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MASS MODA

(MODA DE MASAS) Patricia Calefato

1. Moda y comunicación
un "pedazo" de sociedad materializada en objetos,
estilos, ritos y modos de apariencia corporal.
El traje, la vestimenta, los objetos con los que nos
cubrimos, los signos que nos esculpen o nos decoran
Si vestir es un lenguaje, la moda es el sistema de sig-
son las formas a través de las que nuestros cuerpos
nos verbales y no verbales a través del cuál este len-
se relacionan con el mundo y entre sí mismos.
guaje se manifiesta en la modernidad. Es cierto que
han existido "modas" también en épocas anteriores a
Al igual que el lenguaje es el mecanismo de modelado
lo que comúnmente denominamos "lo moderno", que
del típico mundo de la especie humana, del mismo
se difundieron en el ámbito de determinadas elites y
modo el vestir, en todas las sociedades y culturas, es
convivieron con las costumbres difundidas entre dis-
una forma de proyección, de simulación del mundo,
tintos grupos sociales. De alguna manera también
válida para la sociedad y para el individuo, que tiene
podemos hablar de "moda" en relación a las distintas
lugar mediante signos y objetos a través de los que el
líneas y tendencias que en el transcurso del tiempo
cuerpo se sitúa temporal y espacialmente en su entor-
han influido el cambio de trajes y estilos de apariencia
no presente.
relativos a funciones rituales, religiosas, políticas y mili-
tares. No obstante, es característico de aquello que
Aún en distintas situaciones históricas, sociales y geo-
llamamos "moda", al menos desde que Georg Simmel
gráficas, los seres humanos siempre han mantenido
escribiera su novela fundamental (Simmel 1895), la
una relación muy especial con los trajes, con los obje-
dimensión de masas efectiva o potencial del sistema,
tos que visten y con los signos "artificiales" del cuer-
de cuyo carácter todas las premisas estaban claras ya
po. Una relación basada en el convencimiento de que
a finales del s. XIX, pero que sólo ha podido terminar
las relaciones internas entre dichos elementos y entre
de realizarse en la segunda mitad del S. XX.
éstos y el cuerpo, están reguladas por una lógica razo-
nable, bien sea esta colectiva o individual Claude Lévi-
Hoy la moda es un medio de comunicación de masas
Strauss (1962) describió este fenómeno de forma
que se reproduce y se difunde de acuerdo con sus
ejemplar, a través del estudio antropológico de lo que
propias modalidades y que, a la vez, se relaciona con
denominó "bricolaje", el arte de relacionar entre sí
otros sistemas mediáticos de masas, de los cuales los
objetos aparentemente carentes de relación, cuyo
primeros son el periodismo especializado, la fotogra-
"conjunto" se presenta, por el contrario, desde el
fía, el cine, el marketing y la publicidad. Al igual que
punto de vista del sujeto que la lleva a cabo, como un algunos de estos sistemas, la moda se caracteriza
sistema organizado y homólogo respecto del también por ser una forma de arte reproducible, un
A "mundo", precisamente como un lenguaje o, por arte "mundano" secularizado, y en este sentido prac-
C emplear otra expresión, como un sistema de signos o ticable con igual dignidad, si bien, con un valor estéti-
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co distinto, tanto en el taller del gran estilista como to, es hoy uno de los universos más completos y poli-
delante del espejo de nuestras casas. Debido a esta fónicos del imaginario social, y en relación con la moda
característica ligada a la vida cotidiana, hay quienes adquiere un papel incluso más relevante que la propia
prefieren hablar de estilo o de "look", reservando el tér- fotografía, precisamente debido a la capacidad que
mino "moda" sólo para indicar la alta costura. Una vez tiene de potenciar enormemente la sensibilidad huma-
que somos conscientes de las múltiples formas de los na a través de la complejidad de los signos, los discur-
campos socio culturales y de las valencias semánticas sos y las formas de la percepción que activa. El direc-
a las que hace referencia el término "moda", podemos tor de cine que pronuncia la palabra "¡acción!", con-
adoptar términos más eficaces como "estilo" o "look" densa en este enunciado toda la fuerza pragmática del
con el objetivo de expresar una complejidad de tensio- medio fílmico, su capacidad de narrar historias y de
nes, de significados y valores no solo relativos a la multiplicar las miradas poniendo cuerpos en escena. Y
dimensión de la vestimenta, que también pueden en el cine, más que en el teatro, más que en la misma
expresarse en el binomio "moda y modernidad", es fotografía, el cuerpo vestido es el tema fundamental,
decir, moda como apariencia del cuerpo en el mundo. toda la "acción" está allí, incluso más allá de la elec-
ción del vestuario de escena, está en el mismo proce-
Cuando hablamos de moda, también hablamos nece- so de representación de los cuerpos.
