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Cantar 1:1-3[1]El Canto

sublime, que es de Salomón.


Ella:[2]¡Que me bese con los
besos de su boca![3]Tus
amores son un vino exquisito,
suave es el olor de tus
perfumes, y tu nombre, ¡un
bálsamo derramado!; por eso
se enamoran de ti las
jovencitas. ¡Llévame!
Corramos tras de ti.
Cantar 1:4-6[4]Llévame, oh Rey,
a tu habitacion para que nos
alegremos y regocijamos, y
celebremos, no el vino, sino tus
caricias. ¿Cómo podrían no
quererte?[5]Soy morena, pero
bonita, hijas de Jerusalén, como
las carpas de Quedar, como las
carpas de Salomón.[6]No se fijen
en que estoy morena, el sol fue el
que me tostó. Los hijos de mi
madre, enojados contra mí, me
pusieron a cuidar las viñas. Mi
viña yo la había descuidado.
Cantar 1:7-8[7]Dime, Amado de
mi alma, ¿a dónde llevas a pastar
tu rebaño, dónde lo llevas a
descansar a mediodía, para que
yo no ande como vagabunda
detrás de los rebaños de tus
compañeros? Coro:[8]¡Oh la más
bella de las mujeres!, si no estás
consciente de quién eres, sigue las
huellas de las ovejas, y lleva tus
cabritas a pastar junto a las
tiendas de los pastores. El:
Cantar 1:9-14[9]Como yegua
uncida del carro de Faraón, así
eres a mis ojos, amada mía.
[10]Tus mejillas se ven lindas con
esos aros y tu cuello entre los
collares.[11]Te haremos aros de
oro con cuentas de plata. El y
Ella:[12]Mientras el Rey estaba
en su aposento se sentía el olor de
mi perfume.[13]Mi amado es
para mí bolsita de mirra cuando
reposa entre mis pechos.[14]Mi
amado es para mí racimo de
glicina en las viñas de Engadí.
Cantar 1:15-17
[15]¡Oh mi amor, ¡qué
bella eres, qué bella
eres con esos ojos de
paloma![16]Amado
mío, ¡qué hermoso
eres, qué delicioso!
Nuestro lecho es sólo
verdor.[17]Las vigas
de nuestra casa son de
cedro, y su techo de
ciprés.
Cantar 2:1-4[1]Yo soy el
narciso de Sarón y el lirio
de los valles.[2]Como lirio
entre los cardos, así es mi
amada entre las jóvenes.
[3]Como manzano entre los
arbustos, así es mi amado
entre los jóvenes. Estoy
sentada a su sombra
deseada y su fruto me es
dulce al paladar.[4]Me llevó
a una bodega de vino: su
divisa de amor estaba
encima de mí.
Cantar 2:5-9[5]Pásenme pasteles de pasas.
Reanímenme con manzanas, porque estoy
enferma de amor.[6]Su izquierda se
deslizabajo mi cabeza, y su derecha me
abraza.[7]Hijas de Jerusalén, yo les ruego
por las gacelas y las cabras del campo que
no despierten ni molesten al Amor hasta
cuando ella quiera. Ella:[8]¡La voz de mi
amado! Miren cómo viene saltando por los
montes,[9]brincando por los cerros, mi
amado, como una gacela o un cabrito.
Ahora se detiene detrás de nuestra cerca, y
se pone a mirar por las ventanas, a espiar
por las rejas.
Cantar 2:10-14
[10]Mi amado empieza a hablar y me dice: El: Levántate,
compañera mía, hermosa mía, y ven por acá, paloma mía.
[11]Acaba de pasar el invierno, y las lluvias ya han cesado
y se han ido.[12]Han aparecido las flores en la tierra, ha
llegado el tiempo de las canciones, se oye el arrullo de la
tórtola en nuestra tierra.[13]Las higueras echan sus
brotes y las viñas nuevas exhalan su olor. Levántate,
amada mía, hermosa mía, y ven.[14]Paloma mía, que te
escondes en las grietas de las rocas, en apartados riscos,
muéstrame tu rostro, déjame oír tu voz, porque tu voz es
dulce y amoroso tu semblante. Ella:
Cantar 2:15-17
[15]¡Que cacen a los zorros, esos dañinos
zorritos que destrozan las viñas, pues las
nuestras se encuentran en flor![16]Mi amado
es para mí, y yo para mi amado; él lleva a su
rebaño a pastar entre los lirios.[17]Antes que
sople la brisa del día y huyan las sombras,
amado mío, vuelve, como la gacela o el cabrito,
por los montes de las balsameras.
