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Sábado, 9
de abril
de 2011
El perseguidor
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EL VUELO DE ÍCARO CUENTO
Enrique Guillermo Morató: un Cuídate
narrador cubano
por por
JUAN CARLOS SUÑÉN EZEQUIEL PÉREZ PLASENCIA
LOS SENOS
DE TINTA,EROTISMO
Y SURREALISMO
ILUSTRACIÓN SERGIO FDEZ-MONTAÑÉS
EN PEDRO GARCÍA
CABRERA
La Página Ediciones recupera este texto
poco conocido del escritor
y poeta tinerfeño
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2 El perseguidor Sábado, 9
de abril de 2011
CUENTO
CUÍDATE
EZEQUIEL PÉREZ PLASENCIA dije. nado, te gustan los excesos y debes con- la calle lo que los señoritingos sólo cono-
Conviene no gastar la amistad y despe- trolar algunas fobias, dijo. A Luisa la con- cieron en los libros. El Carpanta dice que
a Eduardo García Rojas dirse cuando no hay nada que hablar. quisté con palabras prestadas de Car- en las llamadas élites culturales y distin-
y Rubem Fonseca El perista no esperaba verme tan panta: se las anoté en la platina de una guidas los encontronazos y broncas son
pronto. Me miró sorprendido y un poco caja de cigarros: Eres la vid en septiembre y más despiadados que en el asfalto. No lo
asustado. Fue Luisa quien me advirtió una el río que vuelve a su patria, tienes toda la creo. Yo sé lo que me digo. Tengo estudios
1 vez que el menda sentía un odio irreducti- esperanza y la alegría del mundo en tu bello primarios. Los profesores del instituto me
ble hacia mí. Lo caló enseguida. Yo no le rostro. Ella quedó prendada. La conocí en alejaron del palique de los libros, pero en
El Remolino sabía que me iba a despa- había hecho ninguna jugada. Así vienen un momento adecuado: tenía una vida el trullo me hice amigo del Carpanta, que
rramar después de un mes en el trullo. La dadas las cosas. Nunca sabemos los senti- sexual insatisfactoria con un profesor y estaba todo el día leyendo. Luisa me mira
calle es tentadora para tipos como nos- mientos reales que inspiramos en los Paula ya estaba haciendo la calle y era por- y dice:
otros, casi tan peligrosa como los fascistas demás, para bien como para mal. Paula tadora del virus. Mi hijo se encariñó con -Vamos al hotel, por última vez.
y algunas mujeres. Así que El Remolino me lo soltó a los tres meses de estar Luisa. Es muy delicada y le encantan las -No me apetece –le digo, y miento-. Gra-
me abrazó y dijo: saliendo: “Estoy loquita por ti y tú sin darte criaturas. Licenciada en Historia del Arte, cias por todo.
-Cuídate. No te rompas por ahí y arregla cuenta, so tonto”, me dijo. Luego nos casa- en paro, preñada en virtud de la pasión. Le di los billetes de la operación y un
lo del pibe y la mujer. mos. Recuerdo que le pregunté a Luisa que Cuando la guagua está llegando al barrio abrazo nervioso.
-Hasta pronto –le dije. significa irreductible. Es un odio grande y decido contarle la verdad, que los versos -Los versos de la esperanza y la alegría
No había nadie esperándome y eso me visceral, me explicó. Un día de estos le los escribió otro. Espero que lo entienda: no son míos –confesé.
alegró. Además de un bien frágil, la liber- haré un agujero a este cabrón, me dije. lo importante es el gesto. Con ella me afi- -Lo intuía, pero lo que importa es el
tad es también la soledad. Algo así me -Quiero cincuenta perejiles y una brou- cioné a la lectura: leí las Memorias póstu- gesto –admitió.
comentó una vez El Carpanta, y ahora yo nim, con silenciador y funda –le dije al mas de Blas Cubas, de Machado de Assis, Mi humor es muy cambiante. Me
me sentía solo y libre, con el fin de semana Pera. y los Veinte poemas de amor y una can- embargaba una tristeza sensual muy pare-
por delante y algunos asuntos que zanjar. Vivía solo en una casa terrera un poco ción desesperada. Me quedo con la can- cida a la melancolía mientras caminaba
Era un sábado de mayo y el sol cascaba. destartalada, en el barrio de los cambullo- ción desesperada: abandonado como los sin rumbo, barrio abajo, primero enterne-
Pensé que merecía disfrutar un rato. Yo neros. Pagaba nada más que tres mil calas muelles en el alba. Abandonado. Me cido y luego con una sensación de vacío,
sabía que no tardaría mucho en volver a de alquiler. Un chollo. Esa maricona. enseñó que el amor se hace con la cabeza pero vi al Pocholo y de inmediato me entró
chirona. Sobre la marcha le dije al taxista Estaba viendo un vídeo, una final de la y el sentimiento. Sus padres no podían la rabia. No me lo tropezaba desde que se
que me dejara por arriba, en vez de en el Copa de Europa entre el Milan y el Barça. verme. Ella estaba esperando en la rajó en una movida de tripin.
