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un cambio de paradigma

¿por qué diablos es tan raro el arte actual?


Paradigma: Dispositivo de saber
de una época, marco que fija los
márgenes al interior de los cuales
se desarrolla un criterio de verdad
específico que, sin embargo,
siempre es “epocal”.
Merced al poder de la religión,
todavía nos influencia la
interpretación del mundo que hizo
Platón en el S. V a.C.

Conocido es su “mito de la
caverna” con el que ejemplificaba
su teoría de los dos mundos: el
inteligible (Objetos A)
y el sensible (Objetos B).
Mito de la caverna
En el imaginario de Platón, existía un demiurgo que
creaba los objetos inteligibles (también Objetos A) a
cuya imagen y semejanza se duplicaban los del mundo
sensible (Objetos B). Así, por siglos, en nuestra cultura
lo que dio lugar a la interpretación era (es) la
semejanza de los Objetos B (inferiores y mero reflejo)
con los A (superiores y verdaderos). De esta manera, lo
que hoy llamamos “obra de arte” se concebía como
un vector que, ubicado en el mundo sensible,
señalaba a las alturas, es decir, al mundo de las ideas
sublimes, trascendentes, necesarias, excelsas y
universales.
El auriga de Delfos
Escultura griega de estilo
severo.
Bronce
474 a C.
Victoria de Samotracia o
Niké de Samotracia,
atribuida a Pithókritos
(escuela de Rodas.)
Mármol.
245 cm de altura
190 a C
Michelangelo BUONARROTTI

La creación de Adán
Fresco en el techo de la Capilla Sixtina (cuarto de los paneles que representan
episodios del Génesis)
1511
Leonardo da Vinci

San Juan Bautista La virgen y el niño o

La virgen del huso


1508-1513
Rafael SANZIO

Cristo bendiciendo
S.XV
La noción de semejanza propuesta por
Platón, a subdivide a su vez en cinco
tipos perfectamente definidos, a
saber:
1. La noción de conveniencia, que
implicaba una ajustada
correspondencia entre cosas de
apariencia disímil. Por ej. del cuerpo
con el alma o del significante con el
significado. Tal conveniencia suele ser
totalmente arbitraria, pero una vez
que se determina, resulta inamovible,
como es el caso del lenguaje ya que si
no respetáramos sus caprichosas
reglas, no podríamos ni siquiera
pensar.
2. La noción de simpatía, que
implica la identidad de los
accidentes o distintas partes de
una misma cosa o significante.
En el mundo de las artes
visuales y del diseño tiene que
ver lo que hoy llamamos “leyes
de la Gestalt”
Leyes de la Gestalt
(cerramiento, figura-fondo etc.)
Salvador DALÍ

Aparición de una cara y fuente con frutas en


una playa
Óleo s/lienzo
114.3 x 144.8 cm
3. La noción de emulación, que era el
paralelismo de los atributos de sustancias
o seres distintos de tal forma que se
comportan como el reflejo de unos sobre
los otros. Esta noción en particular es muy
curiosa y forzada porque trata de hacer
coincidir cosas totalmente disímiles como
las figuras mitológicas con los grupos de
estrellas que llamamos constelaciones. La
constelación de Orión por ej. o las
alegorías en general.
Constelación de Orión
Eugène DELACROIX

La patria conduciendo al pueblo


Óleo s/lienzo
1830

(Alegoría de la patria o la república


representadas como una mujer con gorro
frigio , pechos desnudos y bandera)
4. La noción de signatura que era,
entre las propiedades visibles de
un individuo, la imagen de una
propiedad o cualidad invisible u
oculta. En el mundo de las artes
tiene su correlato con la noción de
autor que aparece cuando
reconocemos la “marca de estilo”
que caracteriza a un artista.
Ezequiel Linares

Arolas
El tigre en París El Negro Raúl Dibujo (técnica
Dibujo (técnica mixta) Dibujo (técnica mixta) mixta)
1982 1982 1982
5. La noción de analogía que
era la identidad de las
relaciones entre dos o más
sustancias distintas.
Claramente la coincidencia
entre la cosa representada y su
representación.
Lucien FREUD
en su taller con
su modelo
Leigh Bowery
La interpretación del mundo reposaba
pues, en una definición perfectamente
clara de todos las maneras posibles de
semejanza y fundamentaba dos tipos de
conocimiento muy distintos:

