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Dios creó a la humanidad para tener una relació n con él. Nuestro pecado y
rebelió n rompieron esa relació n e hicieron imposible complacerlo y vivir
en una relació n correcta con É l (Isaías 59: 2).
A la mañ ana siguiente, Pedro encontró a Jesú s orando solo y le dijo que
"todos te está n buscando". Se corrió la voz acerca de la capacidad de
curació n de Jesú s, y los enfermos e indigentes comenzaron a alinearse
para tener la oportunidad de ser sanados. Pensarías que las personas que
hacen fila para verte y curarte es una gran oportunidad para el ministerio,
¿no? ¿Qué dice Jesú s?
Marcos 1:38.
"Pasemos a las pró ximas ciudades, para que yo también predique allí,
porque es por eso que salí".
Jesú s sabe que la curació n es temporal. É l sabe que todos los que sana
finalmente morirá n independientemente de si los cura o no. É l elige
buscar una curació n má s duradera predicando el Evangelio del Reino y
pidiendo a las personas que crean y se arrepientan en lugar de sanar a
má s personas.
Aquí hay algunos consejos que Jesú s desea que sigamos para promover
una sanidad espiritual que sea verdadera en todo el mundo:
1. Predicar el Evangelio
"Señ or, ayú dame, estoy enfermo" o "ayú dame a ganar má s dinero" en
lugar de "gracias por salvarme "o" ayú dame a vivir con la eternidad y el
evangelio en mente ". Oremos con el Evangelio y la eternidad en mente.
Pablo les dice a los cristianos que "se regocijen siempre en el Señ or" en
Filipenses 4: 4 porque en el Evangelio, Dios salva a los pecadores y los
sana espiritualmente. Si eres un cristiano comprado con sangre, puedes
tener plena confianza y alegría en Dios por lo que É l ha prometido hacer,
y eso debería hacerte desbordar de alegría.
Espiritualmente ( Salmo 103: 2-3; Jeremías 3:22; 1 Pedro 2:24; Isaías 53:
5)
Físicamente (2 Reyes 5:10; Isaías 38: 15-16; Salmo 41: 3; Salmo 107: 19-
20; Mateo 14:14)
Dios puede usar el sufrimiento físico para un propó sito superior al que
entendemos. Otras veces, la curació n no llega. Pero incluso con la muerte
inminente, puede haber un propó sito má s elevado. Un creyente
moribundo puede dirigir la vida hacia el Padre y su mensaje de esperanza
en Cristo.
1.- Pídele a Dios que te guíe. El primer paso comienza en un lugar donde
estés tranquilo y solo, sin interrupciones. Con lá piz y papel en la mano.
Platica con É l ú nico que te conoce desde el vientre de tu madre, El
Espíritu Santo, pídele que te traiga a la memoria todos aquellos eventos
de tu vida que te han perjudicado, aú n que te muestre á reas escondidas
en tu inconsciente y que quizá no recuerdes normalmente, á reas donde É l
desea trabajar en sanidad en ese momento. É l será la lá mpara que guiará
tus pasos por la senda que debes atravesar, solo empieza.
2.- Trabaja las áreas que Él te revele. Después, pídele al Señ or que te
muestre las personas que te han maltratado y circunstancias que te han
dañ ado desde que fuiste concebido en el vientre de tu madre que tú sepas.
Escribe todas las cosas que É l vaya trayendo a tu memoria, aun las que
parecen insignificantes, sí É l te las recuerda es porque hay una herida ahí.
Confía en Dios, É l tiene un tiempo para cada cosa. Ú nicamente te va a
recordar cosas que estés listo para sanar. Má s adelante cuando repitas el
proceso, es probable que Dios te recuerde otras cosas. Cada cosa a su
tiempo.
Ø Hay muchas cosas que pensaste y sentiste pero que nunca expresaste,
está n guardadas en tu memoria y corazó n y esto es como veneno en tu
alma.
Puedes empezar con las personas que má s te han herido, solo há blales y
exprésales có mo te sentiste cuando lo hicieron.
5.- Expresa la ira y los reclamos que tengas contra ti mismo. Después
de expresar toda la ira que tienes contra otras personas, has lo mismo con
tu propia persona, todo lo que sientes contra ti. Muchas veces han
sucedido diferentes cosas en las cuales te has culpado por lo que pasó o
hay actitudes de ti mismo que te molestan. Es necesario que hables todo
esto.
