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‘Yo me aburro, tu me aburres, todo me aburre’.

El aburrimiento y la experiencia de sí
Lic. Evelina Viviana Brinnitzer (1)
rodbrin@bariloche.com.ar
http://www.efdeportes.com/efd52/aburro.htm

Resumen
¿Qué es el aburrimiento? En este artículo se abordan las distintas concepciones de
aburrimiento a partir de un trabajo de investigación realizado en el año 2001-2002 en
la ciudad de San Carlos de Bariloche. Chicas y chicos adolescentes dicen sentir
aburrimiento en su tiempo concebido como libre, por lo cual utilizan diferentes
estrategias de evasión para no experimentar-se. Si la experiencia es “lo que nos pasa”
¿qué experiencia es el aburrimiento?
Palabras clave: Aburrimiento. Adolescencia. Tiempo libre. Género. Pobreza.

Este artículo es la adaptación de un capítulo de la investigación ”Percepciones del libre


durante la adolescencia”, un estudio acerca de cómo viven el tiempo que conciben como
libre chicas y chicos adolescentes escolarizados del nivel socioeconómico bajo de la ciudad
de San Carlos de Bariloche realizado durante el año 2001 y parte del 2002. Dicho estudio se
realizó sobre 181 adolescentes de 13 a 17 años que concurrían a cuatro establecimientos de
nivel medio de la ciudad. En dicho trabajo emergió la problemática del aburrimiento como
uno de los focos a profundizar. ¿Qué es el aburrimiento? ¿Un estado de ánimo? ¿Una
característica de las personas? ¿Una cualidad de las actividades? ¿Cómo se relaciona con la
experiencia de sí? Con este artículo intentaré abordar algunos de estos interrogantes.

La experiencia es aquello que nos pasa, que nos acontece. Según el filósofo Jorge
Larrosa (2000), en esta época, donde existe mucha información, justamente se carece del
encuentro con la propia experiencia. La experiencia no es opinión (por la cual se toma partido
a favor o en contra acerca de alguna información), no es un experimento, es aquello que nos
toca, y refleja nuestra mismidad, aquello que somos. Para esa experiencia es necesario
tiempo y silencio. En la Modernidad y aun hoy el tiempo es considerado como un bien escaso,
ilustrado con las frases como ‘el tiempo es oro’, ‘no hay que perder el tiempo’, lo cual refiere
a actividades relacionadas con la producción, con el trabajo, con las ganancias. Pero la
experiencia requiere detenerse, hacer una pausa en la actividad, para posibilitar que algo nos
pase. Parar para sentir, para pensar, para escuchar y escuchar-se, suspender la opinión, el
prejuicio, cultivar la mirada atenta, el encuentro con los otros, darse un tiempo y un espacio.

Siguiendo al mismo autor, el sujeto de experiencia es un sujeto expuesto, que corre


riesgos, abierto a su propia transformación. Un sujeto capaz de emprender esa aventura de
conocerse a sí mismo, de encontrar un sentido a lo que le pasa y de tomar conciencia de su
finitud. Por lo tanto, la verdadera experiencia es experiencia de la propia historicidad, la toma
de conciencia de que no siempre hay tiempo para todo. “Si la vida humana tiene una forma,
aunque sea fragmentaria, aunque sea misteriosa, esa forma es la de una narración: la vida
humana se parece a una novela. Eso significa que el yo, que es dispersión y actividad, se
constituye como una unidad de sentido para sí mismo en la temporalidad de una historia o
relato. Y significa también que el tiempo se convierte en tiempo humano en la medida que
está organizado (dotado de sentido) al modo de un relato.”

El tiempo libre en su dimensión cualitativa es una experiencia subjetiva, lo cual hace


que cada uno tenga su propia concepción de ocio. Esto depende de las experiencias
personales, de las influencias sociales y contextuales. Por tal motivo, la concepción de tiempo
varía, es dinámica, es decir que se modifica a lo largo de la vida. En general, las
concepciones de tiempo libre coinciden en la libertad percibida. Esta percepción de libertad
es importante para el bienestar y será mayor si la motivación es intrínseca, es decir que no
recibe una recompensa ajena a la acción. Las actividades que tienen una motivación
extrínseca son aquellas cuyo origen depende de una recompensa o beneficio material, como,
por ejemplo, hacer cursos para mejorar las posibilidades laborales. Es decir que una actividad
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de tiempo libre debe generar satisfacción en el sujeto, y ésta será mayor cuando aumente su
percepción de libertad, tenga una motivación intrínseca y sienta que aprende, que se siente
competente, que es capaz.

