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Las ideas socialistas en Colombia GAITAN UN MITO FUNCIONAL Mil Imagenes, Un Hombre Desde hace treinta arios no ha pasado un dia en que no haya otdo hablar de mi padre, Jorge Eliécer Gaitdn, sorprendiéndome siempre por la diversidad variopinta con la que cada quien lo recuerda o lo interpreta. Exis- ten mil versiones sobre su significado historico y otras tdntas explicaciones sobre las razones que le permitie- ron conmover multitudes y provocar con su asesinato, el quiebre definitivo de la historia de Colombia. Es natural. Esto sucede con todo hombre transfor- mado en mito, como con toda divinidad transformada en causa de devocion. En este orden de ideas podemos hacer un intento de clasificar “‘la imagen” que de Gaitdn se tiene, no par- tiendo de Gaitdén mismo, sino de la persona que recrea al lider, con sus ideas y prejuicios, con su peculiar for- ma de ver el mundo y con la necesidad imperiosa de enmarcar la historia dentro de su ideologia y sus inte- reses partidistas y personales. Por ello Gaitén, como Bolivar, como Sandino, como Marti, como el propio Jestis, son —tomando una expresién acertadisima de Marco Palacios— ‘‘mitos funcionales”. El propio Gaitdn decta al hablar del recuerdo: ‘“‘Con esto de los recuerdos sucede igual que con los cuerpos llamados cataliticos; su fuerza, mds que en sf mismos, ° se expresa en otros que reciben su influencia. Como hay téntos hombres en la vida de un hombre, es poco menos que imposible lograr que el hombre de hoy in- terprete con fidelidad la fuerza de la pasion, la calidad de la idea o la indole de la voluntad del hombre de ayer, de antier o de mas atrds. Si —por ejemplo— yo quisiera decir a usted algo de mi nifez o de mi adoles- cencia, tan sdlo lograria relatarle el juicio que me mere- ce, con mi criterio y mis ideas actuales”. De modo que al interpretar hoy a Gaitén, este juicio de valor se hace con los criterios y las ideas actuales ta- mizadas —oigase bien— con la deformacién de los re- latos, eriticas y peculiares transmisiones del recuerdo que hicieron los ‘‘testigos” de la época, que juzgaron a Gaitdn a través de sus prejuicios —favorables o desfavo- rables— o sus limitaciones o posibilidades teéricas, ideoldgicas, conceptuales, culturales, epistemoldgicas. Por lo tanto, nieljuicio de hoy, proferido por las gene- raciones que no le conocieron y solo pueden remitirse a los testimonios escritos o relatados por los adultos de la época, ni los testigos que ‘‘conocieron de cerca” al lider popular, pueden ser referencia inequivoca de su papel como hombre publico o como pensador acadé- mico, ya que de estos ultimos, a quienes se les confiere el papel de testigos indiscutibles, por haber vivido el momento, sdlo se puede decir que, al igual que los contempordneos de Galileo, Gauguin y Copérnico, no fueron sus jueces mds objetivos como nunca son bue- nos jueces quienes conviven con aquellos hombres excepcionales que, por su propia genialidad, se colocan adelante de su tiempo. De aht la importancia que adquiere este libro Las Ideas Socialistas en Colombia que al igual que su tesis de post-grado ‘‘Criterio Positivo de la Premeditacién” en el delito, se constituyen en los dos tinicos textos 8 analiticos que fueron escritos sistematicamente, sin pa- sar por las deformaciones de transcripcidn, versiones period tsticas o hilacién de discursos, cuya misma técni- ca rifie con el desarrollo orgdnico de un plan de temas. Acercarse a Las Ideas Socialistas en Colombia es poder ir al texto mismo de lo escrito por Gaitdn a los 26 anos. Es poder descubrir la forma como estructura- ba su pensamiento y el orden del sentido que a sus ideas le daba a través de una formacion filosdfica que le sirvid de trama, no solo a sus posiciones como pensador e idedlogo, sino a la gestacidn de unas tdcticas que fue- ron muy suyas, muy pecuiiares, nunca estudiadas y mucho menos continuadas por nadie mds en Colombia. Llegar a Gaitdn ‘a partir”, “desde” y “en” el propio texto y contexto de sus ideas es la posibilidad que nos ofrece esta valiosa obra para interpretar a un hombre que marcé el rumbo de la historia de Colombia. Si quisieramos hacer interpretaciones, incurriendo en la inevitable y forzosa subjetividad que esto conlleva y que hemos querido relievar, podriamos decir que al escribir su obra Gaitdn tuvo en mente afianzar el derro- tero de su vida, afirmando la viabilidad de las ideas socialistas en Colombia en el aspecto econdémico y social, defendiendo las ideas liberales en lo que a la politica se refiere y respetando la cultura o “quiste sicolégico’’, como él lo denominara, cuyo conoci- miento y andlisis le permitid obrar de modo que con- movio al pais, llegando a doblegar a la oligarquia libe- ral y conservadora, en una gesta que tampoco nadie ha podido repetir. Estos tres elementos que le sirven de tripode al dis- currir de su vida como conductor de multitudes (ideas socialistas en lo econdmico y lo social, ideas liberales 9 en to potitico y conciencia del valor de la cultura colec- tiva en la tdctica) se esboza cldramente en esta, su tesis de grado como estudiante de derecho de la Universidad Nacional de Colombia, principios que reafirmard anos mds tarde cuando su figura ya tenta calado nacional, demostrando ast la continuidad de su pensamiento y la constancia y firmeza en su ideologia y en su practica: “En lo econémico y social somos integralmente so- cialistas yy andan equivocados todos los que pretenden establecer incompatibilidad entre el liberalismo y el so- cialismo colombianos. Por el contrario, son movimien- tos que deben fundirse y luchar al unisono. Digo mas: son una sola y poderosa fuerza, a cuyo vértice afluye la doctrina de los principios democrdaticos, de las liber- tades humanas, eso que en los partidos no puede ser olvidado ni despreciado, o sea el sentimiento, el pano- rama sicoldgico en el que se refleja la vida”. Algunos hechos que no hacen Historia Es dificil encontrar un libro de historia colombiana contempordnea sin que se mencione a Gaitdn. No pasa un mes sin que los periddicos recuerden su nombre. La imagen mas generalizada: un fogozo luchador, un orador incomparable, un agitador populista, un hom- bre sin profundidad ideoldgica. Siempre me he pregun- tado como puede la gente, ante esta pobre imagen de clisé, pensar que fue un grande hombre. Tal vez su mar- tirio y su incondicional fe en el pueblo es lo que los ha- ce admirarlo, porque inclusive (como lo hiciera hace poco con frio desconocimiento de los hechos, Alfredo Vasquez Carrizosa) se le tacha de haberse doblegado a la oligarquia liberal, olvidando que fue todo lo contra- rio, ya que Gaitdn se convirtié en jefe unico del Partido Liberal cuando derrot6é en forma aplastante al ‘‘oficia- lismo” liberal que lideraban Santos, Lopez y Lleras, en 10 unas elecciones donde el gaitanismo barrid con la mayoria de las curules en todos los cuerpos colegiados. Qué mas podria hacer la oligarquia sino someterse a la voluntad de las urnas entregdndole a Gaitdn la jefatura tunica del Partido Liberal? Vasquez Carrizosa califica esta imposicion del pueblo gaitanista como una claudi- caci6n igual a la de Luis Carlos Galdn olvidando que Eduardo Santos al dia siguiente de su estruendosa de- rrota electoral, le envio a hurtadillas a Gaitdn las llaves de la Direccién Liberal y se marché a Parts declarando que hacia un receso en la politica esperando mejores momentos. Lopez viajé a Londres y Lleras a Washing- ton, los ministros liberales del gabinete de Ospina re- nunciaron iamentandose por ei resuiiado de ias urnas y los manzanillos de todas las horas se acercaron a Gai- tdn a felicitarlo y a ponerse a sus drdenes. No hubo reunion de canapé entre el ex-jefe de una disiden- cia y un ex-embajador venido del Vaticano. Fue el triunfo del pueblo en las urnas y la aplastante victoria del ala revolucionaria del liberalismo contra el dominio de la oligarquta. Si algunos izquierdistas de hoy a éso no lo denominan victoria popular y derrota de la pluto- cracia, solo puede comprenderse porque la distorsién de la lucha polttica ha hecho creer que solo hay triun- fos cuando hay armas de por medio o que, si bien es cierto que Gaitdn se sentd a dialogar con sus adversarios derrotados en las urnas (Guillermo Herndndez Rodri- Suez, que hasta ese momento era turbayista, como Pli- nio Mendoza Niera y Jorge Padilla), es porque Gaitdn pensd que también podian presentarse didlogos (con- vergencias, 0 como se las denomine hoy), con la tinica diferencia de que Gaitdn era el jefe indiscutible del Par- tido Liberal y el gaitanismo dominaba en el parlamento, las asambleas y los concejos. Estas condiciones le otor- gaban a Gaitdn una indiscutible ventaja, porque cuando de didlogos se trata el que termina por imponerse es aquel que ademds de sus ideales, detenta instrumentos reales de poder politico. 11 Por qué los llamados ‘te6ricos” de la izquierda se li- mitan a hacer tibios reconocimientos sobre el valor po- litico de Gaitén diciendo que era, al fin de cuentas, revolucionario, pero que cometio muchas equivocacio- nes como no haber organizado a las masas? Eso que llaman “no organizacidn” es el error que se comete cuando se piensa que un aparato politico debe, para ser organizado, tener la estructura europea que adopté Lenin para el bolchevismo y que responde a formas de organizacién social ajenas a nuestros patro- nes culturales. En Colombia, como en muchos patses del tercer mundo o de regiones pobres (como el sur de Italia), la organizaci6n social responde a una estructura horizon- tal (diferente a los organigramas de indole euclidiana adoptados por la administracién publica) que en lo fa- miliar se sefialan como ‘familia extensa” y en lo social como ‘“‘mo vimiento de masas;’o “‘polvareda de hombres” como dirta Antonio Garcia. Esta estructura no conlleva esquemas de jerarquia piramidal (centralismo democratico) sino lazos de san- gre o padrinazgo, donde la autoridad y el liderazgo se forjan a través del sentimiento y el interés y no en or- den al saber cartesiano y a las categortas racionalistas, lo cual no significa que no existan ideas; lo que cambia es la forma y no el fondo, respondiendo —ademds— al nivel de cultura politica popular. Es una relacién que funciona incluso a nivel militar, lo que explica la libera- lidad, mezclada con disciplina, con que opera la guerri- Hla en Colombia. Cuando se han tratado de operativizar organizacio- nes con esquemas de orden boichevique o europeos, que es lo mismo, el resultado es el anquilosamiento y la 12 carencia de dindmica politica. Pero el etnocentrismo — que practican con mas rigor los revolucionarios que tie- nen su ideologia sintonizada con el extranjero— hace calificar de demagogo y populista todo lo que no se a- juste en la forma a las estructuras adoptadas para orga- nizaciones sociales de otras latitudes y dentro de otro contex to. En cuanto a la derecha y su visidn frente a Gaitdn, tendriamos que diferenciar entre liberales y conser- - vadores y sus correspondientes subgrupos. Para los jefes liberales que militaron en las filas de quienes fueron adversarios de Gaitén o fueron ellos mismos antigaitanistas, lo importante es ‘el valor de uso” que tiene la figura de Gaitdn, procurando hacer olvidar sus ideas. Cualquier persona o grupo que intente estudiar el ideario de Gaitdn es visto con preocupacion y con rece- lo, hasta el punto de que el Partido Liberal le ha dado la espalda incluso a las ideas liberales de Gaitdn. Porque Gaitdn era, como ya lo dijimos, un socialista en lo eco- noémico y en lo social y un liberal en lo politico. Algunos olvidan que esa misma orientacién fue la de Augusto Sandino, un militante del Partido Liberal de Nicaragua, que defendia sus ideas liberales.y por ellas murio. Cudles son esas ideas liberales de Sandino y Gaitdn que hoy no logra identificar la juventud porque se con- funde a los partidos liberales de Somoza y de Ia oligar- quia colombiana con las ideas liberales a las que consa- &raron su vida esos dos grandes héroes de la lucha po- pular? Las suyas, al no ser ideas liberales en lo econo- mico, dejan fuera de lugar el liberalismo manchesteria- no. Se trata del liberalismo que piensa que las ideas de a9 13 los hombres dependen de la cultura a la cual pertene- cen, cultura que sirve de prisma para ver el mundo, va- lorarlo y juzgarlo. Por ello se respeta el pensamiento del otro, se de- fiende la unidad de lo diverso sin confundir “‘lo dife- rente” con ‘‘lo antagonico”’, lo cual senala la decisién de entregar la vida en el combate contra el adversario. En este respeto por el opositor, en esta ninguna clau- dicacién frente al adversario se enmarca el enfrenta- miento contra el apresor nacional o extranjero, la lu- cha contra Ia oligarquia y el imperialismo. De ahi surge también la defensa del nacionalismo, que nada tiene que ver con el chovinismo. En cuanto a la posicién de los dirigentes conservado- res frente a Gaitdn, también tiene un sentido de “valor de uso” y no ideoldgico. Gaitdn es util para ellos en la medida en que fue el enemigo de la clase politica libe- ral y sise puede atraer a las masas para constituir fren- tes amplios que contrarresten su calidad de partido mi- noritario, bienvenido Gaitdn que representa y alienta a esa masa irredenta, a esa ‘franja”’ inconforme que se mira como el gran potencial electoral. Esa posicién de ayer y de hoy por parte de la diri- gencia oligérquica conservadora, llevd a muchos iz- quierdistas a decir que Gaitdn, al ser estimulado por derechistas era, a su vez, fascista. Frente a ello no cabe sino leer al propio Gaitdn en su exposicidn sobre ‘‘La Revolucién de Octubre”, recién- temente publicada por el Centro Gaitdn,y preguntarle a esa juventud que ‘Trepite”’ tal infundio si es capaz de encontrar un solo escrito, una sola idea, una sola defen- sa al fascismo en toda la obra de Gaitdn. 14 A los grandes héroes no solo los asesinan fisicamente sino que los denigran para acabar también con el senti- do mismo de su raz6n de ser. Esaes la verdadera autor ta intelectual del crimen. GLORIA GAITAN Bogotd, septiembre de 1988 15 OBSERVAGIONES PREUMINARES Por causas diversas nos hemos visto precisados a su- primir muchas partes del presente estudio, cuidando si de la integridad ideoldgica. La oportunidad se presenta- rd de hacer una publicacién completa y relacionada con varios otros puntos que aqui no aparecen. Con preconcebida intencién hemos titulado este nuestro pequeno trabajo — que habra de servirnos para recibir el doctorado en Derecho y Ciencias Politicas de la Facultad Nacional— ‘‘Las Ideas Socialistas” y no “El Socialismo en Colombia”. Tal distincién se explica ple- namente si ha de tenerse en cuenta que apenas ha sido nuestro proposito estudiar estas ideas por su aspecto cientifico, bajo la modalidad técnica del sistema eco- némico que el socialismo presenta. Hemos intentado resolver estas preguntas: 3Cudl de los dos sistemas econdmicos, el individualista o el so- cialista, consulta mejor los intereses de la justicia, las necesidades del progreso y los sentimientos de humani- dad? ;Nuestro pais esta preparado, habida considera- cién de su medio especifico, para la implantacion del sistema socialista? Nuestro estudio no podia tener un cardcter sectario o banderizo, en el sentido politico de la acepcién, en primer lugar, porque no pertenecemos a partido socia- lista ninguno, o a eso que entre nosotros se apellida como tal. En Colombia hay valiosas unidades que pro- fesan estas ideas, pero quienes han tratado de dotarlos de una dinémica de organismo autdctono, quizd no han sido los mas afortunados en su interpretaci6n, ni en los medios, ni en la apreciacién de las caracteristicas pecu- liares a nuestra vida politica; y segundo, porque siem- pre hemos creido, que antes de concluir en las aplica- ciones se necesita el estudio técnico, el examen cien- tifico, la valuacién abstracta de las causas que autori- zan esas realizaciones en concreto. El empirismo ha sufrido, ya va para luengos tiempos, una trascendental 16 derrota en las ciencias sociales, y no se explicarta la logica de quienes se empefaran en aplicar medicinas sin antes haber evidenciado cientificamente la bondad de estas, y, sobre todo, la indole orgdnica del sujeto a quien han de ser aplicadas. Profesamos, pues, con marcado convencimiento y empinado entusiasmo, las ideas que corren a través de estas paginas, mas no podriamos considerarnos como militantes en nuestro pais de un partido socialista, entre muchas otras razones, por la muy sencilla de que tal partido no existe. No es destrozando la corriente politica que en Colombia representa el partido avanza- do o de oposicién. como mejor se labora por el triunfo de los altos principios que guian hoy los anhelos refor- madores de los pueblos; pensamos que es muy mejor luchar porque las fuerzas progresistas de Colombia ins- criban en sus rodelas de batalla la lucha integral por las ideas nuevas, por la salud del proletariado y por la reivindicacién necesaria de los actuales siervos del capital, en la forma que se leerd. 17 CAPITULO I LOS SISTEMAS, LAS LEYES Y EL MEDIO Ha sido brindando hasta la fatiga y acicateando por el desecho el pegaso nervudo de Montesquieu, como nuestros hombres Ilegaron a la formulacién del primer argumento contra la posibilidad de las ideas socialistas en Colombia. Por nadie —dicen— puede ser desconocido el princi- pio evidenciado antes que por otros por Montesquieu, de que las leyes y los sistemas sociales y politicos de- hen consultar la i ser aplicados. Un grave e error de los conductores de pueblos ha sido el pensar que la fisonomia sociologica de un determinado conglomerado de individuos pueda ser transformada o modificada con las disposiciones de una ley. En la formacién de la individualidad social en- tran factores de muy diversa indole que estan siempre mas alld de toda volicion humana: factores de atavis- mo, de herencia, factores de medio y factores teluricos. No es lo mismo legislar para la rubia parsimonia de los nérdicos de Europa que para la inquietud desorbitada de los hijos del trépico. La pretensidn de implantar el socialismo entre noso- tros nace de esa singular modalidad de los pueblos incipientes: el mimicismo. Es un simple caso de imita- cién. Ha bastado —subrayan los impugnadores— que el vientre fatigado de Europa pariese tan descabelladas doctrinas, para que nos creyéramos en la necesidad de prestarles nuestra propaganda y nuestra ayuda. Pero los sistemas y las leyes han de ser algo mas que una pueril imitacién. Es auscultando nuestro or- ganismo como podremos mejor determinar nuestras enfermedades y formular sus remedios. Hasta aqui la sintesis del tan repetido argumento. Nunca pretenderiamos negar la base de verdad que sus- tenta el hecho enunciado. Atin mas, pensamos que en 18 su desconocimiento se halla uno de los capitulos de nuestras mds tristes andanzas de pueblo independiente. Ya saliendo del campo estrictamente juridico para llegar al historico, Macaulay sefialaba el mismo proceso de adaptaciOn. Ni las leyes, ni sus forjadores, los hom- bres, podran nunca transformar arbitrariamente el alma de los pueblos. Los hombres providenciales dejan de serlo en cuanto traten de crear en contra de la idiosin- crasia mesoldgica. Los sistemas o leyes que llamaremos radio-activos —en lo humano estan representados por el Héroe de Carlyle— que dan de si las cosas, que tienen un ritmo centro-periférico, son sistemas condenados al fracaso. Las leyes han de ser, igual los hombres, acumu- ladores de fina sensibilidad, donde el medio, obrando sobre el centro, registre sus necesidades, lleve sus anhe- los, formule sus instintos. No negamos, pues, el principio. Afirmamos si, que se le ha dado una significacién inexacta y superficial. Apoydndonos precisamente en él, es como vamos a encontrar a través de nuestro estudio, un argumento mas en favor de las transformaciones sociales que impone la hora de ahora. Dividfa Benthan las leyes, y hoy es universalmente admitida tal divisibn, en sustantivas y adjetivas o de procedimiento. Son las primeras aquellas que consagra la justicia de un derecho o la necesidad de una obliga- cion; es ley sustantiva, por ejemplo, la que declara poseedor regular al que goza de la tenencia de una cosa con animo de sefior o duefio (animus domini). Ks ley adjetiva