Lo siguiente es perdonar.
Mateo 6:15. “Si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro
Padre os perdonará vuestras ofensas”
9.- Asume la responsabilidad por tus actos. En éste paso, vas a asumir
la responsabilidad de todos tus errores y pecados que cometiste.
Ø Reconó celos, tanto los que cometiste con toda la intenció n y aun te
gozaste en ellos, como los que hiciste por ignorancia.
11.- Acepta el perdón de Dios. Una cosa es pedir perdó n, otra cosa es
perdonarse así mismo y otra aceptar el perdó n.
12.- Pídele a Dios que sane tus heridas emocionales. Dile Señ or sana
todas mis heridas aun desde el vientre de mi madre, todo rechazo que
haya padecido, todo aquello que me a dañ ado a través de todos estos
añ os. Todo lo que mis padres, personas, o có nyuge me haya hecho. Dile al
Señ or que te comprometes a buscar en É l, la plena satisfacció n de todas
tus necesidades y que renuncias a buscar en otras cosas, personas o
prá cticas que te puedan de nuevo dañ ar lo que só lo a É l te puede dar. Su
palabra dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados”. (Isa.53:4-5)
13.- Declara tu sanidad. Si has seguido fielmente cada paso solo afirma
que ya has trabajado tus á reas emocionales, y que como resultado de esto
recibes la paz de Dios y el amor de É l, pídele ahora que llene todos tus
vacíos, donde antes había odio, rencor, tristeza, desaliento, resentimiento,
culpabilidad u otros etc. Que ahora los llene la presencia del Espíritu
Santo, pídele que sane y selle poniendo sobre de ti su bá lsamo de gozo y
de amor. Declara ahora que eres completamente sano en todas tus
emociones.
14.- Bendice a los que te dañ aron. En el nombre de Jesú s, bendice ahora a
todas las personas que te han dañ ado de una por una mencionando su
nombre. Ora por cada uno de ellos, pidiendo al Padre que les muestre sus
errores y les dé también a ellos la sanidad que Dios te da. En caso de que
algunas personas no sean salvas, extiende el amor salvador de Cristo,
pidiendo al Padre por la salvació n de ellos. Cada vez que tú bendigas, las
raíces, y las fortalezas de los espíritus se van cortando y debilitando má s y
má s.
16.- Ahora alaba a Dios por tu sanidad. Dale gracias a Dios por lo que
acaba de hacer en ti. Ser agradecidos con nuestro salvador es reconocer
que su obra es maravillosa y que todo lo obtenemos solo por su gracia y
amor. ¡Alá bale! ¡Y solo dale la gloria a É l! , derrama tu corazó n a É l en
gratitud y alabanza porque só lo Dios se lo merece.
17.- Pídele a tu consejero que te ministre. Hasta este momento has tenido
la ayuda de tu pastor o ministro que te ha ido llevando en esta
ministració n, ahora solo solicita a tu pastor o consejero (que te está
ministrando) que te imponga manos, te unja con aceite (símbolo del
Espíritu Santo) y te bendiga soltando el poder restaurador de Dios sobre
tu vida. É l te ira llevando para que hagas toda clase de rompimiento y
quebrantamiento espiritual que tengas que hacer. Déjate llevar y
bendecir, solo recibe en Cristo Jesú s.
18.- Invalida toda enfermedad que entró por tu alma. Las emociones
negativas que muchas veces guardamos producen consecuencias físicas
en nuestro cuerpo: dolores, depresió n y enfermedades. Esta comprobado
científicamente que el resentimiento produce artritis. El enojo y la ira
afectan el corazó n, el desequilibrio emocional afecta la mente, y así
sucesivamente. Solo renuncia así:
Ejemplo: “Padre celestial, ahora renuncio a todo dañ o que haya entrado a
mi cuerpo por medio de las emociones negativas. Deshago el efecto que
tuvieron estas emociones sobre todo ó rgano, células y metabolismo de mi
cuerpo, Hecho fuera toda enfermedad en el nombre de Jesú s”. “Ahora
ordeno que todo ó rgano y metabolismo de mi cuerpo funcionen
correctamente y recibo ahora el poder sanador y restaurador del Espíritu
Santo sobre todo mi ser, y me declaro sano; en el nombre de Jesú s”.
