Está en la página 1de 5

Ética profesional

Alumno: Sánchez Trujillo Victor Grupo : 793 22 de


octubre 09

Saladino, el defensor del Islam

Salah al-Din Yusuf, mejor conocido en occidente como Saladino (1138, Tikrit - 1193,
Damasco) fue un defensor del Islam y particularmente de la ortodoxia religiosa
representada por el sunnismo, unificó política y religiosamente el Oriente Próximo,
combatiendo a los cruzados (tambien llamados francos) y acabando con doctrinas alejadas
del culto oficial representado por el Califato Abbasí. Es conocido por haber devuelto
Jerusalén a los musulmanes, derrotando y expulsando a los cruzados. El impacto de este
acontecimiento en Occidente provocó una nueva cruzada (la tercera) en principio lidereada
por Federico I del Sacro Imperio Romano Germánico, el famoso rey de Inglaterra Ricardo
Corazón de León y el rey de Francia Felipe II Augusto.

Salah al-Din Yusuf, mejor conocido en occidente como Saladín, fue el heróico defensor del
Islam en los tiempos de las cruzadas.

Origen de Saladino

Nació en 1138 en Tikrit, (en la provincia actualmente llamada Salah ad Din en su honor, en
Irak) donde su padre Ayyub, era gobernador. La familia de Saladino era kurda y como
muchos kurdos en aquella época, eran soldados al servicio de los gobernantes sirios y
mesopotámicos. Tras caer en desgracia y ser expulsados, se pusieron al servicio de Zengi,
señor de Mosul, que había unido bajo su mando la zona norte de Siria e Irak. Zengi fue el
primero de los grandes líderes musulmanes que trató de expulsar a los cruzados de las
tierras santas, logrando arrebatarles el Condado de Edesa. La familia de Saladino se unió a
su ejército, siendo su padre recompensado con el gobierno de Baalbek. En aquella época los
cristianos lanzarían la Segunda Cruzada, que fracasaría.

El asesinato de de Zengi en 1146, abrió un periodo de guerra civil en Siria por la sucesión.
Saladino y su familia se pondría de parte del heredero designado, el hijo menor de Zengi,
Nur al-Din, con quien más tarde rivalizaría. Cuando tras diversas luchas Nur al-Din se impuso
en Siria, los parientes de Saladino fueron recompensados: su padre recibió el gobierno de
Damasco, y su tío Shirkuh el mando del ejército.

Saladino en Egipto

Mientras tanto Egipto, estaba en un periodo de inestabilidad. En los momentos finales del
Califato Fatimí Egipto estaba en crisis, amenazado por los cruzados, que habían ocupado
Ascalón y amenazaban la frontera junto con los bizantinos, así como en guerra civil por la
vacante del cargo de visir.

Mapa actual de los territorios de Siria y Egipto, de los cuáles Saladino llegaría a ser sultán.
En medio de ambos territorios se encuentra Jerusalén.

Uno de ellos acudió a la corte de Damasco a pedir ayuda a Nur al-Din. Este envió un ejército
al mando de Shirkuh (El tío de Saladino), junto con Saladino. Hacia 1169 Shirkuh controlaba
el país, actuando en parte como primer ministro del califa fatimita de Egipto en parte como
gobernador y representante del Sultán sirio. Ese mismo año moría el general y tío de
Saladino, siendo sustituido en el puesto por el propio Saladino.

Saladino reformó la administración de Egipto, aboliendo impuestos y reduciendo el


desmesurado funcionariado. Saladino tambien se dedicó a reorganizar el ejército,
compuesto hasta entonces por mercenarios del Magreb que fueron sustituidos por tropas
kurdas y turcas, e impuso su autoridad sobre el país. La enfermedad de Al-Adid, el último
califa fatimí, impidió a éste seguir controlando las mezquitas egipcias, en las cuales se
empezó a orar por el califa abbasí. Su muerte en 1171 supuso la reintegración definitiva del
culto en Egipto a la corriente sunní, mayoritaria en el islam, durante la ocupación y mando
de Saladino. Esto realzó el prestigio de Saladino dentro de la comunidad islámica, que tenía
la moral baja por la sangrienta toma de Jerusalén por los cruzados en 1099, donde se realizó
tal matanza que en algunos lugares la sangre les llegaba a las rodillas.

Saladino también conquistó la costa libia, el norte de Sudán y Yemen con la excusa de
restaurar la ortodoxia religiosa (estos territorios estaban fuera del liderazgo espiritual del
Califato Abbasí, siendo para su doctrina herejes). Saladino tomó los puertos y posiciones en
manos de los cruzados en el Mar Rojo, asegurando su posición contra los estados cristianos,
a quienes planeaba enfrentar y de tener éxito repeler.

