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LOS CANTARES DE ROMEO

ISBN-978-9942-13-383-0

MAX ROMEO ARÍZAGA

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PRÓLOGO EN ALEGORÍA

Cuando el rey David era viejo y avanzado en días, le cubrían de


ropas, pero no se calentaba. Le dijeron, por tanto, sus siervos:
Busquen para mi señor el rey, una joven virgen, para que esté delante
del rey y lo abrigue, y duerma a su lado, y entrará en calor mi señor
el rey. Y buscaron una joven hermosa por toda la tierra de Israel, y
hallaron a Abisag sunamita, y la trajeron al rey. Y la joven era
hermosa; y ella abrigaba al rey, y le servía; pero el rey nunca la
conoció. Primera de Reyes-Capitulo Primero-Versos del 1-4. Cantar
de Cantares-Capitulo 6-Vrso 13. Según lo esóterico, la persona que
dormía con el rey David, no era una persona real sino una
representación de la propia alma del rey David, que nunca se
apartaba de él. Así es nuestra propia alma que nunca se aparta de
nosotros cuando dormimos aparte de quién esté durmiendo cerca de
nosotros. Pues la que siempre duerme a nuestro lado todos los días de
nuestra existencia es la Sulaminta-el alma interna que es nuestra
propia vida es la esposa, la amada. La idea básica en la poesía mística
es que todos somos esposos o novias, sin importar cual sea el sexo,
sea varón o mujer, y solo existe un esposo, el Esposo Eterno, el cual
es Dios. En la mística sólo cuando la esposa se casa con el esposo,
ella termina la historia de su trágica separación, y así consigue la
inmortalidad. También en la poética el enamorado es el Rey, y la
Sulamita la amada o Reina. En mi poesía Romeo, es el esposo,
Julieta, la Sulamita, o Euterpe, es el alma o la amada es Ester y el
Rey Asuero. también es Gualaceo, su valle sus mujeres, tambiés es
para todo lo poético y amado. Mi poesía está escrita mayormente en
versos alejandrinos, pocos en prosa. Sobre mi origen, nací en la Villa
de Gualaceo, y viví en la ciudad de Guyaquil, junto con mis padres
que fueron; mi padre Victor Arcesio Arízaga, mi madre Ana Luisa
Arízaga Ochoa, ambos de la Villa de Gualaceo.
El Autor

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LOS CANTARES DE ROMEO

Estos son los cantares que cantaba Romeo,


a su amada Julieta, luz de su corazón,
princesa de Verona, ensueño hecho canción,
cuando llega la noche con su suave aleteo.
Nocturno de la pálida luna del mes de abril…
Bañando con su luz, el hermoso jardín,
del viejo Capuleto, de un blanco serafín,
que vive en la casona con sueños de marfil.
Sueño angelical, lleno de poesía…
Una voz de cristal cual perfume de rosa
cual si fuera el sonido que trémulo fluía
de un mágico violín con música armoniosa…
Es la voz de Julieta, la que se oye en la estancia,
a la luz de la lámpara prendida a la bobeda
del plafón azulado que lo eterno remeda
de un lírico rosal que exhala su fragancia.
Desde el jardín cercano donde anidan las aves,
sus romances de amor al claro de la luna,
de la noche estrellada, claro sin sombra bruna,
entre los arabescos de nocturnos enclaves.
Julieta, alma del alma, resplandor de la aurora,
cuando renace el día, al áureo color
cuando Apolo embellese con mágico esplendor,
el antiguo palacio que soberbio decora…
De la estirpe señora de viejos Capuletos,
que pregonan nobleza en la ciudad de Verona…
Paladines que erigen su blasón y coron
En viejos pergaminos con arcanos secretos…
Es un nocturno pleno con azul primavera,
Julieta, es sulamita de su Amado Romeo,
de sonidos con alas de inquietud y deseo
cuando nace el ensueño de una blanca quimera.

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LAMENTO DE LA ESPOSA

Mientras en mi lecho dormía, inquieto mi corazón velaba. Golpes en


la puerta, a media noche. Es la voz de mi amado que está llamando.
Ábreme, amada mía. Me levanté para abrir a mi amado, pero mis
manos temblaron de ansiedad sobre la manecilla del cerrojo, pero mi
amado no estaba, se había ido. Entonces salí por las calles y plazas
para buscar a mi amado, lo busque, y no lo halle. Pregunté a mis
amigos y parientes que si conocián a mi amado y dijeron: ¿Quién es
tu amado, oh hermosa entre las mujeres? Y respondí, mi amado es mi
amado, para mi es hermoso, su cabeza bien peinada, sus cabellos
castaños y ondulados a veces negros como azabache. Sus ojos color
cafés como la miel del himeto, son como de gacela que otea sus
pupilas sobre la espesura de los boscajes. Su paladar es delicioso, y
todo codiciable. Tal es mi amado, oh amigos poetas y cantores. Mi
amado es el que tiene alma de poeta es el que nació en un valle
florido, donde cantan desde el amanecer los bulbules y los gorriones
errantes. ¡Oh amiga nuestra, si tu no lo sabes, tu amado, te ha
buscado y se fue errante por la ruta donde apacientan los vientos del
norte! Si lo amas, ve pues y sigue sus huellas por los senderos, por
las plazas y los valles, entre los huertos y ciudades donde cantan los
ruiseñores y poetas. El se apacienta entre los durazneros y los
toctedales, entre los nardos y las flores de alheña. El tiene su nombre
como el aroma del romero, del manzano y el durazno. Cuando los
supe, mi alma lloró amargamente, mis ojos desfallecieron a causa del
quebranto por el amor de mi amado. Pero cuando me había sosegado
un poco, mis amigos me dijeron: Mujer ¿Por qué lloras? Tu amado
apacienta en la ribera de un río, entre los saucedales y los romeros
que perfuman la campiña. Entonces fui y encontré a mi amado.
Luego regresé a dar las buenas nuevas que había visto y hallado al
que ama mi alma... Por tanto yo os digo, Oh doncellas enamoradas,
abran vuestras puertas y ventanas para que entre en vuestra casa el
ángel bendito del amor.

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LA NOVIA

Llegó la primavera, las flores han nacido,


los huertos reverdecen, el joven duraznero,
florece en la campiña; el trino del jilguero
cuando està en su ramaje, se escucha estremecido...
Ya sobre el duraznero o sobre el naranjero…,
Así es la sulamita, la reina del jardín
es alma enamorada, su amor no tiene fín,
como la brisa suave corre por la campiña.
Amor de los amores, nació en la verde viña,
mientras bulbules cantan, una dulce canción,
la sulamita, endecha su nostalgia y pasión,
la bella Sulamita, suspira como niña.
Es la flor de las flores que perfuman el día,
su cabellera blonda sacude con el viento,
y el céfiro amoroso con suave movimiento,
la envuelve de cariño con su melancolía.
La sulamita, es alma, la divina Julieta,
la esposa de Romeo, el Amado del alma,
que ronda y apacienta dulcemente con calma,
entre los verdes huertos do suspira el poeta.
Evocar el amor es cual tomar buen vino,
de los verdes viñedos que brotan de Engadi,
donde suspira el céfiro, y brota el carmesí
de las rosas fragantes que nos trae el destino.
Amor errante sigue las pisadas del viento,
cuando la amada ausente del jardín florecido,
suspira con amor, su amor estremecido
por la nostalgia triste que emana de su aliento.

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EL AMADO Y LA SULAMITA

Oh, amiga mía, levántate y ven, olvida los sufrimientos, porque ha


pasado el invierno, la lluvia se fue, han renacido las flores en la
tierra. El tiempo de la canción ha venido y detrás de nuestros pasos se
ha oído tu voz dulce y amorosa. Oh, amiga mía, si escuchas otra voz.
Es la voz amorosa con que te llama tu amado Romeo, cuando te
espía, escondido éntre los lirios y las rosas del jardín. El es semejante
al cervantillo cuando tu le llamas, el viene saltando sobre los
collados, cabalgando sobre el céfiro solano. Se queda detrás de la
pared, mirándote por las ventanas, atisbando tras las celosías. Oh,
amiga mía, el que te ama, apacienta su nostalgia por tu ausencia, allá
en el valle primoroso. Y se sienta entre los árboles silvestres debajo
de un manzano. Oh, amiga mía, si escuchas su voz que te llama
mientras tu corazón vela, en tanto que gotean las gotas de rocío de la
noche. Lévantate, y ve en busca de sus huellas, entre los manzanos y
los romeros. El con su dulce caramillo está siempre musitándote su
alegre sonata en la cual te dice: Vuélvete, vuélvete sulamita, que hace
tiempo estoy llamando a tu puerta, pero tu cual muro sellado, no
escuchas a mi voz y crees que mi voz es la voz del céfiro que pasa.

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UN CANTAR PARA EL AMOR

Yo vine aquí para mirar a las doncellas, para mirar a los mercaderes y
para ver si en los huertos brotaban los cardos, los lirios y las rosas.
Pero he aquí estabas tu, y tus ojos me han mirado y tomaste
prisionero mi corazón. Y cuando me di cuenta, antes que los supiera
mi alma me dijo: No mires a todas las doncellas, mira a la que ama tu
alma. Ella tiene sus cabellos castaños como los rayos del sol, y sus
ojos como de gacela junto a los arroyos de las aguas. Su cuerpo es
claro como marfil cubierto de zafiros. Ella es como un muro cerrado
por la crudeza del invierno. Golpea a su puerta y dile: Hermana mía,
amor mío, ábreme la puerta, es tiempo que salgas a escuchar el canto
de los bulbules, porque el invierno ya se ha ido. Los tulipanes y las
madreselvas han florecido. Amor mío, salgamos a la campiña a ver si
las vides están en cierne y para ver si en el valle del corazón el viento
no ha apagado el fuego del amor.

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LA NOVIA

Por el oriente asoma, el alba sonrosada,


la novia canta alegre, entre la madrugada,
amor, amor sublime, el alma renmemora,
saludando la bella luz que asoma en la aurora.
Uva de ensueños, labios como cantera roja,
la divina Julieta, dulces besos deshoja,
sus dientes blancas perlas cual brillo de diamante,
ingenua cual el alba, está bella y radiante.
Hechizada de amor, se llena de ternura,
manos al corazón en el amor perdura,
en la estancia sombría do en voz baja nombra
en la penumbra azul, entre la luz y sombra.
Dice lindas palabras de inefable armonía,
de músicas celestes que hablan de poesía…
Ella es una Walkiria, es una blanca estrella…
Ella es canto de amor, ella es todo bella.
Y su amado Romeo, su princepe encantado…
El la ama sobre todo… el cielo ha decretado…
Ella es la sulamita que amaba el rey David,
en los dulces ensueños que provoca la vid
Amor habla despacio con tono de voz suave,
debajo un cielo límpido, y una fontana azul
mientras se oye el sonido de una sonata grave,
que hace el viento solano debajo un abedul.
Que me digan con versos líricos los poetas…

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Que mi lecho de amor, es límpido y nupcial,
recamado de amor, recamado en violetas
como de una princesa en un tiempo feudal
Cuando por los caminos se olía a flor de azalia,
y crecían altivos el jacinto y la dalia,
y todas las hermosas violetas del jardín.
Cuando el soplo del céfiro avienta por la tarde,
mientras en llamarada el fuego del sol arde,
y trata de perderse en un rojo confín.

