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Cómo modificar las conductas disruptivas

en el proceso pedagogico de los niños y las


niñas
Educadora Especial
Sonia Valencia Zuluaga
Técnicas m
de odificación de la
conducta

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Definición Conductas Desafiantes: Son todas aquellas conductas que no sean
socialmente aceptadas o adecuadas (tirarse al piso, mecerse, aletear las manos,
etc.), que no tengan objeto alguno (correr todo el tiempo, repetir una frase
múltiples veces, etc.) o bien, que sean perjudiciales al niño O niña.

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Objetivos

1.
Minimizar las conductas desafiantes de los niños
y de las niñas, que suponen para el talento
humano un gran desgaste en la ejecución de las
rutinas que se realizan al interior del hogar
infantil , durante el desarrollo de las actividades
o experiencias.

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2.
Brindar técnicas de modificación de conducta al talento humano que intervienen de
manera trasversal en el proceso pedagógico de los niños y las niñas.
Por donde empezar:

IDENTIFICAR:

● Los agentes disruptivos de los niños y las niñas.


● Realizar el análisis de sus diferentes componentes.
● Ya sea por su cultura, raza, etnia, conflicto armado, desplazamiento forzoso, condición de
discapacidad...) o ( por su edad, formas de pensar y procedencia) ocasionando conductas
como : reafirmación ante el grupo familiar llamando siempre la atención , desgaste y
manipulación de padres y cuidadores al no realizar ciertas actividades.

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B. Conocer la Actitud : La  actitud se refiere al comportamiento que tiene una persona en
manera individual y grupal
este caso niño o niña para realizar una tarea y se observa de
observando sus relaciones entre pares , padres y cuidadores.

Problemas de Conducta: La conducta es lo que define a una persona a través de su


personalidad o su capacidad para resolver problemas, sus reacciones y cómo enfrenta las
adversidades en su ambiente educativo, en su ambiente al interior del hogar infantil o unidad de
servicio, en un espacio público.

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● ¿Como Actuar :?
Elegir las técnicas y estrategias de intervención
adecuadas.
Análisis Individual :
Se adjunta un breve cuestionario en el que se
contemplan los diferentes factores de riesgo
(Genéticos, Ambiental, Afectivo Temperamental, y
de personalidad )que son susceptibles de provocar y
mantener conductas disruptivas. El test lo
diligenciará los Padres, cuidadores para ser
remitido a la Educadora Especial , quien a su vez
trabajará con el equipo interdisciplinar de cada
unidad de servicio u hogar infantil y posteriormente
será remitido a la Psicóloga de la Entidad de salud
para iniciar la intervención si lo amerita.

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Cuestionario Factores de
Riesgo
A mayor puntuación obtenida en este cuestionario, mayor es la
probabilidad de la presencia de episodios conflictivos y peor
pronóstico en su evolución y corrección.

Los diferentes ítems se puntúan con 0 (respuesta negativa a la


pregunta) o 1 (respuesta afirmativa). El resultado sólo pretende
aportar una aproximación para evaluar el peso total de los
diferentes factores que influyen en la génesis y mantenimiento
del problema. No tiene ningún otro cometido ni valor
diagnóstico. Sin embargo, de su análisis, podemos obtener
algunos datos para orientar mejor nuestra actuación.
Este Análisis lo realiza la educadora especial con el fin de
diseñar los planes caseros para ser ejecutados en el jardín y el
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hogar
tem nº Pregunta SI=1;
NO=0.

1- ¿Hay antecedentes familiares de problemas de conducta o salud mental?  

2- ¿Vive en un entorno marginal con alto riesgo social?  

3- ¿Pertenece a una familia desestructurada (separación de los padres), crianza con  


otras figuras familiares (abuelos, tios... Familia extensa )?

4- ¿Se conocen malos tratos hacia el niño (físicos o psíquicos), abandono, negligencia o  
incumplimiento de los cuidados básicos del mismo (comida, higiene, escolarización,
etc..)?

