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LO QUE ESCONDEN
LOS MITOS
IES RÍO JÚCAR
MADRIGUERAS (ALBACETE)
Portada: Hércules y Atlas: relieve y escultura viviente realizada por Cristina García Jiménez,
Héctor Carretero Milla y Pedro Martínez Jiménez.
EDITORIAL
No cabe duda de que los antiguos griegos y romanos daban bastante credibilidad a lo
que contaban sus leyendas, si bien intentasen una y otra vez pasar los mitos por la
que se especializó en racionalizar el mito hasta incluso los menores detalles. Después
fantasías de las cuales a lo sumo se podría extraer una enseñanza moral. El tiempo, sin
verdad detrás de algunos mitos, aunque esta sea solo una base histórica o geográfica.
vez plantear nuevas propuestas. Se trata en definitiva, de sentir que el mito, tras tantos
ÍNDICE
CONCLUSIÓN
COMENTARIO
El joven crece instruido en las armas y en las artes, pero su enorme fuerza le
ocasiona numerosos problemas por lo que Anfitrión decide enviarle al campo, como
pastor. Allí se hace adulto y alcanza una fuerza descomunal y una estatura fuera de lo
normal. Realiza, luego, otras hazañas por las que Creonte, el rey de Tebas, le concede a
su hijas mayor, Mégara, con la que tiene tres hijos. Pero Hera le volverá loco y en ese
estado mata a sus hijos. Como expiación debe ponerse a las órdenes de Euristeo, rey de
Tirinto y Micenas, y realizar los trabajos que él le encargue.
En el décimo trabajo debía traer vivas a Micenas las vacas del monstruoso
Gerión, ser de tres cuerpos que habitaba en Eritía, isla situada frente a la costa de Gades.
Los tres cuerpos estaban fundidos en uno de cintura para arriba y se mantenían como
tres de cintura para abajo. Las vacas estaban guardadas por el perro Orto y por el
vaquero Euritión. Hércules mata al can con la maza y al vaquero. Mata también a
Gerión, avisado por algunos pastores, Y mete las vacas en una vasija de oro que le había
regalado el Sol. A la vuelta algunas de esas vacas son robadas por un famoso ladrón, de
nombre Caco, aunque Hércules descubre el robo y da muerte a su autor. Finalmente son
entregadas a Euristeo que las sacrifica en honor de Hera.
Traer las manzanas de oro de las Hespérides será el undécimo trabajo que tenga
que cumplir Hércules. Para conocer la localización del jardín de las Hespérides,
Heracles tiene que encadenar a Nereo, divinidad marina, aunque éste opone fuerte
resistencia. En su camino encuentra a Anteo, el gigante hijo de Posidón o de la Tierra,
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que recibía una fuerza invencible por su contacto con ella. Éste tenía por costumbre
matar a todos los extranjeros que pasaban por su territorio. Hércules consigue derrotarlo
levantándolo en vilo y evitando así que siguiera recibiendo la citada fuerza.
En otra etapa de su camino libera a Prometeo que permanecía atado a una roca
por su desacato a Zeus. El titán en agradecimiento le indica el camino a seguir para
cumplir su encargo: primero debe buscar a su hermano Atlas y convencer a éste de que
sea él quien vaya a buscar las manzanas de oro al jardín de las Hespérides, que, según
parece, se encontraba en el sur de la península ibérica. Así lo hace, persuade al gigante
de que vaya a por los frutos, mientras él sujeta la bóveda celeste, castigo eterno al que
había sido condenado Atlas por Zeus, pero a la vuelta el titán se niega a colocarse de
nuevo bajo la bóveda, por lo que Hércules le engaña diciéndole que la sujete un
momento mientras él se pone una almohadilla. Cuando el gigante lo hace Heracles
escapa con las manzanas. Por fin las lleva a Euristeo quien se las regala a Hércules,
aunque éste se las entrega a Atenea que las devuelve a su lugar original.
COMENTARIO
Hasta hace unas décadas estos trabajos eran interpretados sin más como
producto de la fantasía. Sin embargo recientes hallazgos de productos micénicos en el
sur de España (cerámica micénica del Llanete de los Moros, junto a Montoro, fechada
en la primera mitad del siglo XIII a.C., en torno al 1300 a. C.) han confirmado los
intercambios entre los antiguos hispanos y los griegos micénicos. A la luz de estos
descubrimientos resultan mucho más plausible considerar que, tras los trabajos de
Hércules ubicados en occidente, en torno a Hesperia, se hallan expediciones en parte
comerciales, en parte de saqueo. Incluso la apertura de esta ruta comercial queda fijada
en el recuerdo por el nombre que tenía en la antigüedad el estrecho de Gibraltar:
estrecho de las Columnas de Hércules, por suponer que el héroe había abierto ese paso
en su viaje hacia Eritía. También es muy interesante la mención del legendario reino de
Tartessos, que aparecerá luego citado por Heródoto.
