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El pensamiento social en

nuestra historia contemporánea

Todas esas tendencias se acendran en el decenio revolucionario 1920-30,


en el que irrumpen anárquicamente las nuevas inteligencias de las gene-
raciones de postguerra. En esa época —por la presión de unos hechos que
desbordaban los viejos cauces del Estado— la generación del Centenario
produce sus mejores aunque modestas obras críticas ("Interrogantes sobre
el progreso de Colombia", Laureano Gómez; "De cómo se ha formado la
Nación Colombiana", de López de Mesa y "Problemas Colombianos", de
Alejandro López), y las nuevas generaciones, conmovidas por la insurgencia
universal del proletariado, por el mantenimiento de las condiciones feudales
de trabajo y de vida en el campo colombiano y por la impetuosa aparición
de la clase obrera en fábricas y haciendas capitalistas, en obras púbicas y ta-
lleres, se entregan al proselitismo revolucionario, por una acción espontánea,
improvisada, mesiánica, en la que se mezclan todos los evangelios.
Si Luis Carlos Pérez'8 , se tomase el trabajo de estudiar la manera como han
hecho su aparición los nuevos credos sociales en América Latina, incluyendo
el marxismo, no habría incurrido en la simpleza crítica de rebajar el aporte
doctrinal de Gaitán por el hecho de que no fue un marxista puro ni supo aplicar
ala historia colombiana el materialismo histórico y con frecuencia confundía
el positivismo y el marxismo. "Las Ideas Socialistas en Colombia" no son
un aporte original desde el punto de vista de la teoría pura, sino un primer
examen de las condiciones de existencia del capitalismo en Colombia —en
respuesta a la manoseada tesis de que en nuestro país no había capitalismo
njproblema social— y un valeroso enunciado de los objetivos esenciales de
la revolución colombiana.
En esta tarea, Gaitán —lo mismo que todas las gentes de su generación,
a la izquierda y a la derecha— era más un intuitivo que un dialéctico, ya que
nadie estaba formado críticamente para estudiar a profundidad las tesis eco-
nómica; políticas y filosóficas del marxismo. El estilo de la generación nq
se forma en el análisis crítico, sino en la predicación y exégesis de los nuevos
djagmaE____
de la reviolucio taria. La verdad es que ni un solo marxista de

I S Pérez, Luis Carlos, FI pealan-Jimio _filosófico de Gaitán, Editorial Los Andes, 1954,

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Antonio Garcia Nossa

la época llegó al socialismo previa la lectura de "El Capital" de Marx o el


conocimiento de sus antecedentes económicos ingleses, políticos, franceses o
filosóficos alemanes. En Ja Universidad colombiana del 20, no se sospecha-
ba siquiera la existencia de Hegel y no es mucho lo que se barruntaba de la
economía política inglesa. Lo que habla estado en el horizonte intelectual de
las j u ventudes Marx, ni Engels, sino Co mte v S encer ué exigirle
a cs tcración sin maestros y cu contactos con el pensamiento
social del mundo se efectuaban a través de la Hacienda Pública de Esteban
Jaramillo y la Economia Politica de Ler_oy Boileau?
Lo que se planteó a la generación del 20 -en un momento crucial de la
historia del mundo y de nuestra propia historia- fue la necesidad ineludible
de orientarse ella sola, de bastarse ideológicamente, de guiar a Ios demás
antes de haber aprendido a guiarse a sí misma. El marxismo de entonces
no funcionaba como método de pensamiento, sino como profesión de fe: Io
que atraía irresistiblemente a Marx no estaba consignado en la doctrina eco-
nómica sino en las formulaciones simples de la lucha de clases. Es evidente
que se trataba de un marxismo elemental y escolástico: ¿pero en 25 arios de
historia posterior, ha aparecido un marxismo diferente? ¿Puede citarse una
sola obra fundamental de interpretación marxista de la historia colombiana
o de análisis de su constitución social, política y económica? ¿Algún marxista
-de las varias generaciones que han adoptado y abandonado sucesivamente
tal denominación- ha determinado las leyes de transfc•rmaciOn de la socie-
dad colombiana? Ni el esquema marxista de la historia puede satisfacernos
mucho más definitivamente que el de Compte, ni tenemos derecho a reírnos
pedantescamente de la tendencia a fraguar la historia en esquemas. El intento
de clasificar en etapas o estadios de cultura el desarrollo de la sociedad, es
nada menos que la tendencia general que adopta el pensamiento dialéctico en
la historia contemporánea_ Marx no está tan Tejos del esquema de Compte
como lo cree Luis Carlos Pérez; ni Compte y Marx tan desprendidos de la
filosofa histórica de Vico y Hegel. Todo esto no hace sino demostrar que la
ortodoxia marxista ha sustituido el pensamiento dialéctico por el dogmatismo,
el análisis por el absolutismo critico_
La falla crítica de Pérez -en su recortado y escolástico juicio sobre el
pensamiento filosófico de Gaitán, tan impregnado del resentimiento mar-
xista contra el gran líder- es la misma falla de toda ortodoxia: la de someter