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EL NOVIO

Cual perfume de rosas entre niebla de bruma,


así el amado llega al despuntar el día,
mientras trinan gorriones con cantares de amor…
entre la blanca niebla que parece una espuma.
Así amor es jolgorio en una orquesta suma,

los líricos ensueños que brindan el amor…


Que mi amado me tome cual perfume de flor,
entre sedeños roces, semejan una pluma…
El toque de sus manos, tan cálidas y amables
como el rocío fresco que cubre ventanales
en las tibias mañanas de verde primavera.
Cuando cantan bulbules en el campo florido,
cuando el duraznero altivo ha renacido
en el huerto cercano a la mansa ribera.

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RUT LA MOABITA

Por los campos dorados está la moabita,


trigal de los ensueños, buscando una quimera,
para engendrar su prole en el tiempo de espera,
mientras cae la tarde y suspira solita.
La moabita ríe, siguiendo por la senda,
las espigas doradas, que cojen segadores,
y acumulan la parva para los trilladores…
Es Rut, la moabita de la tarde la ofrenda…
De un corazón amante, el alma primorosa,
que la divina gracia impuso en el camino,
para el supremo instante que revela el destino
del inefable amor, el alma candorosa.
La moabita ríe con ingenua ternura,
y alegra la campiña con su gran hermosura…
La parva de cebada está lista y dorada,
y un manto cubre el sueño de esta princesa amada.
Booz, de lejos mira a la bella, a la bella mujer,
a Rut, la moabita preciosa cual gacela,
en campos de Belén, llega para encender
con su alegre presencia, todo amor se revela.
La gracia del Sublime, la llena de encanto,
a la dulce mirada del dueño de la estancia,
y como un blanco lirio expele su fragancia,
y hechiza con amor mientras olvida el llanto.
Y Rut, la moabita camina su sendero,
el amado la encuentra cual flor de su jardín,
es cual sueño lejano de un remoto confín,
es el alma del alma, cobijan un mismo alero.

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La casa de Booz, y Rut la moabita,
tiene la bendición que da el sagrado amor,
se llena de gran júbilo, la bendice el Señor,
es la casa preciosa del pueblo israelita.
Allí está la promesa, allí el canto sonoro,
que se anuncia en el tiempo como armonioso coro,
la venida del Mesias, la edad de.. nueva Era,
que llega como un eco, la nueva primavera.

13
EL REY Y LA SULAMITA

Canta la sulamita, canciones de amor leves,


su amado es fino y blanco como copos de nieves…
El se esconde en la tarde tras de la pared ve…
Su silueta la mueve cual fuera Salomé,
mirando entre los tules de transparentes velos.
En su rojo diván, el rey los pies estira…
El amado suspira, está en languidez,
soñando con su amada cual cervatillo grácil,
que se mueve pausada en cadencioso ritmo,
y cuando amor suspira, sulamita regresa.
Amor uva de ensueños que al amado ha turbado,
su amada está rondando, los sueños que ha soñado…
Hay visiones de alegres cantares, y canciones…
Sulamita es divina, celestial bayadera,
que inspira los cantares de una loca quimera,
que envuelve de ilusión los tristes corazones.
Sulamita que inspira, el mirar de ojos magos
cuando despierta amor en caricias y halagos.
El amor es fontana, un espejo tranquilo,
cuando el rey apacienta su ternura y pereza,
en su rojo diván a sus sueños da asilo.
La sulamita es toda llena de amor y gracia,
conserva la dulzura de rancia aristocracia,
son sus senos dos pomas, llamaradas ardientes,
la sulamita prende el fuego de sus naves.

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EL CANTAR DE ANA

Es Ana la cantora, la que por Dios suspira,


mientras llega el silencio cuando está en soledad,
canta, canta sublime cuando su alma delira,
extasiada de amor en dichos de verdad.
Los afanes del mundo esquivan y los deja,
ebria del rojo vino se quedó en ebriedad,
y nadie de su Dios le quita ni le aleja,
su estrella sempiterna no es la oscuridad.
Su amado es Jehová, ella lo presentía,
Dios está en los confines, está en la eternidad,
con su mirada fija canta su melodía,
su corazón palpita como una epifanía
mientras ora en silencio y canta en soledad.
Jehová, alegra el alma, la noche es imprevista…
es Ana la cantora del jardín una rosa,
que exalta a Jehová en hora no prevista,
el alma se conmueve, alondra misteriosa…
Columbra lo divino y con amor se viste,
cuando el amado llega y entre una nube pasa,
el Santo de Israel en su gloria persiste,
desechando los arcos de los fuertes traspasa.
Y Ana canta la gloria del Dios de lo eternal,
en sus labios palabras para el divino arcano,
canta, canta al Señor, la gloria celestial,
la divina cantora de un enigma lejano

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EL CANTAR DE LA MAGDALENA

Cantó la Magdalena, un canto en tono grave


musitando palabras con su voz tierna y suave,
bajo la comba clara con un cielo azul,
mientras el viento silba entre un viejo abedul.
¡Qué canten los bulbules, los pájaros poetas!
El romance de amor con su marcha nupcial,
la Magdalena es flor, alma entre las violetas,
princesa de un castillo de un príncipe feudal.
Magdalena suspira en medio del jardín,
su amado está muy lejos, está en otro confín,
sus inquietos suspiros son del alma contactos
de ternura y romance de soñares intactos;
cuando la tarde cae hay colores de dalia,
y el jardín tiene flores con aromas de azalia.
La Magdalena, canta para espantar la bruna
de las penas del alma, escucha su cantar…
El amado que ronda por entre la laguna
del triste corazón en su loco soñar.
Cuando cae la tarde, un espejo de plata
en las nubes asoma, su fulgor delata
por el rojo horizonte cuando helios se apresura,
canta la Magdalena con amor y ternura.
Para quién es el canto que canta Magdalena…
Será que tiene amor, una escondida pena…
Es Jesús, el amado, el secreto de su alma,
la fuente inagotable de su inefable calma.

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LA CANCIÓN DE JUDIT

Los designios secretos del gran omipotente…


Se escucha ruido de armas que viene del oriente,
se aprestan los guerreros en su feroz porfía
para asolar con saña en una hora sombría.
En silente quietud renace una alborada…
Mujeres que sollozan la hambruna despiadada,
el corazón desgarra como una mancha roja,
que en el alma de amor se desnuda y despoja.
Sitiada la ciudad, eclipsada su aurora,
Betulia, avasallada sus tristezas devora,
¿Quién salvará a Betulia de su fatal ocaso?
solo del viento se oye el rumor de su paso.
Los olifantes callan, hay tristeza, amargura,
niños que mueren de hambre confusión y premura.
Acampan los Asirios, al mando de Holofernes…
Se aprestan con sus armas, se acerca el día viernes.
Judit, casta piadosa con gran fe en el Señor,
en su estancia se inclina y con ferviente amor,
suplica a Jehová, piedad para su gente,
llena el pecho de ardor con afán diligente.
Judit, viste su traje, hermoso y seductor…
Viste mejores galas y apurando sus pasos,
se encamina a la tienda donde hace su morada,
el feroz Holofernes…harto en su mirada,
se llena de lujuria y prepara sus lazos.
Dice a Judit, qudáte adentro de mi tienda…
Eres una flor pura para mi gran deleite,
de los judíos eres como la mejor prenda…
Y Holofernes, dormido quedó contando veinte.
Así ebrio se quedó
Dormitando en su lecho, el feroz comandante…

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La piadosa Judit, sola bajo la carpa…
Toma la fuerte espada de este feroz guerrero,
que está cerca la lumbre de una vieja y gran arpa…
Invoca el nombre Santo y del feroz arquero.
La cabeza de un tajo, le corta a Holofernes…
Presurosa Judit, la ebria cabeza mete,
en su bolsa de cuero…con lento paso arremete,
su caminar airoso rumbo hacia la Betulia,
a su encuentro le sale su amable sirva Julia.
Entra hacia la ciudad donde todos la aclaman,
bendicen a Jehová y cantan de alegría,
canciones de alabanza que amorosos proclaman
de Dios su alta grandeza y su soberanía.
Y cantaron los niños sus canciones de júbilo…
Cantaron las doncellas, un canto de alegría,
alzando en son de triunfo, sus acentos en coro…
Loanzas al bendito, al que forjó el tesoro,
de la divina alianza de la sacra eufonía

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UN CANTO DEL RECUERDO

Por la vieja calleja donde canta el amor,


asoma una princesa, linda como una flor
quizás está pensando en un amor lejano…
un castillo dorado…en un violín gitano…
inspirada de amor en una melodía
tiende su mirada llena de poesía,
a su príncipe amado…su Romeo Montesco,
un coro de palomas blancas son sus palabras,
lirios tersos sus manos que el dulce ensueño labra…
las manos que me amaron… fueron bello arabesco,
ocaso de un ayer que aún palpita en el alma,
amada de otros tiempos…nueva utopía en calma…
guardemos el secreto de nuestra primavera,
un alma en el camino, es una dulce espera…
inolvidable amor del alba de mi vida,
los bulbules te cantan una canción sentida,
loando la belleza de su primer amor,
ensueño de los sueños, dulce delicia en flor,
nunca pudo olidar su rostro de princesa.

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EL CANTO DE ESTER

El rey Asuero está en palacio real


¿Qué alegría tendrá, su majestad de Persia?
El amor ha llegado como un amor filial,
no existe ni un momento para la ignota amnesia.
Que traigan a la reina Vasti delante el rey…
Está enfermo de amor en su lecho nupcial…
Las horas pasan lentas y prosiguen su ley,
Pero hay algo cual brisa de un céfiro glacial.
La reina no vendrá al palacio real,
está ebria de un ensueño que ronda su cabeza
como una loca abeja que vuela por la dehesa,
tiene una ponzoña de aguijón letal.
La incertidumbre ronda en la noble casona,
hay voces de zozobra que mascullan las gentes
que habita en el palacio, son voces diligentes
las que anuncian las nuevas, de una real persona.
Sibilas de la corte, agoreras del viento,
presagian de una reina una caída fatal…
El amado está inquieto, triste en su pensamiento…
La reina no se asoma…llega su hora letal.
Los nobles consejeros, acuden a la corte,
y el rey dispone nuevo decreto que castiga,
la soberbia que tiene y a la reina le liga,
revocado un decreto, queda el rey sin consorte.
Que busquen en los pueblos las más bellas mujeres,
dignas de presentarse ante el rey del imperio,
y que todo tenga aire de secreto misterio,
ya en la ciudad o donde reina la diosa Ceres.
Susa era capital del reinado de Asuero,

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allí se presentaron las más lindas doncellas,
mozas vírgenes blancas radiantes cual estrellas,
enviadas del divino y poderoso arquero.
Allí entre las más bellas, allí como una flor,
del jardín de Israel cual diosa del amor,
está presente Ester blanco lirio de albura,
que al corazón impacta con su noble ternura.
Ataviada de tules llegó ante el rey Asuero,
que cautivo quedó hechizado de amor,
por la noble presencia que infude su dulzor…
Ester la reina virgen del rey, blanco lucero…
Y fue Ester la divina reina del rey de Persia,
en la corte brillaba su virtud y nobleza,
en Dios forjaba amor con dulce gentileza,
y fue todo un ejemplo que en la virtud se aprecia.

