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DIPLOMADO DE FILOSOFÍA CON MENCIÓN EN ÉTICA Y POLÍTICA

SEMINARIO DE KANT

LA INSOCIABLE SOCIABILIDAD
Una aproximación hacia los conflictos sociales

Prof. Sandro Caviglia

Erick L. García Cerrón

2008
La insociable sociabilidad

«El medio del que se sirve la naturaleza para lograr


el desarrollo de todas sus disposiciones es el
antagonismo de las mismas en la sociedad, hasta el
extremo en que éste se convierte en la causa de un
orden legal de aquélla. Entiendo aquí por
antagonismo la insociable sociabilidad del hombre
(…) »

(Inmanuel Kant, Idea de una historia universal con


propósito cosmopolita)

L
a insociable sociabilidad supone un concepto-marco que permite
pensar mejor las dificultades actuales de las democracias, tanto en
la esfera internacional como en el proceder de la reacomodación
política establecida sobre la base de un pluralismo interno de
carácter cultural y, en su caso, de carácter nacional. Kant desarrolla
este concepto a partir de la condición de conflictividad devenida del
antagonismo que es inmanente a la condición del ser humano. Sin el
antagonismo seguiríamos en el Estado de naturaleza hobbesiano, mientras que
con él entramos en la historia y progresamos. Se trata de un progreso que,
desde luego, no es lineal ni camina hacia un logro objetivo definitivo y perfecto.
Como máximo, piensa Kant, podemos afirmar que la historia, sus altibajos se
orienta (muestra una intención) hacia una sociedad «cosmopolita» que no nos
garantiza para nada que en el futuro nos aguarde una sociedad armónica.

El hombre posee una propensión a entrar en sociedad, porque en tal estado se


siente más como hombre, es decir, siente el desarrollo de sus disposiciones
naturales. Pero también tiene una inclinación mayor a individualizarse, pues
encuentra igualmente en sí mismo la cualidad insociable, que le lleva sólo a
desear sus sentidos y a esperar, por ello, resistencia por todas partes, del
mismo modo que sabe que, por la suya, es propenso a la resistencia contra los
demás. Más esta resistencia es la que despierta todas las fuerza del hombre y
le lleva a superar su inclinación a la pereza y, movido por el ansia de honor, de
poder o de bienes, a procurarse un rango entre sus congéneres, a los que no
puede soportar, pero de los que tampoco puede prescindir.

Así, la insociable sociabilidad se constituye en el motor de la historia humana la


que define las disposiciones naturales que determinan nuestro modo de vivir en
sociedad. Al momento de obtener patrones culturales específicos se conjugan
con el modo de vivir con otras personas lo cual permite la convivencia
conforme a unos valores determinados por la moral colectiva. Ahora bien, tal
como lo estable Kant, somos egoístas solidarios, este hecho determina la raíz
de nuestro progreso como especie. Se trata de un antagonismo que constituye
el motor de un desarrollo histórico que nunca acaba, y que se cristaliza en una
tensa conjunción entre el poder y el derecho en las sociedad modernas.
(REQUEJO, Ferrán y VALLS, Ramón, 2007)

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La insociable sociabilidad

El Derecho resulta fundamental dentro de esta situación de insociable


sociabilidad. Como creación humana y natural viene dado por determinaciones
de la moral y la evolución de esta idea dentro de hombre. Conviene recordar
que para Kant el Derecho se encuentra constituido por aquellas normas que
emanan del poder legislativo y que ese poder garantiza su vigencia social
mediante la amenaza de coacción, la primera función del derecho es coordinar
los arbitrios de los miembros de la sociedad para garantizar la estabilidad del
orden civil de la sociedad. Kant admite que esta función del derecho es
independiente de su validez racional. (SERRANO GOMEZ, 2004, p. 74).