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Galán y el problema de la revolución colombiana

autoritariamente el pensamiento o los procesos sociales a unos arquetipos, a


unas normas o patrones de verdad, para determinar su naturaleza dogrná-
ricamente_ Con este sectario criterio escolar, ¿qué revolucionarios "puros"
y qué marxistas "verdaderos" han existido en la historia, aparte de Stalin,
Lenin y quizá Carlos Marx? ¿Todo eI problema teórico con Gaitán se reduce
a saber si era o no marxista, si se amamantó doctrinariamente en Deville
o en Stalin, si aplicó el materialismo histórico o si fue un vulgar renegado
del materialismo?
Lo cierto es que Gaitán no fue marxista, como no lo fue nadie en su
generación, porque el desarrollo de las ideas sociales en Colombia no daba
siquiera para un consecuente y sistemático racionalismo. La dominación
marxista era -ni más ni menos- una enseña de provocación y desafio. A
pesar de sus anhelos y pretensiones, ni Gaitán, ni Luis Tejada, ni Turbay,
ni los valores representativos de la agitación evangélica de entonces, tenían
un 'Pensamiento filosófico, económico y político marxista, no obstante que
acc .taban -sin beneficio de inventario- las supersticiones y dogmas del
marxismo militante. Gaitán, por ejemplo, en '>Las ideas socialistas en Co-
lombia", no encuentra diferencia entre comunismo y socialismo y adopta,
ed¿'SlástIcarnentila tesis lie la inevitabilidad futura de la sociedad comunista,
remate teórico de los esquemas sociales del marxismo.
Entre los esquemas históricos de la ortodoxia marxista (colectivismo
primitivo, esclavismo, feudalismo, capitalismo, socialismo, comunismo) y
los esquemas de la ciencia positivista compteana, no existe tanta diferencia
como supone Luis Carlos Pérez, aunque tampoco la identidad que sugería
Gaitán. Pérez no le perdonó a Gaitán n.i siquiera los errores derivados de la
propia dogmática, como la afirmación de que a las generaciones presentes
les correspondía construir el socialismo y a las futuras la sociedad comu-
nista, con Io que Gaitán no quería decir -siguiendo desinteresadamente
la linea de su pensamiento- que todo sea un problema de generaciones, sino
que eLproblcma de la revolución comunista no podrá ser planteado sin
resolver previamente el de la construcción socialista de la sociedad. Gaitán
aceptaba estas dos tesis maestras de la ortodoxia marxista: la primera, la de
que el socialismo es una "sociedad de tránsito", un puente levadizo hacia
el comunismo; la segunda, la de la inevitabilidad de la sociedad comunista.
No es cierto -como escribe Pérez- que "Gaitán se dejase llevar por las