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UN CANTO DE PRIMAVERA

Ya pasó el tiempo del invierno,


ya se oyó el silbo del ave,
que zollosa por el bosque,
llamando a su compañera,
que se aduerme entre el ramaje.
Ya cantaron los bulbules,
en el viejo saucedal.
Oye: Dulce amada mía;
es tiempo de primavera,
han florecido las rosas
en el jardín de tu casa,
y en el huerto el duraznero
ha dado sus nuevos frutos,
y el manzano está florido.
Tú eres la flor de los valles,
que estás ausente del prado,
muy lejos de la campiña,
tu presencia está perenne,
en la voz del ruiseñor
cuando canta su nostalgia,
desde el huerto del manazano.
Las lluvias del cruel invierno,
que azotaban la campiña,
se han ido de nuestra viña.
Oh, princesa entre las mujeres,
el céfiro está silbando,
escondido en la alquería,
y golpeando las ventanas
buscando las celosías.
Dulce compañera mía:
no oigas la voz del céfiro,
que canta su sinfonía,

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para hechizar con su canto
a los delirios del alma.
Dulce compañera mía:
solo escucha mi canción;
los versos de este poeta,
que en las noches estrelladas
compite con la armonía
de las constelaciones,
para entonar el poema
que cante tu amor y el mío.
Tú entre todas las mujeres,
eres bella sulamita,
que tiene voz argentina,
cuando se habla del amor,
cuando hablas y tu palabra,
suena cual fino cristal
con mágica sinfonía,
que cautiva de emoción,
cuando el amor delirante,
se embeleza en tu presencia,
y queda cautiva el alma.
Eres cual la primavera,
tu rostro tiene el encanto,
de los lirios del jardín,
tus pupilas son ensueños,
que recuerdan los viñedos,
los viñedos que están en cierne,
cuando la voz del amor,
suena en la penumbra azul
de la estancia solariega,
y el amor tiene su encanto,
en la verde primavera.

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CANTARES A MI TIERRA

Yo nací en la campiña donde canta la vida


con bulbules poetas que endechan al amor,
en las frescas mañanas bajo el suave dulzor
de los cañaverales a la orilla escondida…

Yo nací en la campiña donde trinan gorriones,


al río que recorre cantando por el prado,
sus divinas sonatas a la virgen floresta,
cuando llega la aurora para oír esa orquesta
de rumores alegres y silentes canciones…

De los céfiros suaves que gimen entre el boscaje


de viejos saucedales que tremolan sus ramas
en la verde ribera del cristalino río,
cuando llega la brisa del sofocante estío,
en tardes de verano cuando viene el celaje

Y el sol arde cual pira que enciende el cielo azul,


en una llamarada de áureo resplador,
que dora los collados con mágico fulgor,
mientras un ruiseñor canta en un abedul.

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ALMA GUALACEÑA

Cuando el amor nació, gualaceña de mi alma,


en el verde follaje, cantaron los gorriones,
las dulces melodías de sus tristes canciones,
entre las suaves brisas que me brindan la calma…
entre las suaves brisas del rìo Santa Bàrbara.

Llleno de gran cariño, allì el amor soñè…


En el fresco rocìo…cuando temblando amor,
entre claras auroras, un bello rostro amè,
en mis sueños de armiño con lìmpido fulgor.

Campiñas florecidas, dulzuras del pasado,


que llevo aquí en el alma sin que olvidar yo pueda.
Vivo con el recuerdo de aquel tiempo añorado
y tan solo mi loca fatasìa me queda.

Recuerdo de mi madre, tibieza pura y Santa,


el viento en la enramada que silba con amor,
a la orilla del Santa Bàrbara, el rìo canta,
su canción de sonata de límpido rumor.
A la orilla del Santa Bàrbara, amor soñè,
la brisa en sus alas nos trae su canción,
la canción inefable, que en silencio yo amè,
cuando en mi alma soñaba, una blanca ilusiòn

25
YO SOY

Soy el bardo de tiempos remotos y lejanos,


cuando mi alma soñaba en hadas y princesas
de un palacio real, allà en lontananza,
donde sueñan sus sueños los cisnes del amor.

Voy bogando por mares con azules quimeras,


mi barca està repleta de blancas utopías…
suena en mi lira arpegios y suaves melodías
con cantares que vienen de la azul primavera.

Yo nací en Gualaceo, jardín de mis amores,


lugar donde las bellas musas hallan descanso,
entre las verdes frondas…cerca del rìo manso,
que suspira sus trenos…con intensos rumores.

Acunado en los trinos de bulbules cantores,


se encuentra Gualaceo, junto al límpido rìo,
donde mi alma se aduerme con su fresco rocìo,
mientras el viento divaga entre glaucos alcores.

Mi alma persigue el vuelo de las aves errantes


cuando Eolo susurra inquieto en la campiña,
y Apolo del paisaje se adueña y se encariña,
llenando con su luz de rayos fulgurantes…

Y la campiña es todo un cuadro de hermosura,


las casas con con tejados de rojos arreboles,
abrigan de las lluvias y los intensos soles,
allì reina el hogar, la paz y la ternura.

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Estrechas son las calles que adornan a la Villa,
sus balcones evocan amores y nostalgia,
de viejas serenatas con la vibrante magia,
de una guitarra oriuda de la vieja Castilla.

Soy el bardo de tiempos que recuerdan amores,


a la luz de la luna con la dulce armonía,
que entonan los violines al despuntar el dìa,
cuando la aurora llega con mágicos fulgores.

27
GUALACEO

El céfiro divaga por la verde campiña,


sonata del amor, es Gualaceo de mi alma,
ensueño de mi vida, bajo cielos en calma,
el rìo mansamente susurra por la viña.

El duraznero en flor, una blanca casita,


que allì vive mi madre, la abuela cariñosa,
senderos del hogar, una mañana hermosa…
rìo de los ensueños, su voz el viento imita

Trinar de melodías entre la glauca orilla,


canciones del amor, gorgeo de bulbules…
Son los dulces encantos que anidan en la Villa,
allì canta la vida, entre cielos azules.

Recuerdos añorados…por la verde campiña,


sollozan los gorriones sus canciones de amor,
por la verde llanura cantando va una niña,
Gualaceo, es el jardín del duraznero en flor.

28
RÍO GUALACEO

Río cristal que Dios pintó halagüeño,


cuando empezó la claridad sin velo,
de la bodad que despertó el anhelo,
del celeste pintor como su dueño.

Río de amor, río abismal del ensueño,


que cautivó en su linfa, azul de cielo,
el resplandor y carmesí del vuelo,
del ángel rubio que ispiró mi ernsueño.

Río espejo de amor, en mi callada,


hora de angustia y desamor, velada
por el tiempo inclemente del dolor.

Río de linfa clara, hecha de amor,


la que enjugó de mi niñez y honor,
la dulcedumbrte de mi amor soñada.

29
CANTAR DE OTOÑO

Cuando pasó el estío, el canto del gorrión,


enmudeció en su rama, y los ramajes trémulos,
desechaban sus hojas, sus follajes desnudos,
se returcen al viento como brazos abiertos.

Buscando la caricia del azul firmamento,


mientras el manto verde de las viejas campiñas,
se tornaban en pálidos eriales sin sus viñas,
y solo de las aves se oía su lamento.

El paisaje a la luz de Apolo resistía,


mostrando todo yermo, y el río cantarino,
murmuraba su canto, de cantar diamantino,
cuando por la mañana el sol aparecía…
Mostrando su dorada testa entre los collados,
exponía el calor áureo de su luz,
mientras a la distancia sobre un madero en cruz,
cantaba un gallo fino sus clarines rosados.
Y el céfiro que corre entre los matorrales,
suspirando su queja pregona la canción,
que el otoño difunde en su nueva estación
que propone al invierno sus trajes reales.
Cuando el cañaveral mustio entre la pampada,
enfermo se desnuda, agitado del cierzo,
que sacude su figura que un día fuera terso,
para el beso del otoño de fronda deshojada…

30
Se conmueve en su lánguido movimiento de amor,
su dulzura azotada por la ventisca dura,
y los rayos del áureo sol que otoño perdura,
ponen para el paisaje su pálido color.
Y el otoño promueve, ensueños y delirios,
cuando se han marchitado las flores del jardín
cuando se han muerto tristes las dalias y el jazmín,
y láguidos de albura han quedado los lirios

31
PROSAS

El viento soplaba en silentes giros,


y las mariposas engastaban vuelos;
la orquesta del bosque en lentos suspiros,
sonaba en su lira, los viejos anhelos…
De los tristes gorriones con nuevos plumajes,
que entre los sauzales, sus quejas eolias,
añoran llorando, ausentes parajes,
donde florecían, rosas y magnolias.
Cerca del boscaje, un río corría,
y entre la ribera hay cañaverales,
que la suave brisa inclinar podía
con un susurrar cual de madrigales.
Que entonan el canto de la buena viña,
cuando llega el tiempo que silente y mudo,
el amor palpita por hermosa niña,
cuando el buen Cupido se muestra desnudo.
En todo un paraje de hermosa palestra,
para el dulce edén de mi amada musa,
la que despertó la idea maestra,
de una ilusión lejana, distante y difusa.
Cantares risueños con alegres notas,
el alma hechizada en silecio oía,
aquellas palabras, sutiles gavotas
llanto de violines en noches de Hungría.
Cuando los poetas nobles caballeros,
que en noche de luna, daban su canción,
a la musa amada, fieles pregoneros,
de amor delirantes llenos de pasión.

32
Entonces el alma del alma deshoja,
sus blancos delirios que amor poseía,
el hechizo ingenuo de una boca roja,
canteras de amor en la noche y día
Dulce Euterpe, amada, inspiración bella,
que brotas del alma, de la noble entraña,
que palpita como una blanca estrella,
que en cielo nocturno con alba luz baña.
Dulce Euterpe, amada, pulsa tus cordajes,
tu lira sonora con ecos lejanos,
de músicas leves, de inquietos bagajes,
que brotan límpidos de viejos pianos
La divina Euterpe, tiene una sonrisa,
que cautiva el alma, y nadie la iguala,
a veces cual cisne ágil se desliza,
su bella silueta que ostenta con gala.
El acento dulce de su voz exhala,
y sus manos leves cual un abanico,
surcan por el aire cual pluma de un ala,
que avienta un aroma de perfume rico.
Euterpe, es amada, la niña del parque,
la que en los nocturnos el amor desvela,
bogando por sueños en límpido estanque,
para la ilusión cual radiante estela.

33
Y todo es cantares de un glauco bocaje,
del canto inefable en bella glorieta,
el viento divaga buscando paraje,
do pueda inspirar la voz del poeta.

De bellos jardines de rosas y dalias,


donde el cierzo canta entre la alquería,
y un cresti rojo igual que en las galias,
lanza en la mañana su clara armonía.

34
INTIMO

Cuando entre la penumbra de mi noche interior,


llega algo como acento de música celeste,
que subyuga a mi oído sin que a forzar me preste,
a ese divino encanto de un algo superior.