Pero, ¿Cómo es el derecho que regula esta relación de insociable sociabilidad


entre los hombres? Para empezar debemos distinguir entre derecho en sentido
estricto y derecho en sentido amplio y desarrollar luego desarrollar sus
manifestaciones practicas en la realidad. El derecho estricto o restringido es
aquel que no está mezclado con nada ético y, por tanto, no exige sino
fundamentos externos porque, aunque presupone la conciencia de la
obligación, no apela a la conciencia como móvil; únicamente se apoya en la
amenaza de coacción. El derecho estricto remite a un sistema de normas
positivas, que tiene vigencia social gracias a que se respalda en un tribunal
que garantiza la eficacia de sus decisiones mediante el uso de los recursos de
coacción públicos. En otras palabras, el derecho estricto presupone la
existencia de un poder legislativo y judicial, como componentes centrales de un
orden civil; se trata de la dimensión del sistema jurídico que perciben las
teorías empíricas del derecho.

Por otra parte, se encuentra el derecho en sentido amplio, en el cual es


imposible determinar mediante ley alguna la capacidad de coaccionar. El
derecho en sentido amplio tiene un carácter equívoco, se encuentra entre la
esfera del derecho y de la moral. Es un derecho que exige una decisión
jurídica, pero no existe para él ningún juez competente. De hecho Kant admite
que su pertenencia al ámbito jurídico es discutible (pertenece más al ámbito de
la política), pero al mismo tiempo, afirma que se trata de una realidad social
que explica en parte la dinámica histórica del derecho.

Pues bien, se ha establecido desde el principio que la idea de insociable


sociabilidad va permitir analizar los problemas de la democracia ya sea en su
plano nacional como internacional, así como la introducción de los conceptos
de sociedad cosmopolita, patriotismo y ciudadanía. Pero todo este marco no
puede concebirse sin clarificar el papel que ocupa el derecho en el
establecimiento de la paz y consensos.

Podremos afirmar que para que el derecho sea justo basta con que se adecue
a las exigencias morales, pero inmediatamente surge la pregunta respecto a la
generalidad de la moral. ¿La bienes morales pueden ser los mismos y
extenderse en con la misma estima por todos los ordenamientos jurídicos?
Particularmente creo que no. Además, la aspiración a la paz perpetua y una
sociedad cosmopolita se sostienen sobre la base un de derecho en sentido
amplio. Como sabemos la comunidad internacional y sus múltiples acuerdos no
son más que aspiraciones políticas consensuadas pero que en la actualidad no

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La insociable sociabilidad

contienen un sistema que las haga exigibles. Sobre este punto la crítica
Hegeliana se encuentra vigente. Hegel no hace una crítica directa sobre la
concepción de derecho en Kant, manifiestas una dura posición respecto a los
ideales Kantianos sobre la sociedad cosmopolita y de la paz perpetua que se
sostienen sobre esta idea de Derecho. Hegel cree que la evolución de la
realidad y sus complejidades engendra por sí misma mecanismos de
interacción que tienden a la solución de los conflictos. Pero no cabe esperar
que los imperativos morales posean por sí solos la fuerza necesaria para
unificar a la Humanidad y extinguir las guerras. Mientras la sociedad
internacional carezca de auténtico poder legislativo, judicial y punitivo seguirían
siendo impotentes. El horizonte kantiano, para Hegel, se queda pues, en
sermón moral, tan ello como ineficaz. Sin embargo, tampoco debemos exigir de
Kant la formulación completa de la idea de comunidad internacional, los
derechos y responsabilidades entre los Estados y mejor forma de hacerlo
efectivos en la práctica. Basta establecer en este punto que propuesto por Kant
sirvió para dar inicio a la teorización sobre las relaciones internacionales.

Los hombres así como los Estados viven en un péndulo de sociabilidad e


insociabilidad, sus relaciones se encuentran marcadas por el estado de
naturaleza hobbesiano. No obstante, esta situación se encuentre conjugada por
la moral y la razón. Estas ideas se delimitan un uso regulativo. Son el marco de
ordenación de nuestros conocimientos y actividades que nos permiten darnos
una visión global del mundo. Parte de estos referentes son las ideas sobre
patriotismo, nacionalismo y cosmopolitismo.

