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GUERRA FRIA (1945-1992)

Se denomina Guerra Fría a un período de tensión


internacional surgido después de la Segunda Guerra Mundial,
que enfrentó a dos superpotencias mundiales con proyectos
ideológicos contrapuestos: Estados Unidos y su modelo
capitalista, y la Unión Soviética y su modelo comunista. La
Guerra Fría se inició al finalizar la Segunda Guerra, en 1945, y se
extendió hasta la disolución de la URSS en 1991.
Características de la Guerra Fría
1. Conformación de un orden mundial bipolar:
Estados Unidos y la Unión Soviética
lideraron dos grandes bloques de países
que se alinearon a cada superpotencia: el
bloque occidental, liderado por EE.UU., y el
oriental, liderado por la URSS. Cada
potencia intentó extender su influencia a
otras naciones, valiéndose de la
intervención política y militar, la presión
económica, el espionaje y la propaganda.
De esta forma, la Guerra Fría influyó aun en
aquellas naciones que no se alinearon a
ningún bloque.
2. Tensión entre las superpotencias: las dos superpotencias nunca se
enfrentaron de manera directa; no obstante, existió una tensión constante
entre ambas. Los momentos de máxima tensión se canalizaron en conflictos
localizados como la Guerra de Vietnam o la invasión a Afganistán.

3. Carrera armamentista: Tanto EE.UU. como la URSS tuvieron en la industria


de armamentos, un soporte de sus economías. Cada superpotencia realizó
altísimas inversiones en la producción de armas, muchas de ellas con
tecnología nuclear. Las exportaciones de armamento se convirtieron también
en un floreciente negocio, que alimentó el armamentismo a nivel mundial. Las
armas se convirtieron en una herramienta de disuasión política, pues cualquier
enfrentamiento directo entre las potencias habría desencadenado un conflicto
con uso de armamento nuclear altamente destructivo. El temor a una nueva
guerra mundial con un apocalipsis nuclear marcó la psicología colectiva de
varias generaciones.
La formación de los bloques:
Uno de los primeros indicios de la Guerra
Fría se produjo en Grecia, en 1947. Mientras los
comunistas y los grupos monárquicos se
disputaban el gobierno, Estados Unidos entregó
ayuda militar y económica que permitió el triunfo
de estos últimos. Esta intervención fue una clara
señal de la nueva política exterior estadounidense:
este país asumía como tarea global la contención
del avance del comunismo, en lo que se conoce
como la "Doctrina Truman". Por su parte, la URSS
hizo valer su predominio en los países de Europa
Oriental que habían quedado en su área de
influencia tras el fin de la Segunda Guerra,
propiciando la formación de regímenes
comunistas.
Conformación del bloque occidental
• El "Plan Marshall“. EE UU asumió un rol
preponderante en la reconstrucción
económica de Europa, a través del "Plan
Marshall", implementado desde 1947. Este
plan consistía en la entrega de préstamos a
bajo interés, asegurando el liderazgo
estadounidense en la economía de la
posguerra.
• Creación de la OTAN. La Organización del
Tratado del Atlántico Norte, OTAN,
constituida en 1949. Tenía por objetivo
garantizar la defensa de los países firmantes
del acuerdo ante una eventual amenaza
militar.
Conformación del bloque oriental

• El Consejo de Ayuda Mutua Económica


(CAME o COMECON). Se creó en 1949,
con el objetivo de fomentar las
relaciones comerciales entre los Estados
socialistas y contrarrestar la influencia
económica norteamericana en Europa y
el mercado mundial.
• El Pacto de Varsovia, acuerdo de
cooperación militar entre los países
pertenecientes al bloque socialista, que
se estableció en 1955.
La situación de Alemania.