La negra noche llega cuando el alma suspira


por un amor lejano por Euterpe, la amada,
la armonía del verso que palpita y delira,
al bohemio poeta en su estancia callada.

Y todo es un extraño silencio, algo insonoro,


vibrando entre el azul de la penumbra vaga,
sin embargo, una música se viene algo sonoro,
del azul firmamento que a la mente le halaga.

Son arcanos secretos de lo íntimo del alma,


un ala del ensueño que busca la penumbra
de una noche interior cuando reina la calma,
cuando la poesía con su luz alumbra.

Y el alma embelesada viaja por un mundo,


de inquietantes ensueños de mágicos fulgores,
que nos hablan de náyades en romances fecundos,
que en lo intimo del alma encuentran sus amores.

35
DIVAGACIÓN EN EL BOSQUE

Llega el gemir del viento que en la fronda suspira,


entre el verde boscaje repleto de fragancias
con flores en tremolo de una sonora lira,
que entre la fronda inquieta se despliega sus ancias…
Doradas y furtivas las inquietas abejas,
derrochan dulce miel con intensa ambrosía,
mientras sobre un ramaje unas viejas cornejas,
abrigan en sus alas alegres a sus crías.
Son cosas y misterios que rondan por el bosque,
murmullos inefables de trinos y bulbules,
entre un glauco ramaje que oculta unas azules
vertientes arrulladas de unas aguas dormidas.
De entre la verde selva se escucha un dulce cante,
que en cresendo suspira notas que conmovientes,
hacen pensar que viene de una hermosa bacante,
buscando poner freno sus ímpetus ardientes…
Luego que sosegado, el alma delirante,
oye la voz de Euterpe que, desde el boscaje,
do el céfiro suspira su grata sinfonía,
que entre sus alas trae nuevo divino acento…
Que cautiva de encanto y dulce sentimiento,
como si fuera queja de un eco suplicante…
Es un divino acento con sus frases hermosas,
que encienden con amor una candente hoguera,
de ternuras olientes a pétalos de rosas,
que brotan de hermosa y linda primavera.

36
Dulces cantares pueblan las alas de la brisa,
arpegios con sonoros trinos como cristales,
circundan los ramajes divagando de prisa,
entre azules fontanas y espesos matorrales.
Pero Euterpe en su lago espejo azul se mira…
Y se encorvan los cisnes en una danza ufana,
imitando una zambra de una tierra lejana,
donde a las hadas buenas se cantan y se admira.
Y de un jardín lejano se desprenden aromas,
de blancas madreselvas y de flores de nardos,
donde ensayan su amor unas castas palomas,
mientras a lo distante rugen viejos leopardos
Cerca de esa fontana en sus alegres fiestas,
se bañan unas ninfas con efeba belleza
que deslumbran de amor como una poesía,
con su esbelta silueta repleta de armonía…
Cerca del azul lago urden sus aventuras,
unos bicornes sátiros bohemios soñolientos,
por el rojizo vino que abruma de ternuras,
el ánfora del alma llena de sentimientos…
Y a la orilla del lago, una mullida grama…
Se comienza la zambra de bacantes desnudas,
que cantan sus romances y narran su epigrama,
unas son hablatinas y otras se quedan mudas.
Hay nomos del boscaje que se deslizan ciegos,
escuchando la zambra se les despierta el ansia,
de la divina danza y del vino que escancia,
la copa del dios Baco en sus extraños juegos…

37
Discuten sus bohemias y sus locas perfidias,
la chacota del vino que produce la viña,
cuando el amor cautivo y se provocan lidias
por alguna ninfalia o una graciosa niña.
Los ritmos del boscaje se acoplan a la lira,
y tienen armoniosos, y melódicos sones,
con los que el suave céfiro acompaña y delira,
susurrando inefables y silentes canciones.
Mariposas que rondan de multiples colores,
semejan a las hadas del reino misterioso,
y las aves cantoras endechan sus amores,
desde el glauco follaje de un abedul hermoso.
Y la luz que de Apolo llega áureo al sentido,
y en la fontana clara se retrata el celeste
cielo lleno de nubes como un lecho dormido,
arrullado de un canto de melodía agreste.
Eutrepe entre las musas silenciosa se llega,
pulsa con suaves toques las cuerdas de su lira,
y una inefable música a la orquesta lo entrega,
mientras en la fontana una ninfa suspira…
Y todo lo dispersa el céfiro agorero,
por el inquieto boscaje a donde los faunos,
míticas melodías de un viejo romancero,
mascullan muy cotentos en su algarabía.
Y todo se parese una estampa de encanto,
donde el alma se embebe de un ensueño divino,
no hay lugar de tristeza para el dolor y llanto,
la selva se cobija con su manto de lino.
Euterpe, entre las aguas del Leteo se baña,
y trae en sus cantares, el cántico sonoro,
del verso que se acuna en su dorada entraña,
para las bellas musas que entonan en su coro.
Y toda la armonía de la verde floresta,
es un mágico sueño, que, entre los abedules,

38
entonan las canciones de la inefable orquesta,
con los trinos sonoros de amorosos bulbules
Y hay eco de violines que el cierzo de muy lejos,
escondido comparte aquella melodía,
y son ritmos secretos de romances añejos,
compuestos con amor como una sinfonía
Y Citeres hermosa en la blonda mañana,
reluciente, escondida entre los verdes mirtos,
a los ritmos del bosque amorosa se hermana,
buscando del amor seguir los sacros ritos.
Y Euterpe, es la sibila del mágico concierto,
el céfiro escondido divaga, los divinos bulbules,
entonan la canción que al poeta han despierto,
para bogar los sueños en sus lagos azules.
Y Euterpe son los versos que del poeta canta,
cuando el cierzo divaga por la vieja alquería,
donde el bosque a los malos caminantes espanta,
cuando bella aparese la dulce poesía.

39
YO NACÍ

Yo nací en la campiña donde cantan bulbules,


donde los trinos suenan en dulce melodía,
entre las enramadas de la vieja alquería,
cuando el cielo despeja sus colores azules.

Yo ví la luz dorada de un valle primoroso,


cuando el alma soñaba en azules quimeras;
allí vuelan bandadas de pájaros cantores,
allí corren los ríos más bellos, primorosos,
allí cantaba el alma en glauca primavera.

Y el río murmuraba su canto cristalino,


allí el amor tenía sus roces de ternura,
cuando las castas musas decían sus palabras
inefables, amables con acentos de oro.

Allí el paterno hogar, la caricia materna,


los abuelos que siempre brindaban sus amores.

Yo nací en una tierra cual un bello jardín,


aromado por huertos de frutales en flor
por blancas madreselvas venidas de un confín,
donde cantan bulbules y se sueña en amor,
cuando el alma despierta a flor de primavera,
y se sueña en los sueños de un rosado fulgor.

40
ACRÓSTICO

Resuena del amor, su canto de alegría,


Usted en la sonrisa que llena de armonía
Tiene el alma sincera cuando el amor le llega

Cada instante un efluvio de inefable ternura,


Renuevas nuestra casa con frases de dulzura,
Íntima esposa, amiga que compartes mi vida,
Siguiendo los encantos de una dulce eufonía
Te envidia el joven céfiro, la tórtola escondida,
Inspiración del día cuando llega la aurora;
Navega en tus ensueños que en tu alma se atesora,
Ancla para mi esquife en una mar bravía.

Todo un bello cantar percibe el alma mía,


En el secreto instante de las horas azules,
Los ingenuos cantores de líricos bulbules,
Llegue hasta tu ventana, un perfume de rosas,
Olientes de un jardín con sus flores hermosas.

En los días risueños cuando se ausenta el frío,


Suena por la mañana las gotas de rocío,
Para el beso dorado del flamígero Apolo,
Indicando sus luces se junta con Eolo;
Nuevamente su céfiro te toca la cabeza,
Ocultando su amor te halaga con terneza,
Zagala de mi vida, mi compañera amada,
Ancla para mi esquife de argonauta de sueños.

41
FANTASÍA

Vuela mi fantasía, en alas de Eolo


por el dorado valle de las risueñas musas,
donde el céfiro silba una canción inefable,
mientras retoza inquieto jugando entre rosales.
Luego el travieso céfiro, ululando se aleja,
cerca del azul río que susurrando corre,
por la verde ribera, entre glaucos cañales;
después como una cítara moviendo los boscajes,
juega entre los alisos de verdosos ramajes.
Un ruiseñor entona su égloga silvestre,
Mientras alegres ninfas se bañan en el río,
cantan una canción de recuerdos románticos,
de príncipes lejanos que moran en castillos,
con azules ensueños de pajes y marquesas,
que visten ropajes de batista y de lino,
mientras danzan pavanas de músicas divinas,
con violines, pianos y sistros de plata,
que emprenden el canto de bardos trovadores,
que evocan sus amores, con náyades bermejas,
que se aduermen en lagos con encorvados cisnes,
que bogan lentamente soñando en sus quimeras.

42
NOCTURNO

En las noches de azul cuando insomnio convida


a volar en las alas de los dulces ensueños,
vuelven las blancas musas al reino de la vida,
bogando con su esquife de argonautas risueños.

Y nuestra fantasía navegando en sus barcos


por los mares ignotos de la loca bohemia,
nos llegan y parecen mares o simples charcos,
que sombríos conviven como fatal anemia.

Rojos son los delirios que buscan el olvido,


en las noches de luna que una inquieta sonata
cual abeja que ronda, busca donde hacer nido,
mientras la madre luna se reviste de plata.

Y cuando en la penumbra un ruiseñor su trino,


a la pálida luna canta en un manantial,
asi canta la vida, canta nuestro destino,
nos lleva por senderos unos del bien y el mal.

Cloamos como ranas, entre tierra y el cieno,


sin mirar nuestras almas, lloran en su interior,
nuestra vida es caduca mejor es la del reno,
que del nocturno cielo escucha al superior.

Y es mejor en la noche decifrar los encantos,


que guardan el divino y sublime tesoro,
que el azul firmamento entona con sus cantos
de silentes arpegios con acentos de oro.

43
ORACIÓN

Señor tu que palpitas, en el pobre errabundo,


sin casa ni palacios, errante sin tesoro,
almas de amor sedientas se agitan por el mundo,
buscan una sonrisa, unas frases de oro…
Una palabra buena como pan de pascua,
no el fermento bermejo de la roja champaña,
que enloquece la mente con sus garras de ascua
que brotan del viñedo y la verdosa caña.
Por esos pobres seres que pululan ignotos,
sin tener un mendrugo, en el frío de la mañana,
cuando el céfiro avienta entre sus trajes rotos,
mientras busca la mano amiga en la ventana.
Señor por los que sufren del olvido y la anemia,
que taladra los huesos, que traen los vicios,
cuando pronto se enquistan, y surge la bohemia,
trayendo entre sus alas inquietos maleficios.
Señor por el poeta que sueña dulcemente,
en los finos acordes que riman la armonía,
que urden sus cantares cuando el amor siente,
para decir su canto lleno de poesía.
Por aquellos que buscan el íntimo contacto
con el supremo bien de una noche estrellada,
para hacer una oración como sagrado pacto,
con la divina esencia de la mente sagrada.
Por los niños huérfanos, por las madres amantes,
que brindan en su seno la maternal ternura,
por los idealistas de sueños rutilantes,
en las dulces quimeras de la buenaventura.