Un tiempo libre, en realidad el tiempo humano, sin este tipo de experiencia, aun cuando
esté liberado de obligaciones, es aquel que no se percibe como propio, un tiempo en el cual
cada sujeto asume una actitud pasiva, de espectador de lo que acontece, alienado y
enajenado de sí mismo. El tiempo es situado como algo exterior al ser humano, como
dependiente de que ocurran hechos sin la posibilidad de decidir o hacer. Durante ese tiempo
la persona no sabe ni quiere saber lo que le pasa. Así es que el tiempo considerado libre
puede ser un tiempo de experiencia, pero también puede ser un tiempo de alienación, de
enajenación.

“Me aburro, no sé qué hacer”, “ellos son aburridos”, “esto me aburre”, “esta actividad
es aburrida”, son algunas de las frases que aparecen asociadas al aburrimiento. ¿Pero, cómo
es el aburrimiento? A veces parece casi una enfermedad, y en general se atribuye su remedio
a un agente externo: alguien “de afuera” tiene que mediar para que el sujeto no se aburra,
tiene que “curarlo” de ese aburrimiento, buscando afuera algo que no se logra encontrar
dentro de uno. La etimología de la palabra aburrir tiene como origen “abhorrere”, en latín
“tener horror”. Se trataría de una posición que, para evitar el horror, cae en el desinterés.
Como escribió el escritor español Ricardo León (1877-1943) “El aburrimiento es la suprema
expresión de la indiferencia”.

En relación a la investigación citada las chicas y chicos adolescentes hicieron referencia


al aburrimiento en tres sentidos. Por un lado se atribuyeron el aburrimiento a ellos mismos,
es decir tomando conciencia de su papel pasivo frente a esa sensación de malestar. Por otro
lado atribuyeron el aburrimiento a los otros considerando que sus amigos son aburridos, su
familia es aburrida, sus docentes son aburridos. Por último atribuyeron el aburrimiento a las
actividades que realizaban.

“El tiempo libre es estar aburrido sin hacer nada, cuando estoy al reverendo pedo.”
(Encuesta 2.0 - encuestado 88)

Este chico de 16 años manifiesta su desagrado por no encontrar qué hacer. Tiene una
determinada conciencia de que algo le pasa, justamente siente que no le pasa nada y por eso
se aburre al igual que las siguientes chicas:

“Que a veces no tengo que hacer y me aburro.” “Hacer siempre lo mismo es aburrido,
salir a la Onelli (Avenida principal que se encuentra fuera de la zona turística de la ciudad).”
“Estar aburrida, odio no hallar que hacer.” “Hago cosas que no quiero hacer, las hago para no
aburrirme.” “Me aburro con mi familia y hermanos.” “Estar aburrida, no tener nada que
hacer, no salir.” “Cuando estoy sola, y sola me aburro mucho.” (Encuesta 2.0 - encuestadas
57,58, 67, 75, 130, 162, 167)

Estos adolescentes atribuyen diferentes causas a su sensación de aburrimiento: no


tener nada que hacer, hacer siempre lo mismo, estar con la familia, estar en soledad. Poder
estar con amigos pareciera que libera de la sensación de aburrimiento, como explica esta
chica de 16 años:

“No me gusta lo que hago. ¡No! Por que en gran parte del tiempo siempre me aburro, a
no ser que esté con amigas.” (Encuesta 2.0 - encuestada 59)

El aburrimiento habla de una determinada discapacidad de poder estar a solas. Según


Winnicott (1971) la capacidad de estar solo se basa en una paradoja: estar a solas cuando
otra persona está presente, es decir cuando está disponible si se la necesita. La capacidad de
estar solo implica entonces que, en este caso, el adolescente, haya tenido oportunidad de
crecer sintiendo durante su infancia un entorno benigno, estable. En un marco de creciente
empobrecimiento de las familias, desocupación, violencia, se dificulta la posibilidad de
sostener un entorno “estable y benigno”.

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El aburrimiento también está relacionado con la incapacidad de ser autor, con no
encontrar cómo asumir el protagonismo. Dicha capacidad requiere de aprendizajes, de una
educación para el tiempo libre. Una chica de 17 años lo explica así:

“Odio estar aburrida y no hallar qué hacer... Mi mamá no es una persona que me
incentive a realizar cosas que me ayuden para matar el aburrimiento.” (Encuesta 1.0 -
encuestada 67)

Existe una demanda hacia los otros para que enseñen cómo “matar el aburrimiento”.
Sienten que deberían poder encontrar ayuda en los adultos que tienen cerca. Los agentes
socializadores, comenzando por los padres y luego la escuela, deberían facilitar el
aprendizaje del uso y vivencia del propio tiempo.