Particularmente es importante mencionar al cosmopolitismo moral. Este refiere


a la idea de que todos los seres humanos pertenecen a una colectividad moral.
Se trata de una concepción normativa que crea obligaciones respecto a los
demás miembros de dicha colectividad, con independencia de las
características especificas de nacionalidad, lengua, religión. El cosmopolitismo
representa un logro a nivel de la especie human, una finalidad de la humanidad
que incentiva el avance de la especie hacia la paz perpetua en el mundo
empírico. El cosmopolitismo actuaría, así, como una restricción al fanatismo y a
la obsesión del patrimonio nacional, sea este mayoritario o minoritario en el
Estado (REQUEJO, Ferrán y VALLS, 2007, p. 141)

No está garantizado, que la humanidad progrese constantemente hacia algo


mejor. Los conflictos son inherentes a las colectividades humanas. Y resalta la
importancia de instituciones capaces de dirimir entre los conflictos de valores,
intereses e identidades que se producen en unas colectividades
crecientemente plurales. Es más importante el progreso moral y político para
alcanzar en el mundo instituciones que permitan garantizar derecho a escala
global. En esta línea, el avance cosmopolita puede verse como un avance
hacia unas democracias liberales más refinadas moral e institucionalmente en
el orden interno que incluyan las dimensiones culturales y nacionales del
pluralismo a proteger; el pluralismo político en la esfera internacional. Se trata,
por así decirlo, de un cosmopolitismo incardinado en los contextos empíricos
específicos, aspa como en la insociable sociabilidad de los humanos.

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La insociable sociabilidad

Los conceptos Kantianos de cosmopolitismo y de patriotismo presentan, sin


embargo, límites conceptuales y de realización política. Ambos conceptos se
muestran en cambio más relevantes si se entienden a la luz de dos
perspectivas: a) la insociable sociabilidad que caracteriza la doble pulsión
conflictiva y cooperativa de los humanos –que pueden caracterizarse como
egoístas solidarios o empaticos- , y b) del uso regulativo de las ideas de la
razón, el cual, según el propio Kant, caracteriza la capacidad cognoscitiva de
los humanos más allá de su voluntad.

La idea de insociable sociabilidad evoluciona con Hegel, quien enfoca esta idea
a partir de los conflictos que se generan dentro de la sociedad. Según
REQUEJO Ferrán y VALLS Ramón para entender estos conflictos bastará
enumerar tres clases de conflictos muy actuales: los que se sustancian en la
misma sociedad civil, los que necesitan la intervención del Estado, y los que se
producen entre la sociedad civil globalmente considerada y el Estado. Ponen
como ejemplos: el conflicto de intereses entre los pequeños comerciantes que
se soluciona en el interior mismo de la sociedad civil. En segundo lugar, el
conflicto entre los pequeños comercio y las grandes superficies exigen
inevitablemente una regulación emanada del poder político. y en tercer lugar, la
complejidad y el peso de la sociedad civil suscitan conflictos estructurales con
el Estado.

Para comprender este punto en un escenario actual es necesario entender la


tensión que existe entre expectativas normativas asociadas a un concepto
restringido de ciudadano. Si bien es cierto que el concepto de ciudadanía es
difuso y contradictorio, es necesario para entender la lógica que existe en la
relación entre Estado e individuo. En el concepto de ciudadanía existe una
tensión perenne entre o público y lo privado. La libertad y las leyes que te
limitan de una forma que se antepone el bien público a las decisiones o actos
que puedas tomar. En el caso de la ciudadanía liberal (en la cual nos
encontramos circunscriptos) se ha tendió que enfatizar la dimensión de los
derechos, al tiempo que las obligaciones quedan oscurecidas o silenciadas. Se
nos otorga privilegios pero éstos no son inherentes a la naturaleza humana,
sino el resultado de procesos concretos y precisos de negociación de derechos
y obligaciones.

Un ciudadano es un sujeto que se encuentran en la plena facultad de disfrutar y


hacer valer sus derechos dentro de la sociedad civil hegeliana. Necesita
reconocerse y ser reconocido en el ámbito social, pues es en relación con los
demás que puede alcanzar sus fines. Cuando Hegel coloca la insociable
sociabilidad en la sociedad civil, resalta sobre todo que el antagonismo que
reside en ella es fuente de conflictos pero también a su vez es factor de
socialización. No solamente enfrenta y enfrenta a los Estados entre sí, sino que
también nos educa para la ciudadanía.