Tras la Segunda Guerra
Mundial, Alemania quedó dividida
en cuatro zonas, administradas por
EEUU, Reino Unido, Francia y la
URSS. Berlín, que se encontraba en
la zona soviética, había sido
seccionada, a su vez, en cuatro
zonas administradas por los
mismos países. En 1948, EEUU y
sus aliados europeos acordaron la
unificación de sus zonas en un solo
estado, la República Federal
Alemana (RFA). La respuesta de
Stalin fue el bloqueo terrestre de
Berlín, quedando completamente
aislada. Esta fue la primera gran
En respuesta a este bloqueo, las
potencias capitalistas, organizaron un
puente aéreo para abastecer a la ciudad,
que duró casi un año, medida que hizo
fracasar el bloqueo soviético. Finalmente,
en 1949, Alemania terminó por separarse en
dos países diferentes, al crearse la República
Democrática Alemana (RDA), con un
gobierno comunista. La división de Alemania
fue el símbolo de la confrontación entre los
modelos capitalista y comunista, que se hizo
aún más evidente cuando en 1961 se
construyó el muro de Berlín, separando a la
ciudad en dos.
• Revolución China
Desde la década de 1920, China vivía una guerra civil que
enfrentaba a las fuerzas nacionalistas y a las guerrillas comunistas. Las
fuerzas nacionalistas, apoyadas por EEUU, fueron derrotadas por los
comunistas liderados por Mao Zedong, lo que permitió la creación de
la República Popular China (1949). A partir de 1953, con Mao en el
poder, se inició la construcción de un socialismo de estilo soviético,
extendiendo las colectivizaciones agrarias, desarrollando una política
de industrialización y una planificación económica rígida. El fracaso de
estas medidas llevó a Mao a crear un comunismo de base agraria,
introduciendo en el año 1958 las comunas populares, unidades
económicas que combinaban tareas agrícolas e industriales y que
debían ser autosuficientes. Esta política, tuvo resultados desastrosos
que derivaron en hambrunas causando la muerte de millones de
personas.
La Revolución Cultural de la
época, implicó un proceso de
mitificación de la imagen de Mao y la
realización de purgas que terminaron
con miles de personas encarceladas o
trasladadas a centros de trabajo. A la
muerte de Mao, ocurrió un proceso
semejante a la desestabilización. Se
cuestionó la obra del líder y comenzó
entonces un proceso de reformas
económicas y de modernización bajo
la dirección de Deng Xiaoping, que
permitieron la transformación
económica de China, aunque sin
modificar el sistema político.
Revolución Cubana
La gran influencia ejercida por
Estados Unidos sobre toda América
Latina había mantenido a la región del
lado del gigante del norte. Sin embargo,
en 1959, Cuba se convirtió en la gran
excepción a esta regla. Tras una larga
dictadura de derecha bajo el liderazgo
de Fulgencio Batista, guerrilleros de
izquierda al mando de Fidel Castro y
Ernesto “Che” Guevara, encabezaron
una revolución que terminó con el
gobierno imperante, reemplazándolo
por uno socialista liderado por el propio
Castro.
Este nuevo gobierno de izquierda promulgó una reforma agraria, que
afectó mayoritariamente a la industria del azúcar, cuyo mayor porcentaje
estaba en manos estadounidenses. Castro además prohibió el
establecimiento de plantaciones controladas por compañías no cubanas y
disminuyó el apoyo a la producción de azúcar a favor de otros cultivos
alimenticios. En 1960, el gobierno cubano nacionalizó todas las compañías
estadounidenses en la isla, ante esta medida Washington respondió
imponiendo un embargo comercial.
El nuevo régimen fue visto como una amenaza
para los intereses occidentales y
particularmente norteamericanos, ya que
además de afectar a las empresas
estadounidenses, podía significar el primer
paso de una escalada revolucionaria que podía
abarcar a toda Latinoamérica. A pesar de los
intentos del país del norte por derrocar a
Castro, este estuvo lejos de ceder en sus
intenciones. Por el contrario, en 1961 un grupo
de exiliados cubanos anticastristas y apoyados
por Estados Unidos invadió la bahía de
Cochinos, ante lo cual, la reacción de Castro fue
enérgica. Además de repeler a los invasores,
Castro decidió consolidar su régimen
estrechando lazos con la Unión Soviética, la
cual abasteció a la isla de armamentos y ayuda
La Revolución Cubana sirvió de
inspiración para otros movimientos
revolucionarios en distintos continentes.