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Antonio García Nossa

simplezas con que en nuestro país ha tratado de sustentarse una querella


de generaciones, a fin de esconder los verdaderos motivos que agitan en el
fondo'" 9 La simpleza es creer que hablar de generaciones no tiene ningún
.

contenido histórico y sólo sirve para negar el proceso de las luchas sociales
¿Quien ha dicho que los términos dase y generación son mluzeinfes, corno
categorías históricas?
En el decenio 1930-40 -enmarcado entre una crisis y una guerra uni-
versales- las nuevas generaciones se ven compelidas a descubrir, por su
cuenta y riesgo, la ciencia económica y las nuevas formas de pensamiento
social. En esto consiste su heroísmo y su drama, Nunca fue más dramática
la orfandad intelectual de una generación -frente a hechos como la depre-
sión, el paro forzoso, el fascismo, la paz armada, la guerra total- ni más
desoladora la discontinuidad entre una generación y otra. ¿Cuál podía ser
el sislerna de engarce, si la juventud del año 20 no tenia nada fundamental
que aprender y la Generación del Centenario no estaba formada para la
transmisión sistemática de conocimientos? Ni Laureano Gómez, ni Alfonso
López, ni ()Tina Pérez, ni Alejandro López, ni López de Mesa, tenían
como objetivo ermilar a pensar a las nuevas generaciones, en términos de
Economía, Sociología, Filosofia o Antropología Social, aunque Alejandro
López. hablase de organización científica "del. trabajo y de dirección empre-
saria, Ospina Pérez expusiese las ideas administrativas de Fayol, López de
Mesa intentase la proeza de hablar de "sociedad americana" -si bien en
las "Disertaciones sociológicas" no se exhiba un concepto claro ni de la
sociología ni de la historia de América- y Alfonso López fuese un brillante
y ocasional agitador universitario de grandes temas económicos.
De] diletantismo arqueológico c indigenista de Cuervo Márquez, Miguel
Triana y Armando Solano, tenia que recorrerse un gran trecho para conocer
la arqueología sistemática de Gregorio Hernández de Alba o la sociedad
histórica de Guillermo Hernández Rodriguez. De/ diletantismo económico
de Ios "agitadores de ternas", tenia que llegarse difícilmente al estudio sis-
temático de la teoría -de Smith a Keynes, pasando por Marx- y al análisis
sistemática de nuestro propio desarrollo. Y así corno en el decenio /943-53
las ciencias sociales adquieren un carácter subiersfvo porque descomponen
-

y denuncian ]a deforme constitución de la vida económica, el arbitrisrno


Gai tán
' y el problema de la revolución colombiana

fiscal, la permanencia de la vieja hacienda pública, la identificación del


Estado y las clases privilegiadas, el naufragio de las libertades y del sistema
de representación popular— en el decenio 19304() aparecen a las nuevas
generaciones como "ciencias inútiles". Si la orientación de la política del
Estado es un problema de gerentes de empresa, de hombres prácticos, de
administradores del mercado electoral, ¿cuál podía ser la utilidad de los
economistas, de los estadígrafos, de los antropólogos sociales?
La ausencia de pensamiento sistamític-o en la conducción de la econo-
mía, de la administración y del presupuesto públicos, propagó en el país y
en las universictades un profundo escepticismo por a teoría científica. Los
hombres prácticos del Republicanismo del año 10 —teóricamente liberales
y prácticamente conservadores, en ambos partidos— ni siquiera intentaron
convertir el Presupuesto en un Programa Económico. La generación del
20 carecía de formación y alicientes para la investigación científica y para
el descubrimiento social de su propio y contrahecho país: ni estaba organi-
zada espiritualmente para ese descubrim lento, ni se había visto empujada a
recorrer, en cámara lenta —como la última generación de guerras civiles— su
laberinto de "islas" y de pueblos, de regiones encerradas en su pequeño
horizonte geográfico y de hombres enclaustrados en su concepción local
de la vida,
El "'regreso del liberplismo al poder" no sirvió para estimular las
facultades creadoras, sino los apetitos y demandas de todo ocupante de
turno del Estado, El camino de la política —por el que debía transitar la
juventud de derecha e izquierda— no Ie exigía a nadie la superación, sino
la intriga, no le pedía obras sino influencias, no le enseñaba a conquistar
la verdad de su país y de su pueblo sino a conquistar votos. "Llevamos 20
años de situación política irregular en demasía en que la juventud de uno
y otro partido desempaña papeles nimios y plebeyos. La juventud liberal
nace a la vida pública sin esperanza de que su partido llegue algún día
al poder y le brinde un campo fecundo de realizaciones inspiradoras de
7íciZaTii5r--- de re7nciamientos. La juventud conservadora... surge sin
más aliciente que la conservación y defensa del poder heredado, la cap-
tación de las influencias que dan acceso al favoritismo, sin más virtudel
que la del seguimiento"n.