44
Por esos románticos que pasan en vigilia,
esperando a su musa, un instante sereno,
por las necesidades de amor en la familia,
cuando el corazón busca su lado bueno.
Señor te suplicamos, que borres el ludibrio,
que marca nuestras vidas con deseos carnales,
que nuestra paz mantenga todo sano equilibrio,
olvida por siempre nuestros deseos bestiales.
Padre nuestro, bendice a todo aquel que sufre,
al que busca la vida de lo sublime, eterno,
a los que en la penumbra peciben el azufre,
que satanás atiza adentro del infierno.

45
REMINISCENCIA

Citeres viajera sobre el azul Pegaso,


llega hasta la ribera del valle de los sueños,
allí en el manso río donde el sol en su ocaso,
pinta con acuarelas sus mágicos ensueños.

Allí se oye la flauta de la siringa agreste,


que toca el panida cuando se pone triste,
allí llegan las tórtolas y palomas celestes,
compañeras de amor que al numen le reviste.

Allí llegan las viejas deidades de la Grecia,


cuando quieren soñar en míticas florestas,
donde cantan bulbules y se olvida la amnesia,
mirando los gorriones y abejas inquietas.

En ese Edén florido las ninfas de abenuz,


errantes se refugian en su verde campiña,
donde nacen los lirios y rosales de luz,
entre flores azules y una rojiza viña.

Donde cándida mi alma sueña en su epifanía,


de risueña niñez donde de labios sonoros,
escuchó la palabra de la dulce armonía,
que unos bermejos labios dejaron sus tesoros,

Serpiente plateada de remansos azules,


donde llegan cisnes que navegan sin prisa,
en ritual silencioso, escuchan los bubules,
cantar en la floresta entre la suave brisa…

46
Cuando Eolo sopla su céfiro amoroso,
remeda a la siringa que suena en la alquería,
cuando el panida ronda con paso sigiloso,
el redil de ovejas que inquieto le tenía.

Y en la riba del río se arrejuntan las náyades,


para la dulce zambra con los nomos del bosque,
todo es gran alegría no hay la sombra de hades,
todo es primoroso, un edénico parque…

Donde canta la vida su canción primorosa,


bajo el arrullo suave de los rayos de Febo,
cuando dora el maizal y florese la rosa,
y en el alma anidada esas cosas las llevo.

Valle primaveral, la campiña risueña,


donde silban los céfiros sus sueños de amor,
donde los ruiseñores endechan halagüeños,
sus límpidas sonatas de romance y candor

47
RECUEDOS OLVIDADOS

Llegan a mí recuerdos que no quizo el olvido,


guardar en su gaveta de ensueños y de sombras,
Némesis mensajera cruel me vio rendido,
cuando flecha de amor, llega entre las penumbras…

Pero Euterpe amada, vino con nuevos hilos,


para la inspiración del bardo soñador,
que sueña en su jardín donde florecen tilos,
que perfuman la vida del bohemio cantor…

Y el alma de alegría salta por la mañana,


cuando contenta inspira el aire que perfuma,
desde un huerto florido, y entra por la ventana,
en tanto que afrodita sus embelesos suma…

Con su bello arabesco que entre las sombras llega,


como el hada de un cuento de un castillo real,
do vive una princesa con perfil de griega,
tiene un aire de noble, de princesa imperial.

Su rostro de marfil, sus labios encarnados


cual pétalos de rosa tremolan de candor,
y el céfiro la envuelve en besos supirados,
mientras Cupido lanza sus flechas de amor.

48
NOCHE DE LUNA

En noches azuladas venus aparecía,


y la luz de la luna caía en el jardín,
de plata, la floresta con sus galas lucía,
y perfume de flores y olores de jazmín…

Por toda la casona olía y se sentía,


rosas blancas, rosadas y geranios carmín;
una suave sonata por el aire surgía,
viniendo de un lejano y remoto confín.

Mariposas ignotas engendran las crisálidas,


cuando abejas doradas las madreselvas besan,
al claror de la luna que se ponía pálida.

Las hadas del ensueño, estos nocturnos aman,


cuando la noche es buena y la ventisca cálida,
mientras ojos inquietos blancas estrellas miran.

49
ALONDRA

La alondra susurrò sus poemas románticos,


cuando asomó en el cielo esa luz amadora
de Citeres sibila para entonar sus cánticos
cuando por la mañana aparese la aurora.

Trayendo entre sus alas sus nuevas sinfonías,


y mientras los inquietos bardos abren su boca
para decir sus versos llenos de poesía,
para que su ilusión no sea idea loca…

Amor que está surgiendo. Cupido está presente


poniendo con su flecha la marca de su huella;
amor, amor ingenuo no se asoma prudente,
solo se ve su blanca y reluciente estrella.

Apolo tiene cítara con cordajes de oro,


su cantar es sublime con acento profundo,
y sus cuerdas doradas son el mayor tesoro,
para llenar de luz los ritmos de este mundo.

Para que los poetas en versos canten todo,


lo que canta la vida en prosas y versos,
cada quien con su lírica, sus medidas y codo,
para cantar a venus y sus cabellos tersos.

50
MIRANDO

Cuando ululaba el céfiro su canto vespertino,


una dama silente, estaba en su sillón,
mirando en la arboleda, un gorrión cantarino,
que extendía sus alas y su pardo plumón.

La tarde va cayendo mientras Helios declina;


una efeba silente bebe de su copón,
y sus labios de rosa de cuando en cuando inclina,
mirando la arboleda desde su viejo portón.

Cuando el céfiro calla, cae en dulce sueño,


la efeba que dormita en una tarde gris,
cuando alegre gorrión en la rama halagüeño…

Brinca por la arboleda y en las flores de lís,


todo se muestra alegre como un canto risueño,
que viene del lejano y bullente París.

51
LO ANTIGUO

Llegó el nuevo momento cuando el alba nacía,


y las ninfas cantaban la sonata profana,
que el arrullo de un lago suavemente decía,
en un recodo estrecho en la fresca mañana.

El sol por el horizonte se mostraba risueño,


y bogaban extrañas góndolas por un lago…
Eran los cisnes blancos como de un lindo sueño,
que apacibles estaban mostrandose en halago.

Cuando cantan los cisnes no existe nada ambiguo,


todo es como un ensueño de un lago de cristal,
que remonta hacia el tiempo de la nostalgia antigua,
cuando el amor principia su carrera genial.

Antaño se dormía en brazos de morfeo,


soñando en las leyendas, el canto y poesía,
en jardínes floridos de exótica fragancia,
y los buenos recuerdos era melancolía.

La razón del amor fluía, con noble instinto,


pues el amor tenía ese dulzor sereno…
El amado y la amada, sin amarras ni cinto,
amaban la utopía de lo cándido y bueno.

52
EUTERPE

Euterpe la divina musa del alma pura,


en su rueca dorada teje la fantasía,
de los versos que riman el amor y ternura,
que silente conservo dentro del alma mía

Y todo es el comienzo de un loco ciego anhelo,


que brota de una fuente adentro de mi mismo,
a veces es un hades y otras parese un cielo,
y voy por el sendero que me muestra un abismo…

Pero la magia buena de Euterpe me satura,


de un gran sentimiento romántico y tierno,
no existe la tristeza ni existe la amargura,
hay solo la nostalgia que nos deja el invierno.

Euterpe es la canción que acaricia amorosa,


entre la suave fronda de la campiña verde,
donde perfuman flores con aroma de rosa,
allì donde el silbido del sinsonte se pierde.

Y el sol declina es una ardiente llama


como antorcha de luz que el alma ciega,
cuando Euterpe sus versos suavemente me entrega,
y se escribe en poemas los ensueños del alma.

53
ZORZAL

Canta, canta zorzal con sin igual manera,


mientras el dios Apolo al oriente salía,
poniendo su pincel para la primavera,
y todo era jolgorio de gratas melodías.

Alegres las ninfalias con el cálido beso,


de áureo resplandor en plácido retiro,
están en el recodo que llena de embeleso,
un arroyo con agua do el viento da un suspiro.

Las ménades del bosque en amoroso juego,


se bañan con los sátiros en aguas cristalinas,
todo pinta un paisaje de un boscaje griego,
las míticas deidades y aves columbinas.
Todo es un gran sonar, el zorzal está vivo,
y otros cantores se unen al coro derrepente,
y los sátiros brincan con sus patas de chivo,
brincan hacia atrás y otros brincan de frente.

Toda una alegre zambra en la paz matutina,


en que divaga el cierzo en la floresta hermana,
toda una verde selva magistral y divina,
para la inspiración de nuestra mente humana.

54
MADRE

Madre, espejo divino, alma llena de albura,


cuando la primavera es un clarín rosado,
cuando tejes tu rueca de ensueños y ternuras,
mientras en tus cantares difundes el amor.
Nadie como tú enseñas la belleza del alma,
maestra del sendero que indicas los secretos,
que la vida te ofrece cual un cauto viajero,
das los buenos consejos de ser buen pregonero…

De sembrar rosas, lirios en el jardín del alma,


jardinera de blancos armiños en la vida,
cuando su prole busca el sociego y la calma.
en los duros afanes de una noche sentida.

La madre cisne blanco en el zarzal del mundo,


en la sana alegría, cuando ríen sus hijos,
consuelo en la tristeza y en el dolor profundo,
sibila del hogar de sabios acertijos…
Es una madre buena

55
ESTANCIAS

Palabras halagüeñas…es la voz de papá,


entre la estancia azul en la penumba vaga
de la encendida lámpara que ilumina la casa
por las noches sombrías del gélido invierno.

Entre un roce de tibias colchas se oye otra voz…


Es la voz de mi hermana que habla de un gran castillo,
donde vive una maga que con nuevos encantos,
hace aparecer cosas bonitas para el alma.

Pero entre la penumbra de la estancia hogareña,


está mi papá y ríe, de cosas de la infancia,
mi hermana Elena tiene pesadillas de nomos,
y hadas de los boscajes donde cantan bulbules.

Papá dice… Delira en jardínes lejanos,


son ensueños del alma de un pasado remoto,
viaja hacia otra existencia a la Grecia o París,
ha la antigua ciudad de Troya la guerrera.

Mi hermana Noemí, expresa su cariño,


a mi pequeño hermano Nardo Vicente Arízaga,
es el último vástago, nacido en Guayaquil,
cuando el cielo regía el signo de piscis.

56
Nardo es pequeño de buenas expresiones
como la de los vascos en las horas de infancia
cuando la vida enseña los primeros sollozos
para emprender la vía del sendero escabroso.

Milton con Manuelita, la rubia vecinita,


huyen a radio América tomados de la mano…
Niños ingenuos párvulos, comenzando la vida,
despertando hacia un sueño de gratas fantasías.

Mi hermana Gloria Elena, afanosa al trabajo,


va al abrigo del tío, donde pasa unos años,
con la ilusión de nuevas rosadas esperanzas,
y los años pasaron y nos cayó el invierno.

57
ACRÓSTICO A MI PADRE

Vencedor de la vida. a rgonauta de un sueño,


Instantes de armonía cuando mi alma gozaba,
Con el dulce cariño que amorosos y risueño,
Tenía en su palabra, el verbo que indicaba…
Orientar el sendero por do va el alma mía,
Ruiseñor escondido en la oculta utopía.

