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UNA GOTA DE SABIDURÍA

El ánimo y la enfermedad
“El ánimo del hombre soportará su enfermedad; mas ¿quién soportará al ánimo
angustiado?” (Pr. 18:14).

En una de las lecturas que hice para un estudio sobre la disciplina, hallé una afirmación sobre
su importancia para vencer la enfermedad. Enseguida pensé que también era útil para evitar
esas ideas tipo fórmula para ser sanos y las declaraciones de fe con las que se pretende
mover la diestra divina. No obstante, lo que sí sabemos es que Dios en su gracia nos ayuda a
entender nuestras debilidades y fortalezas. No nos creó tan frágiles como para que
claudiquemos irremediablemente ante la adversidad. Él nos hizo con la capacidad para tener
ánimo. A veces nos fallan las fuerzas y soportamos, pero otra cosa es cuando hay un ánimo
angustiado. Nuestro proverbio lo enseña claramente: "El ánimo ayuda a sanar al enfermo,
pero ¿qué esperanza tiene el que pierde el ánimo?" (PDT). Y la NVI lo traduce: “En la
enfermedad, el ánimo levanta al enfermo; ¿pero quién podrá levantar al abatido?” Una
anciana vivía sola en su casa y la familia decidió llevársela a vivir a otra. Ya en su nueva
residencia dijo: “dígales que me lleven a mi casa pues si no me voy a morir” y hundió la
cabeza. A los días murió. Había perdido el ánimo que la sustentaba y eso le quitó la vida.
Ganar la lucha contra el desánimo depende de lo que pensamos y de nuestras convicciones.
Identifique los pensamientos negativos, desalentadores y cámbielos por aquellos que le
preparen para enfrentar cualquier tensión antes, al comienzo, durante y después de ella. El
salmista se dijo: “¿Por qué te abates, oh alma mía y te turbas dentro de mí? Espera en Dios…”
Nunca se desanimará quien piensa en la verdad y en los propósitos de Dios.

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