sariamente de cuerpo, de los cuerpos que esta moda
viste: el "cuerpo vestido" es un sujeto "en proceso" Barthes pensaba que, al igual que los "mitos de hoy",
que se construye a través del aspecto visible, de su el "sistema de la moda" también contenía un "mal
estar en el mundo, de su estilo de apariencia. En esta social, ideológico", característico de todos los siste-
acepción, el cuerpo se entiende como interpretación, mas de signos que no se declaran abiertamente como
es decir, como construcción de la identidad material tales (Barthes 1981, Pág. 65). Según el célebre análi-
siempre abierta, como dimensión mundana de la sub- sis barthesiano, el cometido del mito contemporáneo
jetividad. Esta concepción tiene en cuenta cómo en del que la moda también es parte integrante, es llevar
las sociedades occidentales existen reglas precisas y a cabo una especie de "robo del lenguaje", de natura-
jerárquicas que han construido el cuerpo humano lizar lo cultural en la forma del saber aproximado y
como sede de relaciones de poder, pero no se contra- estereotipado típico de "Endoxa", de instituir, emple-
pone a esta realidad una visión "corporalista" que con- ando las palabras del semiólogo francés, "una inten-
ciba al cuerpo como la sede de energías innatas e ción histórica como naturaleza, una contingencia
impulsos que deben liberarse en su "desnudez". Todo como eternidad" (Barthes 1957, páginas. 212, 222 y
lo contrario. Precisamente partiendo de la idea de que pássim). Es cierto, el discurso de la moda se presenta
el cuerpo "desnudo" no existe, la imagen del "cuerpo con mucha frecuencia como presunta naturalidad del
vestido" nos muestra un cuerpo cuya potencialidad cuerpo: pensemos, por ejemplo, en cómo la diferencia
para sustraerse a la jerarquía y a los discursos socia- entre sexos ha sido a lo largo de la historia del traje
les que lo reconducen a un objeto y a un instrumento una de las fronteras insuperables en función de la que
de conocimiento, se encuentra totalmente en la capa- se han construido los cuerpos de hombres y mujeres
cidad "irónica", paródica y grotesca, que tiene el cuer- en la realidad privada y en la representación pública.
po humano de no dejarse contener en "trajes de con- No obstante, precisamente debido a que el vestir
tención" y de entrar en relación auténtica con los expone al cuerpo a una metamorfosis siempre posi-
demás cuerpos. El cuerpo vestido es, por lo tanto, un ble, la moda de nuestra época se ha permitido "narrar"
cuerpo en el que adquiere un valor profundo la aper- esta metamorfosis, narrarse a sí misma en cierto
tura, la confusión de los signos y los cruces entre dis- modo, ostentando, junto con sus signos exteriores,
cursos. también los procesos culturales, a veces casi técni-
cos, que han dado lugar a dichos signos. Imitando a
Pensemos en las estrategias intertextuales de las que la comparsa carnavalesca, la moda ha permitido la
se sirve la moda, tanto institucionales como otras: el confusión de los roles sexuales, ha sacado a la super-
cine, la literatura, el arte figurativo, la fotografía y la cul- ficie lo que estaba oculto (etiquetas, ropa interior, cos-
tura metropolitana son una reserva inagotable de imá- turas), ha invertido la función de cobertura de los teji-
genes que parten de las modas y de las que, a su vez, dos adoptando las transparencias, ha roto los equili-
las modas se inspiran y alimentan. El cine, en concre- brios y la rígida funcionalidad del traje tradicional y del

