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Introducción a la toponimia de
España
Qué es y para qué sirve un topónimo
topónimo: nombre propio de lugar.
Los topónimos son denominaciones con que se designan lugares: calles,
pueblos, ciudades, ríos, sierras, parajes, y todo tipo de entidades
geográficas.
Los topónimos sirven:
para identificar y localizar los lugares
leer e interpretar mapas, como uno de los elementos básicos de la cartografía
acceder directa e intuitivamente a muy diversas fuentes de información, en
especial a través de Internet
acceder e integrar los sistemas de información geográfica (SIG), las
infraestructuras de datos espaciales (IDE) y otros conjuntos de datos digitales
conocer determinadas características de los lugares, a través de la
motivación o del significado originario de sus nombres.
obtener información para numerosos campos de investigación
(lingüística, geografía, historia, arqueología, medio ambiente...).
Qué es y para qué sirve un topónimo
Los topónimos forman parte del patrimonio cultural.
La 9ª Conferencia de las Naciones Unidas sobre la
Normalización de los Nombres Geográficos (2007), en
su Resolución IX/4, considera que los topónimos son
patrimonio cultural inmaterial de la Humanidad.
Carácter interdisciplinar.
El estudio de la toponimia proporciona una importante
variedad de conocimientos en diversas ciencias humanas.
Qué es la toponimia
La interdisciplinariedad de la toponimia conduce a
compartir intereses:
La Historia, la Geografía, la Geología, la Biología, la
Arqueología, la Lingüística y el resto de las materias que
cooperan en la indagación toponímica salen beneficiadas
de ella.
Del estudio de los topónimos se pueden extraer
conclusiones para un mejor conocimiento de la botánica, la
zoología, la geografía, la antropología, la arqueología o la
historia del territorio cuya toponimia se estudia.
Por ejemplo, detrás de topónimos como Villar, Casar o sus
derivados suelen encontrarse lugares despoblados con restos de
antigua habitación.
Qué es la toponimia
En los topónimos se reflejan todas las épocas de la historia
de un país.
La toponimia mantiene nombres de diversos orígenes que han
llegado hasta hoy como testimonio imborrable –a veces único–
de las diferentes etapas de la historia de un lugar o de una región
determinados.
A los nombres más antiguos se han ido superponiendo de manera
sucesiva otros, en función de las vicisitudes históricas, hasta
llegar a constituir el conjunto contemporáneo de topónimos:
nombres prerromanos (preindoeuropeos, indoeuropeos precélticos, célticos)
latinos
germánicos
árabes
romances…
Qué es la toponimia
Un topónimo puede haber sufrido múltiples y
sucesivas alteraciones en función de los distintos
pueblos y lenguas por los que ha ido pasando:
Fenicio-púnico ‘YBŠM ‘isla de los pinos’ > lat. Ebusus
> ár. yabisa ‘la (isla) seca’ > cat. Eivissa y cast. Ibiza.
Lat. C(ae)sara(u)gusta > ár. Saraqusta > Zaragoza.
Hispalis > ár. Išbiliya > Sevilla.
Qué es la toponimia
Mapa actual de la toponimia
Conglomerado resultante de la suma de las capas o estratos toponímicos
Reflejo a su vez de las etapas históricas y lingüísticas.
La delimitación de esas capas, agrupando en ellas los topónimos, contribuye
al conocimiento del pasado lingüístico, acorde con el histórico, de la zona
cuya toponimia se estudia.
La toponimia ha servido como complemento o, incluso como
fundamento, de la investigación histórica.
Con la ayuda de algunos topónimos se han podido confirmar hipótesis o,
cuando menos, se ha arrojado luz sobre pasajes poco claros de nuestra
historia.
Los trasvases toponímicos son indicativos de movimientos de población o de conquistas.
La repoblación de vascones o vascófonos en el centro peninsular viene confirmada
por los varios topónimos de ese origen que se hallan en ese territorio.
o Topónimos como Mingorría, en Ávila, Zayas de Báscones, en Soria, Bascuñana o
Gascueña, en Cuenca.
Qué es la toponimia
Los momentos históricos varían y exigen un tratamiento
distinto.
No es lo mismo el periodo prerromano, más lejano en el
tiempo y con menos referencias documentales, mayor
superposición potencial de lenguas y menor conocimiento
de ellas, que el de dominio musulmán o el de reconquista
y repoblación, mucho más definidos, aunque también con
sus propias características.
La toponimia quizás sea más útil todavía para los períodos
más antiguos.