Cantar 3:1-4
[1]Sobre mi lecho, por las noches, yo buscaba al
amado de mi alma. Lo busqué y no lo hallé.[2]Me
levantaré, pues, y recorreré la ciudad. Por las calles y
las plazas buscaré al amado de mi alma. Lo busqué y
no lo hallé.[3]Me encontraron los centinelas, esos que
andan de ronda por la ciudad.[4]¿Han visto a mi
amado? Apenas los había dejado cuando encontré al
amado de mi alma. Lo abracé y no lo soltaré más
hasta que no lo haya hecho entrar en la casa de mi
madre, en la pieza de la que me dio a luz. El:
Cantar 3:5-8
[5]Hijas de Jerusalén, yo les ruego, por las gacelas y las
cabras del campo, que no despierten y no se despierte
el Amor hasta cuando ella quiera. Coro:[6]¿Quién es
éste que sube del desierto? Parece ser una columna de
humo perfumado de mirra y de incienso y de todos los
aromas.[7]Es la litera de Salomón. Sesenta guerreros la
rodean, los más valientes de Israel,[8]todos muy buenos
para la espada, hombres adiestrados para el combate.
Cada uno lleva su espada a la cintura para que nadie
los sorprenda de noche.
Cantar 3:9-11
[9]El rey Salomón se ha hecho una
litera de madera del Líbano.[10]Le
hizo columnas de plata, el
enchapado de oro, el asiento de
púrpura; el interior de ébano
incrustado.[11]Salgan, hijas de
Jerusalén. y vean al rey Salomón
con su corona, con la corona que le
colocó su madre el día de sus bodas,
el día de su alegría.
Cantar 4:1-3
[1]¡Qué bella eres, amada mía,
qué bella eres! Tus ojos son como
palomas detrás de tu velo.[2]Tus
cabellos, como un rebaño de
cabras que ondulan por las
pendientes de Galaad. Tus
dientes, ovejas esquiladas que
acaban de bañarse, cada una
tiene su melliza y ninguna la ha
perdido.[3]Tus labios son una
cinta roja, y tu hablar es
encantador. Tus mejillas son las
mitades de una granada a través
Cantar 4:4-6
[4]Tu cuello es como la
torre de David, levantada
para dominar; de ella
cuelgan mil escudos, todos
escudos de valientes.[5]Tus
dos pechos, cervatillos
coquetones, mellizos de
gacela.[6]Antes de que
sople la brisa del día, y se
vayan las sombras, me iré
al monte de la mirra, al
cerro del incienso.
Cantar 4:7-9
[7]Eres toda hermosa, amada
mía, en ti no hay ningún
defecto.[8]Ven del Líbano,
novia mía, ven hasta acá del
Líbano, deja lo alto del
Amaná, las cumbres del Samir
y del Hermón, moradas de
leones, guaridas de leopardos.
[9]Me robaste el corazón,
hermana mía, novia mía, me
robaste el corazón con una
sola mirada tuya, con una sola
de las perlas de tu collar.
Cantar 4:10-13
[10]¡Qué amorosas son tus caricias, hermana mía,
novia mía! ¡Más delicioso es tu amor que el vino! Y el
olor de tus perfumes supera a cualquier otro.[11]Los
labios de mi novia destilan pura miel; debajo de tu
lengua se encuentra leche y miel, y la fragancia de tus
vestidos es la de los bosques del Líbano.[12]Un jardín
cercado es mi hermana, mi novia, huerto cerrado y
manantial bien guardado.[13]Tu tierra regada da un
jardín de granadas con abundancia de frutos
exquisitos y de hierbas aromáticas.
Cantar 4:14-16
[14]nardo y azafrán, clavo de olor y canela, con
todos los árboles de incienso, mirra y áloe con
los mejores perfumes.[15]Fuente de los jardines,
manantial de aguas vivas, corrientes que bajan
del Líbano. Ella:[16]Soplen, vientos del norte y
del desierto, soplen en mi huerto para que se
expandan sus aromas, y así entre mi amado en
su huerto y coma de sus exquisitos frutos.