Además, una vez establecida en el poder y
fundado el Estado socialista, colaboró con
las causas revolucionarias
de África y América. En algunos casos
envió contingentes armados, como en
Angola, Congo y Bolivia.
Además, este proceso
revolucionario instauró la dictadura
comunista cubana, que aún perdura
intacta a pesar del bloqueo económico
con que los Estados Unidos la castigan
desde mediados del siglo XX.
La Guerra de Corea.
La península coreana, dividida desde
1945 en la comunista Corea del Norte, y en la
capitalista Corea del Sur, vivió una cruenta
guerra ocurrida en el marco de la Guerra Fría.
Con el respaldo que significó el triunfo
comunista en China, en 1950 Corea del Norte,
apoyada por la Unión Soviética, decidió
invadir a su vecina del sur. La reacción
norteamericana en defensa del sur no se hizo
esperar. De la mano del general Douglas
MacArthur, las tropas estadounidenses
hicieron retroceder casi hasta derrotar a las
norcoreanas. Fue entonces cuando la
intervención de China logró volver a equiparar
las fuerzas.
En su momento, los progresos chinos motivaron al general MacArthur
a proponer el uso de armamento atómico, a pesar del riesgo de guerra
nuclear que ello involucraba. Esta y otras razones llevaron a la destitución del
mencionado general. Finalmente, en 1953, las partes involucradas en la
guerra accedieron a firmar un armisticio, con lo cual se volvió a los límites
territoriales previos al conflicto. Un millón y medio de personas murieron
durante el transcurso de la guerra.
La Guerra de Vietnam
La península de Indochina, que había sido
francesa, quedó dividida según los acuerdos de
Ginebra de 1954 en dos estados, cada uno de
los cuales se asoció a una de las potencias
enfrentadas. Por una parte, Vietnam del Norte
constituyó un Estado comandado por un
régimen comunista, cuyo líder fue Ho Chi Minh,
mientras que Vietnam del Sur era gobernado
por una dictadura favorable a Occidente dirigida
por Ngo Dinh Diem. En este último régimen se
desarrolló una guerrilla comunista, conocida
como el Vietcong, la cual apoyada por el
régimen norvietnamita amenazaba con derribar
al régimen de Dinh Diem y dar origen a una
revolución comunista.
Ante dicha amenaza, Estados Unidos decidió apoyar a Vietnam del
Sur. El temor de los norteamericanos era que, al caer un Estado asiático en
manos comunistas, esto se tradujera en un efecto dominó hacia sus vecinos,
adoptando uno tras otro este sistema de gobierno. Así, desde 1964 los
norteamericanos intervinieron militarmente en Vietnam, llegando a contar
con más de 500 mil efectivos en la zona. Sin embargo, ni esto ni la
superioridad tecnológica ni los ataques masivos, lograron superar a un
enemigo adaptado al ambiente selvático vietnamita y cuya estrategia era la
guerra de guerrillas.
A su vez, el desarrollo de la prensa,
particularmente la televisión que transmitía crudas
imágenes desde Vietnam, repercutió en gran
medida sobre la opinión pública mundial,
especialmente la estadounidense. Al final fueron las
presiones internas, protagonizadas especialmente
por jóvenes, sumadas a las constantes derrotas en
la zona, las que llevaron al presidente Richard Nixon
a retirar las tropas estadounidenses de Vietnam en
1973. Dos años después Vietnam del Norte logró
derrotar al sur, quedando unificado todo el país
bajo un solo gobierno comunista. Para Estados
Unidos, este fracaso militar dejó un saldo de 50 mil
estadounidenses muertos y 150 mil heridos.