Sostenía García Bellido al estudiar todas estas cuestiones que la manía de ciertos
autores helenísticos, Estrabón uno de ellos, que considerar a Homero como un
historiador y geógrafo digno de crédito implicaba aceptar lo que no eran sino fantasías
que la critica moderna había de rechazar de manera decidida, citando expresamente
LO QUE ESCONDEN LOS MITOS
entre esas fantasías la noticia que facilita Asclepiades y Estrabón transmite de una
ciudad de nombre Odysseús en la sierra granadina. Con relación a esas hipotéticas
excursiones micénicas por tierras de nuestra Península, anteriores en varios siglos a los
tiempos de la formación de la cultura tartésica en Andalucía, va a ser muy difícil
obtener, en el hipotético caso de que las mismas hubieran sido reales, alguna prueba
documental que pudiera ser estudiada por la moderna Arqueología. Jaime Alvar, no
obstante, matizaba recientemente que "hace veinticinco años ningún investigador en
sus cabales hubiera defendido la existencia de una presencia permanente de
micénicos en Italia y hoy, incluso, se han excavado algunos de sus enclaves".
En fechas también recientes, con motivo de las excavaciones llevadas a cabo por
Martín de la Cruz en el Llanete de los Moros, en Montoro (Córdoba), se han
identificado fragmentos de cerámica micénica fechada en la primera mitad del siglo
XIII a.C., mucho tiempo antes de que los comerciantes fenicios arribaran a las costas
del sur de España. Es imposible precisar el modo en que esa cerámica llegó a nuestro
país, pero permite suponer una relación con los micénicos. El poblado ubicado en el
Llanete de los Moros debía recoger las producciones de minerales procedentes de la
zona de Cardeña, en la serranía cordobesa. El mineral era, precisamente, lo que atraía a
los viajeros orientales. Para profundizar en el conocimiento de la presencia micénica o
de otros pueblos del Mediterráneo Oriental en los siglos que anteceden al nacimiento de
Tartessos habrá que prestar especial atención a la evolución de la investigación
arqueológica en los próximos años, sin olvidar, además, la importancia de profundizar
en el estudio de los barcos representados en el abrigo de Laja Alta (Cádiz), sin duda
navíos de origen oriental, así como de interpretar adecuadamente los elementos que
decoran las denominadas estelas funerarias de guerreros propias del sur de nuestra
Península en los tiempos del Bronce, elementos en los que muchos investigadores ven
reflejadas las creencias funerarias propias del mundo griego antiguo.
Tampoco hay que pasar por alto el objeto de los viajes, las manzanas de oro y
los bueyes. En todos los tiempos, pero particularmente en épocas previas al uso de la
moneda, el oro y el ganado se convierten en símbolo de posesión de riqueza. Por tanto,
en sentido literal o figurado, los micénicos vinieron a las tierras de occidente en busca
de riquezas, y los viajes de Hércules son el testimonio oral deformado de la apertura de
una ruta marítima que unía Grecia con el extremo occidental del Mediterráneo y las
cercanas costas atlánticas.
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palacio y casas, de una fecha algo posterior; Troya III, IV y V, villas prehistóricas
construidas sucesivamente sobre las ruinas de Troya II durante el periodo transcurrido
entre el 2300 y el 2000 a. C.; Troya VI, una fortaleza, que abarcaba una zona más
amplia que los asentamientos anteriores, con grandes murallas, torres, puertas y casas
que databa del 1900 al 1300 a. C.; Troya VII a, reconstrucción de Troya VI, construida
después de que la ciudad fuera destruida por un seísmo; Troya VII b y VIII, de casas
sencillas de piedra, fechadas desde el 1100 a. C. hasta el siglo I a. C. aproximadamente,
y Troya IX, la acrópolis de la ciudad grecorromana de Ilión, o Nueva Ilión, con un
templo dedicado a Atenea, edificios públicos y un gran teatro, y que existió desde el
siglo I a. C. hasta aproximadamente el 500 d. C.
