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CÓMO LOGRAR UNA VERDADERA SANIDAD ESPIRITUAL

Vamos primero a definir que es la sanidad espiritual. Es una necesidad


absoluta que aprendamos acerca de las heridas emocionales y có mo
llegar a identificarlas para recibir la sanidad interior y liberació n del
Espíritu Santo. Nuestra meta no es olvidar un evento o trauma hiriente.
Sino recibir una sanidad para ese evento, donde el Espíritu Santo quita el
aguijó n de él.

CUAL ES EL PROPÓSITO DELA SANIDAD INTERIOR

El propó sito primordial de la sanidad interior es que el Cuerpo de Cristo


sea sano. A medida que el Cuerpo se va uniendo, la plenitud de Cristo va a
surgir a través de cada miembro. Este estudio trata sobre las heridas y la
manera de encontrar sanidad interior y la liberació n del pasado.

QUE ES LA SANIDAD INTERIOR DEL ALMA

Es una necesidad absoluta que aprendamos acerca de las heridas


emocionales y có mo llegar a identificarlas para recibir la sanidad interior
y liberació n del Espíritu Santo. Nuestra meta no es olvidar un evento o
trauma hiriente. Sino recibir una sanidad para ese evento, donde el
Espíritu Santo quita el aguijó n de él.

Éxodo 23:25 dice: "Servirás al Señor tu Dios, y él bendecirá tu pan y tu


agua, y yo quitaré la enfermedad de en medio de ti".

Isaías 53: 5 dice…“por sus heridas fuimos curados”. Ademá s de estos


versículos, los relatos del Evangelio está n llenos de ejemplos de Jesú s
sanando a los enfermos, dando vista a los ciegos e incluso resucitando a
los muertos.
Estos versículos dejan en claro que nuestro Dios es un Dios sanador. El
que creó el universo y tejió nuestros cuerpos juntos sabe exactamente lo
que nos aqueja y tiene el poder de sanarnos. Y É l sana (cuando lo quiere).

Parte del ministerio terrenal de Jesú s implicaba sanar a los físicamente


enfermos, pero la curació n física temporal se apaga en comparació n con
su propó sito de sanar la enfermedad espiritual de la humanidad.

¿POR QUÉ EXISTEN LAS ENFERMEDADES ESPIRITUALES?

Dios creó a la humanidad para tener una relació n con él. Nuestro pecado y
rebelió n rompieron esa relació n e hicieron imposible complacerlo y vivir
en una relació n correcta con É l (Isaías 59: 2).

Si alguna vez ha mentido, robado, tenido pensamientos sexuales impuros,


o has amado algo má s que a Dios, entonces has pecado y está s bajo el
juicio de Dios.

Dios envió a Su Hijo, Jesucristo, a morir en nuestro lugar y pagar el precio


de nuestros pecados, reconciliá ndonos con Dios a través de É l,
llená ndonos con el Espíritu Santo y otorgá ndonos una herencia eterna en
el cielo con É l (2 Corintios 5:18).

Mientras que en Isaías 53: 5 da a entender que la muerte de Jesú s


garantiza la curació n física de cada creyente, el contexto (y el resto de la
Escritura) no respalda eso.

El Evangelio es a lo que se refiere Isaías 53: 5; no es una curació n física,


sino má s bien la curació n espiritual de nuestras almas que estaban atadas
al infierno por el pecado, pero que pueden ser redimidas por la sangre de
Jesucristo. ¡La sanidad espiritual a través del Evangelio es mucho má s
importante que la física.

¿Por qué buscar la sanidad espiritual primero?

Si buscamos curació n física sin curació n espiritual, es como tratar de


remediar una enfermedad terminal con una curita. Por ingeniosas que
sean las tiritas, nunca podrá n curar a alguien de cá ncer ni curar una
herida abierta.

Dios promete que en el cielo no habrá má s dolor ni sufrimiento


(Apocalipsis 21: 4, y que Sus hijos disfrutará n de la eternidad con É l. Ya
no tendremos que preocuparnos por la enfermedad o la muerte.

Esta es la verdadera curació n; esta es la curació n eterna. Y este es el tipo


de curació n que Jesú s quería má s que nada. Veamos Marcos 1: 29-39 que
deja esto claro. En este pasaje, Jesú s acababa de sanar a la suegra de
Pedro y a muchos otros que estaban enfermos o poseídos por demonios
que acudieron a É l y recibieron sanidad.

A la mañ ana siguiente, Pedro encontró a Jesú s orando solo y le dijo que
"todos te está n buscando". Se corrió la voz acerca de la capacidad de
curació n de Jesú s, y los enfermos e indigentes comenzaron a alinearse
para tener la oportunidad de ser sanados. Pensarías que las personas que
hacen fila para verte y curarte es una gran oportunidad para el ministerio,
¿no? ¿Qué dice Jesú s?

Marcos 1:38.

"Pasemos a las pró ximas ciudades, para que yo también predique allí,
porque es por eso que salí".
Jesú s sabe que la curació n es temporal. É l sabe que todos los que sana
finalmente morirá n independientemente de si los cura o no. É l elige
buscar una curació n má s duradera predicando el Evangelio del Reino y
pidiendo a las personas que crean y se arrepientan en lugar de sanar a
má s personas.

Jesú s deseaba la sanidad espiritual sobre la curació n física porque sabía


que las almas eternas son má s valiosas que la salud física temporal. Es
mucho má s importante que se salve un alma que un cuerpo.

¿Qué hacer para promover una sanidad espiritual verdadera?

Aquí hay algunos consejos que Jesú s desea que sigamos para promover
una sanidad espiritual que sea verdadera en todo el mundo:

1. Predicar el Evangelio

Si pudieras ingresar a la sala de enfermos del hospital y ofrecer a cada


paciente una verdadera curació n, ¿lo harías? Los cristianos tienen esta
oportunidad con los enfermos espirituales.

Podemos predicarles el evangelio y presentarles el verdadero remedio


para su problema de pecado. No todos recibirá n a Cristo, pero algunos
recibirá n y tendrá n la sanidad espiritual que adquieren los que creen en
el evangelio.

2. Recuerda la raíz de la enfermedad y la muerte: el pecado.


Para ayudarnos a mantener un enfoque del evangelio en lugar de uno
temporal cuando se trata de la curació n, piensa en la causa raíz de la
enfermedad y la muerte, el pecado.

Antes de que Adá n y Eva pecaran en Génesis 3, no había enfermedad ni


muerte. La enfermedad y la muerte son las consecuencias del pecado, y la
ú nica solució n para el pecado es el Evangelio de Jesucristo.