no ya la que establece el derecho en st mismo, sino la manera de hacer efectivo ese derecho. Es la que reglamenta los 6rganos jurisdiccionales encar- gados de favorecer un derecho preexistente, y establece los requisitos necesarios para lograr la proteccién por Parte del Estado. Por eso que las sentencias de los tribunales no cons- tituyan derechos, sino que los declaren. Su misién es la 19 de precisar la forma o denominacién juridica que co- rresponde a determinadas relaciones sociales. Las primeras deben consultar la justicia, entendien- do por tal la conformidad de la ley con los dictados de la naturaleza. Las segundas deben consultar la comodi- dad, la viabilidad. Una ley procedimenta] que se exce- diera en la reglamentacion, harja por la dificultad, nugatorio el mismo derecho que se quisiera favore- cer. O como dice Montesquieu: ‘Las formalidades de la justicia son necesarias para la libertad, pero tantas pudieran ser que se opusieran al fin mismo de las leyes que las hubieran establecido; los procesos no tendrian fin, la propiedad de ios bienes quedaria incier- ta, se daria a una de las partes la hacienda de otra sin examen, o quedar{fan arruinadas ambas a fuerza de examinar”. E] andlisis no puede ser suspendido aqui. El fenéme- no requiere profundizarlo mas. Si continuamos en la investigacion hallaremos que las leyes llamadas sustan- tivas sdlo lo son de un modo relativo; que ellas se trocan en adjetivas en relacionandolas con principios mas fundamentales de un orden biolégico-social. Las leyes lamadas sustantivas no pueden ser sino la inter- pretacioOn, errada o exacta, de una tendencia en las relaciones de los individuos. Son la concrecién en formulas de fendmenos que se realizan mas alla de todo cédigo y de toda ley. Cuando el legislador, en lo que llama mos leyes sustantivas, consagra, por ejemplo, Ja libertad de contratacion, no hace sino reconocer un hecho inevitable del orden social presente, cual es el del cambio, que a su turno nace de la divisién del trabajo. El legislador que le dice al cafetero que puede vender su café y comprar con su producto los articulos que le son necesarios a la subsistencia y a sus negocios, no consagra propiamente un derecho; se limita a recono- cerlo. El fenémeno comercial enunciado se realizaria sin necesidad de una ley y aun adespecho de su prohi- bicién. La Gnica misién de la ley en este caso es la de 20 establecer condiciones que faciliten el intercambio de los productos, reglamentar las relaciones. Y aqui se nos aparece claramente como las leyes sustantivas solo lo son de una manera relativa en cuan- to las relacionamos con las que se ha convenido en llamar adjetivas. Pero si las comparamos con los principios fundamen- tales de la vida de relacién, serdn a su turno adjetivas, pues apenas les corresponde como misi6n facilitar los fendmenos inmanentes del orden social. Y es que en puridad de verdad la nica base de los derechos reside en la sociedad y nace del hecho de vivir en ella. Imaginan un Robinson Crusoe en su isla. gExistirfan para él derechos? gHabria ley capaz de créarselos? No. Lo tinico que da y consagra ese derecho es la sociedad y por creaciones que son ajenas a toda voluntad individual. Esto dice relacién a los decantados derechos individuales, como el de la propiedad, que no pueden ser violados porque dizque son derechos natu- rales. El hecho evidente y claro es que el individuo no Mega a la sociedad con derechos que individualmente le pertenezcan. Por eso ya Comte decia que el unico dere- cho que el individuo tiene es el de cumplir exactamen- te con su deber. Es decir, respetar las normas que la vida de sociedad le impone. Pero, repitamoslo, no es que el individuo se desprenda de ningun derecho para entrar en sociedad, es, por el contrario, que la sociedad le dispensa derechos que é1 no tenfa, y que, por consi- guiente, no pueden revestir el caracter de inviolables. Cuando aparezca por lo tanto una colision entre el derecho del invididuo y el derecho de la gran masa que constituye la sociedad, debe primar éste sobre aquél. O, mejor, es que en el primer caso no hay propiamente derecho, sino una gracia concedida por la sociedad para el mejor funcionamiento de la misma. Y cuando esa rectitud de funcionamiento pida la abolicion de un de- recho individual, ese derecho debe desaparecer, ya que 21 ha desaparecido la tinica base que lo explicaba, a saber, el recto funcionamiento de la vida social. Le6n Duguit sintetiza admirablemente estos princi- pios de la siguiente manera: ‘El derecho no es un con- junto de principios absolutos e inmutables, sino, por el contrario, un conjunto de reglas que cambian y varian con el tiempo. Porque un hecho o una situacién se consideren como licitos durante un periodo de tiempo, por largo que sea, no se puede afirmar que lo sean siempre. Cuando la ley nueva los prohibe, los que vivian con- formes con la legislacién anterior no pueden quejarse del cambio, porque la ley nueva no hace més que . atitmar ia evoiucion del derecho’’(Derecho Constitu- cional). La misién del Estado debe, pues, orientarse a disefiar Ja fisonomia social de un organismo que se desarrolla y evoluciona sujeto a leyes profundas. Tanto mas exacta- mente sean interpretadas dichas leyes, mejor y mas facil serd el desenvolvimiento y relaciones de un pueblo. Pero, esas relaciones sociales ,en dénde encuentran su base? Hay en las relaciones sociales factores comu- nes a todos los pueblos y a todas las razas? ¢Cémo obra al mismo tiempo sobre las relaciones sociales? ZEn qué consiste la adaptabilidad de un sistema social o de una ley? La observacién de los fenémenos sociales, de su evo- lucion, de su etiologia y de las leyes que aquellos mis- mos fendmenos evidencian, nos revelan un funciona- miento de organismo completo, con leyes autéctonas y determinadas. Al hablar de organismo social no que- remos significar que el ente sociedad adquiera, como lo ha pretendido Schaffle (“Estructura y Vida del Cuerpo Social”) sensibilidad, cerebro, médula espinal, etc. Entendemos por organismo social, solamente, la preci- sion inconfundible de determinadas formas funcionales. Un examen atento de dichos fenémenos nos hard ver que las leyes que rigen la dindmica social encuentran 22 Y por ultimo nos queda la caracteristica nacional, la que distingue una nacién de otra, aun por sobre la igualdad de los factores anteriores. Esta, pensamos, nace de la posibilidad que los medios materiales exis- tentes en un determinado pais prestan para el desarro- lo de esa capacidad biolégica y racial de que hemos hablado. Es un factor no fundamental, sino adjetivo y mudable, es una manera de poder obrar, es un modus operandi. Es como si dijéramos el instinto de comodi- dad y rapidez en la locomocién que para todos los tiempos y pueblos existe, pero que segun los medios tendra que realizarse por la rudimentaria balsa, o la canoa, o el mederno bares. Resumiendo, tenemos: Que en la vida social se pue- den observar tres elementos: lo. Elemento bioldgico, comin a todos los hombres y los pueblos en sus bases propiamente constitutivas; 20. Elemento de raza, proveniente de factores teliricos, que no tienen influencia fundamental sobre el tipo histérico-social, pues éste es resultado del desenvolvimiento de ese estrato biolégico enunciado, y por lo tanto se resuelve en factor secundario; y, 30. Elemento nacional prove- niente del medio social, propiamente dicho. La ley de la evolucién que encarna un perfecciona- miento continuo, obra sobre todos esos elementos para someterlos a su filtro purificador y constante. Ahora, puede que un pais Ilegue a poseer los elemen- tos —en su mas alta perfeccién— que hemos sefialado en el tercer grupo, y sinembargo, alin teniendo los otros caracteres de identidad bioldgica y racial, no logre el estado de progreso de otro en igualdad de cir- cunstancias. gSi a un pueblo de Centro-América, por ejemplo, se le dota de todos los elementos de que dis- pone un pueblo como Italia, llegara, por la posesién de dichos elementos, a la misma capacidad en ciencias, artes, industrias? No, respondemos. Entonces se dira, hay un elemento sustancial distinto que imposibilita a unos pueblos para seguir la trayectoria de otros, pues- 24 to que existiendo todos los elementos en igualdad de circunstancias, no se produce el mismo resultado. Al formular este argumento se olvidarfa una nocién que es preciso recordar: E] atavismo, la herencia y aun si queremos darles la importancia que tienen los estu- dios de Sergi, el que él llama “‘atavismo prehumano’’! Todos estos factores obran como una poderosa fuerza de inercia. Un pueblo criado en la desidia, en la indi- gencia, en la penuria, se ira haciendo incapaz. La caren- cia de medios atrofia la aptitud. Pero esa herencia no es fatal; por el momento sera imposible una igualacién de capacidades, pero en igualdad de medios, el tiempo daré la igualdad de capacidades. Y precisamente esa posibilidad de vencer tales resistencias muestra clara- mente que no hay un hecho esencial que separe a unos pueblos de otros como se ha querido siempre sostener en el empefio de frustrar una cooperacién de lucha que harfa mas rapido el triunfo de los anhelos igualitarios. Claro es que nos hemos venido refiriendo a los pue- blos en el estado medio de civilizacion. No seria el caso de formular argumentos con el ejemplo de los que no han entrado aun en la escala de los valores culturales presentes; pues estos casos, como sucede en el orden individual, son anémalos. Estos son los pueblos atipi- cos, es decir, inmovilizados en un grado de la natural escala evolutiva. Con estas nociones podemos ya plantear el problema en concreto. ;Cudles leyes y cudles sistemas son adap- tables de un pueblo a otro? gCudndo un sistema es inadaptable? Quien haya leido con atencién los anteriores princi- pios vera desprenderse la conclusién de la manera mas légica y mas sencilla. Solo las leyes o los sistemas sociales que desconoz- can esos fundamentos esenciales de la existencia biologica, o contradigan los elementos del medio creado por la naturaleza, son inaceptables, son absur- dos y son imposibles. Pero aquellos que se refieren, no 25 ya a estos elementos fundamentales, sino a los caracte- res adjetivos, en paises de una cultura media, son posi- bles, y aun son necesarios, cuando consultan mas exactamente los dictados de la justicia. Su Gnica con- dicion reside en la ley de la relatividad. Puesto que los elementos cambian de un pais a otro, es necesario que los sistemas se adapten a esos medios. Es decir, hay una discrepancia cuantitativa, que no cualitativa. La adap- tacion no implica la negacion. Reconocer que una cosa debe adaptarse es reconocer que debe existir. Es muy distinto decir que una cosa es inadaptable a decir que es imposible. La imposibilidad implica la inadaptabili- dad, pero no al contrario. Y ya hemos visto, io repetimos que s6lo aquellos sistemas que contradicen las tendencias fundamentales de la vida son imposibles. Reclamar que el hombre pueda gozar del fruto de su trabajo. Reclamar que al hombre por el hecho de ser hombre no se le trate como bestia. Que no basta asegu- rarle la subsistencia fisica, sino que es necesario facili- tarle los medios de cultivar su espiritu. Pedir que los hombres mientras quieran y puedan trabajar no pueden ser sometidos a la miseria. Pedir que los hombres que dieron su salud y su vida al trabajo no tengan que morir sobre la tarima doliente de los hospitales. Pedir que mientras existan mujeres que acosadas por la nece- sidad tengan que oficiar en el tabernaculo pustuloso de la prostitucién; y que mientras haya nifios que arroja- dos a la inclusa hayan de ser luego los candidatos del presidio, no es humano que otros puedan hacer vida de dilapidacion y de regalo. Decir que a los hombres no se les puede pedir virtud mientras no tengan los medios de vivir, porque, como decfa aun el mismo Santo Tomas de Aquino, “para la practica de la virtud se necesita un minimum de bienestar temporal”. Decir que es necesaria la lucha constante porque termine la carniceria de pueblo a pueblo, donde aquéllos que la fraguan ritman la danza en el salén, a la par que los 26 humildes que la sufren brindan su corazon a la metra- lla como tributo a una patria que nunca conocieron. Decir que al patriotismo es necesario darle un sentido de cooperacion internacional y no de agresividad fratri- cida. Decir que la seleccién es necesario hacerla, pero a base de capacidades y virtudes auténticas. Decir que al triunfo solo debe llegarse por los caminos del personal esfuerzo. Decir todo esto, y demandarlo con el entu- siasmo que reclaman los grandes ideales, no es pedir nada que esté fuera de las condiciones esenciales de la vida, ni que deba ser patrimonio exclusivo de éste o del otro pueblo, ni de ésta-o de la otra raza, sino algo qu pertenece a la conciencia universal, algo que es y tiene que ser de todos y cada uno de los hombres, de todos y cada uno de los pueblos. Y demostrar, como demostraremos, que esta orien- tacion noble y justa de la vida es imposible dentro de la actual organizacién rigidamente individualista de la sociedad, de su libre concurrencia, de su Estado como representante de la clase pudiente, del privilegio absur- damente concedido al capital en el desarrollo econémi- co de la nacién, del concepto secundario en que se ha colocado al trabajo, es entonces plantear las cosas en un terreno absolutamente cientifico cuyas funciones se cumplen por igual en todos los paises. Pero, gcdmo se explica que los sostenedores de la actual organizacion social argumenten en la forma que vimos al principio? ¢Por ventura ellos crearon un siste- ma especial para el pais? El sistema que ellos implanta- ron es el mismo sistema de los otros paises sin adapta- cién ninguna. La ciencia tiene principios que se predi- can respecto de las relaciones sociales universalmente considetadas. Y, precisamente, esas relaciones en cuan- to nacen del juego de los valores econédmicos tienen un igual desarrollo en todas partes, puesto que sus factores son los mismos cambiando tan sélo la cantidad. Sin embargo, los celosos del principio del medio die- ron al pais leyes copiadas de otros pueblos, cuando 27 esas leyes escritas si necesitan cierta fisonomia carac- teristica de la nacién en que van a aplicarse, por tratar, atin las sustantivas, como ya lo demostramos, de cues- tiones simplemente adjetivas, es decir, de caracteres esenciales de medio, caracteres que no se presentan en los sistemas que obedecen a normas universales, a guarismos que cambian en el tiempo, pero que no pue- den cambiar sino relativamente en el espacio. Para cuando el socialismo esté en Colombia en capa- cidad de legislar se le podrd pedir la adaptacidn al medio; pero hoy, en su faz doctrinaria, es pueril pre- tenderlo; y mas pueril si se piensa que quienes tratan de formular este argumento no han sabido cumplirlo en donde si es indispensable: la ley escrita. El sofisma es claro: se ha tomado la imposibilidad de la parte para demostrar la imposibilidad del todo. Puesto que, se afirma, el socialismo de Alemania, Rusia e Inglaterra es imposible en Colombia, también, se concluye, es una imposibilidad el socialismo. Serdn, contestamos, imposibles los medios alla presentados para resolver la miseria de las clases oprimidas, puesto que el medio social es distinto, pero no las doctrinas en si, el sentimiento profundo que las anima, que es idéntico en todas partes, ya que en Inglaterra como en Colombia hay clases, la mayoria, sometidas a la mas deplorable miseria, miseria que el pensamiento socialista cree, con innegables fundamentos, que es debida a una injusta organizacién econdémica. Las leyes, pues, no deben salir de la sola mente del lJegislador, sino que deben conformarse al recto fun- cionamiento de la Naturaleza. Y esa naturaleza es esencialmente dinamica y mudable. Pues que el medio cambia es necesario que la ley cambie, porque como decia Croiset en su discurso de la Sorbona, de 1910: “toda ciencia perece el dia en que se cristaliza en formulas intocables”. Y si la naturaleza, en su grado de perfeccién actual, nos muestra las injusticias del presente sistema individualista, acusando una 28 mayor suma de equidad y felicidad bajo el concepto socialista, no solo no es una imposibilidad reclamar- lo, sino que es un deber imponerlo. El espiritu misoneista de nuestro pueblo —maho- metanamente misoneista— temeroso de toda reforma, invento ya va para luengo tiempo la muralla china que le defienda de todo impulso de modelacién, de todo impulso hacia horizontes de dadivosa fecundidad espiritual y material. Esa muralla es el medio, nues- tros caracteres de raza. Ast se trate de una misién pedagdgica, como ad- ministrativa, financiera, o de cualquier otro orden, allf encontraremos la valla insalvable. Es un absurdo, se dice; la raza, el medio, no permiten la implantacion de tales sistemas traidos por extranjeros. Y nuestros proceres del atraso, empinados sobre la barraca de un patriotismo o nacionalismo incomprensivo, creen que en nombre de las tradiciones debemos seguir envenendndonos en los pezones de la rutina los vastagos de la nueva generacion. Pero si bien se examinan las cosas y se estudia un tanto el asunto, hallaremos que esa imposibilidad racial es un invento, y que las cuestiones del medio deben reducirse a la simple adaptabilidad dentro del criterio adjetivo que para ella hemos sefalado. Nuestra personalidad de pueblo es algo muy rela- tivo y no puede tener el matiz integral que se le ha querido atribuir. Hoy no se puede hablar de sociedades homogéneas y todas deben ser consideradas como heterogéneas, porque las relacicnes sociales que existen no son exclusivamente objetivas —como los habitos de aso- ciacién, que eran los tnicos existentes en los grupos sociales primitivos— sino que por razon de la facilidad en las comunicaciones, de la imprenta y demas pro- gresos, son también subjetivas; unos pueblos a otros estan ya ligados por las ideas, los sentimientos y un interés comin, que es precisamente lo que las dife- 2 rencia de las sociedades de animales. Es decir, hoy de pueblo a pueblo, no sdlo hay sociedad, como en las formas primitivas, sino que hay sociabilidad. Y en lo referente a nuestra personalidad social de- bemos haber hincapié en el hecho de que descende- mos de un pueblo, Espafia, que no tenia ni mucho menos esa integridad racial de que hemos hablado. Nacido de los Celtas y los Galos. Cruzado con la sangre de los Romanos, invadido por los barbaros nortefios, mezclado con los moros, a los cuales atin los miembros de las clases nobles se entregaban, revolucionado en mil andanzas y conquistas, era imposible que bajo el impulso de tanto pueblo y tan diversas razas. st. personalidad se conservara intacta y no presentara por el contrario, esa caracteristica de grupo heteréclito, que por haber perdido su fisono- mia fundamental y auténoma, tiene que oponer menos resistencia, o mejor ninguna, a los sistemas extrafios. Y fue un pueblo de tan débil homogeneidad perso- nal quien se cruzé con un pueblo como el nuestro, al cual tampoco podemos considerar como una raza ho- mogénea en el sentido estricto del vocablo, sino lo con- trario; pues en ella se habfan elaborado mil intercam- bios, antes de la conquista de los espafoles, aniquilado- res de sus relieves de pueblo, o mejor, de raza estricta- mente homogénea. En toda la América poblada unas razas y pueblos se habian sucedido a otros, mucho antes de haber sido conquistado. Algunos han Hegado a la conclusion, después de muy detenidos estudios, de que en el Peri habia, antes de la conquista, una poblacién organiza- da muy superior a la que hoy habita todo el conti- nente sudamericano. Todo induce a creer que grandes naciones habian hecho ya su carrera en este continen- te antes de la conquista, antes de que los espafioles Megasen a este “nuevo mundo que es el viejo”. En medio de los bosques de Yucatén y de la América 30 Central se han encontrado vestigios de grandes ciuda- des olvidadas antes de la conquista. Méjico, cuando Cortés la descubriera, daba sefiales de ser una raza que habia tenido una era de florecimiento ante la cual el tipo encontrado por los espafioles era tipo de deca- dencia y degeneracién. En las minas de cobre del Lago Superior de los Estados Unidos se hallan tam- bién vestigios de civilizaciones superiores a las existen- tes al tiempo de la conquista. Muchos caracteres anatomicos incontrastables com- prueban que estos paises de América habian sufrido na tica. y..de..otras razas, antes del atribo de lus espafioles, Claro esta que al llegar los espafioles encontraron una raza autOnoma, con relacién a ellos, pero no una raza homogénea en la acepcién socioldgica. Ella habya sufrido sus intercambios con pueblos anteriores del mismo continente y con extrafios pueblos de diversa idiosincrasia. Y estos intercambios tenian que aminorar sus caracteres de raza autonoma, sus carac- teres de individualidad permanente. Una raza casi despersonalizada como la espafiola, cruzada con una raza que también habia sufrido intercambios como la indigena, uniendo a esto los factores modernos de promiscuidad intelectual y comercial con todos los pueblos de la tierra, no puede dar ese tipo antagénico y reacio a los sistemas extran- jeros, puesto que hay entre ellos elementos de simili- tud. Es nuestra raza un tipo hibrido sin la fuerza de repulsion hacia lo extrafio que sdlo presentan los tipos de homogeneidad racial hoy desaparecida. Esto se hace tanto mas evidente si consideramos que basta ese factor de intercambio intelectual y co- mercial para acabar con el antagonismo de unos pueblos a otros atin por sobre la diferencia propia- mente racial. gNo tenemos a la vista el caso de pueblos como el Japén, que atin teniendo, él si, Caracteres no contaminados de raza especifica, sin 21 embargo han hecho su civilizacién y progreso apro- pidndose los sistemas y cultura europeas? La resistencia que un pueblo opone a los sistemas de otro va en raz6n directa de su homogeneidad racial e inversa de su heterogeneidad. Si bien valoramos, pues, este problema tan decan- tado de la raza, encontraremos que no hay esos carac- teres esenciales, que son los tnicos imposibles de vencer momentaneamente, sino que, por el contrario, se reducen a simples diferencias adjetivas que sdlo reclaman la adaptaciOn en la forma y alcance que hemos estudiado. Son todos estas argumentos del medio, nacides de! problema de las razas, vallas que el espiritu misoneista escalona como obstdculos al progreso, y que tan jui- ciosamente ha analizado Juan Finot en su obra EI Prejuicio de las razas. 