La carrera nuclear
Con el transcurrir de los años, tanto Estados Unidos como la Unión
Soviética fueron endureciendo sus posturas con el objeto de ganar terreno
en la imposición de sus modelos sobre el resto del mundo. Rápidamente,
se pasó del plano político al armamentístico. Ambas naciones intentaron
superarse mutuamente en los múltiples planos ligados a lo militar: número
de combatientes, divisiones blindadas, aviones y portaviones, submarinos,
etc. Sin embargo, fueron las armas no convencionales, es decir, las armas
nucleares, las que marcaron la pauta en cuanto a las relaciones entre
norteamericanos y soviéticos.
En estricto rigor, la Segunda Guerra
Mundial había finalizado tras el lanzamiento de
las dos bombas atómicas por parte de Estados
Unidos sobre territorio japonés. La tenencia de
este tipo de armas, debido a su altísimo poder
destructivo, significaba al país del norte una
enorme ventaja respecto del resto de las
naciones del mundo. Por ello, la Unión
Soviética se propuso como uno de sus objetivos
primordiales encontrar la fórmula capaz de
generar dichos artefactos. Cuando, en 1949,
logró lanzar con éxito su primera bomba de
este tipo, se dio inicio a lo que se ha conocido
como la carrera nuclear.
La lucha nuclear consistió en que ambas
potencias podían, en cualquier momento,
acabar con su adversario e incluso con el
mundo entero, si así lo deseaban. Sin embargo,
el solo hecho de iniciar los ataques contra el
otro, significaría la inmediata respuesta de
este, con lo cual ambas superpotencias
estaban destinadas a la autodestrucción. Esta
situación se conoció como el principio de
Destrucción Mutua Asegurada, por su sigla en
inglés MAD. A pesar de su brutalidad, fue
precisamente este principio el que permitió
que la guerra permaneciera “fría” durante su
medio siglo de duración.
A su vez, la permanente amenaza nuclear en que se encontraban
Estados Unidos y la Unión Soviética resultó ser un elemento de tensión y
miedo para sus poblaciones.
La carrera armamentista mantuvo a ambas potencias en
condiciones similares hasta que el agotamiento de la economía soviética
les impidió mantener un nivel similar de gastos que su rival, lo que se hizo
evidente en la década de 1980, cuando la URSS se vio imposibilitada de
seguir en la carrera.
Crisis de los misiles
Fue en 1962 cuando se desató
el más grave de los conflictos entre
Cuba y su vecina del norte. Ese año
aviones espías estadounidenses
detectaron por medio de fotografías,
instalaciones de misiles nucleares
rusos en tierras cubanas. Las
relaciones se tensaron
inmediatamente. El presidente de
Estados Unidos, John F. Kennedy,
reaccionó ordenando el bloqueo naval
de la isla a fin de evitar la llegada de
nuevos suministros militares desde la
Unión Soviética.
Nuevamente el riesgo de un enfrentamiento directo entre ambas
superpotencias y, por tanto, de un enfrentamiento nuclear, aterrorizó a
estadounidenses y soviéticos, y causó alarma en el mundo entero.
Finalmente, Kruschev ordenó el retiro de los misiles de la isla a cambio de
que Kennedy hiciera lo propio con los misiles nucleares estadounidenses
instalados en Turquía, los cuales eran una amenaza constante para el
bloque soviético.
El peligro de una guerra nuclear llevó a los líderes de ambas
superpotencias a mejorar los mecanismos de comunicación, de manera
de facilitar el contacto entre ellas y evitar cualquier inconveniente que
pudiese derivar en una decisión indeseada. Esto originó la creación del
llamado teléfono rojo, término utilizado para denominar la nueva forma
de comunicación directa y expedita entre Estados Unidos y la Unión
Soviética.