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Traje, identidad y sujeto en el arte contemporáneo Traje, identidad y sujeto en el arte contemporáneo Traje, identidad y sujeto en el arte contemporán
vestido ritual, ha adoptado la cita intertextual como La moda y la ciudad se construyen juntas a partir de
técnica constante y, finalmente, ha convertido al cuer- signos y de lenguajes que parten de los universos plu-
po en discurso, en signo, en cosa. El cuerpo recorrido rales de los discursos sociales y de las formas de
por el argumento del que trajes y objetos están comunicación contemporáneas: cultura musical y
impregnados es un cuerpo expuesto a la transforma- visual, actitudes hacia el consumo, prácticas artísti-
ción, a la apertura grotesca hacia el mundo, un cuer- cas, gustos de los jóvenes, estilo de los grupos metro-
po que podrá sentir y degustar lo que también el politanos subalternos e híbridos interculturales. En los
mundo podrá sentir y degustar, sólo si consigue dejar- años 70 los estudios culturales hablaban de "subcul-
se atravesar. turas" para definir a los que hoy se declaran más pro-
saicamente "streetstyles" Los mismos estudios cultu-
2. La moda, la calle, la ciudad rales recolocaron posteriormente sin jerarquías pre-
concebidas entre lo "superior" y lo "inferior", los fenó-
La moda entendida como "moda de masas" lleva a menos del traje, las "subculturas" en el ámbito de las
cabo una trama profunda; poética, semiótica, textual, culturas en formación de la época contemporánea.
con la ciudad, una trama que está enraizada en un
núcleo, en una estructura, en un armazón que aquí Culturas aquí entendidas como estilos, modas no ins-
definiremos como "la calle". La calle es el lugar donde titucionales, formas de agrupación juvenil, culturas
el gusto experimenta la atmósfera del tiempo, es el que el cine ha descrito o que se han inspirando en
lugar de cruce entre culturas y tensiones, es el espa- algunas películas de culto. El estilo en este sentido,
cio físico y metafórico en el que la ciudad adquiere su como quedó definido de forma miliar en 1979 en la
significado en virtud de costumbres sociales compar- célebre obra "Subculture" del estudioso inglés Dick
tidas. "Las calles son la morada del colectivo" Hebdige, es en la sociedad de masas una forma de
(Benjamin 1982, Pág. 553), escribió Benjamín en adhesión estética y ética de grupo a culturas que
"Passagenwerk", teniendo en mente el París de los están en proceso, en devenir, a culturas jergales. Es
"passages", lugares de frontera entre lo externo y lo un universo pop, que Hebdige escribiendo la historia
"interieur" que reciben las mercancías ofrecidas en del mod al punk, contraponía a la moda entendida
exposición al dilecto fetichismo de las multitudes que como una de las "formas de discurso prominentes" y
pasan y, sobre todo, exhibidas a la atención dilatada que, a su entender, encontraba una poética desnatu-
del "flâneur". ralizante, casi surrealista, en el fenómeno punk, con su
paradójica lectura de los objetos; por ejemplo, el
Esta concepción de la calle como sede de "pasajes", imperdible clavado en la piel o el color artificial del
como territorio en el que se crean identidades móviles, pelo; que ponían de manifiesto de forma simultánea y
acompaña a la idea moderna de ciudad como lugar criminal el carácter innatural de todo discurso y que
"vivido" y culturizado de estilos de vida reconocibles a conducen a las actuales prácticas de modificación
través de lo externo. Estilos que se miden sobre el permanente del cuerpo.