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5- ¿Las primeras conductas disruptivas se manifestaron antes de los 5 años?  

6- ¿Estas conductas son persistentes y permanecen a lo largo del tiempo a pesar de  


sufrir fluctuaciones en su frecuencia e intensidad?

7- ¿Disfruta de actividades que suponen riesgo físico para él mismo u otros?  

8- ¿Existen paralelamente a las conductas disruptivas un retraso significativo en el  


aprendizaje escolar?

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9- En niños mayores: ¿hay conductas de riesgo como ingesta regular de alcohol o  
sustancias?

10- ¿Es temido o rehusado por una parte significativa de sus pares en el Hogar infantil o  
unidad de servicios ?

11- ¿Sus padres o cuidadores no se muestran colaboradores y no suelen asistir  


regularmente a las reuniones en el hogar infantil o unidad de servicios?

12- ¿Tiene el niño un patrón de comportamiento caracterizado por dos o más de las  
siguientes características?:  Impulsividad, Déficit Atencional, déficit de concentración y
Baja tolerancia a la frustración?

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IMPULSIVIDAD: Situación de incertidumbre o ambigüedad en el
individuo donde debe elegir entre actuar, aunque cometa errores, o sólo
dar los pasos que considere y evalúe como correctos.
DÉFICIT ATENCIONAL: El Déficit Atencional (DA) es un trastorno que
afecta la capacidad del individuo para prestar atención. Los que lo
padecen presentan dificultad para concentrarse y a veces para controlar
su conducta.

BAJA TOLERANCIA A LA FRUSTRACION: no toleran contratiempos,


molestias o demoras en la satisfacción de sus deseos y no soportan
ningún sentimiento o circunstancia desagradable. Frecuentemente
albergan sentimientos de ansiedad, tristeza, agitación, resentimiento,
humillación y enfado. Se victimizan y culpan a agentes externos de lo
que les pasa.

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Puntuación total Valoración  SI=1;
NO=0.

De 0 a 4 puntos El niño presenta ningún o pocos factores de riesgo y, por tanto, su evolución  
debería ser positiva. Si aparecen conductas disruptivas pueden deberse a
circunstancias temporales.

De 5 a 8 puntos Se sitúa en una zona media o media-alta de riesgo para presentar episodios  
disruptivos frecuentes y de cierta intensidad. Su evolución dependerá del control
de los diferentes factores de riesgo y el seguimiento por parte de los diferentes
profesionales de la salud.

De 9 a 12 puntos En esta franja se sitúan los niños con peor pronóstico al presentar casi todos los  
factores de riesgo. En este grupo se incluirían los casos más patológicos con
necesidades atencionales especiales.

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Independientemente de la puntuación total obtenida por un niño determinado, es interesante
comprobar si existe predominio de alguno de los factores de riesgo. En la siguiente tabla se han
agrupado los diferentes ítems según al factor al que pertenecen.

Items nº Tipo de Factor  

1 Genético  

5, 6, 7, 12 Temperamento/Personalidad  

2, 3, 8, 9 Ambiental  

4, 10, 11 Afectivo  

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● Análisis de los factores:
Predominio de los factores
genéticos, temperamento
o personalidad:

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Los niños en los que predominan estos factores presentan conductas persistentes, con mayor
dificultad para su extinción o control. Suelen precisar medicación para optimizar los resultados. En el
Hogar infantil o unidades de servicio las mejores técnicas para su control son los
procedimientos operantes. 

No soportan que se les lleve la contraria y presentan muy baja tolerancia a la frustración. Tampoco que
se les levante la voz o se les amenace con castigos o consecuencias negativas debidas a su conducta.
Entablar discusiones acaloradas con ellos supone entrar en su terreno y podemos propiciar una mayor
activación. Todo ello no quiere decir que debemos ser tolerantes ante sus conductas ,sino que cuando
lo hagamos sea con firmeza, con seguridad, pero sin estridencias.

