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CONSIDERACIONES GENERALES
La aparición del Estado nacional y la necesidad de mantener relaciones de diversa
índole con los demás miembros de la comunidad internacional, con abstracción de
su sistema político y socio económico, han dado origen a la creación de órganos
estatales centrales, encargados de la función exterior.
En las antiguas civilizaciones (China, Grecia, India, Roma, etc.) fue observada la
práctica de los enviados diplomáticos y de los heraldos de paz.
2. Nombramiento
El nombramiento de los agentes diplomáticos, función discrecional y privativa del
jefe de Estado o del órgano supremo de poder, se hace, por lo general, por
intermedio del Ministerio de Relaciones Exteriores o de la oficina que tiene a su
cargo los asuntos exteriores del Estado.
El Estado acreditante tiene derecho a nombrar libremente al personal de su
misión. Pero en el caso de los jefes de misión, el Estado acreditante deberá
asegurarse, previamente al nombramiento, de que la persona que se proponga
acreditar ha obtenido el asentimiento del Estado receptor por medio de lo que se
conoce como agrement, plácet o beneplácito, es decir, una nota de cancillería a
cancillería en la cual el Estado receptor manifiesta su nihil obstat al
nombramiento. En ningún caso, el Estado receptor está obligado a expresar al
Estado acreditante los motivos de su negativa de acreditación.
Al jefe de la misión se le provee de las llamadas léttres de créance o cartas
credenciales2, las cuales debe presentar ante el Estado receptor en una
ceremonia especial y solemne y según el orden de precedencia. El jefe de la
misión asume sus funciones desde el momento en que haya presentado sus
cartas credenciales.
3. Rango
Los jefes de misión son de tres categorías:
i. Embajadores o nuncios acreditados ante los jefes de Estado, y otros jefes de
misión de rango equivalente, pero no legados. La institución del nuncio, como
plenipotenciario de la Santa Sede, surgió como tradición de los Estados
pontificios. El Vaticano, asiento de la Santa Sede, mantiene aún la práctica del
nuncio papal con Estados, generalmente con mayoría católicos.
ii. Enviados, ministros o internuncios, acreditados ante las respectivas
cancillerías.
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Las cartas credenciales (letters of credence) son documentos sellados en los cuales consta el nombre del
agente diplomático, su rango, el Estado receptor y demás circunstancias de la misión y lleva siempre la firma
del jefe de Estado.
iii. Encargados de negocios acreditados ante la respectiva cancillería. Son de
dos clases: encargados de negocios ad hoc 3 y encargados de negocios ad
interim4.
4. Derechos
La misión diplomática y su jefe tienen derecho a colocar la bandera y el escudo del
Estado acreditante en los locales de la misión, incluyendo la residencia del jefe de
la misión y en los medios de transporte de éste. El Estado receptor deberá, sea
facilitar la adquisición en su territorio de conformidad con sus propias leyes y
reciprocidad, por el Estado acreditante, de los inmuebles necesarios para la
misión, o ayudar a éste a obtener alojamiento de otra manera. Y, cuando sea
necesario, ayudará también a las misiones a obtener alojamiento adecuado para
sus miembros.
5. Privilegios
El funcionario diplomático, independientemente de su rango, no puede ser objeto,
en ningún caso, de detención, arresto o maltrato por las autoridades del Estado
receptor (inmunidad personal). El Estado receptor deberá tratarlo con el debido
respeto y adoptará todas las medidas necesarias para impedir cualquier atentado
contra su persona, su libertad o su dignidad. Su residencia particular goza también
de la misma inviolabilidad y protección que los inmuebles y oficinas de la misión
(inmunidad real o inviolabilidad).
El agente diplomático goza igualmente de inmunidad total de la jurisdicción penal
del Estado receptor, pero esto no lo exime de la del Estado acreditante. Goza,
asimismo, de inmunidad de la jurisdicción civil y administrativa del Estado
receptor, excepto si se trata de ciertas acciones reales, sucesorias, profesionales
o comerciales. El agente diplomático no está obligado a testificar ni puede ser
objeto de medidas o procedimientos ejecutivos.
Los locales o inmuebles de la misión diplomática son inviolables (inmunidad real).
Los agentes del Estado receptor no pueden penetrar en ellos sin el consentimiento
del jefe de la misión. Y el Estado receptor tiene la obligación primordial de adoptar
todas las medidas adecuadas para proteger los locales de la misión diplomática
extranjera contra toda intrusión o daño y evitar que se turbe la tranquilidad de la
misión o se atente contra su dignidad. Incluso está obligado a emplear la fuerza
pública para hacer respetar los locales de la misión diplomática.
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Esta práctica está siendo abandonada a fin de no herir la susceptibilidad de los Estados. Cuando se
deterioran las relaciones bilaterales, los Estados suelen retirar a sus jefes de misión y dejar como sus
representantes a encargados ad hoc o simples encargados de los archivos.