Otros frentes de la Guerra Fría
Carrera espacial
La constante lucha entre Estados Unidos y la
Unión Soviética no solo abarcó los ámbitos político
y militar, sino que se expandió. El interés de cada
nación por ejercer el liderazgo en todos los aspectos
fue un fiel reflejo de la carrera ideológica que
envolvió a todo el período. El campo de la ciencia
fue uno de los ejes más llamativos en esta lucha. A
la carrera tecnológica aplicada a los aspectos
armamentísticos se le agregó, desde mediados de
los años 50, la carrera por dominar el espacio
exterior. En este sentido fue la Unión Soviética la
que dio el primer golpe al lanzar, en 1957, el primer
satélite artificial, el Sputnik I.
El impacto de este hecho sobre el mundo y, particularmente, sobre
Estados Unidos, llevó a cambiar la percepción sobre la lucha de la Guerra
Fría. Hasta entonces se creía que eran los estadounidenses quienes
llevaban la delantera en materia científica y tecnológica. Sin embargo, el
paso dado por los soviéticos terminó por volcar esta idea, aunque
solamente se tratara de un asunto de percepción. A pesar de los avances
en la materia por parte de Estados Unidos, en sucesivas ocasiones fue la
Unión Soviética la nación que marcó los principales hitos.
Así, en 1957 mandó al espacio a la perra Laika, el primer animal
doméstico en realizar esta hazaña, y en 1961 Yuri Gagarin fue el primer
cosmonauta en viajar al espacio exterior. Los norteamericanos, en tanto,
concentraron sus esfuerzos en causar un impacto mayor, enviando la primera
misión tripulada a la Luna. Esta operación fue alcanzada con éxito en 1969,
cuando Neil Armstrong, tras descender del Apollo 11, dio el primer paso de un
ser humano sobre este satélite. La imagen de este suceso dio rápidamente la
vuelta al mundo
Otro ámbito en el que las superpotencias compitieron
fervientemente fue el de los deportes. Los Juegos Olímpicos captaron la
atención de estos Estados, entendiendo que en estos no solo competían
experimentados atletas, sino que también lo hacían dos visiones
antagónicas del mundo. Al final, el triunfo de un norteamericano o de un
soviético, significaba el triunfo de todo un país y de su ideología. Cada
deportista representaba la fortaleza y el poder de su país. De ahí que
ganar la máxima cantidad de medallas de oro fuera un objetivo de
trascendencia para los intereses de ambos Estados.
Latinoamérica durante la Guerra Fría
Las relaciones entre Estados Unidos y la URSS
comenzaron a deteriorarse bajo la presidencia
estadounidense de Harry Truman, quien comenzó una
ofensiva que tenía como objetivo eliminar cualquier
posible influencia soviética en América Latina.
Lo primero que hizo para lograrlo fue conseguir
que los gobiernos latinoamericanos rompieran
relaciones con la URSS, lo que tuvo gran éxito, ya que
todos los países, a excepción de México, Argentina y
Uruguay, lo hicieron. La segunda tarea que se propuso
fue presionar a los gobiernos latinoamericanos para
que eliminaran los partidos comunistas. En Chile, bajo
el gobierno de Gabriel González Videla, se prohibió el
funcionamiento del Partido Comunista con la Ley de
Defensa Permanente de la Democracia.
Truman se preocupó de formar una serie de alianzas con América
Latina, con el objetivo de resguardar sus intereses y evitar una posible
intervención soviética. Sin embargo, la Revolución Cubana de 1959
desestabilizó los planes de Estados Unidos, que vio en este gobierno
comunista, apoyado económicamente por la URSS, una amenaza a su
hegemonía. EEUU llevó a cabo una serie de medidas para derrocar a Fidel
Castro, entre ellas, el bloqueo económico.
En 1961, Kennedy inició una nueva estrategia
para tratar de frenar los movimientos
revolucionarios, creando la Alianza para el Progreso,
que consistía en una colaboración económica y
tecnológica para favorecer el desarrollo de reformas
sociales. La alianza implicó una inversión de 20
millones de dólares orientados a llevar a cabo
reformas agrarias que permitieran mejorar la
productividad agrícola, el acceso a viviendas y a la
educación. Con ello se buscaba mejorar las
condiciones de vida de la población, de manera de
contener un posible estallido social que derivara en
una nueva revolución al estilo cubano.