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Resumen de la técnica:
Ámbito de aplicación: Comprenden un conjunto de técnicas que utilizadas individual o colectivamente pueden aplicarse en
gran diversidad de situaciones y trastornos. Se ha utilizado ampliamente en educación, en trastornos
graves de conducta (autismo, retraso, esquizofrenia, etc.) y también en el mundo de la salud y el
deporte, entre otros.

Edad: Abarcan todos los niveles de edad y cursos escolares. Especialmente útiles en el ámbito de la
educación especial.

Puntos fuertes: Técnicas muy concretas, centradas en el aquí y ahora. Basadas en el análisis funcional de la conducta
y su modificación. Ideal para entornos educativos donde se necesiten respuestas inmediatas para
controlar ciertas conductas.

Limitaciones: Las técnicas actúan sobre la conducta manifiesta y no tienen en cuenta otros factores como los
emocionales, genéticos o ambientales que pueden ser también origen de las conductas disruptivas.

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Fundamentos Teóricos

Podemos afirmar que métodos operantes han existido de una u otra forma a lo largo de toda la
historia y, probablemente, se retrotraigan a épocas prehistóricas, cuando los humanos se dieron
cuenta, por primera vez, que podían controlar la conducta por medio de la recompensa y el
castigo.
No obstante, el estudio científico de la recompensa y castigo empezó con los estudios de Edward L.
Thorndike (1.898) sobre el aprendizaje animal y su conocida Ley del Efecto.
Otros autores como Watson, fundador de la escuela psicológica del conductismo (1.913), o el propio
Paulov con el Condicionamiento Clásico (1.927) contribuyeron en gran medida al conocimiento de
los principios fundamentales del aprendizaje que habían de aportar luz sobre como se instaura y
modifica la conducta en los seres humanos.
Los procedimientos operantes se preocupan por aumentar, disminuir o mantener la conducta en
situaciones particulares. La conducta se define como algo que hace un individuo y que puede –al
menos en principio- medirse y, por tanto, verificar tras la intervención el posible éxito de la misma.

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 Procedimiento básico

La mayoría de los programas de condicionamiento operante, en general, se componen de los


siguientes pasos:

1º- Identificar la conducta objetivo que ha de aumentar o disminuir.

2º - Registrar la conducta tan objetivamente como sea posible, estableciendo una línea base con
respecto a la cual evaluar los efectos del procedimiento.

3º- Introducir un programa creado para producir el aumento o la disminución deseados en la


conducta.
4º- Modificar el programa si no ocurre el aumento o la disminución deseados en la conducta.

5º- Asegurar la generalidad del cambio de conducta; es decir, que el cambio ocurra en el lugar
escogido, que se generalice a otras conductas deseables y que continúe o se mantenga
después de la terminación del programa.

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Un programa operante implica el aplicar procedimientos que la investigación y la teoría indican
que probablemente serán efectivos. La mayoría de estos programas, tanto en el ámbito clínico
como en el escolar, comprenderán una combinación de los procedimientos que se detallan a
continuación, de manera que se adapten de la forma más eficaz para tratar con el problema a que
nos enfrentamos ya sea un individuo o un grupo.

Podemos agrupar los diferentes procedimientos en dos grandes grupos:

a) Procedimientos para aumentar la conducta


b) Procedimientos para disminuir la conducta

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Procedimientos para aumentar la conducta

El uso de Reforzadores:

Por reforzador positivo entendemos cualquier estímulo que aumente la probabilidad de una


conducta o respuesta a la que le sigue temporalmente.
Se trata, pues, de aumentar conductas positivas o deseadas (estudiar, obedecer al maestro, no hablar
en clase...).
No está especificado el tiempo que tiene que tardar el reforzador en seguir a la respuesta con el fin de
aumentar su probabilidad de ocurrencia; sin embargo, normalmente se supone que la efectividad de
un reforzador decae rápidamente conforme aumenta el tiempo que transcurre entre la respuesta y el
reforzador. Esto es especialmente cierto a medida que los niños son más pequeños o presentan
déficits cognitivos más severos (retraso mental, autismo, etc...).