3. Ten oraciones enfocadas

Podemos tener un enfoque eterno del evangelio en nuestras palabras a


los demá s y aú n ser traicionados por nuestras oraciones. Me he dado
cuenta de que las oraciones de muchos cristianos (incluida la mía)
gravitan hacia una oració n de salud y riqueza:

"Señ or, ayú dame, estoy enfermo" o "ayú dame a ganar má s dinero" en
lugar de "gracias por salvarme "o" ayú dame a vivir con la eternidad y el
evangelio en mente ". Oremos con el Evangelio y la eternidad en mente.

4. Evita los peligrosos "curanderos de fe".

No voy a pretender ser un experto en curanderos religiosos, ni decir que


todos está n haciendo el trabajo del diablo (sinceramente, no lo sé). Pero
lo que diré es que hay muchas personas que tuercen las Escrituras y
manipulan prometiendo curació n física.

Estas personas a menudo se enriquecen a expensas de los indigentes.


Estos hombres no predican el evangelio (y por lo tanto descuidan el tipo
má s importante de curació n). Estos hombres no visitan los hospitales de
niñ os para curar a los enfermos: esperan las luces, las cá maras y grandes
cantidades de dinero para glorificarse y financiar sus lujosos estilos de
vida.
5. ¡Alégrate!

Pablo les dice a los cristianos que "se regocijen siempre en el Señ or" en
Filipenses 4: 4 porque en el Evangelio, Dios salva a los pecadores y los
sana espiritualmente. Si eres un cristiano comprado con sangre, puedes
tener plena confianza y alegría en Dios por lo que É l ha prometido hacer,
y eso debería hacerte desbordar de alegría.

6 COSAS QUE LA BIBLIA DICE SOBRE LA CURACIÓN

A continuació n te mostramos algunas cosas que dice la biblia sobre la


sanidad:

1. La curación viene de Dios

Ninguna Escritura condena el uso legítimo de médicos o ciencia médica,


pero el padre tiene el poder de sanar a toda la persona.

Espiritualmente ( Salmo 103: 2-3; Jeremías 3:22; 1 Pedro 2:24; Isaías 53:
5)

Físicamente (2 Reyes 5:10; Isaías 38: 15-16; Salmo 41: 3; Salmo 107: 19-
20; Mateo 14:14)

Emocionalmente (Salmo 34:18)

Mentalmente (Daniel 4:34)

La curació n también viene a través del Espíritu Santo trabajando a través


de los dones espirituales de los creyentes (Hechos 3: 1-13).
2. EL DON DE LA SANIDAD ES BÍBLICO

El Espíritu Santo da dones a la Iglesia (1 Corintios 12: 8-11), como el don


de la curació n (1 Corintios 14: 1). Dios sabe mejor y distribuye el don de
curació n de acuerdo con su voluntad (Hebreos 2: 4).

Ademá s de honrar a Dios y glorificar a Jesú s, la curació n también es para


el bien comú n de la Iglesia (1 Corintios 12: 7). Las curaciones también son
una señ al fuerte de que el reinado de la muerte llegará a su fin redentor
(Romanos 5:17)

3. DIOS PUEDE DECIR "NO"

En el Antiguo Testamento, cuando Moisés clamó a Dios para sanar la lepra


de Miriam, el Señ or no la sanó de inmediato. En el Nuevo Testamento,
Pablo dejó a Tró fimo enfermo en Mileto (2 Timoteo 4: 20), tuvo que lidiar
con su propia aflicció n continua (2 Corintios 12: 7-9), y aconsejó a
Timoteo que "bebiera un poco de vino" para ayudarlo. Dios no da cosas
malas a sus hijos ( Mateo 7: 7-11

4. Los cristianos pueden dificultar su curació n.

Los cristianos pueden obstaculizar su propia curació n en al menos tres


formas

Pueden descuidar la curació n al no pedirla (Santiago 4: 2)

Los cristianos pueden fallar en rendirse a los propó sitos de Dios.


Pueden dificultar la curació n por falta de fe.

5. Sataná s se opone a las oraciones curativas

La enfermedad y la muerte son consecuencias de la caída (Génesis 2:17;


3: 19; Romanos 5:12). Sataná s es un asesino y mentiroso (Juan 8:44) que
quiere robar la salud de los cristianos y decirles mentiras sobre la bondad
de Dios.

Algunas enfermedades son causadas directamente por influencias


espirituales o demoníacas (Lucas 13: 10-13; Hechos 10:38; 2 Corintios 12:
7; Marcos 1:34).

Los cristianos que quieren avanzar en la fe de oració n deben oponerse a


los planes malvados de Sataná s (Efesios 6: 12-13) y resistirlo en oració n
mientras se someten a Dios (Santiago 4: 7).

6. Tanto la curación como el sufrimiento pueden servir para un


propósito superior

Dios puede usar el sufrimiento físico para un propó sito superior al que
entendemos. Otras veces, la curació n no llega. Pero incluso con la muerte
inminente, puede haber un propó sito má s elevado. Un creyente
moribundo puede dirigir la vida hacia el Padre y su mensaje de esperanza
en Cristo.

La sanidad espiritual es de suma importancia para la vida de un cristiano,


de hecho, es mucho má s importante que la física. Recordemos que
nuestro cuerpo es temporal, que venimos a la tierra a cumplir un
propó sito de Dios. La vida puede pasar en un soplo de viento, y lo que nos
va a quedar realmente es la relació n que llevemos con Dios.
LOS 21 PASOS PARA MINISTRAR SANIDAD Y LIBERACIÓN

1.- Pídele a Dios que te guíe. El primer paso comienza en un lugar donde
estés tranquilo y solo, sin interrupciones. Con lá piz y papel en la mano.
Platica con É l ú nico que te conoce desde el vientre de tu madre, El
Espíritu Santo, pídele que te traiga a la memoria todos aquellos eventos
de tu vida que te han perjudicado, aú n que te muestre á reas escondidas
en tu inconsciente y que quizá no recuerdes normalmente, á reas donde É l
desea trabajar en sanidad en ese momento. É l será la lá mpara que guiará
tus pasos por la senda que debes atravesar, solo empieza.

2.- Trabaja las áreas que Él te revele. Después, pídele al Señ or que te
muestre las personas que te han maltratado y circunstancias que te han
dañ ado desde que fuiste concebido en el vientre de tu madre que tú sepas.
Escribe todas las cosas que É l vaya trayendo a tu memoria, aun las que
parecen insignificantes, sí É l te las recuerda es porque hay una herida ahí.
Confía en Dios, É l tiene un tiempo para cada cosa. Ú nicamente te va a
recordar cosas que estés listo para sanar. Má s adelante cuando repitas el
proceso, es probable que Dios te recuerde otras cosas. Cada cosa a su
tiempo.