32 CAPITULO II EL PROBLEMA DEL CAPITAL Vamos a entrar en el examen del argumento dorsal que se opone a la posibilidad de las ideas socualistas en Colombia. Ya se demostro en el capitulo anterior cémo anali- zando un poco se viene en la consecuencia de que la inadaptabilidad de tales doctrinas por razon del medio, sociolégicamente considerado, noes real, sino aparente. Examinemos ahora si tal imposibilidad por carencia de elementos tiene una base evidente, o si, por el contra- rio, todo nace de un error de apreciaci6on. Entre nosotros a la verdad no ha existido periddico, ni revista, ni orador, ni parlamentario, ni profesor, que no haya tenido para todos los momentos la afirmacion de que Colombia no es un pais capitalista. ,Donde, se pregunta, esas clases limitadamente poderosas que en otras partes hacen de la vida del proletariado la gruta de las mds oscuras tragedias? No tenemos grandes industrias, y nunca el corazon de nuestras ciudades ha visto las angustiosas desventuras sociales extranjeras. Podra explicarse, se agrega, la razon de tales ideas y sus consecuentes luchas en pueblos como Inglaterra, donde la superproduccién, por ejemplo, provoca el cierre de las fabricas, ocasionando agudas crisis que llevan al desamparo y la tortura a mil hogares, y hacen que los sobrepujados cuadros brufidos, con nitidez escalo- 33 friante, por Nuk Hamsun en ‘“Hambre”’ sean una reali- dad que se arrastra sobre la ciudad del Tamesis en las avenidas perfumadas de Viena 0 al pie de los marméreos palacios berlineses. Pero en Colombia, no. Aqui no hemos llegado a ese desarrollo industrial, y por lo tanto el problema no tiene una base evidente. En un pueblo pobre como el nuestro, antes que favorecer, tales ideas perjudican. Luchemos por el adelanto del pais, cru- cémoslo de ferrocarriles, implantemos las grandes em- presas, facilitemos la llegada de los capitales extranje- ros, que sdlo ast, y por virtud de esa fuerza capitalista, podremos levantar el nivel del proletariado. Empe- fiémonos en la concurrencia de brazos por abundancia dé capitaies, y entonces el precio del trabajo subira por una ley natural —Bastiat dirfa por una armonfa eco- némica— sin necesidad de absurdas contiendas. En un pais sin capitales no se pueden pedir salarios altos; y primero que pensar en esto, corresponde a los hombres de bien y de talento empefiarse en el desarro- No econdémico general, que sera la manera tnica de mejorar la situacién de las clases trabajadoras. Los errores aqui contenidos son tan copiosos y de aceptacion tan general, que es menester valorizarlos separada y metddicamente si queremos apropiarnos de la claridad, precisidn y légica que debe presidir este problema. I Naturaleza del Capital Y ante todo: ;qué es el Capital? Porque sin un segu- ro concepto de esto toda discusién es imposible. Quiza ningan término econémico se haya prestado a mayores ambigiiedades y eufemismos. En muchas obras de Economia se llega en la definicion a una acertada evidencia, pero en haciendo las aplicaciones a los diversos engranajes de la vida econémica se cae en 34 errores sustanciales provenientes de un olvido de los principios tal cual ellos deben ser interpretados. Diversamente son otros quienes partiendo de postula- dos inexactos se engolfan luego en laberintos que hacen imposible toda posterior precisién. La evolucion historica de los pueblos ha hecho que la concepcion del capital sea muy distinta cuando se la examina en las sociedades primitivas, que lo es hoy en nuestra vida civilizada y sobre todo desde la Revolu- cion Francesa para aca. Es un sorisma, y base de muy prolijas inepcias, anali- zar la naturaleza actual del capital haciendo deduccio- nes de sus caracteres primitivos. La caracteristica del capital, en su modalidad primi- tiva, es la de ser un simple instrumento del trabajo. El silex, la red, el fuego originado por el roce de los pedernales, todos estos y otros semejantes elementos eran el capital. Esta es la que llamaremos concepcidén prehistérica del capital. Este concepto naturalista no puede ser aplicado al capital presente, so pena de perderse en confusiones reprobables. El capital exige hoy que se le examine bajo la forma juridica que ha logrado en las relaciones sociales. Lo cardinal del capital primitivo reposaba en su productividad, al tiempo mismo que el capital presente reposa, segin término usado primera- mente por Dithring, en la rentabilidad. Al capital hay que considerarlo —dice Kausky— como una categoria histérica. El capital en las sociedades primitivas no podia ser explotado por el sistema que luego estudiaremos y que se denomina con el nombre de capitalismo. Es el mismo cardcter que conserva en la sociedad presente dentro del capital rudimentario. Un sastre en pequefio, un carpintero, es lo comin que posean sus herramien- tas; sin embargo, a nadie se le ocurrirja llamarlos capi- talistas por el hecho de tener el formon, el banco, las agujas, etc. Es distinto tener capital y ser capitalistas. 35 Y precisamente la sociedad ha llegado a un grado de concentracién econdmica en que el capital nada vale, ni significa cuando no es posible explotarlo por el sistema capitalista. El fendmeno de como la evolucién del lenguaje es mas lenta que la evolucién de los hechos ha sido so- bradamente estudiado —Burke y Bordeau— para que tengamos que insistir en la evidencia de que iguales palabras corresponden a una organizacion diversa de realidades cuando se hallan colocadas en planos dis- tintos de la historia. Concretando: a la palabra capital corresponden en la vida presente fendmenos profunda- mente distintos a los que correspondian ayer. Y aspiramos a que tal distincién no sea olvidada, pues de su olvido se han derivado sofismas que entra- ban toda acertada investigacién. Valiéndose del capital primitivo, y de sus funciones, se le iguala al capital presente para quitarle los caracteres opresores que hoy ha conquistado. Transcribimos aqui un parrafo del “Compendio de Economia Politica” de Leroy-Beaulieu, donde se halla perfectamente evidenciada la tactica de los economis- tas. Y citamos a este tratadista, no porque nos parezca el mejor, sino porque su libro ha sido y es el devociona- rio cientifico de todas nuestras facultades, asi avanza- das como retrégradas. Dice: “Si se pudiese desenredar el inextricable enmarafia- miento de los hechos sociales, se veria que no hay un capital en nuestra sociedad tan rica en mdquinas y en reservas de todas clases, que no se remonte a la edad de piedra. El hacha de silex groseramente tallada, la flecha del primer cazador, la red o la canoa de cualquier pescador, la azada, el pico o el arado de madera del primer hombre que sembré la tierra, sin ninguna inter- vencién y por perfeccionamientos sucesivos, se han transformado en esas maquinas ingeniosas y tan complicadas que nosotrosadmiramos: el martillo-pilon, 36 Ja locomotora, el navio-hélice, la segadora o la trillado- ra de vapor”. Y en seguida, hablando sobre la productividad del capital, y para refutar a quienes sostienen que el capital no es productivo, sino que lo unico esencialmente pro- ductivo es el trabajo, agrega: ‘Pero nadie puede negar que un arado sea productivo, puesto que el hombre que esta armado de él hace ocho o diez veces mas trabajo que el que del mismo esta desprovisto, e igual sucede con una carretilla, una canoa, una maquina de coser y todos los utensilios”’. Por consiguiente, es la conclusién que naturalmente se saca, nada hay por tacharle al capital, pues reviste todos los caracteres de perfeccién y legitimidad. En cuanto reza con la productividad del capital es asunto que adelante estudiaremos. Ahora tan sdlo nos interesa demostrar el por qué de la confusién que se hace entre su forma prehistérica y la actual. Se toma el capital en su tipo primitivo, el arado, la red, la azada, se demuestra que alli no hay explotacién, y luego, sin analizar sus diferencias con las modernas evoluciones sociales, se saca, en la forma que lo hemos indicado, la conclusion de su equidad. Pero no advierten, los que tal tactica emplean, que si llegamos a esa identidad viene por su base a tierra el mismo sistema que se pretende defender? ,COmo no analizar ese capital primitivo en su origen y en sus funciones y comprender que é] proviene de! trabajo dei hombre y que pertenece, precisa y tnicamente, al hombre que lo trabaja? Si ellos aceptan la justicia del capital presente, valiéndose de la igualdad que creen hallarle con el capital rudimentario, entonces deben ser logicos y concluir que las cosas pertenecen como al Principio a quien las produce directamente con su trabajo. Pero eso no podrian admitirlo. Nosotros, por el con- trario, sostenemos que el capital en las formas en que ellos lo analizan para justificarlo en todas sus proyec: 37 ciones presentes, es distinto del capital, en su significa- do social de hoy, en lo que exactamente constituye el capitalismo. El capital primitivo era producido por el directo trabajo de] hombre y pertenecia a quien lo trabajaba. Dentro del régimen capitalista presente, el capital es producido por hombres a quienes no perte- neceré y va a manos de quien no lo trabaja. En una palabra, el capital en lo primitivo era un simple ele- mento de produccién, como lo es en la actualidad su heredero legitimo el pequenio capital, en tanto que el capitalismo es un medio de especulacion. Adelante dejaremos sentado de una manera precisa la distincion actual entre capital y capitalismo, al mismo tiempo que sefialaremos esta verdad que es necesario no olvidar: el capitalismo es una forma determinada de la explo- tacion del capital que trae sus raices de mucho tiempo atrds, pero que sdlo en la sociedad presente ha adquiri- do una estructura de sistema completo, y es precisa- mente, contra tal sistema contra el que libra su batalla el idearium socialista. Establecida esta diferencia de criterio en relacion con el capital, podemos ya entrar de lleno en el asunto. Necesitamos, primeramente, apropiarnos de un cri- terio que por su precisién y sencillez nos permita en todo caso evitar las confusiones. Este criterio, nos pa- rece, no puede ser’ otro que el de los elementos que integran la produccién. Esos elementos son tres: traba- jo, capital y tierra. “Si recordamos —dice Henry Geor- ge~- que capital es un término usado en contraposicién con tierra y trabajo, notaremos enseguida que cuando esté bien inclufdo en alguna de estas voces no puede calificarse propiamente de capital”. Adam Smith define el capital como ‘‘aquella parte del caudal del hombre que espera le proporcione un rédito. Y el capital de un pueblo es la suma de estos caudales individuales o la parte del caudal total que es de espe- Yarse procure mayor riqueza’’. 38 Volviendo a los tres elementos de produccidn, tene- mos: que la tierra no sdlo comprende la superficie que en el lenguaje comun se entiende por tal. En dicho término quedan comprendidos todos los elementos de Ja naturaleza que se ofrecen al hombre sin un esfuerzo de su parte. Una rica vertiente de agua, una mina, un terreno privilegiado, daran al hombre las ventajas otorgadas por un capital; pero hay que tener en cuen- ta que si dan estas ventajas, no por eso seran capital. De sucederse lo contrario, quitarfamos toda su impor- tancia a la division establecida. El] trabajo comprende todo esfuerzo. humano ten- diente a modificar ios elementos de la naturaleza en forma que adquieran ya un valor de consumo, ya un valor de cambio. Por eso que encontremos errada la inclusi6n que Smith hace de las habilidades personales, del talento e ilustracién, en el capital. Porque el talento puede lograr que esta o la otra empresa produzcan un mayor rendimiento, pero esto sera debido al mayor poder del hombre y no a su capital. ‘‘La mayor veloci- dad —dice un economista— de una bala de cafién, puede causar el mismo efecto que un aumento de su peso, a pesar de lo cual el peso es una cosa y la veloci- dad otra’’, Es verdad que estos conocimientos y talen- tos pueden ser fuente de capital, pero ese capital en ningtin caso dejara de ser el fruto del trabajo. Asi pues, hemos obtenido un perfecto criterio: todo lo que no sea ni tierra, ni trabajo, es capital; y este capital ha nacido del trabajo en combinacién con las fuerzas de la naturaleza. Es el trabajo, obrando sobre los agentes naturales el unico productor de capital. Ahora, estos tres elementos tomados en conjunto son los que constituyen la riqueza. Por consiguiente todo capital es riqueza, pero no toda riqueza es capital. Capital es la riqueza empleada para producir riqueza. Se ha definido la riqueza diciendo que es todo aque- Mo que tiene un valor en cambio. Pero no olvidemos la 39 aistincion entre lo que llamamos riqueza individual y riqueza social. Bien puede suceder, y en verdad sucede, que la riqueza individual aumente, sin que por ello se registre el menor aumento en la riqueza social. La riqueza que un patrén adquiere extorsionando a los labriegos para reducirles sus salarios, y que le da a aquél un monto crecido de riqueza, no beneficia a la sociedad, porque Jo que gana el capitalista es lo mismo que pierde el labriego. Los bonos, letras y demas papeles de cambio, o los papeles de especulacién, no son tampoco riqueza social, porque lo que ganan sus poseedores es igual a lo perdido por sus clientes en réditos e intereses. La rique- za adquixida por ios propietarios de las casas al subir el valor de los alquileres no aumenta la riqueza de un pueblo, pues lo que gana el arrendador es exactamente igual a lo que pierde el arrendatario. Subrayemos desde ahora, sin perjuicio de las mas amplias consideraciones que posteriormente hagamos, que los grandes capitales individuales no pueden ser considerados como un beneficio para la riqueza nacional; ellos, todo lo con- trario, implantan un desequilibrio y una injusticia que es Ja fuente de la injusticia social. Estrictamente hablando, el Gnico sentido en que la palabra riqueza puede tomarse en Economia Politica es aquel en que beneficie a la sociedad en general. Riqueza individual, bajo la concentracién capitalista, es el esfuerzo de muchos hombres para el beneficio de uno solo y en perjuicio de la riqueza social. Riqueza sociai es el fruto del esfuerzo humano, que no puede tener otra razon de propiedad que la proporcién en que ha sido realizada. Charles Gide dice muy acertadamente: ‘‘La caracte- ristica del capital es la de ser una riqueza creada, no para si misma, sino para crear nueva riqueza’’. Es decir, que todo aquello que esté dedicado al consumo o a satisfacer nuestras necesidades no es capital. Lo que evidencia si una cosa es capital es el hecho de residir 40 o no en manos del consumidor. Cuando la riqueza se dedica al cambio, cuando se conserva, no como fin ultimo, sino como fin intermedio para transformarla en nuevos articulos, entonces reviste la forma de capital. Por eso que nos parezca de una admirable sencillez la definicion de Boehm-Bawer: “E] capital es una riqueza intermedia”. Esta definicién coincide exactamente con la de George, cuando dice que es “riqueza durante el cambio”. Sin embargo, de ser precisas y claras estas nociones, ellas han sido absurdamente enredadas por muchos economistas. Enrique C. Carey dice que el capital “es el instrumento mediante el cual se obtiene ei dominio de la naturaleza, incluyendo en él los poderes mentales y fisicos del mismo hombre’. Como se ve, segtn lo anotabamos en la definicién de Smith, aqui se confun- de el trabajo con el capital. Este error, afortunadamen- te, ha sido corregido por todos los grandes discipulos de Smith, como Ricardo y Juan Stuart Mill. El primero definia el capital como “la parte de riqueza de un pais destinado a producir”. El profesor Perry, refutando a Carey, dice del capital que es “cualquier cosa de valor, fuera del hombre, de cuyo uso nace una utilidad o incremento pecuniario”. Pero, jno es esto confundir el capital con la tierra? 