Heinrich Schliemann, que descubrió los primeros cinco asentamientos,
identificó Troya II con la Troya homérica. Los descubrimientos de Dörpfeld,
confirmados por Blegen, probaron que la Troya homérica debía identificarse con
Troya VII a, que fue destruida por el fuego en una fecha similar a la de la guerra de
Troya. Esta y no otra es la Troya que cantó Homero en la Ilíada.
Por su parte los documentos hititas nos han aportado datos precisos sobre un
país, conocido como Truisa en sus documentos, situado en la costa de Anatolia. Este
estado mantuvo relaciones con Hattušaš que oscilaron entre la sumisión y el
enfrentamiento abierto. Ayudó al país de Hatti contra Egipto en la batalla de Kadeš,
pero posteriormente se unió a la liga formada por Luqqa (Licia), Asuwa (Asia),
Wilusa (Ilión) y otros para enfrentarse con el Imperio Hitita con varia fortuna.
Finalmente Truisa fue destruida, quizá por los Ahhiyawa o aqueos de Rodas y
Mileto1. Es muy posible que este acontecimiento tuviera tanta resonancia en el mundo
micénico que dio pie a la leyenda troyana en sus múltiples y poetizadas variantes.
1
Sobre las relaciones hititas-aqueos es fundamental la obra de Page, History and the Homeric Iliad,
Berkeley, 1959, y también la Introducción a Homero, de R. Adrados, F. Galiano, L. Gil Y Laso de la
Vega, Labor, madrid, 1984, capítulo VII.
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COMENTARIO
2
Esteban de Bizancio, s. v. Σαµυλία.
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misma evolución que, por ejemplo, el grupo –osyo que va a dar lugar a los genitivos -
οι̃ο/-ου̃. Esta hipótesis está firmamente apoyada por la forma que aparece en los
documentos anatolios, es decir, T(a)ruisa. Podemos fácilmente conjeturar la forma de la
cual pudo derivar esta Truisa, es decir, *Trusya. Vemos que los nombres que
reconstruimos son idénticos salvo en un detalle: los diferentes timbres o/u. Además
podemos extraer fácilmente la raíz de este topónimo: se trata de trus/tros, según
consideremos el vocalismo. El otro elemento que aparece en ambas raíces es un sufijo
muy extendido –yā, que sirve para formar nombres de países en diferentes lengua: latín
Italia, griego Γαλατία, ruso Российя, árabe عربيةه, etc. El único pueblo cuyo nombre
presenta afinidad con los habitantes de *Trusya/Trosya serían los tirrenos o etruscos. La
raíz de este pueblo no indoeuropeo es trus/turs, tanto en griego como en latín. Así
tenemos en griego arcaico, es decir “tirsenos”, y más tardíamente Τυρρήνοι o
“tirrenos”: En latín los etruscos eran llamdos “Etrusci” o “Tusci”, que procede de un
latín arcaico *turscoi. Esta primera afinidad se refuerza si tenemos en cuenta que el
nombre Etruria deriva de *E-trus-ya. Lo hasta aquí expuesto nos conduce una única
salida lógica y coherente, y es pensar que el pueblo etrusco (o tirreno) y el pueblo
troyano están íntimamente vinculados, cuando no debamos establecer sin más que se
trata del mismo pueblo en dos fases de su existencia: los troyanos serían el pueblo
trus/tros conocido en su apogeo político y económico como potencia dominadora del
norte del Egeo y de la costa de Anatolia en el II milenio, mientras que tirrenos o
etruscos serían sus gloriosos continuadores en el mediterráneo occidental, tras las
migraciones que se produjeron en torno al año 1000 a. C. Damos por supuesto que la
patria de los etruscos es el Asia Menor. Un solo inconveniente parece tener esta
propuesta de etimología y es el hecho de que la raíz que hemos propuesto oscila entre
trus y tros. Pero este obstáculo es sólo aparente, puesto que tanto el lemnio como el
etrusco tienen una sola vocal posterior, que en lemnio es notada o (pronunciado como o
cerrada en la grafía jonia) y en etrusco u. Por tanto nos hallamos ante la misma raíz.
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ÍTACA
Hay muchas dudas acerca de que la isla llamada Ítaca en la actualidad sea la
patria legendaria de Odiseo (Ulises), el
protagonista de La Odisea de Homero. El autor
describe 26 lugares específicos de Ítaca y ninguno
de ellos parece corresponderse con la moderna
Ítaca. Existen varias teorías para explicar por qué
esto es así, ninguna de las cuales es concluyente.
Por otro lado, algunos estudiosos creen que puede
que se trate del lugar donde habitara el mismo
Odiseo. Se han intentado localizar en la actual
Ítaca ciertos lugares a los que hace referencia
Homero, como se ve en el mapa adjunto.