3.- Busca ayuda humana. Pídele a Dios que te guie a un consejero


cristiano, pastor o psicólogo cristiano. Lleva la lista que hiciste como
producto del paso anterior. Explícale el proceso de sanidad interior en el
que te encuentras. Procede a contarle las cosas que te sucedieron y las
heridas que te quedaron como consecuencia de esas experiencias. En ésta
etapa no es necesario que te digan algo, só lo hace falta que te escuchen.
4.- Háblale en voz audible al que te hirió. A partir de aquí empieza el
proceso de sanidad para tu alma. Cierra tus ojos y habla a la persona que
te hirió como si se encontrara frente a ti.

Ø Esta es la parte que realmente te va ayudar, pues aquí expresas toda la


ira y emociones reprimidas contra todas las personas que te han dañ ado.

Ø Hay muchas cosas que pensaste y sentiste pero que nunca expresaste,
está n guardadas en tu memoria y corazó n y esto es como veneno en tu
alma.

Ø Es posible que te cueste trabajo comenzar, porque romper con la


represió n es difícil, pero es totalmente necesario si has de sanar.

Puedes empezar con las personas que má s te han herido, solo há blales y
exprésales có mo te sentiste cuando lo hicieron.

5.- Expresa la ira y los reclamos que tengas contra ti mismo. Después
de expresar toda la ira que tienes contra otras personas, has lo mismo con
tu propia persona, todo lo que sientes contra ti. Muchas veces han
sucedido diferentes cosas en las cuales te has culpado por lo que pasó o
hay actitudes de ti mismo que te molestan. Es necesario que hables todo
esto.

6.- Exprésale a Dios todo resentimiento que hayas guardado contra


Él. Busca en tu interior para descubrir si tienes algú n resentimiento
contra Dios. A veces guardamos en nuestro interior actitudes,
sentimientos y reclamos contra Dios, lo culpamos por cosas que nos
sucedieron, pero debemos reconocer que fueron nuestra responsabilidad
y de malas decisiones que tomamos, pues Sataná s nos hace creer que lo
malo que nos pasa es por culpa de Dios. Expresiones como: “¿Por qué lo
permitiste Dios?”, “Si yo te he obedecido, ¿por qué me haces esto Dios?”,
Etc. Expresiones como estas está n guardadas y es necesario sacarlas a la
luz.

7.- Perdona a los que te dañaron. Es el paso má s importante de tu


ministració n, es lo que realmente te va a sanar. Puede que te cueste algú n
trabajo hacerlo, pero al perdonar te vas a liberar y vas a soltar de tu
corazó n las ataduras de los que te han dañ ado, va haber un rompimiento
pues con el perdó n te estará s desligando de los sentimientos que te estas
atando, pues mientras no perdones sigues atado a todos los que te han
ofendido así que.

Lo siguiente es perdonar.

Ø Es indispensable que perdones. El perdó n es un acto de decisió n de


nuestra voluntad y no un sentimiento. Puede que te cueste trabajo al
principio, solo hazlo, da el paso.

Ø Es una decisió n difícil con nuestras propias emociones. Pero nos


conviene hacerlo, porque así nos desatamos de toda ligadura emocional,
sentimental y demoníaca que nos haya estado oprimiendo con
sentimientos de odio o de rencor, de tristeza, de soledad, resentimiento u
otros.

Ø Debemos perdonar porque lo manda Dios y no tanto porque lo


sintamos, así que solo declá ralo con tu boca.

Ø El perdonar es la ú nica llave para obtener tu sanidad. Será s libre del


odio, del resentimiento, de la amargura y de la venganza. De Sentimientos
hostiles y demoníacos, pues los espíritus son los que fortalecen estos
sentimientos en el corazó n atá ndote a ellos y tú sabes bien cuando estos
está n ahí.
Ø É ste perdó n debes exprésalo en voz audible, al igual que expresaste tu
dolor y frustració n así también debes perdonar específicamente una por
una a las personas que te dañ aron, en esta parte tu ministro puede irte
nombrando las personas y solo tu ve perdonando para irte liberando de
todos los sentimientos negativos que te ataban a cada una de ellas, solo
perdó nalas en el nombre de Jesú s. La biblia dice:

Mateo 6:15. “Si no perdonáis a los hombres sus ofensas, tampoco vuestro
Padre os perdonará vuestras ofensas”

8.- Renuncia a todo resentimiento contra Dios. En voz audible,


declá rale al Señ or que sueltas y renuncias a todo resentimiento hacia É l.
Pídele perdó n por haberlo culpado de situaciones que te sucedieron
cuando en realidad fuiste tú , o fueron consecuencias de tu pecado o en
ocasiones fue Sataná s y sus demonios atacando tu vida. Por lo tanto
renuncia y devuélvele toda la gloria a Dios.

9.- Asume la responsabilidad por tus actos. En éste paso, vas a asumir
la responsabilidad de todos tus errores y pecados que cometiste.

Ø A veces le echamos la culpa de todo a las personas, a Sataná s o a Dios.

Ø Reconó celos, tanto los que cometiste con toda la intenció n y aun te
gozaste en ellos, como los que hiciste por ignorancia.

Ø Asú melos delante del Padre Celestial con arrepentimiento de corazó n


sabiendo que le has ofendido voluntariamente, y dile: (padre, asumo la
responsabilidad de mis actos, culpas y pecados. Reconozco que muchas
cosas que me sucedieron fueron consecuencias de mis propios actos
pecaminosos, perdó name soy culpable delante de tí.)

10.- Pide perdón y Perdónate a ti mismo. Ya perdonaste a otros,


confesaste tus errores, asumiste tu responsabilidad, ahora:
1.- Pídele perdó n a Dios por todos tus pecados que hayas reconocido y
cometido.

2.- Después; perdó nate ampliamente a ti mismo.

Todos estamos propensos a equivocarnos y fallarnos a nosotros mismos,


por lo que es necesario pedir perdó n a Dios y a perdonarnos de todo
corazó n. Es importante porque a cada paso que vayas dando le irá s
quitando todo derecho legal a los espíritus que te oprimen.

11.- Acepta el perdón de Dios. Una cosa es pedir perdó n, otra cosa es
perdonarse así mismo y otra aceptar el perdó n.

Dios dice: “Si confesamos nuestros pecados É l es fiel y justo para


perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad”, (1ª.Jn1:9)
Tá pale la boca al acusador porque el tratará de recordarte tus pecados
para traerte sentimientos de culpa de algo que Dios ya perdonó . Mira, solo
acepta que ya todo esta perdonado, el Señ or dijo en la cruz consumado es.
Solo acepta su perdó n por fe.