lugar liminar, que el "passage" benjaminiano esquema-
tiza adecuadamente pero cuyo sentido literal hoy ya Es un complejo enredo que une a la "calle" y al cuer-
no es evidente, constituido por la mezcla de lo interno po, como encarnación e interpretación siempre reno-
y lo externo de "casa" y "fuera de casa", del sedenta- vable de figuras, deseos e identidades jugadas entre la
rismo y del viaje. imitación de estereotipos y la invención de signos
excéntricos. La calle metropolitana aliena y apropia a
El movimiento que va "desde la calle a la pasarela" la vez, disuelve y agrupa, y la moda entendida como
caracteriza en nuestra época el recorrido de difusión "estilo de calle" se construye en ésta como texto-teji-
de las modas. En materia de "fashion theory" se habla do conectivo de costumbres y experiencias que se
de forma ya consolidada de este "movimiento desde convierten en ejemplares y que caracterizan a un lugar,
abajo hacia arriba" como de un verdadero efecto esté- a un barrio y a una ciudad entera. La "King's Road" del
tico y social que produce aquel complejo sistema for- "Swinging London" de principios de los años 60, la
mado de imágenes y palabras, de medios y sensibili- calle "real" puede considerarse como el emblema de
dad, de medida y distinción, que llamamos quizá de la calle como territorio urbano en el que tomó vida
forma ya impropia, precisamente, moda. aquel movimiento "de la acera a la pasarela", en la

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expresión inglesa "from streetwalk to catwalk", que Como institución de consumo, la moda pinta de "gla-
crea una moda que no nace en los talleres de los dise- mour" las ciudades como si los edificios, las esquinas
ñadores (quizá llega allí después), sino con ocasión de y las calles estuvieran listas para llenar las páginas de
un encuentro a menudo inesperado e imprevisto. De una revista de papel cuché. Se habla precisamente de
este modo, los lugares de la cultura cotidiana son hoy "pátina" para indicar la alteración regular que ocasiona
aquellos que determinan las modas incluso antes de el tiempo en la superficie de los edificios y el "glamour"
que el estudio estilístico elabore su propia representa- es un tipo de pátina especial, que se dispone sobre
ción en forma de signo-mercancía de lujo. los artículos y sus contenedores, ya sean estos edifi-
cios, cuerpos o imágenes. "Glamour" es esa sustan-
La moda estructura la ciudad de distintas formas. cia, como diría Barthes (1967), "de tipo aperitivo", ese
Existe una forma oficial y a menudo estereotipada a "velo de sentido" que destaca, a menudo reluce, se
través de la cual es la ciudad la que hace distintivos enmarca o brilla. El glamour dibuja hoy los territorios
algunos rasgos de la moda. Es el caso de las "ciuda- urbanos de la moda como a través de un vidrio trans-
des de la moda": las históricas París y Londres, capi- parente detrás del que no se ostenta nada, todo se
tales de la moda masculina y femenina respectivamen- sustrae hasta la esencialidad de un lujo que se revela
te desde el s. XVIII. Tras estos lugares se encontraba invisible, el oxímoron da sentido completo a la expre-
la producción industrial y artesanal textil que constitu- sión, en los objetos, en los cuerpos y en las imágenes.
yó el nervio vital de la revolución industrial europea.
Benjamín, escribiendo acerca de París, señaló el paso Las narraciones de las que se alimenta la moda toman
crucial de este modelo de ciudad de circulación al cuerpo en un espacio y construyen espacios a su vez.
modelo de ciudad de exposición y de culto a los obje- La calle y la ciudad se convierten en mundo, en terri-
tos, paso que la arquitectura interpretó y prefiguró y torios en los que los objetos adquieren vida y los cuer-
del que fueron máximo exponente las estructuras pos interactúan también a través de estos lenguajes,
urbanas para las grandes exposiciones de finales del de la literatura al cine y a algunos géneros televisivos,
s. XIX y principios del s. XX. Al final del s. XX, la ciudad que construyen las visiones y los cuentos urbanos y
de la moda fue el Milán del "made in Italy", después metropolitanos. Así, hablo de otro tipo de relación
vino el Tokio de la generación de Yamamoto, Miyake y entre la moda y la ciudad, que aboga en favor de la
Kawakubo. Más recientemente Shanghai y Hong existencia de una "ciudad descrita" a través de la
Kong en Asia y la Amberes de la "radical fashion" de "moda descrita". Ciudad descrita al servicio de la
nuestros días en Europa. moda ambientada en una ciudad "real". Ciudad des-
crita a través de lugares imaginarios de la moda escri-
No obstante, sucede al contrario. Son las modas las ta en las revistas.