barrio. Fui a buscar al Horchata. Estaba Los italianos ganaron 4-0. El Pera estaba esquina. Me recibió sin euforia y me besó -Eres una cagada, una cucaracha
sobando: con cara de reseca me sonrió contento porque era antibarcelonista. en la mejilla. –saludé.
desde la cama. -El Milan es el mejor del mundo, es la -Me alegra verte –saludó. -No quiero buscarme la ruina como tú
-Acabo de salir. Vamos a la playa a tirar- tercera que veo el partido –dijo, riendo. -Vamos a un hotel –propuse. –respondió, chulito.
nos un par de cervezas y a palicar –le dije. No obstante, me sentía bien allí, sen- -No, mejor hablar –dijo. No le di tiempo. Le aflojé un patadón en
-De acuerdo, pero yo no me baño –res- tado en el sillón junto a él mirando la pan- Lo de siempre. Había encontrado a otro la espinilla y con la misma un rodillazo en
pondió. talla. El infortunio del Barcelona y el rego- mientras yo estaba encerrado. Un buen la mamona, mientras se arqueaba. Cayó
El Horchata no sabe nadar, y yo tam- deo del Pera con los goles italianos no pibe, dijo. Con trabajo, un chico serio, de bruces y descargué unos cuantos varis-
poco, pero me mantengo lo suficiente ensombrecían mi íntimo entusiasmo. seguía como a cuentagotas con sus virtu- cazos en la espalda y el estómago. Ignoro
donde no hago pie y sé hacer el cristo, sólo Estaba alegre con mi libertad y mi brou- des. Tuve celos, pero me contuve. En el por qué me salió aquello, pero le dije:
un ratito. nim. Incluso El Pera me parecía menos amor es determinante la piel: si dos están -Cuídate, cucaracha.
La felicidad consiste en beber una caña antipático de lo que era, y se desmarcó con bien en la cama, lo demás viene por añadi- Me fui a rastrear la noche. Anduve
con un amigo en la playa, entre otras una raya inmensa en el descanso del par- dura. Al menos en la mayoría de casos que bebiendo y acariciando la cañonera. Pensé
cosas. Ya me había pasado otras veces, por tido, mientras yo engrasaba las piezas de conozco. En las relaciones afectivas no es en mi hijo, que estaba lejos, a más de dos
eso fui a dar con El Horchata. Parece que la pipa. El cargador y la culata parecían de infrecuente hacer lo que más se condena, mil kilómetros.
casi todo está en su sitio después de una fábrica. Me despedí. o lo que más se teme, según el caso. Ella
charla un sábado al mediodía con un tipo -Cuídate –dijo El Pera. tenía un miedo obsesivo a la infidelidad, y
legal. Yo sé lo que me digo. Por lo demás, El muy farsante. acabó engañándome. El otro se llama Sal- 3
llevaba un mes de abstinencia y aquello vador; incluso el nombre juega a su favor.
estaba lleno de pibas con tanga. “Agua que Un filólogo que trabaja como camarero en Fijo que ella se movía por ese territorio.
no has de beber, déjala correr”, dijo El Hor- un garito de moda. La guita del aborto se Me enfleché con La Abisinia y confirmó
chata mirando las nalgas de una chorba. 2 la había ofrecido el choni ese. Cínico y des- que Paula estaba haciendo un trabajo, que
De inmediato pensé en Luisa, que necesi- pechado, me interesé por sus habilidades tardaría o ya no recalaría por allí. Le dejé
taba cincuenta papeles para abortar. A la Anochecía y yo caminaba encantado por amatorias. un recado: que no quería verla. Aquello
segunda cerveza tuvimos la sensación de el muelle con el pistolón calentándome el -No es eso. Quiero paz. Eres bueno pero estaba infectado de negrales y colombia-
que todo estaba dicho. sobaco. Llamé a Luisa. tienes un pronto belicoso, no se puede ir nos que vendían heroína y crack. Un mus-
-La guindilla ya no deja jugar a la pelota -Ya he conseguido el dinero –dijo, algo disparando en el trasero a quien te mira culito se quedó mirándome, como extra-
en la arena –exclamó con pena El Hor- fría. mal. A veces hablas y sientes como un ñado. Incluso se acercó. La jefa era La
chata- . Qué cantidad de buenos jugado- -Yo lo tengo, cariño, en media hora estoy ángel, pero te comportas como un demo- Suiza, que lo puso al tanto y de inmediato
res ha dado la playa –añadió. ahí –respondí. nio. Arregla lo de tu mujer y la custodia dejó de golifiar.
-Conozco a uno que se merece un tiro En la guagua no había conocidos, de del niño –sentenció con sequedad. -Vamos a mi casa –sugirió La Abisinia
en la cula –dije sin venir a cuento-. Tengo modo que tenía tiempo para pensar. Soy Estuvimos un rato en silencio. Luisa con ojos aceitunados e insinuantes.
que ir a ver al Pera, me debe ochenta pere- disciplinado cuando descubro que algo tenía razón, pero yo también. No me han -Tengo varias cosas que te gustarán
jiles y un par de gramos. me conviene. Oír, ver y actuar, ésa es mi regalado nada y me deben mucho. A decir –asentí.