12.- Pídele a Dios que sane tus heridas emocionales. Dile Señ or sana
todas mis heridas aun desde el vientre de mi madre, todo rechazo que
haya padecido, todo aquello que me a dañ ado a través de todos estos
añ os. Todo lo que mis padres, personas, o có nyuge me haya hecho. Dile al
Señ or que te comprometes a buscar en É l, la plena satisfacció n de todas
tus necesidades y que renuncias a buscar en otras cosas, personas o
prá cticas que te puedan de nuevo dañ ar lo que só lo a É l te puede dar. Su
palabra dice: “Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió
nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados”. (Isa.53:4-5)
13.- Declara tu sanidad. Si has seguido fielmente cada paso solo afirma
que ya has trabajado tus á reas emocionales, y que como resultado de esto
recibes la paz de Dios y el amor de É l, pídele ahora que llene todos tus
vacíos, donde antes había odio, rencor, tristeza, desaliento, resentimiento,
culpabilidad u otros etc. Que ahora los llene la presencia del Espíritu
Santo, pídele que sane y selle poniendo sobre de ti su bá lsamo de gozo y
de amor. Declara ahora que eres completamente sano en todas tus
emociones.

14.- Bendice a los que te dañ aron. En el nombre de Jesú s, bendice ahora a
todas las personas que te han dañ ado de una por una mencionando su
nombre. Ora por cada uno de ellos, pidiendo al Padre que les muestre sus
errores y les dé también a ellos la sanidad que Dios te da. En caso de que
algunas personas no sean salvas, extiende el amor salvador de Cristo,
pidiendo al Padre por la salvació n de ellos. Cada vez que tú bendigas, las
raíces, y las fortalezas de los espíritus se van cortando y debilitando má s y
má s.

15.- Bendícete a ti mismo. La bendició n activa el poder de Dios hacia ti y


ayuda a superar tus á reas débiles. El poder transformador del Espíritu
Santo vendrá sobre ti, para ayudarte a cambiar en las á reas que Dios
ordena que cambies. Bendícete con el fruto del Espíritu, con el poder y los
dones del Espíritu, con el amor de Jesú s, bendice a tu generació n,
bendícete ampliamente con toda clase de bendició n, amor, gozo, paz,
sabiduría, fe, etc.

16.- Ahora alaba a Dios por tu sanidad. Dale gracias a Dios por lo que
acaba de hacer en ti. Ser agradecidos con nuestro salvador es reconocer
que su obra es maravillosa y que todo lo obtenemos solo por su gracia y
amor. ¡Alá bale! ¡Y solo dale la gloria a É l! , derrama tu corazó n a É l en
gratitud y alabanza porque só lo Dios se lo merece.
17.- Pídele a tu consejero que te ministre. Hasta este momento has tenido
la ayuda de tu pastor o ministro que te ha ido llevando en esta
ministració n, ahora solo solicita a tu pastor o consejero (que te está
ministrando) que te imponga manos, te unja con aceite (símbolo del
Espíritu Santo) y te bendiga soltando el poder restaurador de Dios sobre
tu vida. É l te ira llevando para que hagas toda clase de rompimiento y
quebrantamiento espiritual que tengas que hacer. Déjate llevar y
bendecir, solo recibe en Cristo Jesú s.

18.- Invalida toda enfermedad que entró por tu alma. Las emociones
negativas que muchas veces guardamos producen consecuencias físicas
en nuestro cuerpo: dolores, depresió n y enfermedades. Esta comprobado
científicamente que el resentimiento produce artritis. El enojo y la ira
afectan el corazó n, el desequilibrio emocional afecta la mente, y así
sucesivamente. Solo renuncia así:

Ejemplo: “Padre celestial, ahora renuncio a todo dañ o que haya entrado a
mi cuerpo por medio de las emociones negativas. Deshago el efecto que
tuvieron estas emociones sobre todo ó rgano, células y metabolismo de mi
cuerpo, Hecho fuera toda enfermedad en el nombre de Jesú s”. “Ahora
ordeno que todo ó rgano y metabolismo de mi cuerpo funcionen
correctamente y recibo ahora el poder sanador y restaurador del Espíritu
Santo sobre todo mi ser, y me declaro sano; en el nombre de Jesú s”.

19.- Renuncia a los demonios que ejercen influencia en tu vida y cierra las
puertas de entrada. Debido a los sentimientos negativos los demonios
tiene base legal sobre tu vida para atacarla, al perdonar y ser sano
interiormente como lo hemos venido diciendo ellos perdieron todo su
derecho legal que tenían en ti. ¡Los demonios no tienen má s que hacer!,
¡Só lo tienes que renunciar a ellos y echarlos fuera en el nombre de Jesú s!
Ejemplo: “En el nombre de Jesú s, renuncio a todo espíritu inmundo que
tienen influencia en mi alma. Renuncio a espíritus de rencor, ira, odio y
deseo de venganza. Renuncio a demonios de dolor, tristeza, temor,
depresió n y amargura. Los ato y los quebranto con el fuego del Espíritu
Santo, los expulso de mi vida y los envío a las plantas de Jesú s, Me desligo
de ellos, les cierro las puertas de mi vida y les ordeno: ¡No regresen!,
¡Fuera En el nombre de Jesú s!”.

Solicita a tu pastor o consejero que te esta ministrando que te ayude en


este proceso, orando y quebrantando todo espíritu ordená ndoles que
salgan en el nombre de Jesú s. Este proceso puede ser muy intenso
dependiendo del grado de influencia que los espíritus hayan tenido en tu
vida. Muchos al llegar a este punto ya se está n liberando y los espíritus ya
está n saliendo. El pecado que cometemos es el que abre la puerta de
nuestra vida a los demonios. El adulterio, la mentira, la fornicació n, la
rebeldía, etc. (en el tema 11 está má s explicado este proceso).

Cierra las puertas de entrada a los espíritus que entraron a oprimir tu


vida

Dile al Señ or: “Padre te pido perdó n por los pecados cometidos y de abrir
estas puertas para que sataná s me oprimiera, ahora en el nombre de Jesú s
cierro toda puerta legal, me arrepiento de corazó n y te pido que ahora sea
tu Santo Espíritu quién tome el control de todas mis emociones,
sentimientos y voluntad, amen”.

20.- Quebranta toda maldició n generacional. En el proceso de tu


ministració n podrá n salir algunas tendencias de origen hereditario, o
algunos pactos que hicieron tus padres, abuelos o tú , a los que tendrá s
que renunciar.