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Un reforzador puede ser verbal en forma de halago (“lo has hecho muy bien”; “estoy muy contento de tu
comportamiento”...) o puede concretarse con la entrega de algún objeto del agrado del niño
(golosinas, pequeños juguetes, cuentos etc.). Muchas veces no es suficiente sólo con las palabras
pero éstas siempre deben acompañar la entrega de un reforzador.

En clase, la entrega de reforzadores debe estructurarse ya que se suelen introducir para controlar a
los niños más problemáticos pero es todo el grupo el que debe tener acceso a ellos.
Una forma de hacerlo es mediante la Economía de Fichas.
Economía de fichas para aprender mejor
Economía de fichas para mejorar su motivación y autoestima
Economía de fichas para mejorar su conducta Estas fichas se adjuntaran al correo para
tenerlas disponibles.

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Hay otros tipos de reforzadores que también podemos utilizar en la escuela (dependiendo del perfil
de los niños y niñas ) como son el negociar un aumento en abrazos, en que la familia comparta una
situación que al niño le llame la atención, disponer de más tiempo en ciertas actividades de su
interés, etc.

El “parte positivo” puede ser también un buen reforzador. Se trata de una comunicación escrita del
maestro y/o educador especial dirigida normalmente a la coordinadora del hogar o unidad de
servicio en la que se explican conductas positivas llevadas a cabo por un niño/ niña o grupo. Estas
comunicaciones pueden también, estar de acuerdo con el criterio de cada hogar infantil o unidad
de servicio ( algún tipo de beneficio extra para los niños y niñas que en algún momento hallan
querido obtener..
De todas formas, debemos tener muy claro que un reforzador tiene la
función de motivar al niño / niña o grupo lo cual modifica su conducta en
el sentido deseado.

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Existe también el denominado reforzador negativo. Se trata de cualquier estímulo cuya eliminación
después de una respuesta aumenta la probabilidad de esa respuesta. Normalmente se trata de un estímulo
aversivo o no deseado que no se presenta si se produce la respuesta adecuada. Por ejemplo, si un niño ha
provocado una pelea puede escapar de un llamado de atención más severo si muestra arrepentimiento y pide
perdón.
Podemos también pedir la familia que le llame la atención al niño , colaborando con la ejecución de los planes
caseros enviando registro fotográfico o fotos para saber que si están tomado en serio lo solicitado por la agente .

En general, siempre es más aconsejable la utilización del reforzador positivo que el negativo ya que este
último implica la inclusión de elementos aversivos, sin embargo, muchas veces es necesaria su utilización
para el control de conductas disruptiva y o desafiantes en el aula.

No siempre los reforzadores positivos o negativos están controlados por la voluntad de las figuras
educativas o parentales. Hay situaciones en la que se pueden presentar reforzadores positivos no
controlados y que pueden mantener las conductas desadaptadas. Es el caso de ciertos niños y niñas que
con sus conductas logran ser el centro de atención de los demás.

El sentirse protagonista, aunque sea de forma no adecuada, puede tener cierta capacidad de reforzamiento
para ese niño o niña que no puede lograrlo por otros medios. Una forma de actuar en estos casos es
mediante la técnica de la Retirada de Atención que se expone más adelante.

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Procedimientos para disminuir la conducta
A) La Extinción:
La extinción es probablemente el método operante más utilizado para disminuir la
conducta.
El procedimiento pasa, en primer lugar, por averiguar qué es lo que está reforzando a la
conducta objetivo y luego eliminar ese reforzador.

Muchos pueden ser los motivos (reforzadores) que pueden incitar y mantener las
conductas disruptivas. Así el niño o niña puede obtener algunos privilegios como no
hacer alguna tarea, ser el protagonista del grupo en ese momento (aunque sea de forma
desadaptada), reafirmar su liderazgo, etc.

