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LIBROS HISTÓRICOS;

SU COMPOSICIÓN Y
MENSAJE
Por Alberto Valdivia Cier
EL LIBRO DE DEUTERONOMIO
Hemos visto lo importante que es Deuteronomio para
la comprensión de toda la literatura histórica del A.T. El
libro de Deuteronomio se caracteriza por ser un libro
independiente, formulado como una serie de discursos
de Moisés a los israelitas. Está conectado con los libros
anteriores del Pentateuco, en cuanto presenta el
tiempo final en el itinerario de Israel antes de pasar el
Jordán, y la última etapa de la vida de Moisés.
El Deuteronomio se presenta como una colección de
homilías centradas en el amor a la ley divina, y en el
agradecimiento por el don de la tierra de Canaán.
El libro comienza con un breve prólogo que
contextualiza los discursos (1,1-5). De los tres discursos
el segundo, el más extenso, es tal vez el de mayor
contenido teológico. Este discurso contiene una
colección de leyes que los estudiosos denominan
“CÓDIGO DEUTERONÓMICO”.
Su relación con los otros libros
En el capítulo 17:14-20, que a continuación veremos, se nota claramente la relación de
Deuteronomio con los libros históricos posteriores.
Este pasaje parece mirar hacia adelante, como si Dios a través de Moisés predice o
preanuncia lo que va a pasar siglos después con los reyes. Pero en realidad (según el
método histórico-crítico) sería una mirada retrospectiva desde la monarquía sobre la
experiencia muchas veces negativa de reyes como Salomón, y a la vez una mirada optimista
al esperar reformas espirituales promovidas por reyes piadosos, como el rey Josías.
Este texto evidencia que Deuteronomio, sirve de introducción al resto de literatura
histórica, y a la vez proporciona los criterios principales sobre la cual se escribirá el resto de
libros, por ese motivo, es muy correcto llamar al conjunto de libros histórico, como la
“HISTORIA DEUTERONOMISTA”.
DEUTERONOMIO 17:14-20