Una adolescente de 16 años cuenta con respecto a lo que hace: “Hacer siempre lo
mismo es aburrido, salir siempre a la Onelli, al Centro Cívico, en fin lugares típicos.”
(Encuesta 1.0 - encuestada 58)

Consideran que cuando no existe una variedad en sus actividades, se convierten en


rutinarias, y como tales son una fuente más de aburrimiento. El 42,54% de los encuestados
dice estar parte de su tiempo libre en la calle, en general con amigos. De este porcentaje el
66,23% son varones y el 33,76% son mujeres. Por tal motivo aparece el mal clima, la lluvia,
como un obstáculo para disfrutar de esa actividad.

“Tengo mucho tiempo libre, pero a veces no lo puedo usar como quiero, o sea no puedo
hacer lo que me gusta. Me gustaría no pasar tanto tiempo con mi familia, salir más, conocer
más amigos, no estar tanto tiempo en mi casa, porque me aburro mucho. No lo hago, por que
a veces el clima no me lo permite y también porque no me dejan.” (Encuesta 1.0 -
encuestada 157)

Existe el deseo de poder vivenciar otras cosas. El aburrimiento aparece cuando además
de hacer siempre lo mismo, existen pocas expectativas de poder aprender algo. Es raro
escuchar en los niños pequeños que se aburran, en la medida en que puedan desarrollar su
imaginación, su potencial creativo. El deseo de aprender es una fuerza contraria al
aburrimiento. Csikszentmihalyi llama flujo a una experiencia subjetivamente satisfactoria,
una experiencia cumbre, cuando uno está inmerso, concentrado en lo que realiza. Proviene
de un equilibrio entre desafíos y habilidades. Cuando el desafío es demasiado alto se produce
ansiedad y cuando es bajo parece el aburrimiento. Cuando desafío y habilidades son bajos
aparece la apatía. El afirma que en la actualidad existe un contexto que fomenta la pasividad
y el consumo, con poca valoración de las habilidades corporales y artesanales.

Una concepción de tiempo libre como un tiempo vacío hace creer que la manera de
combatir al aburrimiento es la ocupación. Si pueden llenar su tiempo de actividades, ‘llenan’
también su sensación de vacío. Por eso aparece el deseo de hacer muchas cosas, como en
esta adolescente de 14 años: “Tengo demasiado tiempo, no tengo muchas actividades y
me aburro... Me gustaría en vez de dormir ir a Básquet o Hándbol...” (Encuesta 1.0 -
encuestada 170)

Muchas veces se confunde el hecho de no hacer nada con el aburrimiento, sin tener en
cuenta que a veces hasta la persona mas ocupada puede ser la más aburrida".

Cuando se cumplen todas las demandas del entorno social, se habla de una
sobreadaptación, por la cual se silencian los deseos, la capacidad de imaginar, de crear, de
desear, de jugar. Esta sobreadaptación genera una sensación de vacío.

El dormir durante la adolescencia aparece como una forma de desconectarse de esa


sensación de aburrimiento. Estar ‘embolado’, como sinónimo de aburrido hace que sea mejor
dormir. Pero no implica que no se tenga conciencia de esa sensación de malestar, como lo
explica este chico de 15 años: “Duermo solo cuando estoy embolado, cuando no sé qué
hacer.” (Encuesta 1.0 - encuestado 178)

Cuando la compañía de la televisión, la radio y la música, el dormir, ocupar el tiempo


con muchas actividades se realizan no por el gozo que producen sino para evitar estar a
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solas, se convierten en estrategias antiaburrimiento, estrategias de evasión de la experiencia
de si.

Al estar socializados con los valores de esta sociedad de consumo, se les crea la
necesidad de estar siempre en la novedad. La diversión es capaz de hacer desaparecer ese
aburrimiento. Aporta un tiempo de escape de lo cotidiano, de lo rutinario. En tal sentido las
distracciones logran separarnos de nosotros mismos, como una especie de red de
contención, una barrera que logra dificultar ese encuentro con uno. En ese sentido tanto el
aburrimiento como la distracción dificultan la construcción de la subjetividad.

Es frecuente observar animadores de actividades recreativas que promueven relaciones


propias de la sociedad de consumo. Estos animadores suelen ser el centro de la actividad y
son los poseedores del poder de hacer divertir a los otros. De esta manera se refuerza la
necesidad de alguien externo a uno para decidir, para hacer, para divertirse.