Cantar 5:1-4
[1]He entrado en mi huerto, hermana mía, novia mía, he
tomado mi mirra con mi perfume, he comido mi miel en su
panal, he bebido mi vino y mi leche. Amigos, coman, beban,
compañeros, embriáguense. Ella:[2]Yo dormía, pero mi
corazón estaba despierto. Oí la voz de mi amado que me
llamaba: «Abreme, hermana mía, compañera mía, paloma
mía, preciosa mía; que mi cabeza está cubierta de rocío, y
mis cabellos, de la humedad de la noche.»[3]Me quité la
túnica, ¿tendré que ponérmela otra vez? Me lavé los pies,
¿tendré que ensuciármelos de nuevo?[4]Mi amado metió la
mano por la cerradura; ¡cómo se me estremeció el corazón!
Cantar 5:5-8
[5]Me levanté para abrir a mi amado, y mis manos
destilaron mirra, corrió mirra de mis dedos sobre el
pestillo de la cerradura.[6]Abrí a mi amado, pero mi
amado ya se había ido. ¡Se me fue el alma tras de él! Lo
busqué y no lo hallé, lo llamé y no me respondió.[7]Me
encontraron los centinelas los que andan de ronda por la
ciudad, me golpearon y me hirieron Me quitaron mi chal,
los guardias de las murallas[8]Hijas de Jerusalén, yo les
ruego por si encuentran a mi amado... ¿Qué le dirán? Que
estoy enferma de amor. Coro:
Cantar 5:9-12
[9]Oh tú, la más bella de las mujeres, ¿qué
distingue a tu amado de los otros? ¿Qué distingue
a tu amado de los otros para que así nos mandes?
Ella:[10]Mi amado es vigorozo y buen mozo,
dintinguido entre mil.[11]Su cabeza brilla como el
oro puro; sus cabellos, como hojas de palma, son
negros como el cuervo.[12]Sus ojos, como
palomas junto a una fuente de agua, que se bañan
en leche, posadas junto a un estanque;
Cantar 5:13-16
[13]sus mejillas, plantaciones de balsameras, cultivo
de plantas olorosas. Sus labios son lirios que destilan
mirra pura.[14]Sus manos son aros de oro
adornados con piedras de Tarsis. Su vientre, marfil
pulido, cubierto de zafiros.[15]Sus piernas, columnas
de mármol, asentadas en basas de oro puro. Su
aspecto es como el Líbano, majestuoso como los
cedros.[16]Su hablar es lo más suave que hay y toda
su persona es un encanto. Hijas de Jerusalén, así es
mi amado, así es mi amigo.
Cantar 6:1-4
[1]¿Adónde se fue tu amado, oh la más bella de las
mujeres? ¿Adónde se dirigió tu amado, para que
lo busquemos contigo? Ella:[2]Mi amado bajó a
su huerto, donde se cultivan flores olorosas,
pastorea su rebaño en los jardines y va a recoger
lirios.[3]Yo soy para mi amado y él es para mí: él
pastorea entre los lirios. El:[4]Eres hermosa,
amada mía, como Tirsá, encantadora como
Jerusalén, imponente como tropas ordenadas.
Cantar 6:5-8
[5]Aparta de mí tus ojos, porque me cautivan.
Tus cabellos son como rebaño de cabras que
ondulan por las pendientes de Galaad.[6]Tus
dientes son como rebaño de ovejas que acaban de
bañarse, cada una tiene su melliza y ninguna y
ninguna la ha perdido.[7]Tus mejillas, son las
mitades de una granada detrás de tu velo.[8]Las
reinas son sesenta, ochenta las concubinas, y las
jóvenes son innumerables,
Cantar 6:9-12
[9]pero una sola es mi paloma, mi toda perfecta. Ella
es la hija única de su madre, la preferida de la que la
engendró. Las jóvenes que la ven la felicitan, reinas y
concubinas la alaban. Coro:[10]¿Quién es ésta que
surge como la aurora, bella como la luna, brillante
como el sol, temible como un ejército? El:[11]Había
bajado a los nogales para ver las flores del valle, por
ver si la viña estaba brotando y florecían los granados.