14
»Cuando tomes posesión de la tierra que te da el SEÑOR tu Dios, y te establezcas, si
alguna vez dices: “Quiero tener sobre mí un rey que me gobierne, así como lo tienen
todas las naciones que me rodean”, 15 asegúrate de nombrar como rey a uno de tu
mismo pueblo, uno que el SEÑOR tu Dios elija. No aceptes como rey a ningún forastero
ni extranjero. (Alusión clara del pedido que hace el pueblo a Samuel para tener un rey)
16
»El rey no deberá adquirir gran cantidad de caballos, ni hacer que el pueblo vuelva a
Egipto con el pretexto de aumentar su caballería, pues el SEÑOR te ha dicho: “No vuelvas
más por ese camino”. 17 El rey no tomará para sí muchas mujeres, no sea que se extravíe
su corazón, ni tampoco acumulará enormes cantidades de oro y plata. (Alusión clara al
reinado de Salomón)
18
»Cuando el rey tome posesión de su reino, ordenará que le hagan una copia del libro
de la ley, que está al cuidado de los sacerdotes levitas. 19 Esta copia la tendrá siempre a
su alcance y la leerá todos los días de su vida. Así aprenderá a temer al SEÑOR su Dios,
cumplirá fielmente todas las palabras de esta ley y sus preceptos, 20 no se creerá superior
a sus hermanos ni se apartará de la ley en el más mínimo detalle, y junto con su
descendencia reinará por mucho tiempo sobre Israel. (Alusión clara al reinado de Josías,
quien encuentra el libro de la ley perdida, y promueve una importante reforma
espiritual)
EL LIBRO DE JOSUÉ
El libro de Josué no pretende trazar un relato
completo o cronológico de la conquista de la tierra
prometida. No tuvo en su narración una finalidad
simplemente histórica; buscó, más bien, ofrecer una
recopilación de algunos acontecimientos, los más
destacados de la conquista desde el punto de vista
religioso, para demostrar que todo había sucedido
gracias a la fidelidad de Yahveh a sus promesas.
Es Yahveh quien domina la escena del libro, desde el
principio hasta el final. Es Él quien combate a favor de
su pueblo (Josué 10,14b) sin que nunca falte su ayuda
admirable. Conviene añadir que esta fidelidad de Dios
se mostró favorable a Israel gracias a que Josué, por
su parte, mantuvo fielmente los compromisos de la
alianza, actuando como Dios le había dicho: “sé, pues,
valiente y muy firme, teniendo cuidado de cumplir
toda la ley que te dio mi siervo Moisés” (Josué 1,7).
Fue una conquista lenta
La alianza entre Dios e Israel es el verdadero hilo conductor de la
narración. Podemos decir que el libro de Josué es una epopeya
(o historia épica) en que se ponen de manifiesto las
intervenciones de Yahveh a favor de su pueblo.
Una primera lectura del libro de Josué puede dar la impresión de
que la conquista de Canaán consistió en un rápido movimiento
estratégico; que los israelitas, dirigidos por Josué, penetraron
con facilidad en el país, y que una serie de acciones militares de
prodigiosa eficacia les permitió apoderarse en poco tiempo y por
completo del territorio que de antemano tenían por suyo.
En realidad, el asunto no fue tan simple, pues ni ellos lograron
conquistar rápidamente los territorios cananeos, ni los anteriores
habitantes del país fueron del todo exterminados. De hecho,
muchos de ellos se mantuvieron firmes en sus posiciones (Josué
15.63; 17.12-13); e incluso establecieron a veces alianzas con los
invasores, y entonces unos y otros tuvieron que aprender a
convivir en paz (Josué 9.1-27;16.10). La penetración en Canaán
fue un fenómeno lento que se prolongó hasta los tiempos de
David.
EL LIBRO DE LOS JUECES
El libro en hebreo lleva el titulo de Shofetim. Proviene del verbo juzgar (safat), y tanto en la
Biblia como en textos extrabíblicos tiene doble sentido: administrar justicia y gobernar,
pero su sentido principal es gobernar.
Los jueces no eran en su mayoría unos “santos”; muchos de ellos eran, humanamente
hablando, poco adecuados para la tarea. Son casos ejemplares de cómo el Espíritu de Dios
obra soberanamente en la vida de los seres humanos, muchas veces escogiendo elementos
humanos inverosímiles.
El periodo de los jueces abarca 200 años, desde la muerte de Josué hasta el establecimiento
de la monarquía, durante el cual las tribus continúan la conquista, consolidan la posesión de
sus respectivos territorios y adquieren su identidad definitiva y a la vez tienden a unirse y a
defenderse. Estos personajes en determinados momentos de crisis, se pusieron delante de
una o más tribus, logrando salvar al pueblo de Israel de sus enemigos externos (cananeos,
filisteos, madianitas, moabitas, amonitas, etc.).
Del pecado al arrepentimiento
El libro de los jueces nos ofrece una historia fragmentada;
cada tribu tuvo su propia historia, sus héroes y tradiciones. El
libro de los jueces es el testimonio de un esfuerzo de forjar
una identidad nacional, una síntesis religiosa, ya que antes de
la monarquía no tenían los israelitas una firme unidad
política para que haya una única historia nacional. En este
tiempo no existía ni un gobierno central, ni un templo
principal (había varios lugares de adoración – Siquem, Betel,
Guilgal, Siló).
El libro nos muestra una secuencia o ciclo, que se repite una y
otra vez; EL PUEBLO PECA, HAY UN CASTIGO COMO
CONSECUENCIA POR ESE PECADO, EL PUEBLO SE ARREPIENTE
Y DIOS LES LEVANTA UN LIBERTADOR.
Los jueces mayores son Otoniel, Eud, Débora, Barac, Gedeón,
Jefté, Sansón. En la descripción de estos personajes no existe
un patrón común de identificación. Así, Débora se distingue
como una profetisa que, al pie de una palmera, gobierna al
pueblo (4.4–5); Gedeón es un campesino de humilde
extracción social (6.11); Jefté, hijo de una prostituta,
capitaneó, al parecer, una banda de malhechores (11.1,3); y
Sansón, el joven con excepcional fortaleza física (16.3), que no
sabe resistirse a los encantos de las mujeres (16.17).
APLICACIÓN PASTORAL
• Obedecer a Dios y sus mandamientos siempre traerá bendición a
nuestras vidas, en cambio la desobediencia solo traerá tristeza y dolor a
nuestras almas. Debemos desarrollar en nosotros el principio de la
fidelidad con Dios.
• Todos estamos en conflicto con nosotros mismos y con el mal, de la
misma manera que Israel luchaba contra sus enemigos y los vencía,
igualmente cada uno de nosotros debemos de vencer nuestras batallas
buscando en Dios la fuerza y el poder.
• Si nos arrepentimos, Dios siempre nos liberará del mal que nuestros
pecados han generado. El arrepentimiento es clave para generar un giro
en nuestras vidas espirituales.
• A pesar de nuestros defectos y errores, el Señor puede usarnos como
sus instrumentos, siempre y cuando nos dispongamos sinceramente
para Él.

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