4No es también la tierra una cosa de valor distinta del hombre, y de cuyo uso nace una utilidad pecuniaria? Bastan los anteriores ejemplos para mostrar los absurdcs —ya en las definiciones, ora en las aplicacio- nes— que reinan entre los economistas sobre el concep- to del capital, por olvido de las fronteras determinadas que separan el trabajo, la tierra y el capital. Nos queda por aclarar un concepto que no por las apariencias de verdad que presenta, deja de ser menos inexacto. En el curso de Economia Politica, ya citado, de Charles Gide, se lee lo siguiente: “Como el hecho de producir una renta es el rasgo caracteristico del capital, Preciso es reconocer que no hay un solo bien que no 41 pueda convertirse en capital si su duefo en vez de emplearlo para sus necesidades particulares hace de él un instrumento de lucro”’. De lo anterior se infiere que es la voluntad del indivi- duo la que decide que se posean o no capitales. Si el hombre en vez de usar la Unica casa que posee para vivir la alquila, y en vez de usar los vestidos los vende, y en vez de comerse los alimentos los cambia, aquello que no era capital puede convertirse en él. gPero no se advierte que colocar las cosas en este campo de las posiblidades es someternos a la cauda del sofisma? gEs que acaso depende de la voluntad huma- na el comer, el vestirse, el tener donde alojarse? gCOmo podria concebirse una hipdtesis que va contra las leyes mismas de la naturaleza? Valdria esto tanto como decir que si la ley de la gravedad no existiera —no seria el caso de objetar con la teoria de Stein que la modifica, segan las vulgariza- ciones que se han hecho de su obra— los cuerpos en vez de ir al centro de la tierra quedarian suspendidos en el espacio. Evidente: esos cuerpos quedarian suspendidos en el espacio si no existiera tal ley, pero como existe, no quedan. Esos articulos destinados a satisfacer las necesidades de los individuos podrian trocarse en capi- tal si las leyes de la naturaleza no nos impusiesen tales necesidades, pero como nos las imponen, nunca podran trocarse en capital, pues éste lo constituye, precisamen- te, la parte de la riqueza no indispensable a nuestras ne- cesidades particulares. Es decir, que nunca podra haber capital donde Gide lo considera posible. Ya advertimos una objecién que se nos va hacer: No hay por qué colocarse en este caso extremo del hombre que sdlo tiene lo indispensable para vivir. Supongamos, por el contrario, un individuo siquiera medianamente acomodado, que vende hoy lo que tenia reservado a la subsistencia, y por lo tanto lo convierte en capital. Que si tiene una casa regular la vende para comprar una de menos precio que le preste el servicio 42 de vivienda. ,Pero ha cambiado aqui en algo el fe- némeno? Indudablemente que no. Porque siempre ha- bra una parte de las entradas del individuo que necesa- riamente tendran que ser dedicadas a la satisfaccién de las personales necesidades. Esto no podrda ser trocado nunca en capital, sino que sera consumido. Ya sentadas estas bases, podemos entrar de lleno en la refutacion de los que afirman que en Colombia las ideas socialistas son innecesarias e imposibles, dizque por no ser nuestro pais capitalista. gExiste en Colombia el capital? La pregunta es una respuesta afirmativa. En Colombia no se consume dia- riamente en Jas necesidades todo lo que se produce; hay cosas dedicadas al cambio, y por lo tanto hay capi- tales. Aqui, como en todas partes existen “aquellas cosas de las cuales se espera un rédito”’. En Colombia hay, pues, capitales. Esto no bastaria para vindicar la existencia del problema. Deciamos atrds que era distinto tener capital y ser capitalista. El obrero que posee sus herramientas de trabajo tiene un capital en ellas, pues que no las consume en sus necesidades personales y de una manera directa, sino que las tiene como una riqueza intermedia para produ- cir otras riquezas. Pero ese capital del obrero es un sim- ple instrumento de produccién y su poder no va mas alla de construir una mesa, unos zapatos, etc. Es un poder sin repercusién; vale lo que representa en st, y nada mas que lo que representa. Con ese capital no serd posible especular; apenas servird para cambiarlo por los bienes necesarios al sustento. Ese capital, y es su carac- teristica genérica, es producido por quien lo trabaja directamente, y sobre todo bajo su poder, que es nin- guno, no podran ser sometidas las demas individualida- des asociadas. Aqui se advierte el por qué de nuestra insistencia en repudiar el hecho de tomar este capital sencillo y fecundo para vindicar las extorsiones del capitalismo, 43 EI capital llega a ser capitalismo cuando ya no es el producto directo del trabajo personal. El capitalismo es la concentracién de los capitales, socialmente produci- dos, para el provecho individual de quienes controlan el trabajo de los demas. Es una forma de riqueza nacida de determinada manera de explotacién del trabajo. Ya no es una simple forma de ayuda para el trabajo, como en el primer caso, sino que manda omnimoda- mente sobre el trabajo. El trabajo se hace esclavo del capital. Es un sistema de explotar el capital. Y conviene que vayamos tomando en cuenta como esto se evidencia en relaciG6n com iil pesos que se realizaria con cien mil; que por lo tanto los perjuicios residen no en la cantidad sino en el modo de explotar la riqueza. El capitalismo no produce, ni podria producir, las cosas de su pertenencia por si mismo, sino que contrata por su cuenta hombres que trabajen para él. Y asi como la caracteristica genérica del capitalismo es la de no pro- ducir por si mismo, su caracteristica especifica reside en que existan asalariados, en el sentido lato de la pala- bra, es decir, hombres que trabajan por cuenta de otros. Alli donde haya asalariados es porque hay capi- talismo. Pero hay otras distinciones quizd mas impor- tantes sobre la disparidad entre el capital y el capitalis- mo. Bajo la forma juridica que éste ha adquirido, logra extender una influencia decisiva en todo el engranaje que integra la vida social; da una posicién, y de esa po- sicién deriva el hecho de que la sociedad se oriente, no conforme a la voluntad de la mayorfa de los hombres, sino, todo lo contrario, conforme a los intereses de la minoria. A diferencia de la primera forma de capital, el capi- talismo adquiere una influencia definitiva sobre la moral, la religion, el Estado, etc. El capitalismo consis- te —para valernos de una frase de Gabriel Deville— en que “una minoria consigue eximirse del trabajo directamente productivo para dedicarse a la direccion 44 de los negocios, es decir, a la explotaci6n de la mayoria dedicada al trabajo”’. El capital es un hecho del orden natural. E] capitalismo es un hecho convencional creado por las clases dominantes y que ha logrado una forma determinada en las relaciones juridicas impues- tas por esas mismas clases. Bajo tal sistema los trabaja- dores han sido imposibilitados para trabajar por si mismos, siéndoles preciso vender su trabajo. En la for- ma natural del capital el hombre vendfa el fruto de su trabajo; dentro del capitalismo tiene que vender su per- sona, venderse a si mismo. Visto que Colombia es un pais que tiene capitales, toca, después de las nociones sefialadas, averiguar si es un pais capitalista, no olvidando que el capitalismo consiste en un sistema especial de explotar el capital y que tal sistema lo caracteriza la existencia de hombres que trabajan por cuenta de otros, o lo que es lo mismo, que exista proletariado. Ahora, ,en Colombia todos los hombres que traba- jan lo hacen por cuenta propia? O por el contrario, gla gran mayoria, la inmensa mayoria, trabaja por cuenta de otros, por cuenta de los patrones? La res- puesta, como en el primer caso, no ofrece ninguna dificultad, La mayoria de los colombianos no son duefios de las cosas que directamente producen, sino que las producen por cuenta de otros de quienes reci- ben un salario. Los medios sociales de produccién estan por consiguiente monopolizados por una mino- ria, porque de lo contrario no se presentaria el fendme- no del salario. Y eso precisamente es lo que constituye el régimen capitalista; y es contra lo que reacciona el socialismo para evitar que esos medios de produccién se hallen en unas determinadas manos, permitiendo asi la esclavitud econdémica de la gran mayoria. Luego Colombia no sdlo es un pais que tiene capitales, sino que se desarrolla econdmicamente bajo el régimen capi- talista, en el sentido estricto y cientifico de la palabra. Es un pais de régimen capitalista, ya que el capital nc 45 es un simple instrumento del trabajo, sino que manda en el trabajo, que lo contrata y le impone condiciones. ZO se querria negar que aqui existen los salarios y que todo el mundo es duefio de lo que produce? Pues si no se niega, es menester aceptar que existe el capitalismo. Bien sabido nos tenemos que las proyecciones de este argumento se refieren sobre todo a la cantidad de los capitales. Pero hemos comenzado refutandolo en esta forma, por varias razones. Primera: porque en cuestiones cientificas no valen los eufemismos y es necesaria la precisién; que si hemos de partir de bases falsas, de ignorancias elementales, falsas y erroneas han de ser las conclusiones; y, segunda, porque no otra es la forma en que siempre se ha formulado este malferido argumento que todo el mundo repite: “En Colombia no puede existir el socialismo, porque éste no es un pais capitalista”. Esta sinrazon ha sido el arma de todos los dias y de todas las horas. Triviales nociones de sicologia nos ensefian que las frases y postulados, por absurdos que ellos sean, cuando se les acompafia de una repetida afirmaciOn, logran grabarse en la concien- cia popular con caracteres de verdad, aun cuando luego el ariete de la razon intente pulverizarlas. ;No es acaso éste un hecho confirmado en Colombia con relacién al socialismo? gQuién ha querido averiguar el fondo de esta frase? Nadie. Cuando se intentan pregonar estas ideas, todo parece haberse resuelto, afirmando que no somos un pais capitalista. Nada es mds peligroso para los fueros de la verdad que el} vacio de una frase consa- grada por la repeticién. Los pueblos, luego de apro- pidrsela —y esto se logra con la repeticion— encuentran un campo, un vacio, donde colocar todos sus mas abyectos prejuicios, que ellos toman como virtudes broqueladas. Es meditando este fendmeno como mejor se aprecia el alcance de las palabras con que Carlos Arturo Torres inicia su libro: “Bien sabido es que Bacon llama “Idolos del Foro’’ (Idola Fori), aquellas 46 formulas o ideas —verdaderas supersticiones politi- cas— que contintan imperando en el espiritu después que una critica racional ha demostrado su falsedad”’. Conclusionando, tenemos que es un error el afirmar que Colombia no es un pais capitalista. En el andlisis que haremos sobre la evolucién del capital y nacimien- to del capitalismo, encontraremos probado de una manera completa lo que una razon de método nos impide tratar aqui, a saber, que el sistema capitalista reviste una identidad integral de desarrollo en el extranjero, que entre nosotros. Por ahora conviene que tratemos-el punto no ya del capital ni del capitalismo, sino de la cantidad o proporciones de éstos, I Cantidad del Capital Hemos averiguado la significacidn cientifica de lo que debe entenderse por pais capitalista. Analicemos ahora lo referente a la cantidad. Se afirma que en nuestro pais no existe el gran capitalismo. No hay capi- talista que posea la fortuna de un Morgan, un Stines o un Ford. Y el problema nace, agregan, de la concentra- cion de los grandes capitales. Entre nosotros, por lo tanto, no hay problema social. Si la afirmacién de que Colombia no es un pats capi- talista esta desheredada de toda solidez, esta de que el problema depende de la cantidad, es todavia mas deleznable. Lo primero que ocurre preguntar cuando se niega el problema por virtud de no ser nuestros capitales tan poderosos como los de otros paises, es lo siguiente: éDe cudntos millones para arriba hay problema social en un pais, y de cudntos millones para abajo no lo hay? Porque si no se admite que el problema nace, como nosotros lo sostenemos, de un sistema, sino de una cantidad, lo indispensable seria fijar esa cantidad de la 47 manera misma que nosotros fijamos el sistema. De otro modo nunca seria posible estudiar el asunto. Los mis- mos que para impugnar la posibilidad de las ideas so- cialistas en Colombia sostienen que ellas pueden tener razon en otras partes por ser crecidos los capitales, estarian pisando el mds falso de los terrenos; porque gse averigué primero si la proporcién de esos capitales enrealidad noes crecidaen consideracion a su desarrollo? éA quién se le ocurriria que la clasificacion de una especie botanica no nace de las peculiaridades intrinse- cas de esa especie, sino del numero de plantas existen- tes? 4E] hecho natural de que el tumor que se presente enelestOmago de un nifio sea mas pequefio que el tumor en un adulto, nos podria llevar a la conclusion de que el nifio no sufre el mal de un tumor por el hecho de no ser tan grande como el del adulto, y aun mas, que su pequefiez le quitaria la igualdad de efectos nocivos? Comprobado que Colombia se desarrolla econdmica- mente kajo el régimen capitalista; que por tanto los medios sociales de producciOn (tierras, maquinas, herramientas, fabricas, materias primas, etc.), pertene- cen a unas solas y determinadas personas, que son la minoria; que estos medios son puestos en capacidad de producir sdlo por el trabajo de otros hombres, la mayoria, a quienes se paga un salario, tenemos por fuerza que concluir que en Colombia hay dos clases: una que es detentadora de esos medios sociales de produccién, que los posee y le pertenecen, que no los hace producir directamente, sino por el trabajo de otros, y que goza de todas las prebendas que otorgan la propiedad de esos elementos; es decir, la clase capitalista. Y otra que no posee esos medios sociales de produccion, que siempre se hallara sometida, por grandes que sean sus esfuerzos, a la condici6n de asala- riada, y que, siendo mayor su trabajo, recibira menos en recompensa; es decir, la clase proletaria. ‘Toda clase social —dice Werner Sombart— es el producto o 48 manera misma que nosotros fijamos el sistema. De otro modo nunca seria posible estudiar el asunto. Los mis- mos que para impugnar la posibilidad de las ideas so- cialistas en Colombia sostienen que ellas pueden tener razon en otras partes por ser crecidos los capitales, estarian pisando el mas falso de los terrenos; porque gse averiguo primero si la proporcién de esos capitales enrealidad noes crecidaen consideracién a su desarrollo? éA quién se le ocurriria que la clasificacion de una especie botanica no nace de las peculiaridades intrinse- cas de esa especie, sino del numero de plantas existen- tes? ,El hecho natural de que el tumor que se presente enelestémago de un nifio sea mas pequefio que el tumor en un adulto, nos podria levar a la conclusion de que el nifio no sufre el mal de un tumor por el hecho de no ser tan grande como el del adulto, y aun mas, que su pequefiez le quitaria la igualdad de efectos nocivos? Comprobado que Colombia se desarrolla econdmica- mente tajo el régimen capitalista; que por tanto los medios sociales de producci6n (tierras, maquinas, herramientas, fabricas, materias primas, etc.), pertene- cen a unas solas y determinadas personas, que son la minoria; que estos medios son puestos en capacidad de producir sélo por el trabajo de otros hombres, la mayoria, a quienes se paga un salario, tenemos por fuerza que concluir que en Colombia hay dos clases: una que es detentadora de esos medios sociales de produccién, que los posee y Je pertenecen, que no los hace producir directamente, sino por el trabajo de otros, y que goza de todas las prebendas que otorgan la propiedad de esos elementos; es decir, la clase capitalista. Y otra que no posee esos medios sociales de produccion, que siempre se hallara sometida, por grandes que sean sus esfuerzos, a la condicidn de asala- riada, y que, siendo mayor su trabajo, recibira menos en recompensa; es decir, la clase proletaria. ‘‘Toda clase social —dice Werner Sombart— es el producto o 48 de recto criterio: ‘‘La pobreza —dice— no es la escasez de recursos pecuniarios para la vida, sino el estado de animo gue tal escasez engendra’. Y si quisiéramos encontrar una formula sintética y comprensiva, paro- diariamos a Bennek-Rousseau al hablar del anticleri- calismo en la Camara francesa. La pobreza —diriamos entonces— es un estado de alma. La pobreza nace de una comparaci6n; es un término relativo a otros términos. La pobreza nace de la rique- za, como no se puede concebir el dolor sin la existencia del placer. Alli donde hay miseria es porque existe riqueza. Como es claro, aqui hablamos no de la riqueza en el sentido ecendmico de su naturaleza, sino de la desigual e injusta reparticion de ella. Y alli donde haya estos dos términos que se contradicen y que pugnan el uno contra el otro, hay un problema que se llama social. Nos referimos no a la miseria de la vida en general; nos referimos a la miseria especifica, a la miseria creada por la organizacioén econémica moderna. La miseria que hace indispensable el trabajo de las mujeres y los ninhos, porque nunca el trabajo del padre ogra subvenir a las necesidades; a la aglomeracion de los trabajadores en barrios inhabitables; a la miseria del obrero que nunca podra salir de su condicién de paria; a la miseria de los hombres que caidos en una enfermedad —dada ja actual organizacion economica— tendran que ir al hospital; a los que llegados a‘la ancianidad y a pesar del rudo trabajo de todos los instantes se encontraran en cruel desamparo, mendigando la caridad de aquellos que se enriquecieron no con su trabajo, sino con el tra- bajo de los que ahora imploran piedad; a la miseria, en fin, de una sociedad que condena a la mayoria de los hombres a no saber de la vida sino por sus amargas cruel- dades, en tanto que otros tendrdn reservadas todas las mieles de sus carnosos frutos. Pero de esto brota un estado de cosas que enun- cidbamos: la comparacién. Al mismo tiempo que de un 50 Jado aumenta la miseria, crecen de otro lado los millo- nes. Lo que ganan las clases poderosas es lo mismo que pierden las clases trabajadoras. Mientras los barrios elegantes se perfeccionan, los suburbios donde vive el obrero se hacen mas odiosos. Todos estos contrastes tienen que hacer brotar en la conciencia del obrero la pregunta de por qué su miseria eterna y roedora. El que tanto trabaja se encuentra ante el regalo y comodidades de los que realizan en la sociedad un menor esfuerzo que el suyo, y en veces ninguno. El proletario no ignora que hay algo més duro que esta vida miserable; y es su condicién azarosa e incierta. De un momento a otro puede ser lanzado a la calle, quedando sometido a los rigores del hambre y la desnudez, aun queriendo y pudiendo trabajar. Nada le dej6é su trabajo pasado; eran otros los que con él se enriquecian. gPor qué? gCudl la razon? ,Es que un hombre puede estar bajo estas circunstancias sometido a la contingencia? Se contestara que si, que todos los hombres lo estan, que también el rico lo esta; un incendio, un terremoto, lo pueden dejar en la calle. Si, pero esta contingencia nace de fuerzas naturales irrefrenables, en tanto que la otra tiene como base una forma arbitraria y despiadada de la actual organizacion social. Su causa reside en la imposicion de la voluntad de unos hombres a otros hombres. ‘‘Nadie puede —dice Hegel— pretender hacer valer derechos frente a la naturaleza, pero en la vida social la privacion de dere- chos implica inmediatamente una injusticia hecha a una y otra clase”. Si, y no hay derecho a que mientras falta el pan en la mesa del que trabaja, haya otros que pueden ‘realizar festines; y mientras haya seres desnu- dos pueda ser permitido el lujo opulento y fastuoso; y mientras haya hermanos sin hogar, haya mansiones cuya esplendencia ultraja la miseria irredenta. Ahora, cuando quiera que en una sociedad pueda establecerse esta comparacién, ha nacido el problema 51 social. gEn Colombia podra verificarse la existencia de este contraste doloroso? Haced, nada mas que para referirnos a Bogota, un paseo por los barrios no estrictamente centrales. Mirad aquellos llenos de suciedad y de inmundicia; examinad si tienen algunas de las condiciones higiénicas; exami- nad si ally en un solo cuartucho mal oliente habitan ocho y diez personas en promiscuidad vergonzante; examinad si allf viven abandonados en el dia nifios de magras carnes y de destefiida piel; preguntad si ellos estan abandonados porque los padres tienen que estar permanentemente en el trabajo; investigad si poseen alguna educacién, y sabréis que ninguna. ;Son los esclavos de la miseria, que han sido y seran siempre los esclavos del trabajo, los vencidos de la injusticia social! Recorred la mayor parte de la ciudad; cruzad, como nosotros lo hemos hecho, los lugares donde viven las clases humildes; encontraréis igual miseria, un inau- dito desamparo, una vida que no se comprende, una ciudad que se deslie en la mas pavorosa de las igno- minias. No olvidéis tampoco la tragedia silenciosa y oculta de la clase media. Pensad en sus afanes, recordad todos esos casos diarios y siniestros de] hambre que alli se pasa y el abandono en que se debaten los seres condenados impiadosamente a un dolor. No os que- déis en Bogota; visitad las demas poblaciones del pais y encontraréis una similitud completa de situaciones. Y pensad todavia mas alla; no olvidéis a los seres cuyo desamparo es mas grande: los labriegos, de quienes mas adelante hablaremos. Hallaréis entonces que las nueve partes de la poblacién total del pais son aquellos que sufren y que trabajan, y los poseedores de la riqueza una minoria exigua. Pues bien; si ese contraste existe entre nosotros, tenemos que convenir en que tal estado de cosas tiene una causa, y ella es la organizacién individualista. Ya lo sabemos que no hay en Colombia un rico que tenga la cantidad de riqueza de un acaudalado europeo Ao. o norteamericano; pero tampoco hay en aquellos paises un asalariado, un trabajador que gane el sueldo misérrimo que ganan nuestros trabajadores. Luego la proporcion es la misma. En otros paises el capitalista tiene entradas que ninguno de los nuestros ha conocido; pero alli, a su turno, el trabajador recibe un salario en el cual verian una verdadera