20 López, Alejandro, /de arium liberal. Edic. La Antorcha. Paris, 1931, p. 190.

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1
Antonio (Jarcia Nossa c)

El regreso del liberalismo al poder en el año 30, demostró que ésta era
sólo una verdad a medias, ya que la juventud liberal iniciada en la agitación
revolucionaria -pero incapaz de realizar una obra revolucionaria desde el
Estado- se planteó también como problema sustantivo de la política el de
la "conservación y defensa del poder recién heredado".
En el decenio 1940-50 empieza a cuajar la investigación científica y la
especialización en el campo de las ciencias sociales, pero su papel no sólo
es mirado con descopflanza o desdén por el Estado, sino que no encuentra
soportes ni en las clases, ni en Ios partidos. La guerra sirvió para demostrar
la absoluta incapacidad de los partidos y las "clases dirigentes" en la tarea
de adaptar el Estado y la vida política a las nuevas situaciones conflictivas
del mundo: el pais no podía enfrentarse a las luchas y problemas del siglo
XX con una débil armadura política de siglo XIX. Ni el Estado, ni las clases
udieron resolver los más elementales problemas de capitalizacióny
productividad: no sabían estimular el ahorros ni eran capaces de orientar las
invasiones privadas o públicas, ni podían neutralizar siquiera la economía
del .11esperdicio.
E.1 estado dinástico sólo pudo defender los intereses que representaba,
per s a o -
O' •
• so e . •
- cuando ya resultó
inoperante el sistcjna de las "facultades extraordinarias" al Presidente de
la República: por medio del Estado de sitio, -impuesto al país como sistema
regular de vida desde la segunda Administración López y no sólo desde
1949- el pais comenzó a ser tratado como los paises ocupados militarmente,
Nadie puede decir que haya quedado en pie ni una sola garantía, ya
que no se necesita permiso de la Constitución para que los partidos y la
fuerza pública hayan aplicado la pena de muerte. Ni inviolabilidad de la
persona humana ni libertad de conciencia, ni inviolabilidad de domicilio,
ni inviolabilidad de la correspondencia, ni libertad de asociación, ni liber-
ti tad de palabra, ni libertad de movimientos, ni derecho a ser tratado como
persona sujeta de Derecho de Gentes. Frente a este estado de cosas, ¿qué
odian ser las ciencias sociales unnpliendo su misión de mostrar simple
y objetiva rnente los hech ciencias,sicibversivas? Subversi,y1 Ia econo-
mía que exhibía los problemas y la incapacidad de los dirigentes del Estado
para resolverlos. Subversiva la antropología social que sacaba a flote la vida
jaral triz saija,p,r,ir.
e iianga. Subversivas las finanzas