Tras la muerte de Al-Adid, Saladin era en teoría un vasallo de Nur al-Din pero en la práctica
era gobernador de Egipto: reconocía la autoridad del sultán de Siria, pero gozaba plena
independencia en su gobierno de Egipto, debido en parte a la lejanía entre Damasco y El
Cairo (las capitales de Egipto y Siria) y en parte a que estaban separadas por estados
gobernados por los cruzados europeos.***

Saladín en plena batalla contra los cruzados.

Saladino, libre de adversarios, Sultán de Siria y Egipto.

A la muerte de Nur al-Din en 1174 correspondía a su hijo as-Salih Ismail al-Malik, tomar el
control de las posesiones de su padre. Sin embargo el heredero era un niño, que tardaría
años en controlar e imponerse en Siria, lo que concedió a Saladino libertad de movimiento.

En tales condiciones, Saladino ocupó Damasco y con ello Siria del Sur, bajo la excusa de
asegurar estas tierras a su legítimo dueño, pues estaban amenazadas por el Reino de
Jerusalén. Sin embargo, practicó una política hostil a as-Salih Ismail al-Malik, arrebatándole
una a una las plazas del norte, hasta que solo le quedó Alepo. Llegó incluso a asediar, esta
ciudad, fracasando. Durante el sitio de Alepo, Saladino sufrió un intento de asesinato por
parte de la secta de los asesinos, salvándose por una cota de malla bajo sus ropas.

Con respecto a los cruzados, Saladino mantuvo una actitud agresiva contra los estados
cruzados, infringiendo incursiones y asaltos. En 1177, una invasión de Saladino, que atacaba
desde el sur, fue desarticulado en la batalla de Montgisard.

En 1779, un ataque a una fortaleza que los cristianos estaban construyendo en la ribera del
río Jordán dio a Saladino la primera gran victoria (batalla del vado de Jacob) en su campaña
por expulsar a los francos de ultramar. Una vez muerto, el heredero de Nur al-Din, as-Salih
Ismail al-Malik, sin descendencia en 1181, Saladino fue nombrado oficialmente sultán de
Siria y Egipto

Luego de que Saladino se afianzó como sultán de Siria, maniobró contra los príncipes de la
dinastía Zengida que gobernaban en Mesopotamia (el norte del actual Irak). Estos eran
descendientes de Zengi, y sobrinos de Nur al-Din cuyo imperio había abarcado algunas
provincias fronterizas en la región.

Saladino logró recuperar las tierras fronterizas, y expandió sus dominios más allá aún. Es de
destacar la anexión de Edesa. Tras varias campañas en Mesopotamia Saladino consiguió la
sumisión del príncipe de Mosul en 1186, cuya ciudad había llegado a sitiar sin éxito en 1182,
que se convirtió en su vasallo, comprometiendose a colaborar en su yihad (Lucha, en este
caso "defensa de la fé").

No fue el único estado que Saladino consiguió adherir a su causa. Saladino llevó sus
fronteras al Kurdistán y a Armenia, tratando (con cierto éxito) de someter los pequeños
principados de la región.

Monumento a Saladino en Damasco, capital de Siria. Saladino es considerado un héroe en


las regiones del oriente medio, y tambien por el mundo occidental es recordado como el
caballero por excelencia, sabio, mesurado y valiente.

Saladino es llevado a la guerra

Fue Reinaldo de Châtillon, el que provocó la pérdida de Jersusalén a manos de Saladino, al


atacar un gran caravana en la que viajaba la misma hermana de Saladino. Reinaldo era un
noble que era señor de tierras en la frontera, y era famoso por el bandidaje y el saqueo
(Había ya violado treguas anteriormente para atacar caravanas, capturado peregrinos en
dirección a La Meca, tratado de profanar los lugares santos musulmanes y saqueado la
cristiana Chipre).

Ante las previsibles represalias del entonces principal líder de los musulmanes, Saladino, el
rey de Jerusalén Guido de Lusignan realizó levas reuniendo a todas las fuerzas del reino, con
las que se dirigió contra Saladino. El enfrentamiento final se produjo en 1187, junto a unas
colinas llamadas los cuernos de Hattin. Los ataques de la caballería ligera y los arqueros
sarracenos, al mando de Saladino, aniquilaron al ejército cruzado, que había llegado
atravesando el desierto.

La batalla de los cuernos de Hattin

Mientras los cruzados estaban en marcha los tambores musulmanes, en el ejército de


Saladíno, empezaron a batir sin cesar y arqueros a caballo empezaron a hostigar, lo cual se
mantuvo hasta que llegaron a Hattin, una llanura donde al ver la llegada del ejército cruzado
se empezaron a encender montones de leña, preparados en la llanura por Saladíno. Todo
esto provocó el desconcierto de los cruzados, la sorpresa. En este desconcierto el rey Guido
de Lusignan ordenó cargar contra el enemigo. La primera línea de caballería bajo el mando
de Raimundo de Trípoli cargó, pero cuando estaban a punto de chocar contra el enemigo
éste abrió filas, dejándolos pasar, según las órdenes de Saladino. Raimundo, totalmente
desconcertado y sorprendido, no pudo frenar a su caballería y ésta se metió en un
desfiladero donde quedó aislada del cuerpo del ejército principal, donde fue aniquilada.