A pesar de las ayudas norteamericanas,
en la década de 1970, en América se instalaron
gobiernos que acercaron sus posiciones a la
URSS. Por otro lado, Estados Unidos impulsó
una serie de acuerdos militares con los Estados
latinoamericanos, para la formación de cuadros
especializados en políticas de seguridad
interior. Con este propósito, comenzó a operar
la Doctrina de Seguridad Nacional (DSN),
basada en la supuesta existencia de “enemigos
internos”, lo que significó la persecución de
grupos vinculados a ideas comunistas o
revolucionarias. En diversos países
latinoamericanos, la DSN sirvió de base para la
intervención de las fuerzas armadas en la vida
política nacional.
Fin del bloque comunista
La Unión Soviética y sus aliados pagaron
un alto costo para poder levantar sus
destrozadas economías una vez terminada la
Segunda Guerra Mundial. A pesar de haber
vivido períodos de gran desarrollo económico,
su política centralizada –que prohibía la
competencia– no les permitió pasar a un
siguiente estado de industrialización, acorde a
las exigencias y avances tecnológicos de la
época. Esto generó una crisis interna que se
ocultó durante años gracias a un aparente
desarrollo armamentista. Fue así como en los
países comunistas se fue perdiendo el sustento
ideológico que por tantos años había
fundamentado una política centralizada por el
Partido Comunista.
Transformaciones en la Unión Soviética.
El caso de la Unión Soviética es el que mejor refleja el fracaso de las
políticas centralizadas. Desde el gobierno de Brezhnev (1964-1982), el
Estado soviético endureció la línea de planificación económica estalinista,
es decir, los funcionarios de gobierno planificaban todos los aspectos de
la economía del país: la producción agrícola e industrial, el consumo, la
distribución, la oferta, etc. De esta forma, se eliminaba la competencia de
la economía soviética, junto con los incentivos para la inversión privada,
como una forma de lucha contra el capitalismo. Esto convirtió a la Unión
Soviética en un país que no aprovechaba económicamente sus enormes
recursos naturales como el resto de las grandes potencias. Su producción
de bienes de consumo disminuyó, al igual que su industria, en
comparación con el mundo capitalista que se adaptaba continuamente al
aumento explosivo del mercado mundial y a sus requerimientos.
A lo anterior se sumó el hecho de que la producción interna dejó de
ser capaz de abastecer a importantes sectores de su mercado, por lo que
debieron aumentar sus importaciones de manera considerable. Esta
situación obligó al país a insertarse poco a poco en la economía capitalista
mundial, haciéndose dependiente de ella y evidenciando la profunda
crisis interna que solo había podido ocultarse mediante un
desproporcionado desarrollo .
Las reformas soviéticas: perestroika y glasnost
La situación soviética comenzó a evidenciarse a comienzos de los
ochenta, pues la situación interna no permitió seguir aparentando
hacia el exterior que el país estaba en igualdad de condiciones, en todo
aspecto, con Estados Unidos. La crisis económica y moral era total, lo
que motivó a los líderes del Partido Comunista a buscar una solución
que apuntara a resolver los problemas locales reales antes de
preocuparse tanto por una disputa ideológica que ya no tenían
posibilidades de ganar.
En marzo de 1985, Mijaíl Gorbachov fue elegido Secretario General del Partido
Comunista de la Unión Soviética. Él se enfrentaba a diversos problemas internos,
como una economía devastada, producto de los altos costos administrativos de la
burocracia estatal, la baja producción industrial y agrícola (que afectó directamente el
suministro a los sectores más pobres) y el desmedido gasto militar. Además, la alta
corrupción que afectaba el aparato administrativo del gobierno perjudicaba
directamente la credibilidad de la política del Partido Comunista.