que dan fisonomía a la ciudad y, en este caso, la calle
se entiende sobre todo como sede del consumo y del 3. El diablo se viste… de un nombre propio
tiempo libre. Pensemos en lo que fueron los "passa-
ges" para el París del s. XIX, y en lo que son los pun- ¿De donde viene un jersey de angora color cerúleo
tos de venta de las metrópolis de hoy, tiendas de una que una chica neoyorquina cualquiera se pone por la
única marca diseñadas por arquitectos, los escapara- mañana para ir a trabajar? Nos lo explica en un clase
tes, edificios, autobuses, estaciones de metro tapiza- de Fashion Theory y de actuación a la vez, Miranda
das con carteles publicitarios que muestran "la última Priestley / Meryl Streep en el filme "El diablo viste de
novedad". Pero pensemos a la vez en los bares, en las Prada", en el que la gran actriz se viste con los trajes
cafeterías, en los lugares de ocio y bienestar en algu- de grandes firmas de la temidísima directora de la
nos barrios de "glamour" donde los estilos de vida revista de moda ficticia "Runway", que es en realidad
recalcan conjuntamente los tiempos de la moda y los un pseudónimo de "Vogue". Mientras, junto con su
de la ciudad. Un ejemplo entre los nuevos lugares del equipo de colaboradores, elige en las oficinas de la
lujo metropolitano: el barrio de los centros directivos revista el mejor cinturón para conjuntarlo con un traje
de Shangai, Pudong, en el que jovencísimos exponen- para un reportaje del próximo número, la terrible direc-
tes de la elite financiera asiática, vestidos con trajes de tora explica cómo, de una colección de moda de 2002
Armani y maletines Vuitton, abarrotan las calles en de Oscar de la Renta en la que el modisto hizo del
busca de locales "lounge". "cerúleo" su color preferido, esa variedad del azul que

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Traje, identidad y sujeto en el arte contemporáneo Traje, identidad y sujeto en el arte contemporáneo Traje, identidad y sujeto en el arte contemporá
no es ni celeste ni turquesa, otros estilistas la copiaron por culpa de su torturadora, que en la película siempre
después, y cómo ha pasado al stock de moda "prêt- concluye su lista de órdenes con un gélido "¡Es todo!".
à-porter" de las cadenas de grandes almacenes y ha
llegado finalmente a la tienda de la esquina donde lo El tema base de la novela, best seller de exiguo valor
ha comprado la joven Andrea, completamente caren- literario a decir verdad, es el tema muy americano de
te de nociones de moda y segunda asistente de la la sencillez y de los valores auténticos, que encarnan
propia Miranda. "Tu crees estar fuera de la industria de Andrea y su mundo de origen, contrapuestos a la
la moda", le dice Miranda a Andrea, "pero llevas preci- vacuidad, al neo yupismo mundano, a la enloquece-
samente un jersey que personas que están en esta dora crueldad del mundo al que llega la aspirante a
sala han seleccionado para ti". En resumen, Miranda periodista. Andrea desempeña un trabajo que "un
explica el mecanismo del "trickle-down", el "goteo" de millón de chicas matarían por tener", como le repiten
las modas de las clases acomodadas hacia las masas, todos, pero para ella esto debería ser sólo un trampo-
que procede de las teorías sociológicas de principios lín para conseguir el sueño de escribir en revistas cul-
del s. XX de Georg Simmel y Thorstein Veblen, mez- turales de prestigio como el New Yorker. En la pelícu-
clado con el "sistema de la Moda" de Roland Barthes la, mejor que el libro, la oposición es la típica de la
que atribuía, a principios de los años 60, un papel fun- comedia americana brillante, de "Eva contra Eva", la
damental en la "creación" de las modas precisamente joven frente a la mujer más madura, cada una de las
a las grandes revistas especializadas. Explica, en resu- dos expresiones de un mundo y de valores que coe-
midas cuentas, lo mucho que la moda cuenta en la xisten y se oponen también en la sociedad. Canónico
sociedad, también para quien cree ser inmune a ésta "cooperante" de Andrea, la heroína positiva, aunque