Anclado en mi recuerdo como árbol plantado,


Roble que has flrecido bajo el rigor del destino
Cuando inquieto a su vástago azotó duro el cierzo
El día en que la barca del ángel descarnado,
Susurrando por las aguas del mar llamado vida
Imprevisto en su barca, un argonauta Santo,
Oculto le embarcó rumbo al país del encanto.

Aguas de la Hipocrene, agua clara de amor,


Recuerdan la paterna y dulce bendición…
Intachable en su vida, fue ofrenda de oblación.
Zafiro, pedrería del trabajo u pudor,
Amante de los versos que hablan de poesía…
Guió tu alma hacia el vuelo de una azul lontanaza…
A soñar tus sueños de luz y melodía.

Cuando niño me abrazó, me acunada de amor,


Amigo de la infancia vigía del camino,
Buscador del divino arcano del destino,
Rimabas tus ensueños para encontrar la meta…
En las horas sombrías hilabas tus recuerdos
Releyendo el pasado de iincontables acuerdos
Amigo de la infancia con alma de poeta.

58
ACRÓSTICO A MI MADRE ANA LUISA ARÍZAGA

Ana fue el primer nombre de mi querida madre,


Nos dejó cuando el céfiro con sonata sentida,
Aullaba por la tarde entre la brisa leve.

Lámpara en el hogar…esa luz se apagaba…


Una tarde sombrosa del inquieto verano…
Inició su partida hacia un reino lejano…
Sombría esa mañana cuando Kronos tocaba,
Aquella su klepsidra con augurio fatal.

Asomó la barquilla del arcángel celeste,


Remando entre la brisa, cantando su cantar…
Indicaba a mi madre aquel dulce soñar…
Zarpó el esquife blanco entre una nube agreste…
Acacias de la tarde…líricas armonías,
Gaélica oración de lindas sinfonías…
Aquel atardecer los ángeles cantaron.

Ocaso de una luz que germinó el amor…


Cuando escondido el ángel del destino…
Hechizó con su encanto, con su néctar divino,
Odisea del alma consuelo del dolor…
Ausencia de la madre…susurra triste el viento.

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ACRÓSTICO A MI HERMANA GLORIA
ELENA ARÍZAGA ARÍZAGA

Gloria fue el primer nombre…hermana del camino,


La vida con su brisa nos llevó hacia otra tierra…
Ocaso de una mañana, los arcanos en guerra,
Rugiendo como león nos encontró el destino,
Inflamado el costado donde nos duele el llanto,
Amando los ensueños donde la risa es canto.

Esayando el camino del eterno sendero…


Lentamente te fuiste hacia el confín lejano,
En donde reina el reino del amor soberano…
Navegando en el mar inquieto de la vida…
Allá alzaste tus alas levando tu almaherida.

Allende la ribera del reino celestail,


Río de agua inefable, susurra el recinto eterno,
Iniciaste otro rumbo sobre una blanca góndola,
Zarpaste en la barquilla en época de invierno…
Agua del gran Leteo, allá te fuiste sola;
Gracioso un gran arcángel de la corte real,
Acompaña tu viaje a una estrella del cielo.

Acá en este lugar cantan los serafines…


Ríen con un angélico reir ángeles bellos…
Inclinado su ttesta rezan un padre nuestro…
Zambra de epifanía con luces y destellos…
Adorna la mansión de los rtegios confínes…
Guía el coro otro ángel en los cantares diestro,
Aleluya una nueva alma se junta al coro.

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ACRÓSTICO A MI PADRE VICTOR ARCESIO
ARÍZAGA CABRERA

Venciste la batalla de la dura existencia,


Invencible al procaz sendero del trabajo,
Con tu frente bien alta siguiendo erguido bajo
Tus inquietos anhelos, nos dejaste la herencia,
Oriente de bondades son caricias del alma,
Roble que en el camino florecías en calma.

Arcanos de la vida, secretos del destino,


Renuevan los ancestros de la progenie amada,
Cuando Kronos señala con su flecha marcada,
En espacios internos por el duro camino,
Sembrando los rosales de blancas ilusiones,
Indicaste el sendero, la larga travesía,
Ocaso que preludia muchas encarnaciones.

Asomó una tarde de caluroso estío,


Remando su barquilla el arcángel divino,
Ignorado argonauta buscando un alma vino,
Zarpó hasta la mansión del eterno rocío,
Allá llevó a mi padre un día de verano,
Gloria cantaban ángeles en el azul celeste,
Arrulló tristemente el céfiro solan

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Cuento las horas tristes, las flores marchitaban,
Aulló entre la arboleda una ventisaca leve,
Brilló la luz de Febo más pálida y aleve,
Recuerdos de nostalgia, los bulbules lloraban,
Era un día de Junio silente travesía,
Rezaban los gorriones del viejo campanario,
Aquietado de pena lloraba el alma mía.

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PEGASO EN GUALACEO

Llegué al mote Cafsha, era la primavera,


asomó entre las nubes, un hermoso Pegaso…
sus alas extendidas por el aire abrían paso,
mientras silbaba el céfiro renació mi quimera.

Caballo blanco armiño en mi azul fantasía,


sobre su lomo viene la musa alas doradas,
de la fuente Hipocrene, utopías soñadas,
para el agua sonora del canto y poesía…

La crin de plata agarra, monta la bella Euterpe,


en sus manos el cántaro lleno de agua divina,
agua que derramada recorre mansa, prístina
por la verde pradera semejando una sierpe.

Agua clara poética de la fuente secreta


de la Hipocrene griega, que corre manzamente,
lamiendo el Santa Bárbara, trémulo, dulcemente
como un mágico ensueño que con amor inquietea.

Y el San Francisco, viene silvestre y risueño,


y con amor se junta al río Santa Bárbara,
llenando con su encanto con un cielo que ampara
con su luz a la Villa de cantar halagüeño.

Alas de inspiración corcel blaco Pegaso…


¡Dáme tus alas blancas para pintar el cielo,
y el valle primoroso donde nació mi anhelo
de beber la armonía del divino Parnaso!

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Blanco corcel pifante, cascos dee fino oro,
dando coces la tierra do cantan los bulbules,
al arrullo de ríos con sus linfas azules.,
y el cantar de los gallos en inefable coro.

La musa Euterpe…vino a este bello jardín,


llamado Gualaceo, vino desde el confín
do sueñan los poetas con mágicos encantos,
con ninfas y princesas de veleidosos mantos.

Leve susurra el céfiro a la orilla del río…


Es el rumor que se oye cuando pasa Pegaso,
aleteando suave se pierde en el ocaso,
Pero solo el poeta cuando cae el rocío…
escucha su aleteo cuando Euterpe, la musa,

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GUALACEO NOCTURNO 1960.

Tenue luz motecina, nocturno de utopías,


por pálidas esquinas, efebos y románticos,
se detienen en charlas donde susurran cánticos
de amores y nostalgias…de lindas melodías.

Un céfiro ligero cruza la callejuela,


es el ala del viento del amoroso Eolo…
en el alma hay temblor que inquieta estar solo,
cuando ancla de amor vacila sin consuelo.

Es una noche fría, no importa, los amigos


speran en la esquina…es tiempo de ronada,
calle Dávila Chica, del parque entre la fronda.
niñas cogiendo flores, todas tiene abrigos.

Una es la más bella flor de un hermoso jardín,


hay rosas blancas, rojas que perfuman la noche,
pero la inspiración llega como derroche,
en las horas azules desde un viejo violín

Pero las horas pasan, y la luz no fulgura,


vamos Carlos, Ludgardo, y Marino Poveda,
buscando los ensueños, cantando con voz queda,
mirando las estrellas entre la noche oscura.

La calle Gran Colombia, calle Luis Cordero,


el corazón palpita entre luz mortecina…
un hálito de amor el alma adivina…
maulla un gato sobre la teja de un alero.

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Los balcones abiertos respiran esperanza,
trayendo los suspiros de una bella princesa,
es un instante inquieto pero el viento atraviesa,
y solo los suspiros quedan como semblanza.

Suen guitarras cuando la ventisca es más fría,


bohemios del amor, locos y soñadores,
desvaríos ingenuos que producen alcores,
de insomnios y nostalgias de una noche sombría.

Se callan los cantores, todo queda en calma,


dormitan los vecinos en brazos de Morfeo,
el céfiro nocvturno divaga de paseo,
golpeando las ventanas, y sacudiendo el alma.

Los luceros se esconden solo queda la sombra,


se apagan las luciértnagas, el arquero divino,
huyó dejando herido un corazón de vino,
todo queda en silencio, y una luz que se asombra.

66
GUALACEO

MI NOCHE VENECIANA.

Yo cantaré mi canto de una noche de ensueño,


cuando las bellas musas a la hora vespertina,
comenzaron su zambra con ménades divinas,
entonces Gualaceo, fue el alma de mi sueño.

El río gran señor de la glauca campiña,


se vestía de galas color rosa y zafiro,
cuando el nocturno cielo con un hondo suspiro,
miraba en su reflejo, el rostro de una niña.

La luna apareció para ver el cortejo,


de una bella deidad de inefables pupilas,
el céfiro silente se escondía en las lilas,
ocultándose a solas con su cantar añejo.

Eolo en su violín pulsaba sus acordes,


para que mi nocturno rime con armonía,
el sueño que Morfeo hace su poesía,
cuando espera paciente el fin de los discordes.

Nix a dado los buenos augurios de la noche,


las ondinas y náyades están puras, serenas,
que venga la alegría y se vayan las penas,
la luz deje las sombras y venga sin reproche.

Extrañas sinfonías llegaban del espacio,


el río sus secretos guardaba como arcano,
pero diáfano y mágico recorre soberano,
lamiendo las orillas, susurrando despacio.

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Se ilumina la noche…se oye una algarabía,
los nomos y las ninfas acallan sus voces,
Solo Euterpe su lira entona con roces,
de sus divinas manos…era la poesía.

Y que solo el poeta cuando su musa llega,


oye la sinfonía que emana de la fronda,
de las aguas del río que reflejan su onda,
en donde la luz blanca de la luna navega.

Y río arriba suenan cohetes que en el aire


revientan y se mira mil luces a colores
cual pequeñas barquillas de ensueños y amores
por el dorso del río navegan con donaire.

Fantasía con éxtasis que penetra en el alma,


músicas de violín, de cítaras y pianos,
llegan al sentimiento nos hacen más humanos,
luego se acalla la música y retorna la calma.

Aparece Citeres más brillante que nunca,


cuando alma de la brisa Cupido mensajero,
desde las sombras mira y envía con certeza,
sus flechazos de amor que ninguno los trunca.

Santa Bárbara, río que viene de arriba,


se oye el ritmo de trémulo remar de unas barquillas,
son inefables góndolas que van con sus quillas
por el lomo del río costeando la riba.

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Preside un cisne góndola plateado y de oro,
incrustado de perlas con diamantinos reflejos,
es la barca de Euterpe, se divisa a lo lejos…
vienen los argonautas con la reinna del coro.

