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El otro da me sucedi algo desazonante.

Una alumna de la
Facultad de Periodismo vino a entrevistarme para su clase, lo
cual es algo muy normal; antes o despus siempre hay algn
profesor que manda hacer una entrevista, y por lo general los
alumnos se abalanzan sobre los periodistas profesionales.

Eso hicimos todos cuando estudibamos, y por eso solemos


prestarnos todos al ejercicio. Esta chica tena diecinueve aos y
era especialmente lista; se haba preparado el trabajo a
conciencia y lo hizo muy bien, con mucha serenidad y gran
desparpajo. Con esa misma desenvoltura me solt, nada ms
llegar, una pregunta que me dej patidifusa. Acabbamos de
sentarnos en la mesa del bar cuando, inclinndose un poco
hacia delante, dijo: "Bueno, t sabes que no te voy a pagar esta
entrevista, verdad?".Ah comenz un pequeo dilogo ms bien
delirante, porque ambas partes estbamos igual de atnitas,
igual de asombradas ante lo que la otra nos deca. ramos como
dos especies aliengenas distintas que se encuentran por
primera vez en la galaxia. Ella me cont que sus compaeros de
clase pensaban que las entrevistas tenan un precio, y que de
hecho le haban preguntado: "Pero ya le has advertido de que
no le vas a dar dinero?". Y yo le expliqu que ningn medio o
periodista serios pagan a un entrevistado por su entrevista (en
este peridico es algo que est prohibido), porque entonces sus
declaraciones no resultaran fiables: podra alterar o inventar lo
que dice para complacerte y que se lo compres. "Por qu estas
cosas no te las cuenta ningn profesor?", se quej la muchacha.
Probablemente porque a ningn profesor se le ocurre que sus
estudiantes son tan marcianos como para creer semejante cosa.

Pero el problema es que llevamos viviendo en Marte mucho


tiempo. Las nuevas generaciones se han pasado aos
percibiendo el mundo a travs de la bazofia televisiva,
educndose en su cochambre moral y en la venta masiva de
todo lo que uno es, desde la propia dignidad hasta los higadillos.
Y as estamos llegando a lo peor, al "pero entonces, si no te
pagan, por qu lo haces?", a ser incapaces de concebir que
ms all del dinero hay una vida.

Rosa Montero, El Pas, febrero de 2007

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