[12]No sé cómo, de repente se me oocurrió: encabecé
los carros de guerra de mi pueblo.
Cantar 7:1-4
[1]Vuelve, Sulamita, vuelve; vuelve, vuelve para
contemplarte. El: ¿Por qué miran a la Sulamita,
cuando entra con los coros en la danza?[2]Hija de
príncipes, qué graciosos son tus pasos con esas
sandalias. La curva de tus caderas es un collar
hecho por manos de artistas.[3]Tu ombligo es un
cántaro donde no falta el vino con especias. Tu
vientre es como una pila de trigo,[4]tus dos pechos
cervatillos coquetones mellizos de gacela. Tu cuello,
como torre de marfil.
Cantar 7:5-9
[5]Tus ojos, las piscinas de Jesbón, junto a la puerta de
Bat-Rabím. Tu nariz es la cumbre del Líbano,
centinela que mira hacia Damasco.[6]Tu cabeza se
yergue: es el Carmelo, tu cabellera tiene reflejos de
púrpura; un rey se halla preso en sus trenzas.[7]¡Qué
bella eres, qué encantadora, oh amor, en tus delicias!
[8]Tu talle se parece a la palmera; tus pechos, a los
racimos.[9]Me dije: subiré a la palmera, míos son esos
racimos de dátiles. ¡Sean tus pechos como racimos de
uvas y tu aliento como perfume de manzanas!
Cantar 7:10-14
[10]¡Tus palabras sean como vino generoso! Ella: Vaya
derecho hacia el amado fluyendo de mis labios.[11]Yo
soy para mi amado y su deseo tiende hacia mí.
[12]Amado mío, ven, salgamos al campo, pasaremos la
noche en los pueblos,[13]de mañana iremos a las viñas;
veremos si las parras han brotado, si se abren las flores
y florecen los granados. Allí te entregaré todo mi amor.
[14]Las mandrágoras exhalan su fragancia. Mira a
nuestras puertas esos frutos exquisitos, nuevos y añejos,
que guardaba para ti, amado mío.
Cantar 8:1-4
[1]¡Ah, si tú fueras hermano mío, alimentado
con el pecho de mi madre! Te podría besar al
encontrarte afuera sin que me despreciaran.
[2]Te llevaría a la casa de mi madre, a la
habitación de la que me concibió. Te daría a
beber vino fragante y un licor hecho de
granada.[3]Su izquierda se desliza bajo mi
cabeza y su derecha me abraza. El:[4]Hijas de
Jerusalén, les ruego que no despierten ni se
despierte el Amor hasta que ella quiera. Coro:
Cantar 8:5-9
[5]¿Quién es ésa que sube del desierto apoyada en su amado? El:
Debajo del manzano te desperté, allí mismo donde te concibió tu
madre, donde te concibió la que te dio a luz. Ella:[6]Guárdame en
tu corazón como tu sello o tu joya, siempre fija a tu muñeca. porque
es fuerte el amor como la muerte, y la pasión, tenaz como el
infierno; sus flechas son dardos de fuego, como llama de Yavé.[7]
¿Quién apagará el amor? No lo podrán las aguas embravecidas,
vengan los torrentes, ¡no lo ahogarán! Si alguien quisiera comprar
el amor con todo lo que posee en su casa, sólo conseguiría desprecio.
[8]Tenemos una hermana pequeña, todavía no tiene sus senos
formados. ¿Qué haremos con nuestra hermana cuando se trate de
casarla?[9]Si es una muralla, le construiremos defensas de plata; si
es una puerta, la reforzaremos con barras de cedro.
Cantar 8:10-14
[10]Yo soy una muralla, mis pechos son como torres.
Soy a sus ojos como quien ha hallado la paz.
[11]Salomón tenía una viña en Baal-Amón, la confió a
unos cuidadores, y cada uno le traía mil siclos de plata
por sus frutos.[12]Mi viña es sólo para mí y yo no más
la cuido. Mil siclos para ti, Salomón, doscientos para los
guardianes.[13]¡Oh tú que habitas en los huertos!, tus
compañeros prestan oído a tu voz, haz que yo también
la pueda oír.[14]Huye, amado mío, como gacela o como
un cabrito por los montes de las balsameras.

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