-Déjate de locuras, olvida esa manía y táctica. Desprecio imposiciones y normas. verdad, no es mía es expresión, también Caminando en la madrugada evoqué
no te compliques más la vida. Cuídate Me vino a la cabeza un retrato que me hizo pertenece al Carpanta, pero he cultivado mentalmente su pasado de niña bien que
–aconsejó El Horchata. a botepronto El Carpanta en una amane- la capacidad de apropiarme aquello que lo quiere probar todo. Aún era joven, por
-Voy a dar una vuelta por La Muralla –le cida: eres soñador, inadaptado y apasio- otros saben explicar mejor que yo. Viví en encima de los treinta, y como novedad la
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encontré más rellena y pelirroja. Estuvo papelito está mi teléfono. Tú y yo pode- -No, dígale que estuve por aquí, y que se En el bar del cine alargué una cerveza.
en una campaña de alfabetización en mos aprender y hacer cosas juntos, lo que aleje de la madán –contesté. Había una morena linda que me gustó,
Nicaragua, con los sandinistas. Es fácil ser queramos, olvídate de tu ex mujer. Piensa Tuve ganas de besar a mi suegra, pero pero no tenía tiempo.
solidario con las causas lejanas, lo difícil un poco en nosotros, si te apetece. Cuídate sólo le di la mano. La timidez, a veces, nos El Carpanta llegó con retraso, como
es comprometerse con lo más próximo, –dijo mientras me ofrecía de nuevo su hace ser injustos con los seres queridos. siempre. Al primer whisky lo puse al tanto,
comentó en cierta ocasión El Carpanta a boca. -Adiós, cuídate –dijo. y habló.
propósito de La Abisinia. Ella luego se las Cuando me disponía a salir, La Abisinia La última vez Paula tenía la cara chu- -Como sigas así no llegas a los cuarenta
piró de la casa de sus padres y anduvo de estampó una mirada entre viciosa y enter- pada y escasos dientes, cuarteados. La años, que es la edad madura de la juven-
okupa en Valencia con unos guiris. Siem- necedora en mi entrepierna. La besé sin fase Terminal es horrorosa. No la quiero tud. Y conviene estar ahí en las mejores
pre me gustaron su boca y su cabello, prisa y bajé las escaleras perplejo, con lige- ver. Después de asesino o violador, lo peor condiciones, con ganas de gozar, con pro-
ahora más atractivo, pues parecía natural. ros sentimientos de ilusión. es adulador a chivato. A ella la heroína la yectos. Con estudios o vivencias, mejor
Contó que el apodo le venía de su padre, convirtió en confidente. Desde entonces, con las dos cosas. Porque luego llegan los
que admiraba a un buen futbolista alemán para mí está muerta. cincuenta, la llamada juventud de la edad
que se definía maoísta, un tal Paul Breit- 4 Cuando salí el corrillo de pájaros había madura, donde hay muchas posibilidades
ner que llegó a jugar en el Madrid. aumentado. Hice un ademán de saludo de encontrar momentos de felicidad.
-¡Estoy harta del puterío y de la noche! Calculé que a las cuatro de la tarde antes de virar para la otra esquina. Me Eso es lo que le pasa al Carpanta, de vez
–exclamó en el rellano de la escalera. Paula estaba en un sueño pesado. Y no me gusta moverme solo y detesto a los maru- en cuando se pone filosófico. Mientras
No encendió la luz del portón. Nos soba- equivoqué. El taxi me dejó en el portal. jas y ruinillas. hablaba, me fijé bien en el Salvador. Era
mos un poco contra la barandilla, le pasé Eché una ojeada rápida: en la esquina Entré en un bar y bebí una cerveza. uno de esos modernos con coleta y carita
la lengua por el cuello y le acaricié los había un grupo de camellos. Ya tenían Había cuatro tipos en la barra, pendientes de no haber roto un plato.
pechos. Enseguida incrustó una mano en chismorreo asegurado. Sólo tuve que de la radio. -Nunca es tarde para buscar la paz y la
mi bragueta y manipuló hasta el rabo, subir una pequeña rampa y tocar. La -¿Cómo va el Barça? –pregunté. vida recogida. Los desarraigados sufren el
doblado hacia arriba. El magreo me excitó madre de Paula me caía bien. Soy huér- -Ganó 1-0 al Betis –dijo el camarero. paro y tienen todas las puertas cerradas.
sobremanera, después de tanto tiempo. fano de padre y madre, y después de Pedí otra cerveza y unos berberechos. Yo te buscaré algo, aunque no será fácil
Desabroché la blusa de seda roja debajo casarme hubo un momento en que la Apareció El Socrático vendiendo lotería y –dijo El Carpanta.
