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El impacto humano en la biosfera

David Christian

Por toscas que puedan parecer a los humanos actuales, las habilidades tecnolgicas que
posibilitaron esta expansin supuso un notable aumento del dominio tecnolgico
humano, un aumento que repercuti de modo significativo en los entornos paleolticos.
La agricultura de antorcha es el ejemplo ms espectacular, pues, segn parece, la
quema regular de tierras durante miles de aos poda transformar amplias zonas, a veces
de manera radical. En Australia, las especies amantes del fuego como los eucaliptos se
multiplicaron gracias a la agricultura de antorchas, mientras que otras especies se
redujeron; as, las tierras pobladas de eucaliptos que los emigrantes europeos tomaron
por la imagen natural de Australia eran, en realidad, tan artificiales como los jardines
paisajsticos de la Inglaterra del siglo XVIII.
Otra forma importante de moldear el entorno del Paleoltico fue empujar a otras especies
a la extincin. El perfeccionamiento de las tcnicas de caza y el creciente uso del fuego
tal vez desempearan aqu algn papel, como lo desempe la expansin hacia nuevos
entornos. Muchas especies grandes (la megafauna) estuvieron especialmente
amenazadas: mamferos, reptiles y aves que se reproducan despacio y, por lo tanto, eran
ms sensibles a los descensos demogrficos bruscos. Los matutes, los rinocerontes
lanudos y el gigantesco alce irlands desaparecieron de Eurasia septentrional e interior;
en Amrica del Norte desaparecieron los caballos, los elefantes, los armadillos gigantes
y los perezosos
Hace mucho que los cientficos discuten el efecto relativo del cambio climtico y las
caceras intensivas de animales en estas extinciones. Es posible que los dos factores
influyeran, pero cuando nos ponemos a datar las extinciones con ms precisin, se
acumulan los indicios de que las principales extinciones, sobre todo en las ltimas
regiones colonizadas como Liberia, Australia y Amrica, coinciden con la llegada de los
humanos.

Fuente: Christian, D. (2005). Mapas del tiempo. Introduccin a la Gran historia.


Barcelona: Crtica, p. 247-248.

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