La insociable sociabilidad es un concepto que complementa tanto en sus


dimensiones individuales como sociopolíticas, también resulta ser un rasgo
insuperable del mundo contemporáneo: el pluralismo de valores, intereses e
identidades que habitualmente revisten un carácter agonístico y que remiten a

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La insociable sociabilidad

componentes emocionales. Se trata de un pluralismo que a principios de siglo


XXI muestra limitaciones por la misma raíz del mismo. Este hecho nos permite
entender que como humanos siempre vamos a vivir en constante conflictos
irresueltos. Si bien es cierto que la moral nos va a ayudar a perfilar soluciones
antes la explosión de conflictos, estas condiciones deben ser complementadas
con motivaciones de carácter racionalista como es el derecho.

Una forma de evitar estos conflictos se desarrollan a partir de los postulados


planteados en Jena. Su teoría del reconocimiento que toma como punto de
partida la necesidad de alcanzar la paz a través de las tres formas de
reconocimiento: a) amor, b) reconocimiento de derechos y c) valoración social,
encaja de cierta forma con el postulado de la insociable sociabilidad. La
sociabilidad de carácter racional que reconoce como necesaria que todo
hombre para el cumplimiento de sus fines debe expresarlo a través del
derecho; las normas jurídicas cumplen la función de sostener las relaciones
humanas mediante la seguridad jurídica que ofrece la ejecutoriedad de la
normas. Por su parte esta pulsación que sigue siendo la sociabilidad también
se manifiesta en la valoración social que se brindan los hombres. Tal como lo
afirmar Honneth, la valoración social desarrolla a partir del solidaridad y
estimación de los mismos compromisos morales. (HONNETH, Axel. 1997)

También la idea de insociable sociabilidad puede desarrollarse dentro del


marco del Estado. El Estado es el gran logro de la resolución de los
antagonismos naturales de las pasiones y los deseos de los hombres. Su
fundación termina con el modelo hobbesiano que tanto Kant como Hegel
quieren superar. El Estado es un instrumento para la solución de los conflictos
que se van presentando. Kant considera que para resguardar el Estado es
necesario impulsar cierto orden cosmopolita en busca de la paz perpetua. Sin
embargo, respecto a esta afirmación considero que una respuesta más
adecuada para el mantenimiento de la paz dentro del Estado sería promover
relaciones de reconocimiento que en la práctica resulten más concretas que los
postulados de la razón o aspiraciones cargadas de moralismo pero que no
vinculen a nadie en su cumplimiento.

Considero que estas alturas del conocimiento humano la propuesta de


insociable sociabilidad ya esta interiorizada dentro del sentido común de la
humanidad. Quizás algunos lo llamen de una forma distinta pero las
pulsaciones humanas que se repelen y se atraen han servido para entender el
avance de la humanidad y poder desarrollar teorías contemporáneas respecto
a como alcanzar la paz entre lo hombre. Sin duda es poco plausible que alguna
vez se encuentre soluciones duraderas a todos los conflictos, sin embargo, tal
como se desprende del análisis de Kant y continuado luego por Hegel siempre
podremos encontrar elementos que nos permitan obtener respuestas que nos
ayuden a disminuir el nivel de conflictividad de la sociedad humana.

Bibliografía

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La insociable sociabilidad

HONNETH, Axel. La lucha por el reconocimiento. Por una gramática moral de los conflictos
sociales (edición original alemana de 1992, traducción al castellano de 1997)

REQUEJO, Ferrán y VALLS, Ramón. Somos conflictivos, pero… Actualidad de la tesis de


Kant sobre la insociable sociabilidad de los humanos y su prolongación por parte de Hegel.
Revista ISEGORÍA. Revista de Filosofía Moral y Política, No. 37, julio-diciembre, 2007, 127 -
163.

SERRANO GOMEZ, Enrique. La insociable sociabilidad: El lugar y la función del


derecho y la política en la filosofía práctica de Kant. Barcelona. Anthropos Editorial,
2004

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