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Los encargados de negocios ad interim hacen las veces de jefes de misión cuando se ausenta del Estado
receptor el jefe de misión acreditado. La ausencia debe ser temporal, pues si es definitiva es necesario
acreditar un nuevo jefe de misión.
Tampoco podrán ser objeto de registro, requisa, embargo o medida de ejecución
los locales de la misión, su mobiliario y demás bienes situados en ellos, así como
los medios de transporte de la misión.
Los privilegios diplomáticos, que antiguamente derivaban de la cortesía y de la
reciprocidad internacionales, están reconocidos por el derecho internacional como
una práctica generalizada, aunque con matices y variaciones en cada Estado.
Los privilegios diplomáticos consisten en exención de todos los impuestos y
gravámenes nacionales, regionales o municipales, sobre los locales de la misión
de que sean propietarios o inquilinos, salvo de aquellos impuestos o gravámenes
que constituyan el pago de servicios particulares prestados. También los derechos
y aranceles que perciba la misión diplomática por actos oficiales están exentos de
todo impuesto y gravámenes.
El Estado receptor, con arreglo a las leyes y reglamentos, permitirá la entrada, con
el privilegio de excepción de toda clase de derechos de aduana, impuestos y
gravámenes conexos, salvo los gastos de almacenaje, acarreo y servicios
análogos: a) de los objetos destinados al uso oficial de la misión; b) de los objetos
destinados al uso personal del agente diplomático o de los miembros de su familia
que formen parte de su casa, incluidos los efectos destinados a su instalación,
como el menaje doméstico.
Otros privilegios pueden consistir en el derecho de prioridad a la utilización de las
comunicaciones, el derecho de culto o capilla, la exención de censos y de
impuestos para las publicaciones, y facilidades de tránsito automotor.
La Convención de Viena establece que todas las personas que gocen de
privilegios e inmunidades deberán respetar las leyes y reglamentos del Estado
receptor. También están obligados a no inmiscuirse en los asuntos internos de ese
Estado. Asimismo, los locales o inmuebles de la misión no deberán ser utilizados
de manera incompatible con las funciones de la misión diplomática tal como ellas
están enunciadas en la Convención, en otras normas de derecho internacional o
en los acuerdos particulares que estén vigentes entre los Estados acreditantes y el
Estado receptor. Tampoco el agente diplomático podrá ejercer en el Estado
receptor ninguna actividad profesional o comercial en provecho propio.
El Estado receptor podrá, en cualquier momento y sin tener que exponer los
motivos de su decisión, comunicar al Estado acreditante que el jefe u otro
miembro del personal diplomático de la misión es persona non grata, o que
cualquier otro miembro del personal de la misión es persona non grata, o bien
que cualquier otro miembro del personal de la misión no es aceptable. En estos
casos, el Estado acreditante retirará a ese agente o pondrá término a sus
funciones dentro de la misión, según proceda. Si el Estado acreditante se niega a
ejecutar o no ejecuta en un plazo razonable las obligaciones que le incumben, el
Estado receptor podrá negarse a reconocer como miembro de la misión a la
persona de que se trate.
6. Termino de funciones
Las funciones del agente diplomático en el Estado receptor terminan,
principalmente: a) cuando el Estado acreditante comunique al Estado receptor que
las funciones del agente diplomático han terminado 5; b) cuando el Estado receptor
comunique al Estado acreditante que se niega a reconocer al agente diplomático
como miembro de la misión.
En caso de conflicto armado, el Estado receptor deberá dar facilidades para que
las personas que gozan de privilegios e inmunidades y no sean nacionales del
Estado receptor, así como los miembros de sus familias, sea cual fuere su
nacionalidad, puedan salir de su territorio lo más pronto posible. En especial,
deberá poner a su disposición, si fuere necesario, los medios de transporte
indispensables para tales personas y sus bienes.
Y en caso de ruptura de las relaciones diplomáticas entre dos Estados, o si se
pone término a una misión de modo definitivo o temporal: a) el Estado receptor
estará obligado a respetar y a proteger, aún en caso de conflicto armado, los
locales de la misión así como sus bienes y archivos; b) el Estado acreditante
podrá confiar la custodia de los locales de la misión, así como de sus bienes y
archivos, a un tercer Estado aceptable para el Estado receptor; c) el Estado
acreditante podrá confiar la protección de sus intereses y de los intereses de sus
nacionales a un tercer Estado aceptable para el Estado receptor.
7. Resolución de Controversias
Cualquiera de los Estados en controversia que sea parte en el protocolo, puede
presentar demanda ante la Corte Internacional de Justicia. Dentro del plazo de dos
meses, después de la notificación por otra u otra de las partes de que, a su juicio,
existe un litigio, estas podrán convenir en recurrir a un tribunal en vez del recurso
judicial; pero una vez vencido ese plazo, cualquiera de las partes podrá someter la
controversia a la decisión de la Corte mediante una demanda.
Dentro del mismo plazo, las partes podrán adoptar también un procedimiento de
conciliación antes de recurrir a la Corte Internacional de Justicia.