Las pocas tropas cruzadas que quedaban se rindieron. Saladino los respeto, excepto a los
mercenarios turcos, que fueron degollados, junto a los caballeros templarios y de San Juan
que rehusaron convertirse al Islam ( cerca de 230 ). El único que sobrevivió a la carnicería
fue Balian d'Ibelin, que al mandar la retaguardia pudo reaccionar a tiempo.

Se cuenta la anécdota de como Saladino ofreció una copa de nieve al rey de Jerusalén,
sediento por la travesía en el desierto. La única excepción fue Reinaldo que fue ejecutado
por el mismo Saladino, según cuentan, cuando trató de coger la copa que había dado a
Guido de Lusignan como muestra de hospitalidad. Los caballeros templarios y hospitalarios
capturados solo tuvieron dos opciones: convertirse o ser ejecutados, muriendo todos a la
mañana siguiente.

Saladino, reconquistando el reino de Jerusalén. En el año 1187, habiendo derrotado primero


a las fuerzas cruzadas en la batalla de los cuernos de Hattin.

Saladíno conquista el reino de Jerusalén.

Tras su victoria en Hattin, Saladino ocupó el norte del Reino de Jerusalén, conquistando
Galilea y Samaria sin demasiada dificultad (recuerdese que casi todas las fuerzas militares
cristianas habían sido eliminadas o capturadas en Hattin).

Posteriormente, se dirigió a la costa tomando uno tras otro los puertos con la única
excepción de Tiro (Que a lo largo de la historia, siempre ha sido especialmente difícil de
tomar, incluso para Alejandro Magno) comandada por el Marqués Conrado de Montferrato.
Saladino dejó frente a Tiro a un ejército, y marchó hacia el sur, con el objetivo de conquistar
Ascalón, plaza vital para la defensa de Egipto.Saladino liberó al gran maestre del Temple,
Gerard de Ridefort, a cambio de la fortaleza templaria de Gaza y al rey Guido de Lusignan a
cambio de Ascalón, que, sin embargo, se negó a rendirse. A pesar de todo, fue tomada poco
después por Saldino.Saladino sitio a Jerusalén. En aquel momento, Balián de Ibelín, miembro
de una de las principales familias nobles, pidió a Saladino, poder ir de Tiro, donde estaba
luchando, a Jerusalén, para sacar de ahí a su mujer e hijos a cambio de no colaborar en la
defensa. Sin embargo, fue reconocido, y se le pidió que comandara la resistencia de la
ciudad por lo que mandó a Saladino un mensaje pidiéndole que le eximiera de cumplir su
palabra de no luchar contra él, a lo que Saladino accedió.

Inicialmente se rechazó toda propuesta de Saladino de capitulación, pues ningún cristiano


quería ceder la ciudad, que consideraban, al igual que los musulmanes, santa. Entonces
Saladino se decidió, pues, a tomar la ciudad por la fuerza. En octubre de 1187 la situación
de los defensores era ya desesperada, y Balián trató de negociar la rendición. Saladino se
negó pues había jurado tomar la ciudad por la fuerza al rechazarse sus ofrecimientos
iniciales, no tenía razón para ceder en nada (se cuenta que mientras Balián explicaba sus
condiciones de repente un estandarte sarraceno se izó en un baluarte, muestra de que las
tropas de Saladino ya habían entrado). Sin embargo, cuando Balián amenazó destruir
completamente la ciudad antes que entregarla sin condiciones, Saladino consultó con sus
emires y decidió perdonar la vida a los habitantes a cambio de la rendición de la ciudad,
aunque sus emires exigieron que pagaran un impuesto por cabeza.

Una vez en posesión de la ciudad Saladino entregó los lugares sagrados cristianos a
sacerdotes ortodoxos. Aunque convirtió las iglesias en mezquitas, Saladino tomó medidas
para evitar que sus soldados exaltaran los ánimos cristianos. Balian pagó la compra de casi
diez mil pobres y muchos que no pudieron pagar el impuesto para salir de Jerusalén aun
tuvieron una relativa suerte: el hermano de Saladino, Saif ed-Din (Al-Adil), pagó por una
buena cantidad de ellos, como tributo a Alá por la victoria. No fue el único, siendo seguido
por varios miembros de la corte. El mismo Saladino, en una acto de generosidad, perdonó a
todos los ancianos de la ciudad.

Finalmente Saladino pudo entrar en la mezquita de la roca, el tercer lugar sagrado para los
musulmanes después de La Meca y Medina.Le sucedió su hijo Al-Afdal en el trono de Siria,
dando comienzo así la dinastía ayubí.

También podría gustarte