fortuna nuestros proleta- rios. Y se trata precisamente de la implantacién de la justicia con relacion a este medio y no a otro. El pro- blema es el mismo, una falta de equidad en la reparti- cién de las riquezas. Ademas, es una evidencia no discutible, que el capi- talista de los grandes paises tiene gastos, por razén del medio social en que evoluciona, que disminuye consi- derablemente el monto de sus entradas; y esto en proporcion que nunca alcanza al obrero de los mismos paises. En su obra La Evolucién Social, Muenstemberg hace notar el hecho de que en los lugares donde se le aumenta el salario al trabajador se le hacen perder luego los beneficios de esta alza por la subida en el costo de la vida. Este que es un fenémeno bien familiar, demuestra que en uno o en otro caso el problema para los obreros de todos los paises es el mismo. Unas veces se le hace ganar como productor en forma de aumento del salario —en los grandes paises— pero se le hace per- der este aumento como consumidor, con el alza de los productos, Otras veces —paises incipientes— se le hace ganar como consumidor, pero se le hace perder como productor por lo exiguo de los salarios. En definitiva, la situacién es la misma, y muestra que su remedio no esta en desabridas y capciosas reformas adjetivas, sino en abocar con entereza el problema, resolviéndolo en sus bases y soportes. Hablando de la superioridad de los salarios en Norteamérica, comparados con los salarios en Europa, observa Hekner lo siguiente, que nos viene a la medi- da: “De esta manera en Norteamérica, en donde los jornales son dos o tres veces mas altos que en Europa, 53 el costo de la vida del obrero que se contenta con productos de la grande industria no es superior al de la vida del obrero europeo; mientras que las altas clases sociales que tienen criados y gastan productos hechos a mano han de pagar precios tan fabulosos, que se ha dicho que un dolar en manos de un sefior, equivale a cuatro dolares en manos de un obrero”’. Si tomais un hombre de metro y medio de estatura, ponemos por caso, y gastais en 61 dos metros y medio de pajfio para vestirle, y luego tomdis otro de un metro de estatura y no gastdis sino metro y medio en su vesti- do, gnegariais que el segundo no tiene vestido porque no entraron los mismos meirus de pafio que en el primero? Claro que no; admitiriais que todo depende de la proporcion, y que tan vestido completo es el uno como el otro. Igual pasa con el argumento de la cantidad que venimos examinando. Lo indispensable es que existan dos clases y que entre estas dos clases haya desproporcién por lo que hace a la cantidad de trabajo y a la equivalencia de los frutos recogidos. Y esto se sucede en todas partes donde exista el sistema de pro- duccién capitalista. Podriamos hasta aceptar, cosa que no sucede, que el asalariado colombiano sufriera menos expoliaciones que el europeo o norteamericano; mas esto tampoco implicaria la negacion del problema mientras en ambas partes exista el régimen de produccién capitalista; apenas serviria para ensefiarnos que en aquellos otros lugares el problema era mas agudo, pero esto ya es otra cosa. Al contrario, es facil hacer ver que por razon de medios, el obrero y aun el mendigo de los grandes paises puede gozar de muchas cosas de que no goza el nuestro, pero eso tampoco prueba ni la mejor condicién del primero, y menos la del segundo. El problema esta un poco mis al centro: vive y se agita en el hecho de que ni unos ni otros, ni los de aquende, ni allende el mar, tienen la posibilidad, ni la aptitud —por raz6n del engranaje capitalista— para adquirir lo 54 necesario a su vida, en proporcién al adelanto social, habida consideracion de tiempo y espacio. Lo indispen- sable para nosotros es saber que la vida de nuestro pueblo trabajador no aumenta con relacion al poder productivo y que no hemos conseguido para las clases humildes una forma de vida sana y estable. Ill El Industrialismo Visto ya el argumento de la cantidad del capital en sus formas generales, analicémoslo en la forma concre- ta en que suele exponerse como argumentacion contra la posibilidad de las ideas socialistas. No existe entre nosotros, se dice, el gran industrialismo y es casual- mente por la aglomeracion de trabajadores en las gran- des fabricas, y el consiguiente aumento de poblacién, que se explica la pugna encarnizada entre las dos clases. Es a saber, que en Colombia sdélo podria expli- carse el socialismo por la existencia del industrialismo. 4Cual es la posicién del socialismo ante el industria- lismo? Pues decir que tales ideas sdlo son posibles en los paises grandemente industriales, es afirmar que el socialismo nace como una reacci6n contra el industria- lismo. Y esto no es exacto: contra lo que él lucha y se empefia es contra el actual sistema de explotacion aplicado a la industria. El individualismo y el socialis- mo se diferencian en cuanto a la mira final de las actividades industriales. Mientras el industrialismo en la forma actual de organizacién sdlo sirve para agravar la situacién de la clase trabajadora, el socialismo ve en el industrialismo la mejor manera de favorecer la condi- cion econdmica de esa clase. Fue Carlos Marx y su compafiero de luchas Federico Engels, quienes en su manifiesto de 1847 a la “Liga de los Justos”, —y sobre todo en la obra del primero “El Capital”, influido indudablemente por Lorenzo von Stein, —situaron el socialismo en un terreno de evolu- 55 cion histérica que los aparté de los absurdos, aun cuan- do nobles principios de los utépicos, quienes sdlo encontraban como medida para la solucion del pro- blema la retrogradacion del progreso, la vuelta de la sociedad a la forma primitiva, lo cual era revelarse contra los dictados inmanentes de la evolucién y consiguiente progreso. Para el socialismo cientifico por ej contrario, es el mayor progreso, el avance incon- tenido de} industrialismo, el que mejor le prestara medios de aplicar sus anhelos de redencion para la clase trabajadora. Pues se hace de una evidencia légica que el incremento del maquinismo, del vapor, de la electrici- dad, etc., ha aumentado cansiderablemente la potencia productiva del hombre, disminuyendo asi el tiempo necesario de trabajo. Aumentando el maquinismo y todos los demas ordenes de industrias, y por lo tanto la produccién, es claro que sera posible disminuir las horas de trabajo; asi el trabajador dejaria de ser la bestia actual, para consagrar un mayor tiempo a su cultivo interior, a la atencién de ese hombre intimo de que habla a la atencién de ese hombre intimo de que habla San Pablo, que comprende todo lo de mas sagra- do que el hombre representa, lo que le eleva por sobre el nivel de los brutos. Ese fin de bonanza general, de disminucién de los sufrimientos humanos, de aminora- cion diaria de los esfuerzos, que deberia ser el tinico fin del progreso y el unico posible de explicarlo y hacerlo deseable, ha sido tronchado por la organizacion capita- lista, que sdlo permite el disfrute de ese progreso en beneficio exclusivo de una minoria. El progreso que en justicia deberia tener una finalidad de mejoramiento general, ha sido trocado en grillete torturante para los hombres; cada progreso traera para el obrero una nueva necesidad, pero el fruto de su trabajo no crece en igual proporcién, y por lo tanto su condicion se ira agra- vando. El remedio no puede ser otro que la socializacion de los medios de produccion, porque entonces e] fin seria, 56 no como al presente, especular, sino atender a las nece- sidades sociales. Bajo la forma presente de propiedad individual es logico que cada propietario trate de ven- cer a sus competidores; y ello sdlo le es posible obli- gando al obrero al mayor producto con las mayores horas de trabajo y el menor salario. Necesita producir la mayor cantidad posible a los mas bajos precios. Igual sucede en las demas empresas que no sean fabri- les. No hay sino el interés individual del propietario contra los demas propietarios. Pero cuando esa compe- tencia individual sea imposible, por no ser los medios de produccién propiedad individual, es claro que la mira de explotacién del trabajador habra perdido su causa. La produccién tendra, entonces, como tnico fin satisfacer las necesidades sociales. Los hombres se hallaran en la posibilidad de trabajar un menor tiempo y destinar el sobrante a embellecer un poco la estro- peada y grosera vida presente. Sdlo afianzando el sus- tento con el menor esfuerzo, sera posible el cultivo de la belleza en todas sus formas, por la razén que vislum- braba el ideal estético-social de Ruskin. ‘Nunca —dice Ruskin— hubo arte en un pais de gente palida a causa del trabajo, y de aspecto cadavérico, en donde Ja juven- tud tuviera los labios no rosados, sino resecados por el hambre y roidos por los venenos” (Coleccién de Obras Escogidas). El socialismo no es enemigo del industrialismo, del Progreso industrial. Del mayor progreso el socialismo sacara un mejor beneficio para todos los hombres. Alli donde existe un industrialismo incipiente sacard tam- bién un mejor bienestar para las clases oprimidas, pues que siempre y en todas partes empefia sus intentos contra la explotacion del hombre por el hombre. De lo que el socialismo es fanatico enemigo es de que el pro- greso, que deberia laborarse para beneficio de todos, solo sirva para beneficiar a la minoria, saturando de tenebrosas congojas el corazén de los humildes. 57 No es la existencia del industrialismo condicion indispensable para que en un pais exista el problema social, y mucho menos su gran incremento, pues no sdlo en la industria el hombre produce. Lo necesario es que la produccion y reparto se hagan por el sistema individualista en cualquiera de sus formas. Tan precaria es la situacion del proletario que trabaja en un ferroca- yril, en una empresa de luz, de acueducto, en la cons- truccién de edificios y demas obras, como la del que trabaja en una fabrica, o como la del labriego. Habra diferencia en cuanto a las condiciones peculiares en que se realiza el trabajo, pero el hecho fundamental es el mismo: el hombre en todas esas formas serd un-escla- vo econdmico. Igual en este caso e] dependiente de un almacén, que el maestro de escuela, que el empleado de infima categoria. Todas son formas capitalistas depen- dientes de un mismo sistema. Hay que tener presente, como dice el espiritual discipulo de Brentano, Alberto Lange, que “‘la cuestion obrera debe estudiarse en relacion con la totalidad del problema social. Es preciso contrarrestar los efectos de todo un periodo de creciente diferenciacién de la fortuna de los individuos por medio de un perfodo de influencia niveladora lenta y constante ejercida por la legislacién”’. Tan evidentes son estas afirmaciones de que la exis- tencia del industrialismo ng es la que da nacimiento al problema social que en varios periodos de la historia ha sido el mismo capitalismo el mas encarnizado ene- migo del industrialismo, porque asi convenia a sus intereses. En Alemania fueron porfiados los esfuerzos del conservatismo para evitar la entrada del industria- lismo ; la explotacion del hombre del campo se presen- taba como mas facil —siempre ha sido mas agudo el problema alli donde la explotacién se desenvuelve en su forma agraria— y podia suceder, con el espiritu de solidaridad que el industrialismo desarrolla entre los obreros, que se hiciera mds dificil extorsionarlos. A 58 ello obedecian las reformas presentadas por Rau en 1821 y las luchas de Reichensperger, Hoffmann y Stahl, aun cuando con diferencias de criterio que no hacen al caso. En Rusia sucedia otro tanto: la nobleza se mostrd como enemiga encarnizada de la industria porque su conveniencia econdmica residia en explotar al campe- sino y conseguir a bajo precio los articulos de la indus- tria extranjera.En el libro “El Problema Econémico”, de Tugan-Baranowsky ,se puede ver la manera formidable como se combatia la industria. Alli se lee: ‘El desarro- No de la industria, escribia Kirzewsky en ‘El Moskovita”’ en 1845, no depende de la vida de la ciudad tan poco en armonia con el cardcter del pueblo ruso, para el cual la misma es una penosa necesidad. El pueblo ha de seguir su vida campesina, y, sin embargo, mejorar de situacion’’. Sdlo hasta Kankrin, Ministro de Hacienda del Zar Nicolas, no se protegié la industria y esto sdlo por la fuerza de los hechos. En Prusia estas ideas fueron defendidas con mayor ahinco por Haxthausen. En Inglaterra, donde los feudos favorecian a los potentados en la forma que todos conocemos, el ataque a la industria fue tenaz. Para comprobarlo, ahi estan las obras del Chalmers, quien dice que “hay que proteger a la nobleza territo- rial, porque alli donde hay nobles el pueblo no se envi- lece tanto”, y las de Malthus, quien con su teoria del aumento de la poblacién quitaba de la cabeza de los poderosos el cetro de la injusticia para colocarlo en una naturaleza despiadada que asi habia repartido el caudal de miserias para unos y de venturas para otros. También, entonces, en aquellos paises, como ahora en Colofnbia, se trataba de negar el problema afirman- do que sdlo por la gran industria era que él tenia naci- miento. Mas era inepta la argumentacion. Las masas tardaron un poco en comprender que se trataba de un recurso para defender los privilegios; sin embargo, la lucha se presentd, y dia a dia, ella se hizo mas pujante; 59 y avanzando, llegé a adquirir fuerzas imponderables, que en algunas partes han rematado ya en alentadoras culminaciones de victoria. Decir, entonces, que en Colombia no hay razon para el socialismo porque el pais no esta sembrado de fdbricas, es desconocer por completo el pensamiento socialista, es ignorar sus tendencias. IV Origen del Capital Sélo por el analisis de ciertos principios fundamenta- les de la Economia podremos venir en el conocimiento de cudnta sin razén y cuanto de prejuicio esconden algunas objeciones que son formuladas contra la necesi- dad y conveniencia de las ideas socialistas y que atin no hemos dilucidado. Qué es el capital, no ya en su naturaleza, como lo hemos visto, sino en su origen? El capital, ha dicho Carlos Marx, es “trabajo cristalizado”. En si la defini- cion es aceptada por romanos y numidios, prestandole todo su asentimiento. Porque, ino bastaria una simple mirada sobre todos los capitales habidos en la sociedad para advertir que ninguno de ellos ha podido producir- se sin el esfuerzo humano? Mas como de la consideracién del capital en si no se obtendria ninguna consecuencia social y como su impertancia sélo se advierte, precisamente, en la activi- dad social, en la reparticion del capital, los individualis- tas necesitaban desvirtualizar esa nocién veraz y sencilla, agregandole ciertas condiciones que permitie- ran explicar, de una manera acertada segin ellos, el hecho de que no sea quien produce con mayor esfuer- zo el que pueda gozar de las cosas en proporcién justa a ese esfuerzo, sino por el contrario, aquellos que en la produccién de los capitales emplean el menor esfuerzo y representan la menor importancia los que recojan el 60 mayor fruto, y por parte de las leyes tengan todos los privilegios. De aceptar, escuetamente, como en realidad sucede, que el capital es fruto tnicamente de la mano del trabajador, mucha seria la desazon del espiritu inqui- sitivo ante los hechos actuales. ;Por qué, se pregunta- ria, si el trabajo tiene el papel de sefior en el momento de la produccién, a la hora del reparto es un simple asalariado? ¢Por qué el capitalista goza de todas las comodidades y el trabajador sufre todas las miserias? gPor qué si el capital es fruto del trabajo, éste en el orden juridico esta sometido a una capitis deminutio, y aquél adquiere todas las influencias sociales, politicas y religiosas? No hay algo anémalo en una sociedad donde a mayores esfuerzos corresponden menores recompensas y a menores trabajos mayores frutos? A todas estas inquietantes preguntas conduciria el reconocimiento del hecho exacto del origen de los capitales. Para sustentar el orden existente era menes- ter modificar el concepto. El principio en si se impo- nia de manera pertinaz, pero ya al aplicarlo a sus fun- ciones y reparticidn era necesario vindicar en forma alguna el privilegio capitalista. Para ello se encontraron dos bases: Ja naturaleza y el ahorro. Es verdad, se dice, que el capital proviene del traba- jo, pero los socialistas olvidan el factor naturaleza. Luego ya no sdlo es e} factor trabajo, es que también entra alli el importante factor de los elementos natura- les, Pues bien, esta objeci6n ni quita ni pone rey a la significacién social del capital en el concepto expresa- do. Hemos visto que es, precisamente, para el caso de la reparticién, donde se halla toda la importancia del origen del capital. Sdlo por creer que actualmente reina una injusta reparticién de los capitales, es por lo que se sostiene que hay un problema de indole social. Por lo tanto, el punto sensible de) asunto reside en averiguar el derecho que uno u otro de los elementos —capital y 61 trabajo— otorgue al individuo. Se trata de precisar la posicién juridica del capitalista y del trabajador. Al examinar este derecho no se puede hacerlo sino con relacién a los individuos que detentan los capitales o son poseedores de la capacidad del trabajo. Se trata de un problema juridico que sdlo puede tener existencia con relacién a las personas. El hecho reside en saber qué parte corresponde a esos sujetos de derecho ante la norma juridica de una determinada sociedad. “Los derechos —dice von Yhering— son intereses juridicamente protegidos”’. Definicion que en el fondo coincide con las exposiciones desde Jellinek hasta Mi- choud y que es la doctrina aceptada, en ésta o la otra forma, por la legislacién universal. Pero, gquiénes pue- den obtener derechos, o en términos juridicos, quiénes pueden ser sujetos de derecho? Los sujetos de derecho sélo pueden ser los sujetos de voluntad. Una relacion juridica no se desarrolla sino entre los que puedan ser sujetos de derecho, 0 lo que es igual, los derechos sdlo pueden ser establecidos para el hombre. Luego, si lo que se pretende, como ya lo hemos visto, es comprobar la posicién juridica que le corres- ponde al trabajo y al capital, y esa posicion jurfdica solo puede predicarse respecto de los hombres, hay que estudiarla Unicamente con relacién a ellos. El problema tendra que concretarse, en cuanto al capital y el traba- jo, a las personas que tienen la capacidad de trabajar o que detentan los frutos de ese mismo trabajo. A qué entonces hacer intervenir aqui el factor naturaleza? gEs que ella por sf misma podria vindicar a los traba- jadores o a los capitalistas? gDesde cuando hubo el capitalismo la idea de que la naturaleza, que entra en la produccion del capital, pueda mirarse como algo que le pertenece con exclusién de los demas hombres? Con mayores titulos podria invocarla para el aumento de sus derechos, el trabajo. No se caeria entonces en un circulo vicioso, pues que precisamente se sostiene que esa naturaleza solo debe dar ciertos derechos por el 62 trabajo aplicado a ella? Y ademas, ges que ella por si misma podria ser sujeto de derechos? No: es precisa- mente por los frutos que produce por lo que es deseada; y si son los frutos los que discuten gno volve- riamos al punto de partida? Lo esencial esta en averi- guar los esfuerzos del trabajo y del capital ante la naturaleza, no olvidando que esos capitales representan el esfuerzo de un trabajo anterior. Responderemos, en sintesis, que en la definicién dada de capital como trabajo cristalizado no es que se olvide el factor naturaleza, sino que ella no vindica por si misma ninguna propiedad individual, y que para el derecho de los individuos en relacién con sus productos es inutil y fuera de lugar considerarla, pues no puede ser sujeto de derecho, y lo que produce es precisame nte por el trabajo. El segundo factor que se menciona en la formacién de los capitales es el ahorro. El capital, se dice, no sdlo es fruto del trabajo; también entra ally el ahorro. Sin el ahorro es imposible que existan capitales. Economis- tas como Senior han pretendido reemplazar el capital como uno de los elementos de produccién para colocar en su lugar la abstinencia o ahorro, porque dizque el capital nace de aquel y por tanto éste es un elemento derivado. En su Economia Politica dice Leroy-Beaulieu, el tratadista de nuestras Facultades: “Provisiones e instru- mentos, hé aqui las dos formas elementales del capital. Ellas exigen la abstinencia o ahorro, y, por otra parte, el trabajo. Todo capital es hijo del trabajo y del ahorro”. Y mas adelante: “Si se miran las cosas como pasan o deben pasar, se ve que la persona que ahorra, crea en verdad (subrayamos nosotros) a menudo sin darse cuenta, provisiones e instrumentos de trabajo para facilitar un nuevo vuelo de la humanidad”. Courcelle-Seneuil va mas alla, diciendo que el ahorro es una “forma del trabajo”. 