También debes de quebrantar y romper con líneas generacionales de


pecados familiares de alcoholismo, prostitució n, divorcios, muertes
violentas, adulterio, ocultismo, hechicería o brujería, de enfermedades
hereditarias como el cá ncer, diabetes, o pactos personales que hayas
hecho con Sataná s o demonios, Que deben de ser quebrantados,
declarando que el poder de Dios te libra de toda maldició n generacional y
de pecados rompiendo con ellos en el nombre de Jesú s.

“Porque yo soy Jehová tu Dios, fuerte, celoso, que visito la maldad de los
padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta generació n de los que me
aborrecen, y hago misericordia a millares, a los que me aman y guardan
mis mandamientos”, (É xodo 20:5-6).

21.- Debes estar alerta a las iniciativas del Espíritu Santo. El proceso de
Sanidad Interior muchas veces no termina con una sola ministració n, sino
que es necesario que estés alerta, y de acuerdo a lo que el Señ or te
recuerde vuelvas a pedirle a Dios que te sane.

En caso de que Dios te muestre otras á reas de tu vida que está n heridas,
puedes volver pedirle ayuda a tu pastor o a algú n ministro, o también con
el poder del Espíritu Santo, auto minístrate sanidad interior. (En el tema
14 sabrá s como hacerlo) no permitas que las heridas continú en en tu
vida. Sé libre y sano de tus emociones.
También puede ser que necesites liberació n si solo sientes algú n tipo
opresió n que te esté atormentando, ¡¡Repréndelos en el nombre de Jesú s
y échalos fuera de tu vida! Recuerda que tú tienes toda autoridad en el
nombre de Jesú s
CÓMO ALCANZAR LA SANIDAD INTERIOR: 7 CLAVES PARA
OBTENERLA

Esta es una de las á reas má s vitales e importantes del ministerio de


liberació n que no podemos pasar por alto. Mientras que es importante
echar fuera demonios, es igual de importante, si no má s importante,
ministrar las heridas emocionales. Las heridas emocionales son una de las
razones má s comunes por las que las liberaciones pueden fallar o parecen
seguir regresando y recobrando la habitabilidad dentro de la persona. Es
una necesidad absoluta que aprendamos acerca de las heridas
emocionales y có mo llegar a identificarlas para recibir la sanidad interior
y liberació n del Espíritu Santo.

Nuestra meta no es olvidar un evento o trauma hiriente. Sino recibir una


sanidad para ese evento, donde el Espíritu Santo quita el aguijó n de él.
Cuando miramos hacia atrá s a una herida sanada, podemos verla de una
manera diferente, porque ha sido sanada y ya no es doloroso mirar hacia
atrá s.

Cómo identificar las heridas emocionales

Lo primero que tenemos que hacer es identificar el problema, y darnos


cuenta de la necesidad de sanar en el interior. Abajo hay una lista de
síntomas comunes que se deben tomar en cuenta si tenemos una herida
emocional:

Crudeza interior: a menudo hay una sensació n de crudeza interior y


dolor que no parece desaparecer.

Irritabilidad: ¡es fá cil irritarse con los demá s, aunque no estén haciendo
nada malo!

Poca o ninguna tolerancia: hay un problema de baja tolerancia con los


demá s, donde esperas y exiges de ellos.
Sentimientos que siempre se elevan: sentimientos de ira, odio,
resentimiento, etc. parecen "elevarse" dentro de ti ante la má s mínima
ofensa de los demá s.

Demasiado sensible acerca de un evento en tu pasado: Si hay eventos


en tu pasado que causan que te vuelvas muy sensible o te enojes, o incluso
que te enfade, entonces es probable que revele una herida emocional
profunda ligada a ese evento o memoria.

Dificultad para perdonar: se te hace muy difícil amar y por lo tanto


perdonar a los demá s. También puede ser difícil perdonarse y amarse a sí
mismo. Incluso puede ser difícil perdonar y amar a Dios.

Es difícil sentirse amado: es difícil ver claramente y darte cuenta del


amor de los demá s y de Dios en tu vida. Puede que estés rodeados de
personas que los aman, pero puede ser difícil sentir y recibir plenamente
ese amor. Parece que hay una pared que bloquea el flujo de amor en tu
vida.

Azotamiento: cuando hay una herida interna que se ha corrompido, es


fá cil azotear o tener arrebatos repentinos de ira, odio, resentimiento.
Puede que te resulte fá cil arremeter contra las personas que te quieren y
que no te han hecho dañ o.

Sentimientos de enojo hacia Dios: cuando una persona ha sido herida,


es fá cil culpar a Dios por sus problemas y dificultades. Espiritualmente
pone una pared en su mente que puede bloquear el poder sanador del
Espíritu Santo para operar. Aunque él desea sanar tu herida, no anulará
tu libre albedrío, y si mantienes el odio en tu corazó n contra él, puede
bloquear sus esfuerzos para sanar tus heridas.

Odio a sí mismo: muchas veces cuando una persona es lastimada por


abusos del pasado, comenzará a pensar que tal vez lo que le sucedió , fue
merecido por algo que hizo o por la forma en que era.
Sentirse frustrado fácilmente: debido a la confusió n interna que causa
una herida interna, es fá cil frustrarse fá cilmente con las tareas y
responsabilidades diarias.

Escapismo: como resultado de la confusió n interna, es fá cil desear


escapar o suprimir la realidad. Esto puede ser en forma de comer en
exceso, beber, fumar, porno, gastar. Cuando una persona se entrega al
escapismo, se pueden formar adicciones y abrir la puerta a espíritus de
adicció n, lo que hace que las adicciones sean prá cticamente imposibles de
romper.

Urgencias de la venganza: debido al odio y la ira acumulados como


resultado de la falta de perdó n, a alguien que tiene una herida interna
enconada le será fá cil tomar represalias o responder a aquellos que los
ofenden o se ponen de puntillas.

Comportamiento irresponsable: el dolor interior tiene una forma de


consumir la mente de una persona, y eventualmente esto puede tomar un
enfoque descuidado de la vida. Es difícil sentirse bien contigo mismo si
tienes una herida interna, y si no te sientes bien contigo mismo, esto
comenzará a reflejarse en tu estilo de vida.

Expectativas irracionales de los demás: alguien que ha sido herido


puede tener grandes expectativas para los que lo rodean. Piensan que los
demá s deben mantener normas poco realistas y son muy intolerables a
cualquier error que se cometa. Les cuesta soportarse unos a otros como
nos manda la Biblia (ver Colosenses 3:13).

Perfeccionismo: una persona que tiene una herida emocional también


puede ser impulsada por el rendimiento. Tal vez sintieron que sin
importar lo que hicieran, nunca podrían complacer a un padre o una
figura de autoridad, y má s tarde en la vida, esa herida de rechazo hace
que la persona sea un intérprete hasta el punto en que nunca está n
satisfechos y quemados por sus esfuerzos.

