Está en la página 1de 7

Bob Dylan

(seudónimo de
Robert Allen
Zimmerman, 1941)
 Eligió como nombre artístico una derivación de Dylan Thomas, poeta galés de nacimiento. Con este gesto indicaba que
su ambición era ser poeta.
 La modalidad expresiva adoptada por Dylan fue la llamada “Canción de protesta”, que le dio fama a comienzos de los
años 60, por su impacto en el contexto político. Entre otros ejemplos, pueden tomarse: “When the Ship Comes In”
(1963) , “Masters of War” (1963) y “The Times They’re A ‘Changin” (1964).
 “Sabido es que a raíz del asesinato de John Kennedy en Dallas en noviembre del 63 Bob Dylan, convertido gracias a
sus tres primeros long-plays [Bringing It All Back Home, Highway 61 y Blonde on Blonde] en héroe de la juventud
inconformista estadounidenses (que cuestionaba el ‘nuevo trato’ de Kennedy), sintió miedo de ser abatido por algún
fanático y eso fue, en parte, lo que lo llevó a dejar la canción ‘comprometida’ para adaptarse a lo que damos en llamar
“folk-rock”. (Araguas, “Bob Dylan: Un librepensador de Minnesota”, 210-11).
 Artística y culturalmente, estos tres álbumes realizaron un cambio de paradigma que lo transformaron en un “poeta”, en
expresión de una Zeitgeist generacional y internacional colectiva.
 Siguió un período de transición que lo llevó a atravesar un momento “cristiano”, a un regreso a una voz secular y, al
final del recorrido, a ser ejemplo de la relación del artista con la juventud, social, cultural y política, que sostiene un
compromiso por analizarlo y cuestionarlo todo.
 El arte político de Dylan se refiere a la libertad y el ser revolucionario en el arte. Sin embargo, es necesario reconocer
que parte de su producción es mala desde la perspectiva de la alta literatura. El estudio de su estética debería
considerarla y describir por qué se produjo.
“ En su libro Dylan poeta. Visiones del pecado (2016), Christopher Ricks estableció que las
canciones de Bob Dylan tenían que ver con la tradición literaria integrada por John Donne,
William Blake, Alfred Tennyson y T. S. Eliot. “Si hay poesía en la producción musical de un
cantautor, el diálogo con la tradición tiene que poder ser escuchado a través de ciertos temas y
motivos, de ciertas estrategias expresivas, de ciertos recursos retóricos, de procedimientos
vinculados a ciertas tendencias poéticas, etc.” (Viñas Piquer, 729)

riesgo que muchos cantautores han conocido de primera mano: que sus canciones sean valoradas solo por su”
“La canción social o canción [de] protesta asume los postulados de la literatura comprometida, pero corre un

contenido ideológico y no por sus aciertos artísticos. En otras palabras, que sean instrumentalizados y se
conviertan en himnos al servicio de una causa, de una lucha colectiva que lo fagocita todo para subordinarlo a
sus intereses”. (733-34)
“… la letra es sólo una parte de la canción, por muy importante que sea, y esto implica que, por sí sola, no
tiene suficiente capacidad de seducción: necesita la colaboración de los otros componentes. Un buen poema,
en cambio, se sostiene solo. No es una diferencia de calidad sino de naturaleza. Las letras de las canciones
pueden tener un gran valor poético, pero no son poesía porque solo funcionan dentro de un engranaje que
exige no perder de vista la eficacia del conjunto”. (742-43)
Letra de canción vs. poema (o literatura popular vs. alta literatura)

¿En qué radica la diferencia entre una letra de canción y un poema? Responde a la
cuestión, Araguas Álvarez, en su libor El mundo poético de Bob Dylan (2016):
“Partiendo de la base de que el inteligente (y además astuto) Bob Dylan intentó
desmarcar ambos ríos, el letrístico y el poético, haciendo que fluyesen (al menos en
teoría) por cauces diferentes. Que acabasen encontrándose es algo muy obvio, puesto
que los grandes creadores ( y Dylan lo es como músico, poeta, letrista, memorialista;
[…] novelista, orador y échenle hilo a la cometa de la versatilidad) son capaces de
hacer de su otra entera un gran artefacto que funciones como un zepelín dotado de
todas las comodidades en su interior.” (27)
En octubre de 1962 se produce la crisis de los misiles de Cuba. Ello produjo un contexto apocalíptico por las tensiones políticas y la
incertidumbre. En este contexto, se configuró en el marco del Greenwich Village, barrio bohemio por excelencia de Nueva York, la
versión de un éxito “A Hard Rain’s a-Conna Fall”.