En ocasiones, la conducta no deseable puede ser muy persistente aunque el reforzador


que la mantiene puede ocurrir de forma tan infrecuente que es difícil de descubrirlo.
Sea como fuere si identificamos qué es lo que realmente mantiene la conducta
podremos controlarla mejor.

Las técnicas basadas en la extinción además de disminuir la conducta suele tener varios
efectos importantes que debemos conocer:

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1-La conducta que está sometida a extinción puede aumentar en intensidad, frecuencia y
duración (las rabietas pueden hacerse más violentas, frecuentes y duraderas) al inicio.

2-La extinción puede provocar conducta emocional (llorar, conducta destructiva, etc.)

3-La conducta objetivo, una vez extinguida y que ya no es reforzada puede, ocasionalmente,
volver a ocurrir.
Veamos una aplicación práctica de la extinción:
La Retirada de Atención
Esta técnica supone una aplicación del principio de extinción, en especial para aquellas conductas que se
manifiestan con desobediencia, desafío o también (en niños más pequeños) con rabietas, pataletas, lloros,
etc. pero sin llegar a ser manifestaciones excesivamente agresivas.

Por ejemplo, un niño pequeño que está acostumbrado a ser el protagonista (todos los adultos le prestan
atención) cuando efectúa una rabieta, es muy probable que si se le deja de prestar atención (salvo caso de fuerza
mayor) y su escenificación pasa por no tener espectadores, dicha conducta tienda a reducirse o a desaparecer.

Muchos niños en clase pueden desarrollar recursos desadaptados para llamar la atención del maestro/a.
En caso de conseguirla éste quedará muy reforzado.
Es posible que se trate de niños con carencias afectivas y que demanden mayor atención sin saber
manifestarlo de otra forma. La mejor solución es obviar las conductas no deseadas (dentro de lo posible)
con la retirada de atención para ir dándosela a medida que la conducta vaya mejorando.

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La idea no es transmitirle: "Como te portas mal no me interesas”, sino: "Si haces las
cosas correctamente puedo estar más contigo.".
Este tipo de actuaciones puede tardar un tiempo en surtir efecto y suelen cursar, en un primer
momento, con el aumento de la conducta que queremos controlar. No obstante, ello significa
que vamos por el buen camino siempre y cuando seamos capaces de prestar atención debida a
las conductas deseadas.

Hay situaciones en las que la retirada de atención, tal como se ha planteado, no puede ser
aplicable dado que van acompañadas de conductas más subidas de tono como lanzamientos de
objetos o deambulación por el aula. En ese caso deberán complementarse con otras medidas
como el tiempo fuera, el castigo y, evidentemente, las medidas disciplinarias y/o correctoras
establecidas en el centro educativo.
De todas formas, en general, el mantener la compostura durante un incidente, sin prestar
atención a las conductas disruptivas (salvo necesidad de contención o riesgo para terceros),
emplear un tono de voz calmado pero firme, sin estridencias, es una buen método para ayudar a
su extinción (el niño no encuentra respuesta emocional en el adulto en base a su conducta ).

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Llamado de Atencion
Probablemente el castigo es uno de los métodos tradicionales que antes asoman en la mente de
personas que tienen ante sí la necesidad de reducir o eliminar conductas en niños. Se trata de un
método controvertido que tiene defensores y detractores pero que, sin duda, debería estar en la
cola de las diferentes posibilidades de respuesta ante conductas disruptivas. A pesar de ello,
parece haber algunas situaciones en las que tiene que recurrirse al castigo, ya que otros
procedimientos no funcionarán con la suficiente rapidez. Es el caso de conductas que cursan con
violencia, agresividad verbal o física hacia otros compañeros o maestros. En estos casos
necesitamos de procedimientos inmediatos y contundentes.
En general, hay dos clases de castigo:
1º/ La presentación de un estímulo aversivo contingente a la mala conducta.
Justo después de producirse la conducta disruptiva se introduce el estímulo aversivo. Éste puede
tomar diferentes formas y adaptarse a diferentes colectivos. Por ejemplo, en niños autistas que
presentaban graves episodios auto-lesivos se ha llegado a utilizar una pequeña descarga eléctrica
inocua pero dolorosa como estímulo aversivo contingente a la conducta auto-lesiva para
erradicarla.