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OTRAS TEORÍAS
Ante el hecho de que la descripción que hace Homero se aviene poco a la Ítaca
actual algunos investigadores han buscado en otros lugares la localización de la isla de
Ulises. Así el arqueólogo Dörpfeld sostuvo que Levkas sería realmente Ítaca.
TESTIMONIOS DE HOMERO
Los de Duliquio y las sagradas islas Equinas, que están situadas frente a la costa de
Élide; al frente de éstos iba Meges Filida, igual a Ares, al que había engendrado el
cochero Fileo, caro a Zeus, que había emigrado a Duliquio, enemistado con su padre.
A éste cuarenta naves le seguían. A su vez, Odiseo acaudillaba a los magnánimos
cefalenios, que poseían Ítaca y su frondoso Nérito y administraban Crocilea y la
escarpada Egílipe, a los que poseían Zante y administraban Same y sus alrededores, y
a los que poseían el continente y regían la costa de enfrente. De éstos era jefe Odiseo,
igual a Zeus en ingenio. A éste, doce naves, de proas rojas, le seguían.
Soy Odiseo, el hijo de Laertes, el que está en boca de todos los hombres por toda clase
de trampas, y mi fama llega hasta el cielo. Habito en Ítaca, hermosa al atardecer. Hay en
ella un monte, el Nérito de agitado follaje, muy sobresaliente, y a su alrededor hay
muchas islas habitadas cercanas unas de otras, Duliquio y Same, y la poblada de
bosques Zante. Ítaca se recuesta sobre el mar con poca altura, la más remota hacia el
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Occidente, y las otras están más lejos, hacia Eos y Helios. Es áspera, pero buena
criadora de mozos.
Hasta ahora, se pensaba que el reino de Ítaca estaba en la isla jónica de Ithaki.
Pero el equipo de Bittlestone dijo que cree que está en Paliki, una península en la
isla de Kefalonia, al oeste de Ithaki. Bittlestone, que quedó intrigado por el misterio
mientras estaba de vacaciones en Grecia, consiguió la ayuda del clasicista de Cambridge
James Diggle y el geólogo de Edimburgo John Underhill para perforar un pozo de 122
metros en la franja que une Paliki con el resto de Kefalonia. El equipo de investigadores
no encontró roca caliza sólida, lo que sugirió que Paliki podría haber sido una isla por sí
sola. El equipo dice que las avalanchas y los deslizamientos de tierra causados por
terremotos podrían haber llenado un antiguo canal marítimo. Bittlestone aseguró que se
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harían más pruebas a lo largo del istmo para probar su teoría. "Existen evidencias de
que estamos tras la pista correcta", afirmó. "Durante miles de años la gente pensó que
Homero estaba equivocado en la descripción de Ítaca. Creo que Homero estaba en lo
cierto pero no lo vimos porque el paisaje ha cambiado", agregó.
COMENTARIO
Hasta aquí de Internet y los libros más conocidos. Ahora nosotros, atando cabos
y con Homero en la mano y después de leer esto, nos encaminamos a la península de
Paliki: de la mano de Google Earth, tras un atento examen de las fotografías que nos
proporciona, observamos que:
1. Entre Paliki y Cefalonia hay un valle que correspondería al estrecho que separa
Ítaca de Cefalonia. Aquí es donde recientes excavaciones han comprobado la ausencia
de roca caliza.
2. Al norte de la isla hay un puerto natural con forma de tenaza que es donde Odiseo
llega desde Feacia. La descripción corresponde perfectamente con lo que dice Homero.
“En el pueblo de Itaca hay un puerto, el de Forcis, el viejo del mar, y en él hay dos
salientes escarpados que se inclinan hacia el puerto y que dejan fuera el oleaje
producido por silbantes vientos; dentro, las naves de buenos bancos permanecen sin
amarras cuando llegan al término del fondeadero. Al extremo del puerto hay un olivo
de anchas hojas y cerca de éste una gruta sombría y amable consagrada a las ninfas
que llaman Náyades. Hay dentro cráteras y ánforas de piedra y también dentro
fabrican las abejas sus panales. Hay dentro grandes telares de piedra donde las ninfas
tejen sus túnicas con púrpura marina ¡una maravilla para verlas! y también dentro
corren las aguas sin cesar. Tiene dos puertas, la una del lado de Bóreas accesible a los
hombres; la otra, del lado de Noto, es en cambio sólo para dioses y no entran por ella
los hombres, que es camino de inmortales. Hacia allí remaron, pues ya lo conocían de
antes, y la nave se apresuró a fondear en tierra firme, como a media altura ¡tales eran
las manos de los remeros que la impulsaban! Éstos descendieron de la nave de buenos
bancos y levantando primero a Odiseo de la cóncava nave, le colocaron sobre la arena,
rendido por el sueño, junto con su manta y resplandeciente sábana. También sacaron
las riquezas que los ilustres feacios le habían donado cuando volvía a casa por
voluntad de la magnánima Atenea.