Para resolver estos problemas,
Gorbachov veía como algo imperativo
realizar una reestructuración
(perestroika) y una apertura o
transparencia (glasnost) de la política,
la economía y la información
soviética. La apertura permitiría
también a los ciudadanos soviéticos
dejar atrás años de censura y
manifestarse por los errores de una
administración que se había vuelto
excesivamente corrupta, que tenía la
economía del país al borde de la
quiebra y que cometió excesos
militares en aquellos países que
deseaban dejar la hegemonía rusa.
Pero no solo era necesaria una transformación
política al interior del país, sino que también
integrarse a la economía mundial, lo cual significaba
un acercamiento a los Estados Unidos. La Unión
Soviética comenzaba a asumir que la única forma de
solucionar su crisis y de sobreponerse a años de
atraso con respecto a Occidente era integrarse al
modelo económico global. Gorbachov necesitaba
parte de los recursos empleados en armamento
militar para terminar con los problemas económicos,
pero prefería no hacerlo al costo de quedar en
desventaja en relación con Estados Unidos. Un buen
manejo político internacional y una disposición
favorable para negociar por parte del presidente
Ronald Reagan, permitieron la firma del Tratado de
Washington en 1987, en el que se pactaba la
destrucción de las armas nucleares de ambas
potencias en un corto y mediano plazo.
Las transformaciones del bloque comunista
La política de apertura promulgada desde el Kremlin tuvo un efecto
inmediato para los aliados de la Unión Soviética a lo largo del planeta. Por
una parte, los países del llamado Tercer Mundo sufrieron las
repercusiones de estas transformaciones, ya que no seguirían recibiendo
el apoyo económico y militar de los rusos. Fue el caso de los sandinistas
en Nicaragua, el gobierno de Fidel Castro en Cuba y Vietnam del Norte,
entre otros.
Pero, las consecuencias más impactantes fueron los cambios en los
regímenes comunistas en Europa del Este, particularmente entre quienes
ya habían intentado llevar a cabo procesos democratizadores y, que, en su
oportunidad, fueron aplacados por la fuerza militar soviética. Moscú
mantuvo una reacción democrática en cadena que fue eliminando los
últimos bastiones del comunismo en Europa del Este.
El primer país en realizar reformas
democráticas fue Polonia en abril de 1989. Lo siguió
Hungría algunos meses después, decretando la
apertura de su frontera con Austria. Este hecho fue
de suma importancia, ya que muchos de los
ciudadanos de la República Democrática Alemana.
De esta forma aprovecharon esta apertura en la
cortina de hierro para evadir el muro de Berlín,
pudieron pasar hacia Alemania Federal a través de
Checoslovaquia, Hungría y Austria. Esta situación
instó a muchos ciudadanos de Alemania Oriental a
manifestarse contra el gobierno del entonces líder
Erich Honecker, provocando que el gobierno alemán
planease en primera instancia utilizar la fuerza para
reprimir a los rebeldes.
Sin embargo, acontecimientos ocurridos a fines de octubre de 1989
dejaron sin poder político al líder de la RDA. La Unión Soviética reconoció
públicamente la soberanía de la República de Hungría y señaló que no
interferiría en las materias de Estado en Europa oriental. Sin apoyo militar,
político, económico ni moral desde la URSS, Honecker se quedó sin el
soporte político necesario para sobrellevar la situación.
Finalmente, tuvo que dar un paso
al costado a favor de un comunista
reformista, Egon Krenz, quien, el 9 de
noviembre de 1989, tomó la decisión de
derribar el muro de Berlín que dividía a
los alemanes desde 1963. La caída del
muro tuvo un fuerte impacto
psicológico en la población berlinesa
oriental, que en pocos días había
visitado la Alemania Federal. Además, al
poco tiempo, su canciller, Helmut Kohl,
proponía la unificación monetaria y
política de las dos partes. La unificación
alemana se consolidó el 3 de octubre de
1990.

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