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En situaciones más habituales cualquier reprimenda verbal o los azotes que antiguamente
abundaban pueden también considerarse elementos que el niño vive de forma desagradable y que si
se aplican después de la conducta en cuestión tienden a reducir su frecuencia.
Evidentemente no podemos aconsejar el uso del castigo físico, si bien, debemos estar especialmente
atentos, cuando vayamos a responder con el castigo a una conducta no deseada, de encontrar
aquello que para el niño es realmente desagradable.

No resulta cómodo para el niño tener que ir al despacho del director o recibir lo que se denomina “parte
negativo”, es decir, una comunicación por escrito a sus padres de su mal comportamiento en el hogar
infantil o la escuela . Ello puede comportarle otras consecuencias no deseadas.

Cada niño tiene sus debilidades al respecto y el castigo será más efectivo cuanto más doloroso sea
para el niño las perdidas que le produzca.

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 La retirada de un reforzador positivo contingente a la mala conducta.
Consiste en que el niño pierde un reforzador positivo tras la emisión de la conducta disruptiva.
Existen dos formas generales para la supresión del reforzador positivo:

1º- Tiempo Fuera. Minutos de acuerdo a su edad


2º- Coste de la Respuesta
Tiempo fuera y Coste de la respuesta
Esta técnica supone una retirada física del niño a un lugar que esté exento de cualquier tipo de
reforzador.

Lo ideal sería que fuera un lugar en el que el niño no tuviera ningún otro tipo de posibilidad que no
fuera aburrirse soberanamente. Se trata de aislarlo de posibles refuerzos positivos (hablar con sus
compañeros, dejar de hacer alguna actividad interesante, etc...).

Hay algunas discrepancias entre diferentes especialistas de la conducta acerca de cual debe ser el
tiempo máximo del aislamiento del niño. Es evidente que ello dependerá, entre otros, de la
gravedad y tipo de conducta castigada, la edad del niño y posible trastorno que padezca. No es lo
mismo corregir mediante estas técnicas las rabietas de un niño autista que las de un niño sin
trastorno pero desobediente.

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En general, para niños del espectro autista o niños pequeños (hasta 5/6 años de edad) los tiempos de
aislamiento son menores y se situarían alrededor de 5 o 6 minutos máximo y en los que se fija el criterio de
que, al menos, durante los últimos 30-60 segundos deberá permanecer tranquilo (en caso de que se
castigue una rabieta).

En niños de escuela ordinaria, sin trastornos clínicos, el tiempo fuera o expulsión puede alargarse a criterio
del maestro según circunstancias y teniendo en cuenta que:

1º- Hay que asegurarse que el niño no reciba ninguna atención o refuerzo durante el tiempo fuera (hablar
con otros compañeros, observar alguna actividad que pudiera entretenerle, tener a mano algún objeto de
distracción: teléfono móvil, etc...). Debemos asegurarnos de que el niño “se aburre” durante ese tiempo.

2º- Para algunos niños, el estar fuera de clase puede ser altamente motivante si con ello pueden eludir
ciertas actividades que no son de su agrado. Si este es el caso hay que buscar otros recursos.

3º- Cualquier separación del alumno de la clase y de sus compañeros supone la perdida temporal de
posibilidades de aprendizaje y, por tanto, debe valorarse la frecuencia de su uso y el tiempo de aislamiento.
Tiempos excesivamente largos suelen ser contraproducentes. Por lo general, no se recomienda más de
15/20 minutos para niños en el hogar infantil o escuela regular .

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Variantes técnicas operantes: Sobre corrección

Este procedimiento fue desarrollado inicialmente por Foxx y Azrin en 1.973. Su objetivo era encontrar una
alternativa al castigo físico para reducir conductas agresivas, perjudiciales e inapropiadas en las personas
con problemas de desarrollo. Una de las virtudes que se le atribuyen es que minimiza las propiedades
negativas que conlleva el castigo.