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Conque colocaron todo junto, cerca del tronco de olivo, lejos del camino no fuera que
algún caminante cayera sobre ello y lo robara antes de que Odiseo despertase, y se
volvieron a casa”. Canto XIII.
3. Desde ese
puerto la ruta
natural lleva al
centro de la isla,
donde aún hoy
hay caseríos
dispersos. . Uno
de ellos fue
donde Eumeo
cuidaba las
piaras de
Odiseo.
«Llégate en primer lugar al porquero, el que vigila tus cerdos, quien se mantiene fiel
y sigue amando a tu hijo y a la prudente Penélope. Lo encontrarás sentado junto a los
cerdos; éstos están paciendo junto a la Roca del Cuervo, cerca de la fuente Aretusa,
comiendo innumerables bellotas y bebiendo agua negra, cosas que crían en los cerdos
abundante grasa. Detente allí, siéntate a su lado y pregúntale por todo, mientras yo voy
a Esparta de hermosas mujeres a buscar a tu hijo Telémaco, Odiseo, pues ha marchado
a la extensa Lacedemonia junto a Menelao para preguntar noticias sobre ti, por si aún
vives.» Canto XIII
5. Al sur hay una minúscula isla con una pequeña ensenada, ideal para que un barco se
oculte. Aquí estarían emboscados los pretendientes que aguardaban el regreso de
Telémaco.
“Hay una isla pedregosa en mitad del mar entre Itaca y la escarpada Same, la isla de
Asteris. No es grande, pero tiene puertos de doble entrada que acogen a las naves. Así
que allí se emboscaron los aqueos y esperaban a Telémaco”. C IV.
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A: La población principal de Paliki (la única que merece este nombre) tiene hoy un
puerto artificial.
B: Observando la línea de la costa se ven unos desniveles acusados en los campos que
bordean la ciudad. Estos desniveles podrían perfectamente corresponder a un puerto
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natural cegado luego por la erosión. Algunos de estos terrenos están hoy a una altura de
6-8 m. sobre el nivel del mar.
C: Muy cerca del puerto hay un promontorio sobre una pequeña elevación, entre 24 y 29
metros sobre el nivel del mar. Se trata de un lugar estratégico, de fácil defensa. Aquí
podría estar la acrópolis de la antigua ciudad y la casa de Odiseo.
CONCLUSIÓN
Si todo lo que llevamos dicho tiene sentido, así serían las islas vecinas de Ítaca hace
unos 3.000 años:
LO QUE ESCONDEN LOS MITOS
La fotografía ha sido obtenida de Google Earth y manipulada por nosotros para mostrar
el canal entre Ítaca y Cefalonia.
¿Qué les ha parecido? ¿Les convence la idea? A nosotros sí. Y creemos que a Homero
también.
LO QUE ESCONDEN LOS MITOS
6. CUESTIONES DIDÁCTICAS
I. Hacer una línea del tiempo con los principales acontecimientos de las civilizaciones
minoica, micénica y griega arcaica.
II. Busca la definición de: laberinto, mégaron, atlas, Aries, Tauro, tirreno, odisea, Minotauro,
catasterismo y Leo. ¿Con qué mito o personaje mítico se relaciona cada término?
III. Relaciona con los contenidos de esta publicación: el buque oceanográfico Hespérides; la
compañía de aviación Iberia; las columnas del escudo de España; el pretendido origen
troyano de los fundadores de Roma; la cordillera marroquí del Atlas.
IV. Relaciona con los contenidos de esta publicación las siguientes obras literarias: Medea de
Eurípides, El viaje de los Argonautas de Apolonio de Rodas, la Odisea de Homero, El toro
del mar, de Mary Renault; El Vellocino de Oro, de Robert Graves.
7. BIBLIOGRAFÍA
CÓRDOBA ZOILO, Joaquín María. Las relaciones entre oriente y occidente durante el primer
milenio A.C. Revista de estudios albacetenses, Albacete, 1984.
HESÍODO La teogonía. Ed. bilingüe de Luis Segalá. Visión libros, Barcelona, 1986.