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Gaitán y el problema de ta revolución colombiana

públicas que enseñaban a escudriñar el oscuro subfondo del presupuc-sto_


Subversiva la sociología que mostraba a la luz del sol las llagas de nuestro
pueblo y los privilegios de nuestras clases ricas. ¿No es subversivo todo lo
que atenta contra un orden político de cosas, aunque sea a nombre de ka
verdad científica y de la justicia?
Pero el drama nacional no sólo ha consistido en que han hecho crisis los
medios tradicionales de vida, sino en que no existen clases ni partidos que
puedan entenderla y resolverla. Ni las clases altas, ni los partidos, tienen
un pensamiento secial: su actividad se restringe al enriquecimiento y a la si9
captura o conservación del 2oder. Las clases ricas controlan e] proceso
económico, pero no han asumido la responsabilidad de dirigirlo de acuerdo
con un pensamiento, con una concepción del desarrollo nacional; sus vo-
ceros hablan del crédito de 'lamento pero han mantenido la banca como una
industria privilegiada de banqueros y comerciantes; pregonan la necesidad CI E
de que se forme un mercado interno, pero le quitan la tierra a los campesi-
nos —transformándola de bien de cultivo en bien de especulación— aumenta
la escasez de alimentos y materias primas e imponen la política de altos
precios y bajos salarios; decretan diariamente la industrialización del país, "

pero ni saben aumentar las tasas naciones de ahorro, ni sus inversiones se (1,1
guían por otro concepto que el mercantilista de obtener la mayor ganancia
con el menor riesgo; preconizan la urgencia de aumentar la productividad
del trabajo, pero son incapaces de mejorar la productividad del capital o tr
de crear oportunidades de formación técnica de la mano de obra; claman
por la eliminación de los impuestos regresivos, pero prefieren que el presu- C
puesto de ingresos del Estado se monte sobre los impuestos de consumo; (4/
quieren la libertad económica para ellas, pero eI monopolio ejercido sin
esfuerzo sobre la economía de las otras clases; aspiran a la seguridad, pero szt
lc quitan el piso a cualquier sistema de seguridad social para las clases
trabajadoras; imponen el proteccionismo arancelario, pero emplean las
tarifas como método de extorsión de los consumidores; aconsejan el aho-
rro a las clases pobres —cuando éstas deben quitarse el pan de la boca para
convertirlo en Depósitos de Ahorro pero carecen del concepto económi-

co del ahorro y vegetan sobre una economía de desperdicio. ¿Cuál es el


pensamiento económico de las grandes corporaciones capitalistas? ¿Cuál
es la política de industrialización nacional que ha estudiado y expuesto la

77
a
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1
'Ir
▪ c
a Nal Antonio García Nossa
k
Asociación Nacional de industriales? Absolutamente ninguna. Lo único
que conocemos es cuales son sus intereses -sus demandas restringidas de
clase- en materia de aranceles, de cambios internacionales o de crédito. Es
tal la ausencia de pensamiento de las grandes corporaciones, que la Andi
participó activamente en la campaña para derrotare! Proyecto de Reforma
Bancaria presentado por Gaitán al Congreso en 1947: y lo que perseguía
este proyecto no era la socialización del crédito, ni cosa por eI estilo, sino
un régimen de intervención en la política comercial de los bancos, con eI
objeto de que el crédito se orientase hacia la industrialización y el fomento.
Los "economistas prácticos" de la Andi ni siquiera entrevieron los alcances
económicos el proyecto! ¿Para qué habían de entenderlo -en su proyección
teórica y politica- si han tenido en sus manos los Consejos de Economia y
todos los órganos de intervención económica del Estado?
Si examinamos la nómina de los Ministerios de Hacienda en los últimos
1
3 años, constatamos eI hecho de que -con muy pocas excepciones- lo han
r, sido los mismos directores intelectuales de la Andi. Estos préstamos políticos
t> • al Estado, se han sometido a una obvia contrapartida: la identificación de
la política económica y fiscal del Gobierno con sus intereses de clase. Los
r diversos gerentes que han ocupado el Ministerio de Hacienda, llevando a
.u

r'"-, 5 3 él su criterio de hacienda privada, se han declarado partidarios de la infla-