En ese entonces, Bob Dylan se hallaba inmerso “por el empuje creativo de los jóvenes canta-autores [de] protesta cercano al
Movimiento por los derechos Civiles que había alentado, desde febrero de ese mismo año, las páginas recién nacidas de Broadside
Magazine” (Albarrán,40).

El tema fue grabado en el álbum The Freewheelin de Bob Dylan en 1963. “Durante la ceremonia de entrega del Premio Nobel, en
ausencia de Bob Dylan, Patti Smith eligió cantar precisamente esta canción, entre las miles de canciones que Bob Dylan había
compuesto. Por esta razón ‘A Hard Rain’s A-Gonna Fall’ es uno de los textos más importantes en toda la poética del siglo XX en
Europa y Norteamérica y que cuenta con 400 años de historia, desde aquel texto de teatro [improvisado, publicado en Verona] en
1692, a los folcloristas románticos a mediados del siglo XVIII y hasta el día de hoy” (Portelli).

La estructura del poema es poco ortodoxa (asemeja a los poemas de Verlaine): despliega un conjunto de imágenes
apocalípticas de tono expresionista, un texto profético con inquietantes símbolos desoladores y metáforas siniestras.
El texto tiene forma antifonal (gr. “voz que responde”) en la que se produce un diálogo a dos voces. “Si algo ha
distinguido a Dylan como creador, quizá sea la capacidad de modular la materia prima artística y concederle una
resignificación y actualización polisémica y sincrónica. La estructura poética y musical de A Hard Rain’s a-Gonna
Fall bebe fundamentalmente de dos textos previos: de la balada popular anglo-escocesa Lord Randal, a nivel
melódico y de estructura, y del poema Salut Au Monde! de Walt Whitman, a nivel expresivo” (Albarrán, 42-43)
“…el sentido de la operación cultural, poética y política de Bob Dylan está en este detalle [los ojos de
azul del personaje]. Está en ese detalle en dos niveles: uno, el simbolismo de los ojos azules. Los recién
nacidos tienen ojos azules, es el símbolo de la inocencia, de la inocencia no en el sentido de no hacer el
mal, sino en el sentido de ni siquiera conocer que el mal existe. Entonces el joven se aventura afuera y
tiene expectativas –como en otras canciones de Bob Dylan, como ‘Bob Dylan’s Dream’– de que vamos
a viajar siempre juntos, todo recto en una ruta común. Y encontramos que la ruta no es recta, que no es
solo una, que hay seis rutas contorsionadas, no sólo geométricamente sino también moralmente. Rutas
engañadora, rutas desleales. Y [se] encuentra la muerte, la violencia, todo eso. Y entonces el ojo azul
tiene que ver con expectativas. […] El héroe de Bob Dylan solo puede ser blanco y de ojos azules
porque en este país son los blancos de ojos azules los que piensan que todo está bien, normal, en el
mundo” […]

Para Dylan, “el futuro está llegando en la forma de una lluvia mortal. […] En la canción de Bob Dylan,
lo único que el héroe puede hacer es dejar un testimonio. Dejar su testamento en la canción”. (Portelli)
 Albarrán, Jesús. “Bob Dylan’s ‘A Hard Rain’s a-Gonna Fall’: Análisis
estructural y estilístico de una ruptura poética en el estándar del folk
tradicional norteamericano”. Eu-topias 18 (2019): 39-47.
Araguas, Vicente. “Bob Dyllan: un librepensaodr de Minnesota”. Grial 23
Referencias

(1985): 210-12.
bibliográficas  Araguas Álvarez, Vicente. El mundo poético de Bob Dylan. Universidade
da Coruña, 2014.
 Boucher, David y Gary Browning, eds. The Politicial Art of Bob Dylan.
Imprint Academic, 2009.
 Hishmeh, Richard E. “Marketing Genius: The Friendship of Allen
Ginsberg and Bob Dylan”.The Journal of American Culture 29.4 (2006):
395-405.
 Portelli, Alessandro. “Bob Dylan, migraciones y globalización”. Aletheia
10.19 (2019).
 Ricks, Christopher. “Bob Dylan” The Treepenny Review 40 (1990): 33-
35.
 Viñas Piquer, David. “Presencia de la poesía en la canción de autor: El
efecto Dylan”, Tropelías 7 (2020): 727-45.

También podría gustarte