63 De lo anterior, que es la doctrina universalmente predicada como axioma, se desprende que los capitalis- tas que detentan el capital tienen todo el derecho y nada se les puede reclamar, puesto que ellos con el ahorro han creado sus capitales, y ademas, propiamen- te los han trabajado, puesto que el ahorro es trabajo. Pero jsera verdad que una cualidad negativa como es el ahorro o abstinencia pueda crear capitales? No, por- que trabajar es obrar y el ahorro es precisamente lo contrario. No se concibe, cémo el no destruir una cosa es crearla. Si yo puedo conservar una cosa, es precisa- mente porque ha ya sido creada. Y como puede ser trabajo el ahorro, cuando éste es el antipoda de la accion, y el trabajo, lo repetimos, consiste en obrar? Con perspicacia anota Gide que “por mas que diga Montaigne que no conoce ocupacién més activa que el no hacer nada, quizd sea esto verdad desde el punto de vista moral, pero no explica que ese no hacer nada pueda crear un solo alfiler”. Si guardo, por ejemplo, un carruaje que antes dedi- caba para el alquiler gno estoy absteniéndome, no estoy ahorrando ese objeto de una mejor manera que cuando lo dedicaba al uso ptblico? Sin embargo, cuan- do no lo ahorraba me producia, y ahora que lo ahorro no me produce nada, hasta el dia en que vuelva a darlo a un individuo que quiera trabajar con él. jNo se advierte que hay un elemento distinto del ahorro, que es lo que en realidad produce? Imaginad que una sociedad se dedica a Ja abstinen- cia, que ahorra todo lo que se va produciendo. {No es claro que pasado cierto tiempo se habria perdido mu- cha o toda la riqueza? ;Cémo se explica entonces que aquello que crea capitales sirva para destruirlos? ;No llegariamos, aceptando esta teorfa, al absurdo de que crear es destruir? Sin embargo, no se podria negar que una sociedad tal serfa aquella que hubiera logrado perfeccionar hasta lo indecible ese ‘‘elemento de pro- duccién” de que hablan los economistas. En todo esto 64 se ve que el ahorro no es un factor de la produccién, nj crea capitales, sino que es un simple instrumento del trabajo, producido, como todas las riquezas sociales, por el trabajo. Tomad una cantidad cualquiera de dinero y guardad- la en el fondo de la tierra; os estais absteniendo, la estdis ahorrando de una manera perfecta. Volved al afio. gHabra producido algo el ahorro? Nada. Pero entregadla a quien la quiera trabajar y entonces produce. gDe dénde viene ese dinero? Del trabajo. gComo produce? Por el trabajo. Todos estos absurdos reposan en el origen que se le ha pretendido dar al capital y asu manera de formacion. En Leroy-Beaulieu el tratadista de nuestras Facul- tades y consultor de nuestros estadistas —encontramos sintetizada toda la doctrina al respecto. “La formacion del capital —dice— supone siempre que el hombre o ciertos hombres escogidos, prefieren a las ventajas presentes, ventajas futuras inciertas, es verdad, pero segiin todas las probabilidades mds considerables: es un sacrificio de los goces y de los consumos actuales a goces y consumos aplazados’’. “Ensayemos reconstruir por el pensamiento —agrega— la génesis del capital en una tribu de pueblos pescadores. Uno de aquellos salvajes, mas observador que los demas, ha comproba- do que un tronco de arbol flota en el agua y puede hasta soportar un cuerpo sin sumergirse. Se pone a cortar un arbol, a tallarlo, a disponerlo de modo que pueda sentarse en él y dirigirlo. Para este trabajo le hace falta tiempo; se ha visto obligado a hacer provisio- nes para vivir mientras se entrega a esta tarea; debe economizar sus subsistencias, restringir su apetito presente a fin de poder llegar hasta el fin de su obra”. De manera parecida, cuando no exacta, se explica el génesis de todas las capitalizaciones en los pueblos cazadores y en los agricultores. Y, por ultimo, para referirse a la sociedad actual afirma: ‘Se ha visto como se forman los capitales en las sociedades primitivas; 65 su constitucién no es otra en realidad en las sociedades perfeccionadas; solo que se presentan a primera vista, a causa de la complicacién de los fenomenos, caracte- res menos claros”’, En primer lugar, esas caracteristicas de prevision atribuidas al salvaje, son imposibles desde el punto de vista sicologico. Su mentabilidad embrionaria era incapaz de esa tendencia idealista que representa el anhelo de una vida mejor para lo futuro. En el hombre primitivo sus raciocinios no iban nunca, no podfan ir, mas alla de sus simples necesidades corporales. Era perfectamente incapaz para todo concepto, y no pudiendo llegar a concepciones trascendentales, sdlo era apto para tener de las cosas y de los hechos una idea actual sin proyecciones hacia el futuro. Mental- mente, ya lo ha afirmado y probado Clodd, entre el hombre primitivo y el mono solo existia una pequefia diferencia. E) hombre primitivo, encerrado en condi- ciones duras de existencia, tenia que ser poco sofiador, lo que no le permitia proyectarse hacia el mas alla. Una razén exactamente sicoldgica, es la de su incapaci- dad absoluta para alcanzar un grado, ni siquiera medio, de abstraccién y de generalizacién. Y el porvenir, el deseo de su perfeccién es un concepto, o lo que es lo mismo, una abstraccion de las condiciones individuales para trocarlas por la actividad légico-mental en nocio- nes generales. Lo reducido de los productos que el trabajo del hombre primitivo lograba, le impedian esa abstinencia de que se nos habla; apenas.si cubrian las exigencias de su vida rudimentaria. Su vida funcional le impedirfa la abstencién de lo indispensable a su subsistencia, y no ganando sino para ella, estaba imposibilitado para ahorrar. Luego, tanto por razones sicolégicas como por hechos bioldgicos inmanentes, el ahorro en el hombre primitivo es un absurdo suponerlo. Pero otras hipétesis mas factibles pueden levarnos a conclusiones mas ciertas. Si es verdad que la vida 66 general del hombre primitivo se desarrolla dentro de la consecucién de lo estrictamente necesario a su subsis- tencia, es claro que habria dias excepcionales en sus faenas. Para el pescador, por ejemplo, llegarian dias, en que el fruto de la pesca era mas abundante que en lo corriente. Entonces le quedaria un sobrante. Algo que le permitiria no tener que trabajar todo el dia en la misma pesca. Tendria entonces un excedente de provi- siones y por lo tanto un excedente de tiempo para dedicarlo a otras labores. Entonces si poseeria medios para consagrarse a la construccién de la red y demas instrumentos, que a su turno le irian paulatinamente permitiendo mayores provechos, y por ende, mayores facilidades, para la perfeccidn y aumento de los medios de produccion, de los capitales. Igual proceso para el cazador que un dia tuvo una caza mas afortunada que las anteriores, Y esto resulta también razonable si ima- ginamos el paso de los pueblos cazadores al periodo agricola. No es posible concebir que los primeros ahorraran ganado durante todo un afo hasta que viniesen los frutos de la siembra. Sencillamente se limi- taban a cuidar ganado que les permitiria dedicarse a los cultivos de la tierra. gY desde cuando el ganado seria una modalidad del ahorro, de la abstinencia de que se nos habla, cuando precisamente ese ganado antes que imponer privaciones permitia a sus poseedo- res gozar de los beneficios de la leche, la carne, las pieles, etc.? En todo esto se ve claramente que no aparece como origen de los capitales la tal abstinencia, el ahorro, aquella previsién que dizque en el hombre primitivo daba por resultado el sacrificio de placeres presentes a cambio de goces futuros. Su origen reside en lo contra- rio: en la abundancia respecto de los frutos del trabajo. Llenaba sus necesidades con el fruto de su trabajo, pero como esas necesidades eran estrictamente limita- das, los productos a veces las sobrepasaban, quedando- le un sobrante. Y en esto no hay tal abstinencia. Los 67 capitales aparecen, también en su forma primitiva como lo que siempre han sido y seran: fruto unica- mente del trabajo, ‘‘trabajo cristalizado”. Al progreso en los medios de produccién no llega el hombre por una idea previsora, por ese sentimiento del mafiana que sdlo puede nacer del andlisis cerebral que valora la desperfeccién actual y comprenden la necesi- dad de medios mas apropiados. El progreso nunca se ha hecho, y muy menos entonces, por eleccion critica, o por libre voluntad, o por autonomia motora de la potencia razonante. E) progreso es determinado por la necesidad, por la ocasién externa. Entre la perfeccién del medio y del hombre hay una concatenaciOon en que ambos a un tiempo mismo son causa y efecto. La necesidad, intuitivamente, hizo creador al hom- bre de mejores medios de produccién, como que tenian por fuerza que resolverse en una perfeccién social. Y esta perfecci6n de medio creada por el hom- bre, a su tumo cambia, sutilizandola, las facultades humanas, que vuelven a refluir sobre el medio perfec- ciondndolo. Y asi diuturnamente el mismo ciclo de la humana natura. La historia es el analisis de los elemen- tos econdmicos, casi siempre ocultos, pero siempre evidentes, que orientaron en este o el otro sentido y de manera determinada la dinamica social en todas sus manifestaciones. Hay que analizar el origen y desenvolvimiento del capital sin dejarnos engafiar con la afirmacion de que asi como se form ese capital rudimentario, asi mismo su “constitucion no es otra en las sociedades perfeccio- nadas”’. Debemos, pues, investigar las formas economicas que en las diversas etapas sociales se han presentado, hasta llegar al hecho capitalista actual. La caracteristica del hombre primitivo es la simpli- cidad en la explicacion de los fendmenos naturales. Por haber sido pocas sus impresiones, repite la misma idea y el mismo pensamiento. Su punto de partida y de 68 reparo, es el mismo. Y por esta caracteristica que es congénita al individuo, y que nos leva a considerarnos como el punto céntrico de todas las actividades feno- ménicas que nos rodean, el hombre primitivo trata instintivamente de armonizar las manifestaciones de la naturaleza con el proceso que rige el desenvolvimiento de sus propios actos. A todo fendmeno él quiere atri- buirle una finalidad de volicién al igual de lo que su conciencia le advierte de sus propios actos. Es lo que se llama el antropomorfismo. E] salvaje vela con temor desatarse la tempestad, cruzar el raya, desbordarse de madre los rios. El peii- gro tenia que desarrollar en 6] el instinto de conserva- cion. Los conocimientos de las causas de los fendme- nos en el hombre primitivo, eran perfectamente nulos. Para él no habia sino un punto de reparo: su propia individualidad. Menester era que existiese un ser seme- jante a él, pero muy mAs poderoso, causa de tales efectos. Tenia que concebirlo animado de la misma actividad y de los mismos instintos que él observaba en su persona. En un grado mas avanzado, capaz ya de medio espigar en el analisis, esos fendmenos, viento, lluvia, etc., fueron atribuidos a diversos dioses. Del monoteismo primitivo, debido a la incapacidad analiti- ca del hombre, se llegé al politeYsmo por una humani- dad de tipo mas avanzado, hasta volver al concepto monoteista, no ya por incapacidad analitica como al principio, sino todo lo contrario, por une sintesis de andlisis proveniente de la evolucion mental y del conse- cuente conocimiento que los adelantos cientificos han dado sobre aquellos fenémenos que antes eran atri- buidos a distintas divinidades. Estas formas primitivas de las creencias religiosas han nacido de la tendencia del hombre primitivo a con- siderar todo como animado, a atribuir deseos, pasiones, etc., a todo lo que obra, a representarse la naturaleza segiin su individual naturaleza, Este antropocentrismo es el resultado directo de ese impulso primario en el 69 desenvolvimiento de la mentalidad: la analogia, origen primero de los mitos, del lenguaje, de las artes y hasta de las ciencias. Pero las analogias que para nosotros son imagenes, para el hombre primitivo eran realidades. Notemos, sin embargo, que esta operacién primitiva que crea los dioses, es una proyeccion hacia afuera de la actividad, mas bien que de la inteligencia. Brota, co- mo lo observa Ribot, mds del hombre motor que del hombre pensador. Por lo tanto el hombre primitivo necesitaba, llevado por el instinto de conservacion, de buscar los medios para calmar lo que él imaginaba manifestaciones de la célera de ser muy poderoso, de la Divinidad. Era menester desagraviarlo, buscar los modos de contener su ira que daba por resultado esos terribles fendmenos que destruian su tranquilidad. Era necesario establecer un culto. El cuidado de estos desagravios seria una misién especial, reservada tan solo a muy contadas personas. El hombre mas fuerte de la tribu, aquel que en la caza hubiera demostrado mayor destreza, el que por ésta o Jas otras razones hubiera logrado imponer su fuerza, seria el favorito, seria el sacerdote, el llamado a desem- pefiar las funciones del culto. Por eso observamos en todos los pueblos primitivos que las funciones religio- sas y la autoridad civil estaban concentradas en unas mismas manos. No habia, ni podia haber, otro criterio que el de la fuerza. Alli el origen de todas las jerarquias, de la nobleza en todas sus manifestaciones. Estos hombres ya no pueden consagrarse al trabajo productivo, a las faenas diarias; ellos tienen determina- da categoria que les otorga fructuosos privilegios. Los demas hombres trabajan para ellos. Del fruto de su trabajo los hombres dejan una parte para aquellos que estan consagrados a desagraviar a la divinidad. Es el fuerte, que ha subyugado al débil y que logra, sin trabajar, adquirir una mejor posicion. 70 Pero sigamos la evolucién de este pequefio germen de concentracién del capital a través de su perfeccio- namiento. Hay que ascender hasta las guerras de unas tribus a otras. Los vencedores toman a los vencidos como sus esclavos y les hacen trabajar para si. Los vencedores holgan tranquilamente, mientras los venci- dos trabajan sin descanso, sin conservar nada para ellos, sino lo que buenamente permiten los amos. Ya no es la fuerza de los individuos de una misma tribu; es la fuer- za de una tribu contra otra. El radio se amplia. Esta forma de usurpacion, de despojo, de concentracién de capitales —que son fruto del trabajo— en las manos de quienes no los trabajan, se amplia y crece. Y luego no es simplemente en la tribu auténticamente barbara, ella pasa y se afjanza en pueblos de cultura relativa. Asi también pasa en Egipto, igual sucede en Persia, lo mis- mo se observa en Grecia, no otro es el sistema de Roma. De Roma hasta los barbaros, de los barbaros al Re- nacimiento, del Renacimiento hacia el feudalismo, del feudalismo hasta la Revolucion Francesa. Y es aqui donde propiamente aparece lo que Marx apellido el sistema de produccién capitalista. Hemos recorrido cuatro etapas que sintetizaremos antes de analizar la ultima: la. Cuando todavia no existian formas que pudiéramos llamar propiamente sociales, la produccion de las cosas era hecha por el trabajo directo del individuo y la apropiacién era también directamente individual. 2a. Cuando aparece la forma social, aun cuando rudimentaria, empiezan a concentrarse los frutos del trabajo en determinados individuos que no los producen. 3a. Bajo el desenvol- vimiento de las tribus, de los pueblos, y a virtud de las guerras, nace ya el capital individual plenamente concentrado, con sus influencias en lo politico, en lo moral, etc. 4a. Con la Revolucion Francesa que trajo el imperio de la libertad econémica y de la libre con- currencia, aparece el sistema actual de produccién capitalista. En una palabra, primero simple capital 7 individual; segundo, iniciacién de la concentracion del capital; tercero, capital individual concentrado, y por ultimo, produccion capitalista. La produccién hasta el establecimiento de la liber- tad economica, de la libre concurrencia, habia sido individual. Era la pequefia produccién que exigia del productor la propiedad de los medios de produccién. A través de los tiempos anteriores a la libertad eco- némica la mayoria de los hombres producian por sf mismos; produccién y cambio eran individuales, quedando comprendidas en estas individualidades las corporaciones, Es cierto, y ya lo hemos visto, que el que trabajaban para quienes no lo hacian, pero los esclavos no eran la mayoria, ni tal método de produccién era entonces el sistema de produccién general. Era una excepcion importantisima y en la cual hallaba su primera base la forma capitalista posterior. Pero la regla general era la de la produccién individual. La minoria capitalista, cuyo origen ya hemos visto, tomaba naturalmente alientos, ensanchaba sus poderes, acentuaba constantemente sus dominios. Cada nueva concentracién del capital iba capacitando a los hombres monopolizadores para mejor conquistar posi- ciones. Ya no es sdlo la lucha de los amos contra los esclavos; era la lucha de los amos contra los amos. El orden econdémico antiguo era impropio a las ambiciones de la burguesfa. Ella lo cambia. Establece la libertad econédmica. Hasta entonces los esfuerzos de un individuo, de una familia, de una corporacién, eran suficientes para producir lo necesario a las exigen- cias de cardcter social e individual. Bajo el régimen de la concentracién se hacian impotentes, ineficaces. Concentrados esos medios de produccion, ellos se hacian mas poderosos, necesitaban, por lo mismo, someter a un centro controlador Ja masa de las fuerzas productoras individuales. Cambié la naturaleza de la forma de produccion. Antes esa producciOn era indivi- 72 dual; ahora se trocaba en produccién social. Es el fenomeno de la fabricaci6n que para producir siquiera un zapato necesita cientos de manos cuando antes un hombre bastaba para el efecto. Son ya necesarios los ejércitos de trabajadores para producir aquello mismo que antes podian realizar una o dos manos. La produc- cién, por el perfeccionamiento de las maquinarias, etc., queda convertida en una serie de actos sociales, cuando antes era simplemente una serie de actos individuales. Pero esta revolucién que transformé los medios de produccién no cambié las antiguas formas del reparto, de la apropiacién. Antiguamente la producciGn eza individual y la apropiaci6n también individual. Era una distribucién que conferia al productor los frutos de su produccién porque suyos eran los medios de realizarla. Viene la revolucién econémica impuesta por la burguesia. La produccion se torna en social. gPero qué pasa en el reparto, en la apropiacion? ,Trocandose en social la produccién también se troca en social la apropiacién? No; se cambia uno de los factores, e) de la produccién, pero en el reparto se conserva el mismo sistema que antes era individual. Los medios de produccién y los productos que de individuales se habfan transformado en sociales siguen siendo tratados como si aun fueran producidos indivi- dualmente, y acaparados no socialmente, sino por el capitalista. éNo se advierte aqui toda la base del problema, toda la actual pugna social? La produccidn es social, pero la apropiacion sigue siendo individual. Los medios de produccién son detentados por el capitalista y a los productores sdlo les queda su fuerza- trabajo. El antagonismo entre produccién social y apropiacion individual, se personaliza entre capitalistas y proletarios. Tal sistema da nacimiento a ese moderno tipo que se llama el asalariado. Ya vefamos atrds que el Progreso deberfa contribuir por sus adelantos en cuan- to a los medios de produccién en beneficio social. a0 Pero como esos medios son monopolizados, en vez de buenos resultados finaliza en las tragedias presentes. Esta la causa de que la mayoria de los hombres que- den