ción corno economía de prosperidad, mientras las Naciones Unidas hacen
esfuerzos sobrehumanos •ara controlar en el mundo -Lespecialmente en
I
II ll'sp~bdesarrollados- la letra inflacionista. Por medio de la política
.
4
"inflacionista de las grandes corporaciones, se ha logrado que algunas em-
• presas den unos pasos adelante, a cambio de que 105 pueblos tengan que
caminar kilómetros atrás. Si las clases trabajadoras tuviesen conciencia
económica, darían la batalla contra la inflar,:án una importancia mas grande
que a los reajustes de salarios nominales y una importancia tan grande como
r
ala violencia politica. La carrera de precios que ha rebajado en dos terceras
ti partes el poder adquisitivo del peso -en menos de 15 años- ha hecho más
5
ricos y más pobres que todas las guerras civiles.
.%
.
Las clases trabajadoras tampoco tienen un pensamiento económico.
5:21 Los dos partidos tradicionales y el partido comunista han esterilizado su
..111 12
"

tf
inteligencia y sus instintos de conservación. Ni los partidos, ni los sindica-
: I tos, ni las cooperativas, le han enseñado a diferenciar sus propios intereses.

78
Gaitán y d prublenna de la revolución colombiana

No saben ni elle les conviene ni cuáles son sus derechos, ni a qué podría!'
aspirar: su. actividad politica se Emita a seguir, multitudinariamente y sin
ninguna contraprestación, a los grandes caudillos que les asignan las o 1-
garquías liberales y conservadoras. Por esa actividad deben vivir, padecer y ,
morir, Los_partidos no las han formado políticamente, por la sencilla razón
de que no están hechos para el adoctrinamiento sino para el reclutamiento,
no tienen como objetivo la superación de la vida nacional, sino la adminis-
tración rivile electorales o guerras civiles_ El papel
de los partidos -siempre en trance de imponer su hegemonía electoral y
burocrática en el Estado • explica su aversión por los programas, por los
compromisos ideológicos, por eI establecimiento de normas doctrinarias
de conducta_ Se le exige políticamente al pueblo que repudie la "lucha de
clases", pero la vida de la nación sólo se regula por el concepto clasista
de las clases altas: la lucha que ha funcionado de arriba para abajo -en un
sentido de opresión y sojuzgamiento- no se quiere que funcione también
de abajo para arriba, en un sentido de liberación justicieral.
Los partidos no están obligados a nada: la única ley inexorable es la de
su irresponsabilidad, en la oposición o en el gobierno. Ni su incapacidad,
ni sus vicios, ni sus crímenes, pueden tener sanciones, ya que no existe
en el pais una opinión pública, sino opiniones cegadas y fanatizadas en
el compromiso de partido_ En su afán de perduración, los dos. partidos
"tradicionales" no han encontrado otro camino que el de impedir la exis-
tencia independiente de una opinión pública, dando a su militancia un
trataniicnto de montanera-"polvareda de hombres"-y envenenándola con
los más estériles odios. En sus manos, la historia no es una experiencia,
sino una inicua tradición pasional: la mitad de los colombianos -liberales
o conservadores- sólo conoce la historia como un método para encuadrar
las varias generaciones en el campo de los héroes o en el de los villanos, y
de justificar la actitud de vindicta. La dinámica del partido no se origina en
la ideología, en el programa, en el sentido de servido, sino en la necesidad
de encubrimiento. Aun delitos infamantes -como el asesinato en masa,
la castración, la fortuna, más frecuentes en la civilizada historia de hoy
que en la bárbara historia de ayer- no han llegado siquiera a los tribunales
porque encuentran la cortina protectora de la solidaridad de partido. No hay
criminales donde la moral pública descansa sobre el principio inmoral y

