mientras se dictan las leyes relativas al Capítulo IV del Título V, se mantendrán
en vigencia las Leyes Orgánicas del Ministerio Público y de la Contraloría General de la
República. En cuanto a la Defensoría del Pueblo, su titular será designado de manera
provisoria por el Asamblea Nacional Constituyente. El Defensor de Pueblo deberá
adelantar lo correspondiente a la estructura organizativa, integración, establecimiento de
presupuesto e infraestructura física, tomando como bases las atribuciones que le establece
la Constitución.
Décima. Lo dispuesto en el numeral 4 del artículo 167 de esta Constitución, sobre la
obligación que tienen los Estados de destinar un mínimo del cincuenta por ciento del
situado constitucional a la inversión, entrará en vigencia a partir del Primero de enero del
año 2001.
Décimo Primera. Hasta tanto se dicte la legislación nacional relativa al régimen de las
tierras baldías, la administración de las mismas continuará siendo ejercida por el Poder
Nacional, conforme a la legislación vigente.
Décimo Segunda. La demarcación del hábitat indígena, a que se refiere el artículo 119 de
esta Constitución, se realizará dentro del lapso de dos años contados a partir de la fecha de
entrada en vigencia de esta Constitución.
Décimo Tercera. Hasta tanto los Estados asuman por ley estadal las competencias
referidas en el numeral 7 del artículo 164 de esta Constitución, se mantendrá el régimen
vigente.
Décimo Cuarta. Hasta tanto se dicte la legislación que desarrolle los principios de esta
Constitución sobre el régimen municipal, continuarán plenamente vigentes las ordenanzas
y demás instrumentos normativos de los Municipios, relativos a las materias de su
competencia y al ámbito fiscal propio, que tienen atribuido conforme al ordenamiento
jurídico aplicable antes de la sanción de esta Constitución.
Décimo Quinta. Hasta tanto se apruebe la legislación a que se refiere el artículo 105 de
esta Constitución, se mantendrá en vigencia el ordenamiento jurídico aplicable antes de la
sanción de esta Constitución
Décimo Sexta. Para la protección del acervo histórico de la nación, el cronista de la
Asamblea Nacional Constituyente coordinará todos los mecanismos necesarios para
salvaguardar los documentos escritos, videos, digitales, fotográficos, hemerográficos,
audio y cualquier otra forma de documento elaborado. Todos estos documentos quedarán
bajo la protección del archivo general de la Nación.
Décimo Séptima. El nombre de la República una vez aprobada esta Constitución será
"República Bolivariana de Venezuela", tal como está previsto en su artículo Primero. Es
obligación de las autoridades e instituciones, tanto públicas como privadas, que deban
expedir registros, títulos o cualquier otro documento, utilizar el nombre de "República
Bolivariana de Venezuela", de manera inmediata. En trámites rutinarios las dependencias
administrativas agotarán el inventario documental de papelería; su renovación se hará
progresivamente con la mencionada denominación, en un plazo que no extenderá más allá
de cinco años. La circulación de monedas acuñadas y billetes emitidos con el nombre de
"República de Venezuela", estará regulada por la Reforma de la Ley del Banco Central de
Venezuela contemplada en la Disposición Transitoria Décima Primera de esta
Constitución, en función de hacer la transición a la denominación "República Bolivariana
de Venezuela".
DISPOSICIÓN FINAL Única. Esta Constitución entrará en vigencia el mismo día de su
publicación en la Gaceta Oficial de la República de Venezuela, después de su aprobación
por el pueblo mediante referendo. Dado, firmado y sellado en Caracas, a los diecisiete
días del mes de noviembre de mil novecientos noventa y nueve.- Año 189° de la
Independencia y 140° de la Federación.