convertidos en asalariados, en esclavos de lo mismo que producen. Y cuanto mas crece la riqueza en manos del capitalista, la miseria del mayor numero de los hombres aumenta. Ast comprendemos de sobra la afirmacion de Fourier: “En la civilizacién la pobreza proviene de la misma superabundancia’’. “La ley que equilibra siempre el progreso —dice Marx— y la acumulacién de) capital y el exceso relativo de poblacién sujeta mas sdlidamente el trabajo al capi- tal que las cadenas de Vulcano retenian en su roca a Prometeo. Esta ley establece una correlacién fatal entre acumulacion del capital y la de la miseria, de tal modo que la acumulacién de riquezas en un polo, implica la acumulacion de pobreza, de sufrimientos, de ignorancia, de embrutecimiento, de degradacién moral, de esclavitud en el polo opuesto y en la clase que produce su propio producto en forma de capital” (El Capital). Restablézcase por tanto él equilibrio. Si la produc- cién hoy es social, como nadie puede desconocerlo, hagase que la apropiaci6n y el cambio sean igualmenite sociales. Es necesario, como Gnica solucién posible, igualar los medios de produccién, de cambio y de reparto, reconociendo el hecho claro de la naturaleza social de los actuales mediosproductivos. Decia Federico Engels: “Este conflicto entre las fuerzas productoras y el sistema de produccién no es un conflicto engendrado en el cerebro del hombre, como el pecado original y el de la justicia Divina; se halla en los hechos, objetivo, independiente de la voluntad y de los mismos seres que lo provocaran. El socialismo no es otra cosa que el reflejo, en el pensamiento, de este conflicto, en los hechos existen- tes. Con facilidad se comprende'que este reflejo ideal se produce desde luego en la imaginacién de las clases TA que directamente lo sufren, de la clase obrera’’. (Socialismo Utépico y Socialismo Cientifico). Es ocultando a los hombres estas verdades como se ha maleado el criterio y ahuyentado toda norma de bondad. Y asf como de la superposicién de las capas geoldgicas, nace en el tiempo el cuajarse de los minera- les, asimismo de las capas inmemoriales de los pre- conceptos y prejuicios se han formado mil iniquidades, llegando hasta pensar, quiza honradamente, que hoy y mafiana la organizacién capitalista es la Gnica realidad posible en una sociedad auténticamente ‘‘cristiana” y “eminentemente progresista”’. No hemos querido agregar que en este desequilibrio econémico tienen su base los actuales poderes politicos de casta, con todas sus ramificaciones, pues ya estaba enunciado al marcar Ja suprernacia econdmica de una clase. Todas las fuerzas de superioridad social desde los tiempos primitivos hasta hoy han sido derivaciones de la superioridad econdmica que es el punto céntrico de la mecanica social. Vamos a seguir analizando los argumentos que al principio vefamos se oponen a las ideas socialistas en Colombia y los remedios que se ofrecen para solventar la aguda crisis que experimenta la clase proletaria. Esto se refiere a la afirmacién de que sdlo en el incremento de los grandes capitales hallardn esas clases desvalidas un alivio a sus miserias; pues es claro, agregan, que aumentando las grandes empresas habra mayor deman- da de trabajadores y por consiguiente subira el precio de los salarios. Este argumento reposa sobre la teorfa del fondo de los salarios, a saber: que el capital es un dividendo y los salarios el divisor. Por consiguiente, si el dividendo aumenta, mayor sera el cuociente. O en otros términos, que los salarios salen del capital y no del trabajo. Es la doctrina que hallamos sintetizada en el Tratado de Economia Politica de Fawcett, cuando pregunta: ‘“‘Olvidamos que pasan muchos meses entre la siembra y la época en que el producto de la semilla 75 se ha de convertir en pan? Por lo tanto es evidente que los trabajadores no pueden vivir de lo que su trabajo ayuda a producir, sino de la riqueza producida previa- mente por su trabajo o el trabajo de otros, cuya riqueza es el capital’. Esta probado ya que ese avance del progreso y de las grandes empresas, mientras se realice en la forma capi- talista, en vez de mejorar la situacién de las clases trabajadoras la empeora de una manera ascendente. Esto es lo esencial. El socialismo no se propone que el salario aumente en esta o la otra cantidad, segun en real deseo le venga a la clase capitalista. El socialismo pretende es abolir ei mismo régimen dei salario porque él no admite que el producto del trabajo de unos hombres sirva a otros para eslabonar cadenas que los opriman; no hay derecho para que unos hombres puedan explotar a otros. Pero ni aun siquiera es evidente el hecho afirmado, y casi podriamos decir que universalmente aceptado, de que los salarios salgan del capital, de que sea el capitalista quien hace anticipaciones al obrero. De esta teoria, naturalmente, nace la preeminencia que en la sociedad se otorga a aquel y el puesto secundario y depresivo en que es colocado éste. No es el capitalista e) que hace anticipaciones al obrero, sino es el obrero quien hace anticipaciones al capitalista. No es el capital quien emplea el trabajo, sino el trabajo quien emplea el capital. Le primero que se observa en el fondo de las nocio- nes enunciadas es un espejismo nacido de la falsa apreciacidn del papel econdmico de la moneda. Se piensa que sOlo ella constituye capital. Pero la moneda es un signo representativo en muchos casos fiduciario. El capital no sdlo lo constituye la moneda; hay que recordar de nuevo que capital es todo lo qué se dedica al cambio, sea cual fuere su forma. El fondo de la riqueza no es sdlo la moneda, es una parte, pero no toda, ni la mds importante. 16 Si queremos no incurrir en errores debemos recordar con Adam Smith, quien en las aplicaciones lo olvidé, que “el producto del trabajo constituye la recompensa natural o salario del trabajo”. Claro es que en la forma actual ese salario no es la recompensa natural del trabajo. Examinando los fendmenos en su forma rudimentaria veremos al pescador que con su trabajo logra una buena pesca, al lefiador que después del trabajo diario logra la madera, al cazador que conquista ja presa. 4Todos estos productos qué son? “La recom- pensa natural de] trabajo”. No podemos decir exacta- mente, como lo cree entre otros George, que esto sea un salario, porque el salario sdlo nacié desde que hombres apellidados libres trabajaban por cuenta de otros, como consecuencia del régimen individualista. Indudablemente hay una equivalencia entre lo que el hombre primitivo recoge como fruto de su trabajo y lo que el actual obrero logra como salario. Hay una equivalencia en cuanto a la produccidn, en cuanto esos frutos y esos salarios son producidos directamente por el hombre y no como se afirma para el ultimo caso, que sean dados por el capitalista. Sdlo asi es como aceptamos la definicion de Smith. De que exista esta equivalencia —y ella sdlo es evidente para la produc- cion—, pues para la apropiacién cambia, ya que en el primer caso todos los frutos son para quien los trabaja, pero no en el) segundo —no se desprende que sean iguales. Tanto valdria esto como decir que un aeropla- no y un ferrocarril son iguales porque ambos sirven para trasladarse de un sitio a otro, Hay una equivalen- cia, pero no una igualdad. En estos casos del pescador, etc., lo vemos produ- ciendo lo que le es necesario. Las relaciones sociales se complican, llega la forma capitalista, entra en juego el papel de la moneda. jHabra cambiado por esto la naturaleza del fendmeno? Si en el estado primario de la sociedad vefamos que al trabajador nadie le hacia anticipaciones, y sin embargo producia, {sera verdad VW que en la forma moderna se Je hacen esas anticipa- ciones? Cuando el trabajador no trabaja por cuenta propia, sino por cuenta del amo, el fendmeno en cuanto al origen del salario es el mismo. Imaginad una fabrica cualquiera. El trabajador durante toda la semana pro- duce, hace zapatos, por ejemplo; al fin de la semana se le paga su salario. Lo que él ha producido es riqueza, es capital. Cuando se le paga ya él ha producido esta riqueza que el patron podra vender o no, pero que existe. gQuién ha adelantado aqui riqueza, el trabajo o el capital? Claro esta que el trabajo gno son esos salarios una parte del producte directo del trabajo dei obrero? Y decimos apenas una parte porque el capita- lista no entrega todo lo que ha sido fruto del trabajo, sino que deja para si la mayor y al obrero tan sdlo le concede la mas exigua. El trabajador entrega produc- tos, entrega riqueza y recibe moneda; hay un simple cambio en el que el capitalista gana. La riqueza del capitalista no ha adelantado nada al trabajador. Para que se pudiera afirmar que habia adelantado algo seria necesario probar que su riqueza habia disminuido: Pero sucede todo lo contrario; gcudndo ese capitalista va a dar las monedas del salario, no es evidente que ha aumentado su riqueza, pues existen productos que valen mas que las monedas de que se desprende? Pensad que no se le pagara en moneda, sino en productos, como sucede a menudo. ,Dénde estarfan Jas anticipaciones? Y el asunto no varia cuando se hace en signos de cambio, porque esos zapatos, esa madera, que él ha producido, pueden ser transformados en esa misma moneda. ,No es, pues, equivalente esa moneda que el obrero recibe a los peces, a la caza, en las formas rudimentarias de produccién?. Ya deciamos que el error tenia su nacimiento en el hecho de considerar como riqueza, como capital, solo la moneda. Los salarios se pagan de Jo que ya ha pro- ducido el trabajo, y no salen del capitalista. Es de la 78 produccion nacida del trabajo de donde salen los salarios. Es el salario una devoluci6n que el capitalista hace al trabajador de parte de su trabajo. Hay otros casos en que el trabajador no completa la obra en una sola jornada, sino que ella va perfeccio- nandose lentamente. Asi en los ferrocarriles, las minas, los edificios. gSerd evidente que aqui el capital si adelanta los salarios, que sin el capital serfa imposible Ja realizacién? Tampoco, respondemos. Lo que sucede entonces es que no se crea la cosa en una sola jornada de trabajo, pero.diaria y progresiva- mente se crean valores efectivos. O en otros términos, ja realizacién completa de la obra dura mas tiempo, pero el resultado fraccionario de la labor diaria produ- ce valores. En una mina donde los trabajadores realizan las Hamadas obras de preparacién, en un ferrocarril que se comienza, en un edificio cuyos cimientos se colocan, el capitalista en verdad no esté adelantando nada al trabajador en relacién con sus salarios. Cuando el trabajador va por la tarde a recogerlo, apenas efectia un cambio en que él pierde y el capitalista gana. El trabajador al recibir aquel salario ya ha producido con anterioridad una riqueza. El capitalista podria cambiar por moneda esos trabajos ya realizados, aun cuando la obra en realidad no estuviese terminada. Dondequiera que existe la divisin del trabajo, los productos se efecttian por etapas sucesivas, pero esa division no implica le negacién del vaior de cada uno de los elementos considerados separadamente. Cuando se construye un ferrocarril, tan riqueza es la que pro- duce el obrero que hace los clavos para afianzar los rieles, como el que desmonta el terreno para tenderlos. Y hasta podria pagarse al obrero en los productos directos de su trabajo, en acciones sobre la mina o el ferrocarril. Como dice George, “la creacion del valor no depende de la conclusién del trabajo, sino que tiene -lugar en todo el perfodo del procedimiento produc- 79 uve como consecuencia inmediata de la aplicacion del trabajo”’. De lo dicho se desprende: no es evidente que la redenci6n de la clase trabajadora resida en el incremen- to de los capitales, mientras ellos se desarrollen en la forma capitalista actual, porque esto se funda en la teorfa del fondo de los salarios, segtn la cual el valor de los salarios crece o baja segun crezca o baje el capi- tal acumulado en manos del capitalista. Esto es una deduccién logica —también e) absurdo tiene su ldgica— delo que ya mostramos como erroneo, a saber, que el capitalista hace anticipaciones al trabaja- dor y que hay por lo mismo un tiempo en dentro de] cual el trabajo no produce; que los salarios salen del capital. Por el contrario, el hombre que trabaja y que empilea su esfuerzo en cualquiera actividad esta produciendo una riqueza. El entrega esta riqueza a un capitalista y éste le devuelve una minima parte salida también de trabajo anterior y elaborada bajo el mismo régimen de explotacién. Luego el mal reside no en lo bajo de los capitales existentes, sino en el sistema capitalista que habiendo instaurado el régimen del salario implanta la dictadura del capitalista sobre la riqueza producida por el trabajador, comprandola a un minimo precio. Vv Funciones del Capital Si el capital no es el que produce por si mismo, pues sdlo es un producto, si su ausencia no redundaria en la cesacién de la produccién, si él no adelanta los salarios, ni de él sale el sustento del obrero, gentonces cual es la funcién del capital?, ,cual su mision? La funcion del capital reside en facilitar la aptitud del trabajo para producir riquezas. La funcién del capital mira hacia el incremento de la producci6n, 80 hacia su forma, hacia su ensanche y desarrollo, pero no a la produccion misma de la riqueza. El carpintero que en vez de los rusticos elementos emplea los modernos estara en capacidad de producir mejor y en mayor cantidad. Muy mds abundantes ‘seran los rendimientos de! laboreo de la tierra realizado por las modernas maquinas, que por los primitivos instrumentos. Ademas, el capital facilita las fuerzas del cambio, haciéndolas mas seguras y cOmodas. Y en ultimas, acrecienta la division del trabajo que a su tur- no trae la mejora y rapidez de los productos. No seria del todo evidente el afirmar que sin el capi- talismo no se podria producir, porque ello seria tanto como pensar que sin las modernas maquinarias seria imposible sembrar trigo, o fabricar sillas sin los tornos eléctricos. Podria argumentarse a la vista de muchos hombres que aspirando a trabajar no pueden hacerlo, que estan- do técnicamente preparados no pueden aplicar sus conocimientos —como los jévenes ingenieros mecdni- cos que en reciente fecha tuvieron que dirigirse, natu- ralmente sin resultado, en demanda de apoyo a las autoridades— que ello prueba cOmo la tinica manera de resolver estas crisis serfa con el aumento de los capi- tales en manos de los capitalistas, pues asi podrian establecerse empresas que darfan ocupacién a esos brazos; en una palabra, que el adelanto del capitalismo seria la unica meta posible de redencidn, y, que, ademas, esa miseria, esa imposibilidad de producir depende de.la falta de capitalistas. Luego, seria la conclusién, el trabajo no puede producir por si mismo y no es la Unica fuente de produccién segin lo hemos afirmado. Pero si bien se examinan las cosas encontraremos aqui una nueva razon para la necesidad de las ideas socialistas al demostrar que tal miseria y tal imposibili- dad nacen de} sistema de producci6n capitalista, del régimen de apropiacion individual. 81 Claro esta, y no se niega, que esos hombres sin capi- tal hoy no pueden producir ventajosamente; gpero esa imposibilidad nace de un hecho fundamental, o por el contrario, ella tiene su causa en un sistema de organi- zacion social de una especifica forma juridica que si es reformable, y que de ser la causa de tantos males, debe ser repudiada? En realidad, esos hombres, alin en su condicién actual de desheredados, podrian producir; podrian cazar, pescar, en fin, ejercer todos aquellos trabajos rudimentarios que no necesitan el amparo de un capitalista. gPero qué sucederia entonces? Hay actual- menié unidades humanas que se han apropiado de los elementos privilegiados 0 sociales de la produccién; han concentrado fuerzas poderosas, y bajo el régimen juridico de la libre concurrencia, que ellos crearon para sostener su privilegio, dominarian a ese exiguo produc- tor cuyos articulos serfan mds caros e imperfectos. Necesitarian el ferrocarril para transportarlos, pero ese ferrocarril esta monopolizado por la clase capitalista o por su actual representante, el Estado. Asi podria seguirse el andlisis en todas sus formas. Esos hombres sin capital pueden producir con su simple trabajo, porque solo el trabajo es productivo, y si actualmente no lo hacen se debe no a la falta de capital, sino a su injusta y arbitraria reparticion. Imaginan, por el contrario, que en Colombia sea abolida la propiedad de los medios de produccién —jquién duda que este noble anhelo de hoy sera fuerte realidad bienhechora del mafiana!— que asi como la produccién es social, social sea también la apropiacién. Entonces no podria presentarse el caso de los hombres con hambre y con capacidad para trabajar, porque en vez de verse privados del desarrollo de sus energias, tendrdén como obligacién el trabajar. El monopolio capitalista no existirfa, y entonces toda la riqueza que la minoria hoy emplea en la especulacion entraria en el torrente de la industria sirviendo a quie- 82 nes trabajan y duplicdandose en beneficio del progreso nacional, del adelanto de todos y para todos. Las gran- des cantidades dedicadas a la especulacién, a la usura; los elevados arriendos pagados a los propietarios; las riquezas empleadas en las miltiples manifestaciones del agio, todas improductivas si se las mira con relacién a la riqueza social, pues que en todos estos casos, ya lo hemos hecho notar, lo que unos ganan es lo mismo que los otros pierden; las sumas ingentes empleadas en favorecer a ciertas castas, en pagar ciertos servicios politicos, irfa a manos de los hombres que las centupli- carfan con el esfuerzo realmente productivo. Se intensificaria la industria, habria trabajo sobrado, pues el fin seria producir riqueza con las mejores ventajas para todos, y no acumular, segiin es la tendencia actual. Todos los hombres encontrarian elementos para el trabajo y creceria la produccién. Creciendo la pro- duccién, viniendo la perfeccion de los elementos, ellos abreviarian las horas de trabajo y habria para todos un promedio de comodidad. Hay miseria y falta de trabajo, pero ella no depende de la falta de capitales, sino de la injusta apropiacién de ellos por una clase determinada. El socialismo no es enemigo del capital, pero si quiere que no se le atribuya en la escala de los factores sociales un puesto que no le corresponde. En el juego econémico quien representa el papel primordial es el trabajo, porque solo él es auténticamente productor. E] capital sirve para darle incremento a la produccion, pero ese incremento que es obra de todos, debe benefi- ciar a todos los asociados no concentrandose en unas solas manos, no llegando a la forma de explotacién capitalista. 83 VI Consideraciones Generales Bueno es meditar un poco cuando se habla de caren- cia de capitates en Colombia, que habida considera- cién de nuestro medio ellos son lo suficientemente capaces para el desarrollo de nuestras actividades y que su carencia se hace grave y se experimenta en la vida diaria, debido a la injusta reparticion y a una estructura social que permite y fomenta su filtracién dolosa. Las negociaciones escandalosas de algunos persona- jes y de ciertos gobiernos, el pago indebido de servicios electorales, los contratos proditorios, las grandes pre bendas destinadas y concedidas con unilateral criterio, las sumas crecidas entregadas anualmente a poderes extrafios a la vida econdmica del pais, a mds de lo que fraudulenta o voluntariamente se sustrae a los particu- lares para regalo en el extranjero de compaiiias e indivi- duos que no conocen siquiera la tierra que tan pingiies e inmerecidas sumas les depara. Las leyes opresivas que privan al trabajador del fruto de su trabajo para desti- narlo a la rapacidad de quienes no producen, y mil otros casos de igual o parecida naturaleza, podrian hacernos comprender con claridad que quizd no sean propiamente capitales los que faltan en nuestro pais, sino una justiciera organizacion social que haga fecun- dos esos capitales en manos de quienes son aptos para multiplicarlos e impida el fraude y la especulacién por los privilegiados. Sea grande o pequeiio el capital en un pais el sistema es siempre el mismo y por consecuencia reclama igual remedio para sus fatales consecuencias. Y si la riqueza en un pais escasea, hay todavia mayores razones para buscar su equitativa reparticién, precisamente por esa escasez, para evitar asi la mds penosa miseria de la mayoria. Bien esta que se progrese y que avance el capital. Pero, gcual ha de ser el fin de todo progreso? La felici- 84 dad humana; y si no la felicidad, a lo menos la comodi- dad; y si no la comodidad, a lo menos la menor des- gracia y miseria de los hombres. Pero ese justo deseo del aumento del capital y consi- guiente progreso, no ha de ser para concentrarse en el menor numero y con perjuicio de la mayoria. La mayor suma de felicidad con el menor esfuerzo posible ha de ser el ideal constante para todos los hombres. ~Qué se observa bajo e} sistema capitalista actual? gNo es precisamente lo contrario? 