Acompañan el cortejo ocho cisnes de plata,


nueve góndolas, blancos cisnes para el ensueño,
para las nueve musas de un cantar halagüeño,
que en la rueca del tiempo, la utopía desata.

Euterpe en su barquilla preside soberana,


la noche Gualaceña, la noche veneciana,
ella lleva corona de fino oro y zafiro,
y al entonar su lira conmueve a los suspiros.

Los nomos y las ninfas se aduermen en los nelumbos,


de las aguas del río y prosigue en sus rumbos,
cuando Euterpe su lira toca en noche serena,
mientras los blancos cisnes cantan en el estío,
la inefable canción wagneriana.
Yo canto mi cantar de noche veneciana.

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LA CHOLITA GUALACEÑA.

Cholita Anadiomena de un hermoso jardín,


de la acmpiña estrella que ríe en la mañana,
cuando la luz de apolo su vestido engalana,
pintando de colores el valle y su confín.

Cholita de las bellas miradas de zafiro,


la clara agua del Santa Bárbara, tus pupilas,
quiere alegre copiar, y entre las flores lilas…
donde un ave te mira y te lanza un suspiro.

Por ti canta el gorrión cuando llega la aurora,


por ti ríen los nomos del bosque y la campiña,
cholita gualaceña, tienes alma de niña,
y tus dientes de perlas el paisaje decora.

Cholita gualaceña, cholita gualaceña,


por ti salta el bulbul cuando está en su rama,
por ti el agua del río susurra entre el boscaje,
y la brisa acaricia el estambre de alheña.

Cholita gualaceña, el viento en la alquería,


te silba enamorado como a la flor del valle…
como en el duraznero se envuelve entre tu talle
para darte su beso de silente armonía

Cholita gualaceña, caminito a la orilla…


va cantando sus penas caundo amanece el día,
sus trenzas de azabache mueven con armonía,
cantando sus amores…caminito a la Villa

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Cholita gualaceña pollera castellana,
el relente solano ha besado tu cara,
la musa del destino tus ensueños ampara,
cuando ríes y cantas al pie de tu ventana.

Cholita gualaceña…caminito a la orilla…


va cantando sus penas cuando amanece el día,
su trenza de azabache mueve con armonía…
cantando sus amores caminito a la Villa.

Las candongas de plata adornan tus orejas,


los domingos de fiesta por la plaza y la orilla,
muestras tu pañolón y tu dorada horquilla,
prendida de tus negras y sutiles guedejas.

Te baña el san Francisco y amas el Gualmincay,


collar de pedrería para tu fino cuello,
engastado en rubí te pondrá como sello,
el céfiro poeta con alma de pacay.

Cholita gualaceña, no llores de tristeza,


vendrá la primavera con canto de bulbules,
para entonar canciones a tus ojos azules,
cuando el viento te bese con aire de tibieza.

Cholita gualaceña, un ruiseñor canoro,


boga y boga con alas doradas por tu ensueño
con mágicas quimeras, un amor halagüeño,
ronda por tu cabeza cual esquife de oro.

Eres blanco capullo de un honatar florido,


gualaceña que siembras los claveles fragantes,
que amas a los gorriones y las aves errantes,
eres la que engalana un recuerdo perdido.

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AMOR EN PUMA PUNGO

Gualacco, es un guerrero que acelera su paso


en busca de su amada que le quita los sueños.
la mañana es serena, aún no llega el ocaso,
busca amar en la vida, vive entre sus ensueños.

Camina y llega al río que corre manso, agreste


por Puma Pungo, puerta para entrar al palacio,
donde vive la Coya del imperio terrestre…
no quiere la aventura, quiere llegar despacio.

Entre sus manos trae, un regalo divino


para el gran señor Túpac Yupanqui, el sobberano
del imperio del sur…un regalo muy fino,
un lindo guacamayo que lo encontró en el llano.

Tiene varios colores que resaltan su aspecto,


habla como los dioses cuando se le pregunta
del padre Inti, el amor llega con mucho afecto,
para el jefe Gualacco que a la Coya le junta.

De amor enamorado de la Coya cuzqueña,


llegó hasta Puma Pungo, el cacique guerrero,
de aquel amor nació, la historia gualaceña
que inspirado cantar, puede el poeta Homero.

Fiesta hubo en el imperio, renació la leyenda,


de bellas guacamayas de estirpe lejendaria.
que unió a los cañaris después de la contienda,
con ingnoradas Coyas de la nobleza incaria.

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Mientras en Puma Pungo, suave silba el céfiro,
que recuerda el romance de la Coya cuzqueña,
y del Gualacco de ojos que brillan cual zafiro
como el azul del río que indica esta reseña.

Que desde Paiguará, se siente el aleteo,


de bellas guacamayas, que en las alas del viento,
recuerdan a la Coya, que hizo de Prometeo,
al Gualacco, el señor de su alma y sentimiento.

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CHOLITA CUENCANA

Hasta el río ha llegado la cholita cuencana,


sus trenzas de azabache adornan su figura,
en sus mejillas tiene el color de la grana,
porque el ala del viento le besó con premura.

Junto al río, le canta al amor y la vida,


lava y lava en el agua sus prendas y ropaje;
lava y ríe contenta, porque está sorprendida,
que trina un gorrioncillo en un verde ramaje.

Le arrulla el Tomebamba que corre mansamente,


lamiendo la ribera con caricia de amor,
encantada en sus aguas, suspira dulcemente,
ella es cual una hermosa flor llena de candor.

Los domingos de fiesta, vestida con su gala,


sale por la mañana a la misa primera,
después va por el parque, la sonrisa regala
a un efebo coqueto que impaciente la espera.

Con donaire camina y muestra sus pupilas…


verde mar esperanza que enjendra la utopía,
que brinda los ensueños de un aroma de lilas;
brilla de sus sarcillos la luz del medio día.

La cholita cuencana es cual flor de los valles,


tez blanca de asusena con mirada hechicera,
cuando contempla el cielo, cuando va por las calles,
dsespierta la ilusión de una blanca quimera.

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CUENCA

Cuenca, ciudad que canta con toda su dulzura,


la armonía de blancos luceros en la noche,
a la mañana tienes canciones en derrocche,
te cantan los ruiseñores con toda su premura.

Y tu rìo sonoro que canta en la llanura,


entonando su lira de homéricos arcanos,
Tomebamba, señora de hijosdalgos cuencanos,
poetas que cantaron sus versos con ternura.

Toda tu estàs vestida de luz con muchas flores,


pues te adornan galantes con sus multicolores,
cuando el sol cariñoso sale al venir el dìa.

Pues toda tu comarca es risueña alquería,


donde el viento te besa suavemente en la cara,
pues eres una joya, pero joya muy rara.

75
DEVOCIÒN CUENCANA

Entre cielos azules, està Cuenca, la bella,


es como una sonrisa al rayar de la aurora,
es un misal de amor que a su gente decora,
cuando reluce blanca, la matutina estrella.

La devoción renace cuando asoma Citeres,


cuando suena el clarín del gallo mañanero,
y repica campanas el viejo campanero,
de la iglesia la Merced, al cantar del jilguero.

Calle larga y la Cueva…va el niño Josè Arìzaga


a la iglesia la Merced, rumbo a la devoción,
peregrino del mundo busca su redención,
no quiere sus placeres, ni quedarse a la zaga.

Mozo de diez y seis, no piensa en el amor,


que se ofrece en el mundo…quiere celestial gloria,
quiere esa santidad que no ofrece la euforia
de un minuto que brinda amor, que es desamor.

Bajo el abrigo càlido del hogar y familia,


el niño Josè Arìzaga, reza sus oraciones,
y en sus alas vuela hacia ignotas regiones…
la oración que es sincera, el alma reconcilia…

La devoción cuencana, los primeros abuelos,


castellanos de cepa, de fe y amor constantes,
fueron nobles cristianos del Cristo amantes
que seguían devotos del Cristo sus anhelos.

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MIS CANTARES A IBARRA

Ibarra, ciudad blanca, alegre en la mañana,


àurea por el sol que dulce te acaricia
con el trino de pàjaros en jolgorio y delicia,
de pavanas inquietas en un azul fontana.
Tibio alero de garzas surcando la alguna,
Cuando nació radiante al auspicio de venus,
la Villa señorial fuerte cual abenuz,
española luciente de garbo cual ninguna.
Conservas el encanto de ignotos cantares,
cuando el alma risueña, romántica, viajera
de espacios inefables de una azul quimera,
enrumbas tu destino en glaucos hontanares
Bogas con tus enncantos por un valle fecundo,
donde cantan alondras al pie de tu ventana,
mientras el dios Apolo en su rueca cercana,
su mágico telòn de luz pone en el mundo.
Ibarra, es armonía del jilguero que canta,
henchida de la vida con blancos jazmineros,
que adornan tus senderos de alegres cancioneros,
que gozosos de amor el ànimo levanta.
En tu càlido valle, un bulbul cantarìn,
viene por la mañana con su buche de trinos,
a darme su serenata desde los verdes pinos,
que se mesen esbeltos en el fresco jardín.

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Viene y canta una endecha de mágicos soñares,
me cautiva de encanto su suave melodía,
y el aroma del huerto es todo poesía,
que embeleza la mente con sus bellos lugares.
Ibarra, pincelada de dorados fulgores,
cuando llega la brisa del inquieto verano,
cuando el céfiro leve viene desde el solano,
para entonar silente sus nostalgias de amores.
Ibarra, eco de flauta, y eco de castañuelas,
cuando el alma afligida de sus tristes pesares,
se conmueve con llanto de los palmares,
cuando se oye el sonido de amorosas vihuelas.

78
IBARRA

Ibarra, nuevo alero de mis noches de ensueño,


donde mi alma revive sus ingnotos cantares,
de mágicas leyendas que cautivan amores.
Ibarra, es un preludio azul a mi recuerdo,
cuando errante en el mundo mi alma en su travesìa,
se cobijò a la sombra que su suelo ofrecía,
a este bardo cautivo de sus lagos de ensueños,
Ibarra, valle càlido para mi poesía,
surge cual en la rama su grata melodía,
entona el ruiseñor cuando està enamorado.

79
LA DAMA DEL COCO

La tarde va muriendo en la esquina del coco,


el céfiro divaga musitando su amor
con un silbido suave de mágico dulzor,
entre los ventanales ulula como un loco…
Ha mirado una bella pero esbelta palmera,
debajo la techumbre de una vieja casona,
donde una dama que en la tarde se asoma,
rìe que rìe alegre como una primavera.
Era una hermosa dama con aire señorial,
tenía unas pupilas como astros refulgentes,
diamàntinos ensueños de mirada indulgentes
como una princesa de un castillo feudal.
Siempre con su mirada columbrando hacia el cielo,
atisbando la calle perpleja en su memoria,
ronda en su fantasìa como una gran euforia,
la imagen de su amado en quien busca consuelo.
Ansiosa de su amado como un princepe azul,
se acuerda del efebo que un dìa de septiembre,
enchido la mirada como lirio en su estambre,
acariciò su frente mientras cantò un bulbul.
Y los días pasaron y ese efebo poeta,
de los sueños dorados, blanco, rubio, galante,
ausente de sus ojos de color violenta,
que lloraron muy tristess, afables y radiantes.
Ese sueño de ensueño, aquel amor profundo,
se quedó entre la sombra en el alma de un verso,
que pallpita en silencio en un corazón terso
en la esquina del coco, un romance fecundo.