19.- Renuncia a los demonios que ejercen influencia en tu vida y cierra las
puertas de entrada. Debido a los sentimientos negativos los demonios
tiene base legal sobre tu vida para atacarla, al perdonar y ser sano
interiormente como lo hemos venido diciendo ellos perdieron todo su
derecho legal que tenían en ti. ¡Los demonios no tienen má s que hacer!,
¡Só lo tienes que renunciar a ellos y echarlos fuera en el nombre de Jesú s!
Ejemplo: “En el nombre de Jesú s, renuncio a todo espíritu inmundo que
tienen influencia en mi alma. Renuncio a espíritus de rencor, ira, odio y
deseo de venganza. Renuncio a demonios de dolor, tristeza, temor,
depresió n y amargura. Los ato y los quebranto con el fuego del Espíritu
Santo, los expulso de mi vida y los envío a las plantas de Jesú s, Me desligo
de ellos, les cierro las puertas de mi vida y les ordeno: ¡No regresen!,
¡Fuera En el nombre de Jesú s!”.
Dile al Señ or: “Padre te pido perdó n por los pecados cometidos y de abrir
estas puertas para que sataná s me oprimiera, ahora en el nombre de Jesú s
cierro toda puerta legal, me arrepiento de corazó n y te pido que ahora sea
tu Santo Espíritu quién tome el control de todas mis emociones,
sentimientos y voluntad, amen”.
“Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generació n de los que me
aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan
mis mandamientos”, (É xodo 20:5-6).
21.- Debes estar alerta a las iniciativas del Espíritu Santo. El proceso de
Sanidad Interior muchas veces no termina con una sola ministració n, sino
que es necesario que estés alerta, y de acuerdo a lo que el Señ or te
recuerde vuelvas a pedirle a Dios que te sane.
En caso de que Dios te muestre otras á reas de tu vida que está n heridas,
puedes volver pedirle ayuda a tu pastor o a algú n ministro, o también con
el poder del Espíritu Santo, auto minístrate sanidad interior. (En el tema
14 sabrá s como hacerlo) no permitas que las heridas continú en en tu
vida. Sé libre y sano de tus emociones.
También puede ser que necesites liberació n si solo sientes algú n tipo
opresió n que te esté atormentando, ¡¡Repréndelos en el nombre de Jesú s
y échalos fuera de tu vida! Recuerda que tú tienes toda autoridad en el
nombre de Jesú s
CÓMO ALCANZAR LA SANIDAD INTERIOR: 7 CLAVES PARA
OBTENERLA
Irritabilidad: ¡es fá cil irritarse con los demá s, aunque no estén haciendo
nada malo!
Hostilidad hacia Dios, hacia uno mismo y hacia los demás: debido a
las emociones atadas, una persona puede tender a sentirse hostil hacia
Dios, hacia otras personas en su vida, o incluso hacia sí misma. Esto
usualmente tiene sus raíces en una forma de amargura contra Dios por no
impedir que algo te suceda, amargura contra alguien que te ha ofendido o
dañ ado emocionalmente, o amargura contra ti mismo por los fracasos en
los que has caído.
¿Qué cosas has hecho que lamentas profundamente? Haga una lista de
las cosas que usted todavía, hasta el día de hoy, se arrepiente de haber
hecho. Si tienes sentimientos de auto-odio, auto-perdó n. Entonces
necesitas ser honesto y descubrir las heridas internas por las que estas
padeciendo.
Es vital que llegues hasta las raíces y expongas las razones específicas
por las que hay heridas que aú n no han sanado. Las infecciones
espirituales, como las infecciones naturales, se pudren y empeoran
cuando está n en la oscuridad; es importante traer los asuntos a la luz,
para que ya no puedan pudrirse, sino recibir la luz sanadora de Cristo en
esas á reas de la mente y las emociones del alma. Si no puedes ser honesto
contigo mismo, y sacar estas cosas a la luz, entonces só lo está s
impidiendo que el poder sanador del Espíritu Santo ministre esas heridas
y produzca sanidad en tu corazó n y en tu alma.