Los topónimos son a veces casi el único testimonio de pueblos y de
lenguas que se hablaron en el territorio donde se encuentran. Por
ejemplo, la toponimia indoeuropea precéltica.
Qué es la toponimia
La toponimia, aun con su interdisciplinariedad, es
básicamente una ciencia lingüística.
Cualquier trabajo toponomástico debe atenerse a unas
normas de actuación en el campo lingüístico.
Para explicar un topónimo:
Hay que buscar la etimología y, además, su motivación.
Hay que realizar un estudio consecuente con todos los
datos de los que se pueda disponer.
Para que el estudio sea más completo, hay que observar
la historia y el desarrollo que ha seguido el topónimo
desde su creación o instauración.
La etimología popular
Si no seguimos estas premisas, se puede caer en lo que se
ha dado en llamar etimología popular, fenómeno que nos
hace ver la importancia que tiene en sí la etimología.
El hablante se interesa por conocer la procedencia o la
motivación de las palabras y establece antes o después
relaciones etimológicas.
Pero el hablante común con frecuencia establece relaciones
falsas basándose en asociaciones de forma o sonido y sentido.
Los nombres propios, especialmente los topónimos, se
muestran propicios para ser apresados en tales
asociaciones de sonido y sentido.
La etimología popular
Forfoleda (Salamanca).
Algunos le daban la etimología o explicación semántica de ‘Flor
florida’.
Su antiguo párroco escribió en un periódico local:
“La morfología For-fol-eda me sabe a latín. ¿No podría derivarse de
Fortis-fortis-erat, ‘La-Muy-Fuerte’ o, mejor aún, de Fortis-et-Formosa-
erat, ‘La-Fuerte-y-Hermosa’?”.
“Yo lo referiría primariamente a su primitiva iglesia que, por los restos que
de ella nos quedan, debió ser una iglesia románica muy fuerte y hermosa”.
“Sugeriría a las autoridades responsables de Forfoleda que en el sitio más
adecuado de su hermosa iglesia pusieran esta o semejante inscripción:
“Forfoleda: ex primaeva ecclesia hic aedificata fortis et formosa Forfoleda
suuum nomen sumpsit. Fortes in fide vita formosi sint fili tui” (“De la
primera iglesia aquí edificada fuerte y hermosa tomó su nombre Forfoleda.
Sean siempre tus hijos fuertes en su fe y hermosos por su vida cristiana”)”.
La etimología popular
Algunos de los aspectos de la etimología popular que más suelen
manifestarse en toponimia:
Busca darle un sentido al nombre.
Cuando el topónimo tiene vinculación con la persona, pretende
normalmente, además, realzarlo, proporcionarle valores positivos.
El topónimo va ligado a la tierra, al lugar, y la tierra a las
personas.
Si se procede de un sitio con nombre bonito o se vive en él, parece que
mejora la categoría y el nivel de vida.
Esta es la razón por la que los topónimos son especial objetivo de
la etimología popular.
Con frecuencia el cariño a la patria chica, a lo propio, induce a forjar
explicaciones grandilocuentes o, cuando menos, favorecedoras, del
nombre.
La etimología popular
Dos tipos de etimología popular o asociación etimológica:
Etimología popular activa
Provoca una alteración en la palabra o el topónimo:
El topónimo Piedralaves es resultado del compuesto Pie de Labas, en clara
referencia a la ubicación del lugar: al pie de la Sierra de Gredos.
o La forma labas / labes sería un resultado románico del lat. lapides ’piedras’.
o No es de extrañar que se diera una asociación con piedra, y esa asociación
llegara a alterar la forma del topónimo introduciendo una -r- epentética.
o Se aproxima así a la realidad con la que se vinculaba.
Etimología popular pasiva
Interpreta de manera errónea la palabra o el topónimo:
El topónimo Piedralaves es explicado entre algunos lugareños mediante la
curiosa historia de un pastor que tiró una piedra y le preguntó a otro, «¿la
piedra, la ves?».
o Sin llegar a ese extremo, el topónimo parece contener la voz piedra en su
parte inicial.
Topofilia
Importancia evocadora de los nombres de lugar incluidos en
la llamada topofilia, también denominados topónimos
propiciatorios.
Los nombres bonitos y agradables son preferidos a los que no
lo son y, sobre todo, a los que aparentemente son feos o
malsonantes.
Los nombres de lugar constituidos por expresiones
placenteras, indicadoras de calidades apreciadas, favorecen la
ligazón del hombre con el espacio que habita.
Un nombre bonito puede fomentar una población más abundante.
lugar personas