de la cazadora negra y le sorbí un pezón, y miraba como a una protectora cordial pañuelitos. Me saludó con ojos tristes y Me hablaba con la cara casi pegada al
luego otro, con insistencia, hasta que se enviada por los dioses. Era una anciana algo desesperados, frito por meterse un oído. Ahora la música tronaba, a toda pas-
pusieron duros y erizados. Me alzó la con ese aire sufrido y resignado tan pecu- par de boliches de cocaína. tilla. Yo asentía observando al papafrita
cabeza y metió su lengua hasta la gar- liar de las grandes mujeres de los subur- -Ahora no puedo ponerte bien –dije. Le que me había levantado la piba. Se movía
ganta. Levanté la minifalda lila y ajustada bios. Me escrutó con la puerta entrea- di quinientas calas. con una sonrisa pastelosa detrás de la
y bordeé sus nalgas con las manos. Se bierta. Sentí una especie de cólera indomable. barra. Pero pensar en La Abisinia me sen-
encaramó sobre mis caderas y me abrazó -Quiero saber de mi hijo –dije. Caminé despacio hacia La Muralla, recon- taba muy bien, casi me olvidaba de todo lo
fuerte. Se separó en cuanto palpó la brou- -Me alegra que hayas salido, entra –res- comiéndome. Cuando llegué, El Pera demás.
nim, pero insistí acariciando su sexo con pondió. estaba saliendo de la casa y fue fácil -Tienes un hijo y eso es maravilloso. Llá-
un dedo, con suavidad. Estaba mojadí- Me ofreció café. hacerlo entrar. Le pedí cinco gramos. Se malo egoísmo, si quieres. Hay que cerrar
sima: había un charquerío que extendí con -Paula está durmiendo. Tu hijo está bien volvió hacia el espejo de entrada para etapas como se cierran libros. Extraemos
la palma de la mano por la mata negra, con su tía. Allí no le falta de nada y va al remirarse una chupa de cuero, parecía un lo que nos conviene y aprendemos, y luego
depilada a medias. Y yo desagallado, colegio. De momento es mejor que siga en finoli. a otra cosa. La vida es larga si se aprove-
ansioso por completar el goce. Subimos Sevilla, hasta que tú estén en condiciones -Vale cien talegos –dijo, presumido. cha el tiempo, el presente. Igual aparece
los escalones con muecas lascivas y suspi- de hacerte cargo de él. -Te queda bien –dije-. Vírate, deja que te sin buscarla la compañera que necesitas, y
ros entrecortados. El chozo de La Abisinia -Mándele este dinero –dije dejando un vea. comprobarás que el amor perfecto es
estaba limpio y ordenado. Me derrumbé fajo de billetes en la mesa. Se volteó en repetidas ocasiones. Le hice amistad con momentos eróticos. El
en un sofá, debajo de una inmensa repro- -¿Quieres que despierte a Paula? –pre- un agujero en su hermosa chaqueta. El pasado es cuestión de memoria y el futuro
ducción de La alegría de vivir, de Mattise, guntó. silenciador me pareció una maravilla, me algún día llegará –seguía El Carpanta.
y ella se abalanzó sobre la picha, primero quedé medio tonto mirando el rebufo. Se Me gustaba su cantinela y deduje que la
en cuclillas y luego arrodillada sostenién- revolcó en el suelo, pero acerté otro tiro vida había sido injusta con él, aunque se
dose la melena. Recorrió el frenillo con la en la cacha. mostraba como un tipo satisfecho y agra-
punta de la lengua, antes de engullir la -Ahora te queda mejor –le dije. decido. No soy un donjuán, más bien un
pinga empalmada. A los cinco minutos o Lo dejé destartalado. Cogí los cinco gra- quijote, me soltó una vez. Hacía un par de
así le dije que parara y se tumbó de espal- mos y una quima de yerba colombiana que minutos que le había regalado la quima y
das en la alfombra. Tenía una paloma había detrás del televisor. Con paso ligero estábamos en silencio cuando me tocaron
tatuada justo donde comienza el trasero. La felicidad consiste me dirigí al centro de la ciudad en busca por detrás. Vi al Panduro y al Chiva, una
Le di por detrás, la penetré con lentitud y de un taxi o una cabina telefónica. pareja de polizontes.
ondulaciones durante un buen rato, y ella
en beber una caña con Fue todo muy rápido. Mientras me colo-
tuvo sucesivos orgasmos, hasta que me
derramé en sus entrañas. Luego buscamos
un amigo en la playa, 5
caban las esposas pensé en Luisa, que
merecía otro salvador. En mi hijo, tan des-
la comodidad de la cama. Fue una noche
de resarcimiento para ambos, lejos de la
entre otras cosas. Ya Adentro, en el talego, el tiempo es lento.
conocido. En el hastío y sin embargo la
esperanza de La Abisinia, en el día y medio
gimnasia sexual. Amanecía cuando deci- me había pasado En libertad las horas vuelan. Eso pensaba de libertad, en El Remolino, en el tiempo
dimos dejarlo. Gotas de lefa corrían por mientras llamaba al Carpanta. Da clase en de soledad que de nuevo tenía para
sus muslos generosos y nuestros labios otras veces, por eso fui la Universidad y escribe en periódicos y curarme, para cerrar etapas y libros, para
sellaban la unión. revistas. Una vez me hizo un reportaje y averiguar…
Al despertar, La Abisinia tenía el revól- a dar con El salí favorecido; salí favorecido y enseñé la -¿Qué es una metáfora? –pregunté al
ver en sus manos. Lo contemplaba. Me página a todo el mundo. Le propuse ver- Carpanta, escoltado por los esbirros.
miró fijo a los ojos y, muy seria, dijo: No Horchata. Parece que nos en El Agujero, a propósito. Nos cita- -Ya te contaré –respondió.