Sentimientos de desesperanza: Creo que esto es también un resultado


comú n de heridas internas no resueltas. Ya que el amor de Dios está
bloqueado en tu vida, se hace difícil ver por qué él te amaría o cuidaría, y
por lo tanto te conviertes en un blanco fá cil para sentimientos de
desesperanza.

Impulso: cuando sufres de una herida emocional, puede crear un sentido


de vacío en el significado de tu vida, conduciéndote así a encontrar
significado, propó sito y felicidad. Esto podría ser en forma de títulos
universitarios, carreras, éxito financiero, etc. En vez de apreciar a la
persona que Dios ha hecho (¡TÚ !), te encuentras persiguiendo lo que
crees que traerá verdadera felicidad y propó sito a tu vida.

Hostilidad hacia Dios, hacia uno mismo y hacia los demás: debido a
las emociones atadas, una persona puede tender a sentirse hostil hacia
Dios, hacia otras personas en su vida, o incluso hacia sí misma. Esto
usualmente tiene sus raíces en una forma de amargura contra Dios por no
impedir que algo te suceda, amargura contra alguien que te ha ofendido o
dañ ado emocionalmente, o amargura contra ti mismo por los fracasos en
los que has caído.

QUE DEBES HACER PARA SANAR UNA HERIDA INTERIOR

Si tuvieras dolor de cabeza, ¿irías al médico y le dirías: "Tengo un


problema, pero no quiero pensar en ello lo suficiente como para darme
cuenta de lo que es"? ¡No sé qué me pasa! No sé si es un dolor de cabeza,
de estó mago, de nariz o de uñ a encarnada". Nunca harías eso cuando
buscas curació n física, ¿verdad? Entonces, ¿por qué hacemos esto tan a
menudo cuando buscamos la sanidad interior? Sabemos que hay un
problema, una herida, pero no queremos ni siquiera echar un vistazo a
nuestro pasado para averiguar qué es lo que realmente está mal. Si vas a
recibir sanidad en una herida emocional, primero necesitas ser honesto
contigo mismo y con lo que ha pasado.

¿Qué cosas has hecho que lamentas profundamente? Haga una lista de
las cosas que usted todavía, hasta el día de hoy, se arrepiente de haber
hecho. Si tienes sentimientos de auto-odio, auto-perdó n. Entonces
necesitas ser honesto y descubrir las heridas internas por las que estas
padeciendo.

¿Hay algo en tu pasado de lo que te sientas excesivamente


avergonzado o avergonzada? Esta es una causa comú n de auto-odio. Si
hay cosas de las que todavía no te has perdonado, entonces ahora es un
buen momento para hacer una lista de esas cosas, para que puedas
perdonar y liberar efectivamente el odio que tienes en secreto dentro de
tu corazó n contra ti mismo.

Es vital que llegues hasta las raíces y expongas las razones específicas
por las que hay heridas que aú n no han sanado. Las infecciones
espirituales, como las infecciones naturales, se pudren y empeoran
cuando está n en la oscuridad; es importante traer los asuntos a la luz,
para que ya no puedan pudrirse, sino recibir la luz sanadora de Cristo en
esas á reas de la mente y las emociones del alma. Si no puedes ser honesto
contigo mismo, y sacar estas cosas a la luz, entonces só lo está s
impidiendo que el poder sanador del Espíritu Santo ministre esas heridas
y produzca sanidad en tu corazó n y en tu alma.

CLAVES PARA LA SANIDAD INTERIOR

1. Resolver sentimientos de culpa

Lo primero que debes hacer es resolver cualquier sentimiento de culpa y


vergü enza, especialmente cualquier sentimiento de que Dios está
decepcionado o enojado contigo. Cuando se trata de una herida física,
¿qué es lo primero que se hace? Límpiela de los gérmenes para que pueda
sanar adecuadamente.

Cuando se trata de heridas espirituales o emocionales, cargar con el


equipaje (culpa, vergü enza, miedo.) hace que el proceso de sanidad sea
mucho má s difícil. Llegar al punto en que sabes que Dios te ama, perdona,
y te acepta, es uno de los fundamentos para recibir sanidad interior. Saber
que Dios no está enojado o desilusionado con nosotros; crea una
atmó sfera donde puedas libremente entregarle tus cargas a Jesú s, y
confiar en él para que las cuide.

Llevar una carga de vergü enza es una manera segura de obstaculizar el


proceso de sanidad interior porque nos separa mentalmente de la obra de
sanació n de Jesú s. Si queremos recibir sanidad gratis para nuestras
emociones dañ adas, entonces necesitamos establecer en nuestras mentes
que Dios no está enojado con nosotros, y pararnos en la Palabra de Dios
acerca de nuestros pecados siendo perdonados y lavados por la sangre de
Cristo.

Una de las claves má s grandes para recibir sanidad interior en las


emociones dañ adas, depende de tu percepció n de Dios, y có mo él se
siente acerca de ti. Debes darte cuenta de que él es la fuente de tu la
sanidad interior, y la liberació n. Y no tus problemas!

Culpar a Dios por tus problemas levantará una pared invisible, la cual
impedirá que su poder sanador fluya hacia tu mente y tus emociones. El
Espíritu Santo no invalidará nuestro libre albedrío, y cuando lo culpamos,
nuestro libre albedrío está poniendo nuestra mano en su rostro. Es
importante que nuestro libre albedrío permita su obra, y no lo culpe por
lo malo que nos ha sucedido. Es importante darse cuenta de que Dios está
a favor nuestro, y no en nuestra contra. É l desea verte sanado y
restaurado a la plenitud aú n má s que tú !

2. ABRIR LAS HERIDAS Y SACARLAS A LA LUZ DE JESÚS

Abre esas heridas, y dale el dolor a Jesú s. Lo que debes hacer es abrir esas
heridas ante la luz (Jesú s), para que puedan ser sanadas. Mientras las
mantengas en la oscuridad, nunca sanará n completamente. Si tuvieras
una herida física, y se convirtiera en una infecció n, y simplemente
pusieras una venda sobre la herida, ¿resolvería eso el problema? Por
supuesto que no! Necesitas quitarte esa má scara, exponerla a la luz, y
aplicar la luz sanadora y matadora de gérmenes de Cristo en esa herida
para que pueda sanar.
Necesitamos darnos cuenta que Cristo ha tomado nuestro dolor en la
cruz, y si lo transferimos a él, él está esperando para sanar nuestras
heridas. ¿Por qué debemos llevar algo que Cristo ha llevado por nosotros
en la cruz?