Culpar a Dios por tus problemas levantará una pared invisible, la cual
impedirá que su poder sanador fluya hacia tu mente y tus emociones. El
Espíritu Santo no invalidará nuestro libre albedrío, y cuando lo culpamos,
nuestro libre albedrío está poniendo nuestra mano en su rostro. Es
importante que nuestro libre albedrío permita su obra, y no lo culpe por
lo malo que nos ha sucedido. Es importante darse cuenta de que Dios está
a favor nuestro, y no en nuestra contra. É l desea verte sanado y
restaurado a la plenitud aú n má s que tú !
Abre esas heridas, y dale el dolor a Jesú s. Lo que debes hacer es abrir esas
heridas ante la luz (Jesú s), para que puedan ser sanadas. Mientras las
mantengas en la oscuridad, nunca sanará n completamente. Si tuvieras
una herida física, y se convirtiera en una infecció n, y simplemente
pusieras una venda sobre la herida, ¿resolvería eso el problema? Por
supuesto que no! Necesitas quitarte esa má scara, exponerla a la luz, y
aplicar la luz sanadora y matadora de gérmenes de Cristo en esa herida
para que pueda sanar.
Necesitamos darnos cuenta que Cristo ha tomado nuestro dolor en la
cruz, y si lo transferimos a él, él está esperando para sanar nuestras
heridas. ¿Por qué debemos llevar algo que Cristo ha llevado por nosotros
en la cruz?
1 Pedro 5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, par que él os
exalte cuando fuere tiempo; 7 echando toda vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene cuidado de vosotros.
Desarrollar una actitud agradecida es otra gran clave para recibir sanidad
para nuestras heridas emocionales. La gratitud lleva a la confianza - si
está s agradecido por lo que Dios te ha dado, entonces encontrará s fá cil
confiar en él en esas á reas de tu vida. El agradecimiento es también una
gran clave para superar los problemas de rechazo - ¿có mo es eso? Porque
cuando empiezas a mirar todo lo que Cristo ha hecho por ti, es imposible
que te sientas rechazado por tu Padre celestial, que es uno de ellos.
Quiero que te imagines a Jesú s parado a tu lado con lá grimas en los ojos,
sintiendo el dolor y el sufrimiento por el que está s pasando. Se nos dice
que arrojemos nuestras preocupaciones sobre él - ¿por qué? Porque él se
preocupa por nosotros! Imaginar a Jesú s parado junto a una situació n con
lá grimas en los ojos puede ser muy poderoso.
Juan 11:35-36 nos dice que, "Jesús lloró. Y dijeron los judíos: Mirad cómo
le amaba."
Comienza a estar agradecido por las pequeñ as cosas que Dios ha creado
para que disfrutes. Pequeñ as cosas como los pá jaros cantando en los
á rboles o por tu mascota, - ¡fueron hechas para que las disfrutemos! no es
difícil. Cuando nos damos cuenta de lo que Cristo ha hecho por nosotros, y
estamos agradecidos por un regalo tan caro que ha sido comprado con la
propia sangre de Jesú s para nosotros, entonces naturalmente
perdonaremos a los que nos perjudican - ese amor es contagioso y fluirá a
través de nosotros.
4. DEJAR EL TEMOR
Saber que Dios es un Dios bueno y que tiene en mente lo que má s nos
conviene, allana el camino para poder confiar en él por las
preocupaciones de la vida. Necesitas saber que puedes confiar en Dios
con tus necesidades, él las entiende, y desea ayudarlo!
Estar enfocado en los problemas crea una atmó sfera donde la depresió n,
la falta de perdó n, la irritabilidad y la desesperanza pueden reproducirse.
No puedes experimentar la sanidad interior mientras estés enfocado en el
problema. Si quieres recibir sanidad, debes dejar de enfocarte en el
problema y comenzar a meditar en la solució n.
Santiago 5:16 Confesaos vuestras faltas unos a otros, y orad unos por
otros, para que seá is sanados. La oració n eficaz y ferviente del justo
puede mucho. " " author_avatar="https://nuestrodios.com/wp-
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Una cosa ú til es encontrar a alguien con quien hablar sobre tu problema;
pero sobre todo que te ame y ore por ti. Hay un tremendo poder sanador
en sacar algo a la luz y compartirlo con un compañ ero creyente que te
ama y orará por ti; para ayudarte, y no para perjudicarte. La Biblia nos
dice que necesitamos confesar nuestras faltas (lo cual creo que también
se aplica a nuestras heridas y debilidades) unos a otros y orar para que
seamos sanados.