4A medida que cre- cen los elementos, que se hace mas facil la produccién, no aumentan las dolencias de las clases humildes? ;,Y no es verdad que ia desproporcién entre lo que gana el propietario y lo que recoge el obrero es cada dia mas aguda? Hemos visto en la génesis del sistema capitalista la contraposicién absurda en que se ha cristalizado: la produccién es social y Ja apropiacién es individual. 4Los proletarios qué ganan con el adelanto econémico bajo el sistema actual? Nada. Su condicion es peor. E) capitalista tratara cada dia de hacerle trabajar mas, ya intensiva ya extensivamente, para gozar de mayores rendimientos. gHay otro interés que lo guie distinto de su egoismo? No. Puede que el salario del trabajador aumente en unos centavos, y sin embargo, sera menor que antes: su trabajo habra producido todos los adelantos, todas las comodidades, habra creado mil progresos que serdn para é] nuevas y apremiantes necesidades; esos centavos de aumento no seran parte a satisfacer ese crecimiento de necesidades que mas y mds se complica. El] progreso por él producido es superior al m{fsero aumento que el amo le concede. Y hay una razén més sustancial y profunda para rechazar un estado tal de cosas: hemos venido demos- trando el papel del trabajo ante la producciOn; es él quien anticipa, es el trabajo el tinico factor auténtica- mente productor, es él quien labora el capital, el progreso; su entrafia fecunda da cuanto en la vida 85 social tiene existencia; es el amo en el momento de la produccién. Por qué entonces en la organizacion juridica, en el desenvolvimiento social, en la escala de los derechos, aparece el trabajo como siervo? 4De donde la superioridad del propietario y por qué se considera a éste como un sefior absoluto? ¢Por qué aparece el trabajador como beneficiado, y por qué se consideran como largueza y altruismo las concesiones misérrimas que hace el capitalista? ,Por qué esa actitud agresivamente protectora y tartufescamente piadosa que en todas partes caracteriza a las clases detentado- ras de los medios de produccién? Esta cristalizada esa actitud incomprensible en ios reparos que Buek, como representante de los capitalistas alemanes, hacia el decreto de Guillermo II sobre los derechos de los obre- ros a la igualdad. “El obrero —decia Buek— es igual al patrono ante la ley, pero no lo es ni lo sera nunca en la vida social y econémica”’. Bien lo sabemos aqui y lo han sabido las masas trabajadoras en todas partes: hablarle al pueblo de libertad y negar el problema so- cial; hablarle de libertad y no reconocer la igual- dad econémica, es engafarlo cobardemente. Lo unico indispensable es la lucha por la reivindicacién econdémi- ca. Los demas cantos libertarios, y demas prédicas de- mocraticas, no pasan de disfraces para la hora de la feria, con cuyas lentejuelas de laca se logra deslumbrar la incauta pupila de las masas irredentas. Alfredo Krupp decia a los obreros de sus fabricas en una alocucién: “Yo exijo que me tengais confianza; no estoy dispuesto a acceder a cualquier exigencia injusti- ficada, y atenderé, como hasta ahora, cualquier obser- vacion razonable, y el que no esté conforme, que dimi- ta, cuanto mas pronto mejor, antes de que yo le haga despedir y echarle legalmente de mi casa, en la que quiero ser duefo y sefior”. ;No es este, acaso, el lenguaje de todos los patrones del mundo, aqui como en Afganistan? ,No vemos en cualquier conflicto de nuestras empresas que en realidad se considera al pro- 86 pietario como el “duefio y sefior” que benévolamente hace concesiones a los proletarios? Llegada es la hora de que cese esta adulteracién de los valores sociales; que las masas trabajadoras hagan comprender a la intemperancia del capitalismo que no tan asi es duefio absoluto de los que sdlo ellas han producido; que el metdlico pedestal que se formé amonedando en blancas rodajas las lagrimas de mil seres desolados y en rubios discos el esfuerzo de los hombres de trabajo es pedestal que no vindica, pues tan solo constituye el simbolo de la injusticia que se agazapa en el corazon de los humanos. La situaci6n del obrero moderno hasta cierto punto es muy mas cruel que la del esclavo antiguo. El amo en los tiempos de la esclavitud personal se habia creado el derecho a que el esclavo le trabajase, pero era de su conveniencia econdmica vestirlo, alimentarlo, atender- lo en la enfermedad, no forzarlo demasiado en el tra- bajo, para que le pudiera servir mas y con mejor provecho. Hoy el nuevo amo paga un salario misérrimo y nunca ha de importarle ni la desnudez, ni el hambre, ni la salud, ni la vida del trabajador, porque segun la competencia de brazos, nacida del avance de los me- dios de produccién, con menos trabajadores se producird mas y mejor; habra hombres sin trabajo que se venderan, acosados por la necesidad, a un mas bajo precio. Y téngase bien en cuenta que esto no autoriza las criticas contra el maquinismo donde se ha querido hallar la causa de los males sociales. El problema es mas medular, Sus raices arrancan del sistema capitalista como sistema y no como cantidad. Esa cantidad y esa calidad en la perfeccién de los medios de produccién, antes podria ser benéfica que aniquilante, segiin se la dotara de una direccién de cooperacion social. El maquinismo ‘y su perfeccién constante dejarfa de ser la desgracia presente para trocarse en elemento bene- factor, porque permitiendo el ensanche irrestricto de la 87 produccién, y no siendo su fin enriquecer a una mino- ria harianse posibles los menores esfuerzos con los mayores provechos. No es argumento que valga para impugnar las ideas socialistas en Colombia el decir que nuestro pais no es industrial; porque en primer caso, si hay una industria proporcionada a nuestro desarrollo, y en segundo, la falta de ese gran industrialismo es lo que puede hacer més dura la condicién del proletariado en una nacién. Si se ha demostrado que el actual desequilibrio nace de un especial sistema econémico, esa injusticia y desequi- librio ha de pesar sobre todos los hombres que no encuentran en la reparticién de la riqueza el equiva- lente de sus esfuerzos; y no hemos de explicarnos que la condicién indispensable para ser victimas de una organizacion y merecer la debida defensa, dependa de un hecho accidental como es el de trabajar en una fabrica y no sobre Ja tierra, o en la mina o en el peque- fio taller, o aun en la lujosa oficina en calidad de asalariado. “Por regla general —ha dicho al comenzar su obra Enrique Herkner—, se considera al proletariado como un producto de la gran industria. Esto no es absoluta- mente cierto, por cuanto histéricamente ésta tan sdlo podria arraigar donde ya existiera una oferta de obre- ros, esto es, donde se encontraran trabajadores que no estando en situacién de hacerse por su propio esfuerzo independientes econdmicamente, se vieran obligados a atender a su subsistencia por medio de un salario”. Es légico que concluyamos sobre la tan exacta obser- vacién de Herkner, que antes de existir el industrialis- mo existe el problema social; atin mds, que es precisa- mente la existencia andmala de esos trabajadores, “que no estando en situacién de hacerse por su propio esfuerzo independientes econdmicamente”’, lo que permite al industrialismo agravar un problema existen- te mucho antes que el industrialismo naciera. 88 gEs que los demés obreros, comprendido aqui a los de la tierra, no merecen la misma proteccién, y la ma- nera de explotar su trabajo por los propietarios no es la misma que la de los obreros industriales? Como decia un economista, el fondo del asunto reside en “saber si cada uno retira-de la masa un valor equivalente al que ha depositado en ella’’. De la comprobaci6n a todas lu- ces evidente de que no es asi como se sucede en la organizacion social presente, nace el problema y la necesidad de las ideas socialistas, lejos de la cantidad y mas lejos todavia de la consagracién a ésta o a la otra forma de la actividad econémica. Mirando las cosas desde ese dngulo de raquitismo con que en Colombia se han querido resolver tan magnos problemas —ios tnicos de verdad— nunca po- drdn ser comprendidos. Hay que no ser el don Perfecto Nadie, de Diaz Rodriguez, que de las puertas del espiritu sdlo tenia abierta una, para sorber por sdlo ella toda la amplitud de los multiplicados horizontes. Precisamente ese escaso desarrollo hace mas dura la condicion de nuestras clases proletarias. Y esto porque los capitalistas no hallan contra su expansién Ja fuerte resistencia que en otras partes los obreros les oponen por medio de los sindicatos y demas organizaciones. En aquellos paises, con el obrero que es una fuerza poderosa y respetada —y Oigase bien que no por un instinto de justicia, sino por la fuerza— no se puede abusar impunemente; aqui si. Alli no contrata el capitalista con la unidad obrero, sino con el sindicato, y todos se solidarizan en el momento de la defensa. Bajo el impulso de esas asociaciones el obrero se ilustra, adquiere conciencia de sus derechos y lucha fecundamente por su rédencién. Alli no pide favores, sino que obliga al Estado a prestarle su apoyo en forma de leyes. Entre nosotros por el contrario: el obrero no tiene fuerza ni cohesién ninguna para resistir los emba- tes de los propietarios; se halla perfectamente abando- nado por el Estado; y lo mas duro de su condicién 89 consiste en que imposibilitado para instruirse no tiene ni siquiera una mediana nocién de sus derechos. Lo peor no es carecer de derechos; el verdadero y afrento- so mal reside en no tener la conciencia de que se debe y se puede aspirar a ellos. La falta de organizaci6n y defensa de los proletarios en Colombia tiene su raz6n perfectamente explicable. En los paises de gran movimiento industrial y natural concentracién capitalista las crisis industriales se suce- den con una periodicidad casi matematica. Estas crisis tienen su origen en la superproduccién nacida del sis- tema econémico capitalista, de la famosa libertad econdmica, de la libre concurrencia. Son los sintomas externos de una enfermedad interna. Ellas tienen la virtud de descubrir a las masas trabajadoras, con la evidencia extremosa de los hechos, una injusticia profunda de la sociedad. Esa conciencia del peligro, por un natural instinto de conservacién, se traduce en el espiritu de fraternidad que las hace fuertes. Pero las crisis econémicas, recordémoslo, no son causa de s{ mismas, sino que son efectos de otras causas. Es asf como las multitudes proletarias de los paises indus- triales adquieren conciencia, aunque tardfa, de un mal que hacia tiempo les venia minando e invadiendo. gEn Colombia qué sucede? Esas grandes crisis no tienen lugar, pero en el fondo el mal es el mismo y son los proletarios también quienes lo sufren en silencio, unidad por unidad. Falta esa extremacion de las formidables crisis que por lo menos tienen el buen resultado de hacer adquirir conciencia a los obreros de una situacién que los devoraba sin que se diesen cuenta, y de guiarlos saludablemente hacia la coope- racion. ~En Colombia cémo se interpreta este fendmeno de la ausencia de las grandes crisis que en otras partes lanzan a deambular a diez mil y mas obreros sin trabajo? Diciendo que esa es prueba de que no existe el problema social. Pero lo que en realidad no existe es el 90 buen resultado que para las reivindicaciones proletarias traen esas extremaciones del acido fruto capitalista. Porque esos diez mil obreros no salen en masa a la calle reclamando pan, porque su accién enérgica no se regis- tra, entre nosotros, se estima que no existe el problema. Hemos visto que las crisis no son causa, sino efecto de la libertad econdmica. Por lo tanto el mal es anterior a ellas y para que ellas existan es necesario que anteriormente haya existido el capitalismo. Entre noso- tros el mal existe, pero nuestro obrero, por la ignoran- cia a que se le tiene sometido, no descubre las verdade- ras causas, y va siendo batido en retirada silenciosa- mente, dispersamente, seguramente. ,Cual resistencia podra oponer? Ninguna. También existen los hombres sin trabajo, pero ellos no podran lograr, como lo han logrado en Inglaterra, que el Estado los sostenga, mien- tras esté comprobado que quieren trabajar. jEs curioso! De esta carencia de medios de defensa, de esa inconsciencia de los males que trae e} capitalis- mo en ios pequefios paises, de ese fraccionamiento de la clase trabajadora, se deduce que no hay problema social; es decir, que del hecho de que la clase proleta- ria en Colombia se halle sin defensa, es légico concluir que su condicién ni pide ni es posible remediarla. Entre nosotros no existen las grandes crisis, pero navega en un mar de bonanzas la fiera injusticia. En asuntos sociales, como en medicina, no es la peor de las enfermedades aquella que tiene sus sintomas. extermnos y visibles y que permite uiia reaccion oportu- na. La enfermedad cruel, el enemigo peligroso, el ad- versario temible, es esa nave submarina que invade y destruye, tras un mar de superficie serena, que orienta sus baterias al abrigo de la sombra, que ambiguamente labora en la niebla, imposibilitando para toda defensa y que sdlo ha de revelarse entonando fieros gritos victo- riosos sobre los vencidos en las batallas de la deslealtad. gDénde estan nuestras leyes sociales? Tan necias y pueriles son las existentes que no valen la pena de to- 91 marse en cuenta. ;{Y si por lo menos se cumplieran! Ellas por el formulismo que las envuelve son material- mente impracticables. Cuando en Colombia se ha intentado una huelga, siempre son los obreros los perdidosos a su final, y como gracia complaciente se miran las timidas exigencias que a veces les son conce- didas. A mas de que, como sucedié en afios pasados en el Ferrocarril de la Sabana, los obreros que la habian iniciado fueron lanzados a la calle. gSucede esto en los grandes paises? No. Es del momento el caso de la Liga de Inquilinos de Barranquilla. Liga justa, legal y posi- ble en todos los pafses. ,Qué sucede aqui con ella? Se la disuelve por la fuerza, se encarcela y luego se destie- tra a su director el sefior Gutarra. En dias pasados la prensa publicé el hecho revelador de un magnifico empleado del Ferrocarril de Girardot; fue suficiente que éste encabezara un memorial en que se reclamaba un médico de los obreros, para que fuera arrojado de su empleo aun a despecho de la opinién contraria del Ministro respectivo. E] mismo Ministro negé el poste- rior reclamo que los ferrocarrileros le hicieran para que se les concediese la prima de Navidad, que en todas partes es concedida en casos semejantes. El Ministro contest6 que el Gobierno perdia dinero. Cuando una vez los obreros de esta ciudad intentaron reclamar algo que era conveniente a sus intereses en forma que los trabajadores de otras partes hubieran calificado de timida, se les abaleé en las calles de la ciudad. En el Cauca los cultivadores de la tierra son arrojados de las tierras que su trabajo ha laborado, y ias autoridades, en los respectivos reclamos fallan, como es natural, a favor de los capitalistas. A diario, también la prensa, y tenemos a la mano multiplicados hechos, da cuenta de la manera ignominiosa como son tratados en todo el pais los cultivadores para favorecer los intereses de la clase pudiente. En Guataqui, poblacién cercana a Girardot, basta que unos desgraciados trabajadores in- tenten reclamar de su amo una extorsién menos gravo- 92 sa, para que éste haga incendiar las destartaladas habi- taciones de los reclamentes, y ellos tengan que emigrar con sus esposas e hijos de una tierra que sdlo por ellos habia producido. Dos de aquellos infelices murieron a causa del incendio en el Hospital de Girardot. gDonde las leyes que castiguen estas atrocida- des y den proteccién a los proletarios? No existen. gDénde la organizacién defensiva de que en otros paises gozan? No existe. Pero hay mas: el problema en Colombia es mas agudo. En Colombia los trabajadores no sdlo carecen de lo que en otros paises son elemen- tales derechos, sino que en su contra existe aquello que ya ha sido abolido del derecho universai. En Colombia todavia existe la esclavitud. Los colombianos de la Goajira, el Putumayo, etc., son cambiados por articu- los como lo saben cuantos han viajado; y piblicamente, sin que la conciencia nacional —que parece tener alien- tos de caéncer— se estremezca, son regalados los hom- bres. Toda la prensa de la ciudad publicé en diciembre de 1923 este textual telegrama de Riohacha: “con gran solemnidad y en presencia de las autoridades de Barranquilla le fue regalado al Cardenal Benllock un joven goajiro, que su Eminencia ofrecié llevarlo en su comitiva, educarlo y presentarlo personalmente a los Reyes de Espana”. Este no es un caso aislado, es algo que a diario se repite. Nosotros quisiéramos ver en manos de todos y cada uno de los colombianos el importante libro, reciente- mente dado a la publicacién, de) doctor Jorge Alvarez Lleras, titulado ‘“‘E] Chocd’’. Una racha de convulsiones dolorosas atraviesa el espiritu a la lectura de aquellas paginas que revelan la vida de esclavitud en que se arrastran los mineros y demés habitantes indigenas de aquella region. ‘Contra la idea preconcebida respecto de las cualidades negativas de la raza negra —dice el doctor Alvarez— el viajero en el Choco se admira grandemente de la ignorancia manifiesta tenida en el interior del pafs a propdsito de los negros chocoanos, 93 quienes son para él, guias desinteresados, compafieros de trabajo, bogas expertos y honradisimos, humildes servidores y generosos y hospitalarios amigos”. Y sin embargo toda esa generosa raza de compatriotas “vegeta en el vicio y se envenena con el alcohol” que “el Estado paternal les propina para enriquecer a unos pocos”. ‘“Malisimamente alimentados ~agrega el doctor Alvarez— los negros del campo no conocen las medicinas e ignoran los mas elementales remedios, pues para procurarse un poco de sulfato de soda o una dosis de quinina, por ejemplo, necesitan enviar desde su rancho. a buscar tales elementos a sitios distantes tres o cuatro dias de horroroso camino”. La vida de tos in- dios de aquellas regiones es igualmente dolorosa, y andan “enteramente desnudos”. Exactamente lastimo- sa es la situacién de los numerosos indigenas del resto del pais. Acaban de llegar a la ciudad unos comisiona- dos de aquellas tribus a reclamar del Presidente de la Reptblica proteccién para sus intereses. Claro es que nada se les concederd. Seguiran sufriendo la misma extorsién, sus miseros terrenos les seguiran siendo arrebatados, se les continuara obligando a trabajar para sus crueles dominadores, mientras se ven sometidos a la enfermedad, el hambre y la desnudez. Toda esta vida de injusticia social intolerable, continuara y, sin em- bargo, como en la comedia “aqui no ha pasado nada’. Acabamos de leer el ultimo informe del Comisario especial del Caqueta (diciembre 23 de 1923) y alli se habla de “orden publico”, de “rentas”, de “‘eleccio- nes”, pero ni una palabra le merece al Comisario la vida social de aquellas regiones, como si ella fuera la mejor. Esto no impide que el Estado gaste en la coloni- zacién de aquellas gentes cantidades crecidas de dinero; ese dinero se da a religiosos extranjeros para pagarles la dura opresién y el exterminio que ejercen sobre la fuer- te raza de nuestros aborigenes. Dinero se gasta, pero no para favorecer a las clases oprimidas, sino para compla- cer a los afortunados. 94

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