Isaías 53:4-5 Ciertamente llevó él nuestras enfermedades, y sufrió


nuestros dolores; y nosotros le tuvimos por azotado, por herido de Dios y
abatido. Mas él herido fue por nuestras rebeliones, molido por nuestros
pecados; el castigo de nuestra paz fue sobre él, y por su llaga fuimos
nosotros curados"

La palabra "dolores" en este pasaje, en realidad se traduce como pena, o


aflicció n. Cuando Jesú s derramó su sangre, él cargó con nuestro dolor
interior y nuestras heridas, ¡para que no tengamos que hacerlo! La
Palabra de Dios nos dice que él se preocupa por nosotros, y debido a este
hecho, se nos dice que pongamos todas - no algunas, sino todas - nuestras
preocupaciones sobre él

1 Pedro 5:6 Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios, par que él os
exalte cuando fuere tiempo; 7 echando toda vuestra ansiedad sobre él,
porque él tiene cuidado de vosotros.

3. Desarrollar una actitud agradecida

Desarrollar una actitud agradecida es otra gran clave para recibir sanidad
para nuestras heridas emocionales. La gratitud lleva a la confianza - si
está s agradecido por lo que Dios te ha dado, entonces encontrará s fá cil
confiar en él en esas á reas de tu vida. El agradecimiento es también una
gran clave para superar los problemas de rechazo - ¿có mo es eso? Porque
cuando empiezas a mirar todo lo que Cristo ha hecho por ti, es imposible
que te sientas rechazado por tu Padre celestial, que es uno de ellos.

Estar agradecidos con Jesú s por llevar nuestras dolencias


Estar agradecidos por Jesú s llevando nuestras preocupaciones y dolencias
es otra clave para avanzar. Si decides cargar con tus propias penas, es
porque realmente no te das cuenta o crees que él cargó con tus
preocupaciones; no has tomado el tiempo para pensar o entender lo que
Jesú s hizo. En cualquier momento cuando miramos seriamente lo que
Cristo hizo por nosotros, es imposible no estar agradecido por tal regalo
que él tan amorosamente nos ha comprado! Estar agradecido te hará
ansioso de tomar ventaja de lo que Cristo ha cargado amorosamente por
ti.

Quiero que te imagines a Jesú s parado a tu lado con lá grimas en los ojos,
sintiendo el dolor y el sufrimiento por el que está s pasando. Se nos dice
que arrojemos nuestras preocupaciones sobre él - ¿por qué? Porque él se
preocupa por nosotros! Imaginar a Jesú s parado junto a una situació n con
lá grimas en los ojos puede ser muy poderoso.

Juan 11:35-36 nos dice que, "Jesús lloró. Y dijeron los judíos: Mirad cómo
le amaba."

Colosenses 3.15 Y la paz de Dios gobierne en vuestros corazones, a la


cual también sois llamados en un solo cuerpo; y sed agradecidos.

No só lo se nos ordena que estemos agradecidos, sino que la Biblia


también nos dice lo que puede suceder cuando no estamos agradecidos:

Un corazón no agradecido es propenso a sentimientos implacables,


carentes de amor, resentidos y todo tipo de sentimientos de odio contra
los demá s. Es un veneno para nuestra salud emocional y la habilidad de
recibir la sanidad que Dios quiere traer a nuestras heridas. Aquellos que
no perdonan y juzgan a los demá s han olvidado lo que Dios ha hecho por
ellos. Cualquiera que esté verdaderamente agradecido por có mo Dios lo
ha tratado, trataría a los demá s de la misma manera.

Comienza a estar agradecido por las pequeñ as cosas que Dios ha creado
para que disfrutes. Pequeñ as cosas como los pá jaros cantando en los
á rboles o por tu mascota, - ¡fueron hechas para que las disfrutemos! no es
difícil. Cuando nos damos cuenta de lo que Cristo ha hecho por nosotros, y
estamos agradecidos por un regalo tan caro que ha sido comprado con la
propia sangre de Jesú s para nosotros, entonces naturalmente
perdonaremos a los que nos perjudican - ese amor es contagioso y fluirá a
través de nosotros.

No podemos mirar honestamente lo que Cristo ha hecho por nosotros, y


no desbordar con gratitud en nuestro corazó n hacia los demá s. Llegar a
ser agradecido es una gran clave para avanzar si luchas con la falta de
perdó n. La falta de perdó n y la falta de agradecimiento está n
estrechamente relacionadas.

4. DEJAR EL TEMOR

El temor es a menudo una herramienta de Sataná s porque cuando


ponemos nuestra confianza en Dios, una tremenda cantidad de paz y
sanidad puede tener lugar. El miedo mantendrá a una persona aferrada a
lo que debe ser liberado en las manos de Jesú s. Esta es otra razó n por la
cual debemos llegar a conocer la verdadera naturaleza buena y amorosa
de Dios hacia sus hijos.

Saber que Dios es un Dios bueno y que tiene en mente lo que má s nos
conviene, allana el camino para poder confiar en él por las
preocupaciones de la vida. Necesitas saber que puedes confiar en Dios
con tus necesidades, él las entiende, y desea ayudarlo!

5. CREER Y CONFIAR EN DIOS

Otra clave para recibir sanació n interior, especialmente desde un


trasfondo o raíz de rechazo, es llegar a un lugar donde sepas que Dios te
ama mucho y tiene en mente tu mejor interés. Si te cuesta creer que Dios
es bueno contigo y tiene en mente lo que má s te conviene, entonces te
recomiendo leer las escrituras.
Sataná s y los espíritus malignos siempre está n ansiosos de hacer sentir a
una persona como si Dios estuviera enojado con ellos. Pone a la persona
en el borde de su asiento e infunde temor, lo que hace que se sienta
desanimada en su relació n con él, y tiende a renunciar a pasar tiempo con
Dios y acercarse a él (¡la fuente de su sanidad!).

No es de extrañ ar que Sataná s quiera que sintamos que Dios está de


alguna manera enojado o decepcionado de nosotros! Prueba esto: si has
luchado y sientes que Dios está enojado contigo, entonces trata de
imaginar que Dios te ve, sabe dó nde has estado, y aú n así te mira
favorablemente? Aflojará la tensió n en todo tu sistema una vez que
comiences a ver las cosas como Dios quiere que las veas.

Una vez que puedas imaginarlo, entonces vuelve a la Palabra de Dios, y


aprende de có mo él realmente te mira con favor y esperanza. Siempre nos
está llamando de nuevo al arrepentimiento, para poder restaurar nuestra
relació n con él. Esas imaginaciones cuando son usadas para la gloria de
Dios en vez de la de Sataná s son muy poderosas. Esta es una clave
poderosa para la libertad y la sanidad para muchos!