La técnica es simple en su aplicación. Se trata de que el niño, tras efectuar la conducta disruptiva, no
tan sólo tenga que reponer los elementos dañados o rotos sino efectuar un trabajo complementario. El
niño deberá corregir más componentes de los que fueron perturbados por la conducta inapropiada.

Por ejemplo, un niño que deliberadamente ha lanzado un objeto en clase puede quedarse en clase a la hora del
patio, recoger el objeto u objetos lanzados y además barrer toda la clase.
Otro alumno que ha lanzado comida (pan, agua u otros) en el comedor puede quedarse después de comer a
limpiar no tan sólo lo que haya podido ensuciar sino todas las mesas del comedor.

Se trata pues de presentar contingentemente a una conducta disruptiva una


consecuencia desagradable para el niño con un costo superior al inicialmente
producido. Con ello el niño debería adquirir la noción de que este tipo de
conductas puede acarrearle un alto costo.
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Pautas generales y consideraciones para la aplicación de la Sobre corrección

• Debe relacionarse la conducta reparadora con la conducta incorrecta. Si niño ha estado rompiendo
libros se le enseñará a pegarlos y arreglarlos. Si ha lanzado objetos al suelo tendrá que recoger todos
los objetos del suelo, etc...

• La corrección de la conducta debe llevarse a cabo lo más rápido posible después del episodio
disruptivo.
• La aplicación de la sobre corrección debe llevar asociado la retirada total de cualquier tipo de
reforzador (no hay que dar explicaciones, no debe de recibir atención o ayuda de sus compañeros, no
puede efectuar otras conductas: comer, hablar, etc...).

• La sobre corrección no debe plantearse como un juego y es sólo el niño que ha presentado el
episodio quien debe sufrir las consecuencias de la reparación del entorno.

• Un problema con el que podemos encontrarnos es la negación por parte del niño de efectuar la sobre
corrección. En este caso deberá valorarse la estrategia a seguir según el caso.

• La sobre corrección puede necesitar un tiempo extenso (hasta 20 minutos o más). Cuanto más tiempo
dure mejor pueden ser sus efectos. Sin embargo, las limitaciones de recursos humanos y de tiempo
pueden hacerla inviable en muchas ocasiones como técnica en un aula regular.

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7- Ventajas e inconvenientes técnicas operantes

Ventajas:
1- Sin duda, las más importantes son la posibilidad de aplicarlas inmediatamente para dar
respuesta a conductas indeseadas o desafiantes . Son técnicas basadas en el aquí y ahora sin
entrar en especulaciones acerca de los posibles orígenes de las mismas.

2- Cuentan además con un amplio soporte experimental avalado por multitud de estudios en
terreno de la Psicología del Aprendizaje y, en especial, de los derivados del Condicionamiento
Operante (Paulov) y el Instrumental u Operante (Skinner).

3- Se pueden aplicar individualmente o en grupo. Es decir, podemos trabajar sobre toda una
experiencia significativa o sobre un niño.

4- Son especialmente utilizados en el terreno del Retraso Mental, Autismo, T.G.D, 


Síndromes Genéticos y la Esquizofrenia, entre otros, para la instauración de hábitos y
minimización conductas indeseadas. Aunque los métodos operantes no pueden modificar estos
factores biológicos, sí que pueden mejorar sus efectos debido a la interacción que existe entre la
biología y el ambiente con respecto a la conducta.

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Inconvenientes:
1-La crítica más frecuente hace referencia a que los modelos operantes ignoran o no conceden
suficiente importancia a los aspectos subjetivos de los humanos en general, y a la propia
identidad personal de cada individuo, en particular, limitándose a estudiar la conducta externa.

2-Otra crítica hace referencia a que el modelo operante y/o conductual sólo es aplicable o válido
para solucionar problemas relativamente simples y restringidos a ciertas manifestaciones de la
conducta.

