Está en la página 1de 11

MODOS DE TRASPORTE

USO DE ENERGIA EN EL SECTOR


TRASPORTE
El Uso de energía en transporte se refiere a
la energía de uso final consumida por todos
los componentes del sector del trasporte: la
producción, el funcionamiento y el
desmantelamiento de todos los vehículos e
infraestructuras. Esto contribuye al consumo
final total de un sector.

El transporte puede utilizar la energía de


muchas maneras diferentes; sobre todo en el
funcionamiento de los coches y otros
vehículos mediante la quema de combustible,
pero también en la producción de los propios
vehículos y en la creación de carreteras,
aeropuertos, puertos marítimos y oleoductos.
¿Qué tipo de energía se utiliza para el
transporte?

Las energías alternativas


contempladas en la normativa
para el sector transporte
son: electricidad, gas natural
(comprimido o licuado), gas
licuado de petróleo, hidrógeno
y biocarburantes.
USO DE ENERGIA EN TRASPORTE -
PERÚ Productos de Aceite

Gas Natural

Biocombustibles y residuos Navegación nacional


EFECTOS PERJUDICIALES DEL
CONSUMO DE ENERGIA POR EL
SECTOR TRASPORTE
En el sector del transporte se produce un consumo de
energía especialmente intensivo, creciente y
singularmente perjudicial para el medio ambiente. Y ello
agravado por el hecho de que el modelo de transporte
dominante actualmente (supuestamente “desarrollado”,
pero intensivo en uso de energía y agresivo con el
medio ambiente) sólo es accesible a una pequeña
parte de la población mundial. Se debe calificar el
vigente modelo energético de transporte como
“insostenible” y plantearse la necesidad de su
modificación. El necesario cambio requiere el
conocimiento profundo e intensivo de la relación entre
los procesos de transporte y consumo de energía. Los
efectos perjudiciales del consumo de energía por el
sector de transporte proceden fundamentalmente de
tres ámbitos:
La contribución del transporte al agotamiento de los combustibles
fósiles (principalmente del petróleo, pero también del gas y del carbón),
cuyas existencias son limitadas, y aunque el final de la extracción
económicamente viable es desconocido, parece que se encuentra
relativamente próximo en los casos del petróleo y del gas. Cabe
reflexionar sobre el hecho de que la humanidad, en los últimos 100
años, ha consumido casi la totalidad de los recursos fósiles acumulados
durante millones de años.

La contribución del transporte al cambio climático, como


consecuencia de los procesos de combustión (y la subsiguiente
emisión de gases de efecto invernadero asociados al consumo
de energía y a las transformaciones previas necesarias).

La contribución del transporte a la contaminación local, tanto


en lo que se refiere a la calidad del aire, como al ruido.
El sistema de transporte, en su concepción actual, es
especialmente dependiente de los combustibles fósiles no
renovables y, en concreto, del petróleo. En efecto, el transporte
(principalmente por carretera y aéreo) obtiene la mayor parte
de la energía que necesita del petróleo, y a su vez, la mayor
parte del consumo de petróleo se destina al transporte

. Únicamente los modos ferroviarios de tracción eléctrica y el transporte


por cable y tubería (oleoductos y gasoductos) emplean energía eléctrica
como vector energético para el transporte; y en la medida que una parte
(aún pequeña) de la energía eléctrica es generada con fuentes renovables,
estos modos de transporte permiten la sustitución parcial de los
combustibles fósiles (y las emisiones asociadas) para el transporte.
TRASPORTE SOSTENIBLE

Para dejar de depender de los combustibles


fósiles, y así mitigar las emisiones de gases
nocivos y mejorar la calidad del aire, es
necesario que el transporte sostenible se
extienda a la logística y las grandes
ciudades. Vehículos eléctricos, combustibles
alternativos, planificación urbana y apuesta
por el tren son avances inevitables.
Para transitar hacia un sistema en el que los coches no emitan gases nocivos se haya marcado como una
prioridad de lograr un transporte sostenible. En este sentido, la industria de la automoción está trabajando en
varias líneas:

Electrificación. Los coches eléctricos son una de las soluciones más asequibles para avanzar con la
descarbonización sin cambiar demasiado. Permiten mantener el modelo de movilidad actual y la industria de la
automoción (a nivel global, responsable del 3 % del PIB). Según la Agencia Internacional de la Energía, más de
16 millones de vehículos eléctricos circulan ya por el planeta.

Hidrógeno. Aunque los vehículos eléctricos de pila de hidrógeno no están tan desarrollados como los
eléctricos de batería, han señalado como una alternativa interesante para reemplazar a los vehículos
pesados por dos razones: evitan el uso de baterías (aumentan de tamaño cuanto más potencia se necesite) y
tienen tiempos de repostaje cortos, similares a los de los combustibles fósiles.

Biocombustibles. El biodiésel derivado de aceites y grasas vegetales y el bioetanol producido mediante la


fermentación de cualquier materia vegetal son otras de las muchas alternativas. Su combustión genera
emisiones, pero estas se capturan en gran parte en los cultivos en los que se producen las materias primas
utilizadas en los combustibles. Los biocombustibles no son la solución perfecta, pero pueden ser usados por la
flota de vehículos actual, por lo que sirven para reducir de forma inmediata las emisiones del transporte

También podría gustarte