6. ENFOCARTE EN LA SOLUCIÓN Y NO EN EL PROBLEMA

¿Está s enfocado en tus problemas? ¿O centrado en la solució n? Aquellos


que se mantienen enfocados en el problema má s que en la solució n
comenzará n a ver el problema como má s grande que la solució n.
¿Estamos prestando má s atenció n al problema que a la solució n? ¿Es tu
problema má s grande que la solució n de Dios? Jesú s vino a traer la
solució n, y nosotros tenemos que aceptar la solució n, hace uso de su
trabajo y sangre que le trae mucha gloria, pero al prestar má s atenció n al
problema, ignoramos la solució n que Jesú s proveyó y le hacemos
mentiroso, y nos burlamos de lo que él pasó por nosotros.

Estar enfocado en los problemas crea una atmó sfera donde la depresió n,
la falta de perdó n, la irritabilidad y la desesperanza pueden reproducirse.
No puedes experimentar la sanidad interior mientras estés enfocado en el
problema. Si quieres recibir sanidad, debes dejar de enfocarte en el
problema y comenzar a meditar en la solució n.

Los demonios hará n lo mismo cuando traten de desarrollar esclavitudes


de miedo en una persona; buscan recordarle a la persona por qué tienen
miedo. Por eso es vital dejar de escuchar la voz del diablo, porque su
objetivo es agravar la herida y convertirla en una infecció n aú n má s
profunda.

Cuando una persona ha sido herida, a menudo escogerá retener los


sentimientos de odio y resentimiento, en vez de ser sanada de su herida y
ver a Dios hacer que todo esté bien. ¿Realmente quieres ser sanado? ¿O
preferirías aferrarte a los sentimientos de odio y resentimiento dentro de
tu corazó n en contra de la(s) persona(s) que te ha(n) perjudicado?
¿Preferirías verlos sufrir y ser castigado por su maldad, o preferirías ser
sanado por ti mismo y liberarte de los errores cometidos en tu vida?

SANIDAD INTERIOR HERIDAS EMOCIONALES

Recuerda, Jesú s dejó claro que si queremos ser perdonados y dejarnos


llevar por nuestros fracasos en la vida, entonces necesitamos dejar que
otros se liberen y darles lo que queremos que Dios nos dé - ¡es decir, su
misericordia y perdó n!

Nuestras propias reacciones a lo que se nos hizo es lo que nos mantiene


en prisió n espiritual. Es nuestra propia ira, odio, resentimiento y falta de
perdó n lo que nos mantendrá tras las rejas espirituales! Tenemos que
asumir la responsabilidad de nuestros propios fracasos. Una de las
razones por las que nos cuesta perdonar es porque no tenemos a nadie
má s a quien culpar por nuestros problemas.

Es importante que asumamos la responsabilidad de nuestros propios


fracasos y renunciemos a las cosas que no honran al Señ or en nuestros
corazones. No somos responsables de lo que se nos hizo, pero somos
responsables de có mo elegimos reaccionar ante lo que sucede.
Hasta que podamos darnos cuenta de nuestros propios fracasos (có mo
hemos estado reaccionando a lo que nos han hecho) y asumir la
responsabilidad de lo que hemos permitido en nuestras mentes y vidas,
entonces puede ser un bloqueo a nuestra sanidad emocional. Culpar a
otros impedirá el poder sanador del Espíritu Santo en nuestras vidas, por
lo tanto debe ser tratado antes de que la sanidad pueda fluir libremente
en nuestra mente y emociones.

7. DERRIBAR LAS PAREDES QUE PROHÍBEN EL PODER DEL ESPÍRITU


SANTO

Otra de las claves má s grandes para sanar en el interior es derribar las


paredes que prohíben el poder sanador y la luz del Espíritu Santo para
alcanzar la herida y traer la sanidad. El Espíritu Santo está muy ansioso y
listo para sanar nuestras emociones heridas, pero también es un caballero
y no anulará nuestro libre albedrío. É l honra tanto nuestro libre albedrío,
que incluso nos dejaría elegir rechazar a Jesú s y terminar en el infierno -
¡É l ni siquiera nos forzará a ir al cielo! Nuestro libre albedrío puede elegir
derribar nuestras paredes emocionales o mantenerlas en su lugar.

¿A qué paredes me refiero? Son nuestras propias reacciones a lo que se


nos hizo. Cuando reaccionamos con enojo, amargura, resentimiento, y
escogemos dar lugar al diablo en nuestros corazones, estamos levantando
muros alrededor de nuestras heridas que prohibirá n que la luz de Cristo
las sane. Por eso es vital que asumamos la responsabilidad de nuestras
reacciones ante lo que se nos ha hecho. No estamos descartando o
justificando lo que se nos hizo, simplemente no permitiendo que las
paredes se levanten para prevenir que el Espíritu Santo sane nuestras
heridas.

La transparencia es muy importante cuando se busca la sanidad de


heridas emocionales. ¿Qué cura nuestras heridas? La luz sanadora de
Cristo! ¿Qué es lo que la luz requiere para pasar? Transparencia! Si
quieres que la luz sanadora cure tus emociones dañ adas, entonces debes
ser transparente... porque la luz requiere transparencia para pasar.
DEJAR PASAR LA LUZ DE CRSITO

Es importante que te asegures de que te has perdonado a ti mismo, y que


te amas; como Cristo te ama. Es vital que te veas como Dios te ve, limpios,
lavados con la sangre, y sus fracasos pasados realmente eliminados de su
cuenta. Si continú as caminando por ahí golpeá ndote como si no hubieras
sido perdonado, entonces está s negando la obra que Cristo ha hecho por
ti en la cruz!

Muchas veces, aquellos que tienen heridas emocionales está n en


esclavitud a la culpa y a la condenació n, y llegar a la realizació n de que sus
pecados son perdonados, es quizá s una de las llaves má s poderosas para
recibir sanidad interior.

Santiago 5:16 Confesaos vuestras faltas unos a otros, y orad unos por
otros, para que seá is sanados. La oració n eficaz y ferviente del justo
puede mucho. " " author_avatar="https://nuestrodios.com/wp-
content/uploads/2018/04/biblia_opt-1.png"][/bs-quote]

Una cosa ú til es encontrar a alguien con quien hablar sobre tu problema;
pero sobre todo que te ame y ore por ti. Hay un tremendo poder sanador
en sacar algo a la luz y compartirlo con un compañ ero creyente que te
ama y orará por ti; para ayudarte, y no para perjudicarte. La Biblia nos
dice que necesitamos confesar nuestras faltas (lo cual creo que también
se aplica a nuestras heridas y debilidades) unos a otros y orar para que
seamos sanados.

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