hagas ninguna locura con esto, bótalo al mos a medianoche y aún me quedaban un La pasma no estaba para poesía.
mar. casi todo está en su par de horas. Me apetecía jugar a las
Uno de los placeres de la vida consiste carambolas, para distraerme, pero no era
en demorarse en un baño amplio, crista- sitio después de una improbable que en cualquier sala me NOTA [Este relato fue escrito en 1996 y luego
lino y oloroso. Por eso no me importa encontrara con algún poli, así que decidí incluido en el volumen La ilusión de los venci-
pagar buenos hoteles cuando puedo. Nos
charla un sábado al entrar en un cine. En el cuarto de baño lié dos. Mantenía entonces la impresión de que
enjabonamos y acariciamos de nuevo. Me
gustó la guarida de La Abisinia. Tenía que
mediodía con un tipo un canutillo de marihuana y le di un par
de cachetadas. La maría estaba buena,
una de las fundamentales tareas de un intelec-
tual o artista, si es que así puede considerarse
trabajar lo suyo para mantener aquello.
Recostado en la bañera me veía en un
legal. Yo sé lo que me peleona y risueña. Me senté en las prime-
ras filas de la sala. La película trataba de la
a un escritor, es dar la voz a quien no la tiene.
Pasado un quindenio, no se trata sólo de presi-
espejo grande y circular con pegatina de digo. Por lo demás, relación entre un poeta y un cartero. Yo diarios, drogadictos, prostitutas, traficantes o
Mafalda. Ella tenía ganas de agradar y se sabía que en una hora El Pera ya me habría enfermos mentales quienes han sido despoja-
mostró muy hospitalaria. En albornoz sir- llevaba un mes de denunciado. Saboreaba las cotufas despa- dos de la palabra, sino que constituye una
vió el desayuno para los dos: dulce mem- tarrado en la butaca, pero de pronto me importante mayoría de la sociedad la conde-
brillo, queso blanco, mantequilla, manda- abstinencia y aquello sentí agitado. Salí al comienzo de la nada sólo al derecho al pataleo en esta suerte
rinas, pan tostado, café, buen humor. segunda parte, cuando el cartero pregun- de infierno globalizado brindado por esta espe-
Todo fue devorado con fruición. estaba lleno de pibas taba al poeta qué es una metáfora. Yo tam- cie más bien inhumana. Por lo demás, se
-Tengo una movida pendiente –dije. poco lo sabía. No entendí la respuesta, así conoce mejor Brasil después de leer al gran
-Vente por aquí cuando quieras. En este con tanga que le trasladaría la cuestión al Carpanta. Rubem Fonseca]
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DE MARLENE DIETRICH
Y CÁNDIDO CAMACHO
AZUCENA ARTEAGA difuminando su propio yo para encarnar a atracción de Salvador Dalí porque las mos-
la actriz; algunos testigos me cuentan con cas se posaran en su bigote. No estamos
Tanto Cándido Camacho como su obra qué admiración observaban a Cándido en su caso ante un autor surrealista, claro,
resultan evasivos frente a la pregunta, Camacho maquillarse meticulosamente pero sí que parece evidente una fascina-
escondidos detrás de cortinas pálidas y eva- durante horas, describen la sorpresa al ver ción por la “extrañeza” y por la provoca-
nescentes que revelan lo menos posible, pero el parecido físico y gestual que llegaba a ción.
que plantean numerosas interrogaciones. alcanzar. He contemplado en una fotogra- En una entrevista de noviembre de
fía una visión de tinte casi irreal: Cándido 1977, Eliseo Izquierdo le pregunta cómo
Maud Westerdahl Camacho con el rostro de Marlene Die- definiría su mundo pictórico y él responde
trich y elevado por una cuerda, sobre su --de manera algo confusa tal vez-- que se
U
n marco mixtilíneo y oscuro, cuerpo resbala la superficie larga y blanca traduce de una forma decadente. Me
coronado con un retorci- de una tela. De algún modo recuerda el encanta lo decadente, lo artificial. El deseo
miento ornamental propio trazo estilizado, clásico y a la vez deca- de lo bello tiene mucha importancia en toda
de los retablos dieciochescos, dente de los dibujos de Aubrey Beardsley, mi obra; siempre simpaticé con la idea del
encierra en su interior un de algunas de las imágenes que creó para arte por el arte. Puede ser que llegue a conse-
afectado retrato, cuya ambigüedad se la Salomé de Oscar Wilde. Cándido Cama- guirlo cuando me canse de mí mismo y de
anuncia desde el propio nombre: Virgen cho juega a inducir la confusión, a crear mis cosas. La belleza es una cualidad
de la cuca o retrato de Marlene Dietrich. Un un imaginario de contornos borrosos extraña. Me gusta trabajar con los ideales
cuerpo etéreo surge de la insinuación sutil donde se mezclen Salomé y Marlene. clásicos de lo bello para romperlos en la bús-
de un paisaje, su halo de “santidad” es una Hablamos de un dandi con zapatos pun- queda de una puesta en escena invertida. La
corona de luz fragmentada en falos mas- tiagudos, venerado en el ámbito homose- belleza de los feos la veo tremendista. A mí
culinos que levitan sobre su cabello rubio. xual de Tazacorte, la Marlene masculina; me gustan las cosas ambiguas: los velos, las
Un círculo iluminado cubre su pecho ella fue su espejo, un reflejo que también gasas, etc. Camacho parece aferrarse a esa
terroso y revela la ausencia de un cora- encontró en el músico David Bowie, a idea, a esas palabras como si fueran una
zón; un cierto estado de elevación parece quien también ofrecía su devota admira- especie de alquimia personal, una magia
inducido por la presencia de un insecto, ción. propia de otro siglo.