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subversivo -desde el punto de vista de la especie humana- de que ei ~do
resporde. Los políticos de las grandes familias, liberales y conservadoras,
como la Señora Warren de "La trata de blancas", de Bernard Shaw, creen no
prostituirse personalmente cuando se enriquecen y encumbran apoyándose
en la prostitución de los demás. ¿A semejantes instrumentos de corrupción
y violencia puede llamárseles órganos de opinión pública e instrumentos
de realización de la vida republicana? Todo lo contrario: son los grandes
obstáculos que le han impedido a la nación encontrar su sentido histórico
y sus caminos de vida republicana...
El partido comunista no pudo modificar en nada este cuadro político,
ya que fue ganado por el. De una primera etapa anarquista -a lo Sacha
Yegulef pasó sin estaciones a la etapa de facción cortesana de la oligarquía
liberal, amparando y justificando doctrinariamente todos sus vicios y sus
delitos con la anchísima tesis de "la revolución democrático-burguesa".
Por eso es comprensible que los comunistas rebajen a Gaitán y adoren a
López, el gran demagogo dei liberalismo burgués. Los comunistas fueron
los agentes más enérgicos de los Gobiernos liberales en la tarea de convertir
el sindicalismo en un piso electoral del partido de gobierno: le postraron a
la condición de una montonera, sin rumbo propio, guiada por los partidos
y el Estado. ¿Cómo podía impedirse luego el desmoronamiento de este
movimiento sindical, arenoso, sin ideales, sin vida democrática, culpable
del delito de haber formado la conciencia social de las clases trabajadoras? A
la postre el sindicalismo no hizo sino reforzar los elementos de sustentación
de un sistema partidista no republicano. Desde el punto de vista ideológico,
el comunismo no le dio al país ni siquiera un programa origina] -ya que
sus programas son los mismos que se acuñaban antes en el Komintern y
ahora en el Cominforn ni un cuadro de líderes, ni una sola interpretación
-

de su historia, ni un solo planteamiento fundamental de sus problemas


vitales. Sus dos grandes tareas han sido estas: servir de agente a la política
rusa -colocando su centro de gravedad en la poderosa Rusia y no en la
humilde Colombia- y servir de agente de las "democráticas" oligarquías
liberales, las que en 16 años de gobierno dejaron al pueblo tal como lo
encontraron: pobre, ignorante, ingenuo, teniendo 9.ue creer con la fe del
campanero o teniendo que odiar con eI odio colérico del peor asesino. En
16 años de gobierno liberal, ni siquiera apareció la "zona neutra" en que

SO
Ciaitán y el problema de la revolución colombiana

soñaba, antes de 1930, Alejandro López, como elemento de civilización


de nuestras luchas políticas: - El día que logremos establecer una efectiva
y verdadera paz religiosa se formará una gran zona de opinión pública
neutra, lista a prestar apoyo a un partido o a otro, y entonces si tendrán
que delinear los partidos sus plataformas políticas y administrativas: caerá
el muro artificial que impide hoy votar sin desdoro por una plataforma que
se juzgue racional y saludable" 2 '.
La crisis orgánica del orden tradicional -cada día más asoladora, de-
licuescente y profunda- ha comprometido el desarrollo de las ciencias
sociales. Si los partidos, las ciases altas, las clases trabajadoras, los sindi-
catos, las corporaciones capitalistas, no tienen pensamiento económico,
ni han fijado su papel y su responsabilidad en el desarrollo de la nación
colombiana, las ciencias sociales -como ciencias de reconocimiento de
problemas y de formulación de soluciones- carecen tambien de papel, de
función práctica, de terreno de apoyo. La nación no podrá desarrollarse
sin el auxilio y la guía de un pensamiento social -económico, financiero,
antropológico- pero el pensamiento social no podrá desarrollarse mientras
todos los factores condicionantes de la vida nacional están en crisis. ¿Cómo
romper este circulo vicioso, si los partidos, los sindicatos, las corporaciones,
no tienen perspectiva para conocerle y entenderle? ¿Cómo hacer penetrar
semejante verdad trágica, en un país en el que los partidos no sólo no han
formado ninguna opinión pública, sino que han arrasado toda posibilidad
de que exista?

21 {M , p. 154,

si

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