80
EL CANTO DEL CEIBO

La tarde va cayendo con su pàlida sombra


sobre la verde fronda del árbol tutelar…
el ceibo florecido con amor y soñar…
inspirò un gran romance qu el labio no lo nombra,
Pero en èl los gorriones tenìan sus viejos nidos,
y debajo su fronda, efebos cariñosos,
suspiraban inquietos con el alma afanosos
por la amada que espera con besos conmovidos.
El ceibo era armonioso de robustos ramajes,
que se mecían altivos al soplo de la brisa,
cuando el céfiro alegre suspiraba sin prisa,
entre las blancas flores tañendo sus cordajes…
Decìa su canción de silentes nostalgias,
de recuerdos pasados, de una dulce quimera,
cuando en alas doradas de la glauca primavera,
venìa con mariposas a las nuevas estancias.
Y el amor sustentaba la vida del frondoso
ceibo que decoraba galante la ciudad,
todo tenía como aire de amistad,
un aire de pureza de flores y de rosa.
El ceibo, cierto dìa enfermò de amor,
Murió cuando vino el invierno.
Entonces los bulbules endecharon su eterna,
dolorida canción con nostalgia y dolor.
y el árbol tutelar, dejó un hondo vacío,
de añoranza y recuerdos, y en las tardes de mayo,
Los poetas cantores preludian su ensayo…
de soñada quimera oculta en el estìo.

81
MI CANTAR DE YAHUARCOCHA

Yahuarcocha, laguna de cristal herido,


por antiguos guerreros de un lejano horizonte,
donde en su azul cristal se reflejan los montes,
cuando se aduerme el àngel del amor encendido.
Lago donde los cisnes son gaviotas doradas,
bogando sosegadas en sus viejos ensueños,
de tiempos lejendarios con romances risueños,
cuando afanosos los céfiros en tardes encantadas…
Al dios Helios prestaban ese espejo de plata
para que se refleje, àurea cabellera,
en las frescas mañanas de inquieta primavera,
cuando el buche de pàjaros sus cantares desata.
Entonces por el valle resuena la armonía
del canto de bulbules que rondan la comarca,
mientras en la campiña, un viejo árbol se enarca,
para que el ventarrón cante su melodía.
Yahuarcocha, apacible espejo de cristal,
donde el cielo refleja su tapete de tul,
para encantar alegre la mañana estival.
Aroma de alfalfa de menta y de romero,
circunda la hondonada de la glauca ribera,
en donde una joven tórtola por amor prisionera,
endecha su lamento desde un viejo palmero.
Manzas aguas tranquilas de gélida mañana,
cuando el alma tirita con el viento solano,
pero luego el dios Helios se porta como hermano
con la caricia tibia que su rayo emana.

82
Yahuarcocha, laguna donde llegan las ninfas
de los claros ensueños de un poeta lejano,
que engasta sus poemas en tiempos de verano,
para decir el lago de diamantinas linfas…
Es uin sueño inefable, lleno de poesía,
donde bogan alegres las loas del destino,
y el céfiro en sus arpas silba con dulce trino,
y el alma se conmueve llena de fantasìa.

83
LAS TRES PIEDRAS DEL TAHUANDO

En la verde hondonada del estrecho tahuando.


cuando la primavera tornaba sus cantos,
llenando las campiñas con sus dulces encantos,
todo es gran alegría del susurro cantando…
Del céfiro que entona su canción de floresta,
mientras un aleteo de àureas mariposas,
divagan por la fronda entre las blancas rosas,
que dan a la campiña un ambiente de fiesta
Las aguas del Tahuando con su leve rumor,
Caminan por el valle copìando el cielo azul
Como si fuera el roce de unas alas de tul,
Que inspiraban el goce que brinda el dulce amor…
En un claro recodo del agua diamantina,
se bañaban tres ninfas con nìvea blacura,
con amables semblantes de amores y ternura,
y su hablar conmovía como una nueva sonata….
Que emanaba una flauta llena de melodía,
del dios pan que, escondido en medio del boscaje,
sonaba su canción en horas del celaje,
cuando el amanecer es todo poesía…
Un rumor de pisadas se oìa en la ribera,
el rumor de unos sátiros que extasiados miraban,
inquietos a las ninfas que incautas se bañaban,
en el arroyo tibio del Tahuando a su vera.
Enamorados con ojos sedientos de lujuria,
los sátiros lascivos emprenden su conquista,
a las hermosas ninfas que acechan a su vista,
se lanzan afanosos con ímpetu y con furia.

84
Las ninfas pudorosas cual timidas doncellas,
de los sátiros tratan de escapar con premura,
mas los apasionados bicornes con locura,
las toman entre brazos a estas náyades bellas.
Rendidas a la fuerza las tres ninfas del bosque,
caen a la merced de las patas de chivo,
mientras bajo de un árbol de majestuoso olivo,
una maga que guarda los secretos del valle…
Acude con premura a librar a las ninfas,
alza su voz rotunda como imprecación,
a los alzados sátiros en su vana pasión…
Caen hacia el arroyo entre las claras linfas,
los sátiros que abrazan a las castas doncellas…
Escuchan la palabra de la divina maga,
su verbo cual espada es penetrante daga,
de los bicornes presos en sus propias querellas.
Al eco del divino verbo de la sibila,
las castas ninfas quedan quietas dentro del agua,
estàticas estatuas, rocas de piedra y tagua…
Los deseos impuros que la mente encandila…
los sátiros perversos murieron engullidos,
por las límpidas aguas que corren mansamente
por el rìo Tahuando en donde dulcemente,
se adurmen las tres piedras en su lecho nacidas.

85
EL RETORNO

Tiempo en que se ocultò del sueño nueva brisa,


cuando temblò la tierra que asolò la ciudad,
dejando blancas ruinas, quietud, serenidad,
la esperanza cabalga en alas de la prisa.
Volver a la ciudad amada y muy querida,
con las pupilas trémulas de inquietud y tristeza,
para construir la casa donde el alma se embeleza,
de nostalgia sincera que del hogar se anida.
En una caravana, la resignada gente,
regresan al hogar que anidò sus esueños,
làgrimas, rostros trémulos, no hay cantares risueños,
tras de la caravana, niños rostro gimiente,
sigue un perro famélico que lame un hueso viejo.
Llegan a la ciudad, en escombros sus casas,
huele a nostalgia triste, ceniza y soledad,
los parques sin flores y se han muerto las rosas.
Pared sobre pared, techumbre dulce alero,
que cobijò los sueños de rincones amados,
quedan voces silentes hoy mudos, y callados,
en sombras del recuerdo, negro dìa agorero…
Que sacudió impetuoso las entrañas dolientes,
de la urbe que apacible urdìa sus ensueños,
sus anhelos por días mejores y halagüeños,
en la que florecía la ilusión por ardientes…
Deseos de pujanza de alzar un nuevo vuelo
a la cima y progreso, construyendo la vida,
forjando el porvenir que el ànimo convida,
cuando el destino impulsa a soñar sin recelo.

86
Entonces la ciudad renació refulgente
Como renace el ave fénix entre cenizas,
màs bella, floreciente, entre suaves sonrisas,
de mujeres, y niños que rìen dulcemente,
mientras en la alquería del refugio acordado,
el céfiro suspira su sonata doliente.
Ibarra, valle càlido para mi poesía…
como cuando la rama su grata melodía,
entona el ruiseñor cuando està enamorado.
Ibarra, es un latido de amor que me ha llegado,
cuando la noche viene con bnrisa de ternura,
trayendo su caricia de inefable dulzura.

87
TAITA IMBABURA

Imbabura, peldaño para alcanzar estrellas,


cuando llega la noche poblada de luceros…
Luminosas luciérnagas hermanas del dios Eros,
Cuando se habla de cosas románticas y bellas.
Imbabura, vestida con su glauca belleza,
estàs ergida como una dama en el valle,
tu altivez que perdura es el mejor detalle,
que inspira un sentimiento de bondad y nobleza.
Cima para mirar la cùpula del cielo,
cuando los ruiseñores levantan sus nidos…
En los viejos ramajes de los pinos silvestres,
cuando llega la aurora y en bandada reunidos
entonan sus cantares los pàjaros campestres.
Imbabura, campiña luminosa de sol,
cuando llega la verde y hermosa primavera,
poblada con amores de una ilusa quimera,
de trinos que despiertan la magia de un bemol.
Es Imbabura càlida mensajera de un coro
de alondras que divagan por una azul laguna,
donde navegan garzas entre la niebla bruna,
en espera del tiempo de su canto sonoro.
Imbabura de antiguas flautas en sinfonía,
cuando el sollozo indígena brota en lo hondo del alma,
en noches de tristeza y de melancolía.
La voz del rondador vibra silente en calma,
cuando entre la penumbra gime la voz del viento,
soñando con amores y dulce sentimiento

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INDICE PÁGS

PRÓLOGO EN ALEGORÍA 3
LOS CANTARES DE ROMEO 4
LAMENTO DE LA ESPOSA 5
LA NOVIA 6
EL AMADO Y LA SULAMITA 7
UN CANATAR PARA EL AMOR 8
LA NOVIA 9-10
EL NOVIO 11
RUT LA MOABITA 12-13
EL REY Y LA SULAMITA 14
EL CANTAR DE ANA 15
EL CANTAR DE LA MAGDALENA 16
LA CANCIÓN DE JUDIT 17-18
UN CANTO DEL RECUERDO 19
EL CANTO DE ESTER 20-21
UN CANTAR DE PRIMAVERA 22-23
CANTARES A MI TIERRA 24
ALMA GUALACEÑA 25
YO SOY 26-27
GUALACEO 28
RÍO GUALACEO 29
CANTAR DE OTOÑO 30-31
PROSAS 32-34
INTIMO 35
DIVAGACIÓN EN EL BOSQUE 36-39
YO NACÍ 40
ACRÓSTICO 41
FANTASÍA 42
NOCTURNO 43
ORACIÓN 44-45

89
REMINISCENCIA 46-47
RECUERDOSOLVIDADOS 48
NOCHE DE LUNA 49
ALONDRA 50
MIRANDO 51
LO ANTIGUO 52
EUTERPE 53
ZORZAL 54
MADRE 55
ESTANCIAS 56-57
ACRÓSTICO A MI PADRE 58
ACRÓSTICO A MI MADRE 59
ACRÓSTICO A MI HERMANA ELENA 60
ACRÓSTICO A MI PADRE 61-62
PEGASO 63-64
GUALACEO NOCTURNO 65-66
MI NOCHE VENECIANA 67-69
LA CHOLITA GUALACEÑA 70-71
AMOR ENPUMA PUNGO 72-73
CHOLITA CUENCANA 74
CUENCA 75
DEVOCIÓN CUENCANA 76
MIS CANTARES A IBARRA 77-78
IBARRA 79
LA DAMA DEL COCO 80
EL CANTO DEL CEIBO 81
MI CANTAR DE YAHUARCOCHA 82-83
LAS TRES PIEDRAS DEL TAHUANDO 84-85
EL RETORNO 86-87
TAITA IMBABURA 88
INDICE 89-90

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91

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