una cucaracha, convertida por Cándido Ejecutemos otro corte sobre la piel del El concepto de L´art pour l´art surgió
Camacho (1951-1992) en símbolo icono- lienzo y aflorará con claridad el mensaje de la pluma de Théophile Gautier, el gran
gráfico de la Virgen de la cuca. En la mirada sexual de Cándido Camacho: la insinua- escritor francés, poeta parnasiano y uno
del cuadro colisionan provocación e indi- ción de un halo de santidad fragmentado de los precursores del decadentismo,
ferencia, quedando el lienzo inundado por en falos masculinos, una sensibilidad pre- como una defensa del poder de la belleza
una sensación de decadencia, de frialdad, meditadamente amanerada que se mate- por sí misma, sin necesidad de ninguna
de artificio. En el lado inferior izquierdo rializa en el color y las formas, en la auto- justificación externa.
una escueta firma: Cándido Camacho 78. delectación decadentista. Propone un Conozco otro retrato de Marlene Die-
Maud Westerdahl lo describía como un Imposible no evocar juego de construcción-deconstrucción de trich en el que el pincel de Cándido Cama-
retrato misterioso, una obra cuyos enig- mitos de la femineidad como la Virgen o cho perfila sus labios de rojo escarlata,
mas laten bajo la piel del lienzo, espacio imágenes surrealistas Marlene. En cuadros inundados de simbo- maquillando un rostro marmóreo, inerte,
en el que debe sumergirse el espectador logía homoerótica, la figura femenina divinizado, que me evoca el Elogio del
forense para encontrar sus respuestas. La como la mano aparenta a veces ser otro insecto sur- maquillaje de Baudelaire: ¿Quién no ve el
mórbida denominación elegida por el giendo de la tierra (tal vez en contradic- uso de los polvos de arroz (...) aproxima al
autor es una muestra perfecta de la poé- habitada de hormigas ción con la admiración que le empuja a ser humano a la estatua, es decir, a un ser
tica que reside en sus cuadros de esos travestirse), en su obra se encuentra una divino y superior? En cuanto al negro artifi-
años, una mezcolanza entre las dos tradi- en ‘Un perro andaluz’ figura de mujer prostituta y libidinosa, cial que delinea el ojo y el rojo que subraya
ciones que le inspiran: la religiosa (la pin- rodeada de nubes de semen. Es así como la parte superior de la mejilla, (...) el rojo y
tura religiosa canaria manifestada en de Luis Buñuel, o la la alquimia y las contradicciones de Cán- el negro representan la vida, una vida sobre-
algunos de sus rasgos iconográficos y en dido Camacho pueden transformar natural y excesiva, ese marco negro hace la
los tonos pasteles propios de la plástica atracción de Salvador momentos iconográficos como La Anun- mirada más profunda y singular da al ojo
una apariencia más decidida de ventana
del siglo XVIII) y la pagana (encarnado en
el personaje de Marlene Dietrich, icono
Dalí porque las ciación en una negación al sexo opuesto.
El carácter supersticioso del autor abierta al infinito; el rojo, que incendia el
del glamour, de lo sofisticado, de la ambi-
güedad; una mujer que usaba habitual-
moscas se posaran en explica tal vez su admiración hacia los
insectos, “Cándido cogía a las cucarachas
pómulo, aumenta aún más la claridad de la
pupila y añade a un bello rostro femenino la
mente pantalones, como la pintora su bigote. No estamos con las manos y las acariciaba” dice Gon- pasión misteriosa de la sacerdotisa.
Tamara de Lempicka y otras figuras feme- zalo Díaz, “las cucarachas eran sagradas Observo de nuevo el retrato, su siniestro
ninas del entorno avantgarde). en su caso ante un para él, como los escarabajos lo eran para ojo de cristal bajo un párpado pintado de
Marlene Dietrich fue un personaje los egipcios”. verde, las gasas y perlas de su ropaje, la
admirado y representado por el pintor no autor surrealista pero Imposible no evocar imágenes surrealis- espectral máscara de la decadencia. Cán-
sólo en su obra pictórica, también la tas como la mano habitada de hormigas dido Camacho, un mito del delirio esteti-
emuló en su propia vida, travistiéndose, sí provocador en Un perro andaluz de Luis Buñuel, o la cista.
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ENRIQUE GUILLERMO
MORATÓ: UN NARRADOR
CUBANO DE PURA CEPA
MARICEL MAYOR MARSÁN usted cómo (1945) y El cuentero poco de algunos de esos escritores cuba-
(1958). A partir del año 1959, nos significativos que mencionamos ante-
El sueño de la calabaza y otros relatos la literatura cubana comienza riormente.