“Mi tiempo libre no es mucho, sólo a la mañana, ya que por la tarde voy al colegio. O
todo el día los sábados y domingo, que los odio porque me aburro mucho y ni siquiera hay
algo que llame la atención, repiten todo. De mi tiempo libre me molesta todo. Me gustaría
hacer algún deporte, no estar tanto tiempo sin hacer nada y también aprender folklore.”
(Encuesta 1.0 - encuestada 116)

Es frecuente observar animadores de actividades recreativas que promueven relaciones


propias de la sociedad de consumo. Estos animadores suelen ser el centro de la actividad y
son los poseedores del poder de hacer divertir a los otros. De esta manera se refuerza la
necesidad de alguien externo a uno para decidir, para hacer, para divertirse. Para este
proyecto se necesitan profesionales formados con aptitudes y actitudes para un desarrollo de
la autogestión en los grupos, facilitadores de la construcción de proyectos propias de cada
institución que se conviertan para los adolescentes en espacios de participación, de
protagonismo, que se sientan como propios, para compartir con otros, para aprender y que
sean seguros.

Lo contrario de la alegría no es la tristeza sino el aburrimiento. El encuentro con la


autoría (Alicia Fernández, 2000) es el poder salir del aburrimiento o la evasión a partir de la
toma de decisiones, de la percepción del aprendizaje, de un determinado saber. Por eso, en
el grupo de encuestados hacer deporte o bailar folklore representa una manera de tener
protagonismo. Esas actividades se convierten en el eje de la vida de estos adolescentes, les
dan sentido a sus prácticas cotidianas.

Para poder resistirse al aburrimiento es necesario encontrar momentos de recogimiento,


de silencio, de pausa, en los cuales uno pueda encontrarse a sí mismo. Es necesaria una
búsqueda de sentido dentro de cada uno, un preguntarse acerca de las propias necesidades.
Para Lipovetzky (1986) la sociedad posmoderna se caracteriza justamente por el vacío, ya no
existe aquel sujeto moderno que se sentía capaz de transformar el mundo siguiendo utopías,
sino un sujeto que pierde cada vez más su autoconciencia, que no sabe quién es ni qué
busca.

Estos adolescentes conviven con adultos, inmersos en solucionar las urgencias diarias,
con poco espacio para proyectar y proyectarse más allá del presente. Existe pues la paradoja
entre una sociedad que enaltece el estado adolescente y la indeterminación de su lugar en el
futuro espacio social.

Una cultura basada en el consumo se muestra incapaz de dar otras respuestas masivas
que no sean las del entretenimiento y la evasión. El aburrimiento, pareciera que es un
síntoma del vacío existencial y se ha convertido en la enfermedad colectiva de la cultura
occidental, como señaló el psiquiatra vienés Viktor Frankl.

Se hace necesario facilitar situaciones de aprendizaje que incluyan propuestas para la


construcción de la subjetividad, el encuentro con los intereses, en definitiva una educación
para un tiempo integrado, superadora de las dicotomías cuerpo - mente, juego - trabajo,
tiempo libre - tiempo ocupado. Para ello se necesitan profesionales formados con aptitudes y
actitudes para un desarrollo de la autogestión en los grupos, facilitadores de la construcción
de proyectos propios de cada institución que se conviertan para los adolescentes en espacios
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de participación, de protagonismo, que se sientan como propios, para compartir con otros,
para disfrutar, para aprender.
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Lic. Evelina Viviana Brinnitzer


(1) Licenciada en tiempo libre y recreación. Profesora en educación física.
Docente del Instituto de Formación Docente Continua de San Carlos de Bariloche
(Argentina)

Bibliografía

* BRINNITZER, EVELINA (2002) Percepciones del tiempo libre durante la adolescencia, Universidad
FASTA, San Carlos de Bariloche.
* FERNANDEZ, ALICIA (2000) Poner en juego el saber, Ed. Nueva Visión, Buenos Aires.
* LARROSA, JORGE (comp.) (1995) En escuela, poder y subjetivación, Ediciones La Piqueta, Madrid.
* LARROSA, JORGE (2000) Notas sobre a experiência e o saber de experiência, Universidad de
Campiñas, Brasil.
* LARROSA, JORGE (1996) La experiencia de la lectura, Laertes, Barcelona.
* LIPOVETZKY, GILLES (1986) La era del vacío. Ensayos sobre el individualismo contemporáneo, Ed.
Anagrama, Barcelona.
* MORENO, I. Todos tenemos tiempo, Ed. Humanitas, Buenos Aires.
* WINNICOTT (1971) Realidad y juego, Ed. Gedisa, Buenos Aires.

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