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El documento describe el idioma argentino como un idioma único que se ha desarrollado a partir del español pero que ha sido influenciado por diferentes dialectos, grupos inmigratorios y características regionales dentro de Argentina. Se habla de las diferencias entre dialectos pero también de los elementos comunes como las citas bíblicas, refranes criollos y dichos populares. Finalmente, se enfatiza la necesidad de aceptar los cambios en el idioma de forma armoniosa con el tiempo.
El documento describe el idioma argentino como un idioma único que se ha desarrollado a partir del español pero que ha sido influenciado por diferentes dialectos, grupos inmigratorios y características regionales dentro de Argentina. Se habla de las diferencias entre dialectos pero también de los elementos comunes como las citas bíblicas, refranes criollos y dichos populares. Finalmente, se enfatiza la necesidad de aceptar los cambios en el idioma de forma armoniosa con el tiempo.
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El documento describe el idioma argentino como un idioma único que se ha desarrollado a partir del español pero que ha sido influenciado por diferentes dialectos, grupos inmigratorios y características regionales dentro de Argentina. Se habla de las diferencias entre dialectos pero también de los elementos comunes como las citas bíblicas, refranes criollos y dichos populares. Finalmente, se enfatiza la necesidad de aceptar los cambios en el idioma de forma armoniosa con el tiempo.
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Entre los más de 2.800 idiomas existen y los más de 3.000
dialectos que hay en el mundo tenemos uno y lo hablamos, por lo que se ve (el hecho alegraría a Roberto Arlt) desde el mejor lugar: usándolo, disponiendo de el, transformandolo en un manojo renovable y vivaz. Los que decimos hablar en castellano o español, hablamos en realidad en argentino. Aunque son visibles las diferencias entre un porteño de barrancas y un santiagueño de atamisqui. Para no ponernos tan pretenciosos ni riesgosamente generalizadores esto que se escucha en Buenos Aires es un nervioso promedio sacudido por modismos, lesionado por metáforas, infiltrado por el idioma de las calles, las jergas de los grupos, matizado por el gauchesco y por los ríos inmigratorios por el vesre y el culto. Nuestras bocas se llenan con citas de la biblia o sentencias de Perón y lo que decimos suelen ser versos, refranes criollos o astutos productos de la sabiduría popular. Hay muchos “hechos traumaticos” pero conviene “ir viéndolos” a su tiempo, “todo a su mediday armonisiosamente. Por eso, “no es cuestion de llorar sobre