Enrique Guillermo Morató a recorrer caminos muy disí- El libro El sueño de la calabaza y otros
Ediciones Baquiana (2010) miles. Las dos figuras literarias relatos incluye historias que nos transpor-
Colección Senderos de la Narrativa que más se destacaron dentro tan a un mundo pasado, donde todos
de la Isla a mitad del siglo XX, aquellos que hemos vivido en Cuba encon-
José Lezama Lima y Virgilio traremos algo que nos resulta familiar, un
L
a narrativa cubana del siglo XX Piñera, sufrieron persecución apodo, una palabra, una costumbre,
se ha destacado por tener gran- y ostracismo a partir de dicha alguna descripción que nos lleva a un
des figuras que la representen fecha. Los que optaron por poblado o a una calle que conocimos y
dignamente. Desde que Alfonso quedarse a vivir en el extran- ciertas situaciones que nos recuerdan
Hernández Catá decidió publi- jero como Guillermo Cabrera momentos difíciles o divertidos de nues-
car sus Cuentos pasionales en 1907, Infante, Severo Sarduy, Cal- tras vidas o de personas que conocimos.
seguido de la publicación de las novelas vert Casey, Zoe Valdés, Daína También están los relatos del sur de la Flo-
de Miguel de Carrión tituladas Las honra- Chaviano, Antonio Benítez rida y otros extra-territoriales, donde el
das (1917) y Las impuras (1919), así como Rojo y Jesús Díaz, entre una autor combina historias que lo han impac-
la novela La conjura de la ciénaga en 1937 lista inmensa de nombres, tado en su andar por la vida, especial-
de Luis Felipe Rodríguez, escritor preocu- lograron seguir escribiendo a mente en los viajes.
pado por los temas rurales, entre otros su propio aire y dispersos por Enrique Guillermo Morató combina 24
buenos libros y autores, la literatura toda la geografía planetaria. relatos de variadas proyecciones. Comen-
cubana comenzó a experimentar un ritmo Muchos optaron por hacer una zando por el relato El sueño de la calabaza,
ascendente, en cuanto a calidad y canti- carrera literaria plegados a las narrativa que da título al libro y que trata
dad de autores dedicados al género. directrices del esquema socia- de su salida de Cuba, y terminando con el
Por regla general, los autores cubanos lista como los novelistas José relato El crimen del Obispo, donde nos
han utilizado el relato como un instru- Soler Puig, Miguel Barnet y transporta a la Italia de los siglos XVII,
mento para airear sus inquietudes y que- Lisandro Otero. Otros escapa- XVIII y XIX y al infame destino de los niños
jas, contar sus historias en épocas de gran- ron a través del éxodo del castratis.
des convulsiones históricas, tanto nacio- Mariel, como Reinaldo Arenas, Los temas cubanos predominan en el
nales como internacionales, y dejar cons- Juan Abreu y Enrique Guillermo Morató. libro y los que gustamos de estas historias
tancia del quehacer de la nación. Las nove- Después de una etapa tan convulsa y de nos solazaremos en la lectura de relatos
las históricas constituyen una fuente de constante cambio en la historia cubana de como Nosotros los de entonces ya no somos
información interesante para descubrir la segunda mitad del siglo XX y la primera los mismos, Beba la higiénica, Periplaneta
aspectos de la vida urbana y rural que no década del nuevo milenio, el resultado es Americana, El santero y Paco el contento,
aparecen en los libros de texto. Algunos una literatura repleta de conflictos exis- entre otros. La mente del autor salta de
ejemplos de esta tradición lo constituyen tenciales y vivencias diversas. Después de una etapa orilla a orilla, reflexionando en voz alta y
Lino Novás Calvo con su novela El negrero Para unos se convirtió en el arma de la combinando experiencias. A veces los
(1933) y Carlos Montenegro con su novela revolución, aceptando todas las limitacio- tan convulsa y de relatos comienzan en Cuba y terminan en
Hombres sin mujer (1938). No obstante, la nes que esto implica, y para otros se con- Miami o viceversa. Son relatos que
tradición de una novelística más íntima, virtió en el desafío constante al poder esta- constante cambio en podrían ser narrados oralmente, en la
introspectiva, lírica o de investigación, la blecido. El resultado es una compleja y mejor tradición de la narrativa oral
constituyen los escritores Enrique Labra- abundante cosecha narrativa, en la cual la historia cubana de cubana y quedarían bien porque estos
dor Ruiz con su novela El laberinto de sí se puede observar un auge tremendo del relatos han sido escritos para que estas
mismo (1933), Alejo Carpentier con su relato, el cuento y la novela. Pese a todas
la segunda mitad del historias no se olviden y se lean en silencio
novela Ecue-Yamba-O (1933) y Dulce
María Loynaz con su novela Jardín
las interferencias, divisiones y dispersio-
nes existentes, la narrativa cubana sigue
siglo XX y la primera o a viva voz, da igual.