• La evidencia superficial entre una semejanza y


otra.
• El conocimiento en profundidad que iba de
una semejanza superficial a otra más
profunda.
Todas estas semejanzas
manifestaban el consenso con el
mundo (generalmente el propio)
que las fundamentaba, es decir
que éste “coincidía” con tales
interpretaciones.
Así, los significantes se disponían de
una manera homogénea que se
correspondían cómodamente con los
signos, en un espacio que también era
ordenado y homogéneo. Los signos de
la tierra reflejaban el cielo (“Mito de la
caverna”); el cuerpo al alma; el animal
al hombre (la obcecación de la mula, la
sabiduría de la lechuza) etc.
Pero este mundo real
y concreto
perfectamente
correspondiente con
el mundo de dios,
comienza a
resquebrajarse
cuando en 1637,
cuando René
Descartes dice
cogito, ergo sum
(“pienso, luego
existo”).
Porque este filósofo logra que la
verdad, que se había trasladado de
dios (poder divino) a los reyes
(poder monárquico), se ubique
ahora en la razón
(Descartes no rompe totalmente con
Platón pues a pesar de su método de
utilización de la duda para la correcta y
razonable interpretación del mundo,
termina por reconocer la existencia de
dios).
Pero…
Aparecerán tres heridas narcisistas en la
cultura occidental

• La impuesta por Copérnico y su teoría


heliocéntrica.
• La impuesta por Charles Darwin cuando
propuso que el hombre descendía del mono
• La impuesta por Sigmund Freud cuando
descubrió que la conciencia yace en la
inconsciencia.
Por otra parte, los recursos de la interpretación del mundo
planteados por Descartes en los siglos XVII y XVIII fueron
puestos en entredicho por Friedrich Nietzsche, Karl Marx y
Sigmund Freud, quienes nos situaron ante nuevas
posibilidades. Según el filósofo francés Paul Ricœur
Según el filósofo francés Paul Ricœur el
nexo que une a pensadores como
Nietzsche, Freud y Marx, consistiría en una
actividad compartida de
«desenmascaramiento», en un intento
programático y radical de poner al
descubierto las mistificaciones presentes
en la historia de la filosofía. Así pues, para
la “escuela de la sospecha”, pensar
equivale a interpretar.
Por su parte, Michel Foucault nos
dice que Nietzsche, Marx y Freud
no dieron un sentido nuevo a cosas
que no lo tenían, como había sido
hasta el momento, sino que ellos
cambian la naturaleza de los
signos, modificando la forma en
que se los interpretaba.
Nietzsche se revela contra la búsqueda
de una profundidad que no toleraba
porque pensaba que no existía.
Impugna a Platón y a sus dos mundos
(el sensible y el inteligible) que tanto
habían influenciado al cristianismo. En
todo caso elige solamente el mundo
sensible de los Objetos B, que no
remiten a ningún arquetipo.
Nietzsche mata a Dios, en el sentido
de aquél demiurgo platónico que
creaba los arquetipos del mundo
inteligible. Cuando esto sucede la
cadena de interpretación del mundo
se hace infinita porque no termina o
“choca” con aquellos arquetipos. No
existirá pues, un punto absoluto de
interpretación.
Así, en tanto Nietzsche mata al
demiurgo, Marx mata el orden
divino con el que se había
distribuido el poder y Freud
demuestra que la razón no es un
punto de partida ni de llegada para
la interpretación del mundo y del
hombre mismo.
Según Foucault, a partir de estos
tres pensadores, el signo se
tornará en algo “malévolo” porque
es ambiguo.
Este cambio brutal de paradigma
en la historia del pensamiento,
tuvo su correlato en el mundo de
las artes.
La emblemática frase “Dios ha muerto”de
Nietzsche aparece en su obra “Así hablaba
Zaratustra. Un libro para todos y nadie”
publicado en 1885. Y es interesante notar que
el primer ready made de Marcel Duchamp fue
creado en 1913, es decir 23 años después de
que tal concepto hubiese sido pronunciado por
su autor. Esto cambia hasta la manera de
denominar al arte. Veamos:
El cambio de paradigma comienza a fines del S
XIX, inicios del XX con los tres filósofos de la
escuela de la sospecha, de los cuales el más
importante será Nietzsche quien, al matar a
Dios,“desdiviniza” la interpretación del mundo.
Correlativamente, 27 años después, Marcel
Duchamp “desdiviniza” al arte al matar al autor
creando el ready-made. Esta operación ha
impregnado todas las prácticas artísticas
contemporáneas, incluso las disciplinas
tradicionales.
Marcel Duchamp: L’egoutier (1913); Bicycle Wheel (1913); Fountain (1917)
Jessica STOCKHOLDER
¡Gracias!

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