y cree decidir siguiendo sólo sus propios gustos. comprometido en parte con el mundo "fashion" de la
"bruja" Miranda, es un Stanley Tucci espectacular en el
Es una secuencia fundamental de la película, que no personaje de Nigel, el director artístico de Runway,
figura, sin embargo, en la novela en la que se inspira sensato y homosexual, que transforma a Andrea de
la película, escrita por la joven Lauren Weisberger desastrada "foca" cenicienta de talla 42, en una espe-
basándose en una experiencia autobiográfica suya cie de "top model", usando como objetos mágicos de
precisamente en "Vogue America", como secretaria la transformación prendas firmadas por Dolce &
personal de la temida y reverenciada directora Anna Gabbana, Manolo Blahnik y Jimmy Choo. Miranda,
Wintour. Más que secretaria, en realidad, el trabajo anti heroína cruel que en la novela no cede ni por un
que Andrea desempeña es el de esclava, obligada por segundo, en la película, en cambio, se distancia lige-
ejemplo a buscar dos copias de preestreno de la últi- ramente de su papel, tiene instantes de humanidad
ma entrega de Harry Potter que las hijas gemelas de como cuando la encuentra Andrea, sin maquillaje y en
Miranda tienen que tener a toda costa, o bien a salir un mar de lágrimas, pues acaba de saber por teléfono
en busca de comida de los "take-away" más lujosos que su marido se quiere divorciar de ella. Más que el
de Manhattan, o incluso a ir a recoger el coche del personaje de Wintour de la novela, los expertos del
taller y el perro a la peluquería, a buscar en plena sector sugieren que la figura que inspira a Meryl Streep
noche de tempestad un avión que despegue cuando en la película es la de Diana Vreeland, que fue directo-
todas las pistas están cerradas, o una falda sin saber ra de "Vogue" entre 1962 y 1971, después de haber
dónde ni cuándo se la pondrá Miranda. En definitivas sido redactora de moda durante los treinta años ante-
cuentas, Andrea hace de todo menos de periodista de riores en la otra gran revista del sector, "Harper's
moda, recogiendo y colgando día tras día en la oficina Bazaar". Como el personaje de la película, Vreeland
los opulentos abrigos, gabardinas, bolsos y pieles que era una mujer sin edad, creadora de estilo, capaz de
Miranda arroja sin cuidado ninguno sobre su mesa, y hacer elecciones arriesgadas para los reportajes de su
pasando días y noches con la espada de Damocles en revista que inmediatamente se convertían en moda,
el cuello en forma de imprevista llamada de Miranda, de hacer en su tiempo lo que hoy las empresas encar-
que puede llegar en cualquier momento con la más gan a las "agencias de estilo":
ridícula de las peticiones. Todo para ser una becaria
con un sueldo ridículo, pagando el precio de faltar a "El diablo viste de Prada" en cine representa un caso
citas importantes en su vida, como el cumpleaños de emblemático de cómo la moda es capaz de construir
su novio, y de poco a poco perder a sus amistades, visiblemente las ciudades de la moda, los barrios y los

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lugares de consumo: un Manhattan de glamour que
conocíamos hace algunas décadas a través de pelícu-
las como "Desayuno en Tiffany's" y que hoy sin
embargo consumimos en seriales televisivos como
"Sexo en Nueva York", se convierte así en el lugar his-
térico en el que conviven negocios, periodismo de
papel cuché y nuevo lujo. Cuerpos anoréxicos sin
aspecto de modelos, "fashion victims" y funcionarias
de la atracción cruzan las calles metropolitanas subi-
das en tacones vertiginosos, en la reedición patológi-
ca del "sex-appeal de lo inorgánico" del que habló el
filósofo Walter Benjamin y en la concatenación simbó-
lica entre el lujo, la moda y un sentido "diabólico"
oscuro. Es el diablo quien viste de Prada. Y vestir de
un nombre propio, por mucho que se halla transfor-
mado en estilista, tiene ciertamente algo de diabólico:
pero quien, diría Miranda, ¿quien no ha pe.cado? Es
todo. Referencias Bibliográficas

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