El caso es narrar lo que no se debe olvi-
(1935), figuras literarias que se consolida-
rían años más tarde a nivel internacional.
llamando la atención de lectores en todas
partes del mundo.
década del nuevo dar y mantener a sus personajes en el ima-
ginario de los lectores o del acervo popu-
La narrativa cubana del siglo XX se El autor Enrique Guillermo Morató, en milenio, el resultado lar.
divide en dos partes, como todo lo perti- la tradición más auténtica del relato Por todo lo esbozado anteriormente, los
nente a la nación cubana, antes y después cubano, nos entrega un libro que le llevó es una literatura invito a leer el libro El sueño de la calabaza
de la revolución cubana. A principios del varios años escribir y revisar, tal y como se y otros relatos de Enrique Guillermo
siglo XX los temas y los autores se movían prepara el buen vino. No persigue la fama repleta de conflictos Morató, un libro ameno y simpático, que a
de manera independiente, entre una ni la compensación monetaria con el veces te hará llorar y por momentos te
narrativa realista y costumbrista, hasta los mismo sino dejar testimonio de lo que ha existenciales y hará reír, bien escrito, con un buen
relatos vanguardistas y críticos de Onelio vivido, escuchado o imaginado. En cada manejo del idioma y una alta dosis de
Jorge Cardoso en sus libros: Taita, diga uno de sus relatos podemos identificar un vivencias diversas. cubanía.
8 El perseguidor Sábado, 9
de abril de 2011
TIRAR DE
Y ese puro nihilismo lleva al autor a
escribir “Nadie le había visto. ERROR. En
Tenerife siempre te ven. No importa
donde estés, lo que parezca ni la hora que
sea. Chivatos. Es lo único que sobra en la
A
hora que se habla tanto de furor despiadado hacia una sociedad ras.
nueva literatura canaria no –como es la nuestra– que no ha superado Y eso que su autor no sabe explotarlo
quisiera que pasara desaperci- aún sus castas. con la dinamita que se merecía aunque
bido (aunque no ha pasado Unos porque aún tienen la sartén por el eso deja espacio al lector para que se tome
porque ya va por su segunda mango y otros por idiotez. O asumir la la libertad de recrearlo a su manera por lo
edición) una novela que los críticos con cómoda hipocresía de dejar las cosas como que le agradezco a Islas Canallas que
caspa calificarían de antiliteraria y los lec- están. encienda mi últimamente apagada imagi-
tores desprejuiciados como una divertida Islas Canallas tiene, de todas formas, un nación.
bomba de relojería entre las manos. Me fondo que trasciende lo que en apariencia Con esto quiero decir que Islas Canallas,
refiero a la excesiva, escatológica, pica- pudiera resultar un relato con aspiracio- entre otras cosas, da ideas.
resca, revoltosa, vomitiva Islas Canallas, nes solo a provocar, y es que se trata de Porque ‘Islas Canallas’ Y que habrá buena gente que las coja y
de Miguel Díaz Díaz Zurda. una historia turbadoramente vital y con otra buena gente que no. La mala gente,
Miguel Díaz Díaz Zurda fue uno de los sabor amargo, que no sabe a futuro ni a es pionera en su que también la hay, se limitará a tirar este
miembros de bandas tan reconocidas en redención aunque la ironía que emplea su libro a la hoguera donde no reina la vani-
el universo alternativo y profundamente autor esconda, a mi juicio, una épica capa- género. Y porque su dad y luego se refugiará en sus cuarteles
ideologizado del rock canario de los 80 cidad de rebeldía y resistencia que por de invierno a expiar sus culpas.
como Escorbuto Crónico y Guerrilla derecho debe ocupar un puesto destacado
autor, Miguel Díaz ¿Será porque Islas Canallas es incó-
urbana, un grupo hizo bandera roja y
negra con sus canciones.
en las nuevas corrientes literarias cana-
rias.
Díaz ‘Zurda’, insiste -- moda? Quiero pensar que no.
En todo caso, Islas Canallas es una
Y algo de eso queda en su debut litera-
rio. De producto con ganas de acoso y
Porque Islas Canallas es pionera en su
género. Y porque su autor insiste –aunque
aunque ahora más en novela a la que le pueden superar sus pre-
tensiones pero éstas no minan su capaci-
derribo cuando retrata con una ironía no ahora más en clave de ficción– con lo clave de ficción-- con dad vitriólica y gamberra.
exenta de excentricidades la vida y ¿obra? mismo en El triunfo de la golfería (1). Y solo por eso, a mi me parece un título
de una familia bien lagunera que podría Y escribo un puesto destacado porque lo mismo en su nuevo (y un autor) muy a tener en cuenta en lo
haber nacido perfectamente en Santa Islas Canallas –se lee en un par de horas– que se quiere llamar nueva generación
Cruz de Tenerife. se mastica bien y se digiere mejor aunque libro, que lleva el literaria canaria.
Es el retrato además de una iniciación te dé algún que otro retortijón.
hacia la nada más tonta. Aderezado con En Islas Canallas no hay odio sino puro y título de ‘El triunfo de (1) Islas canallas y El triunfo de la golfería
toneladas de alcohol y drogas. También sano nihilismo, eso que tanto espanta a están editadas en la colección Los 80 pasan
una incómoda novela que arremete con una caterva de presuntos ilustrados. la golfería’ factura de la editorial Lágrimas y Rabia.