3-Finalmente, señalar la crítica centrada en la aplicabilidad de muchos de los principios del


modelo conductual, derivados de investigaciones en laboratorio con animales a la explicación y
modificación de conducta humana. A este respecto, hoy en día, no existe ninguna duda, que la
modificación de conducta ha dotado a la Psicología Clínica de valiosos instrumentos de
intervención aplicada que son realmente útiles en diferentes ámbitos si no los únicos que nos
pueden ser realmente útiles en el día a día de muchos trastornos.

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● Análisis de los factores:
-Predominio de los
factores ambientales:

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Se trata también de factores que ejercen una notable influencia sobre la conducta. En
combinación con los anteriores pueden agravar los problemas significativamente. Cuando hay un
predominio de estos factores resulta muy útil combinar los procedimientos operantes con la
práctica de habilidades sociales y también las pautas educativas de prevención de riesgos.

Los niños que provienen de entornos marginales pueden haber observado y aprendido modelos
de interacción con los otros basados en la amenaza, la ley del más fuerte o en valores que se
apartan de las normas sociales básicas. Muchos de ellos presentarán un retraso significativo en los
diferentes aprendizajes debido a que han crecido en un ambiente poco estimulante y propicio.

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● Análisis de los factores:
Predominio de los
factores emocionales o
afectivos:
de los factores

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Configuran una población heterogénea en la que se incluyen todos los niños que durante su infancia han
sufrido malos tratos físicos o psíquicos, negligencia o abandono por parte de los padres o pérdida de alguno
de los progenitores. También pueden incluirse aquellos niños que, pese a pertenecer a familias de clase
media sin problemas aparentes, han padecido algún tipo de restricción afectiva (vínculo apego mal
establecido, niño no deseado, niño sobreprotegido, etc...).

Cuando predominan estos factores en un niño que presenta conductas disruptivas en el aula, es posible que
lo haga para llamar la atención del maestro. Frecuentemente puede interpretarse como una demanda de
ayuda desadaptada a pesar de que el niño no sea capaz de identificar con claridad qué le ocurre. Muchos
niños viven con cierta "normalidad" sufrir malos tratos por parte de personas allegadas dado que no han
conocido otra cosa. Son niños que nos someterán constantemente a prueba y tratarán de manipularnos
afectivamente ("ya no te quiero", "eres un mal profesor prefiero a...".

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Destacar que, en general, los niños que han sufrido importantes carencias afectivas, dependiendo
de la presencia de otros factores de riesgo, pueden desarrollar tanto
conductas externalizantes (conductas disruptivas, agresivas, violencia...)
como internalizantes (depresión, retraimiento, etc..), también una mezcla de ambas.

El trato con este colectivo debe basarse en encontrar un equilibrio entre marcar los límites y
proporcionar un apoyo afectivo que les permita desenvolverse con mayor seguridad en el entorno
escolar. Es un juego de equilibrios no siempre fácil de poder regular en nuestro medio.

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El modelo que ofrecemos como maestros es importante:

Uno de los factores más importantes para poder ayudar a estos niños y el que va determinar
en mayor medida la efectividad de las estrategias que podamos utilizar con ellos va a ser cómo
nos ven a nosotros. Los niños son especialmente intuitivos y saben leer en nuestras caras,
gestos y reacciones y comprender si estamos nerviosos o inseguros delante de sus
comportamientos. Si esto es así, saben que el control lo tienen ellos y esto reforzará sus
actuaciones.
Un maestro seguro, que no duda ante las decisiones que toma pero, a su vez se muestra
sereno y tranquilo sin perder los nervios pese a la conducta del alumno, envía un mensaje muy
contundente al alumno: "Tu
no tienes la capacidad de alterarme y por ahí no
vas a conseguir nada". Si paralelamente sabemos reforzarle en lo
positivo, halagando delante del grupo sus avances o aspectos positivos,
estaremos en mejor situación para que el niño o niña "problemático"
mejore su comportamiento en aula.

42
Gracias

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